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El partido de fútbol (Laurence Stephen Lowry - Inglaterra)

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Google Earth sobre los estadios de la Premier League

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Según parece, los árbitros son muy propensos a sentirse condicionados por los colores. A principio de los noventa, durante uno de los primeros partidos de Hugo "Perico" Pérez (foto) tras su llegada a Ferrocarril Oeste le cometieron una clara y fuerte falta, la cual el árbitro pasó por alto como si nada hubiera sucedido, cuestión que lo hizo reaccionar desconcertado reclamándole; por lo cual Carlos Timoteo Griguol (entrenador del equipo) le gritó desde el banco algo como: "Perico... por favor... ¡Mirá la camiseta que tenemos puesta! ¿Dónde te creés que estamos... en River? Cerrá la boca y seguí jugando, que acá no te cobran nada".
Otro ejemplo muy claro es el de Roberto Passucci, quien tras seis temporadas en Boca [1981-1987] donde le permitían (por decirlo de alguna manera) explayar libremente su riguroso trato a los rivales le fue muy difícil tener que adaptase a jugar sin esa habitual permisividad cuando le tocó desempeñarse en Talleres de Córdoba y en Unión de Santa Fe.

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Convertí tres goles de penal en un partido y es récord; pero igual el ídolo en este país (Argentina) es Martín Palermo, que erró tres en uno.

(JOSÉ LUIS CHILAVERT, ex arquero paraguayo, "atendiendo" al goleador de Boca Juniors quien en 1999, jugando por la Selección, erró tres penales ante Colombia)

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El intelectual debe interesarse por todo lo que está vivo, y el fútbol lo está.

(CAMILO JOSÉ CELA (1916-2002) escritor prolífico, novelista, periodista, ensayista, editor de revistas literarias, conferenciante y académico español)

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Profesionalismo vs. Amor a la camiseta


Los ídolos de equipos grandes que de chicos hinchaban por “la contra”

Racing e Independiente tienen técnicos con pasiones cruzadas. Pero también los tuvieron Boca y River y San Lorenzo y Huracán. ¿Es condición ser hincha para triunfar en un equipo? El listado de los que cuando eran niños alentaban a los rivales.

La llegadas de Claudio Borghi y de Juan Manuel Llop a las direcciones técnicas de Racing e Independiente y sus pasados como hinchas de la “contra” provocaron revuelo entre los fanáticos de ambas instituciones de Avellaneda. Mientras que a unos poco parecía importarles el pasado de “tablón” de sus nuevos directores técnicos, otros salieron ofuscados a denostarlos en los distintos foros de Internet.

La historia demostró que no siempre los que fueron más admirados por las hinchadas de los equipos grandes de la Argentina fueron los que desde la cuna abrazaron los colores que los consagraron. Hasta en algunos casos, los más ganadores con una escuadra, cuando pequeños soñaban con gritar goles trepados al alambrado de la tribuna diametralmente opuesta a la que los admira.

Enumeramos entonces los casos de ídolos de los cinco equipos grandes que de niños eran hinchas de otros cuadros.

ÍDOLOS DE BOCA JUNIORS

Diego Cagna (hincha de River)
El padre del capitán del equipo que batió el récord de partidos invicto trabaja en el estadio Monumental de Núñez desde hace décadas. Cagna heredó esa pasión pero tantos años en el Xeneize llevaron a que declare que ahora le quiere ganar sí o sí al que fue el equipo de sus amores durante su infancia.

Carlos Bianchi (hincha de River)
El entrenador que más títulos consiguió en la historia de Boca Juniors, soñaba de pequeño con lograr lo que logró pero con una banda roja en su pecho y el “9” en su espalda. Hoy ya se considera parte de la “familia” del equipo de la Ribera pero no niega su pasado.

Diego Armando Maradona (hincha de Independiente)
¿Quién puede negar que el “Diego” sea fanático de Boca? Su padre era desde siempre seguidor del equipo de la Ribera pero el más grande de todos los tiempos se eclipsó ante la magia del “Bocha” Bochini y tiró durante un tiempo por el “Rojo”. Su palco en la “Bombonera” hace que ese pasado quede totalmente sepultado.



ÍDOLOS DE RIVER PLATE

Daniel Passarella (hincha de Boca)
El defensor más goleador de la historia de River Plate, en su Chacabuco natal pateaba con su zurda el balón soñando con ser Marzolini, Rattín o “Rojitas”. En el ’98 estuvo a punto de ser entrenador Xeneize pero por algunos detalles el acuerdo se cayó y el elegido fue Carlos Bianchi. ¿Qué hubiera pasado?

Norberto Alonso (hincha de Racing)
El “Beto” se probó en Racing varias veces pero lo rebotaron. Cansado de no poder cumplir su sueño, se fue hasta Núñez en una época en la que el “Millonario” contaba años sin títulos. Cuando la sequía cumplía 18, con la “10” en la espalda llevó al equipo a la gloria y la hinchada lo adoptó como ídolo.

Reinaldo Merlo (hincha de San Lorenzo)
En las veredas de La Paternal donde Paysandú y Añasco se cruzan, un nene de cabello rubio jugaba de delantero emulando a José Sanfilippo. Todo cambió con los años para Mostaza. Se quedó con la “5” de River hasta su retiro y dice que el Monumental es "su casa".

ÍDOLOS DEL RACING CLUB

Juan José Pizzutti (hincha de Independiente)
Uno de los máximos goleadores de la historia de Racing y el técnico más ganador con esa casaca, confesó que de chico le tiraba la contra. Con el tiempo esa pasión se le fue yendo y hoy nadie puede negar que “José” es tan de Racing como Gardel.

Claudio “Turco” García (hincha de Huracán)
Inolvidable es el “Turco” para los hinchas de la “Academia”. Su gol con la mano y los pantalones que se “dejaron caer” ante Independiente lo ponen entre los máximos ídolos de Racing. Pero ese atrevido wing nunca negó su pasado “Quemero”.

Rubén Oscar Capria (hincha de San Lorenzo)
Cuando era pequeño en General Belgrano, el “Mago” pateaba tiros libres con la misma precisión que lo caracterizó siempre pero soñando con que los hacía con la camiseta azulgrana. Su hermano Diego cumplió ese sueño pero al último “10” que tuvo Racing, le quedó como asignatura pendiente.

ÍDOLOS DE INDEPENDIENTE

Ricardo Bochini (hincha de San Lorenzo)
Nunca negó el “Bocha” que de chico era hincha de San Lorenzo. Poco les importa a los del “Rojo” que disfrutaron de sus pases milimétricos y de su talento por casi dos décadas. Una calle lindera al futuro estadio lleva su nombre por lo que su pasado “cuervo” queda para el álbum de fotos familiares.

Enzo Trossero (hincha de Racing)
En el ’83, Racing se estaba despidiendo de la Primera División e Independiente se estaba consagrando campeón. El árbitro sancionó un penal en contra de los más sufridos de Avellaneda y un férreo marcador central lo convirtió en gol. Ese era Enzo Trossero que de chico nunca hubiera imaginado ser protagonista de esa historia.

Luis Artime (hincha de Racing)
Su admiración por Rubén Bravo lo llevó a jugar siempre de delantero y a acostumbrarse a gritar goles. Uno de los más eficientes centro atacantes de los ’60 fue ídolo “Rojo” antes de pasar a River y Nacional de Montevideo pero nunca negó su fanatismo por la “Academia”.

ÍDOLOS DE SAN LORENZO DE ALMAGRO

Héctor “Bambino” Veira (hincha de Huracán)
“De la mano del ‘Bambino”, la vuelta vamos a dar” cantaba la hinchada de San Lorenzo. Veira fue la cuota de picardía de los “Carasucias” junto a Rendo, Doval, Areán y Casa pero de pequeño era ciudadano de Parque Patricios y como casi todos los de allí, el “Globo” era su pasión.

Néstor “Pipo” Gorosito (hincha de River)
Su padre le puso de nombre Néstor y de segundo nombre Raúl como claro homenaje a Rossi. De niño emulaba a su tocayo jugando de mediocampista central. Los años lo convirtieron en enganche y en símbolo “cuervo”.

Leandro Romagnoli (hincha de Huracán)
“Pipi” estuvo cerca del ring side en una oportunidad en la que se homenajeó a un ícono “quemero” como lo es Oscar “Ringo” Bonavena. Cuenta una leyenda que heredó esa pasión de su papá Atilio y hasta se hizo un tatuaje de un globo que ya tapó con otro.

Otros equipos

No es todo esto ya que podemos nombrar a otros símbolos de los equipos más importantes de la Argentina que simpatizan (o simpatizaban) por los denominados chicos.

En lo que respecta a Rosario Central cuenta como hinchas a Javier Mascherano (ex River) y Leandro Gioda (actual Independiente) e incluso al ex “leproso” Juan Simón. Su archirrival Newell’s tiene a Lionel Messi y al “Tolo” Gallego como simpatizantes.

Diego Latorre y el “Pipa” Jorge Nicolás Higuaín gritaron los goles del “Beto” Márcico en el Ferro de Griguol pero nunca pudieron ponerse la “verde” de sus amores, algo que sí pudo hacer Roberto Fabián Ayala.

Entre los cordobeses podemos decir que Pablo Aimar sueña con jugar en su querido Belgrano como lo hizo Mario Kempes en su amado Instituto y Oscar Dertycia en Talleres. Dos hinchas de equipos de La Plata como Ricardo Caruso Lombardi (Estudiantes) y Rodrigo Palacio (Gimnasia) nunca tuvieron vínculo alguno con los equipos de su corazón pero sueñan con poder conseguirlo.

El “Tigre” Gareca volvió de Colombia (tres veces finalista de la Libertadores con el América de Cali) para cumplir su sueño de jugar en Vélez. También Hernán Díaz pudo jugar en Colón (siempre dijo ser “sabalero”) cuando River lo cedió a préstamo. Cerca estuvo el “Chanchi” Estévez de jugar en su Huracán querido pero hasta ahora no lo concretó.

Si a equipos que están en el fútbol del ascenso nos referimos, podemos decir que Chacarita Juniors tendría un técnico que ahora dirige a un equipo grande (Carlos Ischia) y a un arquero de Selección (Oscar Ustari) si ambos se decidieran a trabajar en el equipo de sus amores. Siguiendo esa línea, Julio Cruz volvería al país para cerrar su carrera en su querido Témperley tal como lo hizo Néstor Fabbri (otrora capitán de Boca y Racing) en All Boys.

¿Amor a la camiseta?

Queda claro entonces que para triunfar en el fútbol no hace falta tener ese fuego sagrado que tienen los sufridos hinchas que pagan semana tras semana su popular para alentar al equipo. Profesionalismo, talento y garra son los condimentos necesarios para lograr ser ídolo.

Las viejas camisetas de piqué quedan archivadas y tanto futbolista como técnicos demuestran que con el pitazo inicial no hay pasado ni tradición que valga. Así entonces, los hinchas de Independiente podrán soñar con dar la vuelta de la mano del racinguista Borghi mientras que la “Guardia Imperial” anhela evitar la Promoción y por qué no construir una nueva estatua de un Juan Manuel Llop que cuando niño admiraba a Bochini.

Los verdaderos hinchas entonces están detrás del alambrado...

(artículo publicado en Abril de 2008 en el portal “26 Noticias”)

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Diego Armando Maradona fue el mejor futbolista de todos los tiempos y nunca habrá otro igual, porque a sus condiciones naturales agrega una valentía que pocos tienen en el mundo.
A Diego lo admiro como jugador, por lo que fue y lo que es, pero sobre todo como una persona que defiende sus principios e ideales por encima de todo. Maradona se animó a hacer y decir muchas cosas que mucha gente siente o piensa pero, por temor, oculta. Él las dijo, por eso se enfrentó a poderosos y a veces sufrió las consecuencias.
Si Maradona tuviera ahora 25 años no habría dinero con qué pagarlo.


(CARLOS "Pato" AGUILERA, ex futbolista uruguayo y amigo personal del astro argentino -2001-)

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Leonardo, sigan ganando, así me mantienen al pueblo tranquilo, al pueblo preocupado por ustedes. Yo creo que retrasamos el Golpe.

(SALVADOR ALLENDE, ex presidente chileno, dirigiéndose a Leonardo "El Pollo" Véliz luego de recibir en La Moneda al plantel de Colo Colo por la extraordinaria actuación en la Copa Libertadores de 1973)

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Maradona no sirve, lo dije hace un año y parece ser que no lo quieren entender. Yo analizó a Maradona como técnico y lo que hizo fue casi mandar al descenso a Racing y a Mandiyú lo hizo desaparecer. Todo cero, nada a favor tiene. Maradona debe hacer las valijas urgente, no sabe nada. Yo pondría otro técnico ya, porque estamos en la lona. Argentina fue un desastre. Para mí, Bianchi tendría que ser el técnico de la Selección.

(JOSÉ FRANCISCO SANFILIPPO, recordado goleador argentino, pegándole al DT de la Selección Argentina, tras la dura derrota sufrida ante Brasil horas atrás)

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Me va a tener que acompañar (Ricardo Rodríguez - Argentina)


De pibe iba a la cancha. La cancha de mi Club, piso de tierra, pero muy parejo, eso si. La nuestra era una de las mejores canchas de la zona. Cuando llovía, porque por aquel entonces llovía, no se juntaba nada de agua. Cuarenta, cincuenta milímetros el sábado, y el domingo se jugaba sin ningún problema.

Corrían los años de los torneos “relámpagos”. Se reunían cuatro, seis u ocho equipos una tarde de domingo en cualquier cancha de la zona, se armaba por sorteo el orden de los partidos y arrancaba el campeonato. Era por eliminación y en caso de empate se definía por tiros libres, desde la puerta del área grande, el pateador elegía el lugar donde poner la pelota y desde allí “ejecutaba” al arquero.

De tardecita, a veces con poca luz, ya que el sol empezaba a despedirse lentamente, se jugaba la final.

La gente, dispuesta alrededor del rectángulo de juego, sin más obstáculo que una mera baranda de madera, pero conservando su lugar, sin pensar en invadir en ningún momento, salvo que la situación lo amerite.

Esta no iba a ser una tarde de domingo más. Éramos locales, los nuestros estaban confiados. Se sentían candidatos a quedarse con la copa. Ese día se juntaron cuatro equipos. En el primer partido los dueños de casa vapulearon a los de Villa Alba por cuatro a cero. Tres goles del Negro Lezcano y el último, de penal, lo convirtió el capitán “Juancho” Amenábar.

¡Qué goleador Lezcano! Dentro de las dieciocho era inapelable. No perdonaba el Negro. Tipo vivo como pocos. Sacaba ventajas del error más pequeño del rival.

En el segundo partido se enfrentaban los de La Colonia con los empleados del ferrocarril de un pueblo vecino, que se estaban agrupando para dar vida, unos años después, al Deportivo Anglo Argentino.

Ganaron los de La Colonia 4 a 2, equipo fuerte, duro, el 9, el ruso Schmidt, medía como dos metros. Todos trabajadores del campo. Se entrenaban hombreando bolsas.

Y así llegó la final. El local frente a La Colonia. El Negro Lezcano se tenía una fe bárbara. Pero el encuentro se hizo muy parejo. Pasaban los minutos y el marcador seguía en blanco. Hasta que, sobre la media hora del segundo tiempo, en una de las pocas llegadas de La Colonia, se escapó el ocho de ellos, gambeteó a Amenábar, y cuando el pelado Corcuera, nuestro arquero, dio un paso para tratar de achicar el ángulo de tiro, se la pasó al ruso Schmidt que sacudió un latigazo y la pelota se fue a meter pegadita al palo izquierdo. Gol de La Colonia.

Fue un instante de silencio absoluto, que solo se rompió con el grito de gol del nueve y sus compañeros, y algunos pocos que habían venido en un camión destartalado, siguiendo a los visitantes.

Se cuenta que caminando para la mitad de la cancha, el Negro Lezcano, pelota bajo el brazo, se le acercó al referí y por lo bajo le dijo: ¡Hasta que no empatemos no lo terminás, eh!

El árbitro, había venido de Bahía, andaba de paso visitando unos parientes y aprovechaba la tarde para hacerse unos manguitos. Se sabía que allá en la ciudad era referí, lo que no sabía que era de esos que ‘no se casan con nadie’. ¡Juegue! ordenó, y siguió el partido.

Los grandotes de La Colonia, todos atrás y los nuestros a la carga barracas! El arquero de ellos parecía agigantarse, le pegaban por todos lados, una en el palo, otra apenas afuera, los minutos pasaban, iban 43, parecía que se nos escapaba. Hasta que la agarró el petiso Díaz, ligero el petiso, se escapó por la derecha y mandó un centro que era un poema, combado, perfecto, justo al corazón del área, el full back que duda, el arquero no sale, y allí estaba Lezcano, saboreándose esperando la pelota, la bajó, la acomodó, se disponía a rematar… cuando siente desde atrás un golpe duro que lo desparrama por el área. Penal!!! Gritaron todos. Penal!!! Vociferó el Negro mirando al referí.

El encargado de impartir justicia, realizando el clásico ademán con los brazos, expresó: siga… siga…

-¿Como siga, siga, estás loco, estás
-exclamó el Negro desesperado. ¿No viste el golpe que me pegaron? -agregó haciendo señas ampulosas que se vieron desde el arco de enfrente.

-¡No serás tan hijuna gran puta de no cobrar penal!- recalcó.

El bahiense, imperturbable, frío como el mármol, se quedó plantado en la media luna, ante el estupor generalizado y los insultos recibidos desde afuera y desde adentro de la cancha, sentenció:

-Lezcano se va para afuera, está expulsado -extendiendo su brazo derecho y señalando con el dedo índice, el sector local.

-¿Cómo que lo echás? -gritó el capitán Amenábar

-¿Estás loco vos? Mirá que de acá no salís vivo, eh! -agregó para tratar de amedrentar al portador del silbato. Pero éste, lejos de arrugar, repitió: “Lezcano se va o no sigo el partido”.

Los nuestros, en la desesperación, viendo que los minutos se esfumaban y se nos iba el partido, apuraron el trámite.

-Dale Negro, dejate de joder, andá para afuera así seguimos jugando -fue el reclamo casi unánime, pensando que el árbitro en algún momento iba a aflojar y adicionar varios minutos. Le erraron fiero, porque el arquero sacó desde el área un fuerte y alto pelotazo y cuando el esférico pasaba de un campo a otro el silbato del referí se escuchó tres veces, sentenciando el final y la derrota.

El negro Lezcano, todavía refunfuñando, estaba juntando su ropa. Se colocó el capote y se puso la gorra chata, azul, con el escudo nacional de bronce en el frente, y se acodó en la baranda. Se le oyó decir: ¡Vos me echaste hijuna gran perra. Ahora vas a ver! -y cuando el referí se acercó a donde el Negro estaba esperándolo, éste emitió la frase que tantas veces había dicho en procedimientos policiales:

- ¡Señor árbitro, disculpe... me va a tener que acompañar!

Y ahí salieron los dos. El referí y Lezcano. El árbitro sin entender porqué se lo estaban llevando, de última no había visto un penal grande como una casa y nos había echado un jugador, creía que no era para tanto, pero claro cómo iba a pensar que ese jugador que había expulsado, el goleador, el ídolo nuestro, era ni más ni menos que el Comisario del pueblo, Obdulio “el negro” Lezcano.

Y Lezcano que lo llevaba agarrado de un brazo, con el capote sobre los hombros, la gorra chata, azul, con el escudo al frente… pantalón corto y botines, repetía: ¡yo te voy a dar… echarme a mí!

Ante la mirada atónita de todos los presentes, ahí iban los dos, caminado, rumbo… a la Comisaría.

(Mi agradecimiento a Ricardo por el envío de este, su primer cuento -y esperamos que no sea el último- para compartirlo con todos ustedes)

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En mi paso por las canchas me encontré con todo tipo de rivales, unos que salían a buscar francos y otros que iban a buscar las piernas.
A veces tener fama de goleador tiene sus bemoles, porque muchos querían eliminar a “Lolo” de prepo, o sea a la mala.
Una tarde nos tocó jugar contra el Sporting Tabaco (actualmente Sporting Cristal) y salió un zambo medio desteñido a marcarme. Se apellidaba Cancino y tenía fama de bravo en el Rímac.
De arranque comenzó a provocarme, a trabajarme a la boquilla tratando de ganarme la moral, quería atarantarme con frases subidas de tono y me soltaba de vez en cuando “te voy a romper la pierna blanquiñoso…”
Yo estaba tranquilo y el árbitro ya se había dado cuenta de lo que buscaba Cancino, en esos tiempos no había nada de tarjetas amarillas.
En una de esas, en que voy a parar la pelota, con el rabillo de lo ojo “manye” que el zambo se me venía encima con malas intenciones. Entonces voltee rápidamente y lo enganché en el aire, y se metió un revolcón de los mil diablos.
Se levantó enfurecido y se me cuadró en plan desafiante. En ese momento me acordé de las cowboyadas, de esos héroes del lejano oeste como Tom Mix, Red Barry y tantos otros, y lo crucé con un golpe de derecha en la mejilla y luego lo empalmé con uno en el ojo.
¡Para qué contarles...! El zambo no regresó por el vuelto. Salió de la cancha con el ojo morado sin ser Octubre. Pero lo que tuvo más significado para mí, fue que el árbitro ni siquiera me llamó la atención. Es que se había percatado que Cancino era malero y había cobrado en plato hondo.

(TEODORO “Lolo” FERNÁNDEZ (1913-1996), célebre jugador peruano de las décadas del ’30 y ’40)

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Sin el fútbol, sería un delincuente. A día de hoy he cumplido 17 años de desgraciado y 9 de millonario. Me faltan aún 8 para igualar.

(ANTONIO CASSANO, jugador italiano, en su libro autobiográfico “Dicco Tutto” -Lo digo todo-)

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Yo no sabía que significaba esa alfombra, la ví seca y me tiré en ella para descansar y ver el partido un ratito más, después me fui porque me tiraban chocolates, como tenía un poco de hambre, y para darles bronca, me los comía y seguía caminando despacito.
Cuando llegué al banderín del córner agarré la banderita inglesa, la retorcí, los insulté y me empezaron a tirar latitas de cerveza. Me fui porque o me mamaba con cerveza o me mataban.


(ANTONIO RATTIN, ex internacional argentino, recordando su polémica expulsión en el Mundial de 1966)

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Gracias Arsenio (Héctor Negro - Argentina)


¿En qué cabriola final se fue tu embrujo a
gambetear los ángeles con diabla voltereta?

¿Qué salto te mandaste más allás de las nubes,
que el cielo, en el crepúsculo, tiene tu camiseta?

Un algo de mi asombro de chiquilin se "pianta"...
Bailarín de leyenda al que amó la gramilla.

Y el pájaro redondo que te prestó las alas
rompe todas las redes y al vuelo lo hace astillas...

Arsenio de las canchas. Gran Erico, "Paragua"
no te vas por el túnel de esta bola que gira..

Te quedás en domingos. Regresás por la magia
de tus goles que la hinchada respira...

Arsenio de las canchas. Gran Erico, "Paragua"

Que ennoblezca tu clase al tablón y al cemento...
y gracias por tu fiesta que ya nunca se emparda.

Yo te brindo este pase. Jugalo de taquito...
que la muerte es cuento...

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- ¿Cómo forma México en la noche de hoy?

- El equipo incaico de México formará de la siguiente manera...

(Pregunta de Carlos Muñoz -foto- e insólita respuesta del vestuarista "Freddy" Hernández en la previa, por radio Carve de Uruguay, de un amistoso Uruguay-México antes del Mundial 86)

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Ellos hicieron un partido aburrido. De hecho Suecia es un país aburrido, pero hemos ganado y lo demás no importa.

(BRIAN CLOUGH (1935-2004), recordado entrenador británico, tras ganar 1 a 0 con el Nottingham Forest la Copa de Europa ante el Malmoe sueco el 30 de Mayo de 1979 en Munich)

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Todo lo que usted hace es un desorden. De nada sirven las piernas a la altura de la cabeza. Si conmigo quiere jugar, debe hacer el trabajo que se le pide y no el que usted piensa. No hacen falta los héroes en el fútbol.

(MARCELO BIELSA, entrenador de la Selección de Chile recriminando a Arturo Vidal, Diario “El Mercurio” -21.06.2008-)

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Verde y blanco a franjas verticales (Eduardo Pérsico - Argentina)


"Por la última fecha del Campeonato de Primera División, en cancha de Banfield se enfrentaron el local y San Lorenzo. Ganó Banfield tres a uno y culminó así una buena campaña en el torneo", publicó un diario el 8 de Noviembre de 1942. Y en aquella tarde, Pablito había sido levantado en brazos por su padre al festejar un gol y la imagen con camisetas verdes y blancas lo acompañaría siempre.

El episodio había acontecido en 1942 y por los cincuenta Pablo supo merodear los vestuarios del estadio tras una prueba futbolística que nunca consiguió, quizá porque ya los jugadores llegaban de lejos. Luego, se fueron cambiando sus vocaciones y él empezó a cuestionar las mismas alegrías que de chico agigantaba en su corazón.

'El fútbol sirve al Poder', solía repetir, aunque una vez vendiendo libros por alguna provincia y ser invitado a pelotear con otros viajantes, disfrutó al vestir ocasionalmente la casaca de sus amores. Verde y blanca a franjas verticales.

En los años del setenta algo lacerante le aconteció a Pablo: unos tipos con capuchas de pesquisar escritos rompieron su casa en la alta noche, violaron a su mujer y en una dependencia embanderada lo torturaron a gusto. Pero eso no se agregaría a ninguna reseña deportiva ni tampoco que una semana más tarde, en una madrugada lo tiraron desde un auto con su existencia rota, donde apenas latentes guardaría sus evocaciones de infancia. Así que llegando los años del ochenta Pablo se encontró viviendo en España donde unos imprevisibles amigos en Sevilla lo instaban a compartir agasajos y tabernas; y hasta en un luminoso 12 de Octubre él, que ya no consentía el atavismo de la muerte gratuita, vomitó en la plaza de La Maestranza cuando el diestro Rafael de Luca, que esa tarde saliera por la Puerta del Príncipe, faenaba su segundo toro.

Lo mismo y sin saberlo ni la dueña del apartamento que rentaba en la calle La María, cada domingo Pablo solía irse de paseo luego del mediodía y regresaba al crepúsculo. Y entonces sólo, con la mirada sin convicción se recostaba en el sillón de su lectura o recordaba, sencillamente, y en algún abismo volvió a ver la alegría de su viejo con él en brazos al festejar un gol, al vasco Lángara colorado de furia pateando aquella pelota gigantesca y al negro Silveyra corriendo jorobeta contra la línea, igual que una gallina. Toda su vida reducida a esos pocos fotogramas de aquel Banfield tres San Lorenzo uno, cuando al salir de la cancha su padre, con su sombrero rancho y aquella sonrisa gardeliana y grandota, le preguntó '¿te gustó?', él dijo 'sí, mucho', y el viejo agregó 'ojalá siempre te acuerdes'.

Hasta que a mediados del noventa, en un soledoso atardecer de un domingo en Sevilla, Pablo sintió en el pecho un dolor profundo y definitivo; y al entrar los vecinos a su habitación, alguien observó una camiseta fútbol era desplegada bajo su cuerpo y comentó apenas:

-Del Betis, verde y blanco a franjas verticales.

(un gracias enorme a Eduardo por el envío de este relato para ser compartido con todos ustedes)

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Una de las personalidades más queridas de la historia de Racing Club, y también del fútbol argentino, es Juan José Pizzuti.
El ya legendario ‘Tito’ Pizzuti fue el director técnico que conformó un equipo extraordinario: el Racing campeón de 1966, el que al año siguiente conquistó, por vez primera para la Argentina, la Copa Intercontinental.
Pero como jugador, Pizzuti marcó toda una época. Debutó en la Primera División de Banfield el domingo 29 de Julio de 1947, por la 17ª fecha del torneo, enfrentando a Rosario Central.
Esa tarde, Banfield alineó con Poy; Laidiaw y Bagnato; Guzmán, Gómez y Tolosa; Sánchez, Pizzuti, Albella, Sanz y Hernández. Ganó Banfield por 4 a 1, con goles de Sánchez (2), Pizzuti y Hernández, descontando para Central, Hobberg. Pizzuti jugó en Banfield desde 1947 hasta 1950, logrando un total de 47 goles.
En 1949, fue el goleador del torneo, compartiendo el liderazgo junto a Llamil Simes, de Racing, con 26 conquistas cada uno.
En 1951 pasó a River y luego, entre 1952 y 1954, jugó en Racing -foto- (en 1953 fue goleador del campeonato junto a José Benavides, de San Lorenzo, con 22 tantos).
En 1955 se puso la camiseta de Boca, regresando al año siguiente a la Academia donde fue campeón en 1958 y 1961 (213 partidos y 118 goles en sus dos periodos en el club de Avellaneda).
Retomó a Boca en 1962 (campeón) retirándose como jugador al año siguiente. En el seleccionado nacional, disputó 12 partidos (fue capitán del Campeón Sudamericano de 1959). La historia como técnico la comenzó en Chacarita, pero lo mejor lo realizó en Racing, aunque también dirigió el seleccionado nacional entre 1971 y 1972.

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Este equipo no está a la altura del que dirigió Nelson Acosta en el Mundial de Francia 1998. En el fútbol lo cercano se mide en décadas y en ese lapso Chile fue a mundiales y superó la primera ronda, cosa que yo no conseguí dirigiendo a uno de los equipos más importantes del mundo como Argentina.

(MARCELO BIELSA, entrenador de la Selección de Chile)

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Acá se confunde motivación con presión. En mi última etapa en San Lorenzo yo siempre decía: 'Escúchenme, muchachos, vamos a ir a jugar al fútbol, no a la cámara de gas'. Hay pibes que están tremendamente presionados.

(HÉCTOR “Bambino” VEIRA, ex jugador y entrenador argentino)

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La muralla de la ciudad



Fecha: 1968
Lugar: Old Trafford, Manchester, Inglaterra
Fotógrafo: Peter Robinson (Inglaterra)

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Las 5 mejores chilenas en la historia del fútbol

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Mi primer entrenador en el Inter, Ottavio Bianchi, me dijo: si no interceptas el balón, intercepta al rival. Tan simple como eso. Y si interceptas a tu hombre, mándalo tan lejos del campo como te sea posible.

(PAUL INCE, ex internacional británico)

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A fines de los años 40, Boca Juniors tenía un "entreala" derecho de apellido Corcuera, con el agregado de dos nombres fuera de lo común: Pío Sixto.
Lo cierto es que después de pasar buenos momentos en la Primera División de Boca, en 1949, se incorporó a Gimnasia y Esgrima La Plata, donde jugó hasta 1951.
En Boca, Corcuera logró un récord, al integrar los dos equipos que, en 1942 y 1943, obtuvieron históricas goleadas.
La primera de ellas, en 1942, cuando Boca le ganó 11 a 2 a Tigre, y en 1943, cuando los xeneizes derrotaron a Chacarita por 10 a 1. En este último equipo, Boca alineó con la siguiente delantera: Boyé, Corcuera, Sarlanga, Varela y Sánchez.
Pío Sixto Corcuera había nacido el 17 de Julio de 1921, debutando en la Primera de Boca el 22 de Junio de 1941, frente a San Lorenzo, ganando estos últimos por 3 a 2.
En Boca, Corcuera ganó los campeonatos de 1943 y 1945 y era muy querido por la hinchada por su infatigable entrega a lo largo de los 90 minutos de juego.
En Gimnasia y Esgrima La Plata, Corcuera tuvo como compañeros a Camacho, nuevamente a Sarlanga, Walter y Mourín, entre otros.
Su último partido lo disputó el 25 de Noviembre de 1951, frente a Huracán. Se retiró a los 30 años de edad, dejando un grato recuerdo en ambas instituciones en las que jugó.

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Aprendí que la pelota nunca viene hacia uno por donde uno espera que venga. Eso me ayudó mucho en la vida, sobre todo en las grandes ciudades, donde la gente no suele ser lo que se dice derecha.

(ALBERT CAMUS (1913-1960), novelista, ensayista, dramaturgo y filósofo francés de origen argelino)

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El "gordo" Muñoz


Ocurrió en la cancha de Racing hace muchos años atrás. El verborrágico relato de José María Muñoz iba dibujando las líneas de un partido que sólo parecía existir en su cabeza. Fue entonces que se escuchó la voz de su comentarista ‘Pepe’ Peña diciendo: "No mientas, gordo, no mientas".

La frase del copete, aunque dicha en tono festivo, sirve para descubrir el lado flaco de ese gordo relator radiofónico, transformado luego en el más poderoso empresario de la información deportiva.

Pero, ¿era cierto que Muñoz mentía? Digamos mejor que exageraba, que abusaba del lenguaje connotativo para crear imágenes auditivas fuertemente coloreadas de emotividad.

Él no inventó el estilo pero fue él quien lo exhumó mejor que nadie. Se trataba de un tipo de relato que funcionalmente se correspondía con la vieja radio cuando ésta era la única intermediaria entre el hombre y su fantasía o, por lo menos, el vehículo más idóneo para estimular su imaginación.

La realidad era maltratada por al radio que, a través del radioteatro, se empeñaba en inventar las historias más fantásticas con pretensión de creíbles, y por el relato deportivo que operaba una suerte de transfiguración metafórica de la realidad donde los jugadores eran leones o titanes y donde los espectadores en vez de gritar o aplaudir, rugían. A partir de tales datos la representación mental que cada uno se hacía de un partido narrado de esa manera tendría que ver con proyecciones y otros mecanismos igualmente sutiles de nuestra psiquis.

La era televisiva destruyó sólo parcialmente el mundo cerrado de fantasmas que creó la radio. Como un elemento residual sobrevivió el relato a la manera de Muñoz. Según él, a la gente le gusta que le mientan un poco.

En viejas declaraciones al diario “Clarín” dijo: "Cuando un partido es chato yo hago lo posible para levantarlo, darle ritmo, alegría, color. Eso es lo que la gente necesita". Cuando el Mundial del 78 el país entero experimentaba una sensación inédita al acoplar a la seca imagen de la televisión el fervor narrativo de Muñoz, mucha de la emotividad que anduvo por las calles en esos días se nutrió de aquella singular experiencia.

Intentemos ahora hacer el trazado sintético de los principales elementos contenidos en el discurso radiofónico del Gordo Muñoz. Veamos:

1) Juego alternativo de ambigüedad y exactitud en la información

"Va a ejecutar el tiro libre. Uno... dos... tres metros fuera del área chica". Más adelante es posible que diga: "Rechaza un marcador. Desde el lugar que nos encontramos se hace difícil identificarlo".

Sus colaboradores en las otras canchas debían informar acerca de la cantidad de espectadores. Se entendía que era una estimación a simple ojo, pero la referencia de cada uno de ellos los llevaba a decir: "Cancha de Boca, 75%; cancha de River, 90%" y así sucesivamente. Las estadísticas ya se empezaban a poner de moda y los relatores deportivos no iban a ser una excepción. Vanguardistas del boca de urna.

Otras formas habituales de narración presuntamente exacta y minuciosa: "Le pegó a la pelota con la cara superior del empeine. Le dio con el parietal izquierdo". En definitiva, también precursores del ya famoso tiro con tres dedos.

Cuando alguien se lesionaba, el diagnóstico era inmediato: "Fue una distensión en la parte anteroposterior del muslo. Esperemos que no tenga consecuencias". En otros pasajes asomaban vaguedades del tipo de: "Se produce un amontonamiento de jugadores. Rechaza un hombre del equipo adversario. Sale jugando un volante. Acciones confusas en el medio campo. Partido enredado. Pelota que se va en aire".

2) Juego expresivo con los tonos e inflexiones de voz

La actitud de solemnidad, por ejemplo, era manejada con mucha sagacidad. Comienza con el "Señoras y Señoras", ahuecando la voz y estableciendo imperceptibles pausas para luego lanzar chorros de palabras que se atropellaban entre sí, como si se ahogaran en la garganta.

Eran largos parlamentos que más parecían arengas que exposiciones de ideas.

En las entrevistas nunca había dudas sobre quién dirigía la conversación. Las concluía con un expresivo "¡eh!", interjección denotativa de dudoso gusto.

El grito de gol le demandaba el esfuerzo máximo de su voz. De golpe, la tensión se quebraba mediante un "GOL-GOL-GOL" que iba creciendo en potencia y extensión. Era la descarga final. Cuando el gol era de buena factura la exclamación era: "IM-PRE-SIO-NANTE".

3) Empleo de un vocabulario sui generis

Para mantener vivo el interés del oyente, el Gordo Muñoz acuñó la expresión PELIGRO DE GOL. El relato exigía también el uso de un dialecto o argot cuya paternidad nadie podía -en rigor- adjudicarse. Tal jugador hacía un puente, una pared o tiraba un caño o lanzaba centros a la olla, palabras éstas que se mezclaban con el inglés nada ortodoxo del off-side o el córner.

Determinadas palabras tenían gran variedad de sustitutos. Así el arco era la portería, el vertical, los tres palos, el marco, la ciudadela.

¿Tenía alguna ideología el señor Muñoz? "A mí la política no me interesa", dijo más de una vez. Se sabe que estuvo interdicto durante varios años por haber pertenecido a la organización de Luis Elías Sojit, voz notoria del gobierno peronista caído en 1955. Pero la anécdota fue irrelevante con el tiempo porque si de algo se preciaba Muñoz era de no asumir compromisos.

En la vieja revista “Match” apareció un reportaje donde se le preguntaba por ciertas recomendaciones de técnicos que habría hecho cuando la estrella de Menotti, meses antes del Mundial 78, amenazaba apagarse. Muñoz respondió: "No, no. Yo en esa no me quemo nunca. Esa la aprendí en el año 55 con Campagnale y Aróstegui. Nunca hay que dar nombres. Yo nunca recomiendo técnicos porque te podés quemar".

Un curso abreviado de oportunismo debería tener como lema: "Hacer las cosas según como venga la mano". De seguro que aquel que lo cumpla no va a perder. No importa si para alcanzar esa meta deban perderse principios o convicciones muy íntimas.

Que Muñoz padeciera de fobias y manías persecutorias es algo que tal vez muchos no sepan.

Sin embargo fue así. Cuando en la cancha visualizaba a algún jugador con el pelo muy largo o con barba, no podía disimular su disgusto. Lo señalaba con el dedo y de paso le recomendaba la máquina de una conocida marca de hojas de afeitar. Si el jugador tenía el pelo largo o barba en algo raro andaría. Y el fútbol no podía permitirse esas cosas. El fútbol es derecho y humano.

Para concluir no podemos menos que incurrir en el vicio de una nueva cita. Dante Panzeri escribió lo que sigue sobre nuestro personaje: "José María Muñoz es un retrato del país actualizado y metido en el cambio. Corresponde a la degradación del buen gusto que nos inferioriza respecto de lo que éramos nosotros mismos hasta el actual auge de la mersería con ese. Muñoz es una prolongación de Sojit. Pero éste era inteligente. El pobre gordito es un carrero puesto a orientar la cultura de un país a través de su deporte. Con bases educacionales tales como las de confundir ‘harina de otro costado’ por ‘harina de otro costal’, ‘idiosincrasia’ por ‘idiosincracia’, ‘éstasis’ por ‘éxtasis’, ‘enjuagar por ‘enjugar’ el déficit; o descubrir en algún colorido espectáculo ‘una policromía de colores’. A lo que hay que agregar su ductilidad dialéctica para felicitar a un caballo, descubrir que una delegación futbolística es ejemplar si la absolvemos de una bochornosa pelea y de su mal jugar".

Y sí. Está todo dicho.

(artículo de Miguel Bianchi, especialista en sociología de los medios de comunicación, publicado en el portal “El ático”)

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No todos saben que la OCAL es una organización creada por hinchas fanáticos de Rosario Central, quienes odian a su rival de ciudad: Newell's Old Boys. Es así que la sigla OCAL significa "Organización Canalla Anti Leprosa", por eso siempre es bueno recordar que a los hinchas de Central se los denomina "canallas" y a los de Newell's, "leprosos".
Para ser integrante de la OCAL hay que pasar rigurosos exámenes, no solo poner una firma y nada más. Hay que demostrar fehacientemente el amor por la camiseta de Central.
Pues bien, esta institución (la OCAL) tiene un museo en Rosario, en donde se guardan preciados recuerdos canallas, en especial algunos de aquél memorable partido del 19 de Diciembre de 1971, entre Central y Newell's, (se jugó en el estadio de River) cuando Central venció con antológico gol de "palomita" de Aldo Pedro Poy al arquero rojinegro Fenoy.
En el Museo de la OCAL se guardan, entre otras cosas, el apéndice (en un frasco con Formol) del lateral de Newell's, De Rienzo quien fuera operado años más tarde) y que fue el defensor al que superó el uruguayo González para poder tirar el centro con que Poy (con el parietal izquierdo), conectó para definir el partido. También se expone, embalsamado, a un loro que repetía en sus años gloriosos la canción emblemática del equipo de Arroyito.

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Honestamente mucho no creo en tanto fenómeno táctico; creo que se ha ganado y se ha perdido con todos los dibujos y que lo único que verdaderamente es imposible de rebatir es la técnica del futbolista y lo que eso significa.

(JOSÉ MARÍA AGUILAR, Presidente de River Plate)

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Samuel es más lento que bajarse del coche con el cinturón puesto.

(MICHEL, ex jugador español y actual comentarista deportivo, "atendiendo" al internacional argentino)

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