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Antes de la patada del penal (Claudio Baglioni - Italia)


La primera vez era sólo un sonido,
sonido lejano, sonido de nariz y metal,
fragor de las agujas del tren,
telégrafo que descarga sílabas incomprensibles
en el repicar de manopla que sigue una frecuencia.

Al contrario del cine mudo donde hay sólo una voz,
voz de un más allá sin formas que esa voz deja decantar,
sin tú saber lo que son esas emociones
ni qué cara tienen los nombres que las arrancan del corazón como espinas de los pies.
Y queman la piel en una química desconocida
que atraviesa la espalda y hace apretar los puños.

Él te mira, pero no explica,
lleva su índice a los labios y te pide esperar.
Y finalmente salta.
Te pasa una mano por el pelo y reís juntos.
Él, contento por algo que no sabes,
tú, deglutiendo lo amargo que deja entender,
de que en el mismo sueño es difícil estar juntos.

La segunda vez era hierba y tiza,
niebla de piernas y vapores de aliento,
entre largos calzones y pesadas zapatillas
siguiendo tiras de cuero cosidas como una esfera
tras un cristal algo convexo que era como mirar el mundo desde una mirilla.
Un mundo del cual nos separaba un océano,
pero que en aquella caja resultaba tan cercano
que parecía que con alargar un dedo podías tocarlo.

Hierba y tiza en un pueblo que apenas acaba de levantarse,
pero todavía no ha analizado si lo que ha pasado ha realmente pasado.
Negro como el luto de Roma ciudad abierta,
blanco como el signo de interrogación que una mano incierta
traza en un folio sin rayas
de un futuro que se sabe sólo lo que no deberá nunca pasar más.

En la pantalla enanos y gigantes,
gigantes y enanos corriendo a su encuentro,
abrazándose y alzando las manos
bajo millones de caras que ondean como espigas de grano,
acariciadas por el soplo de una única emoción.
Almas jamás vistas que se sientan una al lado de la otra y se sienten cercanas.

La primera sacudida confunde, corta la respiración
tiene el nombre de un satélite que con su aguja cose distancias siderales
y nos hace estar una noche entera al borde del precipicio,
silencio de un grito que hace contener la respiración,
y esperar que después de caer tres veces en el polvo
se vuelva otra vez a subir al altar.
Luego encontrarse cantando con las voces de millones de personas.

Y finalmente un verano la hierba se vuelve verde,
la tiza blanca y las camisetas de colores
parece haberse vuelto al "abandono o doblo".
La gente se amontona en las mesas de los bares
para seguir por vez primera los 5 aros sin los americanos,
con la memoria aún iluminada por la estela de los cometas de Baies
pero ya haciendo cábalas para saber si toca España,
México o Corea.

La tercera vez es la más fuerte, lleva el nombre de Pablito
y tendrá para siempre la cara de Marco en el Bernabéu.
Una carrera loca y un grito que han dado la vuelta al mundo
en los telediarios y en las portadas de tabloides y periódicos
y que aún vibran dentro
de los mil “Como éramos” a los que todavía hoy
estamos abrazados.

Y una vez más periódicos de medianoche
y partidos en las fuentes y todos los coches descapotables.
Y a millares, amigos y desconocidos, tras un balón disparado al cielo
para luego volver a casa y meter la cabeza bajo el agua helada de la vida,
un poco porque el despertar no nos mate
pero sobre todo porque la próxima pueda ser aún una primera vez
y haya caras y nombres que te arranquen emociones del corazón como espinas de los pies.

La última vez es Roberto, que dispara demasiado alto en la lotería de los penaltis.
Parece ayer, pero ha pasado tiempo y la cuenta señala cien años.
Recordándolo así de rodillas en el círculo bajo la mirada de mármol griego de los compañeros secuestrados en el centro del campo comprendes que la vida pasa en gran parte antes de esa patada del penalti y que la distancia que te separa de las cosas es ésa:
hay siempre uno que pita y otro que te mira con ojos de acero
y la cosa más difícil es comprender que el sentido no está en lanzarla dentro o fuera sino en tomar carrerilla y tirar.

Hazme volver al asfalto amargo bajo un sol que no da sombra,
carteles y abrigos haciendo de comparsa, y polvo y viento y sal,
hasta que se hace oscuro y no se ve ya nada
y el aire quema en la garganta y hace toser.

Tengo aún deseo de sentir una voz que llama
y comprender que es hora de volver a casa.

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En Diciembre de 2000, contra el Everton, el delantero italiano Paolo Di Canio, del West Ham, se encontraba solo frente a la portería vacía al recibir un centro. En lugar de marcar fácilmente el que habría podido ser el gol de la victoria (ambos equipos iban empatados 1-1), Di Canio atrapó el balón con las manos. ¿El motivo? El portero de los "Toffees," Paul Gerrard, se lesionó de gravedad en la jugada, y el punta del West Ham se negó a aprovecharse de la situación.
El que fuera capitán del Lazio, más acostumbrado al capítulo de los gestos feos durante su carrera, recibiría en 2001 el Premio Fair Play de la FIFA por su comportamiento ejemplar en Goodison Park.

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Un "picado" puede ser una circunstancia dramática, porque el fútbol para divertirse no existe. El que ha jugado de un modo amateur, conoce a ese personaje que cuando el partido se pone dramático y uno hace algún reclamo, dice: "¡Eh, flaco!, ¿venimos a divertirnos o a hacernos mala sangre?".

Respuesta: A hacernos mala sangre.

(ALEJANDRO DOLINA, escritor argentino)

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Somos ingratos con nuestros padres, que se mataron por nosotros, ¿no va a haber alguien que pueda ser ingrato con un tipo que hizo unos goles o entrenó un equipo?

(CARLOS BIANCHI, ex futbolista y entrenador argentino)

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Julio César Dely Valdés (Panamá)


Nacido el 12 de Marzo de 1967 en la ciudad de Colón, hermano menor de Armando Dely Valdés y gemelo con Jorge Dely Valdés su familia ha dejado onda huella en el balompié panameño.
El delantero de 1.87 metros de estatura militó en su tierra natal en las filas del Atlético Colón cuando era apenas un adolescente de 19 años. Luego de pasar al Deportivo Paraguayo del fútbol de ascenso en Argentina en 1987. Julio hizo su incursión en el fútbol profesional cuando en 1988 es fichado por Nacional de Montevideo en Uruguay. Ya su hermano Armando había abierto el sendero en el fútbol sudamericano tras su paso por el balompié argentino con el Argentino Juniors donde en alguna medida había dado a conocer el nombre de Panamá en las competitivas Ligas del Sur.
En Uruguay, Julio se hace con el apodo del "Panagol", nombre con que era vitoreado por los hinchas uruguayos debido a su precisión a la hora de definir.
En Nacional, Julio llegó a jugar con su hermano Jorge, quien fue fichado posteriormente cuando la directiva y equipo técnico del club se dio cuenta la calidad de atacante que tenían en el panameño.
En 1993, año de la trágica muerte de su compatriota Rommel Fernández, Julio es contratado por el Cagliari de la Primera División del fútbol italiano con quien permaneció hasta 1995, cuando pasa a jugar a la liga francesa con el París Saint Germain. Con el Saint Germain jugó hasta el año de 1997 cuando es fichado por el Real Oviedo para así convertirse en el segundo panameño en jugar en el fútbol español.
Con el Oviedo permaneció hasta el año 2000 cuando ingresa a las filas del Málaga ya con 33 años de edad, donde, como era costumbre para Julio, se vuelve titular indiscutible en la delantera y figura del equipo al convertirse en el máximo goleador de toda la historia del equipo.
En su primera temporada con el Málaga, Julio se destacó al convertir tantos de gran factura como el recordado gol ante el Athletic de Bilbao (saliendo de la media cancha, llevándose a cuatro defensas y anotando desde fuera del área), y el "Hat Trick" ante el Valencia colocándose entre los cinco mejores artilleros de esa temporada 2000-2001 con 17 goles.
Julio se describía a sí mismo como el delantero central clásico, excelente en el juego aéreo y bueno con ambas piernas.
Ya en las siguientes temporadas Julio César llevó al Málaga a sus mejores campañas en toda la historia, llegando a jugar la Copa UEFA, hasta entonces desconocida para este equipo, torneo donde el panameño anotó cinco goles y formó una pareja inolvidable junto al uruguayo Darío Silva.
En el 2003 el "Panagol" abandona el Málaga entre una serie de especulaciones sobre el futuro de Julio. El equipo español ofreció una extensión del contrato del panameño, pero con una rebaja del salario. Según las declaraciones de Julio el dinero era lo de menos. Él deseaba jugar al fútbol y ya con 37 años de edad, en Málaga sería muy posiblemente relegado a la banca en la siguiente temporada.
En su momento se habló de todo: Málaga aún lo quería en sus filas; ofertas de otros equipos españoles; ofertas millonarias para jugar en el fútbol de Quatar; una propuesta para regresar al Nacional de Montevideo, e inclusive el panameño habló con la prensa española sobre retirarse definitivamente del fútbol.
Al final, el "Panagol" regresó al equipo que lo pusiera en el firmamento futbolístico y por el cual él mismo ha confesado que siente el más grande cariño debido al tiempo que jugó con ellos. El Nacional de Montevideo le hizo la promesa a Julio de que volvería a jugar con su hermano gemelo, Jorge Dely Valdés. Y así fue.
A pesar que en la práctica pocas veces se encuentran juntos en la cancha, los hermanos Julio y Jorge Dely Valdés se reunieron una vez más en el Nacional de Montevideo.
Con la selección de Panamá Julio ha participado en tres eliminatorias mundialistas al lado de su hermano Jorge, y una compartida con el fenecido Rommel Fernández,siendo uno de los mayores goleadores de la historia y partícipe con dicho equipo de la Copa de Oro de 2005, donde logró el subcampeonato, siendo éste el mayor logro del fútbol panameño hasta la fecha.
Ha participado en las fases de clasificación para la Copa del Mundo desde 1990 hasta 2006, año en que se retira de la práctica activa.
Fue nombrado mejor deportista panameño del siglo XX.
Actualmente es el seleccionador Sub-17 y Sub-20 de Panamá.

Trayectoria

Atletico de Colón (Panamá)
Argentinos Juniors (Argentina) -a prueba-
Deportivo Paraguayo (Argentina)
Nacional (Uruguay)
Cagliari (Italia)
Paris Saint Germain (Francia)
Real Oviedo (España)
Málaga CF (España)
Árabe Unido (Panamá) -retiro oficial-

Títulos

En 1992 ganó el Campeonato Uruguayo de Fútbol con Nacional.
En Europa ganó la Recopa y la Supercopa de Europa con el París Saint-Germain y la Copa Intertoto con el Málaga CF, club en el que es el máximo goleador de su historia.


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El sólo hecho de mencionarlo es una mala palabra en el fútbol peruano. Fue figura del Santos FC con el Rey Pelé en la década de los años sesenta, pero, con la buzo de la blanquirroja en la Eliminatoria al Mundial de Italia 1990, José Macía, 'Pepe', bicampeón del mundo con Brasil en Suecia 1958 y Chile 1962, quedó en deuda tremenda: cero puntos en cuatro partidos disputados ante Uruguay y Bolivia. Una grosería. 'Pepe', con ese envidiable cartel encima, dirigió -quizá- a la peor selección nacional de la historia en una fase premundialista. El brasileño, asistido por el ex goleador Percy Rojas, por Roberto "Titín" Drago y por César "Chalaca" González, realizó una campaña desastrosa, al punto que, luego de tres derrotas sucesivas, dimitió (o lo despidieron) y no dirigió el último partido ante Bolivia, en el Estadio Nacional de Lima.
La selección tenía a jugadores de la talla de Franco Navarro, Julio César Uribe, Jorge Hirano, José Del Solar, Jorge Olaechea, Fidel Suárez, entre otros, es decir, de lo mejor que había en el torneo doméstico y en el exterior en ese momento.
Pero 'Pepe' no supo mover las piezas, o simplemente, sus pupilos no le entendieron en absoluto el español masticado o el portugués complicado.
Hoy el brasileño tiene 71 años, vive en Santos, Sao Paulo, y, antes de jubilarse en la dirección técnica, trabajó en varios equipos de su país, en Qatar y Japón. 'Pepe' no pudo clasificar al Perú al Mundial, pero se fue feliz con una importante cantidad de dólares en el bolsillo.

(tomado del excelente blog "Goal peruano")

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Florida es una ciudad que queda al sur de Montevideo.

(SEBASTIÁN VIERA, arquero uruguayo, en conversación con Alejandro Fantino en "Mar de fondo" de TyC Sports, confundiendo los puntos cardinales y enviando a todos los habitantes de Florida a las profundidades del Río de la Plata)

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El score es Sunderland cero, Leicester cero, la temperatura es cero y el valor del entretenimiento es un poquito arriba de cero.

(RADIO 5 LIVE de Inglaterra trasnmitiendo, obviamente, Sunderland vs. Leicester)

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Esos ojos negros



* A 30 años del Mundial de 1978

El fútbol para los argentinos es casi una religión y cuando, después de brindarle tanto a este deporte a lo largo de su historia, se alcanzó la gloria, la gente enfervorizó y festejó como nunca antes una victoria deportiva.
La tarde fría y gris del 25 de Junio de 1978, la selección de fútbol se consagró campeona del Mundo. El contexto político desempeño rol importante y la dictadura que gobernaba al país armó y diseñó el Torneo que finalizó por cumplir con los objetivos fijados, borrar la memoria colectiva.
Argentinos y holandeses se enfrentaron en el partido final en cancha de River Plate, ante 75 mil hinchas y bajo el arbitraje del italiano Sergio Gonella. Los locales alistaron a Fillol; Olguín, Galván, Passarella y Tarantini; en el medio Ardiles, Gallego y Kempes y arriba Bertoni, Luque y Ortiz. El hombre que se puso al hombro al equipo durante todo el campeonato, Mario Alberto Kempes, abrió el marcador con un gol a los 37’ del primer tiempo. Los holandeses empataron con un cabezazo de Nanninga, quien había ingresado hacía poco y logró la igualdad a 8’del final del partido, para poner justicia en el marcador ya que los visitantes fueron superiores en el segundo tiempo. El estadio enmudeció cerca del final cuando el palo jugó para Argentina, tras una jugada de Resenbrink. Sobre el final del primer tiempo suplementario, a los 14’otra vez Mario Kempes marcó el gol que daba la victoria a la Argentina y lo convertiría en el goleador del Torneo. En el complemento del alargue, a los diez, Bertoni consiguió el 3 a 1 justo y definitivo. En la cancha las tribunas estaban repletas, el general Videla, pulgar en alto, junto a Massera y Lacoste, sonrientes se mostraban como los artífices del triunfo, mientras le entregaban la Copa al capitán Daniel Passarella. En las calles brotaba gente por todas partes para gritar a los cuatro vientos ¡Argentina Campeón del Mundo!. Era un homenaje al país futbolero, a esta tierra que tanto talento desparramó por el mundo a lo largo de su historia y que nunca antes había podido tocar el cielo con las manos.
Fue el justo ganador en un Torneo que no tuvo a ningún seleccionado que marcara una diferencia sobre el resto, el equipo no tuvo una gran jerarquía futbolística, pero tuvo una firme convicción de lo que quería lograr y se entregó, acompañada por el público en todo momento, tras el objetivo de ganar la copa.
El repaso a la historia siempre es bueno y este Mundial merece repasar algunas características que se dieron a lo largo de su desarrollo.
El partido con Perú en la cancha de Central, en Rosario llenó de dudas hasta los bien pensados, se necesitaba ganar por cuatro goles de diferencia y se consiguió la victoria por 6 a 0, pero las dudas vinieron de periodistas extranjeros que hablaron con futbolistas peruanos donde les abrían sugerido el arreglo del cotejo. “El partido con Perú estuvo manchado y tuvo que ver Lacoste, la revista “El Gráfico” y el capitán de la selección peruana”, declaró el reconocido periodista Carlos Juvenal, en una conferencia de prensa desarrollada en el Salón “Libertador General San Martín” de la ciudad de Ayacucho en 1997.
César Luis Menotti fue el técnico y armó el equipo con jugadores consagrados y otros que explotaron durante el Mundial y así conformó a casi todos los hinchas. Antes de su paso por el seleccionado, éste no tenía la importancia que después alcanzó, él le dio prioridad por encima de los clubes y así jerarquizó al fútbol argentino.
Las cosas en el país no funcionaban bien y la consagración del equipo cegó la visión de muchos. Los militares idearon el Torneo para que la gente se tome la píldora que terminó por borrar la memoria de muchos. “...esos ojos negros que miraban como se ganaba en el Mundial estaban tejiendo en sus retinas una historia prohibida”, dice la letra de una de las canciones de León Gieco.
Hubo muchos millones de dólares gastados para que el mundo viera la sonrisa de un país feliz bajo el mando militar. El almirante Carlos Alberto Lacoste, hombre fuerte del Mundial manejó cifras millonarias sin ningún control y luego fue nombrado vicepresidente de FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociado). En 1982 Roberto Aleman, entonces secretario de Estado dijo al diario La Nación “ante cada cifra me caía de espalda, pero estaba todo consumado”. El presidente de la FIFA, Joao Havelange, declaró “por fin el mundo entero puede ver la verdadera imagen de la Argentina”. Los Estados Unidos, a través de Henry kissinger “este país tiene un gran futuro a todo nivel”. Fue una operación planeada para seguir destruyendo al país y a muchos de sus habitantes y el fútbol era la mejor pantalla para tal ocasión. Los altos jefes usaron la pelota como bandera, “veinticinco millones de argentinos jugaremos el Mundial, Mundial la justa deportiva sin igual”, rezaba el himno.
A lo largo de la historia, generales y políticos usaron las victorias deportivas como propagandas de sus gobiernos. “El fútbol es el pueblo, el poder es el fútbol, yo soy el pueblo”, era el lema de la dictadura militar.
Lo cierto es que hubo un mundial de fútbol y Argentina lo ganó. Se logró un triunfo histórico que lo colocó en el lugar que merecía en el ámbito futbolístico. El 25 de Junio de 1978 el fútbol hizo que el país gritara al mundo ¡Argentina Campeón!, aunque el paso del tiempo, el recuerdo haga que aquellos “ojos negros” se animen a abrirlos de a poco, para poder comprender la verdadera historia.

(mi agradecimiento al periodista ayacuchense Diego Castaño por este relato en conmemoración del 30º aniversario de la obtención por parte de Argentina del Campeonato del Mundo de 1978)

Material de investigación:
* Archivo DeporTEA
* Biblioteca “Dante Panzeri” del Club Quilmes (MDP)

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Somos los campeones morales.
(CLAUDIO COUTINHO, DT de Brasil, después de terminar la Copa invicto, en tercer lugar)

Yo felicito a mi colega Coutinho por su campeonato moral y desearía, también, que él me felicitase por mi campeonato real.
(CÉSAR LUÍS MENOTTI, técnico argentino, después de la conquista del Mundial 78)

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El que no salta es un holandés (Mabel Pagano - Argentina)


No hay más ciego que aquel al que
el miedo no deja ver. Ni más ignorante que
aquel al que el miedo no deja comprender.

Pacho O’Donnell



Estaban ahí aquel día en que nosotros nos pegamos al televisor portátil llevado por el gerente, ya que el acontecimiento, muchachos, justifica el abandono del trabajo por un rato, imagínese, hace casi cuarenta años que los argentinos esperamos algo así. Vengan, chicas, que esto no se lo pueden perder y nosotras que ni locas, porque una cosa es un partido cualquiera y otra muy distinta, un Mundial. Pero la Flaca dijo yo tengo que hacer ese trámite de la importadora y se fue. Volvió cuando ya estábamos en los escritorios, todos emocionados porque todo salió perfecto, según Javier, y qué bárbaros los gimnastas, para el cadete y para nosotras, con la banda y el desfile y los papelitos, una maravilla, no sabés lo que te perdiste, pero la Flaca sin interesarse, ahí parada, con los ojos fijos en ninguna parte y diciendo que a la misma hora del festejo, ellas estaban ahí, en la Plaza, como cien, dando vueltas a la Pirámide, algunas llorando y otras diciéndoles a los periodistas extranjeros que no tenían noticias de hijos, hermanos y padres. Y los tipos seguro que los filmaban para hacernos quedar como la mierda en el exterior. Javier interrumpió golpeando el escritorio y el cadete asegurando que no importa porque, total, quién les va a dar bolilla a cuatro chifladas y nosotras diciéndole terminala con eso, Flaca, que por ahí, andá a saber cuál es la verdad y el gerente rematando con que me gustaría saber quién les paga para que saboteen la imagen del país.
Los días siguieron: la República era una gran cancha de fútbol.
Empatamos, ganamos, perdimos, pero no importa, porque la Copa se la van a llevar si son brujos y el televisor ya fijo en la oficina, mirá, mirá que remate, cómo se perdió el gol ese boludo y aquél hoy no pega ni una. Las mujeres, ya bien al tanto de lo que significa un córner, cuál es el área chica y qué es lo que debe hacer el puntero derecho. Pero Goyito, el de Expedición, desapareció hace cuatro días y nada, dale Flaca, vos siempre la misma amargada, el cadete con sonrisa de costado y Javier que por algo habrá sido, che, porque a mí todavía nadie me vino a buscar. Y ellas siguen ahí, dando vueltas a la Pirámide, ma sí, ya se van a ir, cortala, parecés la piedra en el zapato, pero tienen que darles una explicación, lo que tienen que darles es una paliza y listo, así se dejan de decir macanas cuando el país está de fiesta. Hay que embromarse con alguna gente, la patria no les importa, el gerente opinando desde la primera fila frente a la pantalla y la Flaca como para sí misma, el fútbol no es la patria. Gol. Gooooolllll. Golazo. ¡Ar-gen-ti-na! ¡Ar-gen-ti-na!
¿Hacen falta seis para pasar a la final? Se hacen los seis, pero a la hermana de Carrasco la secuestraron anoche a dos cuadras de la facultad, que se embrome, por meterse donde no debe, dijiste vos y Javier yo siempre le vi algo raro a esa chica, enganchando enseguida con que después de los seis pepinos a los peruanos, concierto de cacerolas en los balcones de su edificio, en pleno Barrio Norte, nunca visto, el delirio, la locura y nosotras, contando de la caravana de coches y el novio y el marido, con las banderas, los gorritos y las cornetas, nos acostamos como a las cuatro y hasta la chica aquella, Mariana, la de Libertador, con la vincha y subiéndose a un camión que pasaba para el centro, no se puede creer, ¿viste? Por un anónimo, nada más que por una denuncia sin fundamento y al otro porque ayudaba al cura y a las monjas en la villa del Bajo Flores. Te digo que no me quedó uña por comerme y la hora maldita no pasaba nunca, tocando el techo con cada gol y mirando el reloj, hasta que al fin se dio. Se me cayeron las lágrimas, ¡qué final! ¡El que no salta es un holandés! Y los que desaparecen son argentinos, dale Flaca, no empecés, ¿no te dije, pibe, que la Copa se quedaba aquí? Todos con las banderas y los pitos, a gritar y a cantar, dale con el tachín- tachín, juntos, en aquella fiesta que parecía que no iba a terminar nunca, porque ganamos, salimos campeones y fue como una borrachera de la que nos despertamos con este dolor de cabeza que nos martillea las sienes y un revoltijo de estómago que aumenta a medida que la tapa de la olla se va corriendo. Las cuentas finales no aparecen y la lata está rota de tantas manos que se le metieron adentro. Pero lo peor es lo otro, ellas que siguen ahí, ellas, que ya estaban pidiendo por los que no estaban mientras nosotros saltábamos, sordos a lo que decían algunos como la Flaca, ustedes no se dan cuenta de lo que está pasando y cuando comprendan, ya va a ser tarde. Aseguraba que éramos como los alemanes, que veían el humo saliendo de las chimeneas de los campos de concentración y miraban para otra parte, se callaban, como callamos nosotros, entonces y después, tapándonos hasta las orejas cuando las sirenas nos interrumpían las noches, o escuchábamos algún grito, o se llevaban a alguien del piso de abajo. Nos dieron un pirulín para matar el hambre. Flaca, tenías razón y una entrada al circo para comprarnos la conciencia.

(tomado del libro "Fútbol a puro cuento", Ediciones del Faro Verde, Argentina, 1986. Compilador: Rodolfo Cuenca)

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Soy argentino de nacimiento, peruano de corazón. Vine a defender a Peru y encima de todo está mi reputación. Los peruanos pueden tener confianza de mi honestidad.

(RAMÓN “Chupete” QUIROGA, arquero argentino -nacionalizado peruano-, antes del partido en que Perú perdió 6 a 0 con Argentina y fue señalado por la prensa incaica como uno de los máximos responsables de la derrota)

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El mundo tendrá la oportunidad de conocer la verdadera Argentina.

(JOÃO HAVELANGE, presidente de la FIFA, enalteciendo al país anfitrión, que vivía una violenta dictadura, a cambio del voto que después recibió para ser reelegido)

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Nunca jamás (Walter Saavedra - Argentina)

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En la década de 1950, el delantero galés John Charles se convirtió en una leyenda del Leeds al conquistar los títulos de máximo goleador de la segunda división inglesa (42 tantos en la campaña 1953-1954) y de la categoría superior (38 goles en la 1956-1957). Pero fue en Italia, en el Juventus, donde iba a forjarse una imagen de caballero, además de la de goleador fuera de serie.
El 13 de Octubre de 1957, Charles disputó su primer derbi turinés, contra el Torino. En un uno contra uno, chocó involuntariamente contra un defensa contrario y se dispuso a rematar a gol. En el momento de encarar al guardameta, divisó a su adversario tendido en el suelo y, acto seguido, envió el balón a la banda. "Ya solamente tenía que batir al portero, pero no me pareció justo", recordaba el protagonista, fallecido en 2004. "Entonces tiré fuera el balón para que el jugador pudiese ser atendido". Una reacción que le valió una popularidad eterna entre los seguidores de los dos clubes de la ciudad. Para la pequeña historia, la Juve ganó aquel partido por 1-0, con un tanto obra de John Charles...

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En España se toman todo en serio. A mi me dicen "Loco" y los gallegos pensaban que estaba loco en serio. A Roberto Acuña lo llaman "Toro" y pensaban que la mujer lo engañaba.

(SEBASTIÁN ABREU, delantero uruguayo, en Junio de 2000, haciendo alusión a su locura y a los hipotéticos "cuernos" del jugador paraguayo)

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Una acusación que no se me puede hacer es que siempre he hecho lo mejor.

(ALAN SHEARER, ex internacional inglés, 2006)

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El gladiador tranquilo


Los necaxistas nos hemos doctorado en frustraciones. Durante 57 años el equipo no ganó la liga, ha desaparecido dos veces del primer circuito y no ha encontrado su tierra prometida. La diáspora se anunció en el nombre mismo de Necaxa, pueblo inundado para producir electricidad, continuó en el ciudad de México (donde encontró apropiado lugar en entrenamiento en el Club Israelita) y ahora despacha en Aguascalientes, esa Patagonia tan alejada del Azteca.

En los noventa el Necaxa conquistó trofeos con una constancia un tanto vulgar para el estoico gusto de sus viejos seguidores. Sin embargo, en los años de gloria su alineación fue tan inestable como la de Deep Purple. En sentido estricto, la década de oro le perteneció a Alex Aguinaga. En una liga donde cada vez es más difícil que un jugador se identifique con un club, el ecuatoriano demostró que los prodigios pueden ser duraderos y sólo dijo adiós en 2003, a los 35 años.

Aguinaga tuvo la inasible condición del crack. Sus ojos de insomne y su boca abierta daban la equívoca impresión de que se había cansado; sin embargo, aparecía en cualquier sitio donde la pelota pudiera volverse interesante. Jugó con el número 7 de los viejos extremos derechos, pero fue un 10 natural.

No entraba al partido a defender pero se barría para recuperar balones de acceso restringido. No era un volante retrasado pero filtraba pases de treinta metros. Nadie lo confundió con centro delantero pero resolvió rompecabezas de área chica. En cada situación era más de lo que debía ser.

Aguinaga descifró el juego en el terreno entero y deambuló por la poblada media cancha con entusiasmo de escapista. Rara vez jugaba de primera intención porque el fútbol impulsivo no es lo suyo, pero jamás dormía el esférico. En el fragor de la trifulca, demostró las virtudes épicas de la serenidad; inventaba pausas, hacía pensar que los que corren sin freno no saben lo que hacen. Un jugador mental cuyo atletismo es la concentración.

Durante más de diez años ejerció la maravilla de los tres toques, que generalmente salían así: controlaba una pelota descompuesta, la arreglaba con un amague distractor y le encontraba un destino lujoso.

Entre los muchos goles que anotó y celebraba apoyándose en el banderín de córner, escojo el que le anotó al Cruz Azul y permitió que el Necaxa volviera al título de Liga luego de una espera de 57 años. Como tantas de sus proezas, ésta pareció ocurrir en cámara lenta. Recibió un balón que se prestaba para un tiro cruzado. Todos los ojos del Estadio Azteca vieron el rincón del peligro evidente. Todos menos los de Alex Aguinaga. Genio de lo imprevisto, el grande del Necaxa tocó con suavidad a un sitio ajeno a la obvia geometría pero no a la imaginación.

Aguinaga tenía el temple de los capitanes que saben motivar sin apremios excesivos y se ganan el respeto de los contrarios y los árbitros adictos a sacar tarjetas. Ante el triunfo, fue como Bobby Moore en la final de Wembley 66: se limpiaba las manos en la camiseta antes de alzar un trofeo.

He escrito de Aguinaga en pasado, no porque sus facultades se hayan extinguido sino porque su nombre ya se inscribe en la leyenda. Llegó a un club que no tenía títulos recientes ni seguidores a la vista, con la cola de caballo y las ojeras de alguien que se desvela en favor del rock. Aunque ya el ecuatoriano Italo Estupiñán había coronado al Toluca, venía de una nación sin gran pedigrí en México. Sus credenciales decían poco del hombre que durante más de diez años se hizo el improbable. Su vida seguirá en otros estadios. Su tranquila manera de ganar batallas se queda en el Azteca.

(texto del escritor mexicano Juan Villoro, tomado de la web del Club Necaxa)

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Entré a Radio Sarandí en 1961 (con 17 años de edad) y al año siguiente cruzaba las puertas de la Universidad de donde salí siete años más tarde, sin perder ni un examen. La idea que yo tenía de la abogacía era la de las películas. Pero cuando me di cuenta de lo que era un Juzgado, que un juicio ordinario puede durar cinco años o que de repente un Juez dicta sentencia sin nunca verle la cara al acusado, ahí me di cuenta de que iba a ser más periodista que abogado. Ya trabajaba en radio y era el comentarista nada menos que de Carlos Solé". Aún así, completé la carrera porque se lo prometí a mis padres, sobre todo a mamá, que falleció cuando yo tenía 15 años. Lo que más me dio la abogacía fue sentido común, capacidad de análisis y criterio para enfocar. Podemos visualizar primero el bosque y después entrar a analizar el árbol. Además de un gran sentido de justicia, que es importantísimo en la vida y en el fútbol.

(El Doctor JORGE DA SILVEIRA, periodista deportivo uruguayo, comentando acerca de su otra profesión, la abogacía, en Diario "El País" de Montevideo, del 09/03/08)

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El fútbol es el único fenómeno social no impulsado por Estados Unidos.

(ANTOINE LABBO, sociólogo francés)

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El resto del mundo se ríe de nosotros. Nos han perdido el respeto.

(STEFAN EFFENBERG, mostrando el desasosiego alemán en el diario "Bild", en referencia a la debacle sufrida por Alemania al caer ante Italia por 4-1 en una presentación previa al Mundial 2006)

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Once corazones (Tomás Cortés - Uruguay)


* dedicada a River Plate de Uruguay


Once corazones, en los pechos laten
defendiendo siempre, al glorioso River Plate.

Son once corazones, que siempre luchan con garra y fe
defendiendo prestigios de algo muy grande que es River Plate.
Equipo consagrado de trayectoria muy grande y limpia
resurgió de dos glorias, uno Capurro y el otro Olimpia

Once corazones, en los pechos laten
defendiendo siempre, al glorioso River Plate.

En el 13 y 14, mil nueve ocho y mil nueve diez
el campeón uruguayo en esos años fue River Plate
por eso es que tu nombre ya tiene fama universal
gloria del Pueblo Uruguayo, que es cuatro veces campeón Mundial

La casaca albirroja es defendida de mil amores
desciende de un pasado que le han legado nuestros mayores
por tal valiosa enseña jueguen muchachos siempre con ganas
que los alientan dos Barrios, uno es el Prado y otro la Aduana.

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- ¿Cuándo empezó el romance con la noche?

- De jovencito, era muy pibe. Salía cuatro o cinco noches por semana. Y tenía el sueño al revés, completamente. Durante el día se me cerraban los ojos y a la noche, en la concentración, me costaba dormirme.

- Otra de tus pasiones es el cine. Trabajaste en Hollywood...

- Sí, en México yo estaba en Torreón, y las películas se rodaban al lado, en Laredo, porque se pagaban menos impuestos que en Estados Unidos. Iba a filmar gente muy importante, como John Wayne, Raquel Welch, Wiliam Holden, Ann Margret, Rod Taylor. Durante dos años vinieron todos. Y ahí empecé a trabajar bastante como extra. Hacía de indio y de borracho en muchas películas, o de los que estaban atrás en los salones. Yo amaba el cine y a esos monstruos los veía cuando era pibe.

- ¿Y te pagaban bien?

- Sí, como me daban cien dólares cada vez que iba a grabar, yo pensaba: "Ojalá que no me maten rápido". Pero me liquidaban enseguida, era uno de los primeros en morir. Era el indio que siempre caía primero. Siempre me tocaba ese papel.

- ¿Se puede decir que sos un actor frustrado?

- Sí, si no era futbolista hubiera sido actor. Seguramente me dedicaba a la comedia, porque toda la vida tuve sentido del humor. Yo era fanático de Burt Lancaster y no lo pude conocer. Rogaba para que fuera a filmar a México, porque era un actor que podía hacer westerns, pero nunca se dio. Me hubiera gustado protagonizar “Apache”, esa memorable película en la que actuó él.

(HÉCTOR "Bambino" VEIRA, ex jugador y DT argentino, en revista "Hombre", 2007)

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Es duro para uno que está en su país ver a 60.000 personas abucheando al técnico de la selección (Dunga) y aplaudiendo a Messi. Nosotros abandonamos a nuestras familias para venir al Mineirao y hacer lo mejor que podemos. No logramos ganar, pero nos esforzamos. Messi es un gran jugador del fútbol mundial, pero los brasileños deberían aplaudirnos a nosotros.

(GILBERTO, lateral izquierdo de la Selección de Brasil, tras el partido del pasado miércoles por las Eliminatorias entre su selección y Argentina)

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Yo siempre digo que el pibe es como el asfalto fresco.
Cuando eras niño y había un asfalto fresco, pasabas y hacías una marca. Pasás cincuenta años después y la marca continúa. La mente del chico es igual. Los ejemplos, los conceptos que vos le das en la etapa de formación, les quedan para toda la vida.


(GUSTAVO ALFARO, entrenador argentino)

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Corazón marrón y blanco (Luis Alberto Méndez - Argentina)


¿Cómo no acordarme de la primera vez que la ví? Me pareció gigantesca, un monumento de la perfección. Yo tenía unos siete u ocho años. Una de las puertas laterales estaba abierta y con mi viejo nos metimos. Despacito, con cuidado, para que no se arruinara. Claro si era nueva. Estaba en plena construcción. La gramilla era tan verde que daba la sensación de nunca terminar. Lo mire al viejo y me pareció que se secaba una lagrima. Ahí me hablo por milésima vez de Manuela Pedraza y Crámer; del velódromo, el primero de la ciudad; del burro debajo de la tribuna. De cómo iba caminando con mi abuelo hasta la cancha. De tantas historias parecidas a tantas otras.

A mí me gustaba subirme al tanque de agua y mirar desde ahí como trabajaban. Era una sensación hermosa. Me sentía como en mi casa. Pero lo mejor fue cuando empecé el Cuerpo de Cadetes, un lugar donde te probabas en varias especialidades y de ahí a los inferiores. A mi me mandaron a fútbol, y nos llevaban a entrenar a la cancha. Justo cuando hacia la recuperación el "Negro" Juárez, después de una lesión que le produjo un arquero. ¡El "Negro" Juárez, que era un ídolo! Los pibes le corríamos alrededor y lo matábamos a preguntas. Y él, con una paciencia admirable, nos contestaba a todos.

Son miles de recuerdos los que vienen a mente. Como no acordarme de la tubular. El día que me entere que la sacaban sentí que me arrancaban una parte, un pedazo de mi historia. Me acuerdo el sonido de las chapas cuando la hinchada empezaba a saltar. Creo que amedrentaba a los rivales ese ruido de tropilla al galope. Era la época que llevar banderas no molestaba. La popular se vestía de gala todos los domingos, bañada en blanco y marrón, matizada con los colores de algunas banderas ajenas, recuerdos de “encuentros” con “amigos”. Alentando al equipo desde que salía a la cancha hasta el último minuto. Siempre con mi viejo y mis hermanos, soñando con vivir momentos de gloria.

Y hoy, acá estoy. Solo, parado frente a la pelota. Con las pulsaciones al ritmo de un formula uno. Sabiendo que lo único que nos separa de la gloria es ese maldito arquero. Si, nos dieron un penal a dos minutos del final. El gol nos da el campeonato. ¡EL CAMPEONATO!, el primero de nuestra historia. Y el técnico, no sé si en un arrebato de locura o de confianza, dijo que lo pateara yo. Me parece increíble. De frente a nuestra hinchada. Me parece distinguir entre la multitud a mi hijo junto a mis hermanos. Sé que en la platea está mi viejo con mis sobrinos. Y en aquella nube seguro está mi abuelo alentándome, el iniciador de esta familia de calamares que crece con los que van viniendo. De pronto un silbido me trae de vuelta a la realidad. El árbitro dio la orden. Estoy decidido a pegarle abajo a la izquierda. Siento la tensión en las piernas. Corro, me afirmo junto a la pelota y saco un tiro fuerte y seco. Silencio. Son segundos que parecen una eternidad. Y entonces, la red que abraza al balón, acariciándola, dibujándole una sonrisa inmortal. El grito que bajó de la tribuna se coló por cada uno de mis poros produciendo una explosión que casi me desmaya. No sabía como festejar. Corrí, con la boca llena de gol. Quería abrazarme con todos, sabia lo que sentían porque yo sentía lo mismo. Me arrodille y se lo dedique a él, que sí estaba sentado en esa nube. Claro ahora saltaba de alegría, abrazado a un Polaco loco que también sonreía.

Los festejos fueron interminables. La vuelta olímpica, las bengalas, fuegos artificiales, los cantos de la hinchada que no paraban. Pero una vez terminado todo y caminando por Zapiola con mi viejo, mi hijo y mis hermanos mire una vez mas al cielo y una estrella resplandeció con fulgor, enviando un saludo eterno. En ese momento observé a mi hijo y me sonrió con ternura. Quien podía negar que somos una familia calamar. Es que la unión que establece Platense no conoce de fronteras ni de edades. Porque el corazón marrón y blanco no desaparece con la muerte. Vive en cada uno de aquellos que cada fin de semana pueblan la Roberto “Polaco” Goyeneche.


A mi abuelo Horacio

A mi viejo


(Mi agradecimiento al autor y a la gente del Club Atlético Platense por autorizarme a la publicación de este cuento)

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Este fue el diálogo sostenido entre el relator y periodista Fernando Solabarrieta y el comentarista y ex futbolista Patricio "Pato" Yáñez, durante la transmisión de un partido de la Liga Inglesa para la Televisión Nacional de Chile:

"Oye Pato que es buenmozo Beckham"

Yáñez se quedó callado, a lo que Solabarrieta insistió, "Pero mira Pato si es buen mozo..."

A lo que Yáñez respondió, "No, a mí me gusta Van Nistelrooy..."

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El fútbol, a Dios gracias, no es una ciencia; dentro de él todo precepto es indemostrable; todo lo que se diga es pura especulación que se destruye a menudo en el último minuto de un partido o de un campeonato.

(LUIS H. ARISTIZÁBAL, crítico literario colombiano)

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Poco a poco tenemos que enseñarle a los Estados Unidos que este es el mejor juego del mundo.

(JOHAN CRUYFF, ex jugador y técnico holandés, declarando en 1978 a poco de su arribo para desempeñarse en el fútbol estadounidense)

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Entrevista a Joao Havelange


Una mañana de Mayo en Zurich. Son las once clavadas cuando, con puntualidad suiza, se abren las puertas del gran salón. El anfitrión se adelanta, con paso firme y una sonrisa protocolar abierta en el rostro surcado por las arrugas, para franquear la entrada en su despacho. Su mirada azul profundo es un enigma que inquieta, como si la seguridad y la confianza en sí mismo que le cuadran a un hombre de acción, guardaran celosamente las huellas de una vida intensa. "Acabo de cumplir 81 años y estoy feliz de haber llegado bien a esta edad", anuncia, mientras invita a tomar asiento.
Para muchos es el hombre más rico del Brasil. Para otros, además, presenta una trayectoria salpicada por la corrupción. Joáo Havelange es, sin lugar a dudas, uno de los hombres más poderosos del mundo y el principal responsable de que el fútbol se convirtiera en un negocio a escala planetaria y la FIFA en una de las multinacionales que más factura.

• El hombre que vendió el fútbol

Habla pausado, responde con firmeza y, con algunas breves inflexiones de su voz, les da a entender a quienes lo conocen (en este caso a Andreas Herrén, encargado de prensa de FIFA, presente en la entrevista) cuál es su estado de ánimo en cada circunstancia. A quienes no lo conocen en profundidad, no se les escapará, de todos modos, que están frente a un hombre acostumbrado a negociar con sus pares y a imponerle su voluntad al resto. Sin demasiados márgenes.

Ya van 23 años que usted está al frente de FIFA. Con muchos dólares y muchas polémicas de por medio, ¿qué destacaría a la hora de hacer un balance?

Las polémicas nunca faltan, forman parte del fútbol. Lo concreto es que cuando me hice cargo la FIFA no era nada. Apenas si había dos competencias, la Copa del Mundo y los Juegos Olímpicos. Los Juegos eran un torneo falso en el que los equipos del Este salían a la cancha con veteranos de 30 años y los demás países con chicos de 19 porque no se podía jugar con profesionales. El fútbol no tenía valor y la FIFA no daba nada. Cada vez que una selección debía desplazarse, tenía que pagar todo. Nosotros impulsamos un nuevo sistema financiero, tratando de conseguir sponsors. Hoy, cada cuatro años hay diez mundiales: uno de mayores, dos Sub 20, dos Sub 17, dos de fútbol femenino y, el último en nacer, la Copa FIFA-Confederaciones, que se disputará del 11 al 21 de Diciembre de este año en Riad, Arabia Saudita.

¿Cómo se traduce en números el cambio realizado durante su gestión?

En primer lugar, ahora la FIFA les paga a todos los países los pasajes de avión, la estadía en hoteles cinco estrellas, el transporte de corta y larga distancia y la alimentación. En el Mundial 98, además, se le dará un millón de dólares a cada selección por partido que juegue y para el sorteo, que se hará en Marsella el 4 de Diciembre, cada uno de los 32 equipos participantes recibirá 525 mil dólares. Estoy convencido de que en la actualidad el fútbol es el patrón más grande de la industria en el mundo. Da empleo a casi 200 millones de personas y, a pesar de las nuevas tecnologías, sigue teniendo al hombre en el corazón de su desarrollo. Como organización, me atrevo a afirmar que la FIFA es la multinacional más grande del planeta, Tomando en cuenta todos los rubros (ventas de entradas, merchandising, derechos de televisión, sponsoreo), sumando todas las competencias que dependen directa o indirectamente de FIFA, la facturación anual ronda los 250 mil millones de dólares. Si tenemos en cuenta que la General Motors, probablemente la empresa más grande del mundo, mueve 160 mil millones por año, nos podemos dar una idea de la magnitud de FIFA y de la importancia de nuestro trabajo para haberlo conseguido.

¿Le quedó algo por hacer?

Mejorar el tema de la violencia, porque el fútbol tiene que hermanar a los pueblos. Aunque hay que destacar que la mayor parte de los incidentes tienen lugar fuera de la cancha, donde no tenemos injerencia.
Lo que pasó hace poco en La Paz y Asunción por las eliminatorias para el Mundial de Francia puso en primer plano la violencia dentro de los campos de juego.
Yo todavía recuerdo lo que pasó entre Santos-Milán y Estudiantes-Milán por la Copa Intercontinental. Pasaron 30 años y el fútbol sigue siendo una pasión desbordante. Nuestra responsabilidad es que la pasión mala no le gane a la buena. En esa dirección, creo, apuntaron las sanciones que tomó la Comisión Disciplinaria luego de los incidentes entre Bolivia y Argentina y Paraguay y Colombia. Estoy convencido de que este tipo de incidentes no volverán a repetirse en el curso de la eliminatoria.

• Los herederos del trono

Opiniones a un lado, es indiscutible que el poder que representa FIFA (cuyas decisiones en materia de fútbol muchas veces desconocen las legislaciones y los tribunales nacionales) se ha convertido en un hueso muy tentador. Luego de que Havelange anunciara su decisión de no presentarse para un nuevo período, comenzaron a urdirse conjeturas sobre quién será el heredero del trono. Los europeos quieren recuperar el cetro y por ahora son los que tienen más chances, con la candidatura del presidente de la UEFA, el sueco Lennart Johansson, a la cabeza. Pero aún queda un camino largo por andar. Por Sudamérica correrían dos nombres: Ricardo Teixeira, presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol y yerno de Havelange, y Julio Grondona. El brasileño, además del parentesco, tiene una contra difícil de superar: está siendo investigado por la Cámara de Diputados de su país porque se lo vincula con una serie de denuncias contra el tribunal de árbitros, al que se sospecha de haber digitado designaciones de jueces para manipular los resultados de algunos partidos.

¿Cómo ve el panorama político en el interior de FIFA cuando falta poco más de un año para que expire su mandato?

Antiguamente los europeos eran quienes decidían y el fútbol era, puedo decirlo, un fulbito de nada. En 24 años hicimos un cambio profundo y drástico y querría que se continúe con esa línea, pero no sé quién será mi sucesor. Por ahora hay un solo candidato, el doctor Lennart Johansson, pero hay tiempo para que cualquier otro pueda presentarse. El cierre de la inscripción es el 8 de Abril de 1998, dos meses antes de la elección, que tendrá lugar el 8 de Junio.

Se habla de dos candidatos sudamericanos con posibilidades. Teixeira, compatriota y pariente suyo, y Julio Grondona...

Yo comuniqué el 7 de Diciembre del año pasado en Barcelona, mi decisión de no volver a postularme y no pienso entrar en las disputas por la sucesión. Creo que los continentes deben saber qué hacer. No es mi problema que se hagan o no alianzas. Respecto de los nombres de Sudamérica, hay varios hombres con capacidad para tomar la posta. Sin lugar a dudas, Julio Grondona tiene todas las cualidades para llegar a ser presidente de FIFA. Por lo que representa la AFA dentro del fútbol mundial, creo que sería un dignísimo sucesor. Es un hombre extraordinario, muy respetado en el ámbito internacional, un gran conocedor del fútbol y, por sobre todo, un muy buen amigo. Repito: tiene todo para ser presidente de FIFA.

• Diego fue

En lo que tiene que ver con nuestro país, hay dos temas calientes para tratar con Havelange: el Mundial 78 y los conflictos con Diego Maradona. Luego de realizada la entrevista, se conoció la opinión desfavorable del presidente de la FIFA, miembro a su vez del Comité Olímpico Internacional, sobre la candidatura de Buenos Aires para los Juegos Olímpicos del 2004.

Diego Maradona anunció su sexto regreso al fútbol profesional. ¿Qué sensación despierta esto en usted?

Quiero ser sincero. Maradona tiene casi 37 años, por lo que me parece mejor hablar de su pasado futbolístico que de su presente o su futuro. En su época fue el mejor jugador del mundo, pero eso quedó en el pasado, ya no volverá a ser el que fue. Es imposible, la edad es la edad y no tiene retorno. Aunque, sin dudas, está en un club importante como Boca y quizá pueda ofrecer algo de lo que supo mostrar. Le deseo que le vaya lo mejor posible.

Su figura no es muy popular en Argentina. ¿Lo atribuye al hecho de ser brasileño, rival histórico en el continente, o a las sanciones por dóping a Maradona y Caniggia?

Yo dirijo el fútbol de todo el mundo, no me puedo parar por un problema de A o de B. Tengo que aplicar el reglamento y el estatuto. Es mi función y es lo que hice. Probablemente la prensa de cada país le da una interpretación distinta a esto y presenta mi imagen de acuerdo a esa interpretación. El pueblo argentino, la gente que yo conozco, y que es mayor de edad, me tiene respeto y sabe valorar lo que hice para que Argentina no se quedara sin el Mundial 78. Cuando faltaban un año y 8 meses para la inauguración, fui a ver al presidente argentino de aquella época, el general Videla y le dije: "Mire, este es el último momento". Aún recuerdo su respuesta. "Doctor Havelange -me dijo Videla-, no le daremos la mejor Copa del Mundo, pero sí le daremos una muy buena". Y así fue. A pesar de la difícil situación política, no hubo problemas. Argentina no tenía televisión color y la instaló. Tenía muchos problemas internos que se pararon gracias al fútbol. Se construyó un centro de prensa espectacular para la época y, sobre todo, Argentina terminó ganando la Copa porque presentó un juego ofensivo de alta calidad. En cuanto a Maradona, el único culpable de lo que pasó en Estados Unidos fue él. No fui yo quien tomó las drogas, fue él. Es un gran jugador, pero no supo comportarse como lo indicaban los reglamentos.

En algún momento se habló de un pacto tácito para que Diego estuviera en una Copa huérfana de ídolos...

Eso lo quiero desmentir de una vez por todas. Maradona ya había tenido un problema de doping en Italia y volvió a jugar. Convocado por el técnico de la Selección Argentina, concurrió al Mundial 94 y pasó lo que pasó. Yo no fui la persona que sacó las pelotitas del sorteo ni el químico que hizo los análisis. La prensa quiso crear un escándalo, pero nadie le había pedido nada a nadie. Un jugador debe conocer los reglamentos de una competencia y respetarlos. Uno no está obligado a participar, pero sí a respetar las reglas del juego.

¿Está al tanto de los cuestionamientos al rigor de los procedimientos con que se realiza el control antidoping en Argentina?

Esa es una cuestión interna de la AFA. Como cualquier asociación en el mundo, la AFA está obligada a respetar las disposiciones de FIFA, pero tiene su autonomía. Es un problema interno argentino y todo está superado, de acuerdo a las informaciones que me llegaron de Buenos Aires.

Volviendo a Maradona. Si volviera a cruzarse con él en la calle, ¿lo abrazaría de nuevo?

Con la diferencia de edad que existe entre nosotros, Diego puede ser mi hijo... fácil. Y un padre nunca dejaría de abrazar a un hijo. Como tampoco dejaría de darle un buen consejo. Para mí, Maradona era y es como un hijo más.

Los elegidos del Zar

Mi primer partido

Fui a la cancha por primera vez cuando tenía diez años, allá por 1926. Jugaban Fluminense, mi club de toda la vida, y el Motherwell, un equipo de Escocia que por aquel entonces era uno de los más famosos del mundo y que ahora, por cierto, ya no tiene la misma celebridad.

El mejor partido

No tengo dudas de que fue Brasil-Perú en el Mundial de México de 1970. Ese 4 a 2 fue inolvidable. Los jugadores de ambos equipos tenían una calidad excepcional. Inolvidable.

El mejor jugador

Es una elección muy difícil. Hubo uno, cuando yo era muy joven, que me impresionó muchísimo. Se llamaba Domingo Da Guía. Jugó en el club de la ciudad donde vivía, Bangú. Después pasó por Vasco Da Gama, Flamengo, Nacional de Montevideo, Boca Juniors y Corinthians. En todos los clubes en los que estuvo fue figura y campeón.
Luego, vi a dos fenómenos: Pelé y Maradona. A Diego lo vi por primera vez cuando tenía 19 años y formaba una dupla de gran nivel con otro pibe que era excepcional, Ramón Díaz. Fue en Tokio, entonces, cuando empecé a apreciar la calidad de Diego. Era un mago con la pelota. Un maestro que se convirtió en fenómeno en México 86.
Después hay otros: Yashin, un arquero extraordinario, Cruyff, Di Stéfano...

Un recuerdo

Mi carrera futbolística. Empecé de jovencito en el Fluminense. Fui campeón de Río de Janeiro en la categoría juvenil. Mi puesto era de central izquierdo en la defensa. Debía ser bueno porque a los 16 me quisieron llevar a la Primera del “Flu”. No pudo ser porque en el año 32 llegó el profesionalismo a Brasil y mi papá, que era ingeniero y un apasionado del deporte, me pidió que abandonara.

Otro deporte

El waterpolo. Cuando dejé el fútbol me dediqué a ese deporte. En 1936 participé en los Juegos Olímpicos de Berlín (los Juegos mejor organizados de la historia) con el equipo de natación. Practiqué waterpolo hasta el año 54, en que me retiré con 38 años. Jugué en Botafogo, en el Esperia de San Pablo y terminé en Fluminense. Fui campeón de Río, San Pablo y Brasil. Con la selección fui campeón y subcampeón sudamericano.

Un jugador actual

Ronaldo. Tiene todo para ser uno de los campeones del futuro. Practica un fútbol muy lindo. ¡Lástima que le peguen tanto! No se puede comparar con Pelé porque se trata de épocas diferentes. Para que nos hagamos idea, en el Mundial 86 los árbitros corrían un promedio de 6 kilómetros por partido. En el de 1994 la cifra subió a 15 kilómetros; ni qué decir lo que habría sido en el 70.


(entrevista tomada de la revista argentina “Mística”, del 17/05/97)

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