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Cariño (Ricardo Martínez Gálvez - Argentina)

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El deporte del balón (Eduardo Bustos Alister - Chile)


Rotación y traslación,
el deporte del balón
que en el orbe hace furor.

En la década del veinte
se jugaba por amor,
por los pies y la cabeza
circulaba la de cuero.

Con correas y costuras:
fútbol puro y tesonero
no ha perdido la belleza
ni su límpida emoción.

Hay traslados de sistemas,
rotación de jugadores,
campeonatos permanentes
por copa de campeones.

No dejemos en el olvido
a famosos que se han ido,
de las blancas selecciones
dirigidas por Bertone

A Ramón, el olvidado
le dedico esta canción,
inventor de la chilena,
amateur de corazón.

Los hermanos argentinos,
bautizaron en su honor.
¡Qué jugada más hermosa
del insigne decatlón!..

Hoy espero que este tango,
se haga eco en Argentina,
traspasando las fronteras
de la América Morena,
cuando se haga una chilena
se recuerde a su inventor:
un Unzaga de esta tierra,
por su célebre invención.

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Guando Brasil organizó la Copa del Mundo de 1950, Italia era la selección favorita para quedarse con la Copa Jules Rimet, al haberlas ganado en las dos ocasiones anteriores, en Italia '34 y Francia '38 (el primer Mundial, disputado en Uruguay, había sido ganado por el país anfitrión).
Luego, la II Guerra Mundial evitó que se jugaran mundiales entre 1942 y 1946. Lo cierto es que Italia fue el único representativo que arribó a Brasil en barco. Como el equipo del Torino había muerto trágicamente un año antes en un accidente, al estrellarse el avión contra la colina de Superga, el técnico, los jugadores y dirigentes del seleccionado azzurro, prefirieron la travesía naviera.
Claro que en la motonave "Sies" que los transportaba, se comían muy buenas pastas y como el viaje duró un par de semanitas, todos engordaron más de lo previsto al arribo a la bahía de Guanabara.
El tema fue que en el primer partido, a los italianos se los notó fuera de forma, y perdieron ante Suecia por 3 a 1. Días más tarde le ganaron a Paraguay por 2 a 0, pero no dieron los números para la clasificación e Italia quedó afuera del torneo.
"Quisieron que engordásemos para perder forma -adujeron-; de alguna manera tenían que arrebatarnos el título de campeones del mundo".
Fueron lamentables excusas. A veces es preferible cerrar la boca para no hablar de más, y de paso, comer menos...

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Mucho se habla sobre la evolución del fútbol y hay que aceptar que algo cambió. Pero en el Mundial de 1994 los tres primeros equipos, Brasil, Italia y Suecia, jugaron el fútbol que yo había jugado hace muchísimos años.

(ÁNGEL TULIO ZOFF, entrenador argentino -1995-)

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Muéstrame un hombre que no ha hecho ningún error, y te enseñaré un mentiroso.

(HARRY REDKNAPP, ex jugador y entrenador británico)

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Entrevista a Juan Ramón Carrasco


El técnico que inauguró el Estadio Ciudad de La Plata, aquella noche de Argentina 2 Uruguay 2, dejó en claro cuál es su paladar y su idea como DT luego de una extensa carrera.

“Vos en Uruguay perdés haciendo defensa o siendo avaro para atacar y te justifican. Pero vos podés perder pero atacando y te viene la crítica: que sos lírico, querés jugar bonito. Esa es la mentalidad que hay en Uruguay. Justifican al que no propone, y al que intenta, al que llega, a ése, si no concreta, va muerto. Te hablan con el diario del lunes. Si no se te dan los resultados, ahí están con el "no tenés equilibrio, que no estás balanceado, que te gusta jugar lindo pero eso no es jugar bien. Mil críticas”.

Mate en mano, fiel a la costumbre de su país de no convidar, el ex futbolista que no perdió la estampa, atendió a ATFA con el tema esencial: la pelota.

-Siempre es así, en cualquier punto del mapa evidentemente, ¿Cuándo eras aquel Nº 10, el palo venía igual?

-Claro. Si yo de repente la metía en un tornillo y el equipo ganaba, entonces era un fenómeno, Carrasco estaba iluminado. Pero si el equipo perdía, “Carrasco no estuvo”.

-¿Qué puede contar de su manual, cuál es su revolución, qué trae de nuevo?


-No sé si de nuevo, al fútbol lo interpreto con dos arcos y una pelota, fácil. Tengo la obsesión de ganar, pero no en la teoría, sino llevándolo a la práctica. Para eso tenés que hacer goles, atacar y no entrar a la cancha improvisando, que al entrar al campo no se crea ‘este partido lo gano yo’. Hay un trabajo previo donde es determinante tener en la memoria cómo llegar. Y si eso lo haces a una velocidad atípica es donde mejor sorprendés. Nosotros somos de presionar, de quites técnicos, sobre el quite meter el pase, y de ese pase llegar lo antes posible a definir. Es por ahí donde está la obsesión mía de la disciplina táctica, eso me interesa, más allá de su cuidado personal que es el famoso cuidado invisible. Soy estricto en lo que se hace en la semana, en la pretemporada y que se lleve a fin en el partido.


“No hay que payar”

-Estás convencido...


-Estoy convencido y que el jugador tenga también esa credibilidad. Para eso no hay que payar... El jugador va de menos a más, y es algo totalmente atípico a lo que estábamos acostumbrados. En La Plata te lo puede decir Don Miguel Ignomiriello, una eminencia, que en Uruguay fue un Dios, te lo puede decir con total propiedad. Uno pregunta, consulta a los maestros.

-Tan joven y ya dirigiste la Selección

-Creo que aproveché mi paso por la Selección en mi corta carrera. Pensar que muchos están toda una carrera y no se les da esa posibilidad y a mi se me dio gracias a Fénix, un equipo chico que peleaba descensos siempre, y que a fuerza de goles llegó a una Copa internacional histórica para ese club. En la Selección de mi país tuve la posibilidad de hablar con jugadores que están en las mejores ligas del mundo y ahí les preguntaba qué les parecía lo que yo estaba haciendo, si estaban acostumbrados a eso, si lo habían hecho… Y te encontrás con la sorpresa de que nadie trabaja así. Ellos tienen el aval de que tuvieron muchos técnicos, que mayormente apuntan a defender, a destruir, y dejar liberado al que sabe con la pelota a que él sea quien decida cómo llegar al gol. Esa libertad no la corto, pero el jugador debe tener un libreto muy amplio donde tenga para decidir y llegar al gol.

-Vivís vestido de fútbol, con botines como si fueran zapatos


-Siempre estoy con ropa deportiva, a no ser en los partidos, que soy muy variable. Por ahí estoy de sport, por ahí de traje, por ahí formal, pero en el día a día siempre estoy en ropa deportiva.


-Todos tuvimos una infancia en que alguien nos abrió la puerta para ir a jugar fútbol y nos enseñó el fútbol. ¿Quién fue en tu caso?


-No hablo en lo personal sino en representación de muchos compañeros uruguayos, quien nos enseñó a amar esto y a que sea una carrera seria fue Don Miguel Ignomiriello. En eso no hay dos opiniones.

Trabajo semanal

-Juan Ramón ¿cómo armás la semana?


-No soy esquemático, ni sistematizado con seguir una línea. Me gusta que el jugador entrene con alegría, que no entre en una rutina y aburguesarlo. Trato de hacer mucho trabajo con pelota que es lo que les gusta.


-Sin dejar de lado la motivación, el ánimo


-Por ahí los incentivo con regalos. Si los delanteros hacen tantos goles, y los defensores no reciben, hay un asado que tienen que pagar los de la línea perdedora. El juego tiene que ser democrático y apuntando a sumar para todos.


-El curso de entrenador lo hiciste en...


-En Montevideo, los dos años que se requiere. Es un tema delicado allá porque hay muchos futbolistas que no terminaron el tercer año secundario y a ellos no se les da posibilidad de hacerlo. Algunos no pudieron por negligencia propia, pero otros porque tuvieron que trabajar.

-¿Es condición indispensable estar en esas aulas?


-No lo comparto, pero tuve que hacerlo. Por supuesto que la mejor escuela es la vivida, la práctica. No puede ser que futbolistas campeones, internacionales a nivel club o seleccionados se vean perjudicados por esa reglamentación, no puede ser que no puedan dirigir por no tener el título de entrenador.


-¿Quién pasó por esa?


-Rubén Paz, que para ustedes es ídolo.


-Tu actual institución, River de Montevideo, debe tener un campo para entrenar muy precario, al menos así lo imaginamos...


-Sabés que no. River ha invertido lo poco que le ha entrado por transferencias y tiene su complejo para concentrar, con varias canchas, aunque no tengan el estado ideal. Después tiene su estadio (Parque Saroldi) donde juega de local. Se puede jactar de tener esa independencia.


-¿De qué no te podés quejar de este River uruguayo?

-Que la hinchada y los dirigentes coincidan con el paladar futbolístico. Es una de las entidades que siempre pregonó ese fútbol bien atildado, de buen pase, de apuntar a ganar, de trabajar en inferiores.


-¿Qué es lo que más destacas cuando te llega la oferta: la historia, el dinero, el plantel, el semillero?


-Apunto a la parte sentimental, si uno jugó ahí por ejemplo. Tengo en mi carrera muchos equipos y eso es un plus porque conocés su ideología y la gente que lo maneja. Por supuesto tenés que ver la aceptación de la propuesta de uno y los objetivos de ellos.


-¿Sos de esos técnicos, de los que se levantan a hacer señas cuando van ganando y si pierden se esconden...?

-Lo único que siempre tuve, no sé si como virtud o defecto, es que me molestaba si me sacaban o si jugaba poco.

-Pero durante el partido, ahora DT, no te inmutás ante una cámara…


-Cuando estás en el partido te olvidás de todo.


-¿El mejor elogio que te hizo un periodista?

-Por momentos me comparaban con Maradona, que se yo. Hubo muchos buenos, sobre todo Víctor Hugo Morales, que era hincha a muerte mío y después nos hicimos amigos.

-Tuviste un sponsor que te siguió siempre

-Sí, la marca era brasileña, Atleta.

-¿El mejor gol?

Se lo hice a River, el equipo que dirijo hoy. Se lo hice con Nacional, a Goyén. Parecía un gol de campito, que enganchás y pasa uno, enganchás y pasa otro, y amagás a patear y el golero se tira y se vuelve a levantar, se lo hice cuatro veces, parecía que no quería hacer el gol y por ahí, en una que estaba en el piso, se la tiré por arriba del cuerpo.

-¿Qué es lo más importante que debe tener presente un jugador?


-Disfrutar. Que no lo tome como un trabajo, aunque hacerlo serio.


-¿Vas a ver juveniles, te quedás revisando?

-No, no tengo acceso, pero al equipo del preliminar lo veo y le pido que juegue igual al de Primera.


-En La Plata tenés alguna anécdota con Pinchas y Triperos


-No muchas. El otro día cuando jugamos contra Gimnasia la gente me decía cómo le pegabas. Alguno me gritó el “¡Uruguayo, Uruguayo...!”


-¿Dirigirías a alguno de los dos platenses?


-Bueno, aquí fuimos invitados por Gimnasia, que se ha portado de mil maravillas. Por supuesto ya hay un plus de agradecimiento.


-Recordanos uruguayos que pasaron por el Lobo platense…


-Sanguinetti, Alonso, El "Turbo" Vargas y el que actualmente está, Leal.


-¿Llamás por teléfono a los jugadores, a esos que tal vez hoy no estás dirigiendo?


-Los jugadores siempre te llaman. De repente los que están sin equipo. Cuando apuntás a un refuerzo tiene que ser muy puntual: con características técnicas muy buenas y tienen que ser rapiditos. Si tenés eso, tenés un crédito conmigo.


-Respecto a la comida de un plantel, te metés en el detalle o lo delegás


-No, eso lo delego.


La doble función de DT y Futbolista

-¿Cuál fue el primer equipo que dirigiste?


-Rocha, donde jugué y dirigí al mismo tiempo. Ahí me retiré y después agarré Fénix.

-¿Cómo te sentías en esa doble función?


-Fue algo muy atípico, más acá en Sudamérica. Me sentí bien, en una experiencia que no fue mejor porque Rocha era un equipo amateur que en menos de un mes se hizo profesional, con la famosa integración que se hizo con los del interior. Ser técnico y futbolista fue una linda posibilidad, pero se pagó un precio muy caro de pasar de amateur a profesional a nivel club, en lo futbolístico y en la vida. Me hubiera gustado volver a hacer esa experiencia pero con otro tipo de rodaje en los jugadores


-Ahora que sacaste el mate, ¿alguno de los técnicos te lo prohibió alguna vez?

-No, nunca.
-

Ping pong sobre técnicos ¿empezamos?


-Dale


-Gregorio Pérez
Muy buena gente, por ahí con un estilo totalmente opuesto a lo que es mi forma de trabajar. Muy respetable y una persona querida en el fútbol


-Oscar Washington Tabárez
-En lo que es mi idea futbolística está más cercano. Respetado no solo en Uruguay sino en el Mundial. Le deseo toda la suerte en el nuevo proceso


-Luis Garisto
Tengo una experiencia muy mala, porque él me dirigió. Por lo general no soy de hablar mal, pero tampoco voy a hablar bien porque no me corresponde.


-Víctor Pua
-Fue muy buen jugador y como técnico ha marcado una diferencia con respecto a los juveniles.


-¿Hasta que edad pensás dirigir?

Las cosas hay que hacerlas a gusto y si te sentís feliz. No sé. Hasta que deje de disfrutar.


La familia


-Armaste una familia...


-Tengo dos matrimonios, uno me dio tres hijos, entre ellos Juan Carlos que es mi ayudante. Tengo a Naiqué y a Macarena, una viviendo en España y la otra en Montevideo. Después, con otro matrimonio de mi actual pareja Claudia, con tres hijas mujeres, mellizas de 2 años y una de 13 que es muy buena estudiante y tenista. Y tengo un hijo argentino que vive en Carlos Paz, cuando estuve en Racing conocí a una chica argentina y ella también me dio un hijo. Así que en total son 7.


-¿Cómo se hace para tener la otra vida y ser un profesional famoso?


-Da para todo. Es mentira que no podes disfrutar, que no podes comer. Por ahí veo que los jugadores dejan y se ponen panzones, como si la carrera fuera una esclavitud. Yo digo que todas las cosas tienen su lugar y se puede, hasta salirse de la dieta. Yo disfruto cuando mis jugadores exponen todo lo que les enseñé


-Sección cábalas ¿sirven?


-No, no. La mejor cábala es el trabajo. Es la elección del jugador, y la recepción


-¿Te has agarrado a trompadas por Nacional?

-Están esos momentos, siempre existen, pero siempre entré predispuesto a jugar y a divertirme. Entonces no puede pasar por la cabeza la pelea.


-¿Sos un tipo tranquilo?

-Me considero tranquilo, calmo, frontal, que si no me buscás es difícil que pelee.


El botija de Sarandí del Yi


“Nací en Sarandí del Yi, en el centro del departamento de Durazno. El primer equipo que me probó del fútbol profesional fue Nacional. Ahí hice casi toda mi carrera y aparte soy hincha del Bolso”.

Carrasco se pone cómodo en el sillón del hall de ingreso del Corregidor Hotel. Tiene puesto un camperón de la AUF, abierto el cierre.

-De juvenil, sufriste alguna vez no ser tenido en cuenta en un equipo...


-No. Ya de chiquito en Sarandí del Yi me recomendaron para ir a jugar a Durazno, al Club Ñandutí que queda como a 100 kilómetros. Me quedé en ese equipo y ya era un logro por haberme ido del pueblito donde uno y llegar a la capital del Departamento.


-¿Favorece en los pueblos eso que el único juguete sea la pelota?

-Tenés muchas diversiones, pero claro, lo que sí te puede formar para el futuro con una remuneración es el fútbol, el modo más fácil y en menos tiempo. Lo tomas como una carrera, más allá de que es pasión para el que lo practica.


-Considero que esa remuneración está bastante exagerada hoy día, ¿te preocupa?


-No es un tema que me rompa la cabeza. Sé que mueve muchos intereses y como todo lo que es marketing, por su convocatoria, mueve al mundo.


Amigo de Víctor Hugo

Hace unos años, cuando el relator uruguayo Víctor Hugo Morales fue declarado Ciudadano Ilustre de Buenos Aires, se le preguntó si existe el amiguismo en el periodismo deportivo. "Ta Ta Ta" dijo: "Ese es un defecto gigante: la notable necesidad de tomar contacto con el protagonista. Gravísimo error. Les gusta sentirse amigos y así pierden totalmente la objetividad". Pero reconoció que "fui bastante amigo de Juan Ramón Carrasco, un futbolista uruguayo que dirigió a la Selección, medio rebeldón, medio parecido a mí, pero muy querible. Entré una noche a un boliche muy concurrido de Montevideo y él estaba ahí. ¡Y se escondió! Entonces le mandé a decir que si jugaba mal el domingo lo iba a decir, pero que jamás iba a contar que había estado la noche anterior en un boliche. Le dije que escondiéndose me había insultado. Desapareció. Luego vino a la mesa, charlamos y terminamos jugando muchas veces al billar".

(entrevista publicada en el sitio web de la Asociación de Técnicos del Fútbol Argentino)

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La final de las botellas

El 11 de Julio de 1968 el Barcelona y el Real Madrid se enfrentaron en la final de copa. Había una enorme presión ambiental, ya que los madridistas consideraban que el árbitro mallorquín Antonio Rigo, era probarcelonista, y todo por que había concedido al Barça un penalti en la semifinal contra el Atlético.
El Barça jugó aquel 11 de Julio con: Sadurni, Torres, Gallego, Eladio, Zabalza, Fuste, Rifé, Zaldúa, Mendonça, Pereda y Rexach.
Por el Madrid jugaron: Betancort, Miera, Zunzunegui, Sanchís, Pirri, Zoco, Serena, Amancio, Grosso, José Luis, M. Pérez
Aquel día, el Real Madrid y el Barça disputaban la final de la “Copa del Generalísimo” y el conjunto blanco, que quería lograr el doblete tras conquistar el título de Liga, partía como claro favorito teniendo en cuenta la ventaja que suponía jugar el partido decisivo de esta competición ante su público.
A pesar de ello, el equipo barcelonista salió muy mentalizado al terreno de juego y supo sobreponerse a esta circunstancia. Así, al poco de empezar el partido, en el minuto seis, un centro de Rifé que fue desviado por el madridista Zunzunegui al fondo de su propia portería, suponía el 0 a 1. Los hombres de Salvador Artigas controlaron totalmente el encuentro y con este resultado se llegó al final de los 90 minutos. Aunque el nerviosismo del publico estalló al no castigar con penalti una caída de Serena en el área culé. A partir de aquel momento no dejaron de caer cientos de botellas sobre el terreno de juego, aunque la entereza de los jugadores azulgrana posibilito que el trofeo, aunque abollado, llegara a la Plaza Sant Jaume. El Barcelona había conseguido uno de sus títulos más difíciles, como verificaba la anécdota que contaría años más tarde el presidente Narcis de Carreras:
"En el palco presidencial estaban Franco y su mujer (Pilar), el Ministro de la Gobernación y su mujer, Samaranch y su mujer, Bernabéu...
La mujer de Samaranch, María Teresa Salisachs que es barcelonista a diferencia de su marido, que es del Espanyol, me dio un beso de satisfacción... pero la señora del Ministro de la Gobernación, que se llamaba Ramona, se acercó a Bernabéu:
- Santiago, hemos perdido que desgracia"
su marido, el Ministro, le dijo:
- Ramona, felicita al presidente del Barcelona"
Y ella..
- Ah si, si, claro, le felicito porque Barcelona también es España ¿no?
Y yo le contesté a la señora:
-No jodamos, señora, no jodamos...

Desde aquella final ganada por el Barça se prohibió la venta de botellas de vidrio en los campos españoles.

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A veces los relatores dicen: “corre cada pelota como si fuera la última”. Pienso yo, debe jugar muy mal con esa desesperación, esa crispación. No, viejo, debe correr cada pelota como lo que cada pelota es. Si es la primera, como la primera, y si es la última, como la última. Porque si no es la última por ahí hay más tiempo, más paciencia.

(ALEJANDRO DOLINA, escritor y periodista argentino)

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Es absurda la pregunta sobre el mejor jugador del siglo. Sólo existe una respuesta: Pelé, que es el más grande y los demás se encuentran a mucha distancia de él.

(ZICO, opinando sobre la legendaria figura de la selección brasileña)

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El fútbol y la utopía


Hace diez días empezó la gran fiesta. En todas las regiones del mundo, millones de hombres participan del gran espectáculo: el campeonato mundial de fútbol. Durante los partidos la vida cotidiana se interrumpe. Hay que robarle el mayor tiempo al trabajo o al sueño, para sumergirse en otro mundo que la televisión nos brinda. Pocos son inmunes a su hechizo; aún quienes no son aficionados habituales al deporte, participan por unas semanas del mismo contagio, a reserva del olvidarse del juego, terminado el campeonato. ¿Hay un secreto de esa fascinación colectiva?

Se ha dicho hasta el cansancio: el deporte, promovido oficialmente en gran escala, sirve para desviar a los pueblos de sus problemas reales. Permite que se olviden de sus carencias, de la explotación, de la servidumbre; encauza los impulsos rebeldes hacia un campo de lucha políticamente neutro. Por ello es un instrumento que ayuda a mantener una situación de dominio, conservando satisfechos a los siervos: Pan et cirquenses. Desde antiguo, los gobernantes se percataron de su utilidad para mantener en paz a las masas. En ese sentido, el deporte en gran escala favorece la huida de la realidad, ayuda a volverle la espalda. Sería el nuevo "opio de los pueblos".

Todo eso es cierto. Pero nada humano suele ser tan sencillo; a menudo, tras la dimensión aparente puede descubrirse otra más profunda. Después de todo, el opio no sólo adormece, también despierta el sentido para percibir formas nuevas, posibilidades más ricas de los objetos. Quisiera hoy asomarme a esa otra dimensión del juego, aunque sólo sea por el gozo de romper una lanza a favor del bello espectáculo.

Nuestra época es, como pocas, violenta y represiva. La ansiedad, el temor, el desencanto, amenazan continuamente nuestras vidas. Los grandes valores colectivos se desdoran y muchos se preguntan si la vida no carece de sentido. La sociedad moderna, represiva y vacía, está permeada por un sordo nihilismo.

Frente a esa realidad, el juego nos ofrece un gran respiro. Al través de las pantallas aparece otro espacio y otro tiempo. En la duración cotidiana se ha abierto un paréntesis. La reemplaza una temporalidad con un inicio y un término precisos, con una trama coherente y ordenada, con un sentido claro: el campeonato. En ella todo transcurre según reglas, todo tiene un fin y un propósito: en el espacio-tiempo del juego, la represión y el vacío han terminado. Los sustituye el gozo de los cuerpos en libertad, el entusiasmo de la contienda, los destellos de ritmo y de armonía. Sí, huimos de nuestra realidad cotidiana -violenta y represiva-, pero vislumbramos también la posibilidad de una realidad distinta.

Cada año, los pueblos primitivos tenían un lapso de tiempo en que la vida cotidiana quedaba en suspenso. Todas las actividades detenían su curso normal. Las leyes, los tabúes de la moral convencional dejaban de regir en ese lapso; en su lugar, se instauraba la espontaneidad, la libertad y el gozo colectivos. Todo el sistema de represión y dominio estaba suspendido, las jerarquías sociales se trastocaban, el amo se volvía siervo, el siervo, rey. En esos días,, los dioses descendían a la Tierra. Venían a dar nueva vida, a instaurar un nuevo ciclo histórico. Su presencia se celebraba en ritos. La sociedad no podía subsistir sin esos días. En ellos se recreaba periódicamente a sí misma. Pero cuando terminaban, todo volvía a su cauce; el orden y la represión se imponían de nuevo sobre el espacio-tiempo libre del rito. Los antropólogos han bautizado a ese lapso con un nombre: la "Fiesta".

Pues bien, los grandes sucesos deportivos mundiales, el campeonato de futbol, las olimpiadas, tienen algo de la Fiesta primitiva. Podrían considerarse como una versión desacralizada, al alcance de las grandes masas, que cumple, en la sociedad tecnificada y enajenada en el consumo, una función, en algunos puntos análoga, a la que cumplía la Fiesta en los pueblos primitivos.

El campeonato mundial se desarrolla en una unidad espacio-temporal que se inserta, como un paréntesis, en la vida cotidiana. En ella las jerarquías establecidas entre las naciones parecen suspenderse. Naciones pequeñas y sumisas tienen la misma oportunidad que países poderosos. Un espectador de África o de Sudamérica puede tener la sensación, es ese lapso, de que su nación supera a las más fuertes. Un modesto portero haitiano puede, en un instante privilegiado, brillar ante los ojos del mundo; un país dependiente y atrasado puede actuar en señor de sus poderosos amos. Los órdenes de dominio reales, mantenidos por siglos, pueden trastocarse; la igualdad parece reinar en vez del dominio.

En el espacio-tiempo del campeonato quedan suspendidas también las reglas represivas de la sociedad cotidiana. Rigen, en cambio, otras. Ya no valen la riqueza, ni la arbitrariedad del poder, ni la violencia. Priva, en cambio, la agilidad, la habilidad y la gracia, dotes que cualquiera, dominante o dominado, puede poseer. A la competencia basada en la fuerza del poder, en el que el pequeño necesariamente se humilla o sucumbe, sucede otra en que sólo vence la inteligencia, el arrojo, la habilidad y el arte.

En ese espacio-tiempo se manifiesta un nuevo tipo de libertad. Frente a la rigidez de las actitudes convencionales de la sociedad represiva, se despliega la espontaneidad de los movimientos del cuerpo en libertad. En el césped hace su presencia la vitalidad corporal, desatada de las ligas que la entorpecen: se expresa en el vigor del impulso, en el ritmo de los movimientos, en la inventiva del juego creador. En el espacio cerrado de la cancha, se escenifica un rito, un rito que evoca la energía vital, el goce del movimiento libre, el entusiasmo de vivir. De pronto, en un pedazo de hierba, se desarrolla ante nuestros ojos un tejido de movimientos concordes; el vigor de la vida está allí, la gracia ilumina el espacio... como si los dioses hubieran de nuevo descendido a la Tierra.

El espacio-tiempo del deporte, como el de la Fiesta antigua, nos hace vislumbrar otra realidad posible. Una realidad humana donde, en lugar de la represión y el poder, rigieran la igualdad, la espontaneidad, la alegría de vivir, la belleza; un mundo donde el trabajo enajenado y la ansiedad serían reemplazados por la creatividad del juego estético.

Un mundo semejante pertenece a la utopía. Con todo, el enorme desarrollo de la ciencia y de la técnica lo ha puesto a nuestro alcance. Nunca la humanidad ha estado tan cerca de alcanzar una sociedad donde el trabajo enajenado dejara lugar al ocio creador; una sociedad donde ya no fueran necesarios los tabúes morales represivos y, en vez de ellos, rigieran reglas de convivencia destinadas a favorecer el desarrollo vital, libre, de los hombres; una sociedad cuyo valor máximo no fuera el rendimiento, ni el poder, sino la alegría de vivir, la espontaneidad y la belleza; una sociedad, en suma, donde la represión y la violencia fueran sustituidas por el gozo y la libertad.

En el seno de la sociedad represiva, el gran espectáculo deportivo nos ofrece un símbolo confuso de otra posibilidad de vida humana. Es como una alegoría de otro mundo posible, como un vislumbre oscuro, en imagen, de la utopía. En eso consiste quizás su más profundo atractivo.


(texto del escritor mexicano Luis Villoro publicado en el diario “Excelsior” del 22 de Junio de 1974, en ocasión del Campeonato Mundial de Fútbol que en ese año se realizó en Alemania. También publicado en su libro “Signos políticos”, México, Grijalbo, 1974)

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-¿Qué piensa del fútbol de las categorías de ascenso?

-Que tiene algo de pintoresco, que conserva esto de ir a Zárate a ver a un equipo o ir la cancha de Cambaceres o de Laferrere. Pero en realidad, los dirigentes son iguales. Dicen: No hacen nada por el ascenso, y después son los primeros en entregarle el club a cualquiera. A mí me quisieron de técnico en un club. ¿Sabés qué me dijeron? Ruso, conseguí un sponsor que te pague el sueldo y te damos la llave. ¡Sí, tomá!, me dan la llave y seguro que cuando la voy a poner no queda ni la cerradura. Después, andá a hacerles entender a los cincuenta tipos que van con las banderas que querés hacer un proyecto a largo plazo.

-¿Pero no hay una mística especial en el ascenso?

-Sí, en ese sentido me acuerdo de que en la cancha de Riestra, por ejemplo, las gallinas te picaban los botines. Quiero decir, el fútbol de ascenso tiene una gran parte de fantasía, pero tiene otra realidad que está más cercana a lo macabro, a la gran mentira del fútbol.

(NORBERTO "Ruso" VEREA, ex arquero del ascenso argentino, columnista en programas de radio y TV, en declaraciones al diario "Página12" del domingo 31 de Agosto de 2003)

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El misterio del futbol reside en la inagotable variedad de los hombres, y es por la diferencia que de ello resulta que la maravilla se renovará siempre... ¿Existe una encarnación más irrefutable de la nobleza prometida a todo hombre?

(VLADIMIR DIMITRIJEVIC, escritor serbio, en su libro “La vida es un balón redondo”)

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Nadie va a lograr pararlo en la cancha y él va a anotar en todos los partidos. Adriano, si permanece 30 días sin beber, es un fuera de serie.

(JUVENAL JUVENCIO, Presidente del San Pablo, en declaraciones a la página electrónica del diario "O Globo" del pasado jueves opinando sobre la nueva contratación del Flamengo)

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Ritual de resurrección (Sergio Villaverde - Uruguay)


A Alfredo Bello


Había levantado la enclenque estantería recostándola nuevamente contra la pared. Estaba agachado en el metro que la separaba del mostrador, cada vez más destartalado, donde seguían en pie y vacías las tres copas que habían servido al rubio ese y a sus dos ocasionales acompañantes. Era en esa parte de la ceremonia, mientras hacía el cuidadoso recuento de lo perdido, separando vidrios y botellas rotas, secando a medias dos paquetes de puerto rico y abriendo un tercero con el tabaco empapado en grappa, cuando lo asaltaba el impulso de fijar la estantería a la pared con dos clavos largos, suprimiendo definitivamente las condiciones del ritual de su resurrección. Él sabía que todo sería irrepetible si no seguía suelta, y dejaba que ese impulso se alejase poco a poco, junto con las risas del rubio ese y sus amigos en la puerta del bolichito, mientras se iba sumiendo lentamente en la tumba de su cotidianidad. Un tiempo muerto, indefinido, en el que Casella despachaba sombras acodadas que de vez en vez llegaban a mitigar, masticando sorbos, el tedio de la tarde.

Muy espaciadamente recibía la visita de los agentes viajeros que reponían en la estantería los vacíos de sus menguadas ventas.

Casella no esperaba nada ni a nadie, pero no podía reprimir aquel rumor que sentía en el estómago y en las piernas cuando el rubio ese de carrau, siempre con renovados acólitos, emergía del polvo de la calle, para, una vez salvado los gestos formales, instalarse en el ámbito que reiniciaba los actos y discursos de su extraño sacerdocio.

Era siempre en la tercera vuelta cuando el rubio ese, recostándose de lado al mostrador, dejando a su espalda la foto enmarcada que colgaba triste en la pared del bolichito, levantaba la copa de paredes gruesas y culo espeso y mirando el infinito a través del vidrio y de la grappa preguntaba:

- ¿Usté estuvo en Montevideo...no...?

- Si... hace años... - contestaba Casella, sabiendo que el tiempo le daba, apenas, para llegar en el veinte por la bajada de Carlos María Ramírez, el motorman sembrando arena en las vías para sofrenar aquel bólido bamboleante que se detenía chirriando a pocos metros del puente del Pantanoso, que abriéndose morosamente , daba paso a las chatas que entraban a las aguas espesas de la bahía; o para caminar por Suiza, antes del sol, la gorra hasta las orejas y el cuello de la campera levantado, saludando a los que se iban descolgando de aquellas calles empinadas, todos rumbo a las chimeneas del suif, que quemaban sin parar turno tras turno; o para trepar por la cuesta de Viacaba con el mate, el termo y los amigos, bajo la sombra de los paraísos, adueñándose, desde arriba, de la ciudad que se perdía, verde y gris, hacia el este.

Hasta que el rubio ese bajaba el cáliz, lo apoyaba en el mostrador y mirándolo a los ojos le inquiría:

- ¿Usté jugó al fútbol... no...?- Casella con una sonrisa atisbada, giraba un poco la cabeza y sin levantar las manos del mostrador, con un gesto de la pera decía: - Sí ... en Rampla... - señalando aquel cuadrito en la pared, el rojo y el verde pintados a mano sobre la foto gris, mientras rompía la pose para los fotógrafos y se iban a pelotear al arco de abajo; gringos, rusos y canarios, que venían del frío del nacional, de la sangre de la playa de matanza del Artigas o de aguantar remaches en el varadero. Y Casella, de batrasado se apoderaba del área, mientras atrás del mostrador sentía los tobillos firmes, le desaparecía aquel dolor en la cadera, la sangre trepándose a la cabeza, regándole el cuerpo con una leve excitación; momento en que el rubio ese, girando la grappa entre los dedos todavía con un fondito, mirando el cuadro le decía:

- ¿Y llegó a jugar en el Estadio?

-Sí... contra Nacional... - Casella ya en el túnel, y entraba corriendo hacia el medio a saludar, mirando nada, y apenas respiraba cuando entró Nacional y después, cuando aquella tromba de bigotes le metió el codo en los riñones en el primer centro.

-Yo marqué a Atilio... - agregaba Casella apretando los dientes, los puños cerrados, los ojos desorbitados, detrás del mostrador esperaba el centro bien plantado y saltaba y cabeceaba otra vez y la ventaba lejos de boleo y entonces toda la Villa lo conocía, todos lo saludaban, y se juntaban seis o siete y a las carcajadas en dos taxis, bordeaban la bahía hasta el bajo, y cerraban el mulín o el ancla y ya de vuelta amanecían en los ranchos de la playa... y el rubio ese, con el último buche de grappa, clavaba, también, su última estocada:

-¿Y... cuántos goles hizo Atilio...?

-Ninguno... empatamos cero a cero... - contesta Casella, que le ganó por alto toda la tarde, hasta que sobre el final, Atilio recibe al borde del área una pelota rastrera y de empeine se la levanta por arriba del moño, y Casella la huele al pasar, y el estadio casi se viene abajo, y se viene abajo nomás cuando, con Atilio ya en su espalda, se apoya en la zurda y estirando hacia atrás la derecha detrás del mostrador, -la saqué de taco- dice Casella, en la plenitud de su vida recobrada, en el vértice de su gloria rediviva, enganchando la estantería que se le viene encima con un estrépito de botellas y el Cerro se va ensombreciendo, el suif se recorta como un fantasma gigante y solitario contra el gris del cielo, las aguas de la bahía van pudriendo las embarcaciones en el varadero callado y quieto, y el rubio ese explota en risotadas que festejan la culminación de la ceremonia, mientras Casella levanta la estantería y se agacha detrás del mostrador, sintiendo, una vez más, aquel impulso de fijarla con dos clavos largos...


(Cuento incluido en el libro "Mientras voy cayendo" (Orbe, Montevideo, 2006)

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Un camarero de la ciudad de Liverpool, con un increíble parecido al futbolista español Fernando Torres, fue utilizado como doble del delantero del equipo local, para realizar las campañas publicitarias.
El muchacho se llama Joshus Orr, tiene 19 años y trabaja sirviendo cenas en el restaurante ‘The Gailery Bar and Grill’, en Fromby, una aldea cercana a Liverpool.
Orr, de asombrosa similitud física con el "Niño" Torres, fue contratado por una productora de publicidad para que a través de su imagen, como clon del famoso futbolista, pudiera ganarse un buen dinero para un cliente de una empresa española, haciendo más fácil la tarea del "original" Torres.
"Hago de su doble en algunos planos largos, jugando al tenis o fingiendo que soy un adiestrador de perros", expresó el joven de Liverpool.
"Nos llevamos muy bien, pero claro que no tengo su talento como futbolista, y mucho menos su salario ni su cuenta bancaria", puntualizó Orr jocosamente.
Pero de todas formas, con su trabajo extra, el camarero del bar de Fromby, pudo tener un desahogo económico, el que le permitió cambiar su viejo modelo de automóvil. Algo es algo.

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Decir que pagaron para ver a 22 mercenarios dar patadas a un balón es como decir que un violín es madera y tripa, y Hamlet, papel y tinta.

(JOHN BOYNTON PRIESTLEY 1894-1984, escritor, dramaturgo y locutor británico)

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Messi es un jugador muy particular y casi único, ya que sin contar con un gran físico está entre los mejores del mundo en un fútbol cada vez más muscular.

(KAKÁ, internacional brasileño, en entrevista con el diario italiano "La Repubblica" del 08/05/09)

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El último partido de Rosendo Bottaro (Alejandro Dolina - Argentina)


Había jugado muchos años en Primera. Ahora, los muchachos lo habían convencido para que integrara un cuadro de barrio en un torneo nocturno.

-Con usted Bottaro no podemos perder.

Bottaro no era un pibe, pero tenía clase. Confiaba en su toque, en su gambeta corta, en su tiro certero.

Su aparición en la cancha mereció algún comentario erudito:

-Ese es Bottaro, el que jugó en Ferro, o en Lanús...

Se permitió el lujo de unos malabarismos truncos antes de empezar el partido.

La noche era oscura y fría. Las tristes luces de la cancha de Urquiza dejaban amplias llanuras de tinieblas donde los wines hacían maniobras invisibles.

En la primera jugada, Bottaro comprendió que estaba viejo. Llegó tarde, y él sabía que la tardanza es lo que denuncia a los mediocres: los cracks llegan a tiempo o no se arriesgan.

Pero no se achicó. Fue a buscar juego más atrás y no tuvo suerte. Se mezcló con los delanteros buscando algún cabezazo y la pelota volaba siempre alto.

Apeló a su pasta de organizador: gritó con firmeza pidiendo calma o preanunciando jugadas, pero sus vaticinios no se cumplieron. Ya en el segundo tiempo, dejó pasar magistralmente una pelota entre sus piernas pero el que lo acompañaba no entendió la agudeza.

Después se sintió cansado. Oyó algunas burlas desde la escasa tribuna. En los últimos minutos no se vio. A decir verdad, cuando terminó el partido, ya no estaba. Lo buscaron para que devolviera su camiseta, pero el hombre había desaparecido.

Algunos pensaron que se había extraviado en las sombras del lateral derecho.

Esa noche, unos chicos que vendían caramelos en la estación vieron pasar por el caminito de carbonilla a un hombre canoso vestido con casaca roja y pantalón corto.

Dicen que iba llorando.

Los Refutadores de Leyendas definen el fútbol como un juego en que veintidós sujetos corren tras de una pelota. La frase, ya clásica, no dice mucho sobre el fútbol, pero deschava sin piedad a quien la formula. El mismo criterio permite afirmar que las novelas de Flaubert son una astuta combinación de papel y tinta.

¡Líbrenos Dios de percibir el mundo con este simple cinismo!

El fútbol es -yo también lo creo- el juego perfecto.

Hoy que el destino ha querido hacernos campeones mundiales, conviene decirlo apasionadamente.

Lejos de las metáforas oficiales que nos invitan a seguir el ejemplo de nuestros futbolistas para encontrar el destino nacional, yo apenas cumplo con homenajear a Bottaro, a Ferrarotti, a Luciano, a los miles de pioneros atorrantes que impartieron una ética, una estética, tal vez una cultura, cuyo inapelable resultado son los goles superiores, memorables, excelentísimos de Diego Maradona.

(extraído del libro “Crónicas del ángel gris”)

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Los finalistas de la Copa Libertadores de América en su edición de 1965, fueron Independiente de Avellaneda (foto) y Peñarol de Montevideo.
El primer partido se disputó en el estadio de los rojos el 9 de Abril de 1965. Los equipos formaron así: Independiente: Santoro; Ferreiro, Navarro, Guzmán y Decaria; Mura, Acevedo y Savoy; Bernao, Suárez (De la Mata) y Avallay.
Peñarol: Mazurkiewicz; Forlán, Pérez, Várela y Caetano; Ledesma, Goncálvez, Rocha y Silva; Sasía y Joya.
Esa primera final la ganó Independiente por 1 a 0, con gol de Bernao, pero los historiadores la recuerdan por una insólita acción del uruguayo Sasía, cuando para aprovechar mejor un tiro de esquina a favor de Peñarol, se le ocurrió la picardía de recoger tierra de la cancha para arrojársela al arquero Santoro cuando se disponía a cortar el centro.
Afortunadamente, el árbitro peruano Arturo Yamasaki observó la ocurrencia del ‘Pepe’ Sasía y Peñarol se quedó con 10 jugadores.
La revancha se disputó el 12 de Abril en el estadio Centenario y allí los locales vencieron por 3 a 1
Se debió jugar un partido desempate en Santiago de Chile, donde Independiente, el 15 de Abril, cumplió una tarea descollante venciendo por 4 a 1.
Fue la segunda Copa Libertadores de los rojos. La "tierrita" de Sasía que perjudicó al equipo uruguayo, provocó que los dirigentes de Peñarol, indignados, lo transfirieran a Rosario Central.

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Le dabas una patada, y él te la devolvía. Pero no decía nada, y esperaba que tú no dijeras nada tampoco.

(PATRICK VIEIRA, internacional francés de origen senegalés, recordando sus duelos con el duro Roy Keane)

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Llegar a la final de la Liga de Campeones es uno de mis mayores sueños. Sin embargo, independientemente de mi decepción, no sirve de excusa para mi comportamiento. Quiero pedir disculpas. Me encanta este club y me sentí muy decepcionado al perder frente al Manchester.

(NICKLAS BENDTNER, futbolista danés del Arsenal, al ser retirado de un boliche nocturno totalmente borracho con los pantalones bajos y el calzoncillo a la vista, tras la eliminación del martes pasado ante el Manchester United)

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Fabio Santos (Fabricio Manohead - Brasil)

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Somos del Betis (Anti Benavente - España)

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En la famosa final del Primer Campeonato del Mundo (1930, Montevideo, Uruguay 4-Argentina 2) se hicieron muchas novelas. La verdad, al margen del triunfo uruguayo, justo, es que si nosotros jugábamos con 14 no hubiésemos perdido. Luis Monti no quería jugar por las amenazas. Los dirigentes lo obligaron. Francisco Varallo reaparecía luego de una distensión muscular y a los 20 minutos se resintió. Cuando Uruguay marcó el 2 a 2, el arquero Juan Botasso chocó y quedó lesionado. No pudo levantar más los brazos. Claro está: con 14 jugadores podríamos haber sido nosotros los campeones del mundo, pero jugamos solamente con ocho...

(CARLOS PEUCELLE, puntero derecho de River Plate en los años 30 y partícipe de la Final de la Copa del Mundo de 1930)

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En mi primer día como seleccionador escocés, tuve que cancelar una sesión porque nadie le podía quitar el balón a Jimmy Johnstone.

(TOMMY DOCHERTY, entrenador escocés, opinando sobre su habilidoso compatriota)

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Ahora he descubierto que incluso un terrone puede ser amado.

(SALVATORE "Totó" SCHILLACI, opinando durante el Mundial 1990 donde tuvo el mejor momento de su carrera. Terrone: término despectivo que emplea el norte de Italia para los habitantes del sur del país)

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Juguetes de fútbol y alegría (Sergio Faus - Argentina)


Embajador de los pobres
defensor de lo justo,
humilló a ricos y poderosos
no dándoles el gusto.

Nordaca Europa poderosa
xenófoba y dañina,
te desafió un hijo de la preciosa
sudaca tierra Argentina.

Por su Patria se ha entregado
con sobredosis de fiereza
y con morocha hidalguía
regaló a los necesitados,
con maestría, con grandeza,
juguetes de fútbol y alegría.

Hay un faro que lo guía,
lo acompaña, lo ilumina,
son dos luces, dos bellezas,
sus queridísimas Dalma y Yanina.

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Como suele ocurrir entre el Madrid y el Barça, la exasperación y la histeria se las ha trasladado el segundo al primero, y el primero le ha contagiado el aplomo al segundo. Ambos clubes, mientras tanto, se han hecho más antipáticos. El Madrid se asemeja demasiado a una empresa a la que importan enormemente los beneficios y escasamente lo que ocurre en el césped y en las gradas. En cuanto al Barça, se ha convertido ya del todo en el equipo oficial de la Generalitat, y todo equipo de los gobernantes es, por así decirlo, un equipo sin alma, usurpado.

(JAVIER MARÍAS, escritor, traductor y editor español; miembro de la Real Academia Española, opinando en el Diario español "El País" -19/11/05-)

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Campo está lleno. Jugadores no disfrutan con juego. Césped está con agua y eso no ser bueno.

(RADOMIR ANTIC, ex jugador y entrenador serbio, en 1997, practicando castellano mientras dirigía al Atlético de Madrid)

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Tuve un miedo terrible. Perdimos el Mundial, pero yo gané otra copa, la copa de la vida.

(RONALDO, tras la final perdida en Francia 1998)

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