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Amor y fútbol (Alfredo de la Peña - Uruguay)


EI fóbal es amor porque es la pasión de las nulitude. Si no fuera no seguiría concuyendo la aflición deportiva... Es voz potourri que el fóbal es un negocio flordicente, por eso se van los jugadores a otros mejores pagos, porque nadies es bobeta en su tierra. Y el amor también puede ser bien renumerado fuera del país, por eso se han ido las sustitutas y los porsemetas. Tanto en fóbal como en amor puede haber un buen partido, pero se necesita estrenamiento, calentamiento y masaje predio. Antes, el amor y el fóbal eran más íntimos, había amor a la camiseta, hoy, puras fámulas.
Si se piensa en el fóbal hay que pensar en la pelota. Hay que darle pelota al fóbal, y al amor mucho más. Algunos, por no decir pelota, hablan del esférico, de la guinda, del útil, pero si el jugador no sirve, el útil es inútil y la guinda no da jugo. En el amor como en el fóbal, el hombre aprende a tratarla: la espera, la para, la lleva (cuanti más pegada, mejor) y la toca. Porque hay que jugar al toque. Ahí es cuando se le ven los meniscos a la sota, porque el peligro está en la mano intencional. Si te ven te cobra jan, y si es en el área chica, penal. Menos mal que penal y gol es gol y andá a cantarle a Gardel. El fóbal es un trabajo y el amor da trabajo; se termina con la cara toda sugestionada. En el fóbal, los jugadores no van a jugar por una resbalada de pan, no es la indiosincracia de estos muchachos; como me decía un player: "no voy a vivir de la castidad pública", (palabras textiles), y como no le alcanzaba con los tres palos del arco pidió quince. En amor también se pide más, pero a veces no se puede, hay que enjuagar el defici. Cuando al jugador no le dan lo que pide, apunta sus bacterias pa'otro lado, y en amor, cuando no se da lo que se pide, se hace la reconstrución del lecho ante el juez, porque al otro le importa un pito. No se van a quedar a esperar al sosías, como los erraelitos.
Hay muchas semezanjas entre el amor y el fóbal, entre el amor y la pelota. Ella es elástica, redondita, croqueta, y todos se la diputan, con perdón de la ofensa. Corren tras de ella. Cuando se moja se pone pesada, aunque cada día está más liviana y ahora hasta se pinta. Le gusta que la trabajen de cabeza y que la línea delantera le lleve la carga. Es muy salidera y si no es religiosa es muy supérstite, dos por tres toca madera. Es fiel y es emisa a los pies del que la domina. Hay jugadores románticos que la peinan, la cachetean, la jopean. Los más celosos la esconden; y los que se mueren por los gajos, creen que es una fruta y se la comen. Otros, más gallitos, la pisan. Y otros la revientan, la curten a patadas. Es cuando ella se ablanda. Es triste el destino e'la pelota, se la pasa rodando. Y eso que tiene evocación de madre, le gusta estar inflada, pero funciona al revés que las señoras, cuando la pinchan, se desinfla. Hay jugadores que no saben qué hacer con la pelota y cuando la rematan no la compra ni el golero. Otros son ligeros como una instalación, y otros tan cachacientos que ya son vagos concientudinarios. Son como el caballo de Artigas, te le ponés al lado y no te patea, pero decíle que te lleve hasta Ejido...
Hay otras simultitudes entre el amor y el fóbal, porque un partido aburrido, de esos de benedicencia, es como un matrimonio sin hijos. En fóbal no hay que pasarse de la raya para afuera, y en amor, bueno... no hay que pasarse...
Las hinchadas son como las familias de los novios que se juntan en el combinado, por eso en los casorios todos se abrazan, pero en los partidos de entre casa, primero se indultan y después se agarran a las pinas. Pa'evitar eso, hay que poner en marcha las diapositivas necesarias. Hay que poner coito a tales desvanes.
Es tan indecente pegarle al contrario como hacer preposiciones deshonestas en el amor. Los ténicos aconsejan la tática a seguir y las suegras también. Si los ténicos aconsejaran en el amor, enseñarían la mejor tática que conocen: Meter pa'delante. Cuando un jugador se pustula pa'l puesto, hace méritos, y el novio, también. Cuando lo consiguen se dan ínsulas.
En fóbal hay arte, y en amor, arte. Cuando hay tarjeta roja, el jugador no puede seguir jugando en ninguna cancha. Los que juegan con clase son científicos y los que opinan como científicos son de ciencia-afición.
Al fóbal se juega a dos tiempos, y a las duchas. Y en el amor, ¿qué? Cuando hay alargue, vienen los calambres, el desgotamiento y no se producen goles. Y vamos a poner pito final porque traspiró el tiempo reglamentario. Lo único que deseamos es que el partido ahora se lo jueguen ustedes como puedan y también deseamos que salgan empatados. Salute.

(este cuento pertenece a la Obra de Teatro “El amorólogo”, escrita en 1977 y representada durante varios años en diversos teatros del Uruguay (El Tinglado, Nuevo Stella, Sala Dos)

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A principios de Noviembre de 1987, nosotros estábamos concentrados con el Nápoli en el Hotel Brun, de Milán, para jugar contra el Como, y apareció un Mercedes Benz impresionante a buscar a Cóppola. Se lo llevaron a Milano 5, donde tenía su ranchito el propio Berlusconi. Una mansión de ésas de las películas.
Él le dijo a Guillermo que me quería a mí, a toda costa, cuando terminara mi contrato, que había gastado casi cincuenta millones de dólares y todavía no había podido conseguir un puto título. Ni le preguntó cuánto ganaba en el Napoli: ¡él ofrecía el doble para mí!, un departamento en piazza San Babila, la zona más cara de la ciudad, el auto que quisiera -no un Fiat 600, ¿eh?: Lamborghini, Ferrari, Rolls Royce-, cinco años de contrato dentro de la organización de ellos y un lazo con la Fininvest, su empresa de comunicación.
Vaya uno a saber por qué, ¿no?, esas cosas que pasan, pero lo cierto es que mi amigo periodista Gianni Mina tuvo la noticia del encuentro y en Diciembre la publicó en su revista Special... ¡Para qué! El martes a la mañana, todos sabían que el Milán me quería y ofrecía lo que a mí se me ocurriera; y el mismo martes a la noche, Ferlaino aceptó todas las condiciones que le pusimos nosotros y firmamos un nuevo contrato, con el triple de beneficios de lo que pretendíamos al principio.
Eran 5.000.000 de dólares por año, hasta el '93, sin contar los ingresos por publicidades y merchandising, que serían 2.000.000 más cada 365 días... Unos mangos y un regalito, además: el presidente, Ferlaino, se me apareció en casa con una Ferrari F40 negra, ¡era la única que había en el mundo en ese momento! No sé... No sé qué habría pasado con mi carrera si arreglaba finalmente con el Milán; no sé si habría sido distinta, mejor o peor. Pero yo conocía al napolitano y sabía que el napolitano daba la vida por mí... ¡Guay con el que tocaba a Maradona en Italia! Se le iban todos los napolitanos al humo, en Torino, en Milán, en Verona, donde fuera. En realidad, si algo no tenía en aquellos tiempos, era problemas de plata...

(extraído del libro "Yo soy el Diego" de Editorial Planeta)

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Quiero que el Barcelona juegue en sesenta metros de cancha, y si para conseguirlo debo correr algún riesgo defensivo, no me importa. Finalmente, jugamos para convertir más goles que el contrario.

(JOHAN CRUYFF, técnico holandés, opinando años atrás sobre el funcionamiento de aquel extraordinario Barça)

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Este señor nos deja a los técnicos más jóvenes un legado muy grande y un enorme ejemplo de vida.

(MIGUEL ÁNGEL RUSSO, técnico argentino, dando su punto de vista sobre el “Maestro” Ángel Tulio Zoff, técnico argentino, en revista “Solo fútbol” Nº 629, del 7 de Julio de 1997)

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Osvaldo Ardizzone en el recuerdo


El estilo histórico de la afamada revista argentina "El Gráfico" siempre estuvo ligado a la categoría de los periodistas que por allí pasaron.
Aquí presentamos un fragmento de un reportaje efectuado a uno de esos maestros del periodismo deportivo que prestigiaron esa publicación deportiva de fama mundial: Osvaldo Ardizzone.
(publicada en “Yo fui testigo”, Nº 2, año 1986)

-¿Qué era el club?

-El club era el producto del esfuerzo de los vecinos, de los individuos que vivían en ese barrio. Los sueños estaban transferidos y todo el entusiasmo puesto hacia eso, sin ninguna clase de especulación de tipo económico. Eran las camisetas tradicionales, como Boca, River, San Lorenzo, Independiente; que pertenecían uno a Avellaneda, otro a La Boca, otro a Boedo. En general, los clubes nacieron alrededor de un barrio o una parroquia, como en el caso de San Lorenzo, que nace por iniciativa de un cura que se llamaba Lorenzo Mazza, que pertenecía a una congregación católica. Crecen al amparo de un sentimiento, eran pobres, no eran clubes ricos. Se cobraba entrada, sí, porque “había” que cobrar entrada, pero era exigua, y además formaba parte de una distracción de fin de semana... Había sí pasiones encendidas, porque la camiseta tira... pero era un problema romántico más que un problema económico.

-¿Cómo nace el fútbol profesional en la Argentina?

-Ya en el año treinta y dos se advierte que hay una clandestinidad en esa fachada de romanticismo. Hay cierta clandestinidad en los pagos. Hay jugadores que ya reciben retribución por jugar. A pesar que en ese tiempo eran todos trabajadores que, además, jugaban al fútbol. El club les pagaba en "especies", como ser un trabajito en alguna repartición nacional, o en la empresa del presidente del club... y entonces cobraban sueldo, y algo más, por el día en que jugaban.

-¿No había "pases" ni "ventas" de jugadores?

-El primer pase fue el de un jugador llamado Carlos Peucelle, que jugaba en un club muy modesto, Deportivo Buenos Aires, que estaba en los confines de La Boca, la zona del puerto. Es transferido a River y lo pagan en diez mil pesos. De ahí le viene a River el mote de "los Millonarios". River sale de La Boca, que era su lugar de origen, (junto con Boca) y pasa a ser "los Millonarios". Se van a jugar a la avenida Alvear y Tagle, que era la parte rica, la parte en la que vivía el gringo que había evolucionado económicamente y ya tenía al hijo "doctor", con chapa en la puerta, chapa de bronce lustrada. Se establece como en todos lados: los de "arriba" y los de "abajo". Los de "abajo" terminaron siendo los proletarios, los de Boca, y se quedaron en el barrio, y los de River emigraron, como hicieron muchas familias del Sur, que se fueron a vivir al Norte y el Norte después se hizo elegante.

-¿Cómo nace el fútbol-espectáculo de los ‘60?

-En Boca estaba de presidente Alberto J. Armando, un individuo que no era del barrio, un cordobés que vino a Buenos Aires a tentar fortuna, como muchos provincianos -él era experto en automóviles- y llegó a tener una de las agencias de automóviles más poderosas de la firma Ford, en la avenida La Plata. En River estaba Antonio Liberti, un individuo que había nacido en La Boca, que había sido distribuidor de gaseosas, cuando estaba Naranjín, sodas y bebidas sin alcohol. Entonces ambos resuelven, por ser presidentes de las instituciones más poderosas, que hay que hacer el "fútbol-espectáculo", a la manera de los países europeos, como Italia por ejemplo, y comprar grandes figuras, es decir, poblar el equipo de nombres famosos, sin escatimar esfuerzos económicos, para que las canchas se llenen de fútbol.

-¿Tiene éxito el fútbol-espectáculo?

-No, porque al final es un fiasco. No logran los espectáculos que ellos se habían propuesto en función de la calidad. Aquí los espectáculos más ricos en materia de fútbol se dan por los años cuarenta, pero en el sesenta quieren resurgir con el fútbol-espectáculo comprando figuras, pero ese fenómeno no se produce y, como consecuencia, las instituciones quedaron bastante afectadas económicamente por el exceso de gastos que no se recuperaron.

-¿Usted por qué cree que, de alguna manera, languidecía el fútbol?

-No languidecía el fútbol... Ellos decían que había un profesionalismo tibio, que no se manifestaba tal cual como ellos lo esperaban, y quisieron hacer el gran negocio del fútbol contratando figuras.

-¿A quiénes trajeron en ese momento?

-Boca trajo a un peruano, trajo a un uruguayo, trajo brasileños. River también, pero además contrataron jugadores del mercado local... River trajo, por ejemplo, tres: dos brasileños y un uruguayo, que fueron un fiasco. Quisieron traer nombres para deslumbrar a la gente, pero no consiguieron el objetivo. Al contrario, gastaron mucho dinero y no pasó absolutamente nada. Pero no es que languidecía el fútbol... ellos decían que el fútbol había que hacerlo descaradamente, con un profesionalismo total.

-Pero dicen que hubo una disminución del treinta por ciento del público en las tribunas en ese momento

-Puede ser, pero en el sesenta lo que pasaba es que andaban mal los equipos, no tenían muchos atractivos.

-¿Usted cree que en fútbol se reflejan las cosas que pasan en la sociedad?

-Yo creo que ninguna manifestación humana es ajena al contexto social. Acá tenemos, por ejemplo, al atletismo, que es el caso del deporte romántico por antonomasia; es el único deporte en el cual no hay lucro, uno de los pocos amateurismos que quedan. Los lanzadores de jabalinas, los maratonistas, por ejemplo, cada vez son menos... Creo que ya no queda nadie. ¿Por qué? Porque no se gana. La transformación de la sociedad no es ajena al fútbol. Por ejemplo, en un país empobrecido como el nuestro difícilmente vaya mucha gente a presenciar los espectáculos. Primero, porque la cancha exige un gasto y, segundo, porque evidentemente hay un desánimo en el individuo para ir a ver una distracción de este tipo. Pienso que en un país que está bien económicamente se piensa distinto con respecto al deporte.

-Usted me decía que por el estado de ánimo de la gente se supone que no iría a la cancha y, en realidad, lo que sucede es que está yendo más que antes.

-Sí, la gente va en función del éxito deportivo, pero no va como antes. El ejemplo no es Boca-River. También hay que ver qué sucede cuando juegan los equipos chicos, y ahí va muy poca gente. Si Boca Juniors va a Entre Ríos, por tratarse de Boca, va el público para ver a las estrellas... y si va Maradona... Es eso lo que querían Armando y Liberti: Tener once Maradonas, tener elementos de atracción popular. El caso del fútbol es que está empobrecido. Pero ocurre que la Argentina es un país muy futbolero, donde nacen muchos jugadores, naturalmente. Esto, últimamente, ya no está sucediendo porque la juventud actual no tiene ocio para ir al fútbol, porque se tiene que dedicar muy tempranamente a las actividades laborales para poder subsistir, y porque si está esperanzada en ganar dinero con el fútbol, va a tener que tener la suerte y la fortuna de ser un tipo privilegiado, que surja entre tanta competencia. Además, los clubes que tienen divisiones inferiores las utilizan solamente cuando están en la pobreza; apenas tienen un peso, compran figuras de afuera.

-Vimos que empezaron a surgir "barras bravas" conectadas con los clubes cuando empezó a perderse un poco el entusiasmo espontáneo de la gente del barrio que apoyaba al club.

-Lo natural es que donde entran los mercenarios se prostituye todo. La prueba está que ahora en Italia se descubre una especie de estafa, por partidos arreglados, por el asunto del PRODE (Pronósticos deportivos)... Es decir que no sólo hay jugadores prostituidos, sino equipos enteros...Ya hay varios que están en capilla para ser sancionados por haber jugado, digamos, "a desgano". De manera que, cuando entra dinero, ése es el estímulo más grande, y el dinero puede acarrear todo tipo de desviaciones, de prostitución...

-Pizzutti, en una declaración a "Yo fui testigo", dijo que en el Mundial de Suecia, del año cincuenta y ocho, se habían dado cuenta los argentinos que el fútbol que tenían no era competitivo a un nivel internacional.

-Sí. Nosotros teníamos un buen fútbol. Pero en nuestro fútbol, por el año cincuenta y ocho, no se tomaban recaudos en cuanto al cuidado del estado físico del jugador. Además faltaba competencia internacional, ya sea por la guerra o porque no estábamos asociados a la FIFA; habíamos perdido prácticamente el contacto con el fútbol de Europa. Es decir que fueron a Suecia gorditos... confiando en su habilidad natural, olvidándose que para poder prevalecer con esa habilidad también necesitaban el sustento paralelo de una aptitud física.

-¿Qué opina sobre las "barras bravas"?

-En cuanto a las barras bravas, no tengo ninguna duda que empiezan con el grueso de la hinchada, y luego son utilizadas por los dirigentes. Los dirigentes son los principales responsables de la existencia de las "barras bravas". Ocurre como ocurre en todos los terrenos cuando hay guardaespaldas: el guardaespaldas se convierte en el tirano del amo y el amo, al final, le tiene miedo al guardaespaldas. Eso lo dice la historia. Todos los guardaespaldas, al final, son los tipos que atemorizan y el amo no se los puede sacar nunca más de encima porque se convierte en cómplice, lo que le impide liberarse, está sometido, porque donde el otro habla lo puede chantajear. Acá hay una especie de chantaje. El tipo de la barra brava se convierte en el individuo que el dirigente necesita en épocas de elecciones, porque es el que influye en el electorado para que vote a determinada persona. Lo necesitan porque en las canchas custodia a los dirigentes y al equipo. Son "garde du corps". Eso no lo hacen gratis. Ni tampoco por la entrada... sino por dinero, asado, vinos, etc., aparte de la entrada, el viaje... La prueba está que acá se cometió hasta el exceso de llevar la "barra brava" a México. Hubo miembros de una barra que vinieron a ver a Boca aquí y después volvieron a volar a México... Como uno que se llama el "Abuelo", que es el famosísimo jefe de la barra brava de Boca. Es decir que ahí tiene que haber dinero fuerte, porque evidentemente ese hombre tampoco trabaja... Fue a México a dirigir la barra brava, para pelearse con los ingleses, para alentar al equipo, para llevar banderas y para que en el Mundial estuviese la presencia argentina.

-¿Cuándo nacen las "barras bravas"?

-Nacen con el cambio de la sociedad. Antes era una barra puramente romántica, que iba a alentar al equipo, que se peleaba, como se peleaba cualquiera por una pasión. Luego viene la deformación, porque se hacen mercenarios... Y ahora es una industria. A tal punto que, muchas veces, prevalecen en las reuniones de Comisión Directiva... Porque aconsejan, sugieren jugadores, dirigentes, etc. Les tienen miedo y, entonces, hay que obedecer.

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Universitario de Deportes y Unión Minas jugaban un partido por el Torneo Apertura del 2000 en el Estadio Nacional de Lima. El duelo, disputado el 2 de Abril de ese año, estaba empatado a cero hasta que el atacante argentino Carlos Alberto Yaqué superó la resistencia del colombiano Lincoln Mosquera, y se desató la tragedia. Luego del gol de la 'U', un aficionado, un alférez de la Armada peruana que estaba posicionado en la tribuna oriente, lanzó una bengala que cruzó la cancha hacia occidente e impactó en el rostro de un adolescente con retraso mental, José Mayta, alias "Pepito", de 17 años, quien falleció al instante luego de que el objeto se le incrustara en el ojo y explotara ante la vista de todos. Los aficionados ubicados en la tribuna occidente hicieron lo posible para salvarle la vida, pero no lo lograron.
El encuentro, como era de esperarse, fue suspendido por el juez principal Albert Caballero a los 18 minutos (el choque se completó dos días después y acabó 2 a 0). Los periodistas ingresaron a la cancha a hablar con los jugadores y uno de ellos le preguntó a Yaqué si se sentía culpable por la muerte del niño en la gradería. El rioplatense se mostró muy sorprendido por la consulta y respondió con signos de molestia: "¡¿Y yo qué tengo que ver con esto?!"
El reportero, un tanto desubicado, le explicó: "Si no hubieras metido el gol nada de esto hubiera pasado. No hubieran lanzado ninguna bengala". ¡Plop!

(anécdota extraída de "Blogs Perú")

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Palermo es uno de esos jugadores que uno siempre quiere tener en sus equipos. Cuando se retire y pasen los años, su trayectoria quedará resaltada mucho más todavía. Tiene una gran fuerza de voluntad y siempre se pone objetivos nuevos.

(GUILLERMO BARROS SCHELOTTO, ex compañero en Boca Juniors, en diario "La Nación" del domingo 30 de Septiembre de 2007)

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Desde pasiva hasta activamente, vivimos rodeados de fútbol, de "fútbol espectáculo". Muchos viven de él, diría, y muchos más vivimos, quiérase o no, en él. ¿Cómo vivimos en el fútbol? Obviamente, no todos lo vivimos jugándolo, en el sentido común -lúdico- del término. Tampoco lo vivimos, aunque es un nudo de nuestra articulación con él, observándolo directamente. Mi sospecha es que, fundamentalmente, lo vivimos verbalizándolo. Dicho de otra manera: vivimos hablando -sea como sea- de él y de sus avatares.



(LUIS H. ANTEZANA, escritor boliviano)



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Los carteros de la imaginación


Historia del relato radial del fútbol en Argentina

Nos cuentan los partidos del domingo y así nos envían al paraíso de la fantasía. No sacan conejos de la galera, pero igual hacen magia. Primero fue Fioravanti, luego Muñoz y más tarde Víctor Hugo. Los relatores, integrantes de una cultura que irrumpió en la Argentina hace casi ochenta años y todavía hoy sigue emocionando.

Da temor verlos. Asustan. Parece que estuvieran a punto de escupir los pulmones y caer redondo encima de los viejos de la platea. Ahí andan ellos, la camisa totalmente abierta, arrugada, los pelos embarullados, anchas gotas de sudor resbalándole en el rostro, la mano enlazando el micrófono, el cuello hinchado, colorado de euforia, las venas que quieren escaparse. Y el grito de gol que se prolonga y rompe los límites del tiempo. Vértigo, velocidad, improvisación, imaginación, potencia. Mentiras. Exageraciones.

Los relatores radiales de fútbol alcanzaron en Argentina un papel mayor que el simple hecho de contar un partido de fútbol. Armaron una cultura nueva. Se diferenciaron del resto de la gente que hace periodismo deportivo y fundaron algo así como un gremio abstracto. Porque no son periodistas. Son relatores. Y recién después se nombra al comentarista, ayudante de campo, vestuaristas o estudios centrales. Es el relator. El cartero de la mentira y la exageración, que nos dibuja en la imaginación cómo Gallardo sorteó la marca de Bermúdez o cómo Gatti descolgó una pelota del ángulo.

Esta cultura se inició en el país el 2 de Octubre de 1924, y casi por accidente. Jugaban Argentina y Uruguay. Y Horacio Martínez Seeber y Atilio Casime informaron a los escuchas acerca de las incidencias del encuentro, que ganó Argentina 2 a 1. Se dice que lo hicieron informalmente, un relato ni siquiera parecido al que hoy se escucha. Ingenuos, no tenían ni idea lo que ellos mismos acababan de comenzar.

El primer partido que se relató completo fue Sportivo Barracas contra Estudiantil Porteño, en 1927. Lo relató Tito Martínez Delbox.

Alfredo Aróstegui fue a quien primero se le colgó el cartel de narrador futbolero. De narrador futbolero profesional, por así decirlo. Aróstegui llevó a las casas argentinas los Juegos Olímpicos de Ámsterdam 1928 y por eso se ganó el apodo de El Relator Olímpico. Le costaba bastante seguir las acciones: “Una serie de pases intrascendentes en el mediocampo”, prefería decir y salir del paso.

La tarde llegada de los diarios a los hogares y la no presencia de la televisión transformó a la radio en el primer medio de consulta y entretenimiento. Era una gustosa obligación sentarse en la mesa de la cocina, mate y galletitas, a escuchar los episodios de un partido que se jugaba a largos kilómetros de distancia. Y partidos muy importantes, además. Luis Elías Sojit, por ejemplo, fue el encargado, a través de Radio Splendid, de contar lo ocurrido en la Copa del Mundo de Italia 1934.

Tal vez fue en la década del 40 cuando el relatar se vistió con el traje del arte.

Porque apareció Fioravanti. Joaquín Carballo Serantes -sólo según su documento- presentó un carné diferente al que todos habían presentado. Se elevó por encima del resto. Fue el invitado especial de todas las familias futboleras, que lo dejaban ingresar a sus casas todos los domingos. Le ganó además el duelo que protagonizó con otro grande: Eduardo Pelliciari, el “Lalo” que jugó para Rivadavia primero y Mitre después.

La hegemonía de Fiorovanti se enterró en el recuerdo de la gente cuando surgió, allá por 1960, José María Muñoz. Inventor de las conexiones, amigo de todo gobierno de turno, El Relator de América mantuvo al público futbolero pegado a la radio durante casi 20 años y fue además la voz del Mundial de Argentina 1978. Enjuagaba la voz con una polenta tremenda, acaso su arma más eficiente.

Después vino Víctor Hugo Morales, el nombre que le ganó al apellido, uruguayo, talentoso además. Fue el tercer eslabón de una cadena de monstruos. Primero Fioravanti, luego Muñoz y por último él. Algo así como Di Stéfano, Pelé y Maradona, reyes en sus actividades y en sus épocas.

Víctor Hugo gozó de su punto más alto durante la década del 80. Voz cavernosa, ahuecada, enérgica, transmitió para medios argentinos los mundiales del 82, 86, 90, 94 y 98. Y en México 86 pintó lo que para muchos es su obra maestra. Dibujó con el pincel de sus cuerdas vocales y su llanto el segundo gol de Maradona a los ingleses en el corazón de todo argentino.

Todavía se escucha aquella poesía: “La va a tocar para Diego, ahí la tiene Maradona, lo marcan dos, pisa la pelota Maradona, arranca por la derecha el genio del fútbol mundial, y deja el tercero y va a tocar para Burruchaga... ¡Siempre Maradona! ¡Genio! ¡Genio! ¡Genio!... ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta... y Goooooool... Gooooool... ¡Quiero llorar! ¡Dios santo! ¡Viva el fútbol! ¡Golazo! ¡Diego Maradona! Es para llorar, perdónenme... Maradona, en una corrida memorable, en la jugada de todos los tiempos... barrilete cósmico... ¿de qué planeta viniste? Para dejar en el camino tanto inglés, para que el país sea un puño apretado, gritando por Argentina.... Argentina 2 - Inglaterra 0... Diegol, Diegol, Diego Armando Maradona... Gracias Dios, por el fútbol, por Maradona, por estas lágrimas, por este... Argentina 2 - Inglaterra 0...”

La gran cantidad de radios que se abocaron al fútbol abrió el espectro para la llegada de montones de relatores. Desde principios o mediados de la década del 80: Atilio Costa Febre, Héctor Caldiero, Jorge Bullrich, Juan Carlos Morales -perdió con Víctor Hugo el cetro que dejó El "Gordo" Muñoz-, José Gabriel Carbajal, Osvaldo Webhe y Walter Saavedra, entre muchos otros. Y desde principios de los 90 hasta los días que ahora corren, Alejandro Fantino y Sebastián Vignolo, tal vez los más destacados.

Hoy, acaso el único que pide permiso para sentarse en el sillón que todavía ocupa Víctor Hugo es el desenfadado Mariano Closs.

El locutor y escritor Pablo Molinari plantea en uno de sus delirios la siguiente cuestión: “Cuesta creer que los relatores de fútbol no tienen, como imperiosa necesidad de la excelencia en su oficio, un pacto con el Diablo. Si no, ¿cómo se explica la exactitud con la que estos hombres son capaces de anticipar una jugada, incluso muchos segundos antes de que ocurra? (...) Si tal es la infabilidad de los pronósticos de los relatores, los jugadores no son más que simples piezas de ajedrez destinadas a cumplir los deseos del tipo de la radio. Así, pues, los futbolistas carecen de decisiones propias: todos sus actos responden a la imaginación del relator”.

Tal vez así sea. Y en realidad todos nosotros somos víctimas del antojo de unos tipos que hablan rápido, escupen mentiras y nos hacen felices todos los domingos.

(artículo escrito por el periodista Ignacio Fusco, y publicado en la revista "Súper Fútbol")

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¿Qué piensa de Argentina?

-Es un gran equipo, uno de los mejores de la actualidad. Me encanta.

-¿Le gusta más esta Selección que la de Bilardo?

-Definitivamente. Me identifico mucho más con la actual.

-Es extraño, usted fue jugador de Bilardo y también uno de sus alumnos, sin embargo marca grandes diferencias con él.

-Tanto Osvaldo Zubeldía como Bilardo dejaron importantes enseñanzas aquí en Colombia, introdujeron el verdadero profesionalismo. Es decir: vivir para el fútbol y no vivir en el fútbol. A Carlos lo respeto mucho, ha sido campeón del mundo y luego subcampeón.

-Entonces, ¿qué lo diferencia de Bilardo?

-Algo fundamental: el fin. A él sólo le interesa el resultado, a mí ganar jugando bien.

(FRANCISCO “Pacho” MATURANA, entrenador colombiano, opinando sobre la selección de Basile que se encontraba en plena Eliminatoria rumbo al Mundial 1994, y de cara al recordado partido entre ambas selecciones, con la victoria colombiana 5 a 0 en Buenos Aires. Revista “El Gráfico” Nº 3830 del 2 de Marzo de 1993)

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¿Yo, verdugo de un pueblo que quiero entrañablemente?

(EDGARDO CODESAL, árbitro mexicano, tras el polémico penal cobrado en la final de Italia 90)

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Nuestra selección perdió la Copa porque despreció el torneo. Yo no conseguí sentir con el equipo el mismo fervor de la Olimpíada, dos años antes. Para nosotros, la medalla en la Olimpíada fue más importante.

(SANDOR KOCSIS, jugador húngaro, goleador de la Copa del Mundo de 1954, comentando sus sensaciones tras la final perdida ante Alemania)

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El fútbol en clave de horror


El 24 de Marzo de 1976 una Junta de Comandantes asumió el poder tras la destitución de Isabel Perón. A partir de ese momento se sucedieron secuestros, desapariciones y prohibiciones. Con el dictador Jorge Rafael Videla a la cabeza, los ideólogos del nuevo gobierno se encargaron de utilizar al deporte para disimular la tremenda realidad que azotaba al país. Este es un somero racconto de hechos recogidos por el periodista Ariel Scher.

Eran las primeras horas de la dictadura. Ya habían pasado 22 comunicados en los que se prohibía toda actividad política y sindical. El número 23 fue el primero en permitir algo: la televisación en directo del partido que la selección de fútbol tenía que disputar en Chorzow frente a Polonia. Quizás sea esa la imagen más clara de cómo los militares se propusieron utilizar al deporte, copiando lo que Hitler había hecho en 1936 con los Juegos Olímpicos.

Ni azar ni leve intencionalidad ni tema menor, el deporte, y en especial el fútbol, fue objeto de la atención sistemática del régimen autocrático que se había instalado en el poder. Estigma de los estigmas de la época, el Mundial de 1978 representó un objetivo estratégico en la pretensión de los militares para afincarse largamente en ese sitio. Hicieron todo bien: apenas asumieron confirmaron que la Argentina sería sede del torneo; poco después le pagaron 500 mil dólares a una consultora estadounidense para que les ayudara a modelar su imagen política alrededor del campeonato; más adelante, llevaron los gastos organizativos de los 70 millones previstos a casi 700 según la evaluación del propio secretario de Hacienda, Juan Aleman y al final, cuando la Selección se consagró campeona, desplegaron una retórica apabullante con la que aspiraron demostrar que la combinación entre el éxito deportivo y el supuesto éxito organizativo daba origen a otro país, triunfal y sin contradicciones.

Nunca en la intensa historia que signa el vínculo entre política y fútbol en la Argentina un gobierno avanzó tanto con la intención de que la pelota jugara en su provecho. Pero se trataba de una era en la que todo parecía posible desde la perspectiva que ofrecían los tronos de los represores. Hace algún tiempo, el periodista Ezequiel Fernández Moores sintetizó lo que había ocurrido: "Fueron años en que la política abusó del deporte. Años de Kempes, el Matador. Años de Videla, el asesino".

Fútbol sí, letras no

La cuenta regresiva para el Mundial de los días del espanto estaba clavada exactamente en un año. Era el 1 de Junio de 1977 y uno de todos los horrores que fracturaban las calles arrancaba de un colegio a Roberto Santoro para volverlo un desaparecido. Poeta y periodista, hincha de Racing, había publicado en 1971 su maravillosa "Literatura de la pelota", un libro que combina los textos que en la Argentina hicieron eje en el fútbol. Santoro sabía encontrar música de gol en las palabras de los escritores y también conocía el secreto arte que distingue la voz de las hinchadas. Al mismo tiempo, no ocultaba su voluntad de que la realidad soplara hacia un punto cardinal más justo y vivía haciendo fuerza para empujar esos vientos. Santoro, con sus libros y sus vocaciones, su poesía y su pasión de fútbol, su desaparición y su memoria, es un símbolo potente y doloroso de la relación que signó al deporte con la última dictadura militar.

El arco de la libertad

Entre las mugres que hacían un infierno de la Mansión Seré, el centro clandestino de detenciones que la Aeronáutica regenteaba en Castelar, una siempre se adosaba al cuerpo de Claudio Tamburrini, arquero de Almagro hasta que un comando militar lo secuestró el 23 de noviembre de 1977. "¿Quién es arquero acá?", interrogaban hombres que no eran hombres. "Yo", contestaba Tamburrini que, futbolista al fin, en las noches miserables todavía se soñaba volando de un palo a otro. "Entonces atajate ésta", le contestaban, y lo molían a trompadas.

Tamburrini logró sobrevivir porque el día del segundo cumpleaños de la dictadura aprovechó, junto a tres compañeros, la bendición de un tornillo flojo y, desnudo, esposado y rapado, se escapó de la Mansión Seré a través de una ventana. Se radicó en Suecia, donde aún reside y enseña filosofía. Veintiún años después de su fuga, regresó una mañana a la cancha de Almagro. "Esto fue lo que más miré", confesó. Lo que más miraba era un arco.

Los dueños de la pelota

La AFA fue una joya velozmente codiciada. En 1976, el presidente de la institución era David Bracutto, también titular de Huracán y médico de la Unión Obrera Metalúrgica. Los militares lo desplazaron del cargo y ubicaron en su lugar, mediante una "elección", al abogado Alfredo Cantilo. A diferencia de los golpes de estado de 1955 y 1966, la AFA no fue intervenida: por delante estaba el Mundial 78 y la FIFA, que suele desentenderse de la condición política de los países donde organiza torneos, tiene como requerimiento que sus afiliadas posean autonomía. Si hubo intervención en la Confederación Argentina de Deportes y en otras federaciones. Era una determinación casi deportiva: la dictadura trataba de jugar en todas las canchas.

El rostro militar del fútbol fue el marino Carlos Lacoste, vicepresidente del Ente Autárquico Mundial 78, el organismo que manejó ese campeonato y que nunca presentó su balance definitivo. También fue ministro de acción social, breve jefe del Estado argentino entre las presidencias de Roberto Viola y Leopoldo Galtieri, y vicepresidente de la FIFA hasta los días iniciales de la democracia. Aunque las presiones políticas lo hicieron dimitir, Lacoste siguió siendo un invitado recurrente a las reuniones de la FIFA, como consecuencia de su amistad con el brasileño Joao Havelange, alguien que en 1978 declaró entre elogios que: "Por fin el mundo pudo ver la verdadera imagen de la Argentina".

Pariente de Videla y de Galtieri, Lacoste sostuvo que "el Mundial terminó con el subdesarrollo mental de los argentinos". Luego, influyó fuerte en River Plate, un club que hasta 1996 mantuvo como socios a los líderes de la dictadura. Argentinos Juniors recién le quitó ese privilegio en 1999 a Carlos Suárez Mason, encumbradísimo jerarca militar de esos años, juzgado y condenado en primera instancia en Italia por varios casos de violación a los derechos humanos, entre ellos el de Norberto Morresi, hermano del ex futbolista Claudio Morresi.

Julio César Santuccione fue el hombre de la Fuerza Aérea en la AFA. Se desempeñó como secretario del Tribunal de Disciplina en 1979 y 1980. Esas atribuciones en el terreno de la disciplina suenan paradójicas, teniendo en cuenta que Santuccione encabezó la durísima policía de Mendoza en las jornadas de la mayor barbarie. Él, como varios de sus pares, encontró un sitio cerca de la pelota. Por entonces, los amos de la vida y de la muerte, también eran los amos del fútbol.

El veredicto de la memoria

Una y otra vez, la radio estallaba con un mensaje unívoco. Era este: "Los argentinos somos derechos y humanos", según reza uno de los slogans de la época. Era una mañana de viernes, de Septiembre y de 1979, con dos sentimientos hondos confluyendo en la Plaza de Mayo. Uno era la esencia del fútbol: la fantástica Selección juvenil en la que brillaban Diego Maradona y Ramón Díaz acababa de ganar el campeonato mundial de su categoría en Japón. Otro era la esencia del sufrimiento: los familiares de las víctimas del terrorismo de Estado acudían al lugar porque miembros de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA estaban en el país investigando denuncias sobre los horrores argentinos.

Los servidores del Régimen instalados en los medios de comunicación convocaron a la gente a la Plaza para "demostrarle a esos señores que los argentinos no tenemos nada que ocultar". La dictadura necesitaba una ayuda. El fútbol, según la concepción de los dueños de la época, siempre podía dar una mano. A 30 años del golpe militar, la memoria puede llamarse Roberto Santoro o puede llevar otros 30 mil nombres. Y hace lo inevitable, lo imprescindible. La memoria vive como testimonio, como mensaje, como reclamo, como bronca, como esperanza, como protesta. Y nadie lo puede evitar.

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El día que la Selección ganó y perdimos todos


El 24 de Marzo de 1976, la Selección Argentina venció 2-1 a Polonia como visitante. Los futbolistas que actuaron no se ponen de acuerdo sobre cuándo recibieron la noticia del golpe.
El 24 de Marzo de 1976, la televisión argentina sólo emitió los comunicados de la junta que había derrocado al gobierno de María Estela Martínez y el partido de fútbol que la Selección Argentina, que se preparaba para jugar el Mundial 1978, jugó contra el seleccionado polaco en Chorzow, a 13 mil kilómetros de Buenos Aires. Los jugadores de aquel equipo discrepan a la hora de recordar si se enteraron de lo que había sucedido en el país antes o después de salir a la cancha y así recuerdan aquel partido que fuera calificado por la prensa de entonces como “la mayor hazaña de la historia (de la Selección) en el exterior”.
“Tuvimos que jugar obligatoriamente ante Polonia ese día porque la fecha ya estaba pautada. No recuerdo bien si había llegado una nota de algún militar para jugar ese partido, pero sí me acuerdo de que ganamos 2-1, con goles de René Houseman y Héctor Scotta”, contó a “Página/12” Alberto Tarantini, uno de los futbolistas que participó de ese partido, que formaba parte de una gira por de la Selección que dirigía César Menotti.
“El recuerdo más fuerte que tengo de la gira del ’76 es la tristeza que teníamos todos los jugadores por lo que estaba sucediendo en el país”, confesó René Houseman, autor de uno de los goles de aquel encuentro.
La Selección había debutado en esa gira ganándole 1-0 a la Unión Soviética en Kiev, el sábado 20 de Marzo. El autor del único tanto argentino fue Mario Alberto Kempes, que dos años más tarde sería el goleador del Mundial. Aquel partido se jugó bajo la nieve y la figura fue Hugo Gatti, vestido con pantalón largo y tocado con un gorro.
El itinerario de la gira marcaba al estadio Siaski, de la ciudad industrial de Chorzow, en Polonia, como el siguiente destino. El partido a jugarse el 24 de Marzo era importante: la selección local había terminado el Mundial de 1974 en el tercer lugar.
Pese a que uno de los primeros comunicados de la junta confirmó la suspensión de espectáculos, transmisiones y programas de televisión para el resto de la jornada, se informó que el partido iba a televisarse como estaba programado. “Se ha exceptuado la propagación programada para el día de la fecha del partido de fútbol que sostendrán las selecciones de Argentina y Polonia”, sostenía el nuevo comunicado. Canal 7 televisó el encuentro y el relato estuvo a cargo de Fernando Niembro, el mismo periodista que en 1990, como vocero de Carlos Menem, anunciara los indultos a los militares genocidas.
Houseman adujo no recordar con exactitud el momento en que el plantel se anotició del golpe: “Creo que nos enteramos después del partido. La noticia empeoró el ánimo del vestuario y de todos. Si llegó una orden desde Argentina para continuar con la gira, la verdad es que no me enteré”, añadió el ex delantero de Huracán.
Sin embargo, Héctor Horacio Scotta, el otro goleador argentino del partido, dijo recordar claramente que la noticia había llegado al seno del plantel antes de jugar el encuentro. “Todos estábamos muy preocupados y no únicamente Kempes y yo, como tantas veces se dijo. Nos habíamos ido del país con un gobierno democrático y cuando regresamos al país era todo diferente. Teníamos mucho miedo a todo, a lo que fuera, una guerra civil, por ejemplo. Horas después del partido llegó a la concentración una orden del propio Videla diciendo que la Selección ‘tenía que jugar’ ese encuentro ante Polonia”, puntualizó el ex goleador de San Lorenzo.
Leopoldo Luque afirmó que el relator José María Muñoz les había dado la noticia del golpe tras la cena posterior al partido: “La mayoría no estábamos tan metidos en el tema y ganar dos partidos seguidos en Europa para nosotros era algo totalmente inusual...”, señaló tiempo atrás.
Consultado por Página/12, Ricardo Bochini da una versión diferente: “El Gordo Muñoz nos comentó el tema del golpe y todos nos quedamos muy mal. No recuerdo bien, pero creo que la noticia la dio antes del partido. El Tolo Gallego se puso muy mal, porque empezó a pensar que le podía pasar algo malo a su familia, pero todos, rápidamente, lo tranquilizamos”.
Como Bochini, Marcelo Trobbiani también fue titular contra los polacos y su versión es coincidente. “Estábamos en el hotel y faltaban tres o cuatro horas para el partido -recordó en una entrevista hace años-. Kempes nos contó que en la Argentina había un golpe. Analizamos la posibilidad de no jugar, pero faltaba muy poco para empezar el partido y ya había gente en la cancha. Después Menotti nos reunió y nos pidió que nos tranquilizáramos. El sentimiento fue horrible durante el trayecto en el micro y en el vestuario. No bien el árbitro pitó el final, les preguntamos a los periodistas si tenían alguna novedad y yo pude comunicarme con mi familia”.
El relato coincide con lo que Héctor Vega Onesime divulgó en su libro “Memorias de un periodista deportivo”: que Muñoz, enviado de Radio Rivadavia, fue el primero en tener conocimiento del golpe y se lo informó al presidente de la delegación, Pedro Orgambide. “Por suerte no hay que lamentar desgracias personales o derramamiento de sangre”, comentó Muñoz, que apoyaría sin tapujos la dictadura. Su comentarista en ese partido fue Julio César Calvo, el hermano de Adriana Calvo, detenida-desaparecida y hoy integrante de la Asociación de Detenidos-Desaparecidos. Según el comentarista, muerto hace unos años, Muñoz realizó gestiones para averiguar el paradero de su hermana.
“Se dijo muchas veces que se había dudado en no jugar ese partido o en suspender la gira, pero no es así -recuerda Bochini-. Todos estábamos allá y teníamos muchas ganas de jugar. Como todas las informaciones que nos daban aseguraban que no había problemas, la verdad es que todos estábamos muy tranquilos”. César Menotti declinó hablar sobre el tema.
La gira siguió con una derrota 2-0 ante Hungría en Budapest, el sábado 27, la caída 2-1 con el Hertha en Berlín, el lunes 29 y la igualdad sin goles con el Sevilla el miércoles 10 de Abril. Los dos últimos partidos ni siquiera se televisaron.
“La noticia del golpe nos tomó por sorpresa -contó hace unos años Jorge Carrascosa en nota con este diario-. Estábamos concentrados y enterarse de eso fue algo muy fuerte. Allá no nos decían todo lo que queríamos saber. No sabíamos exactamente lo que estaba sucediendo. Uno siempre estaba pendiente de que a la familia no le pasara nada. El único contacto que yo tenía era telefónico, pero el deseo de todos era regresar lo más rápido posible para estar con los suyos. A medida que pasaban los días, el deseo era terminar cuanto antes la gira para estar rápido en el país”.

(artículo de Pablo Vignone, publicado por el diario “Página 12” del viernes 24 de Marzo de 2006, con motivo de los 30 años del Golpe Militar de 1976)

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Brasil no juega con el mandato de sus raíces.

(PELÉ, quejándose en Italia 90 del estilo "europeo" que el DT de la verdeamarelha, Sebastião Lazaroni, quería imponer a la selección brasileña)

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Todavía me pregunto cómo en aquella selección de ustedes faltaron algunos muchachos de calidad indiscutida. Por ejemplo: Pastoriza, Daniel Onega y Mas. ¿O en ese entonces no eran buenos?
¿Por qué los eliminamos en la cancha de Boca? Porque hacía más de un año que vivíamos pensando en las eliminatorias y nada más que en las eliminatorias; porque nuestro equipo era realmente bueno y porque tuvimos a la Virgen de Santa Rosa encima de todos nosotros; fundamentalmente para marcarles el segundo gol, un minuto después del empate que a ustedes les había costado muchísimos padecimientos...


(ROBERTO CARLOS CHALLE, "El niño terrible del fútbol peruano", rememorando en revista "El Gráfico" Nº 2719 del 16/11/71, la eliminación Argentina en la Bombonera para el Mundial de México 1970 a manos de la Selección de Perú)

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La pelota es una hembra, se la acaricia, no se le pega.

(JOSÉ MANUEL MORENO, célebre jugador argentino)

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Pasión por el fútbol (Ryszard Kapuscinski - Polonia)


En su libro "El Imperio", el periodista polaco Ryszard Kapuscinski, cuenta que en visita a un pueblo minero en Siberia, llega a la casa de un obrero, Yevgueni Alekséievich, con quien conversa acerca de la situación laboral y de la rigurosa vida que se lleva en esa apartada región de la ex Unión Soviética. Luego, mientras esperan que llegue la hora para reunirse con otros trabajadores, sucede lo que Kapuscinski cuenta de la siguiente manera: "Al cabo de poco rato empezaron a venir vecinos y la habitación de Mijaíl Mijáilovich se hizo pequeña. Yevgueni Alekséievich encendió el televisor, en color, que estaba sobre el aparador. La enorme caja granate oscuro rugió con tanta amenaza que parecía que se iba a erizar de un momento a otro. El Dinamo contra el Spartak, me aclaró en voz baja Yevgueni Alekséievich, sólo a mí, pues los demás hacía tiempo que lo sabían.
Clavé la vista en una pantalla que no transmitía ninguna imagen. Su cóncava curvatura de cristal la recorrían con frenesí y en todos los sentidos miles de chispas de todos los colores. El televisor estaba estropeado, y si una tele se estropea en el Komsomolski Posiólok, no hay manera de arreglarla.
Nunca había visto nada semejante. Una veintena de hombres con la vista clavada en una pantalla centelleante que cada dos por tres despedía columnas de chispas, como las que se levantan sobre el fuego cuando alguien le echa una rama de pino seco. Motas, rayos y granos de luz bailaban, latían y chisporroteaban como un febril y etéreo espejismo. Qué riqueza de formas de luz, qué pantomima tan alocada e incansable. Todo aquel fulgor se me antojaba delirante e ilógico, pero no tenía razón. Un orden perfecto gobernaba los movimientos de aquellas partículas multicolores, sus vertiginosas carreras y sus súbitos cambios de dirección. En determinados momentos el lado izquierdo de la pantalla empezaba a despedir un chisporroteo rojo que vibraba, ondeaba y corría de un lado para otro, y, de repente, la habitación se llenaba de un grito: ¡Goool! ¡El Dinamo ha metido un gol! ¿Cómo sabes que lo ha metido?, pregunté, perplejo, a Yevgueni Alekséievich, tanto más cuando en la tele tampoco funcionaba el sonido. ¿Cómo no lo voy a saber?, me contestó con gran asombro, ¡todo el mundo sabe que el Dinamo lleva camisetas rojas!
Al cabo de un tiempo en el extremo opuesto de la pantalla se producía una concentración de azul (el color del Spartak) y la habitación gemía: ¡Han igualado el marcador (puesto que los reunidos eran hinchas del equipo del Dinamo).
Durante la media parte las chispas se habían calmado, incluso se habían quedado inmóviles, dispuestas ordenadamente en toda la superficie de la pantalla, para, más tarde, volver a lanzarse a hacer nuevas piruetas y locuras, pero se nos había hecho tarde y tuvimos que dejarlas para acudir a la reunión.

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Los directivos nos hacen creer que tenemos grandes futbolistas porque pagan grandes traspasos por ellos; incluso a los propios jugadores les hacen creerse que son buenos.

(ANTONIO "La Tota" CARBAJAL, célebre portero mexicano, presente en cinco Copas del Mundo con el equipo azteca)

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Una de las anécdotas más maravillosas que cuenta Alcides Ghiggia en su libro "El gol del siglo" es el momento en que éste hace el gol en Maracaná en la Final de 1950.
Hace el gol decisivo en la final de una Copa del Mundo, doscientas mil personas alrededor, y su amigo del barrio, compañero de toda la vida, el "Cotorra" Míguez, le dice "loco, no me la pasaste, ¿no viste que estaba mejor parado?" y la respuesta lacónica del autor del gol: "dejala ahí que está bien".

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Dos ingenieros bastan. Los otros ocho jugadores deben ser obreros. Tener seis Baggios es peligroso.

(IVICA OSIM, técnico bosnio, opinando sobre la creación en el fútbol)

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La muerte de Darío Dubois


El ascenso argentino llora la muerte de Darío Dubois

Darío Dubois, ex futbolista de varios clubes de ascenso, falleció hoy a causa de las hemorragias internas que se produjeron en su cuerpo, luego de haber sufrido un asalto a principios de mes.

El ex zaguero central de Yupanqui, Lugano, Ferro Carril Midland, Deportivo Laferrere, Deportivo Riestra, Cañuelas, Deportivo Paraguayo y Victoriano Arenas, entre otros clubes, murió esta mañana en el hospital Paroissien del partido de La Matanza, en el que estaba internado desde hacía casi diez días. En total jugó 146 partidos y anotó 13 tantos.

Dubois, de 37 años, no pudo recuperarse de las heridas sufridas en un ataque del que fue víctima una noche de principios de mes por delincuentes que lo balearon en una de sus piernas y en el estómago, luego de haber abandonado una sala de recitales en la localidad de Isidro Casanova, donde se desempeñaba como sonidista para ganar su sustento diario.

Es que la historia de este singular personaje del ascenso argentino (jugaba con la cara pintada, al estilo músicos de Kiss, para dar cuenta de su fanatismo por el black metal) no dio para las primeras planas de los diarios. La suya fue la típica vida de "un laburante del fútbol".

El retiro. Tanto que Dubois se vio obligado a dejar la actividad, hace casi tres años, porque no pudo "costearse" una operación de rodilla por una rotura de ligamentos cruzados, mientras actuaba para Victoriano Arenas, su última institución. Es que ni el club de Valentín Alsina ni Futbolistas Argentinos Agremiados (FAA) se hicieron cargo de la intervención quirúrgica.

Además, el infortunado futbolista se erigió en un genuino representante de la denominada "cultura del ascenso": la de aquellos jugadores que actúan, tal como se dice, por el "sándwich y la Coca Cola", aún a costa de las presiones que pudiere recibir.

Un ejemplo de ello ocurrió a mediados del ´95, cuando defendía la camiseta de Lugano. Por ese entonces, una empresa auspiciaba a la entidad de Tapiales y prometía abonarle 40 pesos por partido ganado a cada uno de sus jugadores.

El elenco bonaerense había alcanzado tres triunfos consecutivos y cuando se aprestaba a disputar el cuarto partido, Dubois adoptó una postura singular, en la que puso en evidencia sus ideales, tal como después le comentó a su amigo, el periodista Marcelo Massarino.

"Como no nos habían pagado decidí llevarme una cinta aisladora negra para taparme la publicidad de la camiseta. Pero justo en ese partido (frente a Acassuso, en Boulogne) me la olvidé. Y entonces, como había llovido, apenas salimos a la cancha hice como que me persignaba, agarré barro y me tapé la publicidad", dijo.

"La camiseta naranja quedó toda cubierta por el barro. El sponsor se "cagaba de risa" de nosotros y no nos pagaba. Yo, con esa guita, viajaba", relató para argumentar el porqué de su rebeldía.

O cuando denunció a un dirigente de Juventud Unida (Juan José Castro), mientras jugaba para Victoriano Arenas, que supuestamente le había ofrecido dinero "para perder, para que ellos ganasen y para que él entrara en una reelección en el municipio de San Miguel. Una rata inmunda", apuntó.

Esa y muchas otras historias le valieron enojos y fastidio de directivos y entrenadores que no entendían su comportamiento. Pero a la vez le permitieron lograr reconocimiento de muchos pares, parte del periodismo y de diversos foros de hinchas, como el que suele ingresar en el sitio "En una baldosa", que lo había adoptado como una suerte de símbolo de futbolista del ascenso.

Fuente: Agencia Télam (17/03/08)

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Mucha gente trabaja en una fábrica de nueve a cinco. Su trabajo puede consistir en dar miles de vueltas a una tuerca. En las tardes de los sábados esa gente merece algo por lo que ir y por lo que gritar.

(RODNEY MARSH, ex internacional inglés)

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¿Qué opinión te merece la decisión de la FIFA de no jugar en ciudades de más de 2500 metros sobre el nivel del mar?


La altura tiene sus pro y sus contras, no vamos a negar que la altura exista pero hay que ser claros que por mucho que tengas altura sino tienes un buen equipo seguro no puedes asistir a una copa del mundo. Ecuador tiene 2800 metros, La Paz tiene 3800, entonces si habláramos que la altura te pone en una Copa del Mundo Bolivia estaría siempre en los mundiales, así como a veces nos toca ir a jugar a un grado bajo cero como en Argentina o Uruguay, jugar con pasamontañas, con guantes o cuando vamos a Barranquilla a 55 grados de temperatura es difícil jugar y sin embargo Ecuador ha soportado siempre todo ese tipo de cosas.


(IVÁN HURTADO, defensor ecuatoriano, opinando sobre el veto de la FIFA a jugar en ciudades con más de 2.500 metros de altitud)

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¿Tévez? ¿Quién es Tevez?

(MÁRCIO BRAGA, presidente de Flamengo, dos días antes de que el argentino marcara dos goles en la victoria de Corinthians 3 a 1 ante el equipo rojinegro, por el Brasileirão 2005)

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EL CICLÓN - San Lorenzo de Almagro (Argentina)


Uno de los tantos apodos de este verdadero grande del fútbol, “El Ciclón”, fue utilizado por primera vez en 1932 por el periodista Hugo Marini para referirse a la contundencia con la que el equipo atacaba y ganaba. Las goleadas que daba el equipo hicieron que se lo bautizara como “El Ciclón de Boedo”, apodo que copiaron muchos periodistas.
También otro motivo por el cual la difusión del apodo se produjo con facilidad, fue que con el apodo del club se lo rivalizaba o equiparaba aun más con su acérrimo rival: el Club Atlético Huracán.

El nacimiento del club

Cuando a principios de siglo los jóvenes de la barriada bonaerense de Almagro, empezaban a jugar a un juego que sus importadores los ingleses llamaban “football”, poca o ninguna idea tenían de la importancia que iba a tomar ese club que se había formado, el San Lorenzo de Almagro.
Estos muchachos tenían su “gran estadio” en la calle Treinta y Tres. Allí se celebraban unos interminables partidos con una pelotita de goma o de trapo, ya que la economía no daba para más. Era un equipo formado por adolescentes cuya edad oscilaba entre los 12 y 16 años.
Se agrupaban bajo la denominación de “Los Forzosos de Almagro” y vestían camiseta color borravino con cuellos y puños blancos, que habían sido donadas por Federico Monti, auténtico caudillo del equipo durante esa primera época.
Los triunfos conseguidos hacían sentir la necesidad de organizarse seriamente. Se organizó una reunión para el 1º de Abril de 1908, fecha en la que se da oficialidad a las actividades del club. Como el club todavía no tenía una sede social, la reunión se celebró en la misma calle Treinta y Tres. Allí se confirmó el nombre de “Forzosos de Almagro” y se dispuso la adquisición de un sello, para dar más categoría y seriedad a la entidad recientemente creada.
Concurrieron a la reunión del 1º de Abril de 1908 y por lo tanto quedaron en la historia del club como sus fundadores: Antonio Scaramusso, Federico Monti, José Coll, Nicolás Romeo, Antonio Rappa, José Gorena, Pablo Silva, Aníbal Assali, Alberto Coll, Luis Gianella, Francisco Xarau, Luis Manara, Juan Monti, Fernando Rosso, Amílcar Assali, José Colazurdo y algunos más.
Tras esta reunión se decide la creación de dos equipos representativos de “Los Forzosos de Almagro”. Uno se denominará “La mayor” y otro que será “La menor”. A partir de la formación de estos dos conjuntos se comenzaron a enviar desafíos a todos los clubes de los alrededores por “nota sellada”, lo que permitió que durante la segunda mitad de 1908 y todo 1909 se jugaran infinidad de partidos.

Intervención del Padre Massa

El nombre del Reverendo Padre Lorenzo Massa está íntimamente ligado a la historia del club, tanto que no es posible evocar los primeros pasos de la institución sin recordar su múltiple labor desplegada. Tanto es así que algunos le confunden con el fundador del club.
Hasta el 8 de abril de 1909, el club siguió desarrollando sus actividades de forma normal, pero en esa fecha un grupo de componentes de ambos equipos, capitaneados por Francisco Scaramusso, se acercaron a conversar a las puertas del Oratorio San Antonio con el padre Lorenzo Massa. La razón no era otra que la petición del campo que estaba contiguo al Oratorio.
El padre Lorenzo aceptó pero con la condición que todos los integrantes del equipo asistieran todos los domingos a misa. Los pequeños cracks cumplieron la palabra empeñada.
Próximos a tomar posesión de su nueva cancha, los muchachos recibieron una sorpresa: el Padre Massa apareció con un juego de once camisetas de color azul y grana. Era el comienzo de una nueva etapa.

Se cambia el nombre, nace San Lorenzo

Ese mismo día, el 8 de Abril de 1909, después del partido debut en la cancha del oratorio, Scaramusso pidió autorización para celebrar una Asamblea General. Se iba a aprovechar esta ocasión para cambiar el nombre del club, ya que al Padre Lorenzo Massa no le parecía el más lógico, pues tenía una expresión de fuerza bruta.
Se propusieron varios nombres: El Centinela de Quito, El Ariete, Olimpia, El Triunfador, El Almagreño, etc. Pero Federico Monti propuso que el nombre del club tenía que llevar el nombre de Almagro. Scaramusso, como agradecimiento al Padre Lorenzo Massa, propuso el de “San Lorenzo de Almagro”. El nombre fue aceptado por mayoría y Antonio Scaramusso elegido como primer Presidente de la entidad.

Campeón de la Liga Don Bosco

En lo que queda de 1909, los dos equipos lograron varios triunfos significativos, antesala para su inclusión en la liga Don Bosco, con el equipo denominado “mayor”. En 1910, el Campeonato fue muy disputado y a su finalización el San Lorenzo había empatado en su 1ª posición con el Pueyrredón de San Isidro. La final se celebró en Luján y el partido acabó en un empate, la revancha la ganó el conjunto azulgrana por 2-0.
A principios de 1911 el padre Massa gestionó y obtuvo una pequeña cancha, situada a la entrada del parque Chacabuco. Por ese entonces el equipo “menor” se inscribía en la Liga La Esperanza y juega allí todos los partidos del Campeonato que logra finalmente adjudicarse. Mientras tanto la “mayor” vuelve a ganar la Liga Don Bosco, venciendo 2-0 al club Centenario en la final.

Desaparición momentánea del equipo

Cuando nada lo hacía suponer, ya que los triunfos se sucedían constantemente, los muchachos reunidos en asamblea al aire libre, resuelven dejar el club en suspenso para cuando “fueran hombres”. Esto ocurrió al finalizar 1911. La mayoría de los jugadores pasaron a formar a otros clubes. El sello y demás papeles quedaron en poder de Scaramusso, que, seguía siendo presidente.
El club continuaba latente, realizando algunas reuniones y hasta jugando algunos partidos, siempre vistiendo los colores de San Lorenzo.
En Noviembre de 1913, José Gorena propuso a José Coll reorganizar el club. Estos hablan con Federico Monti y Antonio Scaramusso quienes están de acuerdo y junto a Maidna, Marquínez y otros se encargan de citar a los socios para asamblea de reorganización.
En esta asamblea se crea la nueva comisión directiva, quedando formada por: José Gorena, presidente; Antonio Scaramusso, secretario; Robustiano Castro, prosecretario y Federico Monti, tesorero. Poco tiempo después renuncia a la presidencia su titular, pasando a ocupar esta vacante Antonio Scaramusso.

Inscripción en la Asociación Argentina

En 1914, el club va a solicitar su entrada en la Asociación Argentina de Fútbol. Esta le fue cedida y el club inscribe dos equipos: uno en Segunda y otro en Tercera División.
La primera campaña oficial de San Lorenzo en la Asociación, en 1914, no pudo ser más brillante. Fue campeón de su grupo tras vencer, después de dos finales a Excursionistas; lo que le permitió jugar la semifinal del torneo con Sportivo Buenos Aires, al que derrotó por la mínima.
La final del Campeonato de segunda la debía jugar frente a Germinal en el campo de Banfield. San Lorenzo se alzó con el triunfo y con el torneo, al vencer por 5 a 2. La idea del ascenso a Primera estaba cerca.
Al iniciarse la temporada de 1914, se fusionan las dos entidades que manejaban al fútbol argentino, por tal motivo la cantidad de clubes aumentó y algunos no obtienen su inscripción en la categoría intermedia, a la cual habían ascendido los azulgrana por obtener el torneo de Segunda.
El 1º de Enero de 1915, el equipo ganó la final del torneo de Ascenso a 1ª División ante el club Honor y Patria (Campeón de Intermedia) y desde entonces obtuvo los siguientes campeonatos en la época amateur: 1923, 1924, y 1927, después de dos segundos puestos en 1925 y 1926.

Nace la A.F.A.

La Asociación Argentina de Fútbol nació a raíz de la escisión de un grupo de equipos de la Federación Argentina de Fútbol (FAF) de carácter amateur. Así se dio comienzo a la era profesional (rentada) del fútbol criollo en el año 1931. El primer torneo profesional fue ganado por Boca Juniors y el del año siguiente por River Plate. En ambos certámenes, San Lorenzo fue protagonista y peleó por ser el campeón hasta las últimas instancias.
El tercer torneo del profesionalismo, en 1933, lo tenía como candidato junto a los otros grandes de la categoría y con un excelente desempeño por fin pudo conseguir un título. La definición de este torneo estuvo en manos de San Lorenzo y Boca Juniors. En la antepenúltima fecha se enfrentaron estos dos equipos, encuentro que ganó el Ciclón por 2 a 0 en un estadio colmado por 45 mil personas. En la fecha siguiente, San Lorenzo cayó frente a Independiente por 1 a 0, mientras que Boca derrotó a Lanús, recuperando de esta manera el terreno perdido. Al finalizar la fecha, Boca lideraba con 49 puntos, siendo escoltado por San Lorenzo con 48. La definición se decidía en la última fecha, y los únicos resultados posibles para que el Ciclón fuera el campeón debían ser una derrota auriazul y un triunfo azulgrana. Boca Juniors debía enfrentar a River Plate y San Lorenzo a Chacarita en Villa Crespo. Aunque River no había ganado ningún clásico durante el profesionalismo esta vez se impuso por 3 a 1, mientras que San Lorenzo consiguió una victoria por 1 a 0, que lo consagraba como campeón.
Su brillante historial está jalonado por triunfos notables dentro y fuera de la fronteras de la Argentina y entre muchos otros, los del 6 a 1 sobre la selección nacional de España en Madrid y del 10 a 4 sobre la de Portugal en Lisboa en 1947, en la célebre gira por Europa con el equipo de 1946 que obtuviera el segundo campeonato para la entidad y que contaba con uno de los más grandes ídolos de la historia sanlorencista: el vasco Isidro Lángara.
Tal vez el más deslumbrante y contundente conjunto que haya representado no sólo a San Lorenzo de Almagro sino también al fútbol argentino en el exterior.

Bodas de Oro y Campeonato

En 1958 San Lorenzo festejó sus cincuenta años de vida, realizando por este motivo unos actos que conmemoraron tal fecha. Entre ellos se organizó un partido contra Nacional de Montevideo, que resultó con 3-3. Pero el mejor regalo fue la contratación de quien sería el más grande goleador de la historia azulgrana: José Francisco Sanfilippo, quien se consagró máximo goleador de ese torneo y de los tres restantes (59, 60 y 61).
Este jugador llevó a la consecución de un nuevo Campeonato en 1959. Como director técnico se encontraba José Barreiro.

Los Carasucias y Los Matadores

En 1964, en San Lorenzo, producto de su cantera surgen unos jóvenes valores que por su desfachatez y caradurismo para jugar, se les pasó a denominar “Los Carasucias”. Entre éstos se encontraban: Roberto Telch, Héctor Veira, Narciso Doval, Fernando Areán y Victorio Casa.
Este equipo se formó bajo el mando de un técnico brasileño: Elba De Padua Lima, pero el mundo le conocía como “Tim”. Con un estilo y forma de juego arrolladora, que superaba a sus rivales en las segundas partes, se proclamaron campeones del Torneo Metropolitano de 1968, de forma invicta, siendo el primer equipo en el fútbol argentino en lograrlo y para ese entonces ya denominados “Los Matadores”.
La final de este torneo se jugó frente a Estudiantes de La Plata, tras haber vencido a River en semifinales. Un nuevo título se sumaba a las vitrinas de los de Boedo.

Llegan más títulos al club

La Asociación del Fútbol Argentino había decidido en 1967 jugar dos torneos por año, el primero denominado “Metropolitano” y otro llamado “Nacional”, del que participarían además de equipos de Buenos Aires y del Interior de la República Argentina.
En 1972, y bajo la dirección técnica de Juan Carlos “Toto” Lorenzo, conseguiría por primera vez en la historia del fútbol argentino los dos torneos en un mismo año.
El cuarto título (séptimo en la historia del club) llegaría en 1974 al ganar el Torneo Nacional con el goleador Héctor Scotta a la cabeza, que se consagró como el mayor anotador anual de la historia del profesionalismo.

El descenso

En 1980 San Lorenzo tuvo el primer aviso de descenso y se salvó en la última fecha. Lo peor estaba por venir.
Al año siguiente le toca perder la categoría y descender a Primera "B", pero su paso fue efímero.
Con un fervoroso acompañamiento de su público (que batió todos los récords de recaudaciones), logró el título y el ascenso al año siguiente, 1982, marcando un hito en la historia de la institución y del fútbol nacional.

De nuevo campeón tras 21 años (1995)

El Torneo Clausura de 1995 lo tenía a San Lorenzo como máximo candidato al título, tras 20 años y medio (desde Diciembre de 1974) sin ganar un torneo en la Primera División. El Ciclón era dirigido por Héctor “Bambino” Veira y su plantel estaba compuesto por jugadores de vasta experiencia como Oscar Ruggeri, Silas, Oscar Passet, entre otros. San Lorenzo tenía en sus espaldas una gran sequía de títulos y en los últimos años había sido protagonista pero no podía consagrarse.
Con un rendimiento parejo, los de Boedo llegan junto a Gimnasia y Esgrima de La Plata a las instancias decisivas del Torneo con chances de campeonar.
En la última fecha, Gimnasia estaba un punto arriba del Ciclón y debía a recibir a Independiente en el Bosque. San Lorenzo por su parte visitaba a Rosario Central en Rosario. Gimnasia no pudo consagrarse porque fue derrotado por el Rojo y porque San Lorenzo cumplió con su parte al vencer al Canalla. De esta manera, el Ciclón conseguía tras 21 años de sufrimiento un nuevo título, antes los 30.000 hinchas que viajaron a Rosario para presenciar la consagración.

El campeón Récord (2001)

Tras seis años sin títulos, el Torneo Clausura 2001 se presentó como muy emotivo hasta las últimas instancias y tuvo como protagonistas a dos equipos muy sólidos: San Lorenzo y River Plate. El Ciclón había empezado muy mal el año 2001, con peleas internas en el plantel y desajustes con el cuerpo técnico. Esto ocasionó que el director técnico Oscar Ruggeri abandonara el equipo días previos al comienzo del calendario profesional.
San Lorenzo era un barco a la deriva, sin DT y con jugadores peleados tenía que afrontar la Copa Libertadores y el Torneo Clausura. Desde Chile llega el Ingeniero Manuel Pellegrini a Boedo, técnico subcampeón en su país con Universidad Católica y en Ecuador con LDU Quito que probaba su suerte en el fútbol argentino.
En la 8ª fecha del Torneo San Lorenzo recibía en el Estadio “Pedro Bidegain” a River Plate. Los “Millonarios” dieron una verdadera exhibición de fútbol y le ganó al Ciclón por 3-1 (gol de Romeo). De esta manera, sacó una ventaja de cinco puntos y jugadas ocho fechas parecía que nuevamente conseguiría el campeonato.
El golpe propinado fue muy duro y recaló en lo más hondo del plantel y del cuerpo técnico. La campaña hasta ese momento era regular (4 victorias, 2 empates y 2 derrotas) y la idea de conseguir el campeonato había quedado casi descartada.
Pero ocurrió el milagro, y de los 33 puntos que quedaban en juego San Lorenzo consiguió todos, terminó descontándole los cinco de ventaja que llevaba River y finalizó el torneo con seis de más, logrando dos récords: el de cantidad de victorias consecutivas (13) y el de mayor cantidad de puntos conseguidos en un torneo corto (47).

Campeón del Torneo Clausura 2007

Este torneo fue liderado desde la 5ª fecha por San Lorenzo, el cual nunca dejó la punta y logró el campeonato en la fecha 18, ganándole a Arsenal de Sarandi por 4-2.
Tuvo una convocatoria multitudinaria a lo largo de todo el torneo, consolidándose claramente como el tercer equipo con más hinchas de Argentina, detrás de Boca Juniors y River Plate, y con una ventaja notoria sobre sus seguidores, los clubes de Avellaneda, Independiente y Racing Club.
La entidad tuvo desde 1916 a 1979 un estadio ubicado sobre la Avenida La Plata. El “Gasómetro” de Boedo supo ser el estadio donde era local la Selección Argentina y donde además se celebraron incontable cantidad de eventos multitudinarios. Llegó a tener una capacidad de 75.000 espectadores, siendo en su momento uno de los estadios más importantes del país.
San Lorenzo posee en la actualidad una Ciudad Deportiva de 27 hectáreas en el corazón de Buenos Aires, en ella se inauguró el 16 de Diciembre de 1993 el Estadio “Pedro Bidegain” (El Nuevo Gasómetro), el estadio con capacidad para 45.000 espectadores y que devolvió el hogar que el equipo no poseía desde el cierre del antiguo "Gasómetro" en 1979, verdadera catedral del fútbol argentino.

Palmarés

Era amateur

1914 Ascenso AAmF-AFA
1923 Asociación Amateur de Football
1924 Asociación Amateur de Football
1927 Asociación Argentina de Fútbol

Era profesional

1933 Campeonato AAF (Asociación Profesional)
1946 Campeonato AFA
1959 Campeonato AFA
1968 Campeonato AFA-Metropolitano
1972 Campeonato AFA-Metropolitano
1972 Campeonato Nacional AFA
1974 Campeonato Nacional AFA
1994/95 Torneo Clausura 1995 AFA
1994/95 Temporada 94/95 AFA
2000/01 Torneo Clausura 01 AFA
2000/01 Temporada 00/01 AFA
2006/07 Torneo Clausura 07 AFA

Torneos Internacionales

Copa Aldao: 1923, 1927 y 1946
Copa de Confraternidad Escobar Gerona: 1941
Copa Mercosur: 2001
Copa Sudamericana: 2002
Recopa Sudamericana: 2003 (Subcampeón)

Títulos internacionales (no oficiales)

1939: Copa Aranha
1950: Copa Lisboa
1953: Torneo Internacional
1970: Copa Costa Brava
1970: Copa Santander
1970: Copa Ciudad de La línea
1970: Copa Taruella
1970: Trofeo Teresa Herrera
1973: Copa Juan Gamper
1976: XIº Ayuntamiento
1979: Torneo de Japón
1995: Copa Juan Gamper

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Marcelo fue el técnico que sacó lo mejor de mí. Bielsa me convertía en un crack. Explotaba todas mis cualidades y mejoraba mis defectos. Me dio lo que me faltaba como jugador. Buscaba la perfección. Y eso que la perfección no existe... Pero él la buscaba igual. Él te exigía a full.
El ejemplo está en Ariel Ortega. ¿Cuándo lo viste al Burrito corriendo por toda la cancha a Roberto Carlos? Bueno, Bielsa lo logró. Equivocado o no, convenció a un montón de monstruos de su estilo de juego. Y te hablo de nenes como Batistuta, el Cholo Simeone, Sensini... Y encima era buena gente.
Bueno, yo puedo estar hablando tres horas de Marcelo Bielsa... Fijate que no hay jugador que te hable mal de él. Yo lo admiro, marcó una época e hizo historia porque ganó los Juegos Olímpicos.


(CRISTIAN "Kily" GONZÁLEZ, futbolista argentino, opinando sobre Marcelo Bielsa, actual DT de la selección chilena)

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Yo con 47 años hoy, y el presidente no se si tendrá menos; pero le hemos demostrado a la FIFA que se puede correr adentro de esa cancha. No puede tomar una determinación porque se les cante a ellos. Que venga y que no jueguen con la pasión de ustedes, que quieren jugar en su tierra. Ustedes tienen que jugar donde nacieron, hermanos, y eso no lo puede prohibir ni Dios y menos Blatter.

(DIEGO MARADONA, el 17/03/08, en La Paz, Bolivia, dando su apoyo a esa ciudad con referencia al veto impuesto por la FIFA de jugar partidos internacionales en ciudades de gran altura)

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Yo no sé mucho de fútbol, pero Argentina será Campeón.

(HENRY KISSINGER, ex Secretario de Estado de los EEUU, al arribar a Buenos Aires el 20 de Junio de 1978, para presenciar las instancias finales del Mundial 1978)

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Bogotano (Víctor Rodríguez Núñez - Cuba)


Para Gustavo Adolfo Garcés



Yo juego fútbol con mis asesinos
les disputo el balón
gano tiempo y espacio
arriesgo esta jugada individual.

Arracimados
sobre el pasto tenaz
de este parque escogido
los gamines se sacuden el polvo
que Dios echó en su alma
y se bañan con sol.

El de ruana molida
busca en la bolsa plástica
el aliento de la felicidad
y el que tiene las costillas al aire
caza como un gorrión
migajitas de pan entre la hierba.

Yo juego fútbol con mis asesinos
me pasaron la bola
y pruebo el arco
hay más niebla en los huesos que en las calles.

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