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-¿Por qué Boca no encuentra el rumbo?

-A mí no me llama la atención, porque esto siempre sucedió en equipos como Boca y River. Lo he vivido en carne propia. Boca viene de diez años de triunfos y es lógica esta mala racha. Después de tantos triunfos, te aflojás, la motivación no es la misma. Fijate que hasta el público tiene paciencia. Igual, para esta mediocridad de este fútbol en descenso, Boca tiene un plantel para pelear. Yo lo sigo viendo con buenas pretensiones.

-¿No creés que más allá de los resultados hay una crisis en el club, la misma por la que se fueron Basile y Bianchi?

-Eso dicen los medios. Yo, si no lo veo, no lo creo. Desde que tengo uso de razón, los grandes quilomberos son los periodistas. Que si el técnico pone a un jugador, que si saca a otro, que hay cortocircuitos dentro de un plantel. El tema es que ahora a la gente le gusta consumir eso. Ya no hay paladar negro en el fútbol argentino. Nos venden pescado podrido y lo comemos. En este país, decir la verdad es estar loco. Yo hablo pelotudeces o genialidades desde los 16 años. Y si digo que se juega mal al fútbol, soy una mala persona. En todo el mundo se juega mal, pero en la Argentina peor. En mi época se podía jugar mal pero había otra entrega, otra profesionalidad. Lo digo con todo el dolor del alma.

-¿Por qué cambió tanto el fútbol?

-El fútbol no va a cambiar nunca. El que dice eso es un mentiroso. Acá confunden lucha física, correr rápido, con velocidad. El fútbol de ahora parece rugby. Se corre, se lucha, hay que apretar. En un partido europeo, están todos en su lugar. Hay un dibujo. Pero acá todos corren atrás de la pelota, presionan, y una vez que agarran la pelota no saben qué hacer. Ha bajado la personalidad de los jugadores. Sólo les importa cumplir lo que dice el técnico. Antes no era que no le hacíamos caso, pero había más libertad dentro de la cancha. En ese sentido, Riquelme es un jugador de antes. Hace lo que quiere, se divierte, maneja los árbitros y los partidos. Riquelme es hoy el Maradona que jugó en Boca, porque maneja toda la situación.

(HUGO GATTI, ex internacional argentino, en entrevista con Maxi Goldschmidt, 23/02/10)

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El hombre que mira tres partidos de fútbol seguidos debe ser declarado con muerte cerebral.

(ERMA BOMBECK [1927-1996], ex periodista y humorista norteamericana)

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Lo único que tengo en común con George Best es que venimos del mismo lugar, jugamos en el mismo club y fuimos descubiertos por el mismo hombre.

(NORMAN WHITESIDE, ex jugador irlandés del Manchester United, en su libro autobiográfico)

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Entrevista a Ondino Viera


Ondino Viera [1901-1997] fue un célebre entrenador de fútbol uruguayo con una larga carrera en la historia del fútbol sudamericano.
También dejó un gran recuerdo en el fútbol brasileño, más específicamente en Río de Janeiro, donde la historia del Club de Regatas Vasco da Gama le tiene guardado un lugar de privilegio. Además entrenó los equipos de Botafogo, Fluminense y Bangú y en su país natal, condujo a los dos principales equipos uruguayos, Peñarol y Nacional y fue el entrenador de Uruguay en el Mundial de la FIFA de 1966. Reproducimos aquí una entrevista realizada a mediados de los ’90 en la página “People's Century”.

¿Cuándo empezó a jugar al fútbol?

Empecé a jugar a los seis años de edad. Vine desde el interior. Entonces empecé a jugar al fútbol. Cuando llegué desde el interior, yo no sabía que era el fútbol. Nosotros no sabíamos nada en el interior. Estábamos completamente aislados de la vida en las ciudades. Mis padres me hacían ver caballos, ya que provenía del interior, y me encontré por primera vez un grupo de chicos corriendo de un lado a otro. Yo no sabía por qué corrían. Vi que tenían la vejiga de un animal, no un balón de fútbol, la vejiga de un animal. Así que corrí y corrí y corrí, y de repente, uno de ellos se acercó y me dijo que entrara. Me dije, "¿Entrar para qué?" Yo no sabía cómo jugar. Así que me quedé, y más tarde se me volvió a preguntar, me invitan enfáticamente a entrar. Así que entré porque sabía que podía correr más que ellos.
Cuando la vejiga se fue a un lado llegué primero y me encontré con ella pero no le pegué. Yo no podía golpearla porque no sabía cómo y la vejiga se fue en otra dirección.
Cuando terminó la práctica y se dice "Hasta mañana", me dijeron, "Otro día te pondremos en el equipo para jugar con nosotros". Yo no sabía lo que esto significaba y le dije a mi padre: "Mira lo que me pasó hoy". "Ah", dijo. "Eso un campo de fútbol, se juega en un lado y en el otro. Jugaste en ambas partes. Eso que te dijo tu amigo es muy bueno." Al día siguiente, jugué con ellos de nuevo. Así comenzó mi carrera en el fútbol...

¿Cuáles eran las diferencias entre el europeo y el estilo del fútbol uruguayo?

Bueno, ellos eran hombres desarrollados. Nosotros aún éramos jóvenes. Los ingleses fueron los creadores, los reyes invencibles, los maestros del pasado. Ellos introdujeron el fútbol a través de las concesiones del ferrocarril. Así que los equipos se formaron en todas las estaciones de trenes en toda América. Ahí comenzó nuestra confrontación con ellos. Hubo una diferencia de edad enorme, porque éramos niños de 17 o 18 años, y ellos eran hombres con barba en sus rostros. Eran los funcionarios, los hombres encargados de las estaciones. Fueron todos los funcionarios públicos, y algunos funcionarios de las compañías de ferrocarriles, los que jugaban.

Háblenos de la primera victoria olímpica en 1924.

Cuando hicimos nuestra cruzada olímpica, fue un verdadero drama. Una decisión importante se tomó en la Asociación Uruguaya de Fútbol al retirar a Peñarol, que es uno de los más grandes clubes de la capital, y la Asociación Uruguaya de Fútbol se quedó con jugadores de Nacional y de algunos otros clubes.
Y felizmente José Nassazi, el capitán de nuestro equipo, un jugador que, felizmente y por suerte, eligió jugar ese torneo. Con nuestro sistema hemos conquistado la Olimpíada de 1924, se consigue nuevamente en el 28, se reitera en la Copa del Mundo de 1930, y más tarde en la Copa del Mundo de 1950.
Pero déjeme decirle que nosotros fundamos la escuela, la escuela del fútbol uruguayo, sin entrenadores, sin preparación física, sin medicina deportiva, sin kinesiólogos. Sólo nosotros, solos en los campos de Uruguay, jugando de la mañana a la tarde y en la noche iluminados por la luna. Jugamos durante 20 años para aprender a hacernos jugadores, para convertirnos en los jugadores que teníamos que ser: maestros absolutos de la pelota, agarrar la pelota y no dejarla ir por ningún motivo. De modo que nuestra superioridad era enorme. Pases avanzado buscando a los delanteros, interceptando los tiros de los europeos. Lo hicimos también cuando había jugadores libres, pero cuando no los había, jugador que agarraba la pelota asistía a su compañero de equipo.

Cuéntanos sobre los partidos del Mundial de 1930 en Montevideo.

Sí, yo estaba trabajando, porque me quedé en el Estadio Centenario hasta el momento en que fue terminado, hasta el día de la final. Estábamos seguros de lo que hacíamos, teníamos confianza. Fue una lucha contra el reloj, imprevisible. Tuvimos que empezar la Copa del Mundo en otros ámbitos que el Estadio Centenario, ya que todavía el Centenario no estaba preparado...
La fecha llegó y tuvieron que jugar los primeros partidos en campos de Peñarol y Nacional. Hemos tenido que esperar que el cemento armado se endureciera completamente para soportar 70 o 100 mil personas. Hubo mucha preocupación sobre esto, porque el Estadio Centenario estaba completamente fresco. Había temores de que se derrumbara, sobre todo porque pensaban que no había nadie para contener a los aficionados. Había policías pero no era suficiente, la presencia policial no es suficiente para contener lo que puede hacer una muchedumbre de 70 a 90 mil personas. Así que todos preveían estas cosas, y se temía que podría ocurrir un desastre, pero felizmente no fue así. Aún allí se encuentra el Estadio Centenario, construido en 1930.

¿Qué le parece el hecho de que muchos países europeos no llegaran a la Copa del Mundo?

Estábamos todos trabajando juntos, pero hubo un boicot en el Viejo Mundo contra los campeones del mundo. Francia respondió al primer compromiso, porque los habíamos invitado y habíamos competido en sus Juegos Olímpicos. Y desde allí ellos hicieron un camino en la diplomacia deportiva europea. Al venir ellos otros países vendrían, fue en realidad el primer campeonato del mundo.
Pensamos que era una cosa lógica (que algunas naciones no vinieran) porque era un acontecimiento completamente nuevo. Había información muy mala en Europa acerca del fútbol en Sudamérica. Éramos los salvajes de América. Era un fútbol salvaje nuestro juego. Era algo empírico, autoenseñado, el estilo nativo de nuestro fútbol. Era un fútbol que todavía no entraba dentro de los cánones del fútbol en el Viejo Mundo. Comenzamos a jugar uno contra el otro. Sin profesores. Sin entrenadores. Solo los directivos, las comisiones de fútbol y nosotros, los jugadores. Ese era nuestro fútbol, y así formamos nuestra escuela de juego, y así es como se formó la escuela de juego para todo nuestro continente.

¿Cuál fue la rivalidad más fuerte?

Uruguay y Argentina. Teníamos mucho respeto a Europa entonces, pero no miedo. Sabíamos que sosteníamos una superioridad enorme sobre ellos, en general una superioridad técnica. Ellos eran superiores físicamente, atléticamente, pero los enfrentamos conscientes de nuestro talento. Así que las cosas eran muy diferentes, muy diferentes. Los respetamos, pero sabíamos quienes éramos.
Teníamos mucha confianza en lo que estábamos haciendo. Pero había un antecedente. Fuimos los campeones olímpicos y mundiales. Hemos ganado en el 28 contra los argentinos. Hemos sido los finalistas. Pero más tarde, la estrategia política y diplomática deportivo creó un partido que nunca debería haber sido jugado, y los argentinos ganaron. El resultado fue la creación de una rivalidad tan grande que cuando los argentinos partieron de Buenos Aires hacia Montevideo, el periódico más grande, el más influyente en la Argentina tituló "Los Campeones del Mundo retornan a Montevideo".
¿Pero cómo? preguntamos antes del juego, antes de entrar al Estadio Centenario, ¿los argentinos, porque ganaron un partido amistoso contra los Campeones Olímpicos y Mundiales, dicen que 'los Campeones del Mundo retornan a Montevideo’? Esta fue una declaración de guerra. Un grito de guerra, y el campeonato derivó en una guerra psicológica entre Uruguay y Argentina, que alcanzó su punto máximo con la interrupción de las relaciones diplomáticas entre los dos países.

¿La tensión continuó hasta el último día?

Bueno, el día de la final recuerdo el grito de guerra del que hablé al ver los papeles impresos: "los Campeones del Mundo retornan a Montevideo!" El árbitro belga John Langenus sacó un seguro de vida al ver este clima de guerra, y después del juego pidió más ayuda para salir del estadio y se olvidó de advertir a los guardias que lo ayudaran y tuvo que ser llevado al túnel. De esa manera eran las cosas, con clima de guerra y el entusiasmo que se sentía. Nos olvidamos de tomar las medidas necesarias para llevar el juez a su vestuario. De todas maneras después fue llevado por un voluntario y se fue con un seguro de vida que nunca se hizo efectivo, así que él fue muy afortunado.
Bueno, de todas formas, todo el mundo tuvo suerte y cada uno defendía lo suyo. Todos querían ver quién sería el ganador del juego. Así que uruguayos y argentinos estaban involucrados en su objetivo, el gol de la victoria.

¿Qué pasó después de la victoria?

Hubo celebraciones que, sin duda, comenzaron en el estadio y se extendieron por todas las calles de Montevideo, se extendieron a todas las calles de República, y de la República, se extendió a todas las naciones del continente, con excepción de Argentina, por supuesto, que no podía celebrar nuestra victoria. Así que los festejos estaban en todas partes, y eran, digamos, en solidaridad con la conquista de Uruguay del primer Campeonato Mundial. Inaugurar el estadio era el deber de los campeones del mundo. El hecho de hacer algo trascendental en la historia del fútbol, cayó sobre nosotros para implantar el espíritu del fútbol americano moderno, que también es del viejo mundo, aquí en Uruguay.

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Una anécdota muy graciosa en el fútbol español fue protagonizada años atrás entre el jugador danés John Lauridsen (foto) y José María Maguregui su entrenador en el Espanyol de Barcelona.
Maguregui, más bien conservador, era conocido por poner tranvías en la portería y el danés apostaba por un futbol creativo en el centro del campo.
La cuestión es que Lauridsen se descolgó a principio de temporada con unas declaraciones en las que decía que el Espanyol debía apostar por el espectaculo, el toque y el buen futbol. En la siguiente sesión de entrenamientos, Maguregui llamó a Lauridsen delante de sus compañeros y le dijo que le iba a hacer caso, "durante 90 minutos hará usted lo que yo le mande, y al final del partido llegará el momento del espectáculo, se va usted al centro del campo y se baja los pantalones".

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El dribbling consiste en amagar una cosa y hacer otra, pero Garrincha simulaba precisamente lo que terminaría haciendo.

(ARMANDO NOGUEIRA, escritor y periodista deportivo brasileño)

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Los ganadores están siempre solos.

(RAYMOND KOPA, "El Napoleón del fútbol", uno de los mejores jugadores franceses de todos los tiempos)

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Ídolos (Alejandro Apo - Argentina)


Yo soy hincha de Defensores de Belgrano y lo vi campeón de la vieja “B” en 1967. A la cancha salía como entrenador José Arce Gómez pero el director técnico era Ángel Amadeo Labruna.

El equipo formaba con Francisco Javier Gerónimo; “Toti” Marenda y Ernesto Camino; Rodolfo Chitti, Oscar Guillermo Bonnia y Jorge Busti; Angel José Tomino, Roberto Parodi, Juan María Larrea, Ramiro Pérez y Roberto Angel Fumagalli.

Defensores le ganó la final a Tigre dos a cero con goles de Tomini y Fumagalli, en la inolvidable y nostálgica cancha de Platense, en Manuela Pedraza y Cramer. Pero no ascendió a Primera porque fue a un torneo reclasificatorio con los últimos de la “A” y en ese minitorneo quedó último.

En ese año “El Feo” dirigía al Calamar que tenía aquella delantera con Miranda, Muggione, Bulla, Subiat y Medina. Labruna fue un tipo increíble que está en el podio del fútbol, un rarísimo fabricante de vueltas olímpicas: Central del ‘71, River del ‘75 y Defe.

A la cancha me llevaba Carlitos Ferraro, el actual presidente del Círculo de Periodistas Deportivos y eterno compañero de tareas de mi padre. Ibamos junto a su hermano Salvador y su tío Natalio. Era un rito de todos los sábados.

El recuerdo de aquellos días me remonta a la cancha del Bajo comiendo unos sandwichs de chorizo, los más ricos del mundo. Y un detalle exquisito: los lupines de la cancha de Dock Sud. Cierro los ojos y veo a los veteranos con la cara alambrada mirando las gambetas de Ramiro Pérez o un gol de Fumagalli.

También iba a la cancha de San Telmo junto a mi tío Neno, hincha del candombero, que ya no está en vida pero sí en el recuerdo. El me enseñó a respetar a futbolistas como Carlos Pandolfi, Juan Carlos Czentoricky y Norberto Monteleone, que pateaba como un animal y tenía un remate que levantaba la red.

En esas canchas del pasado que aún están y las recuerdo en sepia vi jugar a Maurilio Merian Alves de Souza, un delantero de Excursionistas que era terrible; al brasileño Jaburú, de Italiano, un futbolista de culto. Y a Oscar Tomás López -El Gallego- un gran goleador que jugó en Dock Sud, All Boys, Los Andes, Deportivo Morón y Defensores de Belgrano. Bueno, yo soy de esa “B”.

En ese tiempo Tigre tenía un equipo que recuerdo de memoria: Hernandorena, Fortunato y Capdevilla; Rivoiro, Alé y De Buono; Carlos Santana, Villamor, René del Carmen Herrera, Vargas y Colarte. Santana era un puntero derecho ligerísimo que jugaba bárbaro. Le decían “Forli” como a un caballo de esa época, que era una luz y ganó el Gran Premio Carlos Pellegrini.

Muchos años más tarde, después de una función del espectáculo “Y el fútbol contó un cuento”, que hago junto al ‘Turco’ Sanjurjo, un asistente me dijo: “Hay un señor que jugó al fútbol y te quiere saludar”. Abrí la puerta, lo miré fijo y le dije:

- No me diga quién es que lo voy a sacar.

El tipo se quedó helado.

- Usted es alguien muy importante del fútbol de ascenso….

- Bueno, le doy un tiempo, concedió asombrado.

Y lo saqué…

- ¡Usted es “Forli”! ¡Usted es un maestro, un jugador de antología!

Cuando le dije “Forli” el tipo se puso a llorar… Creía que no me iba a acordar de semejante figura. ¡Cómo no lo iba a recordar si esos cracks de la vieja y querida “B” eran mis ídolos!

(el autor es un afamado periodista y comentarista deportivo; actualmente se desempeña en Radio Nacional)

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Por la 6ª fecha del Torneo Nacional de 1972 Huracán vencía de local 2 a 0 a Estudiantes de La Plata, y casi sobre el cierre del primer tiempo, el árbitro Washington Mateo cobró un penal para el visitante, que uno de los jueces de línea corrigió.
Mateo se retractó y dio tiro libre. Los jugadores del "Pincha" se le fueron al humo al árbitro, que terminó expulsando al joven Carlos Alberto De Marta (en la imagen), quién recién daba sus primeros pasos en el fútbol profesional.
El partido finalizó con la victoria de Huracán por 5 a 1, pero la cuestión continuó en la semana, ya que todos esperaban fuertes sanciones para De Marta por sus insultos, sin embargo el Tribunal de Penas le dio apenas una fecha al jugador por protestar el fallo.
No es que el tribunal fuera un órgano inmaculado que estaba desautorizando el informe arbitral, el tema fue que De Marta era sordomudo de nacimiento.

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Si quieres hacerte rico, debes marcharte de Alemania... y si quieres ser inmensamente rico, debes fichar por el Inter.

(FRANZ BECKENBAUER, aconsejando a Uwe Seeler ante el interés del Inter de Italia, a mediados de los '60 por el potente delantero alemán)

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Todo lo que tenía que hacer era escribir las nueve letras de mi nombre y con esto hubiera resuelto mi vida, pero decidí seguir en mi equipo de toda la vida, el Hamburgo, porque era donde me sentía querido. Preferí la comodidad de mi casa, de estar con mi familia y de poder seguir siendo comercial de Adidas.

(UWE SEELER al declinar la oferta del Inter italiano y aceptó quedarse en el equipo que amaba, el Hamburgo)

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Purrete de la orilla... (Osvaldo Ardizzone - Argentina)

*dedicado a Héctor "Chirola" Yazalde [1946-1997]



Purrete de la orilla...
La vida, de salida,
te tiró la bolilla más fulera
y, en la ruleta pequera
del que gana y del que pierde,
la frontera del Riachuelo
te llevó para su lado
y desde entonces fuiste Sur,
Sur anónimo y postergado...

Dueño del baldío
que era tuyo por derecho,
poeta inculto de todos los ocasos,
erudito botánico de toda la maleza,
aterido gorrión de mil amaneceres,
sabio pescador de charcas y zanjones...

Y, cuando ya las aulas
clausuraron el árido
tributo de su cultura...
Cuando el remendado guardapolvo
colegial le quedaba chico
para su madura adolescencia...
¿qué le faltaba por aprender?

Si ese Sur ya lo había nutrido
con toda la filosofía
de su código orillero,
donde los pibes son hombres
antes del séptimo grado,
donde los Reyes no pasan
porque los chicos son malos...

Tal vez te crezcan las alas
cuando cruces la frontera,
tengas un banco en la escuela
un seis de Enero con Reyes
y estrella en las Navidades...

Y allá en el Sur de tu orilla
habrá sol en todo el cielo,
flores en vez de cardos,
arroyos en vez de charcas
y andará tu historia nueva
hecha canción en el aire...


Glosario
Pequero: delincuente dedicado a la estafa por medio de trampas en juegos de azar.
Purrete: niño

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Una de las grandes anécdotas del Mundial 1974 tuvo a la República Federal Socialista de Yugoslavia como protagonista.
Desde el punto de vista futbolístico fue una verdadera pena pues las rivalidades nacionalistas impidieron que un equipo formidable explotara al máximo su talento en la cita germana. Disponían de un centrocampista sensacional, el esloveno Brane Oblak, y de un genial extremo zurdo, el serbio Dragan Djazic.
Las cosas se desarrollaron bien durante la primera fase porque los futbolistas se comprometieron a mantenerse unidos en la lucha por un objetivo común: la prima que les había prometido el mariscal Tito. El plan se torció tras la brillante clasificación para la segunda fase. Un grupo de jugadores, entre ellos Djazic, reclamó que se les anticipara una parte de la prima. Querían aprovechar su estancia en Alemania para ir de compras.
El presidente de Yugoslavia hizo entonces una cosa poco aconsejable: viajó a Alemania, se reunió con los futbolistas, les lanzó una arenga sobre la gloria y el triunfo y les pagó todo el dinero prometido. Ese mismo día comenzó el desastre. Ya nadie se preocupó de otra cosa que de gastar, preferiblemente en compañía de señoritas. También quedó olvidado el pacto de unidad. Serbios y croatas dejaron de hablarse.
Oblak, esloveno, lo resumió años más tarde con una frase: "El dinero fue nuestra ruina".

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Eran infernales. Si marcabas a Pelé, Garrincha escapaba y viceversa. Si marcabas a los dos, era Vavá el que anotaba.

(JUST FONTAINE, ex jugador francés, tras jugar frente a Brasil en el Mundial de 1958)

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El fútbol es maravilloso, lástima que haya partidos.

(VELIBOR "Bora" MILUTINOVIC, entrenador serbio)

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La observación de los pájaros (Roberto Fontanarrosa - Argentina)

1ª parte




2ª parte




3ª parte

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En 1967, Miguel Ignomiriello firmó contrato con Rosario Central para hacerse cargo de las divisiones inferiores del club. Tenía tras de si un exitoso paso por Estudiantes de la Plata, formando a juveniles que, con el paso de los años, se convirtieron en figuras.
Lo cierto es que apenas Ignomiriello llegó a Rosario, renunció José Minni, que era el técnico de la Primera División. Entonces, los directivos "canallas" le pidieron a Ignomiriello que les aconsejara algún entrenador para sustituir a Minni. Renato Cesarini, Alejandro Scopelli y el uruguayo Fernández Viola, que como pergamino importante había obtenido un título con Real Madrid, encabezaban la lista presentada, pero como ninguno de ellos aceptó el cargo, la decisión fue unánime: que asuma Ignomiriello. Y así fue.
El nuevo técnico utilizó sistemas de trabajo que, por aquélla época, sorprendía a todos. Por ejemplo, en los entrenamientos hacía que los jugadores practicaran primero con pelotitas de tenis, luego con pelotitas de goma, para finalmente utilizar la número cinco, lográndose un óptimo manejo con el balón reglamentario.
Por otra parte, concretó la doble jornada de trabajo, el riego por aspersión en la cancha, la realización de una pretemporada en La Cumbre, Córdoba, la creación de un Departamento de Fútbol en el club, el arrendamiento de la cancha de Argentino de Rosario para practicar, preservando la del viejo estadio de Arroyito, y el reacondicionamiento del los vestuarios.
Miguel Ignomiriello, fue un adelantado en la formación de una sólida estructura profesional en el fútbol argentino.

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Me pone mal que cualquier 'cabeza de pescado' opine sobre mi forma de trabajar.

(CLAUDIO BORGHI, en 2008, cuando era entrenador de Independiente de Avellaneda)

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La selección colombiana de 1990 y 1994 jugó como si tuviera permiso para perder. Corrían con un sentido total de apropiación del juego. Nadie les ganaba nunca porque ellos mismos administraban sus caídas. (...) Maestros del extravío, pusieron en escena las virtudes que sólo son posibles sin rebajarse a tener éxito. (...) ¿Hay hazaña más propia de América Latina que la de estos bucaneros que practicaron la dignidad rebelde del alarde sin premio?.

(JUAN VILLORO, escritor mexicano, en su obra "Dios es redondo" -Anagrama-)

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Football 1870's style (Anónimo - Reino Unido)


Reproduced in "The Rules of Association Football 1863", Bodleian Library, Oxford, December 1872

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Lionel Messi, crack a los 10 años

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Viendo la metamorfosis que se ha producido en el fútbol argentino -y mundial- cuando se festeja un gol, da para que los maduros hinchas muestren sus quejas. Alguna vez Daniel Onega expresó que si en su época de jugador, cuando anotaba un gol se hubiera sacado de encima a algún compañero para ir a gritarlo solo: "En los vestuarios habría cola para querer pegarme un cachetazo".
Al respecto, Víctor Hugo Morales, recordó un cuento corto de Alejandro Dolina que habla de alguien que driblea a diez jugadores, otro viene, la empuja y la mete al gol, y lo festeja abrazándose con todos. Vuelven a la mitad de la cancha y el que la empujó le dice al que hizo la gran jugada: "Bien, che", en una demostración de cierto egoísmo que se produce en ese momento.
Por su parte, Osvaldo Ardiles dijo que "a mí me gusta cuando los jugadores festejan los goles con sus compañeros, no cuando se lo dedican a alguien que no es parte del grupo. El esfuerzo es el de todo el equipo y pienso que tiene que ser festejado entre ellos".
Por último y evocando su maravilloso gol en la final de la Copa del Mundo de 1986, Jorge Burruchaga, expresó: "Cuando lo hice, busqué el rincón porque faltaban tres minutos. Pensé mirar a Dios y agradecerle el momento. Me arrodillé para tomarme un poco de tiempo, y encima llega el ‘Checho’ Batista y se arrodilla conmigo y me dice 'quedémonos acá un rato'. Siempre digo que cuando lo vi venir al ‘Checho’ con su barba a festejar conmigo, fue como si hubiera visto a Jesús que se me acercaba".

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Si se hubiese sabido eso, el Mundial no tendría que haberse jugado.

(LEOPOLDO JACINTO LUQUE, ex internacional argentino, opinando en 2008 acerca de las condiciones socio-políticas en las que se desarrolló el Mundial de Argentina 78)

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El tema de Riquelme está cerrado hace rato. Diego le tenía mucho afecto como futbolista. Cuando asumimos, el planteo estaba pensado alrededor de él. Sin embargo, cuando le dijo que no a la selección, nunca más apareció en nuestros planes. Riquelme le dijo que no a la selección cuando nosotros nos estábamos jugando la cabeza.

(ALEJANDRO MANCUSO, ayudante de campo de Diego Maradona en la Selección Argentina, opinando el domingo por la noche en América TV acerca de la no participación de Juan Román Riquelme en la albiceleste que se prepara para el Mundial de Sudáfrica)

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Entrevista a César Luis Menotti


A los 70 años, César Luis Menotti es más vigente que nunca. Activo, como manager de Independiente, tiene una aguda mirada sobre el fútbol mundial. El entrenador campeón del mundo de 1978 elogia a España, critica el exitismo a cualquier precio, y habla del fútbol de varios países, entre ellos el alemán.
No es nuevo el vínculo de Menotti con Alemania. Conoció el país de joven y siempre estuvo relacionado (Puma, DPA...). Así lo cuenta: “En Alemania me siento cómodo y disfruto mucho; la gente estereotipa al alemán como alguien de personalidad rígida, fría, pero es un error. Aquí hay gente alegre, buenos amigos... y todo lo hacen bien: la ropa, los autos, la comida, la tecnología, el orden...”.
Su próximo viaje a Alemania será en Octubre, para recibir el premio Bensemann por su trayectoria. Pero antes, dialogó con Kicker en Buenos Aires, la capital argentina.

-¿Ve partidos de la Bundesliga?

-A veces, cuando los horarios no coinciden con el fútbol de aquí.

-¿Cómo ve al fútbol alemán?

-Cuando hablan de Alemania se menciona el orden, la disciplina y la capacidad de trabajo pero no hablan del talento. ¿O Beckenbauer qué era? Alemania empezó a sufrir en su fútbol cuando dejaron de aparecer estos aventureros que le daban al orden ese salto de calidad y de belleza.
Alemania tiene un orden estructural de equipo, es una orquesta con un sonido muy bueno pero nunca dejó de tener a sus grandes solistas, como Müller, Overath, Breitner y tantos otros. Beckenbauer era un jugador superlativo, un artista. Entonces no confundamos el mensaje con la etiqueta del “orden”.

-¿Y ésta selección de Loew?

-Alemania tiene muy buenos jugadores, pero no aparecen esos futbolistas con la capacidad de la aventura. Jorge Luis Borges decía que la literatura es “orden y aventura”. El fútbol es igual: si sos todo orden sos un aburrido, y si sos todo aventura sos un caos. En el último Mundial Alemania tuvo un equipo más comprometido con la gente, pero le faltó ese salto que le puede dar un aventurero.

-De los jugadores alemanes actuales ¿a quiénes destaca?

-De la Selección, Schweinsteiger. Ballack me gusta, pero es más regulador del orden que aventurero, no es como el Iniesta del Barcelona, que hace lo mismo que él pero en los últimos 20 metros te aniquila. No mostró lo que hacía Littbarski, por ejemplo.

-Hace unos años nos dijo a Kicker que le gustaría la idea de que Beckenbauer sea Presidente de la FIFA. ¿Todavía le gustaría?

-Sí, lo dije. Pero también dije que hay dos Beckenbauer: el jugador de fútbol y el dirigente de un club. Yo lo que deseo es que él un día sea presidente de la FIFA pero como jugador, que tenga esa misma sensibilidad que demostró dentro de la cancha. La capacidad la tiene, es un hombre generoso y con mucha experiencia. Que esté más preocupado por defender la calidad y no la cantidad: él sabe, como jugador, que no se pueden jugar 80 partidos al año. A este gran producto de mercado que es el fútbol hay que defenderlo desde la calidad. ¿O Pavarotti podía cantar todos los días en cualquier teatro?

EL DEPORTE AMADO

-¿Por qué el fútbol fascina en todo el mundo, más que otros deportes?

-Conozco el deporte en España, en Francia, en Cuba... Soy un estudioso de esto. En una escuela de Rosario, mi ciudad, fui con el intendente y juntamos en el patio a unos 300 chicos. Les pregunté cuántos querían ser jugadores de básquet: cuatro. ¿Boxeadores? Uno. ¿Futbolistas? Todos. En la Argentina el fútbol es un hecho cultural que genera una máxima atracción, por eso nosotros tenemos la obligación de cuidarlo, de cuidar a los jóvenes de esta locura que los rodea. No soy tan inocente ni me hago el estúpido: ya sé que el fútbol es un negocio. Pero los negocios son diferentes. Negocio es qué pongo yo, qué ponés vos y cómo repartimos. Pero ¿qué pone el mundo de los negocios en el fútbol? Si yo quiero poner un bar tengo que empezar de cero, comprar todo, difundir la marca... Un club como Independiente tiene más de 100 años, ya está hecho. El fútbol es un producto único que se vende en el mundo entero, está impuesto, no hay que salir a venderlo. Y eso lo lograron los grandes futbolistas.
Yo puedo invertir dinero y construir un gran hotel que compita con los mejores, pero si quiero “inventar” un club, construir un estadio, le pongo de nombre “Deportivo Alegría”, salgo a competir con los mejores y me fundo. ¿Con qué cuenta la organización, que los hombres de negocios no tienen? Con un siglo de historia, con un producto impuesto.
En Inglaterra llega un jeque y compra un club, o en México, donde también son propiedad de las grandes empresas, pero acá es otra cosa, y el fútbol argentino merece un debate serio.

-¿Está anestasiada la sociedad?

-El poder económico, a través del poder político, ha producido una desculturización aterradora, que ha llegado al fútbol. Había una cultura, un estilo que en el nombre del modernismo se empezó a destruir. “Hay que ser moderno” en el fútbol, en la música, el arte... Parece que para ser moderno hay que matar a Mozart o a Beethoven. Si eso es el modernismo, prefiero ser antiguo como Mozart y no moderno como Julio Iglesias.

-¿Y aquello del fútbol de izquierda o de derecha?

-Un día dije que había un fútbol de izquierda y otro de derecha. Los más generosos, los más artistas, los más cultos siempre fueron de izquierda, siempre estuvieron más cerca de mí que lo otro, el mercado. Un fútbol generoso, abierto, comprometido con la gente, el orgullo de la representatividad, el orgullo de la pertenencia... todo eso que pregono me suena más a la izquierda que a la derecha. Después hay otro fútbol, al que no le importa la gente, solamente le interesa el resultado. Cuando salía campeón del Inter con el catenaccio todos hablaban maravillas de eso, pero no decía que los tres equipos que habían descendido jugaban igual. El Inter tenía a Suárez, a Mazzola... jugadores que podían ganar con cualquier esquema. Pero si puedo elegir, me quedo con el Milan de Arrigo Sacchi, con la Holanda del 74... o con la misma Alemania de ese Mundial, que era un equipazo.

-¿Sigue pensando que la final del 74 fue el mejor partido que vio?

-Como exhibición de fútbol lo más grande que vi fue a Brasil de 1970. Pero como partido esa final del 74 tuvo todo: fue de ida y vuelta y protagonizado por dos equipos buenísimos.

-Este verano hubo mucho movimiento con Cristiano Ronaldo, con Robinho... Parece que los jugadores están en clubes fantásticos pero igual no están contentos. ¿Qué le parece? ¿Falta ética?

-A la misma plata, el que no disfruta del juego, sufre los cuestionamientos de toda la prensa que espera que él solo gane un partido, no es feliz, y se va a buscar otro horizonte. Pero si Robinho hubiera jugado en Barcelona, no se hubiera ido. Andá a ofrecerle a Iniesta que se vaya a jugar a Italia o Inglaterra... El rendimiento general de ese Madrid era muy malo.

-¿Cómo ve los 94 millones de euros que gastó el Real Madrid?

-Debe ser bueno, habrá que ver cómo juega. Siempre me gusta relacionar el fútbol con la música: un buen director, con regulares músicos puede hacer una orquesta afinada; con grandes músicos puede hacer una sinfónica. Un mal director con músicos regulares es horrible; con buenos músicos puede hacer una orquesta afinada. Los músicos son fundamentales. Es importante que Pellegrini tenga su tiempo de ensayo. Por ahora no me dicen nada. Hubo una época en la que Hollywood llevaba a Vittorio Gassman, Elizabeth Taylor, etc. y las películas eran malísimas; tenían a grandes actores pero no había un buen guión.

ARGENTINA Y MARADONA

-¿Qué selecciones le agrada ver hoy?

-Holanda sigue insistiendo con su estilo, Rusia con Guus Hiddink ha hecho un buen juego. Alemania ha sido bastante generosa en el último Mundial.
Y sobre todo España que está eligiendo buenos jugadores. Hace veinte años dije en España que tenían que elegir si querían morir como un toro o como un torero. Si querían morir, porque podrían elegir el éxito, y ahí también cabe elegir si quieren terminar como un toro o un torero. Ahora resulta que después de tanto tiempo se acabó la Furia, lo peor que le pasó al fútbol español. España en el Mundial 98 jugó en el mediocampo con tres centrales (Nadal, Amor, Luis Enrique), tres defensivos. Ahora juegan con chiquititos, tiene una idea y parece que los periodistas están esperando que pierda para criticarla.

-¿Brasil? ¿Argentina?

-Nooo, Brasil y Argentina son una cosa increíble. Nosotros hacemos la historia y después la tiramos a la mierda. Siempre copiamos lo peor: estamos en un fútbol agresivo, vertical, confuso, atlético, de choque... Y en el fútbol brasileño sorprende ver las patadas que se dan... En los 60 viví en Brasil y me tocó ver a Pelé, Coutinho, Garrincha, Tostao, Didí... ¡Dios mío ¿Dónde están?!

-Hasta ahora pareciera que la conducción de Diego Maradona en la Selección Argentina está sustentada más en lo anímico que en lo futbolístico. ¿Es suficiente con ser gran un motivador?

-La motivación es una mentira. La única motivación es la del conocimiento. No lo puedo motivar a mi hijo para que vaya y pelee con Tyson, porque lo estaría matando. La selección tiene un problema muy serio y es que ni siquiera podemos saber qué es lo que quiere Maradona, porque no puede entrenar. Es difícil tener una idea clara de lo que Diego busca, porque no puede mostrarla. Entonces más que un entrenador es un “seleccionador”. En Europa es más fácil, por las distancias, pero acá no se puede. No lo estoy defendiendo, ni mucho menos. Maradona podrá demostrar su idea recién en el Mundial, cuando tenga un mes para armar el equipo.

-¿Por qué Argentina no supera los cuartos de final en los mundiales y Brasil sí?

-Brasil siempre ha tenido figuras que sostuvieron sus deficiencias colectivas: Romario, Ronaldo, Ronaldinho... Pero Argentina no; desde la salida de Maradona ha tenido buenos jugadores, pero no logró lo que se supone que puede dar Messi ahora. Ese tipo de jugadores genera algo especial: la gente va a ver a Messi, como pasaba con Maradona, y eso le quita peso al resto del equipo.

-Argentina tiene a Agüero, a Messi, a Tevez, fue campeón olímpico...

-Pero son muy jóvenes, su crecimiento lo hacen en Europa. Antes un capitán era Passarella, un tipo con una trayectoria en la selección. Ahora son pibes.

-¿Quién es el mejor jugador del mundo hoy?

-Iniesta.

-Fernando Torres decía que España campeón de Europa es algo bueno para el fútbol...

-¡Muy bueno!

-Bruckner, Capello, Hitzfeld, Lippi, Rehhagel, del Bosque. En Europa los DT de selecciones son hombres entrados en años. ¿Tiene explicación para esto?

-Es que el joven no tiene la fuerza para imponer su régimen de trabajo. Poner a un técnico de mucha personalidad es peligroso para ciertos dirigentes argentinos, pero se ve que hay países que todavía respetan el conocimiento de los mejores, sin importar su edad.

-¿Por qué regresó a Independiente?

-Hay una vieja historia con el club, donde recurrir a Menotti significa intentar reordenar una idea conceptual, valorizar jóvenes jugadores, porque el mercado no permite traer otros grandes. Veré si estoy a gusto, tratando de armar un equipo competitivo en el corto plazo; y más adelante pensar en la formación de jóvenes.

-Esto no significa que no quiera volver a entrenar...

-En absoluto. Tengo la potestad de elegir el próximo entrenador el año que viene.

-Si Américo Gallego no sigue, el paladar del hincha de Independiente querrá a Menotti...

-Pero esa será una resolución mía, no del club. Puedo presentar dos nombres de entrenadores y ellos elegirán. Falta un tiempo para eso.

-El fútbol es...

-...espacio, tiempo y engaño. Suena a sencillo, pero hay que hacerlo. Y tiene cuatro acciones que se pueden enumerar fácilmente pero que también hay que llevar a la práctica: defender, recuperar la pelota, gestar jugadas y definir. Un fútbol complejo solamente lo hacen diferente los grandes jugadores, y los grandes entrenadores. El técnico tiene una idea y debe demostrar y convencer que a sus jugadores de que con esa idea lograrán la eficacia. Y después comprometer a la defensa de la idea. Son tareas que no se logran en dos días.

-Suele pregonar que se juega como se vive: los argentinos son pícaros, engañadores; los brasileños alegres; los alemanes poderosos; los ingleses estructurados, etc. Sin embargo Italia, el país de la belleza, las artes, el diseño está identificado con un fútbol mezquino, especulador...

-Es increíble lo de Italia. Puede jugar tan bien o mejor que España, pero cuando apueste a los grandes jugadores que tiene. Cuando Italia jugó horrible y salió campeón mundial nadie dijo nada. Ahora que Italia sigue jugando igual pero no gana, lo critican por todos lados. Parece que el músculo no se discute, pero la inteligencia sí. Es un debate. Si Baggio está sentado en el banco tiene que esperar a que Del Piero ande mal para entrar... ¡¿Nunca va a entrar Baggio por Gattuso?!

-¿Un once de todos los tiempos?

-Quizá no tenga sentido comparar épocas. Pero sí puedo nombrar a los reyes: el primero fue Alfredo Di Stefano; después aparece Pelé, más tarde Cruyff y después Maradona. Después se produjo un vacío de esa corona: pudo ser Romario, Ronaldinho, Zidane, se desdibujan... aparece Cristiano Ronaldo, pero tampoco. Lo que sí hubo enormes príncipes detrás de los reyes: Beckenbauer, Platini, Laudrup...

-Había dicho que un día habrá un campeón mundial africano...

-Un Mundial tiene “participantes”, “protagonistas” y “candidatos”. Hasta ahora no se rompió nunca ese orden, los candidatos son los de siempre: Alemania, Brasil... Lo que sí es que está más cerca el día de que se rompa la hegemonía de los candidatos. A los africanos tienen un protagonismo muy grandes, pero les cuesta, aunque tengan a grandes jugadores.

-¿Es acertada la elección de Sudáfrica?

-Tengo una visión diferente. Si es para difundir al fútbol, no me suena. Me parece que el Mundial se tiene que jugar en Italia, Argentina, Alemania, Brasil, Inglaterra, Holanda... Establecería ocho o diez escenarios privilegiados para el Mundial, no solamente elegir a países que tengan dinero. ¡En estos países futboleros el jugador! Puede ser por la exigencia del público, pero juega mejor. Yo vi en el Mundial de Corea y Japón que desde la tribuna no había un ambiente de exigencia hacia el futbolista.
El aficionado inglés tiene una manera de pensar el fútbol muy exigente. Y a la Premier League pueden ir futbolistas de todo el planeta, pero tienen que jugar como los ingleses quieren. Si no, se corre el riesgo de desculturizar al fútbol, que a favor del éxito a cualquier manera la liga inglesa termine siendo miserable. Hasta ahora está a resguardo, con conductores como Ferguson o Wenger que respetan la historia, y el público que exige. En la Argentina eso se perdió, cada vez hay más espectadores y menos público: antes del partido están las porristas mostrando el culo, como en el básquet de la NBA, los periodistas se meten en los vestuarios...

(versión en castellano de la entrevista de Pablo Aro Geraldes publicada en la revista alemana “Kicker”, en Septiembre de 2009)

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En su libro, "Simplemente Fútbol", Enrique ‘Quique’ Wolff destaca los mejores momentos de su vida deportiva. Relata que a su regreso de Europa, a fines de los '80, mientras se le cerraban las puertas para un retorno a River, o a Racing, se lo convocó para un partido amistoso como parte de los festejos por los 75 años de vida de Argentinos Juniors.
Escribe Wolff: "El 15 de Agosto de 1979 se organizó un partido en la cancha de Vélez Sarsfield, contra Talleres de Córdoba, que tenía un equipo bárbaro, con la ‘Pepona’ Reinaldi, Valencia, el ‘Chupete’ Guerini, Ludueña. Para la ocasión nos invitó al ‘Loco’ Gatti, a Bochini y a mí, a integrar el equipo junto a Diego Maradona. Fue un partido bárbaro que terminó 5 a 4 a favor nuestro, con un gol de Bochini, después de tirar mil paredes con Diego que fueron increíbles".
Y continúa su recuerdo: "Pasados dos días de ese partido, me llamó Delem, en ese momento director técnico de Argentinos. Lo había tenido como técnico en River, y no solo empecé a respetarlo por todo lo que sabía y transmitía, sino porque se trata de un tipo muy querible. Él me dijo que tenía una idea, la de hacer con Argentinos con Maradona una especie de Santos con Pelé y para eso quería rodearlo de algunos jugadores conocidos y así salir por el mundo. Definitivamente me convenció. Arreglé un contrato a préstamo por tres meses con una opción con Don Próspero Cónsoli y Cía. Yo cerraba mi carrera con un ciclo realmente espectacular, haber jugado contra Pelé, Johan Cruyff y con Diego Maradona. Diego era muy chico, aunque ya era Campeón Mundial Juvenil y tenía una magia incomparable. Verlo en los entrenamientos era un privilegio de pocos. Y los domingos era como tener el as de espadas en todas las manos. La idea de Delem me pareció bárbara, pero impracticable en nuestro fútbol. Jugamos dos partidos por el campeonato, empatamos los dos y luego echaron a Delem".

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Mi gol fue el más triste de mi vida, ni lo festejé. Agarré la pelota rápido para sacar y hacer el tercero que nunca llegó. Nunca vi tanta amargura en un vestuario, varios compañeros lloraban y Pedernera fumaba en un rincón sin pronunciar palabra. Fue una decepción grupal y personal, porque era mi última oportunidad para jugar un Mundial.

(ALBERTO RENDO, ex jugador argentino, recordando aquella tarde histórica del 31/08/69 en la Bombonera en donde la Selección Argentina queda eliminada del Mundial de 1970 ante su similar de Perú)

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En la cancha de Boca, el arquero es un dinosaurio y el arco una cajita de fósforos.

(ANTONIO MOHAMED, entrenador argentino y ex jugador xeneize (16 Pj. 4 goles)

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Un emotivo encuentro (Eduardo Pérsico - Argentina)


Si Atlanta jugaba con Rácing no sería bueno atropellarse con la multitud y habían decidido juntarse en el bar cercano a la cancha. El Ruso llegó un poco atrasado, entretenido por un amigo que le regalara una entrada, dijo, y los tres salieron caminando por Dorrego.

- Hoy ganamos, Ruso -dijo el Bebe palmeándole el hombro.

- Dios te oiga, pero Racing viene primero -agregó Alberto cuando del subterráneo de Corrientes surgió un malón flameando una bandera.

- ¿Así que vos ya tenés la entrada, Ruso?

- Sí.

En la puerta del edificio donde vivía el Bebe un remolino de gente los separó y al cruzar la vía, Alberto preguntó.

- Che Bebe, ¿y el Ruso?

- No sé, andará por ahí adelante.

Siguieron por Humboldt, retrocedieron a la barrera del ferrocarril y no verlo el Bebe suspendió la búsqueda.

- Vamos, ya empieza y este Ruso boludo ya vendrá.

- ¿Dónde se habrá metido? -se dijo Alberto y entraron.

En los primeros minutos no sucedió nada interesante, salvo un derechazo del nueve de Atlanta por encima del travesaño y el Ruso metiendo con delicadeza la mano bajo la blusa de Nora. Ninguno de los equipos se preocupaba por atacar, en cambio Nora estiró una mano y dejó el dormitorio a media luz. El inicio prometía: el diez de Racing se apresuró en un contragolpe y el Ruso se quitó despacio la camisa mientras Nora cumplía el rito de acariciarle el pecho. En Atlanta, el medio campo era luchado, pero al abandonar el Ruso sus mocasines, Nora, descalza, se subió sobre sus pies y trastabilló en la alfombra riendo como una chiquilina.

El encuentro siguió sin variantes hasta la media hora, cuando Alberto reclamó un foul en el área de Racing y el Bebe lo secundó puteando al referí que pitaba siempre en contra de Atlanta. Sin reclamar ningún penal Nora y el Ruso se devoraban y la mujer levantó las piernas al infinito en un gemido cuando el Ruso se venía se venía y en la misma jugada ella cruzaba la línea del gol del alma y de todos los sentidos...

En tanto Racing hacía valer su mejor condición física, luego de la primera emoción de la tarde Nora pegadita al Ruso le murmuraba en el oído, ya que los del departamento contiguo no eran sordos ni ciegos como ese referí hijo de puta que durante el primer tiempo cero a cero pitó siempre en contra de Atlanta y ni cobró un penal evidente al revolcarse los dos sobre la alfombra del área chica.

En el entretiempo Alberto y el Bebe estiraron la cabeza pero no vieron al Ruso que se perdía el partido por tener sus ojos entornados y echando humo al cielorraso, el tarado. Con el clima algo fresco los jugadores tomaron agua natural, Alberto y el Bebe manotearon dos vasitos de Pichi Cola y Nora, contrariando el reglamento de su casa, sirvió dos traguitos de whisky sin hielo.

Al principio del segundo tiempo no hubo nada interesante, salvo dos cruces hacia la izquierda del ocho de Atlanta y las manos del Ruso recorriendo minucioso el cuerpo de Nora, recostados en la cama al cambiar de arco. Pero cuando Racing abrió el marcador tras un tiro libre que desvió un defensor, hubo un griterío y ahí Nora y el Ruso se preguntaron la hora aunque el juego seguía emocionante como en la primera etapa. Faltando cinco minutos para terminar Alberto y el Beto no hallaban consuelo si no empataban, el Ruso y Nora se besaron en una arremetida final antes de abrir sigilosos la puerta del departamento por donde se filtró un delantero de Atlanta para anotar el justiciero uno a uno...

El Ruso se apuró en llegar, averiguar cómo fueron los goles y todavía ver el final cansino bajo un sol en retirada. Todo dicho, y al reencontrarse en la vereda con sus amigos Alberto le preguntó.

- ¿Qué te pareció, Ruso?

- Que el referí nos robó el partido -soltó la remanida frase que el Bebe no le creyó.

-Callate traidor; te fuiste a la tribuna visitante. Con hinchas como vos nos vamos al descenso -se despidió riendo el Bebe ya entrando al edificio donde su esposa estaría mirando televisión.

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Me cuidaban, me protegían, me tenían como a una mascota, 'Tornillito pa' aquí y pa' allá'. Jugaba de back adelantado. El back central era un jugador policía, que se llamaba Cazón, un hombre de bigote, tremendo; asustaba. Antes la pareja de backs era Cazón y Silveira. A Silveira lo compró Peñarol y se vino para Montevideo. Después fue Cazón y Cordero. Cordero para Montevideo. Cazón y Viera. Vienen a buscarme de Montevideo. Y entonces Cazón grita: "¡Pero siempre eligen pa'l que está al lado mío, nunca para acá. Los promociono a todos y a mí no me ven!".
Seguro: era fuerte, guapo, unos bigotes que impresionaban, rompía todo el juego y nosotros salíamos jugando a lo Passarella, a lo Paolo. Ese año mi papá se enfermó de hemiplejia, había que comprar remedios y entonces el fútbol nos salvó. Fue en ese momento que llegó Peñarol para comprarme. Guelfi habló conmigo y arreglamos. Me subieron a un ómnibus y atrás mío subieron dos amigos arachanes, López y Morales, que eran de Nacional y querían convencerme de que no fuera a Peñarol. Yo era bolso.
"Dejá quieto, ya arreglé" les dije. Pero me estuvieron conversando por toda la ruta 8 hasta llegar a Montevideo.
Esa noche, como a las tres de la mañana, encontraron por la calle a mi hermano mayor, que ya estaba en la capital estudiando para maestro. Entonces, a la mañana, me llevaron al Parque Central y Nacional me ofreció el doble. Y como Guelfi había salido (se había ido al Mundial de Chile) pagamos los pasajes y me quedé nomás en Nacional. Estuve seis meses que me quería ir todos los días. Pero el ómnibus ponía ocho horas y el tren once. Después vino mi novia de Melo y me ayudó a aguantar. ¡Ah!... yo era muy canarito. Pero estaba con mis ídolos, y me estaban pagando por hacer lo que más me gustaba.

Al año siguiente la pareja de backs de Cerro Largo es Cazón y Mazzei. A Mazzei lo compran y se viene para Montevideo.

Pobre Cazón. Nos promocionó a todos y a él nadie lo veía.


(MILTON “Tornillo” VIERA, ex internacional uruguayo, recordando en "Tenfield digital" sus inicios en el fútbol ‘grande’ del Uruguay)

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