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La segunda fecha del campeonato francés de 1974, cumplida en horas de la noche del domingo 10 de Agosto, será siempre inolvidable para Carlos Bianchi. Actuando como centro delantero del Reims de Francia, quebró todas las marcas galas en un solo partido, al anotar seis goles, cuatro de ellos de enorme calidad, al París Saint Germain, que paradójicamente abrió el marcador, pero que cayó finalmente por 1-6.
Marginado en forma inexplicable de la selección argentina al Mundial de ese mismo año en Alemania, la cabeza de Bianchi ya enseñaba, por esa misma época, una progresiva calvicie, aspecto físico que el jugador compensaba con una frondosa y bien cuidada barba.
No habían transcurrido dos meses de aquella auténtica hazaña, cuando la fatalidad se cruzó en la brillante carrera deportiva de Bianchi en Europa. La Unión Sindical de Periodistas Deportivos Franceses programó un partido amistoso entre el Barcelona de España y un combinado del Reims y el París Saint Germain. Poco antes de iniciarse el juego, la policía, sin dar noticia de ello a los 48.000 aficionados presentes en el estadio, retiró dos poderosas bombas dinamiteras instaladas en uno de los baños del escenario deportivo.
El juego fijó su atención en el duelo entre Cruyff, figura del onceno ibérico y la columna vertebral del Reims, integrada por los argentinos Larraigne, Santamaría y Bianchi.
En los primeros 40 minutos el partido respondió con creces a las expectativas: dos goles de Cruyff, un gol de Marcial y otro de Carlos Bianchi.
Pero en el minuto siete de la parte final, la suerte del incipiente calvo argentino cambió radicalmente. Bianchi lanzó en profundidad una pelota que también salió a disputar el veterano zaguero catalán Gallego, quien al trastrabillar en el campo húmedo, fue embestido por el argentino a plena velocidad. Bianchi, tendido boca abajo, al igual que Gallego, quedaron inermes sobre el campo.
Bianchi miró su pierna izquierda y pidió auxilio. La asistencia fue inmediata, con el técnico del Reims, León Desmenez, a la cabeza. Como consecuencia del golpe, fractura de tibia en el tercio medio y doble del peroné. Por fortuna, ninguna de las tres, cerca de articulación alguna. Gallego experimentó hundimiento de varias costillas.
Todos los asistentes al Parque de los Príncipes prodigaron una cerrada ovación a Bianchi al salir en camilla y permanecieron en respetuoso silencio los 38 minutos restantes del partido. Irónicamente, el delantero centro argentino debía recibir, tres días después, el Botín de Oro del fútbol francés, luego de consagrarse, con 30 goles, máximo anotador del año anterior, 1973.
Algo más de tres décadas atrás el pase de Bianchi, hasta antes de la lesión, estaba cotizado en un millón de dólares.

(tomado de la página "Arco triunfal")

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Bilardo es como Berisso; está detrás de la plata.

(DIEGO MARADONA, "atendiendo" a Carlos Bilardo y haciendo alusión a la localidad cercana a la capital de la Provincia de Buenos Aires)

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A la pelota hay que tratarla bien... para que vuelva a uno, porque ella se da cuenta si la tratan mal y no lo hace; es como si tuviera sentimientos.

(ADOLFO PEDERNERA 1918-1995, célebre futbolista y entrenador argentino)

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Problemas con los posteos programados (II)


Amigos del blog: Hace unos días informé de los problemas que tiene Blogger con los posts programados que uno prepara con antelación y que en definitiva no se publican en tiempo y forma.
Al respecto, Blogger está trabajando en una solución a dicho inconveniente. Lo único que puedo sugerirles es que entren al blog en un horario más tarde de lo habitual (sobre todo a quienes lo hacen a primera hora del día) pues las entradas no publicadas automáticamente las haré en forma manual hasta tanto se solucione el problema.
Sepan disculpar las molestias y, a todos, muchas gracias por vuestra comprensión.
Totonet

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Discípulos de Goycochea


“¿A que no hay huevos de tirármelo por la izquierda, como el otro día en el Calderón? Se ve que tienes miedo, va a ir por la derecha”. Con estas palabras Julen Lopetegui consiguió intimidar a Salva Ballesta en un Valencia-Rayo Vallecano del 2001 antes de que el sevillano lanzara un penalti. Lo tiró por el centro y el hoy comentarista televisivo se lo paró. Es una de las mil historias en torno a una pena máxima.

En los vértices de la línea imaginaria de once metros que une la línea de fondo y el punto de cal, lanzador y meta intercambian roles. Al cancerbero nadie le mirará con lupa si no ataja el esférico, pero el delantero puede ser recordado por su error. Y si no que se lo pregunten a Djukic o a Trezeguet. A algunos porteros les brilla la mirada en las tandas de cinco. Son los parapenaltis, especie futbolística de moda gracias a la sensacional actuación de ‘Pepe’ Reina en las semifinales de la Champions.

“Los tiempos han cambiado”, asegura Santiago Cañizares, especialista en estas lides. “Ahora tenemos tantos vídeos, analizamos tanto los disparos que puedes volverte loco. 'Suele tirar por la derecha, pero sabe que yo lo sé', piensas. Pese a la proliferación de tecnologías siempre queda lugar para la improvisación y el análisis del momento”.

El portero del Valencia comparte la opinión de otro especialista, Javier Urruticoechea. El que fuera meta de la Real y el Barça dio a los culés una Liga merced a una pena máxima atrapada en la última jornada, consideraba que un penalti lo falla el delantero más que lo para un portero. Cañizares lo ve claro: “Comparto la opinión de Urruti. Existen lugares de la portería a los que no podemos llegar en tan breve espacio de tiempo, pero la psicología es clave y mérito nuestro, cuanto más tiempo pase más se comerá la cabeza el tirador, si el portero tiene fama de atajar penaltis, tiene envergadura y sabe cómo poner nervioso al personal, el lanzamiento está condicionado. Meter gol se convierte en obligación imperiosa. Cada uno tiene su método para meter presión”.

El meta del Villarreal, Sebastián Viera, también conoce la efectividad de las argucias. Cuando el árbitro señala los once metros, el charrúa se hace el loco. Busca una toalla, un bidón, se aparta de la portería Cualquier cosa con tal de que el lanzador tenga que pensar. De los siete lanzamientos en dos años sólo ha encajado uno.

No debe de ser casualidad, porque el parapenaltis de moda, Pepe Reina, también hizo de muralla en el Submarino Amarillo. Detuvo cinco de siete. Según Cañizares es el mejor especialista que nunca ha visto. “Y no soy ventajista, lo pensaba desde hace tiempo. Si te fijas, el primer lanzamiento que atrapa contra el Chelsea es de una calidad sublime. Más allá de adivinar el lado, la estirada es perfecta”.

Reina detuvo tres penaltis al West Ham en la final de Copa del año pasado. Juan Carlos Unzúe le da importancia, pero relativa. “Atrapar el primero es clave. Transmite confianza. Pero nunca daré prioridad a un portero sólo por ser bueno en esta suerte, todo va por rachas. En mi debut, detuve un penalti, y días después, con Osasuna, eliminamos al Barça en la tanda fatídica. Pero en un mismo año me lanzaron doce y paré uno”.

Reina no es el único parapenaltis que ha pasado por los vetustos vestuarios de Anfield Road. Ray Clemence fue uno de los primeros especialistas. El inglés atajó un penalti a Heynckes en una final de la UEFA, entre otras importantes paradas con el balón a once metros.

Grobbelaar y Dudek

La palma se la lleva el excéntrico Bruce Grobbelaar, que llevó a cabo un ritual mítico en la tanda de la final de la Copa de Europa ante la Roma en 1984. Antes de que le lanzaran, comenzó a moverse espasmódicamente, balanceando torpemente las piernas como si hubiese bebido alcohol en cantidades industriales. Graziani se despistó, y el balón apenas rozó el larguero. La imagen de aquella final, volvió a reproducirla Jerzy Dudek, portero de los reds, en la final de Champions de 2005.

Carragher, central y acérrimo seguidor de la leyenda de su equipo, le pidió antes de la tanda que lo imitara. El polaco reeditó la mueca, con menos salero, pero Kaká se la coló. Y es que el brasileño no se asusta ni ante una manada de leones. “Los penaltis están diseñados para jugadores técnicos, pero con el matiz de que deben tener la cabeza muy bien amueblada, o por el contrario, una inconsciencia plena” asegura Unzúe, que ha conseguido que Valdés tenga una estadística de tres penaltis parados de seis, por los dos de diecinueve que llevaba hasta la pasada temporada.

Algunos técnicos no parecen apreciar esta inusual virtud. Toldo llegó a la Euro 2000 por casualidad. Peruzzi renunció, y Buffon se lesionó. En la semifinal contra la anfitriona Holanda recibió seis penaltis, dos en tiempo de juego. Sólo uno entró, durante la tanda. Atajó cuatro.

Sergio Goycochea pasó a la historia por su acierto en Italia 90. Se convirtió en héroe nacional en Argentina, con permiso de Maradona, tras pasar dos rondas por penaltis con cinco penaltis detenidos. Paradójicamente, perdieron la final desde el punto fatídico, pero durante el tiempo reglamentario. “Es el mejor de los parapenaltis que yo he visto”, sentencia Claudio Bravo. Unzúe comparte la opinión, “aunque Buyo y Urruti siempre deben aparecer en la lista”. Dida, Franco y Duckadam completan la nómina.

La próxima final de Champions podría acabar a penaltis. En tres de las últimas siete ediciones se llegó con empate al minuto 120. En la ciudad de los Beatles seguro que firman la igualada, ya saben a quién aferrarse.

De Arconada a Claudio Bravo

Cuando enfrente del lanzador aparece un portero de la magnitud de Arconada no hay lugar para la parsimonia. Su apellido imponía. Por eso no pasaba nada cuando le pitaban un penalti a aquella Real. El título copero de 1987 contra el Atlético se materializó gracias al que detuvo en la tanda final a Quique Ramos.

Sin llegar a ese nivel de importancia, el también realista Claudio Bravo entró en la historia de los penaltis. En la final del Torneo Apertura de Chile, Mayer Candelo lanzó a lo Panenka y el chileno mordió el anzuelo, pero se reincorporó de forma espectacular: “En Chile conseguí parar bastantes, desde que llegué a la Real me han lanzado dos, y aunque no sirva de consuelo, acerté siempre el lado pero sin tapar. Yo como portero me muevo, me escoro a un lado, y me guío por la intuición, aunque veo bastantes vídeos. Cada portero tiene su ritual”. En el Liverpool-Chelsea no lo dudaba. “Sabía que Reina no perdonaría”.

El ex portero realista José Luis González saltó al estrellato tras detener el penalti crucial a Djukic en el último minuto de la última jornada de Liga en el 94.

José Ramón Esnaola, andoaindarra y ex portero realista, también tiene su historia. En la tanda de penaltis de la final de Copa de 1977 entre Betis y Athletic, Esnaola paró tres, pero pasó a la historia por meterle uno decisivo a Iribar. “No había lanzado un penalti en mi vida y no quería hacerlo. Tenía un miedo tremendo. ¿Meterle un gol a Iribar? Tenía en la cabeza a dónde lo iba a tirar y salió bien. Cuando nos cruzamos le pedí perdón”.

Años después, también marcó otro a Arconada. “Fue en mi homenaje, que jugamos Betis y Real en el Villamarín en 1983”.

(artículo publicado en “El diario vasco” Martes, 15 de Mayo de 2007)

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Muchas figuras de nuestro fútbol entre las décadas del 40 y del 50 eran amantes del tango. Algunas de ellas, bailarines consagrados, como el ‘Charro’ Moreno, ídolo de River Plate, y muchos otros amigos del alma de geniales artistas del 2 x 4, aunque en tiempos de Gardel, el puntero Mumo Orsi fue un eximio violinista de orquestas de tango.
Pero en el caso de Rinaldo ‘Mamucho’ Martino, consagrado en San Lorenzo, ganador del Scudetto con la Juventus de Italia (1948) también campeón con Nacional de Montevideo (1950-1952) e integrante del seleccionado nacional que dio vueltas olímpicas de torneos Sudamericanos, tuvo un acercamiento particularmente empresarial referido al tango.
Es que Martino fue propietario, junto a Atilio Stampone y Vicente Fiasché, de un famosísimo local en los finales de los años 60, en donde se escuchaba lo mejor de nuestra música ciudadana: Caño 14. El establecimiento, ubicado por entonces en la calle Talcahuano 932, tenía a Aníbal Troilo y su orquesta como a la atracción principal.
Además, en Caño 14 se presentaron el cantante Edmundo Rivera, el Quinteto Real, la orquesta de Atilio Stampone, el cuarteto del bandoneonista Leopoldo Federico y el guitarrista Roberto Grela, el trío Baffa-Berlingieri y allí logró consagrarse definitivamente el ‘Polaco’ Roberto Goyeneche.
Allí, entre copa y copa, se podía ser espectador del mejor tango del mundo, y escuchar las mejores anécdotas de fútbol de parte del inolvidable ‘Mamucho’ Martino.

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Los sistemas de juego reducidos a números sólo sirven para el momento en que empieza el partido; cuando los equipos están parados en la cancha, aparece el 4-3-3 o el 4-4-2, pero es un solo instante, después la dinámica se devora esos números a los que nosotros vivimos apelando.

(VÍCTOR HUGO MORALES, relator deportivo uruguayo)

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Once Pernías le ganan a Once Maradonas.

(VICENTE "Tano" PERNÍA, ex internacional argentino, en Diario "Clarín" del 18 de Septiembre de 1999)

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Como darte las gracias José Marcelo (José Miguel Guerrero Meza - Chile)


"Su rodilla no da para más”, esa fue la explicación que se deslizó entre sus cercanos. La cuestión es que después de cortos 15 años de carrera, José Marcelo Salas colgó definitivamente los zapatos de fútbol.

El Matador pertenece a esa casta de jugadores capaces de hacer felices a millones con solo tocar la pelota con su exquisita zurda. Una vez escuché: “Zamorano consiguió todo con esfuerzo, Salas lo hizo con clase”, que verdad más potente.

Lo que Marcelo Salas hizo dentro de la cancha es casi imposible explicar. José Marcelo Salas Melinao, es sin duda el mejor delantero de la historia del fútbol chileno, superando a Caszely, Sánchez, Landa, Zamorano y compañía, pero compararlo con otros jugadores es un ejercicio demasiado fácil, por ahora prefiero recordar su talento, su magia, su capacidad para lograr las lágrimas de hinchas y enemigos.

El espadachín de Temuco nació con una estrella que lo hizo distinto, por dónde paseo su zurda asesina provoco admiración. Bautizado "Matador" esa tarde que vacunó al archirrival y con tan sólo 19 años, meses después le dio un título, esperado por más de 25 años, a su equipo de siempre.

Explicar lo que hizo Salas es casi imposible, cómo explicar la categoría de sus goles. Sus corridas por Wembley, el Nacional, el Monumental de River, el Olímpico de Roma o Delle Alpi, no hay caso, Salas siempre hizo lo que quiso y como pocas veces me sentí orgulloso de ver a un jugador como él vistiendo esa casaquilla roja con la estrella en el pecho.

Hace tiempo escuché que “la selección chilena del 98’ era la mezcla perfecta de garra y calidad” y viendo con distancia lo que ocurrió en esa cita mundial no hay dudas que es verdad. Iván Zamorano y compañía entregaban el corazón, el tesón del chileno esforzado, que siempre tuvo que poner el doble para alcanzar lo mínimo para vivir, que sufrió hasta el último día de su vida para ver feliz a su vieja. Y por el otro lado, estaba él, un indiecito de tez blanca, frente arrugada y una zurda temible, aunque no lo parecía. Sí, ese mismo que dejó preguntándose a Cannavaro ¿por dónde cresta cabeceó? O como dijo Pedro Carcuro: “Se subió a una escalera mágica”. Magia, eso es lo que tiene el Matador, magia… podríamos quedarnos en eso, en magia, pero no es la mejor definición de lo que hizo Salas.

“Salas y River campeón, Salas y River Campeón, River Campeón, River Campeón”, escuchamos acá, al otro lado de la cordillera cuándo el shileno pasó a escribir su nombre entre los ídolos del equipo millonario. Sin embargo, no se contentó con eso, sino que siguió dando que hablar. “El fenómeno, el fenómeno, que golazo fenómeno”, gritaban cuando dejaba al portero colombiano del Atlético Nacional metido dentro del arco, mascando pasto, mientras el ‘Diablo’ Monserrat salía detrás de Salas para felicitarlo.

Rodilla al pasto y dedo al cielo, como diciendo “vengo de allá, del cielo, llegué para hacerte feliz”.

Decirte “Gracias Matador” es poco, lo que tendría que agradecer es que tuve la suerte de verte jugar en tu mejor momento, de presenciar frente a la TV y con una cerveza la final de la Supercopa, ante San Pablo y como con la derecha vacunaste a los negros, que no entendían como un chilenito era capaz de poner de rodillas a argentinos y brasileños, los dos dictadores del fútbol.

No sabes cuánto me molestaba cuándo imbéciles sin olfato futbolístico decían que estabas gordo, lento, que ya no sabías con la pelota. Cuántas veces te defendí y eso que tú me hiciste llorar muchas veces, me hiciste morder el polvo, como esa vez, cuando con tu gol (adelantado o no) nos pasaste y me dejaste con el apelativo de segundón para siempre. Aún te recuerdo corriendo con tus mechas tiesas hacía tu barra y gritando desaforado, sabiendo que lograbas un campeonato y, como tantas veces a lo largo de tu carrera, te instalaste en el rincón de los grandes.

¡Qué gol más maldito! Lloré, lloré como nunca.

Cuando tres años después haces lo mismo, pero ahora contra Uruguay, también lloré, pero de alegría. Hiciste la misma corrida, pero esta vez grité como nunca. Te hincaste en el suelo y acompañado por Víctor Hugo, nos abrías la puerta para Francia 98.

Cuántas veces lloré gracias a ti, no todas fueron felices. Ya venías de vuelta, peleabas la final con mi equipo y tú Espadachín nos vacunaste y nos robaste el campeonato invicto. ¡Ay Marcelo! Si algún día te pilló en la calle juro que te preguntaré cómo lo hacías.

Contra Perú… uhhhh, ¿te acuerdas cuando Valerio te tiró una patada de picado, envidioso de no poder contar con un iluminado como tú en su equipo? y usted, gigante, de frente tomaste la roja con la estrella en el pecho y se la enrostraste.

¿Sabés lo que decía yo ese mismo momento en el estadio abrazado a un tipo que nunca más en mi vida vi? ¡Vamos al Mundial conchesumare, vamos al Mundial! Cuando nuevamente volvía a botar lágrimas de hombre feliz.

Marcelo nunca podré terminar de agradecerte lo que hiciste por este idiota por la pelota. “Saben ustedes aún no dimensionan lo que es Marcelo Salas para el fútbol chileno”, dije con un tono filosófico hace unos días a unos pendejos, quienes a pesar de Internet y la tecnología, no saben nada de fútbol y se quedan en su exitismo de hincha imbécil.

No sabes cuánto me hubiese gustado verte con la casaquilla de mi equipo, sé que era imposible, tendríamos que haber nacido de nuevo los dos para que esto ocurriera, pero que va, al menos compartimos la nacionalidad, ambos sabemos que esa bandera provocaba las mismas sensaciones a los dos. Si para ese Mundial parecíamos un coro de quince millones de personas y las lágrimas aparecían de nuevo.

"El poeta del gol", así te decían en Roma, cuándo un imbécil sueco no te quería mucho y aún así te mandaste quince 'pepas', y eso que te hacía jugar bien lejos del área, aunque conocías el puesto, porque muy pocos saben que tú empezaste de 10, pero te enseñaron a celebrar los goles y no celebrar los de otros, una vez que empezaste no paraste más y Eriksson pudo ponerte de arquero y aún así harías goles como bestia.

Tu calidad se notaba más y eso, que cuando volviste a Sudamérica, ya no jugabas tanto. Ese gol a Liga Deportiva por la Libertadores. ¡¡Qué golazo mierda!!

Vi tú último partido, fue una cosa rara. Con mi hermano chuncho como pocos, decidimos ir a verte. Sentíamos en el ambiente que pasaría algo y claro que pasó. Dos pepas, una demostrando que te pueden tirar una piedra, pero igual te encargarías de pararla de pecho y marcar el gol. El segundo, solo fue fortuna, pero había que estar ahí y eso lo hacen pocos.

Ahora estoy en el Nacional, tú casa, despidiéndote para siempre de las canchas. Adiós y muchas gracias don José Marcelo, pero antes, antes de que te pierdas para siempre por esa escalera en la que muchas veces subiste para vacunar rivales, quiero que me digas: ¿Cómo puedo agradecerte?

Explícame cómo darte las gracias por todo José Marcelo Salas Melinao.

(un gracias inmenso a José Miguel por su generosidad al cederme este hermoso relato sobre el implacable goleador chileno)

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Italia y Checoslovaquia disputaron la final el día 10 de Junio de 1934 en el estadio del Partido Nacional Fascista, en Roma, ante 55.000 espectadores. El saludo del trío arbitral (foto) ya daba cuenta en los prolegómenos del encuentro de que Il Duce se había asegurado de que Italia vencería el partido y se haría con el Mundial.
Pese a todo, Mussolini también se había encargado la noche anterior de recordarle a los jugadores y a su entrenador, Vittorio Pozzo, que el partido ante Checoslovaquia debía ser para ellos una cuestión de vida o muerte. Literalmente, las palabras fueron: “Señores, si los checos son correctos, nosotros somos correctos. Eso ante todo. Pero si nos quieren ganar de prepotentes, el italiano debe dar un golpe y el adversario caer… Buena suerte para mañana señores. Ganen, o si no… crash -corte de cabeza-”.
El partido llegó con empate a cero al descanso. Cuentan que un emisario de Mussolini le recordó al técnico italiano la consigna del dictador, con una breve nota: “Señor Pozzo, usted es el único responsable del éxito, pero que Dios le ayude si fracasa”. Los jugadores italianos tenían claro que cualquier método era lícito para ganar y conservar la vida.
A falta de 20 minutos para la finalización del tiempo reglamentario, Puc adelantó a los checoslovacos. Orsi empató en el minuto 81 y el partido llegó a la prórroga. Exhaustos por los esfuerzos de los días anteriores, los italianos no podían con sus rivales. Meazza se desmayó, pero como por aquel entonces no se podían hacer cambios, tuvo que volver al terreno de juego. Suyo fue el pase de la victoria, que Schiavio transformó en gol.
Italia se proclamó Campeona del Mundo, y sus jugadores se convirtieron en héroes de la Patria. Mussolini ordenó que fueran recompensados con 20.000 liras cada uno, y se les otorgó la distinción de “Comendadores al Mérito Deportivo”. Sin embargo, su máxima satisfacción no fue vencer por Italia, fue salvar la propia vida.

(tomado del blog “Deportexpress”)

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A Robinho se le ve que es buen jugador. Ya lo ha demostrado en la selección brasileña y en Cádiz entró muy bien en el equipo. Creo que gastaron bien la pasta en él. Pienso que uno nace así y él es delgadito y muy ágil. Si crea músculo se transforma y sería como yo o Gravesen. Mejor dejarlo así.

(PABLO GARCÍA, internacional uruguayo, opinando sobre Robinho tras el debut del astro brasileño en el Madrid, Agosto de 2005)

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El estilo de juego entre Estudiantes y Atlas es muy similar, lo que cambió es el trato que me da el entrenador Miguel Herrera respecto del que recibía antes. Este director técnico no olvidó que fue futbolista y trata a todos como tales, como seres humanos, no como el otro.

(BRUNO MARIONI, actual jugador de Estudiantes de Guadalajara, 'atendiendo' sin mencionarlo, a su ex entrenador en Atlas Ricardo La Volpe -28/06/09-)

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Del túnel (Francisco J. Uriz - España)


Saltan los veintidós al terreno de juego
envueltos en ovaciones o pitadas
bajo sol, lluvia o nieve.

Calentamiento, estiramientos,
el ritual de los fotógrafos,
la moneda al aire en el círculo central,
elección entre dos entidades al parecer idénticas.
(Los subalternos, al banquillo.)

Colocado cada equipo en su campo
que es la mitad del rectángulo,
algunos en torno al círculo central, otros dentro,
un silbido pone en movimiento la pelota,
pasa la línea central
y empieza el primero de los dos tiempos de 45 minutos
que constituyen el partido.


(Mi agradecimiento al Maestro Francisco J. Uriz quien, con toda generosidad, me envió su libro "Un rectángulo de hierba" de donde tomé este poema)

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Norberto "Llamarada" Eresuma


Los que tenemos algunas décadas de fútbol, no podremos olvidar a jugadores del interior que marcaron “su” historia indeleble en los campos de juego.
Norberto Omar Eresuma, conocido y reconocido con distintos apelativos como “Colorado”, “Llamarada” y sencillamente “Cacho” para sus más allegados, se lo relaciona más con el fútbol marplatense, donde es el máximo goleador de esa zona, en realidad es tandilense de nacimiento.
Los capitalinos lo conocimos recién en los viejos campeonatos nacionales, ideados por Valentín Suárez allá por 1968 e integró al Club San Lorenzo de Mar del Plata, pero Eresuma hacía rato que ya venía forjando su fama.
Ya a los 14 años de edad jugaba, y hacía goles en Excursionistas de Tandil y después en distintos equipos, hasta cuando tuvo 42 años en General Mitre en 1985… pero no vaya a creer que se olvidó de seguir en los campos de juego, porque siguió jugando con los “muchachos” veteranos como él y transitó las canchas de Parque Camet.
Su debut se produjo en 1958 como dijimos en Excursionistas de Tandil, enfrentando nada más y nada menos que al emblemático Ramón Santamarina, cuando ganaron 2 a 0 y el “Colorado” se anotó con uno y, si fuese poco, a un notable arquero, Pastor, un legendario que había venido de River Plate, donde había sido suplente de Amadeo Raúl Carrizo.
Posteriormente pasó a Santamarina, para recalar en 1968 en Mar del Plata en San Lorenzo, donde permaneció hasta 1974, menos en el ’70 cuando vino a jugar a Chacarita Juniors, recientemente campeón en el Metro ’69… le habían echado el ojo Boca y River, no llegaron a ponerse de acuerdo y apareció la Entidad “Funebrera” y puso 13.000.000 de los de antes y se lo quedó, mientras que los de San Martín cedieron a los marplatenses a Juan Domingo Loyola y Amarilla. Las cosas no le fueron bien y retornó a “La Feliz”.
En el ’75 estuvo en Aldosivi, volvió a San Lorenzo de Mar del Plata -con quien se consagró goleador del Nacional de 1976 con 12 conquistas- y en las temporadas ‘78 y 79 se puso la camiseta de Kimberley.
Sucesivamente jugó y lógicamente siguió haciendo goles en Círculo Deportivo de Comandante Nicanor Otamendi en el ’80, Ramón Santamarina en el ’81 y en su última etapa por Mar del Plata vistió los colores de Boca en 1982, volvió a Aldosivi en el ’83 hasta que en 1985 se despidió en General Mitre, “cansado” de hacer goles.
Eresuma es el máximo goleador de Mar del Plata en los viejos nacionales con 50 anotaciones en 7 torneos desde 1969 a 1979, vistiendo los colores de San Lorenzo entre el ’69 y ’74 y luego en el ’78, Aldosivi en el ’75 y Kimberley en el ’79.
Prácticamente le hizo goles a todos los arqueros del fútbol mayor, exceptuando al gran “Tarzán” Antonio Roma, pero sí a Fillol, “Perico” Pérez, Guibaudo, Irusta, entre otros.
En su excepcional carrera anotó más de 700 goles… y pensar que hoy festejan cuando llegan a los 100.
Norberto Omar Eresuma, “Llamarada”, “Colorado” o simplemente “Cacho”, como para que no lo olvide… o lo conozca.

(texto de Daniel Console publicado en el blog “Aquí ascenso”)

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Qué esquiúsmi, ni esquiúsmi (por 'disculpe' en inglés). ¡La próxima te meto una patada en los huevos!

(DIEGO MARADONA, y como ser diplomático con un rival que lo golpeó)

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¿A qué parece eso de ser campeón? Mire, es algo así como un champán seco y cálido que baja por la garganta. Una cosquilla ahí donde usted quiere. La piel rejuvenece de golpe.

(OSVALDO SORIANO 1943-1997, recordado escritor argentino en su artículo "Festejos")

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Sentida carta de un niño a Papá Noel (Anónimo - Argentina)


Un papá, fanático de Belgrano de Córdoba, ve en Papá Noel la oportunidad de introducir a su hijo de 9 años, en su misma pasión, ya que el niño aún no ha decidido de que equipo ser hincha.

El chico encuentra como regalo de navidad una camiseta de Belgrano y cuando la ve pregunta: ¿Papi porqué me trajo Papá Noel la camiseta de Uruguay?

-No hijo, esa es la camiseta de Belgrano.

-Y papi, ¿cuál es el máximo rival de Belgrano?

-Talleres hijo, ese es nuestro máximo rival.

-Ahhh ¿y le llevamos muchos partidos de ventaja papi?

-No hijo, solo nos llevan 17 clásicos, pero ojo hijo, cuando ellos estaban en Primera y nosotros en el Regional (que ahora se llama Argentino ‘A’) les ganamos 18 amistosos (la mayoría por penales) claro que ellos ponían equipos de emergencia, pero contando esos hijo, les llevamos uno de ventaja.

-Pero papi los amistosos entre equipos grandes no se cuentan en las estadísticas…

-Sí hijito, tenés razón, nos llevan 17.

-Bueno papi, pero no te pongas mal, ¿seguro que tenemos más copas que ellos?

-No hijo, en el fútbol local ni sé, ni quiero saber porque nos llevan muchas (doce).

-¿Y en el fútbol oficial papá?

-Bueno ahí ellos tienen solamente dos y una, hijo, ya no se juega más.

-¿Y nosotros papi?

-No hijito, nosotros nunca en toda nuestra historia ganamos ninguna.

-No te pongas tan serio papi, si querés no te pregunto más…

-No hijo, tenés que saber.

-Bueno papito, seguro que alguna vez le habremos ganado algún partido definitorio ¿no?

-No hijo, la única final que jugamos fue un campeonato oficial de AFA, la ganaron ellos y encima nos dieron la vuelta olímpica en la cara, ese es el otro campeonato que ellos tienen.

El chico (ya preocupado) vuelve a preguntar: bueno papi, pero seguro que tenemos más hinchas que ellos ¿no?

-No, hijo somos menos, todas las encuestas locales y nacionales lo dicen, además también lo dice la historia de la AFA.

-Bueno papi, pero ellos no van a la cancha…

-Siiiiii hijito, una vez llevaron 15.000 hinchas a Racing de Avellaneda y 18.000 a Rosario, pero bueno, estaban jugando arriba y encima los iban a ver de todo el país.

-Está bien papito, no te pongas así, seguro que nosotros tuvimos jugadores en la Selección ¿no?

-Sí, una vez citaron uno a la Sub17.

-No papi, yo digo a la selección mayor.

-No, en la mayor nunca tuvimos ninguno...

-Bueno, pero seguro que ellos tampoco…

-Si hijito, ellos tuvieron muchos y 5 fueron campeones del mundo (Tarantini, Baley, Oviedo, Valencia y Galván)

-¿Galván papi? ¿el que vi en tus revistas que fue el único jugador calificado con 10 en una final de un Mundial?

-Si hijo, fue un gran jugador...

-¿Y ese fue el ídolo de Talleres papi?

-Si ese y muchos más como Willington, Ludueña, Bravo (ese nos hizo 4 goles en un solo clásico), Valencia, Maidana, Borghello, Garay, etc...

-Y nuestro ídolo papi ¿quién es?

-HHHHUMMMMMMM, nuestro ídolo era la 'Pepona' Reinaldi, pero se hizo de ellos así que nos quedó el ‘Luifa’ Artime.

-¡Pero papi!

-Bueno hijo ya sé, pero ponía mucho huevo y además siempre le ponían un micrófono y hablaba mal de Talleres, por eso fue ídolo.

-¿Papito estás llorando?

-No hijo, es que los recuerdos me emocionan.

-Bueno papi, ¿cuántas copas internacionales jugamos nosotros?

-Ninguna hijo, ninguna, para jugar esas copas hay que ser muy buenos en Primera División y nuestra historia es de segunda categoría.

-Bueno ¿ellos tampoco no?

-Si hijo, ellos jugaron tres, la Copa Libertadores, la Sudamericana y la Conmebol.

-¿Esa es la que Talleres ganó, papi?

-Si hijo, pero esa era una Copa que no se juega más.

-Pero papi ¿entonces porqué Lanús y Rosario Central festejaron tanto cuando la ganaron?

-Bueno no sé, si sé, bueno que se yo, preguntale a ellos…

-Bueno papi, ¿querés que no te pregunte más porqué llorás?

-No hijo, preguntá, lloro de emoción.

-Bueno papi, seguro que clubes importantes del mundo vinieron a jugar con nosotros ¿no?

-No hijo, el Milan y el Santos de Pelé vinieron a jugar con ellos, pero escuchá hijito, en el año 1986 ganamos el Regional, en el último partido le ganamos 3 a 2 a Olimpo y subimos al primer Nacional ‘B’

-¿Y fuimos el único equipo papi?

-No hijo, eran 6 zonas y ascendieron todos.

-¿Entonces papi no fuimos campeones?

-Siiiiiií, fuimos 6 campeones!!

-Papaaaaá!!!

-Bueno… no fuimos campeones, además el Regional, ya te dije era el Argentino ‘A’ de ahora así que era amateur.

-Y Talleres, ¿no ganó ninguna zona de esas?

-No hijo, Talleres hacía ocho años que estaba en Primera División.

-Entonces papi ¿ellos jugaron más que nosotros en Primera División?

-Si hijo, ellos jugaron más de 1.100 partidos y nosotros 520.

-Papá, te pregunto en serio, ¿en qué les ganamos?

-Nosotros hijo tenemos la cancha más grande que la de ellos, el problema es que está en el medio de una villa, por eso nos dicen ‘bolivianos’.

-Bueno papito, pero ellos también…

-No hijo, ellos la tienen en una zona residencial.

-Bueno papi, pero nuestro predio es más lindo ¿no?

-Sí hijo, pero es alquilado.

-Bueno papi, estoy cansado y te veo muy triste.

-No hijo, me encanta hablar de fútbol con vos, preguntá nomás.

-Bueno papi ¿cómo nos fue en los clásicos sin público visitante?

-Ahhhh, empatamos casi todos.

-¿Como casi todos?

-Sí, uno lo ganaron ellos de pedo, con el gol de Borghello y ese día nació el ‘Día del Silencio’ porque éramos 37.000 y ellos habrán sido 30, uno de los que estuvo yo lo conozco, es amigo mío.

-Qué huevos para estar ahí ¿no? Papito, un compañero mío me dijo que Talleres pasó casi quince años sin poder ganarnos.

-Sí, sí, hijito. En esos quince años fue cuando le ganamos todos los amistosos, tenemos en nuestras vitrinas 12 Copas ‘Neder Nicola’.

-Papito ¿y por qué se jugaban solo amistosos?

-Bueno hijo, lo que pasa es que ellos jugaban en Primera División y nosotros los Regionales.

-Papi ¿entonces nos llevaban dos categorías?

-Si hijo, pero ahora si le ganamos a Gimnasia o a Rosario Central la Promoción nosotros también le vamos a sacar dos categorías.

-Papi ¿y cuando jugábamos los Regionales los ganábamos, no?

-No hijo, perdimos varias finales, pero hubo una que nos dolió hasta el alma porque fue 4 a 0 con Estudiantes de Río Cuarto y 3 goles los hizo el ‘Hacha’ Ludueña que era símbolo de Talleres.

-¿Y nunca ganamos papi?

-Sí hijo, ya te dije, ganamos una Zona del Regional 1986.

-Papi me voy a dormir...

-No hijo, ahora quiero contarte la parte buena de nuestra historia, la parte de los festejos.

-¿Y qué tenemos para festejar Papi?

-Hijo querido estamos en el medio de nuestra máxima alegría como club, la máxima alegría de nuestra historia, una alegría que nos permitió juntar miles de personas en el Patio Olmos y en la Plaza Jerónimo del Barco, una alegría que solo se puede comparar a una vuelta olímpica.

-No me digas nada papi, ¡¡salimos campeones!!

-No hijo, Talleres se fue al Argentino ‘A’.

-Y eso papi ¿es lo único que tenemos para festejar en esa historia de mierda que me contaste? ¿Y todos los años que nosotros estuvimos en el Argentino ‘A’ ellos festejaban así?

-No hijo, nos ignoraban y muchos hinchas nuestros viajaban a ver sus partidos, por eso los odiamos tanto.

-Pero papi eso es muy, pero muy mediocre y yo no quiero ser así...

El niño se fue llorando a su cuarto y comenzó a escribir una carta a Papá Noel: “Querido Papá Noel, sinceramente no sé qué tan mal puedo haber hecho las cosas, para que te hayas portado tan horrorosamente conmigo, yo creo que me he portado bien. Igualmente te perdono y te suplico si todavía hay tiempo que me traigas una camiseta de Talleres, si no tiro ésta y espero al año que viene, total con lo que mi papá me contó seguro que volveremos porque somos demasiado grandes.
Y quiero contarte Papá Noel, como secreto nuestro, que lo que me definió para hacerme para siempre de Talleres, fue que después de hablar con mi papá (pobre, quedó llorando) entendí por primera vez, lo de ‘Vírgenes’, ‘Mediocres’, ‘Ídolo Artime’, ‘Único festejo una desgracia ajena’.

-Noooooooooooo!!!! Yo no quiero ser así por favor...


(Mi agradecimiento a Raúl por el envío de este material, del cual desconozco el autor)

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Marinus Jacobus Hendricus "Rinus" Michels (Amsterdam, 9 de Febrero de 1928-3 de Marzo de 2005) fue un futbolista y entrenador holandés. Como entrenador se le conoció con el nombre de "Mr. Mármol" por su dureza no solo en el campo.
Su carrera como futbolista discurrió casi en su totalidad en el principal club de su ciudad, el Ajax, equipo en el que estuvo desde 1945 hasta 1958. Entre 1959 y 1960 jugó en un equipo local de Ámsterdam Zandvoortmeeuwen. Al retirarse decidió seguir vinculado al fútbol desde los banquillos. En 1965 ya estaba dirigiendo al Ajax, en el que tuvo a su cargo a jugadores de la talla de Johan Cruyff, Johan Neskeens, Jonhy Rep. Tanto Cruyff como Neskeens también estuvieron a sus órdenes en el Barça.
Sus mayores logros los consiguió con la Selección de Holanda, en la que inventó el llamado 'fútbol total' y que pudo poner en práctica gracias a jugadores como Cruyff, Rensenbrink o Neeskens. Con la naranja mecánica logró el subcampeonato del Mundo en 1974 frente a Alemania. Más tarde, regresaría a la selección holandesa para hacerla campeona de Europa en 1988 de la mano de Rijkaard, Van Basten, Gullit, Koeman, etc.
En el Barcelona consiguió tres títulos en las dos etapas (1971-75 y 1976/78) en las que estuvo: La Finalisima de Ferias ente el Leeds United (1971), La Liga (1973/74) y la Copa del Rey, ante la UD Las Palmas (1978).
Durante su estancia en el Barça tuvo varios enfrentamientos con los jugadores más carismáticos del Barça de la época: Charly Rexach, Reina, Marcial... y un largo etc... no olvidan aquellas broncas.
Quique Costas destacó que Michels era, "básicamente, una persona recta y muy correcta con el club", y recordó la anécdota del champán. "En un desplazamiento, los jugadores nos reunimos en una habitación para tomar una copa de champán. Michels lo descubrió y, muy enfadado, se metió en la habitación. Nos cayó una bronca monumental".
Ángel Mur, el masjista de la época: "Antes, Marinus había trabajado con mi padre. Era muy serio, responsable, profesional, incluso una persona cerrada y distante en el trabajo. Difícilmente uno podía acceder a él. Sin embargo, fuera era una persona maravillosa. En las comidas, nos solía cantar en holandés junto a su mujer, que era encantadora", comentó Mur.

(tomado del blog “Cathonys Blaugrana”)

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No sabemos con que pierna tirará el penalty, solo sabemos que lo tirará con una de las dos piernas.

(MICHEL y una frase antológica durante un partido de la selección española en el que oficiaba de comentarista de TV)

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Si naciera de nuevo, quisiera que me pasaran las mismas cosas. Gracias a Dios que me tiró en River.

(NORBERTO ALONSO, símbolo de River Plate)

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Folla allo stadio (Renato Guttuso - Italia)

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El sueño del pibe (por Diego Maradona)

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Tal vez el capitán históricamente más emblemático de la historia del fútbol uruguayo, junto a Obdulio Várela, fue José Nasazzi (foto) quien lograra con la Celeste tres torneos Sudamericanos, dos Olímpicos y una Copa del Mundo, éste certamen cuando se realizó por primera vez, en 1930, siendo Uruguay el país anfitrión.
Lo que pocos saben es que Nasazzi trabajaba en los talleres de una marmolería que cortaba, destrozaba y pulía el mármol para el revestimiento del Palacio Legislativo de Montevideo.
Cuando a Nasazzi le anunciaron que iba a ser el capitán del equipo olímpico que iría a los Juegos Olímpicos de París de 1924, recién allí dejó la dura profesión de marmolista.
Y fue así nomás, porque al regreso de París, con la medalla de oro a cuestas, fue nombrado empleado de los Casinos Municipales de Montevideo, llegando con los años, a ocupar la gerencia general del mismo.
En aquéllos tiempos de un fútbol para nada mercantilizado, para Nasazzi, su nuevo trabajo, mucho menos sacrificado que el de la marmolería, resultaba como un premio a su jerarquía futbolística.
Nasazzi, quien murió a los 68 años, se había iniciado en el club Bella Vista (el conjunto Papal, por sus colores blanco y amarillo) para luego consagrarse en Nacional de Montevideo. José Nasazzi, un uruguayo que honró al fútbol sudamericano.

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La presión de sumar más gente en la mitad de la cancha o en la delantera ocasiona una aglomeración de jugadores que le quitan el espacio a los creativos, los talentosos necesitan un poco de espacio para crear el juego; la gente pide la línea de tres en una mala teoría, porque al agregar un mediocampista lo que hacés es ahogar a tu equipo en ataque.

(PATRICIO HERNÁNDEZ, ex futbolista y entrenador argentino)

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Alguien me dijo 'italiano bastardo de mierda'. Ya sé que soy italiano, no me lo tienen que decir.

(PAOLO DI CANIO, jugador italino, hablando en el año 2002 de genealogia con un hincha del Sheffield Wednesday)

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Bela Guttman: "Sin mí, el Benfica no volverá a ganar una final europea"


El entrenador húngaro, que llevó al Benfica a ganar dos Copas de Europa en el arranque de los sesenta, fue despedido por la entidad portuguesa debido a que pidió un aumento de sueldo. El día que se despidió del club lo hizo lanzando una sentencia que en aquel momento fue tomada de forma anecdótica pero que se ha convertido en toda una losa para el Benfica. “Sin mí, el Benfica no volverá a ganar una copa europea”. Desde entonces ha disputado seis finales y las ha perdido. Cinco de Copa de Europa y una de la UEFA.

Guttmann, el trotamundos

Bela Guttman [Budapest, 1900-Viena, 1981] fue un trotamundos como jugador y también lo fue como entrenador. En su etapa como jugador fue un destacado mediocentro húngaro de origen judío que conquistó dos títulos de Liga con el MKT Budapest, jugó con la selección en los Juegos Olímpicos de París de 1924, y marchó al Hakoah Viena. Este equipo austriaco se convirtió en uno de los más importantes de Centroeuropa en la década de los años 20. Su popularidad le llevó a medirse con el West Ham United inglés. El primer partido se disputó en Viena y el resultado fue de empate. Los ingleses se comprometieron a disputar el desempate en Londres. Allí, el Hakoah humilló a los hammers endosándoles un rotundo 0-5. Bela Guttmann siempre fue inquieto. Tras una gira por Estados Unidos se quedó asombrado tras disputar un partido en el New York’s Polo Ground ante 46.000 espectadores. Por ello, y porque buena parte de los clubes eran de propiedad judía, decidió marcharse a la liga estadounidense donde jugó 176 partidos hasta su retirada a la edad de 32 años.

Sus inicios en el banquillo estuvieron ligados al Hakoah Viena. Posteriormente marchó al Enschede holandés (actual Twente) y ganó la Liga. También ganó la Liga húngara en la temporada 1938/39 con el Ujpest. Tras la II Guerra Mundial siguió entrenando en Hungría. Se hizo cargo de las riendas del Kispest Honved, con el que ganó otros dos campeonatos. El Honved era propiedad del padre de Ferenc Puskas, detalle que podría ser anecdótico pero que fue crucial en su trayectoria en la institución. Su marcha se produjo tras un roce con Puskas hijo. Guttmann quiso cambiar a un defensa y Puskas se negó. El cambio no se produjo. Guttmann se había dado cuenta que acaba de perder el respeto de sus jugadores. Se sentó en el banquillo, ojeó una revista hasta la conclusión y presentó la dimisión.

Marchó a Italia. Tras pasar por los banquillos de Pádova y Triestina recaló en el AC Milan en 1953. El camino de Trieste a Milan no lo hizo solo. Se llevó a un prometedor defensa de la Triestina: Cesare Maldini. Se convirtió en uno de los jugadores históricos del club rossonero. Fue el encargado de levantar la primera Copa de Europa de los milanistas en 1963. Pero, sobre todo, fue uno de los mejores defensores de su época. Guttmann tuvo un gran equipo a sus órdenes. Contó con el trío ‘gre-no-li’. Es decir, con los delanteros suecos: Gunnar Gren, Gunnar Nordahl y Nils Liedholm. Los tres formaron parte del combinado nacional que había sido oro olímpico en los Juegos de Londres de 1948. Además, también contó con el uruguayo Juan Alberto Schiaffino. Uno de los autores de goles del llamado ‘maracanazo’. Con este plantel, el Milan ganó el título de 1955. Nordahl fue el máximo goleador del torneo. El sueco actualmente es el segundo máximo goleador de la historia del Scudetto. En 1956 salió por la puerta de atrás del Milan y se despidió de Italia tras entrenar al Vicenza.

Su llegada a Portugal

De Bela Guttmann se dice que fue un gran estratega. La leyenda dice que él fue el inspiró el 4-2-4 con el que Brasil se proclamó campeona en el Mundial de 1958. Se dice que Guttmann durante su etapa en el MTK decidió fortalecer el medio del campo y para ello comenzó a emplear un 4-2-4 que Bukovi y Sebes también empezaron a utilizar. En 1957 Guttmann volvió a dirigir al Honved. El mítico Honved en el que jugaban: Puskas, Czibor, Kocsis, Bozsik, Budai, Lorant y Grosics. Con este 4-2-4 el Honved realizó una gira por Brasil. Allí se enfrentó a varios equipos. El conjunto húngaro maravilló y Guttmann se quedó en Brasil para hacerse cargo del Sao Paulo. Un Sao Paulo al que llevó al título en 1957. En este equipo formaron Dino Sani y Mauro Ramos, que ganaron el Mundial de 1958, y, sobre todo, destacaba la presencia del veterano Zizinho. Él fue el primer centrocampista brasileño que impactó a nivel mundial.

Tras su paso por Brasil, Guttmann puso rumbo a Portugal. En concreto a Oporto. Ganó la Liga con los dragoes. El Benfica se fijó en él y le contrató un año más tarde. Alrededor de este húngaro hay mucha mística y leyenda. Otra de esas leyendas dice que antes de firmar con el Benfica pasó por la barbería. En ella, coincidió con José Bauer, que en ese momento era el técnico del Sao Paulo. A lo largo de la conversación surgió el nombre de un joven mozambiqueño que tenía cautivado a Bauer. Guttmann decidió mandar a un ojeador y Eusebio Ferreira llegó a Lisboa a finales de 1960. Con la pantera negra, Guttmann encontró lo que al Benfica le faltaba para aspirar a la corona continental. De hecho, el primer triunfo europeo de las águilas se remonta a 1960. La irrupción de Eusebio no pudo ser más estrepitosa. En la final del Torneo de París de 1961, el Benfica iba perdiendo 3-0 con el Santos de Pelé y tan sólo habían transcurrido 20 minutos de partido. Guttmann desesperado decidió poner a Eusebio en el campo. El mozambiqueño respondió a la confianza de su entrenador con tres goles que igualaron el partido y que provocaron la reacción de Pelé. El astro brasileño hizo dos goles y su equipo terminó ganando por 6-3. Pero el gran triunfador de la noche fue Eusebio. La crónica de France Football es fiel reflejo de ello: “Eusebio 3, Pelé 2″.

El camino hasta la final de Berna fue relativamente cómodo para el Benfica. Eliminó al Hearts, Ujpest, AGF y Rapid de Viena. Pero el rival en la final iba a ser el todopoderoso FC Barcelona. El conjunto azulgrana había eliminado en primera ronda al Real Madrid, equipo que había ganado las cinco copas de Europa que se habían disputado hasta la fecha. Tenía un conjunto temible encabezado por los húngaros Kubala, Kocsis y Czibor más Evaristo y Luis Suárez. El Barça partía como favorito. Pero no cumplió. Se estrelló con la madera. Hasta cuatro balones acabaron en los postes. El Benfica no pudo contar con Eusebio en la final debido a que no había podido de arreglar el contrato con el club lisboeta. A pesar de ello, las águilas se impusieron por 3-2 en la prórroga.

El título de campeón de Europa lo iba a revalidar en la temporada siguiente. Y lo iba a hacer ante el mismísimo Real Madrid que alcanzó la final y que quería sumar su sexto título en siete ediciones. El conjunto blanco tuvo una difícil eliminatoria de semifinales ante la Juventus. Di Estéfano firmó el tanto del triunfo madridista en Turín. Pero la Juve repitió resultado en Charmartín, infligiendo al Real Madrid la primera derrota europea en casa de su historia. Fue necesario un partido de desempate en París que concluyó con triunfo blanco por 3-1. Si el Real Madrid sufrió en cuartos, el Benfica lo hizo en las semifinales ante el Tottenham Hotspur. 3-1 en Lisboa y derrota por 2-1 en The Lane. La final de Ámsterdam iba a enfrentar a los dos únicos campeones de la competición. Y Guttmann iba a poder contar con Eusebio, que estaba maravillando al continente con el fútbol que tenía en sus botas. Además, Guttmann tenía la posibilidad de tomarse una pequeña revancha con Puskas. El jugador húngaro fue el mejor de los blancos. Firmó tres goles, todos los que hizo el conjunto de Charmartín en aquella tarde. Pero el Benfica hizo cinco, dos de ellos de Eusebio.

Parecía que el Benfica iba a sustituir al Real Madrid en el trono continental. Si los blancos habían dominado la década de los 50 con Di Estéfano como gran abanderado, el Benfica se encomendaba a Eusebio y Guttmann para imponer su tiranía. El Benfica parecía un equipo imbatible. Con un poderío ofensivo notable y con un Eusebio al que ninguna defensa lograba frenar o, al menos, minimizar. Guttmann afrontaba su tercer año en la entidad. El húngaro pensaba que la tercera temporada era la más difícil para un entrenador. Por ello, durante el verano pidió un aumento de sueldo. Las negociaciones entre técnico y directiva no llegaron a buen puerto, hubo mucha tensión y el club decidió cesar Bela Guttmann. Tras el cese, el húngaro profirió la ya cita frase de “sin mí, el Benfica no volverá a ganar una copa europea”. La frase comenzó a tener sus efectos en ese mismo 1962. A finales de año, en la disputa de la Intercontinental que se llevó el Santos de Pelé.

Seis decepciones

Con la derrota en la Intercontinental no se quiso dar mayor importancia a la frase de Guttmann. Normal. Al fin y al cabo, la Intercontinental no era una competición europea y, por supuesto, ¿quién iba a creer esa amenaza cuando se tenía un equipo tan potente?. En 1963 el Benfica alcanzó la final de la Copa de Europa que se iba a disputar en Wembley. El rival era el AC Milan de Nereo Rocco que contaba con Gianni Rivera, Cesare Maldini, Giovanni Trapattoni y José Altafini, que se convirtió en el máximo realizador del torneo con 14 dianas. La final también era el escenario en el que se iban a enfrentar dos de las más grandes figuras futbolísticas del momento: Altafini y Eusebio. Ambos fueron los encargados de inaugurar el marcador. Altafini adelantó al Milan y Eusebio igualó la contienda. Pero Altafini iba a decantar el título con otro gol, logrado a pase de Rivera. En 1964, el Benfica cayó eliminado en primera ronda por el Borussia de Dortmund. Iba a ser un año después cuando las águilas alcanzasen su cuarta final de la máxima competición continental. De nuevo iba a enfrentarse a un conjunto italiano de la ciudad de Milán, pero esta vez su rival iba a ser el Internazionale, que era el vigente campeón de la competición. El Inter acrecentó la leyenda. Los elementos se aliaron con los neroazurri. El Inter jugaba en San Siro. La climatología no acompañó, llovió y el agua impidió que el Benfica practicase su estilo ofensivo. El Inter defendió con orden y rigor y, además, consiguió golpear primero gracias al tanto que Jair logró al filo del descanso. Este gol sirvió a los neroazurri para ganar su segunda y última Copa de Europa hasta la fecha. El Benfica perdía por segunda ocasión aunque firmaba un quinquenio de excepción: cuatro finales con dos títulos. La carrera de Eusebio tocó techo en 1968 y la del Benfica también. La pantera negra fue elegida Balón de Oro por France Football. Fue la primera ocasión en la que se otorgó este premio y el galardón recayó sobre el mejor jugador del momento. El Benfica estaba considerado como el mejor equipo de Europa. Tras eliminar a Gletoran (se deshizo de este rival gracias al valor doble de los goles en campo contrario, primera vez que se utilizó este sistema para decidir una eliminatoria igualada), Saint Etienne, Vasas y Juventus, el Benfica regresó a Wembley. No era un escenario que le traía buenos recuerdos y, además, iba a tener que jugar contra un equipo inglés: el Manchester United de Matt Busby. Un detalle nada anecdótico ya que los diablos rojos no habían conseguido ganar ningún partido fuera de casa durante las eliminatorias previas. En Wembley iban a contar con el apoyo de sus seguidores. Hibernian, Sarajevo, Gornik y Real Madrid fueron sus obstáculos para llegar a Wembley. La final no registró goles hasta la segunda mitad. Bobby Charlton, en el 54’, inauguró el marcador. Jaime Graça igualó minutos después. Se llegó a la prórroga. En ella, Charlton, Best y Kidd hicieron los tantos del United. 4-1. Tercera final perdida para el Benfica.

15 años iba a tardar el Benfica en regresar a una final europea. No fue en la Copa de Europa, sino en la Copa de la UEFA de la temporada 1982/83. El Benfica contaba en el banquillo con la dirección de un entrenador sueco: Sven-Göran Ericksson. Eliminó a Betis, Waasland, Zürich, AS Roma y Universidad de Cracovia. El equipo a batir era el Anderlecht belga. El club belga había ganado dos Recopas, perdido otra, y dos Supercopas de Europa durante la década de los 70. En esa temporada, antes del partido de vuelta de la eliminatoria ante el Oporto, Van Himst relevó a Tomislav Ivic en el banquillo. Se plantó en la final que se disputaba a doble partido. En la ida, el Anderlecht venció por la mínima gracias a un solitario gol del danés Brylle. El Estadio de la Luz registró un gran lleno para la vuelta. El Benfica acariciaba el título a pesar del resultado en contra que traía de Bélgica. Sheu, en el 36’, adelantó a las águilas e igualaba la final, pero el español Lozano, dos mimutos después del tanto portugués, puso el 1-1 con el que iba a finalizar el partido. La Uefa era para el Anderlecht y Bela Guttmann se reía desde su tumba en Viena, en la que descansaba desde hacía dos años.

Un año después de que el Oporto levantase su primera Copa de Europa en la final que le enfrentó al Bayern de Munich, el Benfica tenía la posibilidad de romper la maldición de Guttmann en la quinta final continental que iba a disputar tras la marcha del húngaro. De nuevo era finalista de la Copa de Europa. Stuttgart acogió la final. En ella el Benfica iba a tener que enfrentarse con el PSV Eindhoven de Guus Hiddink. El PSV no enamoró a Europa. Europa estaba del lado del Benfica. Ganó tan sólo tres de los nueve partidos que disputó en la competición. A penas hizo goles. Superó los cuartos de final (Girondins) y la semifinal [Real Madrid] gracias al valor doble de los goles conseguidos fuera de casa y, además, se granjeó la antipatía europea debido a la entrada que Koeman realizó a un jugador francés al que lesionó de gravedad. El PSV contaba con un gran portero bajo palos: Van Breukelen. Además en defensa contaba con el ya citado Koeman y con el belga Gerets, El fútbol en la medular lo creaba el danés Lerby y en las bandas contaba con Vanenburg y Gillhaus. En ataque, el delantero centro era Wim Kieft, El Benfica había eliminado a Partizan, AGF, Anderlecht y Steaua de Bucarest para llegar a la final. El encuentro concluyó 0-0. Se disputó la prórroga y el marcador no se movió. En los penaltis, el PSV acertó con todos mientras que Veloso falló el sexto por parte del Benfica. La maldición estaba más viva que nunca.

La última final que hasta la fecha ha disputado el Benfica fue dos años después de la derrota en Stuttgart. En 1990. El escenario iba a ser el Pratter vienés. Como el Benfica iba a visitar Viena, donde está la tumba de Bela Guttmann, al club se le ocurrió poner punto y final a la maldición. Una delegación lisboeta encabezada por Eusebio hizo una ofrenda floral en la tumba del húngaro y rezó antes de la disputa de la final en la que las águilas iban a volver a verse las caras con el AC Milan. El Milan de Sacchi atemorizaba Europa. Estaba revolucionando el fútbol y ya había ganado una Copa de Europa 12 meses antes en el Camp Nou. El Milan sufrió para llegar a la final. Sobre todo ante el Real Madrid en octavos y ante el Bayern de Munich en semifinales. Derrotó a los alemanes en la prórroga. El camino del Benfica también fue duro y, al igual que el Milan, sufrió en semifinales. El Olympique de Marsella era uno de los conjuntos favoritos para hacerse con el triunfo final. Era el aspirante al trono del Milan, incluso se decía que el único que podía batir al cuadro rossonero. El Olympique cayó en las semifinales ante el Benfica en un polémico encuentro de vuelta que se resolvió gracias a un tanto de Vata. Tampoco se vio una gran final, pero sí se vio a un Benfica gris, sin ideas para abordar al Milan. Rijkaard, en el 68’, marcó el 1-0 definitivo. Esta fue la última vez que el Benfica se asomó a una final continental que perdió como las cinco anteriores que había disputado tras la marcha de Bela Guttmann. De momento, la maldición de Guttmann sigue haciendo efecto a las águilas.


(tomado de la página "Fútbol táctico")

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Honorino Landa, el centrodelantero chileno que actuó en las Copas del Mundo de 1962 y 1966, estaba lleno de picardía.
En un partido en el estadio “Santa Laura”, le arrancó la gorra al arquero argentino Arturo “Palitroque” Rodenak (foto), que defendía a Rangers y la escondió bajo su camiseta.
Palitroque lo empezó a perseguir en medio del desconcierto del árbitro Mario Gasc y las risotadas del público. Posteriormente, en Talca, el Nino Landa repitió la gracia en un tiro de esquina y Rodenak lo correteó hasta la mitad de la cancha, con el juez Domingo Santos detrás de ellos. En Junio de 1987, Rodenak fue a los funerales de Landa en Santiago y Alberto Fouillioux, haciendo gala de humor negro, le gritó: “¡Palitroque! ¿viniste a buscar la gorra?”

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A un buen jugador hay que ponerle otro buen jugador al lado, no sólo para que juegue con él, sino para que compita con él; porque la competencia de ninguna manera es mala, si se la maneja bien.

(JORGE BERNARDO GRIFFA, ex jugador y entrenador argentino)

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Si nos unimos, se termina la FIFA.

(OSCAR RUGGERI, ex internacional argentino en Revista "Mística", Nº 3 del 3 de Mayo de 1997. Recordar también que quería terminar con la AFA -"voy y tiro el alambrado de Ezeiza con la 4x4"-)

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El goleador (Horacio Iannella - Argentina)


Después que la bajó con el pecho miró de reojo la tribuna que lo vitoreaba. La tuvo a sus pies unos segundos, la amasó con delicadeza con el botín izquierdo y comenzó a avanzar.

Los rivales se sucedieron pero él los esquivó con imperceptibles movimientos de cintura. Le hizo un caño al último defensor y con la cabeza levantada esperó la salida del guardavalla, le amagó a una punta, la enganchó con el empeine, suavecito, y la paso por arriba del cuerpo ya burlado del arquero.

La pelota, su amiga, llegó hasta el fondo del arco lentamente, como si supiera que solo debía acariciar la red. Era el quinto gol que convertía esa tarde y los hinchas, embanderados con los colores del club, lo aclamaban como ídolo indiscutido.

Se abrazó con sus compañeros e imaginó los titulares del día siguiente con sus fotos en cada uno de los matutinos.

Al finalizar el partido se despidió de la gente con el brazo en alto y el puño cerrado con el índice extendido, tal era su costumbre.

Después de hacer declaraciones a una radio y firmar dos autógrafos esquivó la maceta rota, la del helecho, pidió un cigarrillo que no le dieron y se dirigió a los baños del pabellón “C” del Instituto Neurosiquiátrico.

Junto al paredón, que nunca supo de revoque ni de pintura, quedó abandonado un bollo de papel de diario con noticias tristes.

(un gracias enorme a Horacio por autorizarme a publicar este cuento)

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