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Cuando me entero que a algún rival le ha dejado la mujer, yo procuro recordárselo en el campo.

(VINNIE JONES, ex jugador inglés, célebre por su mal genio dentro y fuera de las canchas)

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Soy muy amigo suyo, me cuesta conseguir una definición. Siempre rescato como algo positivo del Flaco que, hace muchos años, cuando se imponía un fútbol terriblemente utilitario, él fue uno de los pocos que se levantó a decir ‘che, pensemos en el espectador’. Eso para mí es muy rescatable.

(ROBERTO FONTANARROSA [1944-2007], recordado humorista argentino, opinando en 2001 sobre César Luis Menotti)

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El portero de hierro del Manchester City


Bert Trautmann nació en 1923 en Bremen. Estuvo en la Luftwaffe, las fuerzas aéreas alemanas, y partició en la segunda Guerra Mundial, era un paracaidista. Estuvo luchando en el Frente del Este, por ello le dieron cinco medallas, entre ellas, la "Iron Cross".

Después de esto, le mandarían a luchar al frente Oeste, allí no tendría tanta suerte. Fue capturado por los británicos. Lo llevaron a un campo de concentración de Ashton-in-Makerfield (en Lancashire) con 1.000 soldados más, él fue uno de los 90 que consiguieron sobrevivir. Un poco más tarde le ofrecieron repatriarse a Alemania, pero se negó, entonces se quedó a vivir en el norte de Inglaterra, trabajando como granjero y jugando al fútbol. Era el portero del St.Helens Town (actualmente en la North West Counties Football League). Allí jugaría 43 partidos, en la temporada 1948-49. Ese año su fama iría creciendo, sobre todo tras una final de una competición local, la Mahon Cup, a la que acudirían unas 9.000 personas.

Entonces llegaría su momento, varios clubes se interesaron por él, finalmente ficharía por el Manchester City con un contrato amateur. Era su oportunidad, y no la desaprovechó, ya que no tardarían en hacerle contrato profesional. Su pasado como soldado (posteriormente también fue sargento) de la Alemania nazi no gustaba a la afición. Muchos seguidores bombardearon la sede del City con cartas de protesta y pancartas en las que se podían leer leyendas como "Fuera el alemán". Además, tenía que sustituir a toda una leyenda de los citiziens, Frank Swift.

Su primer partido como titular lo disputaría ante el Bolton Wanderers, aquello sirvió para que los fans del City se dieran cuenta de su calidad como portero. Pero cuando jugaban fuera, era abucheado por los seguidores de los equipos rivales, tanto que un día cuentan que se desconcentró por completo, al ser el centro de las iras rivales, y le metieron 7 goles, concretamente jugando ante el Derby County.

Poco después, en Enero de 1950 tenía que jugar en Craven Cottage, su primera visita a Londres. La prensa londinense recordaba su pasado todos los días, y en aquel partido la afición del Fulham no paró de llamarle "nazi" durante todo el partido. Pero al final de aquel partido, tras realizar grandes paradas terminó siendo aplaudido, sobre todo por los jugadores de ambos equipos, el Fulham y el Manchester City. A pesar de sus grandes partidos, no pudo evitar que el City bajase a segunda ese año, aunque no tardarían en volver a la First Division.

Comenzó a ser considerado uno de los mejores porteros de la época, y fue uno de los primeros porteros en jugar con los pies ya que sería uno de los participantes del Revie Plan que utilizó aquel Manchester City. Este sistema les llevaría a jugar la Final de la FA Cup de 1955, donde cayeron por 3-1 ante el Newcastle, en un partido totalmente nefasto. Pero solo una temporada después, tendrían la revancha. Esta vez llegaban al viejo Wembley para jugar contra el Birmingham City. La final iba bien para el City, ganaban por 3-1 y quedaban 15 minutos.

Un balón disputado provocó un fuerte golpe entre Trautmann y Peter Murphy. Trautmann tenía un gran dolor en su cuello y en su rodilla derecha. En esa época no había cambios, por lo que continuó jugando a pesar de su estado físico. Con esos problemas, todavía tuvo tiempo para realizar paradas espectaculares en los últimos minutos, la más destacada ante Murphy. Se acabó el partido y ganaron, pero pudo recoger su medalla, aunque después tendría que permanecer con su cabeza inmóvil debido a que su dolor en el cuello incrementaba.

Acudió al St.George´s Hospital donde le dijeron que solo tenía tortícolis, pero tres dias después en Manchester el diagnóstico fue otro, se había roto cinco vértebras, de las cuales la segunda de ellas se había fracturado en dos, lo que pudo haberle costado la vida. Después volvería mucho más tarde a jugar, pero no se había recuperado bien de su lesión y duraría poco más.

Fue nombrado jugador del año por la prensa inglesa en 1956, y antes, en 1953 le ofrecieron jugar con su país pero lo rechazó, no quería más polémicas sobre su pasado. En su juego destacó además de por tener un porcentaje muy alto de paradas por tener un saque muy largo que realizaba con su mano, ya que había jugado al balonmano cuando era más joven.

En la actualidad vive en un pueblo valenciano (desde 1990) y ha trabajado para mejorar las relaciones anglo-germánicas. Su último homenaje se lo dieron en 2005, cuando pasó a formar parte del National Football Musseum de Preston.

Aquí debajo, el resumen de aquella final de la FA Cup de 1956 que le llevaría a la fama:


(publicado en el blog “Neighborhood Football”, el miércoles 21 de Octubre de 2009)

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Tras empatar de milagro a dos contra Suiza, Hans Peter Friedlander estrelló un balón en el poste en los últimos minutos, Brasil se la jugaba ante Yugoslavia en el tercer y último partido de la primera fase del Mundial de 1950.
A la ‘canarinha’ sólo le valía ganar si quería seguir luchando por conquistar su Mundial. Enfrente, una Yugoslavia que había aplastado a México (4-1) y a Suiza (3-0) con Kosta Tomasevic como su principal amenaza en ataque.
Sin embargo, la mala suerte se cebó con Yugoslavia en aquel decisivo partido. Cuando los jugadores se disponían a saltar al césped de Maracaná, Rajko Mitic olvidó agacharse y se golpeó la cabeza con el marco de la puerta del túnel de unos vestuarios que se encontraban en obras. Mitic sufrió una profunda brecha y recibió varios puntos de sutura en la cabeza, por lo que Yugoslavia tuvo que jugar los primeros veinte minutos del partido con un hombre menos ya que por aquel entonces seguía sin haber cambios durante los encuentros.
Cuando Mitic regresó al terreno de juego con un aparatoso vendaje en la cabeza, Brasil ya se había adelantado en el marcador gracias a un gol del ‘Pichichi’ Ademir en el minuto 4. Sin embargo, Mitic no se enteró de que Yugoslavia ya iba perdiendo hasta que se lo comunicaron sus compañeros en el vestuario durante el descanso.
Yugoslavia sufrió un segundo contratiempo durante el partido. El defensa Zlatko Čajkovski recibió el impacto de un naranjazo lanzado desde las pobladas gradas de Maracaná, por lo que jugó bastante mermado toda la segunda parte. En el minuto 68, Zizinho (foto) marcó el definitivo 2-0 y colocó a Brasil en la fase final de su Mundial.

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No soporto que los periodistas escriban “la pasividad de la defensa”. ¿Qué pasividad de la defensa? Yo nunca vi a una defensa que dijera: “Pase, Alfredo, y meta gol”.

(ALFREDO DI STÉFANO, ex jugador y entrenador argentino, emblema viviente del Real Madrid)

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¿Qué es un buen entrenador? Un buen entrenador es uno que tiene buenos jugadores.


(MICHEL PLATINI, presidente de la UEFA, -2009-)

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Cosas del fútbol (Pablo Pedroso - Argentina)


El Pelado Goenaga hace ya más de un año que es el Director Técnico del equipo. ¿Y qué le puedo decir después de lo que pasó? Uno es un ser humano, Macaya, y a veces se equivoca.

Si él me conoce bien…

Lo que pasó, pasó y ya está. Son cosas de los partidos. Yo lo entiendo al Pelado y estoy seguro que él me entiende a mí. El problema, Macaya, fue que el Pelado nunca estuvo como hoy.

¡La verdá, la verdá, le digo! Si siempre fue un tipo de lo más tranquilo. Uno sabía que la procesión la llevaba por dentro. Cualquiera se daba cuenta de sólo ver cómo faseaba durante los partidos pero nada más. Nunca fue de ponerse como loco y a los gritos como hacen otros, o como él hizo hoy. Ojo que no estoy diciendo que no tenga carácter. Al contrario, si cuando tuvo que levantar en peso alguno, lo hizo sin dudar. Ya sea en el entretiempo, al final del partido o en los entrenamientos. Eso sí, en la intimidad del plantel. Nada de salir a ventilar los quilombos afuera del vestuario. Es más, hace tres fechas cuando nos comimos cuatro goles en Rosario, le digo que nos cagó a pedos a todos. Pero a todos, eh.

A los que jugamos el partido, a los suplentes, a los lesionados, ni uno se salvó. Pero siempre como un señor, con respeto y haciéndose respetar. Yo no sé qué le habrá pasado hoy. Nunca lo vi tan sacado, Macaya, se lo aseguro. Ni cuando zafamos raspando del descenso en el campeonato pasado. ¿Qué sé yo qué le habrá agarrado? El Pelado estaba distinto desde el primer minuto. Hasta el Negro García, que juega de lateral por la derecha me dijo que escuchaba sus gritos y sus indicaciones.

Yo entiendo que si a los quince minutos del primer tiempo ya te comiste dos pepinos y ves que te están cascoteando el rancho, muy tranquilo no podés estar. Pero lo del Pelado no tenía nombre: “¡Correlo, correlo, correlo!”. Me gritaba cada vez que se escapaba un tipo. Y si lo alcanzaba y recuperaba la pelota: “¡Llevala! ¡Por afuera! ¡A un toque! ¡Por afuera!”. Todo me decía. Y para colmo lo tenía pegadito, ahí nomás. “¡Tocá y picá! ¡Tocá y picá! ¡Seguilo! ¡Seguilo!”. ¿Me explico? Doble me lo decía, con repetición. ¡Y no paraba, eh! Si cuando yo me mandaba más al centro, un poco por las jugadas y otro poco para escaparme del Pelado, me gritaba para que juegue junto a la raya: “¡Robles! ¡Robles! ¡Jugá por afuera, Robles! ¡Jugá por afuera!”.

Le juro Macaya que no veía la hora de que termine el primer tiempo para poder pasar del otro lado y no escucharlo más. ¿Me entiende Macaya? ¿Y cuál era el único nombre que sabía? El mío: “¡Corré Robles, corré! ¡No lo pierdas Robles! ¡No lo pierdas! ¡Vamos Robles! ¡Vamos Robles!”. Mire cómo estaría de sacado que el cuarto hombre lo tuvo que cagar a pedos al Pelado porque más de una vez, de la locura, no se daba cuenta y se metía dentro de la cancha... No es para justificar pero póngase en mi lugar Macaya. ¿Usted sabe lo que es?

¿Cómo puede uno estar con el bocho frío si de afuera están todo el tiempo dale que dale gritándole lo que tiene que hacer? Le juro Macaya que estaba insoportable. No podía concentrarme en el juego. Más me hablaba y más cagadas me mandaba. Para colmo el Piojo Funes, el wing del otro equipo, me obligaba siempre a jugar ahí, junto a la de cal, cerca de donde estaba el Pelado. “¡Ojo con ese! ¡Ojo con ese! ¡Que no se te escape! ¡Que no se te escape!”. No se cansaba de gritarme. “¡Anticípalo! ¡No lo dejés jugar! ¡Robles! ¡No lo dejés jugar!”. Y él no se cansó. El que se cansó fui yo.

Fue una situación desafortunada. Entiéndame Macaya. Estaba solo, casi en la línea, cuidando la pelota y tenía a dos de ellos, atrás mío que me taladraban los tobillos queriendo sacarme la bocha. No se acercaba nadie para descargar y el Pelado ahí, a centímetros, gritándome: “¡Cuidala Robles, cuidala! ¡No la pierdas, Robles! ¡No la pierdas!”.

Yo no sé que pasó pero no soporté más y le pegué. Lo único quería era que se callara. Sé que fue una piña tremenda pero no fue mi intención golpearlo de verdad, ni bajarle los dos dientes que le bajé ni nada de eso. No puedo creer que esa persona fuera yo, Macaya. Por eso, si me permite, quiero aprovechar la oportunidad que usted me brinda para pedir perdón públicamente y en especial a la familia del Pelado. Ahora mismo salgo para la clínica donde lo internaron. Me avisaron que recobró el conocimiento así que espero que me pueda recibir. Le agradezco nuevamente esta oportunidad y sólo me resta por decir, y le pido que me entienda Macaya, que esto que pasó son cosas del fútbol, ¿vio?

(Un agradecimiento especial a Pablo Pedroso, autor de este cuento, por su autorización para publicarlo en "Los cuentos de la pelota". Muchas gracias Pablo!!)

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El seleccionado argentino logró por sexta vez la Copa América, en el estadio Nacional de Chile, en 1941.
El partido de su coronación lo realizó ante el anfitrión, a quien derrotó por 1 a 0, gol anotado por el “Chueco” García a los 26 minutos de la segunda parte.
En ese cotejo, la Argentina, dirigida por Guillermo Stábile (el primer máximo goleador de un Mundial, en 1930) alineó con Estrada; Salomón y Alberti; Roberto Sbarra, Videla y Battagliero; Pedernera; Moreno, Arrieta, Antonio Sastre y Enrique García.
El plantel del campeón se completaba con Sebastián Gualco, Lorenzo Gilli, Sabino Coletta, José Minella, Gregorio Esperón, Juan Marvezzi, Juan Gayol, Oscar Belén, Ricardo Alarcón, Bartolomé Colombo y Gabino Arregui.
Era un equipo con figuras indiscutibles, destacándose el talento de Adolfo Pedernera y José Manuel Moreno, ambos de River Plate.
Para la conquista, Argentina ganó los 4 partidos que disputó, con 10 goles a favor y 2 en contra. Derrotó a Perú por 2 a 1, a Ecuador 6 a 1, Uruguay 1 a 0 y a Chile por 1 a 0. El goleador fue Juan Marvezzi, con 5 tantos, con la particularidad que todos ellos los convirtió en un solo cotejo, ante Ecuador.

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El italiano, que se sentía deprimido antes del advenimiento del fascismo, se siente ahora orgulloso de su propia raza. Es ese ejemplo el que debe guiar a los deportistas brasileños.

(GETÚLIO VARGAS, presidente de la República Federativa del Brasil, arengando a la delegación brasileña, finalizada la Copa del Mundo de 1934 que obtuvo la selección 'azzurra')

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Quien no conoce las tristezas deportivas no conoce nada de la tristeza.

(JULIO RAMÓN RIBEYRO [1929-1994], escritor peruano)

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Futbolista (Abel Feu - España)


Si lo hubiera sabido, futbolista.

Un deportivo hortera y una rubia
todavía más hortera a la salida
de los entrenamientos. Un pendiente
en la orejita izquierda y el flequillo
tenaz que cae y cae sobre mis ojos
y yo aparto -¡qué tío!- con ese gesto
que hasta imitan los niños...

En fin, vida
vidorra, anuncios, goles, entrevistas,
vaya mansión, autógrafos y etcétera...

Lo juro: futbolista. No estos versos
ramplones y prosaicos. No estos años
cabrones. Ni las suposiciones. Ni esperar
a que nunca pase nada...

Y no poeta, no, ¡no!,
no poeta sobre todo,
cualquier cosa antes que este camelo
que mira a lo que lleva: a lamentarse mucho
de uno mismo, a exhibir trapos sucios,
a este strip-tease grotesco, qué vergüenza.

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Se llamaba Augusto Vieira de Oliveira y lo apodaban Tite. Era un puntero izquierdo que se había convertido en ídolo del Santos de los años 50, antes de la aparición de Pelé. Tite jugó con Pelé y también con Gilmar, Dorval, Mengalvio, Coutinho, Pepe y Zito, entre otras estrellas que hicieron historia en el equipo blanco.
Participó de 475 partidos en el Santos, anotando un total de 151 goles, obteniendo 16 títulos y siendo integrante del equipo ganador de la Copa Libertadores de 1962 y 1963. Era veloz, muy hábil y tenía una gran precisión para colocar la pelota donde lo deseaba. Luego, con el paso de los años, lo sucedió Pepe, quien solo tenía un poderoso remate. Tite fue pieza fundamental para que el Santos se consagrara doble campeón paulista en 1955-1956.
Lógicamente, jugó para el seleccionado de su país, ganando la Copa Roca en 1957, contra Argentina. En el primer partido de esa edición de la Copa, disputado en el Maracaná, cuando debutó Pelé (ganó Argentina por 2 a 1, pero luego perdió 2 a 0 en San Pablo) el equipo “verdeamarelho” formó así: Castilho; Paulino y Oreco; Bellini, Jadir y Zito; Maurinho, Luisinho, Mazzola, Del Vecchio, Pelé (que hizo el gol) y Tite.
Tras dejar el fútbol, fue uno de los tantos futbolistas que se dedicó a la música, tocando muy bien la guitarra en bares y clubes nocturnos de su propiedad, en Santos y San Pablo.
Augusto Vieira de Oliveira, quien forma parte de la historia grande del Santos, falleció el 26 de Agosto de 2004, a los 74 años de edad.

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¿Así que yo tengo la culpa de todo lo que pasa? ¿O sea que si vos comprás un Fitito y te falla el motor, la culpa la tiene Agnelli?

(FRANCISCO “Paco” CASAL, controvertido empresario futbolístico uruguayo, en su libro autobiográfico “Yo, Paco”)

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Diego 'incendia' al Pibe porque quiere seguir siendo un mito, el mejor en la historia, la historia argentina al menos.

(RENÉ HOUSEMAN, ex internacional argentino, creaba buen revuelo a fines del año pasado -2009-, cuando daba a entender, sin más, que Diego Maradona saboteaba a Messi en la selección)

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La princesa futbolista (cuento infantil)


Había una vez, en un país muy lejano, una princesa que era preciosa. Casi todas las princesas de los cuentos se pasaban el día esperando a que llegase un príncipe azul, sentadas en la ventana bordando servilletas o pañuelos y haciendo todo tipo de cosas raras.

Pero nuestra princesa, la princesa Tesa, era distinta a todas las princesas del mundo: ni le gustaba bordar, ni esperaba a un príncipe azul asomada en la ventana de su palacio. ¡Qué aburrimiento!

A ella le gustaba hacer lo que a todos los niños de su edad: correr, jugar, saltar, divertirse con sus amigos y amigas, recorrer el castillo, ir al campo...

También le gustaba dibujar y leer. Desde que había aprendido a leer, todos los días leía un buen rato. Había leído muchos cuentos de princesas, de duendes y de castillos, por eso sabía que las princesas de los cuentos eran un poco raras y les gustaba hacer cosas extrañas. Ella era distinta, era como todos los niños y niñas de su ciudad.

Pero lo que más le gustaba hacer a la princesa Tesa era jugar al fútbol.

Por eso, le llamaban la princesa futbolista, y a ella le gustaba mucho ese nombre.

Jugaba siempre con otros niños y niñas que vivían en castillos de su barrio. Algunos eran príncipes y princesas azules, o verdes, o amarillas, como ella; otros eran niños y niñas normales, ni príncipes, ni princesas, ni nada parecido. Pero a ella le daba lo mismo: se lo pasaba muy bien con todo el mundo.

La princesa Tesa también iba al colegio y allí aprendía a contar: uno, dos, tres, cuatro... y a numerar: primero, segundo, tercero, cuarto... y a sumar: uno más uno dos, dos más uno tres, tres más uno cuatro. Ella siempre sumaba balones.

También aprendió a conocer todas las monedas de su país. Un euro, dos euros, cinco euros, diez euros, veinte euros... Las monedas son de metal y los billetes de papel, pero no de papel normal, no, sino de un papel especial. Con las monedas y los billetes se pueden comprar balones y muchas cosas más.

Pero la princesa Tesa no quería comprar otras cosas, sólo quería comprarse un balón reglamentario. El que utilizaba en sus juegos estaba ya muy viejo y ella era una gran futbolista. Cuando le pasaban el balón, podía meter muchos goles, ¡muchíííísimos goles!, y con un balón oficial seguro que podría meter muchos más. Pero esos balones eran muy caros, y ella casi no tenía dinero.

Sí, sí... ya lo sé. Como Tesa es princesa, tal vez estés pensando que debía tener mucho dinero ¿no? Pero Tesa era una princesa que tenía poco dinero, tan poco que no podía comprarse un balón.

Un día pensó que su padre, el Rey, y su madre, la Reina, tenían más dinero y que tal vez podría pedirles algo prestado y comprarse un balón. También podría pedirles que le comprasen el balón, como un regalo.

Por eso un día le pidió a su padre, el Rey, que le comprara el balón. Pero el Rey, que estaba en su Palacio, le dijo muy serio:

-Tesa, hija mía, cada domingo te doy unas monedas para que las gastes como quieras. Tú siempre te gastas esas monedas en golosinas. ¡Ahorra y podrás comprarte el balón que quieras!

Y es que, eso de que las princesas tenían todo lo que querían eran sólo mentiras de otros cuentos. Las princesas, los príncipes, las niñas y los niños bien educados, nunca pueden tener todo lo que quieren porque, después, no saben lo que cuesta conseguir las cosas y se vuelven tristes, aburridos y protestones.

El Rey del Palacio, que era el padre de Tesa, la princesa, pretendía dar una lección a su hija porque la quería mucho.

Otro día le pidió a su madre, la Reina del Palacio, que le comprase un balón reglamentario, pero la madre -toda una Reina- le dijo lo mismo que su padre:

-¡Ahorra hija mía! Ahorra y tendrás el mejor balón del mundo si tú quieres. Además, te voy a ayudar, para que empieces a ahorrar.

Y entonces, para sorpresa de su hija Tesa la princesa, le regaló un precioso cerdito de barro, que tenía una ranura en el lomo.

-¿Esto qué es? -preguntó Tesa, muy sorprendida.

-Es una hucha -le contestó su madre, la Reina-. Si vas metiendo monedas por esta ranura, ya verás como, en poco tiempo, te puedes comprar un balón reglamentario. En algunos países, como por ejemplo en Alemania, se dice que los cerdos traen suerte, por eso las huchas tienen forma de cerdito.

La princesa Tesa empezó a pensar que su padre, el Rey, y su madre, la Reina, tenían razón, por eso se puso muy contenta con la hucha de la suerte.

Cuando al domingo siguiente, los reyes, sus padres, llamaron a Tesa para darse la propina que le daban cada domingo, Tesa decidió que era el momento de empezar a ahorrar. En lugar de gastar todas las monedas en caramelos y golosinas para toda la semana, como había hecho otras veces, decidió guardar algunas monedas en el cerdito de la suerte que le había regalado su mamá.

-Así podré comprarme el balón que quiero -pensó.

Además, también pensó otros pensamientos, muy, pero que muy positivos: no tenía por qué comprar sólo caramelos y golosinas.

También podría comprar zumos, juguetes, cuentos... Ahora que empezaba a ahorrar podría comprar muchas cosas. El secreto estaba en saber esperar.

Y fueron pasando las semanas en el Palacio del Rey, la Reina y la Princesa. Cada domingo, Tesa guardaba parte de su propina en el interior de su hucha de cerdito y el resto se lo gastaba en cosas muy variadas: caramelos, zumos y otras cosas que compraba en las tiendas de chucherías y de cuentos del Palacio.

El resto del tiempo lo pasaba en el colegio o jugando con sus amigos con la vieja pelota de fútbol.

Ahora sabía, estaba segura, que algún día podría comprar su balón reglamentario. Por eso, para estar preparada, empezó a visitar diferentes tiendas en las que vendían balones. A veces, le acompañaba su hermano mayor; otras, su madre, la Reina, o su padre, el Rey.

Visitó muchas tiendas hasta encontrar el mejor balón, el más bonito y el más barato. Así aprendió que para comprar hay que comparar.

Una mañana, Tesa sintió curiosidad por saber cuántas monedas había ahorrado. Como se había aficionado a guardar monedas en su cerdito de la suerte, ya estaba lleno y no cabía ninguna moneda más. Cuando abrió su hucha y contó las monedas que había dentro, se puso muy contenta. Tenía dinero suficiente para comprar un balón nuevo, el balón que había visto en la tienda mejor de todas las que había visitado.

Pero además, se llevó una gran sorpresa, porque no sólo podría comprar uno, con todo ese dinero podría comprar dos balones.

Entonces se puso a pensar qué podría hacer con dos balones. Y como sucede siempre que piensas mucho, Tesa encontró la solución: se le había ocurrido una gran idea.

Rápidamente, corrió a la feria que se colocaba a las afueras del palacio en la que se podía comprar de todo. Allí estaba también la tienda que vendía los mejores balones, ella lo sabía porque había buscado y comparado antes de decidirse, como debe ser. Se acercó y le pidió al vendedor los dos mejores balones que tuviese.

Por fin tenía ante sus ojos los balones deseados, preciosos balones blancos y negros, hechos de cuero cosido a mano; tenían una pinta fantástica. Contó las monedas que había ahorrado y se las entregó al vendedor.

Él, a cambio, le dio dos balones reglamentarios magníficos. ¡Lo había conseguido!

Al llegar a casa, dejó un balón en su habitación, después se lo enseñaría a sus padres, el Rey y la Reina. Pero antes envolvió muy bien el otro balón y lo llevó a la oficina de correos. Quería enviar ese balón a los niños y niñas más pobres del mundo, tan pobres que ni siquiera podían ahorrar, para que, como ella, pudieran jugar al fútbol con un balón verdadero.

Por la tarde, en el patio del castillo, Tesa jugó por fin con su balón nuevo junto a todos sus amigos y amigas. Era la princesa futbolista más contenta de todas las princesas futbolistas de los cuentos que nunca han existido. Ese balón era suyo, se lo había comprado ahorrando.

Esa tarde metió más de diez goles. Fueron los mejores goles de toda su vida, porque los había metido con un balón que era verdaderamente suyo. Los Reyes dejaron de trabajar durante un rato y bajaron a contemplar el partido de fútbol. ¡Estaban tan orgullosos de su hija!

Los Reyes estaban también muy contentos porque su hija, la princesa Tesa, tenía un gran corazón.

La princesa futbolista en ese instante estaba pensando en comprar una portería nueva. ¿Cuánto tiempo tendría que ahorrar?

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De las 8 ediciones disputadas de la Copa Sudamericana (2002-2009) se realizaron 496 partidos, convirtiéndose un total de 1.288 goles. Fueron equipos campeones de Argentina. México, Brasil, Perú y Ecuador. En cuanto a futbolistas, el chileno Humberto Suazo mantiene un récord: actuando para Colo Colo anotó 10 tantos, en 2006. Claro que el argentino Bruno Marioni está en lo alto en cuanto a goleador histórico de la Sudamericana, al haber convertido 11, repartido entre los siguientes clubes: Pumas de la UNAM y el Toluca, ambos de México, e Independiente de Avellaneda.
Por su parte el brasileño Nilmar es el único goleador que fue máximo artillero de la Sudamericana y de la Copa Libertadores: fueron 5 tantos para Internacional de Porto Alegre, en la Sudamericana de 2008 y 5 conquistas en el Corinthians, en la Libertadores de 2006. Colo Colo, en 2006 marcó 25 goles en 10 partidos. Es el club más goleador de la Sudamericana en una edición. Detrás del equipo chileno, aparece Liga de Quito, que en en 2009 anotó 23 tantos en 10 cotejos.
En cuanto a futbolistas ganadores, el paraguayo Claudio Morel Rodríguez es el único tri campeón de la Copa Sudamericana: campeón con San Lorenzo en 2002 y campeón con Boca en 2004 y 2005. De los equipos campeones, se registra algo singular: mientras el ganador de la Copa en la última edición, la Liga de Quito, ganó sus 5 partidos como local y ninguno como visitante (3 empates y 2 derrotas), Arsenal de Sarandí, que obtuvo el título en 2007, no venció en ninguno de sus compromisos en calidad de local (4 empates y una derrota) pero se mantuvo invicto como visitante (venció en 4 partidos y empató el restante).

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Es curioso: sólo juegan once, pero sus hazañas, sus fracasos, sus derrotas, sus victorias, su buen o mal juego, sus goles marcados y encajados, su posición en la tabla, sus lesiones... nos atribuimos todos los aficionados.

(CARLOS GOÑI ZUBIETA, doctor en Filosofía y escritor español)

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Me rajaban de todos lados, no me quería nadie. Yo nunca soñé con jugar en Primera... me veían con las zapatillas agujereadas y el físico esmirriado y salían corriendo.

(HÉCTOR CASIMIRO YAZALDE [1946-1997], temible goleador argentino de la década del ’70, recordando sus humildes orígenes)

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Fiorentina derrota al Milan en su casa de Florencia (Walter Molini - Italia)

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Alberto Spencer (Washington "Canario" Luna - Uruguay)

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La televisión fue uno de los acontecimientos más destacados del Mundial de Suiza en 1954. Por primera vez este medio de comunicación iba a transmitir todos los partidos del campeonato del mundo. Equipos como Dinamarca, Alemania Ferderal, Inglaterra o Francia pusieron su granito de arena para que los aficionados del todo el mundo (y que tuvieran televisión) pudieran seguir todo lo que estaba aconteciendo en aquel Mundial.
El primer patrocinador de un Mundial de Fútbol fue Omega, que tras varios meses de reuniones y negociaciones se convirtió en el reloj oficial. Esto hizo que en todos los estadios se pudiera ver el logotipo de esta marca. También comenzaron a aparecer los primeros mensajes publicitarios durante los encuentros del torneo mundialista.
En el libro ‘de Montevideo a Munich’, del periodista Eliezer Pérez también se puede leer que muchas selecciones se quejaron del estado de algunos campos ya que en vez de utilizar cal para pintar las líneas se usó aserrín. Uruguay, que se proclamó campeón del mundo en Brasil 1950, fue sancionado por la FIFA por entregar con varios meses de retraso la Copa Jules Rimet.
En este Mundial fue cuando apareció lo que hoy todavía se conoce como ‘Catenaccio’. El entrenador austriaco Karl Rappan usó este esquema extremadamente defensivo y Suiza lo puso en práctica en 1954, llegando a utilizar en más de una ocasión hasta siete jugadores defendiendo. Este método les ayudó para alcanzar los cuartos de final del campeonato del mundo.
El viaje de la selección de Corea del Sur duró nada más y nada menos que cerca de 50 horas. Además tuvieron que pedir ayuda para viajar a las Fuerzas Armadas de Estados Unidos debido a que no había mucho dinero. Disputaron dos partidos y recibieron 16 goles en total. Corea del Sur se fue sin marcar ni un solo tanto.

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Usted lo sigue al nueve por donde vaya. Y si tiene que reventar la pelota a la tribuna, la revienta. Después, cuando los periodistas le pregunten, les dice que yo lo mandé a jugar así.

(MIGUEL IGNOMIRIELLO, entrenador argentino -foto-, dirigiéndose a Daniel Tagliani el día que éste debutó en Banfield, en 1970 ante Gimnasia y Esgrima La Plata)

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Analizando sus intereses económicos internacionales, un acercamiento macroeconómico permite considerar al fútbol , y más concretamente a la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), como una multinacional con intereses planetarios, mientras que un análisis macroeconómico, a escala de un club, conduce a constatar que éste tiene una necesidad cada vez mayor de adoptar una estrategia de desarrollo internacional.

(JEAN-FRANÇOIS NYS, doctor en Ciencias Económicas y escritor francés)

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La decadencia del imperio albiazul


Una década de desmanejos llevó a Talleres de Córdoba a la situación límite que afronta en la actualidad.

27 de Marzo de 1999, sábado por la noche, Estadio Córdoba. Mientras Diego Garay, José Zelaya y Fernando Nicolás Oliva trataban de convertirle goles a José Luis Chilavert, el arquero de Vélez Sársfield, dos empleados de seguridad de Talleres ingresaban a las boleterías y llenaban sus gruesas camperas con billetes.

Por entonces, los embargos a la tesorería albiazul estaban a la orden del día, los gastos eran demasiados y había que agudizar el ingenio para llegar a fin de mes. Una vez cumplido el trámite, los custodios salieron presurosos en dos autos, acompañados por tres empleados y un directivo de la "T".

Lo que cambió la rutina fue la decisión de parar en un bar a mitad de camino, frente a la plaza Jerónimo del Barco de barrio Alberdi, quizá para brindar por la obtención del nuevo botín. Al bajar de los vehículos, el arma de uno de los policías se disparó, lastimándole el glúteo, el muslo y la rodilla derechos. "Siempre salíamos con los autos. Se manejaba muy mucha plata.

Aquella vez creo que eran 300 mil pesos-dólares"
, le reveló a La Voz del Interior uno de los implicados. Al accidentado, en aquel momento integrante de la fuerza de seguridad provincial, le costaría un año rehabilitarse y reintegrarse a sus labores.

Este episodio, que no figuró en ningún parte policial y tampoco en las crónicas periodísticas de la época, sintetiza como pocos lo que vivió Talleres en los albores del nuevo milenio. En lo deportivo, fue una época de nuevas sensaciones, seguramente dominadas por la embriaguez que provocan las copas. En lo institucional, significó el principio del fin.

Carlos I, el ambicioso

De aquello y mucho más fue capaz la gestión que se extendió entre 1999 y 2004. En ese lapso, fueron moneda corriente la doble venta de pases de futbolistas, las irregulares concesiones de las divisiones inferiores (Dimecor, Norton y Grupo Rex) y los golpes de efecto político que se consumaron a cualquier precio. Ni hablar de los 900 documentos emitidos con nulo respaldo, que le valieron al mandamás albiazul Carlos Dossetti el mote de "El rey de los cheques voladores", tal la expresión que hizo famosa el ex directivo Rogelio Egea durante un mitin opositor.

Apuntalado por el influyente gerente deportivo Antonio "Pichi" Fauro, el sucesor de Mario Martín (desplazado por una interna feroz, renunció argumentando razones de salud) no escatimó esfuerzos en su afán de cumplir con la ambición de "quedar en el bronce" como un nuevo Amadeo Nuccetelli. Reformó el estatuto a gusto y placer para asegurarse la continuidad sin elecciones, en dos asambleas donde las pocas voces opositoras fueron calladas por miembros de la barra brava "Las Violetas".

Con el constructor Jorge Petrone como Mecenas, Talleres edificó su propio castillo de arena. Y una vez embarcado en la aventura de la Copa Conmebol, a mediados de 1999, promovería una auténtica "timba financiera", seduciendo a prestamistas con tasas que ni la usura podía afrontar. En 2004, ya distanciada de sus principales sostenes económicos, aquella directiva apostó un pleno a la permanencia en Primera. El descenso ante Argentinos Juniors dejaría herido de muerte a su reinado.

Carlos II, el magistrado

"Si (Álvaro) Díaz Cornejo queda a cargo del club, en 10 días pide la quiebra", aseguró Dossetti en uno de sus tantos amagues de paso al costado, ya con el equipo en la B Nacional. Un problema cardíaco, mientras negociaba la venta de un futbolista para pagarle al plantel, que se negaba a concentrar antes de un clásico con Belgrano, precipitó su salida el 22 de Octubre de 2004.

De ahí en más, pasaron 61 días hasta que el vicepresidente pidió el auxilio de la Justicia. Su último acto de gobierno fue aceptar una colecta de 45 mil pesos para evitar el remate de la sede. Hacía rato que los "notables" no aportaban. La última vez había coincidido con un misterioso viaje a Paraguay de un "seguridad" del club, antes del recordado partido con Sportivo Alagoano de Brasil, que arbitró el guaraní Ricardo Grance y que terminó con la obtención de su título internacional.

El 28 de Diciembre de 2004, el juez Carlos Tale decretó la quiebra. Para desgracia de los hinchas albiazules, no se trató de una broma del Día de los Inocentes. El magistrado -ajeno a los desmanejos a pesar de tener a cargo la convocatoria de acreedores- optó por la administración fiduciaria, pero el triunvirato original no tardaría en sugerir el gerenciamiento.

Un semestre le bastó para darse cuenta de que no podía manejar al club vendiendo bonos de 5 pesos en la cancha, compitiendo con los ex socios aportantes y sufriendo las constantes amenazas de "la Fiel", la fracción que ya había usurpado del poder de las tribunas.

Carlos III, el pingüino

Carlos Granero llegó al mundillo del fútbol de la mano de Carlos Quieto, empresario que tuvo su cuarto de hora exportando jugadores al América de Colombia en los ’80, cuando ese club era manejado por el Cartel de Cali. Santacruceño, abogado y peronista, al igual que Néstor Kirchner, acunó en su restaurante de San Telmo la proclamación de la primera fórmula presidencial "K".

En Talleres desembarcó en 1996, como representante del entrenador Ricardo Gareca. Después acercaría sponsors, negociaría con los que reclamaban aquellos aportes que solventaron la campaña de la Conmebol y saldaría deudas del club a cambio de jugadores.

Si lo hizo de su propio bolsillo, nadie lo sabe. Su cercanía con el kirchnerismo siempre lo puso en la sospecha de estar moviendo dinero ajeno. Después de la quiebra, y entusiasmado por Fauro, creó Ateliers, formó una alianza estratégica con el club Saint Ettiene de Francia y se presentó como candidato para gerenciar a la "T". Le alcanzó con muy poco: un capital de 12 mil pesos y su condición de único oferente que se amoldó sin reparos al marco legal impuesto por el juez.

Las malas decisiones deportivas, los desmanejos en el semillero y el recelo de los hinchas por su cercanía a Dossetti (él fue quien regateaba por el pase de González aquel 22 de Octubre) le fueron minando el camino. "Éste es el sueño del pibe", declaró en Julio de 2005, cuando asumió y prometió hacerle una estatua a Emilio Commisso, su primer DT. En Enero de 2008 vendió Ateliers en 2 millones de pesos.

Carlos IV, el enigmático

El 9 de Julio de 2008 los porteños levantaron sus miradas y se sorprendieron con un espectáculo inusual: la nieve que caía en Buenos Aires después de 87 años. Nadie advirtió la llegada del avión que traía entre sus pasajeros a Carlos Ahumada Kurtz, un empresario cordobés que había hecho fortuna en México y que luego de 32 años volvía al país para alejarse de los escándalos y empezar a lavar su imagen.

En el ocaso de la gestión Granero, Ahumada Kurtz llegó como caído del cielo. De él se conocía poco. Que en tierras aztecas había manejado dos clubes (León y Santos Laguna) y que había estado involucrado en episodios de coimas a políticos, que le valieron el apodo de "El señor de los sobornos" y tres años en prisión. Apenas llegó a Córdoba se declaró hincha de Talleres y, bajo la consigna "hechos, no palabras" prometió el ascenso.

Más adelante, protagonizaría en Buenos Aires un intento de fuga, confirmado por Interpol. Con la remodelación de la Boutique se metió a los hinchas en el bolsillo. Sus diferencias con Tale, con quien dice mantener "una batalla", hoy lo ponen en jaque. "Talleres ni va a caer, ni va a morir, ni va a desaparecer", dice ahora. Con ese nuevo eslogan respondió, desafiante, cuando el magistrado comparó la situación del club con la caída del imperio romano.

(artículo del periodista Hugo Caric, publicado en el diario cordobés “La voz del interior” del Domingo 14 de Junio de 2009)

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¿Qué es la mística?

Está dada en la educación y en el fruto de todo un proceso revolucionario que cambió el fútbol argentino, que cambió las clases de equipos chicos a grandes y que demostró en la última década que hay una transfusión sanguínea exclusiva, prioritaria en Estudiantes sobre otros clubes.

¿Lo de transfusión lo hablás por la Bruja?

Verón es un devoto de Bilardo. Y en Verón resucita el cuadro de Zubeldía, de su padre, de Madero... Verón se ha convertido en un "nuevo líder religioso". Verón es un líder joven en un país que se quedó sin liderazgo en todo sentido.

¿Delegás tus esperanzas en ese líder?

Estudiantes en la Copa Libertadores rindió como equipo. La imagen es el comportamiento grupal en el partido de Belo Horizonte. Me gusta que sea en un mundo de fantasía, medio marciano, ideal para un cuento de hadas.

¿Hay similitud entre este Estudiantes y el del 68?

-Son distintos. La del 68 era una situación casi bélica, porque se vivía el inicio de algo que terminó siendo una guerra, y ahora el show le gana a la guerra. Esperemos que el show le dé la razón a la historia.

(OSVALDO PRÍNCIPI, periodista deportivo argentino, desnudando su pasión ‘pincharrata’ en el Diario “Olé” del Miércoles 16 de Diciembre de 2009)

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La vida del jugador de fútbol es injusta. Primero están los aplausos, después el olvido.


(ÁNGEL LABRUNA [1918-1983], ex jugador y entrenador argentino)

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Zagallo es un patriota, y yo admiro a los patriotas. Patriota es aquel que conduce a su país adelante. Zagallo siempre hizo lo que pudo para llevar a Brasil adelante. Esto demuestra que no esconde ante nadie que es patriota. Él dice con coraje lo que piensa.

(SERGIO NORONHA periodista brasileño, opinando sobre Mario 'Lobo' Zagallo)

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El sándwich final (Germán Kijel - Argentina)


El partido se disputaba tranquilamente, el resultado era incierto, al igual que las jugadas que se desarrollaban en una lentitud pasmosa, la pelota repicaba en el pasto con un ruido de ultratumba que atronaba en los espectadores.

Los arqueros miraban, seguían con sus ojos, movían las cabezas siguiendo las acciones por un monitor inexistente. No la habían tocado en los 60 minutos desde que el juez marcara el principio del encuentro.

El técnico del equipo local, estaba muy concentrado, siguiendo cada jugada como si fuese la última, sin embargo no podía gritar, el tedio del balón y el fulgor del domingo secaban su lengua.

Pero en ese momento el orientador táctico visitante estaba realizando su religiosa ceremonia y todos los hinchas, los directivos y hasta los jugadores le prestaban una atención asombrosa.

El técnico visitante se movía lento, acomodaba cada trozo de sombras incandescentes, seleccionaba la carne que iba a poner en la cancha, pinchaba a los jugadores para que dieran todo de sí mismos y los cambiaba de posición en el entretiempo.

En el momento en el que el partido finalizó, los treintidós jugadores, los tres jueces, los ayudantes tácticos y los periodistas acreditados se acercaron hasta el banco de suplentes. El técnico visitante los miró y les dijo:

-Tengo chorizos, asado y vacío, ¿qué quieren, muchachos?

(mi agradecimiento a Germán por permitirme publicar este cuento de su autoría)

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El 16 de Noviembre de 1969, San Martín de Mendoza ganaba en La Boca. Por el torneo Nacional los 'albirrojos' lograban vencer al equipo que dirigía Alfredo Di Stéfano y le sacaban el invicto. Fue la sorpresa del año ese triunfo mendocino, que quedó como uno los más brillantes de la historia.
Fue una hazaña y la historia del fútbol lo seguirá sosteniendo. Los hinchas del Atlético San Martín que vivieron ese momento, hace 40 años, lo seguirán contando tan acaloradamente como esa noche del 16 de Noviembre de 1969.
Porque ese equipo transitaba su segundo torneo Nacional, luego de esos inicios en el '67, y era el mejor entre los cinco equipos del Interior que participaron esa vez. Los otros eran Talleres de Córdoba, Desamparados de San Juan, San Martín de Tucumán y San Lorenzo de Mar del Plata.
Todo era distinto y los jugadores de los equipos de la Primera división del fútbol argentino eran más conocidos por las figuritas, por las revistas “El Gráfico” y “Goles” que por la televisión.
Y además la trascendencia de un triunfo en esos torneos llegaba por la categoría y la calidad del rival. Imagínense tener enfrente al ‘Muñeco’ Madurga, al ‘Conejo’ Roberto Rogel, al peruano Meléndez, a Rojitas, a Silvio Marzolini a jugadores que vestían la camiseta de la selección nacional, a hombres que habían jugado mundiales. Era casi lo máximo que podía aspirar un futbolista de este país cuando no se pensaba y no había transferencias a Europa. Todo se cocinaba en nuestros límites.
Lo que debe haber sido para Eduardo Marillack o para el ‘Chupete’ Márquez enfrentar a esos fenómenos en Buenos Aires.
Y la historia del chico contra el poderoso, del desconocido del interior contra el famoso de la Capital se dio esa noche en La Bombonera.
Boca Juniors había traído nada menos que a Alfredo Di Stéfano, de España, para que lo dirigiera. Y le iba muy bien.
Llegaba con un récord de eficacia muy alta y había igualado la cantidad de puntos lograda por River en 1932 para un inicio de torneo. En 12 partidos había ganado 11 y empatado 1, con 29 goles a favor y sólo 7 en contra.
Y fue el ‘chacarero’ para dar la mayor sorpresa del torneo: El Gráfico tituló "La epopeya mendocina" y decía la crónica "San Martín quebró un invicto, frenó a un puntero, que parecía inexpugnable, pero acaso lo que más importa es la forma en que consolidó la hazaña con claridad futbolística, con limpieza de medios. Al final, el noble aplauso de la tribuna local. Una gran defensa, un inteligente mediocampo y un justo contraataque fundamentaron la victoria".
También se mencionó: "Este San Martín provocó el impacto más conmovedor de la temporada futbolística".
El ‘albirrojo’ manejó el ritmo del partido Márquez encimó a Madurga, Domínguez dejó patear poco al potente Nicolau, Fabián González no dejaba recibir a Ángel Clemente Rojas y así lo dejó a Boca contenido y sin reacción. Hasta que a los 19 del segundo tiempo Adolfo Soto se fue por la derecha y envió el centro para que Achával, de zurda, consiguiera el único gol del partido. La cancha de Boca, se quedó sin latir. Se paralizó.
Ese Nacional Boca salió campeón y la mancha negra, la única derrota fue esa ante San Martín. Frente a ese equipo que dejó su marca en la historia del fútbol argentino al cortarle el invicto a esos notables que salieron de las figuritas y los posters. Tocaron el cielo.

Síntesis: 13ª del Torneo Nacional, 16 de noviembre de 1969
Boca Juniors (0): Sánchez, Suñé, Meléndez, Rogel, Marzolini, Madurga, Nicolau, Medina, Ponce, Rojas y Peña.
DT: Di Stéfano
San Martín (1): Reggi, Vergara, Sosa, González, Marillack, Tebez, Domínguez, Márquez, Czentoricky, Soto y Achával.
DT: Mur
Estadio: Boca Juniors
Arbitro: Álvarez
Gol: ST 19' Achával
Cambios: ST al inicio Aldo Villagra por Peña (B) y Rubén Ambroggi por Domínguez (SM). A los 32' Achával se retiró lesionado.

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No vamos a hacernos el harakiri porque el árbitro se equivocara esta vez a nuestro favor.

(RAYMOND DOMENECH, seleccionador francés, tras negarse a pedir disculpas a Irlanda después de que Thierry Henry facilitara con la mano el gol que clasificó a los galos para Sudáfrica 2010)

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