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EL EJÉRCITO PÚRPURA - Anderlecht (Bélgica)


El fútbol belga ha bajado mucho su nivel en los últimos años, pero en los años setenta y ochenta unos de los grandes del fútbol europeo era el Anderlecht de Bruselas.
Hablar del fútbol belga era, es y será, hablar del Anderlecht.
El siglo no había hecho más que comenzar, y en Bélgica se estaban desarrollando ciertos hechos que iban a marcar el estilo de vida de los belgas. El rey Leopoldo II acaba de conquistar una parte del Congo; la armada refuerza su servicio obligatorio y los deportes dejan de ser tan sólo un privilegio de los ricos. Así, el 25 de Mayo de 1908, quince hombres se reúnen en el Café “Concordia” de la calle Aumale y fundan el Royal Sporting Club Anderlecht.
En Bruselas son varios los equipos que se crean en esa época: El Daring, el Excelsior, el Leopold... pero con la creación del Royal Sporting Club de Anderlecht los habitantes de esa ciudad situada en el centro de Bélgica (es uno de los diecinueve municipios que surgen alrededor de la metrópoli de Bruselas, en la provincia de Brabante, a orillas del canal Charleroi) ya tienen su club.

Primeros partidos

Hasta la II Guerra Mundial el club mantendrá el carácter comunitario. Dirigentes, jugadores aficionados y amateurs e hinchas enamorados del juego ofensivo que practicaba el equipo desde sus comienzos.
El primer partido del club tuvo lugar ocho días después de su fundación, contra el Instituto Saint-Georges. Era el preámbulo de un período en el que el número de goles marcados era elevado, en seis meses el equipo había conseguido cien goles y en dos años la cifra se elevó a mil.
Con ese juego que desarrollaba el equipo, la existencia de buenos delanteros era imprescindible, sobre todo la de centrodelanteros. El primero de esta saga fue Fernand Adams. Entonces el equipo no estaba en Primera División y fue el primer internacional que aportó el club a la selección nacional.
El apodo que han recibido siempre los aficionados del Anderlecht ha sido el de ‘El ejército púrpura’ en relación a la que fuera la primera camiseta de la institución, blanca con vivos lilas y que cambió en la temporada 2005-2006. En la actualidad el uniforme de la institución es totalmente blanco, siendo de pantalón, camiseta y medias negras el alternativo.

Construcción del estadio

El equipo empezó jugando en un solar de la calle Verheyen en 1910, con unos vestuarios que eran un verdadero poema. El equipo tan sólo disponía de un único balón. Eran tiempos de austeridad. Aunque los partidos eran seguidos por dos o tres mil personas en lo que era una verdadera fiesta para los habitantes de Anderlecht.
Eran los inicios de un club que iba a estar dirigido por Charles Roos, que fue el primer Presidente del club. Su período de mandato fue corto, hasta 1911, año en el que Theo Verbeeck se hace cargo de la presidencia, puesto que ocuparía durante 40 años.
Habría que esperar hasta 1917 para que el Consejo Directivo del Anderlecht decidiera construir el Estadio Municipal en el Parque Astrid, que se llamaba entonces Parque de Meir. El nuevo estadio recibió el nombre del por aquel entonces mecenas del equipo, Emile Verse, que llevaría este nombre hasta que el presidente Constant Vanden Stock decidiera cambiarlo.

Ascenso a Primera División

El ascenso a la Primera División data del 16 de Abril de 1921. Pero habría que esperar una decena de años para que el Anderlecht se instalase definitivamente entre la élite de los grandes. Así, en 1935 el club decide no ser más un equipo escuela y pasar a obtener resultados. Transforman sus estatutos en una sociedad cooperativa y contratan a un entrenador irlandés, Ernest Smith. Pronto se iban a establecer severos entrenamientos y a aplicar el sistema de la WM, tan de moda en esa época.

Primeros títulos

El primer título del equipo data de la II Guerra Mundial. El Anderlecht en ese período gana un título provincial, ya que no se podía disputar el Campeonato Nacional. Sus dirigentes están dispuestos a llevar al equipo a los primeros lugares y para ello realzarían su primer fichaje, fue el del delantero centro del Tubantía Borgerhout de la región de Amberes, el jugador era Jef Mermans. El fichaje ascendió a unos 150.000 francos belgas y sería amortizado, ya que se mantuvo durante quince años en su puesto de centrodelantero y fue durante este período titular indiscutible.
Pero la gran victoria del Anderlecht no llegaría hasta Junio de 1946, año en el que consigue su primer título nacional. El equipo con esta victoria escribía sus primeras páginas de su historia moderna.
El presidente Theo Verbeeck dejaba en 1951, con lo que decía adiós a 40 años de mandato en el club, su vacante a su Secretario General, Albert Roosens, un viejo jugador del equipo, como todos los presidentes del Anderlecht. Este va a instaurar una nueva política en el club, con un aumento de traspasos, el semiprofesionalismo y un sistema para la captación de jóvenes.
El Anderlecht empieza a monopolizar el título de Campeón de Liga, y así realiza dos tripletes casi seguidos: 1949-1950-1951 además del de 1954-1955-1956. Los rivales de Bruselas ya han pasado a la historia, ahora lo son el Standard de Lieja, Brujas y Amberes. Y jugadores como Jef Mermans, Jef Jurion, Paul Van Himst, Laurent Verbies y Georges Heylens, van a hacer del Sporting el maestro del fútbol belga.

Participación europea

Todos estos títulos le daban opción a estar en la línea de salida de la nueva competición que se estaba organizando en Europa, la Copa de Europa. Una competición que allá por el mes de Septiembre de 1955, se creaba entre el periódico “L'Equipe” y Santiago Bernabéu y en el que el equipo belga estaría inmerso en su 1ª Edición.
El Anderlecht fue uno de los 16 equipos que empezaron la aventura, pero con un mal comienzo para estos. El equipo perdió en la primera eliminatoria frente al Voros Lobogo por 6-3 en el partido de ida, mientras un mes después, ya en Octubre, volvía a perder, esta vez en Bruselas con un rotundo 1-4 en el marcador. Presentación y despedida.
El sistema utilizado por Brasil, flamante campeón del Mundo en 1958, gracias a su juego técnico, practicando un 4-2-4, herencia del anterior campeón del mundo (Hungría). Así como el tercer puesto de Francia que había desarrollado el mismo sistema de juego, hace que los dirigentes intenten aplicar este tipo de juego en el equipo. Para ello reemplazan al entrenador británico Bill Gormlie por el francés Pierre Sinibaldi, viejo centrodelantero del Reims francés.
Sinibaldi, acorde con los deseos de la directiva, iba a aplicar nuevas ideas en un equipo formado por jugadores de la cantera, tales como la defensa en línea, juego ofensivo... formando un equipo y un estilo de juego que influiría a muchos jugadores de una generación excepcional: Jef Jurion y Pierre Hanon, del cual se dice que era el mejor centrocampista de Europa. Los defensas laterales Jean Comelis y Georges Heylens, además del más célebre jugador belga de todos los tiempos, Paul Van Himst.

Fracaso europeo

Un período sinibaldiano que fue más fructífero en Bélgica que en las competiciones europeas. Había conseguido cinco títulos de campeón de Bélgica, de 1964 a 1968, con un ataque prolífico que marcó en una temporada 88 goles y una defensa impenetrable que a la temporada siguiente no le marcarían más de 12 goles.
Sin embargo en Europa tenía menos fortuna. Nada más que la eliminatoria del Real Madrid en 1962, equipo que por aquel entonces era un modelo para el resto de los equipos, con una clasificación para Cuartos en ese mismo año.
Pero la venganza del equipo blanco, que había perdido esa eliminatoria con un global de 4-3, en un primer partido que los belgas empataron a 3-3 en el Bernabeu y 1-0, gol de Jurion en Bruselas, no se iba a hacer esperar. Tres años después, el Real se tomó el desquite en cuartos de final de la Copa de Europa, con 1-0 a favor de los belgas en Bruselas y un 4-2 para los blancos en el Santiago Bernabeu.
Este fracaso europeo quizás fuera debido al carácter semi profesional del club, con unos entrenamientos voluntarios y que eran organizados al medio día, con lo que los jugadores no podían asistir por estar trabajando. Esto ocurría en toda Bélgica, si exceptuamos al Standard de Lieja, con lo que se encontraban en las mismas condiciones, pero estas eran escasas de cara a Europa.
El equipo a finales de los 60 iba a pasar por un período de crisis (excepción hecha con la final de la Copa de Ferias de 1970) con un bache en lo deportivo y con ciertas dificultades económicas.

Primera Final europea

La final de la Copa de Ferias era la primera a la que accedía el equipo belga, pero ésta la perdería frente al Arsenal inglés, a pesar de vencer el primer partido por 3-1. El de vuelta fue de dominio inglés y con un marcador de 3-0, por lo que el trofeo se quedaba en Inglaterra. Esta era una época en la que el Standard de Lieja dominaba en Bélgica. Este era un equipo entrenado por Rene Hauss y animado por Christian Piot y Willy Van Moer.
Para paliar esta mala racha es por lo que da comienzo la tercera etapa del Anderlecht: la adopción del profesionalismo y la llegada a la presidencia, en Abril de 1971, de Constant Vanden Stock.

Vanden Stock nuevo Presidente

La vuelta de Vanden Stock, antiguo jugador del equipo y ex-seleccionador nacional belga, puesto que tuvo que dejar para dedicarse a la presidencia del club, iba a llevar el profesionalismo y el deseo de conquistar un torneo europeo.
La aportación económica de Vanden Stock es importante para la adquisición de nuevos jugadores. Se fichan jugadores extranjeros, entre los que se encuentran varios holandeses, como el delantero centro Jan Mulden, además del portero Jan Ruiter, o Rubby Rensembrink, Arie Haan y Ruud Geels. Además de estos jugadores el Anderlecht acude también a un viejo entrenador, también holandés, Georg-Marie Kessler, quien permanecerá dos años en el club, antes de ser reemplazado por los belgas Urbain Braems y Raymond Goethals.
La época ha cambiado. El fútbol latino (Real Madrid, Benfica) deja su lugar al nórdico: Holanda (Ajax y Feyenoord), República Federal Alemana (Bayern Münich) e Inglaterra (Leeds y Liverpool), son los países que dominan en Europa. La condición física, el juego defensivo y el contraataque es lo que predomina. El Anderlecht no iba a ser menos y practica este sistema de juego.

Éxitos europeos

Los éxitos europeos tan ansiados por el club no iban a tardar en llegar. Así, de 1976 a 1984 el Anderlecht juega cinco finales de competiciones europeas, ganando tres de estas (dos Recopas y una UEFA) y consiguiendo dos Supercopas Europeas (1976 y 89).
Pero no fue hasta 1976 que el Anderlecht inscribió por primera vez su nombre como ganador en los torneos europeos al derrotar en el estadio Heysel de Bruselas, en una final vibrante, al West Ham United por 4-2, con dos goles e Robby Rensembrick y Francois Van der Elst. La dirección técnica de Raymond Goethals le confirió una personalidad demoledora al equipo que, fundamentalmente, adquiría su máximo esplendor en esta competición, la Recopa.
En 1977 volvió a disputar la final, aunque en esta ocasión no pudo revalidar el título adquirido la temporada anterior. Perdió contra el Hamburgo S.V. por 0-2, en Ámsterdam, pero como suele decir el refrán, “no hay dos sin tres”. El Anderlecht al año siguiente estaba en su tercera final consecutiva de la Recopa. Esta se iba a disputar en París, donde el equipo belga ganó al Austria Viena, por un contundente 4-0.
Entre tanto se proclamó en dos ocasiones campeón de la Supercopa de Europa. La primera tuvo lugar en 1976, y enfrente estaba el todopoderoso Bayern Münich, campeón en esta temporada de la Copa de Europa. Franz Beckenbauer, junto con sus compañeros se tuvieron que conformar con ver a Maier sacar en cuatro ocasiones el balón de su portería.
En 1978, tras proclamarse de nuevo Campeón de la Recopa se enfrentó al Liverpool, quien vio como el equipo belga conquistaba por segunda vez otra Supercopa.
El equipo estaba crecido e iba a por su tercera Recopa o su cuarta final, pero el Barcelona se lo impidió. El equipo catalán apeó a los belgas en la tanda de penaltis tras la victoria de ambos equipos en su estadio por 3-0.

Decadencia del equipo

Al término de la década de los setenta el Anderlecht comenzó a dibujar la curva del envejecimiento y anquilosamiento. La marcha de Goethals y la ausencia de títulos encresparon a los anderlechtoises, ya acostumbrados a saborear cada temporada las mieles del triunfo.
Antes de su decadencia, el equipo belga descubre nuevos valores que serán quienes den grandes días de gloria al Anderlecht y a la selección: Ludo Coeck, Jacky Munaron, Michael De Groote, Franc Van der Elst y Jacky Vercauteren.
Pero sólo con estos jugadores el equipo no se reponía del bache de juego por el que estaba atravesando, así que el presidente del club, Constant Vanden Stock dio un espectacular golpe a base de talonario fichando a Lozano, Czerniatynski y Vandembergh y colocando en el banquillo al yugoslavo Tomislav Ivic. Desde 1974 no se conseguía la Liga y ya era mucho tiempo. Los aficionados pedían resultados. Estos no se hicieron esperar y el Anderlecht conquistó brillantemente la Liga belga en la temporada 1980-1981. El carácter defensivo que el técnico yugoslavo inculcó al equipo no era del agrado de los espectadores, ni de los dirigentes del club, acostumbrados al juego ofensivo. El sistema de Ivic convierte al conjunto belga en un equipo puramente defensivo, con un 5-4-1 y en el que su único delantero, el danés Kenneth Larsen es el máximo goleador del equipo con 22 goles y segundo del campeonato, detrás del inevitable Vandembergh.
A pesar de que el yugoslavo consiguió meter al equipo a la temporada siguiente en las semifinales de la Copa de Europa, eliminatoria que perdió contra el Aston Villa, después de eliminar al Estrella Roja, Juventus y Widzew Lodz, el yugoslavo Ivic fue sustituido el 27 de Septiembre de 1982. El nuevo técnico era Paul Van Himst.
La reacción del equipo no tardó en llegar y los conocimientos del mejor jugador belga de todos los tiempos no tardaría en dar los frutos deseados.
Esa temporada el equipo es cuando ficha a Czerniatinsky y a Vandembergh. Czerniatinsky, nacido de padre polaco y madre belga, había sido la revelación del fútbol belga y líder de los goleadores de la Segunda División, la temporada anterior. Por su parte Erwin Vandembergh había sido “Bota de Oro” la temporada 79-80. Los treinta y nueve goles conseguidos en su equipo, el Lierse, era todo un aval para el jugador belga. Era savia nueva para la delantera del Anderlecht.
Ese año iban a conseguir uno de los objetivos del equipo durante esos últimos años, ser campeones de una de las competiciones europeas, en este caso, de la Copa de la UEFA.
Por esta época había un jugador que sobresalía del resto de compañeros, quizá por su forma de jugar y por su especial concepción del fútbol. Este jugador no era otro que Juan Lozano, un sevillano que iba a dar mucho que hablar dentro del fútbol y que se afincó en Bélgica. Tras unos años en el Anderlecht fichó por el Real Madrid, aunque en ese club no llegó a triunfar y tuvo que volver al Anderlecht.
Con estos jugadores el Anderlecht se había metido en la final de la Copa UEFA. El rival para esta final era el Benfica. El equipo belga ganó por un exiguo 1-0 en Bruselas y un 1-1 en casa de los portugueses. Para disputar la final tuvo que eliminar a equipos como el Oporto, Valencia y Bohemians de Praga, entre otros.
Pero el Anderlecht no se conformaba con una Copa de la UEFA y en la 1983-1984 consigue llegar a una nueva final para intentar revalidar el título conseguido la temporada anterior, pero este no fue posible ya que el Tottenham en los lanzamientos desde el punto de penal le arrebató el triunfo.

Remodelación del estadio

Ya por esa época se había llevado a cabo la remodelación del estadio, que según su presidente era necesaria para poder estar de acuerdo con el nivel europeo. El club, para realizar estas reformas no recibe ninguna financiación de ningún organismo, por lo que se tiene que echar mano de la imaginación para poder paliar los gastos. Así, Vanden Stock decide la construcción de palcos privados en el estadio para su posterior alquiler. Estos iban a ser alquilados por un período de 3 años.
Con esto su presidente demostraría que el equipo no era un simple club de fútbol, sino que funcionaba como una empresa sólida y fuerte.
El estadio del Anderlecht se llama “Constant Vanden Stock” y cuenta con capacidad para 28.361 espectadores. Se halla ubicado en el Parque Astrid de la comuna de Anderlecht en Bruselas. Actualmente, el club considera construir un estadio con más capacidad que no necesariamente podría estar en Anderlecht.
En 1984 un jugador de origen italiano y que había sido fichado de La Louviere, con tan sólo 18 años ya era la revelación del equipo, Enzo Scifo. El jugó durante dos temporadas con los juniors del equipo, antes de debutar en Pare Astrid, Scifo iba a hacer olvidar a Lozano.
En la temporada 1984-1985 iba a conseguir un nuevo título para la entidad, el de campeón de Liga. Un campeonato que había conseguido con toda la facilidad, sacando once puntos al segundo clasificado, el Brujas. El Anderlecht ese año iba a conseguir batir otro record, el de puntos. El equipo consiguió sumar 59 puntos, cosechando tan sólo una derrota en todo el campeonato.
Pero si en el plano nacional había barrido, no se puede decir lo mismo en Europa. El equipo sucumbió frente al Real Madrid en La Copa de la UEFA, a pesar de que los belgas vencieran el partido de ida celebrado en Park Astrid por 3-0 pero la vuelta fue toda una exhibición del equipo blanco que le derrotó por 6-1.

Un equipo “extranjero”

El Anderlecht, al igual que el resto de equipos belgas, como consecuencia de la legislación vigente en el país, tenía toda una legión de jugadores extranjeros a su disposición, en concreto siete. Junto con los nueve internacionales de que disponía el equipo, formaban uno de los conjuntos más fuertes en Europa por esa época.
El conjunto belga estaba formado por Jacques Munaron bajo los palos. En defensa se encontraban el veterano yugoslavo Peruzovic, que formaba un perfecto tándem con el danés Morten Olsen, y tres internacionales belgas; De Greff, De Groot y Grun.
El centro del campo estaba compuesto por Frank Vercauteren, Frank Arnesen, Rene Vandereycken y Enzo Scifo, en el que constituía sin duda el mejor centro del campo de Europa. La delantera la formaban Czerniatynski y Vanderbergh.
Pero sin duda la gran deuda del Anderlecht con sus aficionados era la no consecución de la Copa de Europa, único trofeo que falta en las vitrinas del club, y en las que iba a tener tres oportunidades seguidas (consiguió las Ligas en las temporadas 84-86 y 86-87).
En la primera de ellas fue eliminado por el Steaua de Bucarest, en semifinales. A la postre sería el campeón de Europa al vencer al Barcelona en Sevilla. En la segunda, fue apeado de esta competición en cuartos de final por el Bayern Munich y en la última (1987-1988), sería igualmente eliminado en cuartos por el Benfica.
Tras la consecución de estos tres títulos consecutivos, el equipo entró en un pequeño bache de resultados. Posteriormente el equipo perdió importantes hombres: Van der Eycken, Morten Olsen, Vandenbergh, Peruzovic y la marcha de Scifo al Inter y Vercauteren al Nantes, lo tenía que notar.
Se formó un nuevo equipo sin figuras, sin un líder que aglutine al resto. Era un cuadro que buscaba una nueva identidad y un nuevo estilo de juego. Así, Georges Leekens, considerado como uno de los mejores técnicos del país se hizo cargo del equipo. La destitución de Arie Haan, como la de Ivic, había tenido lugar por practicar un juego defensivo.
Además de nuevo entrenador el presidente Vander Stock incorporó al portero De Wilde, al finlandés del Lokeren, Ukkonen; al zambiano Keshi; al zaireño Musonda; y al que fue la verdadera adquisición, Patrick Vervoot, que procedente del Beerschot pronto se haría con las riendas del equipo.
El joven técnico Leekens había sido contratado para devolver al equipo la hegemonía perdida y sobre todo para poder conquistar un título europeo, que últimamente se les negaba. Leekens en el período de tiempo que estuvo en el equipo logró dos Copas de Bélgica. La última había sido ganada en 1976.
De nuevo el equipo volvía a Europa, pero esta vez para participar en la Recopa. En la 88-89, el equipo fue eliminado en octavos de final por el Malinas, anterior campeón de este torneo. El entrenador del Malinas era Aad de Mos, el cual pasaría a engrosar la temporada siguiente en las filas del Anderlecht.
El técnico holandés, surgido en el Ajax, era admirado por su brillante etapa en el Malinas, en el que consiguió la Liga, la Copa y la Recopa de Europa. El presidente del Anderlecht, decidió su fichaje. Quería construir un equipo que jugara y que diera espectáculo, cosa que con el tiempo ha conseguido inculcar el técnico holandés a sus hombres.
El presidente de la entidad le encomendó la difícil tarea de recuperar el prestigio del equipo tras unas temporadas en las que su gran rival, el Malinas, había deslumbrado en Europa. Para ello, de Mos dispuso de una plantilla compensada, incorporándose importantes jugadores, como Degryse y Van der Lindem.
Ese año, el Anderlecht llegaría a disputar la final de la Recopa. Primero eliminó al Bellymena, después al Barcelona, en una eliminatoria en la que el equipo catalán estuvo a punto de dar la vuelta al 2-0 que en el partido de ida le endosó el Anderlecht. En el Nou Camp el Barcelona empató la eliminatorio, pero Van der Linden se encargó, en la prórroga, de desnivelar la eliminatoria.
En cuartos de final eliminó al Admira Wacker y en semifinales, hizo lo propio con el Dínamo de Bucarest. El 9 de Mayo de 1990, el Anderlecht perdía en Goteborg la oportunidad de ganar un trofeo europeo, que durante tantos años había perseguido. Fue contra la Sampdoria y por un resultado de 2-0 a favor del equipo italiano.
Pese a todo, la década de los 90’ fue fructífera para el Anderlecht que obtuvo el Campeonato de Primera División belga en la 90-91, 92-93, 93-94, 94-95, 99-00, la Copa de Bélgica en la 93-94 y la Copa de la Liga de Bélgica en la 99-00, además de la Supercopa de Bélgica en 1993 y 1995.
Los éxitos prosiguieron con el cambio de milenio y el equipo belga parece haber vuelto a su antiguo sistema de juego, en el que el ataque y el espectáculo iban unidos y por el que los aficionados belgas suspiran desde hace años.

Palmarés

Torneos nacionales
Primera División belga: 1946-47, 1948-49, 1949-50, 1950-51, 1953-54, 1954-55, 1955-56, 1958-59, 1961-62, 1963-64, 1964-65, 1965-66, 1966-67, 1967-68, 1971-72, 1973-74, 1980-81, 1984-85, 1985-86, 1986-87, 1990-91, 1992-93, 1993-94, 1994-95, 1999-00, 2000-01, 2003-04, 2005-06 y 2006-07.
Copa de Bélgica: 1964-65, 1971-72, 1972-73, 1974-575, 1975-76, 1987-88, 1988-89, 1993-94 y 2008
Copa de la Liga de Bélgica: 1999-2000
Supercopa de Bélgica: 1985, 1987, 1993, 1995, 2000 y 2001
Tweede Klasse (II): 1923-1924, 1934-1935

Torneos internacionales

Recopa de Europa: 1975-1976 y 1977-1978
Copa de la UEFA: 1982-1983
Supercopa de Europa: 1975-1976 y 1977-1978

Fuentes consultadas:
* Wikipedia
* Libro “Los grandes clubes del fútbol mundial”
* Sitio web oficial del Royal Sporting Club de Anderlecht

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Soriano (Eduardo Galeano - Uruguay)


En uno de sus cuentos, Soriano imaginó un partido de fútbol en algún pueblito perdido en la Patagonia. Al equipo local, nunca nadie le había metido un gol en su cancha. Semejante agravio estaba prohibido, bajo pena de horca o tremenda paliza. En el cuento, el equipo visitante evitaba la tentación durante todo el partido, pero al final el delantero centro quedaba solo frente al arquero y no tenía más remedio que pasarle la pelota entre las piernas.
Diez años después, cuando Soriano llegó al aeropuerto de Neuquén, un desconocido lo estrujó en un abrazo y lo alzó con valija y todo:-¡Gol, no! ¡Golazo! -gritó-. ¡Te estoy viendo! ¡A lo Pelé lo festejaste! -y cayó de rodillas, elevando los brazos al cielo. Después, se cubrió la cabeza: -¡Qué manera de llover piedras! ¡Qué biaba nos dieron! Soriano, boquiabierto, escuchaba con la valija en la mano. -¡Se te vinieron encima! ¡Eran un pueblo! -gritó el entusiasta. Y señalándolo con el pulgar, informó a los curiosos que se iban acercando: -A éste, yo le salvé la vida. Y les contó, con lujo de detalles, la tremenda gresca que se había armado al fin del partido: ese partido que el autor había jugado en soledad, una noche lejana, sentado ante una máquina de escribir, un cenicero lleno de puchos y un par de gatos dormilones.

(este texto de Eduardo Galeano, llamado 'El lector', forma parte del libro "Bocas del tiempo")

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El que pone los horarios de los partidos es Julio Grondona; que venga y se siente media hora debajo del sol para ver si aguanta: pero él debe estar en una pileta disfrutando con su familia, mientras que nosotros tenemos que correr noventa minutos con 35 grados.

(HORACIO “Coco” AMELI, ex futbolista argentino, despachándose contra el Presidente de AFA)

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Detrás de cada patada a la pelota tiene que haber un pensamiento.


(DENNIS BERGKAMP, futbolista holandés)

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Una larga carrera de futbolista (Miguel Delibes - España)


Yo creo que mi primera afición deportiva, asumida como pasión, como auténtica pasión desordenada, fue el fútbol. Antes aprendí a nadar, a montar en bicicleta y, como se ha visto, acompañaba a mi padre de morralero en sus excursiones cinegéticas, pero ni la natación, ni la bicicleta, ni la caza tiraron de mí con la fuerza con que lo hizo el fútbol a los ocho o nueve años.
Un fútbol en principio teórico, periodístico, de resultados y clasificaciones; un poco lo que fue el ciclismo hasta que la televisión nos acercó las imágenes de los routiers y pudimos admirar su esfuerzo. Y ¿cómo nació esta pasión tan grande en una criatura tan pequeña? Yo sospecho que estas pasiones infantiles brotan, en principio, de un amor desmedido por la patria chica, hacia los que estima sus representantes, y una gratuita actitud de hostilidad hacia el forastero. Una especie de xenofobia pueblerina nos poseía a los párvulos del primer tercio de siglo. Esto quiere decir que yo fui hincha antes que aficionado. Anteponía al espectáculo el triunfo de mi equipo, el Real Valladolid Deportivo. Y hasta tal punto vivía sus peripecias de corazón que, de muy niño, hacía solemnes promesas al Todopoderoso si el Real Valladolid salía victorioso en Las Gaunas o El Infierniño. En cambio, cuando jugaba en casa, me parecía que bastaban mi aplauso y mis voces de aliento para triunfar y no iba con embajadas al Todopoderoso. Pero mi pasión futbolística no se detuvo ahí. El Real Valladolid era un equipo modesto de tercera división, y mi afición desbordada no respetó estos límites y se extendió a las divisiones superiores. No creo haber sido nunca un memorión (...). En cambio, de mis conocimientos futbolísticos todavía quedan vestigios cincuenta y cinco años después. Hubo un tiempo en que yo recitaba al dedillo las alineaciones de los equipos de primera, segunda y tercera división. Conocía el nombre de sus campos, de sus entrenadores, de los jugadores reservas e, incluso, recordaba perfectamente los resultados de los encuentros jugados durante las tres últimas temporadas en las tres divisiones españolas. Esto demuestra las posibilidades de un niño de diez años cuando pone empeño en un asunto, pero mis facultades dejarán de admirar a nadie, si añado que mis hermanos José Ramón y Federico, varios años menores que yo, eran capaces de los mismos alardes de memoria.
Antes de empezar a frecuentar el fútbol como espectáculo, nos recuerdo a los tres las tardes de los domingos yendo a ver los resultados de los partidos a Casa Baticón, en los soportales de Cebadería, en la Plaza Mayor. Nos bastaba un vistazo a la pizarra para retener las cifras.
Luego regresábamos comentando las sorpresas de la jornada y, de nuevo en casa, nos entreteníamos preguntándonos uno a otro los tanteos de esos mismos resultados en las dos temporadas anteriores, con la particularidad de que en rarísimas ocasiones fallábamos la respuesta. Es claro que si yo hubiese puesto la mitad del interés que puse en el fútbol en la química o las matemáticas, otro gallo me hubiera cantado, pero no fue así. A mí lo que me exaltaba era el fútbol y ávido de darle una categoría científica, inventé la primera teoría, que formulé con terminología de ley en 1932: el equipo que después de perder en casa visita a otro que viene de ganar fuera, si no se alza con el triunfo sumará al menos uno de los dos puntos en litigio. Consideraba esta ley fruto de la observación, como todas las grandes leyes científicas que rigen la vida y el universo, y me jactaba de ella. El fútbol era una cosa muy seria puesto que admitía su vertebración en leyes. Y como esta formulación encerraba buena parte de verdad, en el colegio me dio nombradía y, diez años más tarde, el cronista deportivo de El Norte de Castilla, al hacer los pronósticos del sábado mencionaba la Ley Delibes como un físico mencionaría a Newton al hablar de la gravitación universal (...).
Los años no me enfriaban. Me empezó a enfriar el hecho de ver a mi alrededor hinchas tan fanáticos como yo lo había sido en el antiguo campo aunque de más edad. Y ya, definitivamente, dejé de asistir al fútbol como espectáculo al aire libre, el día que se decidió que los espectadores, o los futbolistas, o los árbitros o quizá todos deberíamos estar enjaulados como reclusos para evitar agresiones. No obstante, el veneno queda. Y hoy día, cada vez que se anuncia un partido por televisión, procuro resolver mis asuntos para tener libres las dos horas de transmisión. Y hasta tal punto me he habituado a ver el fútbol en pantalla, que el par de veces que me he acercado después a un estadio no me he enterado de nada; en la pradera hay demasiada gente, se mueven todos a la vez, los goles me pillan de sorpresa y cuando espero la repetición desde otro ángulo y ésta no llega, me pongo de mal humor.


(tomados del libro ”Mi vida al aire libre, memorias deportivas de un hombre sedentario")

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Sportivo Miramar Misiones de Uruguay, tiene una historia centenaria. Miramar y Misiones eran dos clubes que se fusionaron el 25 de Junio de 1980, para formar un equipo de fútbol competitivo que pudiera disputar, con posibilidades, los campeonatos de Primera División...
Los dos clubes eran montevideanos, más precisamente del barrio de Villa Dolores, en Pocitos, y en sus orígenes existía una gran rivalidad...
Misiones tiene más historia (se fundó el 26 de Marzo de 1906) mientras que Miramar (nació el 17 de Octubre de 1915) registra una trayectoria muy importante en el torneo de fútbol mayor de la otra orilla...
La camiseta de Miramar es de finas rayas verticales negras con fondo blanco y por ello a sus jugadores se los denominan las “cebritas”. Esa casaca quedó como la oficial de Sportivo Miramar Misiones...
Como color de camiseta alternativo quedó la rojinegra (similar a Milan), heredada de Misiones...
El legendario Leandro Andrade, ganador de dos torneos olímpicos (1924-1928) y una Copa del Mundo (1930) con la celeste, es la figura emblemática surgida de Misiones. De allí también saltó a la fama el arquero Enrique Ballestero, campeón del mundo en el ‘30, luciendo a su vez argentinos como Alberto Ventura (tío del periodista Luis Ventura) y Fratessi...
En la historia de Miramar aparece el uruguayo Hugo Villaverde, quien debutó en la Primera División cuando tenía tan solo 13 años. Dicen que la unión hace la fuerza: Sportivo Miramar Misiones, de Montevideo, lo certifica...

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En los últimos veinte años muchas cosas han cambiado en el fútbol; lo físico: el aumento de la exigencia física, y la disminución de la técnica individual: ahora se juega tan velozmente que es difícil encontrar precisión, es raro ver hoy a un futbolista rápido y preciso.

(ROBERTO TROTTA, ex futbolista y director técnico argentino)

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No tenemos que envidiar al Madrid, Barcelona, Manchester, Inter... ni ningún otro equipo ni institucional, ni social, ni deportivamente.

(FERNANDO LAMIKIZ, ex presidente del Athletic Club de Bilbao, en Julio de 2005, antes de una campaña que resultó desastrosa para la entidad bilbaína)

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Marcha Oficial del Club Atlético Rosario Central (Laerte Carroli - Argentina)


Te aplaude y te saluda jubilosa
la hichada deportiva que te admira
campeón de cien jornadas victoriosas
valiente triunfador que orgullo inspira.
El símbolo auriazul de tu divisa
se enciende y resplandece como el sol
cada vez que la cancha se electriza
al estallar de la victoria el "Gol".

Rosario Central
forjador de campeones
Con Rosario Central
vibran los corazones
corazones rosarinos que te aclaman
y que tus glorias de entusiasmo inflaman.

Otro gol de Central
rubrica la victoria
y el laurel triunfal
reverdece en su historia,
esa historia jalonada de coraje
de hazañas sin par
la gloria eterna
de Rosario Central.

Honrosos paladines del deporte
atletas invencibles en la lid,
impávidos luchad sin que os importe
la talla del rival fuerte y viril.
Que nunca empalidezcan tus blasones
que siempre brille el símbolo triunfal
arriba, pues, campeones de campeones
para la gloria del fútbol nacional.

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El 19 de Julio de 1966, en el Mundial de Inglaterra, se produjo el resultado más catastrófico para Italia, cuando Corea del Norte le ganó 1 a 0 con gol de Pak Doo Ik), partido correspondiente al Grupo IV, integrado además por Chile y la Unión Soviética...
Se anticipaba la clasificación de la URSS e Italia, pero los coreanos, cuyo plantel estaba integrado por militares solteros (Pak Doo Ik era odontólogo de la fuerza) y que casi no intervienen porque en principio, y por razones políticas (Inglaterra no autorizaba los visados de sus pasaportes), sorprendieron a todos...
Igualaron 1-1 con Chile y le ganaron a Italia, aunque perdieron frente a la Unión Soviética, 3-0. Así, coreanos y soviéticos se clasificaron para los cuartos del final...
A Corea del Norte le tocaba enfrentar, en cuartos, a la poderosa Portugal (con su estrella Eusebio a la cabeza) y en un momento del partido, tocaban el cielo con las manos. A los 22’, los coreanos solteritos ganaban por 3 a 0 con su fútbol vertiginoso, pero de escasa técnica...
Claro que Portugal sacó a relucir su mayor categoría y terminó ganando 5 a 3, con 4 de Eusebio (que fue el goleador del torneo, con 9 conquistas) y otro de José Augusto...

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Si yo soy el rey del fútbol, Ben Barek es Dios.

(PELÉ, refiriéndose al ex jugador de Marruecos, apodado "La perla negra", de extraordinario paso por las filas del Atlético de Madrid a finales de la década del '40)

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La única chance que tiene este chiquilín de no ser un crack es que lo pise un tren antes de debutar.

(ARTURO SALAH, DT de Universidad de Chile, refiriéndose a la nueva joya de la cantera azul, el volante zurdo José Luis Silva de solo 17 años)

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Pelé 1000 (Carlos Drummond de Andrade - Brasil)


Lo difícil, lo extraordinario, no es hacer mil goles, como Pelé. Es hacer un gol como Pelé. Ese gol que nos gustaría tanto hacer, pero que, diabólicamente, no se deja hacer. El gol.
¿De qué vale escribir mil libros, como simple resultado de una aplicación mecánica, las manos golpeando la máquina de la mañana a la noche, el trasero ubicado sobre un almohadón, palabras dóciles y resignadas al uso incoloro? El asunto es el libro único, para el cual no hay condiciones, reglas, recetas, códigos, cólicos que lo hagan existir, y sólo él importa -negativamente- en nuestra bibliografía. Novelistas que no capturan la novela, poetas de los cuales el poema se está riendo a la distancia, pensadores que glosan el gastado pensamiento ajeno, en vano circulamos por la pista durante 50 años. La enorme cantidad de papel que ensuciamos sigue en blanco, ajeno a las letras que en él se imprimen., pues no era ésa la combinación de palabras que exigía de nosotros. ¡Y cuántos metros cúbicos de sudor para llegar a ese no resultado!
¿Entonces el gol no depende de nuestra voluntad, formación y maestría? Me temo que no. ¿Es, acaso, un producto divino? Y si no valen de nada los exorcismos, las invocaciones cabalísticas, los recursos mágicos para que él se manifieste… Si es cosa de Dios, Dios se divierte negándolo a quienes se lo imploran y ofrendándolo a su capricho, sólo Dios sabe a quién, a veces a quien no lo merece. La obra de arte, ya sea en forma de gol o de texto, casa, pintura, sonido, danza y todo lo demás, parece más bien algo que está en la naturaleza, que se revela arbitrariamente, casi al margen del medio humano empleado para la revelación. Si la obligación de todos es aprender ¿Por qué todos los que aprenden no la realizan? ¿Por qué sólo éste o aquél llega a realizarla? ¿Por qué no hay once Pelés en cada equipo? ¿O diez, para darle una oportunidad al equipo adversario?
El Rey llega al milésimo gol (sin apuro, dándose incluso el lujo de rectificar la cuenta, disminuyéndola) gracias a una fatalidad ajena a su sabiduría técnica y artística. En realidad, siempre está haciendo el mismo tanto perfecto, pues otros tantos menos primorosos no tienen nada que ver con él. Solo sabe hacer lo mejor, y cuando deja de sobresalir en la cancha es porque hasta él tiene momentos en los que no es Pelé, como los no-Pelé que somos todos.
El mundo está integrado por consumidores que sirven a algunos creadores. El desequilibrio es dramático, y sólo no determina la frustración universal porque no nos damos cuenta de nuestra impotencia creadora, y hasta nos eludimos atribuyéndonos una potencia imaginaria. Incluso, por un defasaje absurdo, la creación, en muchas áreas, no llega ni siquiera a ser absorbida por los consumidores que carecen de ella. Muchos seres no saben consumir, vegetan en estado de carencia inconsciente. Para consumir hace falta estar preparado. Pero los millones de analfabetos desnutridos y marginados, tanto del mundo occidental como del oriental, ni sospechan que hay alimentos fascinantes para hambres no presentidas.
Afortunadamente, en el caso de Pelé, el plato artístico que él ofrece alcanza al paladar de todos. El fútbol es uno de esos raros ejemplos de arte corporal y mental que promueven una felicidad unánime, aun cuando dividan a la masa consumidora en grupos antagónicos. Antagonismo formal, al fin de cuentas, pues la fusión íntima se opera en torno a la belleza del gesto, venga del cuerpo que viniere.
Los mil goles de Pelé son uno solo, multiplicado y siempre nuevo, único en su ejemplaridad. No sé si debemos exaltar a Pelé por haber logrado tanto, o si nuestro elogio debiera estar dirigido más bien hacia el gol en sí, que se dejó hacer por Pelé, negándose a tantos otros. O al genio del gol, que se encarnó en Pelé, por una de esas elecciones misteriosas que la genética todavía no sabe explicar, pues la ciencia, felizmente, todavía no explicó todo en este mundo.


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El holandés Johan Cruyff fue una gran estrella en su etapa de jugador de fútbol y tras su retiro, se convirtió en uno de los técnicos más creativos y también más polémicos de este deporte.
Su etapa como entrenador del Barcelona, de España, resulta la más conocida por el mundo del fútbol.
En sus públicos pensamientos, destacó siempre la relación entre técnico-jugador, con sus deberes y obligaciones por ambas partes.
Al respecto, Cruyff expresa en su libro “Mis futbolistas y yo” lo siguiente: “El fútbol, en el fondo, es facilísimo. Difícil es el jugarlo, pero facilísimo en el concepto básico. Lo que yo pido, en definitiva, es que cada futbolista que salga al campo entregue lo mejor de sí mismo. Jugar bien o jugar mal es otra cosa. Un accidente. Todos hemos tenido tardes negras pero, lo importante, es que al término de un partido, yo pueda mirar a los ojos de un jugador y decirle: ‘No pasa nada. Tranquilo. Has dado todo lo que tenías’. Lo malo es si no me pueden mirar a la cara, si tienen que bajar la vista. En ese momento, para mí, han fracasado. Sea quien fuere”.

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Yo soy un lujo para el Athletic.

(Jupp Heynckes, ex jugador y entrenador alemán, difundiendo en Bilbao las bondades de la humildad)

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Según se dice, los buenos deportistas aceptan lo mismo el triunfo que la derrota... yo no. Por eso he dicho siempre que fui un pésimo deportista.

(ANTONIO "La Tota" CARBAJAL, arquero de México en cinco Mundiales, al dar una entrevista de su carrera deportiva)

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Accidentes del fútbol

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La noche del 17 de Abril de 2002 fue muy particular para los chilenos de Puerto Montt y para el fútbol sudamericano...
Es que en el estadio "Chinquihue" de esa ciudad, ubicada a 1.200 kilómetros al sur de Santiago, se inauguró el primer campo con césped sintético para la práctica del fútbol profesional en Sudamérica...
El acontecimiento se celebró con un partido amistoso, televisado para todo Chile, entre el equipo local, Deportes Puerto Montt, de la Segunda División, y la Universidad de Chile...
Un cotejo que no hubiera podido realizarse en un terreno de juego natural, tradicional, debido a las lluvias intensas que padeció Puerto Montt durante esa semana...
Fue una inversión hecha por el municipio, que se aproximó a los 500 mil dólares...
Una obra basada en modernos sistemas de drenaje, producto de los mayores adelantos de la ingeniería de aquél momento...
En primer lugar se bajó el campo de juego hasta encontrarse una base sólida, allí donde se realizaron 42 pozos absorbentes de 3 por 1 metros para evacuar el agua, mediante canaletas, a una cámara central de drenaje...
En cuanto al césped sintético del moderno campo de juego, tiene un alto de 6 centímetros, garantizando un óptimo deslizamiento de la pelota...
Allí en el estadio Chiquihue, no se suspenden las fechas, los partidos se juegan aunque haya tormentas o heladas...

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Pensaba que era imposible, pero he comprobado que usted es incluso peor entrenador que futbolista... y además ni siquiera es irlandés.

(ROY KEANE, pegándole a Mick Mc Carthy, técnico de Irlanda en el Mundial 2006)

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Siempre hay un momento para elegir, para ser uno mismo. La táctica no te puede esclavizar, no te puede condenar. Pero hay que tener la libertad y la personalidad para hacerlo. Te pueden dar una táctica para cumplir, pero con una sola es difícil ganar un partido si no le agregás la técnica individual, la gambeta, la sorpresa.

(JUAN PABLO SORÍN, jugador argentino)

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"Manteca" Martínez vs. San Lorenzo (Juan Vázquez - Venezuela)


Era el año de la despedida de “Manteca” Martínez con Nacional y esa calurosa noche se jugaba en el Centenario (17.000 asistentes) partido de la primera fase de la Libertadores. Yo venía por el aliscafo desde Buenos Aires, de ver el Domingo anterior el Clásico San Lorenzo 1-Huracán 1.

El Ciclón fue bastante criticado por la radio local, por presentarse con una actitud displicente, uniforme a rayas horizontales, mas "parecido a una remera playera que a uniforme de fútbol" y sin Leo Rodríguez, Romagnoli y Coloccini (central ya transferido a Inter, pero a préstamo en el club).

San Lorenzo no mencionó las ausencias y apenas se quejó de "un equipo disminuido", pero sin explicar detalles.

Entonces eran Rivarola, Serrizuela y el “Polo” Quinteros, quienes administraban la pelota de los cuervos, mientras que por los tricolores eran “Palilo” Vanzini, “Polilla” Da Silva y Martín del Campo. San Lorenzo dominó un poco más, pero nunca llegó con claridad, mientras que los locales poniendo algo de huevos, cobraron los tres puntos y quedaron líderes cómodos del Grupo.

A los 33´, Varela se sacó a tres por la derecha, se vino por la raya final y cuando preparaba el centro, Michelini (que estuvo rompiendo canillas toda la noche) lo bajó desde atrás. Penal y amarilla y salió liso.

“Manteca” Martínez se encargo de ponerla suave, abajo, al palo derecho y luego se fue hasta la pequeña barra cuerva, venida por tierra desde la otra orilla, y se quitó la camiseta de Nacional, mostrándoles abajo la de... Huracán…

(agradezco a Juan Vázquez el envío de este cuento para poder compartirlo con todos ustedes)

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Pedro Cea fue una legendaria figura del fútbol uruguayo de las mejores épocas. Integrante de la selección ganadora de los Juegos Olímpicos del 24 y 28, y del campeón de la primera Copa del Mundo en 1930 (fue el único que jugó todos los partidos de dichos torneos) y de los Sudamericanos de 1923, 1924 y 1926...
El Vasco, que jugaba como delantero (por izquierda) en Nacional de Montevideo, tuvo como compañero en la selección, entre otros, a Álvaro Gestido, figura en el mediocampo de Peñarol...
En las concentraciones del combinado uruguayo se hicieron grandes amigos. Se divertían, bromeaban y jugaban a las cartas, siempre de compañeros. Solo en algo no coincidían: para Gestido, Peñarol lo era todo, y para Cea, nada mejor que su querido Nacional...
Cuando se jugaba el clásico, ambos se olvidaban de la amistad, el partido era a cara de perro. Eso sí, cuando todo terminaba, siempre se encontraban en un abrazo...
“Mirá, viejito, podemos discutir toda la vida, pero no quiero saber nada con Peñarol. Ni me hables. Es más... te juro que jamás pisaré su sede”, le aseguraba Cea a su amigo...
Lo cierto es que Gestido falleció en 1957 y Peñarol, a manera de homenaje a quien fuera una de sus figuras emblemáticas, ofreció que el velatorio fuese en su sede social. Y así fue...
Esa noche, Cea llegó a la sede de Peñarol muy apesadumbrado, ante la mirada de asombro de los hinchas que conocían su incompatibilidad con todo lo que fuese aurinegro. Dejó de lado un juramento sin sentido para darle el último adiós a su dilecto amigo, aunque fuese en casa de su rival de siempre.
Pedro Cea falleció en 1970...

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Escuché que Simon Davies gritaba "Les, cuidado con la botella" y por suerte no me pegó, pero pasó cerca, porque pude sentir el olor de la cerveza que salía de ella cuando pasó a mi lado.


(LES FERDINAND, ex jugador británico, en 2002, acerca de los disturbios producidos durante un Tottenham-Chelsea por la Copa de Liga)

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El fútbol es como el ajedrez pero sin dados.

(LUKAS PODOLSKI, internacional alemán de origen polaco, al diario ‘Der Spiegel’)

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Fútbol (Vicente Zito Lema - Argentina)



El baldío
se puebla de gritos

un eterno rodar
estremece las piernas

asombrados
los ojos
roban la pelota.


(del libro "Tiempo de niñez", Ed. Cero, Bs. As., 1964)

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Jorge Valdano es dueño de una fuerte personalidad y enorme cultura. Refleja en sus libros sus opiniones sobre el fútbol, rescatando anécdotas de su paso por diversos clubes y el seleccionado argentino...
En uno de sus relatos, rememora un breve diálogo con Oscar Ruggeri, en aquélla inolvidable final de la Copa del Mundo de 1986, ante Alemania, en el estadio Azteca de México...
“Hay cosas que no se olvidan. Tengo malos sueños. Hay examen y no estudié, me persiguen y corro a cámara lenta, vamos ganando 2 a 0 en el Mundial 86 y Alemania nos empata.... Esas cosas. Debe ser por eso por lo que cada vez que veo a la selección alemana me sobresalto un poco. ’La pesadilla’, pienso y me viene a la memoria un diálogo con Ruggeri en aquella final. Alemania nos tiraba centros desde todas partes y Dieter Hoeness, un gigantesco delantero centro de escaso pelo rubio y cejas pobladas, cabeceaba todo. Fue entonces cuando me acerqué a Oscar, y con toda la gravedad que pude le dije que hiciera algo, porque ‘si no le ganás por alto, perdemos el partido". A él la sugerencia no le gustó porque ya había agotado los recursos. Puso cara de asesino pero me contestó lo mismo; "¿Qué querés que haga? Le estoy dando cabezazos en la nuca y no cae".
De todas formas, aquella pesadilla no fue tal y el sueño se convirtió en una vuelta olímpica...

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No es fácil ganar una Copa de Europa al Barcelona en Sevilla, pero es más fácil que escapar de la policía comunista en Rumania.

(HELMUT DUCKADAM, arquero rumano del Steaua Bucarest, acerca del partido jugado en el Estadio "Sánchez Pizjuán", 7 de Mayo de 1986)

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Me quedaré siempre con ustedes. (Septiembre de 1986)

Vencido el contrato, me iré. (comienzos de Diciembre de 1986)

He decidido quedarme en Nápoles, porque aquí está el fútbol del mundo. (finales de Diciembre de 1986)

(DIEGO ARMANDO MARADONA, y sus vaivenes con la gente de Nápoli)

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Miguel Ángel Montuori: El ilustre desconocido


Pasó de la Reserva de Racing a ser campeón y figura en Chile, con la Católica, y en Italia, con la Fiorentina. Hasta fue capitán de la selección azzurra. Un pelotazo en un ojo lo devolvió al anonimato y la miseria.

Severino Varela, el crack de Boca Juniors de los años cuarenta, celebra un nuevo campeonato -el de 1944- emulando la euforia de su público y, en un gesto incomparable de desprendimiento, arroja al aire su boina blanca, el fetiche que lo hizo tan famoso como sus goles. La tapa de fieltro de ese gran cabeceador -y precursor del atleta adornado- gira varias veces y cae en la mano de Miguel Ángel Montuori, un niño rosarino de doce años que vive en Puente Alsina y sueña con heredar, o usurpar, la gloria de sus héroes. Al día siguiente, los diarios de la mañana publican la foto de ese morocho de ojos achinados, tomado a una pierna de Mario Boyé, como el náufrago que ha encontrado su tabla.
Miguel Ángel Montuori, hijo de padre sorrentino, llegó a Buenos Aires a los tres años y construyó su educación sentimental en las calles de La Boca y en las canchas de Primera. No eran las tribunas -el lugar de quienes miran- donde se sentía más cómodo, sino en el césped, a donde ingresaba con sus amigos cuando las bandas tocaban el Himno Nacional y la pandilla sacaba ventaja de la quietud patriótica. Esas intromisiones lo llevaron lejos: Barraza, un rudo zaguero de Independiente, un día lo sacó carpiendo y despertó en Montuori su curiosidad por Racing.
A la Academia llegó una mañana, en zapatillas y pijama, de la mano de Amaro Sande, "el Duchini de aquella época", como recuerda Juan José Pízzuti: "Montuori era chiquito y muy dotado técnicamente. Pero era una época en que Racing tenía jugadores a rolete, varios por puesto, y eso obligaba a muchos futbolistas capaces al éxodo. Aunque tuviera un juego parecido al de Rubén Sosa, no tuvo chances de jugar en Primera. Llegó a la Reserva y se fue a Chile".

El camino de Santiago

En 1953 probó su suerte inconclusa en la Universidad Católica, generando al principio una antipatía en la prensa del fútbol, que veía intrascendencia en sus calesitas sin solución de continuidad. Temeroso del avance a fondo hacia el arco contrario, su aspecto de fenómeno de potrero se fue diluyendo en la falta de productividad y decisión para entrar al área y demostrar allí su valor. Con esos pobres resultados a la vista, la Católica juzgó demasiado alto el precio en que lo había tasado Racing y decidió su regreso a Buenos Aires. Montuori llevó su mano al bolsillo y dejó sobre la mesa de esos mandamases indiferentes un fajo de billetes que era la suma de todos sus ahorros. El escurridizo morocho de Puente Alsina renovó contrato bajo esas circunstancias y se convirtió, durante los meses siguientes, en el hombre gol del equipo. "¿Qué fue lo que le ocurrió a Montuori?", se preguntaban asombrados sus críticos chilenos: "Abrí los ojos", respondía el crack.
La leyenda trasandina cuenta que, al llegar a Santiago, Montuori se enamoró de una chilena, a quien entregó sus energías de atleta, y con quien diseñó grandes planes de futuro. Al bajar el rendimiento en su equipo, comenzaron a naufragar sus afanes familiares, de modo que decidió abocarse al éxito futbolero que habría de atraer a todos los demás, y recuperó su juego hábil y veloz.
Pedro Dellacha, uno de los símbolos del Racing de los años cincuenta, recuerda el estilo extravertido de Montuori: "Era un chico que hacía hacer goles, cosa que para mí es tan importante como hacerlos. Sin embargo, su triunfo en Chile, y después en Italia, no tuvo aquí la repercusión que le hubiera significado hoy. Antes no había tanta prensa. En cambio, ahora, cualquier chico que juega bien un partido, sale en las tapas de todas las revistas".
En Chile, Montuori alcanzó la fama primero, y la consagración deportiva después, como si la ansiedad hubiera alterado el orden en que hubieran debido ir las cosas en su vida. En 1954 se vestía "a lo Gatica", como a él mismo le gustaba decir: chaquetas partidas, pantalón de caña angosta, camisas floreadas y zapatos de "radiopatrulla". Ese estilo estrafalario era el que intentaba llevar -salvando las distancias- al vestuario deportivo, usando la camiseta fuera del pantalón, las medias bajas y empleando esa serie de mañas que hoy la FIFA pena en el jugador de malos hábitos.
Pero las cosas cambiaron de golpe: los dirigentes lo multaban, y con los descuentos de las multas le compraban zapatos negros, camisas blancas y corbatas. La Universidad Católica importó el rigor del entrenador William Burnickell, recomendado de la Federación Inglesa; un ex jugador de selección, ex técnico de Suecia y ex soldado aliado en la Segunda Guerra, que venía de realizar una intrépida estadía por Sudán. Las cosas empezaron a andar derechas, y en el año 1954, la Católica obtuvo el campeonato chileno. Desde allí se lanzó el argentino (que fue chileno para los chilenos, e italiano para los italianos) hacia la Fiorentina, donde ganó un nuevo torneo de liga -el primero logrado por el club viola- en la temporada 1955/56.

Michelángelo

Por su pasado reciente, en Italia lo llamaban "el chilenito". La Fiorentina lo compró en doce millones de liras, un récord para la época, y en apenas una temporada su valor se triplicó, al repetir la eficacia que había logrado en la Católica. Aquel pequeño ejemplar de potrero, criticado tanto tiempo por su amague innecesario, como si el fútbol fuera un juego y no cuestión de vida o muerte, terminó siendo uno de los artilleros del Calcio, aun cuando esas proezas parecieran reservadas a percherones de cien kilos.
A principios de 1956, Miguel Ángel Montuori integra -como una de sus máximas figuras- la selección de Italia que le gana 3 a 0 a Francia en Bolonia. El éxito de esa revelación despertó el asombro y la curiosidad de la prensa argentina, que se embarcó rumbo a Italia a comprobar qué de cierto había alrededor de ese mito que comenzaba a tejerse alrededor del negrito rosarino. Con frialdad de enemigo, una crónica de la época refiere el juego de Montuori en un partido de la Fiorentina: "No lo hallamos en una tarde feliz. Debe jugar mejor que esto. Lo podemos retratar así: jugador con necesidad de mucho campo para maniobrar. No nos parece un jugador excepcional. No parece ser conductor. Panorámicamente aún no tiene profundidad para ver el juego. Siempre arranca para el mismo lado. No nos parece un crack que Argentina dejará escapar sin darse cuenta de que lo era".
El comentario, que lo entierra vivo, habla también de la diferencia atlética y hasta cultural que, por aquel entonces, separaba al fútbol europeo del sudamericano. Montuori había entrado como pieza de una máquina, como parte de un conjunto que funcionaba colectivamente, o no funcionaba. De su imagen de futbolista descarado de potrero sólo le había quedado su caminar desaliñado y poco más. Ese andar sin brillo que señala la observación de El Gráfico era, sin embargo, utilitario a los fines de la selección italiana, donde jugó doce partidos internacionales y lució la cinta de capitán en el último de ellos, en 1960.
Los florentinos lo llamaban Michelángelo, un nombre que, para ellos, implicaba cierto mandato artístico, que Montuori recogió sin resistencia. Entregado a devolver el amor que recibía de sus vecinos, Montuori recorrió galerías de arte y ateliers, aprendió de golpe algunas técnicas del óleo y, finalmente, se convirtió en un pintor de motivos religiosos, con la tenacidad de quien intenta compensar con disciplina su falta de talento. "A mí me llegó una invitación, creo que a fines de los años cincuenta -recuerda Juan José Pizzuti-, donde se me invitaba a una muestra de pinturas de Montuori en Italia. Por ahí la debo tener, todavía...".

Ojos bien cerrados

En la tarde lluviosa del 15 de Abril de 1961, durante un entrenamiento de la Fiorentina, el arquero Sarti pateó hacia el centro del campo y la pelota cayó como una bocha sobre el ojo derecho de Montuori. En la pausa de la práctica, el goleador vio doble, tuvo náuseas y sintió un vértigo que lo llevó de inmediato a una clínica de Padua llena de eminencias. Lo operaron de urgencia y, luego de la intervención, los médicos le diagnosticaron un problema neurológico que no sólo ponía en peligro su carrera deportiva, sino su vista. Montuori -de 30 años- imploró a San Antonio (el de Padua, el preferido de su madre y el de sus pinturas de aficionado), pero el santo -como sucede en todo pacto- le devolvió la vista y lo sacó de las canchas para siempre, sin transición ni manera de encontrar consuelo.
El regreso de Montuori a Sudamérica no fue bueno, ni deseado. Dos años después de ese retiro, alardeó de un retorno a las fuentes en Rosario, y de una oferta de la Universidad Católica para convertirlo en técnico durante cinco años. Una de sus últimas apariciones públicas en la Argentina, a principios de los ochenta, le sirvió para desmentir -la desmentida se había convertido en su trabajo más estable- su pobreza y la depresión que le habría producido el haberse ido del fútbol de aquel modo. "No tendré cien vacas como tiene el Cabezón Sívori -dijo-, pero tengo cincuenta". Y desapareció.
El destino fatal del héroe avergonzado lo fue envolviendo, y su figura, de gestos infantiles e inquietos, fue perdiendo brillo y presencia pública poco a poco. "No sé por dónde andará ahora", dice Pedro Dellacha. Aquellos que lo han frecuentado en su juventud, prefieren no averiguar demasiado. En Santiago de Chile, las noticias no son buenas: el trato indiferente de la Universidad Católica lo alejó aún más de esa oportunidad de regreso que se disolvió en el tiempo, y él mismo se fue apagando. Dicen -dicen- que murió en Santiago hace seis años, y agregan dos detalles que, de estar vivo, ya hubiera desmentido: era pobre y estaba ciego.

(artículo del periodista Juan Becerra publicado en la revista “Mística” del 15/07/00)

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El apodo de “Pato” en el ámbito futbolístico nacional tiene como sus protagonistas más significativos al inolvidable “Pato” Pastoriza y al legendario “Pato” Fillol, actual entrenador de arqueros en el seleccionado nacional.
A propósito de Fillol, éste destacó en un programa televisivo los motivos del origen de su seudónimo. Comentó que cuando vino desde San Miguel del Monte a probarse en Quilmes con un amigo de apellido Pando, en apenas dos prácticas quedaron fichados para la Novena división: Fillol como arquero (también tuvo la intención de jugar como “centrojás”, pero le dijeron que se definiese y se quedó como guardavallas) y Pando, como mediocampista.
Al mes de estar en Quilmes, Ubaldo Matildo Fillol se afirmó como titular de la Novena. Una mañana, después de haber realizado su práctica de fútbol y mientras se estaba cambiando en los vestuarios, el entrenador de la Quinta División, ante la ausencia de su arquero, el "Pato" Ibáñez, le pidió al técnico de Novena si le “prestaba” para el partido de entrenamiento a uno de los suyos. Y fue designado el desconocido Fillol para jugar con los más grandes, de 17 años.
Al minuto, Fillol salió a recoger un pase en profundidad y se quedó con la pelota en sus manos. Inmediatamente, sus compañeros, acostumbrados a pedírsela al “Pato” (por Ibáñez) comenzaron a gritarle a su desconocido y circunstancial arquero: ¡“Pato”, dámela al pie!”, “¡Dale “Pato” que estoy solo!”, o “¡”Pato”, dale al wing que te la está pidiendo!”.
Fillol, quien no entendía el porqué del “Pato”, jamás intuyó que ese apodo, propiedad de Ibáñez, le iba a quedar como una marca registrada a nivel mundial, como sinónimo de fenomenal arquero.

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