(JULIO GRONDONA, Presidente de la A.F.A., Junio de 1997)
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(JULIO GRONDONA, Presidente de la A.F.A., Junio de 1997)
Bobby Charlton
Jugaba en Boca Juniors y le convertí cuatro goles al Málaga durante un partido amistoso. Cuando regresó a la Argentina, le dije al Presidente: "Ahora véndame”. Durante esa gira por España me di cuenta del mundo que para mí y para mi familia podría descubrir a través del fútbol.
En Nantes, los jugadores argentinos ya estaban de moda en ese momento...
Buscaban un ‘9’ y Ángel Marcos, les dijo acerca de la cantidad de goles que hice en Boca. También tengo una historia. Habían pedido referencias mías a Hugo Bargas, quien también fue mi compañero en Nantes, acerca qué tipo de jugador y la persona era yo. Él les dijo que yo era un goleador de primera clase, pero fuera del campo, no sé por qué, nunca le había dicho "hola" a nadie. Yo era un tipo que saludaba a la gente en realidad.
¿Por qué?
Yo era muy introvertido y no me gustaba escuchar a la gente. Yo estaba tratando de marcar goles y hablar en el campo, no más. Yo nunca hablaba mucho, pero las personas que me conocen dicen que hoy hablo en nombre de todo lo que yo no hablé cuando era joven.
Después de sólo seis meses en Nantes, donde también se las arregló para terminar como máximo goleador, se va a Metz...
Yo no fui a Metz, pero acepté su oferta, porque éramos seis extranjeros para los tres lugares en Nantes. Fue una lucha constante entre nosotros. Mis amigos pensaban que estaba cometiendo un error al ir al Oriente, donde hacía tanto frío, en un club de mitad de tabla, pero gracias a Dios estuve allí y fue el equipo más prolífico de la liga. Incluso ha fracasado en ganar la Copa de Francia.
Se le llamaba el "artillero de Metz"...
Sí, hemos formado un gran dúo con Michael Braun y es allí cuando se cantaba “¡Hugo! Hugo! Hugo!”
(HUGO CURIONI, formidable goleador argentino de la década del '70, en una entrevista publicada en la página del periodista francés Nicolas Deltort, 19/09/09)
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(JO SOARES, humorista brasileño)
(JORGE "el Indio" SOLARI, ex jugador y entrenador argentino)
¿Cómo debe comentarse un partido de fútbol?
Indudablemente hubo un cambio en la manera de comentar el fútbol. En el pasado se trataba sólo de contar el partido, de narrarlo. No se aventuraban juicios personales. No había incursiones en lo técnico. El cronista era un espectador más.
Pero desde hace unos años se viene operando una transformación. Se intenta juzgar. Se utilizan argumentos tácticos. El cronista es un técnico más.
En muchos casos se ha pasado de un extremo a otro; es decir, de elogiar todo porque sí, por rutina, saltamos a criticar todo porque sí, también por rutina. Antes aquello, que era malo por sensiblero. Ahora esto, que es malo por destructivo.
Personalmente creo que esto no es más que un proceso de evolución, en el que aparecen exageraciones, como en cualquier orden de la vida, hasta que llega la decantación, y entonces luego sí la identificación de los auténticos valores. Me parece positiva la nueva inquietud de los cronistas por averiguar los secretos futbolísticos y transmitirlos al público. Eso es bueno. Pero no hay que olvidar que el fútbol es pasión, y que comentar un partido de fútbol no es dar una lección de tácticas, sino también penetrar y participar de un hecho que por ser masivo y por ser popular es parte de nuestra apasionada manera de vivir.
Hoy se prestan a responder a nuestra pregunta cronistas de la antigua modalidad, cronistas de la nueva modalidad, periodistas de otras actividades y críticos de arte. Quizá alguien se sorprenda de encontrar a un crítico de cine o de música en esta encuesta, pero aclaro que aquí no se trata de hablar de fútbol, sino de actitudes críticas, de formas críticas. Por eso responden aquí.
Nuestros encuestados son: Borocotó, de los que hicieron El Gráfico; Edmundo Eichelbaum, crítico de teatro de El Mundo y de cine en Radio Municipal; Calki, decano cronista de cine; Jorge Rodríguez Duval, joven y maduro periodista; Bernardo Neustadt, creador de una modalidad periodística; Juvenal, Osvaldo Ardizone (los dos son de la casa); Jorge D’Urbano, crítico musical, y Alberto Laya, estilista, jefe de deportes de La Nación.
BOROCOTÓ
Crítico de revista “El Gráfico”
Se producen partidos claros, fáciles para el comentario, así como otros muy complicados, en los que “pudo ser lo que no fue” y que incluimos en un denominador común: “cosas del fútbol”. Me sería fácil enumerar muchísimos de éstos cuya explicación hay que hallarla hurgando en la trastienda, pero la lista sería muy extensa. Remitiéndome a los cotejos normales, presto mucha atención al desempeño de los medios porque, a mi entender, brindan un rumbo para el comentario. No obstante, admito que no hay regla fija. Es la experiencia, es el conocimiento que se tiene acerca de capacidades individuales y colectivas de equipos lo que ayuda al comentarista. A veces encuentro una colaboración en los recuerdos, ventaja de los que hace rato tenemos escarchado el techo del rancho...
EDMUNDO EICHELBAUM
Crítico de Teatro
El partido de fútbol es un espectáculo dramático, en la medida en que existen dos fuerzas en conflicto. Es también un espectáculo plástico, ya que el deporte genera movimientos, ritmos, dinámica, que se manifiestan corporalmente en los jugadores. Y es un espectáculo técnico, porque ese deporte posee sus reglas y sus recursos propios, que cada jugador y cada equipo dominan en determinada magnitud. El comentario de fútbol debe reflejar fundamentalmente lo que ocurrió en la cancha respecto de esos tres órdenes, en el plano colectivo y en el plano individual, valorando cada uno de los aspectos y ofreciendo un balance total. Además, en nuestro país es el deporte popular por excelencia, lo que comprende una fuerte carga sentimental en el espectador y en el hincha, y eso debe ser contemplado en cierto modo, sin disminuir la importancia mayor de los otros tres aspectos.
JORGE RODRÍGUEZ DUVAL
Crítico de diario “El Mundo”
Comentar un partido de fútbol sugiere, fundamentalmente, contarlo. La base está allí. No se trata de volcar necesariamente el hecho, para después desmenuzarlo. Tampoco el periodista debe caer en el análisis subjetivo, agrio, muchas veces desalmado.
El periodismo evoluciona, como cualquier orden de la vida. De la misma manera se supone que el lector sabrá digerir las disquisiciones del comentarista. Sólo, para el caso, se requiere un término medio que contemple cualquier situación. Pensar que el fútbol es una actividad que apasiona a todas las clases sociales. Y que cuando hablamos o escribimos de él, comprendamos que nos están leyendo o escuchando un médico, un político, un obrero, un empleado.
BERNARDO NEUSTADT
Periodista de intensa trayectoria
No hay líneas rígidas. Ni fundamentos clásicos. Quien se quiera ajustar a tales estrecheces mentales, desde ya es antiguo. Comentar es tener una óptica. Si se me exigiera definiciones siempre flexibles diría: ni dedicarse exclusivamente al clima, ni aburrir y aburrirse en abstracciones filotécnicas, en lenguaje intelectualizado. Ni el “ayer” de fabricantes de falsos mitos, ni el hoy destructor por actitud espectacular. Personalmente no abandonaría el campo social que ofrece el fútbol. No lo desvincularía del país-país. Trataría de probar que el individualismo del siglo XVIII o XIX ha “muerto en una cancha de fútbol”. Que los países tienen buen fútbol si alcanzan su desarrollo. Y si no tienen desarrollo, por lo menos tienen “orgullo nacional”. Trataría de crear mitos sobre bases sólidas. Y me abrazaría a ellos con espíritu de conjura. Tenemos necesidad de volver a adorar algo. No negarnos. No autodestruirnos. No sería complaciente, pero tampoco iracundo gratuito. Iría al estadio con fervor, no con espíritu lípido. Comentaría para servir, no para servirme.
CALKI
Crítico de Cine
Un partido de fútbol está allí, desarrollándose sobre la cancha, del mismo modo que una película desarrolla su acción sobre la pantalla. Debe ser sencillo, para el crítico, mirar y juzgar objetivamente. Es el precepto número uno. Desde luego, a una perfecta objetividad se llega desprendiéndose de todo partidismo. Después, en segundas y terceras instancias, llega aquello del conocimiento, de la sensibilidad y el talento, que puede llegar a construir un estilo. La tarea de un crítico es siempre difícil. Creo que cuando llegue a la perfección se quedará sin amistades.
JUVENAL
Crítico de revista “El Gráfico”
Con sentido crítico. Es no quiere decir con acritud. Con criterio pedagógico. Eso no significa deshumanizarse. Con objetividad. Es decir: hablando de lo que uno realmente vio. No de lo que quiso ver o llevaba previsto ver. Con la preocupación permanente de darle al lector o al oyente, un panorama total del juego. Al mismo tiempo con la inquietud técnica de marcar aciertos y errores individuales, explicando los motivos de elogio o de crítica. Tratando de usar el idioma con fluidez y si es posible con elegancia. Con una pizca de ironía. Pero midiendo mucho lo que se dice, para no caer en un concepto erróneo por hacer una frase bonita o intercalar un dicho gracioso. Lo que interesa fundamentalmente es que el concepto sea justo para el actor. Y claro para el que lee o escucha.
JORGE D’URBANO
Crítico musical de diario “El Mundo”
Se me ocurre que la crítica de fútbol debe tener las tres condiciones de cualquier clase de crítica: sinceridad, conocimiento y claridad. La primera porque el crítico siempre debe decir lo que piensa; la segunda porque el crítico debe saber por qué piensa así; la tercera porque cualquier crítica es inútil si los demás no la entienden. Quiero agregar que la crítica de fútbol se me imagina de tremenda dificultad. Por lo menos, eso es lo que piensa de ella un crítico musical.
ALBERTO LAYA
Jefe de deportes del diario “La Nación”
No ser corto de vista ni tener úlceras. Conocer gramática. Poder de captación, poder descriptivo, poder de convicción, poder poder. No ponerse de acuerdo con nadie para coincidir en una jugada o en un gol. Ver con los ojos de uno mismo. La miopía mental es más deplorable que la miopía óptica. No llegar a la cancha al comenzar el segundo tiempo ni irse de ella al terminar el primero. Preferir el contenido al continente. Si se consiguen las dos cosas, tanto mejor. Y ser, al fin, lo suficientemente veraz como para que el lector, en su afán de saber lo que pasó y cómo pasó, no compre otro diario. Eso sería un harakiri periodístico porque el papel cada vez está más caro. ¡Ah...!, me olvidaba. Saber lo que es fútbol y no simpatizar exageradamente con ningún equipo, con ningún club, con ningún dirigente ni con ningún aguatero.
OSVALDO ARDIZZONE
Crítico de revista “El Gráfico”
Se da “por aprobada” la lección tan difundida de la objetividad, ecuanimidad, sinceridad, idoneidad, dad..., dad..., dad...
Además de todo eso, es importante que el comentario de un partido califique el juego, alcance a descifrar el porqué de un resultado o de una superioridad, transmita la característica de los equipos al margen de ese partido y haga conocer a la opinión una opinión sobre los jugadores.
Además de todo eso, es importante que el comentarista no muestre especial vocación por administrar justicia en los resultados, que generalmente no sirve para nada. El excesivo celo en debitar y acreditar los shots en los palos, los penales no cobrados, las atajadas heroicas, los centros malogrados, los córners cedidos forzados, las oportunidades “perdidas”, el arbitraje “mal intencionado”, no esclarece nada.
Además: el vuelo de la pluma. Que esté bien escrito es, al cabo, lo más importante...
(Artículo de Julio Lagos publicado en revista “El Gráfico”, mediados de la década del ‘60)
(LUIS ARAGONÉS, entrenador español, declarando en Julio de 2008 a "Marca" los motivos que lo llevaban al Fenerbahçe turco, en donde estuvo hasta Junio de 2009)
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(CHISTIAN BROMBERGER, antropólogo francés)
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El hombre que espera (Alberto Fabián Montagna - Argentina)
En la casa todos dormían aún. Salió sin hacer ruido de la habitación y se dirigió al baño.
Entró, prendió la luz y se puso a orinar, después se lavó la cara. Ya un poco más despabilado, preparó las cosas para afeitarse. Se arregló prolijamente el bigote, cuando acabó, limpió con esmero los elementos y los guardó nuevamente en el último cajón. Posteriormente se desnudo frente al espejo. Primero se sacó la camiseta de River con la que hacía años dormía, luego el calzoncillo. Cuando ya estaba completamente desnudo, miró su imagen reflejada en el espejo, en su pubis descubrió un vello de otro color al resto, le llamó la atención que allí estuviera, pero no le prestó mayor atención.
De manera que abrió la ducha y se introdujo en la bañera. El agua tibia cayó sobre su cuerpo, lo relajó. Lo necesitaba. Estaba un poco ansioso y la ducha lo tranquilizaba. Habrá estado bajo el agua unos quince minutos, pero al él le pareció una eternidad. Cerró la canilla y se secó con esmero la cabeza, la espalda las piernas y los pies, mientras lo hacía se acordó del vello encontrado hacía un rato. Se volvió a mirar en el espejo, estuvo a punto de arrancárselo, pero desistió de la idea, después de todo no se notaba tanto.
Se puso desodorante en las axilas y talco en los pies. Peinó sus cabellos con la raya al medio como hacía años. Se vistió lentamente. Había elegido la ropa la noche anterior. Cuando estuvo listo, abrió la puerta tratando de no hacer ruido y se dirigió a la cocina. Allí, Rosa, ya había preparado el desayuno. La saludó con un beso en la mejilla y le musitó algo al oído.
Ella lo miró y sonrió.
Luego se sentó a la mesa mientras ella ponía una taza con café con leche y tostadas delante.
-Dulce de leche y manteca, le preguntó Rosa.
-No, solo manteca, le respondió él.
Luego le alcanzó el diario y se fue a preparar el desayuno para el resto de los habitantes de la casa, que en cualquier momento se levantarían.
Él tomó el desayuno en silencio mientras leía la parte de deportes. Se aseguró del horario del partido: A las cinco.
Ricardo quedó que pasaría a buscarlo para ir juntos a la cancha. Faltaba tanto.
Releyó la formación. Otra vez habían puesto a ese pibe que jugaba de nueve. A él no lo convencía, pero a la gente le gustaba y el pendejo hacía goles.
Luego de leer la parte de deportes, leyó el horóscopo, en sorpresa le decía: Un día muy especial. Y claro que lo sería pensó.
Cuando terminó el desayuno, juntó la taza, y el plato con tostadas y lo llevó a la mesada, guardó la manteca en la heladera y se fue para el living con el diario.
Se sentó en el sillón y leyó lo que le faltaba del diario. Luego prendió el televisor, el Napoli del Diego jugaba contra el Milán y lo quería ver. Un poco por eso y otro porque quería que el tiempo pasara rápido y que de una buena vez llegara el momento de que Ricardo lo fuese a buscar. Hacía tiempo que no iban a la cancha juntos y hoy, después de tanto, al fin lo harían.
El resto de los habitantes de la casa se levantaron y al igual que él fueron a desayunar. Rosa con esmero les fue sirviendo a medida que llegaban a la cocina.
Ángel, cuando finalizó el desayuno, se fue a sentar al living a mirar el partido con él. Mientras, en la cocina, las mujeres ayudaban a Rosa a preparar el almuerzo.
Como todos los domingos comerían ravioles, ya era un clásico y a todos les gustaba el tuco que Rosa preparaba.
El Napoli, con una extraordinaria actuación del Diego, le ganó al Milán 4 a 0.
Lástima que el Diego era bostero, que lindo sería verlo con la de River, pensó Juan Carlos.
A la una en punto todos estaban ubicados para almorzar. Él comió despacio, pero mirando el reloj, ya se acercaba la hora y su ansiedad aumentaba.
Cuando terminaron el postre y el café sonó el teléfono.
Rosa fue la que atendió:
-Geriátrico “La casona”, ¿quién habla?
Desde el otro lado de la línea una voz de hombre pidió por Juan Carlos.
-Ya lo llamo, un segundito, le respondió Rosa.
-Juan Carlos, gritó Rosa desde el living, teléfono.
-¿Quién es?, preguntó él desde la cocina.
-No sé, no le pregunté, pero me parece que es su hijo.
-Hola, ¿Ricardo, sos vos?
-Sí papá, soy yo Ricardo.
Luego de unos minutos, Juan Carlos volvió a la cocina, una lágrima le rodaba por la mejilla.
Les pidió disculpa a todos y se fue a su habitación.
-Otra vez lo dejó cambiado y sin salir, comentó Ángel a los demás, cuando Juan Carlos ya se había retirado.
-Nunca tienen tiempo para nosotros, comentó Norma, mientras ayudaba a Rosa a lavar los platos.
-¿Jugamos un partidito de chinchón?, preguntó Ángel a los que todavía estaban sentados a la mesa.
-Yo me prendo, le contestó Norma secando un plato.
Mientras tanto, Juan Carlos, se desvestía en su habitación, colgó el saco, los pantalones, la camisa y la corbata en el roperito. Puso los zapatos debajo de la cama. Buscó la camiseta de River y se la puso. Se acostó y prendió la “Spica”.
La voz de Costa Febre les daba la bienvenida a todos los hinchas de River y anhelaba un gran triunfo del “Millonario”.
Con la radio de fondo, se quedó medio dormido. Recordó cuando él era jugador, sus tardes de gloria, junto con los otros integrantes de “La Máquina”
Un rato más tarde, cuando se estaba quedando dormido, la voz del relator lo sacó de ese sopor: Goooool de River.
El pendejo, ese que jugaba de nueve y que a él no le gustaba, le daba el triunfo, nuevamente, en el último minuto.
Besó la camiseta y ahora sí se durmió.
Tal vez el próximo domingo o el siguiente, Ricardo, su hijo, tendría tiempo y juntos irían a la cancha.
Después de saludar a los uruguayos en el lugar donde se hospedaban, Gardel se dirigió a La Barra de Santa Lucía -distante varios kilómetros de la capital uruguaya- donde "velaban sus armas" los argentinos.
Una vez llegado al lugar, según lo relata Pancho Varallo -por aquél tiempo delantero de 19 años, figura de nuestro seleccionado- Gardel se puso a charlar con casi todos muchachos, excepto con Orlandini y Mario Evaristo, porque estaban durmiendo la siesta.
"Lo llevamos a Gardel a la habitación de Orlandini y Evaristo, que dormían como angelitos. La sorpresa de Gardel fue grande cuando vio que esos jugadores argentinos, dormían vistiendo la camiseta celeste y blanca. "¡Como quieren la camiseta!, me comentó Gardel", recordaba Varallo. Después, comieron algo, Gardel cantó un par de tangos (foto) y jugaron un rato a la Lotería.
"Al otro día, fuimos a jugar la final al Centenario -prosiguió Don Pancho- y como algunos compañeros estaban asustados por el entorno, no jugaron todo lo que podían. A mí, que era un pibito, el defensor uruguayo Lorenzo Fernández, me dijo en pleno partido: "mira, botija, apenas agarrés una pelota, te hundo en el césped, te mato".
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(CESARE MALDINI, entrenador italiano, opinando sobre el uruguayo Juan Alberto Schiaffino, su ex compañero en el Milan por seis años)
Estuve en el Ajax desde 1964 y ahi encontré a un gran técnico que me enseñó a explotar mejor lo que ya sabía desde niño: manejar el balón.
(JOHAN CRUYFF, célebre futbolista y entrenador holandés)
Ofrendas (Francisco Javier Uriz - España)
sabía que los éxitos necesitan su liturgia
y tienen sus servidumbres.
En la ofrenda de trofeos a la Virgen del Pilar
o a la de Monserrat
se borran las diferencias de religión y raza.
En esos momentos de embriaguez y religiosa unción
se lanzan promesas
que jamás se cumplirán:
El año que viene volveremos a ser campeones,
dice alguien que sabe que ni siquiera estará en el equipo.
Y sabiendo que no es verdad
gritamos enfervorizados.
Sin embargo, ‘Jo’ Gaetjens se iba a encargar de romper ese sueño. Después de perder ante España y con ya casi ninguna posibilidad de clasificarse para la fase de grupos final, Estados Unidos acabó también con las posibilidades de Inglaterra en el Mundial gracias a un gol del futbolista nacido en la ahora devastada ciudad de Puerto Príncipe. El partido finalizó 1-0 y el tanto de Gaetjens le convirtió en una auténtica leyenda y en el auténtico héroe de aquel encuentro. Aquella derrota fue un duro golpe para Inglaterra y el país lo llegó a etiquetar como “catástrofe”.
Parecía que la vida de Joe Gaetjens iba a cambiar por su gol ante Inglaterra y que todo iba a ser color de rosa... pero nada más lejos de la realidad. El futbolista de Estados Unidos no iba a disfrutar de un final feliz. Después de jugar unas temporadas en Francia, decidió colgar las botas para convertirse en comercial.
Catorce años más tarde de su gol en el Mundial de Brasil regresó a su Haití natal. En 1964 la dictadura de François Duvalier ahogaba todos los sueños de sus ciudadanos y los de Gaetjens no iban a ser menos. El ya ex futbolista fue detenido por la policía secreta y desapareció para siempre. Nadie supo más de él. El hermano de ‘Jo’ movió cielo y tierra para conocer su paradero pero sin ninguna fortuna. Muchos investigadores apuntan a que el futbolista falleció el mismo año de ser arrestado, en 1964, pero sin ninguna prueba convincente que así lo demuestre. ¿El lugar? Nadie lo sabe.
En 1976 la Federación de Fútbol estadounidense incluyó a Joe Gaetjens en su ‘Salón de la Fama’. Un bonito homenaje hacia un héroe que no tuvo un final feliz.
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(VICTORIO SPINETTO [1911-1990], ex jugador y entrenador argentino)
(GORDON STRACHAN, ex jugador y entrenador escocés)
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Fuerte, abajo y lejos de Michel Foucault (Eduardo Pérsico - Argentina)
Los locales quisieron mostrarse ante su gente jugando contra Once Corazones un partido durísimo y cuando el loquito Chopin agarró la última pelota con las dos manos, se fueron a llorar a la iglesia...
La gente miraba desde unos escalones sobre parapetos de caños y era una linda tarde para jugar. Un sol de Octubre, muchas minas vistosas, unos pibes rubiecitos chillando y Once Corazones propuesto a jugar prolijo, como siempre, pero chocaron contra un equipo de camisetas de rugby y pierna demasiado fuerte que protestaba todo, así que decidieron no discutir con nadie sin descuidarse atrás.
El ambiente se iría calentando, los jugadores, socios y familiares del San Isidro le reclamaban al referí el reglamento íntegro y ¿qué cobrás, hijo de puta? era lo más suave, y los línea se conviritieron en dos asustados personajes. A los Once también el público los alentaba: ‘negro de mierda’ o ‘judío asqueroso’, y al narigón Aguilera que se divertía al esconderla bajo el pie izquierdo, una señora con un conjunto deportivo blanco; buenísima, le indicó ‘zurdo putito, no te hagas el vivo que te desaparecemos’. Por el segundo tiempo el Nene embocó un gol que casi no gritaron y ni ahí luego toquetearon la bola para perder tiempo.
Había que irse tranquilos y sin calentar a nadie porque ya las mamás de los nenes rubiecitos les puteaban la tercera generación y en el final, uno a cero, cuando el referí apenas miró el reloj tres tipos de pelo engominado entraron al campo y chau ‘fair play’ para gente bien vestida. Uno de bigote cacheteó al juez para recordarle algún artículo escrito en inglés, ‘vos de aquí no salís, la puta que te parió’, otro bigotudo le manoteó el cogote y el partido, reglamentariamente, prosiguió.
De inmediato centro al área de Once Corazones, penal del hombre invisible y en segunda escena del griterío y el Chopin ajustando sus guantes rosas, se ordenó la ejecución. El cuatro alisó el pastito con la pelota pidiendo ‘que no se adelante el arquero’, el referí le gritó a Jorgito ‘no se mueva de la línea’ y quizá sumara algo menos estridente.
El de San Isidro tomó tres pasos de carrera, hamaque de Chopin y la inatajable bola abajo al rincón izquierdo hizo 'chaf’' contra sus guantes y quedó seca. Hubo un silencio metálico, del fondo salieron jugando bien lejos para nadie, el heroico referí se animó a pitar el final y los dueños de casa lo siguieron puteando hasta el vestuario. Pero el hombre sobrevivió.
El penal que atajó Jorgito Chopin fue impresionante pero recién lo comentó en el tren de vuelta con el Quelo Varela, el vendedor de libros.
-El referí era un turro. Sabía adónde pateaba el otro, me gritó no se mueva de la línea pero entredientes me aclaró ‘abajo, a tu izquierda’.
-¿Y eso no fue una demostración de poder con mayúscula?
-Qué lástima Quelo; no le pregunté si había leído a tu amigo Foucault -y los dos se cagaron de risa.
Pero a Juan Ramón Verón, en Estudiantes, lo acompañaban el sudor, la virilidad, el sacrificio y la generosidad de otros diez cinchadores, ninguno de los cuales estaba en la cuerda inspirada y sutil de La Bruja. No importaba.
Con esa ayuda, gravitante en el plano espiritual, mínima en el orden estrictamente futbolístico, Verón se las ingenió para darle a Estudiantes momentos memorables. El himno de la hinchada "pincha" en aquellos años decía: "Si ve una Bruja montada en una escoba, ese es Verón, Verón que está de moda".
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(BEBETO, ex jugador brasileño, días antes del Mundial USA 1994, dedicando con antelación un título que después obtendría, al recordado piloto)
(ERNESTO LAZZATTI, excepcional jugador de Boca Juniors en la década del '40)
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El reggae de Maradona (Jovine - Italia)
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En los primeros días de Enero de 1974 me instalé en Montevideo y trabajaba no menos de diez o doce horas por días. Del Parque Central a Los Céspedes y de nuevo al Parque. Así todos los días... Supervisábamos el trabajo de todas las divisionales. Me encontré con una camada de notables jugadores... Juan Ramón Carrasco, el "Polilla" De Los Santos, Rafael Villazán, Hebert Revetria, Miguel Caillava, José María Muniz, Martín Taborda, Adán Machado, Ricardo Pagola... También en las divisiones menores había jugadores de gran calidad. Recuerdo a Alberto Bica y a Daniel Enríquez -hoy gerente deportivo del club- que militaban en la sexta división y directamente, sin escalas los ascendí a la tercera. Los dos terminaron coronándose campeones del mundo con Nacional. Todos ellos verdaderos profesionales.
Cuando me hice cargo del plantel, solamente Hebert Revetria había debutado en primera, los demás procedían de las divisiones formativas del club. Unas divisiones formativas que supimos dignificar, gracias a nuestro trabajo y principalmemte a la maestría del gran Miguel Restuccia. Le dábamos de comer a ochenta chicos por día en el Parque Central. Se compraban y se tomaban ochenta litros de leche diarios. Porque primero los chicos tienen que comer y después jugar. Si no comen, no pueden entrenar y mucho menos jugar... Es mentira que pueden hacerlo sin alimentarse correctamente, como por otra parte, deben hacerlo los verdaderos deportistas. Y es mentira, porque indirectamente los estás matando... Hoy la mayoría de los futbolistas surgen de las villas de emergencia. Además los chicos llegan con 10 u 11 años a los clubes y a esa edad necesitan alimentarse para desarrollarse, lo necesitan también para estudiar y por supuesto para jugar al fútbol. A esa edad del desarrollo, a mí no me preocupa el 4-4-2 o el 4-3-3... Quiero que tengan a su disposición buenos botines, agua caliente en el vestuario, calefacción en los dormitorios y la alimentación correspondiente en los comedores. Toda la vida entendí que esto es lo primordial y fundamental que deben cubrir los conductores de jóvenes... Y así lo llevamos a cabo en Nacional. Formamos a verdaderos hombres que hoy tengo la dicha de llamar amigos.
(MIGUEL IGNOMIRIELLO, entrenador argentino, recordando su paso por Nacional de Montevideo, en Tenfield Digital del 27 de Mayo de 2008)
(ROMARIO, sobre sus cualidades como futbolista)
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(Titular del diario español "Hoja del Lunes", al otro día de la Final del Mundial de 1974)
Comienzo de un romance con la red
Habían pasado cuatro partidos desde su debut. Aquel 0-1 con Talleres en La Paternal, que lo vio ingresar en el segundo tiempo. Cuatro días más tarde, Juan Carlos Montes volvía a confiar en él, esta vez como titular. En Rosario, Newell's ganó 4 a 2 y fue la despedida del Director Técnico.
Jorge Enrico tomó las riendas del plantel, y el pibe volvió a ser titular un día después de su cumpleaños número 16. El 0-3 en el primer tiempo ante Ferro precipitó su salida para el complemento. Volvió a arrancar desde el banco y, junto a 'Bartolo' Álvarez, le cambiaron la cara a un apático Argentinos para ganarle en Boyacá a Huracán de Comodoro Rivadavia por 2 a 0.
En su quinto partido, nuevamente fue relevo. Álvarez, con sus dos goles del encuentro anterior, jugó de entrada por Ovelar. La cita era en el desaparecido Estadio San Martín, de la ciudad de Mar del Plata. El Rival, el San Lorenzo local. 'Bartolo' cumplió de inicio con su cuota goleadora, pero el legendario Norberto Omar Eresuma puso las cosas iguales. La clave estaba otra vez en el banco. Maradona reemplazó a Giordano y otro Argentinos saltó al San Martín en el complemento. Álvarez volvió a adelantar al Bicho con dos goles, descontando Miccio a quince minutos del final.
El gran segundo tiempo de Maradona se iba a redondear con dos goles. Sus primeras dos conquistas oficiales. A tres minutos del final (foto), y en tiempo de descuento, venció en dos oportunidades a Rubén Lucangioli, para el 5-2 final a favor del ‘bicho’.
Las frías estadísticas dirán que Argentinos formó con Carlos Alberto Munutti; Dante Alfonso Roma, Miguel Ángel Gette, Ricardo Daniel Fusani y Humberto Jorge Minutti; Carlos Guillermo Fren (reemplazado a dos minutos del final por Rodolfo Carlos Ingaramo), Mateo Di Donato y Rubén Alcides Giordano (en el entretiempo ingresó Diego Armando Maradona); Jorge Orlando López, Carlos Alberto Álvarez e Ibrahim Hallar. Maradona volvería a ser suplente los dos partidos siguientes.
En ambos -victoria 3-0 sobre Central Norte de Salta en La Paternal y derrota 1-4 ante All Boys en Jonte y Mercedes- fue necesario su ingreso para la mejoría futbolística del Bicho. Ya no volvería al banco. Recién anotaría nuevamente en el Metro '77. Lucangioli pudo contarle a los suyos que los primeros goles que hizo Maradona se los marcó a él... No cualquiera se ha dado el lujo de contar semejante historia...
(texto del periodista Javier Roimiser, publicado en la página ¿Te acordás bicho? el 19/07/08)
En la noche del 9 de Junio, tras vencer en la final a Suiza, todos fueron a cenar a un restaurante parisino cuyo cheff era uruguayo. Allí se comió puchero criollo, compartido con residentes uruguayos y argentinos en París.
Pero no todo quedó allí, porque la selección siguió recorriendo la ciudad y el 16 de Junio se realizó un banquete de confraternidad en el hotel D'Orsay. Mientras tanto, la selección celeste seguía hospedándose en el castillo de Argenteuil, ubicado en la calle Saint Germain.
Lo cierto es que los gastos de la estadía y celebraciones provocaron la aparición de bolsillos semivacíos: el dinero escaseaba. Alguien tiró una propuesta de jugar un partido para recaudar dinero, pero los muchachos estaban fuera de forma.
Pero comenzaron las dudas. Si se aceptaba cobrar por jugar, ya no eran aficionados, tal cual lo requerían las reglas olímpicas y corría riesgo el trofeo obtenido. También la prensa francesa requería precisiones acerca de cómo podía ser que los uruguayos, a un mes de haber terminado los Juegos, no retornaban a sus trabajos.
Entonces se resolvió regresar inmediatamente a Montevideo, terminando con la fiesta. Se hizo una vaquita entre esos argentinos y uruguayos, más una ayuda oficial, pagándose todo lo que había que pagar. Y Uruguay volvió a su país. Los integrantes del plantel volvieron a sus trabajos habituales, entre marmolistas (Masazzi), repartidor de hielo (Cea), funcionarios de bancos (Zibechi, Saldombide), empleado en el Mercado Agrícola (Petrone), funcionario de Usinas y Teléfonos (Romano), vendedor de tienda (Naya), verdulero (Somma), empleado en una fábrica de vidrios (Vidal) y jornaleros de frigorífico (Tomassina, Arispe, Uriarte), entre otros oficios.
(CLARECE LISPECTOR [1920-1977], considerada una de las más importantes escritoras brasileñas del siglo XX)