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Fútbol (Baldomero Fernández Moreno - Argentina)



Son veintidós muchachos, las rodillas
al aire. Olor a magulladas hierbas.

El público, con ojos asombrados,
el fuerte gozne articular observa:
la poderosa valva de la rótula,
los tendones, tirantes como cuerdas.

Van y vienen los trajes de colores,
ahora da uno una patada épica,
algo vuela hacia el sol, y no se sabe
si es la pelota o si es la misma tierra.

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Elegía al guardameta (Miguel Hernández - España)

A Lolo, joven en la portería
del cielo de Orihuela.




Tu grillo, por tus labios promotores,
de plata compostura,
árbitro, domador de jugadores,
director de bravura,
¿no silbará la muerte por ventura?

En el alpiste verde de sosiego,
de tiza galonado,
para siempre quedó fuera del juego
sampedro, el apostado
en su puerta de cáñamo añudado.

Goles para enredar en sí, derrotas,
¿no la mundial moscarda?
que zumba por la punta de las botas,
ante su red aguarda
la portería aún, araña parda.

Entre las trabas que tendió la meta
de una esquina a otra esquina
por su sexo el balón, a su bragueta
asomado, se arruina,
su redondez airosamente orina.

Delación de las faltas, mensajeras
de colores, plurales,
amparador del aire en vivos cueros,
en tu campo, imparciales
agitaron de córner las señales.

Ante tu puerta se formó un tumulto
de breves pantalones
donde bailan los príapos su bulto
sin otros eslabones
que los de sus esclavas relaciones.

Combinada la brisa en su envoltura
bien, y mejor chutada,
la esfera terrenal de su figura
¡cómo! fue interceptada
por lo pez y fugaz de tu estirada.

Te sorprendió el fotógrafo el momento
más bello de tu historia
deportiva, tumbándote en el viento
para evitar victoria,
y un ventalle de palmas te aireó gloria.

Y te quedaste en la fotografía,
a un metro del alpiste,
con tu vida mejor en vilo, en vía
ya de tu muerte triste,
sin coger el balón que ya cogiste.

Fue un plongeón mortal. Con ¡cuánto! tino
y efecto, tu cabeza
dio al poste. Como un sexo femenino,
abrió la ligereza
del golpe una granada de tristeza.
Aplaudieron tu fin por tu jugada.

Tu gorra, sin visera,
de tu manida testa fue lanzada,
como oreja tercera,
al área que a tus pasos fue frontera.

Te arrancaron, cogido por la punta,
el cabello del guante,
si inofensiva garra, ya difunta,
zarpa que a lo elegante
corroboraba tu actitud rampante.

¡Ay fiera!, en tu jaulón medio de lino,
se eliminó tu vida.

Nunca más, eficaz como un camino,
harás una salida
interrumpiendo el baile apolonida.

Inflamado en amor por los balones,
sin mano que lo imante,
no implicarás su viento a tus riñones,
como un seno ambulante
escapado a los senos de tu amante.

Ya no pones obstáculos de mano
al ímpetu, a la bota
en los que el gol avanza. Pide en vano,
tu equipo en la derrota,
tus bien brincados saques de pelota.

A los penaltys que tan bien parabas
acechando tu acierto,
nadie más que la red le pone trabas,
porque nadie ha cubierto
el sitio, vivo, que has dejado, muerto.

El marcador, al número al contrario,
le acumula en la frente
su sangre negra. Y ve el extraordinario,
el sampedro suplente,
vacío que dejó tu estilo ausente.

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El hinchismo y el hincha (Florencio Escardó - Argentina)


El porteño no odia a nadie ni a nada: acepta o rechaza. Su capacidad de pasión, siempre determinada por factores sentimentales, es positiva, casi nunca negativa. Su aprobación sentimental es el hinchismo.

El hinchismo es una adhesión de tipo místico, sin análisis y sin discriminaciones, con entrega total de la personalidad, del afán y del sentimiento. El hinchismo por los clubes deportivos -que con tan poca simpatía han mirado los analizadores de la porteñidad- no es más que una manifestación ruidosa y ostensible del hinchismo que tipifica la manera de ser de todo porteño.

El hincha es un estado psicológico de la hora actual. Está representado por el hombre que actúa de acuerdo a una sentimentalidad aceptada. Es el ser que ejerce una conducta religiosa. En esta época en que hasta los dioses son ateos. El hincha ha reemplazado la adhesión intelectual, o moral, por la adscripción apasionada.

Desde el punto de su actitud práctica, es una mezcla de mujer celosa y de jugador de truco. Sólo él ama y comprende. Y sólo él tiene en su mano todos los hilos para resolver la realidad de acuerdo a la justicia.

Pareciera que el hincha tipo es el de fútbol. No hay tal. Ese es el hincha liso y llano. Tal cual que ha entregado su alma al delirio admirativo. O al odio sarraceno. Y exhibe su odio o su entusiasmo en toda su brutal pristinidad. Él no elimina un jugador contrario por menos del crimen. Ni elogia a uno preferido por menos del endiosamiento. Él no tiene sino dos polos y va de uno a otro. Con la facilidad con que cambia de partido un "hombre independiente".

El hincha del fútbol no es más que la especie exhibida del hincha. El tremendo hinchismo es el del que no lo sabe.

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Los intelectuales detestan el fútbol. De alguna manera es comprensible si se tiene en cuenta la dicotomía entre mente y cuerpo, que en la sociedad intelectual sigue siendo muy marcada. Entonces pareciera que el que piensa está peleado con el cuerpo, así como el que usa el cuerpo desdeña el pensamiento. No ha habido ni habrá una pasión verdadera por el fútbol ni entre los escritores ni entre los pintores. Por ahí, sí, eso se da con los músicos populares. Ellos unen la cosa popular porque conviven más con la problemática de la gente de la calle. Nadie va a encontrar a un intelectual que vaya a un baile. ¡Qué sé yo! La cosa se pone complicada para un intelectual en cualquier lugar donde se junten más de cinco personas.

(OSVALDO SORIANO, escritor argentino en charla con Eduardo Rafael, Julio de 1991)

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En ese tiempo yo era muy joven y tomaba demasiado. Fue en Tandil. Recién empezaba y me mandaron a ver un partido que no era central, sobre el final de la liga. Habría diez personas en la cancha. Yo llegué tarde, viniendo de un asado, y bastante entonado. Llegué, miré un poco y le pregunté a uno que estaba ahí: "¿Che, cómo van?" Y me dijo, no recuerdo bien, "2 a 1". "¿Y quién hizo los goles"? "Fulano y Mengano." "¿Y más o menos a los cuántos?" Porque todo era más o menos. Bueno, a los 10, o a los 15; tomé nota y seguí viendo el partido. Entonces hubo luego otro gol, un penal errado, etc. y yo me llevé en el resultado la suma de lo que me había dado el despistado que pasaba por ahí, y los goles que vi después. De modo que suponte que puse "La Movediza batió por 3 a 2 a Gimnasia y Esgrima”. Pero no había sido así: al otro día llaman al diario y dicen "¿Cómo 3 a 2? ¡2 a 2!" 

Hubo un gran lío en el pueblo, y esto lleva a una gran reflexión sobre la credibilidad del periodismo, y sobre todo de lo escrito. En principio no quería decir la verdad: "Sí, llegué borracho y pregunté el resultado". Pero la gente que había estado en el partido que terminó 2 a 2 empezó a dudar si no había sido 3 a 2, como yo había escrito, puesto que esto estaba en el diario. Se tuvo que reunir el Tribunal para discutir el tema. Después citaron al referí, y le decían: Usted se comió un gol". "¿Cómo me voy a comer un gol? decía el referí. Yo estuve corriendo los noventa minutos al lado de los tipos: hubo dos goles de cada lado." Me citaron a mí y al periodista del vespertino, que había robado la nota completa, y los dos declaramos que habíamos visto 2 a 2. De modo que faltó un gol siempre.

Este tipo de anécdotas son ricas para aquello que suelo hacer en los cuentos de fútbol. Como todo el mundo, incluidas las mujeres, conoce la mayoría de las reglas del fútbol, alrededor de eso uno puede crear mundos en los que se mezclan el far west, la conquista del desierto y los partidos de fútbol No es difícil imaginar un partido de fútbol entre las tropas de Roca y una tribu de indios en Choele Choel; Roca juega al arco. Lo estoy inventando en este momento, por ahí lo escribo mañana. Uno supone inmediatamente, con el imaginario popular, al general Roca con la barba, ridículo, con uniforme, tiene que sacarse la espada, y los indios a los que más o menos se les ha explicado: "hay que patear para allá y tratar de meterla en aquel lado”. 

Como ninguna de las dos partes conoce las reglas que nosotros conocemos, esto provoca una suerte de a priori humorístico. Qué se yo: un arquero que se coloca en el área rival y hace un gol con la mano; obviamente ese gol no vale, pero para la lógica del arquero él dice: "Yo estoy en el área, y en el área puedo jugar con la mano”. Y el referí le dice: "En su área". "No, en todas las áreas". Y ya es una asamblea. La idea es sacarlo del contexto "civilizado " en el cual el reglamento se aplica y es conocido por todo el mundo, y se relativiza. Y en esa relativización está la ficción.

(OSVALDO SORIANO, escritor argentino, recordando sus inicios en el periodismo deportivo en el programa “Temas y debates”, de Todo Noticias, conducido por Norma Morandini, 1994.)

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Recuerdos finales (tributo a Antonio Puerta)


(1) Un rival entró por mi banda. Dio un pase en profundidad a mi espalda. Quise cubrir el espacio, pero no pude, me había entrado un mareo, un dolor de pecho, algo inexplicable. Por suerte el balón salió fuera, entonces me agaché y se oscureció mi visión. De repente estaba rodeado por Palop, Drago, el preparador y su ayudante. Supuse que había perdido la conciencia. ¡Qué fastidio! Tenía que dejar al equipo en una situación complicada. En fin, tenía que ponerme en las manos del doctor, que es el que sabe.
Mientras dejaba el campo, muchas cosas me pasaban por la mente…

(2) Habíamos iniciado la nueva temporada de la mejor manera: con el capitán Martí levantando un trofeo. Es que antes de empezar la Liga ya habíamos conquistado la Supercopa de España. Pero comenzó el partido y a los dos minutos de juego el Getafe nos recordó que nunca se gana sin darlo todo: Pablo la clavó en nuestra escuadra en un tiro de falta. Estábamos atrás y tendríamos que sudar, como otras veces...

(3) En las dos últimas temporadas el equipo había estado en la gloria. En un año ganamos la Copa UEFA, torneo más importante de la historia del club; mi gol en semifinales fue mi más valioso aporte y, quizás, el más recordado por la afición, por ser en el momento más apurado de la competición. Pero el año siguiente nos superamos. Empezamos conquistando la Supercopa Europea aplastando al Barcelona. Conquistamos una Copa del Rey después de casi 60 años. Y coronamos con un nuevo título de la UEFA, una conquista sudada, que llegó apenas en los penales. ¡Qué recuerdos!

(4) Yo había visto hoy, entre la hinchada, una pancarta que decía: "Puerta, tu club de fans siempre contigo". No se trataba simplemente del apoyo que el equipo tiene de su afición. Era un apoyo hacia mi persona (otro cantar eran las pancartas para Alves, ojalá el partido sirviera para calmar los ánimos). Y la verdad es que esto me daba empuje para correr, para disputar cada pelota, luchar para dar vuelta en cada situación adversa. Aunque no siempre se puede, somos humanos.

(5) Recuerdo que comenzamos a buscar el gol, pero el partido estaba particularmente difícil. El rival de esta noche, Getafe, endureció el partido. Uno de los suyos, Sousa, fue expulsado tras ver dos amarillas en un minuto. En aquel momento pensé que el partido debería mejorar en los minutos siguientes, pero no fue así -especialmente para mí-.

(6) Dije una vez que sería sevillista hasta la muerte. Esto no significa apenas mi deseo de permanecer siempre en él. Significa que disfrutaré cada nuevo triunfo con el equipo como disfruté los demás, buscando poner mi nombre en su historia. Significa que en los momentos más complicados mostraría mi amor por mi club. Yo no temblaba ante la derrota, mi deseo de superación crecía y de esta manera estaba jugando hoy.

(Texto cúbico escrito por Jordi Gómez (España) y Manoel Castanho (Brasil) de modo tal que los seis párrafos sean leídos en cualquier orden)

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El descubrimiento (Anónimo - Uruguay)

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Cuando le regalaron un cuaderno y lápices de colores, Rogelio sintió que algo como las mágicas palabras de la abuela se desprendía de los lápices en contacto con la hoja blanca.

Los colores llenaban y sobrepasaban las líneas haciendo surgir caballos, pájaros y leones. Cada animal se formaba de los colores que le dictaba la memoria.
Tanto como dibujar, a Rogelio le gustaba jugar a la pelota. Así que dibujó bien grande, a toda página, una pelota de cuero.

Anduvo algunos días con el cuaderno, agregando y combinando colores.

Se animó a poner alas a los caballos y penachos a los leones. Probó a mirar su cuaderno de noche, a la luz de la lámpara, y vio que no podía sorprender a los dibujos separados de los colores. Una vez que se pegan, permanecen en las cosas.
Con una pelota de goma, y los días de suerte con una de cuero, Rogelio jugaba “picados” que duraban hasta un número determinado de goles.

Por más largos que fueran los partidos, siempre surgían motivos para ofrecer y aceptar revancha.

Los más peleados era cuando se formaban los equipos según se fuera de un cuadro u otro de Montevideo. Entonces, los feroces gritos le parecían tan inexplicables, como su padre pegado a la radio, escuchando los partidos los domingos de tarde.

Él era de los gurises más chicos, y hoy pateaba para un lado y mañana para otro.
Pero después de un día de esos que jugaron hasta no ver más la pelota, a la luz de la lámpara del comedor y mientras esperaba que la madre trajera la comida, Rogelio dibujó caballos azules, blancos y rojos.

Leones blancos, azules y rojos.

Pájaros rojos, blancos y azules.

Y vio que quedaban más alegres y luminosos. Y a una pelota le puso también esos colores.

Se imaginó que cuando jugaba su pantalón debería ser siempre azul y su camiseta blanca. En el bolsillo unas letras rojas.

Y sintió en su pecho algo incontenible, como cuando hacía un gol.

Inédito: Mayo de 1999, en el año del Centenario del Club Nacional de Football

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Carlos Salvador Bilardo (Argentina, 1942)


En el Torneo Clausura del 2004, Carlos Salvador Bilardo, DT de Estudiantes, entra al Estadio Monumental donde su equipo enfrentaba a River y se instala en el banco de suplentes con una mesita, un radiograbador y una botella de champán que descorcha. En el entretiempo, una fiscal le comunica que está prohibido consumir bebidas alcohólicas allí. "La botella no tiene bebida alcohólica: tiene Gatoreit, señorita", jura el doctor. Después se traba en lucha con los que quieren incautar la botella, insistiendo: "Tiene Gatoreit, señorita".

Esta es solo una de la interminable lista de sucesos pintorescos de este porteño que se inició en las inferiores de San Lorenzo de Almagro (1958-1961), pasando luego al Deportivo Español (1961-1964) y posteriormente al Estudiantes de La Plata (1965-1970), club este último en el que, dirigido por Osvaldo Zubeldía, logró el Metropolitano de 1967, la Copa Libertadores en tres ocasiones (1968, 1969 y 1970) y la Copa Intercontinental de Clubes de 1968.
Comienza en 1971 su carrera de entrenador en Estudiantes de La Plata con una filosofía de fútbol en la que privilegió la victoria a cualquier precio y una propuesta que muchos denominaron "anti-fútbol" y a la cual achacaban cierta mezquindad en la propuesta y la falta sistemática al rival como una forma de ensuciar el juego.
Entre 1977 y 1979 dirige al Deportivo Cali de Colombia llevándolo a consagrarse Campeón de la liga local en los años 77 y 78 y subcampeón de la Copa Libertadores de ese último año).
Vuelve a dirigir en Argentina en 1979, San Lorenzo de Almagro, a la selección de Colombia (80-81) y nuevamente a Estudiantes de La Plata (Campeón Metropolitano 1982).
Entre 1983 y 1990 dirigió a la selección nacional de Argentina, donde logró el triunfo en la Copa del Mundo en 1986, con un equipo que contó con la figura indiscutida de Diego Armando Maradona y el Subcampeonato en Italia 90.
Posteriormente dirigiría al Sevilla de España, con Diego Maradona como jugador, Boca Juniors, Selección de Guatemala (1998), Selección de Libia (1999-2000) y un último paso en Estudiantes de La Plata entre Abril y Octubre de 2003, y nuevamente a partir de Enero de 2004.
Personaje polémico y extravagante, ha protagonizado innumerable cantidad de hechos dignos de ser conocidos, he aquí algunos:

Había un asado en la casaquinta de Carlos Bilardo, en Moreno. Al mediodía, un grupo de siete u ocho muchachones, se acercó a la tranquera y desde allí gritaron: "¡Doctor!, tenemos un desafío...". "Bueno, ¿a qué hora?", preguntó el entonces entrenador de la Selección Nacional. Y ahí nomás se armó el partido. Un rato antes de la hora acordada, unos veinte pibes comenzaron a pelotear en el potrero de al lado, que estaba lleno de lomas y pozos. Bilardo se quedó unos minutos mirando como pateaban antes de ver quienes serían sus probables compañeros de equipos, todos amigos cargados de años y kilos, quienes seguían de sobremesa. Entonces llamó a su hermano Jorge, le señaló el potrero y le dijo: "Ahí hay unos cuantos buenos. Andá y decile que nos falta gente. Hacé como que elegís al voleo y traé a los dos que están en cuero, al de remera roja y al grandote de pantalón lila...". El picado duró hasta que el sol se acostó y, por supuesto, el equipo de Bilardo ganó por muerte. ¡Si les había sacado a los mejores jugadores!

El día que se quedó mudo. Fue en Turín, al término del primer tiempo de Argentina-Brasil por el Mundial 90. Los jugadores entraron al vestuario cabizbajos y en silencio, porque todos sabían que habían jugado de regular para abajo y que estaban a un paso de la eliminación. Hacía mucho calor, pero más calor les estaba haciendo pasar Brasil. El plantel se refrescó, descansó y esperó en vano que Bilardo dijera algo. Cuando ya estaban camino al túnel, Olarticoechea le dijo al DT: “maestro no va a decir nada...”. Y Bilardo, casi desganado, respondió: “Una cosa muchachos, si se la siguen dando a los de amarillo, nos volvemos a casa...”
Argentina no mejoró mucho en el juego, pero una sensacional corrida del “Pájaro” Caniggia, tras una magistral apilada de Maradona, que estaba en una pierna como consecuencia de una lesión, culminó en gol de Argentina, selló el l-0 y acabó con las ambiciones de Brasil.

En el programa “Estudio Fútbol” de TyC Sports, Iván Zamorano rememoraba su pase al Real Madrid, que fue justo cuando los argentinos Maradona, Simeone y Bilardo desembarcaron en el Sevilla FC, que es donde actuaba el chileno. Y contaba:
“Me hicieron una cena despedida en el club, a la que asistió el plantel completo y no faltaron los nuevos integrantes con sus familias. Estaban Diego y Claudia, el Cholo y su señora, y Bilardo con Gloria y la hija de ambos. En un momento, lo llaman por teléfono a Carlos desde un programa de radio de Argentina para hacerle un reportaje en vivo a lo que Bilardo accedió.
Comenzaron con las preguntas de rigor y Bilardo les contaba a los periodistas donde estaba: Estoy en una cena de despedida de Zamorano, decía, junto al jugador, los directivos del club, también está Maradona, Claudia y comenzó a nombrar uno a uno a los asistentes a la fiesta, pero no nombraba ni a su esposa ni a su hija que le hacían señas levantando y agitando sus manos. Seguía Bilardo: está Sucker, Simeone, y así con todos y cada uno pero siempre omitiendo a sus familiares.
Cuando terminó la entrevista y Bilardo tomó asiento nuevamente, la señora recriminándole, le preguntó por qué no la había nombrado ni a ella ni a la hija y él le contestó: ¡Estás loca! Si digo por radio que vos estás acá conmigo en España, nos entran a robar el departamento en Buenos Aires".

Ya entrenador del seleccionado argentino, reclamó a la firma "Le Coq Sportif" -proveedora de la ropa deportiva albiceleste- que los pantaloncitos poseyeran un bolsillo en la parte posterior para guardar allí trozos de limón. El obsesivo "narigón" no quería que se repitiera lo que ocurrió en Quito cuando su equipo enfrentó a Ecuador por la Copa América: los chicos que alcanzaban las pelotas se robaron los limones que Miguel Ángel Russo había dejado al lado del arco de Nery Pumpido. "Eso no volverá a pasar si tenemos bolsillos en los pantaloncitos", se justificó Bilardo.

En el Estudiantes de Zubeldía de finales de los ‘60, un periodista de Canal 13 le preguntó a Bilardo cuales eran, a su criterio, sus defectos más importantes. Y el "Narigón" le respondió entre evasivas: "No, déjeme, que ya alcanza con los que me ven ustedes. Además, ¿cómo se los voy a decir? Es como si le preguntaran a un contrabandista donde tiene la pista de tierra para que baje el avión..."

Frases

Muchachos, mátense, porque si hay algo que no puedo soportar es ver las finales por televisión (CARLOS BILARDO, entrenador de la Selección Argentina 1983-1990, en la charla previa al partido semifinal con Bélgica en México 86)

Muchachos, lleven un saco y una sábana blanca. Si ganamos volvemos de traje, si perdemos nos vamos a Arabia

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Rodion Camataru (Rumania, 1958)


Usualmente a esta columna ingresan personajes que en su personalidad presentan rasgos pintorescos y divertidos, o por sucesos cómicos de los que fueron protagonistas.

No es el caso de Rodion Camataru, ariete del Dínamo de Bucarest que, confabulación mediante, "robó" al delantero austríaco Anton "Toni" Polster el título de Botín de Oro, premio que se entrega en Europa al máximo goleador de ese continente contabilizando todos los campeonatos de primera división de cada una de las ligas, y provocando la sorpresa del mundo futbolístico.

Camataru había nacido en 1958 en un país donde el poder totalitario del matrimonio Ceaucescu (1967-1989) encontró en el deporte, en este caso el fútbol, una excelente vidriera para lavar la cara de un régimen que sumaba enemigos día a día.

Siete años tenía el pequeño Rodion cuando el "dictador de los Cárpatos" asumía el gobierno rumano. Apasionado por el fútbol, nuestro rústico héroe había debutado 1974 en el Universitatea Cracovia como centro delantero de área y con un promedio de menos de 10 goles por año. Nada fuera de lo común.

El tiempo pasa, el pueblo rumano sufre el hambre y la dictadura…

Estamos a mediados de la década de 1980, el presidente rumano propone un programa de austeridad para liquidar la deuda externa de su país, un fuerte rechazo a las políticas que se le ordenan desde la URSS y un culto extremo a su persona. Con ese escenario, sin embargo, hay un motivo de regocijo para Ceaucescu cuando su equipo, el Steaua de Bucarest, gana -con algunos partidos arreglados de antemano- la liga local y tiempo después, derrotando al Barcelona se convierte en el primer club de Europa Oriental en ganar la Champions League (1986). Meses después es subcampeón de la Copa Intercontinental al ser derrotado por River Plate de Argentina en la final jugada en Tokyo. Había llegado el momento de complacer a su esposa...

El Dínamo era el equipo de la policía rumana y con el cual simpatizaba Elena Ceaucescu -el Steaua era el equipo del Ejército-, y había comprado a Camataru tiempo atrás. Sin grandes actuaciones del atacante en su nuevo club y sin títulos por ganar a futuro, la única esperanza del club residía en que Camataru fuera el Botín de Oro de la temporada (1986-1987).

Para lograrlo, funcionarios del Ministerio del Interior "sugirieron" a los entrenadores de los equipos a los cuales debía enfrentar el Dínamo en las últimas seis fechas del torneo de las ventajas y publicidad mundial que daría al régimen tener a ese gigantón de 1,90 mts. como ganador del premio que instituía la UEFA.

Tiempo después, Camataru tomaba la pelota cerca del área ante la pasividad de defensores que lo dejaban marcar sin oposición alguna. De ese modo el gol se le abrió al delantero con pasado como infante de marina.

Sumó 20 goles en las últimas seis jornadas para totalizar 44 goles, cifra similar a la lograda en sus primeros seis años de profesionalismo. Lo imposible se había realizado.

Años después el premio le fue destituido ante los evidentes síntomas del fraude cometido en perjuicio del ex delantero del Austria de Viena, Sevilla y Borussia Mönchengladbach quien ocho días antes de la entrega del premio lideraba holgadamente la tabla de artilleros de Europa.

Camataru cerró su singular carrera jugando en Bélgica (Charleroi) y Holanda (Heerenveen), equipos en los que, por supuesto, no logró nada espectacular como así tampoco con la discreta Selección de Rumania en el Mundial de Italia en 1990.
Cosas del fútbol…

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William "Bill" Shankly (Escocia, 1913-1981)


Si alguien representó la fina ironía y el sutil humor de las Islas Británicas, ese fue sin dudas William "Bill" Shankly emblemático entrenador del Liverpool.

Nació en 1913 en una pequeña villa minera de Glenbuck (Escocia), en el seno de una familia humilde de diez hermanos. Su infancia estuvo plagada de carencias que labraron en el pequeño William un fuerte y definido carácter que mostró decididamente en Anfield Road.

El fútbol era una vía de escape para los trabajadores de la mina, durante la semana trabajaban y los fines de semana jugaban al fútbol. Él y 4 de sus hermanos fueron miembros de Glenbuck Cherrypickers, un famoso equipo de su época por dar salida a 49 jugadores del pueblo.

Sus otros hermanos futbolistas fueron Alec, quien jugó en el Ayr United y Clyde, Jimmy (1902-1972), quien jugó para varios equipos, incluido el Sheffield United y Southend United, y John (1903-1960), que jugó para el Luton Town y Blackpool. Su tio materno, Bob Blyth, jugó para el Preston North End y Portsmouth, antes de convertirse en el manager del Portsmouth.

Buen futbolista en su juventud -llegó a jugar en la selección de Escocia- llegó a ser DT del Liverpool en Diciembre de 1959 (el club se encontraba con muchas dificultades en la Segunda División) permaneciendo en ese club hasta 1974 y dejando un espectacular trabajo de base que les permitió ganar posteriormente cuatro Copas de Europa y dominar totalmente la Liga Inglesa de finales de los 70'.

Con los reds logra el título de Liga en la 63/64 y repite en la 65/66, además de la primera FA Cup en 1965.

En la 72/73 el Liverpool logra el octavo título de liga en su historia y la Copa UEFA en la temporada 73/74. A este título se sumó la conquista de la FA Cup en Wembley, ante el Newcastle.

Motivador como pocos, el Liverpool era su vida y a él se entregó por completo. La hinchada siempre lo reconoció y en 2006 le rindió un sentido homenaje al colocar una placa a los pies de la estatua de Bill, en la entrada de Anfield Road, que reza: "Bill Shankly 1913-1981. Hizo a la gente feliz”.

Esto dijo alguna vez...

Ninguna enfermedad me hubiera mantenido alejado de este partido. Si hubiese estado muerto, hubiera hecho sacar la caja, ponerla en la grada y hacer un agujero en la tapa.

También pasamos malos momentos: un año acabamos segundos...

El fútbol no es un juego para chistosos, si alguno de mis jugadores se hace el payaso, lo envío directamente al circo.

La pelota no se cansa nunca.

Esta ciudad tiene dos grandes equipos: el Liverpool y los suplentes del Liverpool.

Un equipo de fútbol es como un piano. Necesitas a ocho personas que lo muevan, y tres que puedan tocar el condenado instrumento.

Cuando no tengo nada que hacer miro debajo de la clasificación para ver como va el Everton.

Quitate el vendaje, y esa no es tu rodilla... ¡es la rodilla del Liverpool! (a Tom Smith, quien intentaba explicarle que su rodilla estaba lesionada).

El problema con los árbitros es que conocen las reglas, pero no el juego.

¿De dónde eres?" -"Soy un fan de Liverpool desde Londres". "Bien, entonces, ¿cómo se siente al estar en el cielo?- respondió Shankly.

¿Qué alineación voy a sacar? No voy a revelar un secreto como ése al Milan. Si por mí fuera, procuraría que no se enterase ni de la hora del partido.

Sólo ve afuera y llena el lugar de granadas, hijo. (a Kevin Keegan)

Si estás en el área y no sabés que hacer con la pelota: intentá meterla en el arco; ya discutiremos las alternativas más tarde.

Si eres el primero eres el primero. Si eres el segundo no eres nada.

Si el Everton jugara en el jardín de mi casa, cerraría las cortinas.

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Oscar "Pinino" Más (Argentina, 1946)


Cuando Pinino iniciaba sus endemoniadas corridas por la raya, el Monumental se preparaba para disfrutar de su unipersonal. El Mono se robaba el protagonismo con certeras definiciones y, luego, con los alocados festejos que hacían delirar a los hinchas millonarios.

Durante 12 temporadas, River vibró con sus electrizantes arranques y con la potencia de su zurda. La simpatía de Oscar Más fue el plus que terminó por cautivar los corazones riverplatenses. Pinino era un pícaro dentro y fuera de la cancha. Sus furcios en las declaraciones y las bromas en las concentraciones fueron marcas registradas.

Es uno de los jugadores que más anécdotas han aportado desde el mundo del fútbol.

En cierta oportunidad, luego de un partido, un joven periodista se le acercó y le preguntó sobre su hobby.

Más lo miró y le respondió: "¿Mi jo-vie? Bien, gracias... debe estar con mi vieja en casa escuchando el partido por radio. Aprovecho y les mando un saludo a los dos".
(En Argentina a los padres se les dice cariñosamente "viejos". "Jovie" es lo que resulta al dar vuelta la palabra viejo)

Tiene una anécdota que lo pinta de cuerpo entero. Cuando tenía 11 años su padre lo llevó a probarse en Boca. Oscar desplegó sus habilidades a lo largo de media hora y, en cierto momento, le tocó patear un penal. “Me paré frente a la pelota y cuando encaré me salió de adentro el hincha de River y la tiré afuera... cosa de pibes...” Lo cierto es que de esa práctica quedaron en Boca 11 chicos entre los cuales no estaba él, obviamente…

Este estupendo puntero izquierdo que apareciera en la primera de River cuando promediaba 1964, siempre decía que “a los arqueros los conocía como nadie”. Y ejemplificaba que en los entrenamientos solía ir muy seguido al arco por lo que se acostumbró “a pensar como los arqueros. Y entonces hago todo lo contrario de lo que espera un arquero normal, aunque los arqueros no son muy normales que digamos. Son más locos que los wines, y miren que los wines somos locos”.

Entre Oscar “Pinino” Más y Antonio Roma había una gran rivalidad y al mismo tiempo camaradería, porque a pesar de ser símbolos de River y Boca, eran compañeros en los seleccionados argentinos de la década del 70. Pero las gastadas de Más a la “Chancha” Roma eran de aquellas...

En una oportunidad, antes de iniciarse uno de los muchos clásicos en que se enfrentaron (Más jugó 26), Roma lo saludó a Pinino y le dijo: “si hoy me metés un gol, me hago cura...”. Pero como solía ocurrír, el diminuto puntero izquierdo le hizo un gol. ¡Y qué gol, un bombazo desde fuera del área! Después de gritarlo como loco, “Pinino” se acercó al Tarzán boquense y le dijo: “Tano, con este gol más que cura tenés que hacerte Papa...”.


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George Best (Irlanda, 1946-2005)


Nacido en Belfast (Irlanda del Norte). Debutó en la Liga inglesa en 1963, con diecisiete años de edad, defendiendo los colores del Manchester United, del que fue un ícono indiscutido entre 1963 y 1974, marcando 137 goles en 361 encuentros. Delantero de endiablada gambeta, cambio de ritmo y depurada técnica.

Su palmarés con el Manchester United incluye dos títulos de la Premier League (1965 y 1967) y la Copa de Europa de 1968, año en el que fue también galardonado con el Balón de Oro, que le distinguió como mejor jugador del continente europeo.

Al marcharse del Manchester, jugó en diversos equipos de Reino Unido y Estados Unidos, como Dunstable Town (1974), Stockport County (1975), Cork Celtic (1975), Fulham (1976), Los Angeles Aztecas ( 1976-1978), Fort Lauderdale Strikers (1978-1979), Hibernian (1979-1980), San Jose Earthquakes (1980-1981) y Bournemouth (1982). Puso fin a su carrera en los Brisbane Lions de Australia (1983).

Llamado “El quinto Beatle”, convertido en estrella deportiva y en ídolo de masas, tendría desde muy joven serios problemas con el alcohol que le acompañarían hasta el final de sus días, alimentados por unos hábitos de vida extradeportiva muy influidos por su propia personalidad y por los efectos negativos de su indiscutida fama.

Después de abandonar la práctica del fútbol, fue comentarista deportivo y sus citados problemas personales nunca desaparecieron y fueron deteriorando progresivamente su salud.

Falleció el 25 de Noviembre de 2005, en Londres; tres años antes, había sido sometido a un trasplante hepático.

Dejó para el recuerdo sentencias por demás ocurrentes:

Gasté mucho dinero en licor, mujeres y autos de carrera. El resto lo desperdicié.

Dicen que me he acostado con siete Miss Mundo, pero sólo han sido tres.

Soy el tío que llevó el fútbol de las páginas interiores a las portadas de los periódicos.

Tendría que haber sido Superman para hacer algunas cosas que se suponía había hecho. He estado en seis diferntes lugares en un mismo momento (hablando sobre algunos episodios de su vida privada)

Hace años dije que si me daban a elegir entre marcar un golazo al Liverpool o acostarme con Miss Mundo iba a tener una difícil elección. Afortunadamente, he tenido la oportunidad de hacer ambas cosas.

Cada vez que entro en un sitio hay sesenta personas que quieren invitarme a beber, y yo no sé decir que no.

Pelé ha dicho de mí que yo era el mejor futbolista del mundo. Es el mejor homenaje a mi vida.

Nunca salía por la mañana con la intención de emborracharme. Sólo sucedía.

No me llega ni a los cordones de la botella (opinando sobre Paul Gascoigne).

Nací con un gran don que algunas veces tiene un lado destructor. Quería superar a todo el mundo cuando jugaba y de la misma manera quería superar a todo el mundo en mis salidas nocturnas.

Daría todo el champagne que he bebido en mi vida por jugar junto a él en un gran partido europeo en Old Trafford” (hablando de Éric Cantona).

Si yo hubiese nacido feo, nunca hubiérais oido hablar de Pelé.

No le pega con la izquierda, no cabecea, no defiende y no marca muchos goles. Aparte de eso, está bien (refiriéndose a David Beckham).

En 1969 dejé las mujeres y la bebida, pero fueron los peores veinte minutos de mi vida
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Elio "El loco" Montaño (Argentina, 1929)


Un personaje del fútbol por su gracia, además de su capacidad comojugador y goleador. Díscolo, a veces irrespetuoso, pero capaz de inventar en cada jugada. Para la época, un típico jugador de potrero, ingenioso, alejado de tácticas o de indicaciones técnicas. Así era fuera de la cancha, y recorrió diversos equipos locales y del exterior con la frescura de su fútbol innato.

Integró la Selección en los Panamericanos de México en 1955 y fue figura en Peñarol y en Danubio de Montevideo en donde fue goleador del Campeonato Uruguayo. Jugó en Huracán, Boca, Rosario Central y Newell's de Rosario, en Sporting de Portugal y Deportivo Galicia de Venezuela. Varias anécdotas señalan su manera de vivir. En el casino uruguayo, una vez, ya sin un peso, se tiró sobre la mesa y gritó: ¡Me juego!

Habiendo sido jugador de Newell's Old Boys de Rosario, pasó luego por Rosario Central y tuvo como compañero a César Luis Menotti, quien siempre contaba que en un clásico que Rosario ganaba 2 a 0 y se floreaba, con el 'Loco' Montaño dirigiendo la batuta. Los rivales reaccionaron, descontaron y luego empataron el partido. La tribuna rosarina que momentos antes se deshacía en aplausos, comenzó a silbar e insultar a los suyos. Hasta que Montaño tomó una pelota cerca del área, gambeteó a dos o tres jugadores, dejó desairado al arquero que salió a la desesperada, tocó suavecito hacia el arco vacío y se dio vuelta para encarar a la hinchada. “¡Vieron giles, griten ahora, insulten, tírense con nosotros!” Lo que no sabía Montaño es que la pelota no había entrado, que se había quedado mansita contra el poste y que mientras él se desquitaba con la hinchada llegó un rival y la sacó. Cuenta Menotti que eran las diez de la noche y no podían abandonar el vestuario....

En Boca estuvo entre 1951 y 53, luego de su aparición en Newells, pero no pudo ganar ningún título. De esos años tengo una anécdota con Juan Vairo, arriba de un avión: "El loco me prendió fuego un diario. Yo estaba leyendo "Crítica" y me prendió fuego la parte de abajo. Enseguida se armó un despelote terrible. Tuvieron que tirar frazadas para apagar el fuego. Nos querían matar, quisieron dejarnos en Brasil. Juan Vairo era tremendo, era muy loco. Nos divertíamos como nunca en cada viaje".

En Berlín, en 1949, en una gira de Newells Old Boys por Europa. Montaño tenía apenas 20 años: "La puedo contar yo y no se puede creer, pero el ex arquero Julio Musimessi la contó hace años en “Almorzando con Mirtha Legrand”: Yo, una vez, tiré el córner e hice el gol de cabeza. Fue en una cancha abierta; había un viento huracanado. Fui a patear un córner con viento en contra. La pelota llegó al área grande y se retuvo con el viento. Y el viento la trajo hacia mí y cuando iba corriendo hacia el área metí el cabezazo".

En los dos años en Boca hizo varias giras por Europa, Centroamérica, Brasil y Chile. "Una vez le atajé un penal a Ormazábal, un wing de Colo Colo. Porque en ese tiempo se viajaba con un solo arquero y habían echado a Musimessi. Agarré y le dije: Dame, dame la camiseta. Y me puse el buzo amarillo, me tiré para el lado que pateó el chileno y me dio la pelota bien de lleno en la cara. Al final ganamos 1 a 0, con un gol de Pierino González".

Algunos le decían 'Tuerto', otros lo llamaban 'Loco'. Los dos apodos de Elio Rubén Montaño. "El apodo de 'Tuerto' nació en Boca. Me golpearon en la cara, vino el masajista, el médico, todos a ver qué me pasaba. Y Venancio Acosta, uno que jugaba de cinco, me dijo dale, levantate tuerto. Tomá el ojo, se te salió".

En los tres años en Peñarol de Montevideo, Montaño consiguió ganar tres campeonatos seguidos. "Peñarol era un gran equipo, agarrábamos a los chicos en Montevideo y ya en el primer tiempo nos poníamos tres, cuatro o cinco a cero. Entonces, en la cancha embromábamos. Una tarde en el Centenario contra Rampla Juniors un defensor de ellos me tiró al suelo con una patada terrible y yo corté una mata de pasto, me paré y le digo ¡Tomá caballo, comé! El árbitro se cagaba de risa…"

El "Loco" se destacaba por su forma de ser, pícara, ocurrente, traviesa y desfachatada: hablador, cachador, no sólo relataba adentro de la cancha las jugadas que realizaba, sino que también le gustaba la noche, el cabaret, la farra, que eran hábitos que no abandonaba ni siquiera los sábados, cuando Peñarol concentraba en un hotel céntrico del que, obviamente, se escapaba. Hasta que una vez un dirigente resolvió concentrar junto al plantel con la idea de desenmascararlo.

Grande fue, entonces, la sorpresa del delantero cuando el domingo a las seis de la mañana volvía de la 'garufa' y, al doblar la esquina, vio al directivo parado en la puerta del hotel, como si fuera un soldado haciendo guardia. Lejos de esconderse o amilanarse, el "Loco" enfiló hacia el "celador" con el mismo atrevimiento que si viniera gambeteando y lo encaró, sin darle tiempo a que le recriminara nada: "¿qué dice, don? Ta’ lindo el día, ¿eh? Yo, por eso, aproveché, me levanté temprano y salí a caminar una cuadras..."

Fue en un Boca-Chacarita, en la Bombonera. Montaño quería vengarse de un golpe de Pizarro: "No era de pelearme. El único que me sacó de lugar fue Federico Pizarro. Me dio una patada acá (muestra una cicatriz en el mentón) y le dije: Ya vas a venir a la cancha de Boca. Y en la revancha, en un centro, lo mandé adentro del arco. ¡Se armó un quilombo! En lugar de cabecear la pelota le dí en el medio de la cara. Le partí todo, lo mandé al Hospital Argerich. Nunca busqué líos".

Esta que cuenta el Loco pasó en un partido entre Rosario Central y Atlanta, en 1962, con él como protagonista junto al Gitano Juárez y César Luis Menotti: "El Gitano me dice: al flaco Menotti no se la des, vas a ver cómo te putea. Como íbamos 4 a 0, nos pusimos de acuerdo para amagarle y dejarlo pagando. ¡La puta que te parió, Tuerto hijo de puta,! me gritaba. Así todo el segundo tiempo. Hasta que poco antes del final voy a sacar un lateral y le digo: ¿La querés, Flaco? Se la di, pero la agarró de voleo y casi me mata. El árbitro lo echó".

"La para Montaño, la pisa Montaño, le hace un caño al defensa -la tribuna ruge-, levanta la cabeza ¡qué jugador Montaño!, lanza un pase de 40 metros y se la pone en la cabeza al número 8, pero la pelota se va sobre el travesaño". Este era el loco Montaño, que tenía la costumbre de jugar al fútbol relatando el partido, lo que dejaba caliente a todos los contrarios, aunque ese no fuera su objetivo. El tipo sentía así el fútbol, como un relato radial en el cual la ficción y la realidad se entremezclaban como una sinfonía.

Huracán había ido a jugar a Montevideo contra Peñarol, y en su equipo figuraba Elio Montaño. En una incidencia del encuentro el zaguero oriental William Martínez le pegó una flor de revolcada y Elio se le quejó desde el suelo. Martínez lo miró y le dijo: “No llores, que el fútbol es un juego de hombres...” Y ahí nomás recibió la intencionada respuesta de Montaño: “¿Y si es un juego de hombres, vos qué hacés aquí adentro...? Dicen que a William hubo que frenarlo entre seis para controlarlo...

Tomás Ducó, presidente de Huracán en la etapa en la que se construyó el estadio (el que lleva su nombre en la actualidad), fue siempre una persona de mucha autoridad y escasa paciencia. En 1953, el equipo de Parque Patricios había conformado una delantera de estrellas con Boyé, Sánchez, Infante y el Loco Montaño. Las cosas, futbolísticamente, iban bien, hasta que llegó el momento de discutir contratos. Y los jugadores pretendían un dinero que los dirigentes no estaban dispuestos a darles. Ducó citó una noche a los futbolistas en forma individual, y cuando Montaño entró al despacho del presidente, Ducó lo recibió con una pistola 45 apoyada en el escritorio. El arreglo llegó casi inmediatamente. "Yo sabía que íbamos a arreglar el contrato enseguida", salió expresando Montaño.

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Dicen que si Maradona hubiera tenido la cabeza de Michel Platini, le habría ido mejor. Pero no habría sido Maradona, sino apenas Platini.

(FERNANDO SIGNORINI, preparador físico)

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Mis delanteros solo deben correr 15 metros, a no ser que sean estúpidos o esten durmiendo.

(JOHAN CRUYFF, ex-jugador y técnico holandés)

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Antes volará un cerdo por encima del Estadio Bernabeu antes que yo rectifique.

(JOHN BENJAMIN TOSHACK, ex-entrenador del Real Madrid)

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Puedo jugar en cualquier parte del campo. Soy un poco así en la cama también.

(STEVEN GERRARD, jugador del Liverpool)

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A este partido lo gana Montero Castillo tosiendo.

(OSVALDO ARDIZZONE, periodista argentino, al ser consultado acerca del probable resultado de un Nacional-Racing por una Copa Libertadores de fines de los '60 en el Estadio Centenario)

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Hay más hooligans en la Cámara de los Comunes que en un partido de fútbol.

(BRIAN CLOUGH, entrenador inglés)

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Los lunes siempre pienso en cambiar a diez jugadores, los martes a siete u ocho, los jueves a cuatro, el viernes a dos, y el sábado ya pienso que tienen que jugar los mismos cabrones.

(JOHN BENJAMIN TOSHACK, ex-entrenador del Real Madrid)

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El tiempo pone a la gente en los lugares donde debe estar; por eso Bilardo desfiló con una murga en el carnaval de Gualeguaychú.

(CÉSAR LUIS MENOTTI, técnico argentino)

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El asunto más difícil es encontrar algo para reemplazar al fútbol: porque no hay nada.

(KEVIN KEEGAN, ex-futbolista y entrenador inglés)

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Durante el Mundial de Suecia, en 1958, Garrincha se compró una radio espectacular de más de cien dólares. Mario Américo, el masajista de Brasil, se aprovechó de la poca cultura de Mané y le dijo: "Ese aparato no le va a servir en Brasil, porque sólo habla sueco. Y se le van a reír todos".
El delantero se lo creyó, y le preguntó al asistente qué podía hacer. Ni lento ni peresozo, Mario Américo le dio la solución: "Muy fácil. Usted me la vende a mí por cuarenta dólares. No importa que se rían de mí, yo no soy importante como usted".
Con toda su inocencia, Garrincha aceptó el trato, pero con una condición: el utilero no debía contarle a nadie del error que había cometido Mané al comprar una radio que sólo hablaba en sueco.

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Cuando se construye un equipo lo que hay que buscar es buenos futbolistas, no yernos para casar a tus hijas.

(DAVE BASSET, entrenador inglés)

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Podremos tener la mejor hinchada del mundo, pero jamás he visto a un hincha marcar un gol.

(JOCK STEIN, entrenador escocés)

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En la charla técnica del Boca-River de 1981, Mouzo le había advertido al arquero Carlos Alberto "Pantera" Rodríguez que tuviera cuidado cuando el negro Juan José López tomaba la pelota fuera del área, porque “si te ve adelantado te la pone por arriba”. Y el zaguero recordaba que esa misma jugada la había hecho contra el Boca del 76 “obligando a Gatti a jugarse la vida para poder sacarla cuando se le metía en el ángulo”. Y refirió, también, que en algunos partidos de ese torneo del 81, había pateado de esa manera. “Así que ya sabés, si estás adelantado y notás que la agarra el Negro, volvé a los piques”, insistió Mouzo.
Comenzó el partido y a los 5 minutos, J.J. López lo vio adelantado a Rodríguez y se la metió bombeada desde 40 metros. Golazo preanunciado.
¿Y el "Pantera"? Bien, gracias...

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El rugby es un juego de animales jugando como caballeros, el fútbol es un juego de caballeros jugando como animales.

(sentencia británica)

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La mejor ola que vi fue en Bolivia, yo sé que no tienen mar, pero la ví en el Estadio "Hernando Siles".

(DIEGO MARADONA, ex futbolista y entrenador argentino)

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Chilavert es un buchón (alcahuete), lo único que falta es que un plantamandioca nos venga a decir a los argentinos lo que tenemos que hacer.

(DIEGO MARADONA, al ser consultado sobre el ex-arquero paraguayo)

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Héctor "Bambino" Veira (Argentina, 1946)


Uno de los personajes que más material ha dado, y dará, al mundo de las anécdotas divertidas, salidas creativas y las frases desopilantes es el ex futbolista y director técnico argentino Héctor Rodolfo “Bambino” Veira.
Nuestro personaje nació en la ciudad de Buenos Aires el 29 de Mayo de 1946, se inició en San Lorenzo a donde llega en 1958 para debutar en 1963, tras un salto desde la 7ª división a la Primera. En 1964, jugando para este club, fue el máximo goleador del campeonato argentino y formó junto al “Loco” Doval, el “Manco” Casa y el “Nano” Areán el ataque de San Lorenzo a quienes denominaron “Los Carasucias” y cuya formación sería la base de “Los Matadores” equipo que en 1968 obtiene el Campeonato Metropolitano.
Jugador encarador, de una zurda muy hábil, con mucho gol, es convocado en 1967 a la Selección Nacional, pero una grave lesión hizo que estuviera mucho tiempo fuera de las canchas y, que aquella promisoria carrera no fuera tan brillante como todos preveían.
Su trayectoria posterior sería más bien discreta, jugando en el Club Atlético Huracán, Banfield, el Santos Laguna (México), el español Sevilla FC, Comunicaciones (Guatemala), Corinthians (Brasil) y Universidad de Chile.
Como director técnico llevó al Club Atlético River Plate a ganar la Copa Libertadores de América y la Copa Intercontinental en 1986. Luego regresó al San Lorenzo de su juventud. Al año siguiente, sin embargo, se vio implicado en un escándalo legal; el 17 de Octubre de 1987 se lo denunció por la violación del menor Sebastián Candelmo. En 1991 fue encontrado culpable de violación en grado de tentativa y condenado a 6 años de prisión por el hecho; un tribunal de alzada reduciría la pena a 3 años, y en 1992 fue puesto en libertad condicional.
De regreso como técnico, llevaría a San Lorenzo a la obtención del Clausura 1995. A finales del año 1996 arriba a Boca Juniors, en donde logra el subcampeonato y de donde se marcha en Abril de 1998. Pese a todo, deja un equipo con una base sólida con la cual Carlos Bianchi logra grandes títulos para la entidad de la Ribera.
Posteriormente, parte rumbo a Bolivia a dirigir la Selección de ese país -desde finales de 1998 a comienzos del 2000-, no llegando a dirigir ninguno de los partidos para la clasificación del Mundial 2002.
De regreso en Argentina inicia su actividad de comentarista deportivo, participando en el programa "La última palabra" de Fox Sports. Hasta que es contratado por Lanús a mediados de Noviembre del 2000 hasta finales de Mayo del 2001. En Octubre del 2001, reaparece el caso Candelmo en los medios televisivos, causando su definitiva separación con la ex modelo Sonia Pepe.
Durante el 2002 dirige a Newell's Old Boys de Rosario, y en el 2004 vuelve a San Lorenzo, donde la hinchada le abre con gran afecto las puertas del Nuevo Gasómetro. Tras una campaña de 8 meses deja San Lorenzo, y a partir de ahí hasta el día de hoy se dedica a ser comentarista deportivo en Fox Sports.

Frases

Tengo más trabajo que el plomero del Titanic (al ser consultado tras una derrota del San Lorenzo que dirigió años atrás)

Me gusta tanto la noche que al día le pondría un toldo (confirmando su fama de noctámbulo)

Guzmán, te saqué para protegerte!! (al ex arquero de Boca, Sandro Guzmán, luego de sacarlo en el entretiempo. Guzmán casi no volvió a jugar al fútbol desde entonces)

Acá asaltaron a Rambo (refiriéndose a los alrededores de la cancha de San Lorenzo)

¿Qué me parece el hotel?... Un poco antiguo... Y, yo creo que acá matarón a Drácula, nene (sobre el Hotel Guerrero)

¿Funes? ¡¡Qué pija!!" (cuando le preguntaron una referencia sobre el recordado delantero)

Diego, se te ve muy bien, muy flaco (a Diego Maradona, cuando andaba cerca de los 120 kilogramos de peso)

Yo entiendo la crisis del club, pero pedí un número cuatro y me trajeron un pomelo (no muy convencido de las cualidades del marcador de punta que le habían traído los dirigentes del club)

Anécdotas

Cuando Héctor Rodolfo Veira fue a jugar al fútbol mexicano decidió, para hacerse unos pesos más, trabajar como extra en las películas de cowboys que se filmaban por entonces. En una de esas filmaciones hacía de indio y tenía que matar a un blanco de un flechazo, pero le erró fiero y estuvo a punto de clavarlo al director John Ford. “Casi lo liquido”, recuerda, la cuestión es que Ford se volvió loco y gritó: “Bájenlo del caballo, sáquenle las flechas...” Y para que no perdiera el bolo, rememora el Bambino, “me mandó a trabajar de borracho en un salón. Yo agarraba cualquier cosa porque me divertía y además me daban 200 dólares por película...”.

El recordado técnico Carmelo Faraone conoció a unos cuantos personajes que, con el correr de los años, se hicieron muy conocidos. Uno de ellos fue Héctor Veira. "Al Bambino", contaba Carmelo, "lo tuve como jugador en Huracán y en Banfield y más tarde, como ayudante de campo, en All Boys y en San Lorenzo. Cuando lo tuve en el Globo, siempre llegaba tarde a los entrenamientos. Invariablemente, el motivo era la pinchadura de una goma. Pero un día lo curé. Llegó tarde y cuando me dio la misma excusa, dejé el entrenamiento, le llevé el coche a un gomero amigo y le hice poner cuatro gomas nuevas. Al volver, le dije: búscate otra excusa, lo de la goma pinchada, ya no corre más".
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