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El primer gol en Primera División suele ser algo inolvidable, fundamentalmente para aquellos cuya misión en la cancha es evitarlos antes que convertirlos.
Es el caso del “Negro” Néstor Rolando Clausen, aquel sobrio marcador de punta de Independiente de Avellaneda en las decádas del 80 y del 90.
Su primer gol oficial lo convirtió en 1981 contra Argentinos Juniors, “dejando en el camino a tres defensores y ganándoles con el cuerpo a un cuarto y al arquero Alles”, recuerda el Negro. Pero para él, lo más importante de este tanto fue “que en la platea estaba sentada mi mamá, que era la primera vez que iba a verme jugar”.
Por cierto, un momento inolvidable para todo jugador.

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Admiro la garra charrúa* de los paraguayos.

(FRANCISCO "Murci" ROJAS, futbolista chileno)

*Charrúas: pueblo indígena originario de las tierras del actual territorio del… ¡Uruguay!

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Cada jugador tiene el balón 2 o 3 minutos de cada juego. Los otros 87 minutos tiene que estar dispuesto a trabajar para el equipo...

(JOHAN CRUYFF, ex futbolista y entrenador holandés)

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Giacatori di pallone (Roberto Marcello Baldessari - Italia)

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Futebol Salvador (Zuco 103 - Brasil)


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Un hecho curioso se produjo a comienzos de este siglo en el fútbol de Inglaterra. Todos saben que los históricos monstruos sagrados de este deporte, como Diego Maradona, o Pelé, lucieron de forma emblemática sus casacas con el número 10 en sus espaldas. No aceptaban otro número.
Lo singular fue cuando, para la temporada 2000-2001, en el club Coventry City inglés ingresó el jugador marroquí Mustapha Hadji, que siempre tuvo el "10" asegurado en los equipos que integraba. Pero como en Coventry la preciada camiseta estaba en poder de Gary McAllister, Hadji, respetuoso de las trayectorias, aceptó utilizar la N° 11. Claro que tras el alejamiento de McAllister a Liverpool, Hadji solicitó que, finalmente, le dieran su ansiada "10".
Cuando el director técnico del Coventry anunció que el marroquí iba a lucir su nueva camiseta, un grupo de hinchas protestó airadamente. Es que ya se habían vendido casi 500 casacas con el nombre Hadji y el 11 establecido anteriormente. Pero eran tan grandes las ganas de Mustafá Hadji de quedarse con la 10, que puso de su bolsillo algo así como 30 mil dólares, para devolverle el dinero a cada uno de los hinchas que habían pagado por la vieja casaca, permitiendo liberar al mercado la venta de la flamante "10", con su nombre.

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Es tanta la alegría en un gol, son cinco segundos en los que me pongo en blanco. Después, tampoco me gusta sacarme la camiseta y mostrar cosas. No. El gol va festejado por lo que es. El gol es hermoso así y es lindo compartirlo con la gente y tus compañeros. Siempre me gustó agradecer al que me dio el pase y lo hago señalándolo.

(HERNÁN CRESPO, jugador argentino, en revista "El Gráfico", Mayo de 2008)

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El menottismo en sí no existió. Lo que ocurre es que, como se ganó el Mundial 78, se aprovechó como argumento mediático para defender un estilo que, en definitiva, fue respetuoso con la historia del fútbol argentino. Tengo claro que lo que yo diga tiene repercusión, para bien y para mal. Pero nada más.

(CÉSAR LUIS MENOTTI, entrenador argentino)

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A bastonazo limpio: la historia del primer clásico del fútbol peruano


El lunes 24 de Septiembre de 1928 los limeños despertaron sobresaltados. Los niños que vendían los periódicos voceaban titulares que hablaban de escándalo, de agresiones, de incorrecciones y de golpes a palos y a puño limpio. La comidilla del día era el final escandaloso que tuvo el primer enfrentamiento entre los equipos de Alianza Lima y la Federación Universitaria, partido que se jugó por la fase final del campeonato de fútbol de primera división de 1928. Destacaba la primera plana del diario la Prensa que titulaba: “Ayer en el Estadio Nacional: bochornoso escándalo”.

Cada una de las personas que fue al viejo estadio Nacional el día anterior, domingo 23 de Septiembre de 1928, pudo tener su propia versión de lo que allí había ocurrido. El problema lo tuvieron aquellos que no asistieron al estadio. Cada uno de los diarios ofrecía no sólo una interpretación diferente sino que, en algunos casos, eran contradictorios aún en reseñar los hechos que se habían producido en el partido.

Entre estas incongruencias destacaba la asignación de culpas: mientras unos decían que la culpa del escándalo la habían tenido los jugadores universitarios, disculpando a los aliancistas; otros decían que habían sido los de Alianza los iniciadores de los sucesos escandalosos; y otros más, aunque hablaban duramente acerca del comportamiento de los jugadores de Alianza, los excusaban culpando de su reacción a los yerros del árbitro. Incluso, hubo un diario que culpó a los jugadores de Alianza, pero no a todos, exculpó a los que siempre mantienen un comportamiento caballeroso.

El día del partido, el equipo de Alianza Lima tenía dos puntos más que el de la Federación Universitaria. Los blanquiazules estaban en el primer lugar de la tabla de posiciones de la liguilla -un mini torneo final donde jugaron los cinco mejores equipos- con cuatro unidades. Mientras el cuadro aliancista había obtenido los títulos de 1918, 1919 y 1927; el de la universidad debutaba en un torneo oficial.

El encuentro lo ganó la Federación por un gol a cero. Sin embargo, lo que más se recuerda no es que el jugador Pablo Pacheco haya anotado el gol. Lo que ha quedado registrado es que al final, el árbitro debió concluir el partido antes del tiempo oficial porque Alianza se había quedado con seis jugadores, tras sufrir la expulsión de cinco. En tales circunstancias y, de acuerdo al Reglamento, un equipo no puede continuar jugando, dando como resultado final la victoria de la Federación.

Mientras los jugadores de Alianza salían de la cancha, los aficionados universitarios reclamaron al aliancista Filomeno García, de profesión chofer, por su juego excesivamente brusco. Algunas frases duras surgidas desde la tribuna contra el jugador García hicieron que éste reaccionase, generándose una gresca. Cuando todos los aliancistas fueron en defensa de su compañero, los aficionados rivales les lanzaron bastones, lo que hizo que años después este primer partido entre Alianza y la Federación Universitaria fuera conocido como el “Clásico de los Bastonazos”.

Aunque algunos diarios dicen que el juez del partido, el uruguayo Julio Borrelli, se había parcializado con los universitarios, creemos que su versión puede considerarse la más imparcial.

El juez empezó anotando que al iniciarse el segundo tiempo pudo notarse que el juego empezaba a degenerar, lo que me obligó a amonestar a varios jugadores, previniéndoles que de continuar en esta forma tendría que aplicar castigos. La cuestión empeoraría: "Más o menos a los 25 minutos de este tiempo el jugador Miguel Rostaing embistió a puntapiés al jugador de las Casas, quien repelió el ataque, produciéndose un pugilato, en el que intervino también el jugador Quintana que la emprendió a golpes contra de las Casas. Con tal motivo expulsé del fiel (sic) a los tres jugadores que intervinieron en el incidente. Por esta causa se suspendió el juego por 4 minutos.
Reiniciado el partido los jugadores del "Alianza" parecían preocuparse más de malograr físicamente a los contrarios que de jugar fútbol. Les hice diversas reconvenciones para ver si era posible encausar el juego a la normalidad; no obstante lo cual me vi obligado a expulsar primero al jugador Soria y luego al jugador Villanueva, por cometer ambos faltas muy graves.
Cuando faltaba diez minutos para expirar la hora reglamentaria el jugador Rostaing primero, cometió un foul penal de suma gravedad contra el jugador universitario Ruiz, por tal causa sancioné un penal, a la vez que indiqué que se retirara del campo al jugador causante. Sin embargo no hice ejecutar la pena porque, de acuerdo con la reglamentación internacional, no puede continuarse un partido con menos de siete jugadores por bando. Como el jugador Rostaing, que acabo de mencionar, era el quinto expulsado del team del Alianza, éste quedaba sólo con seis jugadores, razón por la cual di por terminado el match, continuando el score de uno a cero a favor de la Universidad.
Creo oportuno dejar constancia que en el transcurso de este halftime, el jugador Souza conquistó un gol más a favor de la Universidad que anulé por foul de este jugador a un zaguero contrario.
Cuando di por terminado el match, varios jugadores del "Alianza" al abandonar el campo provocaron incidentes con el público de las tribunas de preferencia, como es notorio.
Es cuanto tengo que informar a usted, señor Presidente.

Julio Borrelli, árbitro


Para el árbitro, entonces, los que provocan los incidentes del final fueron los jugadores de Alianza. En esto, sólo coincidirá con el diario “El Comercio”.

Por aquel entonces, hacia el final del Oncenio de Leguía, los diarios "La Prensa", "El Comercio", "La Crónica" y "El Tiempo" mantenían una importante página deportiva. Los dos primeros diarios coincidieron en darle la página completa a los sucesos escandalosos del clásico. Pero eso fue en lo que único que coincidieron.

Mientras para “El Comercio” los futbolistas de Alianza atacaron a los espectadores y se trabó un recio pugilato con ellos, sin reparar que en los palcos había elemento femenino; “La Prensa” sostenía que no se puede aceptar que se diga que los jugadores del Alianza provocaron al público. Los insultos y la provocación partieron de la tribuna de preferencia donde se hallaban los partidarios del equipo universitario, y la actitud de éstos no puede ser más censurable.

La subjetividad propia del individuo está presente en los cronistas que relataron lo ocurrido aquel 23 de Septiembre de 1928. Más aún, parece que el cronista de “El Comercio” hubiera sido hincha de los universitarios, mientras que el de “La Prensa” lo habría sido de Alianza.

Sobre estos sucesos escandalosos del final del partido, el diario “El Tiempo”, parece estar de acuerdo con "El Comercio", aunque dice que el causante de que el partido terminara con varios jugadores de Alianza provocando un alboroto en el que menudearon palos, trompadas y silletazos, fue el árbitro para quien pide a la Federación Peruana de Fútbol que le cancele el contrato.

Para el periodista de "La Crónica", el incidente lo iniciaron dos espectadores de la tribuna de a dos que, apasionados por los incidentes ocurridos en el campo de juego, discutieron acaloradamente. El cronista no lo afirma pero es de suponer que uno de estos aficionados era hincha de Alianza y el otro lo era de la Federación. La discusión creció tanto que el público se arremolinó provocando la intervención de la policía. La imprudencia y temeridad de Filomeno García, Rostaing, Quintana y otros jugadores del Alianza hizo que, para contrarrestar la protesta del público, se treparon a las tribunas. El público los repelió a puñadas y el escándalo cobró mayor intensidad.

Entre los jugadores que "La Crónica" salva de las críticas está Montellanos, a quien consideran caballeroso y pulcro.

"El Comercio" dijo que tras la expulsión del jugador aliancista Filomeno García, éste fue a las tribunas de preferencia donde uno de los espectadores le dirigió algunas frases duras. Saltó sobre la valla que separa los palcos y tribunas yendo contra los espectadores. Éstos castigaron al jugador. "La Prensa", en cambio, dijo que cuando algunos de los jugadores del Alianza abandonaban la cancha, luego que el árbitro diese por terminado el partido, fueron objeto de insultos de parte de un grupo de aficionados universitarios. Estos insultos se concretaron al jugador Filomeno García, quien exasperado se lanzó contra la persona que lo insultaba. En ese momento más de 20 bastones cayeron sobre este jugador, siendo agredido, además, con golpes de puño.

El apoyo total del diario “El Comercio” a las actividades deportivas de los universitarios queda demostrado cuando al final del primer enfrentamiento entre Alianza Lima y el equipo de la Universidad un numeroso grupo de entusiastas, entre los que la mayor parte eran estudiantes, cargó en hombros a los jugadores, organizando un desfile. [...] Llegados a las puertas de ‘El Comercio’, requirieron la presencia de alguno de sus redactores. El jefe de redacción salió y recibió una calurosa manifestación de simpatía. El señor De las Casas (jugador de la Universidad) reveló el objeto de los manifestantes, quienes habían querido venir a testimoniar su reconocimiento a este diario por la forma cómo habían sido siempre estimulados en sus prácticas deportivas. Se dieron tres hurras por ‘El Comercio’ y por la ‘Universidad’.

La Federación Peruana de Fútbol se reunió el martes 16 de Octubre en asamblea presidida por el doctor Eladio Lanatta y emitió el Boletín N° 162, haciendo conocer las conclusiones de la Comisión de Justicia sobre los acontecimientos del encuentro del 23 de Septiembre y que, entre otras cosas, eran las siguientes:

1. Hacer una reconvención al Club Alianza Lima.

2. Suspensión por el resto de la temporada a Miguel Rostaing y Julio Quintana del equipo Alianza Lima.

3. Amonestación para los jugadores Villanueva, García y Soria.

Así acabó el clásico. Con los universitarios festejando por las calles de Lima el triunfo de 1-0 y los jugadores de Alianza sancionados por el escándalo. Sin embargo, estas sanciones no se cumplieron. Los universitarios pidieron que los aliancistas estuvieran en los partidos de desempate. Y es que tras el triunfo, los universitarios igualaron a Alianza en el primer lugar del campeonato y debieron jugar dos partidos adicionales para definir al campeón de 1928.

(excelente crónica del historiador y periodista
peruano Jaime Pulgar-Vidal Otálora)

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Un singular récord futbolístico le tocó inscribir al marcador central argentino Daniel Pedro Killer quien, entre las décadas del 70 y el 80 jugó para Rosario Central, Racing, Newell's Old Boys, Vélez, Estudiantes de Río Cuarto y Unión de Santa Fe.
Es que el recordado "Perro" Killer jugó 22 partidos (entre 1975 y 1978) en el Seleccionado argentino, siendo el único zaguero en anotar 3 goles, todos en un mismo partido.
El encuentro fue en el marco de la Copa América de 1975, cuando Argentina enfrentó el 10 de Agosto de ese año a Venezuela en el estadio de Rosario Central, ganando ¡11 a 0!
Argentina alineó con Gatti; Mario Killer, Pavoni, Daniel Killer y Andrés Rebottaro; Ardiles (Asad), Gallego y Zanabria (Valencia); Bóveda, Luque y Kempes. DT: César Menotti
Los goles fueron convertidos por Daniel Killer (3), Gallego, Kempes (2), Ardiles, Zanabria (2), Bóveda y Luque.
Daniel Killer formó parte del plantel argentino que ganó la Copa del Mundo de 1978, aunque no jugó ninguno de los partidos.

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Los argentinos ganamos con las mujeres porque los hombres allá son feos. Mi problema era el idioma, pero aprendí a decir ‘vamos para casa’ y me dio resultado.

(CRISTIAN "El Ogro" FABBIANI, jugador de Newell's Old Boys de Rosario, recordando su paso por el fútbol y la noche de Rumania. Abajo el video del increíble gol perdido el pasado domingo 02/11/08 ante Rosario Central)

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El fútbol hizo feliz a Uruguay, le dio importancia, personalidad. Que un país tan chico tuviera cuatro títulos mundiales era una cosa increíble. Y lo del Maracaná ya fue el colmo.


(MARIO BENEDETTI, escritor uruguayo)

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La verdadera creación (Germán Kijel - Argentina)


Un lunes Dios despertó, se restregó los ojos, miró al piso, unas pantuflas celestes de felpa esperaban por sus pies, se puso en marcha hacia el baño, en el trayecto tuvo una visión y se dio cuenta de todas sus miserias y decidió que él no debía cargar con todas ellas y creó la Tierra, con pasto y piedras; con agua y fuego; con olores y reflejos.
El martes miró todo lo que había hecho el lunes y se dijo que no había logrado su cometido, entonces dispuso un ejército de animales y alimañas para que destruyeran todo lo que había hecho el día anterior y para que se procuraran sus propias vidas.
El día siguiente se despertó cansado, ya estaba viejo para esos trotes y decidió no trabajar, aunque unas horas más tarde se dijo que lo mejor para aplacar sus miserias era poner sobre la Tierra a quien pudiera destruir lo que ya había creado. Cientos de hombres se aventuraron sobre las nuevas tierras para infligir terror.
El jueves Dios se recuperó, disfrutó de su obra y decidió que los hombres no eran tan desdichados como debían y los llenó de sentimientos; el amor y la pasión fluyeron en los corazones de los nuevos seres, pero no tardó en parir el odio y la envidia; la maldad y el resentimiento; la desgracia y el abandono.
Las ideas fueron puestas sobre los hombres durante el viernes, los sueños brotaron de sus jardines, se llenaron de valor y recorrieron el mundo con sus recientes habilidades y la más grande de las palabras salió de sus fauces.
El sábado se rebelaron, aprendieron los dotes de la guerra y los códigos de la retórica; comenzaron a discutir el poder divino y lo desafiaron. Se quejaron de todos sus males; dejaron de temerle a Dios y se dedicaron a sembrar sombras en los cielos.
Dios se dio cuenta de que seguía siendo miserable un domingo, toda la culpa renació en él e intentó suicidarse, pero se despertó de golpe y pensó: “Debo cambiar el mundo”. Entonces comenzó a reconstruir la tierra y el pasto, le quitó la maldad y el odio de los corazones a los hombres, liberó a las mariposas, le pidió a los hombres que se divirtieran, predicó que la cooperación era indispensable y pronunció la última frase que se le haya escuchado hasta nuestros días: “Yo al arco, no voy”.

(Un gracias inmenso a Germán por autorizarme a publicar este cuento)

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Nolberto Solano tenía 19 años, era jugador de Sporting Cristal y había sido llamado por Miguel Company a la selección peruana para disputar un cuadrangular en el Estadio "Orange Bowl", de Miami, Florida, junto a los combinados de Colombia, Honduras y México.
Antes de partir a Estados Unidos, el 'Ñol', quien ya pintaba para crack en 1994, fue consultado por un periodista sobre el evento. El futbolista, hoy en el Larisa de Grecia, dijo: "Me emociona esta convocatoria. Ojalá que los resultados acompañen y que podamos quedar entre los cuatro primeros del cuadrangular".
El ex jugador de Boca Juniors de Argentina, Aston Villa y Newcastle de Inglaterra no recordó que en el certamen iban a tomar parte cuatro selecciones y era inevitable quedar en cualquiera de esas ubicaciones.
Finalmente, la blanquirroja cayó ante los cafeteros por 1 a 0 y sufrió un nuevo revés ante los centroamericanos en el segundo y último partido. ¿Y Solano? Apenas pudo mostrarse. Sus condiciones sobre los campos de juego se verían tiempo después.

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Es un grandísimo jugador que marcó una época, y siempre está bien que los jugadores se coloquen en las altas esferas que dirigen el fútbol. Conoce todos los parámetros de este deporte.

(LILIAN THURAM, ex futbolista de la selección francesa y del FC Barcelona, opinando sobre Michel Platini)

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El fútbol es guerra.

(RINUS MICHELS, 1928/2005, ex entrenador nacional holandés, conocido como "El general")

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Entrevista a Alcides Ghiggia


Llegó tímido, diríamos casi desconfiado. Hubo que esperar un rato, por lo que tomamos un paseo por la ciudad vieja de la hermosa Montevideo, con sus calles empedradas y edificios señoriales, balcones y mercados. La gente y el mate, el bullicio de la ciudad a mediodía, el humo flotando desde las parrillas y los bares con historia de arrabal, fútbol y tango. La tarde es azul en invierno y el bullicio es solo un murmurar manso. Montevideo es una ciudad calma que se mece como los barcos de la bahía, llena de historias de inmigrantes, de glorias y derrotas. El tango y el fútbol, la garra charrúa, sus grandes aciertos.

El hombre del que hablamos y camina a nuestro lado, se llama Alcides Ghiggia y es nada menos que el hombre que hizo el gol frente a un estadio Maracaná enmudecido y llevó a Uruguay a ser campeón del Mundo, el 16 de julio del año 50.

A 57 años de ese triunfo, su gloria queda como un símbolo de ese país, pero también del mundo. Su gol es considerado como uno de los mejores goles de la historia de los mundiales. Maracaná es una victoria que no se olvida, Alcides es el hombre que nos la cuenta.

-Usted jugó en la Roma. ¿Cómo era irse a Italia en los 50; era un paso adelante futbolística y económicamente hablando?

-Me fui para Italia. Son países más avanzados, con un mayor profesionalismo. Jugué nueve años en Roma y uno en el Milán. Qué puedo decir… encontré un grupo muy bueno y me acoplé a ellos.
Me costó adaptarme un poco, de todas formas. Había dos uruguayos en esa época. Después del mundial del 54 empezaron a haber más. El fútbol antes yo lo jugaba porque me gustaba. Ni sabía cuanto iba a ganar ni nada. Yo arreglaba los contratos, todo. Ahora cambió, hay muchas cosas, hay sponsors, todo es muy distinto. El jugador que se va sin experiencia, como los están vendiendo a Europa, es bravo, es difícil. Tenés que acostumbrarte al entrenamiento. Te llevan al trote, de mañana y de tarde.


-Usted jugó muchos años al fútbol…

-Cuando volví a Uruguay tenía 37 años. Venía para no jugar más. Acá hicieron una selección de los del 50, con otros más jóvenes e hicimos unos partidos a beneficio. Se llamó “La cruzada del Dr. Caritat”. Después de eso vinieron de Danubio, un cuadro uruguayo con menos trayectoria y yo les dije que no iba a seguir jugando, fijáte, tengo 37 años, pero ellos me dijeron que me vieron muy bien y me fui con ellos. Yo jugaba para divertirme, era otra época. Jugué hasta los 42 años. Ahí dije no va más y me retiré. Pero sí jugué mucho al fútbol. Empecé en Sudamérica en el año 44 en inferiores. Antes había cuarta, tercera, reserva y primera. No como ahora que hay sexta, séptima, octava. Ahí íbamos escalando posiciones. En el año 46 Sudamérica descendió. Ahí hicimos un año en la “B”. En el 48 pasé a Peñarol, vino una huelga de jugadores, y no jugamos. En el 49 se arregló y ahí el técnico me puso en el primer equipo y ahí quedé.

-¿Cómo eran los jugadores de esa época?

-En los 50 no existían jugadores del exterior. Podían ser dos, tres selecciones, a cuál de ellas mejores. Eran buenos jugadores, jugadores jóvenes y de experiencia, ambos dentro del campo se manejan. Un director técnico no puede parar un partido para dar una instrucción. Ahora es muy distinto el fútbol. Yo hace 17 años que no voy. Solamente voy a ver la selección, no a los cuadros. Los veo en TV y si es malo la apago enseguida. No me llama la atención. El fútbol es un espectáculo; si das un buen espectáculo la gente va, si das un mal espectáculo la gente no va. Antes jugaban los cuadros que llaman los chicos e iban muchísimas personas. Ahora no.

-¿Pensaron en algún momento que se podía ganar ese partido en Maracaná?

-Nosotros a ellos los conocíamos. En esa época se jugaba la “Copa Río Branco” y jugamos tres veces, el primero lo ganamos 4 a 3, el segundo perdimos 2 a 0 y el último lo perdimos 2 a 1. Sacamos muchas conclusiones, sabíamos como jugaban. Lo difícil era jugar contra los europeos, no sabíamos nada de ellos, en esa época no había tele, no había video, nada.

-¿Cómo fue ese segundo gol que lo metió en la historia del fútbol mundial?

-Fue una jugada similar a la del empate, yo era muy rápido, me iba en velocidad y Barbosa creyó que iba a hacer la misma jugada y se abrió un poco para cortar el centro, dejó un hueco y agarré y tiré y cuando él se tiró, ya era tarde. Después fue el silencio más impresionante que he escuchado.

-¿Se vieron campeones cuando hacen el gol o creían que Brasil todavía les podía empatar?

-No hubo una reacción de la hinchada, no los apoyaron y ellos quedaron muertos, ahí quedaban 11 minutos y nos dimos cuenta que ellos no nos podían ganar, estaban muertos.

-¿Cómo fue ese momento con Jules Rimet que parece que escondía la copa a Obdulio Varela?

-En esa época el mundial era por puntos. Brasil nos llevaba un punto y Jules Rimet bajaba en el ascensor cuando hicimos el gol pero el no se enteró y cuando estaba entrando a la cancha ahí le dijeron que Uruguay había ganado y el hombre no tenía preparado discurso, nada. Entonces Obdulio le dice “si me quiere dar la Copa me la da, total con Copa o sin Copa somos campeones del mundo igual”.

-¿Es cierto ese cuento-mito que después del partido los dirigentes no los dejaron salir del hotel y ellos se fueron de cabaret y Obdulio se escapó y salió de copas por los bares?

-No, no es verdad, incluso algunos dirigentes se fueron antes del partido, fueron tres o cuatro y agarraron antes de irse a Obdulio, a Máspoli, a Gambetta, a los más expedientes y les dijeron que habíamos cumplido y que trataran de que no nos golearan y que se comportaran bien dentro del campo de juego y ellos se fueron. Se quedaron tres, el Presidente de la delegación, un Delegado y el Tesorero. Pero no hubo nada de eso, Obdulio salió por su cuenta a unos bares que había cerca del hotel y se fue a tomar con los brasileros, él era muy bohemio, se fue solo por ahí.

-¿Se sintieron como héroes cuando llegaron?

-La verdad que yo nunca vi tanta gente en Montevideo, nos fueron a esperar al aeropuerto y después todo por la rambla, Boulevard Artigas, la fuente luminosa del Parque de los Aliados y de allí para el estadio, lleno de gente.

-¿Qué supo de la vida de Barbosa?

-Pobre hombre, le hacían la vida imposible. No podía ni salir de la casa. Yo cuando hablé con él le dije, no les hagas caso, en el fútbol el cuadro se compone de 11, si ganás son los 11, si perdés pierden los 11.

-¿Se volvieron a ver con los brasileros del 50?

-Nos encontramos con el cuadro. Los invitamos a jugar un partido acá en el estadio para juntar fondos para las cruzadas del Dr. Caritat y ellos accedieron, que no era fácil, eso fue por el 63, cuando me vine de Italia y con ellos hicimos una amistad, que siguió y ahora lo contás y la gente no lo puede creer. Esa vez atajó Barbosa.

-¿Volvió al Maracaná?

-Sí volví. Fui a ver eliminatorias de Uruguay. Mirá, una vez fui, y cuando bajo del avión y presento mi carnet de identidad, una muchacha miraba, daba vueltas de aquí para allá; yo le pregunto si pasa algo con el documento, y me dijo: “¿Usted es Ghiggia, el del 50?” Sí, le contesto, pero eso pasó hace mucho tiempo, y me dice: “pero a mi todavía me duele acá (señalándose el pecho)”. Te das cuenta que ella no vivió eso, pero se va pasando de generación en generación. La última vez que fui los diarios publicaron “Llegó el fantasma del Maracana”. Les quedó, sí, les quedó.

(entrevista publicada en la revista digital “Sala de Espera”, 10/08/07, realizada por Laura Federici y Gonzálo Delgado, Montevideo, Uruguay)

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El arreglo del Mundial de Italia 1934.
El equipo anfitrión participó en la fase de clasificación para el Mundial, ante Grecia. En el partido de ida, celebrado en Milán, los italianos ganaron 4-0. Los griegos renunciaron a jugar la vuelta aduciendo que se sentían "desmoralizados". Sesenta años después se supo que el no jugar aquel partido fue una opción que Italia ofreció a cambio de hacerse cargo de la construcción de una sede para la Federación griega.
En ese Mundial, el argentino Luis Monti (foto) se convirtió en el primer y hasta hoy único jugador que ha disputado dos finales de un Mundial con dos selecciones diferentes, ya que en 1930 participó con Argentina.
Su compañero Attilio De María hizo lo mismo, aunque no disputó ningún minuto en la de 1930.

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Los entrenadores somos como los jugadores de casino: arriesgamos cuando perdemos.

(JUAN MANUEL LILLO, entrenador español)

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El fútbol es más aún que el rey de los deportes, es el rey de los juegos.

(JEAN GIRAUDOUX, [1882-1944], novelista, ensayista, escritor y diplomático francés)

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La vida es una tómbola -si yo fuera Maradona- (Manu Chao - Francia)

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¿Qué harán los inexorables instrumentos de información cuando Maradona esté lejos? ¿Hablarán de Taglialatela? (...) Dicen: ¿y los enojos de Maradona? Ésos son algo inútil.

(ROBERTO ROVERSI, L'Unitá, 10 de Febrero de 1991)

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Diego no tiene experiencia, salvo intervenciones esporádicas y cortas. Tengo un respeto máximo hacia él, pero no hizo una tarea de investigación, lo cual es imprescindible para entrenadores que aspiran al máximo nivel. Me parece arriesgado. Es difícil aterrizar como técnico en la Selección.

(JORGE VALDANO, ex delantero del seleccionado argentino Campeón del Mundo en 1986, junto a Maradona, en declaraciones al programa ‘Despertate’, que se emite por TyC Sports, 28/10/08, acerca de la llegada de Maradona como DT de la Selección Argentina)

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Cuando des el definitivo adiós al fútbol escribiré para ti mi canción más hermosa.

(MIMMO DI FRANCIA, autor de "Champagne", sobre Diego Maradona)

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Uruguay 1930: Recuerdos con historia celeste


Con el lanzamiento del Museo de la Copa del Mundo de 1930, la conquista uruguaya recobra vigencia. Mientras en el mundo se pagan miles de dólares por los objetos ligados con el fútbol, una familia de coleccionistas salió a preservar la gloria del pasado.

Corría Junio de 1973 y el viento soplaba por la 18 de Julio, la céntrica avenida de Montevideo. Como todas las mañanas, Rony Almeida, un ecuatoriano afincado en Uruguay, recorría las tiendas de antigüedades y visitaba a los diferentes marchands de numismática del barrio antiguo buscando piezas para coleccionar o simplemente para seguir con su oficio de compra y venta. Pasado el mediodía, decidió demorar el almuerzo y prefirió darse una última vuelta por un par de cambalaches y se detuvo en el negocio de un anticuario de la calle San José. Casi como una rutina, consultó a don Isidoro, el dueño del local, si había recibido alguna pieza que podría interesarle. “Fíjese en esa bolsa”, le respondió señalando un pequeño envoltorio de papel. Contenía anillos, medallas y cadenitas que a las dos de la tarde llevaría a la fundición, como lo hacía todos los días con el oro comprado.

Al revolver entre los pequeños objetos sacó una medallita y al leerla se le paró el corazón. De un lado decía “Coupe du Monde” y al darla vuelta leyó “Montevideo Juillet 1930” y entre laureles “José Nasazzi - Capitán”.

Un pedazo de la historia del fútbol estaba en sus manos, pero trató de serenarse. Simuló cierto desinterés y preguntó cuánto costaba. Sin saber ni interesarse por el pasado de la medalla, el dueño la tomó y la posó sobre la balanza. Se la cobró apenas un poco más de lo que costaban esos 25 gramos de oro.

De regreso a su casa, Almeida transpiró como nunca, pese al frío de la tarde. Apretando con fuerza esa medalla tomó el ómnibus hasta su departamento en Pocitos y trató de calcular cuánto valdrían esos gramos de oro.

Empezó a investigar y dio con un dato que realzaba el valor de la medalla, si comprobaba que era original, claro. La FIFA sólo le había dado una medalla de oro a José Nazassi (foto), el capitán, mientras que el resto de los campeones mundiales recibió una de plata y esmalte. ¿Podía ser esa que él tenía la auténtica?

Al tiempo decidió ofrecerla a la Asociación Uruguaya de Fútbol a diez mil dólares, pero le dijeron que no era el único que intentaba vender objetos relacionados con la primera Copa del Mundo, y que había muchos falsificadores. Uno de los empleados de la AUF saltó: “vayamos a ver a Andrés Mazali, que fue muy amigo de Nasazzi, él va a saber decir si es verdadera o no”. Mazali fue el arquero que junto a Nasazzi salió campeón olímpico en 1924 y 1928, y mantuvo su amistad hasta su muerte, en Junio de 1968.

Golpearon a la puerta de la casa de Mazali y salió a atenderles un viejito con las piernas combadas por el reuma. Era el legendario arquero, y le mostraron la medalla. No llegó a responder, sólo se quebró en llanto acariciando la imagen dorada. “Es la de Pepe”, sollozaba, mientras identificaba el golpecito en la parte izquierda. “Es la que le dio Jules Rimet. La llevó un tiempo como llavero, pero después la guardó en una lata sobre el ropero -les relató Magali-. Al tiempo de su muerte falleció la esposa y entonces la sobrina que ellos habían criado como a una hija las tuvo que vender para pagar la tasa judicial y poder cobrar la herencia”.

Esa medalla que estuvo a horas de convertirse en parte de un lingote, se convirtió en el comienzo del Museo de la Copa del Mundo 1930. “¿Cuánto quiere?”, le preguntaron a Almeida los hombres de la AUF. “Nada, ya no quiero venderla”.

Al rescate de la memoria

“En cierto modo me quedé con la partida de nacimiento del fútbol uruguayo”, reflexionaba Almeida el pasado 20 de Diciembre, día de la inauguración del Museo.

Fueron años de búsqueda y estudio. De recolección minuciosa. Y cada dato nuevo que iba conociendo le ensanchaba el horizonte de búsqueda. La numismática (colección de monedas) empezó a compartir horas con otros recuerdos de los años dorados del fútbol uruguayo. Pronto se encontró con un creciente número de insignias, entradas de partidos, tarjetas postales, fotos, autógrafos, revistas, todos objetos imposibles de ser tasados como el oro, pero de un valor incalculable. Porque todos, aunque no coticen como los metales preciosos, llevan consigo el precio impagable de la historia, de lo irrepetible.

“Cuando me querían comprar la medalla de Nasazzi y me descalificaban por el alto precio que pedía, yo les preguntaba: ¿saben cuánto tiempo va a pasar hasta que Uruguay vuelva a ser campeón mundial? Ojalá me equivoque, pero quizá no vuelva a serlo nunca más”, explica Almeida, director del museo surgido de su propia colección.

En la muestra realizada en Montevideo con motivo de la inauguración, el museo abrió sus puertas de manera provisoria, ya que tras ser exhibido en Japón y Corea del Sur durante el Mundial, se instalará definitivamente en Miami. “Allí podrán ver estos objetos los hinchas de toda América Latina, ya que el valor histórico trasciende el sentimiento de lo uruguayos”, relata Almeida.

¿Qué puede encontrarse en el Museo? Todo lo relacionado con lo que los ingleses llaman “memorabilia”, una palabra que aún no tiene traducción al castellano pero que significa “objetos notables y dignos de recuerdo”.

Así aparece un afiche original del primer Mundial, un álbum de figuritas con las 13 selecciones participantes, entradas para las cuatro tribunas del estadio Centenario: Olímpica, América, Ámsterdam y Colombes. Hay postales uruguayas rescatadas del olvido, algunas con sus matasellos originales, y fotos inéditas de los equipos, los partidos y la construcción del Centenario. Muchas fueron conseguidas en el Uruguay, pero otras, las más valiosas, tuvieron que ser compradas en Londres. ¿Por qué? Hace una década la movida de la memorabilia estalló entre los ingleses y salieron a saquear al mundo de sus recuerdos futbolísticos a cambio de monedas. Coleccionistas británicos aparecieron por Montevideo comprando por monedas revistas, álbumes, insignias, todo… Y cuando los responsables del museo participaron de las subastas londinenses para repatriar los objetos debieron pagar sumas que se acumulaban en miles de dólares. “La medalla que recibió Bobby Moore en el Mundial de 1966 se remató en un millón de dólares; entonces, ¿cuánto vale la de Nasazzi, que además es única?” se pregunta Rony Almeida hijo, tan entusiasta del proyecto como su padre y sus hermanos.

Más allá del 30

El Museo de la Copa del Mundo de 1930 fue declarado de interés nacional por el gobierno uruguayo y contiene la colección más extensa de las que se conocen. Con 260 objetos catalogados supera largamente al de la propia AUF, que conserva una treintena.

La vedette de la muestra es la medalla de Nasazzi, la misma que Jules Rimet guardó en su valija y trasladó desde París junto a la Copa que años después llevaría su nombre. Pero la muestra se extiende a los cuatro campeonatos del mundo ganados por la Celeste. ¿Cuatro? Sí, porque los torneos de fútbol de los Juegos Olímpicos de París ‘24 y Ámsterdam ‘28 fueron organizados directamente por la FIFA y al ganador se lo reconocía como campeón mundial, tal como lo testimonian escritos de la época.

Está la foto original del festejo tras la conquista de la medalla dorada en el estadio de Colombes, cuando los uruguayos dieron una vuelta al campo de juego saludando a los parisinos que se habían enloquecido con su juego. Es la imagen de la primera “vuelta olímpica” de la historia del fútbol.


(artículo publicado en la revista "El Gráfico", Diciembre de 2001)

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Aconteció en Beirut. En 1975, poco después de dejar el Santos y poco antes de estrenar en el New York Cosmos, viajé al Líbano para participar en un partido de confraternización. El país era un polvorín, con musulmanes de un lado y cristianos y judíos del otro. Llegué a principios de Abril y jugué con el Nejmeh contra un combinado local. Campeón de Líbano varias veces, el Nejmeh tiene una estrella en el escudo, como el Botafogo, y un uniforme rojinegro, como el Flamengo. Marqué dos goles y hasta actué de portero, sin encajar ni uno. Los dos goles esos no constan en la lista de mis 1.281 goles.
Quien me ayudó a refrescar la memoria de esta historia fue el reportero Régis Rösing (foto), de O'Globo. Me sorprendí, al ver de nuevo fotos del partido. Me emocioné al ver asistir cristianos, musulmanes y judíos divirtiéndose juntos en las gradas y abrazados a Pelé. Recordé de una jugada en que, después de driblar varios jugadores, llegué al área adversario y volví a driblar, y fui homenajeado con gritos de "¡Alá! ¡Alá!".
Días después de dejar el país, la guerra civil estalló en el Líbano. Para Régis, la presencia de Pelé postergó el inicio del conflicto y, consecuentemente, salvo vidas. Quiero creer que haya sido así y que la magia del fútbol haya inspirado muchos niños libaneses a cambiar el fusil por el balón. En un momento en que el mundo sólo habla de guerra, recuerdo una vez más que el deporte habla de paz.

(PELÉ, máxima gloria del fútbol brasileño)

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A veces me pregunto qué les pasará por la cabeza a los grandes cracks como Antonio Sastre cuando nos ven jugar a nosotros.

(JOSÉ RAMOS DELGADO, ex jugador argentino, compañero de Pelé en el Santos, declarando en 1964 con su natural humildad)

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¿Qué hay que hacer para pasar bien la pelota? Prepararse desde chico. Esto es como ser bailarín, nacés y desde chiquito empezás a prepararte.

(FERNANDO AREÁN, ex jugador y entrenador argentino)

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Ronaldinho (Manuel Parreño - Argentina)

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Cienciano Campeón

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