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No le hagás penal (Pablo Pedroso - Argentina)


-¡No le hagás penal! ¡No le hagás penal!- le grité desesperado al Cabezón pero ya era tarde.
Su pierna izquierda barría sin ningún pudor al rapidito de Baralo. Y Martínez, como nunca, siguió la jugada de cerca y pitó la infracción: Penal. ¡A llorar a la iglesia!
El Cabezón no entendía por qué semejante enojo de mi parte, por qué lo puteaba sin parar:-Vamos ganando 3 a 0 fácil y el partido ya se termina, Flaco. ¡Tanto quilombo por un penal! ¿Qué le podía explicar? ¿Que prefería el gol de una, de jugada, que de penal? ¿Que yo sabía que el que lo iba a patear era el mismísimo Lucero? ¿Que estuvo todo el partido esperando una oportunidad como esta? Nada, no le dije más nada. ¿Para qué? Si igual, no hubiera entendido un pomo.
Me fui hacia el arco, resoplando un poco, mucho, manoteé la toalla y me sequé el sudor de la frente. Hice algo de tiempo, miré los rostros de la gente en la popular y no me di vuelta hasta que los silbidos confirmaron lo que sólo yo sabía. Lucero quería patear el penal. Giré y lo vi venir. Avanzaba lento y seguro. Se abría paso entre los suyos buscando la pelota, sin escuchar a nadie, sin mirar a nadie. Los ojos clavados en mí. “Otro arquero patea penales” dirían en las radios, “como Saja, Rogerio Ceni o como el mejor de todos: Chilavert”.
“¿La primera vez que patea un penal Lucero?”
preguntaría algún relator. “Si, si, la primera vez”, respondería el comentarista con cierto miedo a equivocarse, un poco perdido, inseguro, entre sus apuntes y sus estadísticas. “Estamos presenciando un momento único, señoras y señores”. El relator intentaría darle un poco de fantasía a su transmisión. “El enfrentamiento entre el maestro y su discípulo, entre la juventud y la experiencia!”. Palabras más, palabras menos le contarían a la gente lo que la gente ya sabe: que fui el suplente de Lucero durante 7 años; que él ya tiene 36 pirulos y yo apenas 25; que seguramente él me enseñó tooooodo lo que sé; que hace tan sólo 3 meses Lucero rescindió su contrato y se alejó del club en el que jugó todo su vida sin explicar demasiado por qué; que la vida nos hizo muy amigos y ahora, con esas cosas que tiene el fútbol, nos pone frente a frente y bla, bla, bla… “¿Me pareció a mí o no se saludaron Donato y Lucero?” deslizaría cargado de intención algún comentarista.
“Es cierto, muy cierto. Bueno, convengamos que siempre se corrió el rumor de que las cosas no terminaron bien entre los dos”. Acotaría un cronista que informa desde el campo de juego. “¡No me diga!”, se haría el tonto el relator. “Pero ¿Usted sabe algo, mi amigo? Es llamativo, ¿no? Lucero nunca pateó un penal y justo se le ocurre patear ahora, contra su ex club, frente a su ex suplente. Mmm… algo pasó”. “Dicen que entre ellos hubo un asunto de polleras”. “Lo noté nervioso a Lucero”, arrancaría el relator de otra transmisión. “Y, éste no es un partido cualquiera”, mencionaría su comentarista. “Ahora no”, se apuraría a meter un bocadillo el cronista de abajo. “Ahora el que parece nervioso es al Flaco Donato”. ¿Cómo no iba a estar nervioso? Nos enfrentábamos Lucero y yo.
Afuera podían estar diciendo lo que quieran pero los únicos que sabíamos la historia éramos él y yo. No, miento: él, yo y Claudia. Justamente Claudia. Ella estaba en la platea. En el lugar de siempre, en el asiento de siempre, el mismo asiento desde el que alentó a su ex, el mismo asiento desde el que me alienta a mí. ¿Qué habrá sentido? Ni idea, jamás le pregunté. Mejor dicho, jamás quise saberlo.
En ese momento tampoco la busqué con la mirada. ¿Para qué? ¿Para ponerme triste si descubría que lo miraba a él? No tenía sentido. Traté de concentrarme en la pelota, de adivinar cuál sería la opción que elegiría Lucero. Media cancha lo puteaba pero a él no le importó.
Él quería hacerme un gol a mí, no a ellos, no a su ex club. ¿Y yo por quién atajaba? ¿Por el club, por mí, por él o por ella? No lo tuve claro. Dudé. Tal vez por eso fue gol.
Lucero no lo gritó y yo preferí ir a buscar la pelota adentro, pelearme con alguno, cualquier cosa con tal de no mirar a la platea, con tal de no enterarme nunca si Claudia festejó el gol.


(extraído del excelente blog de Pablo Pedroso sobre cuentos de fútbol)

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¿Viviste algún momento desagradable en Colombia?

Viví situaciones de inseguridad como las que también sufrimos en la Argentina, pero a mí no me rozaron. La pasé bárbaro durante cinco años. En Cali estuvimos cerca del cordón montañoso donde paran los guerrilleros. Vivíamos a cinco cuadras de la cordillera. A veces, de madrugada, escuchábamos ráfagas de ametralladora. Teníamos preocupación, no miedo. Mi esposa estuvo más expuesta. Se quedaba sola con los chicos mientras yo concentraba y jugaba. Pero es más valiente que yo, siempre me siguió con la valija y los hijos.

¿América era el "caballo del comisario"?

Yo sólo estuve en el 86. Venía de ganar 4 torneos consecutivos y ese año logramos el penta. Era el equipo más poderoso, lleno de jugadores de primer nivel.

¿Es cierto que a Ochoa Uribe le temían todos, hasta el propio presidente del América?

No tanto… Era un técnico rígido, superexigente. Estaba mañana y tarde con el jugador. Hacía un turno en la cancha y otro de videos. Mirábamos fútbol seis días por semana, salvo los miércoles. Tenía fama de loco, pero no se comió crudo a nadie.

(CARLOS ISCHIA, ex jugador, actual técnico de Boca Juniors, recordando su exitoso paso por Colombia en la década del '80)

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Si todo lo demás falla, puedes esperar al primer córner y atarle los tirabuzones a un poste.

(VINNIE JONES, ex jugador británico, explicando sus "métodos" para marcar al holandés Ruud Gullit)

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A Ramón Díaz lo vieron que era riojano y creyeron que era boludo. De otro riojano también pensaron lo mismo y es Presidente de la Nación.

(CÉSAR LUIS MENOTTI, técnico argentino, en declaraciones a la revista "Mística" Nº 39, 10/1/98)

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Maradona (Andrés Calamaro - Argentina)


Maradona no es una persona cualquiera,
es un hombre pegado a una pelota de cuero.
Tiene el don celestial de tratar
muy bien al balón, es un guerrero.

Es un ángel y se le ven las alas heridas,
es la biblia junto al calefón.
Tiene un guante blanco calzado
en el pié del lado del corazón.

No me importa en que lío se meta
Maradona es mi amigo
y es una gran persona el diez.
En el alma guardo la camiseta de
Boca que me regaló alguna vez.

Diego Armando
estamos esperando que vuelvas,
siempre te vamos a querer.
Por las alegrías que le das al pueblo
y por tu arte también.

Maradona no es una persona cualquiera,
es un hombre pegado a una pelota de cuero.
Tiene el don celestial de tratar
muy bien al balón, es un guerrero.

Tiene el don de tratar
muy bien al balón.
Tiene el don de tratar
muy bien al balón.


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Todos los días de la semana, de dos a tres de la tarde, el "Bocha" Ponce tiraba centros y Hugo Gottardi cabeceaba. Todos los días. Una vez fuimos a jugar a Córdoba. Centro de Ponce, gol de Gottardi.
A la mañana siguiente leo el diario: “Con un oportuno cabezazo ganó Estudiantes", ¿Oportuno? Hace cuatro meses que todos los días de dos a tres Ponce tira el centro para que Gottardi cabecee.

(CARLOS BILARDO, técnico argentino, Campeón del Mundo en México '86)

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Bueno..., él físicamente es un "mostro".

(IVAN ZAMORANO, respondiendo al ser consultado acerca del delantero austríaco Antony Polster, antes del duelo entre ambas selecciones en el Mundial de Francia 98)

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Me encantan los veranos. Nunca pierdes partidos.

(ROY EVANS, ex entrenador del Liverpool)

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Juan Gómez González "Juanito" (España)


Genio y figura

Juan Gómez González conocido como "Juanito" nació en Fuengirola, Málaga, el 10 de Noviembre de 1954, y falleció el 2 de Abril de 1992 en un trágico accidente de carretera, pero su aura sigue viva en el mítico Estadio "Santiago Bernabeu".
Fue un extremo derecho de gran calidad y enorme imaginación que dejó jugadas inolvidables en las retinas de los madridistas.
Como buen extremo nunca supo de términos medios: fue “Juanito” o “Don Juan”, héroe o villano. Temperamental dentro y fuera del campo, estuvo durante más de diez años en primera fila de la actualidad madridista. Juan Gómez González jamás defraudó a los que esperaban que sus actuaciones en el Real Madrid y en la selección le acreditaran como uno de los “grandes”. Como tampoco defraudó a los que pensaban que, por encima de todo, estaba su amor hacia la institución blanca. “Algún día volveré al Madrid”, dijo, pero se equivocaba. Juanito nunca se fue, siempre estuvo presente en nuestra memoria. Un hombre que amó tan intensamente al Real Madrid, que defendió con todas las armas posibles a este Club, no podía alejarse de su casa.

De la escuela a la calle

Juan Gómez “Juanito”, nació el 10 de Noviembre de 1954 en Fuengirola (Málaga). Hijo de un albañil, Juan era el primogénito de una modesta familia en la que luego vendrían otros cuatro vástagos: Carmen, Juani, Juan Antonio y Claudia. Juanito era un niño juguetón y travieso. Con dos años ingirió un frasco de píldoras y tuvo que ser sometido a un lavado de estómago en un centro hospitalario. Pronto le bautizaron en el barrio: “Juanillo el viejo”.
Como tantos otros chicos de su edad, aprendió a jugar al fútbol en la escuela de la calle. Será allí, en la calle, donde marque sus primeras pasiones… Y se meta en las primeras peleas. “Era el peleón de mi barrio –diría más tarde-. Siempre estaba metido en líos. Y me daban. Una vez, tras pelearme, al darme la vuelta me llegaron a romper una caña en la espalda. Y en otra pelea, cuando ya estaba a varios metros, el otro me pegó una pedrada en la cabeza y me hizo una brecha. Tampoco era muy difícil acertarme con esta cabeza que Dios me ha dado”, comentó con sorna. Y es que Juanito era capaz de reírse de sí mismo.
No era la primera ni la última. Juanito derramó mucha sangre jugando, sangre impregnada de fútbol desde su nacimiento. El malagueño lo tuvo claro desde el primer momento: el fútbol era su pasión y debía ser su vida. Así comenzó una larga carrera deportiva marcada por innumerables relaciones de amor y odio, de admiración y rencores. Una carrera que se empezó a gestar en el Aspes, su primer equipo oficial, ya con el “7” en la espalda, para ir rápidamente al juvenil del Fuengirola.
Tal vez fuera una premonición, o su primer dribling al destino. Lo cierto es que Juanito comenzó su carrera deportiva rozando los límites de lo permitido, arriesgando. Corría el año 1968. El chaval tenía demasiado talento para desaprovecharlo en juveniles, pero no tenía la edad exigida para debutar en Primera Regional. Y surgió el dilema: el equipo de su ciudad natal, el Fuengirola, lo necesitaba. Y jugó. Le falsificaron la ficha. Juan Gómez González tenía por entonces 14 años y un brillante futuro deportivo por delante. Su calidad apremió el ritmo de su ascensión, tan vertiginosa que apenas tuvo tiempo para reflexionar.

El Atlético le rechaza por dos veces

Tras sus primeros escarceos con el Fuengirola ficha por el Atlético de Madrid. Ángel Castillo lo descubre para el Atlético de Madrid cuando sólo contaba 13 años de edad vuelve a insistir ante el equipo rojiblanco, pero a pesar de las ofertas, siguió una temporada más en el Fuengirola, en categoría regional, hasta que Víctor Martínez formalizó su fichaje con el Atlético por cinco temporadas. Los dirigentes atléticos le matricularon interno en el colegio Buen Consejo, donde sería algo más que un ídolo escolar.
Su etapa como rojiblanco no puede comenzar mejor, y eso que no debuta hasta que no cumplió los 15 años. De aquí en adelante, su ascenso es espectacular. Su proyección es tan rápida como su juego. Del juvenil pasa al filial de Tercera, cuando aún no había cumplido los 16 años. El entrenador de este equipo no vio las grandes condiciones que el jugador llevaba dentro y el jugador estuvo un tanto marginado. Esta era la primera equivocación de una larga cadena de errores que impidieron que Juanito triunfara en el Atlético.
Cuando le cierran las puertas del Atlético, le intentan ceder al Calvo Sotelo, pero el jugador no acepta y retorna a Fuengirola cuando aún no ha cumplido los 18 años. Sin embargo, la llegada del alemán Max Merkel y sus deseos de contar con el jugador, hace que éste, que ante todo desea triunfar en la elite del fútbol, vuelva al club colchonero con el que firma unas nuevas condiciones: 250.000 pesetas de ficha y 22.000 de sueldo.

Lesión de tibia y peroné

Sin embargo, su sueño se desvanece pronto. Sólo viaja a los torneos veraniegos y en calidad de suplente. Y, lo que es peor, jugando contra el Benfica, a beneficio de los damnificados de Managua, en una jugada desafortunada se rompe la tibia y el peroné tras un choque con Henrique. Juanito tarda toda una campaña en recuperarse, y cuando lo hizo, en julio de 1973, Juan Carlos Lorenzo, a la sazón entrenador de los rojiblancos, no cuenta con sus servicios. Es la segunda vez que el Atlético rechaza al jugador y la segunda ocasión en la que se equivoca de forma rotunda, dejando escapar a unos de los genios que ha dado el fútbol español.
El Sevilla rechaza el ofrecimiento de los atléticos de acoger cedido al malagueño porque, según penaban, “estaba cascado”. Lo cierto es que mucha gente se estaba equivocando con el fino extremo. Todos hablaban de él, pero muchos, los que no le han visto jugar y actúan “de oído”, se equivocan. Por fin, José María Negrillo, un hombre que siendo entrenador del Madrileño pudo comprobar la calidad del jugador, decide llevárselo al Burgos. El primer año de Juanito en el conjunto castellano fue difícil, ya que el equipo estuvo a punto de descender.
Cumplida la temporada, el Atlético le da la baja definitiva y el malacitano ficha por el Burgos. Con Naya y Müller sobresale en el equipo burgalés. Juega un gran partido en Madrid, ante el Atlético, demostrando la equivocación del club rojiblanco al dejarle escapar. A este partido le suceden otras extraordinarias actuaciones que hacen que el seleccionador nacional, Ladislao Kubala, se fije en él y le lleva a Montreal. Juanito se convierte en un jugador codiciado por los poderosos. Sus días en el Burgos estaban contados.

Real Madrid, un sueño cumplido

Juan siempre confesó que, siendo niño, su equipo preferido fue el Zaragoza, pero con los años su gran ilusión se convirtió en ser jugador del Real Madrid. Así lo expresó muchas veces, incluso cuando el Barcelona llegó a ofrecer 50 millones por su adquisición y la de Manzanedo, entonces portero del Burgos. El 19 de Noviembre de 1976 ve cumplido, por fin, su gran sueño: fichar por el Real Madrid. Como él mismo reconoció posteriormente, “llegar a esta casa era cono tocar el cielo, pues prefería ante todo al Real Madrid como equipo y a Madrid como ciudad”. Sus palabras escondían un secreto anunciado a voces: El Barcelona también pujaba por él, pero el Madrid se le adelantó por muy pocos días.
El malagueño se incorpora al Real Madrid en la temporada 1977-78, debutando con la camiseta blanca en México, ante el Guadalajara. Ese mismo año juega su primer partido en el Camp Nou, de imborrable recuerdo. Aquel día Juanito formó parte de la delantera blanca junto a Jensen y Santillana. El extremo hizo un partidazo, colaboró de forma decisiva en dos de los goles y el Madrid ganó 2-3, rompiendo una racha negativa que duraba siete años. Todo ello a pesar de estar aún convaleciente del botellazo sufrido días antes en Belgrado, jugando con la selección, y en donde el combinado español obtuvo el pasaporte para a Argentina tras doce años de ostracismo sin participar en un Mundial.

Una década de blanco

En los diez años que militó en el Real Madrid, Juanito fue capaz de dividir a parte de la parroquia blanca en dos corrientes de opinión. De un lado estaban sus admiradores, defensores a ultranza del temperamento racial, puristas del quiebro individual, de la espontaneidad en el juego y en la palabra. Del otro lado, los que preferían para el Madrid un modelo encorsetado, más conservador, de hacer y no decir. Pero ninguno discutía que el andaluz era un buen jugador, “a veces grande”. Juanito fue centro de atención y protagonista de innumerables tardes de tertulia, en las que el aficionado blanco escrutaba hasta el más mínimo detalle y en las que cualquier particularidad de su juego era puesta a debate.
Su trayectoria en el Real Madrid está jalonada de tardes de gloria y de algunos momentos tristes. En sus diez años en el Club consigue dos Copas de la UEFA, cuatro Ligas, dos Copas del Rey, una Copa de la Liga. Además, fue subcampeón de la Copa de Europa (1981) y subcampeón de la Recopa (1983). A título individual obtuvo un “Pichichi” en la Liga con 17 goles (1983-84).
Juanito estuvo presente en las grandes remontadas conseguidas por el Real Madrid en el Bernabéu, aquellas que ya han pasado a la historia de las grandes gestas blancas. En el año 1980 fue el protagonista de la eliminatoria ante el Celtic, ya que tras perder 2-0 en Glasgow, un gol suyo (el tercero del equipo), en el partido de vuelta supuso el pase a la semifinal de la Copa de Europa. Estas inolvidables noches se repetirían, años más tarde, ante el Inter, Borussia y Anderlecht. Fuero grandes borracheras de fútbol, de goles y de alegría compartido por todo el madridismo, con Juanito, uno de los líderes del equipo, a la cabeza.

Aquellos malditos dos segundos

Pero en la carrera de Juanito ha habido dos momentos especialmente oscuros y en ambos la UEFA le sancionó duramente. El primero sucedió en Noviembre de 1978, en un partido de Copa de Europa, en un partido de Copa de Europa frente al Grasshoppers. Juanito perdió los nervios y agredió a un juez de línea. Estuvo dos años sin poder jugar en Europa.
El segundo lunar lo tuvo en Abril de 1988, ante el Bayern de Munich, también en la Copa de Europa. Juanito le pisó en la cabeza al alemán Matthaus y el árbitro del encuentro le expulsó del terreno de juego. Su temperamento impulsivo le costó una sanción que significaría el adiós definitivo a Europa y al Real Madrid. Sin embargo, prueba de su arrepentimiento instantáneo, de querer reparar en la medida que fuese posible, nada más llegar de viaje reunió al grupo de niños a los que impartía conocimientos en la escuela de la AFE y dirigiéndose a ellos les espetó: “lo que yo hice ayer, no lo hagáis nunca”.

Madridista hasta el final

Su despedida en el Real Madrid no fue como a él le hubiera gustado. Pero sería injusto que hoy le recordáramos tan sólo por esos segundos irrefrenables, por ese temperamento caliente que en ocasiones le traicionó. Juanito fue un jugador imprevisible, trabajador siempre, sufrido. Un hombre que sintió profundamente los colores del Real Madrid, que admitía, tiempo después de su despedida de la casa, el excelente trato que siempre tuvo el Club con los jugadores que vistieron su camiseta, y que nada como estar en el Bernabeu.
Juanito fue líder de un Madrid dotado de una impresionante fortaleza, de un tremendo espíritu que nacía de hombres tan raciales como Benito, Camacho, Stielike, el propio Juanito y otros más que ofrecieron “su vida” por el Club. Juanito, “aprendiz de todo y maestro de nada”, que gustaba definirse, era capaz de transmitir estos sentimientos porque sólo los que han llorado alguna vez sobre el escudo blanco pueden hacerlo. Con la cara por delante, sincero. Con la misma sinceridad que puso en sus últimas palabras con la camiseta madridista: “No se me van a caer los anillos por pasar del mejor equipo del mundo a un Segunda División. Me voy al Málaga, pero volveré algún día como técnico de la casa”.
Camino llevaba de ello, cuando un fatídico 2 de Abril (1992) la carretera segó la vida a uno de los hombres que más amó a nuestro Club, cuando había madurado y ennoblecido, como los grandes vinos, y el que pasito a pasito recorría, inexorablemente, el camino que le llevaría a ocupar el puesto que tanto anhelaba. Juanito se fue y nos dejó con el corazón roto en mil pedazos.

Internacional y despedida

Juanito debutó con la Selección nacional el 10 de octubre de 1976, en Sevilla, en un partido ante Yugoslavia. Jugó un total de 34 partidos internacionales en la máxima categoría, en los que marcó 8 goles. Participó en el Mundial de Argentina, en la Eurocopa de Italia y en el Mundial de España. En este campeonato disputó su último encuentro, ante Alemania. Tras este Mundial, Muñoz le relegó de la selección a pesar de encontrarse en un excelente estado de juego.
Fue un duro golpe para un hombre que había realizado grandísimos partidos con la selección, como los disputados en Wembley, ante Inglaterra, o en el Parque de los Príncipes francés. Juanito aceptó con resignación esta decisión, aunque le dolía no poder lucia más la camiseta nacional: “Mis hijos me preguntan por qué no estoy en la selección, y yo les digo que porque hay otros mejores”.
Fue un momento agridulce en su carrera internacional, peor que cuando sufrió el botellazo de Belgrado. Ocurrió en 1978, cuando al ser sustituido por Dani hizo un gesto con el dedo a la afición yugoslava. Recibió un botellazo y perdió el conocimiento: “Expresé lo que sentía. Obre mal. Afortunadamente, el botellazo me cayó a mí y en paz”. Así era Juanito.

El Mérida, su último destino

Juanito marcó su último gol con el Madrid ante el Nastic. Del Madrid se fue al Málaga, donde era considerado un héroe nacional. A su regreso al Bernabeu se sintió extraño jugando contra su “equipo de siempre”. El 4 de Junio de 1989 marcó un excepcional gol a Buyo de vaselina, desde 25 metros. Fue su penúltimo tanto. El último se lo hizo al Zaragoza, antes de retirarse el 27 de Junio de 1989. El maestro Curro Romero cortó la coleta en La Rosaleda al “pasmo de Fuengirola”. En su etapa malacitana disputó 71 encuentros y marcó 15 goles. García Anaya, presidente de la entidad andaluza, le nombró directo técnico del Málaga.
Rechazó ofertas para entrenar al Valladolid y al Burgos. Empezó el curso de entrenador, pero la morriña le llevó a reaparecer dos años más tarde con el modesto Los Boliches. Había perdido velocidad, pero seguía con el mismo talento de siempre. Tras esta breve etapa regresa a sus clases de entrenador, obtiene el título y acepta las oferta del Mérida para entrenar al equipo en Segunda División.
En Mérida se metió a la afición en el bolsillo y llevó al equipo al sexto lugar de la tabla clasificatoria. Como dijo Boskov, “Juanito estudiaba cada día un poco de cuantos entrenadores creía que podían enseñarle algo. Todo iba en su memoria para ‘el día que entrene al Madrid’. Hubiera sido aún mejor entrenador que jugador”.
Juanito estuvo casado con Mari Carmen Mira, con quien tuvo tres hijos: Juan David, Joaquín y Jennifer. Más tarde, contrajo matrimonio en segundas nupcias con Fernanda Encinas “Feiny”, madre de su hijo Borja.

Trágico final

Juan Gómez "Juanito" falleció en accidente de tráfico el 2 de Abril de 1992 cuando regresaba a la ciudad extremeña de Mérida donde entrenaba, poco después de presenciar un Real Madrid-Torino, correspondiente a la Copa de la UEFA. Su muerte supuso una enorme manifestación de dolor entre los aficionados madridistas que no lo olvidan.
Jorge Valdano, refiriéndose a la gran calidad humana y al carácter conflictivo de Juanito (con el que tuvo un conflicto siendo compañeros en el propio campo), resumió su vida con una frase: "todo lo malo que ha hecho cabe en 30 segundos". El recuerdo de Juanito sigue en los aficionados, que cada tarde cantan en el Bernabeu: "Illa Illa Illa, Juanito Maravilla"

Palmarés

5 Ligas de España
2 Copas de España
1 Copa de la Liga
2 Copas de la UEFA
3 Trofeos" Teresa Herrera
3 Trofeos "Santiago Bernabéu"
3 Inmortal Gerona
2 Ciudad de Palma
2 Ciudad de la Línea
2 Trofeo "Ciudad de Barcelona"
2 Festa D’Elig
1 Ciudad de Vigo
1 Milenario de Bruselas
1 Colombino
1 Concepción Arenal
1 Torneo "Ramón de Carranza"

Fue 34 veces internacional con la selección "A" de España y 2 veces con la selección Olímpica. En nueve ocasiones defendió la selección Juvenil.
En el Real Madrid jugó 284 juegos por la Liga, 50 por la Copa de España y 11 por la Copa de la Liga, 55 partidos por competiciones europeas además de 73 cotejos amistosos nacionales e internacionales. Marcó 153 goles

Fuentes consultadas:
Página web "Soy vikingo"
Página web no oficial club Real Madrid
Wikipedia



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Cuando comenzó a jugar, los médicos diagnosticaron que aquel anormal nunca llegaría a ser deportista. Era un pobre resto de hambre y de poliomielitis, burro y manco, con un cerebro infantil, la columna vertebral en `s´ y las dos piernas torcidas para el mismo lado. Pero, a lo largo de sus años en los campos, Garrincha fue el hombre que dio más alegría en toda la historia del fútbol. Cuando él estaba, el campo era un picadero de circo; la bola, un bicho amaestrado; el partido, una invitación a la fiesta.

(EDUARDO GALEANO, escritor uruguayo)

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Los estadios son lugares donde se levantan todos los tabúes sociales, donde se pueden expresar directamente las cosas que no se dicen en lo cotidiano, donde se expresa un odio que, la mayoría de las veces, es retórica carnavalesca.


(CHRISTIAN BROMBERGER, etnólogo francés)

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Quien diga que una fiesta el lunes nos afecta el domingo, no sabe nada de fútbol.

(RONALDO, jugador brasileño)

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Versos al Rocha Fútbol Club (Carlos Julio Méndez Blanco - Uruguay)


Con cinco letras doradas,
para que el mundo se asombre
Rocha, inscribiste tu nombre
por una hazaña impensada.
Es la historia que forjada
con disciplina y tesón,
amor propio y corazón,
en esa corta existencia
marcó siempre tu presencia
y el hambre de ser campeón.

En tus seis años de edad
-un niño entre veteranos-
demostraste a esos “decanos”
el valor de la humildad,
profesada en la verdad
de creer en tu pujanza
la que solamente alcanzan
los nacidos en el Este
que al ponerse la celeste
hasta el triunfo no descansan.

De visitante o local,
en diecisiete partidos,
mostraste tu poderío
cualquiera fuera el rival.
Y la gesta sin igual
poco a poco se forjó,
la gloria al fin se alcanzó
a fuerza de juego y gol
y aquí donde nace el sol
todo un pueblo la vibró.

A todos los jugadores
les tributo mi homenaje
agradeciendo el pasaje
para la Libertadores.
Serán o no, los mejores...
en la cancha se verá.
El deber cumplido está,
han ganado el Apertura
con muchos puntos de holgura
encima de los demás.

Y a esa nueva actividad
de Copa Internacional
habrá que encararla igual
con respeto y humildad.
Esgrimiendo la verdad
y argumentos conocidos,
nadie se dé por vencido
antes de rodar la guinda,
las bravas son las más lindas
pa’ un rochense bien nacido.

Las lágrimas de emoción,
-esas que mirar no dejan-,
cuando los pueblos festejan
nacen en el corazón.
Rocha saliste Campeón,
ganaste con hidalguía
y esa grandiosa alegría
sólo la podré olvidar
cuando vaya a descansar
al terminarse mis días.

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En la primera práctica de fútbol que tuve en el Palmeiras había muchísima gente. Yo era un poco la atracción, porque era el nuevo. Y eso me había descontrolado un poco desde lo anímico, mi iba a los costados, estaba jugando muy desprolijo porque quería demostrar todo junto.
En eso voy a presionar a uno de los suplentes, que se llamaba Paulo Isidoro, un negrito así chiquito que cuando corría no tocaba el piso. Voy a apretarlo y el tipo salió pisándola para atrás y mi metió un caño espectacular. Y la gente de afuera empezó con el “ole”. Entonces empecé a meter pierna fuerte y a ganar todas las pelotas divididas. Al rato, el entrenador Valdir Espinosa me llama y me dijo:
"¿Usted juega siempre así?" Sí -le dije. "Entonces, va a ser ídolo en este club en quince días". Y ahí jugaban Cafú, Roberto Carlos, Zinho...

(ALEJANDRO MANCUSO, ex jugador argentino, recordando su paso por el fútbol de Brasil allá por 1994)

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Cuando empecé en Rosario Central teníamos prohibido gritar un gol de penal, porque un gol de penal lo hace cualquiera.

(CÉSAR LUIS MENOTTI, técnico argentino, recordando en 2001 sus inicios en el club "canalla")

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El odio es preferible a la indiferencia. Quien llega a sentir que lo odian es porque construye o intenta realizar cosas. En cambio, la indiferencia es la muerte total.

(JUAN CARLOS "El Toto" LORENZO, técnico argentino -ya fallecido- dando esta definición en 1985)

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Goles (Antonio Dal Masetto - Italia/Argentina)


Un recuerdo de hace años.
Estoy en un tren suburbano que salió de Retiro con veinte minutos de atraso y en la primera estación vuelve a detenerse unos quince más. Los pasajeros comentan en voz alta, protestan. El único que parece no darse cuenta de nada es el flaco de piernas largas que está sentado trente a mí. Mantiene la radio portátil pegada a la oreja, escucha un partido de fútbol. Mira a través de la ventanilla y llora. Llora en silencio, sin gestos, inexpresivo. Las lágrimas ruedan por las mejillas y van a mojar la remera color crema.
Termina el primer tiempo y apoya la radio sobre el asiento. Advierte que lo estoy observando.
-Qué grande -dice.
-¿Qué cosa? -pregunto.
-El Bocha. Grande, grande. Bochini es lo máximo.
Saca un pañuelo y se seca los ojos.
-Siempre me hace llorar.
Suspira. Se sopla la nariz. Guarda el pañuelo en el bolsillo de la campera.
-La primera vez que lloré fue en mil novecientos setenta y tres. Esa tarde me escapé de la escuela y fui a ver por televisión el partido de Independiente con la Juventus. Jugaban en Roma. Los rojos iban en busca del título mundial. Veintiocho de Noviembre de mil novecientos setenta y tres. Faltaban unos quince minutos para que terminara el partido, menos de quince, y de pronto apareció el Bocha, agarró la pelota y no lo paró nadie, se fue solito hasta el fondo del arco de los tanos.
Se cierra la campera, se frota los brazos con fuerza.
-Cada vez que empiezo a hablar del Bocha y de Independiente me dan escalofríos.
Se para, golpea los tacos de los zapatos contra el piso, se despereza, vuelve a sentarse.
-Poco después de aquel partido con la Juventus tuve la suerte de conocerlo personalmente al Bocha. Mi padrino, el primero que me llevó a una cancha, el que me enseñó a amar a los rojos, me lo presentó en los vestuarios del club. Yo tenía doce años, el Bocha diecinueve. Fue algo increíble. Desde entonces jamás le fallé un partido. Voy de cualquier manera. A menos que jueguen afuera, como hoy. Bochini es único, el más grande, un adelantado.
El tren arranca y se detiene apenas salido de la estación. Se oyen las voces indignadas de los pasajeros.
-Tengo un amigo, un tipo grande, siempre me dice que De la Mata era mejor. Me cuenta cómo una vez, en la cancha de River, se apiló a siete y se la mandó a guardar. Yo no le discuto, pero después del triunfo con Estudiantes en la copa, cuatro a uno, lo encontré y lo paré en seco: "Ya sé, ya sé, no me digas nada, De la Mata era mejor, pero ayer Dios se puso la camiseta número diez y goleamos".
El tren da marcha atrás y regresa a la estación. Algunos pasajeros bajan, se juntan en el andén y tratan de averiguar qué está pasando.
-Y aquella noche del verano del setenta y ocho, jugábamos con Talleres, habíamos quedado con ocho hombres, y de pronto, cuando ya estábamos resignados, cuando todo parecía perdido, apareció el genio del Bocha. Lloré. Después vino la final del setenta y nueve, con River, y el Bocha se mandó dos goles. Dos. Y de nuevo lloré. Me acuerdo de otro gol para la historia, en el Monumental, perdíamos uno a cero, Bochini la agarró en nuestra área, el área del río, y se la llevó hasta el otro arco: uno a uno. En un ratito ya estábamos ganando dos a uno. Y otra vez a llorar.
Saca el pañuelo y se lo pasa por los ojos.
-Mi mamá se preguntaba por qué lloraba cada vez que ganaba Independiente y me mandó al psicoanalista. Pero nadie podía entender, ni mi vieja, ni el psicoanalista, ni los amigos, ni mi novia, que me dejó porque no aceptaba mi compromiso de los domingos con Independiente. ¿Cómo se hace para explicar ciertas cosas? Para ellos no significa nada que mi apellido tenga trece letras, igual que Independiente, o que el Bocha sea de mi mismo signo.
Se oye el silbato del guarda. Los pasajeros que habían bajado al andén se apresuran a subir.
-Cuando mi padrino se puso mal lo fui a ver a la clínica, no reconocía a nadie, le tomé la mano y me quedé un rato sentado al lado de la cama, le hablé al oído: "Padrino, ayer le ganamos a Ferro y el domingo nos toca con Boca, ya estamos a un punto del primero".
Me levanté para irme, llegué a la puerta y oí la voz de mi padrino que me preguntaba: "Jugamos en Avellaneda o en la Bombonera?". Fueron sus últimas palabras, murió esa noche.
Siguen unos minutos de respetuoso silencio. Una vez más el tren se pone en movimiento, deja atrás la estación, levanta velocidad.
-Ahí empieza el segundo tiempo -dice el flaco.
Se apoya la radio contra la oreja, se acomoda en el asiento y fija la mirada en las grandes nubes blancas inmóviles sobre el horizonte. El flaco se está yendo, me abandona, se va, se fue.
Ese es el recuerdo.
Pienso en la imagen de aquel flaco y, lo mismo que entonces, me digo que quizás, en alguna parte del mundo, también a mí me esté esperando uno de los tantos paraísos perdidos. El paraíso perdido que me corresponde. En alguna parte. ¿Pero dónde?

(cuento publicado en “El padre y otras historias”, Buenos Aires, Editorial Sudamericana , 2002)

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En el apartado de tácticas tiernas para "ablandar" al rival destaca la revelación que de Pelé hizo José Macia, "Pepe", segundo goleador del Santos brasileño, con 405 tantos entre los años 50 y 60.
Según Pepe, "el único defecto" que tuvo Pelé lo descubrió Píter, un defensa del modesto equipo Comercial, del estado de Minas Gerais. "Píter se le acercaba antes del partido y comenzaba a decirle: Pelé, ¿cómo está su madre, doña Celeste? ¿Y su padre, Dondinho? Me gustaría ir a su casa a tomar un vino con su hermano Zoca... "
Pepe asegura que "el negro se derretía con aquellas palabras y permanecía manso durante el partido". El desconocido Píter fue, quizá, el único en la tierra que supo anular al rey del fútbol.
¿Conversaciones o saludos en la cancha con el contrario? Ni pensarlo si en frente estaba el centrocampista Alejandro Mancuso, ex jugador de la selección argentina, Vélez Sarsfield, Boca Juniors y los brasileños Palmeiras y Flamengo. Mancuso, a quien le acusaban de recurrir "a una buena patada" al comienzo del partido para que el rival "pensara dos veces antes de intentar regatearlo", reveló que quedaba "indignado" cuando sus compañeros abrazaban o dialogaban con "los enemigos" antes del pitido inicial.
De ternura, mucha ternura, pudo haberse valido el Rosario Central en 1975 para desvelar e inquietar a varios jugadores del Cruzeiro la víspera de un partido de la Copa Libertadores. "No puedo probar que las mujeres que llegaron esa madrugada al hotel para despertarnos fueron enviadas por los directivos del Rosario Central. Pero coincide con la advertencia que nos habían hecho: que eso ocurría con los extranjeros que llegaban a jugar en el Gigante de Arroyito", dijo el ex guardameta Raúl Plassmann.
El Cruzeiro tenía la ventaja de poder perder hasta por dos goles sin poner en riesgo su continuidad en el torneo, pero volvió a Belo Horizonte eliminado tras sufrir una auténtica paliza. "Hacia las tres o cuatro de la mañana escuché que alguien tocaba la puerta de mi habitación y me levanté para abrir. ¡Qué sorpresa me llevé cuando vi una mujer bonita, sensual, maquillada!", relató.
"Mi reacción fue muy profesional, a pesar del impacto que una escena de esas puede causar a un hombre que lleva varios días en una concentración", dijo el ex jugador del Sao Paulo, el Cruzeiro y el Flamengo, y ganador de la Copa Libertadores en 1975 y 1981. "Casi lloro el resto de la noche. Al día siguiente, después del partido, me arrepentí por haber rechazado a la chica", admitió Plassmann, quien supo después que otros compañeros fueron tentados por tres mujeres más.

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Inglaterra tiene algunos grandes jugadores, pero sólo son grandes en Inglaterra.

(LEO BEENHAKKER, entrenador holandés)

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Los árbitros europeos tienen horror a los negros.

(ZEZÉ MOREIRA, técnico de Brasil en el Mundial 1954, temiendo por los arbitrajes de este certamen)

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Entrevista a Jorge Valdano


Después de un accidente, las cosas simples pasan a un primer lugar. Jorge Valdano habla de su accidente hace un año, de futbol y de literatura...

“Es un enorme impacto porque en el momento de sufrirlo uno tiene la sensación de que se termina todo ¿no?, lógicamente esa sensación de que la vida es muy frágil convertida en una experiencia sufrida en primera persona termina por acomodar las prioridades de un modo totalmente distinto al que existía en ese momento ¿no? Y lo curioso es que las cosas más simples pasan a ocupar el primer lugar.
Una charla de café, la familia, los afectos, pues pasan a ser la prioridad número uno contra otras cosas que hasta ese momento parecían más importantes: el trabajo, los viajes, bueno un cierto caos vital por lo tanto uno no se lo desea a nadie, pero salvada la situación uno termina encontrándole cierta utilidad”
.

Así me respondió el ex futbolista, ex director técnico, ex directivo del Real Madrid y actual comentarista y periodista, Jorge Valdano , cuando le pregunté sobre el accidente que sufrió al caer el helicóptero en que viajaba en la ciudad de México, precisamente con destino a Toluca, hace exactamente un año.

Serio, de traje gris, pero siempre amable, me lo encontré en el lobby del Hotel Hilton de Buenos Aires, el que convirtió en su centro de operaciones, durante su estancia en la capital de su país.

Cuando le solicité la entrevista me respondió que no. Pero no fue un no tajante. Explicó que varios periodistas argentinos le habían solicitado lo mismo y a todos dijo no.

Entonces le dije, que yo no soy argentino, que iba de México y de Toluca en especial.

¿Y de qué hablaríamos? Me inquirió. De futbol, de literatura de futbol. Asintió, bueno, pero mientras llegan unas personas que espero.

Acepté y comenzamos:

Señor Valdano vengo a Argentina y observo que, a mi juicio falta todavía de literatura de futbol, no hay toda la suficiente que debía haber, ¿cuál es su opinión?

Que hay más de la que nos imaginamos, y además desde el fondo de los tiempos, desde principios de siglo; aquí se publicó en el año 74, un libro que se llamaba “Literatura de la pelota”, que lo escribió un periodista importante Santoro que luego en el 78 fue desaparecido por la dictadura, en aquel libro hay un buen número de poemas, de cuentos, de artículos, de escritores importantes que en algún momento se habían acercado al futbol a través de su literatura, desde entonces se escribió todavía más, hay novelas y cuentos extraordinarios del "Negro" Roberto Fontanarrosa que es clásico ya de la literatura futbolística.
Hay una editorial que se llama "Al Arco", que publica un título cada mes o cada dos meses de cuentos, de novelas en todo caso con mucho éxito de venta.
Cada determinado tiempo, cada dos o tres meses hay algún título en la librería de cierta profundidad futbolística, de cierta profundidad, de temas futbolísticos, de ensayos, de futbol y política, de futbol y sociología, de futbol y literatura o sea que hay más cosas de las que nosotros creemos y Argentina en ese sentido, me acabo de enterar, Argentina en especial en ese sentido es especialmente activa; otra cosa es que se agoten y luego no se reediten o sea que sean difíciles de encontrar pero hay bastantes.
Por ejemplo, mi último libro lo publiqué aquí en Argentina, y no se publicó en ningún otro sitio, un libro que se llama “La pasión según Valdano” que se hizo una edición que se agotó y que no se reeditó y del que yo tengo por ejemplo un solo ejemplar, no tengo más y no lo puedo ni regalar.


¿Y por qué no se reedita?

Yo creo que porque son hasta libros de actualidad, por ejemplo el mío fue un libro en donde yo hablaba de futbol y política, de futbol y sociedad, de futbol y literatura, de futbol y juego, de futbol y Maradona que es un tema ya en si mismo y del mundial que estaba a punto de jugarse de manera que digamos se trataba de un producto que tenía que ver con la explosión mediática del mundial que era inminente y da la impresión de que se termina el mundial y con el se termina el libro, y por eso, no hay reediciones pero incluso de libros extraordinarios de Osvaldo Soriano, del mismo Negro Roberto Fontanarrosa, cuentos de futbol de Negro Fontanarrosa que son difíciles de encontrar y es un libro realmente muy potente; hay otros casos y no me salen.

Le pongo un caso, "Fútbol sin trampas" de Menotti.

Del Flaco Menotti "Fútbol sin trampas", haber yo te voy a decir uno más, es un cuento Juan Sasturain, tiene uno maravilloso que ha salido hace relativamente poco tiempo, en fin, hay más de lo que pensamos, quizá menos de los que querríamos los amantes del futbol, pero más de los que pensamos aquellos que tienen una cierta curiosidad por este tema y piensan que no hay nada editado.

No sé si habrá visto la versión mexicana de "Dios es redondo" de Juan Villoro.

Bueno tengo la versión mexicana y la española publicada por Anagrama, si, si que la he visto, claro que sí.

¿Qué opinión le merece?

Bueno que si yo digo que es una alta opinión cuando hay dos entrevistas mías en el libro, da la impresión de que estoy hablando bien de mi, no?, pero no, Juan es uno de los intelectuales más activos en cuanto a la publicación de literatura futbolística y ha escrito cosas muy interesantes, de hecho acaba de recibir en España un premio Vázquez Montalbán que es a la literatura deportiva con toda justicia porque es uno, una de las plumas más lúcidas sobre el futbol.

Aún en España mismo es difícil de encontrar libros, por ejemplo el año pasado antes de la Feria del libro de Madrid, salió un libro del Real Madrid no precisamente de su historia y es inencotrable.

Claro, porque son libros que se agotan, que tienen éxito pero que difícilmente se reeditan, por ejemplo hay libros muy interesantes que se han escrito de la historia del Real Madrid, de la Sociología del Real Madrid y hasta de la ficción del Real Madrid, cuentos de futbol sobre el Real Madrid escritos por distintos escritores de izquierda, y que se han agotado y que no han vuelto a publicarse y que se convierten así en grandes tesoros, si es curioso, para ver por ejemplo en el ultimo mundial de Alemania, en alemán se publicaron más de 200 títulos, de todo el mundo y con gran éxito de venta y supongo que después del mundial pasarán todos al olvido, porque bueno forman parte casi de una tradición que se convierta en literatura de usar y olvidar.

Y usted qué está haciendo ahora, ¿está escribiendo algún libro?

No, no, libro no. Escribo artículos, pero digamos por ejemplo tengo la última página del diario deportivo, del diario de más tirada que es un deportivo en España, que es el diario Marca, los días sábados la última página es para mi y escribo en el Excélsior de México, una columna por semana, en algún diario en Argentina más o menos con la misma frecuencia y luego en los mundiales un poco más activo, diarios ingleses pero no, y eso lo hago con mucha disciplina pero no tengo demasiado tiempo para ponerme a escribir un libro de futbol, ahora si que periódicamente se hacen recopilaciones de artículos que se convierten en libros.

¿Es más fácil escribir que dirigir un equipo de futbol?

Bueno, un equipo digamos depende de variables casi infinitas y el entrenador maneja algunas de esas variables indudablemente no todas, en cambio cuando uno escribe un libro termina el producto, es el libro que uno, en donde todos sus méritos y deméritos quedan expresados, no hay una responsabilidad que no puede dividir, de la que no puede hacer partícipe ni a la suerte ni al árbitro ni al sistema nervioso de los jugadores o sea que le pertenece exclusivamente a uno.

O sea que no depende uno de nadie más que de su propia capacidad.

¿Cuando escribe? Ah, indudablemente, en cambio cuando uno entrena depende de 11 voluntades, depende del árbitro, depende de la suerte, depende del estado del terreno de juego, depende del estado anímico que tiene una influencia poderosa en el rendimiento de los jugadores que al final el montón de variables y de todas formas hay muchas variables pero sólo echan al entrenador, en cambio la literatura es más justa.

Dos preguntas más, Real Madrid, ¿como lo ve ahora?

Uy! Real Madrid, es un tema infinito como lo veo en estos días en un proceso de búsqueda de su estilo, de su identidad, de la estabilidad institucional, hay muchos cabos sueltos en el Real Madrid en este momento, y una muy buena noticia, que es un club con mucho dinero quiero decirte tiene posibilidades económicas para buscar el futuro de una economía sana.

Algo no con morbo, sino para saber qué se siente o qué se sintió tener un accidente como el que vivió en México (se cayó el helicóptero en que viajaba).
Y poder contarlo.


Bueno vamos a ver, es un enorme impacto porque en el momento de sufrirlo uno tiene la sensación de que se termina todo ¿no?, lógicamente esa sensación de que la vida es muy frágil convertida en una experiencia sufrida en primera persona termina por acomodar las prioridades de un modo totalmente distinto al que existía en ese momento ¿no? Y lo curioso es que las cosas más simples pasan a ocupar el primer lugar.

Una charla de café, la familia, los afectos, pues pasan a ser la prioridad número uno contra otras cosas que hasta ese momento parecían más importantes, el trabajo, los viajes, bueno un cierto caos vital por lo tanto uno no se lo desea a nadie, pero salvada la situación uno termina encontrándole cierta utilidad.

Algún mensaje para los amigos que iban con usted en ese vehículo, entre ellos Isaac Vainer, amigo mutuo.

Bueno los veo con frecuencia, son desde hace un año, casi hermanos de sangre y se ha creado entre nosotros algo extraño, un vínculo muy fuerte, por lo tanto un saludo muy afectuoso para todos si leen esta nota.

El Valdano que he visto en el último par de horas es el Valdano de antes del accidente o es el Valdano de siempre, amable con quien le pide una fotografía o con quien le pide algo.

No yo siempre he sido una persona abierta y educada y muy agradecida al futbol y a la gente, cuando tengo la oportunidad de demostrar ese agradecimiento lo hago con mucho gusto.

Un honor haberlo entrevistado y siga siendo así.

Muchas gracias muy amable.

(entrevista realizada por Guillermo Garduño Ramírez y publicada en el portal mexicano "Poder Edomex" del lunes 26 de Marzo de 2007)

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Gregorio "Goyo" Carrizo, gran amigo de la infancia de Maradona y compañeros en la época de Argentinos Juniors cuenta con profunda emoción esta anécdota vivida junto a Diego: “Nos sentábamos en la mesa para comer y, entonces, Doña Tota –madre de Maradona- se acercó y le dijo: - Pelusa, andá a comprar un sifón de soda.
Fuimos a comprarlo como suelen hacerlo todos los chicos, corriendo. Al volver, doblando una esquina Diego cae y se le revienta todo el sifón en la mano. Le ayudé a levantarse y vi que tenía mucha sangre. Al llegar a casa, Doña Tota se asustó mucho y le llevó a una salita. Le pusieron unos diez puntos de sutura y un yeso que le cubría prácticamente todo el antebrazo.
Al día siguiente teníamos que ir a jugar contra Banfield, en cancha de Argentinos Juniors, y él iba diciendo que quería jugar por encima de todo.
- Pelu, no vas a poder jugar
–le dije-.
Nosotros le teníamos miedo al técnico, Francisco Cornejo. Llegamos al vestuario, siempre nos llamaba con una seña y un ruido que hacía con los labios. ¡Eso era terrible para nosotros! cuando nos llamaba así teníamos mucho miedo. Diego se acercó y se puso frente a él con la cabeza agachada, yo también le acompañé y me puse a su lado.
- ¿Qué te ha pasado? –preguntó el técnico-.
Diego le contó lo sucedido con el sifón.
- Bueno, vas a quedar un mes parado sin jugar –le contestó el entrenador-.
Diego bajó más la cabeza y empezó a llorar. Nos empezamos a cambiar, dio la formación y yo iba a usar la 10 por él. Entonces, el Pelusa me dijo:
- Goyo, decile que quiero jugar.
- Pero, no vas a poder jugar así.
- Sí, sí… yo quiero jugar porque vamos a salir campeones.
Lloraba tanto que decidí hablar con el técnico.
- Francis, Diego quiere jugar.
El entrenador, en ese momento, le llamó aparte.
- ¿Cómo vas a jugar con los puntos de sutura y el yeso?
- Sí, sí… Va, déjame jugar que yo no voy a correr, solo quiero festejar el campeonato que vamos a ganar.
Ante la insistencia le dejó jugar. Entró al campo con un pañuelo en el cuello que le inmovilizaba en parte el brazo, con el yeso… Ganamos 7 a 0 ese partido y Maradona hizo 5 goles.
Eso fue un recuerdo muy grande. A Diego muchos no lo han sabido valorar. Ha jugado muchas veces con lesiones y hoy es más fácil criticarlo que decirle: ¡Gracias Diego por jugar lesionado! ¡Gracias Diego por dar el pecho por nosotros! ¡Gracias Diego por la alegría! Es mucho más fácil decirle: sos un drogadicto, sos un enfermo…”
En ese momento, a Goyo Carrizo se le quebró la voz y, con semblante de pena, no pudo continuar...

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Yo no corro porque correr es de cobardes.

(ROGELIO, ex jugador del Real Betis Balompié, a su entrenador, Iriondo, que le exigía más esfuerzo)

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¿Qué es ser práctico? Nadie ganó más mundiales que Brasil.

(CÉSAR LUIS MENOTTI, entrenador de fútbol)

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La cancha interna


La cancha interna es el registro que tiene el jugador de todo lo que ocurre durante el juego con sus compañeros, los rivales, el referí, la cancha (sus dimensiones), los minutos que faltan, el clima, qué es lo mejor y lo peor de su equipo y del rival, por dónde sacar ventaja, qué parte de su equipo hay que reforzar, qué jugador está cagado, cuál agrandado, a quién hay que marcar hombre a hombre y por cuánto tiempo, cuándo hay que putear y cuándo alentar, cuándo hablar o no con el árbitro y así podría seguir infinitamente porque hay un montón de variantes en un partido de fútbol.
Cuantas más variantes pueda manejar internamente un jugador, mejor cancha interna va a tener, mejor lectura de lo que está ocurriendo en el partido, y a partir de ahí va a modificar o no el trámite. Voy a tratar de explicarlo con dos ejemplos simples. Uno es mi registro interno del tiempo. Yo ando por la ciudad, llena de cosas para distraer (como un partido); y quiero caminar cuarenta minutos, no miro el reloj a propósito y no le erro, puedo caminar treinta y nueve o cuarenta y un minutos, pero no más: el fútbol me dio el reloj interno.
Otro ejemplo: cuando jugaba en Racing y entrenaba casi todos los días en el estadio, me guiaba por los carteles de publicidad. Sin mirar tiraba la pelota y decía: En "Fernet Branca" está Cárdenas; en "Renomé", Maschio; en "Cinzano", el Toro Rafo. Les ganaba un tiempo a todos porque no apuntaba para pasar la pelota, tenía el registro interno de toda la cancha de Racing; es como el registro interno de la casa de uno donde podemos entrar y movernos con los ojos cerrados, porque tenemos calculado dónde está todo.

(extraído del libro “Jugar al fútbol” de Roberto Perfumo, ex jugador de fútbol y psicólogo social, Libros Perfil S.A., 1997)

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Antonio Ubaldo Rattín, ese mítico Nº 5 de Boca de los años ‘50 y ‘60, nunca tuvo empacho en decir que Néstor Rossi (símbolo riverplatense) era su ídolo, que lo admiraba por su forma de manejar la pelota y administrar los partidos. Por eso, cuando en la tarde del 9 de Setiembre de 1956 Mario Fortunato, que era técnico de Boca Juniors, lo puso en primera nada menos que para enfrentar a River, lo primero que hizo al entrar a la cancha fue pedirle a un fotógrafo que le sacara una foto con el legendario Pipo.
A los pocos minutos, trabó fuerte a Rossi y lo mandó al piso. Y el número cinco millonario, mirando desde el suelo al recién promovido centromedio boquense, le dijo: “A no, flaco, empezamos mal. No me jodas más porque le digo al fotógrafo que tire el negativo...”.

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Llegaré por sorpresa, el día 15, a los dos de la tarde, en el vuelo 619 de Varig...

(MENGALVIO, ex mediocampista del Santos de Pelé, en un telegrama enviado a la familia mientras se encontraba en gira por Europa)

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Me parece que todos los jugadores tienen los pies cuadrados, como Robocop. Necesitan más de aceite que de un buen masaje.

(DIEGO MARADONA, opinando sobre el Mundial de Francia 1998)

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La dulce "venganza" de Sparky...


Un día cualquiera de un mes como Mayo, cuando florecen las flores, del año 1991. Este es el centro de nuestra historia. Un galés que milita en un equipo inglés, que intentó la aventura europea -“más vale olvidarla”, ha comentado- y que se presta a jugar su primera final continental, sueña despierto en una habitación de un hotel de Rotterdam.
Mark Hughes se enfrenta al F.C. Barcelona, su ex equipo, su ex calvario y su venganza. Todo eso significa para el de Old Trafford los colores azulgranas. Quiere conquistar la Recopa de Europa ante un club en el cual los fantasmas aparecían a diario en forma de afición, periodistas o árbitros. Y quiere vengarse a lo grande. Marcándole goles que signifiquen la derrota.
Su tragedia deportiva comenzó el día que Terry Venables decide llevarse a la Ciudad Condal a Gary Lineker y a Mark Hughes. Unos dicen que el técnico cumplió un viejo sueño de verlos jugar juntos; otros que el fichaje del galés fue propiciado por aquel extraordinario gol que le marcó a Arconada, en la fase clasificatoria del Mundial 86. Sea cuales fueran de las dos, o ninguna o ambas, Mark vivió una agonía futbolística muy particular.
Relegando a la grada a Bernd Schuster y a Steve Archibald, el dúo británico se las prometía muy felices en el Camp Nou. Pero la luz nítida del verano dejó paso a las sombrías tardes del invierno catalán y en medio de brumas y neblinas la estrella del galés se iba diluyendo como el azúcar en el café hirviendo.
Cuando el panorama no podía ser más negro de lo que era, la primavera -la sangre altera, dicen- dibujó una cauta sonrisa en su mejilla. Había firmado por ocho temporadas con el Barça y aún no se había cumplido la primera cuando le cedían al Bayern Munich.
Para Mark se abría el cielo. Tras la lluvia asoma vagamente el arco iris y Hughes cumplió suficientemente en su etapa bávara. Apenas un año después de su salida del archipiélago británico volvía con la credibilidad por los suelos, una experiencia amarga y un sinfín de complejos.
El verano del 86 quedaba atrás. 365 días habían transcurrido ya, y como cuan joven que quiere enterrar sus vicisitudes en el servicio militar, Hughes se disponía a iniciar un nuevo periplo en el fútbol.
Mark Hughes era otra vez “diablo rojo” y si bien es cierto que el ‘toro’ que quería Venables para el Barcelona no embistió lo suficiente, ahora, ¡qué demonios! podría resarcirse.
Con el raudo transcurrir de los años, Hughes fue completando su juego hasta hacerlo exquisitamente británico. “Digamos que el Camp Nou fue una gran escuela para mí. Aprendí muchísimo. Luego, en el Bayern, me doctoré, y, de nuevo en Manchester, empecé a dar clase”, comentó el galés en un periódico británico.
Mark va demostrando partido tras partido que se equivocaron con él. No era tan malo como decían por tierras españolas. En 1990 obtiene su segunda Cup, una copa que le sabría de maravilla porque significaba el retorno del Manchester, y por ende, de los conjuntos británicos al viejo continente.
Tras cinco años de contemplar un paisaje desolador a causa de unos hooligans que una tarde de 1985 en Heysel cubrieron este deporte de sangre, luto y vergüenza generalizada, los ‘diablos rojos’ querían volver a Europa por la puerta grande, como los toreros.
La Recopa era el punto de encuentro con el Viejo Continente. Mark lanzó una promesa al viento que sólo el dios Eolo supo entender. En cuartos de final, el Manchester mantiene un gran duelo con el Montpellier. Hughes es el principal responsable del pase de su equipo a semifinales, propiciando la expulsión de dos jugadores franceses, uno en cada encuentro.
Y en la eliminatoria previa a la final, el galés desea fervorosamente encontrarse con el Barcelona para poder volver al Camp Nou y demostrarle a la afición azulgrana lo que había desechado cinco años atrás.
Pero el azar quiso que la cita se pospusiera hasta la final y el escenario fuera Rotterdam, por aquello de los tulipanes, que huelen mejor con el tiempo, o por aquello de los quesos, que siempre el ratón encuentra el momento oportuno para comérselos.
“No me conformo con humillarles. Quiero destrozarles para que se acuerden de mí toda su vida”, fue la frase más ‘tierna’ que dedicó Mark Hughes al Barcelona horas antes de la final. “Fue una pesadilla horrorosa y nadie puede imaginar lo que he estado sufriendo hasta conseguir una posible venganza. El momento está ahora muy cerca y no lo voy a desaprovechar”. Estas fueron sus palabras minutos antes de saltar al césped.
La concentración era máxima. En juego, un título continental para el Manchester, un prestigio perdido para el fútbol inglés y una guerra de por medio con intereses contrapuestos.
Dos goles del ex amargaron la noche al Barcelona. La afición sólo pronunció una frase tras el pitido final: “Y Sparky -apodo que le viene por su chispa- encendió la pólvora y tuvo una dulce venganza”.
Como dulces y golosos fueron los dos títulos de mejor jugador inglés del año obtenidos en 1989 y 1991. Es el primer jugador en la historia del fútbol británico que posee este galardón en dos ocasiones.

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Sergio Ibarra, uno de los máximos goleador en actividad en el fútbol peruano, jugaba en el año 2000 en el desaparecido Deportivo Wanka y una tarde, cuando su equipo disputaba un partido por el Torneo Apertura en el estado principal de Huancayo, fue expulsado tras participar en una acción discutida y confusa, la que hoy el atacante sólo recuerda con hilaridad.
Lino Morán, su compañero en el equipo "verdolaga", había cometido una falta artera y el juez central Carlos Hernández puso la mano derecha en el bolsillo de su short para sacarle la tarjeta roja. Pero cuando el árbitro se disponía a hacerlo, el ‘Checho’, como le dicen a Ibarra, interrumpió la acción y Hernández, entre sorprendido e indignado, lo expulsó, según su interpretación, por haberle tomado la nalga, lo que al futbolista le costó seis meses de suspensión. La Comisión de Justicia revisó las imágenes otra vez luego de la apelación, y rebajó la sanción a 90 días, por lo que delantero argentino tuvo que irse al club Águila, de El Salvador, después de quedar imposibilitado de actuar en ese lapso en un equipo local.
Después Ibarra volvió al Perú y pasó por varios clubes nacionales y uno del extranjero (Once Caldas de Colombia), pero su momento de gloria absoluta fue defendiendo a Cienciano, con el que ganó la Recopa Sudamericana de 2004.
¿Y Hernández? Se hizo más famoso por esa decisión apresurada, porque la prensa deportiva ya le había puesto ‘Incapacidad’ por su falta de criterio cuando se vestía de negro.

(anécdota extraída del blog "Goal peruano")

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