(UNAI EMERY, entrenador vasco del Valencia, refiriéndose al incidente con el jugador argentino Ever Banega luego del partido que perdieron ante Mallorca por 3 a 2)
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(UNAI EMERY, entrenador vasco del Valencia, refiriéndose al incidente con el jugador argentino Ever Banega luego del partido que perdieron ante Mallorca por 3 a 2)
La aparición del diario deportivo Olé
En el desarrollo del periodismo deportivo en nuestro país, la actividad radial ocupó un espacio preponderante, porque fue el medio que se utilizó para la difusión masiva de acontecimientos a lo largo de la historia, desde aquellas viejas transmisiones de partidos de fútbol de antaño hasta las recordadas peleas de Carlos Monzón.
En la actualidad la radio sigue dedicando, y hasta direccionando el crecimiento de la actividad del periodismo deportivo.
Así como TyC Sports marcó un antes y un después en la expansión televisiva en la Argentina, hubo a comienzos de la década del 90 un enorme crecimiento del deporte en los medios gráficos del país.
La revistas semanales (El Gráfico, Goles, Sólo Fútbol) se vieron sensiblemente atacadas por la realidad del día a día de cada periódico nacional o local. Se ampliaron la cantidad de páginas para la difusión de diversas actividades, teniendo al fútbol como eje central de difusión. Lo que las revistas informaban los martes o lunes por la noche ya era viejo y había salido en por lo menos una decena de diarios.
Suplementos especiales comenzaron a acaparar la atención de los lectores, pero no ya como una cuestión estrictamente vinculada con los fines de semana, cuando se desarrollaba casi la totalidad de los acontecimientos.
En este contexto, el Grupo Clarín, que ya editaba entre otras cosas el diario del mismo nombre, puso en marcha el 23 de Mayo de 1996 el diario deportivo Olé.
Aquella primera tapa del número 1 tuvo como título principal “River tuvo más aguante”, por el triunfo de ese equipo en el partido de Copa Libertadores ante San Lorenzo.
Nunca modificó su formato tabloide, pero sí a lo largo de estos años varió sus estrategias de mercado. Apuntó a una revista sabatina como Mística, de buenos contenidos, que tuvo éxito en la aceptación de los lectores, pero no en la evaluación de los costos de la misma.
“Pasó algo curioso y hasta novedoso con Mística, porque nació la revista como consecuencia de que el diario no tenía más espacio para publicidades. Entonces se habló con las empresas para la creación de esta revista en la que se podían volcar estas publicidades. Después sí cambió el panorama y como en otras oportunidades se dio un achique de gastos”, comenta Carlos Fanjul, periodista platense que fue el primer corresponsal de Olé en la ciudad y estuvo desde la aparición del diario.
Captó al público del ascenso con un suplemento especial, y lo mismo hizo con los “fierreros” y en algunas oportunidades con los amantes del rugby, el tenis o el básquet, según lo marcara la actualidad de cada uno de los deportes. Hasta implementó tapas especiales para las principales ciudades del país, y hubo experimentos, como el de Córdoba, en los que se hacía un suplemento para venta en la provincia con contenidos puramente locales.
Como en tantas otras cuestiones, las pruebas tienen un plazo para la evaluación, y ante un resultado negativo el recurso es la desaparición, el reemplazo o el achicamiento.
La crisis económica del 2001 llevó a transformaciones de toda índole. El director periodístico del diario, Mariano Hamilton, se fue de Olé, y la idea fue modificar también sus contenidos. Esa división, casi perfecta, para que el espacio para todos los clubes sea equitativo, quedó de lado. Entonces, Boca y River desplazaron a páginas en las que se vertían comentarios varios de los demás clubes.
Dijo Fanjul: “Recuerdo que teníamos una cabeza por día de cada equipo. O al menos La Plata se llevaba una página. Después cambió el panorama y pasamos a tener 15 líneas o 25, salvo que el tema realmente requiera un desarrollo mayor. Siempre digo que el proyecto ese de hacer un suple especial de La Plata no funcionó porque se hizo un estudio de mercado, que indicaba que con los dos diarios de la ciudad (El Día y Hoy) y sus suplementos, ya la gente estaba completa de información, y no iba a apuntar a Olé como una opción”, concluye el periodista, que en 2003 dejó de pertenecer al nombrado medio.
También se modificó el despliegue para las otras disciplinas, y lo que se denominaba polideportivo pasó a ocupar una cuarta parte del diario, tal como se lo puede observar hoy en día.
Cambio de rumbo
Marcelo Nogueira, editor de Olé, que estuvo en los albores del diario, reconoce que hubo un cambio en la idea original que se tenía antes de salir a la calle.
“Cuando se comenzó a planificar el diario, se pensó en un deportivo, con otras informaciones, para competir con los demás que daban otras informaciones y deportes. Ese proyecto hasta tuvo forma, y tenía que ver con unas páginas para información general, política y algo más. Pero cuando salió Olé se decidió apuntar específicamente a lo deportivo y dejar de lado las otras cuestiones”.
¿Por qué se había pensado en una estructura editorial de deportes y algo más?
La ecuación que se hacía era estrictamente económica. La gente no tendría para comprar dos diarios, como pasa en Europa con muchos casos en los que al diario de tirada nacional le suman el diario deportivo. Entonces, querían brindar los dos tipos de informaciones, con un costo único. Fue sólo un proyecto inicial que nunca se cristalizó.
Si de estrategias de mercado o cambio de rumbos se trata, hubo un acontecimiento que marcó un quiebre. Cuando el diario lanzó la campaña del “Sexto grande” tenía un argumento central y que no específicamente tenía que ver con la cantidad de hinchas que apoyarían a uno u otro equipo.
Olé buscó a través de esta encuesta, instalar que su mercado sería el de los equipos denominados grandes, y específicamente de Capital Federal.
Cuenta, a modo de anécdota, Carlos Fanjul que “antes de empezar la encuesta ya nos habían dicho que iba a ser Huracán el sexto grande, porque el diario tenía buena venta en la zona de Constitución, Parque Patricios, Once, y que era necesario apuntar a esa zona. El estudio daba que si salía Central era una complicación con el mercado rosarino, si era Colón con el de Santa Fe y así también se pensó con La Plata, con Córdoba y con otros lugares”.
Fue a partir de ese momento que el diario tomó el formato de contenidos de hoy, y hasta muchos enfatizan que el show se puso por delante de lo periodístico.
En el historial del diario no se puede dejar de mencionar que durante el Mundial de 1998 en Francia, Olé se imprimió y se vendió en los kioscos de diarios y revistas de ese país. Fue una prueba que no se repitió en Corea-Japón 2002, por la crisis económica del momento, y que estuvo en estudio para Alemania 2006, pero finalmente quedó sin efecto.
El mundo marcaba el camino
En Europa, los diarios deportivos forman parte de la vida de los españoles, los italianos y los franceses, por nombrar solo algunas nacionalidades, desde hace décadas.
Marca, el diario de mayor venta en España, es el exponente más claro de ello, con una tirada que supera el 1.500.000 ejemplares. Nació en San Sebastián en 1938, pero no como formato diario. Sí lo hizo día a día desde 1942, pero con edición y armado desde Madrid, donde en la actualidad tiene su redacción principal.
Una economía diferente a la de los países de Latinoamérica llevó a que Marca sea el diario de cabecera de los españoles, que en muchos casos acompaña a El País, El Mundo o ABC. Estas publicaciones tienen deportes, pero no como eje principal de sus informaciones.
El mercado permitió que desde 1967 irrumpa As, también desde la capital española y con un nivel de penetración muy importante, aunque inferior al de Marca.
Y no podía quedar al margen la pujante Barcelona que desde hace tres décadas cuenta con El Mundo Deportivo y con Sport, que por centrarse en la información local como la más importante (fundamentalmente cuestiones del Barcelona FC), relegaron a los madrileños Marca y As.
La regionalización y la presencia de poderosos equipos de fútbol llevó a que cada comunidad tenga su propia publicación deportiva: Equipo en Aragón, El deportivo en Galicia, entre otros ejemplos.
El ejemplo español se puede trasladar a cada uno de los países de Europa, y uno de los emblemas es la Gazzetta Dello Sports, en Italia. Fue la fusión en 1896 de las revistas Ciclista y La Tripleta, por eso ocupa grandes espacios todo lo relacionado con el Giro de Italia (desde 1909), prueba ciclista de suma importancia y difusión en el país.
La particularidad de la Gazzetta Dello Sports es su color rosa, que tiene su debida explicación. Se quiso diferenciar este medio exclusivamente deportivo, de los demás diarios italianos que no lo eran.
Por eso se destaca siempre en los lugares de venta, como si se tratase de un cartel luminoso que direcciona la atención. Es el diario italiano más vendido en el país.
El caso de referencia francés es el diario deportivo L’Equipe, que fue posterior a los nombrados en España e Italia.
Sus competidores nunca pudieron ingresar en el mercado, y el intento del Sport duró apenas un lapso corto, porque fundió cuando L’Equipe le agregó color a sus páginas en 1987.
Últimamente se sumaron otras publicaciones deportivas francesas como 10 Sports y Ajourd’ hui Sports, pero de menor venta y relevancia.
Se podría repasar cada caso de cada país europeo que tiene al menos un diario deportivo.
Lo mismo ocurrió años más tarde en el continente americano. Y tal como pasó con Olé en Argentina, se podría nombrar en Perú los casos de Libero y El Bocón; en México La afición, Ovaciones y Estadio; en Colombia el Diario Deportivo; La Gazeta Esportiva de San Pablo en Brasil, y muchos más.
Sin lugar a dudas, el deporte pedía un lugar dentro del mercado gráfico, y cada uno de los ejemplos nombrados avalaron ese requerimiento.
(artículo de Matías Mor Roig)
A propósito de ello, el inolvidable delantero de Peñarol de Montevideo de los años 60 y 70, el ecuatoriano Alberto Spencer, reflejó la imagen que tenía de Pelé en su biografía "El señor Spencer", escrita por Freddy Álava Muentes.
En uno de sus capítulos, recuerda dos anécdotas: "Peñarol y Santos eran, en los años 60, los equipos de moda y se cruzaban por todos lados; cumplía años Alianza Lima y llamaban a ambos cuadros, cumplía años Millonarios y no podían faltar Peñarol y Santos. En un cuadrangular disputado en Santiago de Chile, por esas coincidencias, las dos delegaciones se alojaron en el mismo hotel. La noche previa que jugáramos un partido, nos encontrábamos cenando, cuando alguien levantó la voz: -Ahí vienen los del Santos, no le demos bola porque andan agrandados.
Efectivamente, pasó el grueso del equipo brasileño, ingresando al salón muy en lo suyo, con la vista al frente, mientras nosotros comíamos con naturalidad. El hielo se rompió cuando Pelé, que se había retrasado, se acercó a la mesa, me encaró directamente y me dijo: "Qué tal Spencer, ¿tudo ben?'... Y seguimos conversando, demostrándome que, siendo una super estrella del fútbol mundial, poseía mucha humildad. En otra ocasión, en un amistoso veraniego jugado en el estadio Centenario, Peñarol estaba ganando por cinco goles. En esos momentos, antes de disputar una pelota, Pelé me pidió: 'Spencer, Spencer, avisa a los muchachos que ya parar...'.
El ecuatoriano no atinó más que a sonreír ante la inesperada ocurrencia del, por esos días, doble campeón mundial".
Etiquetas: Anécdotas, Brasil, Club-BRA: Santos, Club-URU: Peñarol, Ecuador, O Rei 0 comentarios
(OTTO REHHAGEL, ex futbolista y entrenador alemán, acerca de las declaraciones de un entrenador rival en vísperas de un importante encuentro)
(PAUL GARDNER, ex futbolista inglés)
La vida te sorpresas, sorpresas te da Blogger
Por un momento pensé en que estaba cometiendo alguna infracción al servicio que presta Blogger o bien algún cibernauta un tanto aburrido se la había agarrado con la página. Por suerte, luego de varios intentos pude acceder a esta herramienta de publicación y comprobar que todo estaba en orden, pero, el susto no me lo saca nadie de encima. Y después dicen que solo en Argentina las cosas no funcionan bien...
La mejor de las historias (Pablo Ramos - Argentina)
De golpe salté de la banqueta y le dije que estaba escribiendo, que las cosas me iban mal, que ya no me gustaba mi empresa ni mi familia, y que me había dado cuenta, de golpe, de que lo único que quería hacer era escribir historias. Se lo digo en un ataque de sinceridad alcohólica. Después me arrepiento, a él no le importaban esas cosas, siento que va a minimizarlo, a hacer de cuenta que no escuchó nada.
-Encontré la máquina de mi abuelo y la estoy usando -digo.
-Historias -dice él.
Yo sé la mejor de las historias.
Me quedé confundido, esperando para no decir una tontería, para que no se me notara la confusión. Mi padre iba a contarme algo: mi padre iba a ser mi padre. Pido otra vuelta y le digo que empiece.
Yo estaba borracho, felizmente borracho. Permanentemente al borde de la risa, como si en vez de tomar vermú me hubiera fumado un porro. Él, distendido y un poco, apenas, suelto de lengua. Miré la hora: mi madre ya debía tener la comida lista, pero nos conocía bien a mi padre y a mí; aparte de tener el corazón en la boca porque estábamos juntos, iba a tener la precaución de no echar los fideos en el agua hasta que nos hubiéramos sentado a la mesa.
Me quedé en silencio y él, ahora, fue al grano.
-¿Querés o no querés que te la cuente?
-Está bien, pero que sea una historia que a vos te interese no es garantía de que a mí me interese también.
-Sentí (siempre decía ‘sentí’ por ‘escuchá’), ¿te acordás de Ángel Clemente Rojas: Rojitas, el Pelado? Los pibes de tu generación no lo vieron jugar. Pero yo lo vi nacer, y crecer con la pelota. Lo más grande que tuvo Boca, lo más grande que tuvo este país, más grande que Bochini, más grande que Maradona. Lo que pasa es que eran otras épocas.
-Seguro que estás exagerando.
-No sé. El asunto es así: una noche de verano, un calor insoportable, estábamos Coco, el Pelado Rojitas, Rabanito y yo. En el club Brisas, sentados como ahora estamos sentados nosotros dos. Lo jodíamos al Pelado porque había firmado con Boca, él, que era hincha de Independiente, como el Diego, ¿entendés lo que te digo?
Le dije que entendía, y le pedí que nos apartáramos un poco. Mi padre nunca me había contado una historia. Pedí la botella de Gancia y un sifón, reforcé las medidas de Fernet y nos fuimos a sentar a la última mesa. Yo, con mi vaso en una mano y el sifón en la otra.
Mi padre dio dos pasos y apoyó su mano libre sobre mi hombro. Fue la primera vez que él tuvo un gesto así conmigo. Nunca me voy a olvidar de lo que sentí. ¿Con tan poco se podía allanar tanto el camino hacia la paz? La tormenta seguía, pero despuntaba algo parecido a un sol tibio en el horizonte. Si con solo un toque de su mano mis resentimientos le daban algo de espacio al amor, ¿qué no podía ser posible entonces con un poco de tiempo? Ese abrazo suave, corto, casual, sobre mi hombro. Ese abrazo único, pero tan cierto como aquella noche de verano, es lo importante, lo que recuerdo perfectamente.
Nos sentamos y siguió. De golpe entró mi hijo Cristian. Mi madre, que sabía perfectamente dónde estábamos, nos había mandado llamar. Cristian tenía pelada la nariz. Mi padre le dijo que le dijera a su abuela que le pusiera crema.
-Y decile también que en media hora estamos allá, hijo.
Era como si el chico fuera yo. Tantas veces mi madre me había mandado a buscarlo y mi padre que ya venía, que ya venía y terminábamos comiendo sin él. El club fue siempre la segunda casa, o la primera casa, de mi padre. Las cartas y el vermú, los rivales más duros de mi madre.
-Te sigo contando. El Pelado debutaba mañana, o sea, al otro día, ¿entendés?
-Mañana, está bien.
-Claro, como si fuera mañana, contra Vélez, en el Boca de Rattín, y ponele que ahora fueran la una o las dos de la madrugada. Se tenía que ir a dormir. Él tomaba granadina y nosotros todo lo que te puedas imaginar, en esa época sí que se tomaba. Dale que dale a la pavada hasta que la noche se cae, por el alcohol, y porque a veces la alegría es más grande que lo que uno tiene para decir. Vienen unos minutos de silencio. Ruidos de vasos, la risa tardía de Coco o de Rabanito, y así como así el Pelado nos invita a conocer su casa nueva de Flores. Se la había alquilado Boca y él la había puesto con todo porque había cobrado una prima que equivalía al sueldo de un año en la fábrica de fósforos, la misma en la cual trabajó tu madre hasta que me conoció a mí. Que vamos a verla, que vamos a verla; que sí, que no y fuimos nomás. Él estaba con el auto del padrino aunque apenas manejaba, o había aprendido hacía muy poco. Lo importante es que el Pelado era un peligro con el auto, y por más que le insistí quiso manejar él, aunque cualquiera de nosotros era preferible, aun con el pedo que teníamos. El viaje fue pura risa por cualquier cosa, bocinazos y gritos a todo lo que se pareciera a una mina. Yo iba atrás, en silencio, dejándole el monopolio del ruido a los otros tres; me había ensimismado, ¿entendés? Porque no es que ese carácter sea exclusividad de tu madre, yo también muchas veces soy así, y vos también sacás eso de mí.
-¿De verdad?
-Claro. Recuerdo eso: que yo estaba así, en ese estado, por las copas y porque estaba así. Sentía pena por todo lo que veía. Pero no una pena fea, quiero decir que no una pena porque menospreciara a las demás personas y a las cosas. Todo lo contrario, pena porque me sentía cerca de ellas. Porque la noche había sido hecha para nosotros, lodo era la noche. Los otros autos, los gatos, los árboles, los pocos perros que perseguían a algún linyera ladrándole al paso. Y de golpe un auto que nos venía de frente y las siluetas de mis amigos que se iluminaban como apariciones; lo recuerdo tan nítidamente. Y sé que no es una boludez, sé que es algo, aunque no pueda decirte qué.
-Seguí -le digo-, no te vayas a poner melancólico y rompas el invicto a esta altura de tu vida.
-Sentí. Llegando a la casa, nosotros íbamos por una de esas calles de Flores que de noche son todas iguales, doblamos en contramano. Estábamos a una cuadra y ninguno de los boludos se dio cuenta; entonces yo despierto de esa en la que me había quedado colgado y le digo que tenga cuidado, que se había metido contramano. No termino de decirlo que nos para un policía. Yo escucho el silbato primero y veo la moto después. Pensé que estábamos sonados. Pero después me tranquilizo, porque manejaba el Pelado y él no había tomado ni una copa. El cana nos ilumina con la linterna. Nos pide que bajemos despacio. Era una época tranquila, no se tenían los miedos que se tuvieron después. Un cana era algo más parecido al cartero que a un milico. Pero nosotros éramos unos pibes. Bajamos y supongo que mi cara no debería ser muy diferente de las de mis amigos.
El cana nos dice que nos pongamos todos abajo de la luz del farol, y es ahí que lo veo: negro, no como yo, como Louis Armstrong, ¿entendés? Negro mota. Rabanito suelta una risita pero la reprime enseguida. Los demás nos quedamos callados. El cana le pide al Pelado la licencia de conducir, así le dice, no registro, licencia de conducir, como si el tipo hiera de otro país, de otro planeta. ¿Y sabés qué? El Pelado no tiene. Me la olvidé, dice, y es mentira, y todos nos damos cuenta de que es mentira. Te la olvidaste de sacar, le dice el cana. Después nos hace hacer el cuatro, nos palpa de armas y dice que nos va a tener que confiscar el auto. Mi padrino me mata, señor, dice el Pelado.
Coco lo arenga a más: decile quién sos, decile, boludo. Al Pelado ya lo conocía todo el país porque le había hecho tres goles a Uruguay en una selección de la “C” que se había formado para jugar un amistoso. Todo el mundo hablaba de él porque Armando se lo compró a Arsenal de Llavallol después de ese partido. Soy Ángel Clemente Rojas, dice el Pelado, Rojitas, no el Tanque, eh, Rojitas. El cana lo mira, parece dudar. Pregunta qué hacemos tan tarde si mañana "el señor" debuta en Primera. El Pelado le cuenta lo de la fiesta, jura que no tomó, nosotros juramos que él no tomó, pide por favor. Entonces escuchá lo que dice el cana: Esta no es tu noche, pibe, dice. Te encontraste con un cana negro, hincha de Vélez e hijo de uruguayos. Qué le vas a hacer. Capaz que te meto en la gayola para satisfacción de mis viejos y para que no nos hagas ningún gol a nosotros.
El Pelado tenía una cara que no me voy a olvidar jamás. Le prometo que si me deja ir, no hago ningún gol, señor, dice. El cana se ríe, nos pregunta si alguno de nosotros tiene registro. Yo le muestro el mío, me lo revisa y me permite manejar el auto. Antes de dejarnos ir le recuerda la promesa. Rojitas, acuérdese, le dice. Ningún gol, repite dos o tres veces, y nos vamos.
-¿Nada más? -digo.
Sí, algo más. ¿Por un momento te pensaste que era una tontería, no? Sentí. Al otro día Boca le ganó a Vélez tres a cero. Tres goles de Corbatta, tres jugadas de Rojitas que lo dejaron solo a Corbatta. Tres jugadas electrizantes, así dijo el diario del domingo. Se habló de la generosidad del crack, ¿entendés? Generosidad. Tres gambetas dentro del área, pero ningún gol. ¿Por miedo al negro? No sé. El otro fin de semana pasó algo que no te incumbe, y yo nunca más volví a hablarle al Pelado. Tres jugadas electrizantes y ningún gol. ¿Entendés? Eso sí que es una historia.
Le sonreí. Pagamos y nos fuimos. Yo pensaba. Qué hombre, de qué está hecho que es tan difícil de entenderlo para mí. Pensaba esto con tranquilidad, sin poder salir del asombro todavía. Él sólo caminaba, adelante, en silencio, meneando de vez en cuando la cabeza. Jamás volvió a contarme una historia. Jamás volvió a tomarme del hombro.
(relato que forma parte de la novela “La ley de la ferocidad, Buenos Aires, Alfaguara, 2007)
Decir que participó de la Copa América de 1993 con la selección uruguaya no es un dato menor pero no tan importante. Y menos que luego del descenso del verde correntino pasó a Olimpia de Paraguay (1995), retornó a Cerro (1996), vistió la camiseta de Unión Española de Chile (1997), la de Central Español (1998) de Uruguay y Alianza de Montevideo (2004).
El dato por excelencia es que el ‘Indio’ Morán ostenta un record único en el fútbol argentino. Es el único jugador que no solo lesionó a Blas Armando Giunta una vez, sino que lo hizo ¡¡en dos oportunidades!!… como para poder tomar un parámetro de quien estamos hablando. De un codazo le rompió la mandíbula a Diego Cagna que tuvo que usar una máscara durante tres semanas, y el tabique al ‘Tito’ Pompei con otro golpe igual.
Según "El Gráfico", era dueño de una técnica depurada… para pegar.
Tenía tanto trabajo como cirujano que tranquilamente pudo haber contratado una secretaria que le manejara los turnos. Pocas veces daba de frente, lo que elevaba su peligrosidad a límites insospechados.
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(JOHNNY GILES, ex jugador irlandés del Leeds United)
(PABLO LÓPEZ, periodista español, 'atendiendo' a Robinho en Marca.com -Agosto 2008- y haciendo leña del árbol caído, con quien a fines de ese mes se marcharía del Real Madrid)
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El Taita "Lolo" Fernández (Fernando Soria - Perú)
catedrático y campeón,
ya lo ha dicho y lo repite
el mentado Salomón.
Las defensas se asustaron,
el golquíper se mareó
y “Lolo” marcando goles
a los del Plata asombró.
Toma Pasache,
pasa a Lolín,
corre Titina
con Baldovino.
Cabrea Huapaya,
driblea a Sued,
¡qué juramaya!
¿lo ha visto usted?
Allá va “Lolo”,
gran corazón,
esquiva a uno,
driblea a dos.
Y en las tribunas
con emoción,
la gente grita
y exclama ¡GOL!
Todos aclaman a “Lolo”,
el campeón de la patada,
que hizo bramar al Racing
y les metió la goleada.
El golquíper dijo: ché,
vaya tipo extraordinario,
ha metido cinco al hilo,
a eso le llaman rosario.
No sólo cuando patea,
“Lolo” escucha la ovación,
con la cabeza golea
y hace goles de tacón.
La fama de este muchacho,
ha transmontado los Andes
y en la Argentina le dicen:
¡El Taita “Lolo” Fernández!
Fue un cotejo lleno de alternativas emocionantes y en donde Independiente no se entregó nunca, pese a su inferioridad numérica. Sucedió que a los 5 minutos de juego, el árbitro Carlos Espósito sancionó un tiro penal favorable a los locales. Una pena que dejó ciertas dudas, por un foul de Villaverde en perjuicio de Zamora. Carlos Enrique protestó y fue expulsado, para algunos, de manera apresurada.
Entonces, a los 5 minutos Independiente quedaba en desventaja en el marcador (el penal lo convirtió Theiler) y con un hombre de menos.
Allí el inolvidable técnico José ‘Pato’ Pastoriza, sustituyó a Barberón por Ingrao para ordenar las piezas defensivas, y lanzó el equipo al ataque. Fue un ida y vuelta increíble, y con muchos goles.
La síntesis que arrojó ese cotejo fue la siguiente:
Newell's Old Boys (5): Scoponi; Basualdo, Theiler, Pautasso y Giovagnoli; Martino (Sensini), Llop, Ciraolo y Rossi; Dezotti (Roldán) y Zamora.
DT: Jorge Solari
Independiente (4): Vargas; Clausen, Villaverde, Ríos y Carlos Enrique; Giusti, Marangoni, Bochini (Ruidíaz) y Reinoso; Franco Navarro y Barberón (Ingrao).
DT: José Omar Pastoriza
Goles: 5m. Theiler, de penal (NOB), 15m. Reinoso (I), 44m. Rossi (NOB), 45m y 52m. Dezotti (NOB), 57 y 58m. Ingrao (I) -el primero de penal)- 70m. Zamora (NOB) y 90m. Navarro (I).
(LARS LAGERBACK, entrenador sueco y actual responsable del seleccionado de Nigeria, en declaraciones al diario nigeriano "Vanguard de Lagos")
Etiquetas: Entrenadores, Mundial 2010, Nigeria, Suecia 0 comentarios
(BILL SHANKLY [1913-1981], célebre entrenador del Liverpool)
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Comenzó a jugar en Huracán Pocitos para luego realizar toda su trayectoria en el CURCC (Central Uruguay Railway Cricket Club de Villa Peñarol) ganador del primer torneo amateur uruguayo.
Utilizando una camiseta aurinegra, jugó hasta 1928, conquistando cinco campeonatos. Con ese club disputó más de 500 partidos, en los cuales convirtió un total de 253 goles.
Piendibene era un futbolista extraordinario, de enorme destreza pese a padecer una molesta lesión de meniscos. Para su selección jugó 56 partidos anotando 26 goles.
Precisamente el 29 de Octubre de 1911, Uruguay enfrentó a la Argentina, en el estadio del Parque Central, en Montevideo, por la Copa de Honor Uruguayo.
Dicha Copa estuvo en disputa en 12 oportunidades, realizándose su última edición en 1923.
En ese partido, Uruguay derrotó a la Argentina por 3 a 0, con dos goles de Piendibene y uno de Canavessi.
Lo cierto es que Piendibene cumplió una tarea excepcional: sus goles fueron luego de sendas "apiladas" a los defensores argentinos Susan y a uno de los hermanos Brown, para derrotar al arquero Wilson.
En su segundo gol, fue tan buena su maniobra, que tras la conquista, el zaguero argentino Jorge Brown (jugaba en el Alumni) se le acercó y le dijo: "Vea amigo, usted es un verdadero maestro. Lo felicito".
Eran tiempos del amateurismo y en donde el fair play se aplicaba con toda intensidad aunque fuese en un clásico rioplatense.
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(PAOLO DI CANIO, ex jugador italiano, en 1998, cuando jugaba en el Sheffield Wednesday. Al año siguiente fichó por los 'hammers')
(ALFREDO RELAÑO, periodista del diario deportivo español "AS", Abril de 2007)
Alou Diarra -Bastia- (Le Championnat 03-04)
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Entre el Príncipe y el Rey (Washington "Canario" Luna - Uruguay)
Para muchos periodistas y entendidos, había ganado el "caballo del comisario". Pero le quedó a Uruguay (también fue perjudicada su selección por los arbitrajes en ese torneo) la satisfacción de haberle restado el único punto del torneo a Inglaterra. Fue el 11 de Julio de 1966, en el partido inaugural de la Copa, en el viejo estadio de Wembley, cuando Inglaterra jugó ante Uruguay. Igualaron sin abrir el marcador.
Aquel recordado cotejo, correspondiente al grupo que integraban Inglaterra, Uruguay, México y Francia, tuvo esta síntesis:
Inglaterra (0): Banks; Gohen, J. Charlton, Moore, Wilson, Stiles, R. Charlton, Bal!, Greaves, Hunt y Connelly.
ruguay (0): Mazurkiewicz; Ubiñas, Troche, Manicera y Caetano; Viera, Cortés, Gonçálvez y Rocha; Silva y Pérez.
Árbitro: Zsoit (Hungría)
Luego, el camino de Inglaterra para ganar el torneo proseguiría con triunfos ante México por 2 a 0; Francia por 2 a 0; Argentina por 1 a 0; Portugal por 2 a 1 y la final contra Alemania, por 4 a 2.
(ÁRSENE WENGER, entrenador del Arsenal, y más ecos de la gran actuación de ayer por Champions League de Lionel Messi ante los 'gunners')
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(Titular del periódico digital ”El Blaugrana”, en su edición de hoy haciendo alusión a la histórica actuación de Lionel Messi ante el Arsenal inglés en el día de ayer)
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Embambinados
Fue acusado por intentar abusar a un menor y terminó preso. Hoy es una celebridad mediática: es crítico de cine por tevé, comenta fútbol y su libro de anécdotas se convirtió en best-seller. Pero la misma sociedad que festeja su reinserción le niega ese beneficio a ex convictos que no son ricos ni famosos. Radiografía de una hipocresía social.
"Todos con el culo en la pared…" cantaban las hinchadas del fútbol argentino apenas Héctor Rodolfo Veira se asomaba en cualquier cancha como director técnico del Club Atlético San Lorenzo de Almagro. “…Llegó el Bambino. Larguen todo y salgan volando que acá está llegando el gran violador”. La popular, se sabe, es impiadosa.
Al recordar aquellas tardes de domingo, hoy, desde otra realidad que ubica a estos mismos actores en otro rol, caben algunas preguntas:
¿A dónde fueron a parar aquellos juicios de valor contra una persona que tiempo antes había sido idolatrado por toda la sociedad?
¿Quién silenció aquel canto/sentencia que bajaba implacable de las tribunas?
Un ídolo futbolero por excelencia, un icono viril y galante, habitué incansable de la noche porteña, aparecía involucrado en un caso de violación a un menor de edad. Así se conoció la noticia por esos días. Un hecho que lo sometió al escarnio público y por el que terminó tras las rejas. Hoy, veinte años después, vale una repregunta: ¿por qué la misma sociedad que lo culpó, hoy aplaude complaciente sus intervenciones televisivas?
El Bambino fue y es una estrella. Suma rating. Vende libros. Entretiene. Se presenta y lo presentan como un personaje de Buenos Aires. Fue un “matador” en las canchas y es un best-seller en las librerías. Aplausos para él, una figura que, la misma sociedad que le niega cualquier esperanza de reinserción a miles de compatriotas que pasaron por la tumba de la desesperación y la delincuencia, lo abruma de cariño como a una celebridad. Desigualdad o hipocresía, que va mucho más allá del Bambino y su locuacidad.
Pasado. En la tarde del 17 de Octubre de 1987, Sebastián Candelmo viajaba junto a un amigo en el auto conducido por su padre. Vieron a Veira, y los jóvenes se lanzaron del auto con una misión: conseguir su autógrafo. Veira accedió, pero no pudo dejar su rúbrica. No funcionó la lapicera. Pero el DT no quería defraudar: invitó a Candelmo -entonces de 13 años- a subir a su departamento. En esos minutos y en la intimidad, el joven sufrió el intento de abuso que condenaría a Veira a la cárcel. El escándalo, de inmediato, inundó las tapas de los diarios.
La suerte del ídolo cambió. La opinión pública, como es o debería ser lógico, se puso del lado de la víctima. No tuvo clemencia ni concesiones para el Bambino. El brillo se cubrió de sombra: la desilusión social fue implacable. Nadie en su sano juicio puede tolerar un delito aberrante. Pero el tiempo y la causa judicial siguieron su camino. El caso entró en un laberinto mediático y judicial, con un sinfín de idas y vueltas, donde estuvo involucrada la misma policía -que protegió al ídolo- al no dar parte inmediato al juez. Comenzó el lento proceso judicial que llevó a Veira tras las rejas.
Para 1988 y aún sin que la justicia se expidiera sobre la denuncia realizada al por entonces técnico de San Lorenzo de Almagro, Veira solía salir desde el vestuario hacia el campo de juego con la vista puesta sobre el césped y sin levantarla hasta llegar al banco de suplentes, mientras las miles de personas agolpadas en las tribunas se quedaban afónicas de tanto insultarlo.
El ídolo carismático que había sido el técnico campeón del mundo con River Plate en 1986, ahora era la cara del mal.
El 30 de Agosto de 1991, un fallo en primera instancia lo condenó a cuatro años de prisión por ser autor del delito de violación en grado de tentativa, en concurso ideal con promoción de la corrupción.
Días después el Bambino iniciaba su estadía en la cárcel de Villa Devoto. Estuvo sólo 11 meses detenido, hasta que abandonó el penal bajo libertad condicional. El caso estuvo cruzado por todo tipo de sospechas, la principal -un lugar común de aquellos años- recaía sobre la Justicia menemista, un terreno complaciente para ricos y famosos.
En Septiembre del ’92, la cárcel quedó atrás, y al poco tiempo Veira volvió al club de sus amores, San Lorenzo de Almagro.
Su camino de regreso había comenzado.
De a poco el Bambino, a fuerza de histrionismo desde el banco de suplentes, retomó su personaje más popular: el del porteño pintoresco y entrador.
En 1995 sacó campeón a San Lorenzo. Habían pasado 21 años desde que el club no ganaba un campeonato. El Bambino recuperaba su lugar de ídolo popular. La sociedad lo había indultado.
¿Por qué?
La psicóloga María Beatriz Müller, especialista en abuso de menores, intenta encontrar una respuesta: "Recuerdo que cuando sucedió lo del Bambino, hubo un fuerte posicionamiento a favor suyo y en contra del joven. La gente pretende, en estos casos, tratar el tema del abuso como si fuera una mentira del abusado y, en este caso más, porque el chico Candelmo era ‘rarito’. Hoy el trato de la sociedad sería diferente".
Respecto a Veira visto como un modelo social, técnico de fútbol ganador o crítico de cine por TV, hay una gran desmemoria que, también, refleja la decadencia de la sociedad: nivelamos para abajo”. Y enfatiza: “El Bambino forma parte de ese grupo de personas que son los ídolos de una sociedad ciega, sorda, muda y sin memoria”.
La reinserción social de Veira una vez que dejó la dirección técnica de fútbol para trabajar en los medios de comunicación, fue de menor a mayor. Desde su lugar de comentarista fue captando al público que esperaba sus intervenciones ocurrentes y festivas con la misma ansiedad con la que esperaban gritar un gol. Sentado frente a las cámaras y amparado por su gracia natural, se instaló como una celebridad mediática de la tevé.
Para una emisión del programa “Hay equipo” que se emite por la señal de TyC Sports, en la que integrantes de equipos recordados juegan un partido contra los periodistas del canal y luego comparten un asado, el Bambino fue invitado junto a algunos ex jugadores del San Lorenzo campeón de 1995, a compartir la mesa. Llegada la hora de la sobremesa, sin guiones ni formatos diagramados, el Bambino hizo explotar de risa a los más de quince comensales que lo rodeaban. Inesperadamente, Héctor Rodolfo Veira promovió la risa desde el fútbol y alcanzó el estrellato como comediante a tal punto, que YouTube tiene entre sus videos más visitados a los del Bambino.
Desde otra perspectiva, un conocedor del derrotero de ex convictos que intentar volver a ser admitidos por la sociedad, el abogado Christian Vargas, defensor de Luis “Gordo” Valor y Hugo “La Garza” Sosa, define que la exposición pública contribuye a que el perdón social prevalezca por sobre las críticas. “No hay que olvidar que en algunos lugares, como cuando Veira estaba dando una nota durante el Mundial 2006, le gritaron ‘violador’. Sin embargo, la exposición del propio personaje genera que se lo acepte y se echen al olvido las cosas antiguas. La mayoría de los que incursionan en estas cuestiones delictivas, con el tiempo buscan expiar las culpas, a fin de que la sociedad lo absuelva. Pero algo es cierto: si los padres de Candelmo estuvieran reclamando públicamente como los padres de Cromañón, el Bambino no tendría un segundo más en televisión”.
La vida de Veira andaba sin mayores sobresaltos, gozando de su fama recobrada, hasta que el pasado volvió para sopapearlo. En 1998 debió indemnizar a Candelmo, por daños y perjuicios, con 145 mil dólares. Además, sufrió el embargo del 90 por ciento de sus bienes y el 20 por ciento de su sueldo como entrenador de San Lorenzo.
Y tiempo después, el joven Sebastián Candelmo volvía a aparecer en público: para entonces ya era Malena, una travesti que decidió contar su drama en el programa de Jorge Rial: “Aunque recuerdo todo, trato de no revivirlo porque me hace mal. Veira fue mi primer hombre. Por eso siento que es culpable de mi homosexualidad, aunque no de mi travestismo. Mi apellido es una cruz. Mis amigos se borraron. A los 16 años me escupían y pegaban. Fui discriminado en el colegio y en el barrio. Siempre era conocido como el chico del caso Veira. Odiar no odio a nadie, pero si me cruzase con el Bambino le diría: ¡Cómo me cagaste la vida!”. Por esas semanas, Veira se alejó de la exposición.
No hizo declaraciones.
El psicólogo, especialista en grupos de riesgo, Alfredo Moffatt analiza: “En el pibe no pensó nadie. Hasta el propio padre lo sometió a un escándalo mediático. La sociedad entera lo desprotegió. Luego vendría su transformación de identidad y más puntos de rating. La Justicia es injusta. Demora 30 años en poner tras las rejas a Mario Benjamín Menéndez mientras que a los ídolos los pone en un lugar de inimputabilidad. Los ídolos populares ejercen la impunidad o es la gente misma la que se la regala. La sociedad olvida estos hechos. El ídolo es más fuerte”.
Best Seller. Los amigos que estuvieron al lado de Veira durante toda su vida no se cansan de decir que el Bambino es un personaje único de Buenos Aires. Son pocas las voces de la farándula que se animan a realizar un juicio de valor sobre los motivos que lo dejaron tras las rejas.
Fueron esos compañeros de la vida, del fútbol o de la farándula, quienes lo animaron para que sus anécdotas pasaran al formato de libro. Una idea audaz. Una gran negocio.
Otro condimento para el análisis.
La directora del Comité de seguimiento y aplicación de la Convención Internacional de los Derechos del Niño, Nora Shullman, señala: “Veira logró a través de la televisión que la gente se olvidara de una faceta oscura que marcó la vida de un chico que se desarrolló con una mancha que no pudo olvidar. Muchas veces la credibilidad de los chicos se pone en duda, como en el caso Grassi, mientras que personajes como Veira ganan la pantalla. El hecho de ser una persona mediática condiciona la condena social: ‘¿cómo va a ser abusador si era futbolista?’. Ese olvido se da con los ricos y famosos y, obviamente, también con el poder”.
Analizado este y otros casos donde se presentan hechos de abusos de menores, las estadísticas sostienen que casi el cien por ciento de los abusadores y violadores reincide. Para el psiquiatra y perito legista Miguel Maldonado, “lo que ocurre en general con los abusadores de menores es que tienen un perfil no tan virulento. Suelen recurrir a la seducción, al convencimiento y a la persuasión. Este tipo de mecanismo se ve en los abusos intrafamiliares, donde los individuos comienzan con una fase de envolvimiento que va llevando a lo demás. Recuerdo que cuando Veira volvió a la cancha, la tribuna lo ovacionó. Hay un trastocamiento de valores en la sociedad. Soy de la opinión de que los que cometen delitos sexuales deben quedar presos de por vida en institutos especiales. Tanto la castración como otros métodos no sirven”.
Pero la figura del Bambino, paradójicamente, despierta simpatía en un sector de la sociedad que aboga por la mano dura cuando el delito no viste Versace ni huele a fragancia importada. Reflejo de una sociedad desigual y miope. Veira tuvo la oportunidad de reinsertarse. Pero no todos corren la misma suerte. En este marasmo de estadísticas imprecisas que es la Argentina, no hay datos fidedignos sobre el porcentaje de ex convictos que lograron retomar una vida socialmente aceptada tras el encierro, pero según los especialistas consultados, la cifra es tan menor que explica, en parte, el nivel de reincidencia en el delito. La vara, se sabe, no es igual para todos.
Arremete el diseñador Roberto Piazza: “La Argentina es un país de pelotudos sin memoria. Si viera a mi hermano, que me abusó desde los seis años frente a una cámara para hacerse famoso, no pararía hasta verlo en el último averno del Dante. No hay justificación para semejante crueldad”. Y va más allá: “Que un acusado por violación sea ídolo de multitudes me parece la atrocidad más grande que le puede pasar a este país. El Bambino es ídolo, best seller y columnista en televisión. Solo le falta que conduzca programas infantiles. Ahí me pondría tetas y me hago puta”, ironizó.
¿En dónde anida el olvido?
¿En dónde el perdón?
¿Y la hipocresía?
Y valga una discreción: soy “cuervo” desde la cuna y he disfrutado oír hablar a los abuelos de mi barrio sobre el eximio jugador de fútbol que fue Veira. También lloré de emoción durante el campeonato “azulgrana” del ‘95 en una fría noche rosarina de Junio.
Un año después, cuando Veira ya era el director técnico de Boca Juniors, en un partido jugado en estadio de San Lorenzo, la tribuna local no tardó en reclamar la patria potestad de uno de sus máximos ídolos. Cuando Veira entró al campo de juego para sentarse en el banco de suplentes visitantes, la espontaneidad futbolera dijo lo que hoy podría resumir de dos o cinco maneras las múltiples y disímiles caras de la sociedad en la que estamos inmersos. El grito ensordecedor duró diez minutos y Veira saludó aprobando aquella ocurrencia popular: “Esta es tu hinchada, la que siempre te bancó, los bosteros te gritaban violador”. El Bambino sonrió. La sociedad ya lo había perdonado.
Pero la Argentina, más allá de Veira, es desigual. Perdona a unos pocos y condena a la mayoría.
(artículo de Lucas Cremades, publicado en revista “Veintitrés”, Octubre de 2008)
En principio, aparecieron las tarjetas, de cartón o plástico, de color amarillo y rojo (para amonestación y expulsión, respectivamente), para que no existiesen dudas respecto a las determinaciones del árbitro, habida cuenta de lo sucedido en el Mundial anterior, en Inglaterra, con la expulsión de Antonio Rattin.
Sin lugar a dudas, Rattin fue echado inexplicablemente por las dificultades para hacerse entender con el controvertido árbitro alemán Kreitlen.
En segundo lugar, en ese Mundial se autorizó el cambio de dos jugadores por equipo.
Por otra parte, hasta ese momento las delegaciones llevaban cocineros, médicos y psicólogos. Pero en México, la de Suecia estuvo integrada por un cocinero real, Peter Olander, quien fue incorporado a último momento.
Era el cocinero de la Casa Real sueca, el cocinero de Su Majestad, Gustavo Adolfo. El menú de los jugadores, estaba compuesto por los más exquisitos manjares.
Y finalmente, de manera insólita, el príncipe afgano, Faruk Saraj, fue como árbitro de su país. De todas formas, no utilizó el silbato al no ser designado para dirigir ningún partido. México y su Mundial lleno de connotaciones inolvidables.
(MAX MERKEL, ex jugador y entrenador austríaco, en 1972, mientras era entrenador del Atlético de Madrid)
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(JULIO HUMBERTO GRONDONA, Presidente de AFA, -1998-)
Ahora también estamos en Facebook
En el ámbito de Internet, las redes sociales son páginas que permiten a las personas conectarse con amigos, realizar nuevas amistades, compartir contenidos, interactuar y compartir intereses comunes. En nuestro caso, el fútbol.
A estos efectos elegí Facebook, creada en 2004 por Mark Zuckerberg, por ser una de las más populares de la web con 380 millones de miembros y traducciones de 70 idiomas para que, a través de ella, podamos tener un contacto más estrecho y conocer vuestras opiniones acerca de la página así como para recibir todo tipo de críticas, sugerencias y fundamentalmente, para que los lectores del blog se conozcan y nos enriquezcan con sus opiniones.
Les mando un grande abrazo y espero que ahora nuestro contacto sea más cercano pues ahora voy a conocerlos, aunque sea a través de la red.
Gracias a todos.
Afectuosamente.-
Gloria maldita (José Antonio Fernández - España)
El estadio quedó vacío tras el partido, aunque los focos aún iluminaban el césped. Meditabundo, Oldrych Nejedly contemplaba el escenario con las manos en los bolsillos del pantalón, con ese mal sabor de boca que imprime la derrota; para él era aun peor, había fallado una pena máxima en el último suspiro del encuentro.
Todos confiaban en él; sin embargo erró el disparo y la luz se convirtió en tinieblas, ése es el precio que tiene pagar el lanzador, que en las botas tiene por un momento la gloria y el fracaso, en un segundo que parece eterno.
Italia, 1934. Llegó con la esperanza de ganar el campeonato, como todos, pero su equipo comenzó a ganarse el respeto de los demás en el primer partido cuando ganaron a Rumanía por 2 goles a 1, marcados por él mismo y por su compañero Puc.
Así comenzó Checoslovaquia su andadura por el mundial de ese año, pero además del poder futbolístico de los azzurri tendrían en contra el poder del Duce. Mussolini, amén de organizar el torneo superando obstáculos burocráticos de forma polémica, quería ganarlo a toda costa, por lo que utilizó todo ese poder.
Mientras tanto el equipo checoslovaco seguía avanzando y se encontraba ya en cuartos de final. Enfrentándose a Suiza y venciendo por 3 goles a 2 pasaron a la siguiente ronda donde les esperaba Alemania. En ese momento pensó Nejedly que el sueño había llegado a su fin, pues era de esperar que los alemanes ganaran el partido, pero su espíritu era fuerte y no se dio por vencido, al igual que sus compañeros, la gran final estaba ahí, a la vuelta de la esquina, el sueño de todo jugador: abrazar la gloria por un momento, escribir una página en la historia.
Nejedly lo sabía, infundió ánimos a su equipo y Alemania sucumbió; tres goles suyos catapultaron a su equipo a la gran final, el momento soñado. Y llegó el gran día, sólo tenían que salvar un escollo más y el trofeo más preciado sería para ellos, pero se enfrentaban al país anfitrión: Italia. Combi, Alemandi, Bertolini, Meazza, Orsi... la squadra azzurra.
En el Olímpico de Roma no cabía un alfiler. Mussolini presidía el encuentro como un emperador romano que espera en el Coliseo la salida de los gladiadores para levantar o bajar el pulgar según le plazca.
Mientras, en el vestuario, el seleccionador checo se sube en uno de los bancos y se dirige a los jugadores. Parece que les va a dar las órdenes pertinentes e infundirles ánimo para ganar el encuentro, pero no, se saca un papel del bolsillo y lo lee. Abatidos, algunos lloran, otros se sientan cabizbajos, pero deben salir al terreno y afrontar el partido.
Nejedly mira alrededor cuando salta al terreno, el ruido es ensordecedor, una banda de música se prepara, los equipos se sitúan y suenan los himnos. Cuando suena el de Italia la multitud lo entona al unísono y estalla en un clamor cuando éste acaba. El partido comienza, los checos no parecen los mismos de encuentros anteriores; Nejedly pierde el balón con facilidad y falla ocasiones inexplicablemente.
A pocos minutos del final, Puc marca para Checoslovaquia pero extrañamente apenas lo celebran, el Olímpico de Roma enmudece, los jugadores se miran unos a otros, se reanuda el juego y en poco tiempo marca Orsi para Italia y poco después Schiavio, en una gran jugada, le da la vuelta al marcador.
Pero a un minuto del final Nejedly se interna en el área y Allemandi le derriba, el árbitro decreta pena máxima. El estadio vuelve a enmudecer. Nejedly coloca el balón en el punto de penalti, mira detenidamente al portero; luego gira la cabeza y contempla la tribuna donde Mussolini aguanta la respiración debajo de su rostro pétreo -en realidad parece que todo el mundo aguanta la respiración-.
Vuelve a mirar a la portería, toma carrerilla y lanza: el balón roza el poste izquierdo y sale por la línea de fondo. El Olímpico vuelve a estallar, Mussolini se levanta como un resorte, el árbitro pita el final del partido y todo es un clamor. Italia es campeón del mundo.
Cincuenta años más tarde, Nejedly, sentado en un butacón de su casa el día de Navidad, el día de su cumpleaños, observa el recorte de periódico donde puede verse su foto después del partido mirando hacia la portería donde erró el penalti, cabizbajo, con las manos en los bolsillos. Extrajo un papel semiarrugado del interior de un libro y volvió a leerlo:
“Les recuerdo con esta misiva que si ganan este partido, los jugadores de la selección italiana serán fusilados al amanecer dentro del terreno de juego.
Ese mismo año el escritor checo Milan Kundera publica su obra “La insoportable levedad del ser”. En ese libro Nejedly guardaba el papel entre unas páginas donde había subrayado este texto: “La carga más pesada nos destroza, somos derribados por ella, nos aplasta contra la tierra. La carga más pesada es por lo tanto, a la vez, la imagen de la más intensa plenitud de la vida. Cuanto más pesada sea la carga, más a ras de tierra estará nuestra vida, más real y verdadera será. Por el contrario, la ausencia absoluta de carga hace que el hombre se vuelva más ligero que el aire, vuele hacia lo alto, se distancie de la tierra, de su ser terreno, que sea real sólo a medias y sus movimientos sean tan libres como insignificantes”.
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No, yo quería jugar al fútbol. Nunca quise dejarlo. Y creo que si hubiera pensado en hacer otra cosa, mi padre no lo hubiera permitido porque él quería ver a su hijo jugar al fútbol. Igual yo siempre dije que sí. Digamos que fue una elección libre pero obligada.
En Argentina sos de Boca...
¿Sabes por qué me gusta más Boca? Porque es el club más popular. No tengo nada contra otros equipos, pero yo le pregunté a mi amigo David Trezeguet cuál es en Buenos Aires el club del pueblo.
¿Y si te mentía? Porque no es de Boca...
Es verdad, pero Boca es más de la gente. Por supuesto también me gusta por culpa de Maradona. Y por la camiseta. No puedo describirlo, pero la camiseta me llama. Los sentimientos son así, inexplicables.
(THIERRY HENRY, futbolista francés, en la revista argentina "Viva" del domingo 27/07/08)
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