"Chaca es parte de mi sangre"
El actor argentino cuenta su infancia junto al ‘funebrero’ y la increíble historia de su tío paterno, ‘Pibona’, arquero del club, primer golero en marcar un tanto en el fútbol profesional argentino y que quedó sordo tras atajarle un penal a Bernabé Ferreyra.
¿Qué significa Chacarita a más de 30 años de su exilio?
-Fue el barrio en el que me crié y el club con el que viví mis primeras emociones futboleras y con el que tuve y tendré una identificación permanente porque es parte de mi sangre.
-¿Lo dice por su tío?
-Exacto. Eduardo Alterio, el hermano de mi padre, fue muchos años arquero de Chacarita. Le decían ‘Pibona’ y empezó allá por los años 20 antes de que el fútbol fuera profesional. Me acuerdo que una marca que patrocinaba al equipo le pagaba con camisetas y calzoncillos. Se hizo profesional y recibió algún dinero. Fue el primero que convirtió un gol y paso mucho tiempo hasta que otro logró hacerlo (Nota: fue el 9 de Agosto de 1931, a Savarro, de Tigre). Fue una historia intensa, de gran popularidad, pero después pasó a Atlanta, el eterno rival y tuvo un final muy triste.
-¿Qué le pasó?
-Contra River, ‘Pibona’ recibió una patada en la cabeza que le afectó los tímpanos. Le atajó un penal a Bernabé Ferreira y en el rebote se tiró a los pies para evitar el gol pero recibió una patada en la cabeza que le provocó una sordera permanente. Mi padre me contó que fue muy dramático porque se levantó y volvió a caer en varias oportunidades. Yo era muy chico y en todos los recuerdos que tengo de ‘Pibona’ ya era sordo. (Nota: el partido fue el 9 de Junio de 1935 en la cancha que River tenía en Alvear y Tagle).
-Defínase como hincha.
-Trato de ser lo más racional posible. Lo que ocurre es que mi racionalidad se ve afectada porque me veo involucrado en reacciones un poco intempestivas.
-¿Es muy puteador?
- En la cancha no porque aquí me conocen y me siento mirado. En cambio, en mi casa viendo la televisión llego a tirarme al piso a patalear. Me da cierto pudor, contar esto, ja ja.
-¿Cómo siguió su pasión futbolera en España?
-Cuando llegué, en pleno régimen franquista, busqué un club que le hiciera la contra al Real, el equipo del régimen. Por lo menos para humillarlos. Y me pareció que el Rayo Vallecano era el equipo a seguir, pero al poco tiempo me di cuenta que no servía para nada. Entonces recurrí al clásico y me fui al Barcelona y dio la casualidad que justo llegaban Menotti y Maradona. Eso me proporcionó la seguridad de que había elegido bien. Pero fui cambiando y me rendí ante el Real.
-¿Cómo que se rindió?
-Sí, ahora soy hincha del Real. Cuando Valdano y Cappa estuvieron en Tenerife le hicieron mucha sombra al Real y lo tenían a Redondo. Cuando los tres van al Real, entre todos los argentinos que estábamos en contra del equipo franquista se produjo una hecatombe y nos convertimos en seguidores del Madrid. Eso no significaba traicionar nuestros sentimientos, sino que el Real se había transformado.
-¿Y la pasión por el fútbol la vive allá de la misma manera?
-No, yo siempre voy a tener a Chacarita en mi corazón y después viene el resto. Yo no sólo extraño el folclore del fútbol argentino sino que lo recupero viendo las transmisiones televisivas. Veo que allá se sigue jugando con otra intensidad, con otra picardía y con otro ritmo. Aquí son un poco más elegantes y aunque esa irracionalidad de la que hablábamos a veces hace daño, el fútbol se vive de otra manera acá y allá.
-¿Y pregunta por Chacarita, trata de ver cómo le está yendo?
-Pregunto y trato de estar informado pero reconozco que es complicado. Estoy rodeado de recuerdos, pero acá empieza una dicotomía, donde mi ignorancia sobre la actualidad pone en duda mi pasión. Y en cambio yo puedo contar cómo les va a Messi o al Kun Agüero, que son los dos máximos referentes de nuestro fútbol en este momento. Y da gusto verlos en acción porque se nota que son argentinos.
(fragmento de la entrevista realizada por Rodrigo Calegari y publicada en diario “Olé” del sábado 21 de Octubre de 2006)
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Entrevista a Héctor Alterio
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Según lo relata el periodista Eduardo Menescaldi en su libro 'Páginas sueltas': "Esta historia tiene sus antecedentes y para ello me remito al relato de Hipólito Irigoyen, socio vitalicio 'cervecero', quien me dijo que en 1961, cuando Quilmes enfrentó en Junín a Sarmiento, unos hinchas del club arrojaron al campo unas etiquetas de la Cervecería apenas asomaron sus jugadores. Ante la pregunta de dónde las habían tomado, ese grupo de jóvenes respondió que se las dieron en la empresa".
Luego de esa tarde, Irigoyen se interesó en el tema, manteniendo en la semana una reunión con algunos directivos de la cervecería, quienes le respondieron que, porque cambiaban de rubro, les quedaban 90 millones de etiquetas para regalar. Y las aceptó.
"Cuando el 19 de Agosto -prosigue relatando- fuimos a Banfield, con el que siempre hubo una enorme rivalidad, ellos nos decían que no nos iban a dejar tirar las etiquetas o, en todo caso, que se encargarían de quitárnosla. Es cierto que se apoderaron de algunas, pero nosotros fuimos precavidos. Todo el mundo se encargó de llevarlas en cualquier medio disponible e incluso sobre la tribuna visitante, con un alambre y un gancho, fuimos distribuyendo las etiquetas entre los hinchas. Cuando los de Banfield se avivaron, ya era tarde. Quilmes salió a la cancha y fue una nube de etiquetas que durante varios minutos cubrió el cielo de la cancha. Habíamos distribuido cerca de 2.100.000 etiquetas. Ese día, Quilmes ganó por 1 a 0 con gol de Ángel Del Moro".
Así nacieron los famosos papelitos en los estadios aunque, en el caso de Quilmes, a pura etiqueta.
(ROBERTO BONANO, ex arquero argentino y actual colaborador de Johan Cruyff en el seleccionado de Cataluña, en entrevista con el semanario español "Don Balón")
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(VÍCTOR VESCO [1923-2009], ex Presidente de Rosario Central, -1991-)
*choreo = robo
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El gol que Denis Law jamás hubiera querido anotar
Si hay un derby de Manchester que será recordado eternamente por encima de los demás es aquel Manchester United 0 - Manchester City 1 del 27 de Abril de 1974 por la First Division inglesa en el cual los ‘Red Devils’ se vieron condenados al infierno de la Segunda División por el gol de una leyenda de Old Trafford vestida de celeste aquel día.
Fines de Abril del 74 y en Old Trafford los ‘Diablos Rojos’ recibían a sus vecinos hundidos en la zona baja de la clasificación.
Un gol de taco del escocés Denis Law (Aberdeen, 24 de Febrero de 1940) a diez minutos de la finalización del partido supuso el 0-1 y la condena al descenso para el United.
Un gol que siempre será recordado por ser el que provocó ese descenso, aunque no fue del todo así.
La victoria del Birmingham City ése mismo día enviaba al Manchester United a la Second Division de todas formas.
Sin embargo, Law, desconocedor de la situación y superado por los nervios, tuvo que ser sustituido y abandonó el terreno de juego de Old Trafford con lágrimas en los ojos y envuelto de un silencio estremecedor. Y es que el escocés defendió la camiseta del United durante once temporadas en las que ganó dos ligas (1965 y 67), una FA Cup (1963) y la Copa de Europa de 1968, aunque no pudo jugar la final por lesión. Sólo motivos familiares impulsaron en 1974 el fichaje por el City, con el que sólo jugaría una campaña antes de retirarse.
Denis Law empezó a destacar en las filas del Huddersfield Town a las órdenes de Bill Shankly. A lo largo de su carrera batió en dos ocasiones el record del traspaso más caro de la historia del fútbol cuando firmó por el Torino por 100.000 libras y un año más tarde cuando se incorporó al United por 115.000. Su traspaso al City, valorado en 35.000 libras, superó cualquier otro registro en el Reino Unido. Ganó el Balón de Oro en 1964, marcó 30 goles con Escocia y más de 300 con los equipos en que jugó.
Cuando fue transferido al Manchester United en 1962, su fichaje de 115.000 libras, volvió a batir el record de transferencia inglesa. Debutó con el club el 18 de Agosto de 1962 contra el West Bromwich Albion, marcando un gol a los siete minutos, aunque el partido acabó con empate a dos. En esta etapa, el se casaría con su actual esposa, Diana, el 11 de Diciembre de 1962.
En la temporada 1964-1965, le otorgaron el Balón de Oro y el Manchester United ganó su primer título de liga después del Desastre aéreo de Múnich. Además en esa misma temporada, Law había marcado 28 goles, siendo el máximo el ‘Pichichi’ de la temporada. Formó la llamada "Santísima Trinidad", que era la delantera de aquel Manchester y en la que le acompañaban el inglés Bobby Charlton y el norirlandés George Best. Aquí se mantuvo 11 años.
El destino futbolístico fue muy cruel al final con Law y el Manchester United. En el verano de 1973, ya en el declive de su carrera, es contratado por el Manchester City donde en 24 partidos ligueros aún consigue 9 goles, siendo el gol al United el último de su carrera y a la postre el gol que condenara al descenso al equipo de su corazón.
Como se ha escrito, fue el gol que Law no quiso nunca marcar. No lo celebró y anduvo por el campo cabizbajo y abatido. Ello no le impidió formar parte para siempre del grupo de leyendas del Manchester United con el que siempre ha estado vinculado. Se retiró después del Mundial de Alemania de 1974 con 34 años.
Denis Law es una leyenda viva del fútbol británico en general y de Manchester particular. Querido por los aficionados del City y adorado por los del United, una estatua suya salvaguarda los accesos a Stretford End, en Old Trafford.
Ha sido internacional con la Selección de fútbol de Escocia en 55 ocasiones y marcó un total de 30 goles. Es el máximo artillero de la historia de su selección junto con Kenny Dalglish. Está incluido en el Salón de la Fama de Fútbol Escocés.
Fuentes consultadas:
• Esfútbol.es
• Premier Football
• Wikipedia
Claro que los ingleses, "con la sangre en el ojo", y después del primer Mundial de fútbol organizado por Uruguay en 1930, quisieron una revancha contra España. Como corresponde, y para asegurarse ciertos "detalles" de organización, y con un estadio netamente a favor, acordaron que el partido debía disputarse en Londres. Fue el 9 de Diciembre de 1931 que se volvieron a ver las caras ingleses y españoles detrás de una pelota de fútil en el estadio del Arsenal y ante 70.000 espectadores que presenciaron este partido, con el campo de juego convertido en un auténtico lodazal, producto de la intensa lluvia que azotó a Londres la noche anterior. Y ahí los ingleses se tomaron una revancha que no tuvo piedad para los visitantes.
Venció Inglaterra 7 a 1, goles conquistados en su mayoría mediante centros y cabezazos, al estilo de juego que ya los británicos tomaban como una fórmula segura de éxito.
NOTA: En la imagen se aprecia al arquero español Ricardo Zamora estrechar la mano de Ernie Blenkinsop, capitán inglés.
(ANTONIO UBALDO RATTÍN, uno de los mayores ídolos del Club Atlético Boca Juniors)
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(CARLOS CARELLA [1925-1997], inolvidable actor y director teatral argentino -1996-)
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Otro cuento de Navidad (Raúl Fain Binda - Argentina)
Florentino acababa de recibir el descorazonador informe de su nuevo empleado, Arrigo Sacchi, y meditaba ante su escritorio. Tal vez dormitó un minuto o dos.
Al levantar la vista, se encontró con la inconfundible figura de Bernabéu, el único dirigente merecedor de su respeto.
Supo de inmediato que era un espectro, porque en su transparencia dejaba ver hasta el cortaplumas que llevaba en el bolsillo posterior de sus pantalones.
Alrededor de su cintura y prolongándose por el suelo como una cola, trémula y ruidosa, el fantasma arrastraba una gruesa cadena con numerosos trofeos engarzados.
Florentino reconoció entre ellos las seis copas europeas que lo obsesionaron desde niño.
-¿Vienes a meterme miedo? Pierdes el tiempo. En esta época de trucos digitales, un fantasma no asusta ni a los niños.
-No, vengo a explicarte las razones de tu fracaso.
-¿Fracaso? Yo no llamaría fracaso el saneamiento de un club que tus sucesores pusieron al borde de la quiebra. Yo no llamo fracaso la formación de un equipo con los mejores jugadores del mundo. Tú deberías reconocerte en mí. Yo soy el Bernabéu del siglo 21.
-A este paso no ganarás ningún trofeo esta temporada, como no ganaste ninguno la anterior. Yo llamaría fracaso al hecho de no ganar un solo trofeo dos temporadas seguidas con los mejores jugadores del mundo.
-Las victorias llegarán.
-Tus campeones están fatigados, envejecen. Zidane pide a gritos una silla de ruedas, a Roberto Carlos le tiemblan las piernas, Raúl sólo juega porque es la marca de la casa.
-Las victorias llegarán. El equipo se está reforzando.
-¿Reforzando? Beckham ha resultado un impostor, Samuel está al borde de un ataque de nervios, Owen es un buen chico pero le tienes que dar la papilla en la boca, Woodgate no ha jugado un solo partido y tal vez no juegue nunca más.
-Las victorias llegarán.
-Sólo te quedan Ronaldo y Figo, y a ellos también se les está acabando la cuerda.
-Bueno, estamos en un momento de transición. Arrigo acaba de llegar y para la próxima temporada tendremos un plan. Ahora nos concentraremos en la Liga de Campeones.
-No me digas que por eso contrataste a Arrigo Sacchi como director futbolístico. Porque es italiano y conoce bien a Fabio Capello y el juego de Juventus.
-Lo contraté porque es un hombre con ideas sensatas.
-Tanto, que acaba de decir que tu política de Zidanes y Pavones no tiene sentido. Lo cierto es que tu enfoque es brillante desde el punto de vista empresarial y un desastre en lo deportivo.
Florentino Pérez hizo un gesto entre el fastidio y la resignación.
Mi enfoque es básicamente el tuyo: comprar calidad. Dime en qué me equivoco
-Manejas mal a la gente del fútbol. Tú eres un buen conductor de empleados de oficina, de contadores y abogados, pero tu estilo sofoca el talento ajeno. La forma en que trataste a Valdano, Del Bosque y Queiros fue lamentable.
-No me hables de eso, porque tú trataste en forma vergonzosa a Di Stéfano, el más grande de todos, mientras que yo le di la presidencia honorífica. Yo te odié por eso.
-Yo me desprendí de Di Stefano después de extraerle cinco copas europeas, ocho títulos de liga, una copa de España y otra Intercontinental. Yo le renovaba el contrato año por año. Hubiera sido de ingenuos renovarle cuando estaba acabado.
-Ahora no se puede hacer eso con gente de esta categoría, -protestó Florentino.
-Lo cierto es que mis galácticos hacían su aporte en el campo de juego, mientras que a ti te rinden en el negocio pero te hacen pasar papelones en el plano deportivo.
-Los míos rendían en la cancha, mientras que los tuyos sólo se lucen en los night clubs
-Mis galácticos son tanto o más grandes que los tuyos.
-Bueno, basta. Tú dispones de la eternidad para aparecerte donde quieras, pero yo tengo una familia, una empresa y un club de fútbol. Esta noche es Nochebuena y estoy muy ocupado. Dime lo que quieres decirme y vete.
-Lo que quiero decir es que tú eres el problema. Tu estilo de conducción sirve para construir edificios, para negociar contratos, no para formar un buen equipo de fútbol. Tú sólo piensas en el valor agregado de los futbolistas, en su imagen. Te creíste un mago porque reconociste el talento de Figo, de Zidane, de Ronaldo. ¡Vaya hazaña!
-De esa forma yo salvé a este club de la ruina. Querían convencerme de no comprar a Zidane porque costaba mucho. "Por 12 mil millones de pesetas podemos traer a tres jugadores de cuatro mil millones, o a cuatro de tres mil, y reforzamos el equipo", me decían. Yo sabía que la inversión sería la misma, pero el gasto mayor, porque serían cuatro salarios en vez de uno. Y además esos cuatro mediocres no atraerían espectadores. Mi enfoque fue genial, si me permites la jactancia.
-Con esa fórmula has llenado al equipo de grandes jugadores que no saben impedir los goles rivales, ni recuperar la pelota. Tu Real Madrid es un elefante cojo: los leones lo devorarán, porque no puede correr ni defenderse.
-Ese es ahora un problema para Arrigo. Él lo resolverá.
-Con soluciones italianas. Yo creí que en España las fórmulas italianas estaban desacreditadas.
Fastidiado, Florentino fingió estudiar un expediente. Al levantar la vista, comprobó que don Santiago Bernabéu se había esfumado. En su lugar estaba Arrigo Sacchi, sonriendo de oreja a oreja. "Habré estado soñando", se dijo el presidente del Real Madrid. Sacchi lo sacó de dudas:
-Molto simpático ese señor que acaba de irse. Me ha detto que usted e io, juntos, haremos historia en el calcio espagnolo.
(tomado del portal “BBC Mundo” del sábado, 25 de Diciembre de 2004)
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Fue por la 3ª fecha del campeonato de 1963, más precisamente el 12 de Mayo, partido jugado en el Gasómetro de Boedo. Apenas se había jugado un cuarto de hora cuando tras un encontronazo entre Sanfilippo y el defensor local, Alberto Mariotti, se produjo un incidente que motivó que el árbitro Roberto Goicoechea expulsara a ambos jugadores. Enardecido por lo que consideró una injusticia -Mariotti le fue muy fuerte- Sanfilippo protestó airadamente la decisión de Goicoechea frente a la platea sanlorencista que, olvidando el pasado glorioso del ‘Nene’ en el club, lo insultaba en su totalidad.
Fue tal la indignación de Sanfilippo que, antes de dejar la cancha e ingresar al túnel que daba a los vestuarios, no tuvo mejor idea que besar la camiseta de Boca, actitud que durante muchos años no le fue perdonada por la hinchada de San Lorenzo.
Ya en la década del 70, un veterano pero vigente Sanfilippo, luego de pasar por Nacional de Montevideo, Bangú y Esporte club de Bahía de Brasil, regresó a San Lorenzo, retirándose como un grande, al formar parte del plantel que conquistó, en 1972, los torneos Metropolitano y Nacional.
(Comentario del recordado periodista argentino Osvaldo Ardizzone a su compañero Enrique Macaya Márquez durante la transmisión de Holanda 4 - Argentina 0 en el Mundial de 1974)
El balón de la Navidad
Si tuviera que escribir un cuento de futbol seguramente empezaría por una pelota que esperaba ansiosa al pie de un árbol navideño que alguien la pateara. Una pelota que al recibirla, me fuera llevando por cada estadio del planeta yo agarrada de ella con la ilusión de un niño que quiere ser el héroe máximo del futbol. Que viera a cada uno de mis ídolos, Pelé, Cruyff, Maradona, Di Stéfano, Zidane, Gerrard, Ronaldinho, Zico, Batistuta, Best, en fin. Tantos y tantos futbolistas que me han hecho feliz. Me imagino aferrado al balón, con Santa dándome un aventón en su trineo pero parando en cada estadio del mundo para tirar un penal a los mejores arqueros y meterles un gol. Seguramente terminaría diciéndoles ¡Feliz Navidad! a Banks, Carrizo, Zoff, Chilavert, Carvajal, Zamora, Van Der Sar, Dida, Buffon, Toldo, Cech, y a muchos otros grandes porteros que he visto.
Me imagino vistiendo los uniformes de los mejores equipos del mundo, siempre con la pelota pegada a mi cuerpo como un tatuaje. Repartiendo pases al hueco, haciendo jugadas magistrales, barriéndome como un león lleno de furia en pos de la pelota. Me imagino en campos nevados, jugando en Moscú o Malmoe a menos diez grados centígrados. O quizá jugando en campos llenos de tierra como en Accra en Ghana ó en campos inmaculados como en Liverpool o Saint Dennis, pero siempre con mi pelota, la que recibí en la Navidad.
Sí, es 25 de Diciembre, la pelota me sigue dando vueltas en la cabeza. ¿Qué habrán hecho Oswaldo Sánchez, el Chelito, Santiago Fernández, Cuauhtémoc Blanco y el “Maza” Rodríguez? ¿Qué cenarían? ¿Con quién pasaron esta fecha? No lo sé, pero esa es la pregunta que la Navidad me trae. Me trae futbol ¡Qué maravilla! De repente mi mente se queda en blanco. ¿Es la cruda? ¿No? ¿Entonces qué diablos es? Un pensamiento repentino me invade ¡Hubo fútbol Inglés! Pero descubro que toda la jornada se jugó en domingo y no se completó en lunes como pasa siempre. Un dejo de molestia se refleja en mi rostro y me invade una pequeña decepción por no decir una gran decepción. En fin ni hablar. ¡Dios que Navidad tan futbolera hay en mi mente! Esto de pronto me pregunto si el gordo del Polo Norte juega futbol y a qué equipo le iría. Se viste de rojo, quizá al Toluca, al Liverpool, al Independiente… o no tiene equipo.
¡Santa tiene que tener equipo! me digo convencido, pero ¿a quién diablos le va?
Un destello de luz solar me despierta, es 25 de Diciembre. La cena de Noche Buena ha pasado y todo en casa está tranquilo. Lo primero que pienso es si el gordo de rojo me trajo mi balón de futbol. ¡Qué bien se siente que la historia que soñaste se haga realidad justo el día de Navidad!
El martes 9 de Mayo de 2006, veintiocho años después, Karl-Heinz Rummenigge, que ese día hizo 4 goles y hoy es Presidente del Bayern pidió disculpas en un programa de la TV holandesa. Dijo que aquella goleada fue una ofensa.
Gerd Müller, otro delantero del Bayern en ese partido, dijo que no se sentía orgulloso por lo ocurrido en aquella ocasión. Y el ex arquero Sepp Maier se limitó a decir “Sorry, Johan”.
¿Pero tenían que dejarse perder, o empatar a propósito? ¿Cuál es la actitud correcta en un amistoso? ¿Aquella de Chilavert e Higuita, cuando un micrófono captó la charla que tuvieron antes de un penal y en la que “arreglaban” para dónde patearía el paraguayo y se arrojaría el colombiano, y así todos felices?
Rummenigge, en tanto, agregó que el Ajax tuvo parte de culpa por la derrota, pero no por haber jugado muy mal, sino por motivos extra-futbolísticos: el equipo del Bayern no fue recogido en el aeropuerto y no tuvo ninguna recepción. Y antes del partido, el propio Cruyff fue al vestuario alemán y le dijo a Sepp Maier que el Bayern debía brindar un auténtico partido. Vaya si lo hizo.
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(REINALDO “Don Choco” SÁNCHEZ, ex Presidente de la ANFP chilena)
(DIEGO MARADONA, actual entrenador de la Selección Argentina -1989-)
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Felices Fiestas!!!
Que sea esta Navidad motivo de muchas felicidades. Y el Año Nuevo una esperanza de éxito y prosperidad.
Paz y Amor en estas Fiestas es el sincero deseo de "Los cuentos de la pelota" para todos ustedes y un gracias enorme por haberme acompañado en este 2009.
Afectuosamente.-
La canción del arquero Shulze (Pablo Aguirre - Argentina)
preguntándome: ¿cuándo volveremos a jugar en Primera?
Aquí estamos por haber osado jugar contra Boca:
Si no teníamos ni para empezar...
Bostezamos, hacemos pases, la tocamos,
cuando el entrenador grita "Arriba", todos empiezan a llorar.
Tristeza y también egoísmo:
creo que nadie se bancaría que transfirieran a alguno.
Seguimos meta pases.
Parece que se cayó el auspicio de Fernet.
Algunos se preguntan: ¿cuándo cobraremos Octubre?
¿qué pasará con el club?
El deporte no garpa: la estamos pasando como el orto.
Pero ¿para qué amargarnos? Quizá nunca volvamos a Primera.
¿Qué clubes están en los medios?
¿Qué jugadores están saliendo con modelos?
Los otros, siempre los otros.
Estamos como caballos cansados.
No tenemos descanso: ¡tres partidos perdidos en un mes!
Los botines están nuevos y estrenamos indumentaria hace un mes,
lo que está fallando hace rato somos nosotros.
El peor enemigo del club no es Boca o River,
sino nosotros mismos.
Cuando empezamos esta campaña, la cancha estaba hermosa,
el pasto verde como para comérselo.
Ahora la tierra está pelada y dura:
el pasto muerto y el polvo vuelan con el viento.
Los muchachos se mueven lentamente,
sedientos y también con hambre.
Nuestras mentes están reunidas en un lugar desolado,
pero ¿quién sabrá nuestro pesar?
Una vez un periodista me preguntó de que comida desistiría, le respondí que por respeto a los que pasan hambre no le podía contestar. Con sexto grado de escuela yo entiendo cosas que no todos entienden, tengo una posición frente a la vida, que no viene en ningún libro.
(JOSÉ “Pepe” SASÍA [1933-1996], recordado crack uruguayo)
(ROBERTO PERFUMO, ex jugador y entrenador argentino)
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(LIONEL MESSI, dando explicaciones sobre su gol a Estudiantes de La Plata en su llegada, ayer 23/12, al Aeropuerto de Ezeiza donde no se llevó a cabo la esperada conferencia de prensa)
Descontrolado (Jóvenes Pordioseros - Argentina)
El ‘Toto’ decidió incorporar a jugadores con hambre de gloria, y fue así que sumó al plantel a varios jugadores del Atlético Madrid que allí no tenían cabida, como el arquero Ricardo Zamora, hijo del recordado Divino, parte de la historia grande del fútbol de España.
Lo cierto es que Lorenzo, con sus incorporaciones, su táctica y su método de entrenamiento, hizo que el Mallorca ganara el torneo ampliamente, con 114 goles a favor y solo 8 en contra, en sensacional campaña. El ‘Toto’, aún como jugador, convirtió más de 15 goles. Con un equipo fuerte y hecho a su medida, Lorenzo logró el milagro de ascender al Mallorca a Primera División al año siguiente, conquistando el torneo 1959/1960. En esas dos temporadas, su equipo no perdió ningún partido en condición de local.
En el campeonato de 1960/1961 el Mallorca ya jugaba en Primera División, y tuvo inolvidables triunfos frente al Barcelona y al Atlético Madrid, y un empate glorioso ante el Real Madrid de Di Stéfano, Gento y compañía. Allí comenzó la mítica historia de Lorenzo como director técnico de fútbol.
(ALF RAMSEY [1920-1999], ex seleccionador inglés, tras perder ante Brasil en el Mundial de México en 1970)
(RICARDO BOCHINI, ex jugador argentino, Revista “La Maga” Nº 2, Enero/Febrero 1994, pág. 56)
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El Superclásico más espectacular de toda la historia
El recuerdo se dispara entre hojas amarillentas que se deshacen al contacto con las manos. Carlos Manuel Morete es un grito interminable, es la típica postal del gol. Tiene la boca abierta, los puños cerrados y Norberto Alonso, el “Capitán Beto” musicalizado por el ‘Flaco’ Spinetta, lo busca con la mirada para festejar.
Los dos son apenas unos pibes de pelo largo y cuidado, a la moda. Ese instante, congelado por la fotografía de la revista “El Gráfico”, marca el epílogo de aquella proeza del fútbol que Osvaldo Ardizzone tituló: “Un partido que no olvidaremos jamás”.
Acaban de cumplirse 30 años del clásico más electrizante y cambiante que River y Boca jugaron en casi un siglo de rivalidades bien entendidas y de las otras. Un 5 a 4 que no desentonó con el día de la madre y que cambió de dueño como los chicos de entonces cambiaban las figuritas. Era 2 a 0 para los de Núñez en nueve minutos, 4 a 2 para su rival en apenas 51 minutos y 4 a 4 hasta que Silvio Marzolini cometió un foul sobre la hora y al borde del área grande. El ya fallecido Jorge Dominichi tiró un centro, Ernesto Mastrángelo se filtró en el área chica y Morete le colocó la frutilla al postre, que River devoró sin contemplaciones y le provocó una indigestión a Boca.
Incomparable por sus alternativas, aunque no tanto por sus consecuencias -hasta ahora, la final que Boca ganó 1 a 0 en 1976 y lo consagró campeón no tiene contras en ese rubro-, será difícil que aquel clásico jugado el 15 de Octubre de 1972 por la primera fecha del torneo Nacional se repita. La cancha de Vélez, sin plateas sobre la calle Reservistas Argentinos y con una tribuna lateral y dos torres desde donde transmitían los relatores, resultó el escenario elegido. Apenas una verja separaba a las dos hinchadas sobre esa popular del costado. Los policías no se hacían notar como ahora y a casi nadie se le antojaba copar el sector del otro.
El sol iluminaba Liniers, Boca y River colocaban lo mejor que tenían sobre el césped y la primavera avanzaba entre ruidos de metralletas, el demorado regreso de Perón al país y los pavorosos asesinatos en serie de un criminal con cara de niño: Carlos Robledo Puch. La Argentina venía de dictadura en dictadura y era el turno de Alejandro Agustín Lanusse.
El 22 de Agosto, casi dos meses antes del clásico, la Marina masacraba a dieciséis guerrilleros detenidos en una base de Trelew. San Lorenzo ya había ganado el campeonato Metropolitano del ‘72, Boca venía dulce por la cosecha de títulos en la década del ‘60 y River intentaba, una vez más, despojarse de la malaria que lo perseguía; en 1957 había dado su última vuelta olímpica. Su sequía, en diciembre, cumpliría quince años.
Por entonces, Guillermo Vilas era “el mayor suceso del tenis argentino”, el Ford Falcon ganaba su primer título de Turismo Carretera con Héctor Luis Gradassi, Abel Cachazú y la ‘Pantera’ Saldaño se molían a golpes en un Luna Park desbordante y el campeonato Nacional que arrancó con aquel clásico imborrable desparramaba apellidos que nadie con menos de cuarenta años y la memoria de compañera, recordaría: Syeyguil de Belgrano, Parsechian de Independiente de Trelew, Pedone de Gimnasia y Esgrima de Mendoza y Chichozola de Bartolomé Mitre de Misiones, entre los más curiosos. En Córdoba ya se hablaba de un pibe que tenía condiciones para ser un fenómeno: Mario Alberto Kempes jugaba en Instituto y lo pretendía River, pero Central se quedaría con el pase.
En Octubre, la música progresiva seguía colocando mojones: Arco Iris estrenaba su ópera Sudamérica en el estadio Monumental. En Agosto, Sui Generis, con ‘Charly’ García y ‘Nito’ Mestre, había terminado de grabar su primer álbum, Vida y, al mes siguiente de aquel partido en el José Amalfitani, se desarrollaba Buenos Aires Rock III, que dio pie a la filmación de la película “Hasta que se ponga el sol”. El cine de ese año recibió con beneplácito una obra de Leonardo Favio que dejaría su huella: Juan Moreira.
Y, en la literatura, el éxito de la novela Las Tumbas, convirtió a Enrique Medina en un escritor de consumo masivo. El mundo, si se comparan las políticas que lleva adelante Estados Unidos desde que se constituyó en un imperio, no era demasiado diferente. Richard Nixon amenazaba a los vietnamitas, como ahora lo hace George Bush (h) con los iraquíes. “Estos bastardos no han sido bombardeados nunca como van a serlo esta vez”, dijo aquel antes de que el escándalo Watergate acabará con sus días en la Casa Blanca.
Voces del ‘72 y de hoy
La mayoría de los protagonistas del clásico que se jugó en una cancha de Vélez colmada, con hinchas increíblemente sentados sobre el cemento y sin incidentes, siguieron vinculados al fútbol cuando colgaron los botines. En River, Juan José López, Reinaldo Merlo y René Daulte son técnicos de Primera, Jorge Ghiso hizo su trayectoria en el ascenso, Ernesto Mastrángelo en las divisiones inferiores y Carlos Morete se dedicó a representar jugadores. En cambio, Norberto Alonso, tras una efímera experiencia como entrenador y un par de intentos frustrados como candidato a la presidencia de su club, hoy es columnista deportivo de la cadena Fox.
El Beto recuerda que se trató de “un partido impresionante. Nosotros veníamos de una gira por Europa con la selección y creo que habíamos jugado también por la Copa Libertadores. Yo llegué extenuado y me tocó disputar ese clásico de ida y vuelta. Fue un partidazo, pero no lo considero el mejor clásico, a no ser por la cantidad de goles. Será porque a mí siempre me gustó ganarles en la cancha de ellos y, los más gratos recuerdos, son de la Bombonera: el 3 a 2 que ganamos un día de mañana en el ‘81 o el de la pelota naranja con dos goles míos...”.
Si en River casi todos eligieron al fútbol como el medio de vida, aún después de la etapa como jugadores, en Boca sucedió otro tanto. Roberto Mouzo, Rubén Suñé y Osvaldo Potente trabajaron o trabajan en las divisiones inferiores xeneizes, Silvio Marzolini salió campeón como entrenador en 1981, con aquel equipo en el que brillaron Diego Maradona y Miguel Brindisi y ‘Cachín’ Blanco conduce en la actualidad a Atlético Rafaela. Carlos Pachamé acompañó a Carlos Bilardo durante toda su trayectoria en la Selección Nacional y Ramón Ponce ascendió con Banfield a Primera a mediados del 2001.
Este último, correntino, cantante y buen imitador, evocó del clásico un momento clave: “Cuando estábamos nosotros 4 a 2 arriba, los delanteros y los mediocampistas ofensivos nos perdimos casi diez situaciones de gol. Podríamos haber llegado a un resultado de catástrofe. Pero ellos se recuperaron y lo dieron vuelta. Ese mismo año, nosotros les habíamos ganado 4 a 0 en el Monumental con dos goles de Curioni y dos míos. Por eso, mientras un clásico significó una alegría enorme, al otro lo viví con bronca”.
Cuando Página/12 le leyó a Ponce una frase suya citada en El Gráfico en la edición posterior al partido, una auténtica muestra de su hidalguía -”Los felicito de corazón a los muchachos de River. Les tocó a ellos y que lo disfruten”-, el ex delantero comentó: “Mi manera de ser nunca cambió. Siempre pensé en frío en los momentos calientes”.
Otros tiempos, otro fútbol
En 1972, los nombres de los técnicos no aparecían en las síntesis con puntaje de la tradicional revista deportiva semanal, que el empresario Carlos Ávila discontinuó treinta años más tarde. Ni Juan Eulogio Urriolabeitía, ni José Varacka, los entrenadores de River y Boca, respectivamente, son mencionados, a no ser por alguna anécdota conocida en los vestuarios. El ‘Vasco’ debutó esa tarde como conductor del equipo ganador y siguió el clásico desde las plateas. Apenas pudo dar algunas indicaciones utilizando como correo al profesor Solé, el preparador físico.
Transcurridos algunos días, también se supo que el temperamental Pachamé -que había ganado todo con Estudiantes de La Plata y era una especie de caudillo- la había emprendido contra el juvenil Mouzo en pleno partido. Le reprochó que debía marcar a Morete y lo responsabilizó por los dos últimos goles de River.
Aquella tarde, José Perico Pérez, le atajó un penal a Rubén Suñé después de embolsar la pelota con una rodilla en alto y cometerle infracción en el área al cordobés Hugo Curioni. Gestual como pocos entre sus pares, el árbitro Luis Pestarino imitó la acción del arquero semejando un paso de baile, mientras recibía airadas protestas. Pérez, quien por entonces se perfilaba como un dirigente sindical incipiente de Futbolistas Argentinos Agremiados, llevaba desviados con ése, cuatro penales. Sería su especialidad, como ocurrió años después con otro arquero de River, Sergio Goycochea.
“Mandaron los sentidos. Y para los sentidos no hay decámetro, ni hectolitro, ni hectáreas, ni kilogramo”, escribió Ardizzone sobre ese acontecimiento al que no le encontró unidad de medida para juzgarlo. Al minuto de juego, ya ganaba River con un gol de Mastrángelo (foto). Había pescado un rebote que dio Rubén Sánchez tras un zapatazo con el sello de Oscar Más. Ocho minutos después, ‘Pinino’ metió el segundo. La defensa de Boca no hacía pie y el clásico parecía jugarse en Núñez, aunque se había mudado a Liniers.
River se lanzaba sin red al ataque y comenzaba a trastabillar atrás. Curioni descontó sobre la mitad del primer tiempo y Ponce, con un estupendo tiro libre, clavó el 2 a 2. Se agotaba la primera parte de un partido que ya tenía el voltaje por las nubes, pero todavía había más. Osvaldo Potente, un diez tan rechoncho de físico que no hacía honor al vigor que transmitía su apellido, aunque sí se destacaba por su rapidez e inteligencia para resolver en el área, estampó el tercero de Boca y la historia parecía trasladarse a la Bombonera. Pero no, no era cierto, seguía jugándose en aquel fortín neutral que sería escenario de unos cuantos superclásicos.
Cuando Potente estiró la diferencia a dos y su equipo se encaminaba a bajarle el telón a la tarde, Mas arrimó el bochín, el partido se convirtió definitivamente en partidazo y aún restaba el desenlace que lo llevaría a la categoría de inolvidable. River se ponía a tiro de Morete o del empate, que era como decir lo mismo. El ‘Puma’, uno de esos centrodelanteros de tranco largo, definiciones certeras y que, por esas curiosidades del destino, daría sus últimos pasos en el fútbol jugando junto a Maradona en el Boca del ‘81, empató a los 17 minutos del segundo tiempo. Cuatro a cuatro, más situaciones de gol en las dos áreas y aquella definición en la boca del arco del goleador riverplatense sobre la hora, hicieron crujir la cancha, aumentar las pulsaciones y acabar con la incertidumbre.
Mastrángelo, uno de los bromistas más festejados del fútbol en los años ‘70, viajó horas después a Rufino para depositar su camiseta con la banda roja en el nicho de su madre. La satisfacción de unos no pasó de las cargadas posteriores en la semana siguiente y el pesar de los otros se esfumó en 1973, con una de las tantas goleadas que registra la historia de los clásicos. El 27 de Junio de ese año, siete días después de ocurrida la masacre de Ezeiza en el definitivo regreso de Perón al país, Boca despachó a su rival de toda la vida con un 5 a 2 en la Bombonera. Pero había sido por otro torneo, el Metropolitano, sólo reservado a los clubes directamente afiliados a la AFA.
En cambio, el campeonato federal ideado por el fallecido Valentín Suárez en 1967 fabricaba goleadas de molde que los grandes equipos de Buenos Aires les propinaban a los semiamateurs del interior. Su arranque en la edición de 1972 no podía haber sido mejor. La exhibición de fútbol casi insuperable de aquel River-Boca debería ocupar un lugar en las vitrinas de nuestros mejores momentos deportivos. Como homenaje al fútbol, por la pasión que despierta y también como tributo a lo que simboliza aquel estribillo caído en desuso, que no vendría mal entonar en estos tiempos de sinrazón y puro exitismo.
“Ganamos, perdimos, igual nos divertimos...”.
(artículo de Gustavo Veiga publicado en el Diario “Página 12” del domingo, 27 de Octubre de 2002)
El día del partido, el Deportivo Italiano -por entonces así denominado- sale al campo de juego con una bandera italiana llevada por todos los jugadores.
El entrenador, (el húngaro Elmer Banki) quería figurar, y la tomó por delante para ser el primero en aparecer con la misma. Antes de salir del túnel en la cancha de Boca, Banki tiraba de la bandera para salir, y los jugadores tiraban para atrás para que no apareciera. Al final se rindió y salió solo.
(Anécdota contada por el Sr. Eduardo Redondo a Mauro Salvatore, autor del libro “Cincuentenario del Sportivo Italiano”)
(CARLOS FERNANDO NAVARRO MONTOYA, ex futbolista argentino -2004-)