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Tres momentos (Umberto Saba - Italia)


De carrera salís al centro del terreno,
a las tribunas saludáis primero.
Luego, lo que después
sucede -que os volvéis a la otra parte,
la que más negra hierve-, no se puede
decir, es algo que no tiene nombre.

El portero pasea arriba y abajo
como un centinela.
El peligro está lejos aún.
Pero si un torbellino lo acerca, oh, entonces,
una fiera joven se agazapa
y alerta espía.

Fiesta en el aire, en cada calle fiesta.
Si dura poco, ¡qué importa!
Ni una ofensa pasó nuestra puerta,
los gritos se cruzaban como rayos.
Y vuestra gloria, once muchachos,
como un río de amor adorna Trieste.

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¿Qué balance hacés de tu paso por el fútbol inglés?

Me podría haber ido mejor. En Sheffield descendimos a Tercera, pero me fue muy bien a nivel individual porque cuando se eligió al equipo del siglo, en el año 2000, a mí me pusieron. Es cierto que esas elecciones son discutibles, porque tiene más peso lo de los últimos años, pero significa que algo hice. Lo mismo me pasó en Estudiantes, cuando arman esos equipos ideales del siglo.

¿Y en el Leeds?

Ahí jugué en Primera, pero tuve un problema: el entrenador que me llevó duró cinco partidos, vino otro, y a este nuevo le gustaba el fútbol a un toque. Las prácticas eran todas a un toque, y eso a mí me mató, porque me encantaba tenerla. No lo critico, eh, sólo digo que iba contra mi estilo, así que mucho no jugué.

¿Cuántos litros de cerveza tomabas en los terceros tiempos de Inglaterra?

Cero, porque no me gustaba y, además, servían la cerveza natural, así que pedía gaseosa. El tercer tiempo se hacía en todos los estadios: un lugar preparado donde iban los jugadores de los dos equipos y las familias del local. Se tomaba muchísimo alcohol y nunca vi un problema entre rivales que por ahí se habían dado duro en el campo.

¿Qué fue lo más curioso que te pasó en Sheffield?

Descendimos a Tercera y la gente entró para sacarnos en andas. Nos decían: “El año que viene ascendemos”. ¡Como en la Argentina! Lo contás y no te lo creen. No sé cómo será ahora pero eso fue increíble.

(ALEJANDRO SABELLA, actual entrenador de Estudiantes de La Plata, recordando su paso por el fútbol inglés en revista “El Gráfico”, edición Enero de 2010)

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Quedé contento por el título y un poco triste por Enzo (Francescoli, su ídolo), porque él estaba llegando al final de su carrera y no iba a tener otra chance así. Pero igual Enzo me regaló su camiseta.

(ZINEDINE ZIDANE, ex internacional francés, recordando la final de la Intercontinental 97 donde Juventus le ganó 1 a 0 a River Plate)

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Es como esas amas de casa que con cien pesos al mes visten a los chicos, les dan de comer y los mandan a estudiar. Don Ángel puede armar un equipo muy digno pese a todos los inconvenientes económicos, y además con un gran respeto por la categoría individual de cada jugador.

(ROBERTO FONTANARROSA [1944-2007], recordado humorista argentino, opinando sobre Ángel Tulio Zoff, ex jugador y entrenador argentino, emblema de Rosario Central)

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El final por la final (Iris Leda Faba - Argentina)


El entrenamiento es agotador. Levantarme todos los días a las seis de la mañana no es de lo más agradable, pero una vez que estoy en movimiento me visto y me calzo los botines, comienza a dar vueltas en mi cabeza la idea de que pronto estaré en el campito y comenzarán las gambetas, los pases cortos, la llegada y correr. Para luego tenerla entre las piernas que esperan, y soltarla nuevamente y que otro se apodere de ella hasta que arisca vuelva a escapar. Aquí está otra vez.

Estoy delirando. Esto me pasa cada vez que voy a entrenar. ¡Cuánta pasión despierta la redonda!...

Suena el teléfono, es Amilcar nuestro entrenador, que me pide si puedo adelantarme media horita, así aprovechamos mejor el día, hombre con una voluntad de hierro y que a la hora de hacer que se le obedezca, no sabe de contemplaciones, es duro y exigente y el plantel obedece sin cuestionamientos.

De todas maneras, debo reconocer que gracias a su eficacia conformamos un equipo ejemplar y con el mayor número de goles obtenidos hasta el momento. Dentro de la cancha se despliega ritmo, contundencia ofensiva y juego brillante, todo a un tiempo.

Dejo mi desayuno y salgo corriendo sin pensar que estoy compartiendo esa hora de la mañana con la persona que amo y que me mira pero no dice una palabra. Bueno, tendrá que entender.

Esta vez vamos por el título y no podemos ni debemos fallar. Por nuestros seres queridos en primer lugar, que han tenido que soportar malhumor, ausencia y todo lo que trae aparejado un deporte tan prometedor y popular como el fútbol y sobre todo para no defraudar a la hinchada que nos apoya y nos sigue a morir.

A partir de la semana próxima, debemos prepararnos para la concentración. Poca comida, buen dormir y nada de sexo.

¡Nada de sexo! Y esto es serio, muy serio.

Cuando me casé lo hice pensando en entregarme a la persona amada en cuerpo y alma, ahora va tener sólo mi alma. ¿Lo soportará? ¿Será el amor más fuerte que todo lo demás? ¿Me acompañará en este largo viaje que hoy ocupa un lugar tan importante en mi vida? Todas estas preguntas encontrarán su respuesta esta noche, cuando sin más dilación mantenga la charla que por miedo fui posponiendo. Sí, miedo a que la incomprensión, el egoísmo y la duda tomen al amor de mi vida por sorpresa y me obligue a elegir. Sé que puede suceder pero tengo que intentarlo.

-Tenemos que hablar.

-¿Te parece?... Ya se me olvidó cómo se hace con vos. Hace tanto tiempo que…

-Por favor, no quiero discutir, sólo quiero que sepas que la semana próxima tengo que concentrarme y desde esta noche no vamos a tener sexo.

-¿Qué no vamos a qué?... - un grito desaforado acompañó la pregunta.

-Te pido que entiendas, no es un partido cualquiera, es la final y…

-Qué entienda. Esto sí que es gracioso.

-Por favor, no te rías así, me das miedo.

-¡Pero cómo no me voy a reír! Dejaste de limpiar la casa y entendí, dejaste de cocinar y entendí, dejaste de planchar mi ropa y de atenderme y entendí y ahora me pedís que entienda que no vamos a tener sexo. Querida yo me casé con una mujer, quedate con la final y tu amada pelota, pero acá el macho soy yo y las tengo bien puestas. Adío.

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La noche del 22 de Marzo de 2000 Boca recibió al Blooming de Bolivia por la primera fase de la Libertadores. Y ya de entrada se perfiló como una noche histórica cuando antes de los quince del primer tiempo Traverso puso el 2-0 al conectar un centro. No parece gran cosa pero ese fue el primer gol de Christian Traverso con la azul y oro tras un poco más de tres años en el club.
Pero lo que vino a continuación no registraba antecedente alguno a la fecha y aún hoy cuando ya pasaron 10 años. Alfredo Moreno, que ya había puesto el 1-0 a los 3 minutos, se descolgó con la friolera de meter 4 goles más en los primeros 20 minutos del segundo tiempo, llegando al total de 5 goles en una noche imborrable que terminó de encaminar a Boca a la clasificación y sepultar las aspiraciones de los bolivianos por conseguir un empate.
Esa marca es la máxima conseguida por un jugador argentino en Copa Libertadores en toda la historia.
Cerca del final, Limberg Gutiérrez descontó y dejó el resultado final en un 6-1 que en un momento pareció hasta medio escaso.

(tomado del blog “Imborrable Boca”)

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Hasta Al Pacino va a un casting, pero el 'Tolo' Gallego no quiso charlar para ser técnico de River. No hay duda, es más grande que Al Pacino.

(JOSÉ MARÍA AGUILAR, ex Presidente de River Plate, ironizando en 2008 acerca de la negativa del ex jugador y entrenador de la institución a conversar acerca de la posibilidad de volver a dirigir al plantel millonario)

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Figo ya puede venir a Barcelona tranquilo, porque ahora el enemigo público número uno soy yo. Yo respeto mucho al Barça, nunca olvidaré lo que me dio los cuatro años que estuve aquí, pero se ha creado alrededor mío algo que ya creo que es imposible transformar en positivo, y está claro que acabaré mi carrera sin entrenar al Barça.

(JOSÉ MOURINHO, entrenador del Inter de Italia, opinando sobre su relación con el público catalán, ayer tras eliminar al Barcelona de la final de la Champions League)

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Johan Cruyff



Fecha: 13 de Abril de 1980
Lugar: Washington DC
Fotógrafo: Peter Robinson

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Cueca al Colo Colo ('Tito' Fernández - Chile)

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El 7 de Octubre de 1973 Argentina vencía a Paraguay 3 a 1 en la cancha de Boca y lograba el pasaje al Mundial de Alemania 1974. El temor por la eliminación rondaba por la Bombonera pero el ‘Ratón’ Ayala y sus compañeros cumplieron su objetivo.
El país en 1973 esperaba que Juan Domingo Perón asumiera por tercera vez la presidencia de Argentina. Esta vez con su mujer María Estela Martínez de Perón (Isabelita) como vice. Venía a suceder a Héctor Cámpora y el General se disponía a tomar tomar la presidencia el 12 de Octubre.
Y al fútbol argentino lo acuciaba el temor de no entrar al Mundial de Alemania de 1974, y que tuviese una ausencia como pasó en México '70.
Por eso se armó un equipo especial para competir ante Bolivia en La Paz -ganó 1 a 0 con gol del mendocino Ramón Fornari- y el DT Enrique Omar Sívori tuvo la más amplia libertad para elegir al plantel y trabajar con él por mucho tiempo. Por eso se mandó a un grupo de jugadores a que se prepararan en zonas de altitud similar a La Paz. Después Sívori optó por hacer un equipo variado, entre los que habían ido a la altura y los que habían entrenado en el llano.
Le había ganado también a Bolivia en la cancha de Boca 4 a 0 y había empatado ante los paraguayos en Asunción (ahí jugó el mendocino Roque Avallay) 1 a 1.
Pero también Paraguay superó a los bolivianos de visitante y la última fecha del grupo 2 los encontró con 5 puntos a Argentina y Paraguay.
En esa época se jugaban por zonas de 3 o 4 equipos y no todos en el mismo grupo como ahora, por eso si perdía un encuentro podía significar la eliminación del Mundial. Al paraguayo Heriberto Correa, de Vélez, le pidieron que se nacionalizara para jugar para la Selección nacional.
Ese 7 de Octubre de 1973 la cancha de Boca presentaba un lleno total con la Selección nacional jugándose el pasaje al Mundial '74. El equipo formado por Sívori fue con: Daniel Carnevali; Enrique Wolff, Francisco Sá, Ángel Bargas y Heriberto Correa; Miguel Brindisi, Roberto Telch y Carlos Babington; Ramón Ponce, Rubén Ayala y Enrique Chazarreta. Al inicio del segundo tiempo entró Agustín Balbuena por Babington y a los 8' el cordobés Carlos Guerini por Roberto Telch.
Sorprendió Paraguay con un gol en el primer tiempo y empató el ‘Ratón’ Ayala, de penal a los 34'. Después el mismo delantero del Atlético Madrid logró el 2 a 1 a los 11' (ST) y el tercero fue de Guerini a los 40'.
A los jugadores argentinos les renació la calma, estarían en el Mundial.
Dentro de lo desorganizado que se manejaba el "tema selección" se logró el objetivo planeado.
Era la sexta vez que iba a jugar un Mundial de fútbol. Lo había hecho en 1930, 1934, 1958, 1962, 1966 (había sido eliminado a la cita de 1970 en México y renunciado a participar en los Mundiales de 1938, 1950 y 1954) y se clasificaba a Alemania 1974.




(tomado del blog “Historia de Portemza”)

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Cuando me entero que a algún rival le ha dejado la mujer, yo procuro recordárselo en el campo.

(VINNIE JONES, ex jugador inglés, célebre por su mal genio dentro y fuera de las canchas)

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Soy muy amigo suyo, me cuesta conseguir una definición. Siempre rescato como algo positivo del Flaco que, hace muchos años, cuando se imponía un fútbol terriblemente utilitario, él fue uno de los pocos que se levantó a decir ‘che, pensemos en el espectador’. Eso para mí es muy rescatable.

(ROBERTO FONTANARROSA [1944-2007], recordado humorista argentino, opinando en 2001 sobre César Luis Menotti)

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El portero de hierro del Manchester City


Bert Trautmann nació en 1923 en Bremen. Estuvo en la Luftwaffe, las fuerzas aéreas alemanas, y partició en la segunda Guerra Mundial, era un paracaidista. Estuvo luchando en el Frente del Este, por ello le dieron cinco medallas, entre ellas, la "Iron Cross".

Después de esto, le mandarían a luchar al frente Oeste, allí no tendría tanta suerte. Fue capturado por los británicos. Lo llevaron a un campo de concentración de Ashton-in-Makerfield (en Lancashire) con 1.000 soldados más, él fue uno de los 90 que consiguieron sobrevivir. Un poco más tarde le ofrecieron repatriarse a Alemania, pero se negó, entonces se quedó a vivir en el norte de Inglaterra, trabajando como granjero y jugando al fútbol. Era el portero del St.Helens Town (actualmente en la North West Counties Football League). Allí jugaría 43 partidos, en la temporada 1948-49. Ese año su fama iría creciendo, sobre todo tras una final de una competición local, la Mahon Cup, a la que acudirían unas 9.000 personas.

Entonces llegaría su momento, varios clubes se interesaron por él, finalmente ficharía por el Manchester City con un contrato amateur. Era su oportunidad, y no la desaprovechó, ya que no tardarían en hacerle contrato profesional. Su pasado como soldado (posteriormente también fue sargento) de la Alemania nazi no gustaba a la afición. Muchos seguidores bombardearon la sede del City con cartas de protesta y pancartas en las que se podían leer leyendas como "Fuera el alemán". Además, tenía que sustituir a toda una leyenda de los citiziens, Frank Swift.

Su primer partido como titular lo disputaría ante el Bolton Wanderers, aquello sirvió para que los fans del City se dieran cuenta de su calidad como portero. Pero cuando jugaban fuera, era abucheado por los seguidores de los equipos rivales, tanto que un día cuentan que se desconcentró por completo, al ser el centro de las iras rivales, y le metieron 7 goles, concretamente jugando ante el Derby County.

Poco después, en Enero de 1950 tenía que jugar en Craven Cottage, su primera visita a Londres. La prensa londinense recordaba su pasado todos los días, y en aquel partido la afición del Fulham no paró de llamarle "nazi" durante todo el partido. Pero al final de aquel partido, tras realizar grandes paradas terminó siendo aplaudido, sobre todo por los jugadores de ambos equipos, el Fulham y el Manchester City. A pesar de sus grandes partidos, no pudo evitar que el City bajase a segunda ese año, aunque no tardarían en volver a la First Division.

Comenzó a ser considerado uno de los mejores porteros de la época, y fue uno de los primeros porteros en jugar con los pies ya que sería uno de los participantes del Revie Plan que utilizó aquel Manchester City. Este sistema les llevaría a jugar la Final de la FA Cup de 1955, donde cayeron por 3-1 ante el Newcastle, en un partido totalmente nefasto. Pero solo una temporada después, tendrían la revancha. Esta vez llegaban al viejo Wembley para jugar contra el Birmingham City. La final iba bien para el City, ganaban por 3-1 y quedaban 15 minutos.

Un balón disputado provocó un fuerte golpe entre Trautmann y Peter Murphy. Trautmann tenía un gran dolor en su cuello y en su rodilla derecha. En esa época no había cambios, por lo que continuó jugando a pesar de su estado físico. Con esos problemas, todavía tuvo tiempo para realizar paradas espectaculares en los últimos minutos, la más destacada ante Murphy. Se acabó el partido y ganaron, pero pudo recoger su medalla, aunque después tendría que permanecer con su cabeza inmóvil debido a que su dolor en el cuello incrementaba.

Acudió al St.George´s Hospital donde le dijeron que solo tenía tortícolis, pero tres dias después en Manchester el diagnóstico fue otro, se había roto cinco vértebras, de las cuales la segunda de ellas se había fracturado en dos, lo que pudo haberle costado la vida. Después volvería mucho más tarde a jugar, pero no se había recuperado bien de su lesión y duraría poco más.

Fue nombrado jugador del año por la prensa inglesa en 1956, y antes, en 1953 le ofrecieron jugar con su país pero lo rechazó, no quería más polémicas sobre su pasado. En su juego destacó además de por tener un porcentaje muy alto de paradas por tener un saque muy largo que realizaba con su mano, ya que había jugado al balonmano cuando era más joven.

En la actualidad vive en un pueblo valenciano (desde 1990) y ha trabajado para mejorar las relaciones anglo-germánicas. Su último homenaje se lo dieron en 2005, cuando pasó a formar parte del National Football Musseum de Preston.

Aquí debajo, el resumen de aquella final de la FA Cup de 1956 que le llevaría a la fama:


(publicado en el blog “Neighborhood Football”, el miércoles 21 de Octubre de 2009)

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Tras empatar de milagro a dos contra Suiza, Hans Peter Friedlander estrelló un balón en el poste en los últimos minutos, Brasil se la jugaba ante Yugoslavia en el tercer y último partido de la primera fase del Mundial de 1950.
A la ‘canarinha’ sólo le valía ganar si quería seguir luchando por conquistar su Mundial. Enfrente, una Yugoslavia que había aplastado a México (4-1) y a Suiza (3-0) con Kosta Tomasevic como su principal amenaza en ataque.
Sin embargo, la mala suerte se cebó con Yugoslavia en aquel decisivo partido. Cuando los jugadores se disponían a saltar al césped de Maracaná, Rajko Mitic olvidó agacharse y se golpeó la cabeza con el marco de la puerta del túnel de unos vestuarios que se encontraban en obras. Mitic sufrió una profunda brecha y recibió varios puntos de sutura en la cabeza, por lo que Yugoslavia tuvo que jugar los primeros veinte minutos del partido con un hombre menos ya que por aquel entonces seguía sin haber cambios durante los encuentros.
Cuando Mitic regresó al terreno de juego con un aparatoso vendaje en la cabeza, Brasil ya se había adelantado en el marcador gracias a un gol del ‘Pichichi’ Ademir en el minuto 4. Sin embargo, Mitic no se enteró de que Yugoslavia ya iba perdiendo hasta que se lo comunicaron sus compañeros en el vestuario durante el descanso.
Yugoslavia sufrió un segundo contratiempo durante el partido. El defensa Zlatko Čajkovski recibió el impacto de un naranjazo lanzado desde las pobladas gradas de Maracaná, por lo que jugó bastante mermado toda la segunda parte. En el minuto 68, Zizinho (foto) marcó el definitivo 2-0 y colocó a Brasil en la fase final de su Mundial.

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No soporto que los periodistas escriban “la pasividad de la defensa”. ¿Qué pasividad de la defensa? Yo nunca vi a una defensa que dijera: “Pase, Alfredo, y meta gol”.

(ALFREDO DI STÉFANO, ex jugador y entrenador argentino, emblema viviente del Real Madrid)

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¿Qué es un buen entrenador? Un buen entrenador es uno que tiene buenos jugadores.


(MICHEL PLATINI, presidente de la UEFA, -2009-)

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Cosas del fútbol (Pablo Pedroso - Argentina)


El Pelado Goenaga hace ya más de un año que es el Director Técnico del equipo. ¿Y qué le puedo decir después de lo que pasó? Uno es un ser humano, Macaya, y a veces se equivoca.

Si él me conoce bien…

Lo que pasó, pasó y ya está. Son cosas de los partidos. Yo lo entiendo al Pelado y estoy seguro que él me entiende a mí. El problema, Macaya, fue que el Pelado nunca estuvo como hoy.

¡La verdá, la verdá, le digo! Si siempre fue un tipo de lo más tranquilo. Uno sabía que la procesión la llevaba por dentro. Cualquiera se daba cuenta de sólo ver cómo faseaba durante los partidos pero nada más. Nunca fue de ponerse como loco y a los gritos como hacen otros, o como él hizo hoy. Ojo que no estoy diciendo que no tenga carácter. Al contrario, si cuando tuvo que levantar en peso alguno, lo hizo sin dudar. Ya sea en el entretiempo, al final del partido o en los entrenamientos. Eso sí, en la intimidad del plantel. Nada de salir a ventilar los quilombos afuera del vestuario. Es más, hace tres fechas cuando nos comimos cuatro goles en Rosario, le digo que nos cagó a pedos a todos. Pero a todos, eh.

A los que jugamos el partido, a los suplentes, a los lesionados, ni uno se salvó. Pero siempre como un señor, con respeto y haciéndose respetar. Yo no sé qué le habrá pasado hoy. Nunca lo vi tan sacado, Macaya, se lo aseguro. Ni cuando zafamos raspando del descenso en el campeonato pasado. ¿Qué sé yo qué le habrá agarrado? El Pelado estaba distinto desde el primer minuto. Hasta el Negro García, que juega de lateral por la derecha me dijo que escuchaba sus gritos y sus indicaciones.

Yo entiendo que si a los quince minutos del primer tiempo ya te comiste dos pepinos y ves que te están cascoteando el rancho, muy tranquilo no podés estar. Pero lo del Pelado no tenía nombre: “¡Correlo, correlo, correlo!”. Me gritaba cada vez que se escapaba un tipo. Y si lo alcanzaba y recuperaba la pelota: “¡Llevala! ¡Por afuera! ¡A un toque! ¡Por afuera!”. Todo me decía. Y para colmo lo tenía pegadito, ahí nomás. “¡Tocá y picá! ¡Tocá y picá! ¡Seguilo! ¡Seguilo!”. ¿Me explico? Doble me lo decía, con repetición. ¡Y no paraba, eh! Si cuando yo me mandaba más al centro, un poco por las jugadas y otro poco para escaparme del Pelado, me gritaba para que juegue junto a la raya: “¡Robles! ¡Robles! ¡Jugá por afuera, Robles! ¡Jugá por afuera!”.

Le juro Macaya que no veía la hora de que termine el primer tiempo para poder pasar del otro lado y no escucharlo más. ¿Me entiende Macaya? ¿Y cuál era el único nombre que sabía? El mío: “¡Corré Robles, corré! ¡No lo pierdas Robles! ¡No lo pierdas! ¡Vamos Robles! ¡Vamos Robles!”. Mire cómo estaría de sacado que el cuarto hombre lo tuvo que cagar a pedos al Pelado porque más de una vez, de la locura, no se daba cuenta y se metía dentro de la cancha... No es para justificar pero póngase en mi lugar Macaya. ¿Usted sabe lo que es?

¿Cómo puede uno estar con el bocho frío si de afuera están todo el tiempo dale que dale gritándole lo que tiene que hacer? Le juro Macaya que estaba insoportable. No podía concentrarme en el juego. Más me hablaba y más cagadas me mandaba. Para colmo el Piojo Funes, el wing del otro equipo, me obligaba siempre a jugar ahí, junto a la de cal, cerca de donde estaba el Pelado. “¡Ojo con ese! ¡Ojo con ese! ¡Que no se te escape! ¡Que no se te escape!”. No se cansaba de gritarme. “¡Anticípalo! ¡No lo dejés jugar! ¡Robles! ¡No lo dejés jugar!”. Y él no se cansó. El que se cansó fui yo.

Fue una situación desafortunada. Entiéndame Macaya. Estaba solo, casi en la línea, cuidando la pelota y tenía a dos de ellos, atrás mío que me taladraban los tobillos queriendo sacarme la bocha. No se acercaba nadie para descargar y el Pelado ahí, a centímetros, gritándome: “¡Cuidala Robles, cuidala! ¡No la pierdas, Robles! ¡No la pierdas!”.

Yo no sé que pasó pero no soporté más y le pegué. Lo único quería era que se callara. Sé que fue una piña tremenda pero no fue mi intención golpearlo de verdad, ni bajarle los dos dientes que le bajé ni nada de eso. No puedo creer que esa persona fuera yo, Macaya. Por eso, si me permite, quiero aprovechar la oportunidad que usted me brinda para pedir perdón públicamente y en especial a la familia del Pelado. Ahora mismo salgo para la clínica donde lo internaron. Me avisaron que recobró el conocimiento así que espero que me pueda recibir. Le agradezco nuevamente esta oportunidad y sólo me resta por decir, y le pido que me entienda Macaya, que esto que pasó son cosas del fútbol, ¿vio?

(Un agradecimiento especial a Pablo Pedroso, autor de este cuento, por su autorización para publicarlo en "Los cuentos de la pelota". Muchas gracias Pablo!!)

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El seleccionado argentino logró por sexta vez la Copa América, en el estadio Nacional de Chile, en 1941.
El partido de su coronación lo realizó ante el anfitrión, a quien derrotó por 1 a 0, gol anotado por el “Chueco” García a los 26 minutos de la segunda parte.
En ese cotejo, la Argentina, dirigida por Guillermo Stábile (el primer máximo goleador de un Mundial, en 1930) alineó con Estrada; Salomón y Alberti; Roberto Sbarra, Videla y Battagliero; Pedernera; Moreno, Arrieta, Antonio Sastre y Enrique García.
El plantel del campeón se completaba con Sebastián Gualco, Lorenzo Gilli, Sabino Coletta, José Minella, Gregorio Esperón, Juan Marvezzi, Juan Gayol, Oscar Belén, Ricardo Alarcón, Bartolomé Colombo y Gabino Arregui.
Era un equipo con figuras indiscutibles, destacándose el talento de Adolfo Pedernera y José Manuel Moreno, ambos de River Plate.
Para la conquista, Argentina ganó los 4 partidos que disputó, con 10 goles a favor y 2 en contra. Derrotó a Perú por 2 a 1, a Ecuador 6 a 1, Uruguay 1 a 0 y a Chile por 1 a 0. El goleador fue Juan Marvezzi, con 5 tantos, con la particularidad que todos ellos los convirtió en un solo cotejo, ante Ecuador.

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El italiano, que se sentía deprimido antes del advenimiento del fascismo, se siente ahora orgulloso de su propia raza. Es ese ejemplo el que debe guiar a los deportistas brasileños.

(GETÚLIO VARGAS, presidente de la República Federativa del Brasil, arengando a la delegación brasileña, finalizada la Copa del Mundo de 1934 que obtuvo la selección 'azzurra')

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Quien no conoce las tristezas deportivas no conoce nada de la tristeza.

(JULIO RAMÓN RIBEYRO [1929-1994], escritor peruano)

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Futbolista (Abel Feu - España)


Si lo hubiera sabido, futbolista.

Un deportivo hortera y una rubia
todavía más hortera a la salida
de los entrenamientos. Un pendiente
en la orejita izquierda y el flequillo
tenaz que cae y cae sobre mis ojos
y yo aparto -¡qué tío!- con ese gesto
que hasta imitan los niños...

En fin, vida
vidorra, anuncios, goles, entrevistas,
vaya mansión, autógrafos y etcétera...

Lo juro: futbolista. No estos versos
ramplones y prosaicos. No estos años
cabrones. Ni las suposiciones. Ni esperar
a que nunca pase nada...

Y no poeta, no, ¡no!,
no poeta sobre todo,
cualquier cosa antes que este camelo
que mira a lo que lleva: a lamentarse mucho
de uno mismo, a exhibir trapos sucios,
a este strip-tease grotesco, qué vergüenza.

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Se llamaba Augusto Vieira de Oliveira y lo apodaban Tite. Era un puntero izquierdo que se había convertido en ídolo del Santos de los años 50, antes de la aparición de Pelé. Tite jugó con Pelé y también con Gilmar, Dorval, Mengalvio, Coutinho, Pepe y Zito, entre otras estrellas que hicieron historia en el equipo blanco.
Participó de 475 partidos en el Santos, anotando un total de 151 goles, obteniendo 16 títulos y siendo integrante del equipo ganador de la Copa Libertadores de 1962 y 1963. Era veloz, muy hábil y tenía una gran precisión para colocar la pelota donde lo deseaba. Luego, con el paso de los años, lo sucedió Pepe, quien solo tenía un poderoso remate. Tite fue pieza fundamental para que el Santos se consagrara doble campeón paulista en 1955-1956.
Lógicamente, jugó para el seleccionado de su país, ganando la Copa Roca en 1957, contra Argentina. En el primer partido de esa edición de la Copa, disputado en el Maracaná, cuando debutó Pelé (ganó Argentina por 2 a 1, pero luego perdió 2 a 0 en San Pablo) el equipo “verdeamarelho” formó así: Castilho; Paulino y Oreco; Bellini, Jadir y Zito; Maurinho, Luisinho, Mazzola, Del Vecchio, Pelé (que hizo el gol) y Tite.
Tras dejar el fútbol, fue uno de los tantos futbolistas que se dedicó a la música, tocando muy bien la guitarra en bares y clubes nocturnos de su propiedad, en Santos y San Pablo.
Augusto Vieira de Oliveira, quien forma parte de la historia grande del Santos, falleció el 26 de Agosto de 2004, a los 74 años de edad.

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¿Así que yo tengo la culpa de todo lo que pasa? ¿O sea que si vos comprás un Fitito y te falla el motor, la culpa la tiene Agnelli?

(FRANCISCO “Paco” CASAL, controvertido empresario futbolístico uruguayo, en su libro autobiográfico “Yo, Paco”)

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Diego 'incendia' al Pibe porque quiere seguir siendo un mito, el mejor en la historia, la historia argentina al menos.

(RENÉ HOUSEMAN, ex internacional argentino, creaba buen revuelo a fines del año pasado -2009-, cuando daba a entender, sin más, que Diego Maradona saboteaba a Messi en la selección)

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La princesa futbolista (cuento infantil)


Había una vez, en un país muy lejano, una princesa que era preciosa. Casi todas las princesas de los cuentos se pasaban el día esperando a que llegase un príncipe azul, sentadas en la ventana bordando servilletas o pañuelos y haciendo todo tipo de cosas raras.

Pero nuestra princesa, la princesa Tesa, era distinta a todas las princesas del mundo: ni le gustaba bordar, ni esperaba a un príncipe azul asomada en la ventana de su palacio. ¡Qué aburrimiento!

A ella le gustaba hacer lo que a todos los niños de su edad: correr, jugar, saltar, divertirse con sus amigos y amigas, recorrer el castillo, ir al campo...

También le gustaba dibujar y leer. Desde que había aprendido a leer, todos los días leía un buen rato. Había leído muchos cuentos de princesas, de duendes y de castillos, por eso sabía que las princesas de los cuentos eran un poco raras y les gustaba hacer cosas extrañas. Ella era distinta, era como todos los niños y niñas de su ciudad.

Pero lo que más le gustaba hacer a la princesa Tesa era jugar al fútbol.

Por eso, le llamaban la princesa futbolista, y a ella le gustaba mucho ese nombre.

Jugaba siempre con otros niños y niñas que vivían en castillos de su barrio. Algunos eran príncipes y princesas azules, o verdes, o amarillas, como ella; otros eran niños y niñas normales, ni príncipes, ni princesas, ni nada parecido. Pero a ella le daba lo mismo: se lo pasaba muy bien con todo el mundo.

La princesa Tesa también iba al colegio y allí aprendía a contar: uno, dos, tres, cuatro... y a numerar: primero, segundo, tercero, cuarto... y a sumar: uno más uno dos, dos más uno tres, tres más uno cuatro. Ella siempre sumaba balones.

También aprendió a conocer todas las monedas de su país. Un euro, dos euros, cinco euros, diez euros, veinte euros... Las monedas son de metal y los billetes de papel, pero no de papel normal, no, sino de un papel especial. Con las monedas y los billetes se pueden comprar balones y muchas cosas más.

Pero la princesa Tesa no quería comprar otras cosas, sólo quería comprarse un balón reglamentario. El que utilizaba en sus juegos estaba ya muy viejo y ella era una gran futbolista. Cuando le pasaban el balón, podía meter muchos goles, ¡muchíííísimos goles!, y con un balón oficial seguro que podría meter muchos más. Pero esos balones eran muy caros, y ella casi no tenía dinero.

Sí, sí... ya lo sé. Como Tesa es princesa, tal vez estés pensando que debía tener mucho dinero ¿no? Pero Tesa era una princesa que tenía poco dinero, tan poco que no podía comprarse un balón.

Un día pensó que su padre, el Rey, y su madre, la Reina, tenían más dinero y que tal vez podría pedirles algo prestado y comprarse un balón. También podría pedirles que le comprasen el balón, como un regalo.

Por eso un día le pidió a su padre, el Rey, que le comprara el balón. Pero el Rey, que estaba en su Palacio, le dijo muy serio:

-Tesa, hija mía, cada domingo te doy unas monedas para que las gastes como quieras. Tú siempre te gastas esas monedas en golosinas. ¡Ahorra y podrás comprarte el balón que quieras!

Y es que, eso de que las princesas tenían todo lo que querían eran sólo mentiras de otros cuentos. Las princesas, los príncipes, las niñas y los niños bien educados, nunca pueden tener todo lo que quieren porque, después, no saben lo que cuesta conseguir las cosas y se vuelven tristes, aburridos y protestones.

El Rey del Palacio, que era el padre de Tesa, la princesa, pretendía dar una lección a su hija porque la quería mucho.

Otro día le pidió a su madre, la Reina del Palacio, que le comprase un balón reglamentario, pero la madre -toda una Reina- le dijo lo mismo que su padre:

-¡Ahorra hija mía! Ahorra y tendrás el mejor balón del mundo si tú quieres. Además, te voy a ayudar, para que empieces a ahorrar.

Y entonces, para sorpresa de su hija Tesa la princesa, le regaló un precioso cerdito de barro, que tenía una ranura en el lomo.

-¿Esto qué es? -preguntó Tesa, muy sorprendida.

-Es una hucha -le contestó su madre, la Reina-. Si vas metiendo monedas por esta ranura, ya verás como, en poco tiempo, te puedes comprar un balón reglamentario. En algunos países, como por ejemplo en Alemania, se dice que los cerdos traen suerte, por eso las huchas tienen forma de cerdito.

La princesa Tesa empezó a pensar que su padre, el Rey, y su madre, la Reina, tenían razón, por eso se puso muy contenta con la hucha de la suerte.

Cuando al domingo siguiente, los reyes, sus padres, llamaron a Tesa para darse la propina que le daban cada domingo, Tesa decidió que era el momento de empezar a ahorrar. En lugar de gastar todas las monedas en caramelos y golosinas para toda la semana, como había hecho otras veces, decidió guardar algunas monedas en el cerdito de la suerte que le había regalado su mamá.

-Así podré comprarme el balón que quiero -pensó.

Además, también pensó otros pensamientos, muy, pero que muy positivos: no tenía por qué comprar sólo caramelos y golosinas.

También podría comprar zumos, juguetes, cuentos... Ahora que empezaba a ahorrar podría comprar muchas cosas. El secreto estaba en saber esperar.

Y fueron pasando las semanas en el Palacio del Rey, la Reina y la Princesa. Cada domingo, Tesa guardaba parte de su propina en el interior de su hucha de cerdito y el resto se lo gastaba en cosas muy variadas: caramelos, zumos y otras cosas que compraba en las tiendas de chucherías y de cuentos del Palacio.

El resto del tiempo lo pasaba en el colegio o jugando con sus amigos con la vieja pelota de fútbol.

Ahora sabía, estaba segura, que algún día podría comprar su balón reglamentario. Por eso, para estar preparada, empezó a visitar diferentes tiendas en las que vendían balones. A veces, le acompañaba su hermano mayor; otras, su madre, la Reina, o su padre, el Rey.

Visitó muchas tiendas hasta encontrar el mejor balón, el más bonito y el más barato. Así aprendió que para comprar hay que comparar.

Una mañana, Tesa sintió curiosidad por saber cuántas monedas había ahorrado. Como se había aficionado a guardar monedas en su cerdito de la suerte, ya estaba lleno y no cabía ninguna moneda más. Cuando abrió su hucha y contó las monedas que había dentro, se puso muy contenta. Tenía dinero suficiente para comprar un balón nuevo, el balón que había visto en la tienda mejor de todas las que había visitado.

Pero además, se llevó una gran sorpresa, porque no sólo podría comprar uno, con todo ese dinero podría comprar dos balones.

Entonces se puso a pensar qué podría hacer con dos balones. Y como sucede siempre que piensas mucho, Tesa encontró la solución: se le había ocurrido una gran idea.

Rápidamente, corrió a la feria que se colocaba a las afueras del palacio en la que se podía comprar de todo. Allí estaba también la tienda que vendía los mejores balones, ella lo sabía porque había buscado y comparado antes de decidirse, como debe ser. Se acercó y le pidió al vendedor los dos mejores balones que tuviese.

Por fin tenía ante sus ojos los balones deseados, preciosos balones blancos y negros, hechos de cuero cosido a mano; tenían una pinta fantástica. Contó las monedas que había ahorrado y se las entregó al vendedor.

Él, a cambio, le dio dos balones reglamentarios magníficos. ¡Lo había conseguido!

Al llegar a casa, dejó un balón en su habitación, después se lo enseñaría a sus padres, el Rey y la Reina. Pero antes envolvió muy bien el otro balón y lo llevó a la oficina de correos. Quería enviar ese balón a los niños y niñas más pobres del mundo, tan pobres que ni siquiera podían ahorrar, para que, como ella, pudieran jugar al fútbol con un balón verdadero.

Por la tarde, en el patio del castillo, Tesa jugó por fin con su balón nuevo junto a todos sus amigos y amigas. Era la princesa futbolista más contenta de todas las princesas futbolistas de los cuentos que nunca han existido. Ese balón era suyo, se lo había comprado ahorrando.

Esa tarde metió más de diez goles. Fueron los mejores goles de toda su vida, porque los había metido con un balón que era verdaderamente suyo. Los Reyes dejaron de trabajar durante un rato y bajaron a contemplar el partido de fútbol. ¡Estaban tan orgullosos de su hija!

Los Reyes estaban también muy contentos porque su hija, la princesa Tesa, tenía un gran corazón.

La princesa futbolista en ese instante estaba pensando en comprar una portería nueva. ¿Cuánto tiempo tendría que ahorrar?

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De las 8 ediciones disputadas de la Copa Sudamericana (2002-2009) se realizaron 496 partidos, convirtiéndose un total de 1.288 goles. Fueron equipos campeones de Argentina. México, Brasil, Perú y Ecuador. En cuanto a futbolistas, el chileno Humberto Suazo mantiene un récord: actuando para Colo Colo anotó 10 tantos, en 2006. Claro que el argentino Bruno Marioni está en lo alto en cuanto a goleador histórico de la Sudamericana, al haber convertido 11, repartido entre los siguientes clubes: Pumas de la UNAM y el Toluca, ambos de México, e Independiente de Avellaneda.
Por su parte el brasileño Nilmar es el único goleador que fue máximo artillero de la Sudamericana y de la Copa Libertadores: fueron 5 tantos para Internacional de Porto Alegre, en la Sudamericana de 2008 y 5 conquistas en el Corinthians, en la Libertadores de 2006. Colo Colo, en 2006 marcó 25 goles en 10 partidos. Es el club más goleador de la Sudamericana en una edición. Detrás del equipo chileno, aparece Liga de Quito, que en en 2009 anotó 23 tantos en 10 cotejos.
En cuanto a futbolistas ganadores, el paraguayo Claudio Morel Rodríguez es el único tri campeón de la Copa Sudamericana: campeón con San Lorenzo en 2002 y campeón con Boca en 2004 y 2005. De los equipos campeones, se registra algo singular: mientras el ganador de la Copa en la última edición, la Liga de Quito, ganó sus 5 partidos como local y ninguno como visitante (3 empates y 2 derrotas), Arsenal de Sarandí, que obtuvo el título en 2007, no venció en ninguno de sus compromisos en calidad de local (4 empates y una derrota) pero se mantuvo invicto como visitante (venció en 4 partidos y empató el restante).

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Es curioso: sólo juegan once, pero sus hazañas, sus fracasos, sus derrotas, sus victorias, su buen o mal juego, sus goles marcados y encajados, su posición en la tabla, sus lesiones... nos atribuimos todos los aficionados.

(CARLOS GOÑI ZUBIETA, doctor en Filosofía y escritor español)

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Me rajaban de todos lados, no me quería nadie. Yo nunca soñé con jugar en Primera... me veían con las zapatillas agujereadas y el físico esmirriado y salían corriendo.

(HÉCTOR CASIMIRO YAZALDE [1946-1997], temible goleador argentino de la década del ’70, recordando sus humildes orígenes)

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Fiorentina derrota al Milan en su casa de Florencia (Walter Molini - Italia)

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