Pregunta: Para empezar, ¿cómo prefiere que le llame, Germán o ‘Mono’?
Respuesta: Como quieras. Esta cara acepta cualquier apodo. Te diré que mis amigos me llaman ‘cabezón’. No me molesta lo de ‘mono’, es como la creación de un personaje. En Argentina son muy normales los motes; el juego es tan veloz que hay que ahorrar tiempo, por lo que se usa algún rasgo distintivo como denominación.
P: Columnista del diario Marca, comentarista del programa “Tablero deportivo” en RNE y co-presentador de los deportes en los Informativos de la tarde del fin de semana en Telemadrid. ¿Usted nos quiere quitar el puesto?
R: Son ellos los que me llaman a mí, no yo a ellos (risas). La verdad es que ahora que estoy “en el otro lado”, no veo las cosas de otra forma. Siempre comprendí que esto es un juego, y cuando conoces sus reglas ya es muy fácil. Yo lo hice y me lo pasé muy bien. Los jugadores a veces no entienden que el periodista tiene que trabajar, y por eso se enfrascan en un lugar común para no quedar mal. Eso no les invita a tener humor. Aunque prefiero eso a uno que, sin tener gracia, intenta ser humorista.
P: Hablando de ese “otro lado”: también se está sacando el carné de entrenador.
R: Sí, además de mi papel en los medios de comunicación, ahora estoy realizando las prácticas para entrenador nacional con el Atlético de Madrid C, en 3ª división. Bueno, también trabajo con mi grupo, “The Garb”.Y a veces también atiendo a mi familia (risas). Es cierto que hago muchas cosas, pero yo me veo en cualquiera de esas facetas. Si no creo que lo vaya a hacer bien, simplemente no lo hago.
P: Hasta hace poco fue entrenador de porteros en el Alcorcón, equipo madrileño de 2ª B. Desde su experiencia como jugador, entrenador y comentarista, ¿qué necesita un buen cancerbero?
R: Valor para convivir con el gol, saber que es imposible que no te hagan uno. Sólo tienes la red detrás, por lo que va a ser más evidente el fallo del arquero que el del defensa o el delantero. Y, claro, luego hay que ser un ganador, pero no sólo por la actitud. Yo fui un ganador por las ocho copas que gané. Si quedas segundo no te ven. En cuanto al aspecto técnico, creo que es esencial que en los entrenamientos, desde niños, los porteros jueguen también en otras posiciones. Mi entrenador Carlos Timoteo Griguol (quien me dio el mote) me ponía de delantero, por banda, de central…a los 6 años. Me hacía sacar en diez segundos. Todo eso me daba una agilidad y un toque de balón tremendos. Siempre fui un portero-jugador, no limité mi espacio a la portería. Era muy arriesgado, pero me encanta convivir con el peligro.
P: Con esa forma de jugar, ¿cuántas veces le han dicho “Germán, está loco”?
R: Me lo digo yo mismo a diario. Sin embargo, jamás he recibido ninguna crítica por parte de mis clubes. Soy un tipo muy metódico, me gusta hacer las cosas bien y ganar. Pero hacia fuera sale otra imagen. Yo iba todos los días dos horas antes al entrenamiento, y si no me moría de vergüenza. Llegaba antes que el utilero. Por eso mismo siempre fui uno de los líderes del plantel. Hasta me llevaba una bolsa enorme con mi ropa: cuatro pares de guantes, dos gorras, setenta cintas del pelo, una camiseta con la foto de mis hijos, dos pares de botas…La camiseta también me la llevaba a mi casa y la lavaba yo. El equipo sólo me ponía los pantalones y las medias. En ese sentido soy insoportablemente obsesivo.
P: Quizá su aspecto físico hacía pensar lo contrario. Por cierto, ¿cuándo dejó de ir a la peluquería?
R: Mi ‘viejo’ es peluquero. Nací dentro de una peluquería, aunque no lo parezca. Por eso mismo cuando Daniel Passarella, seleccionador de Argentina en el Mundial de Francia 98’, dijo que prefería que sus jugadores no llevaran el pelo largo, a mí no me costó nada cortármelo. Era un día más en la peluquería. Yo, por ejemplo, no entendí a Redondo, que dijo que no se lo cortaba y por eso no fue al Mundial. Fue muy criticado; negar a la selección argentina es terrible. Yo me habría cortado hasta los pelos del culo, si hubiera sido necesario. Pero bueno, al igual que por mi carácter, nunca ningún club me ha censurado mi imagen. Tampoco creo que lo hubiera permitido. Además, quien te contrata no es tonto: si te ve vestido de comunión y luego no vas así, se va a sorprender. Yo siempre fui igual: detesto el traje y la corbata, pero como no soy un maniquí, no me lo tengo que poner.
P: Y un rockero como usted, ¿cómo aguantaba las concentraciones antes de los partidos y la abstemia que conlleva todo deporte?
R: Porque me muevo en personajes. No tengo problema en adaptarme, en decir que no a la música o a ir a conciertos de amigos. Máxime si hay un objetivo que cumplir. Y hasta que no lo consigo, no paro. Para eso soy muy esquemático, y ésa es mi ventaja. Todos sospechan de mí, esperan que falle, pero al final les sorprendo haciendo bien mi trabajo. Eso también me ha ocurrido en la música, pero nunca me importó. Sé que vengo de otro lado, de la televisión, y que no nací con una banda de garaje. Pero lo bueno es que el músico me acepta. He tocado con gente que si no les gustas te dicen que no: Javier Vargas, Mago de Oz, Pancho Varona…
P: Al compaginar la música con ese mundo de la televisión y el deporte, tuvo que presentar sus tres primeros discos en ciudades diferentes: Buenos Aires, Mallorca y Madrid. ¿Sus músicos no se quejaban?
R: No, para nada. Yo les traía a España, no los llevaba a Irán (risas).Además, voy cambiando de músicos. Esto no nació como grupo, sino como mi proyecto, así que es un grupo solista. Eso lo refleja el nombre, GARB. Son las iniciales de mi nombre, Germán Adrián Ramón Burgos. Lo saqué de mi padre, que como vivíamos en una cuesta, tenía miedo a que el coche se le escapara y puso unas maderas detrás de las ruedas. Entonces se pintó en las maderas sus iniciales, RAB, de Ramón Arnold Burgos, en blanco y sobre fondo azul. No sé para qué hizo tanto escándalo, pero me dio la idea.
P: Después del verano, en torno a Octubre, quiere sacar su quinto disco. ¿Qué me puede adelantar?
R: Dinero no (risas). Será una línea más dura, más hard-rock. Habrá alguna balada para las chicas que se acerquen al concierto. Aunque a vernos a nosotros viene cada bulldog con cadenas… Las chicas guapas ven a Bisbal, a Alejandro Sanz y a todos éstos que hacen música rara (risas). Claro que la edad y la figura no acompañan. Aunque realmente eso va y viene, no me importa. Sé que puedo estar flaco; el año pasado bajé 8 kilos. Lo que pasa es que no quiero. Ya estoy casado (risas). En cuanto a la edad…Tengo 39 años, pero me veo encima de un escenario siempre, como los Rolling Stones.
P: Diga, ¿usted qué piensa de las incursiones en la música que han hecho jugadores como Agüero o Drenthe?
R: Lo pueden hacer, pero no tienen ni idea de música. El rap de Drenthe y la cumbia que hace Agüero no existen. Yo llevo toda la vida en esto. Abrí una puerta a la gente del deporte hacia el mundo del espectáculo. Recuerdo que en uno de mis primeros conciertos, en Cañuelas (provincia de Buenos Aires) en el 93, me pinté la cara con un corcho negro y me puse un gorro para que no me reconocieran, porque yo ya estaba jugando en Ferro. Por el calor de los focos, a los quince minutos se me borró todo y me vieron. Después, cuando ya estaba en River, me puse a pedir en una plaza cantando para una cámara oculta de televisión. Yo decía “una moneda, señora, que River no está pagando últimamente”, o “del fútbol sólo no se puede vivir”, y la gente se empezó a juntar. Es como si el portero del Madrid se pone en la Puerta del Sol. Aunque Casillas no lo haría igual. Quizá Julio Iglesias, que también es del Madrid.
P: Hábleme del Atlético de Madrid. Necesito que me explique cómo un tipo internacional con su selección y en Primera División con el Mallorca decide irse a Segunda.
R: Porque te enamoras del objetivo, del desafío de ascender. Y porque el Atleti es el equipo del obrero. Es más fácil ser del Madrid o del Barcelona; sabes que algún día van a ganar. Cuando llegué a Mallorca y vi las riadas de aficionados rojiblancos que iban al estadio, se me ponía el vello de punta. Había un sentimiento derrotista, pero incluso en Segunda División llenaban los estadios. Yo lo comparo mucho con Racing de Avellaneda, en Argentina. Además, a la hora de irme al Atlético de Madrid, influyó muchísimo el entrenador, Luis Aragonés. Yo sabía que si estaba él íbamos a quedar campeones. Y él sabía que si me llevaba a mí saldría campeón (risas).Y así pasó: desde el primer día fuimos primeros en la tabla. Luis quiere ganar siempre y nunca duda. Los que dicen que está viejo se equivocan, no lo conocen.
P: Cuando se enteró del cáncer de riñón, ¿cómo reaccionó?
R: Bien, porque fue un jueves y jugaba el domingo y quería que me operaran el lunes. No me dejaron y me operaron el sábado. Lo cogieron a tiempo. Tuve mucha suerte.
P: ¿Tu familia cómo se lo tomó?
R: Yo sigo con la misma onda positiva, estaba bien, sin dolor. El tema era decírselo a la familia, y hablé con mi madre y me preguntó: “¿Quién te va a operar?” y le contesté “No sé, mamá, creo que el doctor ve bien de un ojo” (risas). Me lo tomé con mucha filosofía positiva.
P: ¿El cáncer es el peor penalti que has parado?
R: Sí, pero es más complicado el asunto, porque no te enteras de lo que te dice el doctor. Luego, cuando estás en el hospital, te das cuenta de lo que verdaderamente pasa. Después de que me operaron no sentía lo mismo.
P: Tras el tumor la retirada…
R: Así es. El tumor del riñón fue fundamental. Tras la operación yo estaba bien físicamente, pero llegaba dos horas antes al entrenamiento y pensaba “¿qué hago acá tan temprano?”. Me sentía extraño, como si el futbolista me fuera abandonando. Luego se dijo que había intentado sobornar a Regueiro, jugador del Racing de Santander, aunque judicialmente se demostró que fue una broma. También dijeron que me llevaba mal con el entrenador, Gregorio Manzano. Pero nada de eso influyó en mi retirada. Simplemente, ya no tenía ganas de jugar al fútbol. Me llamaron de Arabia y me di el gusto de rechazarlo. Me pareció bárbaro lo que me ofrecían, pero no quise irme. No tenía ganas de seguir en la cancha.
P: Una pena para los árabes. Imagínese que allí rueda un anuncio como el que hizo aquí, saliendo de una alcantarilla en la Gran Vía madrileña para anunciar la vuelta de ‘su Atleti’ a Primera…
R: Sí, seguro que lo habría realizado. Yo soy del mundo del espectáculo, siempre he estado muy ligado a eso. La verdad es que ya no sé qué personaje hacer. No sé qué espera Almodóvar para llamarme.