(SERGIO NORONHA periodista brasileño, opinando sobre Mario 'Lobo' Zagallo)
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(SERGIO NORONHA periodista brasileño, opinando sobre Mario 'Lobo' Zagallo)
El sándwich final (Germán Kijel - Argentina)
Los arqueros miraban, seguían con sus ojos, movían las cabezas siguiendo las acciones por un monitor inexistente. No la habían tocado en los 60 minutos desde que el juez marcara el principio del encuentro.
El técnico del equipo local, estaba muy concentrado, siguiendo cada jugada como si fuese la última, sin embargo no podía gritar, el tedio del balón y el fulgor del domingo secaban su lengua.
Pero en ese momento el orientador táctico visitante estaba realizando su religiosa ceremonia y todos los hinchas, los directivos y hasta los jugadores le prestaban una atención asombrosa.
El técnico visitante se movía lento, acomodaba cada trozo de sombras incandescentes, seleccionaba la carne que iba a poner en la cancha, pinchaba a los jugadores para que dieran todo de sí mismos y los cambiaba de posición en el entretiempo.
En el momento en el que el partido finalizó, los treintidós jugadores, los tres jueces, los ayudantes tácticos y los periodistas acreditados se acercaron hasta el banco de suplentes. El técnico visitante los miró y les dijo:
-Tengo chorizos, asado y vacío, ¿qué quieren, muchachos?
(mi agradecimiento a Germán por permitirme publicar este cuento de su autoría)
Fue una hazaña y la historia del fútbol lo seguirá sosteniendo. Los hinchas del Atlético San Martín que vivieron ese momento, hace 40 años, lo seguirán contando tan acaloradamente como esa noche del 16 de Noviembre de 1969.
Porque ese equipo transitaba su segundo torneo Nacional, luego de esos inicios en el '67, y era el mejor entre los cinco equipos del Interior que participaron esa vez. Los otros eran Talleres de Córdoba, Desamparados de San Juan, San Martín de Tucumán y San Lorenzo de Mar del Plata.
Todo era distinto y los jugadores de los equipos de la Primera división del fútbol argentino eran más conocidos por las figuritas, por las revistas “El Gráfico” y “Goles” que por la televisión.
Y además la trascendencia de un triunfo en esos torneos llegaba por la categoría y la calidad del rival. Imagínense tener enfrente al ‘Muñeco’ Madurga, al ‘Conejo’ Roberto Rogel, al peruano Meléndez, a Rojitas, a Silvio Marzolini a jugadores que vestían la camiseta de la selección nacional, a hombres que habían jugado mundiales. Era casi lo máximo que podía aspirar un futbolista de este país cuando no se pensaba y no había transferencias a Europa. Todo se cocinaba en nuestros límites.
Lo que debe haber sido para Eduardo Marillack o para el ‘Chupete’ Márquez enfrentar a esos fenómenos en Buenos Aires.
Y la historia del chico contra el poderoso, del desconocido del interior contra el famoso de la Capital se dio esa noche en La Bombonera.
Boca Juniors había traído nada menos que a Alfredo Di Stéfano, de España, para que lo dirigiera. Y le iba muy bien.
Llegaba con un récord de eficacia muy alta y había igualado la cantidad de puntos lograda por River en 1932 para un inicio de torneo. En 12 partidos había ganado 11 y empatado 1, con 29 goles a favor y sólo 7 en contra.
Y fue el ‘chacarero’ para dar la mayor sorpresa del torneo: El Gráfico tituló "La epopeya mendocina" y decía la crónica "San Martín quebró un invicto, frenó a un puntero, que parecía inexpugnable, pero acaso lo que más importa es la forma en que consolidó la hazaña con claridad futbolística, con limpieza de medios. Al final, el noble aplauso de la tribuna local. Una gran defensa, un inteligente mediocampo y un justo contraataque fundamentaron la victoria".
También se mencionó: "Este San Martín provocó el impacto más conmovedor de la temporada futbolística".
El ‘albirrojo’ manejó el ritmo del partido Márquez encimó a Madurga, Domínguez dejó patear poco al potente Nicolau, Fabián González no dejaba recibir a Ángel Clemente Rojas y así lo dejó a Boca contenido y sin reacción. Hasta que a los 19 del segundo tiempo Adolfo Soto se fue por la derecha y envió el centro para que Achával, de zurda, consiguiera el único gol del partido. La cancha de Boca, se quedó sin latir. Se paralizó.
Ese Nacional Boca salió campeón y la mancha negra, la única derrota fue esa ante San Martín. Frente a ese equipo que dejó su marca en la historia del fútbol argentino al cortarle el invicto a esos notables que salieron de las figuritas y los posters. Tocaron el cielo.
Síntesis: 13ª del Torneo Nacional, 16 de noviembre de 1969
Boca Juniors (0): Sánchez, Suñé, Meléndez, Rogel, Marzolini, Madurga, Nicolau, Medina, Ponce, Rojas y Peña.
DT: Di Stéfano
San Martín (1): Reggi, Vergara, Sosa, González, Marillack, Tebez, Domínguez, Márquez, Czentoricky, Soto y Achával.
DT: Mur
Estadio: Boca Juniors
Arbitro: Álvarez
Gol: ST 19' Achával
Cambios: ST al inicio Aldo Villagra por Peña (B) y Rubén Ambroggi por Domínguez (SM). A los 32' Achával se retiró lesionado.
(RAYMOND DOMENECH, seleccionador francés, tras negarse a pedir disculpas a Irlanda después de que Thierry Henry facilitara con la mano el gol que clasificó a los galos para Sudáfrica 2010)
(JULIÁN GARCÍA CANDAU, periodista y escritor español)
Spagna granata (Javier Elizalde Blasco - España)
* dedicada al Torino Football Club
del Torino del ayer,
de su romántica historia
que cautivó nuestro ser.
Nuestras almas ahora viajan
caminando sobre el mar
hasta Italia para, juntos,
un solo cuerpo formar.
Bajo la rugosa piel
de toro compartiremos
venas, corazón y sangre,
alegría o desespero.
Fuimos Toro y somos Toro,
nuestras ganas de embestir,
estarán hoy con vosotros,
unidos en un sentir.
A ganar, Toro, a ganar,
que la grandeza os aguarda,
es el grito que hoy os llega
desde la Spagna granata.
Intervinieron Boca, Racing, la selección de Checoslovaquia, Inter de Porto Alegre, y lógicamente, River Plate.
River derrotó a los checos por 4 a 1, a Racing 4 a 0, al Inter 3 a 2, para derrotar en el último partido a su tradicional adversario, Boca Juniors, por 1 a 0.
Este partido, disputado el 12 de Febrero, dejó la siguiente síntesis:
River (1): Fillol; Comelles, Pavoni, Passarella, Saporiti; Juan José López, Lonardi y Alonso; Pedro González, Luque y Commisso (Galletti).
DT: Ángel Labruna
Boca (0): Gatti; Pernía, Bordón, Mouzo (Hugo Alves) Suárez; Benítez (Potente), Suñé y Zanabria; Mastrángelo, Salinas y Perotti.
DT: Juan Carlos Lorenzo
Árbitro: Roberto Barreiro
Gol: Galletti (River) a los 76'
Luego del partido y la vuelta olímpica, las declaraciones: Labruna, dijo: "Nosotros no somos la mitad más uno. Nosotros somos el país, menos algunos". Por su parte, Leopoldo Luque, goleador del torneo, manifestó: "Desde que juego al fútbol profesional es la primera vez que salgo goleador de un torneo". Recuerdos de un fútbol veraniego, allá por 1979.
(FRANCISCO “Paco” CASAL, empresario futbolístico uruguayo, en su libro autobiográfico “Yo, Paco”)
(EDUARDO GALEANO, escritor uruguayo, dando su visión sobre Uwe Seeler)
El renguito (Luis Quintela - Argentina)
Pero el igual me hacia correr, me hacía saltar, hacía que los chicos me trataran como a uno más, a veces hasta me hacía enojar, pero después cuando llegaba el boletín y yo me sacaba ‘MS’ (muy satisfactorio) igual que los otros pibes; que jugando al fútbol la rompían o al básquet o a lo que jugaran, yo me sentía bien y muy orgulloso, porque era el premio a tanto esfuerzo.
Me acuerdo que una de esas veces al recibir el boletín uno de los chicos fue a quejarse porque a él le había puesto ‘S’ y a mi ‘MS’, entonces el Profe le dijo:
-Mirá a vos te puse ‘S’ porque vos no te esforzás como lo hace él. Pudiendo rendir mucho más, das hasta ahí, y él de acuerdo a lo que puede hacer cada día mejora más su rendimiento y eso es lo que a mí más me importa. Yo no te pongo la nota porque vos seas más ligero que él o que puedas dar 3 vueltas manzanas sin parar, yo te pongo la nota por lo que vos podrías rendir; lo hago de acuerdo a como vos te esforzás en la clase.
Eso me favoreció para que yo siga luchando y llegara a ser el arquero titular del barrio, y como decían los chicos.
-El renguito es insustituible.
Ahora te voy a contar el partido que jugamos una vez contra los del barrio de Villa Laza.
Ellos tenían un muy buen equipo, jugaba Rubén, el Gurí, Tato, Farafa, Paoletta, Mingo (que pegándole a la pelota era una bestia), y otros pibes más que ya ni recuerdo.
Bueno, el partido se estaba jugando muy limpiamente, por supuesto con un árbitro neutral, que no era de ninguno de los dos barrios; los arcos los habíamos hecho con dos palos de eucaliptus a los que les habíamos sacado punta y los enterramos, eso sí, sin travesaño, y eso a mí me favorecía porque cuando me la tiraban alto si no la podía agarrar gritaba “alto” y era palabra santa, no se hablaba más.
Todo iba bastante bien. El partido estaba muy parejo, íbamos 9 a 9 o sea que el que hacía el último gol ganaba. Ya se estaba haciendo de noche y eso que habíamos empezado a las 3 de la tarde. Ellos ya se estaban cansando Tato Álvarez era un grandote que jugaba de 9 y ya me había hecho como 5 goles, era y es más bueno que el pan, me hacía un gol y me pedía perdón, El Ruso metía pata y pata y el Gama sacaba lo que venía, en una de esas se escapa Atilio y se me viene al humo como para matarme, Pili se le tiró de atrás y limpiamente le sacó la pelota, pero Atilio que a pesar de ser un caballero, se tiro y se revolcó haciendo teatro.
El árbitro se comió la gallina y cobró penal, que despelote se armó que si que no y no sé cuantas cosas más. Bueno yo me recalenté y me recontraenojé, y empecé a saltar en una pata, por supuesto si es la única que podía, y les dije que no era penal, que lo patearan que yo no lo atajaba. Mis compañeros estaban como locos y me decían “no te hagas problema renguín, atajalo, que ya lo cobró”. Yo dije ¡¡no, no y no, no lo atajo!! Porque no fue. Mientras tanto Tato, que era el que lo pateaba de ellos me decía:
-Dale renguito atajalo, que ganar así un partido no es ganar.
La verdad que Tato era un fenómeno, igual que lo demás pibes que me pedían por favor, pero yo me mantuve firme y les dije:
-Patéenlo, que yo no lo atajo.
El árbitro dio la orden.
Tato acomodó la pelota y yo me paré contra un poste maldiciendo y diciendo mil barbaridades y hasta hacia pucheros. Antes que el referee tocara el silbato les dije con todas las ganas:
-Esto es una injusticia y no lo voy a atajar, ¡carajo!
Tato entonces tomó carrera y como me vio parado y apoyado contra un poste, la pateó suave al otro palo. Ahí salí saltando como un rayo con mi única pata sana y se la atajé, mamita mía que quilombo se armó. El Tato me quería matar, el piñerio era terrible hasta que tuvimos que salir corriendo porque sino nos mataban. Es el día de hoy que todavía se recuerda “el penal que atajó el rengo” ellos a piñas nos ganaron, pero a vivos nosotros los matamos.
Que pena que se terminó el potrero…
(cuento extraído de un partido real jugado en la ciudad de Tandil, Pcia. de Bs. As. Los nombres están cambiados, pero algunos de ellos participaron o vieron ese partido jugado cerca del barrio “La Movediza”. Un gracias enorme al Profe Quintela por su generosidad al autorizarme a publicar este cuento)
En 1969 pasó a Gimnasia y Esgrima la Plata, donde jugó hasta 1971, teniendo como compañeros a Hugo Gatti, Chiche Diz, Castiglia, Pignani, Diéguez, Zywica, Masnik, el 'Ratón' Leonardi y el 'Gordo' Palma, entre otros muchachos. En 1971 fue transferido al Reims, de Francia, ante una insólita circunstancia: “Vinieron del Reims buscando al 'Mono' Obberti, pero cuando tenían casi todo arreglado en lo económico y solo bastaba firmar, la señora de Obberti no quiso viajar y el pase no se hizo y vinieron por mi. Fiché, sin pensar que cambiaría totalmente mi destino”, decía Onnis. En el Reims estaban los argentinos Zubiría y Larraigné.
En 1973 pasó al Mónaco (foto), jugando al lado de Pastoriza, Tarabini, Correa y Nogués. En 1980 fichó para el Tours, donde estaban el ‘Potro’ Domínguez y Víctor Rogelio Ramos. Finalmente, en 1983 lo contrató el Toulon, donde cerró su campaña en 1983. En todos los clubes se cansó de convertir goles.
Cabe destacar que los 299 goles de Onnis en Francia, son solo los computados en Primera División (donde fue 5 años goleador) y en partidos oficiales. Allí no figuran los 30 goles convertidos en el Mónaco, cuando éste equipo actuaba en segunda división, como tampoco se cuentan los anotados en partidos amistosos y por Copas Europeas.
(RAMÓN ÁNGEL DÍAZ, ex jugador y entrenador de River Plate, candidateándose, una vez más, para dirigir a la institución de Nuñez)
(MARTÍN PALERMO, goleador histórico de Boca Juniors, 'blanqueando' su nula relación con Juan Román Riquelme, en declaraciones a radio 'La Red')
El más grande de todos, Alfredo Di Stéfano
Etiquetas: Argentina, Club-ESP: Real Madrid, España, La Saeta 0 comentarios
Según relata Sanfilippo en su biografía, escrita por Alfredo Di Salvo, cuando los dos estaban concentrados con el seleccionado, previo a un clásico entre San Lorenzo y Boca que se disputaría el 12 de Octubre de 1962, ocurrió la siguiente anécdota: "Los chistes y las jodas estaban a la orden del día; lo teníamos de punto a ese gran tipo llamado Antonio Roma; nunca se enojaba y mejor así, porque con su físico era mejor que te agarrara un tren. Estábamos almorzando (con la selección), le guiño el ojo al 'petiso' Menéndez (Norberto) y lo llamo a Don Victorio Spinetto (el técnico).
-Quiero hacerle una apuesta, Don Victorio, al Tano. Usted tiene que dar el consentimiento.
-¿Qué es lo que pasa, Nene?
-El tema es el siguiente; el domingo juegan San Lorenzo y Boca, y hago esta apuesta, a pesar de correr con desventaja, no importa. Si le hago dos goles el domingo a Roma, usted lo desafecta de la Selección. Y si no los hago, el que se va soy yo, ¿de acuerdo?
-Sí, Nene, está todo jugado.
Nos damos la mano en señal de conformidad. Se prendía Don Victorio en las bromas. Todos aplaudieron, formalizando el desafío. Se acerca Antonio y me dice:
-¿A quién le vas a hacer dos goles, enano podrido..?
El partido en cuestión, disputado en el Viejo Gasómetro de Avenida La Plata, finalizó 2 a 2. Los dos goles de San Lorenzo los convirtió Sanfilippo (el primero a los 5 segundos, de taco, -en la foto de la izquierda- y el segundo de tiro penal), pero tanto él, como Roma, siguieron siendo titulares de la Selección Argentina.
(ROMARIO, ex internacional brasileño, en entrevista publicada la semana pasada en "O' Globo")
(UNAI EMERY, entrenador vasco del Valencia, refiriéndose al incidente con el jugador argentino Ever Banega luego del partido que perdieron ante Mallorca por 3 a 2)
La aparición del diario deportivo Olé
En el desarrollo del periodismo deportivo en nuestro país, la actividad radial ocupó un espacio preponderante, porque fue el medio que se utilizó para la difusión masiva de acontecimientos a lo largo de la historia, desde aquellas viejas transmisiones de partidos de fútbol de antaño hasta las recordadas peleas de Carlos Monzón.
En la actualidad la radio sigue dedicando, y hasta direccionando el crecimiento de la actividad del periodismo deportivo.
Así como TyC Sports marcó un antes y un después en la expansión televisiva en la Argentina, hubo a comienzos de la década del 90 un enorme crecimiento del deporte en los medios gráficos del país.
La revistas semanales (El Gráfico, Goles, Sólo Fútbol) se vieron sensiblemente atacadas por la realidad del día a día de cada periódico nacional o local. Se ampliaron la cantidad de páginas para la difusión de diversas actividades, teniendo al fútbol como eje central de difusión. Lo que las revistas informaban los martes o lunes por la noche ya era viejo y había salido en por lo menos una decena de diarios.
Suplementos especiales comenzaron a acaparar la atención de los lectores, pero no ya como una cuestión estrictamente vinculada con los fines de semana, cuando se desarrollaba casi la totalidad de los acontecimientos.
En este contexto, el Grupo Clarín, que ya editaba entre otras cosas el diario del mismo nombre, puso en marcha el 23 de Mayo de 1996 el diario deportivo Olé.
Aquella primera tapa del número 1 tuvo como título principal “River tuvo más aguante”, por el triunfo de ese equipo en el partido de Copa Libertadores ante San Lorenzo.
Nunca modificó su formato tabloide, pero sí a lo largo de estos años varió sus estrategias de mercado. Apuntó a una revista sabatina como Mística, de buenos contenidos, que tuvo éxito en la aceptación de los lectores, pero no en la evaluación de los costos de la misma.
“Pasó algo curioso y hasta novedoso con Mística, porque nació la revista como consecuencia de que el diario no tenía más espacio para publicidades. Entonces se habló con las empresas para la creación de esta revista en la que se podían volcar estas publicidades. Después sí cambió el panorama y como en otras oportunidades se dio un achique de gastos”, comenta Carlos Fanjul, periodista platense que fue el primer corresponsal de Olé en la ciudad y estuvo desde la aparición del diario.
Captó al público del ascenso con un suplemento especial, y lo mismo hizo con los “fierreros” y en algunas oportunidades con los amantes del rugby, el tenis o el básquet, según lo marcara la actualidad de cada uno de los deportes. Hasta implementó tapas especiales para las principales ciudades del país, y hubo experimentos, como el de Córdoba, en los que se hacía un suplemento para venta en la provincia con contenidos puramente locales.
Como en tantas otras cuestiones, las pruebas tienen un plazo para la evaluación, y ante un resultado negativo el recurso es la desaparición, el reemplazo o el achicamiento.
La crisis económica del 2001 llevó a transformaciones de toda índole. El director periodístico del diario, Mariano Hamilton, se fue de Olé, y la idea fue modificar también sus contenidos. Esa división, casi perfecta, para que el espacio para todos los clubes sea equitativo, quedó de lado. Entonces, Boca y River desplazaron a páginas en las que se vertían comentarios varios de los demás clubes.
Dijo Fanjul: “Recuerdo que teníamos una cabeza por día de cada equipo. O al menos La Plata se llevaba una página. Después cambió el panorama y pasamos a tener 15 líneas o 25, salvo que el tema realmente requiera un desarrollo mayor. Siempre digo que el proyecto ese de hacer un suple especial de La Plata no funcionó porque se hizo un estudio de mercado, que indicaba que con los dos diarios de la ciudad (El Día y Hoy) y sus suplementos, ya la gente estaba completa de información, y no iba a apuntar a Olé como una opción”, concluye el periodista, que en 2003 dejó de pertenecer al nombrado medio.
También se modificó el despliegue para las otras disciplinas, y lo que se denominaba polideportivo pasó a ocupar una cuarta parte del diario, tal como se lo puede observar hoy en día.
Cambio de rumbo
Marcelo Nogueira, editor de Olé, que estuvo en los albores del diario, reconoce que hubo un cambio en la idea original que se tenía antes de salir a la calle.
“Cuando se comenzó a planificar el diario, se pensó en un deportivo, con otras informaciones, para competir con los demás que daban otras informaciones y deportes. Ese proyecto hasta tuvo forma, y tenía que ver con unas páginas para información general, política y algo más. Pero cuando salió Olé se decidió apuntar específicamente a lo deportivo y dejar de lado las otras cuestiones”.
¿Por qué se había pensado en una estructura editorial de deportes y algo más?
La ecuación que se hacía era estrictamente económica. La gente no tendría para comprar dos diarios, como pasa en Europa con muchos casos en los que al diario de tirada nacional le suman el diario deportivo. Entonces, querían brindar los dos tipos de informaciones, con un costo único. Fue sólo un proyecto inicial que nunca se cristalizó.
Si de estrategias de mercado o cambio de rumbos se trata, hubo un acontecimiento que marcó un quiebre. Cuando el diario lanzó la campaña del “Sexto grande” tenía un argumento central y que no específicamente tenía que ver con la cantidad de hinchas que apoyarían a uno u otro equipo.
Olé buscó a través de esta encuesta, instalar que su mercado sería el de los equipos denominados grandes, y específicamente de Capital Federal.
Cuenta, a modo de anécdota, Carlos Fanjul que “antes de empezar la encuesta ya nos habían dicho que iba a ser Huracán el sexto grande, porque el diario tenía buena venta en la zona de Constitución, Parque Patricios, Once, y que era necesario apuntar a esa zona. El estudio daba que si salía Central era una complicación con el mercado rosarino, si era Colón con el de Santa Fe y así también se pensó con La Plata, con Córdoba y con otros lugares”.
Fue a partir de ese momento que el diario tomó el formato de contenidos de hoy, y hasta muchos enfatizan que el show se puso por delante de lo periodístico.
En el historial del diario no se puede dejar de mencionar que durante el Mundial de 1998 en Francia, Olé se imprimió y se vendió en los kioscos de diarios y revistas de ese país. Fue una prueba que no se repitió en Corea-Japón 2002, por la crisis económica del momento, y que estuvo en estudio para Alemania 2006, pero finalmente quedó sin efecto.
El mundo marcaba el camino
En Europa, los diarios deportivos forman parte de la vida de los españoles, los italianos y los franceses, por nombrar solo algunas nacionalidades, desde hace décadas.
Marca, el diario de mayor venta en España, es el exponente más claro de ello, con una tirada que supera el 1.500.000 ejemplares. Nació en San Sebastián en 1938, pero no como formato diario. Sí lo hizo día a día desde 1942, pero con edición y armado desde Madrid, donde en la actualidad tiene su redacción principal.
Una economía diferente a la de los países de Latinoamérica llevó a que Marca sea el diario de cabecera de los españoles, que en muchos casos acompaña a El País, El Mundo o ABC. Estas publicaciones tienen deportes, pero no como eje principal de sus informaciones.
El mercado permitió que desde 1967 irrumpa As, también desde la capital española y con un nivel de penetración muy importante, aunque inferior al de Marca.
Y no podía quedar al margen la pujante Barcelona que desde hace tres décadas cuenta con El Mundo Deportivo y con Sport, que por centrarse en la información local como la más importante (fundamentalmente cuestiones del Barcelona FC), relegaron a los madrileños Marca y As.
La regionalización y la presencia de poderosos equipos de fútbol llevó a que cada comunidad tenga su propia publicación deportiva: Equipo en Aragón, El deportivo en Galicia, entre otros ejemplos.
El ejemplo español se puede trasladar a cada uno de los países de Europa, y uno de los emblemas es la Gazzetta Dello Sports, en Italia. Fue la fusión en 1896 de las revistas Ciclista y La Tripleta, por eso ocupa grandes espacios todo lo relacionado con el Giro de Italia (desde 1909), prueba ciclista de suma importancia y difusión en el país.
La particularidad de la Gazzetta Dello Sports es su color rosa, que tiene su debida explicación. Se quiso diferenciar este medio exclusivamente deportivo, de los demás diarios italianos que no lo eran.
Por eso se destaca siempre en los lugares de venta, como si se tratase de un cartel luminoso que direcciona la atención. Es el diario italiano más vendido en el país.
El caso de referencia francés es el diario deportivo L’Equipe, que fue posterior a los nombrados en España e Italia.
Sus competidores nunca pudieron ingresar en el mercado, y el intento del Sport duró apenas un lapso corto, porque fundió cuando L’Equipe le agregó color a sus páginas en 1987.
Últimamente se sumaron otras publicaciones deportivas francesas como 10 Sports y Ajourd’ hui Sports, pero de menor venta y relevancia.
Se podría repasar cada caso de cada país europeo que tiene al menos un diario deportivo.
Lo mismo ocurrió años más tarde en el continente americano. Y tal como pasó con Olé en Argentina, se podría nombrar en Perú los casos de Libero y El Bocón; en México La afición, Ovaciones y Estadio; en Colombia el Diario Deportivo; La Gazeta Esportiva de San Pablo en Brasil, y muchos más.
Sin lugar a dudas, el deporte pedía un lugar dentro del mercado gráfico, y cada uno de los ejemplos nombrados avalaron ese requerimiento.
(artículo de Matías Mor Roig)
A propósito de ello, el inolvidable delantero de Peñarol de Montevideo de los años 60 y 70, el ecuatoriano Alberto Spencer, reflejó la imagen que tenía de Pelé en su biografía "El señor Spencer", escrita por Freddy Álava Muentes.
En uno de sus capítulos, recuerda dos anécdotas: "Peñarol y Santos eran, en los años 60, los equipos de moda y se cruzaban por todos lados; cumplía años Alianza Lima y llamaban a ambos cuadros, cumplía años Millonarios y no podían faltar Peñarol y Santos. En un cuadrangular disputado en Santiago de Chile, por esas coincidencias, las dos delegaciones se alojaron en el mismo hotel. La noche previa que jugáramos un partido, nos encontrábamos cenando, cuando alguien levantó la voz: -Ahí vienen los del Santos, no le demos bola porque andan agrandados.
Efectivamente, pasó el grueso del equipo brasileño, ingresando al salón muy en lo suyo, con la vista al frente, mientras nosotros comíamos con naturalidad. El hielo se rompió cuando Pelé, que se había retrasado, se acercó a la mesa, me encaró directamente y me dijo: "Qué tal Spencer, ¿tudo ben?'... Y seguimos conversando, demostrándome que, siendo una super estrella del fútbol mundial, poseía mucha humildad. En otra ocasión, en un amistoso veraniego jugado en el estadio Centenario, Peñarol estaba ganando por cinco goles. En esos momentos, antes de disputar una pelota, Pelé me pidió: 'Spencer, Spencer, avisa a los muchachos que ya parar...'.
El ecuatoriano no atinó más que a sonreír ante la inesperada ocurrencia del, por esos días, doble campeón mundial".
Etiquetas: Anécdotas, Brasil, Club-BRA: Santos, Club-URU: Peñarol, Ecuador, O Rei 0 comentarios
(OTTO REHHAGEL, ex futbolista y entrenador alemán, acerca de las declaraciones de un entrenador rival en vísperas de un importante encuentro)
(PAUL GARDNER, ex futbolista inglés)
La vida te sorpresas, sorpresas te da Blogger
Por un momento pensé en que estaba cometiendo alguna infracción al servicio que presta Blogger o bien algún cibernauta un tanto aburrido se la había agarrado con la página. Por suerte, luego de varios intentos pude acceder a esta herramienta de publicación y comprobar que todo estaba en orden, pero, el susto no me lo saca nadie de encima. Y después dicen que solo en Argentina las cosas no funcionan bien...
La mejor de las historias (Pablo Ramos - Argentina)
De golpe salté de la banqueta y le dije que estaba escribiendo, que las cosas me iban mal, que ya no me gustaba mi empresa ni mi familia, y que me había dado cuenta, de golpe, de que lo único que quería hacer era escribir historias. Se lo digo en un ataque de sinceridad alcohólica. Después me arrepiento, a él no le importaban esas cosas, siento que va a minimizarlo, a hacer de cuenta que no escuchó nada.
-Encontré la máquina de mi abuelo y la estoy usando -digo.
-Historias -dice él.
Yo sé la mejor de las historias.
Me quedé confundido, esperando para no decir una tontería, para que no se me notara la confusión. Mi padre iba a contarme algo: mi padre iba a ser mi padre. Pido otra vuelta y le digo que empiece.
Yo estaba borracho, felizmente borracho. Permanentemente al borde de la risa, como si en vez de tomar vermú me hubiera fumado un porro. Él, distendido y un poco, apenas, suelto de lengua. Miré la hora: mi madre ya debía tener la comida lista, pero nos conocía bien a mi padre y a mí; aparte de tener el corazón en la boca porque estábamos juntos, iba a tener la precaución de no echar los fideos en el agua hasta que nos hubiéramos sentado a la mesa.
Me quedé en silencio y él, ahora, fue al grano.
-¿Querés o no querés que te la cuente?
-Está bien, pero que sea una historia que a vos te interese no es garantía de que a mí me interese también.
-Sentí (siempre decía ‘sentí’ por ‘escuchá’), ¿te acordás de Ángel Clemente Rojas: Rojitas, el Pelado? Los pibes de tu generación no lo vieron jugar. Pero yo lo vi nacer, y crecer con la pelota. Lo más grande que tuvo Boca, lo más grande que tuvo este país, más grande que Bochini, más grande que Maradona. Lo que pasa es que eran otras épocas.
-Seguro que estás exagerando.
-No sé. El asunto es así: una noche de verano, un calor insoportable, estábamos Coco, el Pelado Rojitas, Rabanito y yo. En el club Brisas, sentados como ahora estamos sentados nosotros dos. Lo jodíamos al Pelado porque había firmado con Boca, él, que era hincha de Independiente, como el Diego, ¿entendés lo que te digo?
Le dije que entendía, y le pedí que nos apartáramos un poco. Mi padre nunca me había contado una historia. Pedí la botella de Gancia y un sifón, reforcé las medidas de Fernet y nos fuimos a sentar a la última mesa. Yo, con mi vaso en una mano y el sifón en la otra.
Mi padre dio dos pasos y apoyó su mano libre sobre mi hombro. Fue la primera vez que él tuvo un gesto así conmigo. Nunca me voy a olvidar de lo que sentí. ¿Con tan poco se podía allanar tanto el camino hacia la paz? La tormenta seguía, pero despuntaba algo parecido a un sol tibio en el horizonte. Si con solo un toque de su mano mis resentimientos le daban algo de espacio al amor, ¿qué no podía ser posible entonces con un poco de tiempo? Ese abrazo suave, corto, casual, sobre mi hombro. Ese abrazo único, pero tan cierto como aquella noche de verano, es lo importante, lo que recuerdo perfectamente.
Nos sentamos y siguió. De golpe entró mi hijo Cristian. Mi madre, que sabía perfectamente dónde estábamos, nos había mandado llamar. Cristian tenía pelada la nariz. Mi padre le dijo que le dijera a su abuela que le pusiera crema.
-Y decile también que en media hora estamos allá, hijo.
Era como si el chico fuera yo. Tantas veces mi madre me había mandado a buscarlo y mi padre que ya venía, que ya venía y terminábamos comiendo sin él. El club fue siempre la segunda casa, o la primera casa, de mi padre. Las cartas y el vermú, los rivales más duros de mi madre.
-Te sigo contando. El Pelado debutaba mañana, o sea, al otro día, ¿entendés?
-Mañana, está bien.
-Claro, como si fuera mañana, contra Vélez, en el Boca de Rattín, y ponele que ahora fueran la una o las dos de la madrugada. Se tenía que ir a dormir. Él tomaba granadina y nosotros todo lo que te puedas imaginar, en esa época sí que se tomaba. Dale que dale a la pavada hasta que la noche se cae, por el alcohol, y porque a veces la alegría es más grande que lo que uno tiene para decir. Vienen unos minutos de silencio. Ruidos de vasos, la risa tardía de Coco o de Rabanito, y así como así el Pelado nos invita a conocer su casa nueva de Flores. Se la había alquilado Boca y él la había puesto con todo porque había cobrado una prima que equivalía al sueldo de un año en la fábrica de fósforos, la misma en la cual trabajó tu madre hasta que me conoció a mí. Que vamos a verla, que vamos a verla; que sí, que no y fuimos nomás. Él estaba con el auto del padrino aunque apenas manejaba, o había aprendido hacía muy poco. Lo importante es que el Pelado era un peligro con el auto, y por más que le insistí quiso manejar él, aunque cualquiera de nosotros era preferible, aun con el pedo que teníamos. El viaje fue pura risa por cualquier cosa, bocinazos y gritos a todo lo que se pareciera a una mina. Yo iba atrás, en silencio, dejándole el monopolio del ruido a los otros tres; me había ensimismado, ¿entendés? Porque no es que ese carácter sea exclusividad de tu madre, yo también muchas veces soy así, y vos también sacás eso de mí.
-¿De verdad?
-Claro. Recuerdo eso: que yo estaba así, en ese estado, por las copas y porque estaba así. Sentía pena por todo lo que veía. Pero no una pena fea, quiero decir que no una pena porque menospreciara a las demás personas y a las cosas. Todo lo contrario, pena porque me sentía cerca de ellas. Porque la noche había sido hecha para nosotros, lodo era la noche. Los otros autos, los gatos, los árboles, los pocos perros que perseguían a algún linyera ladrándole al paso. Y de golpe un auto que nos venía de frente y las siluetas de mis amigos que se iluminaban como apariciones; lo recuerdo tan nítidamente. Y sé que no es una boludez, sé que es algo, aunque no pueda decirte qué.
-Seguí -le digo-, no te vayas a poner melancólico y rompas el invicto a esta altura de tu vida.
-Sentí. Llegando a la casa, nosotros íbamos por una de esas calles de Flores que de noche son todas iguales, doblamos en contramano. Estábamos a una cuadra y ninguno de los boludos se dio cuenta; entonces yo despierto de esa en la que me había quedado colgado y le digo que tenga cuidado, que se había metido contramano. No termino de decirlo que nos para un policía. Yo escucho el silbato primero y veo la moto después. Pensé que estábamos sonados. Pero después me tranquilizo, porque manejaba el Pelado y él no había tomado ni una copa. El cana nos ilumina con la linterna. Nos pide que bajemos despacio. Era una época tranquila, no se tenían los miedos que se tuvieron después. Un cana era algo más parecido al cartero que a un milico. Pero nosotros éramos unos pibes. Bajamos y supongo que mi cara no debería ser muy diferente de las de mis amigos.
El cana nos dice que nos pongamos todos abajo de la luz del farol, y es ahí que lo veo: negro, no como yo, como Louis Armstrong, ¿entendés? Negro mota. Rabanito suelta una risita pero la reprime enseguida. Los demás nos quedamos callados. El cana le pide al Pelado la licencia de conducir, así le dice, no registro, licencia de conducir, como si el tipo hiera de otro país, de otro planeta. ¿Y sabés qué? El Pelado no tiene. Me la olvidé, dice, y es mentira, y todos nos damos cuenta de que es mentira. Te la olvidaste de sacar, le dice el cana. Después nos hace hacer el cuatro, nos palpa de armas y dice que nos va a tener que confiscar el auto. Mi padrino me mata, señor, dice el Pelado.
Coco lo arenga a más: decile quién sos, decile, boludo. Al Pelado ya lo conocía todo el país porque le había hecho tres goles a Uruguay en una selección de la “C” que se había formado para jugar un amistoso. Todo el mundo hablaba de él porque Armando se lo compró a Arsenal de Llavallol después de ese partido. Soy Ángel Clemente Rojas, dice el Pelado, Rojitas, no el Tanque, eh, Rojitas. El cana lo mira, parece dudar. Pregunta qué hacemos tan tarde si mañana "el señor" debuta en Primera. El Pelado le cuenta lo de la fiesta, jura que no tomó, nosotros juramos que él no tomó, pide por favor. Entonces escuchá lo que dice el cana: Esta no es tu noche, pibe, dice. Te encontraste con un cana negro, hincha de Vélez e hijo de uruguayos. Qué le vas a hacer. Capaz que te meto en la gayola para satisfacción de mis viejos y para que no nos hagas ningún gol a nosotros.
El Pelado tenía una cara que no me voy a olvidar jamás. Le prometo que si me deja ir, no hago ningún gol, señor, dice. El cana se ríe, nos pregunta si alguno de nosotros tiene registro. Yo le muestro el mío, me lo revisa y me permite manejar el auto. Antes de dejarnos ir le recuerda la promesa. Rojitas, acuérdese, le dice. Ningún gol, repite dos o tres veces, y nos vamos.
-¿Nada más? -digo.
Sí, algo más. ¿Por un momento te pensaste que era una tontería, no? Sentí. Al otro día Boca le ganó a Vélez tres a cero. Tres goles de Corbatta, tres jugadas de Rojitas que lo dejaron solo a Corbatta. Tres jugadas electrizantes, así dijo el diario del domingo. Se habló de la generosidad del crack, ¿entendés? Generosidad. Tres gambetas dentro del área, pero ningún gol. ¿Por miedo al negro? No sé. El otro fin de semana pasó algo que no te incumbe, y yo nunca más volví a hablarle al Pelado. Tres jugadas electrizantes y ningún gol. ¿Entendés? Eso sí que es una historia.
Le sonreí. Pagamos y nos fuimos. Yo pensaba. Qué hombre, de qué está hecho que es tan difícil de entenderlo para mí. Pensaba esto con tranquilidad, sin poder salir del asombro todavía. Él sólo caminaba, adelante, en silencio, meneando de vez en cuando la cabeza. Jamás volvió a contarme una historia. Jamás volvió a tomarme del hombro.
(relato que forma parte de la novela “La ley de la ferocidad, Buenos Aires, Alfaguara, 2007)
Decir que participó de la Copa América de 1993 con la selección uruguaya no es un dato menor pero no tan importante. Y menos que luego del descenso del verde correntino pasó a Olimpia de Paraguay (1995), retornó a Cerro (1996), vistió la camiseta de Unión Española de Chile (1997), la de Central Español (1998) de Uruguay y Alianza de Montevideo (2004).
El dato por excelencia es que el ‘Indio’ Morán ostenta un record único en el fútbol argentino. Es el único jugador que no solo lesionó a Blas Armando Giunta una vez, sino que lo hizo ¡¡en dos oportunidades!!… como para poder tomar un parámetro de quien estamos hablando. De un codazo le rompió la mandíbula a Diego Cagna que tuvo que usar una máscara durante tres semanas, y el tabique al ‘Tito’ Pompei con otro golpe igual.
Según "El Gráfico", era dueño de una técnica depurada… para pegar.
Tenía tanto trabajo como cirujano que tranquilamente pudo haber contratado una secretaria que le manejara los turnos. Pocas veces daba de frente, lo que elevaba su peligrosidad a límites insospechados.
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(JOHNNY GILES, ex jugador irlandés del Leeds United)
(PABLO LÓPEZ, periodista español, 'atendiendo' a Robinho en Marca.com -Agosto 2008- y haciendo leña del árbol caído, con quien a fines de ese mes se marcharía del Real Madrid)
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El Taita "Lolo" Fernández (Fernando Soria - Perú)
catedrático y campeón,
ya lo ha dicho y lo repite
el mentado Salomón.
Las defensas se asustaron,
el golquíper se mareó
y “Lolo” marcando goles
a los del Plata asombró.
Toma Pasache,
pasa a Lolín,
corre Titina
con Baldovino.
Cabrea Huapaya,
driblea a Sued,
¡qué juramaya!
¿lo ha visto usted?
Allá va “Lolo”,
gran corazón,
esquiva a uno,
driblea a dos.
Y en las tribunas
con emoción,
la gente grita
y exclama ¡GOL!
Todos aclaman a “Lolo”,
el campeón de la patada,
que hizo bramar al Racing
y les metió la goleada.
El golquíper dijo: ché,
vaya tipo extraordinario,
ha metido cinco al hilo,
a eso le llaman rosario.
No sólo cuando patea,
“Lolo” escucha la ovación,
con la cabeza golea
y hace goles de tacón.
La fama de este muchacho,
ha transmontado los Andes
y en la Argentina le dicen:
¡El Taita “Lolo” Fernández!
Fue un cotejo lleno de alternativas emocionantes y en donde Independiente no se entregó nunca, pese a su inferioridad numérica. Sucedió que a los 5 minutos de juego, el árbitro Carlos Espósito sancionó un tiro penal favorable a los locales. Una pena que dejó ciertas dudas, por un foul de Villaverde en perjuicio de Zamora. Carlos Enrique protestó y fue expulsado, para algunos, de manera apresurada.
Entonces, a los 5 minutos Independiente quedaba en desventaja en el marcador (el penal lo convirtió Theiler) y con un hombre de menos.
Allí el inolvidable técnico José ‘Pato’ Pastoriza, sustituyó a Barberón por Ingrao para ordenar las piezas defensivas, y lanzó el equipo al ataque. Fue un ida y vuelta increíble, y con muchos goles.
La síntesis que arrojó ese cotejo fue la siguiente:
Newell's Old Boys (5): Scoponi; Basualdo, Theiler, Pautasso y Giovagnoli; Martino (Sensini), Llop, Ciraolo y Rossi; Dezotti (Roldán) y Zamora.
DT: Jorge Solari
Independiente (4): Vargas; Clausen, Villaverde, Ríos y Carlos Enrique; Giusti, Marangoni, Bochini (Ruidíaz) y Reinoso; Franco Navarro y Barberón (Ingrao).
DT: José Omar Pastoriza
Goles: 5m. Theiler, de penal (NOB), 15m. Reinoso (I), 44m. Rossi (NOB), 45m y 52m. Dezotti (NOB), 57 y 58m. Ingrao (I) -el primero de penal)- 70m. Zamora (NOB) y 90m. Navarro (I).
(LARS LAGERBACK, entrenador sueco y actual responsable del seleccionado de Nigeria, en declaraciones al diario nigeriano "Vanguard de Lagos")
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