(VICENTE FEOLA, entrenador de Brasil en la Copa Mundial de 1958, opinando sobre el malogrado wing)
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(VICENTE FEOLA, entrenador de Brasil en la Copa Mundial de 1958, opinando sobre el malogrado wing)
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Preparando el desafío (Gabriel Impaglione - Argentina)
Unas figuritas redondas, impresas en sonoras chapitas plateadas. Las coleccionábamos de a puñados y no había pibe que no tuviera pilones en los bolsillos a punto de descoserse.
Venían en paquetes rectangulares, traían cartones con los equipos completos de primera y detrás dos líneas de historia, la cancha, los nombres de los ídolos y DT, el sagrado escudito.
Yo tenía varias de Gimnasia y soñaba cubrir con ellas una pared de mi cuarto.
Nos juntábamos a las cuatro de la tarde en la puerta de casa, bajo un ceibo lleno de gatas-peludas de las grandes, esas verdes y dolorosas. Los pibes del barrio ya sabían, allí nos canjeábamos figus y se pactaban desafíos en el potrero de enfrente.
Un miércoles quedamos en un partido a cara de perro con los de la cuadra de la bicicletería, los del "Centro del Barrio", donde estaban los negocios y doblaba el colectivo.
Era un equipo fuerte y batallador, pero nosotros teníamos los habilidosos, y aunque muchas veces nos volvimos mordiendo el polvo de la derrota, y nuestros fenómenos llorando de la bronca y las patadas o rengueando, esta vez nos prometimos olvidar aquellos malos tragos y jugar hasta llenarles la canasta, con lujo incluído, como si fuera una cuestión de vida o muerte.
Hablamos con Don Carito, el abuelo de Azucena, -la novia que todos queríamos tener por la intensidad de su afición futbolera-, que siempre venía a mirar los partidos. Era la persona indicada, vivía justo en la esquina, en el límite exacto de los dos territorios futboleros. Aceptó ser referí y corrió al kiosco a comprar un pito.
Esa tarde nos juntamos en casa, bajo una larga galería sobre cuyos mosaicos gastados mi tío Lino dibujó una cancha de fútbol profesional con una tiza de clandestina procedencia escolar.
Fue hora de estrategias. Pizarrón para trazar el secreto de victorias inolvidables.
El partido de media hora por tiempo se jugaba con siete jugadores, así que pusimos siete botones rojos que le saqué a mi madre del costurero, de un lado, y siete chapitas del otro: Gatti, Perfumo, Marzolini, Della Savia, Onega, Artime y el Pinino Mas.
Aquel Hugo Orlando Gatti, mi ídolo, atajaba entonces en el Lobo de La Plata. Buscaba parecerme imitando las excentricidades del Maestro: salía a gambetear bien lejos de los tres palos, cacheteaba la pelota en el aire sobre la cabeza de los contrarios, achicaba arrodillándome delante del atacante y poniéndole el pecho al puntinazo... hasta que una tarde me hicieron cuatro o cinco goles al hilo y la contundente amenaza de mis compañeros me obligó a moderar el show... por la tranquilidad de los muchachos, claro.
Con chapitas y botones proyectamos el partido. El Gordo Tito, que era fanático de Deportivo Morón, se paró atrás junto a Roberto, el hijo del mecánico, tan grandote como patadura, amante de los fierros, la pelota era una cuestión de cuerpo a cuerpo y esta oportunidad, territorio para ajustar alguna cuenta con los de la zona comercial; en el medio Tilo y Bocha y adelante, de nueve, el Japonés Tokio, que sabía artes marciales. De punta el Turquito, el más rápido de la clase (y encima hacía la bicicleta que daba gusto). ¡Teníamos un equipazo!
- Hay que llevarlos a que pateen de lejos... si se vienen en malón al área, perdimos, decía el Turco. Bocha se lustró la punta de la zapatilla y dejó escapar una sonrisa de película de terror.
El turquito agarró la chapita del Pinino y armó una jugada bárbara mientras todos tratábamos de grabarnos la idea para hacerla en la cancha.
Recibió la pelota pisando el vértice de mi área grande y desbordó por la punta amagándole al nueve de ellos que atoraba la salida.
Avanzó hasta mitad de cancha, por la franja lateral, gambeteando en velocidad al volante y al nueve que lo seguía corriendo como si fuera la última vez y entró a campo contrario con la pelota al pie.
Allí amagó irse hacia el medio y desairando al otro volante central que se cruzó la cancha para partirlo, tocó la pelota hacia la línea lateral y con otro amague volvió hacia el centro de la cancha con la marca de los dos desairados atrás, para enfrentarse al defensor ése, el morocho grandote, que era el más temido del barrio; le amagó hacia adentro y entrando a pie cambiado pisó el vertice del área, rápido, inalcanzable.
Allí, en esa porción de territorio mágico encaró a mil por hora al otro defensor que con zancadas enormes llegaba a tapar el disparo.
El arquero corrió para achicarle, cerca del defensor desairado, que patinó en el pasto como si fuera una bailarina del Holliday On Ice, dos segundos antes.
El Turco, entre el arquero y el zaguero levantó la pelota en cucharita, al pie casi, y los hizo pasar de largo como toros en celo.
Dio dos pasos hacia el arco y acariciando con la zurda mágica la bola encantada, salió corriendo hacia el alambrado de la vecina, que siempre miraba los partidos tomando mate en el fondo...
Fá!! que golazo! Hasta la Doña lo felicitó y después le regaló un buñuelito! y otro vecino lo llevó al diario del pueblo a que le hagan un reportaje y sobre el pucho el primer contrato en Racing que había salido campeón del mundo ese año.
Y el Turco seguía y seguía imaginando hasta que le dije que "El día que alguien meta un gol así van a llover sapos sobre la cabeza de la reina de Inglaterra”.
Al Turquito los ojos le chorreaban sensaciones mientras acomodaba las fichas en su lugar.
Al otro día perdimos uno a cero, un gol de rebote, pura casualidad: la pelota se desvió en la zapatilla que se le había volado en un rechazo a Bocha, esa misma que se lustró el día anterior, y se metió en el rincón dando saltitos como un gato jugando con un ovillo de lana.
El Turco, llorando, se fue lesionado, y a Bocha, encima, le dieron tres puntos en la salita de primeros auxilios porque cabeceó el poste en un córner cuando faltaban menos de treinta segundos para que se acabe el partido. Don Carito salió corriendo con Bocha en andas y detrás Azucena llevándole la bicicleta.
Quedamos en una revancha que no se jugó porque terminaban las clases, y entre las fiestas y las vacaciones se desarmaban los equipos.
Luego esas cosas de siempre... la historia echada a rodar entre olvidos y memorias.
Hasta que muchos años después, cuando aquellas jugadas de pizarrón habían quedado en cualquier rincón del galponcito de la memoria, vi el gol, aquel gol, esa obra maestra de Diego en México.
El gol a los místers inventores del fútbol. El Gol. El más hermoso de toda la historia del fútbol.
De toda la historia de la Tierra, la Vía Láctea y alrededores! Y justo a los ingleses.
En un momento el flash, la infancia, Dieguito haciendo malabarismos con la redonda en el potrero, el turquito planeando la jugada con figus y botones, casi contemporáneamente tal vez... el sueño de lo imposible convertido en obra de arte, en capricho de la magia colgando su propia exposición eterna, infinita, maravillosa, indeleble en el corazón de la memoria.
Al otro día, en un recuadro de Clarín, la foto de tres sapos reinando en el jardín real, luego de haber caído desde el cielo en medio de una tremebunda lluvia que anegó también algunas calles de Londres.
(Mi agradecimiento a Gabriel Impaglione, escritor y periodista argentino, radicado en Italia, desde donde dirige la excelente publicación Isla Negra y quien me cedió este relato de su serie “Cuentos de arqueros”)
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Luis Artime (Argentina)
(extraído del libro “Jugar al fútbol” de Roberto Perfumo, ex jugador de fútbol y psicólogo social, Libros Perfil S.A., 1997)
(NELSON MANDELA, ex Presidente sudáfricano y Premio Nobel de la Paz 1993)
(OSCAR GALAGORRY, relator de Difusora Soriano, Uruguay, necesitando una urgente clase de anatomía)
Sociedades anónimas deportivas, presidentes mafiosos y recuperación de clubes
En los últimos años, un lema del mundo ultra italiano se ha extendido entre los fondos de los estadios de fútbol españoles: Odio eterno al fútbol moderno. A la vez, se han vivido escenas de revuelta en varios estadios contra la gestión de presidentes-propietarios.
Aunque ambos fenómenos pueden diferenciarse (el primero es más propio del mundo ultra, y supone una descalificación completa de la evolución del fútbol en los últimos años, mientras el segundo aparece entre el conjunto de los aficionados de clubes afectados por crisis deportivas), tienen una raíz común, la privatización de los clubes deportivos; y esta raíz, un contexto también común: la privatización de lo colectivo.
Justo en las fechas en que Carlos Solchaga, Ministro de Economía desde 1985 hasta 1993, decía aquello de "España es el país en el que resulta más fácil hacerse rico", se diseñó y llevó a cabo la conversión de los clubes deportivos en sociedades anónimas deportivas. Avanzando el proceso de privatización que años después dejaría en manos de las grandes familias económicas del país el capital colectivo de empresas públicas que precisamente disponían de posiciones de privilegio en el mercado por haber tenido carácter monopolístico (Telefónica, Iberia, Endesa, etc.), el paso a particulares del capital social del que disponían los clubes se llevó a cabo apelando a la necesidad de "modernizar" y "profesionalizar" sus estructuras.
De este proceso, visto en perspectiva, conviene destacar:
- La "modernización de las estructuras", que 15 años después ha concluido en una dependencia absoluta de los derechos televisivos, la pelea por "cuota" global de audiencia y notoriedad de clubes como marcas, futbolistas convertidos en iconos pop, giras asiáticas, estudios de mercado, mafias de representantes, horarios orientados al consumo internacional y la emisión televisiva, ha sido particularmente bien gestionada en España por los clubes que siguen perteneciendo a sus socios. Barcelona y Real Madrid no han necesitado despojar de la propiedad a sus históricos dueños para ser los más "modernos" y "profesionales", sean positivos o no estos epítetos. Por supuesto, sus presidentes no son "socios de base": cuentan con considerables recursos económicos previos para configurar sus candidaturas y eran con anterioridad parte de las élites locales, pero finalmente se someten a elecciones y pueden ser desplazados conforme al criterio de los socios.
- Retroalimentándose entre ellas, la conversión del fútbol en espectáculo global (la Champions League es la NBA europea) y la privatización de los clubes ha favorecido el alejamiento del fútbol de lo local: la pérdida de peso de las canteras, la menor permanencia de los jugadores en un mismo club (favorecido por el interés de representantes y las comisiones de traspasos) y el abandono de estadios históricos (Sarriá, Anoeta, Calderón, Mestalla) debilita el vínculo entre club y lo que en su día fueron socios, convertidos en abonados (sin margen de actuación) y relegados frente a quienes no acuden al estadio pero aportan audiencia televisiva.
- Si la privatización de las empresas públicas descapitalizó al Estado para dar pie al capitalismo de empresarios-amiguetes (Pizarro, Villalonga), la visibilidad social del fútbol resulta ideal para aspirantes a políticos que no logran llegar al poder municipal como Lendoiro, colaboradores con dictadores metidos a promotores inmobiliarios como Paco Roig ("emprendedor" de la mano de Obiang), para corruptos condenados como Jesús Gil que mezclaban de forma permanente y victimista sus problemas con la justicia con la situación del club tratando de apoyarse en la masa social de abonados, editores franquistas como Lara, para especuladores del ladrillo que pretenden disponer de mayor margen de presión-negociación con las autoridades locales, para productores de cine que negocian la colación de sus películas a la vez que los derechos de los clubes que gestionan como Enrique Cerezo y abogados de encausados de la operación Malaya como Del Nido a los que, casualmente, les toca El Gordo de la lotería. En resumen, lo mejor de cada casa: y gracias a la privatización de los clubes, con absoluto margen de maniobra.
- En este sentido, si los propietarios son mafiosos, corruptos, especuladores,..., solo se puede esperar comportamientos mafiosos, corruptos, especuladores: desde usar a los grupos ultras como guardia pretoriana (usándolos para atacar a periodistas críticos, como ocurría con Gil, o aún en plena crisis del equipo, para enfrentarlos con los accionistas minoritarios, como recientemente ha ocurrido en el caso del Betis) a gestionar la conversión a Sociedad Anónima Deportiva de forma fraudulenta (como se demostró judicialmente en el caso del Atlético de Madrid) o desviar dinero a otras de sus empresas (por lo que ha sido condenado Lopera).
- Con frecuencia, las aficiones fueron, como mínimo, actores pasivos que se dejaron llevar. No puede pasarse por alto la elevada connivencia entre grupos ultras y los nuevos propietarios de los clubes, pero también la pasividad de buena parte de los socios de a pie que pueblan las gradas: el rechazo a los Lopera, Soler y Gil no nace tanto del malestar por la descapitalización de los clubes sino por la incapacidad de éstos para obtener resultados deportivos.
En este sentido, en los momentos de crisis una de las salidas inmediatas es forzar la salida de los propietarios actuales, para caer en manos de nuevos accionistas mayoritarios. Sin embargo, esta salida mantiene el alejamiento entre afición y gestión del club, guiada por los intereses de los propietarios. De este modo, en los últimos años está comenzando a fraguarse una respuesta de alcance más amplio, desde la perspectiva de "recuperar" los clubes, donde se discute la propia figura de Sociedad Anónima Deportiva, se mira más allá del fracaso deportivo poniéndolo en contexto con la propiedad originaria de los clubes, y las aficiones tratan de volver a ser actores protagonistas, no el mero decorado que aporta color a las gradas dentro de un espectáculo en el que tienen una relevancia secundaria.
Los ejemplos de referencia vienen del fútbol inglés, donde multimillonarios rusos, estadounidenses o árabes han comprado algunos de sus clubes punteros. Dentro de la respuesta a esta pérdida de protagonismo de los aficionados ha tenido particular visibilidad la adquisición y gestión de un club por aficionados particulares a través de una página web: sin embargo, lo relevante es el movimiento de fondo, donde la ambición es ir más allá de este hecho simbólico, tratando de recuperar el protagonismo de socios y aficionados en la gestión de los clubes. En este sentido, conviene destacar algo obvio: el problema de fondo no es la indefensión de los pequeños accionistas de una sociedad anónima deportiva, sino la privatización de lo colectivo. No puede hacerse pasar como sinónimo socio y pequeño accionista: los accionistas, pequeños o grandes, pretender obtener valor de su inversión (revalorizándose la acción o a través de la obtención de dividendos). Sin embargo, en la tradición de los clubes deportivos, los posibles beneficios revertían siempre a favor del afán colectivo (un estadio, nuevos fichajes, la cantera), no de particulares.
(artículo del periodista Felipe Romero, publicado en el portal “Divergencias”, España, Enero de 2008)
Uwe Seeler (Alemania)
(extraído del libro “Jugar al fútbol” de Roberto Perfumo, ex jugador de fútbol y psicólogo social, Libros Perfil S.A., 1997)
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¿Que van a tomar medidas? Pues yo mido 1.63
(JAVIER CLEMENTE, entrenador español, respondiendo a un periodista sobre la posibilidad de castigo por haber declarado antes en el affaire Eto'o "escupen aquellos que bajan de los árboles")
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(WALTER VARGAS, periodista y escritor argentino en “Fútbol: opiniones y merodeos”)
Fútbol y política
El fútbol se vive como una guerra ritualizada porque, para muchos, es un momento de comunión donde los jugadores condensan las mejores virtudes nacionales. También es, en los regímenes autoritarios, canal de la disidencia política.
Treinta y siete mil millones de espectadores (en audiencia acumulada) se aprestan a mirar los partidos de la última etapa del Campeonato Mundial de Fútbol. Ningún acontecimiento suscita tanta pasión en los habitantes de nuestro planeta. Para muchos hinchas, el fútbol es el mejor revelador de las virtudes del país. De ahí que cada enfrentamiento se viva de manera paroxística, como una auténtica guerra ritualizada.
Los deportes masivos, y sobre todo el fútbol, permiten, en los países donde la comunicación es controlada por el poder, reunir partidarios para expresar colectivamente una posición política. Dan la oportunidad de forzar, obligar a la televisión -necesariamente presente- a difundir en directo un contramensaje dirigido al país.
Así, en Abril de 1990, ochenta mil espectadores en el estadio de Argel gritaban al unísono: ¡El ejército, el pueblo con Madani! Fue antes de la gran manifestación del Frente Islámico de Salvación (FIS) y cuando los medios de comunicación oficiales minimizaban la influencia de Abassi Madani, su fundador.
En Argelia, como en muchos países, el fútbol y la política están estrechamente ligados. Ya antes de la independencia, el FLN había tenido la idea de formar un equipo nacional con jugadores que habían abandonado sus clubes de Francia.
Recurrir al fútbol como sustituto político sigue siendo una constante de la vida argelina, sobre todo porque la censura impuesta durante veintiséis años por el Estado-FLN propiciaba todo tipo de maniobras.
En Tizi-Ouzou, capital de la Kabilia, el equipo local -la Juventud Deportiva Kabilia (JSK) (Yo soy kabilio)- encarnó el nacionalismo berberisco; apoyar a ese club era una forma de eludir lo prohibido. Las manifestaciones al final del partido -explícitamente políticas- adquirieron tal amplitud a comienzos de los 80 que las autoridades exigieron el cambio del nombre del club, y el JSK pasó a ser, por un tiempo, el JET (Juventud Electrónica de Tizi-Ouzou).
Para los nacionalistas locales, eso obviamente no cambió nada y todos sabían, en Argelia, que el JET era el equipo nacional de Kabilia. En Irán, el imán Jomeini había declarado en 1979: El juego está prohibido, aunque sea para distraerse. Consecuencia: prohibición inmediata del box y el ajedrez, entre otros; censura en la televisión de deportes como la natación, debido a la desnudez excesiva de los atletas.
Un comité revolucionario pensó incluso en obligar a los futbolistas a usar pantalón en vez de short. No obstante, muy pronto el régimen (que prohíbe a las mujeres concurrir a los estadios) tuvo que admitir la fuerte popularidad de este deporte, pero no dejó de desconfiar de él. Sobre todo porque, una vez más, los estadios permitían la protesta.
A comienzos de los 80, según reveló el ex capitán de la selección iraní, varios partidos terminaron en manifestaciones. La gente aprovechó el anonimato de la multitud para gritar su oposición a Jomeini. También en otros países el fútbol sirve de caja de resonancia de protestas sociales.
En China, por ejemplo, donde son frecuentes los desbordes en los estadios, disturbios violentos provocaron, en mayo de 1988, daños considerables (comisarías destruidas, barrios incendiados) en la ciudad de Nanchong, Sichuan, después de un partido de fútbol. Jóvenes desocupados expresaban su descontento frente a las desigualdades derivadas de las reformas.
Si bien por algunos rasgos, el fútbol tiene una función de detonador social y, si aparece a veces como sustituto contemporáneo de la religión, es fundamentalmente un amplificador de las pasiones nacionales.
Durante un match, los jugadores encarnan las virtudes de la nación: virilidad, lealtad, fidelidad, espíritu de sacrificio, sentido del deber, sentido del territorio, pertenencia a una comunidad; y el partido -verdadero drama sacrificial- es a su vez una de las pocas ocasiones en las que se expresa, en forma colectiva, ese mínimo común cultural que sella la adhesión de una comunidad a las virtudes personificadas por los jugadores. El fútbol pasa a ser un espejo de nuestras sociedades.
El título de campeón -señala un informe de la Comunidad Europea- no es solamente conquistado por un equipo sino por la sociedad de la que procede. La colectividad se proyecta en el equipo y pone en él sus esperanzas de conquista, su energía de ganar, pero también sus frustraciones personales y su agresividad.
El fútbol favorece las energías psíquicas míticas, las proyecciones imaginarias y los fanatismos patrióticos. Contribuye al mantenimiento de un nacionalismo residual que da lugar a arrebatos bruscos y efímeros de pasión chauvinista en ocasión de los grandes enfrentamientos internacionales, escribe el historiador Pierre Milza.
Cada enfrentamiento adquiere así todas las apariencias de una guerra ritualizada que apela a emblemas nacionales (himnos, banderas, presencia de los presidentes) y recurre a metáforas guerreras: atacar, tirar, defender, capitán, territorio, táctica, victoria... Un buen partido de fútbol se basa en grandes principios de estrategia -afirma Henry Kissinger-. Es bien sabido que la selección de Alemania occidental planea sus partidos como el Estado Mayor alemán planificaba sus ataques: prestando una atención meticulosa hasta al detalle más mínimo.
Son muchísimas las comparaciones de este tipo; desde la tesis del presidente estadounidense Gerald Ford: “Un éxito deportivo puede servir a una nación tanto como una victoria militar”, hasta la reciente declaración del jugador de Camerún Roger Milla, autor de dos goles contra Rumania el 14 de Junio de 1990: “Soy un oficial de reserva, orgulloso de servir a mi país desde hace veinte años”; pasando por otras reflexiones famosas, como la de José Nasazzi, jugador uruguayo legendario, dos veces campeón mundial: “La selección nacional es la patria misma”; o la del jugador húngaro Kocsis comentando la resistencia de adversarios muy duros: “No eran jugadores de fútbol, eran soldados que defendían su patria hasta la muerte”.
El primer régimen que instrumentó el fútbol fue el fascista de Mussolini. En 1934, Italia organizó el segundo Campeonato Mundial (que ganó), lo que le permitió llevar a cabo una acción de propaganda sin equivalente en la historia antes de que la Alemania nazi organizara los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936.
Los fascistas pensaban que el fútbol permitía reunir multitudes considerables en un espacio propicio para la escenificación; ejercer sobre ellas una fuerte presión y mantener las pulsiones nacionalistas de las masas. Mussolini fue el primero en considerar a los jugadores de la selección de Italia soldados al servicio de la causa nacional.
El régimen de Franco, en España, trató de imitar también en este terreno a la Italia fascista. Pero chocó con los nacionalismos locales (vasco, catalán, gallego), que desviaron al fútbol en beneficio de sus tesis.
El club de Bilbao, el Athletic (que en época de Franco pasó a ser Atlético), eludiendo las prohibiciones formales, se convirtió oficiosamente en el equipo nacional vasco, reuniendo en sus filas solamente a jugadores de origen vasco. Pese a todas las censuras, para un hincha, ir al estadio a apoyar al Athletic era entonces (y en cierto modo sigue siéndolo) una forma de afirmar su nacionalismo.
Lo mismo pasaba en Cataluña con el equipo de Barcelona; o en Galicia con el Celta de Vigo, cuyos jugadores exhibían camisetas con los colores (celeste y blanco) de la bandera gallega prohibida... Bajo la apariencia de un Estado pacificado y centralizado, España seguía siendo un país plurinacional; y cada domingo, en los estadios, se enfrentaban los distintos patriotismos locales.
Una situación muy parecida se daba en la URSS y en ciertos países del Este. Para los que siguieron la evolución del fútbol en la URSS la actual explosión de los nacionalismos no fue una sorpresa.
En oportunidad de algunos partidos entre clubes de repúblicas distintas eran frecuentes los choques y las violencias de carácter nacionalista. Los encuentros que oponían sobre todo al Spartak de Moscú y el Dyano de Tbilisi o el Dynamo de Kiev daban lugar a disturbios y manifestaciones pos-partido. Una de las primeras decisiones tomadas por Lituania, después de declarar su independencia, fue retirar sus equipos de fútbol de la Liga soviética. Es lo que hizo también Georgia.
Problemas de igual orden eran frecuentes en la ex Yugoslavia, donde los odios políticos y las pasiones nacionalistas se daban vía libre en los estadios. El 13 de Mayo de 1990, en Zagreb (Croacia), el partido que enfrentaba al Dynamo local con el Estrella Roja de Belgrado (Serbia) dio lugar a violentos choques interétnicos (61 heridos), que sobrevenían luego de la victoria electoral del partido nacionalista local, Comunidad Democrática Croata (CDC), dirigido por el ex general Franjo Tudjman... Asimismo, los hinchas eslovacos del club Slovan de Bratislava y los seguidores checos del Sparta de Praga se enfrentaban regularmente.
El fútbol lleva así al paroxismo las crisis entre nacionalidades; de ahí la idea de que uno de los atributos de la independencia de un Estado-nación es precisamente el equipo-nación, depositario de una enorme energía psíquica simbólica y síntesis de las grandes virtudes patrióticas. Por otra parte, en razón de esta igualdad mítica (una nación, un equipo) Lituania, Georgia y Eslovaquia o Croacia deseaban constituir su propia selección nacional; y la RFA y la RDA decidieron fundir los suyos en un solo equipo de Alemania.
En las zonas de conflictos endémicos o de guerra, el fútbol, por el hecho de movilizar multitudes y exasperar las pasiones, refleja fielmente la violencia de los antagonismos. En Israel, por ejemplo, los grandes clubes están directamente afiliados a los partidos políticos. Solamente los clubes del norte (Galilea) son mayoritariamente árabes. En los territorios ocupados (Gaza y Cisjordania), los encuentros de fútbol están prohibidos desde el comienzo de la Intifada en 1987, pues las autoridades israelíes temen los eventuales desbordes después de los partidos.
La Organización para la Liberación de Palestina (OLP) formó -en 1964- una selección nacional, que juega en el exterior. Sobre todo porque el fútbol palestino es antiguo y participó en el Campeonato Mundial de 1934, antes de la fundación del Estado de Israel.
Otro lugar de crisis: Irlanda del Norte. Igual que en la vida política, la divergencia confesional entre católicos y protestantes reaparece en los estadios. Un ejemplo: el club de Belfast, Lindfield, donde dirigentes, jugadores e hinchas son exclusivamente protestantes no está autorizado, por razones de seguridad, a enfrentar al único club católico de la ciudad, Cliftonville, en la cancha de este último ubicada en pleno territorio católico.
Esta oposición confesional entre católicos y protestantes es una característica importante del fútbol en el Reino Unido. La encontramos también en Escocia y en Inglaterra, donde da lugar a fuertes rivalidades que originaron, en parte, a los hooligans. Así, en Glasgow, los partidos entre el club católico del Celtic y el club protestante de los Rangers se terminan generalmente con choques sumamente violentos (sesenta y seis muertos y un centenar de heridos el 2 de Enero de 1971).
En Liverpool, los encuentros entre el equipo protestante Liverpool FC y el club local católico Everton desembocan tradicionalmente en disturbios similares. Solamente son equiparables a estas violencias las violencias que acompañan a los partidos entre equipos nacionales británicos. Como el Reino Unido es el único país en el mundo que hizo reconocer por la FIFA cuatro equipos (Irlanda del Norte, Escocia, Gales e Inglaterra) por un solo Estado, los encuentros amistosos entre Inglaterra y Escocia, sobre todo, terminan con violentos enfrentamientos (un muerto y noventa heridos el 21 de Mayo de 1988).
Los hinchas ingleses adoptaron toda una panoplia ultranacionalista de extrema derecha y a menudo son infiltrados por activistas del National Front. En su interior nació el fenómeno skinhead, que luego fue extendiéndose a Europa, donde encontramos alrededor de ciertos clubes y selecciones nacionales las mismas fascinaciones por la violencia, por los temas patrioteros y racistas y por las ideas nazis...
Los otros continentes no están a salvo; en América Central, en Junio de 1969, un partido que enfrentaba a El Salvador con Honduras terminó en medio de la confusión y provocó la ruptura de relaciones entre ambos Estados, seguida de una declaración de guerra y de la invasión de Honduras por parte del ejército salvadoreño.
En Lima, un gol anulado durante un partido entre Perú y Argentina provocó el 23 de Mayo de 1964 una trifulca en la que estallaron las rivalidades y los antagonismos nacionalistas. Resultado: trescientos veinte muertos, más de mil heridos.
Al identificar un equipo de fútbol con un país o una etnia, los desbordes se multiplican, exacerbados por el delirio popular y la amplificación de los medios. Hasta el absurdo. No se juega por jugar, se juega para ganar.
El fútbol de masas satisface así el deseo perverso de enfrentarse a un enemigo para definir más la identidad nacional. El odio por el odio se agrega al aborrecimiento gratuito, sin razón, sin causa. Muchas veces por la exaltación de una idea gangrenada de nación.
(artículo del semiólogo español Ignacio Ramonet publicado en “Le Monde Diplomatique” en 1998 y traducido por Cristina Sardoy)
-Víctor Hugo Morales es un farsante pero también el mejor relator de la historia.
-¿Seguís peleado con tus ex-compañeros de "Sport 80"?
-Ninguno se peleó conmigo. Yo me enojé con todos. Niembro dijo en el Gráfico: "Yo no anuncié los indultos. Eso es un infamia que inventó Diego Bonadeo, un sinvergüenza y un sátrapa al que quiero mucho". Yo sostengo que Niembro anunció los indultos y a los sinvergüenza y sátrapas no los quiero nada.
-¿Y los demás?
-Con Victor Hugo, Paenza, Macaya y Araujo es lo mismo. A Niembro lo respeto como comentarista, a Victor Hugo te dije, Macaya fue bueno alguna vez, y Araujo es ocurrente pero nunca se le cae ni una idea. Paenza no existe.
(fragmento del reportaje realizado al periodista Diego Bonadeo, por Gustavo Masutti Llach en revista “Ahora” del diario Crónica, Abril de 2003, en donde se ocupa de sus colegas)
(ZOLTAN CZIBOR, opinando sobre su ex compañero en el Kispest y en la selección húngara Ferenc Puskas)
(VÍCTOR HUGO MORALES, relator y periodista uruguayo)
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(MIMMO CARRATELLI, Il Mattino, 30 de Octubre de 1990)
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Yo desde atrás miraba y rogaba: "Ojalá no termine en gol". Y siguió el ¡ole, ole! La tocaron los once de ellos... ¡y terminó en gol!
Al otro día los diarios titularon: "O maior olé da historia".
(ROBERTO PERFUMO, ex jugador argentino y comentarista de TV)
(ENRIC GONZÁLEZ, periodista español, autor del libro "Historias del Calcio")
LANCEROS - Ajax (Holanda)
El Ajax de Ámsterdam es el gran equipo pobre de Europa. Es sin duda la mejor cantera del fútbol del Viejo Continente. Cada año salen buenas camadas de grandes jugadores, de futbolistas que están entre los mejores del mundo, pero año tras año tiene que venderlos al mejor postor una vez que están formados y han demostrado su gran valía.
Si el Ajax hubiese sido capaz de guardar a jugadores de las últimas generaciones como Marco Van Basten, Frank Rijkaard, Ronald Koeman o Gerald Vanenburg, los "lanceros" de Ámsterdam podrían haber rememorado aquella época de los setenta en que fueron campeones de Europa tres años seguidos. Pero su bajo potencial económico le obliga a vender a las estrellas que de cada generación surgen en la fábrica más productiva del fútbol europeo.
La historia del Ajax comienza una mañana del 18 de Marzo de 1900, cuando un pequeño grupo de intelectuales y comerciantes, en su mayoría de religión judía, se reunieron en el Café “East India” de Ámsterdam. Cada uno de ellos había recibido una misiva escrita a mano en la cual se le invitaba a una reunión "con objeto de discutir sobre la fundación de un nuevo club de fútbol". Los promotores de la idea fueron Floris Stempel, Han Dade y Carel Reeser. El acuerdo fue inmediato.
Eligieron el nombre de "Ajax" para el recién nacido. Este apelativo pertenece en la mitología griega a un guerrero, diestro en el combate. De aquí deriva también el apodo de "lanceros", que distingue a sus jugadores.
Una curiosidad de los hinchas del Ajax, es el uso de la estrella de David y de la bandera de Israel, haciendo alusión al origen del club en un gueto de la ciudad de Ámsterdam. A lo anterior se le suma la presencia de presidentes y dirigentes deportivos de origen judío. De ahí el club recibe también el sobrenombre de judíos, o Hijos de Dios.
En 1902 el equipo holandés comienza su trayectoria en la Tercera División. Tras ir ascendiendo peldaños en 1908 se plantan en la división de oro. Los siguientes años son difíciles, el Ajax es uno de los "equipos-ascensor" que están entre Primera y Segunda.
1917 es el año que marca el inicio del palmarés de los de Ámsterdam. El Ajax retorna a Primera División y vence en la Copa de Holanda. Esta vertiginosa ascensión se culmina meses más tarde con la consecución del Campeonato de Liga. En la siguiente campaña repetirán el triunfo liguero.
El equipo judío de Ámsterdam
La década de los treinta será la que comience a fraguar la leyenda del Ajax, el mejor equipo holandés y uno de los punteros en Europa. Entre 1930 y 1939 los "lanceros" ganaron la Liga en cinco ocasiones (31, 32, 34, 37, 39).
Gran culpa de esta superioridad manifiesta en el fútbol de los Países Bajos la tiene el técnico que dirigía los destinos del Ajax, el británico Jack Reynolds. Además de destacados jugadores como Jan de Boer o Win Anderiesen.
La llegada de la Segunda Guerra Mundial va a transformar esos momentos dulces que vivía el equipo en una difícil existencia. Como el Tottenham es en Londres, el Ajax es el conjunto judío de Ámsterdam. La ocupación de la Alemania nazi de los Países Bajos trajo años en los que la comunidad semita fue perseguida y el Ajax, con una mayoría de seguidores judíos, prácticamente destruido.
Las influencias judías en el Ajax siguen vigentes hoy en día. Los "hooligans" del Ajax cuelgan una bandera israelí detrás de la portería. Mientras que algunos hinchas neo-nazis de otros equipos, como es el caso de los de la Haya, son famosos por sus campos antisemitas.
Terminada la Guerra el renacimiento del equipo rojiblanco es inmediato. La Liga holandesa de 1946-1947 tiene un dueño: el Ajax. La escuadra formada por gente joven tuvo sus principales puntos fuertes en hombres como Potharst, Van der Linden, Stroker, Stoffelen, Van Dijk, Draguer y Rinus Michels, que años más tarde, como entrenador, llevaría al equipo a conquistar la primera de las cuatro Copas de Europa que posee.
En 1957, tres años después de la introducción del profesionalismo en el fútbol holandés, llegará el noveno título de Liga. Ésta victoria le da derecho a participar en la primera edición de la Copa de Europa. En cuartos de final es derrotado por el potente equipo húngaro del Vasas Budapest.
1960 va a ser testigo de la conquista de la décima Liga de los de Ámsterdam. Los siguientes años van a estar marcados por el desconcierto, en los que el equipo no encuentra una línea de juego. Incluso en 1964 está a punto de bajar de división. Pero van a llegar dos hombres que van a cambiar el rumbo de forma radical y dar a los "lanceros" del Ajax su época de máximo esplendor, gloria y prestigio. Estos no son otros que Rinus Michels en el banquillo y Johan Cruyff en el terreno de juego.
El indiscutible número uno
La temporada 1965-1966 va a marcar el inicio de la supremacía indiscutible del Ajax en Holanda, y pocos años después, en toda Europa. Entre 1966 y 1973 el equipo de Ámsterdam fue campeón de Liga en seis ocasiones y de Copa en cuatro. En la campaña 71-72 los "lanceros" obtuvieron un récord que será difícil de igualar. De los 34 partidos de Liga, ganaron en 30.
En el concierto internacional también demostraron su gran momento de forma. La Copa de Europa del 71, 72 y 73; dos títulos de Supercopa de Europa (72 y 73) y una Copa Intercontinental en 1972, le avalan como el gran dominador del fútbol en el comienzo de los setenta.
El principal artífice de esta revolución que sufre el Ajax es Rinus Michels. En 1965 es nombrado manager, para dirigir las labores técnicas del club. Con la llegada al banquillo de este ex jugador del Ajax, la leyenda comienza.
Rinus Michels era el rigor en persona. Su secreto o su fórmula mágica era la disciplina. Era un entrenador muy duro, un profesional puro e íntegro que supervisaba hasta el último detalle. Tenía unas dotes de mando innatas. Para Michels el fútbol era la guerra y siempre quería salir laureado del campo de batalla.
Con la ayuda de rigor, consignas y multas Michels transforma un conjunto de barbilampiños futbolistas en un equipo casi perfecto, donde destacan el libero yugoslavo Eijden Vasovic, Johan Cruyff y el capitán Keizer. Un ejemplo de la disciplina de este Ajax: los jugadores más noveles tenían que recoger los balones después de cada entrenamiento y llevar los sacos de la utilería. Los tres títulos consecutivos de la Liga holandesa (66, 67 y 68) le dieron opción a participar en Copa de Europa. Este joven equipo, dio su primera campanada europea al vencer al Liverpool por 5-1 en octavos de final del año 67. Pero no sería hasta la campaña 68-69 cuando tuviese la fortuna de llegar a una final continental. Enfrente tuvo a un equipo serio, experimentado y disciplinado como el Milán que no dio opción a los holandeses. Los italianos vencieron por 4-1.
El "fútbol total"
El sistema revolucionario que Michels estaba imponiendo en el Ajax estaba en fase de perfeccionamiento y madurez. Dos años más tarde daría el fruto apetecido con la consecución de la Copa de Europa. Era una táctica que se bautizó como "fútbol total" y que el propio Michels llevó a su extremo máximo cuando dirigió a la selección nacional holandesa, la "Naranja Mecánica", en el Mundial del 74.
El sistema se basaba en la movilidad incesante de los jugadores. Todos atacaban y todos defendían. El jugador no era un especialista, ubicado en un puesto fijo, sino que alternaba su posición con otros compañeros continuamente. Con una defensa en zona se buscaba encontrar la posición y la posesión de la línea media. La vanguardia se caracterizaba por su dinamismo y velocidad en la penetración hacia el marco rival.
Con este sistema revolucionario Rinus Michels llevó al Ajax a la conquista de la Copa de Campeones de Liga en 1970-71. Nendori Tirana, Basilea, Celtic Glasgow y Atlético de Madrid fueron cayendo desconcertados ante el "fútbol total" del Ajax. En la final, celebrada en Londres, los holandeses impusieron su mayor fortaleza al Panathinaikos. Un gol de Van Dijk a los 5 minutos encarriló la victoria y un segundo de Haan, a falta de tres minutos, sentenció el partido. El Ajax era el campeón de Europa.
La marcha del "padre" de la criatura, Rinus Michels, al banquillo del Barcelona, hizo pensar que la máquina roja y blanca del Ajax podía dejar de funcionar con la perfección que había alcanzado esa temporada. Nada más lejos de la realidad. Su sustituto, el rumano Stefan Kovacs, sólo tuvo que supervisar el funcionamiento de un proceso ya iniciado y que daría sus frutos durante dos años más.
1972, un año completo
La temporada 71-72 vino a confirmar que lo del año pasado no había sido fruto de la casualidad o el sueño de una noche de verano. El entrenador Kovacs, mantiene el esquema que ya había, pero cambia el método de trabajo. Más abierto al diálogo que su antecesor en el cargo, concede más libertad de acción a sus hombres. El rumano, gran enamorado del talento individual, va a conseguir un juego más espectacular y espontáneo. Fruto de ello el Ajax va a ser el mejor en todos los torneos que participa: Liga, Copa de Holanda, Copa de Europa, Supercopa Europea y Copa Intercontinental.
En los dos torneos nacionales no tuvo rival. Su enemigo natural, el Feyenoord, terminó la Liga a 8 puntos de los "lanceros" rojiblancos. En la Copa de Europa, el Ajax no perdió un encuentro. Dínamo de Dresde, Benfica, Olympique de Marsella y Arsenal, cayeron bajo las "lanzas" de los de Ámsterdam.
En la final se encontraron con un siempre problemático Inter de Milán. El buen hacer defensivo de los italianos no pudo hacer sombra a la genialidad de Johan Cruyff. Dos goles del "flaco" doblegaron a la potente escuadra "neriazurri".
En 1972 el Ajax participa por primera vez en la Copa Intercontinental, ya que el año anterior renunció a hacerlo. Enfrente tenía un rival difícil, amo y dominador del fútbol argentino y sudamericano durante ese primer lustro de los setenta, el Independiente de Avellaneda. En Buenos Aires hubo empate a un gol. Pero en Ámsterdam las cosas fueron totalmente distintas. Johan Neeskens y el joven Johnny Rep (20 años), que respondió a su entrada en el equipo titular con dos goles, fueron los autores de los tantos (3-0) en un partido que solo tuvo un color, el rojo y blanco del Ajax.
Tercera Copa de Europa y marcha de Cruyff
El año 1973 comienza con un nuevo título. Los campeones de Europa vencen al Glasgow Rangers en la Supercopa Europea. En la siguiente edición de este torneo volverán a ser campeones. En esta ocasión sus víctimas serán los italianos del Milán, al que endosan un escandaloso 6-0.
La Copa de Europa va a llegar, por tercer año consecutivo a las vitrinas del equipo judío de Ámsterdam. CSKA de Sofía, Bayern Munich, al que humillaron con un 4-0, y Real Madrid se quedaron en el camino de la máquina holandesa. Los blancos madrileños sucumbieron en los dos partidos (1-2, 0-1) y catapultaron al Ajax a su cuarta final.
En el partido decisivo, como ya ocurriera el año anterior, se encontraron con un equipo italiano. Esta vez fue la Juventus de Turín, quien tuvo que plegarse ante el amo del fútbol europeo y mundial. Belgrado vivió un partido muy emocionante. El tempranero gol, y a la postre definitivo, de los holandeses (Johnny Rep) hizo que los italianos abrieran líneas en busca de un empate que no llegó. El tanto del joven extremo derecho, dio al Ajax su tercera Copa de Europa.
El Ajax había llegado a la cumbre futbolística. Había alcanzado el punto más álgido de su trayectoria, pero a partir de la temporada 1973-74 comenzaría su decadencia, como consecuencia del éxodo de sus figuras, atraídas por el dinero de otros equipos.
El primero en oír el canto de las sirenas capitalistas fue su mayor estrella, Cruyff. El Barcelona llevaba varios años intentando la contratación del "crack" holandés. Johan, que era el número uno del Ajax y de Europa, vivía momentos felices y desatendía la oferta azulgrana. Esta fue aumentando su cuantía hasta límites, en esa época, insospechados.
En el final del verano del 73 el equipo se encontraba en el "stage" de preparación. Los problemas entre los jugadores comenzaban a ser frecuentes. Piet Keizer quería volver a ser el capitán del equipo, cargo que le había arrebatado Cruyff. Se convocaron unas improvisadas elecciones en la plantilla. Los jugadores votaron y Cruyff fue batido. Al "flaco" no le gustó este hecho, él tenía necesidad de sentirse respaldado totalmente y que se le reconociese su liderato. Cuando termina la asamblea de la plantilla, Johan telefonea a su suegro, que era también su manager, y le dijo: "Está bien, puedes llamar a Barcelona".
Cruyff parte con rumbo a España con la temporada ya comenzada. Mucha gente pensó que el Ajax podría pasar sin Johan, pero estaban en un error. En esta campaña el equipo de Ámsterdam va a perder todos sus títulos y retornar al nivel de los equipos comunes.
Tras el Mundial de Alemania 74, donde la selección holandesa es la admirada protagonista, el equipo que tantas tardes de gloria dio al fútbol de los Países Bajos, termina de disgregarse de forma definitiva. Neeskens va a vestir la camiseta azulgrana, junto a Cruyff. Johnny Rep y Gerrie Muhren también emigran hacia las cálidas tierras españolas. El primero ficha por el Valencia, mientras que Muhren hace lo propio con el Betis.
Blankenburg y Suurbier marchan a la Bundesliga, al Hamburgo y Schalke 04, respectivamente. Haan, al Anderlecht. Keizer y Swart se retiran. Barry Hulsholf va a pasar más tiempo en la enfermería que sobre el campo. De la vieja guardia sólo queda Ruud Krool, que pasa de lateral izquierdo a convertirse en el mejor libero, junto a Beckenbauer, del mundo. En el banquillo también se había producido el relevo. Kovacs se había marchado a dirigir la selección francesa y su puesto lo ocupó, en la temporada 73-74, Knobel.
Y llegó la decadencia
El resto de la década de los setenta no fue un camino de rosas. La afición de Ámsterdam tenía grabado en la memoria el fabuloso equipo que fue amo y señor de Europa y exigían demasiado a un conjunto al que le faltaba brillantez.
En los torneos continentales se pasaban las primeras rondas, pero cuando llegaba la hora de enfrentarse a los platos fuertes, el Ajax acusaba ciertas deficiencias importantes. Su mayor logro estos años fue llegar a cuartos de final en la Copa de Europa 77-78.
Su verdugo fue, paradójicamente, el último equipo que se arrodilló ante el fútbol total del Ajax en la final de la Copa de Europa de 1973, la Juventus de Turín.
En la Liga holandesa la resurrección llegó en la temporada 1976-77. El fértil delantero Ruud Geels aupó al Ajax con sus goles al primer puesto del campeonato liguero.
En 1979 los de Ámsterdam vuelven a lograr un bloque homogéneo y potente que no encuentra rival en Holanda, los "lanceros" hacen el doblete, Liga y Copa. Junto a Ruud Krol van a surgir una nueva generación de talentos, como viene siendo habitual en esta "fábrica de jugadores". En el Ajax de ese año victorioso destacaban los centrocampistas daneses Soren Lerby y Frank Arnesen, el rápido delantero Simón Tahamata y los medios Schoenaker y La Ling. Además bajo los palos estaba un portero de las garantías del holandés Piet Schrijvers.
Vuelve el "profeta del gol"
Un año después (1980) consigue llegar a las semifinales de la Copa de Europa, pero allí le cerró el paso el campeón de esa temporada, el Nottingam Forest. Deja el equipo Krol, pero, al año siguiente, vuelve de forma inesperada Johan Cruyff. Con el "hijo pródigo" de nuevo con la camiseta blanca y roja, el Ajax va a ganar el campeonato dos temporadas seguidas. En 1983 también ganará la Copa. En el equipo de esta campaña destacan jóvenes valores que son la flor y nata del fútbol actual, caso de Rijkaard, Van Basten o Vanenburg.
Este ciclo victorioso se va a truncar con la marcha de Cruyff, en la temporada 83-84, al enemigo, el Feyenoord de Rotterdam. Allí el mejor jugador holandés de la historia puso fin a su carrera con un nuevo título liguero.
El "Profeta del gol", como algunos apodaban a Cruyff, retornó al club de sus amores en 1985, para ocuparse de las labores técnicas del Ajax. Su debut como técnico no pudo ser más satisfactorio. El Ajax gana la Liga 84-85 y las Copas de Holanda de 1986-87.
En aquellos años destaca el joven delantero Van Basten, máximo goleador por cuatro años consecutivos, de 1984 a 1987.
De 1982 a 1986, el Ajax cuenta sus participaciones europeas por eliminaciones en la primera ronda. Sólo en la Copa UEFA 1984-85 llegó a segunda ronda, tras eliminar al equipo luxemburgués del Red Boys por un escandaloso tanteo de 14-0. Pero en la siguiente eliminatoria, el Bohemias de Praga le cerró el camino. En Copa de Europa, Celtic de Glasgow (1983), Olympiakos y Oporto (86) fueron los verdugos de los de Ámsterdam en la primera ronda.
La mala racha europea cambió de signo en la temporada 86-87. El sistema táctico, alegre y ofensivo que Cruyff había impuesto dio sus frutos: el título de la Recopa.
El Bursaspor (Turquía), Olympiakos (Grecia), Malmoe (Suecia) y Zaragoza (España), fueron las eliminatorias que el Ajax tuvo que pasar hasta llegar a la final de Atenas. Allí le esperaba el campeón de Copa de la Alemania del Este, Lokomotiv de Leipzig.
La Recopa engalana sus vitrinas
El encuentro no fue brillante. Los alemanes salieron muy temerosos de la joven guardia del Ajax. Y tras el gol de Van Basten, en el minuto 20 del primer tiempo, se vieron impotentes de superar el entramado táctico de los holandeses. La clave del mejor juego del Ajax estuvo en la actuación de Rijkaard. Este morenito jugó como libre, pero por delante de la defensa, y armó todas las jugadas de los de Ámsterdam. Al final 1-0 y el Ajax, campeón.
Pero, sin duda, el cuarto título europeo del Ajax, se debe en buena parte, como ya ocurriera con los tres anteriores, a Johan Cruyff. En su etapa como manager se produjo la consagración definitiva de Van Basten, la resurrección del veterano Arnold Muhren y el descubrimiento de jugadores como el portero Stanley Menzo o el goleador John Bosman. Su gran virtud fue dar la suficiente mentalidad de ganador a un equipo cuya media de edad no llegaba a los 23 años.
Aparte de los citados, en el Ajax campeón del 87 destacan los defensas Sonny Silooy, el todo terreno del centro del campo, Jan Wouters, el hábil extremo John Van't Schip y el fino centrocampista atacante Witschge, con un paso por las filas del Barcelona, al igual que Cruyff, quien además de jugar, dirigió con éxito al equipo español.
En la temporada siguiente, 87-88, el Ajax también llegó a la final de la Recopa, pero no pudo obtenerla. El equipo belga del Malinas le derrotó por 1-0. Las bajas de jugadores como Van Basten y Rijkaard hicieron mella en la plantilla del equipo de Ámsterdam.
Las dos siguientes participaciones europeas, ambas en Copa UEFA, del Ajax han sido un verdadero desastre. El Sporting de Lisboa y el Austria de Viena le apearon de la competición a las primeras de cambio. Además en el encuentro contra los austriacos, la temporada 89-90, un aficionado holandés lanzó una barra de hierro al portero del Austria de Viena. Resultado del incidente: la UEFA sancionó al Ajax con una suspensión de por dos años sin jugar competiciones europeas. La apelación de los de Ámsterdam dejó la sanción en un sólo año.
Llega Van Gaal
El 30 de Septiembre de 1991, un joven técnico, Louis Van Gaal, hasta entonces uno de los ayudantes de Leo Beenhaker -que en esa fecha decidió abandonar el club holandés para convertirse en manager del Real Madrid- , pasa a ser entrenador del Ajax.
Van Gaal mantiene el sistema de juego clásico del equipo, con un buen fútbol de bloque, basado en los apoyos entre los jugadores y las aperturas del balón a las bandas para buscar desde allí los pases al centro de la delantera.
Van Gaal destacó como un entrenador muy ofensivo y de fuerte carácter que permaneció 6 temporadas junto a los lanceros y en el cual obtuvo infinidad de títulos (Copa de la UEFA 1992, Eredivisie 1994, 1995 y 1996; Copa de los Países Bajos 1993, Supercopa de los Países Bajos 1993, 1994 y 1995, Liga de Campeones, Supercopa de Europa y Copa Intercontinental 1995). Es en ese año un equipo que representaba prácticamente la selección de los Países Bajos, pues tenía en la portería a Edwin Van der Sar; a jugadores como Michael Reiziger o Frank de Boer en la defensa; en el medio campo a Ronald de Boer, Edgar Davids o Clarence Seedorf; mientras que Patrick Kluivert y Marc Overmars eran los atacantes. También tenía grandes extranjeros, como el finlandés Jari Litmanen y los nigerianos Nwankwo Kanu y Finidi George. Ésta constituía tal vez la parte más gloriosa del club.
En los últimos años sus éxitos han sido a nivel nacional: dos ligas (2002 y 2004), tres copas neerlandesas (2002; 2006 y 2007) y tres supercopas neerlandesas (2002; 2005 y 2006).
El Ajax también es famoso por su programa de divisiones menores (que junto al Real Madrid, poseen las canteras más importantes de Europa). De hecho, posee un filial en Sudáfrica, el Ajax Cape Town y de este equipo, surgieron figuras como Aaron Mokoena y Benni McCarthy. También posee acuerdos en varios clubes de países como Brasil, Serbia y China, donde en la actualidad es una de las canteras más importantes en el mundo.
Uniforme
Titular: Camiseta blanca con una franja vertical gruesa color rojo, pantalón blanco, medias blancas.
Alternativo: Camiseta, pantalón y medias azules.
El Estadio (Ámsterdam Arena)
Aunque su nombre oficial fue Ajaxstadion, el primer Estadio del Ajax, conocido popularmente como el Estadio de Meer, en el sureste de Ámsterdam; fue diseñado por un socio del club, el arquitecto Dan Rodenburgh, e inaugurado en Diciembre de 1934.
En sus últimos años cada vez acogía menos encuentros, esto sumado al aumento de la violencia entre aficiones rivales, forzaron al cambio de estadio. El estadio De Meer fue demolido para construir viviendas sobre sus terrenos, cuyas calles, en homenaje al viejo estadio, fueron bautizadas con nombres de diferentes estadios de todo el mundo.
"De Meer" es también el lugar donde se desarrollaría el Ajax es mundialmente famoso programa de capacitación de jóvenes y desarrollar algunos de los mundos mejores jugadores de fútbol, una filosofía que es aún más importante para su éxito hoy.
En la temporada 96-97 el equipo se trasladó a su nuevo estadio, el majestuoso y moderno Ámsterdam Arena, el cual se ubica en la ciudad homónima, en la provincia de Holanda Septentrional, Países Bajos. Es un estadio donde se practica tanto el fútbol como el fútbol americano. Sus equipos titulares son el A.F.C. Ajax de la Eredivisie y el Ámsterdam Admirals de la NFL Europa.
El estadio fue inaugurado oficialmente el 14 de Agosto de 1996, en un partido entre el Ajax y el AC Milan, que finalizó con un triunfo de 4 a 1 a favor del equipo italiano.
La ceremonia inaugural contó con la presencia de la Reina Beatriz I de los Países Bajos. De esta manera, se inauguró el primer estadio de Europa que contaba con techo retráctil.
El mismo tiene capacidad para 51.628 espectadores sentados y las dimensiones del campo de juego son de 125 x 80 mts., además el complejo cuenta con 12.500 estacionamientos para automóviles.
El recinto deportivo posee un palco real de 50 asientos acondicionados para la familia real de la Casa de Orange-Nassau. La tribuna de prensa posee 230 asientos, de los cuales 122 son para periodistas de prensa escrita, 50 para comentaristas deportivos y 52 para observadores. Además, el estadio cuenta con 62 localidades para discapacitados y sus respectivos invitados.
Tras la muerte de Rinus Michels en 2005, los fanáticos intentaron convencer a la administración del recinto deportivo de renombrarlo como “Rinus Michels Stadion”. La administración se rehusó a aceptar la petición.
El Ámsterdam Arena fue el primer estadio de Europa en contar con techo retráctil. Este techo está conformado por dos paneles replegables de aproximadamente 400 toneladas cada uno. Los dos paneles, de 40 x 118 mts., pueden techar al estadio en 18 minutos, gracias a la ayuda de ocho motores que permiten el movimiento de la estructura.
El estadio albergó la final de la Liga de Campeones de la UEFA 1997-98, el día 20 de Mayo de 1998. En este partido se enfrentó el Real Madrid de España a la Juventus de Italia. El encuentro fue ganado por el Real Madrid, quien venció por 1 a 0 al equipo italiano, gracias a un gol de Predrag Mijatovic.
Palmarés
Torneos nacionales
Liga Primera División -Eredivisie-: 1918, 1919, 1931, 1932, 1934, 1937, 1939, 1947, 1957, 1960, 1966, 1967, 1968, 1970, 1972, 1973, 1977, 1979, 1980, 1982, 1983, 1985, 1990, 1994, 1995, 1996, 1998, 2002 y 2004
Copa de los Países Bajos: 1917, 1943, 1961, 1967, 1970, 1971, 1972, 1979, 1983, 1986, 1987, 1993, 1998, 1999, 2002, 2006 y 2007
Supercopa de los Países Bajos: 1993, 1994, 1995, 2002, 2005, 2006 y 2007
Torneos internacionales
Copa Intercontinental: 1972 y 1995
Liga de Campeones de la UEFA: 1971, 1972, 1973 y 1995
Recopa de Europa: 1987
Copa de la UEFA: 1992
Supercopa de Europa: 1973 y 1995
(CARLOS "El Mono" NAVARRO MONTOYA, arquero argentino, ocupándose del DT en 1996)
Nunca me sentaría a tomar un café con Navarro Montoya. Decía que iba a jugar en Barcelona, en el Real Madrid, en el Benfica... y terminó en el Mérida. A mí me falló como hombre. Asunto terminado.
(CARLOS BILARDO, recogiendo el guante días después)
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Tal vez esa noche fue la más triste de mi vida. Lloré bastante, solo en mi cuarto. Tuve la suerte de que los jugadores estuvieron en mi cuarto porque yo quería reunirme con ellos y les hablé, y después tuve la visita de varios de ellos jugadores muy importantes, con mucha trayectoria- para pedirme que no los dejara, que siguiera. Ese para mí es el mayor elogio que puedo recibir. Pero el dolor me sigue y me seguirá por mucho tiempo.
(JORGE FOSSATI, ex entrenador de la Selección de Uruguay, manifestando el 23 de Diciembre de 2005 su desazón por la no clasificación de Uruguay al Mundial de 2006)
(FRANZ BECKENBAUER, opinando sobre Johan Cruyff)
Caídos en desgracia (clubes grandes con archivos chicos)
A lo largo de su historia tuvieron todo dado para festejar, pero la sucesión de fracasos y extraños hechos de diverso tipo los transformó en los antihéroes del fútbol mundial. Estos son los elegidos-
No nacieron un martes 13 ni son un producto genuino del vudú. Sus hinchas tampoco rompieron una producción en masa de espejos en el día de su fundación. O tal vez sí, porque de manera casi inexplicable, estos clubes entraron en el imaginario popular por ser víctimas de una especie de conjura eterna.
Son clubes enyetados, resignados a que les sucedan las cosas más increíbles, clubes que se doblan, se achican y se retuercen en un sufrimiento no perecedero, pero que no quiebran (al menos, sentimentalmente) y ante cada fracaso sólo aumentan la pasión de sus hinchadas, todas ellas multitudinarias.
Son clubes que ven cómo sus rivales ganan mientras ellos pierden de las formas más ridículas, que aceptan que sus mejores jugadores se van y sólo llegan peores, que si llegan a traer grandes nombres inevitablemente presencian cómo son devorados por fantasmas que nadie tiene idea de cómo entraron, mucho menos de cómo hacer que se vayan.
Es la liga de la malaria. La misma a la que pertenecía el Chelsea que, hasta la llegada de Mourinho en 2003, hacía 50 años que no ganaba nada, con planteles riquísimos.
Es la misma liga a la que pertenecía -¿o pertenece?- el Inter, otro de planteles inigualados, gestor de derrotas increíbles como la del 5 de mayo de 2002 en la última fecha, el mismo Inter que se pasó 16 años sin salir campeón, que echó más técnicos que ninguno (con Moratti padre e hijo), y que cuando por fin logró el título este año, tuvo que cancelar los festejos previstos porque el Milán le arruinó la fiesta al ganar otra Champions con dos descartes interistas: Pirlo y Seedorf. Es la misma liga por la que pugnó para entrar el Bayer Leverkusen (2° en Bundesliga, Copa y Champions 2002) y donde estaría Inglaterra, si se contaran selecciones: siendo los inventores del fútbol, nunca pudieron ganar ni una Eurocopa, y el único Mundial que festejaron, hace 41 años, llegó como país organizador y con un gol que nunca cruzó la raya.
Los hinchas de éstos y otros clubes que no aparecen aquí podrían argumentar que sus equipos son más merecedores de figurar en esta lista. Y quizás tengan razón: pueden ser tan desgraciados que ni siquiera tuvieron la suerte de salir publicados en esta nota.
1 TORINO (Italia)
Si ser rival de la Juventus, el equipo más ganador de Italia, ya de por sí es una desdicha, el sufrimiento de los hinchas granates trasciende mucho más que ese.
En el campeonato de 1914/15 al Torino le faltaba jugar el último partido contra el líder del torneo (a quien había vencido 6-1 en la primera vuelta) y si le ganaba, era campeón. Empezó la Primera Guerra Mundial y al torneo se lo dio por finalizado como estaba. ¿Mala suerte?
En 1928, le revocaron un campeonato ganado por tentativa de soborno a Allemandi, un jugador de la Juventus, que luego fue sobreseído, aunque el título nunca devuelto. En los años 40, llegó a tener el mejor equipo del mundo: había ganado cinco títulos consecutivos, hasta que el 4 de mayo de 1949 el avión en el que volvía el equipo cayó en la Basílica de Superga, cerca de Turín. Todos los jugadores y miembros del cuerpo técnico murieron.
A mediados de los 60, la aparición de Gigi Meroni -el fantasista más refinado de su generación- relanzó al Torino a lo más alto, hasta que a los 24 años Meroni murió atropellado en una avenida. Quien manejaba el auto era un fanático del Torino, de 18 años, que años más tarde, curvas del destino mediante, se transformó en el presidente de un club al que pocas veces le sale una bien. Tuvo 5 descensos desde 1989, perdió una final de UEFA por gol de visitante, pegando tres tiros en los palos, y quebró en 2005: por este motivo no lo dejaron ascender aunque ya habían celebrado el retorno a la Serie A.
La frase: “Un club que el destino acarició como una flor y perforó con una espada sarracena” (Sandro Ciotti, periodista italiano)
2 RACING CLUB (Argentina)
La historia arranco demasiado bien para uno de los gigantes de Avellaneda. De los clubes que aún existen (Alumni desapareció), fue el primero en reinar en el amateurismo al lograr siete campeonatos seguidos (1913-19), y ganarse el mote de Academia. Fue el primer tricampeón del profesionalismo (1949-51) y el primer argentino en ser campeón del mundo (1967). Ostentó el récord de victorias consecutivas (39) durante 32 años (1967-99). Hoy, tras los 35 años sin festejos, Racing quedó como el grande con menos campeonatos locales (7), con Vélez pisándole los talones (6). El día que padeció la peor humillación de su historia y se fue al descenso, el escenario pareció montado por el Diablo: 22/12/83, cancha de Independiente, última fecha y el rival eterno dando la vuelta olímpica en las narices. Peor imposible. El DT era una gloria del club: Pizzuti. Estuvo dos años en la B, época en la que la barra golpeó a otro ídolo como Cejas, y logró el ascenso por un octogonal, sin ganar el campeonato. Al regresar, como se habían modificado las estructuras de los torneos, debió alquilar su equipo completo, que jugó para Argentino de Mendoza, para que no estuvieran seis meses parados y pudieran pagarle los sueldos. Apeló a manifestaciones religiosas para ahuyentar los malos espíritus, su estadio funcionó como depósito de papas, le dictaron la quiebra, fue el primer y único equipo grande gerenciado, tuvo que soportar que las hinchadas rivales le cantaran “a esta empresa le tenemos que ganar” y el esperado día en que se consagró campeón luego de 35 años, el día tan soñado y anhelado, coincidió con la peor crisis de la historia argentina (De la Rúa yéndose en helicóptero) y el hecho pasó casi inadvertido.
La frase: “Hoy Racing ha dejado de existir” (síndico Liliana Ripoll, Marzo de 1999)
3 GENOA (Italia)
El club más antiguo de Italia, fundado en 1898, comenzó dispuesto a ser uno de los grandes, pero el último de sus nueve scudettos data ya del año 1924. Todo lo glorioso del Genoa hay que verlo en blanco y negro. En 1925 ya empezaron sus penas, cuando una invasión de campo de los hinchas del Bologna obligó al árbitro a convalidar un gol aunque la pelota se había ido afuera. Ese gol le robó el décimo campeonato, que no llegaría nunca más, ni con la llegada de Guillermo Stábile, con el que se fueron al descenso.
Los hinchas, pasionales, llegaron a llenar el estadio Luigi Ferraris unas horas después del bombardeo inglés de 1941, que había dejado 144 muertos. La venta de Gigi Meroni al Torino provocó un cisma: muchos hinchas que habían hecho una colecta para que se quedara se sintieron traicionados por la sociedad: uno de ellos fue el inversor Paolo Mantovani, que en el 70 compró al clásico rival, la Sampdoria y la llevó a ganar la Copa Italia, la Recopa europea y el scudetto 91. En 2005, encontraron a un dirigente del Venezia saliendo de las oficinas del presidente del Genoa con 250 mil euros. Del ascenso a la A, ya celebrado, terminaron yéndose a la Serie C1 por soborno.
La frase: “En Génova, es la Sampdoria o el psicoanálisis” (graffiti)
4 ATLAS (México)
Los Zorros de Guadalajara fueron el primer equipo de México en tener escuelas de fútbol por lo que también se ganaron el apodo de “La Academia”, que reafirmó con los años ofreciendo juego de alta calidad. Atlas fue el primer campeón del estado de Jalisco, en 1951. Jamás imaginaron sus seguidores que sería el último. Y que el rival más encarnizado de la ciudad, Las Chivas, sumaría alegrías en la misma proporción que su adversario recibía cachetazos, hasta erigirse en el máximo campeón del país, con 11 títulos. De su cantera salen los mejores proyectos. En el último Mundial la base era “atlista”: Rafa Márquez, Pardo, Guardado, Oswaldo Sánchez y Borgetti. Llegó tres veces a la final, la más recordada fue la última (1999), con La Volpe como DT: cayó por penales con Toluca.
La frase: “La gente ve al Atlas como un equipo con alguna maldición, y por eso a su afición se la llama La Fiel Rojinegra; es ilógico que siendo vecinos de las Chivas, le vayamos al Atlas” (Fernando Clouthier, editor del diario Público Milenio e hincha del Atlas)
5 FEYENOORD (Holanda)
Ser uno de los grandes de Holanda es tener fortuna, dirán los equipos chicos de ese país. Pero el Feyenoord está dispuesto a rebatirlos: en una liga que sólo ganan tres, el Feyenoord es el grande más sufrido, que tuvo su apogeo en los 60 y llegó a ganar la Copa de Europa del 70, pero inmediatamente vio su logro opacado por la aparición del gran Ajax. Resignado a no jugar la Champions por culpa del Ajax y del PSV, el año pasado sufrió la descalificación de la Copa UEFA porque sus hinchas, cansados de perder, destrozaron la ciudad de Nancy. No ganan un título local desde 1999 y sólo ganaron tres en los últimos 32 años. Esta es la primera temporada en 16 años que ni siquiera clasificó a Europa.
6 BOTAFOGO (Brasil)
La máxima expresión del fútbol carioca reducida a un montón de escombros: el Botafogo llegó a ser un equipo muy próspero y terminó en el puesto 12° en la lista que hizo la FIFA entre los grandes clubes del siglo XX. Base de la selección brasileña muchos años, con Garrincha, Nilton Santos, Zagallo, Jairzinho o Didí, jamás pudo traducir su reinado a nivel local, perdió su estadio por falta de pago y cuando recuperó los terrenos la sede ya había sido demolida. Tiene sólo dos títulos nacionales, 1968 y 1995, y se pasó 21 años sin siquiera ganar un trofeo carioca. La increíble eliminación con River en la última Sudamericana fue sólo una más de su cadena de hechos aciagos, que por supuesto incluyó el descenso, en 2002.
La frase: “Hay cosas que sólo pasan en el Botafogo” (dicho popular)
7 GIMNASIA Y ESGRIMA LA PLATA (Argentina)
En ciudades como La Plata o Rosario, no hay escapatoria. Se es de uno de los equipos o del otro, y si se pierde el clásico, hay que encerrarse una semana en casa. Ni el River-Boca, más universal, es tan cruel con sus simpatizantes como el clásico rosarino o platense. Así, lo de Gimnasia podría asemejarse a un martirio inigualable. El Lobo no ganó ni un solo campeonato de los buenos en 76 años de profesionalismo mientras que su rival, Estudiantes, tiene 4. No sólo eso: el Pincha además logró 3 Libertadores (más que River, Racing y San Lorenzo), 1 Intercontinental y 1 Interamericana. Cinco Copas internacionales contra ninguna de Gimnasia. En la disputa directa, si bien no existe una diferencia sensible en el historial (Estudiantes ganó 4 partidos más), el Lobo lleva 115 clásicos y 64 años sin ir arriba. Y carga con las peores humillaciones. La mayor diferencia en un clásico la alcanzó Estudiantes (7-0 en 2006), la segunda mayor también es de Estudiantes (6-1 en tres ocasiones) y la tercera mayor lo mismo (5-1 una vez). La victoria más amplia de GELP fue por tres goles. Demasiado desparejo. Para peor, el Lobo dejó escapar cuatro campeonatos que tenía en la mano: 1933, 95, 96 y 2005. La más increíble fue en el Clausura 95: con un empate en la última fecha, en su cancha y contra un Independiente fuera de combate, daba la vuelta. Perdió 1-0 (gol de Mazzoni). ¿El colmo? El año pasado, los hinchas amenazaron a sus jugadores para que perdieran contra Boca y así perjudicar a Estudiantes. Después de la grotesca pantomima, el Pincha igual fue campeón.
8 AMÉRICA DE CALI (Colombia)
Es el segundo equipo más campeón en Colombia, detrás de Millonarios, con lo que resulta extraño rotularlo de “maléfico”. Sin embargo, a pesar del descomunal respaldo económico del cartel de la droga en los 80, en el continente hilvanó estrepitosos fracasos. Disputó cuatro finales de Libertadores y perdió las cuatro, tres consecutivas. La primera (1985) ante Argentinos, debutante en la Copa, por penales. La segunda (1986) ante otro que jamás la había conseguido por múltiples hocicadas (River). Y la tercera (1987), frente a Peñarol, fue la más insólita. Ganó 2-0 en la ida, perdió 2-1 la vuelta tras ir en ventaja y aguantar el 1-1 hasta faltando tres minutos. En el desempate fue al alargue tras el 0-0. Si mantenía el resultado era el primer club colombiano en alzar la Copa, pero cayó 1-0 en la última jugada del partido, el reloj clavado en 14´ 58´´ del ST. La cuarta final la perdió con River en el 96.
Es decir: River, con sus traumas coperos, sólo pudo ser campeón con el América enfrente. Encima, Atlético Nacional y Once Caldas fueron campeones de América en su primera final.
9 SCHALKE 04 (Alemania)
Hace 49 años que no salen campeones y se les escaparon tres títulos en la última fecha luego de ser líderes en buena parte del año: 1972, 2001 y 2007. El de 2001 fue el peor porque Bayern lo ganó en el cuarto minuto de descuento mientras el Schalke celebraba. Uno de los equipos más populares de Alemania, a sus hinchas se les conoce porque muestran un raro deleite ante la cultura del fracaso permanente y se enorgullecen de seguir siendo una pasión casi irracional. Su victoria en la UEFA por penales llegó ante otro candidato a este club, el Inter. Pero ni siquiera la filiación del papa Juan Pablo II como socio honorario les cambió la providencia: ese año se fueron al descenso. Eternos cebollitas, ahora suman tres subcampeonatos en los últimos siete años.
La frase: “Tengo malas noticias para ustedes, soldados. El Schalke hoy perdió 5 a 0” (famosa línea del capitán del submarino en el filme Das Boot)
10 TOTTENHAM HOTSPUR (Inglaterra)
Bautizado originalmente Hotspur FC en homenaje a un personaje de Shakespeare, su historia tiene mucho de tragedia, especialmente en las últimas décadas. El primer club inglés en ganar en Europa (al Atlético de Madrid, curiosamente), tuvo su último momento de gloria en las FA Cups de 1981 y 1982, con Ossie Ardiles y Ricky Villa, y la Copa UEFA del 84. Y aunque tuvo a jugadores como Venables, Gascoigne, Klinsmann, Lineker, Sheringham o Waddle en su plenitud, no sólo no logra ganar el campeonato local desde 1961, sino que tuvo fracasos estrepitosos, marcados además por el crecimiento del Arsenal y la explosión del Chelsea. Estuvo al borde de la quiebra en 1990 y hace 17 años que lo único que gana es una cosa: para elegir un equipo antihéroe en Inglaterra, frente al Tottenham cualquiera pelea por el segundo puesto.
11 ATLÉTICO DE MADRID (España)
Pese a los fichajes estelares de jugadores y entrenadores (Bianchi duró 6 meses), el segundo club en simpatizantes de España conquistó una liga de las últimas 30. En ese lapso, el Madrid logró 13 y el Barcelona, 9. Si hace 30 años, el Aleti peleaba con el Barcelona por el segundo lugar del podio (9-8 en títulos), hoy está tercero lejos y con chances de ser superado por el Athletic de Bilbao (8).
Acumula 12 años sin levantar la Copa del Rey, lapso en el cual perdió dos finales. Es el único grande que se fue al descenso (99/00) y salió 4° en su primer intento. Suma ocho años sin ganarle al Madrid (7 PP y 4 PE). Una sola vez llegó a la final de la Copa de Campeones, en 1974: vencía 1-0 al Bayern Munich y a un minuto del final le igualaron con un disparo de mitad de cancha porque su arquero le estaba regalando los guantes a un fotógrafo. Desempataron a los dos días y perdió 4-0. El clásico por excelencia, que en los 70 era Madrid-Atlético hoy es Madrid-Barcelona. Eso sí: tiene la hinchada más fiel.
12 UNIVERSIDAD DE CHILE (Chile)
Colo-Colo y la u son los clubes más populares de Chile. A ese nivel, que uno de los dos esté 25 años sin ser campeón (1969-94), cuando el otro estuvo como máximo 7, y que encima en ese lapso se vaya al descenso (1988, Pellegrini DT) cuando el otro jamás cayó a Segunda, invita a la comparación y el encasillamiento. Allí cimentó su rasgo de equipo sufrido.
Colo-Colo, además, fue el único chileno en ganar la Libertadores, en 1991, año en que la U zafó del descenso (fue 14° de 16). En 1996, con Russo como DT y Salas como figura, la U llegó a la semifinal de América: fue superado por River Plate por un gol, con un arbitraje escandaloso en la revancha. Hoy, lleva 6 torneos sin ser campeón y ganó 1 de los últimos 12.
13 PARIS SAINT-GERMAIN (Francia)
Un equipo sin mucha fortuna desde sus comienzos, en 1904, ya que el Paris Saint-Germain nunca pudo situar a la capital en el lugar que se merecía (a pesar de la pretenciosa cuna real que muestra en su escudo) frente a otras ciudades como Marsella, Nantes o Saint Etienne que sí tenían equipos dominantes. En 1970 se fusionó con el FC Paris pero la unión duró lo que un suspiro y el PSG fue obligado a recomenzar en Tercera División. Ganó sólo dos títulos en su historia, el último en 1994, a pesar de haber tenido cracks como Just Fontaine, Djorkaeff, Ginola, Weah, Rai, Okocha, Anelka y Ronaldinho. La creciente inversión millonaria en sus planteles y la falta de resultados los transformó en el hazmerreír de Francia, un equipo que de tan parisino, hasta aprendió a perder con estilo.
(nota publicada en la revista argentina “El Gráfico”, en la edición de Diciembre de 2007)
Pero cuando dirigió a la Roma, no las tuvo todas consigo. La campaña fue muy mala y como era exageradamente locuaz, cometió, en 1971, un grave yerro al decir que "la última vez que Roma fue campeón, en 1942, fue porque el técnico era Benito Mussolini".
Pese a que aceptaba una rebaja de su sueldo del 75 por ciento, los directivos no quisieron saber más nada con él después de esas declaraciones. La connotación política que Herrera le dio al "scudetto" de la Roma en los años 40, no pudo ser digerida ni por los directivos ni por los hinchas.
Sin trabajo, al controvertido entrenador, se le ocurrió colocar un aviso en "II Mesaggiero" que decía en su primer párrafo: "Técnico busca club con un presidente serio".
Firmado: Helenio Herrera