(MARCELO BIELSA, actual entrenador de la Selección de Chile -2003-)
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(MARCELO BIELSA, actual entrenador de la Selección de Chile -2003-)
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(artículo de Federico Saez de Robles publicado en la revista española “Semana”, año 1959)
Entrevista a Germán Burgos
Pregunta: Para empezar, ¿cómo prefiere que le llame, Germán o ‘Mono’?
Respuesta: Como quieras. Esta cara acepta cualquier apodo. Te diré que mis amigos me llaman ‘cabezón’. No me molesta lo de ‘mono’, es como la creación de un personaje. En Argentina son muy normales los motes; el juego es tan veloz que hay que ahorrar tiempo, por lo que se usa algún rasgo distintivo como denominación.
P: Columnista del diario Marca, comentarista del programa “Tablero deportivo” en RNE y co-presentador de los deportes en los Informativos de la tarde del fin de semana en Telemadrid. ¿Usted nos quiere quitar el puesto?
R: Son ellos los que me llaman a mí, no yo a ellos (risas). La verdad es que ahora que estoy “en el otro lado”, no veo las cosas de otra forma. Siempre comprendí que esto es un juego, y cuando conoces sus reglas ya es muy fácil. Yo lo hice y me lo pasé muy bien. Los jugadores a veces no entienden que el periodista tiene que trabajar, y por eso se enfrascan en un lugar común para no quedar mal. Eso no les invita a tener humor. Aunque prefiero eso a uno que, sin tener gracia, intenta ser humorista.
P: Hablando de ese “otro lado”: también se está sacando el carné de entrenador.
R: Sí, además de mi papel en los medios de comunicación, ahora estoy realizando las prácticas para entrenador nacional con el Atlético de Madrid C, en 3ª división. Bueno, también trabajo con mi grupo, “The Garb”.Y a veces también atiendo a mi familia (risas). Es cierto que hago muchas cosas, pero yo me veo en cualquiera de esas facetas. Si no creo que lo vaya a hacer bien, simplemente no lo hago.
P: Hasta hace poco fue entrenador de porteros en el Alcorcón, equipo madrileño de 2ª B. Desde su experiencia como jugador, entrenador y comentarista, ¿qué necesita un buen cancerbero?
R: Valor para convivir con el gol, saber que es imposible que no te hagan uno. Sólo tienes la red detrás, por lo que va a ser más evidente el fallo del arquero que el del defensa o el delantero. Y, claro, luego hay que ser un ganador, pero no sólo por la actitud. Yo fui un ganador por las ocho copas que gané. Si quedas segundo no te ven. En cuanto al aspecto técnico, creo que es esencial que en los entrenamientos, desde niños, los porteros jueguen también en otras posiciones. Mi entrenador Carlos Timoteo Griguol (quien me dio el mote) me ponía de delantero, por banda, de central…a los 6 años. Me hacía sacar en diez segundos. Todo eso me daba una agilidad y un toque de balón tremendos. Siempre fui un portero-jugador, no limité mi espacio a la portería. Era muy arriesgado, pero me encanta convivir con el peligro.
P: Con esa forma de jugar, ¿cuántas veces le han dicho “Germán, está loco”?
R: Me lo digo yo mismo a diario. Sin embargo, jamás he recibido ninguna crítica por parte de mis clubes. Soy un tipo muy metódico, me gusta hacer las cosas bien y ganar. Pero hacia fuera sale otra imagen. Yo iba todos los días dos horas antes al entrenamiento, y si no me moría de vergüenza. Llegaba antes que el utilero. Por eso mismo siempre fui uno de los líderes del plantel. Hasta me llevaba una bolsa enorme con mi ropa: cuatro pares de guantes, dos gorras, setenta cintas del pelo, una camiseta con la foto de mis hijos, dos pares de botas…La camiseta también me la llevaba a mi casa y la lavaba yo. El equipo sólo me ponía los pantalones y las medias. En ese sentido soy insoportablemente obsesivo.
P: Quizá su aspecto físico hacía pensar lo contrario. Por cierto, ¿cuándo dejó de ir a la peluquería?
R: Mi ‘viejo’ es peluquero. Nací dentro de una peluquería, aunque no lo parezca. Por eso mismo cuando Daniel Passarella, seleccionador de Argentina en el Mundial de Francia 98’, dijo que prefería que sus jugadores no llevaran el pelo largo, a mí no me costó nada cortármelo. Era un día más en la peluquería. Yo, por ejemplo, no entendí a Redondo, que dijo que no se lo cortaba y por eso no fue al Mundial. Fue muy criticado; negar a la selección argentina es terrible. Yo me habría cortado hasta los pelos del culo, si hubiera sido necesario. Pero bueno, al igual que por mi carácter, nunca ningún club me ha censurado mi imagen. Tampoco creo que lo hubiera permitido. Además, quien te contrata no es tonto: si te ve vestido de comunión y luego no vas así, se va a sorprender. Yo siempre fui igual: detesto el traje y la corbata, pero como no soy un maniquí, no me lo tengo que poner.
P: Y un rockero como usted, ¿cómo aguantaba las concentraciones antes de los partidos y la abstemia que conlleva todo deporte?
R: Porque me muevo en personajes. No tengo problema en adaptarme, en decir que no a la música o a ir a conciertos de amigos. Máxime si hay un objetivo que cumplir. Y hasta que no lo consigo, no paro. Para eso soy muy esquemático, y ésa es mi ventaja. Todos sospechan de mí, esperan que falle, pero al final les sorprendo haciendo bien mi trabajo. Eso también me ha ocurrido en la música, pero nunca me importó. Sé que vengo de otro lado, de la televisión, y que no nací con una banda de garaje. Pero lo bueno es que el músico me acepta. He tocado con gente que si no les gustas te dicen que no: Javier Vargas, Mago de Oz, Pancho Varona…
P: Al compaginar la música con ese mundo de la televisión y el deporte, tuvo que presentar sus tres primeros discos en ciudades diferentes: Buenos Aires, Mallorca y Madrid. ¿Sus músicos no se quejaban?
R: No, para nada. Yo les traía a España, no los llevaba a Irán (risas).Además, voy cambiando de músicos. Esto no nació como grupo, sino como mi proyecto, así que es un grupo solista. Eso lo refleja el nombre, GARB. Son las iniciales de mi nombre, Germán Adrián Ramón Burgos. Lo saqué de mi padre, que como vivíamos en una cuesta, tenía miedo a que el coche se le escapara y puso unas maderas detrás de las ruedas. Entonces se pintó en las maderas sus iniciales, RAB, de Ramón Arnold Burgos, en blanco y sobre fondo azul. No sé para qué hizo tanto escándalo, pero me dio la idea.
P: Después del verano, en torno a Octubre, quiere sacar su quinto disco. ¿Qué me puede adelantar?
R: Dinero no (risas). Será una línea más dura, más hard-rock. Habrá alguna balada para las chicas que se acerquen al concierto. Aunque a vernos a nosotros viene cada bulldog con cadenas… Las chicas guapas ven a Bisbal, a Alejandro Sanz y a todos éstos que hacen música rara (risas). Claro que la edad y la figura no acompañan. Aunque realmente eso va y viene, no me importa. Sé que puedo estar flaco; el año pasado bajé 8 kilos. Lo que pasa es que no quiero. Ya estoy casado (risas). En cuanto a la edad…Tengo 39 años, pero me veo encima de un escenario siempre, como los Rolling Stones.
P: Diga, ¿usted qué piensa de las incursiones en la música que han hecho jugadores como Agüero o Drenthe?
R: Lo pueden hacer, pero no tienen ni idea de música. El rap de Drenthe y la cumbia que hace Agüero no existen. Yo llevo toda la vida en esto. Abrí una puerta a la gente del deporte hacia el mundo del espectáculo. Recuerdo que en uno de mis primeros conciertos, en Cañuelas (provincia de Buenos Aires) en el 93, me pinté la cara con un corcho negro y me puse un gorro para que no me reconocieran, porque yo ya estaba jugando en Ferro. Por el calor de los focos, a los quince minutos se me borró todo y me vieron. Después, cuando ya estaba en River, me puse a pedir en una plaza cantando para una cámara oculta de televisión. Yo decía “una moneda, señora, que River no está pagando últimamente”, o “del fútbol sólo no se puede vivir”, y la gente se empezó a juntar. Es como si el portero del Madrid se pone en la Puerta del Sol. Aunque Casillas no lo haría igual. Quizá Julio Iglesias, que también es del Madrid.
P: Hábleme del Atlético de Madrid. Necesito que me explique cómo un tipo internacional con su selección y en Primera División con el Mallorca decide irse a Segunda.
R: Porque te enamoras del objetivo, del desafío de ascender. Y porque el Atleti es el equipo del obrero. Es más fácil ser del Madrid o del Barcelona; sabes que algún día van a ganar. Cuando llegué a Mallorca y vi las riadas de aficionados rojiblancos que iban al estadio, se me ponía el vello de punta. Había un sentimiento derrotista, pero incluso en Segunda División llenaban los estadios. Yo lo comparo mucho con Racing de Avellaneda, en Argentina. Además, a la hora de irme al Atlético de Madrid, influyó muchísimo el entrenador, Luis Aragonés. Yo sabía que si estaba él íbamos a quedar campeones. Y él sabía que si me llevaba a mí saldría campeón (risas).Y así pasó: desde el primer día fuimos primeros en la tabla. Luis quiere ganar siempre y nunca duda. Los que dicen que está viejo se equivocan, no lo conocen.
P: Cuando se enteró del cáncer de riñón, ¿cómo reaccionó?
R: Bien, porque fue un jueves y jugaba el domingo y quería que me operaran el lunes. No me dejaron y me operaron el sábado. Lo cogieron a tiempo. Tuve mucha suerte.
P: ¿Tu familia cómo se lo tomó?
R: Yo sigo con la misma onda positiva, estaba bien, sin dolor. El tema era decírselo a la familia, y hablé con mi madre y me preguntó: “¿Quién te va a operar?” y le contesté “No sé, mamá, creo que el doctor ve bien de un ojo” (risas). Me lo tomé con mucha filosofía positiva.
P: ¿El cáncer es el peor penalti que has parado?
R: Sí, pero es más complicado el asunto, porque no te enteras de lo que te dice el doctor. Luego, cuando estás en el hospital, te das cuenta de lo que verdaderamente pasa. Después de que me operaron no sentía lo mismo.
P: Tras el tumor la retirada…
R: Así es. El tumor del riñón fue fundamental. Tras la operación yo estaba bien físicamente, pero llegaba dos horas antes al entrenamiento y pensaba “¿qué hago acá tan temprano?”. Me sentía extraño, como si el futbolista me fuera abandonando. Luego se dijo que había intentado sobornar a Regueiro, jugador del Racing de Santander, aunque judicialmente se demostró que fue una broma. También dijeron que me llevaba mal con el entrenador, Gregorio Manzano. Pero nada de eso influyó en mi retirada. Simplemente, ya no tenía ganas de jugar al fútbol. Me llamaron de Arabia y me di el gusto de rechazarlo. Me pareció bárbaro lo que me ofrecían, pero no quise irme. No tenía ganas de seguir en la cancha.
P: Una pena para los árabes. Imagínese que allí rueda un anuncio como el que hizo aquí, saliendo de una alcantarilla en la Gran Vía madrileña para anunciar la vuelta de ‘su Atleti’ a Primera…
R: Sí, seguro que lo habría realizado. Yo soy del mundo del espectáculo, siempre he estado muy ligado a eso. La verdad es que ya no sé qué personaje hacer. No sé qué espera Almodóvar para llamarme.
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Días antes esta misma selección soviética había enfrentado a la selección Argentina en River empatando 1 a 1, el gol argentino lo convirtió Ramón Díaz.
El partido según las crónicas de la fecha fue mediocre, Loma Negra luego del pitazo final del árbitro Carlos Coradina consumó la hazaña. Ganó 1 a 0, gol de Husillos a los 36 minutos del segundo tiempo.
El “Ignacio Zubiria” se convirtió de repente en el cementerio de los elefantes de la década del 80´ ya que desde el 21 de noviembre de 1979, cuando había perdido por última vez en Tbilisi, Georgia, con Alemania Federal por 3 a 1, la selección soviética llevaba 18 partidos sin perder, sumaba 13 triunfos y 5 empates con 43 goles a favor y solo 10 en contra.
La recaudación fue de 12.000 dólares y estuvo muy por debajo del cachet cobrado por los soviéticos (30.000) pero en la tierra donde brota el cemento todo es posible.
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(RAFA BENÍTEZ, entrenador español, tratando de explicar en “The Times” porqué el Liverpool desechó en 2006 comprar al jugador que brillaba, en ese entonces, en Independiente de Avellaneda)
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(GERMÁN BURGOS, ex arquero argentino)
Balón de fútbol (Gerardo Diego - España)
Qué planeta de fortuna.
Vamos a los Arenales;
cinco hectáreas de desierto,
cuadro y recuadro del puerto.
Qué olor a la Tabacalera.
-Suelta ya el balón Incera.
-No somos once. -No importa.
Si no hay eleven hay seven.
Qué elegante es el inglés;
decir sportman, team, back;
gritar goal, córner, penalty.
(Aún no se ha abierto el Royalty.)
-Marca tú la portería;
textos y guardarropía.
-Somos siete contra siete.
Un portero y un defensa,
dos medios, tres delanteros;
eso se llama la uve.
Y a jugar. Vale la carga.
Pero no la zancadilla.
Yo miedo nunca lo tuve.
(Una brecha en la espinilla.)
Ya se desinfla el balón.
Sopla tu fuerte la goma.
Ata ya el cuero marrón.
El de badana en colores
déjase a los menores
para botar con la mano.
-Mañana a la Magdalena
a jugar contra el "Piquio".
Y al "Plazuela", desafío.
Tener un balón, Dios mío.
(OMAR PALMA, ex jugador argentino -1990-)
(JOSÉ FRANCISCO SANFILIPPO, polémico ex goleador argentino de la década del '60 en entrevista para MDZ online 21/03/09)
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(JOSÉ LUIS CHILAVERT, ex internacional paraguayo, "atendiendo" al portero nacido en Colombia en "Hora 25 de los deportes" de que se emite por CX12 Radio Oriental de Montevideo -20/03/09-)
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El último pateador de punta (Carlos Hugo Mercapide - Argentina)
Fue transformando sus tácticas.
Se fueron dando cambios fundamentales en sus formas, -como algunos dirían- "en la filosofía del potrero", lógicamente sin perder el ancestral virtuosismo del toque, que es el condimento esencial de estos reductos polvorientos, donde se busca la gloria cotidiana tras la redonda.
Creo que todo comenzó cuando pusimos los arcos, que en realidad en un primer momento fueron solo dos tirantes erguidos plantados paralelos a cuatro "pasos de burro" de distancia, sin travesaños, con el cielo como limite o hasta la altura del que le tocaba atajar.
Si la toca es gol, sino es "alto" se reglamentaba, eso si, si no salta es gol por definición, para evitar la avivada.
Augusto "Puntin" Palomeque se había tomado ese año textualmente. Los últimos días de un caluroso diciembre, entre los petardos, cañitas voladoras, la ensalada rusa y el clericó de las fiestas se entero que el año entrante era bisiesto, y lo siguió al pie de la letra.
Ya desde los primeros días de enero comenzó con el ritual de las dos siestas, una a la mañana después del desayuno y otra "la normal" justo en el momento de más calor de la tarde. Lo despertaba la hermana con el mate, se calzaba los cortos, las "Flecha" y salía con su paso cansino, de número cinco antiguo, lento pero ágil para el quite, los pelos de la nuca aun alborotados por la almohada, camino de la canchita, donde los pibes estaban pateando todos en un arco o tirando centros "hasta que aprenda".
Así pasaba la vida, sin nervios, en el lejano y postergado pueblo, de esta Patagonia sin fin.
Alguna vez se le cruzó en los pensamientos, mientras dejaba que una tarde se fuera, -se fijó en su mente-, (como la búsqueda de la mujer ideal) y se transformó en su fantasma cada vez que iba a recibir un córner. Imaginaba que al elevarse para cabecear, quedaría mantenido en el aire para siempre, sin poder bajar, de ahí su insistencia para patearlos siempre él.
Los cambios en las tácticas fueron especialmente en el trato del balón, -en la sistematización de un avance en bloc-, se trataba de evitar la gambeta de arco a arco, -la apilada si-, pero no morfarsela solo. Rematar una subida con una descarga en pared, con un centro atrás bien colocado, con una pasada de largo que deja pagando al arquero, y -definitivamente descartar la definición de punta-, se buscaba terminar con ese maltrato a la de cuero, nunca más de puntin, utilizar para siempre el cariño del empeine.
Salvo para "Puntin" Palomeque, shoteador milimétrico, -micrométrico decían los más perfeccionistas-, único en la ejecución de los tiros libres, que para el asombro de circunstanciales espectadores o curiosos que detenían su paso junto a la canchita, para descansar las manos de las cortantes manijas de las latas de kerosén, siempre le daba de punta.
Creo que ellos comenzaron la leyenda, que luego se expandió de boca en boca inmortalizando al "último pateador de punta".
Sus hazañas que inevitablemente se fueron agrandando según el disertante, rápidamente pasaron los limites del barrio, y de lo real, se exageraban las distancias hasta lo infinito, hasta lo astronómico potrerilmente hablando.
Se decía que una vez la metió de setenta metros, con barrera de ocho hombres y el Gordo Orujo de arquero, que era decir mucho porque el gordo llegaba con los hombros al travesaño.
No se en que noche estrellada, pero la luna salió plateando el campito de pocos yuyos, eternamente barrido por el viento y la cruz del sur se clavó en el arco de enfrente, el que no da a la calle.
En el aire se respiraba el suave olor del verano.
Puntin volvía a la casa alumbrando su camino solo con la luz del faso, pensativo, alargando las dos cuadras finales, cuando entre las sombras del potrero alguien hacia "jueguito" con una bola blanca, flamante, perfectamente redonda, acariciándola sin hacer ruido, del empeine a la frente, de la frente al taco, del taco a la rodilla y así mágicamente por un tiempo fantástico, eterno, acrobático y lógicamente irrepetible.
Hasta que lo llamó en un ademán, como obligándolo.
-Metete..., que te mando un centro!
El muchachón tiro el cigarro sorprendido, y emprendió la carrera con su paso de siempre. Ecuación entre agilidad y vagancia, a enfrentar el fulbaso que ya había partido de la noche cerrada del lateral derecho. Venia en el aire brillando, quizá con un silbido, reflejando cada estrella que pasaba por sus gajos y encandilandolo cuando en uno se posó la luna.
Iba solo, el área era un páramo.
No sintió el "mía...!" del arquero, ni el empujón del estoper en la espalda, ni un compañero gritándole:
-Fijáte!
Sin marcas y en la oscuridad, se elevó en cámara lenta, seguro, con el gol en los ojos, midiendo la trayectoria, y en el impacto del frentazo con la globa estallaron luciérnagas prendidas, la blanca fulgurante rajó el aire, y se clavó en un ángulo del arco vacío, sin dejar sombra.
Augusto "Puntin" Palomeque, siguió en un vuelo etéreo, elevándose sin detener el salto, pasó el travesaño, el techo de las casas y los árboles más altos, hasta que una triste luna lo perdió en su luz y la noche borró su figura.
Nadie lo vio, pero yo sospecho, conociéndolo como lo conocí, que iba con una sonrisa en los labios, dándole el último adiós a los años de mayor libertad de su vida, la infancia.
Y que al gol no lo gritó, seguro..., por no romper la perfección del silencio.
El 21 de Agosto de ese año el conjunto anfitrión se mediría al argentino por un lugar en la final. El partido terminaría con un sorprendente (e histórico) 9-1 a favor de los catalanes, que prácticamente ningún seguidor xeneize recuerda (o no quiere recordar).
Ficha del partido:
Barcelona (9): Urruti (Amador), Sánchez, Alexanco, Migueli (Moratalla), Julio Alberto, Víctor, Schuster (Esteban), Calderé, Carrasco, Archibald, Rojo (Marcos).
Boca Juniors (1): Gatti, Alvez (Berta), Córdoba, Pasucci, Alberto, Mouzo, Abdenebe, Krasousky (Matabós), Morena, Vázquez, Mendoza (Sotelo)
Árbitro: Marín López
Goles: Alexanco (2), Archibald (2), Caldere, Schuster, Carrasco, Esteban y Marcos
El trofeo Gamper finalmente se lo llevaría el Barcelona tras vencer en la final al Bayern Múnich por 3-1, mientras que Boca se resarciría de la tremendísima goleada encajada venciendo en el partido por el tercer puesto al Aston Villa.
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Por ahora Wanda Nara llama más la atención que Maxi López quién llegó a Brasil con mucha expectativa y poco produjo.
(diario brasileño "Lance", del 18/03/09, elogiando a la esposa del delantero del Gremio de Porto Alegre)
(PELÉ, en declaraciones a la radio brasileña "Jovem Pam", 19/03/09)
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Joaquín Sabina le canta una canción a Maradona
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De entrada, los dirigentes que habían acordado un amistoso con la selección tica, olvidaron decirle a los organizadores que no viajarían los mejores jugadores del Pincha, sino que lo harían aquellos que no eran tenidos en cuenta por el técnico y varios juveniles de la Reserva.
Con el lógico fastidio del periodismo local, el 'León' dirigido por Juan Ramón Verón afrontó el compromiso con lo que pudo, pero no alcanzó la medida mínima de dignidad.
Con tantos de Fonseca (3), Sunsing (2) y Bryce, el combinado centroamericano se impuso por 6 a 1 ante los argentinos, que llegaron al gol a traves de Acciari.
Los medios fueron durísimos con el elenco de La Plata, destacando su falta de preparación. “Los tricolores hicieron tiro al blanco ante Estudiantes, al que enviaron a Sudamérica con seis recuerdos” afirmó el periódico 'La República'.
Como si fuera poco, a raíz del resultado catastrófico la delegación del Pincha tomó la decisión de suspender otro partido acordado de palabra ante un club local, el Santos de Guapiles y se volvió antes de tiempo... para seguir haciendo papelones.
En un primer momento, el Diario 'Hoy' había publicado la crónica del match, con una formación de Estudiantes que no demostraba nada raro, más allá de la escasa presencia de suplentes: Evangelisti, Juan Fernández, J.J. Lezica, Menghini, Baratteri; Bezombe, Acciari, Cejas; Fúriga, Simone y Piersimone (Pablo Figueredo, Lucas Nardi y Ricardo Pérez en el banco).
Sin embargo, un día más tarde saltó la ficha de un dato para nada menor. Algunos problemas en la documentación de Figueredo y Pérez, retrasó la llegada de ambos a Costa Rica e inexplicablemente el que comenzó atajando para el equipo albirrojo fue... ¡el portero costarricense Miguel Mena! Sí, aunque cueste asimilarlo, al Pincha le hicieron los 3 primeros goles con un rival en el arco propio. Figueredo llegó justo para el comienzo del segundo tiempo y se comió los restantes.
(BELISARIO BETANCUR, ex Presidente de Colombia, 1982-1986, dando las razones por las cuales ese país renunciaba a la organización de la Copa del Mundo de 1986)
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(PATRICIO CAMPS, ex jugador argentino)
Carne y fantasía (Carlos Maggi – Uruguay)
Jugar bien al fútbol es un trabajo aburrido y muy sucio, que está mal visto. Así como ningún inglés decente bajaría a la pista para ser caballo de carrera, ningún compatriota de clase media, salvo los canillitas y los obreros, se animaría a ser jugador.
Sin embargo el fútbol ha influido en nuestra cultura más hondamente que el cisma de la iglesia. Por ejemplo, más que la vacuna antivariólica y los binomios de Newton, ha prendido entre nosotros, la dualidad Peñarol-Nacional y es seguramente esta forma bipolar de organizar las pasiones, la que ha mantenido los dos grandes partidos de nuestra política.
Como fenómeno espiritual, el fútbol es fuente de las más hermosas leyendas y nuestra única literatura anónima en prosa, versa sobre fabulosos goles, moñas y pases de los tiempos de oro.
Cada tres meses, la población de nuestro país se divide en dos grupos y mientras uno vive la gloria maravillosa del triunfo, el otro apura la copa amarga de la derrota. Este mismo ejercicio que el oriental realiza, naturalmente, cada clásico de fútbol, gozar la victoria ó padecer el desastre, les cuesta a los alemanes veinte años de dictadura y a los ingleses el trabajo centenario de hacer y deshacer un imperio.
Los jugadores de fútbol, tanto ó más que los bailarines, parecen pensar con los pies y después con el cuerpo y por fin con la cabeza. Por eso entusiasman y maravillan a la gente: hacen cosas imposibles.
Entre el fútbol y el ballet hay muchos parecidos; es cuestión de pelos de diferencia.
Los bailarines danzan según los lleva la música, los futbolistas se mueven arrastrados por el ritmo y la coreografía imprevisible que se imponen unos a otros.
Como el fútbol es improvisado, el espectador no va solamente a ver, va a recordar lo que jamás habrá de repetirse, ni parecido. Por eso el fútbol tiene algo de milagro, porque está en el tiempo y se van con él. Por eso el fútbol es tan fácilmente mitológico.
La Sangre Charrúa es el Zeus de nuestro Olimpo donde abundan los dioses menores como la Celeste, la Táctica Rioplatense, la Viveza Criolla y otros.
Nuestros héroes son hijos de padre italiano y alguna de estas divinidades. Piendibene, rico en ardides; Benicansa, el de los pies ligeros; Petrone, domador de caballos (Amor Brujo llegó a patear tan fuerte como su dueño) y más recientemente Ghiggia, nacido en la lejana Ogigia, la isla de Calipso.
El padre, Carlos Morales, de 38 años, venía de una extensa trayectoria deportiva que comenzó en el River Plate de la capital uruguaya, para pasar luego por el Toluca y el Atlas, en México, y Unión Española, O'Higgins y Everton, en Chile,
Por su parte, Juan Manuel, de 19 años, en sus comienzos, no podía creer que en la segunda parte del cotejo, el técnico lo haría ingresar al campo de juego, para hacer paredes y goles junto a su progenitor: "Solo habíamos jugado un par de amistosos, y en algún momento, para pedirle un pase, se me escapó un '¡Dale Pá!', que sirvió para que me tomaran el pelo mis compañeros y mis rivales también. Pero este partido fue oficial, algo que queda registrado para siempre en las estadísticas", dijo Juan Manuel.
En cuanto a Carlos, dio gracias a Dios al verlo entrar a su hijo, para tenerlo como compañero: “Sí, somos compañeros, porque no quiero marcar una diferencia con el resto de los jugadores. Concentramos y comemos en mesas diferentes y dormimos en habitaciones diferentes. Ahí en el campo de juego, ni padre ni hijo, compañeros".
Finalmente, Carlos distinguió los estilos de juego: “Mi hijo es un volante zurdo, rápido y más técnico que yo. Lo mío es oportunismo para el gol y ser un gran luchador”.
(FRANCISCO “Pancho” VARALLO, ex jugador argentino, recordando al temible goleador paraguayo de Independiente de Avellaneda)
(RADOMIR DUJKOVIC, entrenador serbio, a cargo de la selección de Ghana en el Mundial de Alemania 2006, opinando antes de enfrentar a Brasil quien los venció con un cómodo 3-0)
Furia color sangre (Javier Elizalde Blasco - España)
todos quieren apaciguar,
toro ensangrado cuyo destino
pretenden determinar.
Calor, pasión, color, que fluyen
entre montañas y ríos,
nubes negras quieren ocultar
su resplandor y su brío.
El fútbol de toque se puede
dibujar con regla y compás,
el que brota de un alma rebelde
sólo la poesía lo puede cantar.
Extranjero de un estilo de vida,
desterrado de su propio Edén,
inventó su propio juego
y en otro no puede creer.
Nunca llenará portadas,
nadie de fuera lo elogiará,
porque no saben su idioma
y aprederlo no podrán.
Furia color sangre
que no dejará de brotar,
su grito es su único himno,
no hay notas que lo puedan tocar.
De repente, en una jugada, el Nº 9 de ellos le pegó una trompada a Fabián que lo sacó del partido. Es más, se lo llevaron al hospital. Yo entré y me acerqué al árbitro, que ya tenía la roja en la mano para echarlo al Nº 9. Y le dije: 'no lo vas a echar, ¿no? Nooo, dejalo, no fue nada, son cosas que pasan...' Y no sé cuántas cosas más le dije. No quería que lo expulsaran. Y lo logré: el Nº 9 siguió en la cancha. Aunque no mucho más. ¡Cómo se iba a salvar después de lo que le había hecho a mi hijo! Entonces hice un cambio: entré yo. Un rato más tarde, cuando Fabián dejaba el hospital... el Nº 9 de ellos entraba.
(ROBERTO AYALA, padre del jugador homónimo, en “La Nación Deportiva Mundial” del lunes 19 de Junio de 2006)
(VLADIMIR DIMITRIJEVIC, escritor serbio, autor del libro “La vida es un balón redondo”)
(GIANLUIGI BUFFÓN, arquero italiano, campeón del mundo en Alemania 2006, en su reciente autobiografía)
El lenguaje de los doctores del fútbol (Eduardo Galeano - Uruguay)
Vamos a sintetizar nuestro punto de vista, formulando una primera aproximación a la problemática táctica, técnica y física del cotejo que se ha disputado esta tarde en el campo del Unidos Venceremos Fútbol Club, sin caer en simplificaciones incompatibles con un tema que sin duda nos está exigiendo análisis más profundos y detallados y sin incurrir en ambigüedades que han sido, son y serán ajenas a nuestra prédica de toda una vida al servicio de la afición deportiva.
Nos resultaría cómodo eludir nuestra responsabilidad atribuyendo el revés del once locatario a la discreta performance de sus jugadores, pero la excesiva lentitud que indudablemente mostraron en la jornada de hoy a la hora de devolucionar cada esférico recepcionado no justifica de ninguna manera, entiéndase bien, señoras y señores, de ninguna manera, semejante descalificación generalizada y por lo tanto injusta. No, no y no.
El conformismo no es nuestro estilo, como bien saben quienes nos han seguido a lo largo de nuestra trayectoria de tantos años, aquí en nuestro querido país y en los escenarios del deporte internacional e incluso mundial, donde hemos sido convocados a cumplir nuestra modesta función. Así que vamos a decirlo con todas las letras, como es nuestra costumbre: el éxito no ha coronado la potencialidad orgánica del esquema de juego de este esforzado equipo porque lisa y llanamente sigue siendo incapaz de canalizar adecuadamente sus expectativas de una mayor proyección ofensiva hacia el ámbito de la valla rival. Ya lo decíamos el Domingo próximo pasado y así lo afirmamos hoy, con la frente alta y sin pelos en la lengua, porque siempre hemos llamado al pan pan y al vino vino y continuaremos denunciando la verdad, aunque a muchos les duela, caiga quien caiga y cueste lo que cueste.
(JOHAN CRUYFF, en su libro "Mis futbolistas y yo")
(LUIS GARISTO, entrenador uruguayo)