(CHISTIAN BROMBERGER, antropólogo francés)
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(CHISTIAN BROMBERGER, antropólogo francés)
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El hombre que espera (Alberto Fabián Montagna - Argentina)
En la casa todos dormían aún. Salió sin hacer ruido de la habitación y se dirigió al baño.
Entró, prendió la luz y se puso a orinar, después se lavó la cara. Ya un poco más despabilado, preparó las cosas para afeitarse. Se arregló prolijamente el bigote, cuando acabó, limpió con esmero los elementos y los guardó nuevamente en el último cajón. Posteriormente se desnudo frente al espejo. Primero se sacó la camiseta de River con la que hacía años dormía, luego el calzoncillo. Cuando ya estaba completamente desnudo, miró su imagen reflejada en el espejo, en su pubis descubrió un vello de otro color al resto, le llamó la atención que allí estuviera, pero no le prestó mayor atención.
De manera que abrió la ducha y se introdujo en la bañera. El agua tibia cayó sobre su cuerpo, lo relajó. Lo necesitaba. Estaba un poco ansioso y la ducha lo tranquilizaba. Habrá estado bajo el agua unos quince minutos, pero al él le pareció una eternidad. Cerró la canilla y se secó con esmero la cabeza, la espalda las piernas y los pies, mientras lo hacía se acordó del vello encontrado hacía un rato. Se volvió a mirar en el espejo, estuvo a punto de arrancárselo, pero desistió de la idea, después de todo no se notaba tanto.
Se puso desodorante en las axilas y talco en los pies. Peinó sus cabellos con la raya al medio como hacía años. Se vistió lentamente. Había elegido la ropa la noche anterior. Cuando estuvo listo, abrió la puerta tratando de no hacer ruido y se dirigió a la cocina. Allí, Rosa, ya había preparado el desayuno. La saludó con un beso en la mejilla y le musitó algo al oído.
Ella lo miró y sonrió.
Luego se sentó a la mesa mientras ella ponía una taza con café con leche y tostadas delante.
-Dulce de leche y manteca, le preguntó Rosa.
-No, solo manteca, le respondió él.
Luego le alcanzó el diario y se fue a preparar el desayuno para el resto de los habitantes de la casa, que en cualquier momento se levantarían.
Él tomó el desayuno en silencio mientras leía la parte de deportes. Se aseguró del horario del partido: A las cinco.
Ricardo quedó que pasaría a buscarlo para ir juntos a la cancha. Faltaba tanto.
Releyó la formación. Otra vez habían puesto a ese pibe que jugaba de nueve. A él no lo convencía, pero a la gente le gustaba y el pendejo hacía goles.
Luego de leer la parte de deportes, leyó el horóscopo, en sorpresa le decía: Un día muy especial. Y claro que lo sería pensó.
Cuando terminó el desayuno, juntó la taza, y el plato con tostadas y lo llevó a la mesada, guardó la manteca en la heladera y se fue para el living con el diario.
Se sentó en el sillón y leyó lo que le faltaba del diario. Luego prendió el televisor, el Napoli del Diego jugaba contra el Milán y lo quería ver. Un poco por eso y otro porque quería que el tiempo pasara rápido y que de una buena vez llegara el momento de que Ricardo lo fuese a buscar. Hacía tiempo que no iban a la cancha juntos y hoy, después de tanto, al fin lo harían.
El resto de los habitantes de la casa se levantaron y al igual que él fueron a desayunar. Rosa con esmero les fue sirviendo a medida que llegaban a la cocina.
Ángel, cuando finalizó el desayuno, se fue a sentar al living a mirar el partido con él. Mientras, en la cocina, las mujeres ayudaban a Rosa a preparar el almuerzo.
Como todos los domingos comerían ravioles, ya era un clásico y a todos les gustaba el tuco que Rosa preparaba.
El Napoli, con una extraordinaria actuación del Diego, le ganó al Milán 4 a 0.
Lástima que el Diego era bostero, que lindo sería verlo con la de River, pensó Juan Carlos.
A la una en punto todos estaban ubicados para almorzar. Él comió despacio, pero mirando el reloj, ya se acercaba la hora y su ansiedad aumentaba.
Cuando terminaron el postre y el café sonó el teléfono.
Rosa fue la que atendió:
-Geriátrico “La casona”, ¿quién habla?
Desde el otro lado de la línea una voz de hombre pidió por Juan Carlos.
-Ya lo llamo, un segundito, le respondió Rosa.
-Juan Carlos, gritó Rosa desde el living, teléfono.
-¿Quién es?, preguntó él desde la cocina.
-No sé, no le pregunté, pero me parece que es su hijo.
-Hola, ¿Ricardo, sos vos?
-Sí papá, soy yo Ricardo.
Luego de unos minutos, Juan Carlos volvió a la cocina, una lágrima le rodaba por la mejilla.
Les pidió disculpa a todos y se fue a su habitación.
-Otra vez lo dejó cambiado y sin salir, comentó Ángel a los demás, cuando Juan Carlos ya se había retirado.
-Nunca tienen tiempo para nosotros, comentó Norma, mientras ayudaba a Rosa a lavar los platos.
-¿Jugamos un partidito de chinchón?, preguntó Ángel a los que todavía estaban sentados a la mesa.
-Yo me prendo, le contestó Norma secando un plato.
Mientras tanto, Juan Carlos, se desvestía en su habitación, colgó el saco, los pantalones, la camisa y la corbata en el roperito. Puso los zapatos debajo de la cama. Buscó la camiseta de River y se la puso. Se acostó y prendió la “Spica”.
La voz de Costa Febre les daba la bienvenida a todos los hinchas de River y anhelaba un gran triunfo del “Millonario”.
Con la radio de fondo, se quedó medio dormido. Recordó cuando él era jugador, sus tardes de gloria, junto con los otros integrantes de “La Máquina”
Un rato más tarde, cuando se estaba quedando dormido, la voz del relator lo sacó de ese sopor: Goooool de River.
El pendejo, ese que jugaba de nueve y que a él no le gustaba, le daba el triunfo, nuevamente, en el último minuto.
Besó la camiseta y ahora sí se durmió.
Tal vez el próximo domingo o el siguiente, Ricardo, su hijo, tendría tiempo y juntos irían a la cancha.
Después de saludar a los uruguayos en el lugar donde se hospedaban, Gardel se dirigió a La Barra de Santa Lucía -distante varios kilómetros de la capital uruguaya- donde "velaban sus armas" los argentinos.
Una vez llegado al lugar, según lo relata Pancho Varallo -por aquél tiempo delantero de 19 años, figura de nuestro seleccionado- Gardel se puso a charlar con casi todos muchachos, excepto con Orlandini y Mario Evaristo, porque estaban durmiendo la siesta.
"Lo llevamos a Gardel a la habitación de Orlandini y Evaristo, que dormían como angelitos. La sorpresa de Gardel fue grande cuando vio que esos jugadores argentinos, dormían vistiendo la camiseta celeste y blanca. "¡Como quieren la camiseta!, me comentó Gardel", recordaba Varallo. Después, comieron algo, Gardel cantó un par de tangos (foto) y jugaron un rato a la Lotería.
"Al otro día, fuimos a jugar la final al Centenario -prosiguió Don Pancho- y como algunos compañeros estaban asustados por el entorno, no jugaron todo lo que podían. A mí, que era un pibito, el defensor uruguayo Lorenzo Fernández, me dijo en pleno partido: "mira, botija, apenas agarrés una pelota, te hundo en el césped, te mato".
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(CESARE MALDINI, entrenador italiano, opinando sobre el uruguayo Juan Alberto Schiaffino, su ex compañero en el Milan por seis años)
Estuve en el Ajax desde 1964 y ahi encontré a un gran técnico que me enseñó a explotar mejor lo que ya sabía desde niño: manejar el balón.
(JOHAN CRUYFF, célebre futbolista y entrenador holandés)
Ofrendas (Francisco Javier Uriz - España)
sabía que los éxitos necesitan su liturgia
y tienen sus servidumbres.
En la ofrenda de trofeos a la Virgen del Pilar
o a la de Monserrat
se borran las diferencias de religión y raza.
En esos momentos de embriaguez y religiosa unción
se lanzan promesas
que jamás se cumplirán:
El año que viene volveremos a ser campeones,
dice alguien que sabe que ni siquiera estará en el equipo.
Y sabiendo que no es verdad
gritamos enfervorizados.
Sin embargo, ‘Jo’ Gaetjens se iba a encargar de romper ese sueño. Después de perder ante España y con ya casi ninguna posibilidad de clasificarse para la fase de grupos final, Estados Unidos acabó también con las posibilidades de Inglaterra en el Mundial gracias a un gol del futbolista nacido en la ahora devastada ciudad de Puerto Príncipe. El partido finalizó 1-0 y el tanto de Gaetjens le convirtió en una auténtica leyenda y en el auténtico héroe de aquel encuentro. Aquella derrota fue un duro golpe para Inglaterra y el país lo llegó a etiquetar como “catástrofe”.
Parecía que la vida de Joe Gaetjens iba a cambiar por su gol ante Inglaterra y que todo iba a ser color de rosa... pero nada más lejos de la realidad. El futbolista de Estados Unidos no iba a disfrutar de un final feliz. Después de jugar unas temporadas en Francia, decidió colgar las botas para convertirse en comercial.
Catorce años más tarde de su gol en el Mundial de Brasil regresó a su Haití natal. En 1964 la dictadura de François Duvalier ahogaba todos los sueños de sus ciudadanos y los de Gaetjens no iban a ser menos. El ya ex futbolista fue detenido por la policía secreta y desapareció para siempre. Nadie supo más de él. El hermano de ‘Jo’ movió cielo y tierra para conocer su paradero pero sin ninguna fortuna. Muchos investigadores apuntan a que el futbolista falleció el mismo año de ser arrestado, en 1964, pero sin ninguna prueba convincente que así lo demuestre. ¿El lugar? Nadie lo sabe.
En 1976 la Federación de Fútbol estadounidense incluyó a Joe Gaetjens en su ‘Salón de la Fama’. Un bonito homenaje hacia un héroe que no tuvo un final feliz.
Etiquetas: Anécdotas, Estados Unidos (USA), Fútbol y política, Haití, Mundial 1950 0 comentarios
(VICTORIO SPINETTO [1911-1990], ex jugador y entrenador argentino)
(GORDON STRACHAN, ex jugador y entrenador escocés)
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Fuerte, abajo y lejos de Michel Foucault (Eduardo Pérsico - Argentina)
Los locales quisieron mostrarse ante su gente jugando contra Once Corazones un partido durísimo y cuando el loquito Chopin agarró la última pelota con las dos manos, se fueron a llorar a la iglesia...
La gente miraba desde unos escalones sobre parapetos de caños y era una linda tarde para jugar. Un sol de Octubre, muchas minas vistosas, unos pibes rubiecitos chillando y Once Corazones propuesto a jugar prolijo, como siempre, pero chocaron contra un equipo de camisetas de rugby y pierna demasiado fuerte que protestaba todo, así que decidieron no discutir con nadie sin descuidarse atrás.
El ambiente se iría calentando, los jugadores, socios y familiares del San Isidro le reclamaban al referí el reglamento íntegro y ¿qué cobrás, hijo de puta? era lo más suave, y los línea se conviritieron en dos asustados personajes. A los Once también el público los alentaba: ‘negro de mierda’ o ‘judío asqueroso’, y al narigón Aguilera que se divertía al esconderla bajo el pie izquierdo, una señora con un conjunto deportivo blanco; buenísima, le indicó ‘zurdo putito, no te hagas el vivo que te desaparecemos’. Por el segundo tiempo el Nene embocó un gol que casi no gritaron y ni ahí luego toquetearon la bola para perder tiempo.
Había que irse tranquilos y sin calentar a nadie porque ya las mamás de los nenes rubiecitos les puteaban la tercera generación y en el final, uno a cero, cuando el referí apenas miró el reloj tres tipos de pelo engominado entraron al campo y chau ‘fair play’ para gente bien vestida. Uno de bigote cacheteó al juez para recordarle algún artículo escrito en inglés, ‘vos de aquí no salís, la puta que te parió’, otro bigotudo le manoteó el cogote y el partido, reglamentariamente, prosiguió.
De inmediato centro al área de Once Corazones, penal del hombre invisible y en segunda escena del griterío y el Chopin ajustando sus guantes rosas, se ordenó la ejecución. El cuatro alisó el pastito con la pelota pidiendo ‘que no se adelante el arquero’, el referí le gritó a Jorgito ‘no se mueva de la línea’ y quizá sumara algo menos estridente.
El de San Isidro tomó tres pasos de carrera, hamaque de Chopin y la inatajable bola abajo al rincón izquierdo hizo 'chaf’' contra sus guantes y quedó seca. Hubo un silencio metálico, del fondo salieron jugando bien lejos para nadie, el heroico referí se animó a pitar el final y los dueños de casa lo siguieron puteando hasta el vestuario. Pero el hombre sobrevivió.
El penal que atajó Jorgito Chopin fue impresionante pero recién lo comentó en el tren de vuelta con el Quelo Varela, el vendedor de libros.
-El referí era un turro. Sabía adónde pateaba el otro, me gritó no se mueva de la línea pero entredientes me aclaró ‘abajo, a tu izquierda’.
-¿Y eso no fue una demostración de poder con mayúscula?
-Qué lástima Quelo; no le pregunté si había leído a tu amigo Foucault -y los dos se cagaron de risa.
Pero a Juan Ramón Verón, en Estudiantes, lo acompañaban el sudor, la virilidad, el sacrificio y la generosidad de otros diez cinchadores, ninguno de los cuales estaba en la cuerda inspirada y sutil de La Bruja. No importaba.
Con esa ayuda, gravitante en el plano espiritual, mínima en el orden estrictamente futbolístico, Verón se las ingenió para darle a Estudiantes momentos memorables. El himno de la hinchada "pincha" en aquellos años decía: "Si ve una Bruja montada en una escoba, ese es Verón, Verón que está de moda".
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(BEBETO, ex jugador brasileño, días antes del Mundial USA 1994, dedicando con antelación un título que después obtendría, al recordado piloto)
(ERNESTO LAZZATTI, excepcional jugador de Boca Juniors en la década del '40)
Etiquetas: Argentina, Club-ARG: Boca Juniors, Opiniones 0 comentarios
El reggae de Maradona (Jovine - Italia)
Etiquetas: Argentina, Canciones de fútbol (videos), Diego Maradona, El Diego 0 comentarios
En los primeros días de Enero de 1974 me instalé en Montevideo y trabajaba no menos de diez o doce horas por días. Del Parque Central a Los Céspedes y de nuevo al Parque. Así todos los días... Supervisábamos el trabajo de todas las divisionales. Me encontré con una camada de notables jugadores... Juan Ramón Carrasco, el "Polilla" De Los Santos, Rafael Villazán, Hebert Revetria, Miguel Caillava, José María Muniz, Martín Taborda, Adán Machado, Ricardo Pagola... También en las divisiones menores había jugadores de gran calidad. Recuerdo a Alberto Bica y a Daniel Enríquez -hoy gerente deportivo del club- que militaban en la sexta división y directamente, sin escalas los ascendí a la tercera. Los dos terminaron coronándose campeones del mundo con Nacional. Todos ellos verdaderos profesionales.
Cuando me hice cargo del plantel, solamente Hebert Revetria había debutado en primera, los demás procedían de las divisiones formativas del club. Unas divisiones formativas que supimos dignificar, gracias a nuestro trabajo y principalmemte a la maestría del gran Miguel Restuccia. Le dábamos de comer a ochenta chicos por día en el Parque Central. Se compraban y se tomaban ochenta litros de leche diarios. Porque primero los chicos tienen que comer y después jugar. Si no comen, no pueden entrenar y mucho menos jugar... Es mentira que pueden hacerlo sin alimentarse correctamente, como por otra parte, deben hacerlo los verdaderos deportistas. Y es mentira, porque indirectamente los estás matando... Hoy la mayoría de los futbolistas surgen de las villas de emergencia. Además los chicos llegan con 10 u 11 años a los clubes y a esa edad necesitan alimentarse para desarrollarse, lo necesitan también para estudiar y por supuesto para jugar al fútbol. A esa edad del desarrollo, a mí no me preocupa el 4-4-2 o el 4-3-3... Quiero que tengan a su disposición buenos botines, agua caliente en el vestuario, calefacción en los dormitorios y la alimentación correspondiente en los comedores. Toda la vida entendí que esto es lo primordial y fundamental que deben cubrir los conductores de jóvenes... Y así lo llevamos a cabo en Nacional. Formamos a verdaderos hombres que hoy tengo la dicha de llamar amigos.
(MIGUEL IGNOMIRIELLO, entrenador argentino, recordando su paso por Nacional de Montevideo, en Tenfield Digital del 27 de Mayo de 2008)
(ROMARIO, sobre sus cualidades como futbolista)
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(Titular del diario español "Hoja del Lunes", al otro día de la Final del Mundial de 1974)
Comienzo de un romance con la red
Habían pasado cuatro partidos desde su debut. Aquel 0-1 con Talleres en La Paternal, que lo vio ingresar en el segundo tiempo. Cuatro días más tarde, Juan Carlos Montes volvía a confiar en él, esta vez como titular. En Rosario, Newell's ganó 4 a 2 y fue la despedida del Director Técnico.
Jorge Enrico tomó las riendas del plantel, y el pibe volvió a ser titular un día después de su cumpleaños número 16. El 0-3 en el primer tiempo ante Ferro precipitó su salida para el complemento. Volvió a arrancar desde el banco y, junto a 'Bartolo' Álvarez, le cambiaron la cara a un apático Argentinos para ganarle en Boyacá a Huracán de Comodoro Rivadavia por 2 a 0.
En su quinto partido, nuevamente fue relevo. Álvarez, con sus dos goles del encuentro anterior, jugó de entrada por Ovelar. La cita era en el desaparecido Estadio San Martín, de la ciudad de Mar del Plata. El Rival, el San Lorenzo local. 'Bartolo' cumplió de inicio con su cuota goleadora, pero el legendario Norberto Omar Eresuma puso las cosas iguales. La clave estaba otra vez en el banco. Maradona reemplazó a Giordano y otro Argentinos saltó al San Martín en el complemento. Álvarez volvió a adelantar al Bicho con dos goles, descontando Miccio a quince minutos del final.
El gran segundo tiempo de Maradona se iba a redondear con dos goles. Sus primeras dos conquistas oficiales. A tres minutos del final (foto), y en tiempo de descuento, venció en dos oportunidades a Rubén Lucangioli, para el 5-2 final a favor del ‘bicho’.
Las frías estadísticas dirán que Argentinos formó con Carlos Alberto Munutti; Dante Alfonso Roma, Miguel Ángel Gette, Ricardo Daniel Fusani y Humberto Jorge Minutti; Carlos Guillermo Fren (reemplazado a dos minutos del final por Rodolfo Carlos Ingaramo), Mateo Di Donato y Rubén Alcides Giordano (en el entretiempo ingresó Diego Armando Maradona); Jorge Orlando López, Carlos Alberto Álvarez e Ibrahim Hallar. Maradona volvería a ser suplente los dos partidos siguientes.
En ambos -victoria 3-0 sobre Central Norte de Salta en La Paternal y derrota 1-4 ante All Boys en Jonte y Mercedes- fue necesario su ingreso para la mejoría futbolística del Bicho. Ya no volvería al banco. Recién anotaría nuevamente en el Metro '77. Lucangioli pudo contarle a los suyos que los primeros goles que hizo Maradona se los marcó a él... No cualquiera se ha dado el lujo de contar semejante historia...
(texto del periodista Javier Roimiser, publicado en la página ¿Te acordás bicho? el 19/07/08)
En la noche del 9 de Junio, tras vencer en la final a Suiza, todos fueron a cenar a un restaurante parisino cuyo cheff era uruguayo. Allí se comió puchero criollo, compartido con residentes uruguayos y argentinos en París.
Pero no todo quedó allí, porque la selección siguió recorriendo la ciudad y el 16 de Junio se realizó un banquete de confraternidad en el hotel D'Orsay. Mientras tanto, la selección celeste seguía hospedándose en el castillo de Argenteuil, ubicado en la calle Saint Germain.
Lo cierto es que los gastos de la estadía y celebraciones provocaron la aparición de bolsillos semivacíos: el dinero escaseaba. Alguien tiró una propuesta de jugar un partido para recaudar dinero, pero los muchachos estaban fuera de forma.
Pero comenzaron las dudas. Si se aceptaba cobrar por jugar, ya no eran aficionados, tal cual lo requerían las reglas olímpicas y corría riesgo el trofeo obtenido. También la prensa francesa requería precisiones acerca de cómo podía ser que los uruguayos, a un mes de haber terminado los Juegos, no retornaban a sus trabajos.
Entonces se resolvió regresar inmediatamente a Montevideo, terminando con la fiesta. Se hizo una vaquita entre esos argentinos y uruguayos, más una ayuda oficial, pagándose todo lo que había que pagar. Y Uruguay volvió a su país. Los integrantes del plantel volvieron a sus trabajos habituales, entre marmolistas (Masazzi), repartidor de hielo (Cea), funcionarios de bancos (Zibechi, Saldombide), empleado en el Mercado Agrícola (Petrone), funcionario de Usinas y Teléfonos (Romano), vendedor de tienda (Naya), verdulero (Somma), empleado en una fábrica de vidrios (Vidal) y jornaleros de frigorífico (Tomassina, Arispe, Uriarte), entre otros oficios.
(CLARECE LISPECTOR [1920-1977], considerada una de las más importantes escritoras brasileñas del siglo XX)
(JULES RIMET [1873-1956], legendario abogado y dirigente deportivo francés, Presidente de la FIFA de 1921 a 1954)
Portero (Daniel Delfino “Maracho” - Argentina)
Papá, ¿es verdad que Maradona es Dios?, preguntó Lautaro mientras miraban en la tele un informe sobre el regreso del maravilloso diez al fútbol profesional.
-No Lautaro, no es Dios. Es el mejor jugador de fútbol que hubo en el mundo, pero no es Dios.
-Pero el papá de Fabián dice que Maradona es Dios.
Pablo, el padre de Lautaro, recordó un diálogo en la puerta del colegio. El papá de Fabián era un insoportable hincha de Boca, que se pasó toda la charla fanfarroneando con los logros de los de la ribera.
-El papá de Fabián está equivocado.
-Pero papá, muchos dicen eso. No sólo el papá de Fabián dice eso. En la tele lo dicen.
-Mirá Lautaro, Maradona le hizo el gol a los ingleses, el gol que cualquier argentino les hubiera querido hacer a esos piratas. Maradona nos hizo felices a todos, su habilidad es como una obra de arte en movimiento, pero no es Dios. Dios es otra cosa.
-¿Qué otra cosa?
-Un ser superior, que nos quiere a todos por igual.
-¿Y Maradona, no nos quiere a todos por igual?
Pablo lo miró abatido. Su hijo era más perseguidor que un Testigo de Jehová.
-Maradona es un hombre y como todo hombre, debe tener gente a la que quiere y gente a la que no quiere.
El niño lo miró con ojos extraños. Sin entender demasiado abrió su bombardeo de preguntas:
-¿Maradona nunca jugó en San Lorenzo?
-No.
-¿Y vos nunca jugaste en San Lorenzo?
-No.
-Y Dios, ¿de qué cuadro será?
-De ninguno.
-¿Y por qué no es de ningún cuadro?
-Porque es Dios y no puede ser de uno sí y de otro no.
-Y Maradona ¿de qué cuadro es?
-De Boca.
Pablo comenzaba a fastidiarse. Maradona, en su corazón, era una ambivalencia nunca resuelta definitivamente. Un añejo resentimiento le había impedido disfrutar con total intensidad de sus milagros. Como si el Diego fuera una mujer dorada que nos sonríe, pero elige a nuestro peor enemigo. Sólo nos queda admirar envidiosos su belleza.
Hinchas de otros equipos y hasta de San Lorenzo obviaron estas situaciones y lo aclamaron con toda la boca. Pero Pablo vivía cautivo en su rígido dogma futbolístico, que podría estar errado, pero que le dictaba el corazón: primero San Lorenzo y después todo lo demás, aun la Selección Argentina. Y a pesar del orgullo de que su hijo de ocho años fuera tan cuervo como él, tampoco quería transmitirle su fundamentalismo azulgrana.
-¿Sabés por qué no es Dios? -le dijo decidido.
El niño lo miró ansioso.
-Cuando yo tenía doce años, sólo cuatro más que vos, con el abuelo fuimos a la cancha de Ferro. San Lorenzo, nuestro querido y adorado San Lorenzo, jugaba con Argentinos Juniors y el que perdía se iba al descenso. Y San Lorenzo perdió y se fue al descenso, a la primera B, a jugar con equipos desconocidos. Todo el mundo se reía de nosotros. El abuelo y yo, esa tarde estábamos muy tristes, como toda la gente que lloraba por las calles. Y cuando llegamos al auto, el abuelo encendió la radio. El periodista que hablaba contó que Maradona, que jugaba en Boca y que había salido campeón esa misma tarde, arribó al vestuario en silencio y que sólo dio rienda suelta a su festejo cuando se enteró de que Argentinos Juniors, el club de sus comienzos, se había salvado del descenso. El abuelo de un arrebato apagó la radio. Tenía bronca. Yo me daba cuenta que lo que había dicho el periodista le había provocado mucho dolor. En silencio, continuó manejando por esas calles grises de Caballito, que nos devoraban como un túnel de tristeza.
-¿Y vos lloraste mucho ese día, papá?
-Sí. Por eso no me gusta que digas que Maradona es Dios. Porque Maradona es una persona como vos y yo. Los que lo dañan son los alcahuetes que viven de su magia. Él, esa tarde, quería que Argentinos no sufra, y estaba bien, porque ésa era su gente. Pero los de San Lorenzo estábamos muy tristes. Dios no quiere que nadie esté triste y nunca se va a alegrar cuando a alguien el corazón se le esté reventando de tristeza. Por eso, nunca hay que pedirle por el resultado de un partido, porque Dios no puede elegir entre uno o el otro. Tiene que ganar el que juegue mejor y haga más goles.
En el informe de la televisión decían que a Maradona le gustaría jugar en San Lorenzo de Almagro.
-¡Escuchaste papi, Diego quiere jugar en San Lorenzo!
La rutilante noticia dejó obnubilado a Pablo e inmovilizó sus ojos sobre la pantalla del televisor. Su mente se puso en blanco. Lo volvió a mirar su hijo, pero esta vez, el que habló fue su corazón:
-¡Dios quiera!
Entre sus conceptos acerca del fútbol del ayer y el de hoy, Ochoa Uribe, toda una enciclopedia de este deporte, expresa:
1) “Todo es diferente, absolutamente todo; en 1960 jugamos con un 4-2-4, yo fui el primer entrenador en Colombia en introducir ese sistema, que usó Brasil cuando fue campeón del mundo en 1958. Hoy en día jugamos otra cosa, 3-5-2, 4-4-2, 4-3-3, el líbero con stopper, con doble stopper, en fin, un sinnúmero de sistemas que han venido sucediéndose”.
2) “La parte más importante de aquella época murió, el trato y el manejo a la pelota, manejar las puntas. Ya no hay más punteros. Hay espacios para velocidad y se usa el 4-5-1 pero con cuatro defensores a la altura de los 25 metros, con cinco volantes, dos de marca, dos volantes en las puntas, uno de creación y arriba un hombre que lucha solo con cinco adversarios”.
3) “Hoy se juega con una gran condición física, con una excelente táctica-estrategia defensiva y con un ataque por sorpresa. La fundamentación técnica, que es el tercer pilar del fútbol, ha desaparecido. Se juega en bloque. Solo deslumbra Messi, luchando contra muchos defensores. Y gana. Por eso es el mejor del mundo”.
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(BRIAN CLOUGH [1935-2004], célebre ex jugador y entrenador inglés y su opinión sobre la victoria)
(ROBERTO MARELLI, médico, psicólogo y verdadero gurú espiritual de aquel plantel de Estudiantes de La Plata en The Cavern Club, lugar obligado en una recorrida por Liverpool, antes de la final de la Intercontinental del miércoles 16 de Octubre de 1968 contra el Manchester United)
Los profesores (Nicanor Parra - Chile)
es que nosotros nos sentábamos en la diferencia
quién iba a molestarse con esas preguntas
en el mejor de los casos apenas nos hacían temblar
únicamente un malo de la cabeza
la verdadera verdad de las cosas
es que nosotros éramos gente de acción
a nuestros ojos el mundo se reducía
al tamaño de una pelota de fútbol
y patearla era nuestro delirio
nuestra razón de ser adolescentes
hubo campeonatos que se prolongaron hasta la noche
todavía me veo persiguiendo
la pelota invisible en la oscuridad
había que ser búho o murciélago
para no chocar con los muros de adobe
ése era nuestro mundo
las preguntas de nuestros profesores
pasaban gloriosamente por nuestras orejas
como agua por espalda de pato
sin perturbar la calma del universo:
partes constitutivas de la flor
a qué familia pertenece la comadreja
método de preparación del ozono
testamento político de Balmaceda
sorpresa de Cancha Rayada
por dónde entró el ejército libertador
insectos nocivos a la agricultura
cómo comienza el Poema del Cid
dibuje una garrucha diferencial
y determine la condición de equilibrio.
En Porto Alegre, como local, Gremio venció con un terminante 5 a 0. Pero en la revancha, en San Pablo, el local ganó 5 a 1. Fue así que Gremio siguió en la Libertadores con mucho susto, apenas por un gol de diferencia. Después terminó ganando la Copa de dicha edición.
Por su parte Newell’s Old Boys, en 1992, perdió de manera contundente en Rosario ante San Lorenzo de Almagro: 6 a 0. Pero en la revancha, los “leprosos” derrotaron a los “santos” por 1 a 0. Ambos siguieron a la siguiente fase y en Rosario, Newell’s ganó por 4 a 0, devolviéndole la goleada.
Por último, quedó en la historia un histórico triunfo venezolano en la Libertadores. Fue en 1971, más precisamente el 17 de Febrero, cuando el Fluminense, de Brasil, derrotó a Deportivo Italia, en Venezuela, por 6 a 0. La revancha fue el 3 de Marzo, en el Maracaná, y en la previa, los hinchas cariocas hacían apuestas acerca del número exacto de goles que se llevarían los de Venezuela. Pero Deportivo Italia produjo otro 'Maracanazo', ganando por 1 a 0. Así, queda claro que “los partidos hay que jugarlos”.
(ARSENE WENGER, entrenador del Arsenal, opinando en 2008 acerca del tradicional rival de los 'gunners')
(PASCAL BONIFACE, pensador francés, doctorado en Derecho Internacional Público)
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