Para que Racing salga campeón hay que conseguir el Movicom de Dios.
(MARIANO DALLA LÍBERA, ex jugador argentino, haciendo referencia en 1996 a una conocida empresa de telefonía celular)
Desde Ayacucho, Argentina, un humilde homenaje a esa gran protagonista del juego traducido en cuentos, frases y anécdotas.
Sabiamente la definió el viejo maestro Ángel Tulio Zoff, "lo más viejo y a su vez lo más importante del fútbol".
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Esta madrugada se cumplieron 20 años de la caída del Muro de Berlín, lo que significó el principio del fin para los clubes de fútbol de la antigua República Democrática Alemana (RDA).
Veinte años después, ningún equipo de la RDA ha logrado ganar un título de Liga y parece imposible que alguno lo vaya a conseguir alguna vez. El único conjunto de Alemania del Este que sobrevive en el fútbol unificado alemán es el Energie Cottbus, fundado el 31 de Enero de 1966, quien milita en la 2. Bundesliga o Zweite Bundesliga (segunda categoría de la Liga de Alemania).
Curiosamente, el Energie nunca fue uno de los grandes de la extinta DDR Oberliga. Hablamos de un equipo ascensor que se vio perjudicado por la reunificación alemana cuando vivía su mejor momento en la máxima competición de la RDA.
Tuvieron que pasar nueve años para que el Energie Cottbus, amadrinado por la canciller Ángela Merkel, completase su viaje desde cuarta división hasta la Bundesliga actual para descender a la Zweite Bundesliga en el pasado mes de Mayo, con una final de Copa perdida por el camino en 1997 ante el Sttutgart.
La DDR Oberliga se disputó desde 1949 hasta 1991. Tras la reunificación, sólo dos equipos (Hansa Rostock y Dinamo Dresden) se integraron en la competición de la RFA. El resto no pudo hacer frente a las exigencias económicas que exigían sus vecinos del Oeste. La fuga de talentos como Mathias Sammer, Ulf Kirsten, Andreas Thom o Thomas Doll resultó inevitable.
El daño que sufrieron los equipos de la Liga comunista fue, en muchos casos, irreparable. Sólo algunos alemanes orientales como Michael Ballack, nacido en Gortliz y criado futbolísticamente en el Chemnitzer, han logrado triunfar a gran escala y en la selección nacional.
Se abrió, entonces, un panorama distinto para los deportistas alemanes. Muchos de ellos, en el apogeo de sus campañas, sintieron cómo cambiaba su destino.
Un caso emblemático es el de Matthias Sammer, que se desempeñaba en Dinamo de Dresden -su ciudad natal- y para el año siguiente al que la gran mole de material se había convertido en polvo ya era un crack de Stuttgart, fuerte entidad de la cara occidental. En 1990, Alemania ganó el Mundial realizado en Italia cuando aún las entidades madres futbolísticas no se habían unido, por lo que Lothar Matthäus alzó la Copa en el Olímpico de Roma, rubricando el título para Alemania Federal.
En el Mundial de EE.UU. 94, Alemania actuó unificada, y en ese plantel Sammer fue una figura destacada a pesar de la eliminación teutona. El volante actuó en 50 partidos con el seleccionado occidental y su nombre fue un símbolo de unificación cuando Alemania ganó la Eurocopa 96 en Inglaterra.
El último campeón de la ex RDA fue el Hansa Rostock, que logro el único título de su historia en 1991 y ahora pelea en Tercera División. Peor le fueron las cosas al Dinamo Dresden, uno de los clubes más populares y laureados de la RDA con ocho títulos de Liga y siete de Copa. Tras penar en la Bundesliga durante los años posteriores a la caída del Muro terminó descendiendo en 1995.
La mala situación económica por la que atravesaba el club provocó su descenso administrativo a la Regionalliga. Los actos violentos protagonizados por sus seguidores es lo único noticiable en los últimos tiempos en el Dresden, sumido en la nueva Tercera División alemana.
El Dinamo de Berlín es otro de los antiguos campeones de la RDA que han desaparecido del mapa futbolístico alemán. El equipo de la Stasi (policía secreta de la RDA) fue el dominador absoluto de la DDR Oberliga durante diez años consecutivos, desde 1978 a 1988. Sin embargo, sus triunfos siempre estuvieron rodeados de polémica por las acusaciones de compra de partidos y de árbitros.
Tras la reunificación, cambió su nombre por el de FC Berlin para intentar disimular su vergonzoso pasado pero, en 1999, recuperó su antigua denominación. Sin la protección de la Stasi, el Dinamo Berlín luce en la Oberliga Nord (cuarta división) una estrella encima de su escudo que recuerda los diez títulos obtenidos bajo la sospecha de un gran fraude.
La Recopa del Magdeburgo
El honor de ser el único campeón europeo de Alemania Oriental le corresponde al Magdeburgo, vencedor de la Recopa de Europa en 1974 y que ahora milita en la Regionallia Nord. El equipo de Jurgen Sparwasser, autor del famoso gol que le dio la victoria a la RDA ante la RFA en el Mundial de Alemania de ese mismo año, hizo historia venciendo 2-0 al Milan en la final de Rotterdam.
El Carl Zeiss Jena (actualmente en la 3. Bundesliga) y el Lokomotiv Leipzig (refundado desde la categoría más baja del fútbol alemán tras su desaparición) rozaron la gloria en las finales de de 1981 y 1987 ante Dinamo Tbilisi y Ajax de Ámsterdam, respectivamente. En la Copa de Europa y en Copa UEFA las actuaciones de los equipos de la RDA no fueron tan brillantes.
El día que cayó el Muro de Berlín Michael Ballack tenía 13 años. Jugaba con sus amigos en las calles de su pueblo, Görtlitz, en la República Democrática Alemana. Su club era el Motor, de la cercana ciudad de Karl-Marx-Stadt. Hoy, Ballack es una de la máximas figuras del fútbol internacional, juega en el Chelsea de Londres, suele ser capitán de la selección alemana y Karl-Marx-Stadt no ha cambiado de sitio pero recuperó su nombre original de Chemnitz. Recuerdos de un pasado que para los clubes de la antigua RDA fue mejor con el Muro de Berlín en pie.
Clubes que participaron en la última DDR Oberliga (1990/1991)
Se integraron en la 1. Bundesliga
1. FC Hansa Rostock (actualmente en la 3. Bundesliga)
2. SG Dynamo Dresden (3. Bundesliga)
Se integraron en la 2. Bundesliga
3. Rot-Weiß Erfurt (3. Bundesliga)
4. Hallescher FC Chemie (Regionalliga Nord IV)
5. Chemnitzer FC (Regionalliga Nord IV)
6. FC Carl Zeiss Jena (3. Bundesliga)
7. Lokomotiv Leipzig (NOFV Oberliga Sud V)
8. Stahl Brandenburg (Landesliga Brandenburg VI)
Se integraron en la Regionalliga
9. Eisenhüttenstädter FC Stahl (Verbandsliga Brandenburg VI)
10. FC Magdeburg (Regionalliga Nord IV)
11. FC Berlin (NOFV Oberliga Sud V)
12. FC Sachsen Leipzig (Regionalliga Nord IV)
13. Energie Cottbus (2. Bundesliga)
14. Victoria 91 Frankfurt (Verbandsliga Brandenburg VI)
Fueron muchos más los futbolistas que vieron sus carreras atravesadas por aquel acontecimiento histórico. Sin embargo, veinte años después, parece que el fútbol alemán es una cuestión que se dirime en el Oeste, como tantas otras en la Alemania unificada.
Fuentes consultadas:
* Wikipedia
* Diario Marca
* Diario Vasco
* Yahoo! Eurosport
* Página oficial del Energie Cottbus
* Página oficial del FC Lokomotive Leipzig
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El hombre, profesor de español o spanish professor, según, esperaba en Miami su conexión a New York un sábado a la tarde y se distraía viendo a unos de sombreros y tacones que sobreactuaban su versión yanki de zona rural.
Estos vuelan a Tampa, se dijo al oír sus palabras nasales y fingirse recién desmontados. Los tipos se imitaban a ellos mismos confundiendo el ‘Ser’ con simular ser; cowboys que cuando pibe llamábamos ‘convóys’.
The professor volvía de Waco, cerca de Dallas. Sumaba ya treinta años viviendo en USA donde al llegar lo conmoviera tanto paisaje irrepetible y el aire trayendo y alejando los sonidos. Por suerte el viento está libre de orgullos nacionales y de cartógrafos que discuten límites, pensó cuando alguien copó el salón de espera dando los brincos y chillidos de la polca peliculera donde la chica rubia se casa con el muchacho, valiente y trabajador...
Tanto tiempo lejos de Argentina entraban a dolerle. Los freeway vigorosos y las cascadas dando contraluz a la montaña ya le fatigaban la mirada, y acaso debiera rearmar su asombro ante tantas estrellitas y panoramas gigantes. ‘Hay que quitarse tanto paisaje y sobrecarga sensorial’, recordó comentar una noche con Mary, su mujer. Y al mirar a un pelirrojo que levantó una ceja desechando verlo, le sugirió ‘este cree que yo dinamité las Torres’…
Volvía de cuatro semanas en Waco University, rutina de su clase en el Hispanic Departament a la orilla del Brazos Ríver y de ver apagarse la tarde. Eso sí, siempre a mano los whiskys en aquella atmósfera de "Lo que el viento se llevó", su visión demorada del sur que tanto le reprochaba Mary, quien lo aguardaría en el departamento del Village.
Conocer es reconocer, pensó que diría Platón sin hablar de herencia genética ni cosa parecida cuando lo distrajo ver a un vaquero al ajustarse unos audífonos. Hacía muy bien el cowboy en oír música country, aunque si Platón entendía que la memoria humana; lo sufrido y amado; era la ilusión de estar soñando un sueño, ¿qué le resucitaría al tipo aquel hacer sonar sus espuelas en un aeropuerto?
Aunque empujarle metafísicas a ese valiente personaje, -según la invención literaria de Zane Grey- no era tarea para él. Un latino enturbiado por cuatro whiskys que además lo hacían añorar las palomas de los bares porteños, picoteando maní entre los bebedores de cerveza. Y por ese mismo borde etílico recibía el ambiente futbolero de un Los Andes versus Témperley cuarenta años atrás, memorable tres a tres sobre la hora. ¿Aquel empate fue también una idea de Platón..?
- Pasajeros a Denver, puerta diez -y uno alisó su sombrero al estilo John Wayne al desenfundar. A estos pelotudos que viajan a Tampa, -retomó the professor- les contaría de las presuntuosas palomas de Plaza de Mayo pero también de los torneos del sesenta, las épicas de Talleres de Escalada y las luchas tribales entre Almagro, San Telmo y Defensores. Y por favor, respeten mis cuatro whiskis from Dallas a Miami, yankis giles, porque a ustedes, ¿quién los eligió para marcarnos el paso y el camino? Presumen a puro sombrero, tacos y espuelas en Miami Airport que pueden cuánto quieren.
Todos se sienten ‘wasp’; white, angle, saxon, protestant, mientras el mundo cada día les queda más lejos y ustedes siguen negando que sin acrobacias de alcoba con negras, asiáticas y latinas la humanidad es puro verso. Vamos vaquero, ustedes son buena gente, -saludan, sonríen- aunque son viva viva la soledad y por tanto ignorar al resto ni vislumbran el desprecio ajeno.
Y al no saber exhiben orgullosos sus jardines con la ardillita que corre sobre la cerca, sin atisbos de músculo en el alma. Viven acallando el cañón de la palabra meta watching y watching TV en el salón de estar, desolados que cumplen un albedrío con instrucciones: 'circule con precaución, no trespassing y stop que te vigilan, yanki’. Así que no jodamos, sabemos quiénes son y por respeto a mis tragos, dejemos todo como está…
Los vaqueros se desgranaron por el salón y the professor deliraba viendo lazos desplegados, alguien silbó al caballo Silver y el resto midiendo quién meaba más lejos. Qué aburrimiento mientras en Buenos Aires serían las cuatro de la tarde, sobre el campito de Gerli caería un íntimo sol y en la tribuna de espaldas a la vía resonarían alientos y zapatasos. Y de vuelta en casa, qué oportuno sería un asadito con los amigos, comentar el partido tomando vino tinto; artera fantasía que entró a zumbarle en el cerebro junto al instinto de las palomas, Platón y las alienaciones del conocimiento.
-Pasajeros a New York, puerta catorce -anunciaron y ahí the professor, balanceando el cuerpo, preguntó al del audífono algo sin traducción posible.
- Che convóy, ¿no sabés cómo va el Porve? *
* (El Porvenir, tradicional equipo del ascenso argentino)
Pasó menos de un año aferrado a la vida sólo por los afectos. La familia, los amigos y la certeza de que lo que no llega a matar, fortalece. El abrazo interminable con Carlos Gatti no se detuvo nunca. Siempre estuvieron ligados y, naturalmente, cara a cara buscaban retazos de energía y coraje para seguir adelante.
- Me comí un garrón, Carlitos. Me embocaron.
- Hay que seguir Bambi, no te podés caer.
- Ya lo sé, pero pasé por un momento muy duro. Muy especial, muy doloroso. Me ayudó mucho mi conciencia, mi fe. Y, por supuesto, mi familia, mis amigos y la gente que siempre me quiso. Yo intuyo que el hincha de fútbol me va a apoyar.
- No tengas dudas.
- Solamente mi conciencia me hizo seguir adelante. Yo tenía la gran tranquilidad de que era inocente de todo lo que se me acusaba. Y eso me ayudó a salir. Era mi tranquilidad mental. Sabía que en algún momento todo ese flagelo se iba a terminar.
- Y decís bien… Tu mundo se había reducido al pabellón VIP, una cuadra con las camas una al lado de la otra, un solo baño para diez personas, un televisor viejo, una heladera, un teléfono público, una mesa de ping pong y cuatro livings con una mesa y cuatro sillas para recibir familiares y amigos. ¡Eso lo usaste mucho vos porque no pararon de visitarte!
- Tenés razón ¡Cuánto me ayudaron! Cuánto y cuántos. La lista es interminable. Todos los amigos del barrio, obviamente, más Carlos Veglio, Toscano Rendo, Victorio Cocco, Víctor Hugo Morales, el loco Gatti, Marcelo Araujo, Fernando Niembro, Roberto Rimoldi Fraga, que se puso a cantar, ¡y muchos más!.. Y el gran Joan Manuel Serrat, claro.
- Todos se portaron muy bien. Lo de Serrat fue impresionante.
- Un fuera de serie. No sé si te conté alguna vez como fue que te ubicó. Vino a cantar a Argentina y me llamó por teléfono a mi trabajo. Me empezó a hablar y yo pensé que era alguien que me estaba cargando, pero no, me citó en el Hotel Panamericano y me explicó que quería verte. Él consideraba que tenía que obrar con vos del mismo modo que lo hiciste en Guatemala, cuando lo recibiste en tu casa. Teníamos una relación linda desde que en 1969 presentó “Tu nombre me sabe a hierba” en San Lorenzo y nos vimos al salir de un entrenamiento.
Ahora se bancó toda la fila como uno más y eso que los guardias le ofrecieron pasar de largo. Esperó pacientemente y después estuvo como cinco horas con vos. ¡Un domingo a la mañana, después de un show y antes del siguiente! Yo no me olvido nunca más de eso. No me va a alcanzar todo el tiempo del mundo para agradecerle.
- El mejor agradecimiento es que estés entero.
- Estoy entero. No me quebraron. Para mí esto fue un accidente de vida. Me la tuve que bancar. Tuve que poner el pecho y salir adelante. A mí me tocó eso. Tuve la suerte, la fortuna de que no me quemaron la mente, que no lograron quebrarla. Yo estaba fuerte y mi fuerza crecía día a día porque yo sabía cuál era la verdad. En el pabellón de Villa Devoto leí mucho la Biblia y eso me ayudó bastante. Me tranquilizó. Recuerdo los salmos 27 y 70. Fueron los que más me reconfortaron, sobre todo el primero: “Cuando se juntaron contra mí los malignos para comer mis carnes, ellos mismo, mis adversarios y mis enemigos, tropezaron y cayeron”.
- ¿Qué vas a hacer ahora? No tenés que esconderte.
- ¡Noooo! ¿Por qué? Mirá, cuando abandoné el pabellón me sentí totalmente liberado. Voy a hacer una vida normal, como la que había hecho antes de ingresar en la cárcel. No tengo por qué esconderme.
- Así te quiero escuchar.
- Así va a ser. Tengo dos opciones: vengarme de todos o dedicarme a mi familia. Sonia, mi mujer, y mi papá Víctor me aconsejaron bien. Voy a optar por la segunda. Vuelta de página y a continuar.
- Tenés razón. Vamos ya mismo a sacarte la duda sobre cómo te va a recibir la gente. Vamos a caminar por la calle.
-¿Te parece? ¿Ahora?
- Ahora, levantate. Es plata o mierda. Vamos a la calle Florida.
Llegaron a la peatonal y divisaron a una veintena de alumnos que paseaban de excursión. Antes de que cualquier otra persona se les acercara, la maestra apuró el paso y les solicitó permiso tímidamente para que se tomaran fotografías. Rieron durante varios minutos y, ya completamente distendidos por la prueba superada, volvieron al bar a encontrarse con la barra de amigos. A poco de entrar, el Bambino miró fijamente a Carlos y le aseguró: “Estoy de vuelta, gracias por todo”. Cuarenta días después, San Lorenzo lo citó otra vez.
La otra versión, no menos confusa, viene de Malenna (ex Sebastián) Candelmo. Ocurrió el 17 de Octubre de 1987 en el departamento que entonces Héctor Veira tenía en el barrio de Caballito. Por miedo, por vergüenza y también por ser menor de edad, Sebastián Candelmo, el chico de 13 años que acusó al ex técnico de Boca y San Lorenzo de haber sido abusado, permaneció en silencio. Hace unos años, a sus 27, Malenna, como Sebastián se hace llamar, apareció “Aunque recuerdo todo, trato de no revivirlo porque me hace mal”, adelantó ante las cámaras de “Intrusos”. Se negó a dar detalles. “No sé si Veira usaba slip, me acuerdo del pantalón marrón que llevaba y que peló el coso -dijo y pidió que no lo obliguen a dar precisiones-. Pasó lo que puede pasar en una cama”, resumió. Fue mi primer hombre”.
Según Candelmo todo empezó con un pedido de autógrafo. Viajaba con su padre en auto cuando vio al Bambino en la calle: “Ese día mi padre lo reconoció y yo le pedí un papel para solicitarle un autógrafo”. Sebastián estaba con un amigo -explicó- y los dos se bajaron del coche y se acercaron para pedirle su firma. “Me dijo que la birome no funcionaba, y me invitó a subir al departamento”. Candelmo cuenta que subió solo por pedido del Bambino. Como no había lugar en la cuadra para estacionar su padre quedó dando unas vueltas a la manzana y al volver vio que su hijo no estaba. Una vez en el departamento Sebastián pidió permiso para ir al baño. “Cuando salí él me estaba esperando en la habitación”.
Candelmo reconoce que “él sabía que tenía una tendencia homosexual” y que tenía miedo “de la homosexualidad, porque si eras travesti en ese entonces te pegaban o te mataban”. Comentó que así se lo hizo saber a Veira. “Tuve miedo y yo se lo planteé”, dijo: “Fue mi primer hombre. Por eso es que siento que Veira es culpable de mi homosexualidad, aunque no de mi travestismo”. Y negó que todo haya sido “una cama” para sacarle plata a Veira. “Cuando sucedió este hecho vivíamos en Martínez -se defendió explicando que entonces gozaban de un buen pasar-. Después mi familia cayó en bancarrota por lo que tuvimos que pagar en abogados”. Se gastó todo, “el Bambino” también perdió.
El escándalo lo obligó a dejar el fútbol y después de tres años de acusaciones y desmentidas, pagó con 11 meses de cárcel en Devoto. Veira quedó en libertad en 1992, pero el caso siguió con una demanda por daños morales que se resolvió a favor de la familia Candelmo en 1998. Veira debió pagar una indemnización de 110.000 dólares más intereses -$ 145 mil- y sufrió el embargo del 90% de sus bienes y el 20% ciento de su sueldo en San Lorenzo que lo llevaron casi a la quiebra.
¿Qué hizo Candelmo con la plata que cobró? La gastó en menos de un año. Compró una oficina para su padre, la casa donde vive con su mamá y otra casa en Mar del Plata a donde se fue a vivir un año para escapar de su vida. “Mi apellido es una cruz. Mis amigos se borraron. A los 16 años me escupían y pegaban. Fui discriminado en el colegio y en el barrio. Aunque nos mudábamos seguido, la gente se enteraba, y siempre era conocido como el chico del caso Veira…”, dijo.
La depresión que vivió desde los 16 lo hizo cambiar de hábitos. “La droga fue un escape, empecé a consumir cocaína a los 17 y dejé a los 22, porque siempre que consumía me los imaginaba a mis viejos llorar”.
En ese lapso estuvo varias veces muy cerca de la muerte. “Me internaron en el Ramos Mejía y me hicieron un lavaje de estómago porque había tomado un montón de pastillas”. No fue una casualidad, dice que varias veces más intentó acabar con su vida. “Quise suicidarme otras veces, me corté las venas a los 16 y, también, a los 18″. Dijo haber terminado con “tanta locura”. Pero ni la plata cobrada, ni el cambio de imagen -“me hice las lolas el 8 de Mayo de este año” (2000)-, cuenta le dieron tranquilidad. Con las operaciones de cola y de nariz (con la que dijo a Foco no haber quedado satisfecha), los peeling faciales, la plata se acabó rápido y Sebastián se volcó a una nueva vida.
Adoptó el nombre de Malenna por una película que había visto, y que trata de una chica que es violada, y abrió un sitio web para mostrarse. Un amigo la convenció de sacarse fotos desnuda, cuenta a Foco. “Para poder trabajar publiqué mis fotos en Internet con el nombre de Malenna Candelmo. Usé mi apellido porque sé que muchos van a buscarme para decir: ´A ver qué se siente hacerlo con el chico del caso Veira”.
Debutó unas semanas después y fue una situación traumática: “Con el primer tipo que tuve relaciones estaba en pedo, tomé tres whiskies, y cuando estaba un poco mareada subimos al hotel alojamiento. Una hora después volví a casa corriendo. Subí las escaleras, me encerré en mi cuarto y me puse a llorar” -cuenta angustiado-. Aunque jura que sus padres la apoyan, cuenta que vio la vergüenza en la cara de su padre cuando se lo confesó, y que su mamá Nélida sufre un ataque de nervios desde que salió la nota de Intrusos. Sentido dolor Pero hay quienes dicen que su dolor no es genuino.
Yanina Veira, la hija del Bambino, desliza que en la homosexualidad de Candelmo está la prueba de la inocencia de su padre. “Él lo acusó de violación y ahora aparece siendo un tremendo travesti. Yo también tuve que cambiarme de ocho colegios porque mi vida era un caos, y ahora tengo que remontar todo ese pasado”.
Lidia Pepe, la primera esposa de Veira, también acusa a Candelmo: “Su condición venía de nacimiento y ahora dice que el caso del Bambino lo arruinó, que tuvo que hacer la calle y en un año se gastó la plata. Yo sabía que lo habían echado del colegio por amanerado. Además ellos vivían en una pocilga y ahora tienen dúplex”.
Malenna se defiende y mostró a Foco su casa sin lujos, donde vive con su madre, su perra Luna y su gato Chatrán. En su cuarto se ven algunas de sus fotos. Todas son de la infancia, antes del escándalo con Veira, antes de que se reconociera como “travesti”, condición de la que está orgullosa (sueña con llegar a ser como Florencia de la Vega).
Además, está repleto de imágenes de Jesús y la Virgen. “Dios es fundamental” dijo su mamá, y Malenna reza para poder mitigar su dolor. “Odiar, no odio a nadie, pero si me cruzase con el Bambino Veira le diría: ‘¡Cómo me cagaste la vida!´”.
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Carta abierta
Globo libre,
el primer balón flotaba
sobre el grito espiral
de los vapores.
Roma y Cartago
frente a frente iban,
marionetas fugaces
sus sandalias.
Rafael Alberti
Para salir de pobrezas Cirilo Montaño planeó una estrategia.
Durante su vida lo había intentado todo, desde someterse en cuerpo y alma al trabajo porque, según el orden natural de las cosas, ese es el camino correcto; pero llevaba quince años en su oficio y no había logrado completar ni siquiera el menaje de su casa. Eso de "su casa" es un decir, porque era un arrendatario que se veía en pindingas para pagar puntualmente las mensualidades. En algún momento, cuando su espíritu rebosaba fe y optimismo, condenó la posición de un viejo compadre suyo que rechazaba sistemáticamente cualquier posibilidad de trabajo bajo un argumento simple: para morir pobre y cansado; prefiero vivir pobre pero descansado.
Hoy ya no era tan radical en esa apreciación, incluso había llegado a darle la razón porque él mismo, tras esos tres lustros de sacrificios sin cuenta, tras deslomarse trabajando en un aserradero primero, y en las oficinas de la empresa maderera después, (había estudiado por las noches hasta alcanzar el título de Contador Público), apenas si podía mantener decentemente a su familia.
Cuando se dio cuenta que por el camino del trabajo no llegaría jamás a su objetivo, decidió entregarse por entero a la esperanza. Jugó sistemáticamente a la lotería y apostó a cuanto sorteo se promocionaba en la tele, él se atrevía a soñar, tal y como recitaba un extrovertido animador; pero, como sabemos, todo en la vida es sueño y los sueños sueños son, cada jueves, o el día siguiente a los sorteos, volvía a la frustración y a la realidad desalmada de su pobreza.
La Providencia entonces le envió un mensaje, por lo menos así lo creyó Cirilo, hombre de convicciones y perseverancia, a través de una noticia publicada en primera página por un matutino de gran tiraje. La información contaba que en Madrid un emigrante ecuatoriano había logrado vender a su hijo en seis millones de euros. Hay que precisar que el negocio comprende su "carta pase", es decir a los derechos deportivos, que no a la persona misma, aun cuando en la práctica es igual, más todavía si el objeto de venta es de raza negra.
El comprador era el Real Madrid, aquel equipo de fútbol que, en su tiempo, fue gloria del balompié de España y Europa y del generalísimo Franco, así lo afirma con pelos y señales el escritor uruguayo Eduardo Galeano, y si él lo dice así debe haber sido, no sólo porque es hombre merecedor de crédito sino porque la afirmación está publicada y nadie la ha desmentido todavía.
Fue entonces cuando Cirilo Montaño se fijó en su hijo. ¿Tenía dotes para futbolista?
No lo sabía, porque se dedicó por entero y sin distracciones al trabajo, poniendo sus cinco sentidos en la meta sagrada de ganar dinero.
De ninguna manera podría atribuírsele falta de preocupación hacia su único hijo.
Por el contrario, buena parte de su exigua renta la dedicaba a educarlo con esmero, a cuidar de su salud y a vestirlo convenientemente; lo que no se le ocurrió jamás fue comprarle unos zapatos de fútbol, o unos guantes de arquero, ni siquiera una camiseta del equipo campeón.
A su criterio tal actitud hubiese sido un desperdicio.
Pero ante la realidad plasmada en la noticia se dio cuenta de su equivocación, creyó que el camino era evidente y decidió seguirlo.
De la noche a la mañana cambió su conducta.
Renunció a los tiempos extra que le daban algún dinerillo adicional y actuó como manda la lógica: compró literatura futbolera para adentrarse en el tema y leyó, a más de obras de táctica y estrategia y manuales de entrenamiento, a Osvaldo Soriano, Eduardo Galeano, innúmeros cuentos de fútbol, la autobiografía de Diego Maradona y hasta, nadie lo hubiera creído, a Pier Paolo Pasolini, el cineasta apasionado por el fútbol.
Así instruido pasó de la teoría a la práctica.
Compró un balón e invitó a su hijo, que a la sazón frisaba diez años, a un picadito de indorfútbol. Y se sorprendió de la habilidad del chiquillo. Jugaba a lo Franklin Salas, paseando el balón como si estuviera en una fiesta, acariciándolo, escondiéndolo del rival, y goleando. Era un diez que no se contentaba con servir sino con hacer.
Y se dio cuenta de la mina de oro que tenía en sus manos o, propiamente expresado, en los pies de su hijo. Sin embargo, existía una grave dificultad.
No lo podía vender en el país. Ningún club nacional arriesgaría un dólar por su muchacho, y si lo hicieran, los del negocio serian ellos, excluyéndolo. Tenía que seguir el ejemplo que le daba la vida y que había sido reseñado por los periódicos: tenía que emigrar, y se fue.
De nada valieron los llantos de su mujer, acostumbrada ya a las pobrezas cotidianas. Para ella tenía más valor la integridad familiar que los posibles réditos que las habilidades de su hijo pudieron eventualmente ofrecerles. Prefería a su marido en casa que en esa búsqueda incierta.
Prefería ver a su hijo en la escuela, estudiando e imaginarlo en el colegio y en la universidad, que correteando tras una pelota, aun cuando su habilidad era evidente.
No pudo detenerlo y, como en el bolero, cerrando los ojos lo dejó partir.
Han transcurrido varios años. Don Cirilo Montaño vive en España. Ha progresado. Después de cosechar aceitunas y brócoli, derrochando su tesón habitual llegó a las oficinas de una empresa internacional donde hoy trabaja llevando las cuentas. Es un hombre eficiente aunque insatisfecho.
Mi madre viajó a reunirse con él. Hoy viven juntos en Murcia. Yo tengo 20 años. Llegué a jugar con algún suceso en el Esmeraldas Petrolero; pero seguí la carrera de Letras en la extensión de la Universidad Católica. Pretendo ser escritor. Pero no puedo dar por terminado este relato sin consignar que fue mi propio padre, don Cirilo Montaño, el culpable de que yo no esté jugando en el Real Madrid o en el Barcelona, ni siquiera en la Liga de Quito, cuadro del que soy devoto hincha, porque, cuando él se fue, y como una forma de mitigar mi tristeza, empecé a leer los libros que compró y que, como a don Quijote de la Mancha, le llevaron a su particular locura, y desde entonces dejé el balón por el oficio de las letras.
Siempre sería pobre.
Pero no me importa, nada mejor que la gambeta de un poema, digo yo, contrariando los sueños de mi adorado y ausente progenitor.