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Piel de Judas (Juan José Panno - Argentina)


Rajá pa dentro, rajá para dentro te digo, que te voy a arrancar la cabeza, te miraste como tenés las rodillas desgraciumana, me vas a volver loca, vos querés que me vuelva loca, que me internen en un manicomio querés, decí, decí la verad, callate la boca y andá a lavarte, mirá esas manos, vení para acá, vení para acá, mirate esos tobillos, ayyyy, el soponcio me agarra el soponcio, el hígado, ahora vas a ver cuando vuelva tu padre, porque con tu padre no jodés, claro, para eso está la señora, la sirvienta que te tiene que planchar la ropa, preparar la comida y vos en lo único que pensás es en jugar a la pelota con esa manga de atorrantes, te voy a mataaaar, un día se me va a terminar la paciencia y te voy a pegar una paliza que no te vas a olvidar en tu vida, eso querés ¿no?, tiene razón la Pocha, a ustedes hay que tenerlos cortitos, porque una les da el codo y se agarran todo el brazo, te dije media hora y mirá la hora que es, no me comés, no me hacés los deberes y encima te pasás toda la tarde con esa pelota de porquería, nooo, pero ya vas a ver cuando vuelva tu padre. ¿Sabés que sos vos? Sos la piel de Judas, la peste bubónica sos, callate la boca, chito, chito eh, anda a lavarte, vení para acá, ¿te viste las zapatillas?, noooo que te vas a mirar vos si lo único que te importa es jugar a la pelota con los desgraciados esos, meta pelota y pelota todo el día y a mí que me parta un rayo ¿te vas a ir a lavar o no te vas a ir a lavar? ¡esas rodillas! percudidas las tenés, per-cu-di-das, te vas a tener que lavar con acaroina, ayyy, tu hermano no era así, ah nooo, el Carlitos es una monada, nunca me llamaron del colegio para decirme nada, nunca una palabra de más, un niño prodigio el Carlitos, no como vos, pedazo de bestia, machona de porquería, tendrías que haber sido varón vos, siempre lo dije.

(extraído del libro “Corazón y pases fuertes” de Editorial Colihue)

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Roma, Italia, año 1934. Despacho del entonces presidente Benito Mussolini, padre del fascismo mundial. El mandatario, feliz porque su nación iba a ser la sede del II Campeonato Mundial de Fútbol, pidió entrevistarse con Vittorio Pozzo, director técnico de la selección italiana.

- Señor Pozzo, terminada la ceremonia inaugural de la Copa del Mundo se hará un desfile militar. Sucede que quiero saludar al pueblo, y sucede también que los jugadores y usted tendrán que hacer presencia en el mismo.

- Presidente, me parece buena idea lo del desfile, pero mis muchachos no podrán asistir. Eso los podría desconcentrar.

- Vamos, señor Pozzo, es una simpleza. Además, yo quiero que usted y el resto del equipo participen del desfile.

- Pero a usted también le gustaría que Italia consiga el título mundial y esas dos situaciones se contraponen.

- Señor Pozzo, seré más concreto. Asuma que la presencia suya junto a la de la selección, es una orden mía.

- En ese caso no tenga ninguna duda, presidente. Ellos estarán, pero sin mí. Yo solamente dirijo lo que puedo controlar.

- Está bien, señor don Vittorio. Tiene usted razón. Si va a desconcentrar al equipo no asistan al desfile, pero Dios le ayude si Italia no gana la Copa del Mundo.

Y con esa Espada de Damocles sobre su cabeza, Vittorio Pozzo, director técnico de la selección italiana de fútbol a la II Copa del Mundo, encaró el compromiso, ganó el evento, y salvó su vida.
Vittorio Pozzo, 4 años más tarde, en 1938, también dirigió el equipo ‘azzurri’ a la tercera Copa del Mundo que se celebró en Francia y también ganó. En la ocasión Italia se convirtió en el primer país que gana en 2 Campeonatos del Mundo de manera consecutiva, Brasil ganó en 1958 y 1962, pero la única que lo hace con un mismo Director Técnico.

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Gracias Señor!

(Frase publicada en el blog del jugador del Inter Marco Materazzi, tras las declaraciones de Zinedine Zidane quien había dicho que antes de pedirle disculpas al italiano por el cabezazo que le dio en la final del Mundial 2006, prefería morirse)

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Odenkey podría ser otro paso en mi vida. Tengo una camiseta azul francés, mi cinta de capitán en el brazo, un gallo en mi corazón... Nací en Ghana, pero es como si hubiera nacido en Niza.

(MARCEL DESAILLY, ex internacional francés, al ser consultado sobre su lugar de nacimiento y su sentimiento hacia Francia)

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Giovanni van Bronckhorst (Erwin Olaf - Holanda)

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La cumbia de los trapos (Yerba brava - Argentina)

* dedicada al Club Deportivo Los Millonarios (Colombia)

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-¿Por qué Boca no encuentra el rumbo?

-A mí no me llama la atención, porque esto siempre sucedió en equipos como Boca y River. Lo he vivido en carne propia. Boca viene de diez años de triunfos y es lógica esta mala racha. Después de tantos triunfos, te aflojás, la motivación no es la misma. Fijate que hasta el público tiene paciencia. Igual, para esta mediocridad de este fútbol en descenso, Boca tiene un plantel para pelear. Yo lo sigo viendo con buenas pretensiones.

-¿No creés que más allá de los resultados hay una crisis en el club, la misma por la que se fueron Basile y Bianchi?

-Eso dicen los medios. Yo, si no lo veo, no lo creo. Desde que tengo uso de razón, los grandes quilomberos son los periodistas. Que si el técnico pone a un jugador, que si saca a otro, que hay cortocircuitos dentro de un plantel. El tema es que ahora a la gente le gusta consumir eso. Ya no hay paladar negro en el fútbol argentino. Nos venden pescado podrido y lo comemos. En este país, decir la verdad es estar loco. Yo hablo pelotudeces o genialidades desde los 16 años. Y si digo que se juega mal al fútbol, soy una mala persona. En todo el mundo se juega mal, pero en la Argentina peor. En mi época se podía jugar mal pero había otra entrega, otra profesionalidad. Lo digo con todo el dolor del alma.

-¿Por qué cambió tanto el fútbol?

-El fútbol no va a cambiar nunca. El que dice eso es un mentiroso. Acá confunden lucha física, correr rápido, con velocidad. El fútbol de ahora parece rugby. Se corre, se lucha, hay que apretar. En un partido europeo, están todos en su lugar. Hay un dibujo. Pero acá todos corren atrás de la pelota, presionan, y una vez que agarran la pelota no saben qué hacer. Ha bajado la personalidad de los jugadores. Sólo les importa cumplir lo que dice el técnico. Antes no era que no le hacíamos caso, pero había más libertad dentro de la cancha. En ese sentido, Riquelme es un jugador de antes. Hace lo que quiere, se divierte, maneja los árbitros y los partidos. Riquelme es hoy el Maradona que jugó en Boca, porque maneja toda la situación.

(HUGO GATTI, ex internacional argentino, en entrevista con Maxi Goldschmidt, 23/02/10)

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El hombre que mira tres partidos de fútbol seguidos debe ser declarado con muerte cerebral.

(ERMA BOMBECK [1927-1996], ex periodista y humorista norteamericana)

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Lo único que tengo en común con George Best es que venimos del mismo lugar, jugamos en el mismo club y fuimos descubiertos por el mismo hombre.

(NORMAN WHITESIDE, ex jugador irlandés del Manchester United, en su libro autobiográfico)

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Entrevista a Ondino Viera


Ondino Viera [1901-1997] fue un célebre entrenador de fútbol uruguayo con una larga carrera en la historia del fútbol sudamericano.
También dejó un gran recuerdo en el fútbol brasileño, más específicamente en Río de Janeiro, donde la historia del Club de Regatas Vasco da Gama le tiene guardado un lugar de privilegio. Además entrenó los equipos de Botafogo, Fluminense y Bangú y en su país natal, condujo a los dos principales equipos uruguayos, Peñarol y Nacional y fue el entrenador de Uruguay en el Mundial de la FIFA de 1966. Reproducimos aquí una entrevista realizada a mediados de los ’90 en la página “People's Century”.

¿Cuándo empezó a jugar al fútbol?

Empecé a jugar a los seis años de edad. Vine desde el interior. Entonces empecé a jugar al fútbol. Cuando llegué desde el interior, yo no sabía que era el fútbol. Nosotros no sabíamos nada en el interior. Estábamos completamente aislados de la vida en las ciudades. Mis padres me hacían ver caballos, ya que provenía del interior, y me encontré por primera vez un grupo de chicos corriendo de un lado a otro. Yo no sabía por qué corrían. Vi que tenían la vejiga de un animal, no un balón de fútbol, la vejiga de un animal. Así que corrí y corrí y corrí, y de repente, uno de ellos se acercó y me dijo que entrara. Me dije, "¿Entrar para qué?" Yo no sabía cómo jugar. Así que me quedé, y más tarde se me volvió a preguntar, me invitan enfáticamente a entrar. Así que entré porque sabía que podía correr más que ellos.
Cuando la vejiga se fue a un lado llegué primero y me encontré con ella pero no le pegué. Yo no podía golpearla porque no sabía cómo y la vejiga se fue en otra dirección.
Cuando terminó la práctica y se dice "Hasta mañana", me dijeron, "Otro día te pondremos en el equipo para jugar con nosotros". Yo no sabía lo que esto significaba y le dije a mi padre: "Mira lo que me pasó hoy". "Ah", dijo. "Eso un campo de fútbol, se juega en un lado y en el otro. Jugaste en ambas partes. Eso que te dijo tu amigo es muy bueno." Al día siguiente, jugué con ellos de nuevo. Así comenzó mi carrera en el fútbol...

¿Cuáles eran las diferencias entre el europeo y el estilo del fútbol uruguayo?

Bueno, ellos eran hombres desarrollados. Nosotros aún éramos jóvenes. Los ingleses fueron los creadores, los reyes invencibles, los maestros del pasado. Ellos introdujeron el fútbol a través de las concesiones del ferrocarril. Así que los equipos se formaron en todas las estaciones de trenes en toda América. Ahí comenzó nuestra confrontación con ellos. Hubo una diferencia de edad enorme, porque éramos niños de 17 o 18 años, y ellos eran hombres con barba en sus rostros. Eran los funcionarios, los hombres encargados de las estaciones. Fueron todos los funcionarios públicos, y algunos funcionarios de las compañías de ferrocarriles, los que jugaban.

Háblenos de la primera victoria olímpica en 1924.

Cuando hicimos nuestra cruzada olímpica, fue un verdadero drama. Una decisión importante se tomó en la Asociación Uruguaya de Fútbol al retirar a Peñarol, que es uno de los más grandes clubes de la capital, y la Asociación Uruguaya de Fútbol se quedó con jugadores de Nacional y de algunos otros clubes.
Y felizmente José Nassazi, el capitán de nuestro equipo, un jugador que, felizmente y por suerte, eligió jugar ese torneo. Con nuestro sistema hemos conquistado la Olimpíada de 1924, se consigue nuevamente en el 28, se reitera en la Copa del Mundo de 1930, y más tarde en la Copa del Mundo de 1950.
Pero déjeme decirle que nosotros fundamos la escuela, la escuela del fútbol uruguayo, sin entrenadores, sin preparación física, sin medicina deportiva, sin kinesiólogos. Sólo nosotros, solos en los campos de Uruguay, jugando de la mañana a la tarde y en la noche iluminados por la luna. Jugamos durante 20 años para aprender a hacernos jugadores, para convertirnos en los jugadores que teníamos que ser: maestros absolutos de la pelota, agarrar la pelota y no dejarla ir por ningún motivo. De modo que nuestra superioridad era enorme. Pases avanzado buscando a los delanteros, interceptando los tiros de los europeos. Lo hicimos también cuando había jugadores libres, pero cuando no los había, jugador que agarraba la pelota asistía a su compañero de equipo.

Cuéntanos sobre los partidos del Mundial de 1930 en Montevideo.

Sí, yo estaba trabajando, porque me quedé en el Estadio Centenario hasta el momento en que fue terminado, hasta el día de la final. Estábamos seguros de lo que hacíamos, teníamos confianza. Fue una lucha contra el reloj, imprevisible. Tuvimos que empezar la Copa del Mundo en otros ámbitos que el Estadio Centenario, ya que todavía el Centenario no estaba preparado...
La fecha llegó y tuvieron que jugar los primeros partidos en campos de Peñarol y Nacional. Hemos tenido que esperar que el cemento armado se endureciera completamente para soportar 70 o 100 mil personas. Hubo mucha preocupación sobre esto, porque el Estadio Centenario estaba completamente fresco. Había temores de que se derrumbara, sobre todo porque pensaban que no había nadie para contener a los aficionados. Había policías pero no era suficiente, la presencia policial no es suficiente para contener lo que puede hacer una muchedumbre de 70 a 90 mil personas. Así que todos preveían estas cosas, y se temía que podría ocurrir un desastre, pero felizmente no fue así. Aún allí se encuentra el Estadio Centenario, construido en 1930.

¿Qué le parece el hecho de que muchos países europeos no llegaran a la Copa del Mundo?

Estábamos todos trabajando juntos, pero hubo un boicot en el Viejo Mundo contra los campeones del mundo. Francia respondió al primer compromiso, porque los habíamos invitado y habíamos competido en sus Juegos Olímpicos. Y desde allí ellos hicieron un camino en la diplomacia deportiva europea. Al venir ellos otros países vendrían, fue en realidad el primer campeonato del mundo.
Pensamos que era una cosa lógica (que algunas naciones no vinieran) porque era un acontecimiento completamente nuevo. Había información muy mala en Europa acerca del fútbol en Sudamérica. Éramos los salvajes de América. Era un fútbol salvaje nuestro juego. Era algo empírico, autoenseñado, el estilo nativo de nuestro fútbol. Era un fútbol que todavía no entraba dentro de los cánones del fútbol en el Viejo Mundo. Comenzamos a jugar uno contra el otro. Sin profesores. Sin entrenadores. Solo los directivos, las comisiones de fútbol y nosotros, los jugadores. Ese era nuestro fútbol, y así formamos nuestra escuela de juego, y así es como se formó la escuela de juego para todo nuestro continente.

¿Cuál fue la rivalidad más fuerte?

Uruguay y Argentina. Teníamos mucho respeto a Europa entonces, pero no miedo. Sabíamos que sosteníamos una superioridad enorme sobre ellos, en general una superioridad técnica. Ellos eran superiores físicamente, atléticamente, pero los enfrentamos conscientes de nuestro talento. Así que las cosas eran muy diferentes, muy diferentes. Los respetamos, pero sabíamos quienes éramos.
Teníamos mucha confianza en lo que estábamos haciendo. Pero había un antecedente. Fuimos los campeones olímpicos y mundiales. Hemos ganado en el 28 contra los argentinos. Hemos sido los finalistas. Pero más tarde, la estrategia política y diplomática deportivo creó un partido que nunca debería haber sido jugado, y los argentinos ganaron. El resultado fue la creación de una rivalidad tan grande que cuando los argentinos partieron de Buenos Aires hacia Montevideo, el periódico más grande, el más influyente en la Argentina tituló "Los Campeones del Mundo retornan a Montevideo".
¿Pero cómo? preguntamos antes del juego, antes de entrar al Estadio Centenario, ¿los argentinos, porque ganaron un partido amistoso contra los Campeones Olímpicos y Mundiales, dicen que 'los Campeones del Mundo retornan a Montevideo’? Esta fue una declaración de guerra. Un grito de guerra, y el campeonato derivó en una guerra psicológica entre Uruguay y Argentina, que alcanzó su punto máximo con la interrupción de las relaciones diplomáticas entre los dos países.

¿La tensión continuó hasta el último día?

Bueno, el día de la final recuerdo el grito de guerra del que hablé al ver los papeles impresos: "los Campeones del Mundo retornan a Montevideo!" El árbitro belga John Langenus sacó un seguro de vida al ver este clima de guerra, y después del juego pidió más ayuda para salir del estadio y se olvidó de advertir a los guardias que lo ayudaran y tuvo que ser llevado al túnel. De esa manera eran las cosas, con clima de guerra y el entusiasmo que se sentía. Nos olvidamos de tomar las medidas necesarias para llevar el juez a su vestuario. De todas maneras después fue llevado por un voluntario y se fue con un seguro de vida que nunca se hizo efectivo, así que él fue muy afortunado.
Bueno, de todas formas, todo el mundo tuvo suerte y cada uno defendía lo suyo. Todos querían ver quién sería el ganador del juego. Así que uruguayos y argentinos estaban involucrados en su objetivo, el gol de la victoria.

¿Qué pasó después de la victoria?

Hubo celebraciones que, sin duda, comenzaron en el estadio y se extendieron por todas las calles de Montevideo, se extendieron a todas las calles de República, y de la República, se extendió a todas las naciones del continente, con excepción de Argentina, por supuesto, que no podía celebrar nuestra victoria. Así que los festejos estaban en todas partes, y eran, digamos, en solidaridad con la conquista de Uruguay del primer Campeonato Mundial. Inaugurar el estadio era el deber de los campeones del mundo. El hecho de hacer algo trascendental en la historia del fútbol, cayó sobre nosotros para implantar el espíritu del fútbol americano moderno, que también es del viejo mundo, aquí en Uruguay.

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Una anécdota muy graciosa en el fútbol español fue protagonizada años atrás entre el jugador danés John Lauridsen (foto) y José María Maguregui su entrenador en el Espanyol de Barcelona.
Maguregui, más bien conservador, era conocido por poner tranvías en la portería y el danés apostaba por un futbol creativo en el centro del campo.
La cuestión es que Lauridsen se descolgó a principio de temporada con unas declaraciones en las que decía que el Espanyol debía apostar por el espectaculo, el toque y el buen futbol. En la siguiente sesión de entrenamientos, Maguregui llamó a Lauridsen delante de sus compañeros y le dijo que le iba a hacer caso, "durante 90 minutos hará usted lo que yo le mande, y al final del partido llegará el momento del espectáculo, se va usted al centro del campo y se baja los pantalones".

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El dribbling consiste en amagar una cosa y hacer otra, pero Garrincha simulaba precisamente lo que terminaría haciendo.

(ARMANDO NOGUEIRA, escritor y periodista deportivo brasileño)

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Los ganadores están siempre solos.

(RAYMOND KOPA, "El Napoleón del fútbol", uno de los mejores jugadores franceses de todos los tiempos)

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Ídolos (Alejandro Apo - Argentina)


Yo soy hincha de Defensores de Belgrano y lo vi campeón de la vieja “B” en 1967. A la cancha salía como entrenador José Arce Gómez pero el director técnico era Ángel Amadeo Labruna.

El equipo formaba con Francisco Javier Gerónimo; “Toti” Marenda y Ernesto Camino; Rodolfo Chitti, Oscar Guillermo Bonnia y Jorge Busti; Angel José Tomino, Roberto Parodi, Juan María Larrea, Ramiro Pérez y Roberto Angel Fumagalli.

Defensores le ganó la final a Tigre dos a cero con goles de Tomini y Fumagalli, en la inolvidable y nostálgica cancha de Platense, en Manuela Pedraza y Cramer. Pero no ascendió a Primera porque fue a un torneo reclasificatorio con los últimos de la “A” y en ese minitorneo quedó último.

En ese año “El Feo” dirigía al Calamar que tenía aquella delantera con Miranda, Muggione, Bulla, Subiat y Medina. Labruna fue un tipo increíble que está en el podio del fútbol, un rarísimo fabricante de vueltas olímpicas: Central del ‘71, River del ‘75 y Defe.

A la cancha me llevaba Carlitos Ferraro, el actual presidente del Círculo de Periodistas Deportivos y eterno compañero de tareas de mi padre. Ibamos junto a su hermano Salvador y su tío Natalio. Era un rito de todos los sábados.

El recuerdo de aquellos días me remonta a la cancha del Bajo comiendo unos sandwichs de chorizo, los más ricos del mundo. Y un detalle exquisito: los lupines de la cancha de Dock Sud. Cierro los ojos y veo a los veteranos con la cara alambrada mirando las gambetas de Ramiro Pérez o un gol de Fumagalli.

También iba a la cancha de San Telmo junto a mi tío Neno, hincha del candombero, que ya no está en vida pero sí en el recuerdo. El me enseñó a respetar a futbolistas como Carlos Pandolfi, Juan Carlos Czentoricky y Norberto Monteleone, que pateaba como un animal y tenía un remate que levantaba la red.

En esas canchas del pasado que aún están y las recuerdo en sepia vi jugar a Maurilio Merian Alves de Souza, un delantero de Excursionistas que era terrible; al brasileño Jaburú, de Italiano, un futbolista de culto. Y a Oscar Tomás López -El Gallego- un gran goleador que jugó en Dock Sud, All Boys, Los Andes, Deportivo Morón y Defensores de Belgrano. Bueno, yo soy de esa “B”.

En ese tiempo Tigre tenía un equipo que recuerdo de memoria: Hernandorena, Fortunato y Capdevilla; Rivoiro, Alé y De Buono; Carlos Santana, Villamor, René del Carmen Herrera, Vargas y Colarte. Santana era un puntero derecho ligerísimo que jugaba bárbaro. Le decían “Forli” como a un caballo de esa época, que era una luz y ganó el Gran Premio Carlos Pellegrini.

Muchos años más tarde, después de una función del espectáculo “Y el fútbol contó un cuento”, que hago junto al ‘Turco’ Sanjurjo, un asistente me dijo: “Hay un señor que jugó al fútbol y te quiere saludar”. Abrí la puerta, lo miré fijo y le dije:

- No me diga quién es que lo voy a sacar.

El tipo se quedó helado.

- Usted es alguien muy importante del fútbol de ascenso….

- Bueno, le doy un tiempo, concedió asombrado.

Y lo saqué…

- ¡Usted es “Forli”! ¡Usted es un maestro, un jugador de antología!

Cuando le dije “Forli” el tipo se puso a llorar… Creía que no me iba a acordar de semejante figura. ¡Cómo no lo iba a recordar si esos cracks de la vieja y querida “B” eran mis ídolos!

(el autor es un afamado periodista y comentarista deportivo; actualmente se desempeña en Radio Nacional)

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Por la 6ª fecha del Torneo Nacional de 1972 Huracán vencía de local 2 a 0 a Estudiantes de La Plata, y casi sobre el cierre del primer tiempo, el árbitro Washington Mateo cobró un penal para el visitante, que uno de los jueces de línea corrigió.
Mateo se retractó y dio tiro libre. Los jugadores del "Pincha" se le fueron al humo al árbitro, que terminó expulsando al joven Carlos Alberto De Marta (en la imagen), quién recién daba sus primeros pasos en el fútbol profesional.
El partido finalizó con la victoria de Huracán por 5 a 1, pero la cuestión continuó en la semana, ya que todos esperaban fuertes sanciones para De Marta por sus insultos, sin embargo el Tribunal de Penas le dio apenas una fecha al jugador por protestar el fallo.
No es que el tribunal fuera un órgano inmaculado que estaba desautorizando el informe arbitral, el tema fue que De Marta era sordomudo de nacimiento.

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Si quieres hacerte rico, debes marcharte de Alemania... y si quieres ser inmensamente rico, debes fichar por el Inter.

(FRANZ BECKENBAUER, aconsejando a Uwe Seeler ante el interés del Inter de Italia, a mediados de los '60 por el potente delantero alemán)

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Todo lo que tenía que hacer era escribir las nueve letras de mi nombre y con esto hubiera resuelto mi vida, pero decidí seguir en mi equipo de toda la vida, el Hamburgo, porque era donde me sentía querido. Preferí la comodidad de mi casa, de estar con mi familia y de poder seguir siendo comercial de Adidas.

(UWE SEELER al declinar la oferta del Inter italiano y aceptó quedarse en el equipo que amaba, el Hamburgo)

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Purrete de la orilla... (Osvaldo Ardizzone - Argentina)

*dedicado a Héctor "Chirola" Yazalde [1946-1997]



Purrete de la orilla...
La vida, de salida,
te tiró la bolilla más fulera
y, en la ruleta pequera
del que gana y del que pierde,
la frontera del Riachuelo
te llevó para su lado
y desde entonces fuiste Sur,
Sur anónimo y postergado...

Dueño del baldío
que era tuyo por derecho,
poeta inculto de todos los ocasos,
erudito botánico de toda la maleza,
aterido gorrión de mil amaneceres,
sabio pescador de charcas y zanjones...

Y, cuando ya las aulas
clausuraron el árido
tributo de su cultura...
Cuando el remendado guardapolvo
colegial le quedaba chico
para su madura adolescencia...
¿qué le faltaba por aprender?

Si ese Sur ya lo había nutrido
con toda la filosofía
de su código orillero,
donde los pibes son hombres
antes del séptimo grado,
donde los Reyes no pasan
porque los chicos son malos...

Tal vez te crezcan las alas
cuando cruces la frontera,
tengas un banco en la escuela
un seis de Enero con Reyes
y estrella en las Navidades...

Y allá en el Sur de tu orilla
habrá sol en todo el cielo,
flores en vez de cardos,
arroyos en vez de charcas
y andará tu historia nueva
hecha canción en el aire...


Glosario
Pequero: delincuente dedicado a la estafa por medio de trampas en juegos de azar.
Purrete: niño

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Una de las grandes anécdotas del Mundial 1974 tuvo a la República Federal Socialista de Yugoslavia como protagonista.
Desde el punto de vista futbolístico fue una verdadera pena pues las rivalidades nacionalistas impidieron que un equipo formidable explotara al máximo su talento en la cita germana. Disponían de un centrocampista sensacional, el esloveno Brane Oblak, y de un genial extremo zurdo, el serbio Dragan Djazic.
Las cosas se desarrollaron bien durante la primera fase porque los futbolistas se comprometieron a mantenerse unidos en la lucha por un objetivo común: la prima que les había prometido el mariscal Tito. El plan se torció tras la brillante clasificación para la segunda fase. Un grupo de jugadores, entre ellos Djazic, reclamó que se les anticipara una parte de la prima. Querían aprovechar su estancia en Alemania para ir de compras.
El presidente de Yugoslavia hizo entonces una cosa poco aconsejable: viajó a Alemania, se reunió con los futbolistas, les lanzó una arenga sobre la gloria y el triunfo y les pagó todo el dinero prometido. Ese mismo día comenzó el desastre. Ya nadie se preocupó de otra cosa que de gastar, preferiblemente en compañía de señoritas. También quedó olvidado el pacto de unidad. Serbios y croatas dejaron de hablarse.
Oblak, esloveno, lo resumió años más tarde con una frase: "El dinero fue nuestra ruina".

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Eran infernales. Si marcabas a Pelé, Garrincha escapaba y viceversa. Si marcabas a los dos, era Vavá el que anotaba.

(JUST FONTAINE, ex jugador francés, tras jugar frente a Brasil en el Mundial de 1958)

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El fútbol es maravilloso, lástima que haya partidos.

(VELIBOR "Bora" MILUTINOVIC, entrenador serbio)

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La observación de los pájaros (Roberto Fontanarrosa - Argentina)

1ª parte




2ª parte




3ª parte

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En 1967, Miguel Ignomiriello firmó contrato con Rosario Central para hacerse cargo de las divisiones inferiores del club. Tenía tras de si un exitoso paso por Estudiantes de la Plata, formando a juveniles que, con el paso de los años, se convirtieron en figuras.
Lo cierto es que apenas Ignomiriello llegó a Rosario, renunció José Minni, que era el técnico de la Primera División. Entonces, los directivos "canallas" le pidieron a Ignomiriello que les aconsejara algún entrenador para sustituir a Minni. Renato Cesarini, Alejandro Scopelli y el uruguayo Fernández Viola, que como pergamino importante había obtenido un título con Real Madrid, encabezaban la lista presentada, pero como ninguno de ellos aceptó el cargo, la decisión fue unánime: que asuma Ignomiriello. Y así fue.
El nuevo técnico utilizó sistemas de trabajo que, por aquélla época, sorprendía a todos. Por ejemplo, en los entrenamientos hacía que los jugadores practicaran primero con pelotitas de tenis, luego con pelotitas de goma, para finalmente utilizar la número cinco, lográndose un óptimo manejo con el balón reglamentario.
Por otra parte, concretó la doble jornada de trabajo, el riego por aspersión en la cancha, la realización de una pretemporada en La Cumbre, Córdoba, la creación de un Departamento de Fútbol en el club, el arrendamiento de la cancha de Argentino de Rosario para practicar, preservando la del viejo estadio de Arroyito, y el reacondicionamiento del los vestuarios.
Miguel Ignomiriello, fue un adelantado en la formación de una sólida estructura profesional en el fútbol argentino.

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Me pone mal que cualquier 'cabeza de pescado' opine sobre mi forma de trabajar.

(CLAUDIO BORGHI, en 2008, cuando era entrenador de Independiente de Avellaneda)

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La selección colombiana de 1990 y 1994 jugó como si tuviera permiso para perder. Corrían con un sentido total de apropiación del juego. Nadie les ganaba nunca porque ellos mismos administraban sus caídas. (...) Maestros del extravío, pusieron en escena las virtudes que sólo son posibles sin rebajarse a tener éxito. (...) ¿Hay hazaña más propia de América Latina que la de estos bucaneros que practicaron la dignidad rebelde del alarde sin premio?.

(JUAN VILLORO, escritor mexicano, en su obra "Dios es redondo" -Anagrama-)

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Football 1870's style (Anónimo - Reino Unido)


Reproduced in "The Rules of Association Football 1863", Bodleian Library, Oxford, December 1872

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Lionel Messi, crack a los 10 años

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Viendo la metamorfosis que se ha producido en el fútbol argentino -y mundial- cuando se festeja un gol, da para que los maduros hinchas muestren sus quejas. Alguna vez Daniel Onega expresó que si en su época de jugador, cuando anotaba un gol se hubiera sacado de encima a algún compañero para ir a gritarlo solo: "En los vestuarios habría cola para querer pegarme un cachetazo".
Al respecto, Víctor Hugo Morales, recordó un cuento corto de Alejandro Dolina que habla de alguien que driblea a diez jugadores, otro viene, la empuja y la mete al gol, y lo festeja abrazándose con todos. Vuelven a la mitad de la cancha y el que la empujó le dice al que hizo la gran jugada: "Bien, che", en una demostración de cierto egoísmo que se produce en ese momento.
Por su parte, Osvaldo Ardiles dijo que "a mí me gusta cuando los jugadores festejan los goles con sus compañeros, no cuando se lo dedican a alguien que no es parte del grupo. El esfuerzo es el de todo el equipo y pienso que tiene que ser festejado entre ellos".
Por último y evocando su maravilloso gol en la final de la Copa del Mundo de 1986, Jorge Burruchaga, expresó: "Cuando lo hice, busqué el rincón porque faltaban tres minutos. Pensé mirar a Dios y agradecerle el momento. Me arrodillé para tomarme un poco de tiempo, y encima llega el ‘Checho’ Batista y se arrodilla conmigo y me dice 'quedémonos acá un rato'. Siempre digo que cuando lo vi venir al ‘Checho’ con su barba a festejar conmigo, fue como si hubiera visto a Jesús que se me acercaba".

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Si se hubiese sabido eso, el Mundial no tendría que haberse jugado.

(LEOPOLDO JACINTO LUQUE, ex internacional argentino, opinando en 2008 acerca de las condiciones socio-políticas en las que se desarrolló el Mundial de Argentina 78)

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El tema de Riquelme está cerrado hace rato. Diego le tenía mucho afecto como futbolista. Cuando asumimos, el planteo estaba pensado alrededor de él. Sin embargo, cuando le dijo que no a la selección, nunca más apareció en nuestros planes. Riquelme le dijo que no a la selección cuando nosotros nos estábamos jugando la cabeza.

(ALEJANDRO MANCUSO, ayudante de campo de Diego Maradona en la Selección Argentina, opinando el domingo por la noche en América TV acerca de la no participación de Juan Román Riquelme en la albiceleste que se prepara para el Mundial de Sudáfrica)

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