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Los entrenadores somos como los jugadores de casino: arriesgamos cuando perdemos.

(JUAN MANUEL LILLO, entrenador español)

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El fútbol es más aún que el rey de los deportes, es el rey de los juegos.

(JEAN GIRAUDOUX, [1882-1944], novelista, ensayista, escritor y diplomático francés)

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La vida es una tómbola -si yo fuera Maradona- (Manu Chao - Francia)

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¿Qué harán los inexorables instrumentos de información cuando Maradona esté lejos? ¿Hablarán de Taglialatela? (...) Dicen: ¿y los enojos de Maradona? Ésos son algo inútil.

(ROBERTO ROVERSI, L'Unitá, 10 de Febrero de 1991)

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Diego no tiene experiencia, salvo intervenciones esporádicas y cortas. Tengo un respeto máximo hacia él, pero no hizo una tarea de investigación, lo cual es imprescindible para entrenadores que aspiran al máximo nivel. Me parece arriesgado. Es difícil aterrizar como técnico en la Selección.

(JORGE VALDANO, ex delantero del seleccionado argentino Campeón del Mundo en 1986, junto a Maradona, en declaraciones al programa ‘Despertate’, que se emite por TyC Sports, 28/10/08, acerca de la llegada de Maradona como DT de la Selección Argentina)

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Cuando des el definitivo adiós al fútbol escribiré para ti mi canción más hermosa.

(MIMMO DI FRANCIA, autor de "Champagne", sobre Diego Maradona)

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Uruguay 1930: Recuerdos con historia celeste


Con el lanzamiento del Museo de la Copa del Mundo de 1930, la conquista uruguaya recobra vigencia. Mientras en el mundo se pagan miles de dólares por los objetos ligados con el fútbol, una familia de coleccionistas salió a preservar la gloria del pasado.

Corría Junio de 1973 y el viento soplaba por la 18 de Julio, la céntrica avenida de Montevideo. Como todas las mañanas, Rony Almeida, un ecuatoriano afincado en Uruguay, recorría las tiendas de antigüedades y visitaba a los diferentes marchands de numismática del barrio antiguo buscando piezas para coleccionar o simplemente para seguir con su oficio de compra y venta. Pasado el mediodía, decidió demorar el almuerzo y prefirió darse una última vuelta por un par de cambalaches y se detuvo en el negocio de un anticuario de la calle San José. Casi como una rutina, consultó a don Isidoro, el dueño del local, si había recibido alguna pieza que podría interesarle. “Fíjese en esa bolsa”, le respondió señalando un pequeño envoltorio de papel. Contenía anillos, medallas y cadenitas que a las dos de la tarde llevaría a la fundición, como lo hacía todos los días con el oro comprado.

Al revolver entre los pequeños objetos sacó una medallita y al leerla se le paró el corazón. De un lado decía “Coupe du Monde” y al darla vuelta leyó “Montevideo Juillet 1930” y entre laureles “José Nasazzi - Capitán”.

Un pedazo de la historia del fútbol estaba en sus manos, pero trató de serenarse. Simuló cierto desinterés y preguntó cuánto costaba. Sin saber ni interesarse por el pasado de la medalla, el dueño la tomó y la posó sobre la balanza. Se la cobró apenas un poco más de lo que costaban esos 25 gramos de oro.

De regreso a su casa, Almeida transpiró como nunca, pese al frío de la tarde. Apretando con fuerza esa medalla tomó el ómnibus hasta su departamento en Pocitos y trató de calcular cuánto valdrían esos gramos de oro.

Empezó a investigar y dio con un dato que realzaba el valor de la medalla, si comprobaba que era original, claro. La FIFA sólo le había dado una medalla de oro a José Nazassi (foto), el capitán, mientras que el resto de los campeones mundiales recibió una de plata y esmalte. ¿Podía ser esa que él tenía la auténtica?

Al tiempo decidió ofrecerla a la Asociación Uruguaya de Fútbol a diez mil dólares, pero le dijeron que no era el único que intentaba vender objetos relacionados con la primera Copa del Mundo, y que había muchos falsificadores. Uno de los empleados de la AUF saltó: “vayamos a ver a Andrés Mazali, que fue muy amigo de Nasazzi, él va a saber decir si es verdadera o no”. Mazali fue el arquero que junto a Nasazzi salió campeón olímpico en 1924 y 1928, y mantuvo su amistad hasta su muerte, en Junio de 1968.

Golpearon a la puerta de la casa de Mazali y salió a atenderles un viejito con las piernas combadas por el reuma. Era el legendario arquero, y le mostraron la medalla. No llegó a responder, sólo se quebró en llanto acariciando la imagen dorada. “Es la de Pepe”, sollozaba, mientras identificaba el golpecito en la parte izquierda. “Es la que le dio Jules Rimet. La llevó un tiempo como llavero, pero después la guardó en una lata sobre el ropero -les relató Magali-. Al tiempo de su muerte falleció la esposa y entonces la sobrina que ellos habían criado como a una hija las tuvo que vender para pagar la tasa judicial y poder cobrar la herencia”.

Esa medalla que estuvo a horas de convertirse en parte de un lingote, se convirtió en el comienzo del Museo de la Copa del Mundo 1930. “¿Cuánto quiere?”, le preguntaron a Almeida los hombres de la AUF. “Nada, ya no quiero venderla”.

Al rescate de la memoria

“En cierto modo me quedé con la partida de nacimiento del fútbol uruguayo”, reflexionaba Almeida el pasado 20 de Diciembre, día de la inauguración del Museo.

Fueron años de búsqueda y estudio. De recolección minuciosa. Y cada dato nuevo que iba conociendo le ensanchaba el horizonte de búsqueda. La numismática (colección de monedas) empezó a compartir horas con otros recuerdos de los años dorados del fútbol uruguayo. Pronto se encontró con un creciente número de insignias, entradas de partidos, tarjetas postales, fotos, autógrafos, revistas, todos objetos imposibles de ser tasados como el oro, pero de un valor incalculable. Porque todos, aunque no coticen como los metales preciosos, llevan consigo el precio impagable de la historia, de lo irrepetible.

“Cuando me querían comprar la medalla de Nasazzi y me descalificaban por el alto precio que pedía, yo les preguntaba: ¿saben cuánto tiempo va a pasar hasta que Uruguay vuelva a ser campeón mundial? Ojalá me equivoque, pero quizá no vuelva a serlo nunca más”, explica Almeida, director del museo surgido de su propia colección.

En la muestra realizada en Montevideo con motivo de la inauguración, el museo abrió sus puertas de manera provisoria, ya que tras ser exhibido en Japón y Corea del Sur durante el Mundial, se instalará definitivamente en Miami. “Allí podrán ver estos objetos los hinchas de toda América Latina, ya que el valor histórico trasciende el sentimiento de lo uruguayos”, relata Almeida.

¿Qué puede encontrarse en el Museo? Todo lo relacionado con lo que los ingleses llaman “memorabilia”, una palabra que aún no tiene traducción al castellano pero que significa “objetos notables y dignos de recuerdo”.

Así aparece un afiche original del primer Mundial, un álbum de figuritas con las 13 selecciones participantes, entradas para las cuatro tribunas del estadio Centenario: Olímpica, América, Ámsterdam y Colombes. Hay postales uruguayas rescatadas del olvido, algunas con sus matasellos originales, y fotos inéditas de los equipos, los partidos y la construcción del Centenario. Muchas fueron conseguidas en el Uruguay, pero otras, las más valiosas, tuvieron que ser compradas en Londres. ¿Por qué? Hace una década la movida de la memorabilia estalló entre los ingleses y salieron a saquear al mundo de sus recuerdos futbolísticos a cambio de monedas. Coleccionistas británicos aparecieron por Montevideo comprando por monedas revistas, álbumes, insignias, todo… Y cuando los responsables del museo participaron de las subastas londinenses para repatriar los objetos debieron pagar sumas que se acumulaban en miles de dólares. “La medalla que recibió Bobby Moore en el Mundial de 1966 se remató en un millón de dólares; entonces, ¿cuánto vale la de Nasazzi, que además es única?” se pregunta Rony Almeida hijo, tan entusiasta del proyecto como su padre y sus hermanos.

Más allá del 30

El Museo de la Copa del Mundo de 1930 fue declarado de interés nacional por el gobierno uruguayo y contiene la colección más extensa de las que se conocen. Con 260 objetos catalogados supera largamente al de la propia AUF, que conserva una treintena.

La vedette de la muestra es la medalla de Nasazzi, la misma que Jules Rimet guardó en su valija y trasladó desde París junto a la Copa que años después llevaría su nombre. Pero la muestra se extiende a los cuatro campeonatos del mundo ganados por la Celeste. ¿Cuatro? Sí, porque los torneos de fútbol de los Juegos Olímpicos de París ‘24 y Ámsterdam ‘28 fueron organizados directamente por la FIFA y al ganador se lo reconocía como campeón mundial, tal como lo testimonian escritos de la época.

Está la foto original del festejo tras la conquista de la medalla dorada en el estadio de Colombes, cuando los uruguayos dieron una vuelta al campo de juego saludando a los parisinos que se habían enloquecido con su juego. Es la imagen de la primera “vuelta olímpica” de la historia del fútbol.


(artículo publicado en la revista "El Gráfico", Diciembre de 2001)

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Aconteció en Beirut. En 1975, poco después de dejar el Santos y poco antes de estrenar en el New York Cosmos, viajé al Líbano para participar en un partido de confraternización. El país era un polvorín, con musulmanes de un lado y cristianos y judíos del otro. Llegué a principios de Abril y jugué con el Nejmeh contra un combinado local. Campeón de Líbano varias veces, el Nejmeh tiene una estrella en el escudo, como el Botafogo, y un uniforme rojinegro, como el Flamengo. Marqué dos goles y hasta actué de portero, sin encajar ni uno. Los dos goles esos no constan en la lista de mis 1.281 goles.
Quien me ayudó a refrescar la memoria de esta historia fue el reportero Régis Rösing (foto), de O'Globo. Me sorprendí, al ver de nuevo fotos del partido. Me emocioné al ver asistir cristianos, musulmanes y judíos divirtiéndose juntos en las gradas y abrazados a Pelé. Recordé de una jugada en que, después de driblar varios jugadores, llegué al área adversario y volví a driblar, y fui homenajeado con gritos de "¡Alá! ¡Alá!".
Días después de dejar el país, la guerra civil estalló en el Líbano. Para Régis, la presencia de Pelé postergó el inicio del conflicto y, consecuentemente, salvo vidas. Quiero creer que haya sido así y que la magia del fútbol haya inspirado muchos niños libaneses a cambiar el fusil por el balón. En un momento en que el mundo sólo habla de guerra, recuerdo una vez más que el deporte habla de paz.

(PELÉ, máxima gloria del fútbol brasileño)

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A veces me pregunto qué les pasará por la cabeza a los grandes cracks como Antonio Sastre cuando nos ven jugar a nosotros.

(JOSÉ RAMOS DELGADO, ex jugador argentino, compañero de Pelé en el Santos, declarando en 1964 con su natural humildad)

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¿Qué hay que hacer para pasar bien la pelota? Prepararse desde chico. Esto es como ser bailarín, nacés y desde chiquito empezás a prepararte.

(FERNANDO AREÁN, ex jugador y entrenador argentino)

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Ronaldinho (Manuel Parreño - Argentina)

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Cienciano Campeón

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El VII Sudamericano de fútbol realizado en Montevideo en 1924, tuvo como favorito al seleccionado local, Uruguay, quien acababa de consagrarse campeón olímpico. Su gran rival era la Argentina.
Lógicamente, la final la disputaron Uruguay y Argentina, llevando los primeros la ventaja de un punto, debido a que había ganado todos sus partidos anteriores, mientras que Argentina, en su debut, solo pudo empatar ante Paraguay.
En un libro editado en Uruguay, "Donde se cuentan proezas", escrito por Ricardo Lombardo, se relata una anécdota por demás emotiva.
Dice que esa final resultó muy disputada: "El equipo uruguayo atacó con persistencia; alcanzó mejor brillo y mejores oportunidades para convertir. Pero el marcador permaneció inalterable. El guardameta argentino, Américo Tesorieri (foto), fue el héroe. Lo sacaron en andas. Al confraternizar ambos equipos, tras la brava lucha, los uruguayos Zibechi y Romano lo abrazaron y lo besaron, gesto que el golero destacó emocionado. Con el 0 a 0, Uruguay colocó otra vez su nombre en la base de la Copa América".
"En esa memorable jornada -rememora Lombardo- el equipo celeste no contó con el concurso de Héctor Scarone, el mejor insider del mundo. No fue esta una consideración casera, sino repetida por críticos y jugadores extranjeros. Una genialidad de Scarone, podía resolver la suerte de un partido".
Uruguay, aquel campeón Sudamericano del '24 que consagró al argentino Tesorieri, levantó la Copa, pese a la ausencia de su as de espadas, el talentoso Héctor Scarone, apodado "Rasquetita", debido a su carácter por demás excitable.

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El rival siempre viste la actuación. No es lo mismo ganar que ganar contra los mejores.


(MARCELO BIELSA, director técnico de Chile, el 15/10/08 tras la victoria de Chile ante Argentina en Santiago)

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Aquel equipo rayó la perfección. Su lugar en la historia del deporte es semejante a la de un gran atleta que no conquista una medalla de oro en las Olimpíadas.

(BRIAN GLANVILLE, periodista británico, testigo de la final del Mundial de 1954, refiriéndose a la selección de Hungría que, con Puskas lesionado, perdió la final 3 a 2 con Alemania)

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Una noche con San Chanfle (Eduardo "La Negra" Bigotti - Argentina)


Era una noche de invierno de esas en las que preocupaba bañarse, la puerta del vestuario Rojo se abrió por completo y recortó una extraña silueta que intimidó a los pocos futbolistas presentes.

-¿Quién me ha convocado?- Preguntó el aparecido levitando a cincuenta centímetros del suelo.

Entreverado con el vapor de la ducha, El "Mono" Ibarra intentó levantar la cabeza para contestar, pero se arrepintió. Parado a su lado y de espaldas a la puerta, Daniel Renzi se hizo el desentendido y acomodó las canilleras en el bolso como si no hubiese escuchado nada; unos metros más al fondo, Juan Carlos Canelo con los ojos desorbitados, ensayó unas palabras a modo de contestación que terminaron siendo simplemente un sensible murmullo.

El interrogante planteado por la enorme silueta, quedó entreverado entre el miedo escénico de Canelo y el aparente desinterés de la dupla Ibarra-Renzi.

-¡Así que nadie piensa contestarme... miren que yo no aparezco porque se me antoja! Alguien me invocó anoche, cuando estaba por dormirse y por eso aparecí- Comentó ofuscado el recién llegado, mientras relojeaba los bultos de los muchachos en el sector de duchas.

El Mono fue el primero que levantó la vista para mirar de cerca al extraño, como vio que no pintaba tan dura la cosa, entabló el primer contacto:

-Discúlpeme maestro ¿Usted quién vendría a ser?

-¿Qué quien soy yo? Cómo que no saben manga de inconscientes, yo soy “San Chanfle”.

-¿El Santo de los jugadores de Fútbol?- Preguntó Renzi en tono amigable.

¡Claro que si Renzi, ese soy yo…! El que otorga un poco de magia para tu fútbol, a cambio de una promesa.

-¿Y… qué tipo de promesa maestro?- intervino Canelito acercándose al santo, mientras el “miedómetro” bajaba su voltaje.

-¡Eso solamente lo podrá responder el solicitante! – dijo San Chanfle y bajó de arriba del armario una foto del basquetbolista Daniel Ricci, que guardó en una especie de bolsillo de su brillante capa.

Conocedor de su oficio, el santo no habló más y dominó el silencio esperando que el solicitante cayera por cansancio. Fueron cinco minutos interminables que finalizaron con un memorable sinceramiento de Canelo.

¡Está bien... fui yo San Chanfle!

El santo, acomodó la histórica vincha de Hugo Orlando Gatti que llevaba atada, limpió sus anteojos empapados de vapor, se ubicó a solo diez centímetros de la humanidad de Canelo y con sonrisa burlona se despachó:

-Yo ya lo sabía pibe…

Identificado el autor, San Chanfle no tuvo más opciones que seguir con el procedimiento establecido. Sacó de su bolsillo el formulario de “Compromiso de Magia”, se lo entregó a Juan Carlos para que lo completara con sus datos y antes de entregarle la Parker regalada por “Martillo” Panichelli en el año setenta y ocho, le aclaró:
-Oiga, anote bien en las observaciones, que tipo de promesa me va a cumplir. No va a ser cosa que me desayune dentro de un par de años, con alguna carta de algún abogado de acá abajo.

El delantero de Firmat Foot Ball Club tomó con la mano transpirada la lapicera, levantó la mirada buscando la aprobación de Renzi y cuando estaba por firmar, dejó caer mansamente el contrato al suelo para que se empapara con la humedad del piso.

Con la voz quebrada, decidió invalidar la operación mirando fijo a los ojos de San Chanfle:
-No maestro yo no puedo firmar esto... porque no necesito hacer ninguna promesa con nadie para jugar de titular en primera el clásico contra los cueveros. Además, por algo Dios me hizo así, con esta zurda que siempre la manda a guardar en reserva.

San Chanfle, rendido ante semejante sinceramiento, acomodó su capa y sin decir una palabra, partió con rumbo desconocido dejando una estela de humo rojo, que no permitió ver el rumbo de su salida.

En silencio y con los ojos clavados en el piso, Daniel Renzi, el "Mono" Ibarra y Canelo, cerraron sus bolsos y se dispararon a sus casas como si nunca les hubiera pasado nada.

Según Nino Rossi -amigo y representante de los jugadores-, esa misma noche San Chanfle lo cruzó al "Mono" Ibarra antes de que llegara a su barrio y le hizo firmar de apuro “un compromiso de Magia”, que le otorgó al centrodelantero una contundencia para los cabezazos, que cosechó fama por el resto de sus días futboleros.

De la promesa realizada a San Chanfle, se sabe muy poco, porque Rossi ha firmando una carta compromiso con los padres de Ibarra, comprometiéndose a revelar el secreto el día que se concrete una transferencia al Dinamo de Kiev.

(Un gracias inmenso para “La Negra” Bigotti al cederme este cuento para poder ser publicado en “Los cuentos de la pelota”)

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Amadeo Carrizo, uno de los mejores arqueros del fútbol mundial de todos los tiempos comentaba, hace tiempo, en una conversación con Paulo Valentim, cuál era la receta más certera para enfrentar un penal:
"El portero debe quedarse inmóvil. Un día desorienté a Pelé. Fue en Los Ángeles, en un partido River-Santos. Él me miraba fijamente, y yo aquí parado como una estatua. Pelé pateó afuera. Pero en el segundo tiempo, -sigue contando Carrizo-, el árbitro marca otro penal contra nosotros. Entonces, Pelé demostró su malicia. En ningún momento de la jugada me enfrentó con la mirada. Preparó el balón, lo colocó, tomó posición y cabizbajo, sin mirarme, disparó a gol. Yo, ni vi por donde entró. Me levanté y me fui a apretarle la mano: ¡El Negro es un Señor!"

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Después, con el primer gol de Dieguito, absolutamente fantástico, el abogado salta y sonríe: "Ahora sí que he vuelto a ver a mi Omar..."

(GIANNI AGNELLI durante el partido Fiorentina-Argentina, "La Gazzetta dello Sport", 30 de Agosto de 1981)

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El culto hispánico religioso ha cedido paso a una nueva fe, en la que los sacerdotes emergen desde una cavidad subterránea y ofician con el pie.

(JOSÉ LUIS SAMPEDRO, economista y escritor español)

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Paul Breitner (Alemania)


Paul Breitner nace en Baviera el 5 de Septiembre de 1951. Comenzó su carrera deportiva con 17 años en el SV Kolbermoor. Posteriormente pasa al ESV Freilassing y de ahí es fichado por el Bayern de Munich en 1970 con el que forma parte de un mítico equipo con jugadores como Müller, Beckenbauer, Heynckes, etc.
Con su peinado "afro", su mal genio y sus enfados, Paul Breitner fue conocido como el rebelde del fútbol de Alemania Occidental.
Recordado como uno de los mejores jugadores alemanes de la historia, era un mediocampista y defensor polivalente, muy laborioso de gran versatilidad.
Su rapidez -era considerado un falso puntero- y la potencia de sus disparos lo convirtieron en un "defensor-goleador", Era de esos jugadores que parecían estar en todas partes, un todoterreno con una gran llegada a gol.
Tras ganarlo todo, tanto en su club como en la selección, decide marcharse al Real Madrid donde también consigue dos títulos de liga dejando su sello de su gran versatilidad.
Con la selección alemana ha vivido momentos históricos y sus goles han resultado decisivos para la conquista tanto de la Eurocopa de Naciones de 1972, en la que marcó un gol en semifinales, como en la Copa del Mundo del 74 en la que marcó un golazo en semifinales desde 25 metros a Chile (video, al final del post) y otro en la final contra la selección holandesa. Aquella misma noche, Breitner dimitió por primera vez de la selección nacional, porque los dirigentes estaban todos en el banquete y las mujeres de los campeones mundiales no pudieron entrar.
Pese a sus éxitos, y producto de su fuerte personalidad, entra en conflicto con su compañero, el "Kaiser" Franz Beckenbauer. Además, recibía muchas críticas del entorno deportivo por su espíritu provocador. Entonces decide probar suerte en el Real Madrid. Y su paso por el club merengue no pasó desapercibido: 2 Ligas españolas y una Copa del Generalísimo fueron acumulándose a su palmarés.
Guarda muy gratos recuerdos de su etapa como jugador del Real Madrid, “fue una etapa maravillosa, yo era muy joven cuando llegué a España en 1974”, rememora, “tuve la oportunidad de vivir el cambio hacia la democracia, algo que siempre es inolvidable en una sociedad”. Además, uno de sus hijos es nacido en España.
En Madrid, fiel a sus ideas progresistas, Breitner llamó la atención por su donativo de medio millón de pesetas a unos huelguistas de la fábrica Standard, en los últimos años del franquismo.
Con la misma desfachatez con que desafiaba a los federativos alemanes, reaccionarios hasta la médula, y se declaraba maoísta, Breitner se enfrentaba al agónico franquismo con su donativo a los metalúrgicos madrileños.
En 1977 volvió a Alemania, para jugar una temporada en el modesto Eintracht Brunswick, y en 1978 retorna al Bayern Munich en donde se encuentra con un joven delantero llamado Karl Heinz Rumennigge con el que tiene una gran conjunción formando la popular asociación sobre el césped denominada "Breitnigge" por el periodismo deportivo de su país.
En 1978 en un partido de clasificación contra Grecia, para el Mundial de Argentina ’78, se retira oficialmente de la selección pero regresa en el 82 en el Mundial de España quedando subcampeón.
En España, y aunque perdieron el primer partido (2-1) frente a Argelia, la RFA logró llegar a la final, donde fue desbordada por la Italia de Paolo Rossi (3-1). Breitner tuvo que contentarse con reducir el marcador con un disparo de afuera del área, convirtiéndose de paso en el único jugador, junto a Vavá y Pelé, en haber marcado en finales diferentes de la Copa del Mundo.
Durante el Mundial de 1982, Paul Breitner marcó fuertemente la pauta del comportamiento insolente de los jugadores de la República Federal alemana durante el Mundial, con sus salidas de tono y declaraciones a la Prensa y televisión del estilo de "me importa un carajo", o "eso son gilipolleces".
Tras su retiro, en 1983, se convierte en presidente del Bayern Munich y tras dejar la presidencia se dedica al mundo de la televisión y a representar marcas deportivas.
Ha sido 48 veces internacional con la selección alemana marcando 11 goles. En la Bundesliga ha jugado 285 partidos marcando 93 goles y siendo nombrado mejor jugador de Alemania en la temporada 80/81.
Breitner fue blanco de las críticas por el mal estilo, dentro y fuera del campo, de la selección. No parecía importarle mucho, porque él siempre fue un individualista, acostumbrado a nadar contra la corriente.

Trayectoria

* 1970-1974: Bayern Munich
* 1974-1977: Real Madrid (España)
* 1977-1978: Eintracht Braunschweig
* 1978-1983: Bayern Munich

Palmarés

Torneos Nacionales

* Ligas Alemanas: 1972; 1973; 1974; 1980 y 1981
* Ligas españolas: 1975 y 1976

Torneos internacionales

* Copa de Europa: 1974
* Copa Mundial de Fútbol: 1974
* Eurocopa: 1972


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En la Copa Mundial de 1978 lo había hecho muy bien formando pareja arriba con Roberto Bettega. Pero Bettega ya no estaba, sólo quedaba Rossi. Sinceramente, si hubiera tenido otra alternativa no lo habría convocado. Confiar en su capacidad para readaptarse al ritmo de un torneo tan exigente y en su voluntad de reivindicarse era una apuesta muy arriesgada. Pero yo necesitaba un goleador, un cazagoles en el área, dentro de un registro que se correspondiese con el juego que yo quería desarrollar. Sabía que si no lo llevaba, no tendría ese estilo de jugador de área indispensable en cualquier equipo.
La eclosión tardía de Rossi durante la competición se debió en parte a nuestra preparación física, donde dimos prioridad al fondo en detrimento de la velocidad. Al principio le costó trabajo, pero no dejó de ir a más. En la frontal del área estuvo extraordinario, muy vivo, siempre al acecho de la más mínima falta, metiendo presión constantemente a los defensas. Y eso desembocó en la gloria para él y la selección.

(ENZO BEARZOT, seleccionador italiano en el Mundial de 1982, opinando sobre el héroe de ese torneo, Paolo Rossi)

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Siempre se puede sacar algo más del fútbol, porque éste es un juego bendito lleno de alternativas.

(MIGUEL ÁNGEL RUSSO, ex jugador y actual DT de San Lorenzo de Almagro)

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Ellos se asustaron y se quedaron. Nosotros apretamos. Hicimos el 2-1 con Julio Pérez y me fui derecho al arco con poco ángulo. Cuando un back me salía a cruzar Barboza se abría para cortar el centro, tiré al arco y entró. Barboza hizo la lógica y yo la ilógica...

(ALCIDES EDGARDO GHIGGIA, ex jugador uruguayo, autor de un gol en la mítica final de Brasil 1950)

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Himno del Real Zaragoza (Juan Ignacio Notario Romeo - España)


A mediados de los 80, el himno que tenía el Zaragoza no era conocido ni representativo de la afición blanquilla, así que la directiva del presidente Ángel Aznar conscientes de ello, decidió que se tenía que hacer uno nuevo.
Se consultó por supuesto a las Peñas y se hizo un pequeño concurso para elegir al que se consideraba mas apropiado para que "calase" entre la afición. Las demostraciones se hicieron en el ya desaparecido bar Fujiyama, que era propiedad del vocal de la junta Antonio Mariñosa.
El autor de la letra y música es Juan Ignacio Notario Romeo y fue grabado en los estudios Kirios de Madrid. El original fue interpretado vocalmente por Silvia Oliver, Pascual Estella, Ana Escobar y Toni Cruz.
Sin embargo, esta letra que cantó con el corazón al unísono toda la Romareda el día del 75º aniversario, tardó un poco en arraigar entre la afición. Su difusión máxima se dió cuando fue distribuido por el semanario "El Punto Deportivo" con motivo de la final de Copa de 1994. Se puede escuchar en Youtube.
La Letra de himno dice así:


El Zaragoza va a jugar,
el Zaragoza va a vencer,
el Zaragoza va a luchar
por su afición.

Y los mañicos auparán a
los blanquillos del leòn:
azul y blanco es el color
del campeón.

Aúpa, Zaragoza, arriba
y a vencer,
palmadas al viento
que gritan ganaréis.

La raza en el juego,
nobleza y valor,
bandera y orgullo
de nuestro Aragón.

La Romareda vibrará
y el cachirulo se alzará
como la afición con once
grandes del balón
y una leyenda
con trofeos al mejor.

La Romareda vibrará
y el cachirulo se alzará
como la afición con once
grandes del balón
y una leyenda
con trofeos al mejor.

Aúpa, Zaragoza, arriba
y a vencer,
palmadas al viento
que gritan ganaréis.

La raza en el juego,
nobleza y valor,
bandera y orgullo
de nuestro Aragón.

A ganar, a ganar,
el Zaragoza ganará.

A ganar, a ganar,
el Zaragoza ganará.

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Un extraño suceso se produjo pocos minutos antes de iniciarse el partido entre Hungría y Portugal, el 13 de Julio de 1966, por el Grupo 3 del Mundial de Inglaterra.
Los espectadores que asistieron al estadio "Old Trafford" de Manchester, notaron que cuando el equipo húngaro realizaba el precalentamiento, su arquero Szentmihalyi resbalaba de manera imprevista, golpeándose la cabeza contra uno de los postes, quedando semiinconsciente.
Lo atendieron durante varios minutos (el árbitro inglés Callagham comenzó las acciones con retraso), hasta que Szentmihalyi pudo recuperarse. Pero no del todo. Se sentía mareado, aunque igualmente pidió que lo dejaran en su puesto.
Apenas comenzado el partido, antes de los 2' Portugal se colocaba en ventaja. Una mala salida del arquero húngaro ante un centro, permitió el limpio cabezazo de Augusto.
Luego, Eusebio chocó con Szentmihalyi, quedando éste aún más obnubilado. Pero siguió atajando, sin una total recuperación. Nadie, en el banco de suplentes, lo advirtió.
En la segunda parte, Bene empató a los 15', pero casi inmediatamente, un tremendo yerro de Szentmihalyi, provocó la desazón húngara. Eusebio quiso tirar centro, el arquero hizo "vista" y... 2-1.
Poco antes del final, Torres convirtió el tercer gol portugués, ante una nueva falla del arquero.
Así, Portugal ganaba un partido que en la previa suponía difícil, pero que se le dio a favor debido a las circunstancias mencionadas y ante la poca previsión del cuerpo técnico de Hungría, dejando a un arquero en inferioridad de condiciones al que le hicieron goles tan tontos como decisivos.

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El fútbol es libertad.

(BOB MARLEY, ícono inmortal de la música jamaiquina)

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Es el héroe de nuestro país. No es casualidad: se lo ha ganado a pulso.

(GÜNTER NETZER, ex internacional alemán, opinando sobre el "Kaiser" Franz Beckenbauer)

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El fútbol (Oscar García Reino - Uruguay)

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Que el fútbol no pare (Patricia Manterola - México)

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En las temporadas de 1960 y 1961, se produjo en el fútbol argentino una invasión de jugadores extranjeros. Algo que, por aquellos tiempos, no resultaba común. Eran las épocas del denominado fútbol espectáculo, mal mirado por muchos, porque Argentina representaba uno de las mejores plazas de exportación.
"¿Cómo vamos a comprar a jugadores colombianos o paraguayos?", decían nuestros dirigentes de manera peyorativa. Pero ese "fútbol espectáculo", promocionado especialmente por los presidentes de Boca, Alberto J. Armando, y de River, Antonio Vespucio Liberti, produjo una verdadera incursión a nuestro fútbol de figuras de renombre, especialmente de Brasil y Uruguay.
De Brasil vinieron Edson, Valentim, Maurinho, Dino Sani, Almir, Orlando (a Boca), Moacir, Roberto, Delem, Salvador, Paulinho, Decio (a River), Lanzoni, Severiano (a Independiente), Aitor Diogo, Evaldo (a Argentinos), Adamastor (Estudiantes), Belizario (San Lorenzo), Machado (Huracán) y Gambassi (Lanús).
De Uruguay se importó a Silveira, Douksas, Rolan, Bernardico, Leiva (Independiente), Domingo Pérez (River), Borges, Mesías (Racing), Sasia, Davoine (Boca), Roque (Atlanta), Monzón (Newell's), Dalmao (Vélez), Roque Fernández, Amaral Silveyra (Estudiantes) y Jesús Castro (Central).
De Perú: Joya y Gómez Sánchez (River), Benítez, Loayza (Boca), Cabral (Independiente), Jara (Atlanta), Gómez y Lozano (Lanús) y de España, uno solo: Pepillo (River).

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