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La envidia es el impuesto al éxito, el precio que hay que pagar.

(JOSÉ LUIS CHILAVERT, ex arquero paraguayo, -1997-)

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El equipamiento y sus circunstancias (Francisco J. Uriz - España)


Zamora era grueso jersey de cuello alto, toscas rodilleras,
botas rigurosas, gorra visera
un león.

Fue un precursor
el dandy postmoderno que era Domingo:
deslumbrantes jerseys, sin rodilleras, ni visera
una pantera.

Algo había roto Domingo.

Cambiaba la marginada estética.

Desaparecieron los postes cuadrados
-no me cabía en la cabeza lo de los postes redondos.

¡Qué absurdo recordar que pensé que
se perdía la virilidad del poste cuadrado!
¡Y la del banderín del córner que saltaba hecho astillas!
¡Y aquellas botas irreductibles!
Hoy se presentan las nuevas camisetas de temporada.

Todo cambia
y si los nadadores compiten con la antiestética piel de
tiburón
por mor de las prestaciones,
si los jugadores del rugby americano o los de hockey
sobre hielo
llevan indumentarias adecuadas a su deporte
¿por qué los diseñadores no fabrican un body absolutamente inasible?
¿porqué las camisetas y pantalones de los futbolistas se hacen cada vez más agarrables?

¿A quién favorece tan inexplicable circunstancia?

(Mi agradecimiento al Maestro Francisco J. Uriz quien, con toda generosidad, me envió su libro "Un rectángulo de hierba" de donde tomé este poema)

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¿Cuánto hace que dirigís? 29 años y ganaste un título solo así que mucho mucho no sabés de esto.

(HORACIO PAGANI, periodista deportivo argentino, discutiendo con Ricardo La Volpe en el programa de TyC Sports ”Estudio Fútbol” a comienzos de 2007 cuando el ex arquero era entrenador de Vélez Sarsfield)

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Así como Independiente tuvo a un 'Bocha' como ídolo máximo (Ricardo Enrique Bochini) también Racing tuvo a un ‘Bocha’ que quedó, aunque en otra dimensión, en la historia grande de su fútbol: Humberto Dionisio Maschio.
Tras haber sido goleador de la 'B' en 1953 con la camiseta de Quilmes, se incorporó al Racing Club de Avellaneda.
Su debut en Primera División fue el 7 de Mayo de 1954, ante Chacarita Juniors. Ganó la "Academia" por 4 a 0 y el ‘Bocha’ anotó un gol.
Tras lograr su consagración con el seleccionado nacional en el Sudamericano de Lima de 1957, se lo transfirió al Bologna, de Italia, para luego pasar a Atalanta, Inter de Milán (fue campeón) y Florentina.
Fue tal importante su paso por Italia, que se lo convocó a la selección azzurra que participó del Mundial de Chile de 1962.
En 1967 regresó a la Argentina, y cuando todos pensaban en su ocaso, se incorporó a Racing sin sospechar que cumpliría un inolvidable ciclo, al ser el conductor, dentro de la cancha, del legendario ‘Equipo de José’, conquistando en 1967 la Copa Intercontinental, por primera vez para la Argentina.
Lo curioso es que la vuelta de Maschio al fútbol argentino la hizo justamente frente a Chacarita, en la tarde del 10 de Abril de 1966, en San Martín, cuando Racing, con gol de J. J. Rodríguez ganó 1 a 0.
Este era el equipo "académico" que integró en su retorno al país: Cejas; Perfumo y Díaz; Martín, Mori y Basile; Martinoli, Rulli, Cárdenas, J. J. Rodríguez y Maschio.

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También al fútbol lo atacó el bacilo de la eficacia y hay quien se atreve a preguntar para qué sirve jugar bien. Resulta tentador contar que un día osaron preguntarle a Borges para qué sirve la poesía y contestó con más preguntas: ¿Para qué sirve un amanecer? ¿Para qué sirven las caricias? ¿Para qué sirve el olor del café? Cada pregunta sonaba como una sentencia: sirve para el placer, para la emoción, para vivir.

(JORGE VALDANO, ex jugador, entrenador y escritor argentino)

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Entrevista a Daniel Willington


Memorias de un gran jugador

Fue un crack deslumbrante. Nacido en Santa Fe pero criado en Córdoba, su lugar en el mundo. Es uno de los símbolos de oro de Vélez Sarsfield junto con José Amalfitani, Victorio Spinetto, Carlos Bianchi y José Luis Chilavert. Bohemio y polémico como en su época de futbolista, el crack cordobés repasa su historia en una nota inolvidable.

Hay futbolistas que marcan la historia y pasan a formar parte de la leyenda. Son los que conforman el Olimpo de cada club, los que el hincha se enorgullece en sentir propio. Como los de Vélez, que recuerdan a Don Pepe Amalfitani como el fundador, a Don Victorio Spinetto como la garra y el alma del Fortín, a Carlos Bianchi como el goleador temible y el técnico que los hizo grande entre los grandes, y a José Luis Chilavert como el futbolista ganador. Junto a ellos, Daniel Willington será por siempre el crack.

Nació el 1 de Septiembre de 1942 en Santa Fe, pero como su padre, que era un cinco batallador e inteligente, mudó toda su familia a Córdoba poco tiempo después, entonces Daniel fue para siempre "El Cordobés". Se fue formando como jugador y como hombre hasta que, a los veinte años, Vélez Sársfield puso sus ojos en ese enganche con llegada al gol que intimidaba con su físico y desequilibraba con una gambeta sorprendente.

¿Cómo jugaba? Mejor que lo diga ese maestro del periodismo que firmaba con el seudónimo Juvenal: "Era un futbolista diferente, porque quebraba la cintura con la soltura de los petisos y escondía la pelota con su físico prodigioso. Y era guapo. La carta que hacía de Vélez un equipo imbatible en El Fortín. Aunque es probable que la pegada haya sido la más llamativa de sus virtudes, porque en la década del sesenta, cuando se jugaba con una pelota anaranjada mucho más pesada que la actual, reunía fuerza y precisión en una combinación letal al rematar. Una pegada de billar, cuando usaba su inteligencia y panorama para meter cambios de frente, al pie del lateral, o un pelotazo de 50 metros para dejárselas servida a sus goleadores preferidos: ‘Pichino’ Carone o el ‘Turco’ Wehbe".

Rápidamente se hizo ídolo de la hinchada de Vélez que coreaba su nombre y lo despedía con el clásico ¡Cordobés! ¡Cordobés!, al mismo ritmo que el eterno canto de guerra tribunero ¡Elfortín! ¡Elfortín! (así, todo junto, sin separar en sílabas). Y referente del plantel por sobre los más grandes de edad, por su valentía a la hora de encarar y jugar aún en los campos más difíciles y ante los rivales más duros, y porque Don ‘Pepe’ Amalfitani lo elegía como preferido, lo que le permitía arreglar los mejores contratos. "Recuerdo que en el año 62, cuando llegué a Vélez, fui y le pregunté a los jugadores más grandes cuánto ganaban, cómo habían arreglado el contrato, para saber si había firmado bien o mal y cómo manejarme. Entonces ellos me respondieron: "Eso no se pregunta. Ya te vas a dar cuenta solo". Empecé a jugar y al año siguiente eran ellos los que venían a preguntarme: "Che, Cordobés, ¿por cuánto firmaste?" Entonces les sonreía y les decía: "Aaaaahhh.... ¿te acordás cuando recién había llegado y te pregunté lo mismo? ¿Te acordás lo que me dijiste? Bueno, yo aprendo rápido, así que viejo, esas cosas no se preguntan... Y me moría de la risa".

- Daniel, llegar en aquellos tiempos era mucho más difícil que ahora, ¿quiénes fueron los que más lo ayudaron?

- Mis padres, Don ‘Pepe’ Amalfitani, Talleres y Vélez. En definitiva, todos los que me dieron la posibilidad de jugar al fútbol. Don Pepe era un hombre cerrado, grande de edad, pero que conmigo se transformaba en un chico. No sé qué habrá encontrado en mí. Pero siempre me protegió. Cuando yo tenía 15, 16 años me vinieron a buscar varios clubes grandes de Buenos Aires pero al final no concretaban, por el tema de mi conducta..., y él lo sabía. Pero me llevó a Vélez igual. Y lo único que me dijo fue: "Yo confío en vos, no me hagás quedar mal". Desde entonces me trató como a un hijo. Me administraba la plata. Me enseñó a caminar...

- ¿Cómo es el tema de su conducta?

- Siempre me hacían fama... Pero nada que ver. Toda macana que me puedan achacar, habrá sido afuera de la cancha. Porque en lo deportivo nunca di motivo. Si no, Don ‘Pepe’ me hubiera echado. El manejaba todo. No quería salir campeón, el quería masa societaria. Y sin embargo, a mí me retuvo siempre. Una vez, River le ofertó 100 millones, creo, por el año 64 ó 65, y encima 5 jugadores bárbaros. Se me acercó como si nada y me dijo: "Che Cordobés, ¿vos te quedarías en Vélez?", y yo le respondí: "Pepe, si me paga esa plata...", "Entonces quedate. Que todos esos sigan en River que vos sos de Vélez". Y así estuve siempre entre los 10 jugadores mejor pagos del país. Estaba Amadeo Carrizo, Ramos Delgado, Onega y Artime en River, Roma, Rattin y Marzolini en Boca. Y yo...

- Es decir que se manejó muy bien...

- No tanto. Tendría que haberme dado más con el periodismo. Era antipático, no sé por qué... A lo mejor me daba bronca que se metieran en mi vida privada. Ardizzone, Panzeri, Diego Lucero, ponían con palabras simples que a lo mejor no jugaba bien. Pero no se metían con lo que yo hacía del domingo al miércoles. El resto...

- Ahora que pasó el tiempo, ¿se puede saber qué hacía?

- Y ¿qué iba a hacer? Era joven, andaba por los veinte años, con auto, que en aquel entonces lo tenían pocos... De lunes a miércoles salía, y a veces no me encontraban. Pero iba al centro, al bowling, al billar, a estar con mis amigos. Y también me gustaba milonguear. Yo bailo todo. Y en el tango, como en el fútbol, hice grandes amigos. Pero amigos en serio, ¡eh!

- ¿Quiénes, por ejemplo?

- Floreal Ruiz, Argentino Ledesma, Jorge Valdés, Abel Córdoba, el ‘Polaco’ Goyeneche, Roberto Rufino, Roberto Florio, Oscar Alemán... Sabía llevar los violines a la orquesta de Pugliese, cuando tocaban en Palermo... Íbamos con mi amigo ‘Piraña’, que vendía banderines en la cancha. Yo vivía con ese ‘busca’, y el bulín que teníamos se llamaba “La Yumba”, por el tango de Pugliese. Si hasta teníamos la letra escrita completa en la puerta.

- Una vida privada fabulosa, ¿de verdad usted conoció a todos esos maestros?

- ¡Y claro! Y aparte, en ese tiempo nos juntábamos los jugadores de todos los equipos después de los partidos para hablar de fútbol... Tengo muy presente al uruguayo Eduardo Collado, al Heber Mastrángelo...

- ¿Es verdad que, además, usted canta muy bien?

- Soy un aficionado. Me gusta todo lo que sea popular. Mi tema es el tango "Mis consejos", ese en el que el padre le habla al hijo. Me acompaña el maestro Nieto, que es director de la Orquesta del Tango de Córdoba. Canto para mis amigos, que son muchísimos. Eso es lo mejor que me dejó el fútbol. Nos juntamos siempre y yo canto.

- Recién me dijo lo mejor que le dejó el fútbol, ¿y lo peor?

- El haber estado durante diez años en la Preselección para jugar los Mundiales y que no me hayan elegido nunca. A los mejor en ese momento no quería quedar en la Selección, porque era distinto, no era lindo, se sufría más de lo que se disfrutaba. Pero ahora, viéndolo a la distancia, me hubiese encantado jugar un Mundial.

- ¿Qué le diría a los que lo criticaban y después de su retiro comenzaron a extrañarlo?

- Nada, el fútbol es así. Además, siempre los que juegan mejor son los más cuestionados, parece que la gente elige una patada antes que una gambeta. En ese entonces muchos creían que yo jugaba solo cuando quería. Pero a lo mejor uno que no sabía ni silbar me marcaba y no me dejaba jugar. Había un jugador de Atlanta, Collado. No me pegaba una sola patada pero igual me tenía de hijo. Y no era culpa mía, me marcaba muy bien.

- ¿Todavía sueña con goles propios?

- No, más bien recuerdo algunos. Como el que hice acá, en Belgrano, para Talleres, como de cuarenta metros. O el de la Copa de Oro de Montevideo, jugando para Vélez contra el Spartak. Arranqué gambeteando desde la media cancha y pasé hasta el arquero. Ah! también le hice uno a Ladislao Mazurkiewicz, el famoso arquero de Peñarol: le mandé un tiro libre de treinta metros y quedó una cosa blanca colgada de la red...

Daniel Willington, genio y figura. Jugador fantástico, entrenador romántico, cantante apasionado. Estatua viviente de Vélez Sársfield. Patrimonio cultural de fútbol argentino.

(entrevista realizada por el periodista Oscar A. Martínez y publicada el 14/03/05 en “Diario Castellanos”, de Rafaela, Santa Fe)

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En su libro de anécdotas futboleras, "Detrás del túnel", el recordado técnico húngaro Jorge Elmer Banki, cita una breve historia en tiempos en que conducía a All Boys, a comienzos de la década del 60.
Todo comenzó cuando en los entrenamientos de pretemporada, uno de sus jugadores le pidió permiso para que pudiera hacer los ejercicios junto al plantel, un amigo suyo.
Banki accedió y al otro día, cuando lo vio, se dio cuenta que el muchacho no tenía físico de futbolista. Grandote, fornido, medio gordito, el "agregado" circunstancial al plantel, demostró entusiasmo por entrenar. Claro que después de correr unos 400 metros, siempre quedaba completamente exhausto y muy dolorido. ¿La causa?; sus pies planos. Pese a ello, irradiaba una gran simpatía y mucha voluntad para ir todas las mañanas a entrenar en Floresta.
Un día, Banki le llevó un par de plantillas para que se colocara en las zapatillas, como para que sus pies planos soportaran mejor el dolor y el enorme sobrepeso que producía su enorme físico. "Gracias maestro, pero quiero seguir corriendo así nomás, yo pego con los puños, no con los pies", le dijo socarronamente con su voz aflautada. Era nada menos que Oscar "Ringo" Bonavena (foto), que comenzaba a boxear, en sus tiempos de amateur.
Ya consagrado, siendo una figura de prestigio mundial dentro del ámbito del pugilismo, Bonavena expresaba su agradecimiento a Banki, por haberlo ayudado a mantenerse en forma y aprender ejercicios que le vinieron muy bien en su posterior carrera en el deporte de los puños.

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Disculpe Doctor que lo interrumpa, era para aclararle que Ud. dice Buffarini, y el jugador se llama Bufaretti, era sólo para eso, la confusión surge porque los dos son Bufa*.

(JULIO CÉSAR GARD, periodista deportivo uruguayo (foto), interrumpiendo al Dr. Ariel Delbono en una transmisión de Radio Universal y dando pie a todos aquellos con un mínimo de malicia en la mente)

* Glosario
BUFA: Apócope de bufarrón.
BUFARRÓN: Pederasta activo.

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Ni inexperto ni suicida. Ve, analiza y toma decisiones. De entrada, juegan los que están mejor. Tengan la edad que tengan y se llamen como se llamen.

(JOHAN CRUYFF, ex jugador y entrenador holandés, hablando de Guardiola, en "El Periódico de Cataluña" -Septiembre de 2008-)

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Jogador de futebol (José de Guimarães - Brasil)

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Francisco Franco y el Real Madrid

1ª parte



2ª parte

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El inolvidable futbolista uruguayo José ‘Pepe’ Sasía (foto), en sus tiempos de director técnico le tocó trabajar en varios países. En Grecia estuvo en el Arys de Salónica, donde sufrió bastante el desarraigo. Hasta allí llevó a algunos jugadores de su país, como una manera de estar cerca de la cultura uruguaya, de la música de Zitarrosa, de los clásicos chivitos al pan o al plato y la charla rioplatense. El idioma griego se le hacía muy dificultoso, es más, no lo entendía.
¿Cómo hacía para las charlas técnicas? Tenía un intérprete llamado Niko que le solucionaba el problema. Para disimular, para que los jugadores locales se dieran cuenta que algo entendía el griego y se cuidaran, muchas veces el ‘Pepe’ Sasía interrumpía la traducción de Niko para decirle: "No, Niko, yo no dije eso que estás mencionando". Y Niko me respondía: "Señor, eso es lo que yo traduje". Y yo contestaba: "Bueno, discúlpame Niko, entendí mal entonces".
Eso le servía al pícaro de Sasía, para hacerles creer a todos lo que estaba al tanto de lo que estaba pasando. También recordaba el ‘Pepe’ que cuando alguna vez llevó a un jugador uruguayo para integrar su plantel, en una fecha libre, le propuso: "¿Y si vamos a ver al Partenón?".
La respuesta del "botija", poco conocedor de la cultura histórica, fue desopilante: ¿Y contra quién juega el Partenón, Pepe?

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El fútbol consiste básicamente en dos cosas. Primero: cuando tienes la pelota, debes ser capaz de pasarla correctamente. Segundo: cuando te pasan la pelota, debes ser capaz de controlarla; si no la controlas, tampoco puedes pasarla. Además, puedes jugar mucho, pero si no la metes, no ganas.

(JOHAN CRUYFF, ex jugador y técnico holandés)

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Me castigo jefe, me meto un autogol y pierdo la Copa Libertadores en el último minuto.

(El chupamedias de Espina pidiendo perdón al señor Zañartu una semana después de que Cobreloa perdiera la final de la Libertadores del '82 en el minuto contra Peñarol en "La Oficina" el inolvidable y clásico sketch del célebre programa de humor chileno "Jappening con Ja" de las décadas del ’80 y ’90)

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Brasil y el Mundialito de 1972

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La Copa de la Independencia de Brasil (también denominada "Mundialito" o "Mini-Copa") fue un torneo que se organizó por única vez en conmemoración del Sesquicentenario [150 años] del "Grito de Ipiranga" (Independencia de Brasil) entre los meses de Junio y Julio de 1972 en el mencionado país. En el torneo participaron 20 equipos de todo el mundo y fueron utilizadas 13 sedes.

El torneo estuvo marcado por su carácter federal. Se distribuyeron las sedes de manera tal que en cada sector del país se pueda acudir al estadio de turno. Río de Janeiro, Salvador, Curitiba, Natal, Recife, Maceió, fueron solo algunas de las ciudades que dijeron presente en la competición.

1La Copa fue hecha de esmalte azul, oro y piedras preciosas como rubíes y esmeraldas.

Después de ganar la Copa del Mundo de 1970, el equipo brasileño tuvo un lugar destacado en la política brasileña, vinculado a la "reactivación" de la figura del Presidente Emílio Garrastazu Médici. A este fin se organizó este torneo en donde quince naciones participantes fueron divididas en tres grupos para disputar la serie preliminar del torneo y los vencedores obtendrían el derecho de participar en las semifinales junto con Brasil, Uruguay, Checoslovaquia, Unión Soviética y Escocia.

Grupo 1: Argentina, Colombia, Francia y dos veces en África unida y la CONCACAF (Confederación de la América Central, América del Norte y el Caribe).
Sedes: Aracaju, Salvador y Maceió.

Grupo 2: Portugal, Irlanda del Sur, Ecuador, Chile e Irán.
Sedes: Natal y Recife.

Grupo 3: Bolivia, Yugoslavia, Paraguay, Perú y Venezuela.
Sedes: Curitiba, Campo Grande (por entonces parte del Mato Grosso) y Manaos.

Los primeros de cada grupo diputarían la gran final mientras que los segundos accederían al partido por el tercer puesto y cuarto puesto.

El proyecto brasileño fue muy ambicioso en un principio, pues querían la participación de Alemania Federal, Inglaterra e Italia, ex campeones del mundo. Las negativas de estas Federaciones -tras muchas idas y venidas- obligaron a una modificación en los planes con el ingreso de Checoslovaquia, Unión Soviética y Escocia, como reemplazantes en las semifinales.

Francia y Argentina (dirigida por Juan José Pizzuti) pelearon palmo a palmo el liderato del Grupo 1. La igualdad en cero entre ambos equipos clasificó a los argentinos por mejor diferencia del gol. El combinado de África obtuvo el tercer puesto mientras que Colombia y el conjunto de la CONCACAF quedaron relegados al fondo de la tabla.

Portugal arrolló en el Grupo 2 y ganó sus cuatro partidos de manera cómoda al obtener un asombroso registro de doce goles a favor y solo dos en contra. Los demás equipos poco pudieron hacer ante el poderío ofensivo de Eusebio y compañía. Chile se ubicó en segundo lugar, seguido por Irlanda, Ecuador e Irán, respectivamente.

Por su parte el Grupo 3 presentó un equipo yugoslavo que tuvo una gran performance gracias a su juego ofensivo y de gran calidad técnica. Poco pudieron hacer los países sudamericanos ante el conjunto europeo. Uno de ellos, Venezuela, recibió la mayor paliza del torneo al perder por 10 a 0.

Argentina, Portugal y Yugoslavia fueron entonces los países que acompañaron a los equipos clasificados de antemano. Aún restaba la etapa más emotiva y de mayor caudal futbolístico.

Los ocho equipos de distribuyeron en dos grupos:
Grupo A: Brasil, Escocia, Checoslovaquia y Yugoslavia.
Grupo B: Portugal, Argentina, Uruguay y URSS.

Los primeros de cada grupo diputarían la gran final mientras que los segundos accederían al partido por el tercer puesto y cuarto puesto.>

La campaña de la Selección Argentina

5 victorias, un empate y 2 derrotas dejaron un saldo positivo en esta presentación argentina que tenía como meta fundamental empezar a curar las heridas producidas por la no clasificación al Mundial de México 1970 y como una forma de empezar a sentar las bases de lo que sería su participación en Alemania 74.
Estos fueron los resultados y goleadores:

11/06/72 (Salvador de Bahía) Confederación Africana 0 - Argentina 2 (Fischer y Mastrángelo)
18/06/72 (Salvador de Bahía) Concacaf 0 - Argentina 7 (Bianchi, Mas -2-, Fischer -4-)
22/06/72 (Salvador de Bahía) Colombia 1 - Argentina 4 (Brindisi y Bianchi -3-)
25/06/72 (Salvador de Bahía) Francia 0 - Argentina 0
29/06/72 (Rio de Janeiro) Portugal 3 - Argentina 1 (Brindisi)
02/07/72 (Belo Horizonte) Rusia 0 - Argentina 1 (Pastoriza)
06/07/72 (Porto Alegre) Uruguay 0 - Argentina 1 (Mas)
09/07/72 (Rio de Janeiro) Yugoslavia 4 - Argentina 2 (Brindisi -2-) -partido por el tercer puesto-
Si bien la base del plantel argentino que disputó el Mundialito de Brasil no fue la que participó dos años más tarde en tierra germana, algunos de estos jugadores (Carnevali, Santoro, Wolff, Bargas y Heredia) si estuvieron en la cita mundialista.
Más información sobre la participación argentina en este enlace.

Algunos de los equipos participantes ni siquiera trajeron uniforme, tal fue el caso de Irán, quien olvidó sus uniformes y para ganar la simpatía de la gente local pidió prestadas las camisetas del equipo más popular de Recife -el Santa Cruz Futebol Clube- y con la camiseta tricolor obtuvo los siguientes resultados:

11/06/72 Irán 1-2 Irlanda
14/06/72 Irán 0-3 Portugal
21/06/72 Irán 1-1 Ecuador
25/06/72 Irán 1-2 Chile
2Escenas del partido Irán-Chile

Como no podía de ser de otra manera, Brasil accedió a disputar el partido definitorio ante la poderosa escuadra de Portugal. ¿Podrían los brasileños liberarse del domino portugués tal como sucediera hace 150 años atrás? La historia se volvió a repetir. Un solitario gol de Jairzinho en el imponente Maracaná le dio a Brasil un título que no podía tener otro destino.

3El campeón tuvo una importante base de aquel gran equipo que dejó su estela en el Mundial del 70, entre ellos Gerson, Tostao, Rivelinho y el mencionado Jairzinho. Solo faltaba el gran Pelé, quien se había retirado un año antes del 'scratch'.

4Plantel del Brasil campeón

5Portugal, subcampeón del Mundialito de 1972

Plantel argentino que disputó la Minicopa

Dusan Bajevic (Yugoslavia) con 13 tantos fue el máximo artillero de la Copa seguido del portugués Dinis con cinco conquistas.
La Copa Independencia fue un éxito en todo sentido. Se logró un torneo con equipos de jerarquía, se vivió un clima festivo y de gran armonía, reunió grandes jugadores, se confeccionó un precioso trofeo de oro para el ganador valuado en 25.000 dólares de la época y sobre todo logró unificar a un país extenso como lo es Brasil al designar trece sedes para llevar a cabo los distintos encuentros.

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El Presidente de Brasil, Emilio Garrastazu Médici, entrega a Gerson la “Copa Independencia”.

La campaña de Brasil

Brasil 0 - Checoslovaquia 0



Brasil 3 - Yugoslavia 0


Brasil 1 - Escocia 0



Brasil 1 - Portugal 0 (FINAL)


Fuentes consultadas:
* Wikipedia Brasil
* Blog "Morenacult"
* Portal "No’ gracia a vo"

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El primer superclásico del fútbol argentino en la era profesional, el primer River y Boca de 1931, se disputó el domingo 20 de Septiembre, en el estadio xeneize.
El partido, correspondiente a la 17ª fecha del torneo de Primera División, arrojó la siguiente síntesis:
Boca alineó con: Fossatti; Bidoglio y Mutis; Moreyras, Spitale y Arico Suárez; Penella, Varallo, Vargas, Cherro y Alberino.
River formó así: Jorge Iribarren; Balvidares y Juan Iribarren; Malazzo, Dañil y Bonelli; Peucelle, Marassi, Castro, Lago y Méndez.
Las crónicas de la época destacaron que cuando el cotejo estaba favorable a River en el tanteador, con gol anotado por Carlos Peucelle a los 16m., el árbitro del partido, N. Scola, sancionó un tiro penal para Boca, a solo 15 minutos del final del partido. Hasta allí todo normal, más allá de algunas protestas de los jugadores visitantes.
Ejecutó la pena máxima Varallo, detuvo a medias el arquero riverplatense Iribarren, recogió el rebote nuevamente Varallo quien remató y otra vez se interpuso el cuerpo de Iribarren, hasta que una vez más tomó el rebote Varallo quien finalmente pudo convertir el gol, aunque chocándose con Iribarren que salía desesperado a tapar.
Todo River protestó, aduciendo falta de Varallo a su arquero, pero Scola confirmó el tanto. Entonces, los jugadores de River se retiraron de la cancha, en señal de total disconformidad. En las tribunas hubo gran revuelo, con golpes e incidentes con la hinchada de Boca interviniendo la policía, mientras que en los vestuarios, varios jugadores de River fueron detenidos por los agentes del orden.
Así de caliente comenzaba a forjarse el duelo entre River y Boca en tiempos del profesionalismo.

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Futbolísticamente me saco el sombrero con Verón, es un gran jugador y todo lo que ha conseguido en su carrera y con Estudiantes, pero como persona hay cosas que no debería hacer. Nunca fui amigo de Verón. Lo respeto como ser humano pero hay cosas que no comparto. Conozco muchos jugadores desde chico y cuando la gente cambia no me gusta.

(MATÍAS ALMEYDA, ex compañero de Juan Sebastián Verón en la Selección Argentina y actual jugador de River Plate en un reportaje realizado en "La Red", la semana pasada)

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Vine con el pensamiento de hacer historia en la selección.

(MARCELINHO CARIOCA, ex internacional brasileño, al ser convocado por Wanderley Luxemburgo en 1999 para jugar en la Selección de Brasil, donde jugó apenas 4 partidos)

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El Monito (Roberto Fontanarrosa - Argentina)


Llore Monito, llore. Usted puede. A usted se le permite que no es vergüenza llorar cuando las lágrimas tienen la pureza recóndita de aquello que llega desde el corazón que no quiere aflojar ante terceros. Tal vez, pibe, tal vez Monito, son las mismas lágrimas que, años atrás, no tantos quizás, usted tuvo que enjugar con el revés de la mano sucia de tierra en el fondo de la casita del patio con geranios y malvones de barrio Arroyito. Tal vez son las mismas lágrimas vertidas por la rabia, la impotencia, la vergüenza, ante el coscorrón justiciero de su viejita laburante cuando usted no llegaba a la hora establecida para tomar la leche.

¿Cómo iba a entender su madre, Monito, aquel cariño entrañable por la pelota de fútbol, que lo mantenía lejos de la casa, demorado, en ese romance infantil con la de cuero, en los yuyales sabios del campito que no sabía de redes ni de cal, tras de la vía? ¿Cómo podía entender su viejo, pibe, su viejo, don Telmo, el genovés terco de canzonetta y nostalgia, su noviazgo purrete con la de gajos y ese lenguaje dulcemente nuestro de los túneles, la pisada, el chanfle, los taquitos y la rabona? Porque no era, no, una piba quinceañera, rubia y pizpireta, de ojos celestes como los de la pulpera de Santa Lucía, lo que a usted le impedía volver en el horario, a gritos reclamado por su madre.

No era, no, Monito, el despertar púber del primer amor enredado en los últimos giros de un trompo o en la galleta enojosa del hilo de un barrilete, el que lo hacía terminar los deberes de la escuela a las corridas y escapar luego, gorrión ansioso, pájaro encendido, hacia la complicidad abierta de la calle, el griterío alborozado de los pibes y el llamado seductor de un taconeo. No Monito, lo suyo era más simple, como son simples las cosas que nacen del corazón y eluden las frías especulaciones de la mente. No. Lo suyo era tan sólo la caricia tierna de la capellada de su botín zurdo en la pelota, el toque, la volea, la suela que aprieta el fútbol indócil y lo convence, lo persuade, lo amaestra. Lo suyo era el amague, el pique corto, el freno seco, y el pecho amigo para que allí se durmiera la bella amada cuando caía desde el cielo como un globo cansado de volar sin rumbo cierto.

¡Mire qué fácil, pibe, que era aquello! De la misma forma en que el amor, el puro amor, se presenta, florece y crece como una flor nocturna, como un clavel del aire brotado en la luminosidad escasa de un pasillo, así creció en usted el sortilegio. Nadie le enseñó, como no se enseña el dolor ni la paciencia, ni se sabe de dónde surge el gusto por silbar o el de hablar bajo. Usted ya lo traía impreso, se lo digo, quizás desde el fondo de la historia de ese barrio que ha visto nacer a tantos ídolos y guarda en el aire la vibración, el eco, el reverbero de mil goles gritados en la tarde, atronando el cemento, quebrando la quieta y asombrada calma de su río. O lo aprendió como se aprenden estas cosas, mirando a los demás, tratando de atrapar con ojos asombrados el misterio metafísico del chanfle, la secreta ley física que hace que el balón vaya hacia allá y dé una vuelta. Por eso, por todo eso, pibe, no se inquiete si lo ven aflojar y su mirada se empaña como el cristal de una ventana cuando recibe el tamborileo sonoro de la lluvia. No. Llore Monito, llore. Usted puede. A usted se le permite.

Así lo soñó usted tal vez, un día, allá, aferrado a la almohada confidente de su cama, en la casita del patio con geranios y malvones, alguna de esas noches de verano cuando el calor aprieta y el sueño viene.

Ya está el mago de varita presta. Ya está el ilusionista sutil que hace creer en cosas que no existen y miente que en el dorso de su mano se ocultan pañuelos, palomas y barajas. Está en el medio de la cancha y su eterna enamorada, la pelota, parece que se ha ido y está inmóvil, simula emprender vuelo y no se aleja, o bien hace creer que se le escapa pero vuelve bajo la presión apenas ruda de la suela. Ahora el estadio enmudece, el mago muestra el juego. El Monito arranca y empieza el toque, el pelotazo sabio, el amague que argumenta una cosa y dice otra.

De la zurda precisa del insider brotan conejos, luces multicolores, toques lujosos, las dos cortas sabidas y una larga, la cabeza alta, el ojo inquieto. El público se deleita. Ya la metió de nuevo bajo el pie, la mostró, "ahí la tenés, es tuya" ha dicho, pero no está más, la sacó, la puso en otro lado, la cambió de lugar, la amarreteó de nuevo. Allá está el compañero, el wing derecho, no lo ha visto, pero gira y le pone el pelotazo desde cuarenta metros, en el pecho. Sólo faltan los clarines, los clarines, las fanfarrias, el galope incesante de los corceles blancos girando en torno de la cancha y las ecuyères de pie sobre sus ancas.

Así lo soñó usted, tal vez, un día, Monito. Ya el espectáculo termina y, a pesar de la magia del insider, a pesar de sus moñas y regates, pibe, a pesar de las cuatro pelotas de gol que usted puso en los pies del centrofoward, el partido se agosta en la chatura aburrida del empate. Pero faltaba, nomás, la carcajada. El cierre magistral, la pincelada justa que el artista deposita por fin sobre la tela e ilumina el azul, aviva grises y ruboriza la macilencia de los sepias. Faltaba nomás, la carcajada. Ese balón que llega de atrás, como un balazo.

El pecho receptor del entreala tan afecto a refrenar, mullido, el rebote previsto de la bola. Ya empieza la danza, el giro sobre un pie para enfrenta el arco y el resbalar mansamente de la globa del pecho a la rodilla y de allí al suelo. Allí, en la temible ferocidad del área, allí, donde la puerta de las dieciocho se convierte en muralla pertrechada, donde hay piernas, codos, tapones alevosos y guadaña, allí la puso en el piso el entreala. Allí, en esa media luna, en lo que algunos llaman la empanada, allí donde uno se olvida de la novia, del primer amor, de lo aprendido en la escuela, de la Vieja, "vení conmigo" le dijo el Monito a su amiga del alma. Y se metió en el área con pelota dominada.

No sé si hubo un caño o fueron cuatro. Quebró la cintura, pisó el cuero, pareció en un momento que pateaba, se le vinieron dos, se cerró el cuatro pero el Monito la llevaba atada.

Tal vez ya no me acuerdo, decíme vos si miento, pero quedó frente al arquero y la puso en un rincón, de cachetada. No el cachetazo mordaz, el del reproche, sino el empujón cordial, el que te aprueba, la palmada que se le da a un pibe y se le dice "cruzá que yo te miro". La pelota entró pidiendo permiso y ni tocó la red de puro cauta. Luego, el pibe se fue hasta su tribuna y adentro de su puño apretó el gol, lo abrió de golpe y fue otra vez paloma y carcajada.

Llore Monito. Así lo soñó usted tal vez un día, en la casa de malvones y geranios del barrio Arroyito. Y se quedó en sueño nomás, no se dio nunca.

-¡Tan bueno que parecía de purrete! Nunca llegó a jugar ni en la Tercera. Y en el equipo que se arma en la oficina a veces lo ponen un rato y otras, nada. Está gordo, pibe, algo pelado, calvo. Y me han dicho que ni va a la cancha.

(cuento incluído en el libro: "Nada del otro mundo y otros cuentos" de Roberto Fontanarrosa, 1987, Ediciones de la flor)

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El domingo 10 de Mayo de 1942 Estudiantes recibió en La Plata a Platense. Tras irse al descanso en ventaja el equipo visitante por 3-0 muchos simpatizantes del “pincha” se habían retirado del estadio.
Los jugadores de Platense acostumbraban a tomar mate cocido en los entretiempos. En aquella ocasión, el encargado del club, al no encontrar Salus, la marca líder del mercado en esos años, compra una yerba mate sin palo importada de Rio Grande do Sul, Brasil, más cara inclusive que las nacionales.
Ante el muy poco público que quedaba comienza la segunda mitad. Pasados escasos minutos los jugadores visitantes, todos a excepción de José Noberto Toledo que no había bebido, comienzan a sentir descompostura, a tal punto que no se podían casi mover.
Sin la posibilidad de hacer cambios (todavía no estaban permitidos) el marcador concluyó con un 7-3 a favor de Estudiantes.
El partido terminó a las 17, pero recién los jugadores de Platense se pudieron organizar para irse a las 20. Para recorrer los 60 km de La Plata a Buenos Aires tardaron tres horas: tuvieron que parar en bares de Gonnet, Villa Elisa, Quilmes, Don Bosco, Villa Dominico y Avellaneda.
Al domingo siguiente, cuando recibieron a Boca, cuentan que ni agua quisieron tomar.

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El futbolista que sabe que puede, que se siente potente, no necesita todo el tiempo estar mirando hacia el banco de suplentes [pendiente de las indicaciones del entrenador]; estoy de acuerdo con que hay una dependencia, pero existe porque han disminuido fuertemente las calidades individuales.

(ADRIÁN PAENZA, Licenciado y Doctor en Ciencias Matemáticas y periodista deportivo argentino)

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Jugar en la altura de La Paz trae muchas complicaciones, pero es una excusa insuperable para explicar las derrotas.

(VÍCTOR HUGO MORALES, relator deportivo uruguayo)

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De huracanes y ciclones (Juan Garlos Guastoni - Argentina)


Domingo de trifulca y entrevero.
Encono singular. Domingo denso
de pasión y de grito futbolero...
se enfrentan Huracán y San Lorenzo.

Las hinchadas del “cuervo” y el “quemero”
Hoy concuerdan un único consenso:
les parece más linda “la de cuero”
y el verde de la cancha más intenso...

Son noventa minutos de porfía
ciñendo el corazón. Y de repente
¡la explosión!; ¡el clamor!; ¡la algarabía!

De un ”Goooooool” inapelable y concluyente
trayendo tu pesar o tu alegría.
(Mi alegría o pesar, inversamente).

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Telmo Zarra [1921-2006], uno de los mejores jugadores españoles de todos los tiempos, siempre gozó de una exquisita deportividad a lo largo de toda su carrera. Zarra recibió la "Medalla al Mérito Deportivo" pero entre los trofeos que guarda con más cariño se encuentran una insignia de oro y brillantes del Málaga y un Botafumeiro de plata.
La insignia se la concedieron porque en un partido, el portero local Arnau, resultó lesionado en un encontronazo con él y pese a encontrarse sólo ante la puerta y poder marcar, decidió lanzar el balón fuera para que atendieran al guardameta. Lo mismo le sucedió otra vez contra el Deportivo de la Coruña. Por aquella acción recibió el Botafumeiro. Zarra siempre aplicó una norma que debería de enseñarse en todas las escuelas de fútbol. Y es que como él dijo: "Antes me lesiono que lesionar".
De hecho, él mismo llegó a lesionarse en la temporada 1951-1952 por no lesionar al portero del Atlético de Madrid.

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La moneda del referí tenía la cara de la Reina en los dos lados. Y, encima, los ingleses elegían primero.

(ERMINDO ONEGA [1939-1979], recordado crack argentino, refiriéndose al sorteo en el polémico partido con Inglaterra en el Mundial de 1966)

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Me gustaría que haya más jugadores así (en referencia a Thierry Henry y su polémico gol ante Irlanda), que hagan lo que tengan que hacer para que su equipo gane.

(HUGO ORLANDO GATTI, ex arquero argentino, en declaraciones a la TV española -24/11/09-)

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Hermanos de sangre (Alberto Fabián Montagna - Argentina)


Un 4 de Abril de 1962, allá en Doctor Gabriel Márquez, nacieron Gustavo y Guillermo. Hijos de padres sin antecedentes de mellizos en la familia, ellos salieron gemelos. Eran dos gotas de agua. Si hasta Beatriz, su mamá, los confundía, a no ser por ese lunar que tenía Guillermo, que servía para distinguirlos cuando los bañaba, ya que estaba oculto bajo la ropa y no era precisamente un lugar donde el sol le diera.

Supieron aprovecharse de su similitud, en la escuela, cuando eran chicos, con las mujeres, cuando fueron más grandes.

Guillermo era un excelente jugador de fútbol y ya a los 15 años había debutado en la primera de Argentino de Márquez, gracias a él ganaron varias ligas locales.

Gustavo, en cambio era pésimo futbolista, y se había dedicado a estudiar, era él quien más de una vez salvó a su hermano en la escuela, cuando debían dar una lección o rendir algún examen. Se destacaba en Matemáticas, pero lo suyo era la Literatura, ávido lector de las tragedias griegas, su sueño era estudiar y recibirse de Profesor de Lengua.

Estos eran los aspectos que los diferenciaban, en el resto eran idénticos.

En Mayo del 81 los sortearon para el servicio militar, 856 y 725 fueron los números que sacaron, los dos de cabeza adentro. Averiguaron que la ley estipulaba que uno de los dos, por sorteo o por propio acuerdo, se podía salvar.

Como lo habían hecho tantas otras veces, cuando uno de los dos debía poner la cara por los dos, jugaron su destino a piedra, papel y tijera, y como tantas otras veces el que perdió fue Guillermo. Ninguno se amargó con lo que el azar había determinado y también como otras tantas veces lo aceptaron.

A Guillermo lo incorporaron los primeros días de Enero del 82, no muy lejos de su Márquez natal, en Junín. Estuvo casi un mes sin volver, ese fue el tiempo que duró la instrucción. Finalmente un viernes de mediados de Febrero apareció por el barrio, le dieron licencia por una semana y le prometieron que luego lo dejarían salir los fines de semana para que pudiera jugar al fútbol.

Cuando llegó a Márquez, Gustavo se había cortado el pelo como un colimba*, volvían a ser idénticos para volver locos a todo el mundo.

Cuando a principios de Marzo comenzó la Liga, los benévolos milicos* que lo tenían a su servicio, y tal como le habían prometido, lo dejaron ir a jugar para Argentino. Con su aporte el equipo empezó a ganar y a ser serio candidato a repetir el campeonato logrado el año anterior a un punto de Douglas Haig y a dos de su eterno rival el Márquez A. C.

Cuando el 2 de Abril comenzó la guerra con Inglaterra por las Islas Malvinas, Guillermo la estaba rompiendo y ya se hablaba del interés de Boca para contratarlo.

Gustavo, en tanto, estaba cada vez mejor en los estudios, y su futuro como profesor estaba asegurado. Preparaba alumnos en su casa y así siempre tenía un manguito para darse algunos gustos. Estaba de novio con Cecilia y durante la ausencia de Guillermo, salían con Camila, la novia de Guillermo, los tres se habían hecho muy compinches.

Para fines de Abril, un viernes que salía de franco, como tantos otros, le dieron la noticia: El lunes bien temprano acá, mira que estas en la lista de los que viajan a Malvinas. Fue como un mazazo. En el viaje a Márquez no pudo pensar en otra cosa, como se lo diría a su familia, como reaccionarían con la noticia.

Al llegar a Márquez no le dijo nada a nadie. Después del partido contra Gimnasia, donde la rompió y fue observado por dirigentes de Boca, que quedaron en volver el fin de semana siguiente para empezar a cerrar el trato, le comentó a Gustavo lo que ocurría.

Los dos sabían que era su gran oportunidad, Gustavo le ofreció entonces ser él el que fuera a Malvinas. Guillermo le dijo que estaba loco, que de ninguna manera podía aceptar.

Gustavo le dijo que era su gran oportunidad, que no se preocupara por él, que iría a Malvinas, mataría a algunos ingleses y volvería victorioso.

Cuando le contaron a sus padres lo que pensaban hacer, se opusieron de plano: Ustedes están locos, fue la respuesta inmediata.

Gustavo mismo minimizó el asunto:

- Voy por unos días a cagarme de frío y de risa a Malvinas y vuelvo como un héroe.

- Yo voy a volver como un héroe, replicó Guillermo, no te olvides que para los milicos el que va a estar en Malvinas soy yo…

- Vos rompela acá que cuando juegues en Europa me tenés que llevar, me encantaría conocer Grecia y caminar por aquellos lugares de los que tanto hablan los grandes escritores antiguos.

- Trato hecho.

Y se fundieron en un abrazo.

El lunes, bien temprano, Gustavo salía de su casa vestido de colimba, rumbo a Junín, nadie notaría la diferencia.

El domingo, los dirigentes de Boca fueron a la cancha a verlo a Guillermo, nadie, salvo su familia y su novia, sabían de su convocatoria para ir a Malvinas.

La rompió, hizo tres goles y le dio la victoria a su equipo. Los dirigentes quedaron maravillados y decidieron contratarlo.

En tanto, la novia de Gustavo no salía de su asombro, no lograba entender como su novio
había tomado semejante decisión, arriesgando su vida en lugar de su hermano.

Lo primero que hizo Guillermo, al enterarse la noticia, fue escribirle a Gustavo contándole lo sucedido y agregaba que no veía la hora que terminara toda aquella locura de la guerra, para darle un abrazo y agradecerle lo que había hecho por él.

Gustavo recibió la carta una semana después. Cuando pudo leerla estaba en una trinchera, tapado de barro y agua, muerto de frío y de hambre. Se puso contento por su hermano y agradeció que todo hubiera salido bien. Pensó en escribirle, pero no tenía papel, así que pospuso la carta para cuando lo consiguiera.

El domingo 2 de Mayo, Guillermo debutó en la primera de Boca. Su actuación fue soberbia, gracias a él Boca ganó, como tantas otras veces había pasado con Argentino. Ese mismo domingo, vaya a saber como, llegó a las islas la noticia de la victoria de Boca y de la gran actuación del debutante.

Ningún milico se preguntó qué hacía aquel muchacho jugando en la primera de Boca y en todo caso quién era aquel que estaba en la trinchera, tenían otros problemas mucho más importantes que resolver, los ingleses eran mucho mejores de lo que les habían hecho creer, en armamento, vestimenta, comida y en cantidad de efectivos los superaban ampliamente.

Ellos en cambio, estaban pasando frío, hambre y su equipamiento no era el mejor, sin contar que nuestros soldados eran chicos de 20 años y ellos un ejército profesional.

Gustavo, al saber la noticia, quiso salir corriendo a contarles a todos lo orgulloso que estaba de su hermano, pero se contuvo, no podía revelar su identidad.

Mientras tanto, Guillermo salía en todos los diarios y programas deportivos habidos y por haber. Era la nueva sensación del fútbol argentino, por supuesto no se olvidaba de su hermano, en cada nota lo mencionaba.

En las siguientes tres fechas volvió a ser figura y ya se hablaba de su futuro europeo.

Gustavo, en tanto sufría cada vez más el hambre, el frío y la incomprensión de sus superiores, que no paraban de torturar a los chicos, sin darse cuenta que el verdadero enemigo era otro. Lo único que lo alentaba a seguir aguantando esa situación era saber lo bien que le estaba yendo a su hermano.

El viernes 28 de Mayo, en un entrenamiento previo al superclásico, Guillermo sintió un gran pinchazo en el medio del pecho, el dolor lo paralizó, luego del susto inicial, el dolor fue cesando, todo volvió a la normalidad y pudo terminar el entrenamiento sin problemas.

A miles de kilómetros de allí, en Malvinas, en ese momento, Gustavo también sintió un gran dolor en el pecho, era producto de un tiro de un fusil enemigo, que lo hizo caer, a varios metros de donde estaba parado, boca arriba. Cuando miró al cielo estaba gris, cubierto de nubes, de lo primero que se acordó fue de su familia, de su novia y de su hermano. Instantes después moría con una sonrisa en los labios.

El domingo, después del partido, que Boca le ganó a River, con otra notable actuación suya, Guillermo y su familia recibieron la noticia: Había muerto como un héroe, defendiendo a sus compañeros y a su nación.

Guillermo, rodeado de los suyos, no pudo contener las lágrimas. En ese mismo momento tomó una decisión: No volvería a jugar.

Fue imposible convencerlo que reviera su decisión.

Una semana después las pertenencias de Gustavo le eran entregadas a su familia: Una gorra verde militar, una camiseta de Argentino de Márquez y una foto, sacada de algún diario que llegó a las Islas, de su hermano con la camiseta de Boca gritando un gol.

El 12 de Agosto de 1982, Guillermo no aguantó tanto sufrimiento y se pegó un tiro en el medio del pecho.

Él y Gustavo volvían a estar juntos, quién sabe donde, para hacer de las suyas.

Glosario
*Colimba: Soldado
*Milico: Militar / Policía

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Uno de los mejores "centrojás" de la historia del fútbol argentino fue Néstor ‘Pipo’ Rossi [1925-2007]. Brilló con la camiseta de River, logrando varios campeonatos, y también lució en el Millonarios de Colombia junto a Alfredo Di Stéfano y Adolfo Pedernera, entre otros grandes, cerrando su etapa como futbolista en Huracán, para dedicarse, a partir de 1961, a la dirección técnica.
‘Pipo’ Rossi, además de haber sido un "5" de excepcionales características técnicas poseía un enorme temperamento, además de un gran sentido del humor. Siempre le gritaba a sus compañeros de equipo, ordenándolos tácticamente y criticándolos en pleno partido, con mucho de ironía.
Críticas y comentarios que, muchas veces, alcanzaban a sus rivales. Por ello lo denominaban también como “La Voz de América”.
Una tarde, en el estadio de Núñez, River recibió la visita de Racing, y ante un córner desde la izquierda favorable a los de Avellaneda, se acercó al área el puntero derecho académico, Ornar Orestes Corbatta. Cuando un compañero de Rossi se aprestaba a marcarlo, ‘Pipo’ le gritó: "No, no lo marqués Corbatta. Tranquilo, que este no cabecea ni en los velorios".
En otro partido, mientras el equipo rival se venía con todo hacia la valla defendida por Amadeo Carrizo, Rossi metía como nunca, recuperando la pelota en todo el sector del medio campo. En uno de esos quites, se la pasó al puntero izquierdo Roberto Zárate, quien quiso jugarla de lujo, pero su marcador la rechazó sin inconvenientes. Entonces se escuchó en todo el estadio el vozarrón de ‘Pipo’ dirigido a Zárate: "¡Claro, Mono, vos perdela fácil, que a mí la pelota me la regalan los Reyes Magos!".

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Pelé ganó una Copa del Mundo con 17 años, Maradona jugó para Argentina con 17. Cristiano empezó con Portugal con 18. Va en el mismo camino que ellos. En cuanto a cualidades no tiene nada que envidiarles, y además juega en un club mucho más fuerte que ellos. Él sólo tiene 23 años y tiene capacidad para mejorar mucho más. Va camino de ser leyenda, porque su influencia en un encuentro es tremenda. Los otros equipos cambian todo cuando él está en el campo.

(ALEX FERGUSON, en Abril de 2008, cuando el portugués aún militaba en el Manchester United)

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Este trabajo con remates muy seguidos en forma continua que se realiza con los arqueros produce un acostumbramiento a rechazar la pelota antes que a agarrarla; sería más apropiado que se hagan trabajos con menores repeticiones en los remates para que le den al arquero un mayor tiempo de recuperación y pueda acostumbrarse a agarrar la pelota; porque luego ese hábito se traslada a los partidos.

(RICARDO "El Tigre" GARECA, ex futbolista argentino y actual entrenador de Vélez Sarsfield)

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