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Maradona pasea solo dentro del gigantesco hotel donde se aloja en estos días el seleccionado argentino.
Lo observábamos ayer, visiblemente molesto en todo ese lujo. Podríamos jurar que en poco tiempo Diego Maradona empezará a comprender que el fútbol está hecho también de pequeños y grandes sufrimientos.


(ENRICO MAIDA, "Corriere dello Sport-Stadio", 25 de Mayo de 1979)

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La mujer es como un jugador: si no quiere en determinada posición, no hay que insistirle.

(CARLOS BILARDO, ex jugador y entrenador argentino)

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El fútbol o yo (Alejandro Brandes - Argentina)


Cuando tenía diez años, conocí a una nena que se llamaba Estela, fue en un baile de disfraces, yo estaba disfrazado de astronauta y ella tenía puesto un ridículo vestido violeta y un sombrero marrón, que hacia juego con sus ojos.

-¡De qué estás disfrazada? -le pregunté.

Ella me miró con cara de perro rabioso y me contestó: ¡no tengo puesto ningún disfraz!

Luego le pedí disculpas y la invité a bailar, poco a poco nos fuimos conociendo, hasta que un día, la llamé por teléfono y le pregunté si quería ser mi novia (me daba mucha vergüenza, hacer semejante pregunta personalmente), ella me contestó que sí, pero con la condición de que abandonara el fútbol, (yo jugaba en las divisiones inferiores de Independiente) y le contesté que el fútbol nunca lo iba a abandonar y que si ella me quería tenía que aceptarme tal cual era, entonces me puso entre la espada y la pared, y me dijo: “el fútbol o yo”, me quedé pensando unos segundos y le contesté: “el fútbol”. Ella cortó el teléfono y me quedé con el tubo en la mano, sin saber que hacer.

Una semana después, luego de un entrenamiento, el director técnico de Independiente, me miró con cara de lástima y me dijo:

-Pibe, vos sos muy entusiasta, pero sos menos habilidoso que un semáforo.

-Don Jacinto, es probable que no tenga habilidad, pero soy muy buen defensor.

-Mirá pibe, no quiero desilusionarte, pero vos no tenés categoría para jugar en Independiente, vos tenés cabeza y lo mejor que podés hacer, es dedicarte al estudio.

Y yo, que tenía mi orgullo, le dije:

-Don Jacinto, si usted me deja libre va a cometer un gran error, fíjese lo que pasó con el "Mariscal" Perfumo, cuando era un pibe lo echaron de River y hoy es una estrella de Racing y de la Selección.

-¡Entonces andá a probarte a Racing!- me contestó, secamente.

Y yo que era un nene muy educado, le dí la mano como un caballero y le dije:

-Don Jacinto, gracias por todo y quiero decirle que cuando sea grande, voy a jugar en la Selección y el primer gol que haga, se lo voy a dedicar a usted.

Después me fui caminando sin rumbo por la avenida Mitre, pensé en ir a probarme a Racing (cuadro del cual era hincha fanático), pero descarté la posibilidad, porque no me parecía justo que en el club de mis amores, jugara alguien tan malo como yo.

Me sentía desconsolado, hasta que el rostro de Estela, se dibujó en mi mente y me dijo: "el amor es más importante, que una pelota de fútbol", entonces me fuí a comprar un docena de rosas y me tomé el colectivo 85 hasta la casa de Estela, toqué el timbre y ella misma abrió la puerta, me miró con un poco de desprecio y me preguntó: -¿qué querés?

Entonces puse cara de arrepentimiento y le entregué las flores, ella las agarró y las arrojó al aire, como si fuese "papel picado".

-Muchas gracias, me encantan las rosas.

-Estelita, te pido perdón por lo del otro día, lo estuve pensando bien y llegué a la conclusión, de que ser tu novio es mucho más importante, que jugar en Independiente.

Ella levantó las cejas, me miró con cara de fastidio y me dijo:

-Lo lamento mucho, pero llegaste tarde.

...y desde adentro de la casa, como si fuese un fantasma, apareció Mariano, que tenía el cerebro de una hormiga, pero poseía la virtud de ser un nene muy lindo, era rubio de ojos azules y jugaba al rugby, la miré a Estelita sorprendido y le pregunté:

-¿Este "papanata" es tu novio?

-Este "papanata" es más respetuoso que vos, se viste con ropa importada, habla inglés, levanta pesas y mi mamá lo adora.

Mientras tanto, Mariano mascaba un chicle, me miraba con carita sobradora y sacaba músculos.

Entonces yo emití un largo suspiro, la miré a Estela con resignación y le dije:

-No me queda más remedio que volver al fútbol, cuando sea grande voy a jugar en la Selección y el primer gol que haga te lo voy a dedicar a vos.

Después me fui...

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La Copa América de 1925 tuvo la curiosidad del pequeño número de participantes: sólo tres, Argentina, Brasil y Paraguay, la más mermada de todas las ediciones disputadas.
Ese mismo año, el argentino Julio Libonatti, “El potrillo” (foto), se convirtió en el primer sudamericano “exportado” a Europa (Italia), y llegó a ser internacional con la selección italiana.
La edición de 1935, disputada en Lima, estrenó la posibilidad de hacer cambios de jugadores en los partidos (tres de campo y el arquero), mientras que la celebrada un año después, en 1936, comenzó ese año y acabó uno después, en 1937, ya que el partido inaugural se disputó el 27 Diciembre y la final a comienzos de Febrero. Precisamente el encuentro decisivo también se prolongó en dos días distintos. Comenzó el 1º de Febrero y acabó de madrugada, la primera vez que se celebraron partidos en horario nocturno.

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Di Stéfano fue manufacturado en la tierra. Pelé fue hecho en el cielo.

(GEOFFREY GREEN, periodista británico)

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Soy un hombre de derechas y he votado a la derecha en las elecciones. Me gustan los valores que defiende el fascismo: la patria, el orden social y el respeto a la religión católica, basta de considerar el fascismo como un tema tabú.

(CHRISTIAN ABBIATI, arquero italiano, en polémicas declaraciones al diario español “El País” del 26/09/2008)

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Carta para Lis (Federico Martínez - Argentina)


Avellaneda 25/8/1991


Querida Lis: Han pasado ya cinco meses de tu partida, sé que es difícil contactarnos por el tema de los horarios y demás, por eso lo único que me queda es mandarte esta carta en la que quiero contarte cómo me está yendo en mi carrera de futbolista, esa por la que tantas noches rezamos juntos para que se me dé.

Un mes después de que te fuiste, comencé a entrenar con el plantel profesional, me di el lujo de correr a la par de “la Tota” Fabbri, “Goyco”, Rubén Paz y tantos otros más.

Me hubiese encantado que estés para mi debut, fue algo mágico, indescriptible, lleno de emociones, largo de contar en una sola carta. Pero no te preocupes, los muchachos del pueblo me lo grabaron entero y me lo trajeron a la pensión para que lo puedas ver cuando regreses. Te juro que me temblaba todo y se me notó más el susto cuando después del partido, me hizo una nota el Flaco Viale.

Disputé cinco encuentros en Primera; todos con muy buenas actuaciones, hasta me citaron para una preselección de la Juvenil Argentina; no quedé, pero no fue por mi culpa.

¡La hinchada me conoce y me aprecia mucho! El último partido que jugué, salí por un dolor en la rodilla y me reemplazó otro pibe de las inferiores de apellido López, le dicen "el piojo", cuando me retiré todo el Cilindro coreaba:"...olé olé olé olé Mati Mati...olé olé olé olé Mati Mati..."

Fue una emoción muy grande, casi me largo a llorar, se me puso la piel de gallina, encima mi familia no había podido viajar porque tuvieron que cuidar a la tía Sara que estaba jodida por la artrosis.

Lo más importante que quiero contarte, es que en la 10ª fecha, contra Platense convertí 2 goles. El 1º fue de cabeza y el 2º de tiro penal (se la piqué al arquero como vos siempre me pedías que haga. ¿Te das cuenta? A la distancia te sigo haciendo caso).

¿Sabés cómo festejé los goles? Cuando hice el 1º me arrodillé en el pasto y comencé a tirar besos con mi mano hacia el norte, donde vos estás, para que te lleguen, en forma de dedicatoria. Para el 2º gol hice algo más evidente, salí corriendo desesperado hacia una cámara de ATC, la tomé con mis manos y bien cerca del micrófono, grité: "Para vos Lis, te quiero amor".

¡No te das una idea cómo me gastaron mis compañeros! el “Coco” Reynoso no paró de joderme, pero el “Pato” Miguez dijo que soy un fenómeno porque impuse una moda; ahora todos los jugadores de distintos equipos hacen lo mismo. Qué sé yo, a mí me salió así, no lo pensé mucho, vos me conocés.

Bueno linda, espero tenerte pronto junto a mí, te tengo guardadas las camisetas de tus ídolos, la de "gambetita" Latorre y la del "Turquito" Mohamed; las únicas que te pude conseguir, porque lamentablemente tuve que dejar el fútbol por culpa de una maldita lesión en la rodilla derecha que ya no me responde más.

Pero vos no te preocupes, quedate tranquila, ya me estoy recuperando de la operación y a la vez estoy haciendo el curso de técnico, porque el club me va a designar una categoría en las inferiores, para seguir ligado al fútbol, que es una de las cosas que más amo.

De mi parte te puedo decir que estoy bien y con paciencia, esperando que todo pase para empezar a trabajar pronto.

Además no me puedo quejar, porque sé que es difícil llegar, y yo no sólo llegué, sino que también pude hacer un par de goles. Pero lo más importante es que pude gritarle al mundo lo mucho que te quiero.

PD: En el clásico contra Independiente estrenamos una bandera que reza: "Más allá de toda lógica, más allá de toda razón, te entrego mi alma y mi corazón". La frase es mía, la hinchada piensa que es el sentimiento que tengo por la Acadé, pero en realidad es lo que siento por vos.
Hasta la vuelta, besos.

(Un gracias enorme a Federico y a Sebastián Farías por cederme este cuento y la ilustración correspondiente al mismo. Gracias amigos!)

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¿Cómo viviste dentro de la cancha la final del último Mundial, con la famosa expulsión de Zidane?

Se ha hablado mucho de esa final, pero puedo entender la reacción de Zizou porque él es un creador y, a veces, la gente quiere destruirlo. Además, en el fútbol ganan o pierden los 23 integrantes del plantel.

¿Te diste cuenta en el momento de lo que había pasado?

No, para nada. Y tampoco quería hablar de eso después, en el vestuario. Con Zidane hemos ganado un montón de cosas. Ganamos y perdimos juntos. Es duro perder, pero hemos hecho un gran Mundial. Creo que se esperaba más de Francia en 2002 que en 2006. Pero el fútbol es un deporte muy raro, ¿no?

(THIERRY HENRY, futbolista francés, en la revista argentina "Viva" del domingo 27/07/08)

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Si Maradona hubiese nacido en la época de Cristo habría sido por lo menos uno de los santos, uno de los apóstoles.

(EMIR KUSTURICA, músico y director de cine bosnio -2008-)

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El técnico que se mantenga al costado... es una figura importante, por supuesto, pero es más probable que pierda el partido a que lo gane. A los partidos los ganan los jugadores.

(ROMARIO, ex internacional brasileño)

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Fútbol modesto (Leopoldo de Luis - España)


Desmontes amarillos bajo el sol del invierno
que pone su piedad, su tibieza en las cosas,
que arranca falsas luces de los vidrios verdosos,
diamantes de un fantástico sueño por el que cruzan
heridos perros de esperanza y pena.

Delgados muchachitos,
pálidos obrerillos con sus botas gastadas,
bajo sus trajes grises, que van a hacer deporte
o a aprender que ellos mismos son un balón doliente
que a puntapiés manejan los grandes jugadores de la vida.

Mañana de domingo. La carne fatigada
bosteza lentamente su cansancio remoto.

Una humilde ilusión, como el rayo en los vidrios,
arranca de las almas llamitas de alegría.

Bota el cuero cosido de esperanza,
hinchado con un aire de esperanza,
de risa triste, de ilusión oscura.

Colores desteñidos que nunca se asomaron
al sol de los estadios,
van, vuelven, corren las camisetas, buscan,
persiguen una esfera del color del sueño.

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Cienciano del Cusco y Juan Aurich de Chiclayo se enfrentaron en el Estadio Garcilaso de la Vega en el año 2002. Los dos equipos no se percataron de un detalle: tenían camisetas de un color similar (rojo) Por eso el conjunto chiclayano usó un chaleco verde encima de la indumentaria oficial, lo que motivó la ira y la explosión de un periodista canoso, experto y fanático del fútbol en Europa, donde, según él, esas cosas jamás ocurren por ser un continente que respeta las reglas; y no hay informalidad. "Esto sólo pasa aquí en el Perú, donde existe un fútbol social. Cómo vas a jugar un partido del torneo local con chalecos de entrenamiento", renegaba el destacado comentarista.
A minutos de la conclusión del choque en la Ciudad Imperial llegó la noticia de que Claudio Pizarro delantero del Bayern Munich, había anotado dos tantos ante Hamburgo. Lo curioso fue que las imágenes de la televisión internacional mostraban al 'Bombardero de Los Andes' celebrando con la camiseta roja y oficial del cuadro bávaro y un ¡chaleco verde! encima, debido a que Hamburgo se presentó en Olímpico de Munich con un uniforme de tono parecido al del dirigido en ese entonces por el DT Ottmar Hitzfeld.
Parece que también en Alemania hay fútbol social...

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Aun ganando se puede ser un perfecto imbécil y perdiendo se pueden sacar de la experiencia una serie de enseñanzas que permitan reconvertirlo en triunfo.

(JORGE VALDANO, ex jugador y entrenador argentino -1996-)

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Para compararse conmigo Maradona tiene que pedirle permiso primero a Sócrates, Tostao, Rivelino, Zico y Romario, así como otros grandes jugadores brasileños y luego tiene que pedirle permiso a Di Stéfano y Moreno, dos grandes argentinos que fueron mejores que él.

(PELÉ, en el 2000, tras darse a conocer una encuesta entre cibernautas de la FIFA que premiaron a Maradona como el mejor jugador del siglo)

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Alessandro Del Piero (Christian Stellner - Austria)

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Cero a cero (Tito Fernández - Chile)

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Diego Lucero fue un recordado periodista que se distinguía por su particular forma de contar anécdotas transcurridas a través de años de comentar fútbol.
En su libro, "10.000 horas de fútbol" (foto), recordaba una simpática historia gastronómica ocurrida con unos jugadores uruguayos en el Sudamericano de Guayaquil de 1947 el cual cubrió para un periódico de Montevideo: "El torneo se jugó al finalizar el año y es normal en esa región del mundo que a fines de Diciembre comienza la época de las lluvias. Y huyendo de las lluvias, bandadas de grillos voladores, una especie de langostas, pero un poco más grandes que ellas, y más repugnantes, se levantan de los campos corridas por las lluvias y caen sobre las poblaciones, atraídas por las luces de la ciudad.
En aquel año, cuando estaba por terminar el campeonato, cayeron sobre Guayaquil unas bandadas imponentes que se introdujeron en las casas, un azote de destrucción. Se comen las cortinas de las casas, se introducen en los roperos y se comen todo lo que encuentran, tapan las veredas de tantos que son y hay que andar pisando una alfombra de grillos. Y pasó en un restaurante. Fueron a comer un mediodía que estaban de franco, el Negro Sarro, Schubert Gambetta y el morenito Rodríguez Andrade. Y cuando vieron que el mozo, ordenando la mesa, puso junto a los platos dos cucharas, preguntaron intrigados: '¿Y por qué esas dos cucharas?'. Y el mozo, sobrador, les dijo: 'Son dos, una para sacar los grillos, y la otra para tomar la sopa'..."

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Algunos monopolios surgen a través de la posesión de tierras que contienen minerales particularmente valiosos y aguas termales o están situadas en privilegiadas localizaciones geográficas. Otros, a causa de habilidades anormales como la voz de Maria Callas o el pie de George Best.

(B. J. Mc CORMICK, escritor británico)

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A mí me reprochaban mis noches milongueras, pero no sabés qué lindo entrenamiento es el tango para los jugadores. Fijate. Tenés ritmo, después cambio de ritmo en una corrida, manejo de perfiles, trabajo de cintura, de piernas. Mirá que en una de ésas yo anduve bien en el fútbol por eso, por ir a bailar el tango todas las noches.

(JOSÉ MANUEL MORENO 1916-1978, ex futbolista argentino)

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Una final con handicap


En 1962, Pelé era la figura indiscutible del fútbol mundial; su fama había atravesado todas las fronteras. De ahí que en el Campeonato del Mundo se aguardara con expectación su presencia como auténtico conductor del equipo brasileño. Desde hacía cuatro años la selección apenas se había renovado. Aún jugaban los laterales Djalma y Nilton Santos, de 37 y 36 años, respectivamente, aunque la franja central de la defensa la cubrían ahora Zoísmo y Mauro, menos seguros, por otra parte, que Bellini y Orlando. Afortunadamente, en la portería estaba, mejor que nunca, Gilmar.

El centro del campo había variado poco. Seguían firmes Zito y Didí, éste después de haber pasado, con poca fortuna, por el Real Madrid.

Tampoco se había modificado la línea atacante, con Garrincha, Vavá (38 años), Pelé y Zagallo. La táctica brasileña se había hecho más conservadora a medida que la veteranía de sus astros obligaba a éstos a jugar con mayores precauciones. De esta forma Zagalo se convertía prácticamente en un tercer centrocampista y Pelé tenía libertad de acción para moverse por toda la franja izquierda del campo.

No obstante, la presencia de Pelé en el Campeonato resultó lamentablemente corta. En el segundo partido, contra Checoslovaquia, quedó fuera de combate por una grave lesión en la ingle.

El nerviosismo y la inquietud se apoderaron de los brasileños, que tuvieron enormes dificultades para batir a España por 2-1 en el último partido de la fase eliminatoria, y ello gracias a dos goles de Amarildo, el sustituto de Pelé. Este joven jugador, desconocido fuera de su país, vino a ser la estrella y la tabla de saltación de su equipo. Menos completo que Pelé, Amarildo poseía, en cambio, un innato sentido del gol.

Brasil llegó a la gran final para encontrarse de nuevo con Checoslovaquia, que había eliminado en semifinales a Yugoslavia por 3 a 1.

En tanto, la 'canarinha' se había librado de Chile por 4 a 2, con dos goles de Garrincha y otros dos de Vavá. Amarildo parecía haber perdido el espectacular toque de su primer partido frente a España.

La final fue poco espectacular y muy diferente de la celebrada en Estocolmo cuatro años antes. Brasil se basaba en la experiencia y el contragolpe, igual que Checoslovaquia, que había dado la sorpresa llegando a la final con una formación no menos veterana (29 años de promedio, el más elevado después de Brasil). El soviético Latuchev fue el encargado de dirigir el partido.

Lo mismo que en Estocolmo, Brasil empezó perdiendo. A los 15 minutos, Masopust, el potente centrocampista checo, abrió el marcador. Casi inmediatamente, empató Brasil por medio de Amarildo, que había recobrado su dinamismo. Pero en esta ocasión las cosas no se veían tan cómodas; la lucha era tremenda en el centro del campo.

El primer tiempo finalizó, pues, con empate a uno. Esta situación se mantuvo hasta el minuto 70 de juego, en que Zito, el veterano medio volante, puso por delante a Brasil, que podía aplicar de esta forma su táctica de contención y contragolpe.

Zagallo se retrasó ostensiblemente para sostener a sus compañeros centrocampistas, mientras que los diabólicos regates de Garrincha obligaban a la defensa checa a vigilar sus puestos. A un cuarto de hora del final los checos se lanzaron al ataque, y poco después, en un fallo del portero checo Schroif, Vavá redondeó el triunfo brasileño.

Era el final de una época. Vavá, Didí, Garrincha, Nilton y Djalma Santos..., todos estaban en el crepúsculo de su carrera. Pasarían ocho años antes de que Brasil saboreara de nuevo las mieles de la victoria. Un solo superviviente. Pelé, culminaría en México su fabulosa carrera deportiva.

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Lo dirigí a Pablo en la 6ª de Estudiantes de Río Cuarto. Y no le perdonaba una. Un día me agarró mi mujer y me dijo que Pablo estaba muy mal porque yo nunca lo veía jugar bien. Tenía 13 años Pablo. Me senté con él y le expliqué que debía dar el ejemplo, que ante sus compañeros le tenía que pedir más que a nadie. Y le conté una fábula: había un campesino que tenía una carreta tirada por un caballo y cada vez que llovía los caminos se ponían muy fangosos, casi intransitables, pero igual tenía que cruzarlos. Para que el caballo tirase, el campesino le pegaba con el rebenque una y otra vez. “¿Por qué lo hace, pobre animal?”. Lo acusaba la gente. “Porque a los más nobles es a los que más se les puede pedir”, respondía el campesino.
En ese momento no sé si Pablo lo entendió, pero con el tiempo me dijo que le había servido mucho que yo no fuera contemplativo con él.

(RICARDO “Payo” AIMAR, ex jugador de Belgrano de Córdoba en 1971, donde tuvo como compañeros a Hugo Tocalli y a “Milonguita” Heredia, en “La Nación Deportiva Mundial” del lunes 19 de Junio de 2006, hablando de su hijo Pablo)

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Me quedaré en el fútbol. Ni siquiera me importa que me usen como banderín de córner.

(DEREK DOOLEY, ex futbolista inglés quien sufrió la amputación de su pierna derecha a raíz de una colisión accidental con un arquero)

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Es inútil comparar a Messi con Maradona porque un jugador como Diego no nacerá nunca más.

(CARLOS SALVADOR BILARDO, Director General deportivo de la AFA, opinando el 8/1/09 acerca de una comparación inevitable)

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El arquero brasileño Manga tuvo, en los años 60 y 70, las mejores actuaciones en equipos de su país y en el exterior.
Cuando atajaba para Nacional de Montevideo, en la década del 70, tenía una cábala que le dio excelentes dividendos.
Según lo escribió en su libro autobiográfico el ex titular del club montevideano, Miguel Restuecia, Manga manejaba muy bien sus contratos, y hasta la posibilidad de adelantos.
Un día, el arquero se acercó a la sede de Nacional, aduciendo que le debían dinero. Le informaron que estaba equivocado, pero él insistía en que aún le adeudaban el premio... ¡pero del domingo próximo cuando debían enfrentar a Peñarol!
Tomando su pedido como una fe ciega en el triunfo de Nacional en el clásico uruguayo, decidieron darle el "adelanto". Y Nacional ganó. A partir de esa instancia, y ya como cábala establecida por todos. Manga repetía el cobro del premio por adelantado cada vez que enfrentaba a Peñarol.
Y aquí lo insólito: Nacional, con Manga en el arco y el dinero en su bolsillo en los días previos, estuvo 16 clásicos consecutivos sin perder.
Y a propósito del "1", tiene en sus registros un golazo de arco a arco que marcó el 30 de Mayo de 1973, cuando Nacional se enfrentó a Racing de Montevideo y ganó 7 a 0. Manga convirtió el último tanto, con poderoso remate desde su área. Inolvidable.

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Con la pelota entre sus pies, hace que el Ballet del Bolshoi parezca un grupo de enanos inválidos; y la forma en que sus zurdasos violan todas las leyes del continuo espacio-tiempo harían que el mismo Einstein se ensuciase los pantalones.

(NewCity.com opinando sobre el búlgaro Hristo Stoitchkov del Chicago Fire -2001-)

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Tenía un amigo camarero. Su tarea era traerme 3 o 4 croissants después de hacer el amor. Traía los croissants a la escalera del hotel, yo acompañaba a la chica y hacíamos el intercambio: él se llevaba a la tipa, yo me zampaba los croissants. Sexo y comida, la noche perfecta.

(ANTONIO CASSANO, jugador italiano, en su libro “Dicco Tutto” -Lo digo todo-)

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Ese día estuvimos todos (Rodrigo Damián Gaite - Argentina)


“En el colegio me enseñaron
que este país es grande y tiene libertad”
(Moris)

La semana anterior, mientras acomodaba unos apuntes sobre el mantel de hule en la mesa de la cocina, le prometió a Clarita que la plata del préstamo la iba a emplear en la refacción de la casa. O parte de la refacción, porque para todo no iba alcanzar. En el baño iba a cambiar los azulejos y los artefactos, pero lo más probable era que la cocina quedara para más adelante. Pero por lo menos hasta que se casaran podría dedicarse tranquilo a arreglar la vivienda de sus padres, sobre todo la habitación matrimonial que comenzarían a utilizar cuando regresaran de la luna de miel. Tenía que rasquetear las paredes y darles unas manos de pintura, reparar el placar y engrasar las bisagras de las puertas.

Y como iba a ver polvo por todas partes, le pidió que esperara para llevar el Wincofon y los discos de vinilo de rock nacional, encima ella era tan cuidadosa que a los de Almendra y Pescado Rabioso solo faltaba que los pusiera adentro de una caja de cristal.

A ella la conocía de toda la vida por que vivían en el mismo barrio, pero recién en un asalto que hicieron sus compañeras de 5º comercial, se animó a encararla, desde entonces comenzaron un noviazgo que fue afianzándose cada vez más hasta que llegó la propuesta que a ella casi la deja muda: El casamiento.

Cuando llegó al bar se acordó que al otro día debía llevar la seña por el juego de muebles del comedor.

Hacía rato que el Ford Falcon estaba estacionado sobre la calle Gavilán, pero Manuel no lo vio; de haberlo visto, tampoco le hubiese llamado la atención. Desde que veía camiones del ejército apostados en las esquinas parando a los colectivos y haciendo una minuciosa requisa de los pasajeros, ya nada le llamaba la atención.

Desde que había comenzado a trabajar en la empresa nunca le manifestaron nada por su aspecto personal, pero hacía unos días, le habían “sugerido” que se cortara el pelo, para que sus cabellos castaños luciesen lo más prolijos posible.

Le pidió al mismo mozo lo mismo de todos los días. Se le vinieron a la mente las palabras que no se atrevió a decirle a su madre cuando la encontró en el patio regando los malvones y hablando con los canarios: “Tengo el presentimiento que hoy va a pasar algo importante”. Pero para qué. No fuese a ser que con la situación que se estaba viviendo la vieja pensara cualquier cosa y se hiciese mala sangre.

De hecho no era un día cualquiera, cientos de cordobeses habían llegado al barrio porteño de La Paternal para ver a su amado Talleres, ese Talleres fino y exquisito de Valencia, Ludueña, Galván, Bravo y Bocanelli.

Manuel, acodado en la superficie de madera y con los dedos de la mano entrecruzados, los veía pasar caminando a través del ventanal, siempre tardaba bastante el gallego para traerle un simple café con leche y tres medias lunas. Igual tenía tiempo para entrar a la cancha, no para ver a Talleres sino para ver a su querido Argentinos Juniors, y de paso ver si ese pibe que vio jugar un par de partidos en la tercera podía soportar la presión y las patadas en primera división.

También lo había visto tiempo atrás en el programa de Pipo Mancera haciendo malabares con la pelota, cuando su primo Rafael invitó a toda la familia para mostrarles el nuevo televisor blanco y negro que había comprado y costado un ojo de la cara. Pero lo que más le llamó la atención fue la estampa y la personalidad de ese pibe que ahora le faltaban diez días para cumplir los 16 años.

Como en su casa el fútbol importaba poco y nada, no se sintió afectado para ser de determinado equipo. Le gustaba Independiente por que le gustaba la camiseta roja. Pero quizás si haya tenido influencia eso de querer ser distinto, de pensar de otra manera, por que de Boca, de River y hasta de Independiente eran todos. Entonces no dudó en hacerse hincha de otro que también tenía la divisa roja y el nombre ya lo hacía sentir orgulloso: “Argentinos”. Claro que para eso también debía soportar el mote de equipo chico y el sin sabor de magras campañas.

Alguna vez lloró por su cuadro, era muy chico pero recordaba bien que había sido allá en el 60. Hicieron una campaña brillante, pero perdieron 3 a 1 con Lanús en La Paternal y con esa derrota terminaron segundos a dos puntos del campeón Independiente. Pero nunca en su vida había llorado con tanta angustia y tanto dolor, como dos años antes cuando aquel 1º de Julio falleció el General. Igual se puso contento cuando en el 73, los diablos rojos vencieron a la Juventus con el gol antológico de Bochini.

Durante su adolescencia se enteró que los fundadores de Argentinos eran de ideales socialistas y por eso no era un club, sino una “asociación atlética” y de ahí el color rojo para la casaca. Cuando no lo iba ver de visitante, le gustaba escuchar al gordo José Maria Muñoz, en la oral deportiva. Por que de tanto en tanto interrumpían la transmisión para informar desde las otras canchas y así se enteraba de la suerte de su equipo. Por eso el bichito colorado era algo especial en su vida, era una alegría ir a la cancha, encima desde aquel 24 de Marzo lo que menos tenía el pueblo era alegría.

Se le escapó una sonrisa irónica con eso de “Proceso de Reorganización Nacional”. Hacía poco había estado con otros compañeros en La Plata reclamando por el boleto estudiantil cuando sucedió lo que más tarde se conocería como “la noche de los lápices”.

“Linda manera de reorganizar al país a palazo limpio”, pensó.

Cuando salió del bar, se dirigió rápidamente al estadio y se ubicó en la colmada platea que daba espaldas a Boyacá.

El campo de juego estaba en muy malas condiciones y no daba pie con bola Argentinos cuando empezó el partido, y como era de suponer a mediados del primer tiempo Talleres se puso en ventaja con gol de Ludueña. Cuando terminó la primera etapa, todos se preguntaban por el pibe que estaba sentado en el banco de suplentes.

En el entretiempo Manuel desvió sus pensamientos hacia otras cuestiones. Pensó en sus viejos y sus hermanos, en el sueño de compartir con Clarita toda la vida, en el sueño de que sus hijos crecieran en un país mejor, sin miedos y sin ataduras, con la libertad de expresarse y de elegir, en un país con igualdades sociales. Maldijo la hora de haberse metido en la facultad, estaba jodida la mano en Filosofía y Letras. Maldijo la hora de pensar distinto.

Ese zurdito que la descosía en los potreros de Villa Fiorito y se preparaba para ingresar en el segundo tiempo, lo hizo volver a la realidad. La melena enrulada, la camiseta roja con la banda blanca cruzada en diagonal, el número 16 en la espalda y los botines Adidas, eran el centro de atención de todos los presentes. Era el mismo que Manuel había visto llegar a la cancha vestido con camisa blanca y pantalón de corderoy turquesa con botamangas y se había preguntado si el pibe no tendría calor con la temperatura que hacía.

Años después el pibe contaría casi con gracia que ese pantalón era el único que tenía.

El árbitro Maino autorizó el cambio que todos esperaban que hiciera el técnico Montes por Giacobetti, y Manuel se acordó de sus presentimientos “Va a pasar algo importante”.

Él, nunca le podría contar a nadie, que a la primera jugada el pibe recibió el balón a espaldas de su marcador, se dio vuelta al tiempo que hacía pasar la pelota Pintier por entremedio de las piernas del número 8 Cabrera y mientras bajaban los aplausos de las tribunas, sin saber muy bien por que Manuel tuvo la sensación que comenzaba a escribirse una nueva historia y a partir de ese momento muchas cosas importantes iban a suceder.

Para la historia quedará que Talleres se llevó la victoria por la mínima diferencia. Para las estadísticas también quedará que esa no sería una tarde más.

Al salir de la cancha, no tuvo mucho tiempo de pensar en lo que había presenciado. A pocos metros de la parada de colectivos los cuatros integrantes del Ford Falcon se bajaron y lo increparon al tiempo que le pedían documentos. Eran todos iguales: peinados a la gomina, con camperas de cuero y lentes oscuros. El que tenía cierto aire de “jefe” le inmovilizó los brazos y lo metió a los empujones en el asiento trasero del auto que aceleró bruscamente. Sus ojos marrones se vieron por última vez con un brillo de resignación y desconsuelo. Nunca más se supo de él. Por supuesto nadie vio nada.

En ese momento, en un rincón oculto del deteriorado vestuario, el pibe estaba sentado en un banco de madera cubierto por una toalla, contestando las preguntas de algunos cronistas.

Lástima que Manuel y miles más no podrán contar jamás, la historia que comenzaba a escribirse desde aquel caluroso miércoles, del 20 de Octubre de 1976.

(Mi agradecimiento a Rodrigo Gaite por cederme este hermoso cuento que alude al debut en 1ª División de Diego Armando Maradona)

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Corrían tiempos de Copa Libertadores de América, eran tiempos de gloria para el fútbol argentino, le habíamos ganado merecidamente con Argentinos a dos grandes del fútbol brasilero, al Fluminense y al Vasco da Gama.
Nos hospedábamos en el Sheraton de Río, la costumbre en esos hoteles de gran categoría es colgar en el picaporte de la puerta de la habitación, una cartulina impresa con todo lo disponible en cuanto a las principales comidas, para que el pasajero antes de acostarse tilde en dicha cartulina la hora que quiere despertarse con el desayuno o si quiere ordenar que la cena le sea servida en su cuarto o la merienda, etc. etc. todo el servicio está a la orden del pasajero.
Recuerdo la madrugada antes del último entrenamiento en Brasil, que junto a Emilio Commisso y el “Negro” Juan José López nos dirigíamos a nuestros aposentos cuando al pasar por la puerta de la habitación asignada al “Profe” Carberol y al “Piojo” Yudica (foto), nuestro cuerpo técnico en ese momento, nos miramos y la idea fue simultánea, tomamos la cartulina que colgaba del picaporte, nos fuimos al final del pasillo y consensuadamente llenamos la orden a nuestro criterio:

Hora que desea despertarse: 5 AM
Bebida sugerida: Champagne bien helado con dos copas
Primer plato: Champiñones gratinados y ostras frescas
Segundo plato: Pavo caliente con aderezos afrodisíacos
Postre: Sorbete de fresa fresca y ron

Luego del hecho consumado y siendo las 12 y 30 hs. nos retiramos a dormir.
Grande fue nuestra sorpresa a la mañana entrante, en el lugar donde habitualmente desayunábamos reinaba una llamativa calma, más aún conociendo el carácter de Yudica, nada pasaba y nada pasó hasta abordar el micro que nos llevaría al campo de entrenamiento, todo el plantel estaba sentado en sus respectivos asientos, solo faltaba el cuerpo técnico, cuando estos aparecieron en escena y subieron al micro el silencio era abrumador, subió Yudica y se sentó con su habitual cara de culo. El Profe por el contrario pidió que lo escucharan y en voz alta dijo: felicito a los autores intelectuales y materiales que ordenaron semejante servicio a nuestra habitación, se sentó y no habló una palabra más, nosotros a pesar de nuestras risas contenidas estábamos recalientes porque no era el resultado que esperábamos.
Larga fue nuestra espera para enterarnos de la reacción del cuerpo técnico, esto ocurrió en el vuelo de regreso, cuando asumiendo nuestra autoría ante el Profe le pedimos que nos cuente y con mucho gusto nos contó: "nos despertó el incesante golpeteo en la puerta, miramos el reloj y nos preocupamos por la hora, eran las 5 am, pensamos que habrá pasado para que nos despierten tan temprano, lógicamente el encargado de abrir la puerta fui yo, me encontré con un negro vestido de rojo con gorro de chef que traía un carrito lleno de cosas y me decía en portugués... cena, cena .. pavo caliente y me mostraba una bandeja de plata donde reposaba el ave, yo le decía que se había equivocado, no me entendía y quería entrar con el carro, le grite que no lo habíamos pedido, no entendía y repetía cena.. cena.. pavo.. pavo; en ese momento intervino Yudica muy caliente y le dijo: pavo, pavo nosotros, tómatelas ante que te cague a trompadas, el hombre de rojo se retiro ofuscado, dejó el carrito y volvió a nuestro cuarto con el jefe de seguridad y las autoridades del hotel, palabra va palabra viene todo término horas después cuando intervino un directivo del club que dijo que igual pagaría la cena cuyo costo era de 350 dólares".
Mucho le costó al Profe convencerlo a Yudica para que no tome represalias con los autores, así fue, nunca hasta el final de su cargo Yudica habló del tema.

(Anécdota extraída de la página web de José "Pepe" Castro)

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El fútbol (muy de vez en cuando) no es una operación matemática de resultados previsibles, sino un encuentro de seres vivos que juegan más para divertirse y gozar que para un salario o una Copa. Esas tardes, en las que el corazón mete los goles y no los pies, se recuerdan después como una de esas experiencias que nos reconcilian a nosotros, los hinchas pobres diablos con la vida.

(MARIO VARGAS LLOSA, escritor peruano, extractado de su ensayo 'El corazón goleador')

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Siempre soñé con vestir la camiseta de la selección, donde siempre fui feliz. Estoy seguro de que si encuentro mi mejor forma física voy a volver. Tengo que mejorar, adelgazar un poco, ganar más velocidad y movimiento.

(RONALDO, tras conocer la posibilidad de que Dunga pueda convocarlo en los próximos partidos de Brasil para la eliminatoria de Sudáfrica 2010)

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