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El futbolista chileno es flojo, bueno para tomar y no se cuida en el aspecto alimentario.

(MARCO ANTONIO "El Fantasma" FIGUEROA, ex futbolista chileno, actual entrenador de Cobreloa, pegándole a los futbolistas chilenos en diario "El Mercurio", días atrás)

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¿Qué le parece, Jaime, si después nos vamos con esas dos lolas a la playa? (pícara pregunta de Pedro Carcuro -foto-)

Pedro, esas son mis hijas… (tajante respuesta de Jaime Fillol)

¡¡Caramba, Jaime, que linda familia tiene!! (Pedro Carcuro)

(sabroso diálogo entre el periodista de Televisión Nacional de Chile y el ex tenista chileno durante un partido de Copa Davis emitido por esa señal. Luego de la cortante respuesta del tenista una obligada tanda comercial cerró el risueño episodio)

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Siempre (Juan Carlos Touriño - Argentina)


Es utópico olvidarte.
Aunque tu cuerpo escondido
por el injusto destino, nos limite en el camino
los ojos y los oídos.

A pesar de todo...
siempre estarás.
Nuestra ciega amistad,
sin fronteras ni distancias,
consolidó un dialecto
que palpita en nuestras almas.

Sin oírte, te escuchamos.
Y te miramos sin verte.

La gloria de tu recuerdo,
debilitó a la muerte.

(poema dedicado por el ex futbolista del Real
Madrid a Carlos Della Savia -1946/2001-)

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El legendario puntero izquierdo español, Francisco Gento, ganó 6 veces la Copa de Europa vistiendo la camiseta del Real Madrid, 5 de las mismas de forma consecutiva.
La primera de ellas fue en 1956, cuando el equipo "merengue" venció en la final al Stade Reims, de Francia.
La segunda Copa de Europa fue la de 1957, derrotando en el partido decisivo a la Florentina, de Italia. La tercera la ganó en 1958, ganando la final al Milán, de Italia. La cuarta Copa de Europa la obtuvo en 1959, al derrotar nuevamente al Stade Reims de Francia y la quinta consecutiva fue la de 1960, al triunfar frente al Eintracht de Frankfurt, Alemania.
Hasta acá, eran tiempos en el que Real Madrid tenía un conductor absoluto: Alfredo Di Stéfano, acompañado por figuras de la talla de Puskas, Rial, Kopa, Santamaría y el velocísimo Paco Gento.
La sexta y última Copa de Europa ganada por Gento en la temporada 1965-1966, en su última etapa de jugador. Fue cuando el Real Madrid derrotó en la final, en el estadio "Heysel" (de Bruselas) al Partizán de Belgrado por dos a uno.
"A esta última Copa le di mucho más valor que las anteriores, porque en el equipo éramos casi todos españoles", recordaba años atrás el escurridizo Gento.

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Yo me creía Gardel. Después me di cuenta de que la fama es puro grupo.

(ÁNGEL CLEMENTE ROJAS, excepcional jugador de Boca en la década del 60)

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Nunca más podremos llamarles hooligans. Esto es terrorismo.

(JOOP VAN DER REIJDEN, ex Ministro de Cultura de Holanda, tras una visita del Tottenham a Rotterdam)

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Marte vs. La Tierra (Francisco Hernández - México)


Un día, como cualquier otro, se resolvió la duda que había atormentado a generaciones de humanos durante mucho tiempo; la respuesta era simple: No estámos solos en el universo.

El ovni apareció de forma simple y elegante, no arrojó fuego sobre ninguna ciudad ni tampoco presentaba un tamaño descomunal. Era más bien pequeña y tal como la habían visto miles de humanos por todo el mundo: tenía la forma de un platillo volador común y corriente.

Los tripulantes de dicha nave se comunicaron inmediatamente con el Presidente de los Estados Unidos. En su viaje habían visto tantas películas producidas en Hollywood que daban por hecho que dicho presidente era el responsable de toda la raza humana. Así que se dirigieron directamente a él para hacer de su conocimiento las intenciones que los llevaban a la Tierra.

Estos alienigenas pensaban que todo ser extraterrestre que llegara al tercer planeta del Sistema Sol debía de ser llamado marciano y que obviamente procedía del planeta Marte. Y es que a diferencia de todas las otras naves que habían sido detectadas anteriormente, ésta no estaba tripulada por científicos; sino por fanáticos de los deportes en plan Holligan.

Decidieron pues ir a la Tierra, ya que uno de ellos había visto o leído en alguno de los canales de documentales de su propio planeta sobre la diversidad deportiva que los humanos practicaban. Sólo que por ignorancia, confundían nuestras películas de ciencia ficción, los documentales y los canales deportivos terrestres amalgamando todo ese conocimiento en una mezcla de realidad y fantasía que nosotros mismos habíamos ayudado a construir.

Sus demandas eran simples… Querían jugar un partido de fútbol soccer contra los mejores representantes de la Tierra. El partido debía ser en el Estado Azteca en la Cd. de México, y en caso de que la humanidad perdiera... la Tierra sería completamente destruida (Y por supuesto que podían hacerlo).

Todo esto tenía una explicación. Resulta que estos autodenominados marcianos habían visto transmisiones del Mundial de Fútbol celebrado en 1986 y daban por hecho que Argentina era el equipo a vencer y que los juegos más importantes del musno se hacían en México; hasta pidieron que se mostrara la “ola” durante la contienda.

El presidente de los Estados Unidos, trató de explicar los cambios que habían surgido con el paso del tiempo y sobre como eran las cosas en la actualidad; pero ellos se negaron a entender y lo único que logró conciliar fue que los “marcianos” no exigieran que Diego Armando Maradona jugara en dicho partido. Sin embargo, no pudo convencerlos de que la Chiquitibum ya no tenía el busto tan firme por lo que tuvieron que operarle para devolverle su gloria pasada y la querían ver entre los asistentes dando pequeños saltos a cada momento.

De lo que no hubo ningún inconveniente fue de que durante el partido se vendiera cerveza “Carta Blanca”, ya que la compañía cervecera estaba encantada con la publicidad que recibiría que dispuso toda la parafernalia neesaria sin objetar absolutamente nada.

El día del partido llegó y todas las televisoras del mundo apuntaban sus cámaras al evento que definiría el destino de la humanidad. Entro al estadio la selección de Argentina y los tripulantes de la nave. Los primeros de color azul y blanco, los segundos en uniforme de color rojo con la piel verde (como todos esperarían que aparecieran).

El estadio a petición de los “marcianos” estaba lleno de mexicanos y de un representante de cada uno de los países en dónde la FIFA tenía afiliados.

Se inicio el partido con el silbatazo del árbitro y en las gradas se escuchaba el grito ensordecedor de los mexicanos:

A la bio, a la bao, a la bim bom ba, ¡MARTE! ¡MARTE! ra ra ra.

(Muchísimas gracias a Francisco Hernández por la autorización para publicar este cuento y poder compartirlo con ustedes)

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Entre las leyendas del fútbol, siempre se resalta la inolvidable figura del argentino Cesáreo Onzari, quien marcara el primer gol olímpico de la historia, cuando Argentina enfrentó al seleccionado uruguayo, flamante Campeón Olímpico de 1924. Fue en el estadio de Sportivo Barracas.
Hasta ese momento, la reglamentación no daba como válidas las anotaciones directamente de tiros de esquina, pero en la semana previa a este partido se difundió la nueva disposición.
De tal modo, Onzari hizo un gol legitimado por el árbitro, ante los olímpicos de Uruguay, marcando un hito que se lo recuerda en todas las estadísticas.
Lo cierto es que a medida que el profesionalismo dio cuenta de menos distracciones en los esquemas defensivos de los equipos, no son comunes los goles olímpicos. Pero un futbolista argentino, poco mencionado en las historias futboleras, Nicolás Infante, de Ferro Carril Oeste, instaló un récord singular.
Infante convirtió 4 goles olímpicos vistiendo la camiseta verde, entre las décadas del 30 y del 40. Pero para dar mayor valor a sus goles olímpicos, digamos que Infante le convirtió desde las esquinas a arqueros de enorme prestigio, como Bossio, Estrada, Bello y otro menos conocido, Macarrone, guardavallas que actuaba para Atlanta.

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La vergüenza es un sentimiento que está un poco perdido en las sociedades y que sirve para que, montado en ese sentimiento, uno pueda sacar fuerza de flaquezas. En el fútbol como en la vida.

(ALBERTO FANESI, ex jugador y director técnico argentino)

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Con el paso de los años, cuando escuchaba a Muhammad Alí decir que era ‘el más grande’, no podía parar de sonreír. El más grande fue Duncan Edwards.

(JIMMY MURPHY, ayudante de Matt Busby en el Manchester United en la década del '50)

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LOS TANOS - Audax Italiano La Florida (Chile)


Los Inicios

Corría el año 1910. El primer Centenario de la Declaración de la Independencia de Chile había sido celebrado con entusiasmo por la ciudadanía chilena. De ese entusiasmo desbordante participaban también en forma importante los nacidos en Italia, que habían venido de esas lejanas tierras y sus hijos nacidos en esa larga y angosta faja de tierra llamada Chile.

Las brisas primaverales daban un encanto especial a las noches de Santiago en ese mes de Noviembre de 1910. La Alameda Bernardo O’Higgins, con sus altos y esbeltos álamos, era el punto obligado de reunión de la juventud alegre y soñadora de esa época.

Como nace la idea

Una noche bajo un farol, junto a la hoy desaparecida Pérgola de las Flores, frente a la Iglesia de San Francisco y la Pastelería “Ramis Clar”, tres jóvenes italianos tuvieron la idea de formar un club, una Institución poderosa que cobijara bajo su alero a todos los miembros de la Colonia Italiana para demostrar el vigor de su raza, compitiendo leal y fraternalmente en las lides deportivas con la juventud chilena y dejar marcado a fuego con el apodo de “Tanos”, como se conoce en Sudamérica a los inmigrantes e hijos de italianos, a la naciente institución.

Estos tres jóvenes eran Ruggero Cozzi, Alberto Caffi y Amato Ruggieri. Cozzi fue el de la idea, Caffi y Ruggeri la compartieron de inmediato.

Junto con prometer no descansar hasta ver coronados por el éxito sus desvelos, Cozzi, Caffi y Ruggeri aportaron los primeros dineros para la tarea. Cada uno aportó diez centavos. El día 30 de Noviembre de 1910 se sembró la semilla de lo que hoy es Audax Club Sportivo Italiano.

La primera reunión

La primera reunión se efectuó en calle Puente 689, donde estaba ubicada la Sombrería Caffi. Allí, teniendo como asientos los mostradores de la tienda, se reunieron Ruggero Cozzi, Alberto Caffi, Amato Ruggeri, Arnaldo Antolise, Epaminondas Andreani, Zifredo Bersezio, Emilio, Octavio y Pergente Cintolesi, Enrique y Luís Dateri, Saturnino del Sante, Carlos Daveni, Mario Maglio, Albino Pagani, Arturo Podestá, Victorio Queirolo, Gerolamo Repetto, Armando Zanelli, Héctor y Rafael Zembo.

Aprobada con entusiasmo la brillante idea de Cozzi de fundar un club deportivo, de inmediato se echaron las bases de “Audax Club Sportivo Italiano”, en la vieja y amplia casona de San Isidro con Marcoleta. Audax Italiano ocupó una pequeña, modesta y oscura pieza. Era el último rincón de la casa, pero no fue inconveniente para que a fines del mismo año la verde divisa se paseara triunfante por las pistas del ciclismo chileno.

En la medida que aumentaban los triunfos, fue cada vez mayor el prestigio, lo que trajo consigo el paulatino crecimiento del número de socios que obligó a ocupar más habitaciones de la vieja casona, sobrepasando el Centro Democrático Italiano en poderío económico, en actividad y cantidad de socios.

Audax Club Ciclista Italiano poco tiempo después de su fundación, llevó al cargo del presidente al joven Alberto Caffi, quien con entusiasmo, cariño, criterio sano y justo dirigió por 23 años consecutivos a la Institución, constituyéndose en uno de los principales paladines de la grandeza siempre creciente de esta entidad deportiva.

Nace el fútbol

Ya en 1917 empezaron a formarse los primeros equipos de fútbol, que jugaban reñidos partidos a nivel local con otras instituciones. Pero con la llegada de los hermanos Domingo y Tito Frutero, entusiastas cultores de fútbol, lucharon ardorosamente por crear esta nueva rama, ya que este deporte empezaba a prender con inusitada rapidez en la juventud chilena.

A comienzo de 1922 los hermanos Frutero, encabezando un grupo de socios, le dieron forma a la rama de fútbol, que de inmediato ingresó a la Liga Metropolitana. Fue este mismo año que el novel equipo ganó el Campeonato de Santiago 1910.

En 1933, ya con el nombre de Audax Club Sportivo Italiano, formaba parte de los clubes fundadores de la Asociación Central de Fútbol de Chile.

Tres años después, en 1936, ganaba su primer título de Campeón de Chile de Fútbol, repitiendo los años 1946, 1948 y 1957. Además ha sido nueve veces vice-campeón.

El crecimiento acercaba nuevos socios y los deseos de crear nuevas disciplinas deportivas; fue así como nacieron las ramas de Esgrima, Patín, Hóckey, Motociclismo, Bochas, Automovilismo y Básquetbol.

1936 el primer grito de campeón

Este plantel era dirigido por Carlos Giúdice y las principales figuras de esté plantel eran: Luís Cabrera, Ascanio Cortes, Carlos Giúdice y Hernán Bolaños quien fue goleador ese año con 14 goles. En está campaña jugó 10 encuentros, en donde ganó 7, empató 2 y perdió sólo uno. Anotaron 38 goles y recibieron en contra 20. Audax resultó ser el equipo más goleador y el menos batido de aquel año.

El torneo de Audax es avalado por los subcampeonatos, en 1934 y 1935, tras Magallanes, que resultó ser el primer tricampeón del Fútbol Chileno.

1946 el segundo titulo audino

Con Daniel Chirinos como gran figura en el pórtico audino, Audax consiguió su segundo título. Ganó la liga con 38 puntos, dos más que su perseguidor, Magallanes. Marcó 66 goles y recibió 50.

En la zona del mediocampo Jorge Acuña, era un gran habilitador y gran colaborador con el quite. Y en la delantera Hugo Giorgi, un goleador innato, quien al año siguiente ficharía por el Bologna de Italia.

1948 campeón anticipado

Seis puntos de ventaja sacó Audax de su más cercano perseguidor en la tabla. Por lo cuál se coronó campeón tres fechas antes que terminase el torneo El plantel estaba conformado por la misma base de 1946, con Chirinos en portería, Cabrera en la defensa, Carlos Atlagich en el quite en la zona media y Ramón Vilasante, serían jugadores claves para la obtención del tercer titulo audino. Además de contar con el goleador del torneo Juan Zarate, quien anotó 22 goles.

El entrenador de este equipo era el señor Salvador Nocetti, quien años más tarde se transformó en el entrenador de la selección nacional de Chile.

1957 la última hazaña

La última vez que un plantel itálico fue campeón fue en 1957, en donde Audax finalizó primero con 34 puntos. Tres de diferencia con su más cercano perseguidor, que era la Universidad de Chile. Audax marcó 51 goles y Daniel Chirinos su portero recibió 42 en 21 partidos jugados.

El entrenador de este plantel era Ladislao Pakosdy, quien también estuvo a cargo de la selección de Chile. El plantel aún mantenía a su portero, Daniel Chirinos, quien está en la historia del plantel por ser uno de los jugadores que estuvo en 3 de los 4 títulos de Audax.

Aquel plantel estaba conformado por: Raúl Águila, Vicente Astorga, Israel Benavides, Daniel Chirinos, Conrado Comte, Luís Escobar, Sergio Espinoza, Malaquias González, Francisco Molina, Carlos Tello, Mario Torres, Adelmo Yori, Héctor Toledo y Luis Medina, entre otros.

Años difíciles

Si bien a comienzos de la década de 1950 el equipo continuó siendo un activo protagonista del campeonato, alcanzando su séptimo sub-campeonato en 1951 y el mencionado título de Campeón de 1957, su rendimiento comenzó a decaer paulatinamente hacia fines de la década. De ahí en adelante el equipo deambuló entre la mitad de la tabla y los últimos lugares, llegando a descender a la Segunda División en 1971. Recién 6 años más tarde el Audax volvería a disputar el torneo de Primera División 1977, ubicándose en el 9 lugar, de 18 equipos.

En su vuelta a la Primera División el equipo no volvería a reeditar su glorias pasadas, sin embargo, el año 1981 y gracias al esfuerzos de dirigentes y del técnico Hernán Godoy estuvieron más de diez partidos invictos en el campeonato nacional además de acceder a la final de la Copa Chile tras eliminar al Cobreloa finalista de la Copa Libertadores de América en Calama por 1-0. Lamentablemente, en la final, perdió 5-0 contra Colo-Colo. En ese equipo destacaban: "El perro" Zamorano en la defensa, Carlos Rivas como creador acompañado por el delantero mundialista Juan Carlos Letelier. Al año siguiente se contrató al "Pititore" Cabrera en reemplazo de Letelier.

Posteriormente los itálicos apenas se salvaron del descenso en 1983, gracias a que ese año no descendió ningún equipo, pues se resolvió ampliar la Primera División de 22 a 26 equipos, dividiéndose el torneo en dos zonas de 13 equipos cada una, disputándose un cuadrangular entre los dos primeros de cada zona.

Sin embargo, en 1986, con un campeonato reducido a 18 equipos, el Audax volvería a la Segunda División al resultar penúltimo, solo superando a Magallanes. Esta sería la etapa más oscura del club, e incluso en 1988 estuvieron cerca de descender a la Tercera División donde derrotó en partidos de ida y vuelta a Malleco Unido, permanecería en la Segunda División hasta 1995, donde nuevamente ascendería a Primera División.

1995 el retorno a Primera División

De la mano de Jorge Aravena, Audax consiguió su vuelta a Primera División. Con Fernando Astengo en la defensa, Fabián Vásquez en el mediocampo y Alejandro Carrasco en delantera junto a Rodrigo Delgado, Audax logró junto a Wanderers el regreso a la Primera División del fútbol chileno.

Ambas escuadras lograron el ascenso en la última fecha del torneo, partido que los enfrentaba en igualdad de puntaje. El encuentro terminó empatado sin goles y tras una serie de otros resultados, tanto Audax Italiano y Wanderers terminaron ascendiendo a la división de honor. El título se dilucidó en dos partidos extras, consiguiéndose el anhelado regreso a la Primera División.

2006-2007 con las fuerzas de un toro a las primeras participaciones internacionales

Las temporada 2006 y 2007 han sido históricas para Audax Italiano, debido a que estos planteles de la mano del técnico Raúl Toro, han sido los primeros planteles en clasificar a competencias internacionales, Copa Libertadores y Copa Sudamericana, en donde se registra sólo una derrota, frente al Necaxa en México, sobre un total de 10 partidos jugados.

Sociedad anónima deportiva

En Enero de 2007 Audax Italiano pasó a llamarse "Audax Italiano La Florida Sociedad Anónima Deportiva y Profesional.

Con este cambio se espera lograr un crecimiento en la institución y tiene como objetivo la práctica de deportes de todas sus formas, actividades de docencia, promover el esparcimiento social y cultural de sus miembros por medio de bienes inmuebles, estadios, canchas deportivas, establecimientos educacionales propios o de terceros y la construcción de los mismos para tales fines.

Uniforme y Escudo

Desde su fundación en 1922 el color predominante de la rama futbol de Audax Italiano ha sido el color verde en la camiseta y medias y el blanco en los pantalones.

El club debe sus colores a la representación de la bandera italiana, por lo que a menudo se han agregado trazos rojos y blancos a la camiseta verde para resaltar esta identificación. Si bien el uniforme del club no ha presentado mayores cambios a lo largo de su historia, en 1997 se agregó una franja horizontal blanca la que solo se mantuvo por algunos partidos.

En lo que respecta al uniforme alternativo desde sus inicios ha sido completamente blanco al cual tradicionalmente se le han agregado trazos rojos y verdes.

El escudo de Audax representa una rueda de bicicleta protegida por un águila, con el fondo de los colores nacionales de Italia, ésto porque los primeros dirigentes del club eran un grupo de amantes del ciclismo italiano que dieron inicio a este club y a su rama deportiva, lo que incluyó construir el "Stadio Italiano", utilizado hasta ahora y fiel testimonio del esforzado trabajo de sus dirigentes.

Normalmente el escudo de la institución está ubicado en la parte superior izquierda de la camiseta, aunque en algunas temporadas de la década de los 90 y en el año 2006 se situó en el centro de ésta, sobre el sponsor.

El nuevo estadio

En sus comienzos Audax Italiano tenía su propio estadio llamado "Estadio Italiano" ubicado en las calles General Saavedra con Guanaco en la actual comuna de Independencia detrás del Cementerio General, sin embargo este recinto posteriormente llevó muchos años clausurado hasta ser demolido.

Ya desde que debutó el profesionalismo en 1933 Audax utilizó su localía en los estadios Santa Laura y Nacional, ya que el Estadio Italiano de Independencia fue demolido.

Audax Italiano juega de local en el Estadio Municipal de La Florida desde 1987, recinto que es propiedad de la Municipalidad de La Florida y que se encuentra en comodato por el club desde 2005. Fue inaugurado en 1986 y tiene una capacidad de 8.500 espectadores. Se encuentra en calle Enrique Olivares 1003.

El recinto deportivo posee una superficie de pasto sintético de 10.513 m² que cumple con todos los estándares exigidos por la FIFA, lo que permite que en el futuro se puedan jugar partidos internacionales. Cuenta además con iluminación artificial.

El 9 de Diciembre de 2007 se jugó el último partido oficial antes de su remodelación para ser sede de la Copa Mundial Femenina de Fútbol Sub-20 de 2008 entre Audax Italiano y Cobreloa, con triunfo audino de 1-0.

Actualmente el estadio se encuentra en fase de remodelación. El proyecto presentado por la firma de arquitectos Judon & Olivos prevé una estructura de acero, hormigón y poliéster.

La capacidad será aumentada a 12.000 espectadores sentados (la FIFA no permite público de pie en los estadios que alberguen competiciones internacionales, no importando su categoría), y su estética lo integrará al barrio que lo rodea. Accesos abiertos, plazas alrededor del estadio y zonas de encuentro están previstos en su construcción.

Asimismo, el estadio tendrá estacionamientos subterráneos, convirtiéndolo en el complejo deportivo más moderno de Santiago. Sólo se conservará su actual cancha de pasto sintético, al cumplir ésta con los estándares FIFA.

Debido a la remodelación del estadio floridano, Audax Italiano hace de local durante el año 2008 en los estadios Monumental, Nacional y Santa Laura.

Fuentes consultadas:

• Wikipedia

• Fotolog “Museo de Audax Club Sportivo Italiano”

• Página web oficial del club Audax Italiano La Florida

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-Los jugadores de Nacional, si no sacan un resultado favorable, terminarán como los pilotos japoneses de la Segunda Guerra Mundial.

-¿Como los Kamikazes?

-Sí, como ésos, haciéndose el harakiri.

(Breve pero didáctica charla entre el relator y el comentarista del canal Fox Sports, durante el partido disputado entre Nacional de Montevideo y Pumas de México por la Libertadores 2006)

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Si Willington Ortiz hubiera jugado el mundial de Italia 90 hubiera sido el Rey del Futbol a nivel mundial.

(EFRAÍN "El Caimán" SÁNCHEZ, ex futbolista y director técnico colombiano)

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El fútbol es el juego más sencillo del mundo.

(STEVE Mc MANAMAN, ex futbolista inglés)

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Mi cotidiano insomnio (Leonardo Favio - Argentina)


Mi cotidiano insomnio
se obstina en el misterio
de recordarme al otro
aquel que fui.

El niño que rondó algún potrero
que, seguro, ya no besa la luna.

Aún no habías nacido
y andabas en mi envidia,
como en todos los niños.

Diego,
en la callada foto
que conservo en mi cuarto
donde desguarnecido
te apoyaste en mi pecho,
vi tu desolación
de niño acorralado.

Se adivina el madero
en tu mirada tierna.
Una constelación de multitudes
te ha cercado por siempre.

Ya no tendrás olvido,
ya no tendrás descanso.

Mientras haya un planeta
en que respire un niño,
un niño habrá que sueñe
que es Diego,
y que repite los goles imposibles
de músicas y pájaros.

Diego,
no te puedo ayudar,
hoy he llorado.

(Leonardo Favio, reconocido realizador cinematográfico,
guionista, compositor, cantante y actor argentino)

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En cuestión de cábalas en el fútbol, hay miles de anécdotas, pero un caso singular le ocurrió a Jorge Valdano. Relató el caso de un adorno en su casa, un elefante de características especiales "Me remonto a mi etapa de jugador en Zaragoza. Ocurrió en un momento en que me iba muy mal, me había lesionado. Y tenía en mi casa un elefante con la trompa para abajo, que creo que había sido un regalo de mi hermano, el cual lo había visto en un negocio de Buenos Aires. Era un elefante en forma de marco, con mi foto y por eso mi hermano lo compró para mí. Hasta que una vez alguien me dijo: '¿Qué haces con un elefante con la trompa para abajo? Eso da mala suerte'. Yo no le di importancia, pero me iba peor y comencé a mirar con desconfianza al elefante.
Un día tenía un problema de pubis y me dijeron que me tenía que operar. Estaba de mal humor. En ese estado de ánimo, entré a mi casa y tiré el elefante por la ventana. Todo cambió. Mucho más tarde, cuando dirigía al Tenerife, fuimos a jugar contra Rayo Vallecano. Esa vez usé una corbata que me habían regalado y que estaba llena de elefantes. Ganábamos 2 a 0 y terminamos perdiendo 4 a 3. Miré la corbata y advertí que todos esos elefantes tenían la trompa boca abajo. Me quise morir. Después de contar esas anécdotas, empezaron a decir que era supersticioso y recibí de parte de hinchas varias corbatas con elefantes con la trompa boca arriba. Pero no soy supersticioso…"

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Él casi firma por el Middlesborough, pero le dije que Newcastle está más cerca de Londres. Afortunadamente, los futbolistas creen cosas como éstas.

(KEVIN KEEGAN, ex futbolista y director técnico inglés, sobre el fichaje de Robert Lee con las "urracas" en 1992)

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Si me lo alunan me muero...

(ANTONIO ALZAMENDI, ex futbolista uruguayo, luego del gol convertido a Alemania en el Mundial de 1986. NOTA: Antonio, cómo te lo van a "alunar" si esa selección no le hacía ni un gol al arcoiris...)

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Pedernera, el Beethoven del fútbol


El fútbol tiene memoria débil y no siempre devuelve lo mucho que le dan y permite que se pierdan en el olvido nombres de futbolistas muy grandes, que contribuyeron a la evolución y crecimiento de este deporte.

Uno de esos grandes olvidados es el argentino Adolfo Pedernera, un genio que supo adelantarse a la época que le tocó vivir y que entendió el juego como nadie lo había hecho.
En una nota que publicada en el año 2007 en la página web del prestigioso Diario “As”, de España, y firmada por Oscar García, se señala que “sus compañeros y rivales sí supieron valorar la aportación de Pedernera al fútbol y hombres como Alfredo Di Stéfano no ahorran elogios cuando hablan de Adolfo, uno de los principales referentes de La Saeta en sus comienzos en River. Rivales como el legendario capitán uruguayo Obdulio Varela también lo tenían claro: "Yo he jugado contra Pedernera, y cómo él, nadie".

Agrega el comentario que “Pedernera fue el gran ideólogo de 'La Máquina' dentro del campo, el hombre que con su calidad, inteligencia y visión de juego hizo posible que un grupo de excelentes jugadores marcara una época en la historia del fútbol, no sólo argentino, sino mundial. La paternidad de ese equipo legendario ha sido atribuida a los técnicos Renato Cesarini y Carlos Peucelle”. Cansado de la disputa, Peucelle quiso acabar con el debate muchos años después: "La Máquina de River fue un invento de doña Rosa, la madre de Adolfo Pedernera".

La casualidad, como en casi todos los aspectos de la vida, también hizo su aportación. Y es que Pedernera comenzó jugando como delantero por la izquierda, pero el excelente marcaje al que le sometió en dos ocasiones Ignacio Díaz, defensa de San Lorenzo, motivó que retrasara su posición.

García también dice en su nota que "así, actuando como un moderno mediapunta, más que como delantero centro, se convirtió en el generador de todas las acciones ofensivas de River. Sus magníficas cualidades hicieron de él un futbolista ideal para ese puesto y sus excelentes pases encontraron en Ángel Labruna el mejor destinatario posible".

La perfección que alcanzó aquel bloque la trató de explicar el propio Adolfo: "En la práctica nosotros hacíamos una WM, con Moreno, yo, Rodolfi y Ramos en los cuatro vértices de lo que se llamaba el cuadrado mágico. Pero lo fundamental de ese equipo era que cubríamos todos los sectores de la cancha moviéndonos con permanentes cambios de puesto". Eran los años 40 y el fútbol total había llegado a este juego. Y no sólo había llegado, sino que bajo el liderazgo que ejercía Pedernera era interpretado a la perfección.

Famosos, ricos y admirados, en aquella época la presencia de los futbolistas también era requerida en los principales círculos sociales. Pedernera recurría a la ironía para justificar la fama de mujeriegos que les acompañaba: "No es cierto que anduviéramos por ahí corriendo mujeres. Nosotros no las corríamos: ellas se dejaban agarrar".

Conocido como El Beethoven del fútbol, El Gardel del fútbol o El Maestro, Pedernera jugó posteriormente en Millonarios de Bogotá, donde se reunió con Pipo Rossi y Di Stéfano para hacer historia en el fútbol colombiano con un equipo que alcanzó tal grado de brillantez que fue conocido como "El Ballet Azul".

Se retiró en Huracán e inició entonces su trayectoria como técnico. Dirigió a Independiente, América de Cali, Colombia, Gimnasia y Esgrima de La Plata, Boca Juniors, Quilmes, Independiente y Argentina, con la que fracasó en su intento de clasificarla para el Mundial ’70.

Fallecido en Mayo de 1995, pocos meses antes transmitió la principal diferencia que veía entre el fútbol de su época y el actual: "Ya no existe la bohemia de antes. Hoy el mensaje es más claro: si ganas, sirves; si pierdes, no".

"Ojalá hubiera muchos Pedernera" (por Alejandro Dolina)

La palabra código no me gusta mucho, porque uno enseguida la puede asociar a la mafia. Pero, de todas maneras, creo que algunos están bien. Son una especie de lealtad de discreción.

El código parece algo corporativo. Muchas veces conviene no decir ciertas cosas. Cuando uno va a criticar a una persona pone todo en la balanza. Si es buen tipo, si se mandó alguna macana, en fin. Para criticar hay tiempo. Entonces es bueno reflexionar antes de abrir la boca. Uno no puede actuar como un fiscal.

En el caso de los entrenadores que acusan a los que trabajaron antes, hay que ser pensantes y tener en cuenta que no hubo una “botoneada” directa. No es para tanto. Ellos necesitan dar una respuesta ante un público que no admite el fracaso. Tienen muchas presiones, se sienten perseguidos. Los entiendo.

¿Si yo hubiera hecho lo mismo? Hay que estar en un lugar, en una posición para poder decir u opinar. A mi no me gusta decir que en lugar de tal tipo yo no haría lo mismo. Es una cuestión de principios. Por ejemplo, yo jamás digo que nunca haría un programa de concursos, con premios y esas cosas que se hacen a menudo. Hoy por suerte me va bien y tengo trabajo. Pero si en el futuro lo necesito, quizás lo tenga que realizar.

Un tipo con códigos fue Adolfo Pedernera, una persona que mantenía sus conductas. Pero claro, estamos hablando de un fuera de serie. Un tipo como los que no hay. Ojalá hubiera muchos Pedernera. El sostenía todo lo que decía con sus actos y jamás te iba a dejar a mitad de camino, pero no todos pueden ser Pedernera.

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El ex árbitro argentino Arturo Andrés Ithurralde contó que en ocasión de expulsar a un jugador de la cancha, durante el Torneo Metropolitano de 1981, que tuviera como Campeón a Boca Juniors, dirigido por Silvio Marzolini y con incorporaciones de gran nivel como Diego Armando Maradona y Miguel Ángel Brindisi, un futbolista se le acercó recordándole que "hace poco viajamos en el mismo avión a Montevideo, no me puede hacer esto, don Arturo". Y el árbitro, recordando el viaje en cuestión, le contestó: Es cierto, a Montevideo viajamos juntos, ¡pero al vestuario se va solito!

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Lo único que le falta al vestuario es el aire acondicionado, díganle a Macri que no sea tan miserable je..."

(RAMÓN DÍAZ, ex DT de San Lorenzo, después de un partido ante Boca Juniors en La Bombonera -2007- y una "indirecta" al por entonces presidente de la entidad de La Ribera)

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Por salvarse del descenso cobraron un millón de dólares de premios y el técnico otros 200 mil. Yo en mi puta vida he visto un millón de dólares juntos y eso que hace 47 años que soy abogado.
Central va a salir adelante, va a salir del lugar en que está, porque sino los voy a matar a todos estos hijos de mil p..., jugadores y técnico.


(HORACIO USANDIZAGA, Presidente de Rosario Central, días atrás, durante un discurso en la filial "Mario Alberto Kempes" en la localidad de Funes, cercana a Rosario)

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Se juega (Rubén Juárez - Argentina)

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En Noviembre de 1957, el Esporte Clube Recife solicitó al Santos F. C. dos jugadores en préstamo.
El club paulista ofreció a los jugadores Ciro y Pelé por 4 meses.
Días después, un telegrama, que se guarda aún como una reliquia, llega a la sede del Santos proveniente del Director de fútbol del club de Recife y el cual decía textualmente:
"Pelé no interesa. Embarquen a Ciro".

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En Italia, la cultura táctica ya es casi una obsesión; incluso los futbolistas dejan de lado sus capacidades para poder aplicarse tácticamente.

(MANUEL PELLEGRINI, entrenador chileno)

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Tenía olfato de gol, era una fracción de segundo más rápido que los defensas.

(GERD MULLER, ex futbolista alemán, opinando sobre él mismo)

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El loco Cansino (Roberto Fontanarrosa - Argentina)


Para que usted tenga una idea de qué tipo de futbolista era ese muchacho, le cuento que jugaba llorando. Pero no le digo llorando porque protestaba o porque se la pasaba quejándose a los árbitros o esas cosas que nos han dado a los argentinos la fama de llorones, no.
El Loco Cansino lloraba en serio, con lágrimas, desconsoladamente, mientras llevaba la pelota. Yo lo he visto. Parece algo digno de risa pero créame que era una cosa bastante impresionante. Cómo decirle... angustiante.
Cansino entraba a la cancha muy serio, no sé si concentrado o qué, pero usted lo veía serio, el ceño fruncido, con la vista perdida sobre el césped, parecía que no se fijaba ni en los adversarios ni en la gente que había ido a la cancha. Y le aseguro que por ese entonces iba muchísima gente a la cancha de Sparta, muchísima. Porque tenía un equipazo. Jugaban el Gringo Talamone, el Negro Oroño, Sebastián Drappo, que después fue a Racing, la Garza Olmedo, que era el arquero, y otros más que ahora escapan a mi memoria pero que ya me voy a acordar.
Pero la figura, la figura, era Cansino sin duda alguna, el Loco Cansino. Y mientras el partido iba bien, digamos, mientras no fueran perdiendo, Cansino se mostraba normal, calmo, tranquilo. Jugaba ahí, en su punta, participaba poco del juego, la pedía de vez en cuando, al estilo de los viejos punteros derechos, que no se movían de al lado de la raya. Hasta daba la impresión de ser un poco frío, de no interesarle demasiado el partido.
Pero si los rivales hacían un gol, se ponían en ventaja, ahí Cansino se ponía a llorar.
No le voy a decir que se ponía a llorar de golpe, de repente. Pero era una cosa como que entraba a hacer pucheros, a aspirar aire, a fruncir la cara, y ya la gente empezaba a prestarle más atención a él que al partido porque sabía que Cansino se iba a largar a llorar.
Era una cosa bastante dramática, permítame que le diga. Bastante dramática.
"¡Aguante, Cansino! ¡No es nada, Loco, ya van a empatar, no llores!" lo alentaban desde la tribuna, porque a la gente le daba no sé qué verlo así, tan sentido. Pero se largaba a llorar nomás, como los chicos. Y le cuento que Cansino, cuando pasó por Sparta ya andaba cerca de los 30, debía ser un muchacho de 28, 29 años.
Le juro que entonces, ya perdiendo uno a cero, se venía para el medio, era como que no podía esperar a que la pelota le llegase a la punta. Se venía para el medio y empezaba a conducir el juego, pero no dejaba de llorar, desconsoladamente lloraba, daba pena verlo pobre muchacho. Era algo desgarrador mirarlo correr con la pelota, levantando la cabeza para localizar a sus compañeros, saltando sobre las barridas de los rivales y llorando a moco tendido, la boca abierta, colorado por el esfuerzo, las venas del cuello hinchadas a punto de reventar.
Lo notable es que los árbitros no sabían cómo tratarlo, no hay en el reglamento ninguna regla que estipule que un jugador no puede jugar llorando. Que no pueda insultar, sí, está contemplado, o gritarle al referí, bueno, vaya y pase (o como ahora que no está permitido seguir si un jugador está sangrando), pero nunca el reglamento dijo algo sobre un jugador que llorara. Lo dejaban, entonces.
Me acuerdo que hubo un arbitro muy grandote, el Inglés Mackinson, que la primera vez que lo vio así trató de consolarlo porque él mismo, Mackinson, ya tenía los ojos enrojecidos, vidriosos. Vio usted que hay gente que cuando ve llorar a otra persona, llora también. Paró el partido y le habló, agarrándolo de un hombro, paternalmente.
Pero no hubo caso, Cansino se contuvo un momento, tratando de aspirar hondo para cortar los sollozos; apenas reanudado el juego empezó de nuevo a pucherear y enseguida volvió al llanto.
Se imagina que a la hinchada de Sparta la cosa mucho no le gustaba porque era motivo de la risa de las otras hinchadas. De las risas y de las cargadas. Si hasta llegaron a decirles " los llorones" a los hinchas de Sparta, por causa de Cansino.
Por otra parte, en esos momentos era cuando Cansino, desesperado por el resultado adverso, podía conseguir los milagros más conmovedores, futbolísticamente hablando. Era ahí cuando se hacía dueño de la pelota y podía dar vuelta un resultado con una facilidad asombrosa. Gambeteaba de a cuatro, de a cinco rivales, hacía jugadas que yo, después, no he visto hacerlas a nadie, podía dar vuelta un partido él solo aunque fuera perdiendo por 3 ó 4 a o (cero).
Después, cuando Sparta lograba empatar, Cansino ya se calmaba. Casi ni gritaba el gol del empate, le digo. Se abrazaba con sus compañeros, eso sí, y se limpiaba los ojos con la manga de la camiseta. O con un pañuelo mugriento que siempre llevaba en la media. En ocasiones los mismos árbitros le alcanzaban un pañuelo y en una oportunidad lo vi secarse los ojos con el banderín del córner luego de lanzar el centro que determinó la paridad en el marcador.
"Escaso nivel de resistencia ante la adversidad", así me lo definió el doctor Suárez una vez que le pregunté, preocupado, por el caso de Cansino. Porque, indudablemente, como periodista deportivo del matutino "Democracia", el caso me interesaba.
Consulté a Suárez, asimismo, y ya en otro orden de cosas, si había alguna condición física, alguna anomalía incluso, que generara esa capacidad que Cansino tenía para la gambeta. "A veces se presenta una distorsión congénita -recuerdo perfectamente que me dijo el doctor Suárez, médico del Sparta- que genera una apreciable diferencia entre un hemisferio del cerebro y el otro, lo que produce en el paciente una distinta captación del tiempo y el espacio. Esto, en algunos casos, motiva una distinta relación en el equilibrio, y es por eso que Cansino puede intentar algunas cabriolas, o recuperar la vertical en una forma totalmente imposible para el resto de los mortales".
Alguna explicación de ese tipo debía de haber porque era insólito lo que hacía este muchacho en la cancha. La ley de gravedad no parecía existir para él y a veces uno sospechaba que tenía un radar de ésos que tienen los murciélagos dada su capacidad para no chocar contra los objetos sólidos. Pasaba entre una multitud de piernas, zigzagueando, sin tocarlas, cambiando el ángulo de su carrera a medida que lo iban bloqueando, modificando incluso su volumen corpóreo como si fuese líquido, como si fuese de mercurio, en procura de evitar los choques.
Era, por supuesto, imprevisible, y por eso le decían "El Loco". Podía arrancar, de pronto, hacia su propio arco, como si hubiese perdido el sentido de la orientación, como esas tortugas que ante explosiones atómicas han perdido la brújula genética que les indica dónde se encuentra el mar. O, de repente, llegaba hasta la línea de fondo y echaba el centro hacia el lado de afuera de la cancha, estrellándolo contra el alambrado. Para no contar las veces en que, de repente, se iba de la cancha, murmurando cosas, hablando solo, hasta meterse en el túnel.
Nadie se animaba a decirle nada porque, por sobre todas las cosas, Cansino era muy manso, muy buen muchacho, muy dócil. Le digo esto porque un par de veces yo fui a hacerle alguna entrevista a los entrenamientos y me atendió con mucha cordialidad. Pero, eso era cierto, se le notaba que no era un muchacho muy normal. O, digamos, yo ya comencé a percibir que, en él, se estaba desencadenando lo que después terminó como terminó.
La primera vez que le hice un reportaje fue acá en el centro, en el Hotel Italia, donde él paraba. Recuerdo que nos sentamos a tomar un café y me esquivaba la mirada. Otro detalle que recuerdo perfectamente, porque me impresionó mucho, fue que transpiraba. Transpiraba muchísimo, y era pleno invierno. Yo le hice una pregunta y no me contestó, no me contestó nada.
Había empezado a mirarme con cierta molesta fijeza. Pensé que no me quería contestar aquella pregunta que ya no recuerdo pero que, sin duda, era una pregunta absolutamente convencional y tonta, como ser dónde había nacido o cosa así. Intenté entonces con otra, que tampoco me contestó. Opté por una tercera, ya francamente incómodo e inseguro: considere usted que yo era un pibe de poco más de 20 años. A la quinta pregunta, Cansino modificó un poco su postura en la silla, me señaló su oreja izquierda y me dijo: "Hábleme de este lado, porque no escucho nada con el otro oído". Yo le había estado hablando sobre el oído sordo.
De ahí en más pude hacerle la entrevista y me encontré con la sorpresa de que era un hombre muy culto. Me habló de los inconvenientes que debe superar un joven de clase trabajadora para acceder a los primeros niveles en el orden del deporte, del fino y personalizado trabajo artesanal que hay en la confección de una pelota de fútbol, del elevado porcentaje de lactosa que se encuentra en un litro de leche de vaca y de la reconstrucción de la ciudad de Constantinopla luego de haber sido destruida por la Cuarta Cruzada a los Santos Lugares.
Era un poco errático en materia de conversación, lo admito, pero muy interesante. Lo del oído lo comenté después con el doctor Suárez y él me corroboró que ese tipo de disminución auditiva influía en gran medida en el sentido del equilibrio, tema que ya habíamos tocado en relación con la gambeta. Había algo inconexo en él; debido a eso, había un quiebre del equilibrio o de la inercia que lo hacía imprevisible.
En aquel campeonato regional del año 37, gracias a Cansino, Sparta se prendió en las primeras posiciones, cosa que nunca había conseguido. Pero a medida que se acercaba la definición del campeonato, la conducta de Cansino se hizo más y más extraña. Nunca se mostró agresivo o violento, pero siempre daba la nota con algún detalle fuera de lo común o medio raro. Salía a la cancha, por ejemplo, con una toalla rodeándole el cuello, como si recién se hubiera bañado. Había referís que se la hacían quitar, otros se hacían los distraídos, pero no era un detalle que pasara desapercibido pese a que le estoy hablando de una época en que los árbitros dirigían con saco y, a veces, los arqueros usaban sombrero, pero sombrero de fieltro, funyi.
Por esa época, Cansino empezó a escuchar voces, afirmaba que escuchaba voces que le hablaban en otros idiomas. Y lo que era más raro, las escuchaba en el oído sordo. En Sparta lo tenían entre algodones, preservándolo para la final, especialmente el ingeniero Wernicke, el presidente del club. Wernicke, muy preocupado, me decía: "Yo fui el que lo traje al club. Y cuando lo contraté sabía que le decían "El Loco", como se les dice a tantos wines derechos, pero no sabía que era loco de verdad".
Hacía bien en preocuparse Wernicke, quien además quería mucho a Cansino. En la semana previa al partido final contra Deportivo Federación, Cansino empeoró. Lo encontraron una noche caminando desnudo por las terrazas en la manzana de la pensión donde vivía. Dijo que estaba entrenando. O caminaba por calle Córdoba señalando con dedo índice hacia el cielo, vocalizando como si hablara pero sin emitir sonido. La gente no le decía nada porque lo reconocían. Lo reconocían porque andaba siempre con la camiseta de Sparta puesta, debajo del saco y la corbata.
Dos días antes del partido me enteré que lo habían llevado a un manicomio. Una cosa muy mesurada, hecha bajo cuerda para que no tomara estado público, pero con la intención de que lo trataran, lo sedaran, procurando que para el domingo estuviera bien. Un tratamiento rápido, por supuesto, de shock se diría ahora.
El sábado lo fui a ver, con una curiosidad más humana que periodística. Le estoy hablando de una época en que había menos canibalismo periodístico, no existía esa compulsión hacia los escándalos y las noticias rimbombantes. De ser así... ¿cuántos periodistas hubieran dado lo que no tenían para disponer de una primicia como la que yo sabía, revelada por el propio presidente del club?
Me fui a Oliveros, entonces, donde había por entonces, una pequeña casa de reposo, de salud. Y ahí estaba Cansino. Le habían hecho un tratamiento de electroshock que le había chamuscado casi todo el pelo. Él tenía un pelo bastante mota, renegrido y, cuando yo llegué, todavía le humeaba. Se imagina usted que, por esos años, no había un cabal conocimiento del manejo de la energía eléctrica y esos tratamientos se hacían un poco a lo bestia. Le conectaban unos alambres, le humedecían la ropa para que hubiera una mejor transmisión de la corriente y ahí le sacudían. Cuatro, cinco veces, las que fueran necesarias. El doctor que estaba a cargo del establecimiento me dijo que también le habían suministrado unas inyecciones de láudano, tilo y mercurio, para tranquilizarlo. También me contó que indudablemente la práctica del fútbol había empeorado la disfunción mental de Cansino, aquella descoordinación entre un hemisferio cerebral y el otro, de la cual me había hablado Suárez.
"Cada vez que este muchacho va a cabecear, y cabecea -me dijo-, el cimbronazo del impacto descoloca un poco más la armonía entre un hemisferio y el otro, haciendo más grande la grieta entre ambos".
De todos modos, la verdad es que Cansino lucía tranquilo, calmo. Se paseaba entre los otros pacientes con una sonrisita por esa especie de parque que tenía la clínica. Me reconoció enseguida y fue muy cordial conmigo. Me dijo que iba a jugar al día siguiente, que estaba perfecto. Me preguntó si yo sabía idiomas, porque creía reconocer la voz mía entre las voces que solía escuchar, habiéndole en portugués. Le dije que no, que lamentablemente sólo hablaba castellano. Incluso en un rasgo de sensatez me consultó cuál sería la formación del equipo de Sportivo Federación al día siguiente, y si había llegado al país en el dirigible Hindenburg. Ahí la pifiaba feo porque Federación era un club de acá nomás, de Roldan. Pero no lo encontré mal, dentro de todo.
Al día siguiente, el domingo, fui a la cancha. Había un gentío impresionante. Era la final, creo que ya le dije. Y el Loco Cansino salió con el equipo, lo que provocó una algarabía enorme entre la hinchada de Sparta porque algo había trascendido sobre su internación y había rumores de que no iba a jugar. Humeaba un poco, todavía, o al menos así me pareció a mí, pero también es posible que haya sido ese vapor que se desprende de los jugadores cuando están transpirados por el calentamiento previo y salen al frío del invierno.
Eso sí, lo noté algo descoordinado en los movimientos. Se hizo la señal de la cruz -yo no sabía que era tan católico- tocándose la frente, un hombro, una cadera, la rodilla derecha y el otro hombro. Luego se le producía un estremecimiento facial, una contracción como la que ocurre cuando uno bebe algo muy ácido. Pero estaba bien.
La cuestión es que empezó el partido y Federación metió un gol, así nomás, de arranque. Y, por supuesto, curado o no curado, contenido o no contenido, el Loco se largó a llorar, lo que produjo la burla, la cargada, el sarcasmo de la hinchada rival que había llegado en buen número.
Era algo contradictorio porque, como ya le he contado, Cansino lloraba y metía pierna como el que más, trababa más fuerte que ninguno y gambeteaba a cuanto rival se le cruzara. Sin embargo, todo su esfuerzo fue en vano. Cerca del final del primer tiempo, Federación metió el segundo gol. Era más equipo, buscar otras explicaciones sería faltar a la verdad. Más equipo. Empieza el segundo tiempo y el Loco estaba desatado.
Lloraba y metía centros, lloraba y pateaba al arco, lloraba y eludía a los adversarios. Cerca de los 20 minutos hizo una jugada bárbara y se metió en el arco con pelota y todo: 2 a 1.
En eso, yo, que estaba agarrado al alambrado, cerca de los palcos para la prensa y las autoridades, entre el griterío de la gente escucho una sirena. Me doy vuelta y veo llegar, por detrás del estadio, una ambulancia, a toda velocidad. Enseguida entran al estadio un par de enfermeros, con el médico que yo había conocido en la casa de salud de Oliveros y se dirigen corriendo hacia el palco del ingeniero Wernicke. Me acerco, entonces, a riesgo de que me consideraran un entrometido. Y escucho que el médico le cuenta al ingeniero que Cansino había matado a uno de los pacientes de la clínica. Se suponía que lo había degollado con un vidrio durante la noche, pero había escondido el cuerpo bajo la cama de su propia habitación y los enfermeros recién lo encontraron al mediodía, cuando a Cansino ya le habían permitido volver a Rosario para jugar el partido. Según el médico, había que encerrarlo de inmediato porque era muy peligroso.
Yo vi la cara del presidente y comprendí de inmediato el intenso conflicto emocional que lo invadía en esos momentos. Cansino era fundamental para alcanzar el empate que les permitiría consagrarse campeones. Le pidió, entonces, le rogó, al médico, que le diera a Cansino diez minutos más de libertad. El médico accedió, en parte porque le gustaba el fútbol, y en parte porque estaba esperando la llegada de la policía para dominar a Cansino.
Diez minutos después, exactamente diez minutos después, Cansino hizo otra jugada extraordinaria y le sirvió el gol al Valija Molina, un nueve grandote que era muy bruto pero que siempre la empujaba adentro. Molina hizo el gol y, automáticamente, toda la hinchada de Sparta invadió la cancha, para festejar.
Fue lo que aprovecharon la policía y los enfermeros, junto con nosotros, para correr hacia donde todos los jugadores de Sparta celebraban apilados: una decisión providencial, creo. Cuando llegamos hasta la montaña de jugadores, debajo de dos o tres de ellos, Cansino, rojo, desencajado, estaba estrangulando a Sturam, al petiso Sturam, el cuatro de su propio equipo con un alambre de enfardar.
Se le tiraron encima los enfermeros, los policías y hasta el presidente mismo para contenerlo. Después la prensa, desinformada, acusó a la policía de parcialidad manifiesta por unirse en el festejo de la conquista. Lo cierto es que, en el remolino de gente, lo agarraron a Cansino entre muchos y se lo llevaron para el túnel.
El partido no pudo reanudarse, había mucha gente dentro de la cancha y en realidad faltaban nada más que dos minutos. Entre la algarabía de la hinchada, yo escuché las sirenas de las ambulancias y de la policía alejándose. Fue la última vez que pude ver a Cansino. El club notificó luego que lo habían vendido a Montevideo, hubo trascendidos de que se había retirado del fútbol. Pero lo cierto es que nadie supo nada más de él.
Quedó como un héroe, eso sí. Vaya usted y pregunte a los viejos hinchas de Sparta por el Loco Cansino y todos se van a llenar la boca de elogios hablándole de él. Yo estuve tentado un par de veces de irme para Oliveros porque tenía la sospecha de que lo habían vuelto a encerrar allí. Pero vio cómo son estas cosas, va pasando el tiempo, uno se ocupa de otras cosas, y al final no va nunca. Pero... qué wing derecho era el Loco... Qué wing derecho.

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El pintor argentino Antonio Berni (1905-1981), fue un gran amante del fútbol. Era hincha del Club Colón de Santa Fe.
El último partido que presenció fue en la cancha del Club Atlético Boca Juniors, días antes de su muerte. Ese día jugó Diego A. Maradona, a quién él mucho admiró.
Se cuenta que estaba viendo el partido y al ser descubierto por un grupo que estaba en los palcos vecinos estos comenzaron a gritarle: "Maestro, esto es lo que tiene que pintar, la cancha y sus jugadores", a lo que él respondió "ya lo hice".
Efectivamente, Berni involucró en su pintura el tema del fútbol, pero dándole un carácter pueblerino y barrial.
Los protagonistas de "Club Atlético Nueva Chicago" (foto) y "Team de fútbol" son, precisamente, los chicos del barrio.

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Franz Beckenbauer es un defensor del fútbol, los momentos culminantes y la mentalidad ganadora. Además, ganó la Copa Mundial en nuestro país. Estamos orgullosos de él.

(BORIS BECKER, leyenda del tenis alemán, opinando sobre un emblema del fútbol germano)

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Tuve el placer de disfrutar de la compañía de Pelé en más de una ocasión, y si hubiera una selección mundial de bebedores también llevaría el número diez.

(ALAN HUDSON, ex internacional inglés)

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