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Cuando pienso en los grandes deportistas que han mantenido un proceder correcto a lo largo de toda su carrera, el primer y mejor ejemplo que me viene a la cabeza es Bobby Charlton. Bobby Charlton encarna, a mi entender, lo que significa ser grande: la humildad, tener los pies en el suelo y seguir siempre así, sin cambiar nunca. Es sorprendente que se pueda recorrer toda una carrera y mantener imperturbables esas cualidades.

(ALEX FERGUSON, entrenador del Manchester United, opinando sobre un "prócer" del fútbol inglés)

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Beckenbauer (Andy Warhol - USA)

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Te quiero tanto (Sergio Denis - Argentina)

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¿Siempre fue arquero?

En los intercolegiales jugaba adelante. Y en Banfield lo mismo, pero como no me gustaba correr, me dejaron afuera por vago. A los 15 años atajé en un intercolegial en la sede vieja de Banfield, me vieron y me invitaron a ir. Yo pensé: “Voy a la prueba como arquero y, en cuanto pueda, pido ser nueve”. La segunda parte no la pude cumplir.

¿No le gustaba el puesto entonces?

No, fui creciendo y en 1975 me llamaron a la Selección, ya no había marcha atrás, pero nunca me sentí arquero, no me gustaba. Y no toleraba el entrenamiento específico, me raspaba todo. Entonces acusaba todos los días una lesión distinta.

En su época, el eslogan para los arqueros era “loco o boludo” ¿En cuál categoría entraba?

Y... yo me peleaba con todos, en la secundaria me echaron de 3 o 4 colegios. Era calentón.

También tuvo peleas con los técnicos...

Unas cuantas. Con Rendo, en San Lorenzo, me negué a ir al banco. Venía de la gira por Europa con la Selección, la del 76, era el titular, y me sacó. “Yo pensaba que el puesto se perdía en la cancha”, le dije. Y discutimos.

¿Alguna más para recordar?

En el 73 me agarré con López y Cavallero, en Banfield. En el club había varios rosarinos, y a veces les daban permisos para quedarse allá un día más. Una vuelta le pedí a López quedarme un lunes en Córdoba y López me lo negó: “Yo le doy a quien quiero”, me dijo. “Bueno, entonces yo vengo cuando quiero”, le contesté. Y me fui. Sanción económica y suspensión.

(RICARDO LA VOLPE, ex arquero y actual director técnico, en entrevista con revista "El Gráfico" de Julio de 2007)

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Sí, cometí un error... por no haber cambiado a los 11 jugadores.


(FELIPE SCOLARI, seleccionador de Portugal, tras ser criticado por la derrota frente a Suiza en la Eurocopa 2008)

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A veces parece que solo hay dos juegos universales: la guerra y el fútbol. Quizás son meras variaciones de un mismo juego, rituales de la era moderna originados en alguna actividad común el los albores de nuestra especie. Tal vez todo se remonta a una época en la que la existencia del hombre era una lucha perenne en contra de sus enemigos, cuando la naturaleza entera era su campo de batalla...

(Tomado del libro "Dios es redondo" del escritor mexicano Juan Villoro)

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Fobal del grande (Ernesto Sábato - Argentina)


La extraña instantánea duró acaso un segundo o dos.
Tito echó soda al vermouth, tomó unos sorbos y se sumió en un silencio sombrío, mirando, tal como era habitual en momentos parecidos, a la calle Pinzón: mirada abstracta y en cierto modo completamente simbólica, que en ningún caso condescendería a la real visión de hechos externos. Después volvió a su tema preferido: ahora ya no había fóbal.
¿Qué se podía esperar de jugadore que se compraban y vendían? Su mirada se hizo soñadora y empezó a rememorar, una vez más, la Gran Época, cuando él era un pebete así. Y mientras Martín, por pura timidez, tomaba el vermouth que después de dos días de ayuno sabía que le haría muy mal, Humberto J. D’Arcángelo le decía: Hay que amarrocar, pibe. Haceme caso. Es la única ley de la vida: juntar mucha menega, rifar el corazón, mientras se ajustaba la raída corbata y estiraba las mangas de su saco rotoso, corbata y traje que confirmaban que él, Humberto J. D’Arcángelo, era el riguroso negativo de la filosofía que predicaba. Y mientras de puro bondadoso lo instaba al muchacho a que terminara el vermouth, le hablaba de aquellos tiempos, y pronto a Martín le pareció que aquella conversación se desarrollaba en alta mar. Te estoy hablando del año quince, pibe, cuando yo iba a la cancha con el tío Vicente. Estábamo en plena conflagración, en tanto que Martín, mareado y triste pensaba en Alejandra y en su desaparición en el fiel de Seguel y Ministro Brin hasta el 23 en que nos trasladamo a Bransen y del Crucero ¡eh, Chichín!, a ver cómo formó el plantel inicial, a lo que Chichín, mirando al techo, suspendiendo el repasado de su vaso, con los ojos cerrados, después de mover en silencio los labios (como quien revisa la lección) respondió De los Santos, Vergara, Cerezo, Priano, Peney, Grande, Farenga, Moltedo, José Farenga y Bacigaluppi, volviendo en seguida a su tarea con el vaso mientras Tito decía esato. Y aunque Racin otuvo el capionato, lo seneise, que ya perfilábamo el temple salimo cuarto.
En el 18 ocupamo el tercer puesto y en el 19 trinfamo. ¡Eh Chichín! Decí cómo formó el equipo que ganó la copa, a lo que el otro respondió, después de permanecer un momento en suspenso, con los ojos cerrados y la cabeza levantada hacia el techo. Ortega, Busso, Tesorieri, López, Canaveri, Cortella, Elli, Bozzo, Calomino, Miranda y Martín, volviendo en seguida a su tarea, mientras Tito comentaba esato. ¡Qué equipo, pibe! El gran Tesorieri. Nunca hubo ni volverá a haber eh, un arquero como Américo Tesorieri. Te lo dice Humberto J. D’Arcángelo, que ha visto fóbal del grande, arreglándose la corbata y mirando hacia la calle Pinzón con indignación, mientras Martín, mareado, veía como en una fantasmagoría al viejo don Pancho Olmos hablando sobre la Legión y a Alejandra acodada sobre la balaustrada de la terraza y la cabeza del comandante Acevedo. Y lo mismo te digo de Pedro Leo Journal, el famoso Calomino, el güin má veló que ha pisado la cancha nacionale, el inventor de la célebre bicicleta, que luego tanto y tanto han querido imitar. ¡Qué tiempo, pibe, qué tiempo!, agregó, cambiando el sitio del escarbadientes del ángulo izquierdo al ángulo derecho de la boca y dirigiendo su mirada a la calle Pinzón, mientras Martín miraba a Alejandra dormir, observándola como al borde de un abismo. Pero, decía D’Arcángelo, lo justo, e lo justo, pibe, y hay oro en todo lo equipo y un fanático y era ciego para todo lo que no fuera Boca lo justo, e lo justo, pibe, y hay oro en todo lo equipo y hay bagayo también en Boca, pa qué no vamo a engañar. Y ahí tené, sin ir más lejo, al negro Seoane, la célebre Chancha Seoane, que fue el puntal de lo Diablo Rojo por varia temporada. Te voy a ser sincero, pibe: el negro Seoane personificaba la clásica picardía criolla puesta al servicio del noble deporte. Era un cra inteligente y aguerrido, la pesadilla de lo arquero de su tiempo. ¿Sabe cómo lo caracterizó Américo Tesorieri? El rey del área enemiga. Y con eso se ha dicho todo. ¿Y Domingo Tarasconi? El gran Tarasca fue uno de lo grande escore del fóbal amateur. Dueño de un potente sho, ya lo probó desde la punta derecha, y cuando fue corrido al eje, marcó un periodo glorioso en el historial del deporte argentino. Pero… y siempre hay un pero en el fóbal, como decía el finado Zanetta, por el mismo tiempo de Tarasca brillaba en la acción el gran Seoane, como te decía. Y ahora fijate bien en lo que te voy a explicar: la línea tenía do ala de modalidade opuesta. La derecha era académica y jugadora, la izquierda se caracterizaba por su juego eficá y por un trámite si se quiere poco brillante pero efetista, que se traducía en resultado positivo.
Y a la final, pibe, se diga lo que se diga, lo que se persigue en el fóbal es el escore. Y te advierto que yo soy de lo que piensan que un juego espetacular e algo que enllena el corazón y que la hinchada agradece, qué joder. Pero el mundo e así y a la final todo e cuestión de gole. Y para demostrarte lo que eran esa do modalidade de juego te voy a contar una anécdota ilustrativa.
Una tarde, al intervalo, la Chancha le decía a Lalín: cruzámela, viejo, que entro y hago gol. Empieza el segundo jastáin, Lalín se la cruza, en efeto, y el negro la agarra, entra y hace gol, tal como se lo había dicho. Volvió Seoane con lo brazo abierto, corriendo hacia Lalín, gritándole: viste, Lalín, viste, y Lalín contestó ¡sí pero yo no me divierto!
Ahí tenés, si se quiere, todo el problema del fóbal criollo.

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Muchos historiadores del fútbol aseguran que Pelé nunca jugó bien en Europa, ya sea con la camiseta de Santos o del seleccionado de Brasil, a excepción del Mundial de Suecia de 1958.
Sin embargo, sus compañeros de Santos recuerdan que pocas veces vieron a un Pelé tan genial, como el que jugó el 11 de Octubre de 1962, en Lisboa, Portugal, ante Benfica, en el partido de vuelta de la final de esa edición de la Copa Intercontinental.
El cotejo de ida, disputado en el Maracaná de Río de Janeiro, Santos le había ganado a Benfica por 3 a 2 (por entonces la Copa Intercontinental se disputaba con revancha y en caso de desempate se jugaba un tercer partido en país neutral, pero en el continente del último encuentro). Pero en la revancha, en Portugal, Pelé fue un show.
"Ese día, en Lisboa, Pelé las hizo todas, además de tres goles -recordaba su compañero Lima- fue un verdadero espectáculo, y eso que yo jugué con él muchísimos partidos. Pero todos mis compañeros coinciden en que nunca lo vieron en tan buen nivel, con tanto talento desparramado en una cancha, como en esa final frente al Benfica. Sin duda, fue el mejor partido de su vida".
La síntesis de ese encuentro que ganó Santos por 5 a 2, quedándose por primera vez con la Intercontinental, fue la siguiente:

Benfica (2): Costa Pereira; Jacinto, Raúl, Humberto, Cruz, Cavem, José Augusto, Coluna, Santana, Eusebio y Simoes
DT: Fernando Riera

Santos (5): Gilmar; Mauro, Calvet, Dalmo, Zito, Olavo, Dorval, Lima, Coutinho, Pelé y Pepe
DT: Lula

Goles: 17', 25' y 64' Pelé (S), 48' Coutinho (S), 77' Pepe (S), 83' Eusebio (B) y 89' Simoes (B)

Árbitro: Pierre Schwinte (Francia)

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Los cronistas se dejaban impresionar por las goleadas de Brasil, pero no se daban cuenta que los rivales se achicaban. Y no era para menos. La tribuna, la multitud, y todas esas cosas que pesaron en el ánimo de los españoles y los suecos, permitieron las goleadas. Pero eso con nosotros no camina. El equipo nuestro jugaba bien y estaba integrado por hombres.

(JULIO PÉREZ, ex futbolista uruguayo, integrante del célebre equipo que conquistó la Copa del Mundo de 1950 en Maracaná)

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Si uno nace en Parque Patricios, será futbolista o boxeador.

(CÉSAR LUIS MENOTTI, ex jugador y entrenador argentino)

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Camino a la gloria -La final- (Martín Díaz Núñez - España)


Por fin, ahí estábamos, el Unión al completo, el gato Merino, el macho Díaz, el Negro Cabrera, paquete Montijo, Galleta Cabral, el chato Quintana, Mauricio “el pancho” Rivera, Ariel” el ruso” Fachinetti, el zorro Barragán, chupete Núñez y el Canario Wandosell. Sobre el césped reluciente, en medio del “Cielo”…

No es extraño que a la cancha del Nacional la llamen así, por los albos uniformes que lucen sus jugadores, y por haber disfrutado tanto tiempo con el juego irrepetible de Santos Lapiedra, Ángel Monteiro y Juan de Dios Marcuzzi, el equipo “Divino”… y justo allí, pisando el mismo verde, nosotros. Casi era un sacrilegio, pero como lo nuestro era casi un milagro…

Si, lo supe ese día que jugábamos la primera ronda con Ferrocarriles Del Norte, íbamos a hacer algo grande, aún recuerdo la jugada, Mauricio Rivera avanzaba solo, al frente, como siempre (como siempre, parece que nunca entendió que este era un deporte de equipo, y que los driblings no están prohibidos), pero en ese momento se detuvo, miró hacia delante, me vio desmarcado, y me la pasó.

A pesar de que el árbitro pito offside, no importaba, El Pancho había pensado, tal vez por primera vez en su vida deportiva (no, fuera de la cancha tampoco usaba la testa para otra cosa que aplastar latas de cervezas...), y eso era algo grande, cualquier cosa podía suceder.

Perdimos aquel partido 5 a 0, pero nos sobrepusimos, y pasamos ronda (claro, la alineación indebida y la sanción que les cayó a Ferro ayudó).

Después nos toco en suerte Río Chico. Y si que fue una suerte, no digo que la epidemia de gripe que tenían en la zona no nos ayudara un poquito, ni que el que presentaran un ocho, que no un once, y que de portero tuvieran al del equipo Benjamín no nos diera cierta ventaja, pero esa épica clasificación por penales que obtuvimos, siguió sabiendo a gloria.

Ah, que recuerdos me trae, como resuenan en mi mente aun los gritos del “Canario” Wandosell, “Denle caña al muñeco, que es de goma”, mientras un balón contra otro se estrellaba contra el arquero rival (tirábamos a gol, pero el chaval parecía la araña Yashin, siempre estaba en medio). Acabo llorando el chiquito, pobre… Por cierto, que lo de Canario, ya que me lo preguntan, es por el nombre, Pío. Y el Wandosell es curioso, en una provincia minera como esta, con tanta colonia extranjera, al abuelo del chico se le ocurrió inventarse un apellido más rimbombante e internacional. Cosas de la época.

Y después… si, después la revolución. Fue una lástima que el equipo contrario fuera el Real de Pueblo Nuevo, cuando se proclamó la república y el nuevo régimen decreto la desaparición de todo vestigio de la caída monarquía, lo sentimos mucho por ellos.
Y con esas llegamos a octavos, ante nosotros el temible Huracán. Realmente lo fue, devastó tan completamente la ciudad de nuestros rivales, que del estadio el cacho más grande que quedó fue el muro del aseo de caballeros. Tuvieron que retirarse de la competición, con gran pena por nuestra parte.

Cuartos, habíamos hecho historia, pero aun no nos rendíamos, pensábamos que estaba en nuestras manos seguir avanzando. Y así fue, cuando Ariel “El Ruso” Fachinetti consiguió colar su segunda diana, con la derecha (la anterior había sido con la izquierda), y el árbitro, un sabio, no apreció infracción alguna (total, en el baloncesto están todo el día introduciendo la pelota en la red con la mano y no pasa nada), el público de Independiente, grosero y violento, se encrespó de tal modo que tuvimos que abandonar el césped con rapidez. El árbitro suspendió la contienda, y el comité sancionó a nuestros rivales con la eliminación. Para que digan que no hay justicia deportiva.

Las semifinales estaban ahí. Nunca nos hubiéramos imaginado llegar tan lejos, pero ya que estábamos… en frente, el Deportivo Minero, con todas sus estrellas.

Creo que mejor que mis palabras, entenderán lo que fue el partido en la crónica del prestigioso Oswaldo “Tato” Menéndez, para “La Gaceta”: “Las acometidas del Minero llegaban una tras otra, como las olas del mar rompiendo contra la playa. Tiro tras tiro, bombardeaban la portería de Unión, con el ímpetu de un Stuka, la agilidad de un Hurricane y la precisión… de una apisonadora. Parecía que la portería se había empequeñecido, y que el Gato Merino ocupaba toda ella… toda no, pero si buena parte, impresionante la panza que lucía el arquero. 75 disparos conté, 75, si alguna vez me mandan fusilar, pediré que ellos formen el pelotón de ejecución. Posiblemente, yo mismo me tenga que disparar el tiro de gracia. Y en esas, en un pase hacia atrás de un defensa minero, el portero se trastabilla, cae, y el balón entra mansamente en la red… que gran razón tenía ese filosofo del esférico que es Lillo, cuando dijo aquello de que el fútbol es incientifico… total, no merece la pena quemarse, siempre hay alguien al que le toca la lotería, hoy, en vez de en un bombo, el sorteo fue en la cancha”.

Aunque algo injusta en mi opinión respecto a nuestros méritos, creo que sirve para explicar cómo logramos el pase.

Y como decía al principio, ahí estábamos, el Unión al completo, el gato Merino, el macho Díaz, el Negro Cabrera, paquete Montijo, Galleta Cabral, el chato Quintana, Mauricio “el pancho” Rivera, Ariel” el ruso” Fachinetti, el zorro Barragán, chupete Núñez y el Canario Wandosell. Sobre el césped reluciente, en medio del “Cielo”… En la final de la Copa provincial para amateurs, un hito histórico, no creo que cuando los reds o los blues llegan a la final de Inglaterra, puedan sentir lo que nosotros en ese momento…

Sabemos que es casi imposible que venzamos, Instituto es fuerte, algún desgraciado que no sabe que es el Sport nos dijo que deberíamos comprar al árbitro miserable, vergüenza debería darle semejante propuesta (sobre todo porque el colegiado tiene fama de integro e incorruptible).

Pero perdón, que empiezan el partido, discúlpenme, me esperan mis compañeros…-Eh, pelotudo, pasa acá la bola, que la reviento…

Posdata: Si, ganamos la copa, expulsaron a dos de nuestros contrarios, nos pitaron tres penaltis a favor… fue un triunfo del deporte, un bello rayo de luz en medio de la oscuridad y la falta de deportividad que vive actualmente nuestro juego. Las malas lenguas dicen que el referí nos pito a favor, debido a su indignación por un intento de compra, al parecer alguien le envió un jamón, con los saludos de Instituto… que falta de ética… disculpen que llaman a la puerta… -¿Si, que trae una factura de la Charcutería? Ah, perfecto, ahora mismo se la abono…

(Mi agradecimiento a Martín y a los amigos de “Café Fúbol” por tener la generosidad de cederme este cuento para compartirlo con todos ustedes)

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¿Cómo ves el nivel del fútbol argentino?

El fútbol argentino es lo de siempre: una cantera inagotable de futbolistas jóvenes. No es de hoy que aparezcan los Saviola, Aimar, Romagnoli y Riquelme. Es de toda la vida, con la única diferencia que ahora hay dificultades económicas muy grandes que llevan a equipos como River y San Lorenzo a dejar de ser compradores y apostar un poco más a los juveniles. El fútbol es el de siempre, muy dinámico y agresivo, con pocos espacios. Se ven partidos muy buenos y otros muy malos.

¿Y en Chile?

En cuanto a técnica y buen juego, en el fútbol chileno se ven mejores partidos que en el argentino. Lo que se ve en la Argentina es más lucha y combatividad.

Pero la realidad marca que, para el mundo, los futbolistas argentinos tienen más prestigio que los chilenos.

Lo que pasa es que en Chile a todos los equipos les gusta jugar bien al fútbol, y en la Argentina no. Cuando van al Monumental o a la Bombonera, los equipos chicos intentan no dejar jugar y complicar el partido. Por lo general, acá no veo equipos chicos que intenten jugar bien ante los grandes.

(LEONARDO RODRÍGUEZ, ex futbolista argentino, de gran paso por el fútbol chileno, en declaraciones a la revista "Mística" del 22/01/00)

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El fútbol es la guerra en pantalones cortos.

(WILLI SCHULZ, ex internacional alemán de la década del '60)

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No sé cómo hacen para tener tantos jugadores increíbles.

(THIERRY HENRY, opinando sobre la calidad de los futbolistas argentinos, en diario "Clarín" del 13/07/08)

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Entrevista a Alfredo Etchandy


Vitrolita

De chiquilín se pasaba el día pegado a la radio, y por eso se ganó el apodo: el pibe vitrolita, le decían en casa. Conocía los programas más importantes de las principales radios y, siempre que los horarios se lo permitieran, no se perdía uno. Especialmente los deportivos. Con ese rumor de fondo, sobre la alfombra de la abuela desplegaba no sé bien qué artilugios para que, con un poco de imaginación, allí se enfrentaran los primeros equipos de Peñarol y Nacional, o de los que cuadrara. Se sabía las alineaciones de memoria. No sólo las de los equipos uruguayos sino también de los extranjeros que pintaban por el Centenario.
El pibe vitrolita también se devoraba las páginas deportivas de los cinco diarios que se compraban en la casa: de mañana El Día, al mediodía La Tribuna Popular, y al caer la tarde El Plata, Acción y El Diario. Hoy todo ese cúmulo de información almacenada y la que vino después se exhibe los domingos de noche en Canal 5 o en las trasmisiones de Sport 890. El doctor Alfredo Enrique Etchandy Ferrando -55 años, casado, dos hijas- es uno de los históricos del comentario deportivo, con un estilo rebosante de sobriedad que tiene sus adeptos.
Hasta hace pocos días fue presidente del Círculo de Periodistas Deportivos, cargo que ocupó en ocho de los últimos doce años, todo un récord. Escribió cinco libros, enseña periodismo deportivo en el IPEP, fue basquetbolista, es funcionario municipal desde hace 35 años y asegura que si Uruguay va a un Mundial debe ser para salir campeón.

De los periodistas deportivos uruguayos con unos cuantos años en la actividad, usted quizás sea el único que se recibió de tal.

De aquella época (año 1970), compañeros del curso, estaban Humberto García, Hugo Peyre, Daniel Ordóñez y algunos más.

Durante mucho tiempo se decía que para ser periodista deportivo en Uruguay había que ser abogado. Usted lo es. ¿Es casualidad esto o tiene algo que ver?

No sé si tiene algo que ver, pero hay muchos periodistas deportivos que son abogados. La mayoría son más periodistas que abogados. Yo digo que siempre fui periodista deportivo y me hice abogado porque el periodismo no me alcanzaba para vivir.

¿Ejerce la abogacía?

Durante algún tiempo ejercí en forma particular, incluso estuve instalado con algunos amigos. Actualmente no ejerzo, pero trabajo sí como abogado en la Intendencia. Soy funcionario municipal desde 1971. Empecé en la parte de Ingresos Comerciales y después trabajé durante muchos años en la parte de recaudación de Espectáculos Públicos. Era el que liquidaba los impuestos de los cines y los bailes. Y después pasé a la tarea de inspección; iba a inspeccionar los cines y los bailes los sábados de noche.

Quizás sea por esa tendencia a generalizar que tenemos los uruguayos, pero los inspectores de la Intendencia no gozan de muy buena reputación.

No, yo creo que no es así. En todas las tareas siempre hay gente buena, mala o regular.

¿El periodismo es hoy su principal fuente de ingresos?

He tenido mejores momentos. Hubo etapas en las que trabajé en los tres medios (prensa, radio y televisión) a la vez. Ahora en alguna medida también lo hago, aunque con menor actividad. También me dediqué a escribir, hice cinco libros relacionados con el deporte.

¿Cuál de ellos tuvo mayor repercusión?

“Memorias de la pelota”, que creo de alguna manera condensa todo lo que tiene que ver con la historia del fútbol uruguayo. Son más de 250 historias pequeñas: los triunfos, los campeonatos sudamericanos y también cosas como el día que se cayó el arco en el Tróccoli, o el día en que en un equipo jugaron todos parientes, integrantes de la familia Dorado y el equipo se llamaba Dorado. Cosas que han pasado en el fútbol uruguayo: cuando se inició la B, cuando se inició la Intermedia, cuando se usó por primera vez la camiseta celeste.

¿De dónde saca toda esa información?

Siempre me gustó leer mucho, y también escuchar mucho. Y de mi tío y de gente mayor que me contaba cosas fui recogiendo. Además, a cada lugar donde voy y hay una librería, entro. Y donde encuentro algo relacionado con el deporte, me lo compro. La verdad es que tengo muchas cosas.

Pero hechos como por ejemplo la caída de un arco del estadio Tróccoli no están en los libros. ¿Cómo reconstruye esas anécdotas?

Bueno, en ese caso me acordaba del hecho y más o menos por la fecha lo fui a buscar en los diarios. Para el libro Doce años de ausencia, que se refiere al período entre 1990 y 2002, me leí todos los diarios de esos doce años, día por día. Los iba mirando y buscando títulos que fueran importantes para el tema. Lo sacaba y con eso fui construyendo toda la historia del libro.

¿Cuánto tiempo le llevó esa tarea?

Ah, varios meses. Pero no leía todo, obviamente. Iba a la parte deportiva y buscaba los títulos y ahí seleccionaba lo que me podía servir. O buscaba por las fechas algún hecho que yo me acordaba que había sucedido.

¿Cuántos años fue presidente del Círculo de Periodistas Deportivos?

De los últimos doce años, fui ocho Presidente. En la historia del Círculo, que se inició en 1942, ha habido veinte presidentes. Tengo el honor de haber sido el que estuvo más tiempo como presidente. Como dirigente tengo más, casi veinte años.

¿Un día de Alfredo Etchandy gira en torno al deporte?

No. Antes sí. No digo que me vaya aburriendo, pero Yo pienso que el mejor deporte que hay es el básquetbol: el más lindo, el más emocionante, el que genera más posibilidades en cuanto a la parte táctica. Además, es el que tiene al espectador más en tensión. Un final tanto a tanto en el básquetbol es inigualable. Y si tengo que elegir el deporte más lindo, hoy es el básquetbol. Sobre fútbol, gozo más charlando del pasado que del presente.

¿El pasado glorioso del fútbol uruguayo no condiciona de alguna manera este presente lastimoso?

No, no creo.

Dicho de otra forma, ¿ese pasado no nos impide tener la humildad necesaria para reconocer lo poco que somos hoy y trabajar para mejorar?

Lo que pasa es que los que han llegado a lo máximo después solamente se alegran con lo máximo otra vez. Cuando Uruguay va a un campeonato sudamericano, va a salir campeón. Si no, no queda en la historia. Si va a un campeonato del mundo va para salir campeón, no para competir. En Uruguay se festejan los aniversarios de cuando salió campeón. Se festeja la final de Maracaná porque ganó, si la hubiera perdido no se festejaba. De los primeros diez campeonatos sudamericanos juveniles, Uruguay ganó siete. De los últimos cuarenta no ganó ninguno.

¿Qué explica, según su criterio, el derrumbe?

Hoy vivimos con generaciones de futbolistas que no son ganadoras. Se me dirá que es más difícil hoy ser campeón del mundo; bueno sí, es más difícil. El dinero juega de otra manera. En el 30, el mundo estaba muerto por la depresión y la caída de Wall Street del año 29. El gobierno uruguayo votó 300 mil pesos para que Uruguay le pagara los pasajes a los que venían a jugar, y les dieron viáticos durante toda la travesía a los que venían de Europa y todo el tiempo que estaban acá. Eso lo pagaba Uruguay, el gobierno uruguayo. En el año 30, con una población mucho menor que la que tiene ahora, el país importó quince mil automóviles. El peso uruguayo valía más que el dólar. Era naturalmente una situación distinta, este era un país muy importante no sólo en el deporte. No tenía la cara hacia América y hacia los indios porque no tenía indios, era un país que miraba a Europa. Miraba la cultura francesa.

No es muy conocida esa historia de los pasajes. Seguramente muchos no habrían venido de no haber sido así.

Bélgica y Francia, por ejemplo, les pagaron a sus jugadores pasajes de segunda y la diferencia se las dieron a las delegaciones. El Estadio Centenario se construyó en seis meses y costó un millón y medio de pesos uruguayos, que era poco más de un millón y medio de dólares. Y hoy, para hacer el campeonato del mundo, Alemania invirtió cuatro mil millones de euros. Pero calculó que esa inversión le iba a aportar diez mil millones en turismo y gente que fue y sigue yendo a dejar su plata en el país. Eso demuestra que hoy el fútbol es sólo un soporte para un negocio económico: el de la FIFA por un lado y el del país organizador de un campeonato del mundo, que en un mes gana mucho dinero. Alemania, en un mes, ganó más que la deuda externa uruguaya.

¿Los uruguayos podemos soñar con volver a tener un Mundial acá, aunque sea en el Mercosur?

Es difícil que la FIFA acepte que un mundial lo hagan varios países juntos, como lo hicieron Japón y Corea. Se llegó a esa solución en ese caso porque había otros problemas en el medio y ninguno quería perder.

Tiene dos hijas, ¿cómo hacen tres mujeres en su casa para tolerar su pasión por el deporte?

Mi mujer viene de una familia donde prácticamente el deporte era una cosa separada, de la que no se ocupaban. Y mis hijas tampoco salieron muy deportistas; una de ellas se interesa un poco más, pero no es tampoco una gran aficionada. Así que el tema deportivo en mi casa casi no existe.

¿Es un hombre de Tenfield?

No. No. Nunca trabajé en Tenfield ni nunca me vinieron a buscar. Estoy en contra de muchas de las cosas de Tenfield. Directamente nunca estoy a priori en contra de nada, pero cuando tengo que criticar, critico y cuando tengo que tomar otra posición también la tomo.

¿Hay periodistas comprados?

No, hay periodistas que trabajan en Tenfield. Voy a hablar por mí: para ejercer la profesión de periodista se requieren dos cosas irrenunciables: libertad e independencia. Libertad para elegir cualquier tema e independencia para tratarlo sin ninguna presión.

¿Siempre ha podido hacerlo así?

Desde que trabajo en esto, dos o tres veces tuve el problema de que me dijeran che, no podés decir eso, pero siempre me ampararon a la larga las autoridades del medio en el que trabajaba. Por eso, a esta altura de mi vida, digo lo que quiero. Absolutamente lo que quiero; el día que no lo pueda hacer me voy para mi casa.

¿Hay periodistas que adecuan su discurso a lo que la empresa les pide?

No. Creo que a algunos, la empresa no les pide nada. Entienden que deben defenderla y yo no los juzgo. Yo me siento liberado absolutamente para decir lo que quiero. A esta altura soy más un periodista de opinión que de información, y opino lo que me dicta mi conciencia. Y al único que le rindo cuentas es a ella.

Pablo Bengoechea dijo en esta sección que los periodistas deportivos están informados pero saben en general poco de fútbol. ¿Qué opina?

Y, es verdad lo que dice. Hay muchos periodistas que saben y otros que no saben tanto. Pero, ¿quién puede decir éste sabe y éste no? ¿De qué hay que saber para opinar de fútbol? Para comentar no hay que ser entrenador. Yo soy entrenador de básquetbol; dirigí equipos de básquetbol. Y tampoco hay que haber sido futbolista para opinar sobre fútbol; yo jugué como todos los uruguayos. No era un patadura pero tampoco un fenómeno. Si no, hubiera sido futbolista.

Usted trabaja con Sergio Gorzy desde hace muchos años. El hecho de que usted fuera presidente del Círculo de Periodistas Deportivos, entidad que expulsó a Gorzy de sus filas, ¿no le generó ninguna incomodidad?

No. Eso en todo caso habla bien de él, porque siendo mi patrón en alguno de los medios donde he trabajado nunca tuve problemas. Y el día que tuve que estar contra él por los temas gremiales lo estuve. Discrepo con él en muchísimas cosas que hacen al deporte y a la forma de encarar la actividad periodística. Sin embargo, tengo buena relación. Y él, siendo en algunos casos patrón mío, nunca impidió que dijera lo que quisiera decir.

¿Atilio Garrido o Sánchez Padilla?

Cada uno en lo suyo. Garrido me llevó a El Diario de la noche y trabajé con él. Era una máquina de trabajar y una persona muy inteligente. No comparto alguna de sus actividades periodísticas pero tengo por él un respeto importante. Con Sánchez Padilla nunca he trabajado pero tengo una correcta relación.

¿Lleva la cuenta de los países que ha conocido por su actividad?

Sí. Conozco cincuenta y ocho países. Algunos por el fútbol y otros por otras actividades periodísticas.

¿A qué lugar no volvería?

(Piensa) En realidad a la mayoría de los lugares que fui, volvería. De repente a algún lugar de Asia o África que ya conozco, no volvería. Si tengo que elegir un continente para volver siempre, elijo Europa.

¿Cuál es la ciudad más linda del mundo?

Hay muchas. A mí me gusta mucho Madrid. París y Londres tienen su encanto, pero me encanta Viena, y también Florencia. Hay muchas más, la lista sería infinita.

¿Y de América?

De América, Buenos Aires es la gran ciudad, con un encanto especial.

¿Es cierto eso de que a Uruguay se lo conoce en muchos lugares por el fútbol?

Sí, ha sido uno de los principales embajadores que ha tenido Uruguay en la historia. Recuerdo que una vez venía de un Campeonato del Mundo Juvenil y tuve contacto con un periodista de Sierra Leona. Entonces, cuando le dije que era de Uruguay, lo primero que dijo fue: Venancio Ramos.

¿Le ha pasado muchas veces el tener que explicar qué es Uruguay?

Ah, muchas veces. O de escuchar algún disparate. Una vez, un periodista de Guinea Ecuatorial me preguntó si Uruguay tenía límite con Inglaterra. Y cosas de esas, muchas veces. También he encontrado mucha gente que conocía hasta la historia del Uruguay.

¿Hay algún caso que le haya sorprendido especialmente en ese sentido?

Sí. El encargado de relaciones públicas de la UEFA, con quien estuve en un congreso en Cartagena de Indias, conocía de la historia del Uruguay absolutamente todo. Incluso cosas menores. Me empezó a hablar de la Guerra Grande con lujo de detalles y de otros hechos, realmente era para sacarse el sombrero.

¿El gobierno debería intervenir el fútbol?

El gobierno tiene la obligación de intervenir en temas del deporte; tiene un Ministerio de Deporte y tiene un Ministerio de Educación y Cultura que es el que da las personerías jurídicas. Y las instituciones deportivas son personas jurídicas y el gobierno ejerce la policía jurídica de esas personas. Si no se cumple con las reglas, el gobierno tiene la obligación de intervenir. El Ministerio de Deportes tiene las competencias que tenía la Comisión Nacional de Educación Física, entiende en los gerenciamientos, las drogas en el deporte, y en lo que impone la ley 14.996: el tema de los derechos de los deportistas.

¿Los llamados derechos federativos?

Los derechos son uno solo. Quienes quieren hacer trampas a la ley hablan de derechos económicos y derechos federativos, pero no hay ninguna norma en el Uruguay ni en la FIFA que separe estos derechos. Y la ley 14.996 establece que ninguna persona física o jurídica que no esté afiliada a una federación deportiva puede ser dueña de esos derechos del deportista.

¿Por qué cree que nadie hace nada al respecto?

La ley es de 1980 pero lamentablemente no se aplica. Prevé sanciones a la violación de la normativa: se debe sancionar a las instituciones que participan de esas violaciones. Y la AUF nunca hizo nada. Subsidiariamente, si no lo hace la asociación respectiva, lo debe hacer la Comisión Nacional o el Ministerio de Turismo y Deporte. No lo digo yo, lo dice la ley. Se sigue haciendo lo mismo y yo digo que el principal problema del fútbol uruguayo es ése.

¿Por qué?

Porque desde que se implantó el Impuesto a las Transferencias, el fútbol uruguayo negoció más de 340 millones de dólares y pagó impuestos por una cifra similar, y a los clubes ha ingresado dinero nada más que el 15 por ciento de ese dinero. Por lo tanto hay contratistas muy ricos y clubes muy pobres.

¿Sería bueno que Tenfield se fuera del fútbol uruguayo?

En todos los países del mundo la televisión está y da grandes ganancias. Lo que está mal es que exista un monopolio y que los contratos sean tan grandes, y que haya normas que vayan totalmente en contra de esos contratos. No es culpa de Tenfield, que hizo un negocio comercial con un fin de lucro. Los culpables son los clubes que lo votaron y los dirigentes que lo hicieron posible. En el año 99, los clubes cobraban 20 mil dólares por mes, hoy cobran 154 mil pesos, o sea seis mil dólares. Porque lo que paga Tenfield tiene un tope. La AUF hizo un contrato con Tenfield que seguramente ningún dirigente hubiera firmado para su empresa.

Usted ha admitido públicamente ser hincha de Peñarol. ¿Le ha generado problemas eso?

No, al contrario, creo que me he ganado el respeto con eso.

¿Puede juzgar y opinar con objetividad?

Totalmente. A esta altura de mi vida, los fanatismos quedaron absolutamente de lado. Si hay un partido y juega Peñarol, prefiero que gane Peñarol, pero no por eso voy a cambiar mi comentario.

¿Los hinchas de Nacional son hostiles hacia usted?

Algunos sí, pero la mayoría me respeta más desde que lo dije. Todos los periodistas son hinchas de algún cuadro. En uno de mis libros hice un trabajo particular y me dio que el 60,8 por ciento de los periodistas deportivos uruguayos en actividad son de Peñarol, y que el 30,2 son de Nacional.

¿Un blooper en su actividad?

Muchos. Muchas veces uno dice algo creyendo que no está al aire. En cuanto a las posiciones que defiendo, siempre las medito muy bien. De repente me equivoco o no se comparte, pero eso es parte de la profesión.

(entrevista realizada por el periodista uruguayo Gerardo Tagliaferro y publicado en el portal digital “Crónicas” del 11/09/06)

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Todos tenemos problemas económicos. Pero yo, la verdad, nunca me he preocupado por la parte económica. La base que tengo es que nacimos desnudos y así nos vamos. Le agradezco a Dios que tengo que ponerme en los pies, un par de pantaloncillos, unos pantalones, una camisa. Y hasta de pronto un cachaquito para estar bien presentado. A mí eso nunca me ha faltado. Llegué sin tener una casa, ahora tengo una casita. Llegué sin tener carro, ahora lo tengo. Entonces le doy gracias a Dios. Tengo poco y ese poco que tengo me hace poca falta. Entonces vivo bien, vivo tranquilo. Me han puesto como el más rico del mundo, me han puesto el más pobre del mundo. Pero verdaderamente, sí soy rico, muy rico, porque tengo dos pies, dos piernas, unas manos, tengo fe en Dios. Por eso soy rico.

(RENÉ HIGUITA, futbolista colombiano)

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Ha primado llevar a un futbolista que lo único que ha hecho este año es dar una hostia a Messi.

(BERND SCHUSTER, sobre la convocatoria de Assier del Horno a la selección española, previo al Mundial de Alemania, en Mayo de 2006)

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Hasta nuestros lanzadores de peso están en mejor forma que Gascoigne.


(LINFORD CHRISTIE, atleta inglés)

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El fútbol (Roberto Jorge Santoro - Argentina)



I
Bailarín
con un pie mareador
silbador
quien lo ve
toca de a poco
en caricia
le pone al cuerpo ballet
levanta el balón
lo empuja
lo resbala
lo mima con una gana
lo enrolla con otro pie
le da una vuelta
en el aire
de taco
que ni se ve
la vuelve
le cae al pecho
que para
cae
resbala
su pierna
de forma rara
la hace morir en el pie
que la pisa
si dormida por el suelo
la toca
y levanta vuelo
la pelota y el ballet
que en avance
con un pique
le dice que se le achique
la guarda
que en el zapato
del otro que ni la ven
se da vuelta
y no la tiene
está saltando
en el aire
le dice con la cabeza
que va el otro
que la deja
que la espera en otro pie.

II
Si muchachos la manejan
la miran
nunca la tiran
su novia que no la dejan
algunos
si la bolean
se vuela que ya se escapa
le dice chau al que quiera
a un salto todos la esperan
sólo hay uno que la baja
le hace un guiño
su piropo
que la sube
se la lleva a la vereda
que lo corren
señala que va a la punta
la pinta que le hace un gol
y que ahora ya la deja
se va
se sube al tablón
que semana se discute
que del túnel su debute
del balón
con la pierna
con toque de camiseta
salta corriendo
que espera el pase del gol
y por fin que se la meta
en ángulo con el wing
que viene pase y que va
y que luego se da vuelta
con el crack
en el centro que pelota
con botín toca y rebota
con puño
que su función
su número sube y baja
se olvida del pizarrón
su potrero
grita entero
que grito si juega fiero
con todo su corazón
que jugando su tercera
se trae su pisadera
la guinda ball
y la bola
por la red
sus mallas piolas
por la punta
que se insola
en el gol del uno a cero
por la cola
del descenso
la arrima trae y descansa
la multitud que esperanza
con banderas
que matracan sus paraguas
y el salto
con que la saltan
la emoción que son colores
y en el grito la botellan
que el referee con su luto
le dicen que es un payaso
que un bombero
su mujer se fue con otro
y él está que toca
y pito
que su asunto
corriendo van que jugando
pisando que están saltando
los muchachos de la murga
con derecha que la zurda
la marean a la tarde
la barra que está de curda.

(tomado de “Literatura de la pelota”, Ediciones Lea, Bs. As., 2007)

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Hubo varios apellidos que fueron campeones de la Copa Libertadores de América como futbolistas y, años más tarde, como directores técnicos. En el 2002, Olimpia de Paraguay tuvo como entrenador a Nery Alberto Pumpido, quien además de ser arquero del seleccionado de Argentina que ganó la Copa del Mundo en México '86, se había consagrado Campeón de América como futbolista con River Plate de Buenos Aires, también en 1986.
Los que antecedieron a Pumpido en tal hazaña, fueron los siguientes:

1) El argentino Humberto Dionisio Maschio, integrante de Racing, Campeón de América de 1967, y como entrenador de Independiente, campeón de 1973.


2) El argentino Roberto Ferreiro, quien fue como jugador campeón de la Libertadores con Independiente en 1964 y 1965 y como técnico, también con Independiente, en 1974.


3) El uruguayo Luis Cubilla, quien fue campeón como jugador en 1960 y 1961 jugando para Peñarol, y en 1971 defendiendo a Nacional de Montevideo y dio la vuelta olímpica como técnico en Olimpia de Paraguay con quien ganó las Copas de 1979 y 1990.


4) El uruguayo Juan Martín Mujica, quien jugó en el Nacional campeón de 1971 y dirigió a Nacional, ganador de la Copa en 1980.


5) El argentino José Omar Pastoriza, quien jugó en el Independiente ganador de la Copa Libertadores de 1972 y dirigió a la misma entidad cuando la obtuvo en 1984.


Nery Pumpido, Humberto Maschio, José Pastoriza, Luis Cubilla, Juan Mujica y Roberto Ferreiro, hombres y nombres que hicieron historia grande del fútbol sudamericano.

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El mejor gol fue el que hizo el defensor en contra.

(DINO SANI, entrenador brasileño, al ser consultado sobre el mejor gol de la fecha en el fútbol argentino, en el programa televisivo "Todos los Goles" de Canal 9, 13 de Mayo de 1984. El tanto aludido por el entonces técnico de Boca Juniors, fue el que le marcó Marcelo Firpo a su compañero Daniel Alberto Carnevali, en el partido Atlanta 0-Vélez 1)

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Patear la pierna de un rival es más excitante que el sexo.

(PAUL INCE, ex futbolista británico)

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Di Stéfano o la guerra Barcelona-Madrid


Con toda la nativa arrogancia de sus compatriotas, pero también con mucho del encanto natural del latino, Alfredo Di Stéfano hizo la gloria del Real Madrid en los años sesenta. Y la suya personal como uno de los grandes futbolistas de la historia. Pero hasta que llegó a España, su carrera había sido bastante tormentosa. Nacido en Buenos Aires el 4 de Julio de 1926, ingresó en el famoso River Píate, donde destacó muy pronto. Se le llamaba la "saeta rubia". Sin embargo, tentado por las ofertas de un equipo colombiano, el Millonarios, Di Stéfano dejó el River y marchó a Bogotá junto con Pedernera, Néstor Rossi y otros "ases" de la época. Esta situación creó un grave conflicto entre las federaciones de ambos países. Colombia rechazó todas las demandas y fue expulsada de la FIFA, y Di Stéfano, aunque jugador proscrito, se hizo famoso.
Cuando la "burbuja colombiana" explotó, dos clubes españoles, el Real Madrid y el Barcelona, contrataron a Di Stéfano. El Madrid trató directamente con el Millonarios, y el Barcelona con el club de origen, con el que Di Stéfano aún tenía pendiente su compromiso. Y aquí viene lo curioso y anecdótico.
La Federación Española quiso desenredar aquella maraña sugiriendo salomónicamente que Di Stéfano terminara la temporada en el Real Madrid, trasladándose a Barcelona para la siguiente, y así sucesivamente hasta que ambos clubes conviniesen una solución definitiva. Pero, conociendo la rivalidad de los dos grandes clubes españoles, era imposible de llevar a la práctica. El Barcelona tenía ya en sus filas a Ladislao Kubala, un fenómeno llegado a España desde Hungría tras mil vicisitudes. El entonces presidente del Barcelona, D. Enrique Martí Carreto, resumió el proceso en una carta pública que decía entre otras cosas:
"Una vez conseguida la anuencia del River Plate, nos pusimos en relación con el club Millonarios de Bogotá, y después de largas gestiones y vicisitudes se nos manifestó por su delegado que el club que presentara el pase del River obtendría también el de ellos. Esto no sucedió, ya que más adelante tuvimos conocimiento de que el presidente del Millonarios había cedido sus derechos al Real Madrid.
Hecha pública la disposición de la Delegación Nacional de Deportes sobre jugadores extranjeros, orden que acatamos respetuosamente, hicimos todo lo posible para traspasar a Di Stéfano a un club extranjero. Como para esto necesitábamos la conformidad del Real Madrid, me trasladé a dicha capital y, bajo los auspicios de un miembro de la FIFA, que se ofreció para ello, se hicieron todas las gestiones para efectuar el traspaso, sin lograrlo en definitiva. En esta situación y tratando ya sólo de defender los intereses deportivos y económicos de mi club, y bajo el arbitraje del Dr. Muñoz Calero, presidente de la Federación Española, se dirigió una súplica conjunta al Delegado Nacional de Deportes, en solicitud de excepción para dicho jugador, ya que los trámites reglamentarios se habían cumplimentado con anterioridad. No obstante, era necesario que ambos clubes se pusieran de acuerdo, y tras arduo empeño mío en superar todas las dificultades, en un caso que más que difícil me pareció especialísimo, sintiendo él pesar de presumir que no satisfaría la decisión, acepté el laudo y firmé el pacto, que establecía una igualdad económica y un contrato alternativo entre los dos clubes, con la salvedad de que, de mutuo acuerdo, podría ceder un club al otro, definitivamente, al jugador.
Inmediatamente después de dar cuenta al Comité Directivo de mi club de este acuerdo, y sabiendo que el criterio de muchos socios hubiera preferido que se realizara de otra forma, se confirmó mi creencia de que cualquiera de ellos, con más acierto, podría cumplir la misión mejor que yo, y exclusivamente por mi propia voluntad, presenté mi dimisión irrevocable."

Prácticamente aquí concluyó el caso. Di Stéfano fichó por el Real Madrid y lo condujo por la senda del triunfo durante ocho temporadas. Vistiendo de "blanco" jugó 510 partidos y marcó 428 goles, 49 de ellos en la Copa de Europa, que conquistó en cinco ocasiones.
Di Stéfano hizo fama y dinero. Pese a su arrogancia, jamás olvidó lo que debía al fútbol. En el jardín de la lujosa residencia que se construyó en Madrid tenía un pequeño monolito con una pelota de fútbol encima y esta inscripción: "Gracias, vieja".
El estilo de Di Stéfano requería una forma física espléndida. Nunca soslayó los entrenamientos y la práctica constante. Fue un "zar del fútbol", pero un "zar" inimitable. Imponía su ley y nadie le discutía. "Ases" extraordinarios como Kopa, Didí o Simonsson fracasaron en el Madrid porque a Di Stéfano no le gustaba su manera de actuar. Se asegura incluso que afirmó de Didí que éste "era demasiado viejo y no valía para sucederle". Pero orgullo aparte, Di Stéfano era un excepcional director de juego, un todo-terreno que defendía y atacaba inagotablemente durante los 90 minutos.
El Barcelona, que había dispuesto de todos los derechos sobre él, flaqueó a la hora de adquirirlo. Un poco porque entonces el prestigio del jugador no era el que luego fue, y un mucho por el peso de unas circunstancias adecuadamente manejadas por el club rival.
Cuando en un partido amistoso inolvidable, que se jugó en el estadio del Barcelona, Kubala y Di Stéfano actuaron conjuntamente bajo la camiseta azulgrana, se vio el fútbol más rutilante de muchos años. Tal vez será difícil repetir algo semejante.

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En la Copa del Mundo organizada por Suiza en 1954, se produjo un hecho sin precedentes...
Fue durante el partido disputado el 20 de Junio en Basilea, cuando se enfrentaron Hungría y Alemania...
El tema es que, por entonces, había mucha expectativa por ver al equipo húngaro (que finalmente apabulló por 8 a 3 a los germanos) porque era la máxima atracción internacional con un juego lleno de preciosismo y efectividad...
Fue así que como el estadio resultaba pequeño para cobijar a tanta gente, se ideó ubicar un tren como tribuna adicional, sobre el terraplén del ferrocarril aledaño al estadio...
Allí se ubicaron muchos hinchas, quienes vieron brillar a Kocsis, Puskas y Czibor, entre otros...
Lo curioso fue que la final del torneo la disputaron los mismos protagonistas, y pese a ese resultado, que vaticinaba un nuevo triunfo de Hungría, Alemania se quedó con la Copa, triunfando por 3 a 2, remontando un 0-2 parcial...

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¿Quién habló de ganar o perder? Yo hablo de jugar... Nunca, creámelo, nunca al entrar a una cancha pienso en ganar o perder. Sólo en jugar y jugar bien.


(FEDERICO SACCHI, ex internacional argentino)

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Para ser buen entrenador te tienen que haber echado por lo menos dos veces.

(JOSÉ ANTONIO CAMACHO, ex jugador de fútbol y DT, mientras era seleccionador nacional de España -1998/2002-)

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Partido perfecto (Norbert Bisky - Alemania)

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Himno-Homenaje al club Universitario de Deportes (Perú)

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El inolvidable periodista y escritor argentino Osvaldo Soriano, era un hincha de San Lorenzo de esos que amaban la camiseta entrañablemente. Soriano le escribió una carta a su amigo y colega uruguayo, Eduardo Galeano, en la que refiere a un encuentro con el otrora goleador del equipo azulgrana, José Francisco Sanfilippo. Resultó una historia que el mismo Galeano publicó en su libro "El fútbol a sol y sombra".
Soriano, escribió: "Querido Eduardo. Te cuento que el otro día estuve en el Supermercado Carrefour, donde antes estaba la cancha de San Lorenzo. Fui con José Sanfilippo, el héroe de mi infancia, que fue goleador de San Lorenzo cuatro temporadas seguidas. Caminamos entre las góndolas, rodeados de cacerolas, quesos y ristras de chorizos. De pronto, mientras nos acercamos a las cajas, Sanfilippo abre los brazos y me dice "pensar que acá se la clavé de sobrepique a Roma, en aquél partido contra Boca".
Se cruza delante de una gorda que arrastra un carrito lleno de latas, bifes y verduras, y dice: "Fue el gol más rápido de la historia". Concentrado, como esperando un comer, me cuenta: "Le dije al cinco, que debutaba, no bien empiece el partido me mandás un pelotazo al área. No te calentés que no te voy a hacer quedar mal. Yo era mayor y el chico, Capdevilla se llamaba, se asustó, pensó, a ver si no cumplo". Y ahí nomás Sanfilippo me señala la pila de frascos de mayonesa y grita ¡Acá la puso! La gente nos mira, azorada. "La pelota me cayó atrás de los centrales, atropello pero se me fue un poco hasta ahí, donde está el arroz, ¿ve? -me señala el estante de abajo-, y de golpe corre como un conejo a pesar del traje azul y los zapatos lustrados. "La dejé picar y ¡plum!. Tira el zurdazo."
Todos nos damos vuelta para mirar hacia la caja, donde estaba el arco hace treinta y tantos años, y a todos nos parece que la pelota se mete arriba, justo donde están las pilas para radio y las hojitas de afeitar. Sanfilippo levanta los brazos para festejar. Los clientes y las cajeras se rompen las manos de tanto aplaudir. Casi me pongo a llorar.

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La historia está hecha para ser rota.

(GERRY FRANCIS, internacional inglés de la década del 70)

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