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El inolvidable Roque Gastón Máspoli, arquero del seleccionado de Uruguay, campeón del mundo de 1950, y que también actuara en el certamen mundial de Suiza de 1954, debió asumir la dirección técnica del representativo de su país a los 80 años. Todo un récord.
Máspoli aceptó el reto de dirigir a Uruguay en los últimos partidos de la ronda clasificatoria para el Mundial de Francia de 1998. ¿Quién le iba a reprochar algo a una leyenda como él?
Hizo lo que pudo, pero los magros resultados obtenidos con anterioridad, hicieron que la proeza no se concretara. Fue así que Uruguay quedó afuera de Francia, sin pena ni gloria. Pero nadie criticó a Máspoli, en su función de orientador de la Celeste.
Hubo otras circunstancias, externas, para que Uruguay haya perdido puntos muy valiosos en la primera etapa clasificatoria, y no hubo tiempo para la reacción. Máspoli, ganador por naturaleza, atajó para Peñarol desde 1939 hasta su retiro en 1957, y como director técnico tuvo una brillante foja de servicios al ganar con los Mirasoles dos veces la Copa Libertadores de América, y con la selección, al obtener en 1981 el Mundialito realizado en Montevideo.

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Los jugadores se seleccionan o se quitan ellos solos.

(LUIS ARAGONÉS, entrenador español)

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No es su deporte. Sería bastante difícil para él, pero si trabajase y aprendiese las reglas básicas, estoy seguro de que sería competitivo en los primeros 50 metros.

(USAIN BOLT, atleta jamaiquino, triple campeón olímpico, opinando sobre las condiciones para el atletismo del portugués Cristiano Ronaldo en el diario luso "Diário de Notícias", 19/03/09)

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(Milenko Kosanovic - Serbia)

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La anécdotas del "Bambino" Veira

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Tanto cuando estudiaba como después, en medio de todo siempre estaba el fútbol... Ahí (en un "baldío fenómeno") jugábamos a la pelota, y también en la calle. Usábamos los árboles y la pared como portería. Teníamos una pelota de goma que costaba veinte guitas. No había dinero para comprar una de cuarenta, que era un poquito más grande... En el adoquinado, la pelota parecía un ratón. Picaba de un lado para el otro, había que tener un arte extraordinario para jugar al fútbol en la calle. Y en el cordón de la vereda, y en el zaguán, que le pegábamos al zaguán y volvía la pelota, hacíamos de pared... Si no teníamos pelota, agarrábamos una latita de conservas, la abollábamos un poco, la dejábamos medio redonda y jugábamos entre mi hermano y yo si estábamos solos...

(Testimonio de ALFREDO DI STÉFANO en las primeras páginas de su libro "Gracias, vieja", editado por Aguilar y realizado en colaboración con los periodistas españoles Enrique Ortego y Alfredo Relaño)

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Ronaldhino es un jugador especial, pero Thierry Henry es, probablemente, uno de los más dotados técnicamente para jugar este maravilloso juego.

(ZINEDINE ZIDANE, ex internacional francés)

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¿No estuvo bien ver a Eric Cantoná de nuevo en acción? Esperemos que ahora recuerde que patear gente en los dientes es trabajo del gobierno conservador.

(TONY BLAIR, después que Eric Cantoná atacara a un hincha del Cristal Palace a mediados de los 90)

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FC Start: El equipo que prefirió morir antes que perder


La historia del fútbol mundial incluye miles de episodios emotivos y conmovedores, pero seguramente ninguno sea tan terrible como el que protagonizaron los jugadores del Dinamo de Kiev en los años ‘40. En estas líneas se contará, a modo de homenaje, la historia de los jugadores del Dinamo que jugaron un partido sabiendo que si ganaban serían asesinados, y sin embargo decidieron ganar. En la muerte dieron una lección de coraje, de vida y honor, que no encuentra, por su dramatismo, otro caso similar en el mundo.

Para comprender su decisión, es necesario conocer cómo llegaron a jugar aquel decisivo partido, y por qué un simple encuentro de fútbol presentó para ellos el momento crucial de sus vidas.

Todo comenzó el 19 de Septiembre de 1941, cuando la ciudad de Kiev (capital ucraniana) fue ocupada por el ejército nazi, y los hombres de Hitler desplegaron un régimen de castigo impiadoso y arrasaron con todo. La ciudad se convirtió en un infierno controlado por los nazis, y durante los meses siguientes llegaron cientos de prisioneros de guerra, a los que no se permitía trabajar ni vivir en casas, por lo que todos vagaban por las calles, en la más absoluta indigencia. Entre aquellos soldados enfermos y desnutridos, estaba Nikolai Trusevich, quien había sido arquero del Dinamo de Kiev.

Josef Kordik, un panadero alemán a quien los nazis no perseguían, precisamente por su origen, era hincha fanático del Dínamo. Un día caminaba por la calle cuando, sorprendido, miró a un pordiosero y de inmediato se dio cuenta de que era su ídolo: el gigante Trusevich.

Aunque era ilegal, mediante artimañas, el comerciante alemán engaño a los nazis y contrató al arquero para que trabajara en su panadería. Su afán por ayudarlo fue valorado por el arquero, que agradecía la posibilidad de alimentarse y dormir bajo un techo. Al mismo tiempo, Kordik se emocionaba por haber hecho amistad con la estrella de su equipo.

En la convivencia, las charlas giraban siempre sobre el fútbol y el Dínamo, hasta que el panadero tuvo una idea genial: le encomendó a Trusevich que en lugar de trabajar como él amasando pan, se dedicara a buscar al resto de sus compañeros. No sólo le seguiría pagando, sino que juntos podían salvar a los otros jugadores.

El arquero recorrió lo que quedaba de la ciudad devastada día y noche, y entre heridos y mendigos fue descubriendo, uno a uno, a sus amigos del Dínamo. Kordik les dio trabajo a todos, esforzándose para que no se descubriera la maniobra. Trusevich encontró también algunos rivales del campeonato ruso, tres futbolistas de la Lokomotiv, y también los rescató. En pocas semanas, la panadería escondía entre sus empleados a un equipo completo.

Reunidos por el panadero, los jugadores no tardaron en dar el siguiente paso, y decidieron, alentados por su protector, volver a jugar. Era, además de escapar de los nazis, lo único que podían hacer. Muchos habían perdido a sus familias a manos del ejército de Hitler, y el fútbol era la última sombra que sobrevivía de sus vidas anteriores.

Como el Dínamo estaba clausurado y prohibido, le dieron a su conjunto un nuevo nombre. Así nació el FC Start, que a través de contactos alemanes comenzó a desafiar a equipos de soldados enemigos y selecciones de la órbita del III Reich.

El 7 de Junio de 1942, jugaron su primer partido. Pese a estar hambrientos y haber trabajado toda la noche, vencieron 7 a 2. Su siguiente rival fue el equipo de una guarnición húngara y le ganaron 6 a 2. Luego le metieron 11 goles a un equipo rumano. La cosa se puso seria cuando el 17 de Julio enfrentaron a un equipo del ejército alemán y lo golearon 6 a 2. Muchos nazis empezaron a molestarse por la creciente fama de este grupo de empleados de panadería y le buscaron un equipo mejor para terminar con ellos. Llego MSG húngaro con la misión de derrotarlos, pero el FC Start lo aplastó 5 a 1, y más tarde, ganó 3 a 2 en la revancha.

El 6 de Agosto, convencidos de su superioridad, los alemanes prepararon un equipo con miembros de la Luftwaffe, el Flakelf, que era un gran equipo, utilizado como instrumento de propaganda de Hitler. Los nazis habían resuelto buscar el mejor rival posible para acabar con el FC Start, que ya había ganado gran popularidad en el pueblo sometido. La sorpresa fue mayúscula, sin embargo, porque pese a las patadas de los alemanes, el Start venció 5 a 1.

Luego de esa escandalosa caída del equipo de Hitler, los alemanes descubrieron la maniobra del panadero. Desde Berlín llegó la orden de matarlos a todos, pero los jerarcas nazis no se contentaban con eso. No querían que la última imagen de los rusos fuera una victoria, porque pensaban que matándolos así no harían más que perpetuar la derrota alemana.

La superioridad de la raza aria, en particular en el deporte, era una obsesión para Hitler y los altos mandos. Por esa razón, antes de fusilarlos, querían ganarles en la cancha.

Con un clima tremendo y amenazas por todas partes, para el 9 de Agosto se anuncio la revancha, en el repleto estadio Zénit. Antes del choque, un oficial de la SS entró en el vestuario y dijo en ruso: “soy el árbitro, respeten las reglas y saluden con el brazo en alto”, exigiéndoles que hicieran el saludo nazi.

Ya en el campo, los futbolistas del Start (camiseta roja y pantalón blanco) alzaron el brazo, pero en el momento del saludo se lo llevaron al pecho y en lugar de decir “¡Heil Hitler!”, gritaron “¡Fizculthura!”, un eslogan soviético que proclamaba la cultura física. Los alemanes (camiseta blanca y pantalón negro) marcaron el primero gol, pero el Start llegó al descanso ganando 2 a 1.

Hubo más visitas al vestuario, esta vez con armas y advertencias claras y concretas: “si ganan, no queda nadie vivo”. Los jugadores tuvieron mucho miedo y se plantearon no salir al segundo tiempo. Pero pensaron en sus familias, en los crímenes que se cometían, en la gente sufrida que en las tribunas gritaba por ellos. Y salieron. Les dieron a los nazis un verdadero baile. Hacia el final del partido, cuando ganaban 5 a 3, el delantero Klimenko quedo mano a mano con el arquero alemán. Lo eludió y al estar solo frente al arco, cuando todos esperaban el gol, se dio vuelta y pateó hacia el centro del campo. Fue un gesto de desprecio, de burla, de superioridad total. El estadio se vino abajo.

Como todo Kiev hablaba de la hazaña, los nazis dejaron que se fueran de la cancha como si nada hubiera ocurrido. Incluso el Start jugó a los pocos días y le ganó al Rukh 8 a 0. Pero el final estaba escrito: tras ese último partido, la Gestapo visitó la panadería.

El primero en morir torturado fue Kortkykh. Los demás arrestados fueron enviados a los campos de concentración de Siretz. Allí mataron brutalmente a Kuzmenko, Klimenko y al arquero Trusevich, que murió con su camiseta puesta. Goncharenko y Sviridovsky, que no estaban en la panadería, fueron los únicos que sobrevivieron, escondidos, hasta la liberación de Kiev en Noviembre del ’43. El resto del equipo fue torturado hasta la muerte.

Ésta es la historia del dramático “Partido de la Muerte”. El cineasta John Huston se inspiró en este hecho real para rodar su película “Escape a la victoria”. En el film hizo lo que no pudo el destino: salvar a los héroes.

Todavía hoy, los poseedores de una entrada para aquel partido tienen derecho a un asiento gratis en el estadio del Dínamo de Kiev.

En las escalinatas del club, custodiado en forma permanente, se conserva actualmente un monumento que saluda y recuerda a aquellos héroes del Start, los indomables prisioneros de guerra del Ejército Rojo a los que nadie pudo derrotar durante una decena de históricos partidos, entre 1941 y 1942.

Los mataron entre torturas y fusilamientos, pero hay un recuerdo, una fotografía que, para los hinchas del Dínamo, vale más que todas las joyas del Kremlin. Allí figuran los nombres de los jugadores y una leyenda: “De la rosa solo nos queda el nombre”.

En Ucrania, los jugadores del FC Start hoy son héroes patrios y su ejemplo de coraje se enseña en los colegios. En el estadio Zenit una placa reza “A los jugadores que murieron con la frente en alto ante el invasor nazi”.

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Alianza Lima, bajo el mando de Gerardo Pelusso, era puntero del Torneo Apertura 2006, del que sería campeón después. Una tarde tuvo que ir a la ciudad de Huaraz, en el departamento de Áncash, para chocar con el equipo local, Sport Áncash, en el Estadio Rosas Pampa. El duelo iba 1 a 0 a favor de la visita, con anotación del atacante Wilmer Aguirre con vistosa chalaca. La diferencia se mantenía hasta el minuto 89, cuando el DT uruguayo decidió el ingreso de Johan Fano (foto) para retener el balón el mayor tiempo posible en campo contrario hasta que el juez principal dé el pitazo final y, por ende, sumar los tres puntos.
Lo que ocurrió fue que Fano tomó la pelota en el minuto 93, cuando restaba un minuto para se cumpla el tiempo adicionado, y la mandó a cualquier parte en lugar de protegerla. En la réplica, y luego del saque de meta del arquero Carlos Laura, los jugadores aliancistas, que esperaban sólo el final del partido, se olvidaron de marcar al delantero argentino Natalio Portillo, quien recibió un excelente envío de Franco Mendoza y venció la resistencia del desconcentrado George Forsyth para marcar la paridad en el ¡minuto 95!
El choque acabó luego de la celebración del rioplatense y el entrenador charrúa ingresó indignado a la cancha para reclamarle al árbitro el exceso de minutos disputados.
Durante mucho tiempo los jugadores de Alianza Lima le jugaron bromas a Fano por la jugada desafortunada en la que estuvo involucrado.

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Bueno, ahí lleva el balón Paul Scholes, que traducido al español sería Pablo Escuelas....

(MICHEL y una imperdible reflexión en la television española con José Ángel de la Casa en un partido de Champions League del Manchester United)

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Batistuta me parece un sueño, y el que tiene Nicole me lo como en un sándwich con dulce de leche. Lo lamento, Nicole, pero si agarro a Cubero lo mato.

(ROBERTO PIAZZA, diseñador argentino de alta costura y su opinión sobre el jugador de Vélez Sársfield)

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Carbonero Piendibene (Guillermo García Moyano - Uruguay)


En Pocitos, ya en esta época, existía una figura deportiva que estaba por encima de todos los bandos, que superaba toda reserva. Los niños, los hombres, deportistas o no, del bando que fueran, las muchachas, amas de casa, la gente trabajadora o la burguesía veraneante, todos conocían a "José" y así lo nombraban: José, José Piendibene.

Muchacho netamente pocitero, mucho antes de ser "el maestro", ya empezaba a ser ídolo. Para nosotros los chicos, mas que para los grandes, Piendibene era "José" a secas, algo así como si fuera un torero de alguna perdida aldea andaluza. (Eran los años en que había toros en La Unión con grandes toreros como Fuentes y Bombita, de los que oíamos hablar a diario). El localismo era legítimo. Los chicos lo tuteábamos y lo señalábamos a nuestros padres al cruzarnos por la calle, o cuando, a través de la vidriera, lo veíamos con sus hermanos en la "Hojalatería y Zinguería de Piendibene Hermanos", en la calle Chucarro.

La admiración era explicable. Un pocitero que se había iniciado jugando en "El Intrépido" y en "El Pampero", cuadritos de pueblo, era ahora de los poquísimos que sin ser ferroviario, integraba el cuadro de primera división de "los carboneros". Esto solo era suficiente. Los ídolos se crean así. No fumábamos todavía, pero juntábamos vintenes para comprar un paquete de cigarrillos baratos, ya que en cada cajilla venia un pequeño retrato de un jugador de fútbol, ansiando que nos tocara un retrato de "José" Piendibene, nuestro ídolo. Y el próximo domingo jugaban en "La Estancia" Peñarol y Nacional.

Ya en aquel entonces era el clásico. Peñarol era todavía el C.U.R.C.C. (Central Uruguay Railway Cricket Club) y "La Estancia" era la vieja cancha de la Estación Peñarol, enorme y demasiado empastada, de medidas que excedían las reglamentarias. Allá estaría Piendibene, el gran jugador, en el cuadro del pueblo, el de "los carboneros", los obreros de los Talleres del Ferrocarril Central. Había que correr la aventura para ver ese partido.

Pero "La Estancia" quedaba tan lejos! Solo se podía ir en Ferrocarril, pues aun no había tranvía ni ómnibus hasta el pueblo ferroviario. Yo casi era un hombrecito de once años bien cumplidos, pero tenía que convencer a mi madre para que diera la necesaria autorización y "financiara" aquel viaje.

Uno de los amigos preferidos, Capellini, hijo de obreros, nos tenía alborotados con la posibilidad de una ida en carro. Desde el jueves se sabía que Pedrito Lombardi, dueño de un carro grande, de los de mudanza, de cuatro ruedas y tres caballos que eran tres pingos, uno de ellos cadenero, se largaba hasta "La Estancia" pudiendo llevar hasta una veintena de gente pocitera. Y cobraba por todo el viaje tan solo dos reales!

Pedrito y su carro, nuevo, bien pintado, era otra institución en el pueblo. Claro esta que habría que ir bastante amontonados y de a pie, pero que importaba! Para mi era una formidable aventura, un viaje extraordinario. Las incomodidades no existían cuando se tenia once años y había que ir a ver a jugar a "José".

Mi madre estuvo vacilante, pero al final accedió. Iban varios de los muchachos amigos y Pedrito Lombardi era una garantía. La financiación era muy simple: dos reales para pagar el carro, un real para la entrada y otro real que me permitiría comprar dos "exquisitos" pasteles al Negro Navarro, dos "cangrejos" confeccionados de acuerdo a "la formula del Dr. Navarro" (el médico de más fama en aquel entonces. Como se ve, con cuarenta centésimos se podía hacer todo aquello.

El domingo fue tibio, de sol luminoso. Antes de las once, en la puerta de la casa de los Lombardi, en la calle Barreiro, el grupo viajero había casi llenado la capacidad del carro. Bien pronto se arrancó, hacia Buceo, para tomar luego al trotecito, el camino Propios hasta Peñarol. El viaje era una fiesta y una alegría general. Como jugó Peñarol y que bien jugó "José" aquella tarde!

Apenas era noche y ya estábamos de vuelta en nuestro pueblo.

(tomado del libro "Pueblo de los Pocitos" del citado Guillermo García Moyano)

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Raymond Kopazewski nació en Noeux-les Mines, Francia, el 13 de Octubre de 1931. Para la historia del fútbol más conocido como Kopa.
Fue uno de los grandes delanteros europeos de los años 50. En 1958 recibió el Balón de Oro, reconocimiento de la revista francesa “France Football” como al mejor futbolista del continente de ese año.
Comenzó a jugar en el club Angers en 1949, pero profesionalmente en Reims, donde actuó desde 1951 hasta 1956.
Jugaba como delantero centro, hasta que en 1956 pasó a jugar en Real Madrid, pero sobre la punta derecha. Aquélla inolvidable delantera merengue alineaba con Kopa, Rial, Di Stéfano, Puskas y Gento. ¡Eran imparables!
A fines de 1958 volvió a Francia para jugar nuevamente en Reims, hasta 1969. Fue campeón en su país con esa camiseta en 1953-1955-1960 y 1962.
Con Real Madrid ganó dos Ligas Españolas (1956-1957 y 1957-1958) y 3 Copas Europeas (1956, 1957 y 1958).
Kopa fue capitán del seleccionado de Francia en el Mundial de Suecia de 1958. En su representativo actuó desde 1952 hasta 1962, jugando un total de 45 partidos, en los cuales anotó 18 goles.
Fue un jugador exquisito, rápido, de fino traslado, y siempre recordado por aquél equipo de Real Madrid que comandaba Alfredo Di Stéfano y que llenó de fútbol las canchas de toda Europa.

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Mi Dios, esto aquí es muy grande. Maracaná es el Wimbledon del fútbol.

(JOHN McENROE, ex tenista estadounidense, de visita junto a Bebeto en el mayor estadio del mundo, 12/03/09)

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En los primeros cinco minutos no echan a nadie.


(RICARDO VAGHI, ex defensor de River Plate, opinando a mediados de la década del '40 -en la foto, el primero desde la izquierda-)

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Sueños de Saeta (Alejandro Pérez García - Argentina)


Estoy en el estadio Santiago Bernabéu de mis amores, la barrera está formada delante de la portería del fondo sur, ligeramente escorada hacia el lateral de los banquillos y casi al borde del área grande. ¡Qué recuerdos me trae!, ¡Si habré visto a Ferenc Puskas y a Michel lanzar libres directos y meter goles desde allí! Desde esta posición siempre se le pega con la cara interior del pie derecho, con mucho efecto pero templando para que la pelota sobrepase la barrera lo suficiente y caiga de sopetón a pocos metros de la portería.

Nos miramos Gento, Zidane y yo. Acordamos que sea yo el que tire, hoy me veo bien y estoy seguro de hacerlo bien, Hugo Sánchez, como siempre, irá a la segunda jugada si hay rechace. ¡Si sabré yo como pegarle, que llevo una vida en esto!

Me hace una señal el árbitro, Roberto Carlos desplaza ligeramente el balón hacia la derecha y Stielike la detiene, doy dos pasos, me balanceo, chuto con rosca sobre la barrera, el balón coge efecto y se dirige a la escuadra, veo la jugada a cámara lenta, como si fuera la moviola de Estudio Estadio, el portero pone cara de estreñimiento al ver que el balón supera la barrera y salta como un muelle con el brazo izquierdo extendido en dirección al balón, con el rabillo del ojo veo a Raúl que corre a por el posible rebote del primer palo, el reportero gráfico de detrás lanza fotos en automático, el fondo sur se empieza a levantar de las butacas. ¡Que momento!, me pongo de los nervios por la lentitud de la jugada, el portero se estira mas y mas y a falta de 20 cm. de tocar el balón la secuencia cobra vida real, cierro los ojos y oigo ¡Uhhhhhh!.

El portero la ha despejado in extremis golpeándose contra el poste y cayendo como un muñeco sobre el césped, inmediatamente entran las asistencias a socorrerle. En ese momento me traslado a la sala de prensa y me lamento ante decenas de periodistas de la oportunidad perdida, un periodista interrumpe mis diatribas y me pregunta si no reconozco mérito alguno en la estirada del portero, habida cuenta de los 8 puntos que le han tenido que dar en la frente y que ha salido aplaudido por el Bernabéu en pie tras la magnífica parada.

La respuesta me sale de forma espontánea: -Este es mi sueño y ese era mi momento, no hay derecho a que se me robe la ilusión de un gol así, por lo que se suspende la rueda de prensa ¡Insolente! A preguntarle al portero pero en otro sueño, ¡Coño!

- Alfredo, Alfredo, ¿Qué te pasa, estás bien? -Preguntó su mujer con cierto sobresalto.

- Si, vieja, si estoy bien.

- ¿Volviste a tener el mismo sueño de siempre? -continuó.

- Si, el mismo de siempre… que se le va a hacer.

- ¿Pudiste marcar el gol? - preguntó inquieta

- No, lo atajó el arquero en el último minuto... como siempre.

- Bueno, viejo, no te preocupés y seguí durmiendo -le dijo su mujer intentando consolarlo.

- Tengo la sensación de que después de más de 40 años de soñar lo mismo cada noche, el día que consiga meter el gol, voy a terminar festejándolo en el córner con San Pedro... y realmente a estas alturas del partido creo que no me importaría ¿sabés por qué, vieja?

- No, Alfredo ¿por qué? -le respondió un tanto confusa

- Por que seguramente será el último y el mejor gol de mi vida.

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De aquellos clásicos de mediados de los 70 perduran imborrables en la memoria de los barcelonistas duelos titánicos que libró con uno de los defensas más rudos de la época: Goyo Benito. 'Milonguita' Heredia no se arrugaba ante sus entradas.
“El era el más duro de la Liga, me quería acojonar pero no pudo porque no me arrugaba. En cada choque saltaban chispas”, sentencia Heredia, que afirma que ‘contra el Real jugué mis mejores partidos’. Recuerdo que les metí un par de goles. Uno fue en el Bernabéu donde ganamos por 0-2. Charly hizo el primero de falta y en el segundo culminé yo una contra rematando cruzado con la izquierda”.
Pero su gol más espectacular se lo reservó para el Camp Nou, donde “le robé la cartera a Benito quitándole el balón con la cabeza, le hice un sombrero en su salida al portero Miguel Ángel, al que finté por su lado izquierdo y a puerta vacía alojé la pelota al fondo de la red”.
Era el 3-0, el Estadio explotó y Heredia loco de alegría fue a celebrarlo hacía el corner de la lateral del gol norte. Allí medio se despojó de la camiseta hasta besarla. La imagen fue captada en 'Barrabás', maravillosa revista satírica deportiva de la época, y durante todo un curso sirvió de forro de la carpeta escolar de quien escribe.

(artículo de Lluís Canut en el diario barcelonés "Mundo Deportivo" del jueves 20 de Diciembre de 2007)

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La gloriosa historia del Manchester fue gestada por gente como él. Todos los que vieron lo que hacía en el campo han soñado hacer lo mismo. Su contribución al fútbol fue inmensa y enriqueció las vidas de todos los que le vieron. El fútbol ha perdido una de sus glorias y yo he perdido un amigo querido.

(BOBBY CHARLTON, opinando en 2005 sobre la muerte de George Best, ex compañero en el Manchester United de los '60)

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Tengo la impresión de haber presenciado un concierto de Stradivarius.

(MATÍAS PRATS LUQUE, periodista deportivo español, tras un Real Zaragoza-Dundee United por Copa UEFA)

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Pierluigi Collina (Bernd Ertl - Austria)

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Santa Maradona (Mano Negra - Francia)

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En nuestro pueblo, en Pujato, yo era un poco de todo en el club Matienzo. Es más, dirigía la categoría 76, la de mi hijo Mauro, el más grande. Y también lo llevaba a Lionel, aunque daba un par de años de ventaja. Como tenía muy buena relación con los dirigentes de ese entonces de Newell's, les pedía a algunos jugadores para ir a participar al torneo Alianza, en Cruz Alta. Por ejemplo, me acuerdo de haber conseguido como refuerzos a Diego Crosa, a Leo Biagini, a Dieguito Quintana Y ganábamos todos los años. Con Lio siempre como motor del grupo con sus bromas. Hasta que una vez, después de otro título, una señora me pegó un carterazo en la entrega de premios y me dijo “basta Scaloni, no venga más, estamos cansados de que siempre ganen sus equipos”. Es una anécdota que guardo con cariño más allá del carterazo.

(ÁNGEL SCALONI, padre de Lionel, en “La Nación Deportiva Mundial” del lunes 19 de Junio de 2006)

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No creo que la gente pueda olvidarse fácilmente de mi. Nunca he comprendido bien por qué en este país existen cuatro diarios deportivos. Tengo la impresión de que los periodistas deportivos de Italia escriben con la mano y borran con el codo, sólo para tener algo que decir. ¿Me explico? ¿No se podría dramatizar un poco menos?

(ENRIQUE OMAR SÍVORI, opinando en el semanario "L'Europeo" acerca de los titulares de los diarios deportivos italianos que anunciaban su retiro del fútbol activo, viernes 13 de Diciembre de 1968)

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Si es cierto que con Maradona el Barcelona juega con un hombre de más, también es cierto que ahora, sin él, será como estar con diez, cualquiera sea el reemplazante del argentino.

(CÉSAR LUIS MENOTTI, al día siguiente de la grave lesión -fractura del tobillo y de ligamentos de la rodilla izquierda- causada a Diego por el defensor del Athletic Bilbao Andoni Goikoetxea. "La Gazzeta dello Sport", 27 de Septiembre de 1983)

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El Mundial del 62 (Ramón Díaz Eterovic - Chile)


Era el Mundial del 62.

Mi hermana recortaba las fotos de Pelé de los diarios

que venían de un país lejano llamado Santiago.

Un tío comentó que en Chile había nacido la televisión.

En ese tiempo lloraba todas las noches por no saber dividir ni multiplicar.

Era el Mundial del 62.


Un vecino croata tocaba el violín cada vez que su equipo patrio ganaba.

En la mesa se hablaba de fútbol y del costo de la vida.

Yo trataba de ingeniar la manera de alcanzar la caja de galletas sobre la alacena.

En el cine de los domingos veíamos los goles de Eladio Rojas

y las películas de Audie Murphie.


Era el Mundial del 62

amigo del barrio se rompió la frente

a lo Michael Escuti.

llovía yo leía sin tener las historietas

Walt Disney.

ía no entendía la penetración de los medios

comunicación,

canalla imperialista ni las fluctuaciones

la balanza de pago.


Era el Mundial del 62

se supo que Chile salía tercero

comía churrascos fritos.

criticaba el cierre del puerto libre

coloquial del puerto (venido a menos).

escuchaban las canciones de Dean Reed

como quien reza el padrenuestro.


Era el Mundial del 62

más no recuerdo, salvo que me sentí contento

saber que Santiago también era Chile,

que el próximo año también tendría que ir a la escuela.



Nota: Poema tomado textualmente

del blog "Inmaculada decepción"

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El ex jugador argentino Juan Carlos Touriño recuerda siempre con cariño y orgullo su llegada en el año Real Madrid. Ante su sorpresa por el gran cambio, lo primero que pensó fue: Un año como suplente y me voy a otro equipo. Incluso fantaseó con casarse en esos días de desocupado. Pero Miguel Muñoz lo puso de titular en lugar de Sanchís, papá del actual jugador del Real, y no le dio descanso.
Sin embargo, a los nueve partidos se lesionó los meniscos de la rodilla derecha. Enseguida, Santiago Bernabéu -entonces presidente del club- fue a visitarlo al hospital y le aconsejó: Aproveche y cásese ahora. Yo le respondí que buscaría una iglesia y él me contestó que ya estaba todo arreglado. Me había programado hasta la luna de miel, en un hotel cinco estrellas de Málaga. Y sin perder tiempo, Graciela Martínez se fue directo a España y desde el aeropuerto, al altar. Ya vuelto a las canchas y con el croata Miljan Miljanic como técnico, protagonizó una escena singular: En una práctica, me frené para vomitar y se acercó para preguntarme por qué no seguía corriendo. Y se despachó con un sermón: En la guerra nosotros vomitábamos corriendo porque si no nos mataban. Lo más hermoso que hay en la vida es hacer lo que a uno le gusta, poniendo todo el esfuerzo. Y encima, a ustedes les pagan. Me dejó pensando un rato largo. ­Menos mal que después me dijo que la había exagerado a propósito! Miljanic era así -sigue Touriño-.
Un día me citó para un entrenamiento y cuando llegué, mis compañeros no estaban. Hoy se entrena usted solo, me dijo. ¿Y la pelota?, le pregunté. No, sin pelota. Quiero que haga todos los movimientos que hace durante un partido. Estuve 20 minutos maquinando que jugaba: desbordé y mandé centros, saqué laterales, pateé tiros libres. Todo sin pelota. Cuando estaba por volverme loco me dijo que era suficiente. De esa manera, el tipo nos fijaba todas nuestras funciones.

(anécdota extraída del diario “Clarín” del 18/03/1999)

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Si no se bebe cerveza después de los partidos, ¿cuándo hay que beber? ¿antes?

(JOHN BENJAMIN TOSHACK, entrenador galés)

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En el fútbol, lo único honesto es la pelota... y a veces pica en falso.

(JUAN CARLOS LORENZO 1922-2001, recordado entrenador argentino quien trabajó también en Italia y España)

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Atlanta, el fervor de los bohemios

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Entre mediados del siglo XIX y el comienzo del siglo XX, en cada barrio, en cada cuadra, había un grupo de chicos dispuestos a formar un equipo y darle nombre, color y sello a su ilusión. En el barrio de Monserrat no pasaba nada diferente. La idea venía desde hacía rato. Otra vez, un grupo de adolescentes, algún veinteañero y las ganas de todos: crear un club de fútbol. La cita ocurrió en la casa de Alsina 1119, cerquita de la Avenida de Mayo. Allí se juntaron Héctor Franco, Trifón Piaggio, Juan Escribano, Benigno Larissa y varios entusiastas más. Fue un 12 de Octubre de 1904.

Primera coincidencia: años más adelante les pusieron bohemios y el día de la reunión fundadora los muchachos no encontraron demasiadas comodidades en esa casa y se fueron a una plaza cercana ubicada en la intersección de Buen Orden (hoy Bernardo de Irigoyen) y Concepción (Avenida Independencia).

Allí se votó elegir la casa de Sanz como sede del nuevo club, se decidió aceptar la moción de Fabián Orradre de ponerle Atlanta, en homenaje a las víctimas de un tornado que había devastado la ciudad del mismo nombre en Georgia, Estados Unidos. Nunca confirmada, otra versión indica que algún integrante de la reunión recordó el nombre de un barco que estaba fondeado en el puerto porteño, ubicado a pocas cuadras, y lo mismo sucede con la camiseta. Atlanta siempre tuvo la misma, azul y amarilla a rayas verticales, a propuesta de Emilio Bolinches, quien fuera arquero del equipo en los primeros años.

Sobre el porqué de los colores, en aquella época eran muchos los toldos de los comercios de Buenos Aires que tenían rayas azules y amarillas, lo que habría inspirado a Bolinches.

Lo que no podían conseguir, justamente, era la camiseta pensada, azul y amarilla a rayas verticales. Por ese motivo, salieron a buscar la tela y apenas pudieron llevarse varios metros de lona azul y amarilla de la casa Lage para hacer la ropa futbolera. Claro, ultracalurosas y, cuando se mojaban de sudor, recontra frías. Y empezó la recorrida por Buenos Aires para conseguir cancha propia. La primera fue en Floresta, donde hoy se cruzan Juan Bautista Alberti y la Avenida Escalada. Allí, levantando su primera casilla de madera, debutaron el 29 de Abril de 1906, cuando le ganaron por 3-1 a Estudiantes de Buenos Aires B.

En el libro “La historia de Atlanta”, de Alejandro Domínguez, el investigador explica que "en esa cancha jugaban los domingos, pero al terminar el partido los miembros de la comisión realizaban penosos viajes transportando cada uno los implementos a sus casas. Luego, los muchachos consiguieron que la hermana de Elías Sanz, vecina del lugar, se los guardara. El club tenía en su cancha hasta un baño, un tanque sobre el techo, una flor de una regadera y baldes de agua que traían los domingos a la mañana desde dos cuadras de distancia. Los días de partido se los veía trabajando intensamente, con una pequeña herramienta llamada zapín hacían una suave canaleta que después llenaban con cal mediante una regadera, con objeto de marcar las rayas blancas del rectángulo de juego. Con una pala ancha y una carretilla con tierra emparejaban los desniveles del terreno. Al terminar el partido, ofrecían mate cocido y galletas marineras a los jugadores locales y visitantes".

Pero la cancha se perdió rápido y hubo que mudarse. Primero fue otro terreno en Floresta, que duró muy poco. En 1906 hubo un intento de fusión con el Club Atlético Olivos que no prosperó. Enseguida llegó la reunión con la gente del Club Atlético del Oeste, que había encontrado un terreno en el Parque Chacabuco. Había que elegir un nuevo nombre y otros colores, pero no hubo acuerdo. Sin embargo, y por iniciativa de algún audaz, Atlanta empezó a jugar en la nueva cancha de Caballito Sur. Actuó oficialmente allí desde 1910 hasta 1918, cuando debió abandonar el lugar por disposición municipal. Mientras tanto, la sede social iba cambiando de domicilio, pasando por el Centro, Palermo, Congreso, Once y algunos lugares más. Desalojado del Parque, Atlanta decidió ser local en el campo de juego del Club Banco Nación, otra vez en Floresta, en Carrasco 250, donde actuó entre 1920 y 1921.

Atlanta ya era internacional en 1918, cuando colocó su primer jugador en la Selección Argentina. El defensor Mario Busso jugó contra Uruguay el 25 de Agosto de 1918 en la cancha de Gimnasia, en Palermo. Al fin, en 1922 y después de un peregrinar que llevó al apodo de bohemios, consiguió el predio definitivo de Villa Crespo. Fue en la calle Humboldt, a pocos pasos de la Avenida Corrientes. Atlanta lo inauguró oficialmente empatando 11 con River, el 30 de Julio. El equipo llevaba diez años de competencia importante, porque integraba el grupo de equipos de Primera de la Federación Argentina desde 1912. La cancha se mantuvo hasta 1959, cuando la Comisión Directiva decidió ampliarla y construyó el nuevo estadio, inaugurado el 5 de Junio de 1960 contra Argentinos Juniors.

(tomado del excelente libro de Alejandro Fabri "El nacimiento de una pasión", Capital Intelectual Ediciones)

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