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¿Cuál es el jugador más parecido a vos que viste?

Gorosito. Lo mejor que tenía yo era la pegada. Pipo también, pero con derecha.

¿Cuál es la clave de una buena pegada?

Viene de nacimiento, a mí nadie me enseñó a patear. Al contrario: 20 técnicos me quisieron enseñar a patear con la derecha y nunca pude aprender. Me tenían pateando contra el frontón y me terminaba fastidiando porque le pegaba muy mal.

¿Cómo era Basile de compañero?

En el famoso Huracán del 73, Coco venía atrás de muchos en técnica, pero era el líder lejos. Sabía manejar el carácter y el tiempo de cada uno. A mí me puteaba porque sabía que yo reaccionaba; a Avallay, en cambio, lo trataba como una niña porque sabía que si lo puteaba, se caía.

¿Cómo demostraba su liderazgo?

Es una personalidad como la de ahora, avasallante. Atemorizaba a los contrarios y era capaz de pelearse por un compañero. El día que salimos campeones, Rivero, un uruguayo de Gimnasia, le dijo algo y a la noche, en vez de ir a festejar el primer título en la historia del club, fue a buscar al Negro a un boliche. Coco transmitía mucho, y cuando las cosas venían mal, imponía su respeto.

(CARLOS BABINGTON, ex jugador, director técnico y actual Presidente del Club Huracán, en revista "El gráfico" de Septiembre de 2006)
)

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El fútbol es la única actividad bella que el ser humano desarrolla con los pies.

(HORACIO FERRER, poeta uruguayo)

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A Leo lo disfruto cada mañana y para mí es el mejor del mundo. Nunca ví a un jugador que pueda pasar a otro como él; cuando quiere pasa.

(THIERRY HENRY, futbolista francés, opinando sobre Messi en diario "Clarín" del 13/07/08)

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Fútbol treinta por treinta (Thiago De Mello - Brasil)


Somos treinta niños maduros jugando a la pelota:
encantamiento puro, el sol en los pies.
Peleamos en un baile fraternal, y sin embargo duro.
Olímpicamente desorientados sabemos soportar
la fortuna o la desgracia de las artes que inventamos:
el arabesco del cuerpo, la talud interrogada
por el combado pelotazo de engañoso destino,
el tiro suelto al viento en su dulce geometría.
la mano que se deshace desencajada y grotesca en el vértice
del arco contra el suelo, la frente que desvía
un rumbo inexorable,
el músculo empeñado en la intención cristalina
el arabesco perfecto, inútil pero radiante.
Fútbol: dolor y fiesta,
la perfección dormida sobre el pecho del pie
de repente se yergue y se cumple y florece:
es el corazón viajando por el trayecto
del sol en el viento
la delicada esfera, la indomable, la rosa.
Somos treinta jugando
concentrados desde la víspera.
Frecuentemente llueve,
cuando llega la tarde de los sábados:
pero nunca falta el sol en el campo.
Sentados aquí en Gávea,
los ángeles se divierten con esta arquitectura
de impecables lances malogrados.
Los treinta somos
un solo niño tras la infancia
que nos llega rodando,
resplandeciente,
traída a nuestra alma
a lo largo del césped de la tarde.
Somos humildes,
no tenemos nuestros nombres en boca
de la multitud.
Pero la mano de nuestros hijos encuentra
más confiada y más suave
nuestra mano, mano de treinta,
cuando,
olímpicamente fatigados,
volvemos a ser los hombres
que somos.

(extracto del libro "A fruta aberta", del citado escritor)

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El Real Madrid de Alfredo Di Stéfano ya había ganado tres Copas de Europa consecutivas (1956-1957-1958) cuando en 1959 disputó la final de una nueva edición de la misma ante el Reims, de Francia.
El partido se disputó en Stuttgart, Alemania, y para el equipo "merengue" estaban, además de Di Stéfano, los argentinos Rogelio Domínguez, arquero, y el delantero Héctor Rial, además del técnico "Yiyo" Carniglia.
El cotejo comenzó bien para el Real Madrid, porque el español Mateos lo colocó rápidamente en ventaja. Pero poco después comenzaron las desventuras. Mateos, en jugada individual, ingresó al área rival, donde lo derribaron. Penal.
El encargado de ejecutarlo era Di Stéfano, pero Mateos le pidió poder patearlo: "Alfredo, si hago dos goles en una final tengo el contrato asegurado para el año siguiente", le explicó.
Di Stéfano le dijo que no, porque el partido estaba difícil y el técnico le había dado a él la responsabilidad. Pero ante las súplicas de Mateos, El "Di", finalmente accedió a dejárselo ejecutar, no sin antes advertirle que lo pateara fuerte, porque el arquero del Reims, Colonna "es un gato".
Mateos lo tiró débil, a la derecha de Colonna, quien desvió la pelota al córner. ¡Di Stéfano lo quería matar!
Para colmo el puntero derecho del Real Madrid, el francés Raymond Kopa quedó lesionado en una rodilla. Se quería ir de la cancha (por entonces no se podía hacer cambios) pero Carniglia le tocó la moral, llamándolo "cobarde". Entonces Kopa siguió jugando, como si fuera un poste, pero al menos servía para devolver una pelota o realizar un saque lateral.
En el entretiempo, las discusiones en los vestuarios fueron muchas, pero el Real salió con todo a jugar lo que faltaba, conquistando Di Stéfano el segundo gol del Real Madrid y, de tal modo, una nueva Copa de Europa para la prestigiosa institución española.

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Este Inter es como un tanque con las velas desplegadas.

(ALESSANDRO ALTOBELLI, ex internacional italiano, actual comentarista de TV)

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Es de consumo interno. Acá, en la Argentina, se caga de risa. Es Gardel con los guitarristas. Hace lo que quiere. Maneja todo. Cobra las infracciones, pone la barrera a trece metros de distancia, agarra la pelota y sanciona lo que le parece y los árbitros en la cancha de Boca le tienen miedo. Ni Maradona podía hacer lo que hace Riquelme. Claro que en la Selección no es lo mismo. Y ya lo vimos en el Mundial de Alemania.

(HUGO GATTI, ex arquero argentino, “pegándole” a Juan Román Riquelme en Diario “Popular”, 03/07/08)

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¿Vos lo viste jugar a Martino? (Sebastián Jorgi - Argentina)


A Pedro Leguizamón
y Pascual Malerba


No vendrá. Te dejó de seña en la parada del colectivo, con ganas de decirles a esos que te miran desde la ventana del café: Qué les importa. Pero la cosa es así. Pensás que el amor es como tirarle la manga a la vida o al destino.
Ayer había algo extraño en sus ojos, una premonición, una advertencia. Hace un mes que la conoces y tanta milonga. Seguro que le habrá pasado algo o la vieja le tiró la bronca o simplemente se demoró. Anda a saber. No te resignas y pensás que en unos segundos ella doblará la esquina con el saquito azul y una sonrisa grande como un sol y abrazará fuerte tu cuore con un ¡Hola, mi amor! Hola, y entonces caminarás con ella mirando las baldosas; habrá de contarte esto y lo otro mientras en tu mente carburarás cómo fajarle un beso.
Ambos se dirán: No me vas a dejar nunca (a la sombra de ese arbolito que todos los días los cobija), mientras la luna desparrama su albura sobre Pompeya. Le propondrás para el sábado una película que ella elegirá o ir a Unidos a bailar y después a comer pizza. Enloquecerá de contenta y dirá te quiero para siempre, aunque a papá y a mamá todavía no les caigas bien. No le preguntarás el motivo, porque responderá (como la semana pasada): Entre mamá y papá las cosas no andan bien, además ellos me necesitan, ¿entendés?
Seguramente no vendrá. Estás viendo una risita burlona en la gorda que también espera el colectivo, como lo esperaban ustedes. Sí, ella los vio acaramelados todo este tiempo. Pero hoy, no. Aunque dudes de que venga, no te convences y la seguís esperando. Y si viene, no le recriminarás como otras veces lo que dijo el padre: Nena, sos muy joven todavía, espera un tiempo. No insistirás esta vez con que el padre exagera y que la madre es una sometida, para no contrariarla. No discutirás.
El tiempo de la espera ha pasado de largo igual que el canillita morocho pasa con la sexta. Pero mañana puede ser nunca (lo sabés); hoy ella tendría que llegar con su pelo largo acariciando las miradas de los muchachos del café, los mismos que en este momento te fichan con cierta comprensión.
No pensás que hoy es lo mismo que ayer. Te metes en el café pidiendo un cortado sin dejar de mirar hacia la calle a través de la ventana. El señor que se llama don Carlos se acercará y le contarás todo porque él adivinó de qué se trata y te dirá: Ya sé, pibe, ella no vino. Necesitarás que te escuche. Mientras tomas una ginebra, él te aconsejará: Bebida blanca, no, pibe, tomate un feca. Te aburrirá un poco con su conversación sobre los jugadores del '40: ¿Vos lo viste jugar a Martino?
Jugadores de fóbal eran los de antes, Dios me libre. Y entre otras cosas, hablará de su experiencia y vos le hablarás de ella (entonces, no te aburrirás), y él escuchará con atención mientras vaya por la cuarta ginebra. Interrumpirá tu lloriqueo preguntándote si viste a San Lorenzo el domingo y por qué no jugás al billar con los muchachos. Mirarás segundo por medio a la calle (por las dudas), aunque ya serán como las doce, lo mismo que ayer y que (invariablemente) mañana. La luna te contestará que ella no vino y mientras don Carlos cuenta el famoso gol que hizo Martino en la final contra Boca en la Bombonera (¿en el cuarenta y seis?), volverás a mirar y la ventana es y Será una pintura gris con la luna seca, como el foco sucio y gastado de la esquina.
Luego se presentará el Fino a la mesa y te invitará a una partida de billar para más tarde. Pero vos seguirás carpeteando la ventana, mientras el Fino le dirá a don Carlos que el “Coco” Rossi es un fenómeno y él responderá que Pontoni y Martino fueron grandes pisadores de pelota. De vez en cuando te consolarán diciéndote que quizá mañana venga y diga que estuvo enferma. Entonces vos le gritarás que el Flaco la vio en el 115 cuando lo tomaba en Retiro.
El tiempo ha cambiado de semana. Parece que fue ayer cuando ella no vino (o simplemente hoy). Se había despedido con un beso dulce. Ella había dicho que te quería tanto y que mamá había comprendido que a vos te gusta la contabilidad y por eso estudias comercial. Esto se lo contaste mil veces a don Carlos. Ella te había mostrado la libreta de ahorros y mañana ibas a sacarte una para vos (mejor dicho, para los dos).
Estás otra vez en la parada del colectivo, como si el tiempo no hubiera pasado. En un rato entrarás al boliche para escuchar a don Carlos: Divertite, pibe, mirá al Fino o al Flaco, van al baile. Olvidala, no es para vos. No te dirá (como los otros) que ella anda de filo y que la vieron en el cine Roca el sábado pasado. Don Carlos te transportará al mundo del fútbol para contarte alguna gambeta de Martino y, cuando vea tu cara tristona, te dirá que la vida empieza cuando vos crees que termina y que conocerás a otra piba y a otra... Un día te casas y cuando te querés acordar, sos padre. Lo tuyo, pibe, es un punto pequeñito, anillos de humo que se pierden o se desfiguran. El dolor también pasa. Y le dirás sintiéndote comprendido: Usted es un poeta, don Carlos. Poeta fue Moreno o el Chueco, responderá, vos no viste jugar a Martino. También te aconsejará que no largues el estudio (igual que tu viejo), pero vos...
No importa que te quedaras libre en la escuela por la cantidad de faltas y tampoco importa que el sábado no fueras a la farra que organizó don Carlos para todos los muchachos del café. Estarás en la pizzería, cerquita del Roca, para campanear. En una de esas, ella entrará (sola) y con el alboroto de las pizzas que van y vienen le chamuyarás que la querés para siempre (igual que la semana anterior). Ella te volverá a contar el problema que tuvo el padre: Intentó pegarle a mamá cuando estaba un poco en curda, porque papá toma, sabes, Cachito. Confesará que la madre le dijo: Estás como loca desde que conociste a ese vago que no trabaja; entonces prometerás buscar un laburo.
Lo que no te imaginas es que tu vieja le prendió una velita a la virgen de Pompeya y que rezaba por su Cachito mientras vos dormías. Ella te tapó porque de tanto dar vueltas en la cama se había deslizado la frazada. Soñás que llegará a la pizzería o a la esquina del boliche por un truco del mago Dios y que le contarás a don Carlos: Vio, ella vino, y él te reprochará: No fumes tanto, pibe. Además, la bebida blanca hace daño, dejala. Daña tanto como el recuerdo.
Así que San Lorenzo jugó bien el domingo, bueno, me alegro. Hola, Fino, qué tal, don Carlos, qué decís Cachito, y aquí estamos. Si están hablando de cosas particulares, me hago humo, les dirás. No, por favor, quédate, vos sabes, conocí una piba fenómena en Congreso, dirá el Fino.
Vos no contestarás nada. Ni si quieras escucharás cuando Pirolo diga que el Flaco vio a tu piba el sábado a la salida del Roca. Sabes que es mentira porque estuviste allí, si vas todos los sábados, hasta rondas los domingos el trocén y los cines de Lavalle.
Te quedas mirando el pocillo de café vacío, tan vacío como tu corazón sin ella. Don Carlos te repetirá como ayer (como siempre) que sigas el consejo de uno que fue otario y que se hizo vivo recién de viejo, y que la olvides, porque no te puede ver con el alma joven pero estropeada por eso tan lindo y tan filoso que llaman amor. Seguramente caerá Pirolo y se armará un truco. Tus pensamientos volarán cuando el Flaco diga envido y vos no cantarás nada y, al final, qué haces, te gritará el Flaco tirando el ancho de espadas sobre la mesa cuando ya hayan perdido el truco. Y serás barro cuando el Pirolo pregunte quién lleva a Cachito, porque tendrás una curda de órdago.
Ahora estás en Retiro y ella no aparece. No sabés ya qué pensar. El Fino dijo que la encontró (casi tropezó con ella) como a las cuatro de la madrugada del otro lado del puente. Debió confundirse. ¡A esas horas! ¿El Fino inventa para hacerte chivar? El laburo debió dejarlo, porque ni rastros de ella, a ningún horario, hasta le preguntaste a la gorda que viaja en el 115 y tampoco la vio más.
Parece mentira que hayan pasado seis meses y que siempre alguien la vea, menos vos. El Fino, Pirolo y el Flaco siempre se la encuentran. Les decís que vos también la querés encontrar, por curiosidad, nomás. Dentro de un rato estarás en el boliche con don Carlos que repetirá: Lo que pasa es que ustedes no vieron jugar a Martino ni a Pedernera. ¡Qué me vienen con estos! ¡No saben patear un penal! Mientras viajas, vas pensando en lo que dijo el Fino aquella vez, que la vio a las cuatro de la madrugada del otro lado del puente. ¡Qué raro! Vos sabes que ella vive cerca de Riestra pero no tenés idea de cuál es la casa.
La parada es una estaca que se clavó en tus sentimientos, en tu duda. Estás de vuelta en el boliche, miras y miras hacia fuera, como si el tiempo no hubiera pasado. Don Carlos caerá de un momento a otro. Cuando lleguen el Fino y el Flaco dirán que Pirolo consiguió una mina para fifar en el galpón grande, cerca del Riachuelo. Te invitarán pero vos no les harás caso.
Don Carlos te insinuará que vayas; vos te negarás a ir al galpón como te negaste aquella noche en que fueron el Fino y Pirolo. Don Carlos te reprochará tu cobardía diciéndote que la bebida blanca daña más que una mujer, te gritará que si sos hombre tenés que divertirte y que su recuerdo te jode porque no es más que una irrealidad, que la vida para vos recién empieza.
Seguís mirando hacia fuera, aunque ya no sentís ese amor de hace unos meses. Junás con disimulo la ventana para que los muchachos no se den cuenta. No compartirás la opinión de don Carlos de que Sanfilippo es un jugador oportuno. Para vos es un crack y debió ser tan bueno como Martino. Don Carlos se molestará un poco e insistirá en que no viste jugar a Martino y que los pibes de ahora no saben nada de fóbal, mientras sorbe su café. Te pedirá disculpas por haberse metido con tus sentimientos y confesará que sólo busca tu bien. Vos lo conformarás prometiéndole que irás al galpón con el Fino y Pirolo cuando se presente otra oportunidad.
No le dirás a ninguno de los muchachos que la viste en Unidos bailando con media humanidad, porque ya casi no hablas de ella. No les dirás que te rechazó de lleno porque apenas te reconoció cuando la saludaste. El Pirolo le dirá que la vieron por Vicente López en una milonga con un tendero de la calle Boedo. Vos le contestarás que no es verdad, que la habrán confundido con otra. Ni los muchachos ni don Carlos te insistirán en el asunto y, poco a poco, dejarán de batirte que la vieron aquí o allá porque ya no te importa.
Tampoco sabrán que la del pelo cortito es ella, e incluso vos te convences de que nadie la reconoció, como te negaste a reconocerla aquella vez que fuiste solo al galpón. Que no es la misma, aunque ella te entusiasmó más que la otra, y sonreirás cuando don Carlos te vuelva a decir: Viste, pibe, que la olvidaste, mientras ficharás hacia la calle a través de la ventana. Le contestarás, vio cómo jugó el “Coco” Rossi y don Carlos te preguntará: ¿Vos lo viste jugar a Martino?

(tomado de Eliot Ness. Pérez and Company, Buenos Aires, Fondo Nacional de las Artes, 1986)

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Nos dimos cuenta de que el público iba a ser hostil desde el primer día en que llegamos a Italia. En la calle se palpaba la antipatía de los italianos. La agresividad se repitió cada vez que jugamos en el norte. Sólo nos pudimos sentir locales en Nápoles.
Como profesional, uno, dentro de la cancha, trata de obviar ese detalle, pero en este caso era algo especial. Había un rechazo muy llamativo, quizá debido a lo de Diego, por el hecho de haber sacado campeón a un equipo del sur, aunque, la verdad, fue mucho más fuerte de lo que preveíamos.


(JUAN SIMÓN, ex mundialista en Italia '90, recordando aquel certamen y el clima antiargentino imperante en la Península)

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El jugador alemán que más me llama la atención es el del nombre difícil (por Sebastián Schweinsteiger), no sé cómo se pronuncia pero yo le llamo Schwarzenegger (por el ex actor y actual gobernador de California.

(MAURICIO SOLÍS, mediocampista de Costa Rica, opinando días antes del inicio del Mundial 2006)

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En el fútbol es más difícil de acertar que en las carreras (de caballos). Y en las carreras no se acierta nunca.

(CARLOS GARDEL, mítico cantante de tango ya fallecido)

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Team de fútbol (Antonio Berni - Argentina)

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Transpirar la camiseta (Julieta Taz - Argentina)


* Cuento infantil

Estimados compañeros del club:
Hace mucho que tengo ganas de decirles algunas cosas que me duelen. Espero que me entiendan. Tengo tanto derecho a decirlas como cualquiera.
Sabemos que los partidos se ganan con coraje. Se ganan en el juego después de todo el trabajo semanal. Y en el juego participamos todos. Cada uno colaborando con su aporte, haciendo lo que mejor sabe hacer. Cada uno atravesando momentos personales mejores o peores.
Yo pasé por momentos feos, pero no por eso dejé de poner todo en cada partido. Jamás me negué a transpirar la camiseta. Y eso, sin embargo, casi nunca fue reconocido.
Los periodistas se ocupan de los goleadores; del arquero, cuando ataja un penal; del técnico, cuando pierde tres partidos seguidos; de los lesionados y de los violentos; del presidente del club y del encargado del vestuario. Pero casi nunca se ocupan de alguien como yo.
Jamás pensé en dejar de defender los colores de nuestra institución, ni siquiera aquella vez que recibí un piedrazo durante un partido. Me sacaron en camilla y el médico me aconsejó reposo. Pero igual, el fin de semana siguiente estaba otra vez con ustedes, como siempre. Y sigo estando, aunque parezca que ustedes lo ignoran.
Nunca me hicieron un reportaje. Nadie elogia los años que llevo con los colores del equipo. Y, en todo ese tiempo, apenas hubo un par de fotos mías en los diarios. No importa.
Todos somos necesarios en la cancha: el "Puma" cuidando el arco; el "Chapa" yendo y viniendo; el "Beto" ordenando el mediocampo; el "Colo" pegándole desde lejos a la pelota; y el "Hormiga", con su zurda. El técnico, el médico y el kinesiólogo. Tito, con el bombo. Y yo, sufriendo y alentando desde afuera.
Porque yo también me siento parte del equipo. Me gustaría verlos a ustedes en una cancha que parece el fin del mundo, en una tribunita de madera, sentados bajo un sol que carboniza o con una lluvia que moja tanto, que parece que los huesos van a oxidarse. Esto es lo que quería decirles. Que siempre estaré acompañando a nuestro equipo, cada vez que juegue. Y me gustaría que lo sepan.
Los saluda atentamente.
Florencia

(cuento tomado del libro “Cuentos de fútbol para chicas y chicos”,
Colección Azulejos, Editorial Estrada, Bs. As., 2007)

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Oreste Omar Corbatta, uno de los mejores futbolistas argentinos, ídolo del Racing Club Avellaneda e integrante de una de las grandes delanteras nacionales junto con Humberto Maschio, Antonio Angelillo, Enrique Omar Sívori y Osvaldo Cruz durante el Sudamericano (actual Copa América) de Perú 1957, fue uno de esos verdaderos locos que da el fútbol.
Federico Vairo, notable zaguero de River Plate, cuenta de él: "En una ocasión, ni bien empezó el partido se me había parado al lado mío y se me quedó ahí, lo que ya me ponía nervioso. De pronto me miró y me dijo ¿Cómo anda tu madre?... ¿y de la vida de tu hermana qué es? A lo que le respondí ¡Callate y jugá!... Cuando termine el partido "nos vemos afuera" si tenés algo que decirme... Con eso se calló la boca y me dejó de embromar.
Tras finalizar el encuentro, mientras nos estábamos duchando golperon la puerta del vestuario. ¡Era él que me venía a buscar! Salí con toda precaución... y vi que quería charlar conmigo en serio, venía a invitarme al vestuario para tomar algo porque cuando intentó hacerlo inicialmente en el campo me había enojado.

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Si se va Coloccini será la gran putada del verano. El equipo que se lo lleve, se lleva a un pedazo de futbolista, a un jugador para quitarse el sombrero.

(MIGUEL ÁNGEL LOTINA, Director técnico del Deportivo La Coruña, opinando a días pasados ante propuestas recibidas del Barcelona, Real Madrid y Valencia por el defensor argentino)

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El quedó muy entusiasmado con el Venecia y solía seguir al club Lazio y después al Inter. Es un gran apasionado al fútbol.

(DRAGAN KARADZIC, sobrino del criminal de guerra serbio Radovan Karadzic detenido el pasado 18/07/08, asegurando que su tío asistía en ocasiones a ver jugar al Inter de Milán en donde jugaban sus ídolos Sinisa Mihajlovic y Dejan Stankovic)

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Jugar “de sobra”


Un jugador, un defensor que ocupa el puesto que yo ocupé, tiene varias posibilidades para marcar al atacante contrario: anticiparlo o achicarle el terreno. Si el delantero tiene visión, panorama y precisión en la pegada, se hace muy difícil anticiparlo. Las posibilidades del defensor se acrecientan cuando se achican los espacios porque ahí es más probable que el delantero se equivoque. Allí el defensor tiene un ochenta por ciento de posibilidades a su favor.
Cuando llegué al fútbol brasileño, me pasé un tiempo largo sin tocar la pelota. Salía a interceptar y quedaba pagando porque el delantero tocaba la pelota en el camino, jugaba a un toque. Me salvó Dreyer, un muchacho argentino que había jugado en River y en Curitiba. Un día me dijo: "Roberto, tírate quince metros atrás". Le hice caso y empecé a jugar de zorro, arriesgando mucho menos. A esa función los brasileños la llaman “la sobra”, es como la viruta de las maderas. En otros lugares la denominan barrido, porque lo que el zaguero hace es barrer la sobra del anticipo perdido por un compañero, aprovechar el roce, el pase mal dado, socorrer al compañero que está luchando por la pelota.
Jugar "de sobra" requiere más inteligencia que despliegue físico. La gente de la tribuna dice: "No corre pero las agarra todas". Y las agarra porque siempre está bien colocado, porqué sabe deducir hacia dónde irá la jugada. Es todo lo contrario del que se la pasa rechazando de chilena y patadas voladoras, de los que hacen acrobacia.
Jugar "de sobra" es defender pensando. Es saber cuál es el momento justo para entrar en acción.

El defensor central siempre tiene que volver a la base, como los hacen los tenistas después de pegarle a la pelota. Cada vez que el zaguero central termina de intervenir en una jugada que tiene que volver a su zona, porque si se distrae y no lo hace, después llega tarde. Siempre hay que volver rápido y estar listo para defender bien ubicado.

(extraído del libro “Jugar al fútbol” de Roberto Perfumo, ex jugador de fútbol y psicólogo social, Libros Perfil S.A., 1997)

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¿La pasaste mal después del retiro?

Sí, y mi familia también. Creí estar bien, pero no era así. Hasta que dn terapia encontré cosas cosas que no veía en mi día a día. Todavía sigo yendo.

La terapia sigue siendo bastante resistida en este ambiente...

Cuando jugaba en el Inter, el club tenía una terapeuta estable en su cuerpo médico. En ese contexto es válida su presencia porque está a disposición de la necesidad individual. No creo en la terapia grupal.

¿Encontraste alguna explicación al porqué de que fueras tan cuestionado?

No, ni la busqué. A los 18 tuve que optar entre la universidad y jugar al fútbol; mi viejo me dijo: "Elegí lo que quieras, pero entregá todo". Yo quería formarme un futuro y tuve que competir sin el colchón de la preparación de inferiores. Por eso, cuando llegó el momento de las críticas en la Selección, no me influyeron tanto.

(NELSON VIVAS, ex jugador de fútbol, ayudante de campo del "Cholo" Simeone en River Plate, en Diario "Perfil" del 13/07/08)

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Jugar limpio es no hablar con el árbitro, no pegar... pero hay circunstancias en el juego que te hacen que tengas que meter una patada.

(MAURICIO "Chicho" SERNA, ex futbolista colombiano)

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Querido Presidente Pertini, sé que usted ama el fútbol y es un poco el papá de todos los deportistas italianos. Y bien, me gustaría conocerlo. Si usted no puede venir aquí, a Castelcapuano, o bien a Nápoles, iré yo al Quirinale.
Firmado: Diego Armando Maradona

(Mensaje desde la concentración, "La Gazzetta dello Sport", 28 de Julio de 1984)

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Roger Milla (La historia se hace bailando)


En 1989, el delantero francés Dominique Rocheteau organizó su despedida con una fiesta que duró tres días con sus noches, e incluyó un encuentro de fútbol junto a las grandes estrellas de Europa. Los conserjes de varios hoteles de París, ocupados por los atractivos del evento, se restregaban las manos al hacer la caja y canjeaban su sueño por horas extras. Los ocupantes de una de esas lujosas habitaciones eran el carnerunos Roger Milla, el argentino Alberto Márcico y un hermano de Milla que se había pegado como lapa al éxito de su doble de cuerpo.
La primera mañana en común entre esos artistas del fútbol de procedencias tan dispares, fue un derroche de coreografía africana que Márcico alcanzó a ver como una sombra cerrada a través de los ojos de quien aún no ha terminado de dormir la mona. "No sé qué hora sería -recuerda el ex delantero de Boca- pero me despertaron unos ruidos, y cuando miré hacia el baño lo veo al negro Milla afeitándose y bailando como si pudiera hacerse una fiesta en cualquier momento y en cualquier lugar. Esa alegría era la misma que tenía para jugar al fútbol, pero no se trataba de indisciplina, como solían asegurar en Europa. El hecho era que cuando jugaba en África tenía reglas sociales más flexibles; salía a bailar la noche antes de los partidos, y eso para él era normal. Cuando llegó a Francia trató de conservar esas costumbres porque se identificaba con eso y no con el rigor del deporte profesional".Roger Milla fue uno de los últimos convocados a la selección de Camerún por su técnico, el francés Jean Vincent, para jugar el Mundial de España 82, luego de la dimisión del yugoslavo Banko Zutic, quien había entrenado al equipo africano desde 1975 tratando de colonizar con las técnicas europeas la plasticidad de sus dirigidos e incorporándoles la idea de que el fútbol es una disciplina de ataque pero también de defensa. A pesar de que Roger Milla -por entonces figura del Bastia francés- había sido el goleador de Camerún durante las eliminatorias, su nuevo técnico le reprochaba su indiferencia cuando no entraba en contacto con la pelota. Como los niños, para Milla no había juego sin instrumento -no había juego sin juguete-, y en esas circunstancias apenas si atendía a los avatares del encuentro, al margen de lo importante que éstas fueran, dando incluso la espalda a situaciones de riesgo que no lo tuvieran como protagonista.
Después de Thomas N' Kono -el arquero que se distinguía con sus pantalones largos en el verano español-, Milla era la otra figura de Camerún, un equipo descompensado en sus líneas pero que intentaba un delicado tratamiento de pelota y despertaba simpatías a su paso debido a la excentricidad de sus miembros y, acaso, al carácter inofensivo de su desempeño. Pero el Mundial de España -donde Camerún no pasó a la segunda ronda pero terminó invicto- no fue la consagración de Milla y sus legendarios leones, sino que habría de ser mucho más tarde, en el Mundial de Italia 90, cuando el fútbol africano se consagraría como una potencia, entrando a los cuartos de final luego de realizar una campaña que lo situó a la altura de las grandes selecciones.

Al compás del tamboril

Roger Albert Milla nació el 20 de Mayo de 1952 en Yaoundé, capital de Camerún, un país entonces desconocido para los argentinos, y que a partir de 1982 se convirtió en una onomatopeya que animaba los bares de Buenos Aires, atentos al desarrollo del Mundial de España. La participación de Milla en el triunfo 2 a 1 contra Marruecos, durante las eliminatorias africanas de 1981, produjo el efecto social de efusiones y un feriado nacional decretado por su Presidente, Ahmadou Ahidjo, quién contrató personalmente al francés Vincent y comenzó a soñar esos sueños de gobiernos en los que un triunfo deportivo termina siendo un triunfo del jefe de Estado.
Jean Vincent abandonó su cargo en el Nantes y viajó a Camerún, donde se topó con una mezcla extraña de virginidad profesional y un desbordante entusiasmo de novatos. "Me encontré con algo realmente desacostumbrado para el profesionalismo -ha dicho Vincent-: un grupo de jugadores que tenían que trabajar para vivir. Como es habitual en estos casos, la mayoría lo hacía en oficinas del Estado, y algunos oficios eran insólitos para un futbolista: había muchachos que hasta trabajaban como guardianes de cárceles. Pero lo que me sorprendió realmente fue el estado físico en el que se encontraban: eran fuertes, veloces, ágiles; y así como eran de tranquilos fuera de la cancha, se transformaban una vez que empezaban a jugar".
Pero Roger Milla ya había oído hablar de las ideas acerca de la perseverancia y la disciplina que intentaba inculcarles Vincent a sus discípulos. A los dieciocho años había abandonado su casa para probar suerte en Francia. Comenzó en el Valenciennes, de la Segunda División, luego pasó al Mónaco y más tarde al Bastía, con el que fue campeón de la liga y uno de los goleadores de su equipo durante la temporada de 1980-81. Fue una de las primeras figuras del deporte africano en conquistar Europa y sacudir con su estilo tribal la estética del festejo futbolero. La televisión no tardó en rendirse ante sus atractivos coreográficos cada vez que convertía un gol, y los franceses comenzaron a entender que, al menos en el fútbol, no todo era pensar y después existir.
El baile de Roger Milla, un festejo que le daba forma a la alegría íntima del goleador, consistía en sostener la mano izquierda en el aire, apoyar la derecha sobre el abdomen (aquellos gestos del bailarín solitario que se ha quedado sin compañera) y mover la cintura como en una sucesión de amagues. Esa imagen que comenzó a dar vueltas por el mundo, restituyó para el fútbol su carácter primitivo de juego humano, como si esas reacciones espontáneas del camerunés les recordaran a los amantes del deporte que, en el fondo, es en las proezas del cuerpo donde empieza y termina su verdad.

Necesidad y urgencia

Los diez millones de cameruneses que ansiaban ver a sus leones depredar las canchas mexicanas en el Mundial 86, debieron conformarse con los escasos recuerdos que les quedaron de España y comenzar a especular con una clasificación sin angustia para Italia 90.
Roger Milla permanecía como figura estelar del fútbol africano, dondequiera que éste fuera nombrado, pero en privado era un convencido de que su momento de gloria no había llegado todavía, al menos no del modo en que lo esperaba. Sin embargo, con treinta y siete años, y aun cuando hubiera necesitado demostrar a sus compatriotas y a la élite del fútbol mundial qué él seguía siendo alguien, decide retirarse en 1989 tras un partido homenaje que su país le brinda en Yaoundé. Luego de un año de tranquilidad, y poco antes de confirmarse el plantel de Camerún que trataría de brillar en Italia 90, el presidente de la pequeña república, Paul Biya, toma el toro por las astas, y ordena a su ministro de Deportes -a través de un decreto donde se invoca "el superior interés de la nación"- que se incorpore a la selección al viejo Roger. El técnico soviético, Valeri Nepomniaschi, acepta sin oposiciones semejante sugerencia y termina sentando a Milla en el banco de suplentes del Giusseppe Meazza de Milán, en el partido inaugural de la Copa del Mundo Italia 90, en el que -todo el mundo lo sabe, pero los argentinos lo saben en detalle- el equipo africano venció por 1 a 0 a la desorientada escuadra del previsor Carlos Salvador Bilardo.
Roger Milla jugó sólo nueve minutos frente a Argentina, pero atemorizó como una sombra del mal a la defensa nacional. Néstor Lorenzo participó de ese encuentro y recuerda a quien ya comenzaban a llamar “el Nono”, como "un jugador muy bien dotado técnicamente y muy alegre para jugar. Tal vez no fuera veloz, pero tenía una manera muy inteligente de utilizar el cuerpo y de aprovechar las jugadas de riesgo". Así como el ex defensor de Boca lo sufrió como rival, también pudo jugar junto al “Nono” en la despedida del arquero inglés Peter Shilton -en 1991, en Londres-, durante un partido en el que se enfrentaron la selección de Inglaterra y el Resto del Mundo. Lorenzo recuerda, además de ese juego acaso sudamericano, el modo en que el carisma de Roger Milla conquistó al público británico, a pesar de que durante esa noche no fue la única estrella de la constelación.

Al banco voy contento

Luego de esas insinuaciones contra Argentina, Milla convirtió dos goles contra Rumania en sólo treinta y dos minutos de juego, y más tarde sacrificó a Colombia con otros dos, transformándose en un implacable goleador de banco y en uno de los máximos exponentes de un juego vistoso al que él mismo llamaba "fútbol champagne". Pero el cenit de su carrera -y de la del fútbol camerunés- lo vivió a lo largo de los ciento veinte minutos de juego intenso que tuvieron lugar en Inglaterra 3-Camerún 2, uno de los trámites más emocionantes en la historia de los Mundiales, en un partido por cuartos de final de Italia 90. El hecho de haber sentido durante algunos momentos que Camerún era el fuerte e Inglaterra el débil, fue una compensación para el goleador, quien percibió el temor de los ingleses y el sabor dulce del triunfo moral a un mismo tiempo.
La idea de Roger Milla, de que "el nombre de Camerún se inscribiera en el mundo", había llegado a buen puerto. Su llegada a la concentración italiana, avalada por los hombres de Estado y el apoyo popular -aunque resistida de algún modo por las nuevas figuras del plantel-, fue acompañada por una frase de Milla que funcionó como la divisa colectiva: "El drama del fútbol no me interesa, pero hagan las cosas en serio por la patria".
Poco más tarde, en Febrero de 1991, volvió a retirarse de la Selección, esta vez en el estadio de Wembley, pero a pesar de su carácter de homenajeado, faltó a la cita. En un encuentro entre Inglaterra y Camerún -tibio remedo de aquel match salvaje-, Milla advirtió que había setenta mil espectadores en las tribunas y, entusiasmado por su capacidad de convocatoria, exigió un cachet de setenta mil dólares adicionales, de lo contrario no saldría a participar de su fiesta. No cobró, volvió a su elegante sport con el que había llegado al aeropuerto de Heathrow, y finalmente triunfó Inglaterra con dos goles de Gary Lineker.
Tres meses después, Roger Milla grabó junto al tenista Yannick Noah un disco de música pop llamado "Negro... ¿y qué?", con un éxito que no habría de alcanzar la trascendencia de sus goles. Pero el fútbol ya no volvió a tentarlo con grandes empresas, excepto para regresarlo como mito viviente al Mundial de Estados Unidos 94 y despedirlo, a los cuarenta y dos años, con un gol frente a Rusia, tras una derrota por 6 a 1 en la que su equipo comenzó a ser llamado -ya sin gracia de por medio- el de "los leones herbívoros”

(nota publicada en revista “Mística” del 22/01/00)

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Mientras me dirigía a colocar la pelota miré a Yashin. Se movía de un lado a otro, agitando sus brazos como para soltarse. Ahí me acordé de que estaba frente al mejor arquero del mundo de todos los tiempos. Me acordé también que en esa gira él había atajado su penal número cien. Contra él habían fracasado los mejores especialistas del mundo. ¡Le juro, fue la primera vez que me sentí nervioso! Yashin tomó su sitio y fue la única vez que nos miramos. Fue un segundo. El tiene que haber recordado. Yo también. Comencé a retroceder sin darle la espalda, y mientras tomaba distancia noté que no estaba medio a medio. 'Los zurdos patean mejor a la izquierda del arquero'. Alguna vez leí esa declaración de Yashin en una revista. Por eso me dejaba tres cuartos de arco a su derecha para obligarme. Me pareció que hacía mucho rato que el árbitro había dado la orden cuando inicié el trote. A dos pasos de la pelota, y sin bajar la vista del ruso, comprobé que aún no se movía. Reduje mi marcha y, al levantar la zurda, Yashin saltó como un gato y se la crucé al lado en que mejor patean los zurdos. Gol. Golazo.

(LEONEL SÁNCHEZ, ex jugador chileno -figura del Mundial 1962-, recordando un penal convertido al extraordinario arquero ruso Lev Yashin "La araña negra" en Diciembre de 1964)

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El fútbol no sería un deporte grato si se condenara a muerte o se dejara morir de hambre a los equipos derrotados.

(BERTRAND RUSSELL, 1872-1970, filósofo, matemático y escritor británico)

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Si Silvio Berlusconi va a una reunión, quiere ser el que habla; si asiste a una boda, quiere ser el novio; si va a un funeral, quiere ser el muerto.

(ROBERTO BENIGNI, cineasta italiano, opinando sobre el Primer Ministro italiano y actual Presidente del AC Milan)

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EL EJÉRCITO PÚRPURA - Anderlecht (Bélgica)


El fútbol belga ha bajado mucho su nivel en los últimos años, pero en los años setenta y ochenta unos de los grandes del fútbol europeo era el Anderlecht de Bruselas.
Hablar del fútbol belga era, es y será, hablar del Anderlecht.
El siglo no había hecho más que comenzar, y en Bélgica se estaban desarrollando ciertos hechos que iban a marcar el estilo de vida de los belgas. El rey Leopoldo II acaba de conquistar una parte del Congo; la armada refuerza su servicio obligatorio y los deportes dejan de ser tan sólo un privilegio de los ricos. Así, el 25 de Mayo de 1908, quince hombres se reúnen en el Café “Concordia” de la calle Aumale y fundan el Royal Sporting Club Anderlecht.
En Bruselas son varios los equipos que se crean en esa época: El Daring, el Excelsior, el Leopold... pero con la creación del Royal Sporting Club de Anderlecht los habitantes de esa ciudad situada en el centro de Bélgica (es uno de los diecinueve municipios que surgen alrededor de la metrópoli de Bruselas, en la provincia de Brabante, a orillas del canal Charleroi) ya tienen su club.

Primeros partidos

Hasta la II Guerra Mundial el club mantendrá el carácter comunitario. Dirigentes, jugadores aficionados y amateurs e hinchas enamorados del juego ofensivo que practicaba el equipo desde sus comienzos.
El primer partido del club tuvo lugar ocho días después de su fundación, contra el Instituto Saint-Georges. Era el preámbulo de un período en el que el número de goles marcados era elevado, en seis meses el equipo había conseguido cien goles y en dos años la cifra se elevó a mil.
Con ese juego que desarrollaba el equipo, la existencia de buenos delanteros era imprescindible, sobre todo la de centrodelanteros. El primero de esta saga fue Fernand Adams. Entonces el equipo no estaba en Primera División y fue el primer internacional que aportó el club a la selección nacional.
El apodo que han recibido siempre los aficionados del Anderlecht ha sido el de ‘El ejército púrpura’ en relación a la que fuera la primera camiseta de la institución, blanca con vivos lilas y que cambió en la temporada 2005-2006. En la actualidad el uniforme de la institución es totalmente blanco, siendo de pantalón, camiseta y medias negras el alternativo.

Construcción del estadio

El equipo empezó jugando en un solar de la calle Verheyen en 1910, con unos vestuarios que eran un verdadero poema. El equipo tan sólo disponía de un único balón. Eran tiempos de austeridad. Aunque los partidos eran seguidos por dos o tres mil personas en lo que era una verdadera fiesta para los habitantes de Anderlecht.
Eran los inicios de un club que iba a estar dirigido por Charles Roos, que fue el primer Presidente del club. Su período de mandato fue corto, hasta 1911, año en el que Theo Verbeeck se hace cargo de la presidencia, puesto que ocuparía durante 40 años.
Habría que esperar hasta 1917 para que el Consejo Directivo del Anderlecht decidiera construir el Estadio Municipal en el Parque Astrid, que se llamaba entonces Parque de Meir. El nuevo estadio recibió el nombre del por aquel entonces mecenas del equipo, Emile Verse, que llevaría este nombre hasta que el presidente Constant Vanden Stock decidiera cambiarlo.

Ascenso a Primera División

El ascenso a la Primera División data del 16 de Abril de 1921. Pero habría que esperar una decena de años para que el Anderlecht se instalase definitivamente entre la élite de los grandes. Así, en 1935 el club decide no ser más un equipo escuela y pasar a obtener resultados. Transforman sus estatutos en una sociedad cooperativa y contratan a un entrenador irlandés, Ernest Smith. Pronto se iban a establecer severos entrenamientos y a aplicar el sistema de la WM, tan de moda en esa época.

Primeros títulos

El primer título del equipo data de la II Guerra Mundial. El Anderlecht en ese período gana un título provincial, ya que no se podía disputar el Campeonato Nacional. Sus dirigentes están dispuestos a llevar al equipo a los primeros lugares y para ello realzarían su primer fichaje, fue el del delantero centro del Tubantía Borgerhout de la región de Amberes, el jugador era Jef Mermans. El fichaje ascendió a unos 150.000 francos belgas y sería amortizado, ya que se mantuvo durante quince años en su puesto de centrodelantero y fue durante este período titular indiscutible.
Pero la gran victoria del Anderlecht no llegaría hasta Junio de 1946, año en el que consigue su primer título nacional. El equipo con esta victoria escribía sus primeras páginas de su historia moderna.
El presidente Theo Verbeeck dejaba en 1951, con lo que decía adiós a 40 años de mandato en el club, su vacante a su Secretario General, Albert Roosens, un viejo jugador del equipo, como todos los presidentes del Anderlecht. Este va a instaurar una nueva política en el club, con un aumento de traspasos, el semiprofesionalismo y un sistema para la captación de jóvenes.
El Anderlecht empieza a monopolizar el título de Campeón de Liga, y así realiza dos tripletes casi seguidos: 1949-1950-1951 además del de 1954-1955-1956. Los rivales de Bruselas ya han pasado a la historia, ahora lo son el Standard de Lieja, Brujas y Amberes. Y jugadores como Jef Mermans, Jef Jurion, Paul Van Himst, Laurent Verbies y Georges Heylens, van a hacer del Sporting el maestro del fútbol belga.

Participación europea

Todos estos títulos le daban opción a estar en la línea de salida de la nueva competición que se estaba organizando en Europa, la Copa de Europa. Una competición que allá por el mes de Septiembre de 1955, se creaba entre el periódico “L'Equipe” y Santiago Bernabéu y en el que el equipo belga estaría inmerso en su 1ª Edición.
El Anderlecht fue uno de los 16 equipos que empezaron la aventura, pero con un mal comienzo para estos. El equipo perdió en la primera eliminatoria frente al Voros Lobogo por 6-3 en el partido de ida, mientras un mes después, ya en Octubre, volvía a perder, esta vez en Bruselas con un rotundo 1-4 en el marcador. Presentación y despedida.
El sistema utilizado por Brasil, flamante campeón del Mundo en 1958, gracias a su juego técnico, practicando un 4-2-4, herencia del anterior campeón del mundo (Hungría). Así como el tercer puesto de Francia que había desarrollado el mismo sistema de juego, hace que los dirigentes intenten aplicar este tipo de juego en el equipo. Para ello reemplazan al entrenador británico Bill Gormlie por el francés Pierre Sinibaldi, viejo centrodelantero del Reims francés.
Sinibaldi, acorde con los deseos de la directiva, iba a aplicar nuevas ideas en un equipo formado por jugadores de la cantera, tales como la defensa en línea, juego ofensivo... formando un equipo y un estilo de juego que influiría a muchos jugadores de una generación excepcional: Jef Jurion y Pierre Hanon, del cual se dice que era el mejor centrocampista de Europa. Los defensas laterales Jean Comelis y Georges Heylens, además del más célebre jugador belga de todos los tiempos, Paul Van Himst.

Fracaso europeo

Un período sinibaldiano que fue más fructífero en Bélgica que en las competiciones europeas. Había conseguido cinco títulos de campeón de Bélgica, de 1964 a 1968, con un ataque prolífico que marcó en una temporada 88 goles y una defensa impenetrable que a la temporada siguiente no le marcarían más de 12 goles.
Sin embargo en Europa tenía menos fortuna. Nada más que la eliminatoria del Real Madrid en 1962, equipo que por aquel entonces era un modelo para el resto de los equipos, con una clasificación para Cuartos en ese mismo año.
Pero la venganza del equipo blanco, que había perdido esa eliminatoria con un global de 4-3, en un primer partido que los belgas empataron a 3-3 en el Bernabeu y 1-0, gol de Jurion en Bruselas, no se iba a hacer esperar. Tres años después, el Real se tomó el desquite en cuartos de final de la Copa de Europa, con 1-0 a favor de los belgas en Bruselas y un 4-2 para los blancos en el Santiago Bernabeu.
Este fracaso europeo quizás fuera debido al carácter semi profesional del club, con unos entrenamientos voluntarios y que eran organizados al medio día, con lo que los jugadores no podían asistir por estar trabajando. Esto ocurría en toda Bélgica, si exceptuamos al Standard de Lieja, con lo que se encontraban en las mismas condiciones, pero estas eran escasas de cara a Europa.
El equipo a finales de los 60 iba a pasar por un período de crisis (excepción hecha con la final de la Copa de Ferias de 1970) con un bache en lo deportivo y con ciertas dificultades económicas.

Primera Final europea

La final de la Copa de Ferias era la primera a la que accedía el equipo belga, pero ésta la perdería frente al Arsenal inglés, a pesar de vencer el primer partido por 3-1. El de vuelta fue de dominio inglés y con un marcador de 3-0, por lo que el trofeo se quedaba en Inglaterra. Esta era una época en la que el Standard de Lieja dominaba en Bélgica. Este era un equipo entrenado por Rene Hauss y animado por Christian Piot y Willy Van Moer.
Para paliar esta mala racha es por lo que da comienzo la tercera etapa del Anderlecht: la adopción del profesionalismo y la llegada a la presidencia, en Abril de 1971, de Constant Vanden Stock.

Vanden Stock nuevo Presidente

La vuelta de Vanden Stock, antiguo jugador del equipo y ex-seleccionador nacional belga, puesto que tuvo que dejar para dedicarse a la presidencia del club, iba a llevar el profesionalismo y el deseo de conquistar un torneo europeo.
La aportación económica de Vanden Stock es importante para la adquisición de nuevos jugadores. Se fichan jugadores extranjeros, entre los que se encuentran varios holandeses, como el delantero centro Jan Mulden, además del portero Jan Ruiter, o Rubby Rensembrink, Arie Haan y Ruud Geels. Además de estos jugadores el Anderlecht acude también a un viejo entrenador, también holandés, Georg-Marie Kessler, quien permanecerá dos años en el club, antes de ser reemplazado por los belgas Urbain Braems y Raymond Goethals.
La época ha cambiado. El fútbol latino (Real Madrid, Benfica) deja su lugar al nórdico: Holanda (Ajax y Feyenoord), República Federal Alemana (Bayern Münich) e Inglaterra (Leeds y Liverpool), son los países que dominan en Europa. La condición física, el juego defensivo y el contraataque es lo que predomina. El Anderlecht no iba a ser menos y practica este sistema de juego.

Éxitos europeos

Los éxitos europeos tan ansiados por el club no iban a tardar en llegar. Así, de 1976 a 1984 el Anderlecht juega cinco finales de competiciones europeas, ganando tres de estas (dos Recopas y una UEFA) y consiguiendo dos Supercopas Europeas (1976 y 89).
Pero no fue hasta 1976 que el Anderlecht inscribió por primera vez su nombre como ganador en los torneos europeos al derrotar en el estadio Heysel de Bruselas, en una final vibrante, al West Ham United por 4-2, con dos goles e Robby Rensembrick y Francois Van der Elst. La dirección técnica de Raymond Goethals le confirió una personalidad demoledora al equipo que, fundamentalmente, adquiría su máximo esplendor en esta competición, la Recopa.
En 1977 volvió a disputar la final, aunque en esta ocasión no pudo revalidar el título adquirido la temporada anterior. Perdió contra el Hamburgo S.V. por 0-2, en Ámsterdam, pero como suele decir el refrán, “no hay dos sin tres”. El Anderlecht al año siguiente estaba en su tercera final consecutiva de la Recopa. Esta se iba a disputar en París, donde el equipo belga ganó al Austria Viena, por un contundente 4-0.
Entre tanto se proclamó en dos ocasiones campeón de la Supercopa de Europa. La primera tuvo lugar en 1976, y enfrente estaba el todopoderoso Bayern Münich, campeón en esta temporada de la Copa de Europa. Franz Beckenbauer, junto con sus compañeros se tuvieron que conformar con ver a Maier sacar en cuatro ocasiones el balón de su portería.
En 1978, tras proclamarse de nuevo Campeón de la Recopa se enfrentó al Liverpool, quien vio como el equipo belga conquistaba por segunda vez otra Supercopa.
El equipo estaba crecido e iba a por su tercera Recopa o su cuarta final, pero el Barcelona se lo impidió. El equipo catalán apeó a los belgas en la tanda de penaltis tras la victoria de ambos equipos en su estadio por 3-0.

Decadencia del equipo

Al término de la década de los setenta el Anderlecht comenzó a dibujar la curva del envejecimiento y anquilosamiento. La marcha de Goethals y la ausencia de títulos encresparon a los anderlechtoises, ya acostumbrados a saborear cada temporada las mieles del triunfo.
Antes de su decadencia, el equipo belga descubre nuevos valores que serán quienes den grandes días de gloria al Anderlecht y a la selección: Ludo Coeck, Jacky Munaron, Michael De Groote, Franc Van der Elst y Jacky Vercauteren.
Pero sólo con estos jugadores el equipo no se reponía del bache de juego por el que estaba atravesando, así que el presidente del club, Constant Vanden Stock dio un espectacular golpe a base de talonario fichando a Lozano, Czerniatynski y Vandembergh y colocando en el banquillo al yugoslavo Tomislav Ivic. Desde 1974 no se conseguía la Liga y ya era mucho tiempo. Los aficionados pedían resultados. Estos no se hicieron esperar y el Anderlecht conquistó brillantemente la Liga belga en la temporada 1980-1981. El carácter defensivo que el técnico yugoslavo inculcó al equipo no era del agrado de los espectadores, ni de los dirigentes del club, acostumbrados al juego ofensivo. El sistema de Ivic convierte al conjunto belga en un equipo puramente defensivo, con un 5-4-1 y en el que su único delantero, el danés Kenneth Larsen es el máximo goleador del equipo con 22 goles y segundo del campeonato, detrás del inevitable Vandembergh.
A pesar de que el yugoslavo consiguió meter al equipo a la temporada siguiente en las semifinales de la Copa de Europa, eliminatoria que perdió contra el Aston Villa, después de eliminar al Estrella Roja, Juventus y Widzew Lodz, el yugoslavo Ivic fue sustituido el 27 de Septiembre de 1982. El nuevo técnico era Paul Van Himst.
La reacción del equipo no tardó en llegar y los conocimientos del mejor jugador belga de todos los tiempos no tardaría en dar los frutos deseados.
Esa temporada el equipo es cuando ficha a Czerniatinsky y a Vandembergh. Czerniatinsky, nacido de padre polaco y madre belga, había sido la revelación del fútbol belga y líder de los goleadores de la Segunda División, la temporada anterior. Por su parte Erwin Vandembergh había sido “Bota de Oro” la temporada 79-80. Los treinta y nueve goles conseguidos en su equipo, el Lierse, era todo un aval para el jugador belga. Era savia nueva para la delantera del Anderlecht.
Ese año iban a conseguir uno de los objetivos del equipo durante esos últimos años, ser campeones de una de las competiciones europeas, en este caso, de la Copa de la UEFA.
Por esta época había un jugador que sobresalía del resto de compañeros, quizá por su forma de jugar y por su especial concepción del fútbol. Este jugador no era otro que Juan Lozano, un sevillano que iba a dar mucho que hablar dentro del fútbol y que se afincó en Bélgica. Tras unos años en el Anderlecht fichó por el Real Madrid, aunque en ese club no llegó a triunfar y tuvo que volver al Anderlecht.
Con estos jugadores el Anderlecht se había metido en la final de la Copa UEFA. El rival para esta final era el Benfica. El equipo belga ganó por un exiguo 1-0 en Bruselas y un 1-1 en casa de los portugueses. Para disputar la final tuvo que eliminar a equipos como el Oporto, Valencia y Bohemians de Praga, entre otros.
Pero el Anderlecht no se conformaba con una Copa de la UEFA y en la 1983-1984 consigue llegar a una nueva final para intentar revalidar el título conseguido la temporada anterior, pero este no fue posible ya que el Tottenham en los lanzamientos desde el punto de penal le arrebató el triunfo.

Remodelación del estadio

Ya por esa época se había llevado a cabo la remodelación del estadio, que según su presidente era necesaria para poder estar de acuerdo con el nivel europeo. El club, para realizar estas reformas no recibe ninguna financiación de ningún organismo, por lo que se tiene que echar mano de la imaginación para poder paliar los gastos. Así, Vanden Stock decide la construcción de palcos privados en el estadio para su posterior alquiler. Estos iban a ser alquilados por un período de 3 años.
Con esto su presidente demostraría que el equipo no era un simple club de fútbol, sino que funcionaba como una empresa sólida y fuerte.
El estadio del Anderlecht se llama “Constant Vanden Stock” y cuenta con capacidad para 28.361 espectadores. Se halla ubicado en el Parque Astrid de la comuna de Anderlecht en Bruselas. Actualmente, el club considera construir un estadio con más capacidad que no necesariamente podría estar en Anderlecht.
En 1984 un jugador de origen italiano y que había sido fichado de La Louviere, con tan sólo 18 años ya era la revelación del equipo, Enzo Scifo. El jugó durante dos temporadas con los juniors del equipo, antes de debutar en Pare Astrid, Scifo iba a hacer olvidar a Lozano.
En la temporada 1984-1985 iba a conseguir un nuevo título para la entidad, el de campeón de Liga. Un campeonato que había conseguido con toda la facilidad, sacando once puntos al segundo clasificado, el Brujas. El Anderlecht ese año iba a conseguir batir otro record, el de puntos. El equipo consiguió sumar 59 puntos, cosechando tan sólo una derrota en todo el campeonato.
Pero si en el plano nacional había barrido, no se puede decir lo mismo en Europa. El equipo sucumbió frente al Real Madrid en La Copa de la UEFA, a pesar de que los belgas vencieran el partido de ida celebrado en Park Astrid por 3-0 pero la vuelta fue toda una exhibición del equipo blanco que le derrotó por 6-1.

Un equipo “extranjero”

El Anderlecht, al igual que el resto de equipos belgas, como consecuencia de la legislación vigente en el país, tenía toda una legión de jugadores extranjeros a su disposición, en concreto siete. Junto con los nueve internacionales de que disponía el equipo, formaban uno de los conjuntos más fuertes en Europa por esa época.
El conjunto belga estaba formado por Jacques Munaron bajo los palos. En defensa se encontraban el veterano yugoslavo Peruzovic, que formaba un perfecto tándem con el danés Morten Olsen, y tres internacionales belgas; De Greff, De Groot y Grun.
El centro del campo estaba compuesto por Frank Vercauteren, Frank Arnesen, Rene Vandereycken y Enzo Scifo, en el que constituía sin duda el mejor centro del campo de Europa. La delantera la formaban Czerniatynski y Vanderbergh.
Pero sin duda la gran deuda del Anderlecht con sus aficionados era la no consecución de la Copa de Europa, único trofeo que falta en las vitrinas del club, y en las que iba a tener tres oportunidades seguidas (consiguió las Ligas en las temporadas 84-86 y 86-87).
En la primera de ellas fue eliminado por el Steaua de Bucarest, en semifinales. A la postre sería el campeón de Europa al vencer al Barcelona en Sevilla. En la segunda, fue apeado de esta competición en cuartos de final por el Bayern Munich y en la última (1987-1988), sería igualmente eliminado en cuartos por el Benfica.
Tras la consecución de estos tres títulos consecutivos, el equipo entró en un pequeño bache de resultados. Posteriormente el equipo perdió importantes hombres: Van der Eycken, Morten Olsen, Vandenbergh, Peruzovic y la marcha de Scifo al Inter y Vercauteren al Nantes, lo tenía que notar.
Se formó un nuevo equipo sin figuras, sin un líder que aglutine al resto. Era un cuadro que buscaba una nueva identidad y un nuevo estilo de juego. Así, Georges Leekens, considerado como uno de los mejores técnicos del país se hizo cargo del equipo. La destitución de Arie Haan, como la de Ivic, había tenido lugar por practicar un juego defensivo.
Además de nuevo entrenador el presidente Vander Stock incorporó al portero De Wilde, al finlandés del Lokeren, Ukkonen; al zambiano Keshi; al zaireño Musonda; y al que fue la verdadera adquisición, Patrick Vervoot, que procedente del Beerschot pronto se haría con las riendas del equipo.
El joven técnico Leekens había sido contratado para devolver al equipo la hegemonía perdida y sobre todo para poder conquistar un título europeo, que últimamente se les negaba. Leekens en el período de tiempo que estuvo en el equipo logró dos Copas de Bélgica. La última había sido ganada en 1976.
De nuevo el equipo volvía a Europa, pero esta vez para participar en la Recopa. En la 88-89, el equipo fue eliminado en octavos de final por el Malinas, anterior campeón de este torneo. El entrenador del Malinas era Aad de Mos, el cual pasaría a engrosar la temporada siguiente en las filas del Anderlecht.
El técnico holandés, surgido en el Ajax, era admirado por su brillante etapa en el Malinas, en el que consiguió la Liga, la Copa y la Recopa de Europa. El presidente del Anderlecht, decidió su fichaje. Quería construir un equipo que jugara y que diera espectáculo, cosa que con el tiempo ha conseguido inculcar el técnico holandés a sus hombres.
El presidente de la entidad le encomendó la difícil tarea de recuperar el prestigio del equipo tras unas temporadas en las que su gran rival, el Malinas, había deslumbrado en Europa. Para ello, de Mos dispuso de una plantilla compensada, incorporándose importantes jugadores, como Degryse y Van der Lindem.
Ese año, el Anderlecht llegaría a disputar la final de la Recopa. Primero eliminó al Bellymena, después al Barcelona, en una eliminatoria en la que el equipo catalán estuvo a punto de dar la vuelta al 2-0 que en el partido de ida le endosó el Anderlecht. En el Nou Camp el Barcelona empató la eliminatorio, pero Van der Linden se encargó, en la prórroga, de desnivelar la eliminatoria.
En cuartos de final eliminó al Admira Wacker y en semifinales, hizo lo propio con el Dínamo de Bucarest. El 9 de Mayo de 1990, el Anderlecht perdía en Goteborg la oportunidad de ganar un trofeo europeo, que durante tantos años había perseguido. Fue contra la Sampdoria y por un resultado de 2-0 a favor del equipo italiano.
Pese a todo, la década de los 90’ fue fructífera para el Anderlecht que obtuvo el Campeonato de Primera División belga en la 90-91, 92-93, 93-94, 94-95, 99-00, la Copa de Bélgica en la 93-94 y la Copa de la Liga de Bélgica en la 99-00, además de la Supercopa de Bélgica en 1993 y 1995.
Los éxitos prosiguieron con el cambio de milenio y el equipo belga parece haber vuelto a su antiguo sistema de juego, en el que el ataque y el espectáculo iban unidos y por el que los aficionados belgas suspiran desde hace años.

Palmarés

Torneos nacionales
Primera División belga: 1946-47, 1948-49, 1949-50, 1950-51, 1953-54, 1954-55, 1955-56, 1958-59, 1961-62, 1963-64, 1964-65, 1965-66, 1966-67, 1967-68, 1971-72, 1973-74, 1980-81, 1984-85, 1985-86, 1986-87, 1990-91, 1992-93, 1993-94, 1994-95, 1999-00, 2000-01, 2003-04, 2005-06 y 2006-07.
Copa de Bélgica: 1964-65, 1971-72, 1972-73, 1974-575, 1975-76, 1987-88, 1988-89, 1993-94 y 2008
Copa de la Liga de Bélgica: 1999-2000
Supercopa de Bélgica: 1985, 1987, 1993, 1995, 2000 y 2001
Tweede Klasse (II): 1923-1924, 1934-1935

Torneos internacionales

Recopa de Europa: 1975-1976 y 1977-1978
Copa de la UEFA: 1982-1983
Supercopa de Europa: 1975-1976 y 1977-1978

Fuentes consultadas:
* Wikipedia
* Libro “Los grandes clubes del fútbol mundial”
* Sitio web oficial del Royal Sporting Club de Anderlecht

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Soriano (Eduardo Galeano - Uruguay)


En uno de sus cuentos, Soriano imaginó un partido de fútbol en algún pueblito perdido en la Patagonia. Al equipo local, nunca nadie le había metido un gol en su cancha. Semejante agravio estaba prohibido, bajo pena de horca o tremenda paliza. En el cuento, el equipo visitante evitaba la tentación durante todo el partido, pero al final el delantero centro quedaba solo frente al arquero y no tenía más remedio que pasarle la pelota entre las piernas.
Diez años después, cuando Soriano llegó al aeropuerto de Neuquén, un desconocido lo estrujó en un abrazo y lo alzó con valija y todo:-¡Gol, no! ¡Golazo! -gritó-. ¡Te estoy viendo! ¡A lo Pelé lo festejaste! -y cayó de rodillas, elevando los brazos al cielo. Después, se cubrió la cabeza: -¡Qué manera de llover piedras! ¡Qué biaba nos dieron! Soriano, boquiabierto, escuchaba con la valija en la mano. -¡Se te vinieron encima! ¡Eran un pueblo! -gritó el entusiasta. Y señalándolo con el pulgar, informó a los curiosos que se iban acercando: -A éste, yo le salvé la vida. Y les contó, con lujo de detalles, la tremenda gresca que se había armado al fin del partido: ese partido que el autor había jugado en soledad, una noche lejana, sentado ante una máquina de escribir, un cenicero lleno de puchos y un par de gatos dormilones.

(este texto de Eduardo Galeano, llamado 'El lector', forma parte del libro "Bocas del tiempo")

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El que pone los horarios de los partidos es Julio Grondona; que venga y se siente media hora debajo del sol para ver si aguanta: pero él debe estar en una pileta disfrutando con su familia, mientras que nosotros tenemos que correr noventa minutos con 35 grados.

(HORACIO “Coco” AMELI, ex futbolista argentino, despachándose contra el Presidente de AFA)

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Detrás de cada patada a la pelota tiene que haber un pensamiento.


(DENNIS BERGKAMP, futbolista holandés)

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Una larga carrera de futbolista (Miguel Delibes - España)


Yo creo que mi primera afición deportiva, asumida como pasión, como auténtica pasión desordenada, fue el fútbol. Antes aprendí a nadar, a montar en bicicleta y, como se ha visto, acompañaba a mi padre de morralero en sus excursiones cinegéticas, pero ni la natación, ni la bicicleta, ni la caza tiraron de mí con la fuerza con que lo hizo el fútbol a los ocho o nueve años.
Un fútbol en principio teórico, periodístico, de resultados y clasificaciones; un poco lo que fue el ciclismo hasta que la televisión nos acercó las imágenes de los routiers y pudimos admirar su esfuerzo. Y ¿cómo nació esta pasión tan grande en una criatura tan pequeña? Yo sospecho que estas pasiones infantiles brotan, en principio, de un amor desmedido por la patria chica, hacia los que estima sus representantes, y una gratuita actitud de hostilidad hacia el forastero. Una especie de xenofobia pueblerina nos poseía a los párvulos del primer tercio de siglo. Esto quiere decir que yo fui hincha antes que aficionado. Anteponía al espectáculo el triunfo de mi equipo, el Real Valladolid Deportivo. Y hasta tal punto vivía sus peripecias de corazón que, de muy niño, hacía solemnes promesas al Todopoderoso si el Real Valladolid salía victorioso en Las Gaunas o El Infierniño. En cambio, cuando jugaba en casa, me parecía que bastaban mi aplauso y mis voces de aliento para triunfar y no iba con embajadas al Todopoderoso. Pero mi pasión futbolística no se detuvo ahí. El Real Valladolid era un equipo modesto de tercera división, y mi afición desbordada no respetó estos límites y se extendió a las divisiones superiores. No creo haber sido nunca un memorión (...). En cambio, de mis conocimientos futbolísticos todavía quedan vestigios cincuenta y cinco años después. Hubo un tiempo en que yo recitaba al dedillo las alineaciones de los equipos de primera, segunda y tercera división. Conocía el nombre de sus campos, de sus entrenadores, de los jugadores reservas e, incluso, recordaba perfectamente los resultados de los encuentros jugados durante las tres últimas temporadas en las tres divisiones españolas. Esto demuestra las posibilidades de un niño de diez años cuando pone empeño en un asunto, pero mis facultades dejarán de admirar a nadie, si añado que mis hermanos José Ramón y Federico, varios años menores que yo, eran capaces de los mismos alardes de memoria.
Antes de empezar a frecuentar el fútbol como espectáculo, nos recuerdo a los tres las tardes de los domingos yendo a ver los resultados de los partidos a Casa Baticón, en los soportales de Cebadería, en la Plaza Mayor. Nos bastaba un vistazo a la pizarra para retener las cifras.
Luego regresábamos comentando las sorpresas de la jornada y, de nuevo en casa, nos entreteníamos preguntándonos uno a otro los tanteos de esos mismos resultados en las dos temporadas anteriores, con la particularidad de que en rarísimas ocasiones fallábamos la respuesta. Es claro que si yo hubiese puesto la mitad del interés que puse en el fútbol en la química o las matemáticas, otro gallo me hubiera cantado, pero no fue así. A mí lo que me exaltaba era el fútbol y ávido de darle una categoría científica, inventé la primera teoría, que formulé con terminología de ley en 1932: el equipo que después de perder en casa visita a otro que viene de ganar fuera, si no se alza con el triunfo sumará al menos uno de los dos puntos en litigio. Consideraba esta ley fruto de la observación, como todas las grandes leyes científicas que rigen la vida y el universo, y me jactaba de ella. El fútbol era una cosa muy seria puesto que admitía su vertebración en leyes. Y como esta formulación encerraba buena parte de verdad, en el colegio me dio nombradía y, diez años más tarde, el cronista deportivo de El Norte de Castilla, al hacer los pronósticos del sábado mencionaba la Ley Delibes como un físico mencionaría a Newton al hablar de la gravitación universal (...).
Los años no me enfriaban. Me empezó a enfriar el hecho de ver a mi alrededor hinchas tan fanáticos como yo lo había sido en el antiguo campo aunque de más edad. Y ya, definitivamente, dejé de asistir al fútbol como espectáculo al aire libre, el día que se decidió que los espectadores, o los futbolistas, o los árbitros o quizá todos deberíamos estar enjaulados como reclusos para evitar agresiones. No obstante, el veneno queda. Y hoy día, cada vez que se anuncia un partido por televisión, procuro resolver mis asuntos para tener libres las dos horas de transmisión. Y hasta tal punto me he habituado a ver el fútbol en pantalla, que el par de veces que me he acercado después a un estadio no me he enterado de nada; en la pradera hay demasiada gente, se mueven todos a la vez, los goles me pillan de sorpresa y cuando espero la repetición desde otro ángulo y ésta no llega, me pongo de mal humor.


(tomados del libro ”Mi vida al aire libre, memorias deportivas de un hombre sedentario")

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