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Chilavert


Me enfrento al partido Paraguay-España con el interés añadido de contemplar el comportamiento de Chilavert, un guardameta que prepara los partidos de fútbol como Cassius Clay (o Muhammad Alí, para los amigos) preparaba sus encuentros de boxeo. Alí le comía la moral al adversario prometiéndole convertirle en puré transformable en pienso compuesto para gallinas infelices, y había que ser o muy tiarrón o muy tonto como para subir al cuadrilátero con los congojos en su sitio y medida. Chilavert preparó el partido contra España cebándose en Casillas, al que prometió meterle dos goles sin salir de su propia portería, según la misma magia empleada por Helenio Herrera cuando prometía ganar los partidos sin que su equipo bajara del autocar.
Pero nada más planteado el encuentro, Chilavert abrazó a Casillas y estuvo tan cariñoso con él que yo diría que le estaba cantando un bolero, y Casillas, que es demasiado joven para que un colega le cante boleros al oído, trataba de salir del meloso acoso con la entereza presumible en un portero español y además del Real Madrid. Pero Chilavert siguió con los boleros y le regaló un gol a España y un penalti, y trataba de cantarle otro bolero a Raúl, más avezado en cantables que Casillas y que lo escuchó con la sonrisa plena, desde la seguridad de que Hierro no fallaría y se iba a producir el tres a uno a favor de la selección española. No sólo estuvo Chilavert cariñosísimo con los jugadores españoles, sino que en sus salidas como portero escoba, es un decir, sólo confirmó su propia peligrosidad, una peligrosidad objetiva, tanto por los kilos excesivos como por las estadísticas, donde se demuestra que Chilavert, cuando sale de su territorio étnico, el área, es más un espectáculo que una amenaza.
Consiguió tirar un saque libre contra la portería de Casillas, no mal lanzado pero sí algo lánguido, abolerado diría yo, y el portero español lo paró con discreta suficiencia; tampoco era cuestión de humillar al adversario. Pocos se explicaban por qué el feroz Chilavert se había convertido en el más importante amigo de la selección española, y hubo quien intuyó una operación de imagen de cara al mercado futbolístico español, especialmente el barcelonés, donde Van Gaal es potencial fichador de todos los porteros globalizados, incluso de los que están en fase de liquidación de fin de temporada, dentro de una enigmática operación de coleccionismo de porteros que forma parte de la más inesperada y por ello inteligente estrategia del equipo Gaspart.
No consigo complicidades con este campeonato del mundo matinal y secuestrado por la televisión privada. Menos mal que miles de coreanos, del Actor's Studio local, todos los días consiguen excelentes mimesis de todos los Manolos del Bombo nacionales.

(extraído del excelente libro “Fútbol: una religión en busca de un Dios” de Manuel Vázquez Montalbán, Ed. De Bolsillo)

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Entre las historia curiosas del mundo del fútbol hay una sucedida a mediados de la década del 90 en la Romadera (estadio del Real Zaragoza) que es además de curiosa muy divertida. Si hacemos memoria, años atrás Carlos Bilardo entrenaba al Sevilla español y en dicho equipo jugaba Diego Armando Maradona.
En un momento del partido que en Febrero de 1993 enfrentaba al Sevilla con el Deportivo La Coruña se dio una jugada polémica, y Bilardo exclamó aquel famoso “písalo” refiriendose a que pisaran a un jugador del equipo rival antes de correr en su ayuda. La historia viene a colación pues tiempo después se enfrentaban en un partido de Copa UEFA el Zaragoza contra un equipo inglés (del cual no recuerdo el nombre), el partido se jugaba en la Romareda (Zaragoza) y ya es sabido el carácter de los hooligans ingleses… al rato empezó el desparramo y los incidentes provocados por los británicos, como de costumbre. Es entonces cuando salta la policía y empiezan a golpear hooligans y los seguidores del Zaragoza a coro cantaron la famosa frase de Bilardo: “písalo, písalo, písalo…”, motivando a la policía para que le diera más fuerte. Lo gracioso es que los ingleses entendieron “paz y amor”, como aquella famosa canción de John Lennon, si uno dice “písalo” de forma rápida y sabiendo que eran miles de personas lo que los cantaban, se puede advertir como parece que dice “peace and love” (paz y amor).
Al día siguiente los periódicos ingleses destacaban el buen carácter y bonomía de los seguidores del Zaragoza.
Si supieran la verdad…

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No estoy viejo ni mucho menos. Me retiro porque el exceso de carnes me decreta una jubilación obligatoria.

(MANUEL SEOANE, ex jugador de fútbol argentino de la década del '30)

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Los alambrados en los estadios argentinos son bastante altos Yo digo que no hay que penar al que toma la pelota en la tribuna y se la lleva. Hay que penar al que la pateó a la tribuna. Hay que decirle: "Pibe, a esta pelota la pagas vos".


(CARLOS BILARDO, director técnico de fútbol y comentarista de Radio y TV)

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San Gennaro (Rafael Bielsa - Eduardo Van der Kooy)



-Jorge -le dijo Marcela por el intecomunicador-, te llama el profesor Gennaro. Me parece que es del exterior.
-¿Qué profesor Gennaro? Yo no conozco a ningún Gennaro-.
En ese preciso instante le vino a la memoria el cuerpo bajo y romboidal, con las espaldas sumarias, los piecesitos de bailarina de caja de música, el enorme vientre hemisférico, y aquellos párpados semejantes al abombado telón de un escenario, que él subía y bajaba y volvía a subir lánguidamente. Lo había conocido en Nápoles, en Julio de 1990, antes del Mundial de Italia, y le había quedado debiendo cincuenta mil liras, cerca de cuarenta dólares. Cuatro años después, a días viajar al Mundial de Estados Unidos, el profesor Gennaro esperaba al teléfono desde el otro lado del Atlántico.
-¿Qué le digo, Jorge? -insistió Marcela.
-Nada, pásamelo.
En Abril de 1990, Maradona había consagrado por segunda vez al Nápoli monarca máximo del fútbol italiano. Tres meses más tarde, Argentina debía continuar su rueda clasificatoria en Nápoles. Había debutado, perdiendo sin misericordia por uno a cero contra Camerún en Milán; ahora la esperaban Rusia y Rumania en el sur de la Península.
Jorge y Federico, su hijo, llegaron a Nápoles a las once de la mañana, con tiempo de sobra como para sacar las entradas. La camiseta argentina de Federico con el diez en la espalda era el salvoconducto con el que obtener información sobre el mejor modo de llegar al estadio San Paolo, sonrisas de simpatía, y hasta una millefoglie de regalo, exquisita pasta cubierta de crema espesa y azúcar impalpable que les ofrendó una enana con su manita lóbrega y arrugada. El mágico nombre de Maradona, y todo lo que estuviese dentro de su área de atracción, producía portentos.
-¡Hola, Gennaro, cómo estás! -lo saludó Jorge, con una mezcla de ímpetu y de mala conciencia-. Me alegra mucho escucharte.
-Ciáo, Giorgio, anche a me' fa piacere ascoltarte.
Jorge recordó que llegados al exterior del San Paolo, se encontraron con que había un par de ventanillas abiertas, y algo así como una lombriz solitaria integrada por miembros de la camorra revendiendo entradas. Hicieron la cola, y al tocarles el turno comprobaron, irremediablemente, se habían agotado los biglietti. Antes de que la última vocal de la negativa se apagara una veintena de revendedores los rodeó, con una paleta de ofertas que excedía todo lo imaginable: ubicación en la "Curva A", en la "Curva B", almuerzos en la trattoría Pasqualino, mujeres adolescentes de Pozzuoli, la patria de Sofía Loren, paseos en la Circunvesub, adolescentes marroquíes venidos del Sahara y de las montañas del Atlas, alojamiento cerca del Pendino di Santa Barbara, taralli dulces recién sacados del horno incandescente.
Cuando casi habían comprado las entradas a un muchacho al que la desesperación hacia persuasivo, se escuchó una voz con el timbre graso y alquitranado del fumador de toscanos: "gli amici son argentinos, de la patria de Diego. Que paguen lo que es justo, y denles "Curva B", que es donde están los amigos de los amigos". Jorge y Federico se dieron vuelta, y allí estaba Gennaro, que con una reposada mirada de sus ojos de escuerzo dirigida al vendedor perfeccionó la operación de modo inapelable. Professóre Gennaro Sgádari di Lo Monaco, piacere, se presento. "¿Qué piensan hacer hasta la hora del partido?"
Como no eran más de las doce, Jorge y Federico aceptaron la invitación de Gennaro, subieron a su auto, y se dispusieron a conocer la ciudad a la que cada cincuenta años llega el viento negro, el chiorni vetier, desde el pueblo de Constantinovka, de las tierras cosacas del Dniéper, para teñir lo que toca de color negro y de tristeza.
Al pasar por el número 28 de la Via Butera detuvo la mácchina, señaló un palacete con una fachada del siglo XIX que daba a la propia Via Butera, y otra del XVIII que daba al paseo marítimo del norte, y con voz ceremoniosa anunció que se trataba de la casa de Diego. En la parte que enfrentaba el mar tenía una terraza alta y amplia con una vista magnífica de la bahía. El profesor Gennaro les contó a Jorge y a su hijo que él conocía la casa, que tenía una escalera de mármol rojo y dos bibliotecas: la especializada en Historia, en una habitación amplia del segundo piso, y en el piso de abajo (donde Claudia convocaba a sus tertulias sobre lírica) la que albergaba las vitrinas con los libros de literatura. "Esta es la que prefiere Diego, y lo he visto con mis propios ojos -alta la noche- leyendo detrás de las cortinas movidas por la brisa del mar recamado de escamas color vino, que, es el verdadero color del mar según Homero", rememoró Gennaro. Jorge torció hacia abajo las comisuras de la boca, como un Buda agrio, pero no dijo nada porque pensó que a fin de cuentas el hombre era local, y debía saber de lo estaba hablando.
Viajaron otros cinco minutos, y llegaron a la casa de la Via Ruggero Settimo, donde vivía Lila Iljascenko, la seconda moglie de Diego. "Allí cantan a dúo canciones rusas con un piano desafinado", añadió el profesor, “y Diego guarda sus propios libros que ha mandado encuadernar, la única extravagancia que se permite, además de ir personalmente al mercado a comprar unos calabacines que le gustan”.
¡¡¡¿¿¿Cantan a dúo???!!! -preguntó Jorge, a quien esto ya le pareció demasiado-.
El Profesor Sgádari di Lo Monaco, con un mohín benevolente, lo amonestó: Cave obdurationem cordis, ¡ojo con la dureza del corazón!
Cuatro años después, el hilo telefónico reproducía con fidelidad la voz de Gennaro. ¿Vas a la Copa? -Seguro -contestó Jorge-, salgo para los United States en unos días. Instantáneamente recordó el encuentro entre el propio Maradona y el profesor.
"Venía del mercado con una bolsa tejida y los calabacines dentro, y lo saludé al pasar: '¡Salve, Maestro!' Maradona se detuvo, cambiamos unas palabras, y me recitó un fragmento de un poema de Drinkwater, con algún error de traducción, debo decirlo, pero también muy hermoso. 'Ahora el dolor lastra mi sombra' dijo con sentimiento, y no está nada mal / habitar con mis padres donde ni el miedo ni el cariño / pueden ya alcanzarme, ni el rencor de los hombres ni mi atormentada culpa, / mientras el musgo urde despacio el final de mi nombre olvidado".
También recordó las cincuenta mil liras que le debía a Gennaro.
"Entonces, si vas al calcio, podemos encontramos en América". Evasivo, Jorge le respondió que tenía entendido que la sede de Italia era Nueva York, y la argentina Boston.
"¡Ma' qué Italia ni qué Nueva York! ¡Nosotros vamos a Boston! Viajamos con Renato Montuorí, il capo de los ultras de la "Curva B". ¡Maradona! ¡Vogliamo vedere ancora una volta Maradona!'
El olor a sahumerio, a hierbas votivas del corazón del bosque casi podía olerse a través del teléfono. Como sucede con las religiones jóvenes, el regocijo del corazón es todo el propósito que anima la existencia.

(Este relato se publicó en el libro "La vida en Rojo y Negro" de Rafael Bielsa y Eduardo Van der Kooy, Catálogos, 1999)

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Así se arenga a un plantel!!!

* Carlos Manta, D.T. de Tacuarembó, 1º División del fútbol de Uruguay

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Mire, Ramos Delgado, yo reconozco sus virtudes técnicas y las defiendo. Pero en el área no me juegue la pelota, tírela lejos, mándela a la tribuna. No importa que lo silben, porque yo lo voy a aplaudir. Usted juega para mí, para el equipo. Deje que los otros griten, que la tabla de posiciones se hace en silencio.

(RENATO CESARINI, recordado ex jugador y técnico ítalo-argentino, dando esta definición en 1970 al excelente defensor de paso por el fútbol argentino y brasileño)

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En el fútbol cada vez hay menos tiempo y menos espacio. Por eso cada vez son más necesarios los jugadores técnicos. Con la técnica se gana tiempo.


(OSCAR WASHINGTON TABÁREZ, técnico uruguayo)

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La canción del brazalete (Inglaterra)


Su brazalete lo demostraba
él era un 'red'
Torres, Torres
Nunca caminarás sólo, decía
Torres, Torres
Compramos al chico
en la soleada España
Agarra el balón
y marca de nuevo
Fernando Torres
es el número 9 del Liverpool
Na Nar, Na Nar, Na Nar...
Fernando Torres


"The Armband Song" es la canción que los hinchas del Liverpool FC, The Kop, han creado para homenajear a Fernando "El niño" Torres. El delantero esta teniendo una extraordinaria temporada en Inglaterra y hay detrás de esta canción hay una curiosa historia.
Mientras militaba en el Atlético de Madrid, y era su capitán, llevaba inscrito en su brazalete las palabras “You´ll Never Walk Alone”, lema del club ingles que, paradojicamente, le fichó posteriormente. Este hecho ha sido la base para realizarle al futbolista español la canción que ahora corean los seguidores de los "reds" a su nuevo ídolo.

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¿Es verdad que una vez te negaste a ser suplente de Fillol?

Algo así. Fue en 1987, el “Coco” Basile estaba en Racing. Yo me vine para acá, arreglé mi situación económica y fui a hablar con Basile. El Coco me advirtió: “Mire pibe, aquí el titular es Fillol”. Enseguida pensé: así no voy a tener la chance de nada, ni siquiera de pelearla. Entonces le dije al “Coco”: “Le agradezco mucho, pero yo no soy suplente de nadie”. Y me volví a Córdoba.

¿El gol más bobo que te comiste?

Uno de Craviotto, en la cancha de Estudiantes, en la época de Menotti. La pelota me picó adelante, tomó un efecto rarísimo, yo salté y me pasó por arriba. Craviotto estaba atrás y metió la cabeza. Los medios me mataron. A los pocos días me crucé a Amadeo Carrizo por el club y me la dejó bien clara: “No se preocupe pibe, todavía se va a comer 300 goles bobos más, el tema es que no sean todos en el mismo partido”.

¿Alguna vez te agarraste a trompadas con un compañero?

Me pegaron. Linda piña me dio en Talleres Tévez, un negro grandote como de tres metros. Estábamos discutiendo, jetoneando y me metió una piña terrible. Me bajó los humos. Yo era de pelearme bastante en esa época.

(ÁNGEL DAVID COMIZZO, ex arquero del fútbol argentino, en un reportaje publicado en la revista “El Gráfico” en Mayo de 2002)

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Puedo garantizar al pueblo colocolino que no hay por qué preocuparse.

(PETER DRAGICEVIC, ex Presidente de Colo Colo, una semana antes de la quiebra de esa institución en Enero de 2002)

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Era un partido que se podía ganar, por eso estoy dolido. Hay un montón de cosas que me gustan y otras que no.
Ayer
(por el domingo), con los chiflidos a su hijo y los cambios que hizo, los hinchas dieron su reprobación y yo la comparto.
La silbatina a Emiliano
(hijo de Díaz) -que es un chico excelente, muy querido por el plantel- es una injustia, pero creo que Ramón le hace muy mal al ponerlo. Creo que no está para la primera de San Lorenzo.
A Ramón lo quiero muchísimo y lo respeto, pero me duele cuando habla de River. Me gustaría que cuando le preguntan diga:
‘de eso no hablo mientras esté en San Lorenzo’.

(MARCELO TINELLI, empresario y conductor televisivo argentino "atendiendo" al DT de San Lorenzo, Ramón Díaz, tras la derrota del fin de semana de San Lorenzo frente a Argentinos Juniors por 1-2)

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Argentino Geronazzo (Argentina)


Argentino Geronazzo se inició en las inferiores del club Vélez Sarsfield como volante central en donde llegó a jugar en Primera División. En el equipo de Liniers jugó desde 1952 a 1954, 13 partidos y convirtió 13 goles. Luego pasó al Nápoli de Italia y sin escalas recayó en el Argentino de Quilmes en 1958.

Integró el plantel del "Mate" de 1958 y 1959 que disputó el Torneo de la 2ª División de Ascenso. Con la celeste y blanca jugó 28 partidos y marcó 1 gol (el 9 de Mayo de 1959, frente a Flandria en Cancha de Quilmes en el triunfo Mate por 4 a 2).
Cabe destacar que Argentino de Quilmes, tanto en la temporada 1958, como en 1959 obtuvo consecutivamente el subcampeonato de la 2ª División de Ascenso.

Lo cierto es que Argentino Geronazzo trascendió en el mundo del fútbol como entrenador. Fue un técnico innovador en sus tiempos, con inquietud por la táctica, fue uno de los primeros que comenzó a pensar en el rival, por eso mandaba a espiar a los equipos contrarios, algo totalmente desusado por aquel entonces. Dirigió numerosos equipos de Primera, trabajó en el Cuerpo Técnico de la Selección Nacional encabezado por Osvaldo Zubeldía en 1966 y armó el equipo de Chacarita Jrs. que obtuvo el campeonato Metropolitano 1969 pero dejó el cargo poco antes que finalizara el certamen.

Además, se convirtió en uno de los grandes teóricos del fútbol ya que es autor de varios libros sobre técnica y táctica del balompié. Entre los títulos más conocidos se encuentra “Táctica y Estrategia del Futbol” escrito en coautoría con Osvaldo Zubeldia.

Pero sin duda, Geronazzo ha sido un personaje singular y sus anécdotas lo pintan de cuerpo entero. Tal es así que en una oportunidad, el hombre sintió que el fútbol lo tenía cansado y entonces decidió que sólo iba a dirigir en clubes que estuvieran en un radio no mayor a 30 cuadras de su casa para poder dormir la siesta. Entonces tomó un mapa de Buenos Aires y con un compás trazó un círculo de treinta cuadras de radio, haciendo centro en su domicilio. Cada vez que lo venían a ver, consultaba el mapa. Si alguien lo tentaba y estaba a más de la "distancia mínima” le agradecía a los dirigentes y les decía “Lo siento, pero no puedo aceptar”, sin dar más detalles.

Eran famosos sus desplantes y respuestas descabelladas. En una ocasión, un interventor de la Asociación del Fútbol Argentino lo tentó telefónicamente para hacerse cargo de la Selección Nacional. Sin rodeos, Geronazzo le dijo “No doctor, por favor, charlemos otro día y a otra hora... Es que en ese momento estaba haciendo la siesta”.

A raíz del título que Chacarita obtuvo en el 69 y siendo el factótum de aquel palmar, un periodista le preguntó a Argentino Geronazzo sobre la receta del éxito. A lo que el DT contestó "La primera vez que los vi me dije… Ningún equipo puede jugar bien si tiene más de 30% de bobos...bajé el porcentaje y fuimos campeones..."

Otra de Geronazzo. Dirigía a Chacarita en una jornada en que su equipo jugaba en forma horrible. Al finalizar el Primer Tiempo encaró a los jugadores. Les pidió que se calmaran y para sacarles tensiones les dijo que jugaran tranquilos “para divertirse”. E insistió “No les pido que ganen sino que traten bien la pelota y procuren reivindicarse del desastre que hicieron en la primera parte. Nada de apretar los dientes, quiero que se suelten, que jueguen”. Al dejar el vestuario para ir a la cancha se cruzaron con el presidente del club que, para alentarlos les gritó “Vamos Chaca, garra y corazón”. Geronazzo lo increpó indignado y le preguntó “¿Quién es usted para darle instrucciones a los jugadores?”. El sorprendido dirigente le contestó: “No les di instrucciones, sólo les dije que pusieran corazón”. “Justamente -replicó el técnico- es todo lo contrario a lo que les pedí yo”.
Geronazzo fue un personaje sin par y es innumerable la cantidad de ocurrencias y anécdotas que lo tuvieron como protagonista, aquí enumeramos algunas de las más conocidas:

Un día lo llamaron de Independiente de Avellaneda, era un día muy caluroso y Geronazzo fue en camisa. Conversó en la sede con la comisión directiva y a los dos o tres días uno de los dirigentes le comunica que no lo van a contratar. Geronazzo preguntó el motivo. "Y... no lo vamos a contratar porque usted vino a la reunión en mangas de camisa...", explicó el dirigente Y Geronazzo respondió: "¿Cómo querían que fuera? ¿Con saco, corbata y sobretodo?"

Posteriormente estuvo como técnico en Independiente, le faltaban elementos, todos los días Geronazzo reclamaba lo que necesitaba. Especialmente, veinte pelotas para entrenamiento. Siempre le daban diez. Vuelta a reclamar. Y vuelta a darle las mismas diez. Un día se cansó. Agarró las diez pelotas, las pateó a las vías del ferrocarril y se fue. Nunca más apareció por el club.

Se hizo cargo de la AFA el doctor Porri. Y antes de llamar a Pedernera para que tomara la selección, en vísperas de las eliminatorias del último mundial, lo llamó a Geronazzo. Eran las dos de la tarde. Geronazzo atendió el ofrecimiento, que habría enloquecido a cualquier técnico, y le contestó: "No, doctor, por favor... Conversemos otro día y a otra hora. En este momento estoy haciendo la siesta..."

Geronazzo dirigió a Gimnasia. Perdieron un partido en La Plata y antes de salir del vestuario les avisaron a Geronazzo y a los jugadores que afuera los esperaba una barra brava. El técnico hizo entonces una invitación: "Muchachos, sólo nos puede salvar una cosa. Salgamos todos juntos y les damos una buena tunda...". Dicho y hecho. Geronazzo salió al frente seguido por sus jugadores y corrieron a los hinchas a lo largo de varias cuadras...

Otra vez, los hinchas “triperos” lo siguieron hasta la estación de La Plata y al verlo solo lo rodearon. Ellos no sabían que Argentino Geronazzo estudió karate. Lo supieron cuando se puso de espaldas a la pared, empezó a meter planazos y comenzaron a volar hinchas...

Dirigía a Deportivo Morón y un día les anunció a sus jugadores: "Esta semana se portaron mal y están todos sancionados. Como castigo van a tener que jugar contra Estudiantes de La Plata...". Los "pincharratas" se estaban preparando para una final de Copa y Zubeldía le había pedido el equipo para un partido de entrenamiento...

Geronazzo estaba en Chacarita y lo fue a ver un jugador para pedirle un permiso especial después de un partido. En vez de volver el martes al entrenamiento, quería tomarse un día más y volver el miércoles. "Como no", le dijo Geronazzo, "vaya. Y no vuelva más..."

Una tarde que Chacarita protagonizaba un encuentro muy malo se fue de la cancha. Recién apareció cuando terminó el partido. Otra vez que Chaca jugaba por el promocional contra un equipo sanjuanino, viendo que el partido era muy aburrido, se acostó a dormir en el banco de los suplentes...

Fuentes bibliográficas

- Argentino de Quilmes: 100 años de fútbol criollo. Raúl Herrera. Editorial "Tiempo Sur"
- Sitio web no oficial del club Argentino de Quilmes "Unidos por el Mate"
- ABC del Ascenso de Olé - Tomo 3
- Sitio oficial de la Asociación del Fútbol Argentino
- Revista “El Gráfico” Nº 2106 (03/02/1960)
- Revista “El Gráfico” Nº 2731 (08/02/1972)

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A usted, según tengo entendido, le gusta mucho el fútbol, ha escrito sobre fútbol, también tengo entendido. ¿Le hubiera gustado ser jugador de fútbol?

Sin duda. Como todos los bebés del Uruguay yo nací gritando "¡Gol!", por eso las maternidades aquí son insoportablemente ruidosas, porque todos los bebés gritan "¡Gol!" al nacer. No pude realizar mi vocación, y entonces, lo que no pude hacer con las piernas, porque era un "patadura" irremediable, lo hice con las manos.
Escribí un libro de fútbol, que se llama "El fútbol a sol y sombra". Y no me fue nada mal con el libro, por suerte. En las canchas fui una desdicha de la patria, pero escribiendo no me fue tan mal.


Hablando del vínculo entre literatura y periodismo, que para usted es más o menos la misma cosa, también entre fútbol y literatura se llevan bien, ¿no?

Sí, ahora, por suerte, se están superando los viejos prejuicios que impedían el encuentro entre la literatura y el fútbol, porque eso abarcaba todo el abanico de las opiniones, de las ideas, desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha.
Para la derecha, el fútbol era la prueba de que el pueblo pensaba con los pies, y para la izquierda el fútbol tenía la culpa de que el pueblo no pensaba. Entonces había como una unanimidad involuntaria en torno al tema, que divorciaba al fútbol del mundo intelectual en general.
Los escritores iban con vergüenza al fútbol, escondiéndose como Humphrey Bogart, bajo el sombrero y la gabardina. Y hoy por hoy eso ha cambiando, por suerte, gracias a unos cuantos escritores que han escrito, como mi gran amigo el "gordo" Osvaldo Soriano, libros sobre fútbol estupendamente escritos.


¿Para escribir hay que leer mucho?

Hay que saber ver, tener muchos ojos en el cuerpo, hacer con las letras lo que Maradona hacía con la pelota, porque él también tenía muchos ojos en el cuerpo, entonces veía con la nuca, con la espalda, con los pies. Y el escritor también. El escritor es buen escritor cuando sabe ver más allá de lo que se ve, y ofrece lo que ve a los demás para ayudar a ver.

(entrevista al escritor uruguayo Eduardo Galeano en el portal digital “BBC Mundo” del domingo, 2 de Julio de 2006)

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Nunca habrá otro Pelé. Mi padre y mi madre cerraron la fábrica.

(EDSON ARANTES DO NASCIMENTO "Pelé" y la humildad a la que nos tiene acostumbrados)

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Nací con el regalo natural de dejar la pelota en la red y nunca me interesó hacer mucho más.

(JIMMY GREAVES, infalible goleador británico de la década del '70)

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EL BOMBILLO - Club Sport Emelec (Ecuador)


El Club Sport Emelec, es un club deportivo de la ciudad de Guayaquil, provincia del Guayas, Ecuador. Fue fundado en el Barrio del Astillero el 28 de abril de 1929 por el norteamericano, George Capwell. Su principal deporte es el fútbol, el más popular en el país, y juega en la Serie "A" Ecuatoriana, máxima categoría nacional, la cual ha ganado en diez ocasiones.

Disputa el llamado "Clásico del astillero" ante el Barcelona, club de la misma ciudad con quien mantiene una gran rivalidad histórica. Su barra brava se llama la "Boca del Pozo" y es conocida por ser la primera de este tipo que apareció en el país.

George Capwell llegó a Guayaquil proveniente de Cienfuegos, un estadounidense que sería Superintendente de la Empresa Eléctrica del Ecuador. Inmediatamente observó que el deporte despertaba gran pasión entre los empleados. Entonces, decidió convocar a una Asamblea y junto con otros deportistas, amigos y empleados de la empresa eléctrica, como Nathan Meyers, Víctor Peñaherrera, Octavio Arbaíza Marquez de la Plata y Rigoberto Alvarado, decide fundar un club deportivo al que se le puso el nombre de la Empresa Eléctrica del Ecuador: Emelec. El apodo "Bombillo" (foco) está intimamente ligado a esta empresa eléctrica así como "Los eléctricos" otro de los sobrenombres con que se conoce a este grande del fútbol ecuatoriano.

Según consta en el Acta de Fundación, la primera Junta de Socios se realizó el 28 de Abril de 1929, fecha en la que nació una de las más grandes instituciones deportivas del país. Desde sus inicios el club contaba con equipos de natación, béisbol, boxeo, básquetbol y atletismo. Dado a que su fundador, George Capwell, tenía predilección por el béisbol, su idea no fue formar un club deportivo que se centre en el fútbol. A pesar de esto, posteriormente se incorporó a este último deporte, porque no le quedó otra que engancharse a la pasión de multitudes. El 7 de Junio de 1929, el equipo de fútbol de Emelec se afilia a la Federación Deportiva del Guayas e ingresa a la Serie "C", donde debuta el 24 del mismo mes, con una derrota de 2 a 1 frente a Gimnástico Ecuador. Después, Emelec ya contaba con un equipo de béisbol, donde El "Gringo" Capwell era el catcher. Ya para ese entonces, él ya era todo un referente, como deportista y dirigente.

El profesionalismo

El profesionalismo en el Ecuador empezó en 1951, cuando en cada provincia se realizaban campeonatos, pues aún no había un campeonato de carácter nacional. En 1956 Emelec consigue su primer título del profesionalismo, al consagrarse campeón del Guayas, tras empatar el 2 de Diciembre con Barcelona en el Clásico del Astillero, ante 30.000 espectadores.

Aquel legendario equipo fue dirigido por el chileno Renato Panay y tuvo a uno de los mejores guardametas de todos los tiempos, Cipriano Yu Lee. Tenía una defensa aguerrida e impasable conformada por Jaime Ubilla, Cruz Avila y Raúl Argüello; un medio campo tan recuperador como ofensivo, destacándose Francisco Pugliese y Bolívar Herrera, además de Chinche Riveros y Galo Solís; en el ataque contaba con José Vicente "El Loco" Balseca, Daniel "Pata de Chivo" Pinto, Carlos "El Flaco" Raffo y por la izquierda Jorge Larraz, acompañado por Júpiter Miranda. Para ese entonces, Emelec ya se había metido en el corazón de su gente, y siguió creciendo hasta convertirlo en lo que ahora es: un grande del fútbol del Ecuador y América.

Época dorada: Fútbol de elegancia y clase

La mejor época que ha tenido históricamente Emelec ha sido sin lugar a dudas a finales de la década del 50, toda la del 60 y comienzos del 70. Durante esos años, Emelec se consagró campeón en 1957, 1961, 1965 y 1972 y subcampeón en 1960, 1963, 1966, 1967 y 1970.

En el ámbito internacional, 1965 y 1966 fueron años destacados para el conjunto azul cuando obtuvo triunfos sobre: Universidad Católica de Chile (7:2), Chacarita Juniors de Argentina (3:0), Peñarol de Uruguay (1:0), en ese entonces ganador de varias Copas Libertadores, Vélez Sársfield de Argentina (4:2), al Corinthians (2:0), a la Selección de Paraguay (1:0) y al Borussia Dortmund (1:0).

La gente se deleitaba mirando al impresionante despliegue de talento de los jugadores "eléctricos". Su juego era toda una sinfonía de genialidad, los jugadores se movían de manera tan sincronizada y elegante dentro de la cancha, que la prensa y la hinchada azul los empezó a denominar: "El Ballet Azul".

Así fueron conquistando varios torneos locales. Uno de los cuadros más recordados de la era del "Ballet Azul" fue el que formaron en 1962: el arquero Ramón Maggereger, los defensas José Romanelly, Alberto Cruz Ávila y Felipe Mina; los volantes Henry "El Cachito" Magri y Carlos "El Trompudo" Pineda; y los temibles atacantes José Vicente "El Loco" Balseca, Jorge "El Pibe" Bolaños, Carlos "El Flaco" Raffo, Enrique "El Maestrito" Raymondi y Roberto "El Pibe" Ortega, estos últimos más conocidos como "Los Cinco Reyes Magos". El creador de ese legendario equipo fue don Fernando Paternoster, en ese entonces, director técnico uruguayo del Emelec.

"Aquel equipo practicaba un fútbol preciosista, de frac, bastón, y galera; de toque y avance, de pausa y aceleración, diagonales, centro y gol. Virtualmente hacían goles cuando se les daba la regalada gana y cada cual provenía de una maniobra espectacular", reseñó hace bastante tiempo atrás, el ex directivo y actual periodista Otón Chávez Pazmiño.

Los elogios le llovían al equipo de Paternoster. Pero el DT, desde su inmensa sencillez, decía: "Hay que ubicar a los jugadores según sus características técnicas, y luego viene el sistema; nada saco con tener un sistema en la cabeza si no tengo los jugadores adecuados para ello".

Dos Bicampeonatos en menos de 10 años

La década del 90, con Nassib Nehme y Fernando Aspiazu como sus principales dirigentes, Emelec logró su primer Bicampeonato en 1993 y 1994. El cuerpo técnico lo comandaban el argentino Salvador Capitano y el ecuatoriano Carlos Torres Garcés.

El nuevo siglo trajo a Emelec nuevos títulos. Bajo el mando de los directivos Enrique Ponce y se logra el segundo bicampeonato, gestado entre 2001 y 2002, el primero de la mano del técnico nacional Carlos Sevilla y el segundo del argentino Rodolfo Motta.

Ambos bicampeonatos se destacaron por la juventud de la plantilla de futbolístas las cuales eran mayormente conformadas por jugadores de la cantera. En el año de 1993 destacaba la línea defensiva que la integraban los mismos que lo hacían en la selección de Ecuador, estos erán Dannes Coronel, Máximo Tenorio, Iván Hurtado y Luis Capurro. También habían elementos que son reconocidos como emblemas de la institución, tales como Angel Fernández, Kléber Fajardo, Enrique Verduga, Jesús Cardenas, Ivo Ron, entre otros.

Al año siguiente la plantilla de futbolistas nacional se mantuvo relativamente intacta, aunque mejorada por las contrataciones de los porteros Jacinto Espinoza y Alex Cevallos, los delanteros Eduardo Hurtado y Pedro Mauricio Muñoz, entre otros. Los jugadores extranjeros que llegaron eran Antonio Vidal González, Edú, Sergio Vásquez, Carlos Reherman y Leopoldo Fernández.

En el siguiente bicampeonato la plantilla tenía su podería en los jugadores nacional. Se habían repatriado a Carlos Alberto Juárez y Wellington Sánchez, mientras que otros pasaron a ser figuras rutilantes que llegaron a la selección ecuatoriana. El más destacado era Otilino Tenorio quien fallecería años después en un accidente automovilístico y es recordado como uno de los ídolos más grandes para la hinchada.

Emelec hace de local en su estadio, "George Capwell" ubicado en Guayaquil, con capacidad para 28.000 espectadores y que fuera inaugurado el 21 de Octubre de 1945

Fuentes consultadas
* Wikipedia
* Página web "Clásico del astillero"

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Allá por el año 77, yo integraba el plantel del club Atlético Vélez Sársfield y éramos dirigidos por un hombre que nunca había jugado fútbol, hoy pienso que tampoco tuvo algún amigo en su vida dueño de una pelota de fútbol, me estoy refiriendo a Carlos Cavagnaro, un personaje de aquellos tiempos, que con su labia convencía a ignorantes directivos de turno, semejante al “Profe” Córdoba de la actualidad.
Realizábamos un ejercicio muy productivo, denominado fútbol fantasma, que consistía en parar en la cancha a los once jugadores titulares para realizar movimientos colectivos que supuestamente los tendríamos que trasladar al día de la competencia, se denominaba fútbol fantasma porque no tenía rivales, es decir que los movimientos se realizaban para automatizarlos y aprenderlos sin resistencia.
Con el tiempo comprobé que este ejercicio los ponían en práctica otros técnicos con excelente resultados, pero lo curioso era que “Carlitos” pretendía que cuando la jugada terminara en gol, el autor del mismo lo gritará como en los días de partido; en una oportunidad el autor del gol fuí yo, pero de ninguna manera grité el gol, fuí llamado al orden por Carlitos reprochándome por que no simulaba gritarle el gol a nuestra gente, lo miré fijo y le contesté... “lo que pasa es que estoy enojado con la hinchada”.

(JOSÉ "Pepe" CASTRO, ex jugador de fútbol, recordando en su página web su paso por Vélez Sarsfield en la década del '70)

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Esto es como dirigir una orquesta. Si uno de los primeros violines entra siempre en el segundo compás en vez de en el primero, como el resto, al final hay que sacarlo y poner otro.

(CÉSAR LUIS MENOTTI, ex jugador y director técnico argentino)

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No vuelvo al palco del Betis hasta que el Real Betis Balompié no juegue con decencia y orgullo.

(MANUEL RUIZ DE LOPERA, célebre presidente del Real Betis)

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Neném Prancha (Brasil)


Antonio Franco de Oliveira nació el 16 de Junio de 1906 y murió el 16 de Enero de 1976, siendo conocido por todos como Neném Prancha debido que sus manos median 23 centímetros de largo y usaba zapatos número 44.

Fue hincha de Botafogo de Futebol e Regatas desde el día que llego a Copacabana, procedente de Resende, ganando fama en el desaparecido Posto Quatro Futebol Clube y en Carioca Esporte Clube. Verdadero mito y profundo conocedor del fútbol brasileño, Neném Prancha fue utilero del departamento de atletismo de Botafogo desde 1943 y trabajo para la división juvenil de fútbol.

Neném Prancha fue siempre una figura misteriosa que nunca hablaba de su pasado y que, a pesar de vivir mucho tiempo en la playa, nunca lo vieron bañarse. Vivía en una pieza en la sede de Botafogo, como muchos empleados, paso privaciones a causa de los atrasos en los sueldos.

Jamás pensó en abandonar el club de su corazón y con mucha dificultad fue internado en la clínica donde más tarde moriría. Neném Prancha nunca pensó en casarse y apenas tenia para “parar la olla” como se dice por acá, además leía en los diarios de peleas conyugales y comentaba que “el casamiento es algo serio para terminar en los diarios y revistas”.

A lo largo de décadas Neném Prancha fue creador de muchas frases memorables sobre el fútbol. Es posible que algunas sean de la autoría de João Saldanha, pero el propio Saldanha parece que las asumía como si fueran del hombre que, por esa razón, quedo conocido como el "filósofo de la bola" Neném era adepto al fútbol objetivo y sin lujos, afirmando que el "fútbol es muy simple: quien tiene la pelota ataca, quien no defiende". Por eso el no gustaba de la gambeta y recomendaba a los jugadores de área para "jugar la pelota para arriba, mientras ella estuviera en lo alto no hay peligro de gol". Neném Prancha tampoco era adepto a las concentraciones y decía que "si la concentración ganara partidos, el club del presidio no perdería ningún partido", tal como era enemigo de supersticiones, porque el creía solamente en el talento del jugador y afirmaba que "si la macumba resolviera un campeonato, el bahiano terminaba siempre empatado".

Neném descubrió grandes jugadores -entre ellos el famoso Heleno de Freitas- y siempre les decía a los jóvenes talentos que "el jugador tiene que ir a la pelota con las mismas ganas que va a un plato de comida. Con hambre”. Para los goleros el tenía también una máxima: "el golero debe andar siempre con la pelota, lo mismo cuando va a dormir. Y si tiene mujer tiene que dormir abrazado a las dos". Esta frase está seguramente relacionada con otra en que afirma que "el golero tiene una posición tan rebuscada y difícil que donde el pisa ni crece el pasto".

Sobre los buenos jugadores el "filósofo da bola" garantizaba que "jugador bueno es el que tiene no una si no varias cualidades". Uno de los que más admiró, considerándolo uno de los mejores armadores de fútbol del mundo, fue Didí, y dijo que "Didí juega al fútbol como quien chupa una naranja, con mucho cariño".

Neném era admirador del fútbol clásico y por eso consideraba que el "fútbol moderno no es un picado donde todos corren y nadie sabe para donde". Por eso es que defendía aquello de "quien corre es la pelota; si no, era solo hacer un equipo de atletas y nada más".

La seriedad era una de las características fundamentales de Neném Prancha y cuando fue jugador en el fútbol de playa, antes de ser entrenador de juveniles de Botafogo, el "filósofo de la bola" evitaba patear penales, porque "el penal es una cosa tan importante, que quien debe patear es el presidente del club".

A veces sus frases eran un poco incomprensibles, como la que afirma que "quien pide tiene preferencia, quien se desmarca recibe". Pero quien tenga dudas sobre la perspicacia del "filósofo", tendría que recordar que, entre varios miedos que rodeaban el tema de la altura para la Copa del Mundo de 1970, Neném Prancha predijo ante todo la conquista definitiva de la copa Jules Rimet con el tricampeonato brasileño de fútbol: "el jugador brasileño no va a tener problema en México, porque él ya sabe lo que es vivir en una favela y no se puede quejar entonces de la altura…¨

Fuentes consultadas
• Folha de Sao Paulo, 17 de Enero de 1976.
• Nunca hubo un hombre como Heleno, de Marcos Eduardo Neves, Ediouro (2006)

Traducción: Alejandro Sayago

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No me molestó que los directivos de Independiente hicieran tratativas con Argentinos Juniors por el pase de Batista. Al contrario, que me quieran reemplazar con semejante jugador es un orgullo. Sólo que en ese mismo momento me vino a hablar a mí la gente de Boca, así que si me tenía que ir me iba a doler menos: otro grande me estaba esperando.

(CLAUDIO MARANGONI acababa de protagonizar un partidazo en el que Independiente ganó la Liguilla de 1987 frente a Boca, y con cierta mordacidad, anticipaba su futuro pase a los de la Ribera. Publicado en revista El Gráfico, el 16 de Junio de 1987)

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A los 13 años me di cuenta de que mi vieja no sufría de dolor de estómago. Ella nunca los tuvo. Siempre quiso que comiéramos nosotros, porque no alcanzaba... Cada vez que llegaba la comida decía que le dolía el estómago para no comer.

(DIEGO MARADONA, en declaraciones efectuadas a Jorge Guinzburg en el programa de Canal 13 "Mañanas Informales", 2006)

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Todo lo que tiene que hacer un entrenador es tener felices a once jugadores. Los once reservas. Los once titulares son felices porque son titulares.

(RODNEY MARSH, ex jugador británico)

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Un sentimiento hecho poesía al Quilmes Atlético Club (Abel Cavagnolo - Argentina)


Mi viejo Quilmes querido
hoy que cumplís ciento diez
estoy con vos, ya lo ves
porque en mi alma no hay olvido.

Con el "cuore" estremecido,
llevándote en mis entrañas
recuerdo tantas campañas
de delirante alborozo
que nos llenaron de gozo
por tan gloriosas hazañas.

Decano del balompié
Quilmes Atlético Club,
la ciudad dice -¡Salud!
aplaudiéndote de pie.

Es un símbolo de fe
tu divisa azul y blanca
y en medio de esa esperanza
mis sueños te consagré.

Cancha de Guido y Sarmiento
aún estás en mi memoria
recordándome la historia
que aletea en mis pensamientos.

Todo se ha llevado el viento:
El progreso no perdona
y lo que más me emociona
es recordar tus tablones
que han perdido sus blasones
para quedar en la "lona".

Fútbol, hockey, natación,
básquet y también raquetas,
cada cual tiene su meta
de consagrarse campeón.

Es clara la situación,
bien limpia la trayectoria
y está orgulloso de gloria
tu azul y blanco pendón.

El tiempo de aquellos días
ha quedado allá en mi infancia,
cuando repleta la cancha
había un solo policía.

El alambrado tenía
del campo a su alrededor
tan solo de un metro de alto
y nada malo ocurría
porque el público tenía
un respeto de señor.

Un galaico uniformado
que la cancha circundaba
dentro del campo rondaba
bien pegado al alambrado.

Las vueltas que se habrá dado
el "botón" en el terreno,
siempre sonriente y sereno
a todos los saludaba,
allí nadie, molestaba
porque el público era bueno.

Si alguno quiere dudar
de mi palabra sincera
hay una buena manera
que lo va a desengañar.
Vaya pues a preguntar
al paladín que yo invoco.
El Sol, diario como pocos
sabe recuerdos guardar
y allí podrán encontrar
de aquel tiempo algunas fotos.

Dejo aquí esta observación
porque quiero retomar
el hilo, que al comenzar
dejé por aclaración
que no ha sido mi intención
desviarme, en realidad
solo fue necesidad
de aclarar mi comentario.
Nunca miento, al contrario
siempre voy con la verdad.

Hoy tenés cancha especial
de metales y hormigón
y siempre mi corazón
te sigue queriendo igual.
Me siento feliz mortal
viendo tus renovaciones,
pero en mis evocaciones,
que adentro llevo guardadas
te juro que me gustaban
aquellos viejos tablones.

Te digo gracias, campeón
en nombre de mi ciudad,
que tengas felicidad
es mi mayor ambición.

Aprovecho la ocasión
con un sentido formal
de mi sentimiento real
que reitero eternamente,
a todos tus dirigentes
un abrazo espiritual.

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Resulta que habíamos activado de nuevo la Agremiación de Futbolistas Paraguayos y como yo era el capitán del equipo, tenía que ser el portavoz del grupo. Me tildaron de cabecilla y no viajé en el '79 para la final de la Copa América. Barchini (entonces presidente de la Liga Paraguaya) me anunció que no viajaba por 'orden superior' (refiriéndose a Stroessner). Fue algo ridículo, pero así me tenían en la selección y por eso no pude intervenir en las eliminatorias para España 82.
Tampoco escapa otra anécdota en el estadio Defensores del Chaco: "Finalizó el juego con un equipo brasileño y como capitanes, Junior (Brasil) y yo, teníamos que entregar un banderín al Presidente de la República.
Se acercó un señor del protocolo y nos dijo que solamente el jugador brasileño sería recibido por el Presidente. Entonces, le entregué lo que tenía y Junior llegó hasta el palco con los dos banderines'.
Yo pienso que el entorno del Presidente en aquel entonces le malinformaba sobre mí y a consecuencia de eso aparecieron estos problemas".

(HUGO RICARDO TALAVERA, emblemático ex jugador de Olimpia de Paraguay, contando sus peripecias durante la presidencia de Paraguay por parte del General Alfredo Stroessner)

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Si realmente quieren que salgamos en alguna ocasión campeones del mundo ya saben mi teléfono, ya saben donde localizarme.

(HUGO SÁNCHEZ, tremendo goleador mexicano, recientemente destituído como DT de la selección azteca, en tiempos de Ricardo La Volpe como técnico de esa selección)

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El que quiera goles, que baje al campo a meterlos con los cuernos.

(JESÚS GIL y GIL, recordado y pintoresco ex Presidente del Atlético de Madrid)

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Los estábamos esperando (Mariano Roufast - Argentina)


Desperté pasadas las once de la mañana. Estaba transpirado, las sábanas y la almohada se encontraban empapadas en un mar de sudor y mi boca seca como el desierto. Bajé las escaleras en busca de un vaso con agua para hidratar mi cuerpo exprimido por el calor y así poder despabilarme un poco y despertarme definitivamente.

Tomé tres vasos bien llenos de agua refrescante y me encaminaba hacia el cuarto cuando me interrumpió la voz de mi vieja: ¿a qué hora te vas a la cancha? La pregunta me descolocó. Cierto ¡¡hoy juega Gimnasia!! Reaccioné. Y cuando me di cuenta de lo que sucedía el alma se me vino al cuerpo. Estaba tan dormido que no me había percatado de que hoy iba a ser el día más feliz de mi vida porque jugaba el Lobo, y lo hacía nuevamente en su casa. Sí, después de tanta lucha, el Lobo volvía al bosque esa misma tarde.

Subí las escaleras cantando y temblando por la emoción que entía. Abrí el ropero y saqué mi remera de combate, esa que me acompañó estos últimos tiempos y que reza “no hay Lobo sin bosque”. Me puse el short azul marino con el glorioso escudo y alpargatas blancas. Después agarré el carnet de socio, unas monedas y bajé.

Me mojé la cabeza, saludé a mi vieja y Salí para mi otra casa, esa que está en el medio del bosque. Tomé la decisión de ir solo porque se que si voy a mi casa, cuando entre voy a conocer a todos. Y si no los conozco seguramente son amigos de un conocido, como sucede en todo hogar.

En cuestión de minutos ya estaba caminando por la 60 hacia 118. El calor era agobiante y el cielo del domingo era tan azul como la bandera de Gimnasia. Enfilé por la callecita que lleva por debajo de la tribuna y desemboca en el monumento. Los árboles estaban todos pintados de blanco con franjas azules. Tirantes, de los mismos colores, daban al bosque un aspecto tan festivo como conmovedor. Pasé por debajo de la cabecera que estaba a medio llenar y fui derecho al monumento porque la gran mayoría estaba allí.

Miles de personas cantaban al ritmo de la batucada, las banderas bailaban en el aire y de fondo las bombas y las bengalas mostraban una verdadera fiesta. Empecé a saludar a amigos y a conocidos con fuertes abrazos. A muchos los conocí en épocas de lucha cuando nos habían sacado de casa y nunca los había visto sonreír, esa tarde sus sonrisas iban de oreja a oreja. “Llegó el día llegó”, gritaba un tipo grande que tenia una bandera en su mano y estaba parado al lado de un lobo que mostraba una pancarta que decía: “esta es mi casa”.

Empezamos a entrar y me crucé con un amigo que me gritó en tono de broma: “¿Qué pasa J.J?”. Al principio me molestó, pero luego me alegró saber que el “falso profeta” ya no estaba más, que habíamos sacado al cáncer que estaba matando al club. Lo abracé y entramos cantando por los jardines hasta la tribuna que ya no daba abasto.

No podía creer lo que mis ojos veían, esa tribuna hermosa y llena de gente provocaban grandes lágrimas que caían en mi mejilla. Hice una pausa para recordar esos domingos que no jugábamos en casa pero estaba con mis amigos pintando en el estadio e imaginando cómo sería la vuelta.
Tanto tiempo sufriendo y peleando por lo que nos correspondía y ahora el momento había llegado: en casa y para siempre.

Justo cundo terminé de subir y ubicarme en la tribuna apareció Gimnasia en el campo de juego y la cabecera explotó con una cortina de papel y globos, seguido de bombas de humo y el grito de “Ginasiá, Ginasiá” que era ensordecedor. Una vez más tranquilo observé todo el estadio y me llamó mucho la atención una bandera de gran tamaño que estaba colgada en la platea. El trapo decía: “los estábamos esperando”. No tuve mucho tiempo de pensar porque la consigna en ese momento era alentar.

El partido casi no lo ví porque no voy a la cancha a ver los partidos, para eso esta la tele. A la cancha de Gimnasia se va a alentar. El cotejo fue chato, cerrado y aburrido, lo mejor hasta ahí había sido “La 22”.

Cerca de los 47 minutos del segundo tiempo el Lobo concretó un gol que le daba la victoria por 1 a 0. Recuerdo que en el afán de festejarlo me di vuelta y abracé a un tipo grande que tenía un guardapolvo blanco. La avalancha me llevó puesto y nos separó. No lo volví a ver. El partido terminó, la hinchada deliró y festejó como nunca. Me quedé hasta que se fue toda la gente y me senté solo en la tribuna, estaba feliz. El estadio parecía un local cuando ni bien termina una fiesta. Acababa de suceder eso, una fiesta.

Todos se habían ido y lo único que quedaba era esa bandera que decía: "los estábamos esperando". Nadie se la había llevado. Me intrigaba demasiado. ¿Quiénes nos estaban esperando? También recordé a ese tipo de guardapolvo blanco que abracé en la tribuna, ¿Quién era?, ¿Qué hacía con un guardapolvo en la cancha? Feliz me fui lo de unos amigos triperos para festejar la vuelta a casa.

Nos juntamos a tomar unos mates y cada uno relató su vivencia del regreso al bosque. Luego de un rato de charla un amigo contó, pidiendo por favor que no nos riéramos de él, que cuando Gimnasia hizo el gol, él se abrazó con una persona que era igual al “Loco Fierro” y luego de la avalancha no lo volvió a ver. Obviamente eso era difícil de creer, pero él juraba que por unos segundos se abrazo a “Fierro”.

Instantáneamente otro de los chicos juró que vio al “negro José Luís” subido al alambrado mostrando una bandera pincha y que varios más lo habían visto, o al menos a alguien muy parecido a la gran bestia pop.

Mi cabeza empezó a funcionar a mil, “¿y esa bandera?” Pregunté, “la que decía los estábamos esperando ¿la vieron?” Todos me respondieron afirmativamente. Mi cabeza daba vueltas ¿Quiénes nos estaban esperando?, el corazón se me aceleró al contar que abracé a un hombre medio canoso de guardapolvo blanco. Todos pensábamos, la bandera, el Loco Fierro, José Luis y el hombre de guardapolvo que abracé por segundos, ¿Quién era? Un amigo me dijo más sorprendido que yo “¿no será el doctor?” Me puse pálido, ¿el doctor de los corazones ahí en la tribuna con nosotros? no, no puede ser, no puede ser.

“te alentamos en la tierra… pero también desde el cielo”

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¿Hay violencia en el fútbol?

El fútbol ni es violento ni deja de serlo. Lo que ocurre es que la gente canaliza a través de ese gran deporte de masas la agresividad que llevamos dentro. Me atrevería a decir que, quitando los excesos de los energúmenos, cumple una función terapéutica a nivel social. La agresividad no está en el fútbol, está en el aficionado que la proyecta sobre él.

(JULIO LLAMAZARES, escritor español, en declaraciones al diario "As" del 29/07/2007)

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