La vida sintetiza muchas cosas, un color blanco y negro
se refiere a una camiseta,
es el equipo de All Boys que simboliza al barrio de Floresta.
Esta gente prepara la fiesta, grita, llora y alienta
por un color que te hace sentir y por un equipo que tambien te hace sufrir.
All Boys significa fiesta, bombos, cantos, tristeza, esperanza,
ilusiones por una camiseta querida que todos que remos ser campeones.
Una canción te impone a alentar, este color te llega al corazón
este barrio te aumenta a sentir, este equipo te da ganas de vivir.
La gente salta y grita goles, como si fuera un descargo hacia alguien,
pero para algunos no es más que un simple gol,
pero para esta gente es el grito de la pasión.
Floresta es la vida plena, All Boys es la esperanza
que te llega muy dentro de tu piel,
el blanco y el negro es la unión de este equipo fiel.
Gracias por sentirte cerca,
gracias por entregarnos tristezas e ilusiones
y siempre te vamos a decir gracias
porque nosotros sentimos a estos colores.
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Mi vida por All Boys (Fernando De Renzi - Argentina)
(RADOMIR ANTIC, ex futbolista y entrenador serbio, "ensayando" con nuestro idioma durante su paso por el Atlético de Madrid)
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La apuesta (Edgardo Olivera - Argentina)
El grupito de chicos estaba descansando a un costado de la cancha. Recién habían terminado de jugar un partido extenuante.
Caminando con cansancio, un hombre de setenta y pico de años se acercó a ellos:
-Hola, chicos, ¿puedo sentarme con ustedes? Me gustaría contarles algo que le sucedió a un chico llamado Sergio. Él tenía la edad de ustedes.
Los chicos, que tenían entre trece y quince años, le dijeron que sí. El anciano empezó a contar: “Sergio solía jugar en esta cancha hasta muy tarde. Él amaba el fútbol y, a veces, hasta jugaba solo. Una vez, se quedó jugando un partido “a penales” con su amigo Juan. No había nadie cerca, solo estaban ellos y empezaba a oscurecer. Entonces, un hombre que tenia la misma edad que tengo yo, se acercó a ellos y les propuso, a cualquiera de los dos, jugar una competencia a cinco penales. Si él perdía pagaría cien pesos al ganador. Ninguno de los chicos quiso aceptar. Era un viejito que ni podía patear una pelota. Pensaron que estaba loco. Pero el anciano insistió mostrándoles el billete. Sergio se tentó y dijo que si.
-¿Vos tenés plata?-le preguntó el viejo
Sergio dijo que no.
- Está bien. Si vos perdés, me vas a regalar años de juventud por cada gol que te haga.
Sergio sólo pensaba en los 100 pesos. Estaba ansioso. Por eso aceptó sin pensarlo”
-¿Y qué pasó? -preguntó uno de los chicos.
-El anciano pateaba mucho mejor de lo que se habían imaginado. Y atajaba. Sergio erró varios penales. Antes de patear sentía que se le nublaba la vista. Finalmente, el anciano ganó y se llevó los años de juventud.”
-¿Cuándo ocurrió eso? -quiso saber otro de los chicos.
-Hace una semana -contestó el anciano.
-Así que usted es el anciano que le ganó cincuenta años a Sergio -dijo el chico, con tono burlón.
Los ojos se les llenaron de lágrimas. Llorando, respondió:
-No, yo soy Sergio. ¿Alguno quiere jugar...?
(tomado del libro "Cuentos de fútbol para chicas y chicos", Editorial Estrada, Colección Azulejos, Pág. 35-37 -2002-)
(CARLOS TIMOTEO GRIGUOL, explicando algunos secretos de aquel Ferro campeón del Nacional 82)
“…son felices hija” (Diego Castaño - Argentina)
un hecho real que sucedió
un 22 de Junio de 1986.
El perro del vecino lo despertó, hizo un rato de fiaca, apagó la radio con la que se durmió, y se levantó muy temprano, en una mañana de mucho frío. Así se despertó esa mañana Juan mientras todos apolillaban, caminó en soquetes hasta el comedor y lo primero que hizo fue colocar en la pared, arriba del televisor, una camiseta de la selección argentina que su hijo tenía en el ropero. Luego fue al baño, el dentífrico se desparramó al untar el cepillo, y para colmo el foco se quemó cuando intentó prender la luz. Lo que pasa es que los nervios hicieron que pulse más de una vez la perilla y así la lamparita prendió, apagó, prendió y se quemó.
No era un día cualquiera, estaba nervioso y la ansiedad lo volvía insoportable. En la cocina divisó desde la ventana los rastros de la helada, de esa mañana de Junio que castigaron el césped del terreno. Puso agua en la pava y preparó unos buenos amargos que, junto a un resto de torta que estaba sobre la heladera, ayudaron a calmarle el frío. Sobre el armario la “Noblex Carina” despedía la voz de José María Muñoz desde México, “hoy Argentina tiene revancha ante Inglaterra y esta tarde podremos demostrarle que somos mejores que ellos, en México, muy lejos de nuestra tierra, la selección argentina de fútbol enfrenta a Inglaterra por los cuartos de final del la Copa del Mundo de 1986”, decía Muñoz esa mañana por Radio Rivadavia desde el mismísimo Estadio Azteca.
Juan y todos, aunque pese pensaron en el partido de fútbol, pero al instante se le cruzaron los hechos de la guerra de Malvinas, los pibes con hambre, el afano en las donaciones, Galtieri pidiéndole a los ingleses que vengan, como si fuera un juego, y todo se mezcló. Ante tamaño acontecimiento, tan cercano en el tiempo y doloroso para ambas naciones, las sensaciones eran raras y era casi lógico que todo se mezclara.
Carmen, su esposa, quien se había despertado cuando lo escuchó protestar en el baño, se levantó, levantó la cortina de la pieza de sus hijos y despertó a Martín, que estaba con la camiseta argentina toda transpirada. La ansiedad no lo dejó dormir bien. Se levantó, bajó el rosario que colgaba junto al póster de Maradona y lo llevó hasta la pared donde el padre había colgado su camiseta, lo besó y lo acomodó colgado de un clavo, sin ver a su padre que lo observaba. Fue al baño y luego buscó a Juan. Tomaron mates, hablaron de lo que harían a la mañana para tener todo preparado a la hora del partido y además le recordó de la tarea de la escuela, porque si ganaba Argentina el festejo se prolongaría hasta tarde.
Martín comenzó el operativo. Buscó los cassettes con los que grabaría el partido, se abrigó bien y en el patio llamó a los gritos a “Fede” y “Cuchi”, sus primos con quienes prepararon una bolsa de papelitos, mientras Juan y Carmen mateaban y despertaban a Elisa, la hermana de Martín.
Todos hablaban del partido, el teléfono sonó un par de veces y Juan dialogó con amigos intercambiando ideas del partido, las mujeres en la panadería hablaban, como si supieran, del planteo de Bilardo, en la calle un camión con altoparlantes pasaba los goles de la selección y una voz muy eufórica alentaba como si el partido se jugase en el pueblo.
Los minutos eran eternos, Carmen comenzó a preparar el almuerzo y el histórico partido empezaba a vivirse...
Mientras el olor a salsa inundaba el comedor, padre e hijo no se despegaban de la radio. -“A estos ingleses les tenemos que ganar fácil”, dijo Martín. -“Para un cachito, mira que ellos son fuertes y ningunos tontos”, le contestó Juan, analizando la situación objetivamente.
Con los ravioles servidos, Elisa trataba de imponer cualquier otro tema, pero era imposible, hasta Carmen decía que Maradona hoy hacía un gol. Se comió poco, siempre antes de un partido importante se come poco. Los minutos pasaban y los nervios aumentaban, la bandera argentina cubría el televisor, la radio repetía a cada instante el... -“Vamos, vamos argentina, vamos, vamos a ganar”-.
Los lugares enredador de la mesa ya estaban elegidos, Carmen, mientras terminaba de barrer le replicó a Juan: -“Vos dejate de joder, de sufrir tanto que te vas a enfermar por el fútbol”- Es que Juan vive los partidos con mucho fanatismo y hacía un año justo, cuando la selección clasificó sobre la hora al empatar con Perú con el gol de Gareca, que se había pegado un susto grande. Ese día, en ese gol se levantó con silla y todo y casi se desvaneció al gritar el gol con tanta fuerza.
A una hora para comenzar el partido, los vecinos se juntaban y daban su opinión de quien es el que debe marcar a este y porque no puso al otro. Para ese entonces Carlos Bilardo quien aguantó todas las críticas, hasta las más brutales, ya había logrado torcer la discusión y todos se subían al carro. Martín se había peleado en el colegio con casi todos sus compañeros al no comprender, que más allá de los gustos, se quería ver perder a la selección y eso agigantó aún más su pasión.
El dial de la “Noblex Carina” corría de derecha a izquierda como un limpiaparabrisas: Radio Argentina con Victor Hugo Morales y, de vez en cuando, se cambiaba a Rivadavia para escuchar algún dato que tiraba Muñoz. A diez minutos del inicio Carmen intentaba planchar, pero quedó en el intento, porque, Martín no soportaba ya un ruido, Juan estaba sentado con el respaldo de la silla hacia delante y Elisa lejos, pero atenta.
El partido comenzó y un silencio sepulcral invadió el ambiente.
El trámite del partido favorecía a Argentina, pero no se concretaba el gol, los pulsos del corazón se aceleraban cada vez más. El primer tiempo terminó 0 a 0. En el entretiempo se aprovechó para hacer mate, ir al baño, se cambió de lugar por cábala y se maldijo un poco a alguien.
Si Juan, Carmen, Elisa, Martín o cada habitante de la República en cualquier rincón donde estuviera, podrían haber sabido lo que vendría, ¿qué hubieran hecho?, ¿se lo preguntó alguna vez?, ¿Cómo habrían actuado si hubieran sabido que estarían por observar la participación de Dios en un partido de fútbol?
Cinco minutos del segundo tiempo, Maradona encaró desde tres cuartos por derecha, eludió un hombre y tocó hacia el medio en busca de una pared mientras se introdujo en el área, el rechazo es un pase perfecto, pero él nunca le podía ganar al arquero. La pelota cayó lentamente cuando y el “diez” con rapidez, agilidad, levantó su puño y empujó la pelota al gol con la “Mano de Dios”. Sí, gol, gol, gol argentino y esta vez contra Inglaterra y con la mano vale igual. Juan gritó fuerte y su mujer lo acompañó con un - “viste que te dije Maradona iba a hacer un gol”-, Martín se arrodilló frente al televisor y se besó la camiseta argentina, Elisa rió sin parar y los vecinos gritaron en la calle como locos.
Pero Dios estaba en la cancha y seis minutos más tarde acompañaría a Maradona en su mejor obra de arte que dejaría impávidos a todos. Convertiría el mejor gol de todos los tiempos y ante Inglaterra.
El “Negro” Enrique le dio el balón cerca del límite central, sobre el sector derecho, Maradona recibió, pisó y giró para dejar en el camino a dos ingleses, acarició la pelota unos metros adelante mientras su cuerpo se balanceaba como un artista, luego enganchó hacia adentro e ingresó al área por derecha, con dos ingleses que lo seguían como a una presa. Sólo frente al arquero y al Olimpo, amagó y lo eludió por la derecha para tocar a la gloria infinita, al éxtasis total,
Era el dos a cero, pero el partido se podía haber terminado, era todo, la sensación indescriptible de emoción. Juan abrazó a Carmen y dieron una vuelta a la mesa, en una imagen que sólo la pasión del fútbol puede despertar, Martín se trepó las paredes del patio para gritar el gol con sus vecinos y hasta Elisa se acercó y en silencio observó la situación...
Volver, no fue fácil, aflojarse de tamaña situación tampoco, el partido siguió y faltaba mucho. A nueve del final descontó Inglaterra y a poco del epílogo, el “Vasco” Olarticoechea salvó en la línea, después llegó el final con alegría y festejo.
A Juan, que quedó sentado mirando hacia el piso se le cayeron algunas lágrimas, Martín estaba en la calle. Fue una risa ver a Enrique, un viejo amargo y renegado saltando como un chico, Alicia, la de la despensa abrió las persianas para que se viera el enorme retrato de Maradona que le había hecho su tío. Todos salieron a festejar a abrazarse, a gritar, a ser un poco más felices...
La vuelta a casa fue tarde, Juan y Martín se fueron a acostar con la radio bajo la almohada, afónicos y con las camisetas de la selección puestas.
Elisa, que se quedó mirando el gol de Maradona una y otra vez, le preguntó a su mamá, mientras ayudaba con la limpieza de la cocina -el porqué de tanta locura de su papá y su hermano, y Carmen le contestó con una caricia en la mejilla - “dejalos hija, dejalos que son son felices…”.
Glosario
afano: Robo
amargos: Mates
apolillaban: Dormían
fiaca: Pereza, desgano
mate: Infusión de yerba mate
pava: Recipiente de metal o hierro esmaltado, con asa en la parte superior, tapa y pico, que se usa para calentar agua.
subirse al carro: La gente en Argentina no creía en el equipo de Bilardo previo al Mundial 86. Al obtener ese logro se dice que muchos se "subieron al carro" (triunfal) al cambiar de opinión por el título conseguido en México.
(Agradezco a Diego Castaño su generosidad por cederme este cuento para ser publicado en este blog y poder ser compartido con ustedes. Gracias Diego!)
¿La gente aún le recuerda el gol de Roger Milla?
Diría que me recuerdan por dos acontecimientos en mi carrera: ese gol de Camerún, en el que salí a jugar con los pies, y la atajada del Escorpión. Pero es algo parejo. El que me felicita por el Escorpión, al instante me recuerda aquel gol de Milla. Y el que me reta por aquel error, me habla enseguida de la atajada de Wembley. Así es el fútbol y también la vida: hay ganadores y perdedores, buenos y malos, flacos y gordos, altos y bajos. Uno debe tomarlo con naturalidad.
Pese al paso de los años, suponemos que sigue utilizando la ropa interior azul, ¿verdad?
¡Siempre! A fines de la década del 80', el Atlético Nacional no podía ganarle al Millonarios. En eso llegó Carlos Perea y fuimos juntos a ver a una señora que leía la suerte y ese tipo de cosas. Nos dijo que alguien nos había hecho alguna brujería y nos envió una correa y calzoncillos azules para todos los jugadores. Anduvimos bárbaro: ganamos todo y llegamos a conquistar la Copa Libertadores. Desde entonces, aún los uso.
(RENÉ HIGUITA, arquero colombiano, recordando algunos momentos de su larga trayectoria deportiva)
(ANTHONNY BURGESS, musico y novelista británico, fallecido en 1993)
(FRANZ BECKENBAUER, ex jugador y director técnico alemán -1996-)
Los dueños de la pelota (Eduardo Galeano - Uruguay)
La FIFA, que tiene trono y corte en Zurich, el Comité Olímpico Internacional, que reina desde Lausana, y la empresa ISL Marketing, que en Lucerna teje sus negocios, manejan los campeonatos mundiales de fútbol y la olimpíadas. Como se ve, las tres poderosas organizaciones tienen su sede en Suiza, un país que se ha hecho famoso por la puntería de Guillermo Tell, la precisión de sus relojes y su religiosa devoción por el secreto bancario. Casualmente, las tres tienen un extraordinario sentido del pudor en todo lo que se refiere al dinero que pasa por sus manos y al que en sus manos queda.
La ISL Marketing posee, al menos hasta fin de siglo, los derechos exclusivos de venta de la publicidad en los estadios, los filmes y videocasetes, las insignias, banderines y mascotas de las competencias internacionales. Este negocio pertenece a los herederos de Adolph Dassler, el fundador de la empresa Adidas, hermano y enemigo del fundador de la competidora Puma. Cuando otorgaron el monopolio de esos derechos a la familia Dassler, Havelange y Samaranch estaban ejerciendo el noble deber de la gratitud. La empresa Adidas, la mayor fabricante de artículos deportivos en el mundo, había contribuido muy generosamente a edificarles el poder. En 1990, los Dassler vendieron Adidas al empresario francés Bernard Tapie, pero se quedaron con la ISL, que la familia sigue controlando en sociedad con la agencia publicitaria japonesa Dentsu.
El poder sobre el deporte mundial no es moco de pavo. A fines de 1994, hablando en Nueva York ante un círculo de hombres de negocios, Havelange confesó algunos números, lo que en él no es nada frecuente: "Puedo afirmar que el movimiento financiero del fútbol en el mundo alcanza, anualmente, la suma de 225 mil millones de dólares".
Y se vanaglorió comparando esa fortuna con los 136 mil millones de dólares facturados en 1993 por la General Motors, que figura a la cabeza de las mayores corporaciones multinacionales.
En ese mismo discurso, Havelange advirtió que "el fútbol es un producto comercial que debe venderse lo más sabiamente posible", y recordó la ley primera de la sabiduría en el mundo contemporáneo: "Hay que tener mucho cuidado con el envoltorio".
La venta de los derechos para televisión es la veta que más rinde, dentro de la pródiga mina de las competencias internacionales, y la FIFA y el Comité Olímpico Internacional reciben la parte del león de lo que paga la pantalla chica. El dinero se ha multiplicado espectacularmente desde que la tele empezó a trasmitir en directo, para todos los países, los torneos mundiales. Las Olimpíadas de Barcelona recibieron de la televisión en 1993, seiscientas treinta veces más dinero que las Olimpíadas de Roma en 1960, cuando la transmisión sólo llegaba al ámbito nacional.
Y a la hora de decidir cuáles serán las empresas anunciantes de cada torneo, tanto Havelange y Samaranch como la familia Dassler lo tienen claro: hay que elegir a las que pagan más. La máquina que convierte toda pasión en dinero no puede darse el lujo de promover los productos más sanos y más aconsejables para la vida deportiva: lisa y llanamente se pone siempre al servicio de la mejor oferta, y sólo le interesa saber si Mastercard paga mejor o peor que Visa y si Fujifilm pone o no pone sobre la mesa más dinero que Kodak. La Coca-Cola, nutritivo elixir que no puede faltar en el cuerpo de ningún atleta, encabeza siempre la lista. Sus millonarias virtudes la ponen fuera de discusión.
En este fútbol de fin de siglo, tan pendiente del marketing y de los sponsors, nada tiene de sorprendente que algunos de los clubes más importantes de Europa sean empresas que pertenecen a otras empresas. La Juventus de Turín forma parte, como la Fiat, del grupo Agnelli. El Milan integra la constelación de trescientas empresas del grupo Berlusconi. El Parma es de Parmalat. La Sampdoria, del grupo petrolero Mantovani. La Fiorentina, del productor de cine Cecchi Gori. El Olympique de Marsella fue lanzado al primer plano del fútbol europeo cuando se convirtió en una de las empresas de Bernard Tapie, hasta que un escándalo de sobornos arruinó al exitoso empresario. El París Saint-Germain pertenece al Canal Plus de la televisión. La Peugeot, sponsor del club Sochaux, es también dueña de su estadio. La Philips es la dueña del club holandés PSV de Eindhoven. Se llaman Bayer los dos clubes de la primera división alemana que la empresa financia: el Bayer Leverkusen y el Bayer Uerdingen. El inventor y dueño de las computadoras Astrad es también propietario del club británico Tottenham Hotspur, cuyas acciones se cotizan en bolsa, y el Blackburn Rovers pertenece al grupo Walker. En Japón, donde el fútbol profesional tiene poco tiempo de vida, las principales empresas han fundado clubes y han contratado estrellas internacionales, a partir de la certeza de que el fútbol es un idioma universal que puede contribuir a la proyección de sus negocios en el mundo entero. La empresa eléctrica Furukawa fundó el club Nagoya Grampus, que contó en sus filas con el goleador inglés Gary Lineker. El veterano pero siempre brillante Zico jugó para el Kashima, que pertenece al grupo industrial y financiero Sumitomo. Las empresas Mazda, Mitsubishi, Nissan, Panasonic y Japan Airlines también tienen sus propios clubes de fútbol.
El club puede perder dinero, pero este detalle carece de importancia si brinda buena imagen a la constelación de negocios que integra. Por eso la propiedad no es secreta: el fútbol sirve a la publicidad de las empresas y en el mundo no existe un instrumento de mayor alcance popular para las relaciones públicas. Cuando Silvio Berlusconi compró el club Milan, que estaba en bancarrota, inició su nueva era desplegando toda la coreografía de un gran lanzamiento publicitario. Una tarde de 1987, los once jugadores del Milan descendieron lentamente en helicóptero hacia el centro del estadio, mientras en los altavoces cabalgaban las Walkirias de Wagner. Bernard Tapie, otro especialista en su propio protagonismo, solía celebrar las victorias del Olympique con grandes fiestas, fulgurantes de fuegos artificiales y rayos láser, donde trepidaban las mejores bandas de música rock.
El fútbol, fuente de emociones populares, genera fama y poder. Los clubes que tienen cierta autonomía, y que no dependen directamente de otras empresas, están habitualmente dirigidos por opacos hombres de negocios y políticos de segunda que utilizan el fútbol como una catapulta de prestigio para lanzarse al primer plano de la popularidad. Hay, también, raros casos al revés: hombres que ponen su bien ganada fama al servicio del fútbol, como el cantante inglés Elton John, que fue presidente del Watford, el club de sus amores, o el director de cine Francisco Lombardi, que preside el Sporting Cristal de Perú.
(texto tomado del libro "El fútbol a sol y sombra" de Eduardo Galeano, 1995)
(ROY HODGSON, entrenador inglés, dejando esta frase muy fundamentada cuando dirigía al Inter de Italia en 1996)
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(JORGE CÉLICO, ex técnico de Huracán, tras irse al descenso en el año 2003)
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Un día me lo encontré al "Pepe" Sasía, que había jugado en Rosario Central muchos años antes, y le pregunté si se acordaba de un partido amistoso que Central había jugado en Rosario con el Real Madrid en el medio del barro. Se me acercó y me dijo: "¿Si me acuerdo?... ocho caños le hice a Marquitos". Ese día la rompió el Pepe.
(ROBERTO FONTANARROSA, recordado humorista y escritor argentino)
Al Pepe Sasía (Enrique Estrázulas - Uruguay)
la bronca del corralón
y la escuela del arroyo
era su libro mejor.
Peleador de barrio pobre
sin boca de charlatán,
"Aires puros" te recuerda
como corazón de pan.
José Sasía, amigo fiel,
cara de murga, nariz de rey,
alma de guapo,
voz de gorrión,
quiero cantarte mi evocación.
Evocación de una leyenda
de polvo que no hablará,
que no habla nunca si le preguntan,
porque el silencio sabe jugar.
Jugador...,
jugador, que echaba el resto
donde hubiera que largar
con pelota o sin sin pelota,
terror del área penal.
José Sasía, amigo fiel,
cara de murga, nariz de rey
alma de guapo,
voz de gorrión,
quiero cantarte mi evocación.
José Sasía, Pepe... amigo fiel,
cara de murga, nariz de rey,
alma de guapo,
voz de gorrión,
quiero cantarte mi evocación.
Nota: José Francisco Sasía, más conocido por "Pepe" Sasía (1934-1996), es uno de los muchos símbolos del fútbol uruguayo. Dueño de una fuerte personalidad, amigo de sus amigos y fundamentalmente un tipo guapo y leal, jugó en clubes uruguayos (Defensor, Peñarol y Nacional) y argentinos (Boca Juniors, Rosario Central y Racing), contando 44 participaciones en la selección uruguaya.
-Al arquero lo bastardean hasta sus propios compañeros: la broma estúpida de "los gorditos van al arco". Hasta Maradona, que se ofende y sale a hablar cuando se dice algo malo de un futbolista, es el mismo que viene y te dice: "Qué querés, era arquero". Pero cuando ataja los penales salen todos corriendo a abrazarlo, aunque normalmente el auto se lo dan al que hizo un gol. Hay una gran contradicción, porque también está la parte en la cual tipos como Fillol, el Loco Gatti, Goycochea en el Mundial '90, marcan el camino de lo que cualquier técnico llama la columna vertebral: el 1, el 2, el 5, el 9, bendito asunto que todavía siguen nombrando todos, hasta los que le atribuyen al Bambino Veira los éxitos del Boca de Bianchi.
-¿Qué es lo que ve el arquero?
-Tiene otro tiempo de pensamiento y puede manejar hasta cambios tácticos; advertir a sus compañeros si les están ganando la espalda, por ejemplo. Lo que tiene es el plano mayor de lo que está pasando en la cancha. En cuanto a la lectura del juego, los buenos futbolistas la tienen casi todos. Maradona era un tipo que tenía buena lecturas y sabía elegir muy bien dónde pararse, dónde le podía doler más al rival. Una de las mejores cosas que hacía Riquelme en Boca no eran los caños o los pases de gol; era tener la lectura de que él era siempre la salida y como salida, aun marcado, encontraba siempre los espacios.
(NORBERTO "Ruso" VEREA, ex arquero del ascenso argentino, columnista en programas de radio y TV, en declaraciones al diario "Página12" del domingo 31 de Agosto de 2003)
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(MAURICIO MACRI, ex Presidente de Boca Juniors, y actual Intendente de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, haciendo lo imposible en pos de la igualdad social -2005-)
(LUCIANO GAUCCI, presidente del Perugia, al despedir al jugador coreano Anh, por convertirle un gol a Italia que lo dejó afuera del Mundial 2002)
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El de buzo es don Osvaldo (Osvaldo Alfredo Wehbe - Argentina)
Hola, don Osvaldo, van veinte años. Se pasa el tiempo. Siempre con el buzo de entrenador puesto. Qué fenómeno. ¿Así que tiene a su cargo un equipo por allá? Yo no sé bien dónde es allá, pero me late que es un lugar donde va la gente muy buena. Como usted. Me dijeron que hay un angelito de alas cortas que va muy bien al primer palo en los corners. Y también sé, porque si bien no está escrito, está claro que Eduardo Manera trabaja a su lado.
Veinte años, don Osvaldo Zubeldía. Recuerdo que salía con unos amigos de una playa en Punta Mogotes y en la radio del viejo 1500 dijeron que usted había sufrido un paro cardíaco, en una reunión hípica en Colombia. Era el 17 de Enero del 82. Cuando usted tenía 54 años y ya los muchachos, Carlos Bilardo, el mismo Manera, iban a sacar campeón a Estudiantes. A ese pincharrata que le debe tantas alegrías y en cuyo ambiente su nombre es sagrado.
Don Osvaldo... me voy a permitir contarle a los más pibes y recordarles a los otros, algo de su vida futbolera. Saben ustedes, Osvaldo Zubeldía era entreala izquierdo. Nació en Junín y allí jugó hasta que lo descubrió Vélez. Se lo llevó y en la primera temporada adquirió notoriedad por convertirle tres goles a Amadeo Raúl Carrizo. Corría 1949. Jugó en el Fortín hasta el 55, siendo subcampeón en el 53. Pasó a Boca entre el 56 y 57 y luego a Atlanta en el 58 y 59. Se retiró en el ascenso en Banfield en 1960.
Esa fue la carrera como jugador de Osvaldo Zubeldía, quien trascendió a extremos brillantes como director técnico, iniciado en el cuerpo técnico de Atlanta junto a Améndola y Mogilevsky; hizo el curso de entrenador junto con Argentino Geronazzo, asesoraron a Benicio Acosta en Banfield, fueron contratados por Vélez en el 64 y al año siguiente Estudiantes de La Plata. Allí la historia es más conocida, fantásticamente conocida. Arranque para zafar del descenso y luego todos los triunfos, locales e internacionales, un torneo de AFA, tres Libertadores, una Intercontinental y una Interamericana. Le quedó tiempo en el 74 para ser campeón con San Lorenzo en el Nacional.
Más o menos así es la historia de don Osvaldo Zubeldía. Gracias a usted por permitirme contársela y perdón, don Osvaldo, por ser tan sucinto en narrar una historia enorme y grandiosa, feliz y emocionante. Una historia conmovedora por donde se la mire y se la escuche. Los choques sudamericanos con Palmeiras, con el Nacional; los inolvidables ante Racing e Independiente en campeonatos de acá y copas, que si uno estaba en la tribuna terminaba raspado y magullado.
Don Osvaldo señor. Respetado por el mundo fuera de la cancha, amado por sus dirigidos dentro. Sabedores, intuitivos que se trataba de un adelantado que no satisfacía los intereses de los grandes medios. Cómo era eso de ganar todo con Estudiantes en detrimento de Boca, River y los demás. Por eso lo del antifútbol, lo de la violencia como bandera, todo el vilipendio contra el pincha de Zubeldía, que no era un equipo de blanditos, pero que no era más terrible que el resto.
Y ahora pasaron veinte años, Don Osvaldo. Cuando se fue una tarde en Medellín, en los tiempos que dirigía a Nacional. Cualquier relación, de Medellín, Gardel y su figura como técnico es un juego de palabras, una tentación periodística. Y allí está usted, don Osvaldo, con el buzo puesto, dirigiendo, repitiendo jugadas, guiñando el ojo a sus jugadores que saben que sacarán ventajas de las permitidas en el partido contra la selección de las otras nubes. “Miren que para ellos juega el arcángel rosado, que es zurdo y la hace de goma... vos, angelito negro, vas a ir encima de él”.
Y fíjese, don Osvaldo, perdone otra vez, ahora por la distracción en el entrenamiento; mire a la tribunita chica, ese señor pelado, medio grandote y gordo, ese silencioso hincha, ese que parece cantar aún sin alpiste, que no siempre abrió el cajón de su propio respeto, ese que me decía que no hay salvación si no es con todos, todas esas frases que Paxi Andión le tiró a su padre en una bellísima canción; bueno, ese don Osvaldo es mi viejo.
Como yo sé que él no se va a acercar a saludarlo, por no ser inoportuno, le doy yo las gracias por haberle causado tanta felicidad en vida. Esa necesaria pizca que les da el fútbol a los laburantes. Sólo que en el caso de papá fue inesperado. El se hizo de Estudiantes en los años 30 y se resignó a las alegrías esporádicas y espasmódicas. Pero resulta que llegó usted y le cambió la escenografía de hincha.
Disculpe la interrupción maestro, siga laburando. Veinte años sin usted son muchos. Seguro que el llamado prematuro del cielo nos privó de algunas cosas relevantes. Pero no importa, no es cuestión de pretender tanto. Con haberlo tenido ese buen rato es más que suficiente.
Ahí sigue la práctica. El de buzo es don Osvaldo Zubeldía. Y el de los ojos brillantes de asombro en la tribunita, es Alfredo. Mi papá pincharrata.
(Mi agradecimiento para el excelente relator y generoso ser humano, maestro de relatores, Osvaldo Whebe, quien me autorizó a publicar este cuento escrito con motivo del 20º aniversario del fallecimiento de Osvaldo Zubeldía, gestor de aquel Estudiantes Campeón del Mundo en 1968)
(LUIS FABIÁN ARTIME, ex jugador e ídolo de Belgrano de Córdoba)
Poca cosa. El fútbol es un juego, un deporte y un espectáculo para quien lo mira. Puede ser aburrido o divertido como el cine o la literatura, depende del partido, el libro o la película que te toque. Al convertirse en una pasión descontrolada está transmitiendo problemas del individuo o de la sociedad. Cuando alguien pega a alguien por una discusión sobre fútbol, el problema no es el fútbol, estamos ante algo más grave y preocupante que un simple problema deportivo.
-No me interesa trabajar acá. Tendría que tener portación de armas, dos pistolas 45. Me gustan las armas pero para cazar coloradas o perdices.
(CÉSAR LUIS MENOTTI, director técnico argentino, en diario "Olé" 18/12/07)
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PAPALES - Bella Vista (Uruguay)
El 4 de Octubre de 1920 Ramón Salgado, Vicente Zibechi y Félix Nario convocaron a una Asamblea que se llevó a cabo en el domicilio de Manuel Millán con la finalidad de crear un club en el barrio "Bella Vista" de Montevideo, Uruguay.
Varias personas se hicieron presentes en dicha asamblea y luego de un intercambio de ideas entre los involucrados se creó el Club Atlético Bella Vista mediante la conformación de un acta que firmaron Ramón Salgado y Vicente Zibechi.
Luego de la creación del club se nombró una Comisión Directiva, la que estaría conformada por 12 integrantes y ellos fueron: Ramón Salgado, Vicente Zibechi, Félix Nario, Manuel Millán, Alberto Longobardo, Antonio Puppi, Orestes Zibechi, Juan Arago, Antonio Urroz, Guillermo Longobardo, Carlos Heuguerot y Ramón Orlando.
Hecho el nombramiento de los integrantes de la Comisión Directiva del club, se pasó a la designación de los cargos que iban a tener esas personas que quedarían en la historia al crear esta institución.
El acta que firmaron Ramón Salgado y Vicente Zibechi, terminó constando que se pasaría a estudio la conformación y los colores que llevaría la camiseta del Club Atlético Bella Vista.
El club se creó en un barrio que tuvo un crecimiento importante en esos años. La zona gozó de trascendencia con una institución como Bella Vista.
Finalizada la primera reunión de la Comisión Directiva, el presidente Ramón Salgado solicitó a los jóvenes del barrio que se arrimaran a la institución para comprometerse y defender los colores de Bella Vista.
Fue así que en los últimos días de Octubre de 1920 varios jóvenes firmaron su adhesión al club y se comprometieron a defender los colores del equipo papal.
Los colores
El 21 de Marzo de 1921 en reunión de la Comisión Directiva y según consta en actas, se llegó a la determinación de que los colores oro y blanco serían los utilizados para la conformación de la camiseta de Bella Vista.
En esa fecha también, se modificó la propuesta que se había planteado el 3 de Diciembre de 1920 en lo que tiene que ver con el diseño de la camiseta. Fue así que se determinó que la camisa del club sería de color oro a la derecha y blanca a la izquierda con bolsillo blanco y letras azules que llevarían las iniciales de la institución C.A.B.V. Las mangas iban a ser mitad blancas y mitad oro, mientras que los puños y el cuello serían blancos.
Varias son las hipótesis que hablan acerca de la utilización de los colores blanco y oro para identificar a Bella Vista pero hay una que marca una tendencia muy importante.
Se dice que los colores de la camiseta fueron seleccionados de la bandera de la Santa Sede que flameaba en las afueras del Colegio Maturana, en homenaje al Padre Marino Guerra y a los Salesianos, que prestaron la cancha para que el club hiciera las veces de local.
Otra hipótesis acerca de la elección de los colores oro y blanco nos refiere a un homenaje a las dos instituciones más importantes del Uruguay, Peñarol y Nacional, debido al fanatismo de algunas autoridades de Bella Vista por los dos “grandes”, decidieron que la camiseta tuviese los colores predominantes de los dos gigantes uruguayos. Exactamente lo que hizo Arsenal de Sarandí de Argentina cuando diseñó su camiseta, azul claro y rojo, debido a que las autoridades del club eran fanáticos de Independiente y Racing Club de Avellaneda.
La historia ha marcado que la primera hipótesis, predomina sobre la segunda. Archivos de la época dejan en claro que los colores elegidos tienen relación con los de la bandera de la Santa Sede y la camiseta de Bella Vista representa la bandera del Vaticano, mitad amarilla, mitad blanca. Por eso el club es apodado “los papales”, los que siguen lo papal, el papado, la autoridad vaticana.
En los inicios del club, el Padre Guerra pretendía llamarlo “San Francisco de Sales” o “Maturana” pero a entender de sus superiores, quienes entendieron que no se debía mezclar una institución de fútbol con un colegio, y por la belleza de la zona, se le denominó Club Atlético Bella Vista.
A finales del año 1921 se comenzaron a utilizar las primeras camisetas de Bella Vista por lo que en el comienzo de la actividad futbolística del club, el mismo utilizó indumentaria cedida por el Club Atlético Peñarol y con ella enfrentó a Fénix el 6 de Noviembre de 1920 y posteriormente continuó utilizando esas camisetas.
Luego de un tiempo jugando con las camisetas de Peñarol, el club utilizó la indumentaria de la Refinería de Azúcar, que estaba afiliada a la Liga Comercial.
Importancia de los grandes
En los comienzos del club, las dos instituciones grandes del país fueron partícipes de la historia de Bella Vista. Se nombró en párrafos anteriores que Peñarol prestó las camisetas para la disputa de los primeros partidos amistosos. Más adelante en el tiempo, los dirigentes utilizaron los estatutos de Nacional en forma provisoria para lograr la afiliación a la Asociación Uruguaya de Fútbol (A.U.F.). A esto se le suma lo mencionado anteriormente en referencia a la elección de los colores de la camiseta de Bella Vista.
Fue el 15 de Febrero de 1921 la fecha en la que el conjunto papal, de la mano de Ramón Salgado y Vicente Zibechi hizo oficial y por escrito, la afiliación del Club Atlético Bella Vista para integrarse con un equipo a la Tercera Extra y con otro a la Tercera División.
Un día antes y en reunión del Consejo Directivo, los papales decidieron presentarse ante el organismo rector del fútbol uruguayo con los estatutos de Nacional.
Peñarol fue el rival de Bella Vista el 23 de Enero de 1921 en lo que fue el primer amistoso frente a un equipo grande del Uruguay. Luego los papales enfrentaron a Wanderers y a Universal.
Al no prosperar las gestiones realizadas por Manuel Millán para que se le cediera al club un predio ubicado en la calle Gil, las prácticas del plantel se realizaban los días jueves y el equipo jugó en la cancha cedida por Universal hasta que el Colegio Maturana prestó su Campo para que Bella Vista jugara allí como local.
El pase de Nasazzi
José Nasazzi pidió pase en Enero de 1921 desde Lito a Bella Vista, pero el mismo no llegó a concederse y por esa razón debió permanecer sin jugar durante una temporada para luego lograr la libertad de acción y posteriormente integrarse al club. Pero de todas formas, Nasazzi participó de la preparación para el campeonato de la Tercera Extra en donde por decisión de los dirigentes papales y junto al capitán Payean, quedó encargado de los cambios en los partidos.
Cabe destacar que Nasazzi fue incluido en la lista para la disputa del torneo de Tercera Extra pero debido a los inconvenientes con su pase, el futbolista no fue parte del equipo a la hora de disputar los partidos de forma oficial.
En un encuentro amistoso frente a Colón en cancha de Universal el 27 de Febrero de 1921, José Nasazzi integró por primera vez el equipo de Bella Vista que ese día alineó a Ramón Valverde, Payean, Graves, Melogno, Nasazzi, Aroso, Echinope, Valverde, Scandroglio, A. Melogno y Horacio Artigas; siendo los suplentes S. Quaglia, Portal, Ceroni, Crespi, Umpiérrez, Orlando y Tramansague.
Aunque Nasazzi labró su leyenda defendiendo la camiseta celeste de la selección uruguaya, este emblema de Bella Vista empezó jugando en la entidad papal como delantero centro, para después retrasar su posición y jugar por delante de la defensa. Tras once años en este equipo, fue contratado por Nacional y abandonó el fútbol en 1936. Fue entrenador de Bella Vista hasta 1941
Primer partido oficial
El 17 de Abril de 1921 ante Racing, se produjo el debut de Bella Vista de manera oficial y luego del debut, continuaron los encuentros de Bella Vista en el campeonato. El 24 de Abril enfrentaron a Artigas, el 19 de Mayo se midieron con Frigorífica Uruguaya, luego jugaron ante Marconi, Progreso, Uruguay Montevideo, Roland Moor y Maldonado, partidos durísimos para lograr ascender a la Intermedia, la que fue la Segunda División del fútbol uruguayo por muchos años.
El equipo papal resultó imparable y logró el ascenso a la Intermedia, quedándose con el título del campeonato de Tercera Extra.
Las primeras elecciones
El 4 de Mayo de 1921 se realizó la primera elección dentro del Club Atlético Bella Vista, tan sólo a siete meses de haberse creado la institución.
Se presentaron tres listas al acto electoral y las mismas fueron “Bella Vista”, “Siempre Adelante” y “Campeón 1921”. La primera resultó la ganadora con 47 votos y fue Ramón Salgado quien lideraba esa corriente. O sea que el cargo de presidente lo siguió ocupando Salgado, quien se mantuvo como titular hasta 1924.
El segundo lugar lo ocupó “Siempre Adelante”, que obtuvo 27 votos y tercera resultó la lista que llevaba el lema “Campeón 1921” con 16 sufragios.
José Nasazzi fue elegido en estas elecciones como vocal, ingresando en el séptimo lugar de una Comisión Directiva integrada por ocho personas.
Ahora, la Intermedia
El equipo papal, que había realizado una excelente campaña en 1921 con la obtención del Campeonato de Tercera Extra, se reforzó con José Nasazzi, quien quedó habilitado para jugar y se sumó al sueño de lograr el ascenso al círculo de privilegio del fútbol uruguayo.
Ese era el anhelo de los fundadores del club, estar en el círculo superior del fútbol uruguayo ya que la institución estaba bien formada y tenía en sus filas a futbolistas de alto nivel.
La intermedia sería el segundo torneo para Bella Vista. En esta temporada se iba a enfrentar con rivales como Misiones, Colón, Reformes, Miramar, Fénix, Worcester, Solferino y Oriental Pocitos
En este campeonato, José Nasazzi jugó como delantero del equipo papal. El torneo tuvo a Fénix y a Bella Vista como principales protagonistas de principio a fin. Recién en el último partido del certamen el conjunto auriblanco se quedó con el título tras derrotar a Fénix 2 a 0 con 5.000 personas en las tribunas.
En 1934 Bella Vista consiguió el anhelado estadio propio, al cual llamó “José Nasazzi” debido a que el ex capitán, luego de su transferencia a Nacional (donde se proclamó campeón de Uruguay en 1933 y 1934), donó el dinero de su pase para que se construyeran dos tribunas.
El club logró su primera venta al exterior en 1938 cuando Irigaray dejó a los papales para jugar en el fútbol francés. Tres años después pierde la categoría y pasa a competir en lo que se denominó Primera B hasta 1949 que retornó a Primera División.
Las décadas del `50 y `60 fueron las peores en la historia de la institución que llegó a Intermedia y estuvo 15 años en la B.
El anhelado ascenso
En 1976 de la mano de Sergio Markarián el club logró el ascenso en dos finales durísimas ante Rampla Juniors.
En 1981, el club disputó la Copa Libertadores de América. El club jugó en el mismo grupo de Peñarol, y Estudiantes de Mérida y Portuguesa de Acarigua de Venezuela. Fue eliminado en la primera etapa de la competencia aunque fue el equipo goleador de su grupo.
En 1985 disputa, bajo la conducción técnica de Ángel Traverso, nuevamente la Copa Libertadores. Bella Vista estaba en el mismo grupo de Peñarol, y dos equipos chilenos, Colo-Colo y Magallanes. Fue eliminado nuevamente en la primera fase.
En 1990, Bella Vista obtiene el campeonato uruguayo por primera vez en su historia, y gana el derecho a disputar la Copa Libertadores del año siguiente.
En 1991 participó del máximo torneo del fútbol continental en el mismo grupo de Nacional de Uruguay, y Flamengo y Corinthians de Brasil. Terminó en el último lugar del grupo.
En 1993, en Copa Libertadores, estaba en el mismo grupo de Nacional de Uruguay y Barcelona y El Nacional de Ecuador. Tras una pobre campaña fue eliminado, una vez más, en la primera fase.
En 1999, tras una ausencia de seis años, regresa a la Copa Libertadores. Comparte el grupo junto a Nacional de Uruguay, Estudiantes de Mérida de Venezuela, y Monterrey de México. Terminó en tercer lugar en la primera fase, y clasificó a la segunda etapa, donde derrotaron a la Universidad Católica de Chile. Sin embargo, en los cuartos de final, Bella Vista fue eliminado por el Deportivo Cali de Colombia. Fue la mejor campaña del club en Copa Libertadores.
En la Libertadores del 2000, Bella Vista estuvo en el mismo grupo de Bolívar de Bolivia, Atlético Mineiro de Brasil, y Cobreloa de Chile. Fue eliminado en la primera fase del torneo.
Bella Vista juega sus partidos como local en el Estadio “Parque José Nasazzi”, denominado así como homenaje al mejor jugador que ha vestido su camiseta.
El mismo tiene una capacidad máxima de 15.000 personas y fue inaugurado en el año 1934.
Palmarés
Primera División uruguaya (1): 1990
Segunda División uruguaya (5): 1949, 1968, 1976, 1997, 2005
Liguilla Pre-Libertadores de América (1): 1998
Divisional Intermedia (2): 1922, 1959
Divisional Extra (1): 1921
Fuentes consultadas
* Wikipedia
* Enciclopedia Encarta
* Página web del Club Atlético Bella Vista (sitio oficial)
(LUIS "El Zorro" ÁLAMOS, ayudante del técnico chileno Fernando Riera, en el Mundial de Chile 1962)
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De esos juegos me quedó una anécdota. El fútbol en Japón se jugaba sólo en las escuelas y eran horribles, pero tenían un puntero zurdo que se llamaba Yamamoto que nos dio un baile tremendo a todos. Cuando salíamos de los vestuarios, nos cruzamos con los jugadores japoneses: los mirábamos y no lo podíamos creer...
En eso pasa uno con anteojos. Los cristales eran como culo de botella. Cejas me dijo: "Mirá lo que habremos sido nosotros, que uno de ellos es ciego". Y yo le dije: "¿Vos lo podés creer? Ese tipo de anteojos es Yamamoto".
(extraído del libro "Jugar al fútbol" de Roberto Perfumo, ex jugador de fútbol y psicólogo social, Libros Perfil S.A.)
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(NEVILLE SOUTHALL, ex arquero galés, uno de los mejores de Europa en los años '80)
(CARLOS BIANCHI, ex entrenador del Atlético de Madrid, tras un partido jugado bajo el rigor del invierno en Pamplona (¿por dónde jugaba Osasuna daba el sol?)
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Conjetural (Juan Sasturain - Argentina)
Italos cantan en la galería
nazi una vez, fascista todavía.
Es en venganza por la estirpe única
de tus ancestros de daga y túnica.
Invicto Aníbal, cuya valentía
no dudó ante una Roma que temía
en el combate, a la fiereza púnica.
Zama fue la batalla, y la derrota
impuso sus rigores al aciago
destino de los hombres y la flota.
Ala soberbia, magnífica Cartago,
no la olvidó la gloria. La pelota
en soledad sueña con vos, el Mago.
(publicado en "Página 12", del martes 11 de Julio de 2006)
La venganza (Walter Saavedra - Argentina)
La infancia es la única edad feliz de la existencia;
tiene el divino poder de sumergirnos en las ilusiones.
(Guy de Maupassant)
A mi primo Lolo siempre se le ocurrían cosas macabras, como aquel día que encerró al gato de la tía Genoveva en el horno y lo asó vivo, mientras se descostillaba de la risa mirando por el vidrio la patética agonía del animal. Otra vez, le arrancó los ojos al ruiseñor del abuelo Alfredo porque decía que así, ciego, el pájaro iba a cantar mejor. Y una siesta, aburrido, mezcló los peces pequeños con los grandes y éstos se los devoraron en un santiamén. Mi primo Lolo gozaba haciendo maldades. Una noche estábamos jugando a las cabezas en la vereda con una pelota de goma cuando pasó Teté, el mayor de los Larrondo, famoso en el barrio y en la escuela por lo pendenciero. Yo había tenido algunos problemas con él un año antes y en un recreo me empavonó el ojo izquierdo. Mi primo lo sabía. Teté comenzó a desafiarnos y propuso un triangular. A Lolo se le encendieron las pupilas y aceptó. Yo no quería.
-Jueguen ustedes dos y el ganador se enfrenta conmigo- dijo y antes de desaparecer con la excusa de ir al baño, me susurró al oído: “perdé”. No fue necesario ir a menos. Teté me derrotó con gran facilidad y yo disimulé un fastidio que en realidad no tenía.
-¿Y tu primito? ¿Se cagó en las patas tu primito?- canchereó Teté, mirando con ansiedad hacia el interior de mi casa, seguro de sí mismo. Me llevaba dos cabezas, por lo menos y usaba pantalones largos.
-Acá estoy. ¿Con quién juego la final? -preguntó Lolo, reapareciendo lo más campante.
-Conmigo, salame. Mira la pregunta que hacés- respondió con desgano el grandote
-Pechito vale doble- dijo mi primo y empezaron.
La luz del farol de la esquina era escasa. Se veía muy poco, casi nada. Teté se puso dos a cero y festejaba cada punto como si fuera la final del mundo. En eso, Lolo devolvió muy arriba la pelota. Teté la dejó venir un poco, se arqueó en el aire y le metió un tremendo cabezazo:
¡Trock!
Aún resuena en mis oídos el estruendo. El matón cayó pesadamente, desmayado y con la frente abierta de la que escapaba un río de sangre. Lolo se arrimó al cuerpo inerte, sonrió cínicamente y sentenció: “Te gané por abandono, boludo”.
Con la complicidad de la penumbra, mi primo había cambiado la pelota de goma por una bocha, lo cual explicaba aquella breve ausencia y el consejo para que yo perdiera. Fueron tan rápidos y tan perfectos sus movimientos que el otro no adivirtió que en lugar de utilizar la cabeza, Lolo había enviado la pelota (la bocha, bah) con la mano.
-Ven gansa dijo el ganso- murmuró mi primo, guiñándome un ojo.
Teté estuvo tres días internado con conmoción cerebral. Debieron aplicarle, además, once puntos de sutura.
(Un saludo agradecido a Walter por permitirme subir este cuento, extraído del extraordinario libro "Hambre de gol")