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Gladiador (Rodrigo Damián Gaite - Argentina)


Yo me pasé casi 30 años de mi vida en el club. Imaginase, desde mi cargo conocí todos los detalles y pormenores no solo del club sino también de la ciudad, cuando yo empecé a trabajar estaba el viejo Flavio de presidente.

En la calle o en los comercios de la zona la gente solía preguntarme “Y usted ¿Qué cargo tiene en el club?” Y yo decía con orgullo: “Jefe de mantenimiento del estadio”. Je! ¿qué tal? Total la mayoría de los que me preguntaban después no aparecían por el club, sino se hubiesen dado cuenta que muy bien mantenido que digamos no estaba. Pero bueno.

Como le decía; yo pasé toda mi vida en el club y además veo fútbol desde que tengo uso de razón, y le aseguro que a lo largo de mi vida he visto a muchos jugadores recios, temperamentales, tipos que jugaban con el cuchillo entre los dientes como el cholito Simeone, “hacha brava” Navarro, Giunta, Aguirre Suárez, algún que otro marcador de punta uruguayo, que se yo, tantos. Pero no recuerdo a ninguno que lo hayan llamado “Gladiador” como a Rómulo Romano.

Muchos pensarán que como se llamaba Romano de apellido era un simple juego de palabras. Pero no. Por que yo le aseguro que Romano era un verdadero gladiador adentro de la cancha. Metía que daba miedo, enérgico, a veces sanguinario.

Me acuerdo que llegó muy joven al club, lo que no recuerdo muy bien es quien lo trajo. En los primeros entrenamientos ya comenzaba a mostrar esa personalidad que lo caracterizó durante toda su trayectoria. Alto, media como un metro ochenta, de espaldas anchas, el pelo bien cortito casi rapado. Tenia un par de cicatrices en la frente y en los muslos, siempre se lo veía con una barba de dos o tres días y una mirada extraña.

Yo me acerqué a él, por que ni bien llega un jugador nuevo, uno trata de hablarle, para que se sienta a gusto, así no le cuesta tanto el tema de la adaptación. Por eso yo me quedaba después de los entrenamientos y tomábamos unos mates en la utilería.

Me contó que vivía por allá por Pompeya, se notaba que le barrio le tiraba, y uno lo entendía. El barrio es el barrio. Lo que nunca entendí muy bien es como viviendo en Pompeya era hincha de Gimnasia, por que era bastante fana del lobo, me contaba que le gustaba andar a caballo, iría al campo supongo y que le gustaba mucho ir al teatro, la verdad que daba gusto dialogar con él. Me decía que la mejor materia que tuvo en el secundario era “Latín” y que se la pasaba leyendo y estudiando esa lengua. Después me decía cosas como que la comida principal la hacía a la noche con la familia, y bueno, cada uno tiene su manera de vivir.

También me contó que tenía un hermano gemelo. Lo que nunca me voy a olvidar es la cara que puso ese muchacho la primera vez que entró al estadio para entrenar con el primer equipo. Es el “Coliseo” me dijo después en la utilería. Por que como se habrá dado cuenta era un muchacho bien instruido.

Pero eso de Coliseo, que quiere que le diga, recién lo habían inaugurado y estaba reluciente, pero tampoco era para tanto. Tiene una forma medio circular, visto desde el aire es parecido a la cancha de Racing, más o menos. Por afuera esta pintado de un color ocre.

El estadio se construyó en esos terrenos que nos vendió la municipalidad en cómodas cuotas. Por lo que pude saber le habían pertenecido a unos inmigrantes griegos, que no se que problema tuvieron que se los terminaron rematando. Por eso el lugar estuvo abandonado por años.

Piense que era otra época. Se pensaba en el futuro, había gente emprendedora. Se inauguró bajo la presidencia del gordo Tito, buenazo el Tito, estuvo solo un año de presidente por que después falleció, era abogado, un tipo muy carismático, él se hizo cargo cuando murió su padre don Flavio, un militar de carrera y pocas pulgas. Pero el Tito era tan querido por la gente que parece mentira que haya muerto tan joven.

En realidad lo primero que se hizo fueron un par de estructuras de hormigón, después las plateas y recién después de un par de años las dos cabeceras. Por que en total se tardó casi diez años en construirlo todo, se había hecho correr la bola de que había un proyecto para techarlo. Pero no, nada que ver. Eso si. Si durante la semana llovía, teníamos que tirar un par de bolsas de arena en las áreas y en el medio campo.

Una vez llovió tanto durante un partido que parecía una batalla naval, al otro día, en el programa que pasan el resumen de la fecha, se leía en la parte inferior de la pantalla: “Una exhibición de Naumaquia”.

En la platea hay un sector para la prensa y el palco presidencial, no se por que motivo los comerciantes y funcionarios iban a un sector determinado. El día de la inauguración, vino el gobernador, varios intendentes y algunos senadores.

Es una maravilla, no es por nada. Para la cuidad es un orgullo, y eso que acá hay varias edificaciones lindas. Está el templo y la Basílica; hay muchos teatros y había un circo que no se si está todavía. Creo que lo primero que se hizo en la cuidad fue el acueducto, pero no estoy seguro.

Hay muchas plazas con esculturas de mármol. Edificios con arco de medio punto que tienen columnas que son una belleza. El que la tiene reclara con la historia de la cuidad es don Livio, que es tan fanático que se convirtió en el historiador oficial. Un filósofo el viejo.

Lo que es un verdadero lujo es el piso y la decoración de la sede social, no sabe lo que eran las cenas de fin de año o de cualquier otro festejo. Era entrar y ver esas mesas con fuentes de plata colmadas con frutas, ostras, pescados, carnes y garras de vino al por mayor.

Después, bueno, usted sabe tanto como yo de lo que fue pasando en las últimas décadas. Falta de presupuesto, lo que había no alcanzaba, y bueno, se hace lo que se puede. Al menos la gente de seguridad deportiva nos permite seguir jugando en nuestra cancha. Son macanudos los muchachos del Coprosede (Comité Provincial de Seguridad Deportiva); ponen esa cara de “y bueno hagamos la vista gorda, sino ¿A dónde van a ir a jugar?”.

Encima en nuestra cancha entre la línea de cal, ¡bah! de cal. Entre la línea del lateral y el alambrado es donde hacen el precalentamiento los suplentes. ¿Sabe lo qué es para los contrarios cuando el técnico manda a calentar algún jugador?, ni se imagina las cosas que le gritan los vagos desde las gradas. Antes era peor, por que ahora por lo menos hay una paresita de unos ochenta centímetros casi y después empieza el alambrado. Esa la hicieron los muchachos del corralón y algo aportaron los de la papelera a cambio de pintar la publicidad: “la estática” por que así quedó desde que la pintaron hace años. La verdad que jugar acá de visitante se la regalo, ¿Sabe como rugen las fieras?

Pero yo le estaba hablando de Romano. Rómulo era un jugador aguerrido (así decían los cronistas). Yo lo vi sacar partidos poniéndose el equipo al hombro. Con él ganamos en cada reducto que daba miedo el solo hecho de mirar las ‘caripelas’ de la hinchada contraria. Era un toro, se agrandaba en las difíciles.

Era el capitán y el emblema del equipo, manejaba a los árbitros con una labia que ni le cuento. Por que eso también hay que decirlo, era muy hábil, sabía cuando atacar y cuando tirarse atrás, arengaba a sus compañeros de tal forma que hasta el más desanimado salía a jugar con los tapones de punta. En la cancha era un líder positivo. Ya le dije que era medio sanguinario, le digo la verdad, trababa pelota tibia y peroné todo junto.

Corría y corría todo el partido por toda la cancha, era como si quisiera extender los límites del campo de juego. La pelota se iba al lateral y el seguía corriendo como si nada, ¿Sabe cuantas veces los jueces de línea lo tuvieron que zamarrear de la camiseta?

Por eso nuestra hinchada lo bautizó “Gladiador”. Por su temple, por la garra que ponía en cada partido y no por que fuese un simple juego de palabras. En su carrera no tuvo muchos goles. Tarjetas rojas de amontones, ¡Lo que era sacarlo de la cancha cuando lo expulsaban!

Cuando el equipo salía al verde césped, él era el primero de la fila. Salía inflando el pecho y con la pelota bajo el brazo apretada contra la cadera. La hinchada lo ovacionaba, él saludaba y se venía todo abajo.

Después como siempre, usted sabe lo que es este ambiente. Se dijo de todo de él, se dijeron cada pavadas. Una vez leí una nota que decía que como el club le debía varios meses de sueldo él amenazaba con prender fuego el estadio y la sede social. ¡Una locura! Mire si iba hacer una cosa semejante.

Pero un par de semanas después hubo un foco de incendio en las tribunas y un diario dijo que había sido él. Lo acusaban lisa y llanamente. Lo fui a buscar al payaso que escribió esa nota y me dijo socarronamente:

¿Y qué me dice del fuego que los bomberos tuvieron que apagar en la cabecera local?, ¿o no se acuerda?

-Si que me acuerdo, ¡Pero por favor! -le dije indignado- lo que pasó es que había mucho viento y un par de brazas del puestito de choripán cayeron sobre unas serpentinas de papel y se volaron hasta un deposito en el que hay maderas y esas cosas, y ese deposito está debajo de la cabecera local. Así se originó todo. Por suerte los bomberos llegaron rápido y pudieron extinguirlo. ¿Qué tenia que ver Romano?

-¡Qué casualidad! -me dijo burlonamente- los equipos volvían para el segundo tiempo y Romano no aparecía. ¿Dónde estaba?

-¿Y no se, se habrá demorado en el baño? -vacilé.

-Si, puede ser- dijo y se alejó sonriente.

No se, yo la verdad no creo que Romano haya tenido algo que ver con lo sucedido aquel día, ya le dije que yo hablaba mucho con él y fuera de la cancha era un tipo muy centrado.

¿Vio que hay jugadores que cuando termina el partido dicen “lo comparto con todos mis compañeros” o tienen alguna cábala?

Bueno. ¿Sabe lo qué hacía Romano cuando terminaba el partido? Se paraba en el círculo central con la frente alta y la mirada altiva. Miraba hacia el palco presidencial, y el Tito lo saludaba levantando el pulgar hacia arriba y una sonrisa de oreja a oreja. Pero le voy a contar lo que sucedió una vez.

Jugamos de local y nos pegaron un peludo bárbaro. Rómulo no la vio ni pasar, estaba claro que no era su tarde, pero eso le puede pasar cualquier jugador, además se sabía que tenía una distensión en el muslo, pero él quiso jugar igual, y la verdad que jugó muy mal, en el diario le pusieron un 4 y creo que fueron generosos.

La cuestión es que termina el partido y Romano se va para el medio de la cancha. Se para y mira hacia el palco como lo hacía siempre y el Tito no se si por jodón o por la calentura del partido, extendió el brazo y apuntó con el pulgar hacia abajo mientras lo hacía subir y bajar varias veces.

¡Uy, para qué! La cara que puso Rómulo, se quedó duro. Pálido, parecía que le había bajado la presión de golpe, como si le hubiesen dicho que lo iban a decapitar. Pobre muchacho no sabe lo que costó hacerle entender que el Tito lo hizo por jodón no más.

-¿En serio me lo dicen?

-¡Pero claro hombre! No lo tomes tan a pecho- le decía el utilero.

El fue un jugador emblemático. Uno de esos 5 que están en las formaciones de los equipos durante años; como Rattín en Boca o ‘Mostaza’ Merlo en River. Mire que pasaron técnicos, jugadores y dirigentes, hasta una asamblea de representantes hubo una vez.

Acá hubo tipos como Adriano ¡Pero no el de la selección de Brasil!; el único brasilero que estuvo en el club fue Julio Cesar. Jugaba de armador, un estratega, pero era un poco egoísta con los compañeros, se le notaba que quería volar alto, soñaba a lo grande una vez le oí decir: “A mi edad, Alejandro ya había conquistado el mundo y yo aún no he hecho nada memorable”.

Después se ve que se metió en cosas raras por que lo mataron como de veinte puñaladas.
En cambio Romano jugó durante no se cuantas temporadas ininterrumpidamente. Pero vea como son las cosas, cuando todo hacía pensar que él se iba a retirar del fútbol con todos los honores, que la camiseta número 5 se la iban a entregar en reconocimiento a su trayectoria, no pasó nada de eso. Romano dejó el fútbol si, pero sin pena ni gloria. Pasó que cuando quemaba sus últimos cartuchos en primera, muchos decían que el tipo jugaba confiado, que ya no tenía esa chispa avasallante de su juventud. Yo que lo veía entrenarse todos los días lo atribuía más a la experiencia que brindan los años, además él era intocable.

El equipo se formaba él y diez más. Pero fíjese en este detalle interesante. Antes que empezara el campeonato, durante la pretemporada, alguien le dijo al técnico que en la reserva había un pibe que venia pidiendo la primera y el técnico lo mandó a llamar, me acuerdo que cuando vino a entrenarse con esa pinta de desfachatado el ayudante de campo le preguntó:

-¿Y vos de qué jugás?

-De 5 - Contestó sin vacilar.

Nadie iba a pensar que ese mocoso atrevido le iba a sacar el puesto a Rómulo Romano, eso era impensado.

El Turco le decían los vagos de la pensión, por que cuando hablaba a la “S”, la pronunciaba como “J”.

“Pajala” le decía a los compañeros. Por eso le decían el Turco.

La cuestión es que a las pocas fechas de haberse iniciado el campeonato, nuestro querido gladiador perdió el puesto en el equipo. Durante las semanas previas, en los entrenamientos, era como si él mismo presentía que había llegado la hora del retiro. El último partido que jugó fue en nuestra cancha; encima jugamos contra esos Vándalos que nos la tenían junada. Romano jugó muy mal, se lo veía abatido, desconcentrado. Por respeto a su trayectoria la gente no lo silbó cuando terminó el primer tiempo.

Camino al túnel no se lo veía triste, más bien resignado, como que se había dado cuenta de que había llegado la hora de colgar los botines; pero por otro lado tenía ese brillo en los ojos como de bronca, de querer seguir, de no darse por vencido, más que nada por la situación que se vivía en el ambiente, si el aire se podía cortar con una espada, El clima era una caldera, ya se sabía que los contrarios venían a provocar desmanes.
Lo cierto es que en el entretiempo a Romano lo reemplazó el pibe este que yo le contaba. El Turquito.

Cuando los jugadores salieron para el segundo tiempo, él se quedó en el vestuario sentado en uno de los bancos de listones, con la cabeza gacha y la camiseta toda traspirada, algunos rayos de sol que entraban por las ventanitas que están en la parte de arriba, le iluminaban el rostro pensativo. Esa es la última imagen que tengo de él. Así se fue del fútbol.

Uno se imaginaba que iba a seguir ligado al club de alguna manera. Pero no. Por que desapareció para siempre. Por supuesto que nos dejó un recuerdo imborrable de cientos de batallas.

De más está decir que el turquito ese no le llegó ni a los talones, pero bueno, de a poco la hinchada se fue acostumbrando a no ver más a Romano saliendo del túnel con la pelota bajo el brazo y aferrada a la cadera. Acá la mano ya venía fulera. Por que ojo. ¡Atenti!, que esto no se cayó de un día para otro como muchos creen eh. Esto fue el resultado de años de malas administraciones, de despilfarrar la plata, de querer siempre más y más sin medir las consecuencias. Pero bueno, que va ser.

El tiro de gracia fue cuando terminó aquel partido de Romano, con esos Vándalos se armó un quilombo de la puta madre. Fue una verdadera batalla campal. Perdimos, nos fuimos al descenso y la cuidad y el estadio parecían Sarajevo después de la guerra. Con ese panorama imagínese. “Se cayó un imperio” tituló días después la revistita esa que siempre nos tira palos.

Los años fueron pasando. Yo me jubilé un par de meses después cuando al club lo tomó la gerenciadora. Hay cambió todo. Trajeron un montón de juradores de refuerzo, aumentaron la cuota social y le cambiaron el color a la camiseta para que coincidiera con el logo de la empresa. Todo en medio de promesas de ascensos y campeonatos. Todo duró un suspiro. No ascendimos ni por decreto, a la gerenciadora la hinchada la sacó a patadas en el orto, pero no en sentido figurado y volvimos a usar la camiseta de siempre. La gloriosa.

Al tiempo me encontré en el bar que esta frente al estadio con un periodista amigo. Resulta que cuando él empezó lo mandaban a cubrir los partidos que jugábamos de local, ahí hicimos buenas migas. Después el tipo no paró de crecer, parece que tenía un estilo muy objetivo y no se casaba con nadie. Esos tipos del estilo de Dante Panzeri o de Osvaldo Ardizzone. Se que viajó por todo el mundo, pero siempre se acordó de mi y cuando nos encontrábamos charlábamos de todo un poco. Tipo humilde de esos que no se agrandan cuando tienen un programa en la televisión.

Parece que andaba haciendo una antología del ascenso o algo por el estilo y por eso me llamó para hablar. Ahí fue cuando mediante café y café fue desarrollando el tema del fútbol, pero más bien desde un punto de vista sociológico, desde el lugar que ocupa en la historia de los pueblos.

Me explicaba, que el fútbol como la vida tiene un ciclo. Todo lo que empieza se desarrolla y termina. Termina una etapa para dar comienzo a otra. Le soy sincero, al principio no entendía muy bien a que se refería.

-Vos fíjate- me decía mientras hacía girar la cucharita en el pocillo- que en la historia se marcan fechas para dar comienzo o terminar una etapa, pero entre medio del comienzo y del fin esta ese “desarrollo” y eso es nada más y nada menos que la vida misma, que puede ser linda y cruel, de amores y odios, con guerras, democracias o dictaduras, con metas, proyectos, etc. Así se van desarrollando los hechos, y así se van trazando las épocas.

Pero tomemos al fútbol en este “desarrollo”. Un club de fútbol nace con proyectos, con mucho sacrificio y pasión. Vive etapas de alegrías y frustraciones y finalmente muere como todas las cosas. Mira estos casos: Mandiyú de Corrientes y Chaco For Ever. Desaparecieron. Hay ciclos que se terminan más rápidos que otros, algunos llevan años de angustia y sufrimiento por parte de los hinchas, por que está claro que a los dirigentes el sentimiento les importa un carajo. Ellos hacen y deshacen; transan y comercian; compran y venden y algunos son tan ineptos que no saben como manejar la situación y viene el colapso. Después tratan de hacer malabares creando el fideicomiso, convocatoria de acreedores. Cualquier cosa. A la gran mayoría eso no les interesa ya que la cuestión de fondo es usar al club como trampolín hacia una carrera política. Los únicos que quieren al club de verdad son los hinchas.
Se demuele un estadio emblemático como el “Viejo Gasómetro”, para hacer un supermercado, ¡total que importa la historia!
Mira Argentinos Juniors vendió ciento de jugadores que después fueron cracks, O sea que plata había. ¿Y cuanto tiempo estuvo sin poder remodelar el estadio de La Paternal? ¿Quién te asegura que donde está el Monumental el día de mañana no haya un complejo turístico o habitacional?

Se puede avasallar la tradición, todo vale. A Boca le agregan dos rayitas blancas a la camiseta por una cuestión de marketing. La camiseta de Banfield es blanca con una banda verde y juega con una toda naranja, ¿y Ferro?, uno dice verde y ya piensa en Ferro Carril Oeste. ¿Y qué hacen los dirigentes en 1999? Aceptan el diseño de una marca deportiva para jugar con una casaca ¡violeta!, y para no ser menos los de San Lorenzo en el 2000 aprueban una ¡negra y amarilla!

Para que en Europa vean un partido por televisión lo más tranquilo, de este lado del mundo se juega con 40 grados, y los entretiempos que antes eran de 15 minutos, hoy duran lo que dura la tanda publicitaria y durante el partido te mandan una propaganda cada 30 segundos. Antiguamente las camisetas no tenían numeración, después por una cuestión lógica el arquero usaba el 1, un delantero el 7 o el 11. Hoy es cualquier cosa, usan el 36, el 44, ¿sabés que número le dieron al brasileño Ronaldo en el Milán? El ¡99!, dejémonos de joder.

-¿Me vas siguiendo?, ¿te das cuenta como nace y se transforma un ciclo?

La mayoría de las veces no nos damos cuenta, algunos llevan décadas pero a la larga todo termina.

Mira Racing, sino desapareció fue por su gente, de eso no hay duda. ¡Si hasta por la tele dijeron que había dejado de existir!, ¿Y Español? Zafó por que pasó del Deportivo al Social. ¿Y Temperley? Nació, jugó en primera, descendió, presentó quiebra, volvió a nacer.

Hoy manda la televisión y los grupos empresarios. Antes la fecha se jugaba los domingos la primera “A” y el sábado el ascenso. Hoy tenés partidos los viernes, sábado, domingo a la tarde y a la noche. Copa de acá y copa de allá los miércoles y jueves.

Y así, como pasa con los clubes pasa con los jugadores. Mira Carlos Roa. Arquero de la selección nacional, lo quería el Manchester United. Deja el fútbol por motivos religiosos y vuelve al tiempo con la condición de no jugar los sábados.

Antes, el espectáculo se centraba en los jugadores. Se hablaba del “Expreso” de Gimnasia de la Plata, de la “Máquina” de River, de los “Cara sucias” de San Lorenzo.
Después el protagonismo lo tomaron los directores técnicos: El Estudiantes de Zubeldía, el Boca de Bianchi, y en el futuro va ser el Liverpool de tal empresa, el Ajax de tal otra.
¿Y que me decís de los jugadores que fueron ídolos y terminaron en el olvido?- hizo una pausa para ubicar al mozo.

¿Qué me decís de Alzamendi? Fue a ver a River y no lo dejaron pasar por que no lo conocían. ¡A Alzamendi! Que hizo el gol de la Intercontinental en Japón. ¿Y Corbatta? ¿No terminó en la miseria en un cuartito de prestado en la cancha de Racing?
El Real Madrid. El mejor club del mundo ¡Tres años sin ganar un torneo!, pero contrata a un jugador por que es carilindo y habla en ingles, y venden 8.000 camisetas en un día hasta en Asia.

Hoy un jugador se cambia los botines en medio de un partido frente a las cámaras por contratos de publicidad y los estúpidos de los periodistas dicen que se pone tapones altos por que la cancha está mojada.

¿Cual es la mayor expresión de alegría en el fútbol? El gol. Antes se jugaba con 5 delanteros. Hoy es todo defensivo, mezquino. 4-4-2, 4-3-3, como si fuese un número de teléfono. ¿Entendés a que me refiero?

Entiendo le dije mientras salíamos a la calle. Me puse a mirar la deteriorada fachada del estadio y pensaba en Rómulo Romano. Él y nosotros habíamos sido parte de la historia, de esos ciclos de la vida que forman la religión, las creencias, los usos y costumbres que un buen día se terminan y aparecen otros. De hecho, la forma de vivir de nuestros abuelos era muy diferente a la nuestra. Las culturas van cambiando con el paso generacional y el fútbol de hoy ya no es el de antes. Todo cambia. Pero por más que cueste, hay que aceptar que los tiempos cambian con el avance de la ciencia y la tecnología. Es nacer, vivir y morir. Morir: Verdad universal irrefutable.

-Así se va escribiendo la historia José- me decía mientras nos despedíamos- Así se va escribiendo la historia.

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Fuimos a jugar un amistoso a Pergamino para pagar los trajes que tiene el plantel. Una cancha llena de pozos, cuatro velas como iluminación. No le salió nada en el primer tiempo y entonces empezaron los de Boca, los de River de allá de Pergamino: “Salí, pelado, andá a cuidar los nietos”. Yo dije éste para el segundo tiempo me pide el cambio. Vi a mil estrellas borrarse en casos así. Incluso le pregunté yo si seguía. “Sigo, sigo”, me dijo.
Entró y metió tres caños, dos pases de gol y ganamos 3 a 0. Dio vuelta el espectáculo, dio vuelta todo. Saltaron los hinchas de Independiente con el “Bo-Bo-chini”. Hasta los mancos aplaudían. Él quiere siempre y no se achica por nada.

(JORGE SOLARI, en entrevista publicada en la revista “El Gráfico” del 31 de Octubre de 1989, cuando era el entrenador de Independiente de Avellaneda y no escatimaba elogios hacia Ricardo Bochini)

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El fútbol embrutece sólo al que ya viene bruto de su casa.

(CAMILO JOSÉ CELA, 1916/2002, escritor, novelista, periodista y ensayista español)

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¿Adonde vas cuando dejas el Manchester United? El único lugar para ir es abajo.


(ANDY COLE, ex jugador británico, retirado en 2008)

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Entretiempo


Amigos de "Los cuentos de la pelota", sabido es que en estas latitudes denominamos "Entretiempo" al momento comprendido entre la finalización del primer tiempo de un partido de fútbol y su reanudación.
Así he denominado a un nuevo espacio en este blog (a la izquierda de la pantalla, debajo del reloj) que consiste en una biblioteca de audio, provista por GoEar, la que estará compuesta por cuentos, anécdotas, canciones, entrevistas y todo aquello referente al fútbol que, espero, haga más ameno el momento en que se encuentran navegando por este sitio.
Dicho espacio será renovado semanalmente y espero que sea de vuestro agrado.
Un grande abrazo para todos.
Totonet

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Entrevista a Manuel Esteban y Tomás Roncero


A Tomás Roncero le delata la sonrisa con la que viste su saludo. Implacable en sus expresiones, el cuerpo le sigue para reafirmar lo que su boca exhala: un madridismo confeso que, en los últimos años, apenas sólo le da disgustos y le obliga a forzar más la mandíbula para mantener su faz alegre. Manuel Esteban, Manolete, es también rotundo en sus gestos. Bracea con insistencia en un orden casi siempre vertical para dejar bien claro que lo que dice va a misa, o al Calderón, según este colchonero de corazón, quien tiene en el feudo rojiblanco el templo de sus sueños y sus desvelos. Un seguidor del Real Madrid y otro del Atlético de Madrid, ambos acostumbrados a la discusión y al debate, separados por sus colores, pero unidos por el amor al fútbol y el convencimiento que en este deporte algo sobra: la violencia. Esta es la entrevista realizada a los dos periodistas de “As”:

Pregunta (P): Usted, Tomás, es del Real Madrid ¿me equivoco?

Tomás Roncero (TR): En absoluto. Más blanco que el Bernabéu.

P: Y Usted Manuel, evidentemente del Atlético ¿cierto?

Manuel Esteban (ME): Tenlo tan claro como que el Atleti es el mejor equipo de Madrid.

P: Sin embargo, ustedes son amigos.

TR: No me queda más remedio. El pobre Manuel se dio un golpe en la cabeza y mírale: está hecho uno más del Atlético. Le tengo que perdonar sus pecados e intentar llevarle por la buena senda del madridismo.

ME: A mí, fíjate, me pasa algo parecido. La gente descarriada me da algo de pena y siempre he sido generoso con los demás. Verdad solo hay una, es rojiblanca y a Roncero tengo que intentar enseñársela, aunque dudo de que algún día la vea.

P: Por lo visto, no dejan ustedes sus diferencias por los colores ni en una entrevista.

TR: Claro que no. Esto es lo más bonito que tiene el fútbol. Poder discutir con algún conocido en el bar de la esquina, en tu peña de amiguetes o en el trabajo aporta a este deporte una salsa sin la que sería bastante más aburrido. De hecho, presumimos de esa variedad. La afición en nuestro país es enrollada, latina, fresca, es, en definitiva, la representación de una forma de vivir natural y tolerante.

ME: Estoy totalmente de acuerdo. El fútbol es pasión, rivalidad, corazón y eso implica pasárselo bien discutiendo durante un partido con el que tienes al lado para, cuando el árbitro pita el final, irte con él a cenar y reírte a carcajadas de todo lo que ha sucedido durante ese encuentro. Todo lo que sea traspasar esa barrera de lo sano es de burros y gente que no merece un espacio en nuestra sociedad.

P: Entonces, ¿por qué tiene el fútbol esa fama de espectáculo violento?

ME: Es una mala fama que no se puede atribuir en ningún caso sólo al deporte por el deporte, al fútbol por el fútbol. Lo podemos comprobar con los chavalines que juegan cada fin de semana en los campos de toda España e incluso en los partidos que disputan los amigos a cualquier edad. Ahí no hay violencia. La violencia surge cuando insertamos el fútbol en un panorama social, cuando es la sociedad la que se une al fútbol y refleja, por lo tanto, todas sus miserias en un deporte. Pasa también en muchos otros espectáculos. No puede caerle al fútbol toda la culpa por ese estereotipo mal aplicado.

TR: Yo invito a otra reflexión que incluso va más allá de la que aporta Manolete. En los últimos años los casos de violencia en el fútbol, de vergüenza en este deporte, los han aportado los propios protagonistas del espectáculo y no tanto los aficionados a los que se les otorga el estereotipo de exaltados. Unos ejemplos: Rijkaard rompió un banquillo en el Lluís Companys de un puñetazo; jugadores de Valencia e Inter se lían a tortazos tras una eliminatoria de Champions League, los presidentes de Sevilla y Betis se enzarzan en discusiones subidas de tono por una simple foto. Son sólo unos cuantos casos que evidencian que la sociedad no tiene tanta culpa en esa mala imagen que se le quiere atribuir al fútbol. Las estrellas de este espectáculo son los que deberían reflexionar para dejar de creerse el ombligo del mundo y abandonar el egocentrismo que les impulsa a actos así.

P: Lo que dicen es cierto, pero no lo es menos que un aficionado pudo matar al entrenador del Sevilla, Juan de Ramos, por un botellazo en un partido de Copa del Rey.

TR: Sí, pero estoy convencido de que aquello no hubiera sucedido sin las provocaciones previas entre directivas. El ambiente estaba demasiado caldeado y ese acto de un necio fue sólo la consecuencia de un bochornoso comportamiento entre varios dirigentes que se desenvolvieron como dos miembros más de cualquier barra brava. Sea como fuere, son actos que se deben perseguir, no podemos dejar a los violentos impunes.

ME: Se deben perseguir tanto en la grada como en los despachos. Somos muchos los que llevamos tiempo reclamando sanciones duras contra los directivos que se comportan de manera grotesca, tal y como sucedió en los prolegómenos de ese Betis-Sevilla. Actuaciones así sólo sirven para alentar a los 50 imbéciles que acuden a un campo de fútbol con intenciones violentas. Si sus presidentes se permiten extralimitaciones verbales, ellos se sienten legitimados para sacar pecho y cometer las burradas que vimos en ese derby.

P: Quizá el primer fallo es permitir el acceso a los estadios a esos 50 violentos.

ME: Que no te quepa la menor duda y ahí son de nuevos los directivos del fútbol los que tienen que actuar, en ningún caso se puede responsabilizar al aficionado que acude a un campo.
Son los clubes los que permiten que los grupos ultras tengan cuartos donde guardar las herramientas con las que cometen sus tropelías, los que les facilitan carnés de socio a precios económicos, los que les ubican en gradas privilegiadas o los que les financian los desplazamientos. Hasta que no se consiga cortar el grifo de las gratificaciones a semejante chusma, no seremos capaces de avanzar seriamente para poner fin a la violencia en el deporte.

TR: Tampoco podemos dejar a los clubes solos delante de semejantes decisiones. También la ley debe actuar para criminalizar a todo aquel individuo inadaptado que pretende convertir el fútbol en una crónica de sucesos constante. El Estado posee una capacidad punitiva que debe esgrimirse con la máxima radicalidad posible para aislar al violento de cualquier deporte. Solo así conseguiremos que el fútbol deje de estar teñido por actos siempre aislados, pero nunca olvidables.

P: ¿Los medios de comunicación deben cambiar en algo para evitar la violencia?

TR: Está claro que podemos tener nuestra parte alícuota de culpa. Pero, sinceramente, no creo que sean los medios de comunicación los que alientan a la violencia en el fútbol.
Sólo reflejamos, siempre de manera muy comedida, la pasión que tiene este deporte. Si fuéramos totalmente asépticos, si no diésemos esa imagen de ímpetu que posee el fútbol nadie querría comprar un periódico o escuchar la radio o ver un partido por televisión. En general somos bastante honestos.


ME: En realidad solemos ejercer una función de barrera para frenar este tipo de actos violentos. Cuando detectamos que determinada actuación o determinado evento pueden alimentar la violencia, activamos los mecanismos necesarios para llamar a la calma, al sosiego y al espectáculo bien entendido; prever, en definitiva, cualquier desmadre de dimensiones incalculables.

P: Muchas gracias y que gane el mejor.

TR: Gracias a vosotros y seguro que ganará el Real Madrid. Siempre el Madrid.

ME: Gracias, pero no hagáis caso a Tomás. Si tiene que ganar el mejor, ese será el Atlético de Madrid.

(entrevista del periodista Francisco Javier Martín y publicada en la revista "Deporte y gestión de Madrid" Nº 14, Febrero/Marzo de 2007)

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Fabricio de chiquito quería ser arquero. Su ídolo era Navarro Montoya. Y yo no quería; no tengo nada en contra de los arqueros, pero le decía que prefería que disfrutase del fútbol como la había hecho yo. Pero no, el quería ser arquero. “Fabri, te llevo a jugar, pero ojo con el puesto que elegís”, le advertí. Lo llevé al baby Almafuerte, en Lomas de Zamora, y cuando le preguntaron de qué quería jugar, me miró y respondió de N° 5. Entonces, respiré aliviado.

(OSVALDO INRI COLOCCINI, subcampeón con Racing de Córdoba en el Nacional 80, además de jugar en San Lorenzo y Vélez, recordando la infancia de su hijo Fabricio en “La Nación Deportiva Mundial” del lunes 19 de Junio de 2006)

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En Francia era igual ganar que perder; casi daba lo mismo, nadie se hacía problemas. En Italia aprendí lo que es ganar, lo que importa ganar.

(ZINEDINE ZIDANE, ex internacional francés)

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Estoy de acuerdo con que cuando uno es bueno, cuando uno es especial, sea más caro que otros. Es como con los coches. Algunos son mejores que otros y por eso son más caros.

(CRISTIANO RONALDO, internacional portugués, en una entrevista concedida al "Daily Mirror", Enero de 2009)

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CARBONEROS - Peñarol (Uruguay)


Los inicios

El nombre de Peñarol proviene de una ciudad piamontesa, Pinerolo, que por su parte tomó el nombre de una especie de pino de dicha región: el "Pinus Aerolus", que luce estilizado en la heráldica lugareña. Pinerolo es una ciudad de unos cincuenta mil habitantes, aproximadamente, cabeza de distrito, sede episcopal y estación ferroviaria entre Turín y Torre Pellice.

¿Cómo llegó dicho nombre a Montevideo? Pasada la mitad del siglo XVIII, Giovanni Battista Crosa, natural de Pinerolo, se afincó en el paraje de campo abierto junto a la propiedad del abuelo de José Artigas. Casado con Francisca Pérez Bracamonte, gallega, Giovanni debió castellanizarse, incluso su apellido, al que emocionadamente agregó "Pinerol", en piamontés, deformado luego a Peñarol y agregado definitivamente como apellido por sus descendientes.

De ahí que el paraje se llamara popularmente "lo de Peñaro". El Pueblo, la Villa Peñarol, tomó su nombre oficialmente a fines de 1890, pocos meses antes que se fundara el club, y en las cercanías del apartado lugar, donde se había radicado Don Juan Bautista Crosa Peñarol, uno de cuyos descendientes fue el conocido guerrero de la Independencia: Cnel. Félix Croxa Peñarol.

Por la necesidad de tener lugar común de reunión y desarrollar socialmente a los habitantes de la zona, es por lo que se funda el Centro Artesano.

En el Centro Artesano se celebrarán los festejos y las conmemoraciones de las fechas magnas de la República. Era magisterio y manifestaciones populares, alegría y trabajo.

Atendidos los requerimientos de la cultura y la expansión espiritual, se pensó en la creación de otro centro independiente del anterior que atendiera el cuidado de los deportes que por entonces eran tres: cricket, fútbol y tenis.

Nace así el Central Uruguay Railway Cricket Club (CURCC), el 28 de Septiembre de 1891. Habría que trasladarse hasta la Villa Peñarol, al lado de toda la maquinaría ferroviaria. Allí se daba vida al más glorioso club del país y a uno de los más gloriosos del mundo entero.

El día de la fundación se estampó en el libro de actas: “será eterno como el tiempo y florecerá en cada primavera...” La frase, de ‘El Libro de las Profecías’, apunta justamente hacia quienes alguna vez discutieron la continuidad peñarolense en el tiempo.

El renacer primaveral, el florecer de cada septiembre, no solamente es el secreto de su eternidad sino que es una realidad incontrastable en la vida de Peñarol, todos los trofeos, los colores, la enseña, los registros sociales, la plantilla de jugadores y cuanto da representación y vida a una entidad, pasó a la dirección política criolla del club. Fue el renacer más importante de todos los renaceres.

Un club británico, fundado en el apartado Pueblo Peñarol por un núcleo apenas ferroviario y con una directiva de oficio presidida por el administrador del ferrocarril... Pero Peñarol no era solamente eso. Y así, siendo pueblo y un pueblo deportivo extendido a través de todas las barriadas, supo sostener la bandera con el corazón y asentar su florecer eterno.

La historia de Peñarol puede resumirse fácilmente: un espíritu generoso invitando al esfuerzo físico; una bandera deportiva extendida a través de todos los rincones de la patria; y una cosecha de triunfos esplendorosa, disfrutada en contagiosa comunicación de pueblo.

Su denominación anterior pudo llamar a equívocos, aunque jamás nadie sintió gritar otra cosa que Peñarol, Peñarol campeón; a lo largo del siglo nadie gritó Central, ni Cen-Uruguay, ni CURCC.

Aunque hasta el 13 de Diciembre de 1913 no tomará oficialmente el nombre de Peñarol, siempre fue Peñarol, y siempre fue “el carbonero” en clara alusión a su estirpe ferroviaria. El carbonero era el empleado que se encargaba de alimentar con carbón el fuego de la locomotora. Uno de los trabajos más duros del ferrocarril, precisaba de hombres fuertes que pudieran hacer la incansable tarea de apalear constantemente al candente fuego de las calderas.

Ya en 1895 había tenido su primer capitán criollo, Julio Negrón, y toda una generación de jóvenes de la Villa epónima había crecido agitando con orgullo las banderitas aurinegras.

A la continuidad histórica, se agrega la unidad sociológica entre aquel sentir peñarolense de la Villa y el actual ya trascendido a todos los rincones de Uruguay y con notoriedad en América y el Mundo.

Todo nació desde el Centro Artesano en el Pueblo Peñarol, la Institución que trascendió a su origen británico y a su cuna lejana; el eterno como el tiempo, que florece en cada primavera...

Peñarol, en Mayo de 1892, iniciando la práctica del deporte que sería popular por excelencia, jugó amistosamente con el Albion, en Punta Carretas. El Albion de Lichtenberger derrotó por 3 a 1 a Peñarol y Arthur "Papá" Davenport fue el autor del primer gol aurinegro.

El campo de Villa Peñarol se inauguró el 25 de Mayo de 1892, que en aquel entonces era Fiesta Nacional (rioplatense). Engalanado con banderas oriental, argentina, del Albion, la clásica británica de la "Unión Jack" y la primitiva enseña del CURCC, el campo era un hermoso campo de juego con un alambre de un hilo a su alrededor.

Las crónicas afirman que dos mil personas rodearon el campo, que estaba frente a los Talleres, concurriendo en masa el personal obrero, de administración y de servicio del ferrocarril. El resultado fue de 4 a 1 para Albion, anotando Jones para aquella formación de jugador-dirigente-hincha que era el Peñarol naciente.

La historia del Peñarol está íntimamente abrazada con el gol. Si el resultado es el cuerpo, el gol es la piel, el músculo en tensión, la mente que lo crea. El gol es alivio, milagro, honor, venganza, fortuna...

Pues bien, el primer gol oficial fue contra el Albion, por la Copa Competencia de 1900, y lo marcó Guillermo Davies. Eso fue en el Paso Molino el 10 de Junio (Peñarol ganó dos a uno). El 15 de Julio los aurinegros ganaron el primer clásico, amistoso -2 a 0- en el Parque Central.

Belvedere, Parque Lugano, canchita de Wanderers en Millán, del Bristol en Maroñas, la leonera del Reformers, la gallera del Dublín... Después el Parque de los Aliados, el nuevo Parque Central, el estadio Centenario... Todos han sido escenarios que han recogido goles de este club amado por medio país.

El conjunto aurinegro de 1905 ganó invicto y sin goles en contra, es decir, imbatido, la Copa Uruguaya. El Peñarol de 1905 tenía claro acento criollo, con los Carbone, Pancho en la portería e imbatido de esa Copa y Luis al lado de Mazzucco. De medio derecho jugaba Ceferino Camacho, hermano de Juan y del goleador Aniceto.

Con Pena, los Acevedo (Edmundo y Amílcar), Mañanita y ‘Perucho’ Zibechi, el aporte oriental era mayoritario.

En 1907, en Maroñas, campo en esos momentos del viejo River Plate, volvió a ganar el decano con gol de Aniceto. Se habían incorporado a Peñarol los Manito, Guillermo, Miguel y Agustín, que apuntaba como sucesor de Aniceto.

Pero surgió José Piendibene. La afición le creyó inglés, pero luego le vio magistral y le llamó "Penita" (por Juan Pena). El Parque Central, escenario propiedad de una empresa tranviaria, fue el campo de las más grandes hazañas de José Piendibene. Con el tiempo, sumaría más goles que nadie -de su época- contra el adversario de todos los tiempos, Nacional.

Desde 1911, Piendibene fue el "Maestro", bautizado con la celeste en el pecho. Para la evocación de sus goles aurinegros quedan muchos inolvidables a lo largo de sus dos décadas de jugador goleador incomparable.

Técnica y espectacularidad. Los goles de Piendibene se caracterizaban por lo primero: un remate suave, con más dirección que fuerza, con más efecto que potencia. Espectacularidad tuvieron los goles de Isabelino Gradín, con tiros impresionantes de media distancia

Antonio Sacco fue un extraordinario jugador de fútbol. Tiempos en que el trato de la pelota era lo fundamental, jugando con Anselmo y el "Maestro", a ese placer agregó la sal de sus goles decisivos.

Sacco definió nada menos que tres clásicos contra Nacional. Y como para pasar a la historia, los tres 1 a 0, en escenarios diferentes: en el Parque Central, el 19 de Abril de 1926, en Pocitos el 23 de Mayo de ese mismo año, y en el Estadio Centenario, en 1930.

Este último correspondió a la Copa Uruguaya de 1929 y se jugó en el cumpleaños de Peñarol (28 de Septiembre) del año del Centenario patrio. Fue el primer clásico en el estadio.

En 1932 comenzó la era profesional. Un jugador que brillaría con luz propia a lo largo de los años fue Raúl Antonio Schiaffino, "El pequeño maestro". En su regate de cintura mostraba el arte de Piendibene. ‘Toto’ Schiaffino fue el espejo donde se miraron muchos jóvenes a la hora de empezar a tocar un balón.

Una figura histórica en el seno del Peñarol fue Arthur William Davenport. Nacido en 1866, fue primer secretario de la Institución, en carácter de fundador y primer autor de un acta en castellano. "Papá" Davenport fue el autor del primer gol del Peñarol de todos los tiempos, en Mayo de 1892 contra el Albion.

Acompañó a Peñarol hasta su alejamiento de Montevideo en 1937. En 1951 participó en los festejos del 60ª Aniversario del Club. A los 85 años, tenía un aspecto patriarcal, reflejando una personalidad simpática y atrayente. La misma que inculcó al conjunto aurinegro. Falleció en Londres en 1953.

Y para no perdernos en el tiempo, habrá que destacar los hombres que hicieron posible que la historia de Peñarol fuera eterna como el tiempo y floreciese cada primavera.

José Piendibene fue jugador de fútbol, con letras mayúsculas. Mostró un camino de la mano de la técnica con su pase de muleta, su peinada, su remate de tornillo o de puñalada; puso la grifa en el costado de cada fotografía de sus goles de bostezo, de cachetada, de pelota dormida.

Y puso el sello mayor: fue goleador. Nadie vestido con la celeste le hizo más goles a Argentina; hasta su desaparición física, nadie vestido con la aurinegra le anotó más goles a Nacional...

Dos récords trascendentes, de primera línea, de emoción mayor. José Piendibene le enseñó al mundo futbolístico que para ser crack y pasar a la historia había que ser goleador.

El Maestro Piendibene

José Piendibene fue el primero al que su grandeza en el tiempo y su extraordinaria jerarquía le valió el unánime reconocimiento de "El Maestro".

Rubio, alto, flexible, a los 17 años comenzó a sembrar una maravillosa escuela de fútbol que contagiaría al mundo futbolístico. De carrera zigzagueante, capaz de regatear toda una defensa, marcó una época en el fútbol uruguayo.

Si grande fue lo de Piendibene, trastocando todo lo conocido hasta integrarse en una primera gran formación internacional, también fue grande, aunque sin alcanzar los niveles de hechizo del "Maestro", el aporte de otro hombre de la oro y negro: John Harley.

Fue el mismo Piendibene quien lo escogió, y el hecho conviene recordarlo. Harley vivía en Argentina y actuaba con Ferrocarril Oeste cuando en un amistoso con Peñarol el "Maestro" advierte que su fútbol tenía poco que ver con lo conocido, apreciando la facilidad y claridad con que pasaba la pelota dominada a sus compañeros de adelante.

Piendibene planteó que se consiguiera su traslado a Montevideo para defender a Peñarol, en lo que constituye la "transferencia" más influyente de toda la historia del fútbol uruguayo.

Harley se "acriolló" de tal manera que ganó las simpatías generales por sus dotes personales y extraordinaria capacidad para dar la vuelta a conceptos, en lo que formó un único y formidable binomio de "revolucionarios" con Piendibene.

Jugando la pelota a ras del suelo, colocando el pase justo, evitando el "bombazo" contra el que luchaba desesperadamente Piendibene, con un impecable juego de cabeza, imprimió al fútbol uruguayo una de sus claves siempre: el pase corto.

Uno, Piendibene, "creó" el fútbol uruguayo dotándolo de riqueza técnica, y otro, Harley, aumentó sus valores con el pase corto. Y ambos fueron hombres de la gloriosa enseña peñarolense como para que siempre con la celeste constituyeran casi una misma cosa.

Y con estos antecedentes nos presentamos en el final de la década de los 40. El Peñarol del 49 no se borra de la mente de los aficionados aurinegros.

Y para no errar en datos importantes, Juan Alberto Schiaffino, con su tradicional capacidad de análisis, da una visión muy particular de las características del Peñarol del 49: "El papel de don Emerico Hirsch era fundamental, pues entrenaba y dirigía, es decir: nos preparaba físicamente y nos ubicaba en la cancha. No todos los jugadores hacíamos el mismo trabajo físico y era frecuente que yo diese unas vueltas al campo e hiciera poco fútbol. Era una hombre de vasta experiencia, y armó el equipo enseguida.
Desde luego que fue tácticamente más prolijo el Peñarol del 51, por la evolución lógica e incluso el cambio de algunas figuras, como el ingreso de Abbadie principalmente. Jugábamos en WM y la base del éxito, hablando de 1949, estaba en la gran efectividad.
El Peñarol del 49 era un equipo que contaba con dos delanteros muy veloces y atentos al cambio de frente, lo que abría brechas para la contundencia de los demás y de un ataque que tenía todo: velocidad, táctica, habilidad y potencia.
El líder era el diálogo y el valor individual de los jugadores, dúctiles y poseedores de recursos técnicos y tácticos. Es muy difícil que pudiera darse en este momento un equipo como aquél, entre otras cosas porque perteneció a una etapa de nuestro fútbol diametralmente distinto al de ahora y por la carencia actual de grandes individualidades.
El mejor recuerdo del Peñarol del 49 era la seguridad con que arrasamos los campeonatos locales. En la defensa las cosas no eran muy parejas, primando también las individualidades para alcanzar un rendimiento efectivo. Pero la tranquilidad que teníamos adelante era absoluta: cada fin de semana era una fiesta".


Así pues, de manera escueta y profunda, Schiaffino nos ha relatado convenientemente cómo era el Peñarol de un año que marcó varias décadas.

El año 1959 preparaba un acontecimiento magno en la historia de Peñarol. Empezaba a originarse la Copa Libertadores. En Montevideo hay un dicho que refleja el pensar aurinegro: "Peñarol le echó sal, Peñarol la preparó, y este pícaro Peñarol se la comió, se la comió". Y es que el conjunto uruguayo tuvo mucho que ver en la constitución de la Libertadores.

La Copa de Campeones fue una idea de la Asociación Chilena de Fútbol, pero en nadie halló ambiente mas propicio que en el seno de Peñarol y más precisamente en su delegado titular como parte de sus funciones al asumir la representación de la entidad y su visión personal del "adelantado".

En el Congreso realizado en Santiago en el 59 junto al Dr. Juan Carlos Bracco concurrió como representante ahora de la Asociación a tratar como punto principal la creación de un campeonato de esas características.

El Congreso designó una comisión para redactar las bases del primer reglamento de la Copa que en su mayor parte continúa vigente y Washington Cataldi fue uno de sus miembros.

Peñarol -en medio de descreimiento- tomó casi con pasión la idea y se convirtió así en su abanderado desde aquellos días augurales.

Terminaba la idea de un fútbol local, que limitaba los títulos a las satisfacciones personales, "íntimas", de los países: se abría un horizonte de posibilidades que los miembros del Consejo Directivo abarcaron de inmediato en toda su extraordinaria dimensión.

Peñarol aparecía así como el gran abanderado de una gran idea, y asoció su nombre desde los primeros difíciles pasos.

EI 19 de Abril de 1960 el Estadio Centenario de Montevideo fue testigo del echarse a rodar la pelota, comenzando el primer Campeonato de Campeones.

El 19 de Junio de 1960 el Peñarol empataba a uno en Asunción frente al Olimpia y levantaba por primera vez la Copa Libertadores. Se iniciaba así el camino de éxitos que marcaron y marcarán la intrínseca historia del club aurinegro.

Cinco Copas Libertadores adornan sus vitrinas, lo que viene a significar que es el segundo club de América con más trofeos. Solo el Independiente de Avellaneda le supera, con siete títulos.

Si el Peñarol fue el club que más interés puso en que la idea de lanzar una Copa de Campeones se llevara a cabo, no podía ser menos a la hora de su consecución.

No cabe duda que Peñarol sabía el realce que daría a nivel internacional la consecución de este preciado trofeo, que no olvidemos tiene en la dificultad su mayor virtud.

Así como Peñarol fue el adelantado en toda la Copa, y así como inauguró las despedidas, también inauguró los retornos triunfales. Al día siguiente del decisivo encuentro en Asunción, se vivió la primera apoteosis al arribar la delegación.

El aeropuerto resultó pequeño y los aledaños también. Cuando el ómnibus que recogió a los viajeros puso rumbo al centro de la ciudad, se improvisó una caravana de victoria que recogió a su paso el fervoroso saludo del pueblo amarillo y negro en cientos de miles de personas. Peñarol, raíz del pueblo, estaba en sus brazos.

El impacto de la victoria a nivel continental no se detuvo ahí: al día siguiente Washington Cataldi por Peñarol, y el presidente de la Asociación, Fermín Sorhueta, viajaban especialmente a Madrid para echar las bases de la Copa Mundial de Clubes, la Intercontinental, que en 1960, en su primera edición, ganara el fabuloso Real Madrid al empatar con Peñarol 0-0 en Montevideo y derrotarle en Madrid.

Aquel entusiasmo desatado por las conquistas a todo nivel, la idea de un Peñarol avasallante, hicieron nacer como natural expresión popular el famoso "Y dale dale los Peñaroles...", que llenó una época y está ahí, junto a cada gran éxito, listo para salir de la garganta del pueblo y echar a volar como las campanas que anuncian una gran fiesta.

La difusión de la letra y la música singularmente pegadizas fueron inmediatas y constituyen el himno popular por excelencia. Nada más justo que haya aparecido a comienzos de la década del 60, años esplendorosos cuya iniciación hemos historiado y cuyos alcances todavía se perciben.

Sí fue el despegue del fútbol del país, el rompimiento de las antiguas barreras que lo limitaban a una lucha doméstica sin otro objetivo que la imposición local, fue también y esto no es de casualidad, el despegue, la proyección mundial antes que ningún otro club de América del glorioso Club Atlético Peñarol.

Al alcanzar Peñarol el mayor éxito interclubes del mundo Copa Europea, Sudamericana o Copa Intercontinental apareció y se popularizó la letra con ritmo murguero y música conocida en el Río de la Plata. Esa canción de homenaje y aliento fue registrada por Bernardo Abate, un autor de cuño futbolístico desaparecido en 1978.

"Y sí, señores, soy aurinegro.
Y sí, señores, de Peñarol...
en esta tarde tan futbolera
el hincha espera tu acción triunfal.

Y dale, dale, los peñaroles
y dale, dale, de corazón...
porque esta barra tan futbolera
con toda el alma te vino hoy a alentar..."

Y es que Peñarol será eterno como el tiempo y florecerá en cada primavera... La afición celebra y canta la canción con la consecución de cada título, que se produce cuando los capullos abren sus pétalos y la rosa llega a todo su esplendor.

Campeón de América y el mundo (1961-1969)

En 1961, Peñarol como campeón de Uruguay y de América en la temporada anterior, disputó una nueva versión de la Copa de Campeones, alcanzando el bicampeonato de la misma tras superar en la final a Palmeiras de Brasil, luego de ganar por 1 a 0 en Montevideo, con gol del ecuatoriano Alberto Spencer, y empatar 1 a 1 en São Paulo. En la segunda parte del año Peñarol se adjudicó el campeonato uruguayo y, por primera vez en su historia, la Copa Intercontinental, al derrotar al Benfica por 5 a 0 en el Centenario, después de haber perdido la primera llave por 0 a 1.


Al siguiente, el club estuvo a un paso de alcanzar se tercera consagración el Copa de Campeones, sin embargo, tras perder en la primera final por 0 a 1 y ganar la segunda llave, en un partido marcado por los incidentes, por 3 a 2, debió disputar una tercera definición, en el Estadio Monumental de Buenos Aires Peñarol cayó ante Santos, equipo en el que destacaba entre otros Pelé, por 3 tantos a 0, viendo de esta manera impedida su intención de alzar un nuevo campeonato continental. Tuvo como consuelo la obtención del campeonato uruguayo, lo que le valió obtener su primer quinquenio de oro (1958-1962).

Tras una temporada sin títulos, en la que destacó a nivel internacional por obtener la llave con mayor diferencia de goles en la historia de la Copa Libertadores luego de superar en el global por 14 a 1 al Everest de Ecuador (5 a 0 y 9 a 1), Peñarol obtuvo el campeonato uruguayo en 1964 y 1965, éste último año además alcanzó la final de Copa Libertadores en la que fue derrotado por Independiente de Avellaneda. No obstante, en 1966 Peñarol obtuvo su tercera consagración como campeón de América, luego de derrotar a River Plate en un tercer partido de definición jugado en Santiago de Chile por 4 tantos a 2. Ese año también obtuvo su segunda Copa Intercontinental tras superar al Real Madrid por 2 a 0, tanto en el Centenario como en el Santiago Bernabéu.

En los siguientes años, Peñarol continuó obteniendo logros a nivel nacional e internacional, destacando la obtención de los campeonatos nacionales de 1967 y 1968, y de la Supercopa de Sudamericana de Campeones Intercontinentales en 1969, torneo que agrupó a los clubes sudamericanos que hasta ese momento habían ganado la Copa Intercontinental y que fue reconocido oficialmente por la Conmebol en 2005. Durante este periodo Peñarol consiguió, además, el mayor invicto registrado en el campeonato uruguayo, el cual se prolongo por 56 partidos entre el 3 de septiembre de 1966 y el 14 de Septiembre de 1968, cuando cayó derrotado 0 a 2 ante Liverpool. Ésta marca corresponde además al invicto más prolongado realizado por algún club sudamericano en torneos profesionales de primera división y el segundo si se considera la etapa amateur, por detrás de Boca Juniors.

La transición (1970-1979)

En 1970, Peñarol alcanzó nuevamente la final de Copa Libertadores, en la cual cayó derrotado por Estudiantes de La Plata. Cabe resaltar que en aquel torneo el club logró la mayor goleada en la historia de la competición, luego de batir a Valencia de Venezuela por 11 a 2. Al año siguiente, en un torneo dividido en dos fases, Peñarol se ubicó segundo por detrás de Nacional. Al cabo de la primera etapa, el club acumuló 32 puntos, misma cantidad que Nacional, sin embargo no pudo mantener el ritmo en la fase final, en la que sumó 7 unidades, 1 menos que los tricolores. Tras terminar nuevamente como subcampeón en 1972, en 1973, año en cual llegó a Peñarol el goleador histórico del club y del fútbol uruguayo Fernando Morena, el club obtuvo el campeonato uruguayo, honor que repitió en 1974 y 1975. En 1974 Peñarol se convirtió en el primer cuadro uruguayo en ganar por Copa Libertadores en Argentina, luego de derrotar a Huracán en Buenos Aires por 3 a 0.

Luego de ubicare segundo en 1976 y 1977, al año siguiente, Peñarol ganó su vigésimo cuarto campeonato uruguayo, temporada en la que Fernando Morena marcó dos récord, el de mayor número de goles convertidos en una temporada (36) y la mayor cantidad de anotaciones en un partido, convirtió 7 frente a Huracán de Buceo.

La década de los ‘70 se cerró de buena manera con la obtención de un nuevo campeonato nacional.

Nuevamente en la cima (1980-1989)

Tras comenzar la década de los años 1980 ubicándose en el tercer lugar, en 1981 Peñarol se consagró nuevamente campeón uruguayo tras superar por tres puntos Nacional. En el equipo campeón destacaron las figuras de Rubén Paz, goleador del torneo con 17 tantos, y Fernando Morena, que esa temporada retornó al club por la cifra récord, hasta ese instante, de U$S 1.029.000.

Al año siguiente, Peñarol obtuvo nuevamente la Copa Libertadores luego de superar a Cobreloa en condición de visitante por 1 a 0, con gol de Fernando Morena en el minuto 89, quien además fue goleador del certamen continental con 7 tantos. En el segundo semestre, Peñarol repitió el campeonato uruguayo, nuevamente con Morena como goleador con 17 anotaciones, y se adjudicó por tercera vez en su historia la Copa Intercontinental, al vencer al Aston Villa de Inglaterra por 2 a 0.

En 1983, el club realizó un discreto papel a nivel local, ubicándose en el séptimo puesto, no así en plano internacional, en el que tras superar en semifinales a Nacional, alcanzó una nueva final de Copa Libertadores, sin embargo, no logró revalidar el título del año anterior al caer ante Gremio de Porto Alegre. En 1985 y 1986, el club se alzó nuevamente con el campeonato uruguayo, siendo la última de estas conquistas particularmente singular, puesto que, los problemas económicos del club no le permitieron disputar el primer partido de ese año, perdiendo en consecuencia los puntos, no obstante, se acordó que en el caso que Nacional superara a Peñarol con menos de 2 puntos de ventaja, se disputaría un partido de definición. A fin de campeonato, Nacional solo supero a Peñarol por un punto, por lo cual se jugó la final en la Peñarol se impuso por 4 a 3 en la tanda de penales. En 1987, el club pese a los innumerables problemas económicos además de juventud del platel, 22 años de promedio, se coronó por quinta vez campeón de Copa Libertadores, al batir a América de Cali, por 1 a 0 con gol de Diego Aguirre en el minuto 120 del alargue. Como curiosidad esta fue la tercera Copa Libertadores obtenida por Peñarol en el Estadio Nacional de Chile.

A pesar de su éxito en el plano internacional, ese año Peñarol no realizó una buena actuación en el campeonato uruguayo, posicionándose en el octavo puesto, en los años posteriores pese a mejorar su rendimiento no logró adjudicarse algún torneo.

Un nuevo quinquenio (1993-1997)

A mediados de 1990 la directiva de la institución decidió contratar al ex seleccionador argentino César Luis Menotti con el objetivo de recuperar el título de campeón uruguayo, que Peñarol no ostentaba desde 1986. No obstante, el club no realizó una buena campaña en Campeonato Uruguayo, finalizando solo en la tercera posición a ocho puntos de Bella Vista. En tanto que en el plano internacional fue eliminado en semifinales de la Supercopa Sudamericana por Olimpia de Paraguay. Ese año además fue constituida una comisión especial a fin de organizar los preparativos en conmemoración a los cien años de vida del club, la cual estuvo presidida por el ex presidente de la República Julio María Sanguinetti. Sin embargo, en forma paralela la plana directiva del Club Nacional de Football conformó la denominada “Comisión del Decanato” que rechazó abiertamente la celebración del centenario, reviviendo la polémica en torno a la fecha de Peñarol y a su vinculación con el CURCC.

Al año siguiente, ya sin Menotti en el banquillo e impedido de participar en la Copa Libertadores de América, dada su temprana eliminación de Liguilla Pre-Libertadores, Peñarol festejó su aniversario número cien en el marco de la suspensión del Campeonato Uruguayo, luego de que la AUF determinase dicha medida hasta que las instituciones afiliadas a ella aceptaran una serie de medidas que tenían como objetivo evitar actos de violencia.

Posteriormente, en 1993 de la mano de la llegada del internacional uruguayo Pablo Bengoechea y bajo la conducción técnica de Gregorio Pérez, el Club Atlético Peñarol conseguiría su segundo quinquenio histórico siendo campeón durante 5 años consecutivos del Campeonato Uruguayo entre 1993 y 1997.

En el año 1998 pierde la oportunidad de lograr un inédito sexenio, logrando su eterno rival Nacional cortar esta histórica oportunidad al ganar los dos torneos cortos (Apertura y Clausura), siendo la segunda y hasta hoy última vez que un club lo conseguía desde 1994, cuando Peñarol obtuvo los dos campeonatos, pero perdió el Apertura para Defensor Sporting por una sanción de quita de puntos por actos de violencia de su barra brava.

En el año 1999 se vuelve a coronar campeón uruguayo otra vez de la mano del técnico Julio Ribas, con una campaña impresionante en el Clausura, que batió el record de goles de la popular "Máquina del '49", equipo de Peñarol integrado entre otros por Juan Eduardo Hohberg, Juan Alberto Schiaffino, Alcides Edgardo Ghiggia y Oscar Omar Míguez.

El equipo marcó en total 47 goles en 14 partidos, con 12 triunfos y 2 empates. El récord fue el arranque, con 8 triunfos sobre 8 encuentros jugados, y 37 goles a favor en esos partidos, dando un impresionante promedio de 4,625 goles por encuentro.

El nuevo siglo y la crisis

El nuevo siglo trajo a las vitrinas de Peñarol el Torneo Uruguayo de 2003. Nacional accedió a la final al haber ganado el Apertura y Peñarol al lograr ganar el Clausura. El equipo carbonero se consagró campeón en un sólo partido (ganó 1 a 0 con gol de Joe Bizera) porque tenía esa ventaja al haber ganado también la tabla Anual. Pero de ninguna manera este título disimulaba la crisis en la que se encontraba desde hacía años desde lo institucional y lo deportivo con una sequía inusual de títulos.

En Agosto de 2007 fallece un emblema del "Carbonero", el verborrágico José Pedro Damiani, a raíz de los problemas renales que sufría, y con él se va un pedazo grande de la mejor historia aurinegra.

Fue uno de los tres presidentes más destacados de la institución junto a Gastón Güelfi y Washington Cataldi. Una de sus principales virtudes era la austeridad económica a la hora de levantar al club de su pésima situación financiera, haciendo gala de su título de Contador Público. Como decía Cataldi: “llamen a Damiani que se prende fuego”.

Había tomado la conducción del club en 1987 cuando Peñarol pasaba sus peores momentos deportivos y económicos. En 1987 con un plantel muy joven logra obtener la quinta Copa Libertadores de América en una final electrizante ante América de Cali en Santiago de Chile.

En 1989 deja la conducción de Peñarol en acuerdo con Cataldi para que éste tomara la presidencia del club. Vuelve en 1993, período en el que logra obtener el segundo quinquenio de Oro (1993-1994-1995-1996-1997) formando un plantel maduro, con varias figuras que estaban de regreso desde Europa y con la consolidación de varios juveniles.

José Pedro Damiani presentaba su renuncia a la presidencia del Club Atlético Peñarol el día 24 de Julio del 2006 luego de que Peñarol saliera último en el Campeonato Uruguayo, y vuelve inmediatamente asumiendo el cargo menos de dos días después, argumentando que dio un paso al costado.

En la actualidad Peñarol, uno de los equipos que acumula más títulos en el fútbol sudamericano, atraviesa una crisis institucional y deportiva que pareció tocar fondo con su rápida eliminación de la Copa Libertadores de América 2009, torneo que supo ganar en cinco ocasiones anteriormente. Los problemas de Peñarol no son nuevos y afectan desde la cabeza.

En las recientes elecciones hubo tres listas, duras acusaciones y recriminaciones entre los candidatos y esas disputas, que se mantienen, se reflejan en la interna del club.

Los directivos realizaron una fuerte apuesta económica y formaron en los últimos meses uno de las planteles más caros, sino el mejor remunerado, del fútbol uruguayo. Un grande que quiere levantarse para demostrar la guapeza que siempre le caracterizó.

Uniforme titular

Desde sus inicios los colores que representaron al CURCC y posteriormente a Peñarol, han sido el amarillo y negro. Esto a partir del distintivo ferroviario, que a su vez procede de la Locomotora Rocket, diseñada y construida por George Stephenson, vencedora de una prueba de aptitud en 1829, logrando de esta manera el contrato de la línea ferroviaria Liverpool-Manchester, desde donde se expandió el modelo hacia el resto del mundo.

La primera camiseta utilizada por CURCC en 1891 consistió en camiseta dividida en dos mitades verticales -negro a la derecha y a rayas amarillas y negras a la izquierda-, pantalón negro y medias de igual color. En 1901 el club cambio su camiseta por una a cuadros amarillos y negros. La indumentaria actual de Peñarol -camiseta listada amarilla y negra- data de 1905 y desde entonces se ha utilizado casi ininterrumpidamente con muy pocas variaciones, entre las que se pueden contar el color de las medias -alternando entre amarillas y negras-, el color del pantalón -amarillo en 2001-, así como algunas variaciones en la dirección de las franjas en la camiseta.

Uniforme alternativo

En lo que respecta al uniforme alternativo, se sabe con relativa certeza que el primer uniforme utilizado fue una camiseta a cuadros, similar al uniforme titular utilizado en 1901, negros y naranjos. Desde entonces se han utilizado diferentes modelos, entre los cuales se cuenta una camiseta a franjas horizontales en 1985, camiseta amarilla y pantalones negros en 1987, así como uniformes totalmente negros, grises o amarillos usados en la última década. Adicionalmente han sido utilizadas camisetas de distinto color para partidos internacionales, especialmente el la década de los años 1960 y 1970.

El clásico del fútbol uruguayo

El primer enfrentamiento entre Peñarol y su rival tradicional, Nacional, data del 15 de Julio de 1900, fecha en la cual el CURCC se impuso por 2 a 0 con anotaciones de Aniceto Camacho. Debido a esto se considera al clásico como la rivalidad más antigua fuera de las islas británicas, no obstante, esta posición es discutida a causa de la controversia que rodea la relación entre el CURCC y Peñarol. Fue durante esta etapa en la cual CURCC se adjudicó la mayor goleada en la historia del clásico tras ganar por 7 tantos 3, el 1º de Noviembre de 1911 en el marco de la Copa de Honor. En total, considerando partidos oficiales y amistosos, CURCC y Nacional se enfrentaron en 59 oportunidades, con 24 victorias para CURCC y 20 para Nacional.

Ya bajo la denominación actual de Peñarol el primer enfrentamiento contra Nacional, aconteció el 14 de Diciembre de 1913. Durante el amateurismo Nacional obtuvo una leve ventaja en el historial de partidos, sin embargo con la llegada del profesionalismo Peñarol revirtió esta tendencia. A lo largo de esta etapa, han sido diversos los episodios que han quedado en la retina de los aficionados, entre ellos uno de los más recordados fue el denominado "Clásico de la fuga", ocurrió el 9 de Octubre de 1949 en el marco de la primera ronda de la Copa Uruguaya. A término del primer tiempo Peñarol se imponía por 2 a 0, sin embargo, durante el descanso previo a la segunda mitad del partido, Nacional decidió no salir a la cancha y retirarse del encuentro a través de los vestuarios. Si bien en filas de Nacional justificaron que el abandono del partido se debía a disconformidades frente a los fallos arbitrales, los aficionados "aurinegros" argumentaron que el motivo real del retiro habría sido el miedo a sufrir una goleada de mayores proporciones. Desde 14 de Diciembre de 1913, Peñarol enfrentó a Nacional en 433 ocasiones, con 154 victorias y 138 derrotas.

Por lo tanto, al considerar las distintas etapas amateur y profesionales en encuentros oficiales y amistosos, tanto locales como internacionales e incluyendo los resultados obtenidos por el CURCC, ambos clubes se encontraron 492 veces, con 178 victorias Manyas y 158 Tricolores, finalizando los 156 partidos restantes en empate.

Hinchada

En el ámbito futbolístico uruguayo, Peñarol y Nacional se disputan las preferencias de la afición. Generalmente, se sostiene que el país se divide en dos, en alusión a los hinchas de uno y otro club, y se considera que ambas instituciones se encuentran muy parejas en este aspecto. Los diversos estudios de opinión pública realizados al respecto no son concluyentes, al existir algunos que sitúan a Peñarol como el club con mayor cantidad de adhesiones, mientras que otros ubican a Nacional en dicha posición. En efecto, una encuesta realizada a nivel de todo el país por la consultora Datos en 1997, publicada por el diario El País, reveló que Nacional poseería el 45% de los hinchas, mientras que Peñarol el 42%. No obstante otro estudio realizado por la consultora FACTUM en 2006, contrapone ésta posición otorgando un 45% de las preferencias a Peñarol y un 35% a Nacional, esto según lo publicado en el diario uruguayo “El Observador”. La barra brava de Peñarol es conocida como La Caterva Aurinegra.

Los apodos

Aurinegro: En referencia a los colores de la casaca tradicional, amarillo y negro (tomados de la locomotora del ferrocarril).

Decano: Peñarol ha sido llamado Decano, por todos los medios de prensa escrita y oral hasta fines de los años 30, en referencia al club activo más viejo del Uruguay.

El Cuadro de los Gringos: también llamado el cuadro de los "gringos" no solo por los que eran ingleses sino también por otros de diferentes nacionalidades, que por trabajar en el ferrocarril ya eran Peñarolenses por concepción. La gran mayoría de los empleados ferroviarios de fines de siglo 19 y comienzos de siglo 20 eran ‘gringos’ estos también eran sus primeros jugadores, dirigentes e hinchas.

El Cuadro del Pueblo: Peñarol es el primer cuadro de Uruguay y quizás de América que por su carácter obrero, humilde y popular, incorporó los sectores más populares en sus equipos y en su masa social. Peñarol, acunado en una villa obrera, acogió primero a los trabajadores del ferrocarril y luego a los hijos de éstos, que habían emigrado de la vieja Europa. El cuadro del pueblo, fue una expresión muy usada por los periódicos de comienzos del siglo XX, justamente por la característica popular del club.

El Equipo de los Negros: Peñarol fue popularmente así bautizado debido a la gran cantidad de morenos que vestían la camiseta oro y carbón allá por principios del siglo XX, esto gracias a Isabelino Gradín, Juan Delgado y ‘Tatita’ Silva. Peñarol el primer equipo en incorporar a los negros del sur montevideano.

El Viejo Club: (idem a la referencia de Decano). Poco usado

Ferrocarrilero: (idem a la referencia de Carbonero). Poco usado.

Manya: click aquí

Mirasoles: Se le llama así en connotación al girasol, oleaginosa cultivada en todo el mundo. ‘Mirasol’ es un seudónimo de esta hermosa flor que lleva los colores del club Peñarol.

Estadio

Peñarol ejerce de local, frecuentemente, en el Estadio Centenario, de propiedad estatal y que fue inaugurado el 18 de Julio de 1930. Posee una capacidad de 76.609 espectadores, mientras que el terreno de juego tiene dimensiones de 110 x 70 m. Esta emplazado en Parque Battle, Montevideo.

No obstante, Peñarol dispone de un estadio propio, denominado actualmente José Pedro Damiani (antiguamente "Las Acacias"), inaugurado el 19 de Abril de 1916 y que cuenta con capacidad para 12.000 espectadores. Si bien esta cancha está habilitada para disputar partidos de primera división, normalmente no es utilizada por carecer de una infraestructura acorde para el desarrollo de un partido de la institución, aunque se ha utilizado en varias oportunidades. El Palco y el portón de entrada de Las Acacias formaron parte del mítico Estadio Pocitos, lugar donde se convirtiera el primer gol de un Mundial de fútbol.

Actualmente hay negociaciones por parte del grupo inversor, Ficus Capital, y el club, con el fin de que Peñarol cuente con un estadio propio que cumpla los requisitos para albergar no sólo partidos del campeonato uruguayo sino también de las competiciones internacionales. Primariamente la idea es construir un estadio desde cero que albergue aproximadamente unas 35.000 o 40.000 personas, o bien remodelar “Las Acacias” para que llegué a poseer dicho aforo. Sin embargo, la difícil situación económica e institucional por la que actualmente atraviesa el club hace difícil que éste proyecto se realice en corto o mediano plazo.


Palmarés

Torneos nacionales

* Campeonatos uruguayos en la era amateur (4): 1918, 1921, 1928 y 1929

* Campeonatos uruguayos en la era profesional (36): 1932, 1935, 1936, 1937, 1938, 1944, 1945, 1949, 1951, 1953, 1954, 1958, 1959, 1960, 1961, 1962, 1964, 1965, 1967, 1968, 1973, 1974, 1975, 1978, 1979, 1981, 1982, 1985, 1986, 1993, 1994, 1995, 1996, 1997, 1999 y 2003

Torneos internacionales

* Copa de Honor Cousenier (1): 1918

* Cup Tie Competition (1): 1916

* Copa Aldao (1): 1928

* Copa Escobar-Gerona (1): 1942

* Copa Intercontinental (3): 1961, 1966 y 1982

* Copa Libertadores de América (5): 1960, 1961, 1966, 1982 y 1987

* Supercopa de Campeones Intercontinentales -zona Sudamericana- (1): 1969

* Subcampeón de la Copa Conmebol en 1993 y 1994


Fuentes consultadas:

* Wikipedia
* Blog carbonero
* Página web oficial del Club Atlético Peñarol
* Sr. Edgardo Andrada
* Libro “Los grandes clubes del fútbol mundial”, Tomo I, Pág. 157 a 168


Campeón Intercontinental 1966


Campeón del Mundo 1982



Campeón de América 1987

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El fútbol es un sistema de signos, un lenguaje. Hay momentos que son puramente poéticos: los del gol. Cada gol es siempre una invención, una subversión del código: fulguración, estupor, irreversibilidad. Igual que la palabra poética.
El goleador de un torneo es el mejor poeta del año. El fútbol que produce más goles es el más poético. Incluso el dribbling es de por sí poético aunque no siempre como la acción del gol.
En los hechos, el sueño de cada jugador, compartido por cada espectador, es partir de la mitad del campo, dribbliar a todos y meter el gol. Si se puede imaginar en el fútbol una cosa sublime, es ésa. Pero no sucede nunca. Es un sueño...


(PIER PAOLO PASOLINI, 1922/1975, poeta, escritor y cineasta italiano)

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La realidad es que con el técnico el seleccionado argentino no coincidimos mucho, mis códigos no son los de él y nosotros dos está claro que no podemos trabajar juntos.

(JUAN ROMÁN RIQUELME, explicando ayer, en declaraciones televisivas, los motivos que lo llevaron a renunciar a jugar en la Selección Argentina que conduce Diego Maradona)

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Todos deberíamos entender que, cualquier intento por recuperar lo mejor de la historia ‘ñubellsta’, comienza por lograr que sus próximas autoridades sean legítimas. Participar masivamente y de manera civilizada de las elecciones, es la mejor forma de enfrentar la impunidad.

(MARCELO BIELSA, en carta abierta a los hinchas de Newell's Old Boys, publicada el 13/12/08 en el diario “La Capital” de Rosario, a raíz de las elecciones en el club ‘leproso’, que se celebraron al día siguiente, coronando a Guillermo Lorente (foto) como nuevo presidente de la entidad)

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Magallanes, último bastión del fútbol romántico (Ramón Díaz Eterovic - Chile)


"Magallanes es la última expresión del fútbol romántico en Chile". La frase pertenece a mi amigo Patricio Seguel con quien suelo recordar los buenos tiempos del equipo de la "Vieja Academia" y de tarde en tarde, nos vamos a sentar en los añosos tablones del Estadio Santiago Bueras de Maipú para ver y apoyar al "equipo de nuestros amores".

Lo cierto es que hay que tener una idea romántica de la vida para ser hincha de Magallanes en una época en que a la gente la impulsan a seguir sólo las causas rentables o victoriosas.

Para ser hincha del Magallanes hay que tener el cuero duro y seguir creyendo en los viejos valores de la amistad, del vino tinto, la poesía y el buen fútbol, ese que se sustenta en jugadas asociadas, gambetas mágicas, y sobre todo en el talento de jugadores que saben tratar bien la pelota.

El hincha del Magallanes probablemente sea una especie en extinción que, recurriendo a otra idea de mi amigo Seguel, sobrevive en los bares color sepia del Barrio Matadero, jugando la última carrera del Chile, soñando con que vuelva la perseguidora, añorando la Boite Royal o el Lucifer, buscando los discos de Humberto Lozán o Luis Alberto Martínez. Un hincha de corazón que es capaz de viajar a cualquier parte para ver a su equipo jugar en potreros donde el pasto suele ser sólo una ilusión.

El Club Deportivo Magallanes se fundó el 27 de Octubre de 1897, cinco años más tarde que Santiago Wanderers, club pionero en las lides del fútbol chileno. En sus primeras formaciones estuvo el mítico David Arellano, antes que él y otros jugadores albiceleste decidieran dejar el club y formar el hoy popular Colo Colo.

En los años treinta Magallanes obtuvo los campeonatos que ostenta en su historial, y su última gran actuación fue en el año 1983, cuando clasificó a la Copa Libertadores de América, con un equipo de lujo, en el que participan, entre otros, el ‘Gringo’ Neff, Eduardo Vilches, Marcoleta, el brasileño Pereira, el ‘Fino’ Toro, y el ‘Mariscal’ Alberto Quintano.

El hincha del Magallanes es un tipo habituado al rigor, y aunque suele cosechar derrotas, le basta escuchar los sones de la aguerrida "bandita" para renovar sus esperanzas y volver a creer en un triunfo dominguero. Las tribunas magallánicas suelen estar pobladas de gente tranquila que, apenas el equipo "salta" a la cancha, canta con entusiasmo: "Magallanes lucha siempre con valor, vencedores o vencidos, pero siempre con honor". Tribunas que tienen un inconfundible aire familiar que es compartido por hombres y mujeres de diferentes generaciones que festejan las buenas jugadas y retan sin tapujos a los jugadores que equivocan un pase o corren con poco entusiasmo.

En la actualidad se extraña la presencia del "Gordo" Nissim que animara la barra del Magita con sus gritos e inconfundible figura. Pero, aún se siguen rifando pelotas o banderines para alimentar las arcas del club, y en el entretiempo no falta el dirigente que recorre los asientos pidiendo una cooperación para los músicos de la banda.

¿Neruda, socio del Magallanes?

Ignoro sí Pablo Neruda práctico alguna vez el fútbol. Tiendo a pensar que no, ya que su envergadura física hace pensar en un gran campeón de la buena mesa o de la rayuela corta. De haber sido locutor deportivo, probablemente se habría jactado relatar los goles más tristes del fútbol chileno, como aquel que privó de la Copa Libertadores de América al Colo Colo del año 1973. Lo que sí conozco es que Neruda fue socio del Magallanes. La fuente de este dato es la escritora Inés Valenzuela, esposa de Diego Muñoz, el autor de las notables novelas "Carbón" y "De repente".

Don Diego, gran amigo de Neruda, era a su vez amigo de un presidente del Club Magallanes, quien temiendo ser desbancado de su cargo en una elección de directorio que se aproximaba, pidió a Diego Muñoz que le consiguiera socios entre sus colegas poetas y escritores. Muñoz, aceptó el encargo y unió su nombre junto al de Neruda a la lista de socios de la Vieja Academia. ¿Pagó Neruda las cuotas sociales? ¿Su nombre está en los registros del Club? Dejo la tarea para algún periodista o para un investigador privado.

Y si de escritores se trata, me parece que en Chile los escritores tienden a mirar en menos al fútbol y su entorno. No hay un Osvaldo Soriano que, en la Argentina desplegaba sin reserva su fervor por los gatos y la camiseta de San Lorenzo de Almagro, o un Mempo Giardinelli que vibra con los colores de Vélez Sarsfield.

Tampoco un Eduardo Galeano que ha escrito páginas notables sobre el deporte más popular del mundo. Y menos aún existe un Camus que teorizó con acierto sobre la relación del fútbol y la vida, o un Manuel Vásquez Montalbán que hurgó en la trastienda del fútbol español, junto a su detective Pepe Carvalho, en la novela "El puntero izquierdo murió al amanecer".

¿Prejuicios, cierto pudor a reconocer que también los escritores son capaces de pasar una tarde frente al televisor o junto a una cancha de fútbol? Como dato al margen y excepción a la regla, recuerdo la antología "Hinchas y goles. El fútbol como personaje" que preparó Poli Délano (que poco sabe de fútbol, pero sí de buenos cuentos), y en la que aparecen relatos de escritores latinoamericanos, entre los que está el chileno Juan Gabriel Araya.

Pero, vuelvo al Magallanes y a cualquier tarde asoleada de domingo en que me despego de la rutina semanal y voy a ver jugar a mi equipo. En la cancha brilla la pelota y las camisetas albicelestes parecen cargarse de energía a los sones de la bandita del Magallanes.

A mi lado nunca falta el hincha antiguo que recuerda los viejos y buenos tiempos del club, y afortunadamente, tampoco faltan los jóvenes que visten sin rubor la camiseta del equipo. Lo demás es aguardar que la pelota comience a rodar, y sufrir o gozar con las jugadas del equipo, sabiendo que como en la vida, no siempre se gana, y que lo importante es la alegría de tener una causa por la cual bregar.

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El 5 de Noviembre de 1971, el por entonces presidente de facto Alejandro Agustín Lanusse, firmó un decreto para implementar el PRODE (apuestas de Pronósticos Deportivos) en base a una idea desarrollada por el Ministro de Bienestar Social de la época, Francisco “Paco” Manrique.
El PRODE conmocionó a los argentinos, haciéndose apuestas sobre los resultados del fútbol, con fabulosos premios monetarios.
En Agosto de 1972, se produjo el "milagro". Por vez primera hubo un solo ganador con los 13 aciertos requeridos. El afortunado se quedaba con 315 millones de pesos (unos 400.000 dólares). El ganador no aparecía, aunque se sabía el nombre: Mercedes Negrete.
Todos pensaban en una mujer, pero a las pocas horas se supo la verdad: el que acertó con todos los resultados de los partidos era un paraguayo, Mercedes Ramón Negrete (foto), de 26 años, que vivía en una humilde casa de Villa Dominico, partido de Avellaneda.
Negrete había llegado al país en 1969 y trabajaba como carpintero. Apostó una boleta de 300 pesos, todo en valores de 1972.
Había hecho la apuesta mínima de 30 centavos, con un sólo doble. "Es que tenía que cuidar la plata, porque gano 56.000 pesos al mes (56 dólares) y no me alcanzaba para lujos", dijo en las pocas entrevistas que concedió, quien pasó a ser en esos días la persona más buscada y nombrada del país.
La historia tuvo un tinte dramático porque al saberse ganador, Negrete desapareció de su hogar, dejando a su concubina, la argentina Fabiana López quien requirió, ante la justicia, su parte del premio. Y la obtuvo, aunque muy inferior a lo esperado.
Luego, mientras Negrete regresó a su país -allí se casó y tuvo 5 hijos- invirtiendo en tierras y otros negocios, con suerte diversa, Fabiana López, quien con su ternura obtuvo mucha popularidad, contrajo matrimonio (fue televisado) tuvo un hijo, y continuó la vida llena de felicidad.
"Ma' que PRODE ni PRODE -decía-. Con mi hijo gané mucho más que dinero".
Hubo otros únicos ganadores del PRODE, incluso con premios mayores a los de él. Pero ninguno grabó su nombre al juego futbolero como Mercedes Ramón Negrete.

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Llevé a este club a lo más lejos que se ha logrado en una competición europea. Los mantuve en primera cuando a mi llegada sólo habían conseguido cinco puntos en diez partidos, he disminuido la masa salarial y no gasté mucho. ¿Qué más quieren? Hay que preguntarse por la inteligencia de esa gente.

(GARY MEGSON, entrenador del Bolton inglés, respondiendo acerca de quienes lo abuchearon tras el 2-2 ante Blackburn Rovers a fines de Enero de 2009)

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Los enemigos del fútbol son tres: el árbitro y los líneas.

(ANÓNIMO)

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La mano de Dios desde un bar en Fiorito (José María Pascual - Argentina)


Los potreritos tienen un algo especial para atraer a los pibes que ni el más pensado de los juguetes todavía pudo descifrar.

Y ahí, cerca del chaperío, donde los veranos son más calurosos y los inviernos son mucho más fríos, cualquier pedacito de tierra sirve para escapar de algunas crueles realidades.

Detrás de ese tornado de polvo que levantan los chicos por correr detrás de una pelota, hay historias increíbles. Esta es la de uno muy especial, uno que cada vez que la pelota llega a sus pies todo puede pasar porque la imaginación se hace presente hasta burlar las leyes de la física, porque no se trata de lógica sino de esa magia que tiene la voz de Gardel, esta vez depositada en un par de botines y al servicio de la redonda esa que le juró fidelidad desde que empezó a caminar.

La tarde llegó lenta al bar de aquella esquina. De a poquito se fueron poblando todas las mesas. No era un día común, la selección argentina jugaba contra los ingleses.

El gallego se subió a un cajón de soda y prendió el televisor, los parroquianos comenzaron a girar las sillas, las cartas de truco se tomaron un descanso y los vasos se llenaron de moscato.

Los equipos estaban en la cancha, en ese momento todas las historias fueron la misma por 90 minutos, el doctor, el lustrabotas, el ladrón, el policía, la peluquera, el cura, el presidente, el pobre, el rico, todos frente a la pantalla para ver a la celeste y blanca.

En el bar no se escuchaba ni una respiración, hasta que el uno a cero reventó en la garganta de los presentes.

El gallego, pasando el trapo rejilla por el mostrador para limpiar un vermouth que se derramó con el festejo, dijo en voz baja: -¡Pero mira que guarro, ese gol fue hecho con la mano, hombre!

-Callate gallego ¿qué decís? Gritó a coro la clientela.

La calle guardaba un silencio que permitía escuchar los pasitos apurados de un perro vagabundo en busca de su cena.

Y de pronto, el instante increíble, el 10 toma el esférico en el círculo central, comienza una danza que va dejando a los marcadores en otra dimensión, un hilo invisible entre la pelota y los pies, una jugada que deja con la boca abierta a los espectadores, como en un sueño lento el cielo azteca no puede creer lo que esta viendo, el arquero está en el piso y la redonda cruza la línea de gol.

Ni supieron como gritarlo en el bar, había ojos con lágrimas, nudos en la garganta, manos que buscaban apoyo para evitar esa sensación de mareo.

Es que muchos de los que estaban ahí conocían al pibe de la 10, lo habían visto en el potrero haciendo la misma jugada, lo escucharon decir que quería ser campeón del mundo y ahora lo estaban viendo por la tele.

El gallego fue el primero en gritar: -¡Qué gol ha hecho el Diego, joder! Y revoleó el trapo casi hasta el techo. Los que estaban sentados bajaron lo que tenían en el vaso de un solo trago y los que estaban de pie se sentaron para ver si aflojaba el temblor.

El silencio se transformó en murmullo, se escuchaban cosas como: “¿Lo viste? -No lo puedo creer, pellizcame hermano, no se puede creer”.

El gallego seguía su monólogo: -Un gol del carajo, hombre, que ya decía yo que este chaval iba a llegar lejos…

Cuando el juez marcó el final, uno se acercó a la barra y le dijo con tonito irónico: -qué lástima que no le cobraron el primero, ¿no?

-¿Cómo que no lo han cobrado, si ha terminado 2 a 1?

-Lo que pasa es que el segundo valió doble gallego. Le dijo el hombre mientras sonreía emocionado.

Esa tarde, un pedacito del potrero de Fiorito estaba a miles de kilómetros y una de las obras maestras del fútbol había sido firmada por ese pibe que no se va a cansar nunca de arrancarnos lagrimas de alegría, ese que juega distinto, que está enamorado de la pelota y la pelota de él, ese que tiene en los pies la magia que tiene la voz de Carlos Gardel.

(Un gracias enorme a José María Pascual, por cederme este cuento para compartirlo con la gente de "Los cuentos de la pelota")

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¿Estás enamorado también del fútbol? En Sudamérica se vive con mucha pasión.

En Uruguay y Argentina es una locura, una religión, y yo soy parte de eso también. Al fútbol en sí, le habré cantado cuatro o cinco canciones, como “Mi cuadro” o la canción que la Asociación Uruguaya de Fútbol en un momento me encomendó que le escribiera a la selección uruguaya como canción oficial. Lo que sucede es que en muchas otras utilizo la terminología futbolera para hablar de temáticas como el amor, la política, la soledad, temas más filosóficos; pero con alegorías, terminologías, metáforas futboleras, puesto que esto es muy común en el habla cotidiana. ¡Es increíble! No te puedes imaginar cuántas veces por minuto aparece una expresión que conecta con el fútbol en una conversación cualquiera. Yo no soy más futbolero que los demás. Todos mis amigos sabes más que yo de fútbol. Lo que me sucede es que he sido el primer músico popular allá en Uruguay. Hace 27 años escribí mi primera canción que combina murga, rock y fútbol. Esto llamó la atención a la prensa y quedó como que metía mucho fútbol en mis canciones. La primera vez que me preguntaron por qué era así, dije: “A mí lo que me parece raro es que los demás músicos no hagan lo mismo”.

(JAIME ROOS, músico uruguayo, autor de “Cuando juega Uruguay”, canción-homenaje a la selección de su país)

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Hay cosas que me llaman la atención. River perdía y la hinchada lo bancaba a muerte a Ramón Díaz. En cambio se la agarraba con dirigentes y jugadores.

(MARCELO GÓMEZ, ex jugador de Vélez y River en declaraciones a la Revista "Mística", Nº 149, del 19/02/00)

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Podríamos haber jugado un día entero y no habría habido goles.

(ARRIGO SACCHI, técnico italiano, tras el 0-0 de la final del Mundial USA 94 entre Italia y quien, por penales, fuera el campeón: Brasil)

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