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En el último partido de la primera ronda del Mundial de 1978, el 10 de Junio de ese año, debieron enfrentarse Francia (único equipo que utilizó a sus 22 convocados) y Hungría; ambas selecciones ya se encontraban sin chances de pasar a la ronda siguiente del torneo.
Un día antes de disputado el partido, la F.I.F.A. le comunica a la delegación húngara que debido al color rojo de su camiseta y al azul de la de los galos, se podían confundir las mismas en los televisores blanco y negro que predominaban en Argentina por ese entonces, deberían jugar con la camiseta suplente, sin prever que los franceses adoptando la misma postura hacen lo propio y salen al campo de juego, al igual que sus rivales, con la casaca blanca, y como ambos seleccionados estaban convencidos de que estaban haciendo lo correcto, ninguno había llevado las camisetas titulares, por lo cual el árbitro no podía comenzar el partido.
Entonces a los franceses se les ocurre enmendar su error y pedirle prestado un juego de camisetas al club de fútbol que estuviera más cerca del estadio. Como el partido debería disputarse en el estadio mundialista de Mar del Plata, el club Kimberley de dicha ciudad le proporciona sus casacas blancas y verdes a rayas verticales con las que finalmente los franceses vencen por 3 a 1 a Hungría.
Lo más curioso del caso es que en la vestimenta del conjunto galo, los jugadores Dominique Rocheteau y Olivier Rouyer, tenían en sus pantalones los números 7 y 11, mientras que en sus casacas llevaban el 18 y el 20 respectivamente.

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Siempre uso la misma camiseta, me la cambio solo cuando Brasil pierde.

(MILENE DOMINGUES, modelo, futbolista y presentadora brasileña, ex mujer de Ronaldo, hablando sobre su ritual durante las Copas del Mundo)

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La única vez que me enfrenté con él fue después de una reunión con todo el plantel, en la que nos trató de cagones. Yo lo mandé a la concha de su madre y él me amenazó con que me iba a echar. Mezcla el matonismo con lo legal. Con los años aprendió a manejarse con la ley. Así es como no paga los sueldos y prefiere ir a juicio, sabe que así se estira tres años. Siempre hablé públicamente del mal manejo en las divisiones inferiores. Desde hace años, los chicos que viven en la pensión del club no tienen contención afectiva y se cagan de hambre.

(KURT LUTMAN, ex jugador de Newell’s Old Boys de Rosario a mediados de los ’90, uno de los pocos que se atrevió a enfrentar al ex presidente rojinegro Eduardo López, aquí denunciando la decadencia de la histórica cantera del club rosarino)

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Entrevista a Kurt Lutman


Fue un enganche metedor que prometía, pero más se lo recuerda por ser el único jugador que enfrentó abiertamente el ex presidente de Newell’s Old Boys de Rosario, Eduardo López.

Kurt Lutman nació en Rosario el 11 de Septiembre de 1976, en el apogeo de la dictadura militar. Todavía ajeno a esa atmósfera, un día empezó a patear con la camiseta de Newell’s adherida a la piel, en la vieja canchita de Malvinas. Pronto aprendió que la vida es mucho más que una pelota y esa cosmovisión empezó a distinguirlo a mediados de los ’90, sobre todo cuando empezó a militar en H.I.J.O.S., ya como jugador profesional. Movilizado por el cambio de aire en la conducción del club del Parque, el flaco pelilargo de tupida barba a lo Pichón de Cristo (como aquel personaje de Fontanarrosa) saca a relucir su chapa de rebelde en los años de Eduardo López como amo y señor de la entidad rojinegra.

-¿Qué es de tu vida? ¿Por qué se te perdió el rastro?

-Sí, yo perdí el rastro, ja. No, estoy tranquilo, soy papá de dos nenes, Juan y Francisca, novio de Ingrid y estoy laburando en albañilería.

-¿Y qué pensás acerca de esta vida que llevás?

-Estoy re contento y tranquilo. Además, todavía estoy festejando la derrota de (Eduardo) López en las urnas de Newell’s.

-¿Te pegó fuerte eso?

-Sí, como a todos los que queremos bien a Newell’s. Ahora la gente se está dando cuenta de la cantidad de cosas que puede hacer en el club, porque se había llegado al extremo de que no se pudiera ir a comer un asado, o utilizar las instalaciones. Era común que a los empleados les debieran doce meses de sueldo. Y por suerte se rompió con todo eso. La cancha de Newell’s no era una cancha normal, ni siquiera se podía colgar una bandera de Bielsa o Martino porque te mataban.

-Cuando te fuiste, enfrentado con López, ¿veías que el club podía terminar en lo que terminó?

-Sí, pero lo bueno es que cuando se suman voluntades estos poderes mafiosos caen. Pasó con María Soledad y con poderes más pesados todavía, ¿¡cómo no iba a pasar con un perejil como López que, como dice Serrat, si no fuera tan dañino daría lástima?! Porque López realmente daba lástima: huraño, metido en una oficina todo el tiempo, sin poder caminar por la calle. Esa realidad se la regalo, con todos los millones de pesos y toda la guita que se comió yo le digo ‘tomá, quedate con tu vida’. Yo prefiero mi realidad, la de caminar libremente por la calle y la de haberlo enfrentado en aquel momento.

-¿En qué año te fuiste de Newell’s?

-En el 2000. En Diciembre de ese año tenía que haber elecciones en el club y yo creí que ahí caía López. Le erré nada más que por ocho años, je. Soy un visionario.

-¿Y por qué pasó aquello justo cuando estabas apareciendo en Primera?

-Yo ya estaba enojado con López desde el ‘96, pero no por creerme más vivo que él, sino porque lo venía sufriendo desde adentro. Estábamos en pleno auge del menemismo y López encajaba perfecto en ese sistema impune, donde cualquiera podía saquear lo que era de todos, sin riesgo a ser enjuiciado.

-¿Cuáles eran los síntomas de ese deterioro?

-Compañeros que pasaban hambre en la pensión, pibes que se iban a dedo hasta Formosa porque el club no se hacía cargo de ellos, o que tenían que dejar el colegio porque no tenían plata para estudiar. La mayoría no llegó a primera y quedaron hechos mierda, sin tener herramientas para ganarse la vida más allá del fútbol. Lo viví también con mi viejo, que como director técnico de inferiores, se pasaba un año sin cobrar. O con un utilero que tenía una hija parapléjica y lo echaron porque se atrevió a reclamar sueldos atrasados. Entonces, desde el ‘96 en adelante me resistí a firmar contrato y me tuvieron a las vueltas por varios clubes.

-¿Qué te llevó a militar en H.I.J.O.S.?

-Yo no tengo viejos desaparecidos ni exiliados, pero entendí que soy parte de una generación agredida por la dictadura y empecé a militar.

-¿Hubo un hecho puntual que te hizo elegir ese camino?

-En el ‘96 fui a jugar a Godoy Cruz de Mendoza porque no tenía cabida en Newell’s. Aclaro que no tenía cabida porque jugué algunos partidos y fui un desastre, tampoco voy a pasar por víctima. El técnico era ‘Tatín’ Donsanti, que también era un desastre: les pedía plata a los jugadores. Y caminando por la plaza Independencia de Mendoza vi mujeres que marchaban con pañuelos blancos. Eso me cambió la cabeza. Y en un recital de Víctor Heredia me topé con los cumpas de H.I.J.O.S. y ahí empecé a patear con ellos.

-¿Ahí te colgaste el cartelito de bicho raro en el fútbol?

-Un poco sí, pero ojo que muchos de mis compañeros pensaban como yo, que Videla era un hijo de puta. En el 2000 salí a la cancha con una remera que decía cárcel a Videla y a todos los genocidas, pero ningún medio le fue a preguntar a mis compañeros si estaban de acuerdo con esa remera o no. Los periodistas siempre prefieren preguntarles a los futbolistas qué mina, qué auto o qué gusto de helado prefieren. De las rondas de mate en la concentración salieron partidos a beneficio de los chicos de la calle motorizados por Bernardi, Vojvoda, el 'Rulo' París, porque ellos veían que cada vez había más chicos pidiendo monedas en los semáforos.

-Entonces, ¿es mentira eso de que el futbolista vive en una burbuja?

-Es una verdad a medias. Es una profesión que quita mucho tiempo y da mucha plata. Pero quien más quien menos, todos tenemos un familiar o un conocido que se quedó sin laburo y esa es una realidad que el jugador no puede negar.

-¿Cómo fue la experiencia de Huracán de Corrientes en el ‘98?

-Otro despelote más. Fuimos a préstamo con un par de compañeros y al toque nos pagaron. Pero después nos enteramos que a los pibes del club les debían seis meses. Hablamos con los directivos y ahí empezamos a chocar. Hasta que en un entrenamiento en pleno verano, con 40 grados, el preparador físico, que lo mandaban para que nos bardeara, le dijo a un compañero que se pusiera la remera cuando todos estábamos en cueros. Este pibe se negó y el tipo sacó un facón de atrás del pantalón y empezó a amenazarlo. Yo salí corriendo para meterme, pero el tipo me tiró un cuchillazo y me hizo un corte en la panza. Ahí nomás me pegué la vuelta.

-¿Y tu representante?

-Bueno, esa fue la única vez que tuve. Me representaba la gente de Soccer. Lo llamé al tipo y me dijo: “Vos cobraste, ¿no? Entonces no te metás, jugá al fútbol y quedate piola”. Esa fue la última vez que tuve representante.

(entrevista publicada en el portal “Crítica digital” del 24/01/09)

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De las cosas que más felicidad me dieron en el fútbol, y que recuerdo más, está la temporada 92-93 con Parma de Italia, además le quité un invicto de 58 fechas al Milán y estuve entre los cuatro jugadores candidatos al 'Balón de Oro'. Es que el fútbol me dejó muchas cosas, las amistades y los recuerdos. No pasé inadvertido, lo más bonito fue levantar copas y llegar a finales con clubes como Atlético Nacional, Newcastle, Palmeiras, Fluminense y Universidad de Chile. Recuerdo otros grandes momentos, como las campañas con Newcastle de Inglaterra y con la selección de Colombia. Es que el fútbol me dejó muchas cosas, las amistades y los recuerdos. No pasé inadvertido, lo más bonito fue levantar copas y llegar a finales con clubes como Atlético Nacional, Newcastle, Palmeiras, Fluminense y Universidad de Chile. Uno llega hasta donde puede. Tal vez mi carrera deportiva hubiera sido más brillante si fuera argentino o brasileño, por decir algo. Porque a nosotros nos han marcado por ser colombianos. A la hora de los votos estamos en desventaja. Lo que hice con el Parma fue tan grande que competí con las figuras de clubes más grandes como Barcelona, Juventus e Inter. No me arrepiento de nada. He llevado mi vida bien. Vivo contento. Con injusticias, verdades, mentiras como todo. Ser famoso muchas veces genera problemas.

(FAUSTINO “Tino” ASPRILLA, uno de los mejores futbolistas de la historia de Colombia, en su despedida del fútbol activo, el pasado 4 de Julio -foto-)

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Varios cientos de miles de españoles aplican sus energías de los lunes, los martes y los miércoles a glosar los lances del partido de fútbol que está al caer. Los domingos, descansan y van al fútbol: a sufrir o a solazarse, honestamente, viendo sufrir a los demás.

(CAMILO JOSÉ CELA 1916-2002, célebre escritor español, en el libro "Once cuentos de fútbol")

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Cuando vi que eran travestis retiré el equipo del campo.

(RONALDO, ironizando a comienzos de Mayo de 2008 y acusando al travesti André Luis Ribeiro Albertini -alias Andréia Albertini- de intentar extorsionarlo con el pago de 30.000 dólares a cambio de que el travesti no armase un escándalo ante la prensa ni acusarlo de consumo de drogas. Ribeiro Albertini -foto- falleció días atrás)

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Maradona merengue (Leonardo Enríquez Gabeiras - España)


Las deudas del alma no se acaban nunca de pagar, Maradona y algunos de nosotros lo sabemos muy bien.

Lo de Di Stéfano fue como el primer amor, algo inolvidable pero difuminado por el tiempo y la experiencia. Pero ver a Maradona vestido de blanco, como una conjunción planetaria o un eclipse total de sol, hubiera causado trastornos permanentes en la afición, todo hubiera sido diferente.

Las Copas de Europa hubieran llegado antes, porque a Míchel y a los demás no les hubiera quedado más remedio que meter pierna y recibir balonazo, so pena de sufrir la media sonrisa de Diego. La combinación del poderío macarra argentino y la temerosa hidalguía española de la Quinta parece una poción mágica insuperable, y aquellos recuerdos borrosos de la infancia se hubieran convertido en realidad y gloria mucho tiempo antes.

Con Valdano y Butragueño a su vera, Maradona tendría ahora mejores modales, y sin renunciar a llevar la camiseta del Che a modo de ropa interior, ahora sería un discreto izquierdista en el Madrid, como Del Bosque o Breitner, e incluso se permitiría alguna licencia poética en las entrevistas, como mandan sus genes porteños.

Si Maradona hubiera gambeteado en Chamartín, quizá Mirtita habría venido antes a España, atraída por algo más concreto que aquello que le hizo venir, y ahora tendría, además de la albiceleste con el 10, otro fetiche aún más excitante. Si El Pibe hubiera venido aquí, es posible que Nachito nunca hubiera devuelto el carné de socio, y así probablemente habría cruzado alguna mirada de complicidad en la grada con aquella rubia argentina en el descanso de algún derby.

Las pasiones mutuas nunca realizadas siempre acaban en catástrofe, se convierten en terribles termitas que taladran el corazón de forma irreversible.

Que no vuelva a ocurrir.

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Corría 1983 y eran tiempos de angustia para los hinchas de Racing. Pero en medio de las penurias por un equipo con irremediable destino de descenso, surgió un soplo de aire fresco en el momento menos esperado. La razón fue el Torneo "Proyección 86", que organizó la AFA con juveniles de los equipos de Primera División y con televisación en directo para todo el país.
El certamen -para menores de 20 años- fue idea del periodista deportivo Horacio Aiello y sirvió de presentación en sociedad de figuras como Borghi, Passet, Percudani, Gorosito y Navarro Montoya. Pero nadie lo gozó como los chicos de la Academia.
El club estuvo a punto de no presentarse, hasta que Daniel Silguero -el coordinador de las inferiores por entonces- decidió dirigir el equipo. Que con un fútbol de alto vuelo empezó a sortear etapas y se convirtió en la atracción. La gente llenaba la cancha de Vélez y se pegaba a la pantalla de Canal 11 para ver en acción a Zubzuck; Héctor Fernández, Williner, Adrían Martínez, Garzete; Jorge Acuña, Anciart, Marcos Leiva, De Andrade; Gustavo Calderón y el Torito Raffo, los responsables de esos instantes de felicidad en épocas de vacas flacas. La final, ante más de 40 mil personas, fue con victoria frente a Newell's por 3 a 1 en la segunda final y vuelta olímpica.
Increíblemente, salvo Acuña, ninguno de esos pibes hizo larga trayectoria en la Primera División. Algunos forjaron su carrera en el ascenso y otros colgaron los botines de forma temprana. Hoy muchos tienen ocupaciones lejos del fútbol. Pero nadie les sacará el orgullo de haber formado parte de ese equipo inolvidable.

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El que tenga miedo, que diga que no quiere jugar y si tiene miedo que lo chiflen, mejor que se quede jugando a los videogames.

(MARCELINHO CARIOCA, opinando sobre la crisis que Corinthians enfrentó en 2006)

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Cuando David llegó, creo que sí estaba comprometido con lo que estaba haciendo, se preocupaba por el equipo y por su rendimiento propio, pero en algún lugar en el camino, y creo que eso coincide con la marcha de Ruud Gullit, cambió de idea y se dijo 'Uh-huh, no lo voy a hacer más'.
Todo lo que pedíamos como mínimo era que se comprometiera con nosotros, no sólo porque cobra más que nadie, pero no lo ha demostrado ni dentro ni fuera del campo. Digamos que se queda aquí otros tres años... pero no voy a gastar los próximos años de mi vida así, es miserable, no quiero que el fútbol sea así. Hay que entrenar duro, jugar fuerte. Tal vez no sea un líder, ni el capitán, de acuerdo. Pero como mínimo debe esforzarse todos los días. Mi sensación es que David piensa que todo esto es una broma.

(LANDON DONOVAN, jugador de Los Ángeles Galaxy, dando las palabras de "bienvenida" a David Beckham quien debe regresar a la disciplina del equipo angelino el próximo día 16 de Julio)

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Yo vi jugar a Jesús Trepiana (Erick Pohlhammer - Chile)


Yo vi jugar a Jesús Trepiana con mis propios ojos
y eso que todo lo que ven los ojos es ilusión.

Pero yo lo vi jugar con estos ojos verdes
en el estadio Santa Laura pegadito a mi novia.

Que era un asiento vacío
el vacío es forma la forma es vacío.

Rememoro que esa tarde el Santa Laura tenía un aura
a gran coliseo deportivo,
más que el Nacional el 62,
más que el Sausalito en primavera,
más que en otoño el San Eugenio.

Repito, yo vi jugar al fabuloso Jesús Trepiana
guardavallas de Unión Española,
por desgracia eterno reserva de Francisco Nitsche
que también era extraordinario.

Insustituible en el arco una especie de senador designado
de la portería roja
qué chance le quedaba al pobre Jesús Trepiana.

Francisco Nitsche tenía una hija se llamaba
Ana María Nitsche,
de quien me enamoré a primera vista durante algunas horas.

Cuando yo jugaba en las inferiores de Ferrobádminton
ocurrió que fui a recoger una pelota a la pista de ceniza
y vi su preciosa cara tras la reja de contención

Son amores fugaces que ni la fugacidad del tiempo esfuma
pero vamos a lo nuestro que es lo más importante
yo vi jugar a Jesús Trepiana con mis propios ojos,
ustedes no.

Ustedes estaban en otra esperando algo
algo intrascendente o la llegada del mesías,
yo ya había encontrado al auténtico mesías
en la persona de Jesús Trepiana

Tengo el recuerdo fresquito era el 5 de Junio de 1967,
meses después del Mundial de Inglaterra,
lo vi jugar ataviado de blanco nieve
bajo los tres palos del arco norte
que daba a la avenida Independencia.

Soy la persona más afortunada del mundo,
ustedes no vieron jugar a Jesús Trepiana.

En qué andaban
trepando posiciones corriendo la carrera de las ratas.

Jamás me cansaré de reiterarlo,
yo vi jugar a Jesús Trepiana con estos ojos de lince.

Yo puedo morir en paz.

El resto es literatura.

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En su etapa de futbolista en el Barça, “Milonguita” Heredia era un apasionado de los animales. Vivía con su familia fuera de Barcelona, en Collbató.
Allí guardaba perros, caballos con los que le encantaba galopar a pesar de tenerlo prohibido, y hasta ¡un león! “Me lo regaló de cachorro un seguidor del Barça de Palma de Mallorca. Le pusimos Simba, como el hijo del Rey León y al principio corría suelto por casa donde jugaba con los niños. Hasta que se hizo mayor y un día les quiso atacar y me tuve que poner por medio para reducirlo como un domador. Al final no tuve más remedio que donarlo al zoo”.
Heredia llegó al Barça en 1972 junto a 'Cuchi' Cos. Los dos venían de oriundos, pero al 'Milonguita' que era el bueno del lote, le tiraron para atrás la documentación. El Barça elevó sus protestas en vano y como contrarréplica la directiva de Agustí Montal envió a Sudamérica al joven abogado Miquel Roca i Junyent a investigar todas las irregularidades. Regresó con una cartera llena de documentaciones falsificadas: 'el dossier de los oriundos', que convenientemente guardado en un cajón sirvió para que la Delegación Nacional de Deportes abriese en Junio del 73 nuevamente las fronteras a los futbolistas extranjeros.

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Pienso controlar las salidas nocturnas de los jugadores, ya lo hice en el Barça y lo haré aquí. Con las nuevas tecnologías no es difícil hacerlo, ya lo verán. Ya he sido informado de lo que es la "Münich P1" (célebre discoteca muniquesa).

(LOUIS VAN GAAL, flamante entrenador del Bayern Munich, Sport Bild -08/07/09-)

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Aunque vos la tengas, la pelota en el fútbol siempre está suelta; no es como en el rugby o en el básquetbol que está agarrada con las dos manos, acá siempre está en disputa; no porque estoy cerca de la pelota tengo posesión de ella; por eso es lindo el fútbol... porque con la pelota suelta todo es posible.

(LUIS GARISTO, ex futbolista y entrenador uruguayo)

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Los de siempre (María Paz Torres Nieto - España)


Faltaban pocos minutos para el lanzamiento; de mi actuación dependía la suerte de mi equipo. Mirar a mi rival frente a frente, verle sudar mientras se acercaba a la pelota me ponía aún más nervioso. Pero no podía decaer, los chicos confiaban en mí.

Y es que el fútbol a veces es muy irónico. Y por culpa de las ironías del deporte, allí estaba yo, intentado remediar el problema que se nos había creado, cumpliendo condena por un delito que no había cometido. ¿O acaso había sido culpa mía? Pues no; yo no había empujado a mi rival dentro del área, yo no había cometido aquel penalti que tanto nos iba a hacer sufrir. Pero así es la vida del portero: nadie te alaba cuando el balón no entra (¡vaya mierda de delantero!). Y, sin embargo, los insultos se hacen tuyos cuando el equipo pierde porque tú no has sabido reaccionar ante un gol que era evidente, imparable incluso para el mejor guardameta de todos los tiempos.

Sí, ésas son las cosas que tiene el fútbol: todo el mundo ha soñando de pequeño con ser Ronaldo, Butragueño o tantos otros, con salir cada domingo al césped y ser aclamado por miles de eufóricos aficionados, llegar a ser el Pichichi de la Liga, o que tu equipo gane la Champions gracias al golazo que marcaste a los doce minutos de partido; pero, ¿qué hay de nosotros, los porteros? Pasamos cada tarde jugándonos el cuello, rezando para que el esférico no roce las redes, sudando más que nadie cuando el rival se acerca, y sin embargo... ¿nadie ha soñado nunca con ser portero? Ni siquiera los chiquillos de mi barrio quieren ser como yo... y en el fondo les entiendo, ¿para qué ser portero, pudiendo ser estrella? La elección está clara.

Pero, aún así, nunca me he arrepentido de ser guardameta; yo sé lo que valgo, aunque pocos lo reconozcan, yo siento cada tarde que estoy haciendo algo bueno por mi equipo, noto en mi interior la satisfacción de un héroe cuando atrapo el cuero entre mis guantes y sé que, de no haber sido por mí, aquel lanzamiento nos habría eliminado.

Diez milésimas de segundo a veces dan para mucho; dan incluso para reflexionar sobre éstas y muchas otras cosas. Pero un buen portero nunca pierde la concentración, ni tan siquiera cuando, aun sabiendo que de su actuación depende la alegría de esos diez que están en el campo junto a él, de aquellos otros que se quedaron en el banquillo y de los tantos miles de aficionados que le observan expectantes, se para a recapacitar quién le mandaría a él ser portero. Y entonces observas que tu rival ya ha golpeado la pelota y que ya no hay marcha atrás, y es en este momento cuando te das cuenta de que eres el mejor portero del mundo y que esa tarde vas a triunfar... y aquella tarde triunfé... o eso creo; la verdad, no lo sé, porque el balón me golpeó en la cabeza...

-¡Nena, despierta!

Pues no; ni el esférico me había golpeado, ni yo era Vitor Bahía, ni me estaba jugando la Champions, ni miles de aficionados gritaban mi nombre... ni siquiera me encontraba en un estadio de fútbol. Lo que había golpeado mi cabeza había sido la mano de Alicia; y, otra tarde como tantas otras, al abrir los ojos comprobé que allí estábamos los de siempre, sentados frente al televisor de Adrián, viendo otro partido cualquiera entre dos equipos cualquiera... y es que las damas a veces también soñamos con brillar bajo el larguero.

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Marcelino Britapaja era un delantero peligroso y cuando llegó a Vélez, en 1975, venía de ser goleador en Huracán de Comodoro Rivadavia.
En el equipo de Liniers integró el plantel junto a Julio Asad, Armando Quinteros y Roberto Avanzi.
Su apellido, toda una invitación a la ironía popular, motivó el sonrojo de José María Muñoz, quien, pese a su compostura habitual, no pudo evitar una tibia referencia jocosa cuando le tocó relatar uno de sus goles en Radio Rivadavia.
Después, Britapaja pasó por Banfield y All Boys (jugaba con la diez). En el equipo de Floresta, en Primera, marcó 19 goles.

(anécdota tomada de la revista "El Gráfico")

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Tengo que disfrutar de este trabajo, puesto que todavía no me he dado a la bebida, mi mujer no me ha abandonado y aún no tengo demasiadas canas.

(GORDON STRACHAN, ex jugador y entrenador escocés, en 1997, cuando se hizo cargo del Coventry City)

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El gran enemigo del futbolista, no solo del arquero, es la duda; el arquero no puede dudar, se puede equivocar pero no dudar.

(CARLOS FERNANDO NAVARRO MONTOYA, arquero colombiano)

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Isabelino Gradín (revista "Caras y Caretas", año 1903 - Uruguay)

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Canción del Centenario (Montevideo Wanderers - Uruguay)

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La segunda fecha del campeonato francés de 1974, cumplida en horas de la noche del domingo 10 de Agosto, será siempre inolvidable para Carlos Bianchi. Actuando como centro delantero del Reims de Francia, quebró todas las marcas galas en un solo partido, al anotar seis goles, cuatro de ellos de enorme calidad, al París Saint Germain, que paradójicamente abrió el marcador, pero que cayó finalmente por 1-6.
Marginado en forma inexplicable de la selección argentina al Mundial de ese mismo año en Alemania, la cabeza de Bianchi ya enseñaba, por esa misma época, una progresiva calvicie, aspecto físico que el jugador compensaba con una frondosa y bien cuidada barba.
No habían transcurrido dos meses de aquella auténtica hazaña, cuando la fatalidad se cruzó en la brillante carrera deportiva de Bianchi en Europa. La Unión Sindical de Periodistas Deportivos Franceses programó un partido amistoso entre el Barcelona de España y un combinado del Reims y el París Saint Germain. Poco antes de iniciarse el juego, la policía, sin dar noticia de ello a los 48.000 aficionados presentes en el estadio, retiró dos poderosas bombas dinamiteras instaladas en uno de los baños del escenario deportivo.
El juego fijó su atención en el duelo entre Cruyff, figura del onceno ibérico y la columna vertebral del Reims, integrada por los argentinos Larraigne, Santamaría y Bianchi.
En los primeros 40 minutos el partido respondió con creces a las expectativas: dos goles de Cruyff, un gol de Marcial y otro de Carlos Bianchi.
Pero en el minuto siete de la parte final, la suerte del incipiente calvo argentino cambió radicalmente. Bianchi lanzó en profundidad una pelota que también salió a disputar el veterano zaguero catalán Gallego, quien al trastrabillar en el campo húmedo, fue embestido por el argentino a plena velocidad. Bianchi, tendido boca abajo, al igual que Gallego, quedaron inermes sobre el campo.
Bianchi miró su pierna izquierda y pidió auxilio. La asistencia fue inmediata, con el técnico del Reims, León Desmenez, a la cabeza. Como consecuencia del golpe, fractura de tibia en el tercio medio y doble del peroné. Por fortuna, ninguna de las tres, cerca de articulación alguna. Gallego experimentó hundimiento de varias costillas.
Todos los asistentes al Parque de los Príncipes prodigaron una cerrada ovación a Bianchi al salir en camilla y permanecieron en respetuoso silencio los 38 minutos restantes del partido. Irónicamente, el delantero centro argentino debía recibir, tres días después, el Botín de Oro del fútbol francés, luego de consagrarse, con 30 goles, máximo anotador del año anterior, 1973.
Algo más de tres décadas atrás el pase de Bianchi, hasta antes de la lesión, estaba cotizado en un millón de dólares.

(tomado de la página "Arco triunfal")

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Bilardo es como Berisso; está detrás de la plata.

(DIEGO MARADONA, "atendiendo" a Carlos Bilardo y haciendo alusión a la localidad cercana a la capital de la Provincia de Buenos Aires)

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A la pelota hay que tratarla bien... para que vuelva a uno, porque ella se da cuenta si la tratan mal y no lo hace; es como si tuviera sentimientos.

(ADOLFO PEDERNERA 1918-1995, célebre futbolista y entrenador argentino)

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Problemas con los posteos programados (II)


Amigos del blog: Hace unos días informé de los problemas que tiene Blogger con los posts programados que uno prepara con antelación y que en definitiva no se publican en tiempo y forma.
Al respecto, Blogger está trabajando en una solución a dicho inconveniente. Lo único que puedo sugerirles es que entren al blog en un horario más tarde de lo habitual (sobre todo a quienes lo hacen a primera hora del día) pues las entradas no publicadas automáticamente las haré en forma manual hasta tanto se solucione el problema.
Sepan disculpar las molestias y, a todos, muchas gracias por vuestra comprensión.
Totonet

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Discípulos de Goycochea


“¿A que no hay huevos de tirármelo por la izquierda, como el otro día en el Calderón? Se ve que tienes miedo, va a ir por la derecha”. Con estas palabras Julen Lopetegui consiguió intimidar a Salva Ballesta en un Valencia-Rayo Vallecano del 2001 antes de que el sevillano lanzara un penalti. Lo tiró por el centro y el hoy comentarista televisivo se lo paró. Es una de las mil historias en torno a una pena máxima.

En los vértices de la línea imaginaria de once metros que une la línea de fondo y el punto de cal, lanzador y meta intercambian roles. Al cancerbero nadie le mirará con lupa si no ataja el esférico, pero el delantero puede ser recordado por su error. Y si no que se lo pregunten a Djukic o a Trezeguet. A algunos porteros les brilla la mirada en las tandas de cinco. Son los parapenaltis, especie futbolística de moda gracias a la sensacional actuación de ‘Pepe’ Reina en las semifinales de la Champions.

“Los tiempos han cambiado”, asegura Santiago Cañizares, especialista en estas lides. “Ahora tenemos tantos vídeos, analizamos tanto los disparos que puedes volverte loco. 'Suele tirar por la derecha, pero sabe que yo lo sé', piensas. Pese a la proliferación de tecnologías siempre queda lugar para la improvisación y el análisis del momento”.

El portero del Valencia comparte la opinión de otro especialista, Javier Urruticoechea. El que fuera meta de la Real y el Barça dio a los culés una Liga merced a una pena máxima atrapada en la última jornada, consideraba que un penalti lo falla el delantero más que lo para un portero. Cañizares lo ve claro: “Comparto la opinión de Urruti. Existen lugares de la portería a los que no podemos llegar en tan breve espacio de tiempo, pero la psicología es clave y mérito nuestro, cuanto más tiempo pase más se comerá la cabeza el tirador, si el portero tiene fama de atajar penaltis, tiene envergadura y sabe cómo poner nervioso al personal, el lanzamiento está condicionado. Meter gol se convierte en obligación imperiosa. Cada uno tiene su método para meter presión”.

El meta del Villarreal, Sebastián Viera, también conoce la efectividad de las argucias. Cuando el árbitro señala los once metros, el charrúa se hace el loco. Busca una toalla, un bidón, se aparta de la portería Cualquier cosa con tal de que el lanzador tenga que pensar. De los siete lanzamientos en dos años sólo ha encajado uno.

No debe de ser casualidad, porque el parapenaltis de moda, Pepe Reina, también hizo de muralla en el Submarino Amarillo. Detuvo cinco de siete. Según Cañizares es el mejor especialista que nunca ha visto. “Y no soy ventajista, lo pensaba desde hace tiempo. Si te fijas, el primer lanzamiento que atrapa contra el Chelsea es de una calidad sublime. Más allá de adivinar el lado, la estirada es perfecta”.

Reina detuvo tres penaltis al West Ham en la final de Copa del año pasado. Juan Carlos Unzúe le da importancia, pero relativa. “Atrapar el primero es clave. Transmite confianza. Pero nunca daré prioridad a un portero sólo por ser bueno en esta suerte, todo va por rachas. En mi debut, detuve un penalti, y días después, con Osasuna, eliminamos al Barça en la tanda fatídica. Pero en un mismo año me lanzaron doce y paré uno”.

Reina no es el único parapenaltis que ha pasado por los vetustos vestuarios de Anfield Road. Ray Clemence fue uno de los primeros especialistas. El inglés atajó un penalti a Heynckes en una final de la UEFA, entre otras importantes paradas con el balón a once metros.

Grobbelaar y Dudek

La palma se la lleva el excéntrico Bruce Grobbelaar, que llevó a cabo un ritual mítico en la tanda de la final de la Copa de Europa ante la Roma en 1984. Antes de que le lanzaran, comenzó a moverse espasmódicamente, balanceando torpemente las piernas como si hubiese bebido alcohol en cantidades industriales. Graziani se despistó, y el balón apenas rozó el larguero. La imagen de aquella final, volvió a reproducirla Jerzy Dudek, portero de los reds, en la final de Champions de 2005.

Carragher, central y acérrimo seguidor de la leyenda de su equipo, le pidió antes de la tanda que lo imitara. El polaco reeditó la mueca, con menos salero, pero Kaká se la coló. Y es que el brasileño no se asusta ni ante una manada de leones. “Los penaltis están diseñados para jugadores técnicos, pero con el matiz de que deben tener la cabeza muy bien amueblada, o por el contrario, una inconsciencia plena” asegura Unzúe, que ha conseguido que Valdés tenga una estadística de tres penaltis parados de seis, por los dos de diecinueve que llevaba hasta la pasada temporada.

Algunos técnicos no parecen apreciar esta inusual virtud. Toldo llegó a la Euro 2000 por casualidad. Peruzzi renunció, y Buffon se lesionó. En la semifinal contra la anfitriona Holanda recibió seis penaltis, dos en tiempo de juego. Sólo uno entró, durante la tanda. Atajó cuatro.

Sergio Goycochea pasó a la historia por su acierto en Italia 90. Se convirtió en héroe nacional en Argentina, con permiso de Maradona, tras pasar dos rondas por penaltis con cinco penaltis detenidos. Paradójicamente, perdieron la final desde el punto fatídico, pero durante el tiempo reglamentario. “Es el mejor de los parapenaltis que yo he visto”, sentencia Claudio Bravo. Unzúe comparte la opinión, “aunque Buyo y Urruti siempre deben aparecer en la lista”. Dida, Franco y Duckadam completan la nómina.

La próxima final de Champions podría acabar a penaltis. En tres de las últimas siete ediciones se llegó con empate al minuto 120. En la ciudad de los Beatles seguro que firman la igualada, ya saben a quién aferrarse.

De Arconada a Claudio Bravo

Cuando enfrente del lanzador aparece un portero de la magnitud de Arconada no hay lugar para la parsimonia. Su apellido imponía. Por eso no pasaba nada cuando le pitaban un penalti a aquella Real. El título copero de 1987 contra el Atlético se materializó gracias al que detuvo en la tanda final a Quique Ramos.

Sin llegar a ese nivel de importancia, el también realista Claudio Bravo entró en la historia de los penaltis. En la final del Torneo Apertura de Chile, Mayer Candelo lanzó a lo Panenka y el chileno mordió el anzuelo, pero se reincorporó de forma espectacular: “En Chile conseguí parar bastantes, desde que llegué a la Real me han lanzado dos, y aunque no sirva de consuelo, acerté siempre el lado pero sin tapar. Yo como portero me muevo, me escoro a un lado, y me guío por la intuición, aunque veo bastantes vídeos. Cada portero tiene su ritual”. En el Liverpool-Chelsea no lo dudaba. “Sabía que Reina no perdonaría”.

El ex portero realista José Luis González saltó al estrellato tras detener el penalti crucial a Djukic en el último minuto de la última jornada de Liga en el 94.

José Ramón Esnaola, andoaindarra y ex portero realista, también tiene su historia. En la tanda de penaltis de la final de Copa de 1977 entre Betis y Athletic, Esnaola paró tres, pero pasó a la historia por meterle uno decisivo a Iribar. “No había lanzado un penalti en mi vida y no quería hacerlo. Tenía un miedo tremendo. ¿Meterle un gol a Iribar? Tenía en la cabeza a dónde lo iba a tirar y salió bien. Cuando nos cruzamos le pedí perdón”.

Años después, también marcó otro a Arconada. “Fue en mi homenaje, que jugamos Betis y Real en el Villamarín en 1983”.

(artículo publicado en “El diario vasco” Martes, 15 de Mayo de 2007)

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Muchas figuras de nuestro fútbol entre las décadas del 40 y del 50 eran amantes del tango. Algunas de ellas, bailarines consagrados, como el ‘Charro’ Moreno, ídolo de River Plate, y muchos otros amigos del alma de geniales artistas del 2 x 4, aunque en tiempos de Gardel, el puntero Mumo Orsi fue un eximio violinista de orquestas de tango.
Pero en el caso de Rinaldo ‘Mamucho’ Martino, consagrado en San Lorenzo, ganador del Scudetto con la Juventus de Italia (1948) también campeón con Nacional de Montevideo (1950-1952) e integrante del seleccionado nacional que dio vueltas olímpicas de torneos Sudamericanos, tuvo un acercamiento particularmente empresarial referido al tango.
Es que Martino fue propietario, junto a Atilio Stampone y Vicente Fiasché, de un famosísimo local en los finales de los años 60, en donde se escuchaba lo mejor de nuestra música ciudadana: Caño 14. El establecimiento, ubicado por entonces en la calle Talcahuano 932, tenía a Aníbal Troilo y su orquesta como a la atracción principal.
Además, en Caño 14 se presentaron el cantante Edmundo Rivera, el Quinteto Real, la orquesta de Atilio Stampone, el cuarteto del bandoneonista Leopoldo Federico y el guitarrista Roberto Grela, el trío Baffa-Berlingieri y allí logró consagrarse definitivamente el ‘Polaco’ Roberto Goyeneche.
Allí, entre copa y copa, se podía ser espectador del mejor tango del mundo, y escuchar las mejores anécdotas de fútbol de parte del inolvidable ‘Mamucho’ Martino.

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Los sistemas de juego reducidos a números sólo sirven para el momento en que empieza el partido; cuando los equipos están parados en la cancha, aparece el 4-3-3 o el 4-4-2, pero es un solo instante, después la dinámica se devora esos números a los que nosotros vivimos apelando.

(VÍCTOR HUGO MORALES, relator deportivo uruguayo)

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Once Pernías le ganan a Once Maradonas.

(VICENTE "Tano" PERNÍA, ex internacional argentino, en Diario "Clarín" del 18 de Septiembre de 1999)

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Como darte las gracias José Marcelo (José Miguel Guerrero Meza - Chile)


"Su rodilla no da para más”, esa fue la explicación que se deslizó entre sus cercanos. La cuestión es que después de cortos 15 años de carrera, José Marcelo Salas colgó definitivamente los zapatos de fútbol.

El Matador pertenece a esa casta de jugadores capaces de hacer felices a millones con solo tocar la pelota con su exquisita zurda. Una vez escuché: “Zamorano consiguió todo con esfuerzo, Salas lo hizo con clase”, que verdad más potente.

Lo que Marcelo Salas hizo dentro de la cancha es casi imposible explicar. José Marcelo Salas Melinao, es sin duda el mejor delantero de la historia del fútbol chileno, superando a Caszely, Sánchez, Landa, Zamorano y compañía, pero compararlo con otros jugadores es un ejercicio demasiado fácil, por ahora prefiero recordar su talento, su magia, su capacidad para lograr las lágrimas de hinchas y enemigos.

El espadachín de Temuco nació con una estrella que lo hizo distinto, por dónde paseo su zurda asesina provoco admiración. Bautizado "Matador" esa tarde que vacunó al archirrival y con tan sólo 19 años, meses después le dio un título, esperado por más de 25 años, a su equipo de siempre.

Explicar lo que hizo Salas es casi imposible, cómo explicar la categoría de sus goles. Sus corridas por Wembley, el Nacional, el Monumental de River, el Olímpico de Roma o Delle Alpi, no hay caso, Salas siempre hizo lo que quiso y como pocas veces me sentí orgulloso de ver a un jugador como él vistiendo esa casaquilla roja con la estrella en el pecho.

Hace tiempo escuché que “la selección chilena del 98’ era la mezcla perfecta de garra y calidad” y viendo con distancia lo que ocurrió en esa cita mundial no hay dudas que es verdad. Iván Zamorano y compañía entregaban el corazón, el tesón del chileno esforzado, que siempre tuvo que poner el doble para alcanzar lo mínimo para vivir, que sufrió hasta el último día de su vida para ver feliz a su vieja. Y por el otro lado, estaba él, un indiecito de tez blanca, frente arrugada y una zurda temible, aunque no lo parecía. Sí, ese mismo que dejó preguntándose a Cannavaro ¿por dónde cresta cabeceó? O como dijo Pedro Carcuro: “Se subió a una escalera mágica”. Magia, eso es lo que tiene el Matador, magia… podríamos quedarnos en eso, en magia, pero no es la mejor definición de lo que hizo Salas.

“Salas y River campeón, Salas y River Campeón, River Campeón, River Campeón”, escuchamos acá, al otro lado de la cordillera cuándo el shileno pasó a escribir su nombre entre los ídolos del equipo millonario. Sin embargo, no se contentó con eso, sino que siguió dando que hablar. “El fenómeno, el fenómeno, que golazo fenómeno”, gritaban cuando dejaba al portero colombiano del Atlético Nacional metido dentro del arco, mascando pasto, mientras el ‘Diablo’ Monserrat salía detrás de Salas para felicitarlo.

Rodilla al pasto y dedo al cielo, como diciendo “vengo de allá, del cielo, llegué para hacerte feliz”.

Decirte “Gracias Matador” es poco, lo que tendría que agradecer es que tuve la suerte de verte jugar en tu mejor momento, de presenciar frente a la TV y con una cerveza la final de la Supercopa, ante San Pablo y como con la derecha vacunaste a los negros, que no entendían como un chilenito era capaz de poner de rodillas a argentinos y brasileños, los dos dictadores del fútbol.

No sabes cuánto me molestaba cuándo imbéciles sin olfato futbolístico decían que estabas gordo, lento, que ya no sabías con la pelota. Cuántas veces te defendí y eso que tú me hiciste llorar muchas veces, me hiciste morder el polvo, como esa vez, cuando con tu gol (adelantado o no) nos pasaste y me dejaste con el apelativo de segundón para siempre. Aún te recuerdo corriendo con tus mechas tiesas hacía tu barra y gritando desaforado, sabiendo que lograbas un campeonato y, como tantas veces a lo largo de tu carrera, te instalaste en el rincón de los grandes.

¡Qué gol más maldito! Lloré, lloré como nunca.

Cuando tres años después haces lo mismo, pero ahora contra Uruguay, también lloré, pero de alegría. Hiciste la misma corrida, pero esta vez grité como nunca. Te hincaste en el suelo y acompañado por Víctor Hugo, nos abrías la puerta para Francia 98.

Cuántas veces lloré gracias a ti, no todas fueron felices. Ya venías de vuelta, peleabas la final con mi equipo y tú Espadachín nos vacunaste y nos robaste el campeonato invicto. ¡Ay Marcelo! Si algún día te pilló en la calle juro que te preguntaré cómo lo hacías.

Contra Perú… uhhhh, ¿te acuerdas cuando Valerio te tiró una patada de picado, envidioso de no poder contar con un iluminado como tú en su equipo? y usted, gigante, de frente tomaste la roja con la estrella en el pecho y se la enrostraste.

¿Sabés lo que decía yo ese mismo momento en el estadio abrazado a un tipo que nunca más en mi vida vi? ¡Vamos al Mundial conchesumare, vamos al Mundial! Cuando nuevamente volvía a botar lágrimas de hombre feliz.

Marcelo nunca podré terminar de agradecerte lo que hiciste por este idiota por la pelota. “Saben ustedes aún no dimensionan lo que es Marcelo Salas para el fútbol chileno”, dije con un tono filosófico hace unos días a unos pendejos, quienes a pesar de Internet y la tecnología, no saben nada de fútbol y se quedan en su exitismo de hincha imbécil.

No sabes cuánto me hubiese gustado verte con la casaquilla de mi equipo, sé que era imposible, tendríamos que haber nacido de nuevo los dos para que esto ocurriera, pero que va, al menos compartimos la nacionalidad, ambos sabemos que esa bandera provocaba las mismas sensaciones a los dos. Si para ese Mundial parecíamos un coro de quince millones de personas y las lágrimas aparecían de nuevo.

"El poeta del gol", así te decían en Roma, cuándo un imbécil sueco no te quería mucho y aún así te mandaste quince 'pepas', y eso que te hacía jugar bien lejos del área, aunque conocías el puesto, porque muy pocos saben que tú empezaste de 10, pero te enseñaron a celebrar los goles y no celebrar los de otros, una vez que empezaste no paraste más y Eriksson pudo ponerte de arquero y aún así harías goles como bestia.

Tu calidad se notaba más y eso, que cuando volviste a Sudamérica, ya no jugabas tanto. Ese gol a Liga Deportiva por la Libertadores. ¡¡Qué golazo mierda!!

Vi tú último partido, fue una cosa rara. Con mi hermano chuncho como pocos, decidimos ir a verte. Sentíamos en el ambiente que pasaría algo y claro que pasó. Dos pepas, una demostrando que te pueden tirar una piedra, pero igual te encargarías de pararla de pecho y marcar el gol. El segundo, solo fue fortuna, pero había que estar ahí y eso lo hacen pocos.

Ahora estoy en el Nacional, tú casa, despidiéndote para siempre de las canchas. Adiós y muchas gracias don José Marcelo, pero antes, antes de que te pierdas para siempre por esa escalera en la que muchas veces subiste para vacunar rivales, quiero que me digas: ¿Cómo puedo agradecerte?

Explícame cómo darte las gracias por todo José Marcelo Salas Melinao.

(un gracias inmenso a José Miguel por su generosidad al cederme este hermoso relato sobre el implacable goleador chileno)

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