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Los veteranos hinchas de fútbol que suman recuerdos de aquellos campeonatos en donde ir a la cancha era una fiesta y no un riesgo (aunque perder siempre dejó un sabor amargo, pero no una imagen de catástrofe) en las charlas de café rememoran inolvidables escenografías domingueras.
Queda el recuerdo de cuando, por ejemplo, Independiente salía a la cancha mientras en los parlantes se escuchaba el himno del club:

"Somos los de Independiente
de pierna fuerte y templada
guapos para una jornada
dignos de un team muy valiente."

o cuando previo a un partido, y en el entretiempo, las publicidades más comunes estaban hechas con canciones como:

"Si su piloto no es Aguamar
no es impermeable
se lo puedo asegurar",

ó

"venga del aire o del sol
del vino o de la cerveza
cualquier dolor de cabeza
se quita con un Geniol...",

ó

"primero papá
después mamá
y ahora nosotros dos
tomamos Pulmosán".

Tiempos en que (a partir del 29 de Mayo de 1932) era infaltable para los que tenían una moneda de más, entrar a los estadios con la revista “Alumni”, que contenía la clave de los otros partidos de la fecha. Era una publicación semanal, con claves qué se reflejaban en carteles ubicados en lo alto de una tribuna de cada cancha (en la imagen).
Los equipos de toda la jornada estaban identificados con una letra (por ejemplo M vs R) y cuando había alguna novedad, un hombre que recibía el dato por teléfono, colocaba en el cartel la placa anunciando un gol, o una expulsión (con paneles de diferentes colores), o así como cuando se producía un penal, si era marrado, o cuando terminaba el primer tiempo o el partido. La llegada, a fines de la década del 50, de las radios portátiles (la Spika, enfundada en cuero color dulce de leche, era la más codiciada) terminó con la revista "Alumni", iniciándose una nueva etapa en las comunicaciones.

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Alemania ha encontrado el remedio para Cruyff: Berti Vogts.

(Titular del periódico inglés “The Guardian” el 8 de Julio de 1974, al otro día de la Final del Mundial de ese año entre Alemania y Holanda)

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Poder jugar al fútbol es una bendición, pero ser futbolista es un don de Dios.

(JOHN IRVING, novelista estadounidense)

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Francisco Franco y el Real Madrid (II)


A raíz del post anterior sobre Francisco Franco y el Real Madrid, que pueden ver en este enlace, y las polémicas que levantó y levantará siempre este tema que relaciona en el pasado español el fútbol y a la política de ese país, he decidido publicar un artículo que encontré en esta página en donde se plantea otra realidad acerca de la relación que ¿unía? al Generalísimo Franco con el club merengue y del cual publico un fragmento.

El debate sigue abierto...


EL FRANQUISMO EN EL REAL MADRID

Todas las argumentaciones posibles de por qué Franco no favoreció nunca al Real Madrid.

1ª Argumentación: En 1936 Comienza la Guerra Civil y llega a España la figura de Francisco Franco. El cual todo el mundo piensa que era del Madrid, pero en realidad fue del Atlético Aviación (Atlético de Madrid) Este equipo era el equipo de los militares y del gobierno y durante la II República el Atlético estaba en Segunda, y cuando llegó Franco subió a Primera, además hay escritos que demuestran que obligó a varios de los mejores jugadores de España en edad de servicio militar a fichar por el Atlético, además que falangistas como Suevos eran del Atlético también. Este equipo eral el único que viajaba en avión, mientras que el Madrid y el resto lo hacían en autobús y pagándose ellos mismos la gasolina.
Mucha gente piensa que en cuanto Franco llegó al poder, el Real Madrid comenzó a ganar títulos, pero se equivocan. El primer año de franquismo que casualidad que ganó la Liga: EL ATLÉTICO AVIACIÓN.

2ª Argumentación: Bueno en resumen, pasaron 21 años (17 de franquismo) para que el Real Madrid ganara ¡una Liga! (Increíble, ¿verdad?) En esos primeros 17 años de franquismo había 6 grandes equipos, y sus títulos fueron:
-Barcelona: 5 Ligas y 4 Copas= 9 títulos
-Valencia: 3 Ligas y 3 Copas= 6 títulos
-Athletic: 1 Liga y 4 Copas= 5 títulos
-Atlético: 4 Ligas y 0 Copas = 4 títulos
-R. Madrid: 1 Liga y 2 Copas= 3 títulos
-Sevilla: 1 Liga y 1 Copa= 2 títulos

3ª Argumentación: El hecho de que el Madrid ganara todo lo que ganó a continuación fue que consiguió el objetivo más importante en la historia del club, que fue ganarle el pulso al Barcelona en el fichaje de Alfredo Di Stéfano. El mejor futbolista de la época y considerado hoy en día entre los 3 mejores de la historia. Y si al hecho de que Di Stéfano jugara en el Madrid se le suma que durante los próximos 20 años el Madrid fichó jugadores tan grandes como Gento, Puskas, Santa María, Amancio, Pirri, Santillana, Miguel Ángel y Juanito, podemos ver como el Madrid tuvo una plantilla con los mejores futbolistas capaces de ganar cientos de títulos sin ayuda de nadie.

4ª Argumentación: Otro hecho importante es que en los últimos 21 años del franquismo, el Madrid ganó 13 títulos de Liga, y el resto los consiguió el Barcelona y el Atlético, pero entonces cuando Franco murió en 1975 el Madrid debería haber dejado de ganar títulos, ya que no recibiría su ayuda, es más, por odio tendrían que haber hundido al Madrid y no dejarle ganar ningún otro título, pero no fue así, el Madrid continuó ganando 13 Ligas más, y eso sin contar las Copas de Europa.

5ª Argumentación: Uno de los hechos más importantes que demuestran que el Madrid no recibió ayuda es que durante el franquismo, el Real Madrid ganó:
-6 Copa de Europa con su equipo de fútbol
-5 de ellas consecutivamente, 5 con el baloncesto
-1 Copa Intercontinental
-2 Copas del mundo

En Europa todos los países odiaban a España y a Franco, por lo tanto jamás nos ayudarían a ganar la copa de Europa, en todo caso nos perjudicarían, pero no fue así, el Madrid ganó las copas honestamente. Y entonces si el Madrid fue capaz de ganar 6 copas de Europa, ¿Por qué no iba a poder ganar la Liga española?

6ª Argumentación: Se dice que el Madrid gana los partidos por los árbitros. Un árbitro no puede no puede hacer que un equipo gane 13 Ligas, ni si quiera 1, como mucho puede hacer que gane partidos aislados. Además el árbitros no pueden influir tanto como para que Alfredo Di Stefano sea el ‘Pichichi’ durante 5 temporadas con una media de 27 goles por partidos, o Puskas 4 temporadas máximo goleador con una media de 24 goles. Aunque incluso en este hecho también se está mal informado, ya que en 1960 el Real Madrid tuvo que jugar los octavos de final contra el Barcelona.
Quedaron 2-2 en Chamartín, y en campo del Barcelona quedaron 2-1, clasificándose el Barça, pero en ese partido al Madrid no se le pitó un claro penalti a favor y además se le anularon 4 goles injustamente. Entonces Franco debería haber mandado matar al árbitro llamado Mr. Ellis, o a la plantilla del Barcelona, y no fue así.
Otros 2 casos parecidos sucedieron en 1966 cuando el Madrid fue eliminado de la Copa de Europa por un penalti a Amancio que el árbitro Lloris no pitó, y lo mismo ocurrió en la final de la Copa del Rey contra el Barcelona.

7ª Argumentación: Todo el mundo sabe que el Barcelona es el eterno rival del Madrid; por lo tanto si Franco hubiera sido del Madrid, habría intentado hundir al Barcelona como equipo y no fue así. Durante el periodo franquista desde el 39 hasta el 75 el Barcelona ganó en su conjunto como club:
-13 Campeonatos de España
-2 Copas Latinas
-17 Copas de Cataluña
-3 Copas de Feria
-18 Copas del Rey
-11 Ligas

Es decir un total de 64 títulos en 36 años, casi a 2 copas por año… Y el Madrid ganó 71 títulos en 36 años… Es decir hay una diferencia de 7 títulos solamente…
Pero si quitamos los 9 títulos europeos del Madrid vemos como dentro de España, donde únicamente tenía el poder Franco, el Barcelona supera por 2 copas al Madrid (64 a 62).
Si yo hubiera sido Franco, y realmente hubiera sido del Madrid, con mi poder y autoridad si podía hacer ganar al Madrid, también podía hacer perder al Barça, pero sus 64 títulos demuestran que no fue así…

8ª Argumentación: Como he dicho al principio, el Madrid antes de la llegada de Franco, ya había conseguido más de 32 trofeos, entre ellos Ligas y Copas del Rey, así que ¿Por qué no iba a poder ganar honestamente durante el franquismo, si antes de la dictadura ya era uno de los mejores equipos del país? Otra cosa sería que el Madrid no hubiera ganado absolutamente nada y fuera un club menor, y al llegar Franco se convirtiera en el mejor club del mundo de la noche a la mañana… Eso si sería sospechoso.

9ª Argumentación: Santiago Bernabéu tuvo un conflicto con dos falangistas en un partido del Real Madrid. El presidente terminó por echar del estadio a dichos generales. Por ese motivo, Santiago estuvo bastante tiempo amenazado por el franquismo.

RESUMEN DE ARGUMENTACIONES:

1-Franco fue del Atlético, y hay pruebas que lo demuestran...
2-El R.M estuvo 17 años de Franquismo sin ganar un título liguero.
3-Porque tenía la mejor plantilla con mejores futbolistas, entre ellos Di Stéfano.
4-Al morir Franco continuó ganando Ligas consecutivamente.
5-Porque ganaba en Europa, a pesar de tener a los países extranjeros en contra.
6-Los árbitros perjudicaron varios títulos al Madrid. Uno contra el Barça
7-Porque el Barcelona dentro de España consiguió más títulos que el Madrid.
8-La relación de Franco con el Madrid era solamente por los triunfos del Madrid.
9-Porque el Madrid ya había ganado 32 títulos antes de llegar Franco al poder
10-Porque Bernabéu estuvo amenazado por el Franquismo
11-A Franco no le gustaba ni el futbol ni los toros.

Así que por favor, pido que se deje de decir que Franco ayudaba al Madrid, porque quitan todo el mérito al que se ha reconocido que es el mejor club del siglo, porque nosotros podríamos decir que el Barça vive su mejor momento gracias a Zapatero, pero eso es absurdo y yo aplaudo al Barcelona por conseguir títulos con sus méritos y sus estrellas.

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"Antes de partir para Montevideo hicimos dos partidos de práctica: uno en Sportivo Barracas y otro en la antigua cancha de River, ubicada en Libertador y Tagle. En ambos encuentros jugamos suplentes contra titulares y esa preparación fue más que suficiente. Es que cuando los jugadores, como ocurrió en esa oportunidad, saben jugar bien al fútbol enseguida se entienden. Por eso no hizo falta una larga concentración, ya que solamente estuvimos todos juntos durante los veinte días que duró el torneo. Además, éramos suficientemente responsables como para cuidarnos solos. La preparación física la hizo cada jugador por su cuenta. Yo, por ejemplo, me entrenaba todas las noches dando 25 vueltas alrededor de la manzana de mi casa. No cobramos ninguna clase de premios, sólo nos asignaron un viático de cinco dólares diarios per cápita y nadie protestó. Imagínese, ¿quién iba a reclamar más plata sí el solo hecha de integrar el seleccionado nacional ya era una honra sin precio?
Desde el primer partido fuimos a la ofensiva. Siempre tratamos de jugar la nuestra, tocando y yendo para arriba. A veces, los rivales nos dejaron hacerlo; otras no, pero siempre intentamos la que sabíamos. Ahora, después de tantos años, pienso que nuestra buena labor se debió a que el director técnico solamente se dedicó a elegir los jugadores y a darnos algunos consejos. El equipo lo designábamos los mismos jugadores, pues nadie mejor que nosotros sabía lo que podía rendir dentro del campo de juego. Con nosotros se dio la lógica: llegamos a la final jugando bien y sólo perdimos por mala suerte, contra los dueños de casa. Es que en el fútbol siempre hay lógica, como también la hubo en este último campeonato de Alemania (1974). Ganaron los que jugaron bien. Los argentinos, que en nuestras canchas se conforman con los oles de la tribuna cuando tocan la pelota para atrás, tuvieron su merecido. Ahora que huelan".

(CARLOS PEUCELLE [1908-1990], recordado jugador argentino, ofreciendo su testimonio acerca del Mundial de 1930, del que fue partícipe, en la revista argentina “7 Días ilustrados” del 28 de Julio de 1974)

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Al único que le vi hacer cosas mejores que Willington Ortiz fue a Pelé.

(ARTURO SEGOVIA, ex internacional colombiano)

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El problema sobreviene cuando la gente se emociona más ante los colores de su equipo de fútbol que ante el sufrimiento ajeno.

(MANUEL CRUZ, filósofo español, catedrático de Filosofía Contemporánea en la Universidad de Barcelona)

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Los Dioses del Olimpo (Juan Ignacio Casero - Argentina)


Quizá la historia que voy a contarles haya comenzado en alguno de esos lugares en donde los parroquianos se reúnen a distraerse un rato después de la culminación de la jornada laboral.

En nuestros pagos hay miles de ritos que rodean a lo telúrico pero sin dudas una de las cuestiones que religiosamente llevaban adelante nuestros paisanos ha sido la reunión en el boliche del pago, al finalizar la jornada de trabajo.

Y allí se podían encontrar muchos y muy lindos personajes. Desde el que se bajaba del tractor y venía por un trago y un rato de mus, hasta aquellos que entre copa y copa, apasionados por el deporte, intentaban llevar adelante algún que otro emprendimiento que popularizara y diera vida a ese pequeño grupo de gente afincada en medio del campo.

Bien podría decirse que esta historia nació en una de las tantas mesas del buffet, en un club de un pueblo muy cercano a Tandil.

Futboleros de alma, un grupo de paisanos miraban con desazón la cancha que yacía vacía, descuidada y hasta mostrando una imagen dolorosa por la falta de hombres que corrieran en ella detrás de una pelota.

La mesa de los paisanos daba a un gran ventanal que dejaba ver lo que alguna vez había sido todo un orgullo para ellos, la cancha de fútbol.

Era sábado por la tarde, llovía y el pueblo estaba apagado. Lo poco que pasaba se congregaba en el club. En la mesa los hombres. Parecía que todos querían decir algo pero nadie se animaba. Hasta que el “Gallego”, uno de los más viejos preguntó: ¿qué nos pasa…?

Como contrapartida, el más joven de la reunión de parroquianos, un estudiante de Medicina que pasaba unos días con sus padres en al campo y que además era miembro de la comisión del club, manifestó con firmeza y hasta con cierta crueldad “lo que pasa es que acá uno mira la cancha y parece que las redes están dormidas, el césped se nos ha teñido de gris y da la sensación que los alambres quisieran desprenderse para ir en busca de otro lugar”.

¿Este está estudiando pa’ médico o pa’ poeta?
, se preguntaron algunos. Pero las palabras del joven calaron muy profundo en aquellos dirigentes que amaban el fútbol a tal punto que uno de ellos, el delegado político manifestó, casi como si fuera un discurso presidencial; “es el momento de revivir el deporte que más nos gusta. Porqué no trabajamos para formar un gran equipo que vuelva a darle al pueblo orgullo y reconocimiento desde el ámbito futbolero, vayamos por más” -culminó.

Y algo más por esta parte del mundo… significaba por ejemplo jugar y ganar el torneo de la liga.

Fueron un par de días cargados de debate hasta que aquellos gauchos futboleros finalmente decidieron por mayoría armar un gran equipo para afrontar el torneo de la liga local.

En aquel momento hablar de una figura emblemática que comandara todo lo futbolístico era cosa seria y más aún si el personaje en cuestión era nada más y nada menos que el “Conejo” Aníbal Roberto Tarabini. Un emblema del fútbol argentino, con innumerables diplomas y un gran arraigo en la zona. Pero uno de los directivos trajo su nombre a la mesa una de esas tardes de debate y finalmente el reconocido y famoso jugador se transformó a los pocos días en el nuevo técnico del equipo.

Dicen algunos que Tarabini era uno de esos tipos a los que les gustaba duplicar la apuesta rápidamente. A tal punto que se menciona por ahí, que al ser tentado para dirigir el equipo y sugerírsele como meta ganar el torneo local, el mismo manifestó a los dirigentes; “¿el torneo local? Yo te armo un equipo y llegamos al Nacional”.

Al escuchar esas declaraciones el primero que puso la voz en alto fue el Presidente de la institución, un hombre hecho y derecho, muy serio pero un poco ingenuo y más adelante verán por qué, quien dejó en claro que el club “no iba a hacer ninguna locura que los perjudique”.

Las charlas fueron “la vedette” de la semana y al comenzar la jornada de trabajo del lunes el pueblo era un alboroto.

- “Viste que el club va a armar un gran equipo” -chusmeaban las viejas en cada uno de los boliches. Algunas despotricaban contra la decisión, sobre todo las más veteranas quienes argumentaban que solo serviría para que sus maridos gasten plata. En cambio las más jóvenes apoyaban el proyecto que traería al pueblo no solo el fútbol sino los bailes para recaudar fondos, y alegres tardes de domingo que convocarían a toda la gente de las zonas aledañas.

Así fue nomás que el conjunto “albiceleste”, el club del pueblito cercano a Tandil, de la mano del “Conejo”, comenzó a ganar y ganar y fue de a poco y merced a las virtudes futbolísticas de sus jugadores, el protagonista que finalmente se quedó con la gloria del torneo de la liga local.

Increíblemente o no ese grupo de muchachos había hecho que el nombre de Gardey ahora fuera noticia en los diarios más importantes de la zona y también en las páginas de “Clarín” y “El Gráfico”.

Algunos de los jugadores que integraban ese plantel aseguran hoy en día que jamás ganaron tanto dinero en el fútbol lugareño como el que lograron con ese equipo. Sobre ese tema precisamente está centrada esta historia.

Aunque extrañamente todo comenzó con: -“Acá no hay un mango”.

Dicen que el momento más difícil fue ese, en el que el “Conejo”, con su equipo ya clasificado para el torneo Regional, mantuvo una reunión con los dirigentes.

Los muchachos le habían dado la facultad al técnico para que negociara las pretensiones económicas de sus muchachos con vistas a la competencia que se avecinaba.

Lo que pedían los jugadores, hoy por hoy y simplemente para graficarlo serían unos ochocientos pesos por mes, a lo que el club respondió, podemos pagar $ 150 y de ahí no nos movemos.

La cara del “Conejo” lo decía todo. Su rostro mostraba el fracaso de la negociación cuando ingresó al vestuario luego de un entrenamiento para comunicarles la decisión de la dirigencia a sus muchachos.

- “Listo, que se vayan a la mierda, que jueguen ellos”; le habría manifestado el más temperamental del plantel.

De común acuerdo la muchachada decidió que no iban a jugar en esas condiciones. La gran ilusión de ir por más y llevar el nombre del pueblo a una esfera futbolística mucho más importante, comenzaba a derrumbarse.

Pero el tema no terminaría ahí, porque “el Conejo”, esa misma noche tramaría con la almohada una hermosa idea que no solo haría jugar a todo el mundo sino que si le salía bien le haría ganar mucho dinero.

El DT se presentó al otro día en el club y pidió hablar a solas con el Presidente. Una vez solos en una pequeña oficina al costado del buffet, el “Conejo” le manifestó, contrariamente a lo que habían decidido sus jugadores, que sí aceptaban los $ 150 y que iban a jugar, pero que debía hacerle una promesa.

Ni lerdo ni perezoso y con esa habilidad para hablar similar a la que mostraba en la cancha “el Conejo”, le dijo que aceptaban esa plata por la primera fase, pero que si llegaban a clasificar a la etapa final, el equipo se repartiría las recaudaciones de los partidos que jugara de local.

Era una más de las tantas apuestas del querido “Conejo” a lo largo de su vida, pero esta integraría la lista de las que le salieron bien.

Luego del entrenamiento, el DT volvió a reunir a sus muchachos en el vestuario y allí los convenció de que debían jugar, ganar y clasificar y que allí empezarían a obtener réditos económicos.

Llegar a la fase final les garantizaba tener en el Estadio “General San Martín”, un promedio de 5.000 personas. Eran otros tiempos.

Demás esta decir que el potencial futbolístico del “albiceleste”, le permitió a Racing de Gardey ganar su zona y llegar a la fase final. Sus muchachos disfrutaban al ver la cancha llena. No solo por el aliento sino por lo que significaba toda esa gente trasladada a las boleterías y posteriormente al bolsillo de cada uno de ellos.

Y así llegó la noche del 29 de Enero de 1984. Hoy se cumplen 25 años de la noche más negra que recuerden los simpatizantes de Rivadavia de Lincoln.

Los muchachos de Juan Carlos Pirez le habían ganado en su cancha 3 a 2 a los de Gardey y llegaban a Tandil con la expectativa más grande del mundo. No se les podía escapar.

No estaba en ellos la palabra derrota. Era tal la chance de ascender a la Primera División del fútbol argentino que el acompañamiento para el equipo por parte de sus hinchas sentó un precedente que aún hoy no ha podido ser ni siquiera igualado.

Si bien el conjunto tandilense también tenía cierta chance, era de los tres el que más complicado estaba a la hora de la definición por goles. Para clasificar al Nacional no solo debía ganar sino que también debía golear a Rivadavia, cosa que era imposible.

Pero lo que Pirez y sus muchachos no sabían es que en la semana previa un alto directivo de Olimpo de Bahía Blanca, el otro candidato al ascenso, se había comunicado con el “Conejo”, manifestándole que ellos sabían que para Racing era bastante difícil llegar. Por eso si los tandilenses les daban una manito con todo gusto ellos llegarían con un regalito para el plantel.

Ante tanta bondad y sabiendo que quien hablaba era un tipo de códigos, el entrenador del albiceleste le garantizó al menos un empate pero no tuvo reparos a la hora de manifestarle; “Ché Gordo el regalito tiene que ser de tanto”.

Incentivación, soborno ¿???, no señores. Sencillamente algo que siempre ha sucedido en todos los ámbitos de la vida.

¿O acaso tu mamá no te daba un caramelo para que te quedaras quieto?
¿En el laburo no te daban premio por ir todos los días?, siendo una obligación.

Que nadie quiera hacerse el puritano, además la causa ya prescribió.

En el estadio casi 8.000 personas. La recaudación 184.185 pesos argentinos.

El árbitro, Carlos Coradina, y en la cancha, Tato Medina, Solimanto, Gamalero, Chazarreta y el ‘Negro’ Conti; Villar, Fava, Daniel Tarabini, Oudoukian, Ruysch y Sommi, dirigidos por el “Conejo” Tarabini, quien además integraba el banco de suplentes e ingresaría faltando muy poco para el final y a los 41 minutos del complemento convertiría el gol del empate que garantizaba el pacto con los del sur.

Rivadavia de Lincoln formó esa noche con Pérez, Casado, Coria, Digilio y Domenech; Salse, Cillo y Diosquez, Naites, Mazola y Juan José Lupino quien a los 24 minutos del primer tiempo puso en ventaja al conjunto de Pirez, que estuvo a 4 minutos del logro histórico que significa un ascenso a la Primera División del fútbol argentino. Cosa que aún hoy no ha podido lograr.

Olimpo jugó ese mismo día pero a las 21,30 hs., cuando el partido en Tandil había finalizado. Nadie puede corroborar un pacto con los muchachos de Zárate pero debía ganar y golear para lograr el ascenso. El partido terminó 7 a 1. Como atenuante y a favor de los muchachos de Belgrano de Zárate sirve decir que terminaron últimos con una sola unidad lo que hacía que el marcador en definitiva no fuera tan sospechoso… digo yo, se me ocurre.

Para Rivadavia fue una noche sombría y pálida, llena de llantos aunque hoy se recuerde a ese equipo como el de la mayor hazaña lograda por la institución.

Para el “albirojo” de Lincoln el estadio “San Martín” de Tandil, se guardó debajo de sus redes las explicaciones del porqué.

Los postes del arco que da al Calvario enterraron las ilusiones de aquellos muchachos que indudablemente hubieran preferido vivirlo del lado de enfrente.

La llegada a los vestuarios de Pirez y sus jugadores fue una prolongada procesión de piernas arrastradas, ilusiones deterioradas y sueños destruidos.

Más de uno caminaba recordando a los santos y angelitos que no escucharon las plegarias. Eran rostros que mostraban resignación como los condenados ante la lectura del veredicto en contra.

A unas cuadras de allí y luego del partido mientras en el colectivo de la delegación “albiroja” persistían la tristeza y el llanto, el “Conejo” y sus muchachos degustaban placenteramente un rico asado.

Como contrapartida, en el salón de ese viejo hotel no había lágrimas sino alegría, risas, música y una gran incógnita a medida que la noche iba pasando. Todos se miraban como sintiendo que algo faltaba… el postre que no era precisamente helado.

Por ahí uno de los más desfachatados del plantel soltó la frase: - “¿Ché vendrán no vendrán los de Bahía?”

- ¡Esperalos sentado! Ya está, clasificaron.

- ¿Vos te pensás que van a venir? ¿todavía crees en los Reyes Magos?

- Hoy es 29, no 6 de Enero.

Algunos testigos que estuvieron ahí afirman que solo quedaban un par de botellas a las que le quedaban un poco de bebida y nadie quería servirse como para que el encuentro gastronómico durara un poco más. Sin embargo a algunos los atrapó el sueño y se marcharon a sus casas.

Era de madrugada ya, como las dos y pico, cuando se abrió la puerta del viejo hotel y los muchachos en medio del salón que daba a un gran patio, divisaron la figura de tres hombres.

Uno de ellos portaba una especie de valija.

- “Es el Gordo”, afirmó el “Conejo”. ¿Qué te dije? Estos son de primera, estos no te fallan.

Los hombres que habían ingresado al viejo hotel eran tres dirigentes de Olimpo de Bahía Blanca.

Como el capitán del equipo era uno de los que ya se había ido a dormir, “el Conejo”, mandó a un delantero y un morocho y reconocido defensor para contar el premio.

Algunos afirman que ese regalo les valió para pagar un año entero del alquiler de su casa. Otros dicen que lograron cambiar el autito y los más austeros guardarla en el colchón pensando en alguna inversión a futuro.

Pero eso no sería todo para este equipo. Porque el “Conejo” iría por más. Caro le había salido al presidente bonachón aquel ofrecimiento pobre, de tan solo ciento cincuenta pesos.

Pero como el compromiso del club y las recaudaciones era hasta que los muchachos le pusieran punto final a su paso por la institución el “Conejo” programó un encuentro despedida.

Utilizó su amistad con el “Pato” Pastoriza y el amigo no dudó en venir a jugar con el Independiente campeón de la Copa Libertadores un amistoso frente a Racing de Gardey.

Hasta ese lujo se dio el equipo del pequeño pueblo cercano a Tandil. Obviamente aquella recaudación también fue repartida entre los muchachos.

Historias, anécdotas, exageraciones, alguna que otra mentira y este relato para compartir con aquellos que aman nuestro fútbol. Con aquellos a los que alguna vez se les escapó una lágrima en una cancha de Tandil.

Brindo por esos muchachos que integraron el plantel y el cuerpo técnico de Racing de Gardey en la temporada 1983-1984, en especial por ese 29 de Enero, un día como hoy pero de 1984, el día que aquellos hombres fueron por un rato… LOS DIOSES DEL OLIMPO.

(Mi enorme agradecimiento a Juan Ignacio Casero por este hermoso relato que tanto valoramos los amantes del fútbol de esta parte de la Provincia de Buenos Aires así como la ilustración del gol del "Conejo" Tarabini esa histórica noche. Muchas gracias Juan!!)

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En la temporada 1973-1974, la Unión Deportiva Las Palmas contrata al portero internacional argentino Daniel Carnevali. Esa contratación marca el inicio de una serie de fichajes de aquella nacionalidad que compondrían en las siguientes temporadas la columna vertebral del equipo y marcarían una época imborrable en la retina del aficionado canario.
A Carnevali le siguieron sucesivamente ‘Quique’ Wolff, Carlos Morete y Miguel Ángel Brindisi. Estos foráneos, unidos a los jugadores procedentes de la inagotable cantera amarilla, fueron configurando un bloque que, bajo las órdenes de Miguel Muñoz, alcanzó la tercera y última participación en competición europea para el club.
En la gran temporada 1977-1978, la Unión Deportiva Las Palmas vence en la Copa de la UEFA a Sloboda de Tuzla en primera ronda, para caer eliminado por el Ipswich Town inglés. Asimismo, esa misma temporada, los amarillos alcanzan la final de la Copa del Rey, en la que cayeron derrotados por 3-1 frente al FC Barcelona.
La genialidad de estos futbolistas argentinos no pasó desapercibida para los grandes clubes del fútbol español. Poco a poco, fueron abandonando el equipo contratados por otros clubes. El primero en abandonar las filas amarillas fue ‘Quique’ Wolff, quien en la temporada 76-77 pasa a Real Madrid donde estuvo 2 temporadas, jugando 68 partidos y marcando 4 goles. Gana la Liga en ambas campañas con los ‘merengues’.
Cuatro años más tarde, hacen lo propio Daniel Carnevali (retorno al club argentino Rosario Central) y Miguel Brindisi (quien retorna a su primer amor, el club Huracán -de Parque de los Patricios-). Carlos Manuel Morete abandona la Unión Deportiva Las Palmas en 1981 traspasado al Sevilla FC.

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Yo dejé de creer en Dios en el día que ví perder a Brasil la Copa del Mundo en el Maracaná. Doscientas mil personas vieron cuando Ghiggia hizo el segundo gol para Uruguay. Fue una jugada muy clara, sin ningún tipo de confusión que pudiese dar lugar a dudas: sólo Ghiggia, Bigode, Juvenal y Barbosa. Pues bien, después del partido, no encontré una sola persona que describiese aquel juego de la misma manera. Entonces, ¿cómo acreditar la versión de media docena de apóstoles, los pocos que vieron a Cristo resucitado, a través de la penumbra, en una zona apartada y oscura?

(CARLOS HEITOR CONY, escritor y periodista brasileño)

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La envidia es el impuesto al éxito, el precio que hay que pagar.

(JOSÉ LUIS CHILAVERT, ex arquero paraguayo, -1997-)

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El equipamiento y sus circunstancias (Francisco J. Uriz - España)


Zamora era grueso jersey de cuello alto, toscas rodilleras,
botas rigurosas, gorra visera
un león.

Fue un precursor
el dandy postmoderno que era Domingo:
deslumbrantes jerseys, sin rodilleras, ni visera
una pantera.

Algo había roto Domingo.

Cambiaba la marginada estética.

Desaparecieron los postes cuadrados
-no me cabía en la cabeza lo de los postes redondos.

¡Qué absurdo recordar que pensé que
se perdía la virilidad del poste cuadrado!
¡Y la del banderín del córner que saltaba hecho astillas!
¡Y aquellas botas irreductibles!
Hoy se presentan las nuevas camisetas de temporada.

Todo cambia
y si los nadadores compiten con la antiestética piel de
tiburón
por mor de las prestaciones,
si los jugadores del rugby americano o los de hockey
sobre hielo
llevan indumentarias adecuadas a su deporte
¿por qué los diseñadores no fabrican un body absolutamente inasible?
¿porqué las camisetas y pantalones de los futbolistas se hacen cada vez más agarrables?

¿A quién favorece tan inexplicable circunstancia?

(Mi agradecimiento al Maestro Francisco J. Uriz quien, con toda generosidad, me envió su libro "Un rectángulo de hierba" de donde tomé este poema)

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¿Cuánto hace que dirigís? 29 años y ganaste un título solo así que mucho mucho no sabés de esto.

(HORACIO PAGANI, periodista deportivo argentino, discutiendo con Ricardo La Volpe en el programa de TyC Sports ”Estudio Fútbol” a comienzos de 2007 cuando el ex arquero era entrenador de Vélez Sarsfield)

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Así como Independiente tuvo a un 'Bocha' como ídolo máximo (Ricardo Enrique Bochini) también Racing tuvo a un ‘Bocha’ que quedó, aunque en otra dimensión, en la historia grande de su fútbol: Humberto Dionisio Maschio.
Tras haber sido goleador de la 'B' en 1953 con la camiseta de Quilmes, se incorporó al Racing Club de Avellaneda.
Su debut en Primera División fue el 7 de Mayo de 1954, ante Chacarita Juniors. Ganó la "Academia" por 4 a 0 y el ‘Bocha’ anotó un gol.
Tras lograr su consagración con el seleccionado nacional en el Sudamericano de Lima de 1957, se lo transfirió al Bologna, de Italia, para luego pasar a Atalanta, Inter de Milán (fue campeón) y Florentina.
Fue tal importante su paso por Italia, que se lo convocó a la selección azzurra que participó del Mundial de Chile de 1962.
En 1967 regresó a la Argentina, y cuando todos pensaban en su ocaso, se incorporó a Racing sin sospechar que cumpliría un inolvidable ciclo, al ser el conductor, dentro de la cancha, del legendario ‘Equipo de José’, conquistando en 1967 la Copa Intercontinental, por primera vez para la Argentina.
Lo curioso es que la vuelta de Maschio al fútbol argentino la hizo justamente frente a Chacarita, en la tarde del 10 de Abril de 1966, en San Martín, cuando Racing, con gol de J. J. Rodríguez ganó 1 a 0.
Este era el equipo "académico" que integró en su retorno al país: Cejas; Perfumo y Díaz; Martín, Mori y Basile; Martinoli, Rulli, Cárdenas, J. J. Rodríguez y Maschio.

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También al fútbol lo atacó el bacilo de la eficacia y hay quien se atreve a preguntar para qué sirve jugar bien. Resulta tentador contar que un día osaron preguntarle a Borges para qué sirve la poesía y contestó con más preguntas: ¿Para qué sirve un amanecer? ¿Para qué sirven las caricias? ¿Para qué sirve el olor del café? Cada pregunta sonaba como una sentencia: sirve para el placer, para la emoción, para vivir.

(JORGE VALDANO, ex jugador, entrenador y escritor argentino)

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Entrevista a Daniel Willington


Memorias de un gran jugador

Fue un crack deslumbrante. Nacido en Santa Fe pero criado en Córdoba, su lugar en el mundo. Es uno de los símbolos de oro de Vélez Sarsfield junto con José Amalfitani, Victorio Spinetto, Carlos Bianchi y José Luis Chilavert. Bohemio y polémico como en su época de futbolista, el crack cordobés repasa su historia en una nota inolvidable.

Hay futbolistas que marcan la historia y pasan a formar parte de la leyenda. Son los que conforman el Olimpo de cada club, los que el hincha se enorgullece en sentir propio. Como los de Vélez, que recuerdan a Don Pepe Amalfitani como el fundador, a Don Victorio Spinetto como la garra y el alma del Fortín, a Carlos Bianchi como el goleador temible y el técnico que los hizo grande entre los grandes, y a José Luis Chilavert como el futbolista ganador. Junto a ellos, Daniel Willington será por siempre el crack.

Nació el 1 de Septiembre de 1942 en Santa Fe, pero como su padre, que era un cinco batallador e inteligente, mudó toda su familia a Córdoba poco tiempo después, entonces Daniel fue para siempre "El Cordobés". Se fue formando como jugador y como hombre hasta que, a los veinte años, Vélez Sársfield puso sus ojos en ese enganche con llegada al gol que intimidaba con su físico y desequilibraba con una gambeta sorprendente.

¿Cómo jugaba? Mejor que lo diga ese maestro del periodismo que firmaba con el seudónimo Juvenal: "Era un futbolista diferente, porque quebraba la cintura con la soltura de los petisos y escondía la pelota con su físico prodigioso. Y era guapo. La carta que hacía de Vélez un equipo imbatible en El Fortín. Aunque es probable que la pegada haya sido la más llamativa de sus virtudes, porque en la década del sesenta, cuando se jugaba con una pelota anaranjada mucho más pesada que la actual, reunía fuerza y precisión en una combinación letal al rematar. Una pegada de billar, cuando usaba su inteligencia y panorama para meter cambios de frente, al pie del lateral, o un pelotazo de 50 metros para dejárselas servida a sus goleadores preferidos: ‘Pichino’ Carone o el ‘Turco’ Wehbe".

Rápidamente se hizo ídolo de la hinchada de Vélez que coreaba su nombre y lo despedía con el clásico ¡Cordobés! ¡Cordobés!, al mismo ritmo que el eterno canto de guerra tribunero ¡Elfortín! ¡Elfortín! (así, todo junto, sin separar en sílabas). Y referente del plantel por sobre los más grandes de edad, por su valentía a la hora de encarar y jugar aún en los campos más difíciles y ante los rivales más duros, y porque Don ‘Pepe’ Amalfitani lo elegía como preferido, lo que le permitía arreglar los mejores contratos. "Recuerdo que en el año 62, cuando llegué a Vélez, fui y le pregunté a los jugadores más grandes cuánto ganaban, cómo habían arreglado el contrato, para saber si había firmado bien o mal y cómo manejarme. Entonces ellos me respondieron: "Eso no se pregunta. Ya te vas a dar cuenta solo". Empecé a jugar y al año siguiente eran ellos los que venían a preguntarme: "Che, Cordobés, ¿por cuánto firmaste?" Entonces les sonreía y les decía: "Aaaaahhh.... ¿te acordás cuando recién había llegado y te pregunté lo mismo? ¿Te acordás lo que me dijiste? Bueno, yo aprendo rápido, así que viejo, esas cosas no se preguntan... Y me moría de la risa".

- Daniel, llegar en aquellos tiempos era mucho más difícil que ahora, ¿quiénes fueron los que más lo ayudaron?

- Mis padres, Don ‘Pepe’ Amalfitani, Talleres y Vélez. En definitiva, todos los que me dieron la posibilidad de jugar al fútbol. Don Pepe era un hombre cerrado, grande de edad, pero que conmigo se transformaba en un chico. No sé qué habrá encontrado en mí. Pero siempre me protegió. Cuando yo tenía 15, 16 años me vinieron a buscar varios clubes grandes de Buenos Aires pero al final no concretaban, por el tema de mi conducta..., y él lo sabía. Pero me llevó a Vélez igual. Y lo único que me dijo fue: "Yo confío en vos, no me hagás quedar mal". Desde entonces me trató como a un hijo. Me administraba la plata. Me enseñó a caminar...

- ¿Cómo es el tema de su conducta?

- Siempre me hacían fama... Pero nada que ver. Toda macana que me puedan achacar, habrá sido afuera de la cancha. Porque en lo deportivo nunca di motivo. Si no, Don ‘Pepe’ me hubiera echado. El manejaba todo. No quería salir campeón, el quería masa societaria. Y sin embargo, a mí me retuvo siempre. Una vez, River le ofertó 100 millones, creo, por el año 64 ó 65, y encima 5 jugadores bárbaros. Se me acercó como si nada y me dijo: "Che Cordobés, ¿vos te quedarías en Vélez?", y yo le respondí: "Pepe, si me paga esa plata...", "Entonces quedate. Que todos esos sigan en River que vos sos de Vélez". Y así estuve siempre entre los 10 jugadores mejor pagos del país. Estaba Amadeo Carrizo, Ramos Delgado, Onega y Artime en River, Roma, Rattin y Marzolini en Boca. Y yo...

- Es decir que se manejó muy bien...

- No tanto. Tendría que haberme dado más con el periodismo. Era antipático, no sé por qué... A lo mejor me daba bronca que se metieran en mi vida privada. Ardizzone, Panzeri, Diego Lucero, ponían con palabras simples que a lo mejor no jugaba bien. Pero no se metían con lo que yo hacía del domingo al miércoles. El resto...

- Ahora que pasó el tiempo, ¿se puede saber qué hacía?

- Y ¿qué iba a hacer? Era joven, andaba por los veinte años, con auto, que en aquel entonces lo tenían pocos... De lunes a miércoles salía, y a veces no me encontraban. Pero iba al centro, al bowling, al billar, a estar con mis amigos. Y también me gustaba milonguear. Yo bailo todo. Y en el tango, como en el fútbol, hice grandes amigos. Pero amigos en serio, ¡eh!

- ¿Quiénes, por ejemplo?

- Floreal Ruiz, Argentino Ledesma, Jorge Valdés, Abel Córdoba, el ‘Polaco’ Goyeneche, Roberto Rufino, Roberto Florio, Oscar Alemán... Sabía llevar los violines a la orquesta de Pugliese, cuando tocaban en Palermo... Íbamos con mi amigo ‘Piraña’, que vendía banderines en la cancha. Yo vivía con ese ‘busca’, y el bulín que teníamos se llamaba “La Yumba”, por el tango de Pugliese. Si hasta teníamos la letra escrita completa en la puerta.

- Una vida privada fabulosa, ¿de verdad usted conoció a todos esos maestros?

- ¡Y claro! Y aparte, en ese tiempo nos juntábamos los jugadores de todos los equipos después de los partidos para hablar de fútbol... Tengo muy presente al uruguayo Eduardo Collado, al Heber Mastrángelo...

- ¿Es verdad que, además, usted canta muy bien?

- Soy un aficionado. Me gusta todo lo que sea popular. Mi tema es el tango "Mis consejos", ese en el que el padre le habla al hijo. Me acompaña el maestro Nieto, que es director de la Orquesta del Tango de Córdoba. Canto para mis amigos, que son muchísimos. Eso es lo mejor que me dejó el fútbol. Nos juntamos siempre y yo canto.

- Recién me dijo lo mejor que le dejó el fútbol, ¿y lo peor?

- El haber estado durante diez años en la Preselección para jugar los Mundiales y que no me hayan elegido nunca. A los mejor en ese momento no quería quedar en la Selección, porque era distinto, no era lindo, se sufría más de lo que se disfrutaba. Pero ahora, viéndolo a la distancia, me hubiese encantado jugar un Mundial.

- ¿Qué le diría a los que lo criticaban y después de su retiro comenzaron a extrañarlo?

- Nada, el fútbol es así. Además, siempre los que juegan mejor son los más cuestionados, parece que la gente elige una patada antes que una gambeta. En ese entonces muchos creían que yo jugaba solo cuando quería. Pero a lo mejor uno que no sabía ni silbar me marcaba y no me dejaba jugar. Había un jugador de Atlanta, Collado. No me pegaba una sola patada pero igual me tenía de hijo. Y no era culpa mía, me marcaba muy bien.

- ¿Todavía sueña con goles propios?

- No, más bien recuerdo algunos. Como el que hice acá, en Belgrano, para Talleres, como de cuarenta metros. O el de la Copa de Oro de Montevideo, jugando para Vélez contra el Spartak. Arranqué gambeteando desde la media cancha y pasé hasta el arquero. Ah! también le hice uno a Ladislao Mazurkiewicz, el famoso arquero de Peñarol: le mandé un tiro libre de treinta metros y quedó una cosa blanca colgada de la red...

Daniel Willington, genio y figura. Jugador fantástico, entrenador romántico, cantante apasionado. Estatua viviente de Vélez Sársfield. Patrimonio cultural de fútbol argentino.

(entrevista realizada por el periodista Oscar A. Martínez y publicada el 14/03/05 en “Diario Castellanos”, de Rafaela, Santa Fe)

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En su libro de anécdotas futboleras, "Detrás del túnel", el recordado técnico húngaro Jorge Elmer Banki, cita una breve historia en tiempos en que conducía a All Boys, a comienzos de la década del 60.
Todo comenzó cuando en los entrenamientos de pretemporada, uno de sus jugadores le pidió permiso para que pudiera hacer los ejercicios junto al plantel, un amigo suyo.
Banki accedió y al otro día, cuando lo vio, se dio cuenta que el muchacho no tenía físico de futbolista. Grandote, fornido, medio gordito, el "agregado" circunstancial al plantel, demostró entusiasmo por entrenar. Claro que después de correr unos 400 metros, siempre quedaba completamente exhausto y muy dolorido. ¿La causa?; sus pies planos. Pese a ello, irradiaba una gran simpatía y mucha voluntad para ir todas las mañanas a entrenar en Floresta.
Un día, Banki le llevó un par de plantillas para que se colocara en las zapatillas, como para que sus pies planos soportaran mejor el dolor y el enorme sobrepeso que producía su enorme físico. "Gracias maestro, pero quiero seguir corriendo así nomás, yo pego con los puños, no con los pies", le dijo socarronamente con su voz aflautada. Era nada menos que Oscar "Ringo" Bonavena (foto), que comenzaba a boxear, en sus tiempos de amateur.
Ya consagrado, siendo una figura de prestigio mundial dentro del ámbito del pugilismo, Bonavena expresaba su agradecimiento a Banki, por haberlo ayudado a mantenerse en forma y aprender ejercicios que le vinieron muy bien en su posterior carrera en el deporte de los puños.

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Disculpe Doctor que lo interrumpa, era para aclararle que Ud. dice Buffarini, y el jugador se llama Bufaretti, era sólo para eso, la confusión surge porque los dos son Bufa*.

(JULIO CÉSAR GARD, periodista deportivo uruguayo (foto), interrumpiendo al Dr. Ariel Delbono en una transmisión de Radio Universal y dando pie a todos aquellos con un mínimo de malicia en la mente)

* Glosario
BUFA: Apócope de bufarrón.
BUFARRÓN: Pederasta activo.

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Ni inexperto ni suicida. Ve, analiza y toma decisiones. De entrada, juegan los que están mejor. Tengan la edad que tengan y se llamen como se llamen.

(JOHAN CRUYFF, ex jugador y entrenador holandés, hablando de Guardiola, en "El Periódico de Cataluña" -Septiembre de 2008-)

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Jogador de futebol (José de Guimarães - Brasil)

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Francisco Franco y el Real Madrid

1ª parte



2ª parte

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El inolvidable futbolista uruguayo José ‘Pepe’ Sasía (foto), en sus tiempos de director técnico le tocó trabajar en varios países. En Grecia estuvo en el Arys de Salónica, donde sufrió bastante el desarraigo. Hasta allí llevó a algunos jugadores de su país, como una manera de estar cerca de la cultura uruguaya, de la música de Zitarrosa, de los clásicos chivitos al pan o al plato y la charla rioplatense. El idioma griego se le hacía muy dificultoso, es más, no lo entendía.
¿Cómo hacía para las charlas técnicas? Tenía un intérprete llamado Niko que le solucionaba el problema. Para disimular, para que los jugadores locales se dieran cuenta que algo entendía el griego y se cuidaran, muchas veces el ‘Pepe’ Sasía interrumpía la traducción de Niko para decirle: "No, Niko, yo no dije eso que estás mencionando". Y Niko me respondía: "Señor, eso es lo que yo traduje". Y yo contestaba: "Bueno, discúlpame Niko, entendí mal entonces".
Eso le servía al pícaro de Sasía, para hacerles creer a todos lo que estaba al tanto de lo que estaba pasando. También recordaba el ‘Pepe’ que cuando alguna vez llevó a un jugador uruguayo para integrar su plantel, en una fecha libre, le propuso: "¿Y si vamos a ver al Partenón?".
La respuesta del "botija", poco conocedor de la cultura histórica, fue desopilante: ¿Y contra quién juega el Partenón, Pepe?

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El fútbol consiste básicamente en dos cosas. Primero: cuando tienes la pelota, debes ser capaz de pasarla correctamente. Segundo: cuando te pasan la pelota, debes ser capaz de controlarla; si no la controlas, tampoco puedes pasarla. Además, puedes jugar mucho, pero si no la metes, no ganas.

(JOHAN CRUYFF, ex jugador y técnico holandés)

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Me castigo jefe, me meto un autogol y pierdo la Copa Libertadores en el último minuto.

(El chupamedias de Espina pidiendo perdón al señor Zañartu una semana después de que Cobreloa perdiera la final de la Libertadores del '82 en el minuto contra Peñarol en "La Oficina" el inolvidable y clásico sketch del célebre programa de humor chileno "Jappening con Ja" de las décadas del ’80 y ’90)

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Brasil y el Mundialito de 1972

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La Copa de la Independencia de Brasil (también denominada "Mundialito" o "Mini-Copa") fue un torneo que se organizó por única vez en conmemoración del Sesquicentenario [150 años] del "Grito de Ipiranga" (Independencia de Brasil) entre los meses de Junio y Julio de 1972 en el mencionado país. En el torneo participaron 20 equipos de todo el mundo y fueron utilizadas 13 sedes.

El torneo estuvo marcado por su carácter federal. Se distribuyeron las sedes de manera tal que en cada sector del país se pueda acudir al estadio de turno. Río de Janeiro, Salvador, Curitiba, Natal, Recife, Maceió, fueron solo algunas de las ciudades que dijeron presente en la competición.

1La Copa fue hecha de esmalte azul, oro y piedras preciosas como rubíes y esmeraldas.

Después de ganar la Copa del Mundo de 1970, el equipo brasileño tuvo un lugar destacado en la política brasileña, vinculado a la "reactivación" de la figura del Presidente Emílio Garrastazu Médici. A este fin se organizó este torneo en donde quince naciones participantes fueron divididas en tres grupos para disputar la serie preliminar del torneo y los vencedores obtendrían el derecho de participar en las semifinales junto con Brasil, Uruguay, Checoslovaquia, Unión Soviética y Escocia.

Grupo 1: Argentina, Colombia, Francia y dos veces en África unida y la CONCACAF (Confederación de la América Central, América del Norte y el Caribe).
Sedes: Aracaju, Salvador y Maceió.

Grupo 2: Portugal, Irlanda del Sur, Ecuador, Chile e Irán.
Sedes: Natal y Recife.

Grupo 3: Bolivia, Yugoslavia, Paraguay, Perú y Venezuela.
Sedes: Curitiba, Campo Grande (por entonces parte del Mato Grosso) y Manaos.

Los primeros de cada grupo diputarían la gran final mientras que los segundos accederían al partido por el tercer puesto y cuarto puesto.

El proyecto brasileño fue muy ambicioso en un principio, pues querían la participación de Alemania Federal, Inglaterra e Italia, ex campeones del mundo. Las negativas de estas Federaciones -tras muchas idas y venidas- obligaron a una modificación en los planes con el ingreso de Checoslovaquia, Unión Soviética y Escocia, como reemplazantes en las semifinales.

Francia y Argentina (dirigida por Juan José Pizzuti) pelearon palmo a palmo el liderato del Grupo 1. La igualdad en cero entre ambos equipos clasificó a los argentinos por mejor diferencia del gol. El combinado de África obtuvo el tercer puesto mientras que Colombia y el conjunto de la CONCACAF quedaron relegados al fondo de la tabla.

Portugal arrolló en el Grupo 2 y ganó sus cuatro partidos de manera cómoda al obtener un asombroso registro de doce goles a favor y solo dos en contra. Los demás equipos poco pudieron hacer ante el poderío ofensivo de Eusebio y compañía. Chile se ubicó en segundo lugar, seguido por Irlanda, Ecuador e Irán, respectivamente.

Por su parte el Grupo 3 presentó un equipo yugoslavo que tuvo una gran performance gracias a su juego ofensivo y de gran calidad técnica. Poco pudieron hacer los países sudamericanos ante el conjunto europeo. Uno de ellos, Venezuela, recibió la mayor paliza del torneo al perder por 10 a 0.

Argentina, Portugal y Yugoslavia fueron entonces los países que acompañaron a los equipos clasificados de antemano. Aún restaba la etapa más emotiva y de mayor caudal futbolístico.

Los ocho equipos de distribuyeron en dos grupos:
Grupo A: Brasil, Escocia, Checoslovaquia y Yugoslavia.
Grupo B: Portugal, Argentina, Uruguay y URSS.

Los primeros de cada grupo diputarían la gran final mientras que los segundos accederían al partido por el tercer puesto y cuarto puesto.>

La campaña de la Selección Argentina

5 victorias, un empate y 2 derrotas dejaron un saldo positivo en esta presentación argentina que tenía como meta fundamental empezar a curar las heridas producidas por la no clasificación al Mundial de México 1970 y como una forma de empezar a sentar las bases de lo que sería su participación en Alemania 74.
Estos fueron los resultados y goleadores:

11/06/72 (Salvador de Bahía) Confederación Africana 0 - Argentina 2 (Fischer y Mastrángelo)
18/06/72 (Salvador de Bahía) Concacaf 0 - Argentina 7 (Bianchi, Mas -2-, Fischer -4-)
22/06/72 (Salvador de Bahía) Colombia 1 - Argentina 4 (Brindisi y Bianchi -3-)
25/06/72 (Salvador de Bahía) Francia 0 - Argentina 0
29/06/72 (Rio de Janeiro) Portugal 3 - Argentina 1 (Brindisi)
02/07/72 (Belo Horizonte) Rusia 0 - Argentina 1 (Pastoriza)
06/07/72 (Porto Alegre) Uruguay 0 - Argentina 1 (Mas)
09/07/72 (Rio de Janeiro) Yugoslavia 4 - Argentina 2 (Brindisi -2-) -partido por el tercer puesto-
Si bien la base del plantel argentino que disputó el Mundialito de Brasil no fue la que participó dos años más tarde en tierra germana, algunos de estos jugadores (Carnevali, Santoro, Wolff, Bargas y Heredia) si estuvieron en la cita mundialista.
Más información sobre la participación argentina en este enlace.

Algunos de los equipos participantes ni siquiera trajeron uniforme, tal fue el caso de Irán, quien olvidó sus uniformes y para ganar la simpatía de la gente local pidió prestadas las camisetas del equipo más popular de Recife -el Santa Cruz Futebol Clube- y con la camiseta tricolor obtuvo los siguientes resultados:

11/06/72 Irán 1-2 Irlanda
14/06/72 Irán 0-3 Portugal
21/06/72 Irán 1-1 Ecuador
25/06/72 Irán 1-2 Chile
2Escenas del partido Irán-Chile

Como no podía de ser de otra manera, Brasil accedió a disputar el partido definitorio ante la poderosa escuadra de Portugal. ¿Podrían los brasileños liberarse del domino portugués tal como sucediera hace 150 años atrás? La historia se volvió a repetir. Un solitario gol de Jairzinho en el imponente Maracaná le dio a Brasil un título que no podía tener otro destino.

3El campeón tuvo una importante base de aquel gran equipo que dejó su estela en el Mundial del 70, entre ellos Gerson, Tostao, Rivelinho y el mencionado Jairzinho. Solo faltaba el gran Pelé, quien se había retirado un año antes del 'scratch'.

4Plantel del Brasil campeón

5Portugal, subcampeón del Mundialito de 1972

Plantel argentino que disputó la Minicopa

Dusan Bajevic (Yugoslavia) con 13 tantos fue el máximo artillero de la Copa seguido del portugués Dinis con cinco conquistas.
La Copa Independencia fue un éxito en todo sentido. Se logró un torneo con equipos de jerarquía, se vivió un clima festivo y de gran armonía, reunió grandes jugadores, se confeccionó un precioso trofeo de oro para el ganador valuado en 25.000 dólares de la época y sobre todo logró unificar a un país extenso como lo es Brasil al designar trece sedes para llevar a cabo los distintos encuentros.

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El Presidente de Brasil, Emilio Garrastazu Médici, entrega a Gerson la “Copa Independencia”.

La campaña de Brasil

Brasil 0 - Checoslovaquia 0



Brasil 3 - Yugoslavia 0


Brasil 1 - Escocia 0



Brasil 1 - Portugal 0 (FINAL)


Fuentes consultadas:
* Wikipedia Brasil
* Blog "Morenacult"
* Portal "No’ gracia a vo"

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El primer superclásico del fútbol argentino en la era profesional, el primer River y Boca de 1931, se disputó el domingo 20 de Septiembre, en el estadio xeneize.
El partido, correspondiente a la 17ª fecha del torneo de Primera División, arrojó la siguiente síntesis:
Boca alineó con: Fossatti; Bidoglio y Mutis; Moreyras, Spitale y Arico Suárez; Penella, Varallo, Vargas, Cherro y Alberino.
River formó así: Jorge Iribarren; Balvidares y Juan Iribarren; Malazzo, Dañil y Bonelli; Peucelle, Marassi, Castro, Lago y Méndez.
Las crónicas de la época destacaron que cuando el cotejo estaba favorable a River en el tanteador, con gol anotado por Carlos Peucelle a los 16m., el árbitro del partido, N. Scola, sancionó un tiro penal para Boca, a solo 15 minutos del final del partido. Hasta allí todo normal, más allá de algunas protestas de los jugadores visitantes.
Ejecutó la pena máxima Varallo, detuvo a medias el arquero riverplatense Iribarren, recogió el rebote nuevamente Varallo quien remató y otra vez se interpuso el cuerpo de Iribarren, hasta que una vez más tomó el rebote Varallo quien finalmente pudo convertir el gol, aunque chocándose con Iribarren que salía desesperado a tapar.
Todo River protestó, aduciendo falta de Varallo a su arquero, pero Scola confirmó el tanto. Entonces, los jugadores de River se retiraron de la cancha, en señal de total disconformidad. En las tribunas hubo gran revuelo, con golpes e incidentes con la hinchada de Boca interviniendo la policía, mientras que en los vestuarios, varios jugadores de River fueron detenidos por los agentes del orden.
Así de caliente comenzaba a forjarse el duelo entre River y Boca en tiempos del profesionalismo.

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Futbolísticamente me saco el sombrero con Verón, es un gran jugador y todo lo que ha conseguido en su carrera y con Estudiantes, pero como persona hay cosas que no debería hacer. Nunca fui amigo de Verón. Lo respeto como ser humano pero hay cosas que no comparto. Conozco muchos jugadores desde chico y cuando la gente cambia no me gusta.

(MATÍAS ALMEYDA, ex compañero de Juan Sebastián Verón en la Selección Argentina y actual jugador de River Plate en un reportaje realizado en "La Red", la semana pasada)

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Vine con el pensamiento de hacer historia en la selección.

(MARCELINHO CARIOCA, ex internacional brasileño, al ser convocado por Wanderley Luxemburgo en 1999 para jugar en la Selección de Brasil, donde jugó apenas 4 partidos)

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El Monito (Roberto Fontanarrosa - Argentina)


Llore Monito, llore. Usted puede. A usted se le permite que no es vergüenza llorar cuando las lágrimas tienen la pureza recóndita de aquello que llega desde el corazón que no quiere aflojar ante terceros. Tal vez, pibe, tal vez Monito, son las mismas lágrimas que, años atrás, no tantos quizás, usted tuvo que enjugar con el revés de la mano sucia de tierra en el fondo de la casita del patio con geranios y malvones de barrio Arroyito. Tal vez son las mismas lágrimas vertidas por la rabia, la impotencia, la vergüenza, ante el coscorrón justiciero de su viejita laburante cuando usted no llegaba a la hora establecida para tomar la leche.

¿Cómo iba a entender su madre, Monito, aquel cariño entrañable por la pelota de fútbol, que lo mantenía lejos de la casa, demorado, en ese romance infantil con la de cuero, en los yuyales sabios del campito que no sabía de redes ni de cal, tras de la vía? ¿Cómo podía entender su viejo, pibe, su viejo, don Telmo, el genovés terco de canzonetta y nostalgia, su noviazgo purrete con la de gajos y ese lenguaje dulcemente nuestro de los túneles, la pisada, el chanfle, los taquitos y la rabona? Porque no era, no, una piba quinceañera, rubia y pizpireta, de ojos celestes como los de la pulpera de Santa Lucía, lo que a usted le impedía volver en el horario, a gritos reclamado por su madre.

No era, no, Monito, el despertar púber del primer amor enredado en los últimos giros de un trompo o en la galleta enojosa del hilo de un barrilete, el que lo hacía terminar los deberes de la escuela a las corridas y escapar luego, gorrión ansioso, pájaro encendido, hacia la complicidad abierta de la calle, el griterío alborozado de los pibes y el llamado seductor de un taconeo. No Monito, lo suyo era más simple, como son simples las cosas que nacen del corazón y eluden las frías especulaciones de la mente. No. Lo suyo era tan sólo la caricia tierna de la capellada de su botín zurdo en la pelota, el toque, la volea, la suela que aprieta el fútbol indócil y lo convence, lo persuade, lo amaestra. Lo suyo era el amague, el pique corto, el freno seco, y el pecho amigo para que allí se durmiera la bella amada cuando caía desde el cielo como un globo cansado de volar sin rumbo cierto.

¡Mire qué fácil, pibe, que era aquello! De la misma forma en que el amor, el puro amor, se presenta, florece y crece como una flor nocturna, como un clavel del aire brotado en la luminosidad escasa de un pasillo, así creció en usted el sortilegio. Nadie le enseñó, como no se enseña el dolor ni la paciencia, ni se sabe de dónde surge el gusto por silbar o el de hablar bajo. Usted ya lo traía impreso, se lo digo, quizás desde el fondo de la historia de ese barrio que ha visto nacer a tantos ídolos y guarda en el aire la vibración, el eco, el reverbero de mil goles gritados en la tarde, atronando el cemento, quebrando la quieta y asombrada calma de su río. O lo aprendió como se aprenden estas cosas, mirando a los demás, tratando de atrapar con ojos asombrados el misterio metafísico del chanfle, la secreta ley física que hace que el balón vaya hacia allá y dé una vuelta. Por eso, por todo eso, pibe, no se inquiete si lo ven aflojar y su mirada se empaña como el cristal de una ventana cuando recibe el tamborileo sonoro de la lluvia. No. Llore Monito, llore. Usted puede. A usted se le permite.

Así lo soñó usted tal vez, un día, allá, aferrado a la almohada confidente de su cama, en la casita del patio con geranios y malvones, alguna de esas noches de verano cuando el calor aprieta y el sueño viene.

Ya está el mago de varita presta. Ya está el ilusionista sutil que hace creer en cosas que no existen y miente que en el dorso de su mano se ocultan pañuelos, palomas y barajas. Está en el medio de la cancha y su eterna enamorada, la pelota, parece que se ha ido y está inmóvil, simula emprender vuelo y no se aleja, o bien hace creer que se le escapa pero vuelve bajo la presión apenas ruda de la suela. Ahora el estadio enmudece, el mago muestra el juego. El Monito arranca y empieza el toque, el pelotazo sabio, el amague que argumenta una cosa y dice otra.

De la zurda precisa del insider brotan conejos, luces multicolores, toques lujosos, las dos cortas sabidas y una larga, la cabeza alta, el ojo inquieto. El público se deleita. Ya la metió de nuevo bajo el pie, la mostró, "ahí la tenés, es tuya" ha dicho, pero no está más, la sacó, la puso en otro lado, la cambió de lugar, la amarreteó de nuevo. Allá está el compañero, el wing derecho, no lo ha visto, pero gira y le pone el pelotazo desde cuarenta metros, en el pecho. Sólo faltan los clarines, los clarines, las fanfarrias, el galope incesante de los corceles blancos girando en torno de la cancha y las ecuyères de pie sobre sus ancas.

Así lo soñó usted, tal vez, un día, Monito. Ya el espectáculo termina y, a pesar de la magia del insider, a pesar de sus moñas y regates, pibe, a pesar de las cuatro pelotas de gol que usted puso en los pies del centrofoward, el partido se agosta en la chatura aburrida del empate. Pero faltaba, nomás, la carcajada. El cierre magistral, la pincelada justa que el artista deposita por fin sobre la tela e ilumina el azul, aviva grises y ruboriza la macilencia de los sepias. Faltaba nomás, la carcajada. Ese balón que llega de atrás, como un balazo.

El pecho receptor del entreala tan afecto a refrenar, mullido, el rebote previsto de la bola. Ya empieza la danza, el giro sobre un pie para enfrenta el arco y el resbalar mansamente de la globa del pecho a la rodilla y de allí al suelo. Allí, en la temible ferocidad del área, allí, donde la puerta de las dieciocho se convierte en muralla pertrechada, donde hay piernas, codos, tapones alevosos y guadaña, allí la puso en el piso el entreala. Allí, en esa media luna, en lo que algunos llaman la empanada, allí donde uno se olvida de la novia, del primer amor, de lo aprendido en la escuela, de la Vieja, "vení conmigo" le dijo el Monito a su amiga del alma. Y se metió en el área con pelota dominada.

No sé si hubo un caño o fueron cuatro. Quebró la cintura, pisó el cuero, pareció en un momento que pateaba, se le vinieron dos, se cerró el cuatro pero el Monito la llevaba atada.

Tal vez ya no me acuerdo, decíme vos si miento, pero quedó frente al arquero y la puso en un rincón, de cachetada. No el cachetazo mordaz, el del reproche, sino el empujón cordial, el que te aprueba, la palmada que se le da a un pibe y se le dice "cruzá que yo te miro". La pelota entró pidiendo permiso y ni tocó la red de puro cauta. Luego, el pibe se fue hasta su tribuna y adentro de su puño apretó el gol, lo abrió de golpe y fue otra vez paloma y carcajada.

Llore Monito. Así lo soñó usted tal vez un día, en la casa de malvones y geranios del barrio Arroyito. Y se quedó en sueño nomás, no se dio nunca.

-¡Tan bueno que parecía de purrete! Nunca llegó a jugar ni en la Tercera. Y en el equipo que se arma en la oficina a veces lo ponen un rato y otras, nada. Está gordo, pibe, algo pelado, calvo. Y me han dicho que ni va a la cancha.

(cuento incluído en el libro: "Nada del otro mundo y otros cuentos" de Roberto Fontanarrosa, 1987, Ediciones de la flor)

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