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Siempre nos recordaba lo importante que era ganar. ‘Plin-caja’, nos decía antes de un partido, queriendo explicar que primero estaban los puntos y luego lo demás. Después, si ganábamos, nos decía: ‘Ahora tienen que pasar todos por caja para cobrar la prima’.
Dentro del vestuario era amigo de todos y el ambiente era inmejorable. Tenía mucha gracia y nos hacía salir con confianza a la cancha.

(JOSÉ EULOGIO GÁRATE, ex jugador del Atlético de Madrid, recordando al entrenador argentino recientemente desaparecido: Juan Carlos “Toto” Lorenzo -foto-)

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El niño pelota (Luis Martín - España)


El doctor Jaume Matamala se levantó del sillón, llenó un vaso con agua y se lo acercó a aquella mujer sollozante, desesperada, que sentada en su despacho y recién llegada de Logroño le imploraba ayuda.

Cálmese, señora, y explíquemelo otra vez, poco a poco, para que pueda entenderla.

Doña Engracia Mejorana sorbió del vaso, se secó las lágrimas, tomó resuello y volvió a intentarlo.

-Pues nada, doctor, que mi hijo quiere ser pelota y me han dicho que es usted el único en España que nos puede ayudar.

El eminente psicólogo volvió a sentarse en su sillón de cuero y con tono tranquilo le dijo a aquella buena mujer.

-Pero a ver, señora. ¿Pelota? En todos los colegios del mundo hay niños que se chivan de los compañeros a los profesores, que confunden la traición a su colectivo con el buen comportamiento. Yo mismo fui un poco pelota durante mi etapa de bachillerato y al empezar los estudios universitarios cambié radicalmente mi conducta en las aulas. La verdad, no acierto a comprender su preocupación.

La señora, evidentemente, había pasado antes por una situación parecida, así que sin mediar palabra, se levantó de su asiento, dio un par de pasos, se acercó a la bolsa de deportes que había dejado en el suelo al entrar en el despacho y la abrió.

Han pasado unos años y demasiadas cosas, unas buenas y otras malas, la mayoría sorprendentes y extraordinarias, pero la vida del doctor Matamala tuvo un antes y un después de aquella mañana. Nunca olvidará el momento que conoció a Eugenio López Mejorana en su consulta de la calle Jordi Bas de Barcelona.

-¿Lo ve, doctor? Eugenio quiere ser pelota. No chivato de sus compañeros de clase, no. ¡Pelota, pelota de fútbol!; aclaró doña Engracia al tiempo que una bola blanca con topos negros le miraba tímidamente desde el suelo.

Tenía ojos, había perdido la nariz y las orejas, pero conservaba una boca pequeña y dos manitas se adivinaban a cada lado de aquello que antes fue un niño y que apenas ya ni podía andar, desplazándose dando botes sobre aquello que un día habían sido dos pies.

La primera reacción del doctor fue beberse el vaso de agua que le había acercado a su cliente. Después retiró un enorme tomo de una estantería, lo abrió, sacó una botella de Cardhu y se echó un buen trago. Miró de nuevo a la señora, miró a su hijo, o a la pelota, o a lo que fuera aquello y no pudo por menos que exclamarse.

-¡La madre que me parió!

Delante suyo, una pelota, con sus hexágonos negros y todo, le saludó:

-Buenos días, doctor.

Estiró su mano y tocó al niño. No tenía piel, el tacto recordaba al cuero sintético de los balones con los que jugaban sus hijos. Reprimió el instinto de patearlo pero el crío, o la pelota o lo que fuera, no era tonto y le dijo.

-Chúteme, doctor, chúteme. Es lo que más me gusta, le pedía “aquello”.

Enseguida reparó que tenía ante sí un caso excepcional de mutación por efecto de la voluntad y no dudó.

-Señora, chaval, pueden contar con mi ayuda, dijo.

Durante semanas buscó en libros de psiquiatría un antecedente semejante. Durante meses viajó de seminario en seminario por medio mundo mientras Eugenio seguía mutando en su pueblo de Las Almodrejas, tan feliz. A cobijo de sus paisanos, que compartían gustosos su secreto, aguardó la llamada del doctor, que no tardó en contactar con la NASA. Allí le llevaron ante una eminencia en física psicomolecular, al que conocía de leer sus artículos en revistas especializadas: el doctor Márius Stevanger, doctor honoris causa en Psicología por tropecientas universidades.

Descubrió así una patología rara como pocas: cuatro casos en el mundo. Una niña/silla en la India, en 1930, un bate de béisbol en Colorado en 1948, y otro caso, éste más moderno, datado en 1994, el de dos gemelos convertidos en raquetas de tenis en Achillmore, al norte de Glasgow. Y punto pelota… nunca mejor dicho.

El doctor tuvo acceso a documentación restringida de los archivos del departamento de micromutación de la Universidad de Berlín y entró a formar parte de un reducido grupo de psicólogos ante los que juró mantener en el más puro secreto profesional aquel caso de patología increíble. Le explicaron que no había vuelta atrás para su paciente mientras no cejara en su voluntad de convertirse en balón de fútbol, algo que descartó, y supo que el proceso se completaba en la pubertad y no tenía vuelta atrás. A los 17 años, sería una pelota.

Así fue. Dos años después, Eugenio, aquel niño, era una pelota de fútbol. Y hubiera sido una pelota feliz para deleite de sus sobrinillos y demás lugareños del pueblo de no ser porque Lluis Bermell, buen periodista pero peor que la tiña como persona, traicionó a su propia esposa, prima del susodicho Eugenio, la pelota, bueno, eso, que le contó la historia con motivo de una visita a los tíos del pueblo.

-No te preocupes, no te preocupes, cariño; dijo aquel tipejo.

Bermell se fue de Las Almodrejas, tras haber hablado largas horas con el niño balón y una foto que, una semana después, convirtió en la portada del MARCA.

Maldita la hora.

Al doctor se le fue el paciente de las manos, y al paciente su vida. Inconsciente del daño que a una indefensa pelota le podía causar un mundo tan hostil como el del periodismo deportivo, sucumbió a la fama y al dinero convirtiéndose en un producto mediático.

Doña Engracia lloraba y Agapito, el padre de la pelota, se lamentaba.

-¡Dos hostias y pal campo!, eso tenía que haber hecho. ¡Si me hubierais dejao, dos hostias “dás” a tiempo y to arregláo!, bramaba.

Al principio, todo fueron risas para Eugenio, el niño que quería ser pelota y ya lo era. Fichado por una multinacional americana, se convirtió en icono de lo que llamaron “una manera inteligente de amar el fútbol”. Patrañas. Sólo faltó que el más famoso periodista radiofónico, Juan Cazón de la Almorrena, iniciara una campaña para que Eugenio fuera el balón oficial de la final de Copa del Rey de la temporada 2007. Lo fue. Y maldita la hora.

-¡No, desaparece, vámonos de España!, le suplicaron doña Engracia y el doctor Matamala.

Pero Eugenio no hizo caso y acabó en el centro del campo del Vicente Calderón en brazos de Mejuto González. A un lado, el Real Madrid. Al otro, el Athletic Club de Bilbao. 22 jugadores, millones de espectadores y Eugenio feliz como nunca. España estaba pendiente de él, que iba de las botas de Raúl a las manos de Aranzubia, de la cabeza de Llorente a la zurda de Yeste, de la valla de publicidad a las manos de Casillas y de allí a Helguera… Así hasta el minuto 87 de partido cuando Iraola le recibió con la izquierda y sin proponérselo, la armó buena. Qué contento iba Eugenio/pelota pegado a los pies de aquel crack, que fue superando a un rival, a dos, a tres, que tiró una pared con Tiko y encaró a Casillas, amagando el disparo abajo y golpeando a Eugenio con pie de seda para superar por alto la salida del portero.

Ahí estaba Eugenio, la pelota, eso, volando camino de la portería que da al Manzanares en el Calderón, todo el País Vasco empujando para que entrara, media España lamentando ya el gol. El niño pelota botaba camino de la gloria. Ya intuía los gritos de GOOOOL. Cerró los ojos y… buen golpe se dio en el palo.

Y cuando el madridismo respiró tranquilo, la pelota, o sea Eugenio, pensó.

-Esta jugada merece ser gol.

Lo fue. Eso, la pelota, Eugenio, dio media vuelta y se metió dentro. El árbitro, claro, dio gol.

Y la final terminó 1-0, no sin antes cambiar de pelota. La que se armó.

“Balón etarra”, tituló La Razón. “El Athletic mereció la Copa y la final, otro balón”, escribió Santiago Segurez en “El País”. “Maldita pelota” abrió el AS. La Copa del Rey se fue a Bilbao y en Madrid empezó una campaña inhumana contra Eugenio/pelota, terrible y despiadada. En el pueblo, a Don Agapito le quemaron los campos.

La casa en Cabrils del doctor Matamala fue atacada por un grupo de españolistas. Cuando Doña Engracia enfermó, muriendo poco después, Eugenio trató de suicidarse bajo las ruedas de un camión, sin lograrlo. Enganchado al remolque desapareció del pueblo… y nunca más se supo de Eugenio, el niño que quiso ser pelota hasta que años después apareció en Bilbao.

Una tarde. Andoni Zubizarreta presidente del Athletic, paseaba por el Arenal de Bilbao con su hija Jone, cuando vio un trozo de cuero sintético tirado en una de las escaleras que bajan hasta la ría. Por un momento le pareció que aquello hablaba y se acercó. Murmuraba delirando aquella pelota que reconoció rápidamente.

Era Eugenio, aquel niño pelota que conoció un par de años antes, en aquella final contra el Madrid. Estaba fatal, casi no tenía topos negros, pálido, helado estaba, después de una semana de lluvias, calado el niño pelota hasta los huesos… bueno, hasta lo que tuviera dentro. Zubi cogió aquella piltrafa y se la llevó a Lezama. Allí la cuidaron como sólo se cuida al fútbol en Bilbao.

Meses después, un seguidor del Real Madrid le denunció. Eugenio era el balón oficial del Infantil A en Lezama. La federación le retiró la Copa al Bilbao y el presidente convocó una rueda de prensa.

“Perdemos una Copa, pero ganamos una pelota”, dijo Zubi.

Una pelota llamada Eugenio que fue feliz y no comió perdiz, porque los balones no zampan pajaritos.

(publicado en el libro “37 cuentos alrededor de un balón”, editado por periodistas catalanes, con la colaboración de Samuel Eto’o. Los beneficios fueron destinados a la Fundación Campaner que lucha contra la enfermedad del Noma en África)

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Nuestro pueblo busca el arte


En deportes, nuestro pueblo demuestra que es inteligente y latino. Gusta de lo espectacular; busca el arte. Con sólo haber hecho del fútbol una predilección evidencia la calidad de su inteligencia. Nada comparable en deportes a una cancha bañada de sol, con los pentagramas de sus graderías bulliciosas formando una aureola sobre ese suelo verde... Un ring suele transmitir emoción, una cancha de rugby también, pero es una emoción más sajona. Se nos dirá que el fútbol es de procedencia sajona. De acuerdo con ello, pero de procedencia solamente, porque tenemos la plena seguridad de que en ninguna parte se juega uno tan lucido, tan emotivo.
Al jugador de estas orillas del Plata le dieron un libro de buen contenido y él se encargó de ilustrarlo.
Los ingleses nos enseñaron las reglas y algo del juego pero cuando entraron a tallar nuestros muchachos se comenzaron a improvisar las jugadas que le dieron fisonomía propia. Y hoy quizá los profesionales ingleses nos ganen a meter goles pero a jugar, a jugar en el sentido ampliio.de! vocablo, a hacer los más endiablados dribblings, a eso, nunca. Todos estos detalles justifican la inteligencia intuitiva de nuestro pueblo. Tiene, pues un valor fundamental.

(RICARDO LORENZO "Borocotó" [1904-1964], periodista deportivo, escritor y guionista uruguayo, radicado en Argentina -1928-. En la imagen, parado a la izquierda de Juan Manuel Fangio)

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Dios no me dió la posibilidad de tener hijos. Pero me dio otra chance: ese lugar para mí lo ocupa River Plate.

(ANTONIO VESPUCIO LIBERTI [1902-1978], y toda su pasión por el Club Atlético River Plate, del que fue varias veces Presidente)

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La pasión que genera el futbol hunde sus raíces en la oculta presencia de la muerte, que está presidiendo todos los actos humanos, cada vez que estos actos se miden por el paso del tiempo.

(JUAN VILLORO, escritor mexicano)

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Gol (William Roberts - Inglaterra)

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Garrincha (Manuel Picón - Uruguay)

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Los estadígrafos del fútbol obtuvieron, hace algunos años, un dato realmente insólito, referido a los goles más rápidos de la historia del fútbol de Primera División en el orden mundial.
Lo original de este caso es que el gol en cuestión, fue... en contra.
Ocurrió el 3 de Enero de 1977, cuando se enfrentaron Torquay United y Cambridge United, por el torneo oficial de la Liga de Inglaterra.
El sorteo realizado por el árbitro permitió que el centrodelantero del Cambridge iniciara las acciones, tocando hacia adelante a un compañero, quien casi inmediatamente envió un centro por elevación hacia el área adversaria.
Allí, el defensor del Torquay, Pat Kruse (foto), intentando rechazar de cabeza, conectó hacia atrás, descolocando a su arquero, para abrir el marcador.
Fue un verdadero golazo, pero en contra, y a solo ¡6 segundos! de comenzado el partido. Todos los espectadores quedaron como paralizados por la insólita conquista.
Pat Kruse, el hombre que quedó en la historia del fútbol a raíz de ese hecho desafortunado, dicen que tuvo que ir a un psicólogo. Su récord, indudablemente, no le causó ninguna satisfacción personal, además de haber perdido la titularidad para el siguiente partido.

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Un tipo raro que se irrita con todo el mundo.

(GARY LINEKER, ex internacional inglés, opinando sobre Alex Ferguson)

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Si Cristiano Ronaldo costó 92 millones, yo con 23 años costaría 93.

(MICHEL PLATINI, Presidente de la UEFA, en entrevista publicada por el semanario italiano "L'Espresso", Julio de 2009)

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'Lolo' y una historia de amor


En las épocas primigenias del fútbol peruano, cuando los jugadores todavía no eran tentados de una manera hostigante por los clubes europeos, apareció una historia de amor a la camiseta que hasta el día de hoy se recuerda: la anécdota de ‘Lolo’ Fernández y el famoso cheque en blanco que rechazó al Colo Colo de Chile.

En tiempos cuando los jugadores cambian de club como de celular, vale la pena volver a hablar de una historia que demuestra tanta fidelidad por una camiseta que lo contado el día de hoy daría la vuelta al mundo. A pesar de que la anécdota es cuestionada por muchos debido a lo poco que se puede comprobar de ella no deja de constituir una enseñanza del apego de un hombre hacia su club.

Eran épocas donde para algunos amistosos -internacionales, sobre todo- los clubes, con la mayor naturalidad posible, se reforzaban con jugadores de otros equipos. Como por ejemplo la gira aliancista de 1935 en la que Teodoro ‘Lolo’ Fernández, ídolo máximo de Universitario de Deportes, reforzó al club blanquiazul, cuando el artillero se puso la camiseta aliancista y cuyas fotos sirven para que hasta el día de hoy los hinchas del Comando hagan bromas respecto al tema.

El punto es que años después, en 1941, 'Lolo' -cuya fama ya había trascendido fronteras- reforzó al Colo Colo chileno. El club mapochino iba a jugar un amistoso contra Independiente de Avellaneda y quería contar con los servicios del artillero.

El 'Cañonero' vistió las sendas colocolinas junto a otros tres jugadores de Universitario, incluido su hermano mayor Arturo, y anotó el gol de la victoria frente a los ‘Diablos Rojos’ de Avellaneda. Esto generó que hinchas, dirigentes y jugadores del 'Cacique' santiaguino quisieran convencerlo rápidamente de que firme una permanencia larga en tierras chilenas. Nunca consiguieron el "sí" de Lolo.

Sin embargo los vecinos sureños no se rindieron tan fácilmente e hicieron una última oferta que el día de hoy haría que el jugador firme tan rápido que el papel termine roto. Cuenta más de una crónica que el presidente de Colo Colo, Robinson Álvarez, le puso un cheque delante a 'Lolo' y le dijo: “Usted ponga la cifra”.

Contrariamente a lo que el directivo mapochino pensaba, el goleador se negó a firmar el contrato y regresó a tierras peruanas para enfundarse la camiseta de su tan querido equipo crema. "Yo tengo un solo amor, que está en el Perú y se llama la 'U'", reportan que dijo. Si eso no es amor, entonces difícilmente alguien pueda estar seguro de qué lo es en realidad.

NOTA: En la foto 'Lolo' Fernández, último desde la izquierda, con la camiseta de Colo-Colo, como refuerzo, en el estadio Nacional de Santiago. Lo acompañan, siempre desde el lado izquierdo, Pablo Pasache, César 'Pibe' Socarraz y su hermano Arturo Fernández (Foto: tomada del libro 'Lolo, ídolo eterno', de Teodoro Salazar Canaval, pág. 71)

(artículo de Juan Diego Gilardi publicado en el portal digital “De chalaca”)

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Uno de los triunfos inolvidables conquistados por Atlanta en la Bombonera, se produjo el 4 de Agosto de 1963 por la 13ª fecha de ese torneo.
Boca, que había sido campeón el año anterior, cayó en su propio reducto por 3 a 0 con goles anotados en el segundo tiempo por "Manija" Puntorero en dos ocasiones (a los 4 y 10 minutos) y "Pichino" Carone (a los 18).
Con el arbitraje de José Luis Praddaude, los equipos formaron así:
Boca Juniors: Spilinga; Magdalena y Heredia; Novarini, Da Silva y Más; Grillo, Loayza, Valentim, Sanfilippo y Aimonetti.
Atlanta: Gatti; Claría y Cardoso; Vignale, Griguol y Caletrio; Luna, Conde, Puntorero, Castro y Carone.
Atlanta se dio el gusto de golear al campeón en su cancha (Boca jugó con suplentes preservando a los titulares para un partido de la Copa Libertadores) pero además, con un toque que hizo historia.
Por el otro lado, ese Atlanta dirigido por Osvaldo Zubeldía, estaba excelentemente compensado entre figuras de experiencia, como Conde, Castro, Griguol y Clariá, y muchachos que asomaban con posibilidades como Hugo Gatti en la valla, ‘Pichino’ Carone, Luna y Puntorero, éste con enorme talento para volantear por izquierda. Un estilo de juego que le permitiría a Atlanta a ser uno de los animadores del campeonato de ese año.

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La actitud está por encima de cualquier sistema táctico.

(CARLOS BIANCHI, ex jugador y entrenador argentino)

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Los presidentes de los clubes no tienen amigos, salvo cuando tienen entradas disponibles para los grandes partidos.

(ROY HATTERSLEY, diputado británico y simpatizante del Sheffield Wednesday Football Club)

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Vi a Dios en Devoto (Rodrigo Arias - Argentina)


Siempre que tomaba un taxi o algún remise para volver a mi casa de Devoto, me hacían las mismas preguntas: “¿Sos de Devoto?, ¿Me podés guiar?”. “Sí”, contestaba.

Generalmente, el intrincado laberinto de sus cuadras era un obstáculo para la gran mayoría de los conductores. Pasados unos minutos, venía la siguiente pregunta: “¿Vivís cerca de la casa de …?, ¿Lo viste alguna vez?. Por ese entonces, tenía 22 años.

Confieso que durante ese tiempo, nunca lo había visto. Ni siquiera a su sombra.

Hasta que un viernes, un amigo, “Dani”, me pasó a buscar con su moto para ir tomar unas cervezas. No se por qué, creo que por algún capricho del destino, cambiamos el recorrido que hacíamos habitualmente por la calle Pedro Morán.

Esa vez, fuimos por Habana. Cuando estábamos por llegar a la intersección con Segurola, vi que “una zurda” inconfundible se bajó de una 4 x 4. Enseguida la reconocí. Era una zurda ingeniosa, atrevida e hiriente; era aquella zurda que había agrietado a las defensas más rígidas.

Fue tan rápido y tan preciso el recorrido entre la camioneta y la puerta del edifico de Habana al 4310, como aquel tranco del gol a los ingleses. Cada paso, cada movimiento de su cintura, cada avance era un calco de aquella magnífica obra. Fue como un clip.

Todavía recuerdo que, eufórico, le dije a “Dani”, “Es…”. “Quién… qué pasó”, me contestó preocupado porque llegábamos tarde al lugar donde “parábamos”, el viejo bar 'Nastase' (en homenaje al gran Ilie, otro desfachatado del deporte).

Pensé en arrojarme de la moto en ese mismo instante, aunque ese arrebato de locura me significara un golpe. Pensé en decirle a “Dani”, “Pará, frená, por favor”.

Pensé en darle lo que tenía puesto: mi camiseta del Barcelona, aquella que usaba en ocasiones especiales para que no se deteriorara. Pensé en decirle que… pero desistí.

Su sola presencia, obnubiló todos los mecanismos de mi razón. Pensé que a Dios no puedo decirle nada.

Sólo contemplarlo. Admirarlo tranquilamente.

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¿En qué pensaba cuando se detenía en el área, inmóvil, y con usted todo el Bernabéu?

En nada. El secreto era no pensar, quedarte en blanco. Pensar dentro del área es perder el tiempo donde lo que hay que hacer es ganarlo.

¿De quién aprendió?

Cuando eres un niño aquello que te gusta especialmente deja huella en ti. En mí lo hizo el espectacular cambio de ritmo de Johan Cruyff. Me atraía cómo pasaba de una velocidad a otra con tanta rapidez. Era efectivo y hermoso.

¿Por qué nunca protestaba a los árbitros?

Porque la energía es limitada y debes orientarla a lo que te interesa. Discutir te desgasta y desconcentra.

(EMILIO BUTRAGUEÑO, célebre jugador madridista, en diario “El Mundo” del jueves 23/10/2008)

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Esta es la segunda vez que he golpeado aquí a los alemanes... La primera vez fue en 1944, manejé un tanque en Roma cuando la ciudad fue liberada.

(ROBERT “Bob” PAISLEY [1919-1996], recordado entrenador inglés después que el Liverpool ganó la Copa de Europa, en Roma -1977-, ante el Borussia Mönchengladbach)

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Hablé con Grondona, él cree que los jugadores no dan todo en el campo de juego. Vi el partido con Paraguay y me dio la impresión de que los jugadores estaban desconcertados, no sabían qué hacer, miraban al entrenador, que estaba ahí y no decía nada. Aún quedan dos partidos, y, si se clasifican, Maradona volverá a ser el rey. Parece ser que tienen una crisis. El Sub 17 no se clasificó para el Mundial, el Sub 20 tampoco, la selección mayor tiene dificultades. Suena a algo así como una crisis.

(JOSEPH BLATTER, Presidente de FIFA, en declaraciones dadas horas atrás en Copenhague donde asistió al Congreso Olímpico del COI, y donde opina sobre la actualidad de la Selección Argentina)

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Los "muertos" también piden una convocatoria

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Tercera Copa de Europa (Josep Solé Balcells - España)

* especial para "Los cuentos de la pelota"



Ya tenemos la tercera
de las tres es la mejor,
la ganada allí en Roma,
con su juego abrumador.

El rival empezaba
con un juego infernal,
pero había un equipo
que le dio un recital.

Al creerse superiores
esto fue quien los mató,
al hacer el gol Eto'o
toda furia se acabó.

Su estrella en Ronaldo
se fundió como un candil,
siendo un crack de tal calibre,
acabó como infantil.

El Culé tuvo un partido
con el gol a su favor,
una tarde deliciosa,
al sentirse vencedor.

Al final vino el postre,
lo que el Xavi sabe hacer,
entregar con maestrilla
la pelota y defender.

Malo es que acabaron
encontrándose inferiores,
solamente haciendo faltas
en que hubo sinsabores.

Hoy el día es el Barça
el mejor del mundo entero,
al jugar de maravilla,
el equipo que más quiero.

Este año hizo el triplete
Campeones, Copa y Liga,
nunca hubo en España
lo que este año había.


(Toda mi gratitud para Don Josep Solé Balcells, quien escribió especialmente este poema a su amado Barça en ocasión de vencer en la última edición de la Champions League)

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“Enfrenté una depresión entre 2005 y 2009, sólo yo sé cuanto sufrí. La muerte de mi padre, en Agosto de 2004, me dejó un vacío enorme, acabé sintiéndome muy solo y me aislé cuando murió. Fue lo peor. Me vi solo, triste y deprimido en Italia, y es cuando empecé a beber. Sólo me sentía feliz bebiendo, todas las noches salía de fiesta, bebía lo que pasaba por delante mío: vino, whisky, vodka, cerveza... mucha cerveza”.
Pero las cosas empeoraron cuando el técnico de ese entonces, Roberto Mancini, ya no ocultaba su enfado por la situación y sus compañeros no sabían cómo ayudarlo: "No había cómo disimularlo, llegaba borracho por la mañana a los entrenamientos, con miedo a perder la hora durmiendo, me presentaba aunque estuviese borracho del todo. Y esto sucedió varias veces, entonces me llevaban a dormir al departamento médico y decían a la prensa que sufría dolores musculares. La dirección del Inter se portó de manera sensacional conmigo y me intentó ayudar de todas formas, pero lógicamente empecé a llevarme mal con Mancini y la situación llegó a ser insoportable. No paraba de beber y tuve que dejar el Inter”.
Así fue como recayó en el San Pablo: “Allí me ayudaron a arreglar mi vida y dar un nuevo rumbo porque estaba perdido. Entendí lo mal rodeado que estaba de amigos, que sólo me llevaban de farra, con mujeres, bebidas y sin pensar en nada. Y entonces la dirección del Sao Paulo me abrió los ojos. Regresé al Inter (finalizada la cesión al San Pablo) porque estaba Mourinho, lo que ocurrió es que cuando me vi en Italia, me sentí solo, sin el apoyo que necesitaba y volví a beber. Recordándolo, tengo hasta pena de Mourinho, quería ayudarme y peleó con la directiva que me quería echar”.
Fue entonces que, ante las presiones de su representante para internarlo, volvió a Brasil: “Volví a la favela de Vila Cruzeiro, donde crecí, y me vi fuerte, confiado cercado de mi familia y de mis verdaderos amigos, esto me hizo volver a ser yo mismo y salir de la depresión. La gente dice que estoy loco cuando renuncié a mi contrato, pero lo que hice fue comprar mi felicidad, no hay millones de euros que compensen haber vuelto a casa”.

(ADRIANO, actual jugador del Clube de Regatas do Flamengo, en recientes declaraciones a la revista brasileña R7)

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El Madrid es un estado mental, el afán de superación. La derrota va contra el escudo, que es un escudo de éxito.

(EMILIO BUTRAGUEÑO, célebre jugador madridista, en diario “El Mundo” del jueves 23/10/2008)

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A Arshavin le gustan el whisky, el póker y las rusas. Si esos son los méritos para ser jugador del Real Madrid, Paco y yo nos presentamos el año que viene.

(GICA CRAIOVEANU, ex internacional rumano, comentarista de la Sexta, España, pegándole en Noviembre de 2008 al actual jugador del Arsenal cuando el ruso sonaba como fichaje del Madrid)

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El árbitro FIFA (Jaime Roberto Flores - España)


Este encuentro se realiza entre los trabajadores de una compañía. Todo está listo para el comienzo, como si se tratara de un clásico de los grandes en el fútbol: Barcelona vs. Real Madrid (España), Boca Juniors vs. River Plate (Argentina), América vs. Chivas (Méjico) u otro clásico.

La pasión por el fútbol no tiene fronteras. Los aficionados del equipo rojo y azul apoyan con toda fe y fervor a sus equipos y éstos se preparan para el comienzo del partido. El árbitro fue elegido entre los aficionados: un tipo chaparro panzón y pelón. Éste da inicio al partido.

Los dos equipos comienzan con todas las ganas, como si se tratara de la final del campeonato. A los 15 minutos del partido, en un tiro de esquina, el equipo azul anota el primero.

El partido se pone intenso. A los veintidós minutos el equipo azul anota el segundo gol de un remate cruzado por el lado izquierdo. El equipo rojo no sale de la sorpresa y se lanza al ataque. En un saque de banda, en la desesperación, un jugador del equipo rojo da un saltito (chistoso) como si estuviera saltando a la cuerda o un charco. Y el árbitro FIFA marca el mal saque como todo buen árbitro, ante el asombro del jugador que le reclama: ¿Qué marcó?

Al minuto cuarenta y cinco, el equipo rojo arma un contragolpe y, tras un centro medido al pecho, el centro delantero marca a quemarropa el 2 a 1, y con ese resultado se van al descanso y la esperanza de buscar la victoria en el segundo tiempo.

El árbitro FIFA pide desesperadamente una cerveza porque anda con la resaca o cruda del día anterior y por no haber pisado una cancha de fútbol en años.

Comienza el segundo tiempo. El equipo rojo está con más fuerza y a los diez minutos logra el empate de un tiro de veinte metros de distancia.

El partido se pone de ida y vuelta y a los veinte minutos el equipo rojo anota un gol en fuera de juego. El árbitro FIFA lo anula, ante los reclamos del equipo rojo, y comienzan a protestar los dos equipos. Llega un aficionado a reclamarle y el árbitro le dice: ¡y éste quién es!, ¡qué está haciendo aquí!, !fuera!, y lo expulsó. Después le aclaran que estaban jugando sin fuera de juego, que era libre, a lo que el árbitro FIFA replica: “No jodan, ¿entonces para que quieren árbitro?”. Y les concedió el gol.

El partido se puso intenso, con muchas oportunidades de gol para los dos equipos, con tiros a los postes y atajadas de los porteros. En otro saque de banda el jugador del brinquito hace lo mismo y reclama e insulta al árbitro FIFA, que lo expulsa, y sus compañeros lo detienen para que no lo golpee.

Faltando trece minutos para el final del encuentro se da una descolgada de un jugador del equipo azul, que se lleva a tres jugadores del equipo rojo; dentro del área grande le llega otro limpiamente, pero el jugador azul se avienta un clavado y finge una falta que engaña al árbitro FIFA, quien marca el penal.

El tirador y el portero se alistan, el arbitro FIFA da la señal y el tirador se impulsa, lanzando el tiro hacia arriba como los grandes o como si hubiera comido aviones. Pero el equipo azul sigue al ataque y, mediante un centro medido de palomita (cabeza), el equipo azul logra el empate.

Cuando faltaban tres minutos hubo una descolgada del equipo azul; con triangulaciones, se filtra en el área un jugador azul y es derribado dentro del área grande con un foul flagrante. Pero el árbitro FIFA se hizo la vista gorda y no marcó el penal que le hubiera dado la victoria al equipo rojo.

Lo único que el árbitro FIFA quería era salvar su pellejo y dio el silbatazo final, pero los jugadores le preguntaban todavía qué marcaba, hasta que se sacó el silbato y les dijo: “Joder, ya se terminó”. Como la apuesta era de $ 500.00 se podía formar una bronca.

Los equipos se pusieron de acuerdo para jugar al gol de oro, a lo que el árbitro FIFA se negó rotundamente pues ya no tenía piernas para seguir y les dijo: “¡Ustedes ni jugar saben y quieren Gol de Oro, no jodan!”.

La historia continuará porque el árbitro FIFA fue invitado para el próximo clásico. Lo que es la pasión por el fútbol y lo que hay que hacer por él.

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Después de jugar en la 'U', en Sporting Cristal, en la selección peruana y en equipos menores en Perú, Martín Dall'Orso Patri (foto), que hoy debe tener 40 años, se fue a jugar a Guatemala en el año 2000. Allá defendió al Xelajú.
Una noche, un extinto programa deportivo, ya en la parte final de la edición dominical, informaba que Dall'Orso había sido figura, tras haber marcado 3 goles en un partido, hecho que la prensa guatemalteca elogió sobremanera, según el comentarista de Canal 13 de Lima. Lo extraño es que los medios digitales centroamericanos no le dieron cobertura a la actuación fulgurante del peruano. ¿Qué pasó entonces?
Un colega de ese país reveló que Dall'Orso jamás jugó ese partido, que ni siquiera estuvo en la banca de los suplentes y que el técnico de ese club había pensado en prescindir de él por su constante bajo rendimiento. El comentarista nacional, entonces, se vistió de duende e inventó la noticia que abría su espacio. Dall'Orso volvió al país, se retiró del fútbol y hasta hace poco dirigía a CNI de Iquitos, en la Copa Perú. Su heredero, que tiene el mismo nombre y que acaba de estrenar DNI, juega en Universidad César Vallejo. Ojalá nomás que no le sumen goles inexistentes como ocurrió con el padre.

(anécdota tomada del blog "Goal peruano", -2006-)

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Para mí, el fútbol siempre ha tenido que ver con la identidad, la pertenencia, la ironía, el humor, la oportunidad, la emoción, el color, la camaradería, la compasión, el absurdo, los valores, el trabajo en equipo, la participación, el consumo, la reflexión, la simplicidad, la belleza y, por supuesto, la esperanza. Aparte de eso, no puedo imaginar por qué la gente pierde el tiempo con él.

(STUART CLARKE, fotógrafo inglés)

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Alex Ferguson me decía que me retirara a final de temporada, pero a mi esa decisión no me sentó nada bien. Hice grandes temporadas con el United, siendo uno de los más goleadores, pero en la última campaña dejó de contar conmigo. Intenté cambiar la opinión de Ferguson, pero no pude y me provocó mucha frustración el notar que estaba en la lista negra del entrenador. En esos momentos no había nadie alrededor, sólo tenía riquezas materiales. La decisión de Ferguson provocó que comenzara a beber de nuevo. Eso contribuía a aliviar mi soledad.

(DWIGHT YORKE, internacional triniteño, acusando a Sir Alex Ferguson en su reciente autobiografía de su adicción al alcohol y el pasar de ser uno de los jugadores más importantes del Manchester United de finales de los '90 a ver los partidos de sus compañeros desde un bar)

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El abrazo del alma


Fecha: 25 de Junio de 1978 (Final del Campeonato Mundial)
Lugar: Buenos Aires (Argentina)
Fotógrafo: Ricardo Alfieri (Argentina)

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¡¡Qué arenga J.R.!!

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El recordado Juan Carlos Lorenzo fue una fuente inagotable de anécdotas graciosas y también dramáticas, siempre evocadas por ex jugadores que estuvieron bajo su tutela, en charlas en donde hoy, hasta lo dramático o doloroso, se recuerda con una sonrisa.
Carlos “La Pantera” Rodríguez, arquero de Boca en tiempos en que el inefable 'Toto' Lorenzo brillaba conduciendo a Boca, relató un suceso que le hizo perder la titularidad, de lo cual se enteró, ¡en plena cancha!...
“Una vez fue Boca a jugar a Salta por el Nacional de 1977 -comentaba 'La Pantera' Rodríguez (foto)- contra Central Norte. Atajaba yo y empezamos a ganar 2 a 0. Cuando terminó el primer tiempo, el árbitro Ducatelli le dijo al Toto que me advirtiera que tuviera cuidado de no hacer tiempo, porque me iba a cobrar un tiro libre en contra. 'Quédese tranquilo, Juan Carlos’, lo tranquilicé al técnico cuando el equipo volvía a la cancha. Pero faltando cinco minutos para el final, me demoré un poquito, Ducatelli cobró falta y de tiro libre nos hicieron un gol. El juego se detuvo y empecé a charlar con Zanabria. cuando de repente, y sin darme cuenta, Lorenzo entró a la cancha como enloquecido. Me encaró y con su vocecita aflautada me gritó: ¡Se lo dije, Pantera, se lo dije! ¿Vio lo que hizo? ¡Perdió el puesto, Pantera, perdió el puesto!
Al final ganamos 2 a 1, pero jugué los últimos minutos muy nervioso. Ah, y perdí el puesto nomás...”.

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