¿Nunca sentiste que los jugadores hablan en guaraní para que no los entiendas?
Siempre pienso que alguno me está puteando, pero no me molesta. Al contrario: creo que los jugadores necesitan su lugar. Elvio Paolorosso, el profe, les dice a cada rato que entendió todo, pero en realidad no caza una. Es bueno no haber aprendido guaraní, así no tienen que encerrarse en un cuarto para poder putearme tranquilos. Además, siempre pensé que los extranjeros éramos nosotros, que los que teníamos que cambiar éramos nosotros y no ellos.
¿Cómo estás con Chilavert?
Imagino que si en Paraguay estás mal con Chila... Salvando las distancias, José Luis en Paraguay es lo mismo que podría pasar con Maradona acá. Habla y el piso tiembla. Es una palabra autorizada, un emblema en el fútbol paraguayo. Mantengo una relación normal con Chilavert, de mucho respeto, charlamos 4 o 5 veces, pero no por eso voy a dejar de decir algo si tengo que decirlo ni voy a aceptar las cosas que diga si no estoy de acuerdo.
(GERARDO "Tata" MARTINO, ex jugador argentino, actual DT del Seleccionado de Paraguay)
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La ceremonia de apertura fue muy buena. A pesar de que me la perdí.
(GRAEME LE SAUX, ex jugador inglés)
Pibe, vos sos un jugador de planilla. A vos te ven en la planilla los rivales y se asustan. Blasito, vos sos el Sheriff.
(HÉCTOR "Bambino" VEIRA, técnico argentino, "motivando" a su modo a Blas Armando Giunta)
El periodismo deportivo: ¿una balacera lingüística?
La prensa escrita no ha escapado al flagelo del lenguaje agresivo y violento. Hemos hecho un sucinto análisis de este tipo de lenguaje en el periódico. Hay titulares y frases como éstas: "Mañana Antioquia en la pelea" ¿y quién dijo que íbamos a pelear, cuando lo que realmente era que nos íbamos a reunir con otras personas y a disfrutar de otra cosa?; "Crucial choque futbolero", es que cuando uno se imagina que hay un choque, ya de lo que se está hablando es de damnificados, de agresión y de sangre y de terrorismo.
Cuando se dice esta frase: "El equipo tiene en sus filas a Rubencho". Es que filas es una cuestión marcial. Se imagina que es un soldado y no un futbolista. Hernán Dario Gómez, director técnico de la selección ecuatoriana de fútbol, dio estas declaraciones antes del partido contra Brasil: "Mañana saldremos con todas las baterías al campo de batalla, porque daremos la guerra hasta el final, vamos a quemar los últimos cartuchos". ¿Cuál es la diferencia de esto con una quema de una población? ¿Cuál es la diferencia de esta expresión lingüística con una masacre en un poblado? La gente se prepara para un partido, como los televidentes, cuando la guerra del golfo Pérsico, que la pasaban por televisión: era otro programa más de suspenso.
Solamente analicemos los sobrenombres de algunos deportistas y eso le da la idea a uno de por dónde estamos caminando: "El Bombardero" de Barranquilla; ¿Pero qué tiene que ver una persona con mucha potencia en sus piernas con una maquinaria bélica?; "El misil" Restrepo; ¿Qué puede sentir una persona con ese nombre?; "El matador" Salas o "El Panzer" Carvajal; como si esto fuera un escuadrón o una unidad alemana que está en conflicto bélico con otras personas. Otro apelativos como "El artillero del equipo", "El Búnker" de la selección, "El estratega de la escuadra", son otros claros ejemplos de lenguaje bélico del balompié.
Observemos el boxeo. Sólo con decir: "mañana será la pelea" ya se indica que no es un deporte. No es la agilidad de la persona que tiene una filigrana corporal para hacer un deporte, sino que es un combate: "mañana va a haber un combate", exactamente como pasa en las montañas de Colombia. Que el boxeador bajó la guardia o Asalto como las secciones, los segmentos en que se divide un encuentro de boxeo, ¿un asalto?, uno se imagina un atraco.
Además, y en ese mismo orden de ideas, cuando el "pecoso" Castro dirigía al Cali, era un técnico mañoso y tramposo, pero cuando vino al Medellín, era un gran estratega.
Calero era un payaso en el Cali, pero era el "show-man" Calero en el Nacional.
Recodamos que Antony de Melo, a través de uno de sus personajes, manifestaba que si alguien de otro partido llegaba al nuestro, era un converso. Y que si alguien se retiraba de nuestro bando, era un traidor.
Todo depende del cristal con que se mire.
El deporte es confrontación, competencia individual o colectiva. El deporte es un sustituto, es sucedáneo de la guerra.
Los términos que se escuchan en la transmisión radial futbolera obedecen más a los de una batalla: dispara, ataca, patea, defiende, pega fuerte, agrede, enemigo, cuchillada, etc. En síntesis, es un lenguaje guerrero, se habla de falta y de castigo.
Uno no puede decir: El jugador levanta la pierna y con su guayo toca el balón tan fuerte que llega al rincón donde el arquero no puede llegar, lo único que uno puede decir es dispara. El deporte como sucedáneo de la guerra contiene un lenguaje guerrero, una actitud guerrera que predispone a los contendores a eliminar al contrario sin consideración alguna, pues se trata de vencer al oponente a como de lugar.
Los juegos olímpicos nacen en la Grecia antigua. Los pueblos que mantenían disputas, que se iban a la guerra según la necesidad, se idearon una forma de pelear sin arriesgar muchos muertos, eligiendo a un representante por bando para que se enfrentaran en una lucha. El pueblo victorioso era el del gladiador ganador. La lucha de David y Goliath.
Con el tiempo, se fueron ideando diversas competencias en las que se podía demostrar la destreza, el poder, la inteligencia, la fuerza, fue así como fueron naciendo los juegos olímpicos. Se realizaban para unir los pueblos, para zanjar las disputas internas, para dar término a todas las dificultades que obstaculizaban la terminación de un acuerdo.
En un mundo convulsionado, en que los odios étnicos, culturales y religiosos están al orden del día, el deporte como expresión de identidad, se convierte en instrumento político que esgrimido y manipulado por los gobiernos, exacerba los ánimos y fomenta un malentendido patriotismo que decanta en chauvinismo y xenofobia patentizado en las barras bravas y los grupos neonazis o cabezasrapadas.
La globalización ha hecho que la gente responda a esta invasión neoliberal con tradiciones de la cultura local. En los Estados Unidos, en los últimos quince años no se ha creado un solo puesto de empleo. La crisis es mundial.
Los hinchas manipulados por agitadores anarquistas son capaces de matar diluyendo la culpa pues lo hacen en grupos considerables, luego nadie es culpable. Los medios tienen gran incidencia en este comportamiento. Las arengas son en contra del oponente.
El deporte, concebido al principio como reemplazo de la guerra, tiene que ser constructor de paz y no de violencia. Y para hablar de paz, necesitamos de una zona de despeje lingüístico, en donde tuviéramos tener, por lo menos, acantonadas a las personas que están haciendo ese daño.
Pero... ¿Quiénes son los "culpables" de esta balacera lingüística?
Federico Medina Cano, semiologo y profesor de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Pontificia Bolivariana, indica que en la transmisión deportiva se articulan dos tipos de discursos: la narración y el comentario. No son independientes, los dos se integran aunque cada uno de ellos cumple una función diferente.
En la narración el sujeto de la enunciación en la transmisión deportiva asume frente a los sucesos a los que debe referirse una actitud narrativa. Lo que ocurre en el terreno de juego lo acomoda el narrador a la s reglas, a los códigos, a los modelos de narración conocidos, la acción se estructura según un orden temporal. Sigue la acción paso a paso y construye, en su discurso, la secuencia lineal de los sucesos, con sus actos grandes o pequeños. Su actividad está determinada por la unidireccionalidad del tiempo.
Cuando el periodista elige la estructura narrativa le impone a los hechos un determinado formato. Toda narración es una instancia cultural que se sobrepone a la realidad con el fin de hacerla comprensible y legible. El narrador es un fabulador que en su trabajo selecciona, omite arbitrariamente parte de los acontecimientos y recompone lo ocurrido.
El comentario es un tipo de discurso diferente a la narración y obedece a lógicas distintas. Es mucho más libre e imprevisible. Como un juicio sobre la acción es más abierto en su formal. Es un discurso interpretativo y valorativo que acompaña la narración. No está determinado por el tiempo ni busca la secuencia temporal. Es atemporal. El comentarista interviene sólo cuando la acción lo requiere; analiza, recapitula, evalúa, pronostica, hace conexiones con otros partidos, busca antecedentes y consecuentes de lo que ocurre en la cancha.
El narrador acompaña la acción casi inmediatamente se produce; el comentarista hace un corte en la acción y con la información que posee desentraña el sentido último de una jugada y su trascendencia para el equipo.
Los locutores (narrador y comentarista) se caracterizan por su tono ponderativo y ennoblecedor. La narración la llenan de dramatismo y la cubren de emociones, la embellecen y la presentan del modo más sugestivo y minucioso con su lenguaje pintoresco, su fluidez verbal, su embriaguez lírica, magnifican lo ocurrido, dan testimonio de lo grandiosos de las acciones, del camino arduo hacia el gol.
En el discurso de los locutores deportivos, las alusiones, comparaciones y metáforas con todas las manifestaciones de la vida cotidiana son constantes. Es un verdadero discurso fáctico en el que la verborrea y toda la retórica literaria son utilizadas para mantener la comunicación.
Nosotros somos el lenguaje. El lenguaje es energía. El lenguaje nos constituye en los seres que somos. De ahí esa zona de despeje que proponemos. ¿Será posible?
(artículo de Roosevelt Castro Bohórquez, Comunicador social, Periodista e Historiador de la Universidad de Antioquia, Colombia)
El 19 de Julio de 1987, Daniel Francovig, guardameta uruguayo-venezolano del UA Tachira, de Venezuela, estableció una marca curiosa en la Copa Libertadores de América: convirtió un gol sacando desde su propia meta, contribuyendo así a la victoria del conjunto venezolano sobre Independiente. El gol se lo convirtió a Luis Islas, internacional de la selección nacional de Argentina quien en Febrero de 2003 declaraba sobre ese gol en revista "El Gráfico": No entendía nada. Recuerdo que le decía al árbitro “¡no vale, no vale!”. “Qué no va a valer… andá a buscarla adentro”, me dijo el tipo. Por suerte, ese gol no afectó en el resultado. Si nos dejaba afuera de una Copa, por ejemplo, me hubiera marcado. Pero yo prefiero que me hagan un gol así y no uno por salir mal en un centro.
El fútbol como juego alude tanto a la libertad originaria, a la capacidad de improvisación y de alegría vital, a la tendencia al divertimento, a la impetuosidad e imponderabilidad que da origen al juego, como a la tendencia inversa, la racionalización, la necesidad de someter el juego a convenciones arbitrarias, a obligaciones.
(FEDERICO MEDINA CANO, Al calor de la jugada: el fútbol, signos y símbolos, -1996-)
Me echó un hincha de Boca.
(GERMÁN LUX, arquero argentino del Mallorca, comentando así la decisión del DT de River Plate, Daniel Passarella de separarlo del plantel en 2006)
La final (Luis Carlos Rosales Almaguer - México)
En un pueblo donde el fútbol era la única distracción y pasión de la gente, que en su mayoría era obrera, allí no existían los equipos grandes, solo dos equipos el amarillo y el blanco, el día sábado se jugaría la final entre los 2 equipos de la pequeña tierra, ambos jugaban en 2ª División y el ganador iría a pelear con los grandes en el máximo circuito.
Ambos equipos tenían hinchas que daban la vida y la libertad por su equipo ya se habían registrado muertes por defender su bandera e incontables presos por combates y ataques a los directivos, tal era la desesperación por llegar a la máxima División por primera vez, que el ambiente en lugar de sentirse de fiesta era tenso, exageradamente tenso.
El viernes nadie fue a trabajar, muchos prefirieron no ir por los nervios que sentían antes del gran juego, algunos prefirieron dormir para que el tiempo volara, otros ni siquiera pudieron cerrar los ojos, de apuestas ni hablamos, la gente no podía arreglar apuestas con hinchas del equipo contrario ya que, aunque fueran sus vecinos, no se hablaban. Tal era la pasión en este pueblo.
Las únicas palabras que se dirigían eran después de los clásicos para cargarse uno al otro; cada quien hacia sus apuestas personales o promesas al ser Divino. La que más llamo la atención fue la de Luis, un tipo que era hincha a morir del equipo blanco, hizo una apuesta doble, prometió que si su equipo subía a primera dejaría la droga, el alcohol y el tabaco por el resto de su vida, así como también si su equipo perdía dejaría la vida. Este partido cambiaria la vida de miles de personas.
Llego el sábado. El partido se jugaba en el único estadio de la comunidad y los tickets estaban estrictamente divididos entre dos, era un problema conseguir boleto si no eras socio, aún así hubo sobre ocupo no sabemos si por lo ambicioso de los directivos por sacar más dinero, o por los hinchas que pudieron entrar sin el ansiado boleto.
Por razones de seguridad el partido se jugo a pleno mediodía del sábado, la cancha ardía, estaba a mas de 35 grados, las hinchadas colgaban sus trapos desde las 9 de la mañana y empezaban a retarse con silbidos.
Al salir de su casa rumbo a la cancha Luis se despidió de su esposa e hijo, les dijo que si no volvía era porque su equipo no pudo darle la alegría mas grande de su vida y si volvía regresaría totalmente renovado, ese día el muchacho no probó gota de alcohol.
El gran partido comenzó, las hinchadas no dejaban de alentar, de brincar, era un espectáculo para todo aquel que no fuera hincha de estos equipos, pero un sufrimiento en cada llegada, en cada tiro al arco para los participantes.
El partido se encontraba 0-0 en tiempo de reposición, cuando un jugador del equipo amarillo se inventó una falta en el área rival, y el referee se la comió todita, marcó el penalti, la hinchada del blanco quedó callada, la del amarillo brincaba de alegría.
Luis se paró en la parte alta de la tribuna se envolvió en su bandera, el árbitro pitó y el jugador del amarillo anotó, era algarabía por parte de esta hinchada y un dolor en la banda del cuadro blanco; mientras Luis dejaba caer su cuerpo por lo alto del estadio, el referee sorprendentemente ordenó repetir el tiro penal por invasión de cancha del equipo que cobraba la pena máxima, demasiado tarde para Luis, el amarillo falló el penalti, y el equipo blanco se consagró con el ansiado campeonato en el tiempo extra…
(Un gracias enorme a Luis Carlos Rosales Almaguer por remitirme este cuento para compartirlo con todos ustedes. Gracias Luis!!)
Si existieran escuelas de fútbol, la de Zidane debería ser una materia obligatoria. Él ha estado en medio de toda esta tormenta que hay alrededor del fútbol, pero siempre ha encontrado un refugio para no participar de la parte más confusa del juego.
(JORGE VALDANO, ex jugador y director técnico argentino)
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El 30 de Junio de 1998, Argentina e Inglaterra protagonizaban uno de los partidos más reñidos de la Copa Mundial de Fútbol que se disputaba en Francia.
Casi 2.000 kilómetros al este, específicamente en la ciudad de Szdlowiec en Polonia, el fiscal Narek Kopaczen veía en el sillón de su casa el juego, tal como otros cientos de millones de personas en el mundo entero.
Javier Zanetti Inglaterra estaba ganando hasta el minuto 90 de juego, cuando el árbitro dispuso un tiro libre para Argentina. De forma dramática, el centrocampista Javier Zanetti marcó un espectacular gol que prolongó el partido a tiempo extra.
El fiscal Kopaczen no quería perderse la prórroga y decidió quedarse un rato más en su casa antes de sacar a pasear a su perro, y llevar su auto a la estación de policía para resguardarlo de los enemigos que tenía, en una rutina que practicaba todos los días a las 10 de la noche.
En Francia, argentinos e ingleses reiniciaron el partido en tiempo suplementario...
Instantes después, auto del fiscal explotó en la calle.
Kopaczen salió de su casa a averiguar qué había pasado. Cuando vio su coche en llamas no podía creerlo: por quedarse a ver el fútbol salvó la vida.
El fiscal perseguía a una banda que se dedicaba al chantaje y la extorsión, siendo sujeto de constantes amenazas. Días antes del atentado el techo de su vehículo fue destrozado, obligándolo a recurrir a la policía para cuidarlo. Era evidente que los plagiarios le habían hecho un seguimiento de sus costumbres, como la de salir de casa todos los días a las 10 de la noche. La bomba activada por reloj, estalló justo a esa hora.
Seis años después, cuando el caso pasó a ser parte del pasado, Kopaczen le envió a Zanetti una carta de agradecimiento por el gol que había convertido. El futbolista, que no sabía nada del asunto, manifestó su deseo de conocer a la persona que inconscientemente salvó.
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EL TALADRO - Banfield (Argentina)
El 21 de Enero de 1896, un grupo de profesionales y comerciantes ingleses residentes en Banfield decidieron fundar un club al que bautizaron con el nombre del pueblo. Este nombre respondía al de la estación del ferrocarril, establecida en 1873 en honor a Edward Banfield, primer Gerente de la empresa Gran Ferrocarril Sur.
Mientras Daniel Kingsland fue Presidente, en lo deportivo le dio prioridad al cricket y el fútbol quedó relegado a un segundo plano, lo que explica las pobres actuaciones de los equipos del club en los campeonatos de fútbol de 1897 y 1898.
Hasta que en 1899 lo reemplazó el contador Alfred John Goode, un amante del fútbol. En 1899 se disputó el primer campeonato de fútbol de Segunda División en la Argentina, el cual Banfield ganó aventajando por un punto al equipo de la English High School de Alejandro Watson Hutton. Esta conquista convirtió a Banfield en el único club de los que actualmente militan en la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), que fue campeón en el siglo XIX.
En 1931 un grupo de clubes -encabezados por los de mayor convocatoria- decidió profesionalizar el fútbol, lo que en definitiva significó blanquear la situación y poner fin al "amateurismo marrón" o profesionalismo encubierto. Banfield fue invitado a participar de la Liga Profesional pero sus dirigentes, entendiendo erróneamente que el profesionalismo iba a fracasar a corto plazo, optaron por seguir participando en los campeonatos amateurs. Inmediatamente, los jugadores de Banfield recibieron ofertas de los clubes de la Liga Profesional y se marcharon.
Con un plantel diezmado, Banfield participó de torneos intrascendentes hasta 1934. En 1935 se organizó la actual Asociación del Fútbol Argentino (AFA) y Banfield fue destinado a la Segunda División. Sus campañas fueron extremadamente pobres, el público lo había abandonado, los socios eran menos de 300 y en 1938 terminó último en la tabla de posiciones perdiendo la categoría.
En 1940 su Presidente, el joven empresario Florencio Sola, renovó totalmente al equipo. Con jugadores como Rafael Sanz, Eduardo Silvera, Juan Bautista Busuzzo, Alfredo De Terán, Armando Farro y otros, Banfield hizo una sorprendente campaña (atípica para clubes recién ascendidos), por lo que el diario "El Pampero" bautizó al equipo con el nombre de "El Taladro" (por la manera en que “agujereaba” los arcos de sus rivales), apodo que pasó a la historia como el seudónimo oficial de la institución.
Banfiel no ha sido campeón del fútbol argentino, pero obtuvo los subcampeonatos de 1951 y 2005.
Con campañas que lo tuvieron alternando en el Ascenso y en Primera División, en la que se encuentra desde 2001, Banfield es un club netamente represantivo del Sur del Gran Buenos Aires y un clásico animador del fútbol argentino.
A Zamora lo pedimos porque creíamos que ya estaba en Independiente. Lo del él fue algo especial. Habló con nosotros en Diciembre y nos dijo que quería volver a la Argentina. En Enero, cuando comenzamos a trabajar en Independiente, lo llamamos y nos dijo 'sí, voy'. Lo volvimos a llamar en Febrero y Marzo, y siempre nos respondía lo mismo. Cuando surgió lo de River se lo preguntamos y nos contestó que no sabía nada. Pero aparecieron el representante, el dueño del pase y él, diciendo que tenía comprometida su palabra con Menotti. Es un buen pibe, pero vivía en una villa y había que correr la cortina para ver la cama y encontrarlo. Ahora, de golpe y porrazo, se encuentra con 100 mil dólares en el bolsillo y 50 tipos que lo aconsejan y lo marean. Nosotros en esa no entramos.
(JORGE SOLARI, por entonces entrenador de Independiente, respecto de por qué Julio Zamora no jugó en su equipo y fichó por River Plate. Revista "Solo fútbol" del 16 de Mayo de 1988)
Hay que decirles cómo tienen que jugar y hasta cómo tienen que orinar y sentarse. Les da lo mismo ganar o perder.
(AMÉRICO RUBÉN GALLEGO, ex jugador argentino y técnico de Tigres de México, opinando sobre sus dirigidos, tras una derrota ante Veracruz por 2 a 1. Agosto de 2007)
La era de Pelé y Robinho se terminó, ahora es la hora de Tévez.
(ALBERTO DUALIB, Presidente del Corinthians -2005-)
Tévez es bueno, pero no sería titular en la Selección de Brasil.
(PELÉ, opinando días después)
Los jugadores (Pablo Neruda - Chile)
Agachados, arrugados, decrépitos.
Este hombre torvo
junto a los mares de su patria, más lejana que el sol,
cantó bellas canciones.
Canción de la belleza de la tierra,
canción de la belleza de la Amada,
canción, canción
que no precisa fin.
Este otro de la mano en la frente,
pálido como la última hoja de un árbol,
debe tener hijas rubias
de carne apretada,
granada,
rosada.
Juegan, juegan.
Los miro entre la vaga bruma del gas y el humo.
Y mirando estos hombres sé que la vida es triste.
(extraído del libro "Crepusculario" de 1923)
¿Cómo manejó el grupo lo del doping de Maradona en USA 94?
Fueron horas durísimas, inmanejables. Al mazazo anímico se le sumó la pérdida futbolística irreparable. Basile había sido clarito: “Voy a armar el equipo alrededor de Maradona”. Que no era el del 86, obvio, pero que seguía siendo un as de espadas. Y Coco le encontró la vuelta perfecto. Nunca me voy a olvidar cómo lloraba Diego en su pieza. Estábamos como en un velatorio. Contra Bulgaria jugamos con la cabeza en otro lado. Fuimos de Boston a Dallas con un pantalón corto y dos remeritas porque creíamos que volvíamos, que salíamos primeros o segundos y jugábamos en Boston. Nadie pensó que la derrota nos iba a dejar terceros para tener que ir a San Francisco. Con Rumania levantó el ánimo, pero no fuimos lo que éramos. Estábamos nocaut parados.
¿Le guardás rencor a Basile porque no te puso en USA 94?
No. Me molestó el tratamiento que le dio a la decisión, no la decisión en sí. Yo podía llorar o patalear, pero si él me decía que lo veía mejor a Islas, listo, a otra cosa. No me gustó enterarme un día antes, en el reconocimiento a la cancha. Intuía que él no se animaba a decirmelo, tal vez por la trayectoria que yo tenía en la Selección. Si lo hubiera dicho una semana antes, no pasaba nada. Pero hoy está todo bien. Me puedo juntar a tomar un café como si nada.
(SERGIO GOYCOCHEA, ex arquero argentino, en revista "El Gráfico" de Octubre de 2002)
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Me cortaron las piernas.
(DIEGO MARADONA, luego de su exclusión del Mundial de USA 1994)
Maradona se cortó las piernas solito.
(JULIO HUMBERTO GRONDONA, Presidente de AFA, en declaraciones efectuadas en 2006)
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No decía yo que los íbamos a pasar por arriba. Ya estamos 2 a 0...
(RENÉ HOUSEMAN, ex jugador argentino, mirando el tablero electrónico en el partido contra Italia -en Alemania 1974- que indicaba: "9´ Houseman, 34´ Perfumo". Sí, en realidad el gol lo había convertido Perfumo, ¡pero en contra!. El partido estaba, y finalizó, 1 a 1)
Al fondo de la red (Mauricio Ubal - Uruguay)
en el medio de la cancha,
de matarla con el pecho,
de volar hasta la raya,
no se sabe con que pie,
se les va a ir otra vez,
con una moña fugaz
o sirviendo una pared.
Por la forma de pararla,
de apretarla contra el piso,
levantando la cabeza,
ganando el pique cortito,
no se sabe con que pie,
los desbordará otra vez,
al zaguero lateral,
a mis ojos que no creen.
Como quiebra la cintura y la razón,
se acomoda en el aire, pájaro,
para pintar ese gol al domingo.
Por la forma de cambiarla,
sin hacer una de más,
con esa comba exquisita,
que se anticipa al azar,
no se sabe con que pie,
se desmarcará esta vez,
de las canillas del back,
a mis ojos que no creen.
Por la forma de pararse,
para patear el penal,
donde se lo juega todo,
sin revancha ni replay.
No se sabe con qué pie,
los desbordará otra vez,
del zaguero lateral,
a mis ojos que no creen.
Como quiebra la cintura y la razón,
se acomoda en el aire, pájaro,
para gritar ese gol al olvido...
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-¿Un arquero es bueno si está rodeado de buenos defensores?
-Eso es otra cosa que habría que explicar: hay defensores que andan muy bien fuera del área, cortan muy bien, cierran muy bien, casi no pierden mano a mano y adentro del área te meten un gol en contra porque no saben cerrar. Y están los defensores de área y los de área chica, que son los que cierran los centros atrás y salvan jugadas sobre la línea. Pero, volviendo al tema del arquero, me quedo con la sensación de que cada pibito, en su interior, en algún momento de un picado quiso ser arquero y no porque lo manden de penitencia sino porque quiso ver. Son pocos los que se animan a quedarse, por eso se dice que son una raza diferente.
-¿Cuánto influye el tema de las pelotas?
-La pelota es determinante. Las que se usan hoy, negocios sucios o no atrás, son una porquería. Grave error de los señores de traje y corbata, porque creen que con pelotas más jodidas se van a ver más goles y lo que finalmente hacen es ensuciar la estética del fútbol. Jugás la Sudamericana con una pelota, la Libertadores con otra, el campeonato con otra, y no es tan fácil: varían los pesos, se mueven de maneras diferentes, tienen una velocidad tremenda y el arquero tiene menos tiempo de reacción; si da rebote está muerto.
(NORBERTO “Ruso” VEREA, ex arquero del ascenso argentino, columnista en programas de radio y TV, en declaraciones al diario “Página 12” del domingo 31 de Agosto de 2003)
Prosinecki era asombroso. Se fumaba unos 40 cigarrillos al día. Eran Marlboro rojos, no aptos para corazones débiles. No corría mucho -en realidad, no podía-, pero era un jugador fantástico.
(PETER CROUCH, jugador británico, ex-compañero del croata Robert Prosinecki, durante 1999 en el Portsmouth inglés)
Yo estoy muy delgado y muy guapo cuando consigo algún gol, y feo y gordo cuando no lo hago.
(RONALDO, jugador brasileño, durante el Mundial de Alemania 2006)
El nueve de ellos (Miguel Fliguer - Argentina)
El olor del linimento se percibía desde varios metros antes de llegar a la puerta del vestuario local. El perfume mentolado, picante pero no del todo desagradable, anunciaba la dureza con que se había jugado. Cruzando la puerta, una larga fila de armarios de metal, de puertas castigadas por la rabia de antiguas derrotas, dividía el vestuario en dos partes y proveía un resguardo a miradas casuales desde el exterior. Detrás de los armarios, desparramados en los gastados bancos de madera, yacían las formas abatidas de los jugadores. Aquí el aire era espeso de sudor y recriminaciones.
—Nos cagaron a patadas, eso fue lo que pasó. Nos cagaron bien a patadas, y el referí los dejó hacer -dijo el siete-.
-¿Pero ustedes vieron al nueve de ellos? —preguntó el cuatro a nadie en particular–.
¿Ustedes vieron algo así alguna vez?
La voz cascada del seis se oyó desde una de las duchas: —Tenían más resto que nosotros. ¡Somos una verga, viejo! Al final no podía ni levantar los pies...
El siete insistió: —¡Mirá, mirá esto, y decíme si no nos cagaron a patadas!
Se dio vuelta y mostró su muslo izquierdo, donde resaltaban varias extrañas marcas verdosas en la piel, parecidas a la huella de unas ventosas alargadas. Algunos levantaron la vista.
El ocho dijo: —Sí, yo tengo unas iguales en la espalda, uno me agarró en un corner y el referí, que estaba al lado, se hizo bien el boludo.
—Ché, ¿lo vieron al utilero que se trajeron? ¿Qué tenía puesto en la cabeza? Parecía algo de oro, ¿no? —preguntó el arquero-.
Desde otra de las duchas se oyó la voz del dos: —No sé, pero yo lo agarré de la camiseta a uno y todavía me estoy fregando para sacarme el olor a pescado podrido.
—Bueno, a ver —dijo el entrenador—. Perdimos de local, uno a cero, pero la verdad, nos podían haber hecho cuatro más por lo menos, si nos agarraban mal parados. No se den tanta manija, en la segunda rueda, cuando juguemos en Innsmouth, vamos a estar más preparados.
—¿Pero el nueve de ellos? ¿Ustedes vieron al nueve de ellos? —el cuatro seguía con su pregunta al vacío-, mientras un hilo de baba corría por su comisura.
(Cuento extraído de la Revista "Axxon", Nº 125, Abril de 2003)
-¿Qué partido no hubiera querido ver?
-El que más me afectó fue cuando Checoslovaquia nos goleó en el Mundial de Suecia (1958). Yo creía que Argentina se comía a todos. Mirábamos por encima del hombro, típica soberbia nacional. Después estaba desolado, sin poder entender nada. Fue una humillación atroz. Allí aprendí que cuando se pierde no hay que romper el carnet y cuando se gana no hay que patearles la puerta a los contrarios.
(ENRIQUE MACAYA MÁRQUEZ, periodista deportivo argentino, en declaraciones a la revista "Veintidós", 6/7/2000)
No hay en el mundo un jugador que eche a un técnico. Al técnico lo echa el club. Se fue porque los resultados no se daban, porque estuvimos diez partidos sin ganar. No hay ningún club del mundo que haya aguantado a un técnico como lo aguantaron a Víctor Fernández. Siempre voy de frente y lo estoy pagando”
(ANDRÉS D’ALESSANDRO, jugador argentino, y sus declaraciones en "Marca" del 23/01/08, acerca de la salida del DT Víctor Fernández del equipo "maño")
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¿Cuál es el techo de este equipo?
¿El techo? Si no tenemos ni suelo...
(FABRICIO COLOCCINI, jugador argentino, refiriéndose a su equipo, Deportivo La Coruña en el diario "Marca" del 02/12/06)
Un eslabón de una larga cadena de trampas
El desliz o la imprudencia de Diego Maradona, que, en un recuento de anécdotas en un programa de televisión, reveló a la luz pública una historia conocida en la penumbra de los vestuarios, permitió descubrir la verdadera cara de Carlos Bilardo, el entrenador responsable de aquella acción. No fue la primera ni la última de las suyas.
Ya en 1977, el “Toto” Juan Carlos Lorenzo, técnico de Boca, equipo que debía disputar en Colombia la final de ida de la Copa Libertadores frente al Deportivo Cali, hacía destapar en la mesa, delante de él, las botellas de gaseosa y agua que tomarían los jugadores en las comidas porque temía que Bilardo, entonces entrenador del Cali, sobornara a los ayudantes de la cocina para que les pusieran “algo” en la bebida. La noche previa al encuentro, cuando Boca hizo un entrenamiento a puertas cerradas para ensayar la táctica, Bilardo fue sorprendido por un reportero gráfico trepado a un portón del estadio.
A la noche siguiente, el campo apareció encharcado en los sitios por los que se desplazaban los jugadores más técnicos de Boca. Y no había llovido. Hasta hace dos temporadas, cuando volvió a dirigir a Estudiantes tras fracasar en Boca y retirarse de la actividad, Bilardo ordenaba todavía inundar ciertos sectores si consideraba, por ejemplo, que el rival remataba bien los tiros de esquina.
Todas sus mañas, como despertar a un jugador en la mitad de la noche para preguntarle a quién debía marcar al día siguiente o la de recomendar a las esposas que obligaran a sus maridos a hacer el amor acostados debajo de ellas, para que no se desgastaran físicamente, formaban parte de su manual del entrenador que debía “estar en todo” porque, según explicaba, “el fútbol es para los vivos”.
Pero el fútbol, un deporte tan democrático que permite jugar en igualdad de condiciones a pobres, ricos, altos, bajos, gordos y flacos y da oportunidad de destacarse a todos, tiende además con el tiempo a ser justo en el reparto de los triunfos y las derrotas. Tal vez sean esas condiciones, la justicia y la verdad, las que constituyen parte de su belleza como espectáculo y las que avivan el fuego de la pasión entre los hinchas. Salvo que alguien, alguno de los protagonistas del juego o de la organización, haga trampa. Bilardo fue siempre uno de ésos, alguien que no tuvo reparos éticos ni respetó los límites reglamentarios en la persecución del objetivo que nunca ocultó: “Lo único que importa es ganar”.
Los éxitos conseguidos primero como jugador del mítico equipo de Estudiantes que entrenaba su maestro, Osvaldo Zubeldía, y luego como entrenador también de Estudiantes y de la Selección Argentina que ganó el Mundial de México 1986 y disputó la final del de Italia 1990, llevado siempre de la mano por Maradona, dieron fama y trascendencia internacional a alguien que no se merecía tanto. De no suceder algún imprevisto, Bilardo iba a quedar en la historia como “el adelantado táctico” que él cree ser bajo la máscara de incoherente, alienado y obsesivo con la que se disfraza y no como el mediocre vendedor de quincalla que es.
A Roberto Perfumo, considerado uno de los mejores zagueros centrales de la historia del fútbol argentino, se lo recuerda además por una formidable patada que le tiró a Bilardo durante un Estudiantes-Racing a finales de los años ’60. El partido se retransmitía por televisión y la imprevista reacción de Perfumo, que no llegó a tocar a Bilardo a pesar de que le llegó con su pie casi hasta el mentón, provocó su inmediata expulsión. Perfumo explicó que en ese momento de furia lo habría “partido por el medio”. Un deseo compartido por todos sus rivales de entonces. Bilardo, como capitán de Estudiantes, junto con otros líderes, se dedicaba a averiguar asuntos personales de sus adversarios. Al arquero de Racing le preguntaban con quién estaría en ese momento su esposa, a la que llamaban por su nombre. El episodio más dramático sucedió con Raúl Bernao, mítico puntero derecho de Independiente, al que se le había disparado su arma en una partida de caza. El accidente causó la muerte de un compañero. En el partido siguiente los jugadores de Estudiantes se turnaban: “Asesino, mataste a tu amigo y seguís jugando al fútbol”. Todo les servía. Echaban tierra a los ojos de los arqueros en los saques de esquina a favor, pinchaban con alfileres, manipulaban al árbitro... Los buenos jugadores, como Juan Ramón Verón, padre de la “Brujita” Juan Sebastián, o el defensor Raúl Madero, el médico de aquel equipo argentino que jugó frente al brasileño en 1990, marcaban la diferencia de calidad y Estudiantes logró tres Copas Libertadores y la Intercontinental. Hasta que el ciclo terminó tras una violenta final contra el Milan, en 1970, cuando tres jugadores acabaron en la cárcel.
Las trampas de Bilardo no le habrían valido como seleccionador de Argentina ni en competencias internacionales. Pero el destino le puso en las manos a Maradona en su plenitud. Todos los jugadores que llevó al Mundial de 1986 coinciden en que el equipo llegó en pésimas condiciones anímicas. “Ya habíamos ganado el primer partido, frente a Corea, y aun así, en una reunión posterior, si hubieran puesto pasajes de regreso a Buenos Aires sobre una mesa, nos habríamos matado por ver quién se quedaba con uno”, relata Jorge Valdano. Nadie soportaba a Bilardo. Pero jugaba Maradona, el equipo ganaba y se fortalecía.
En 1990, la situación era aún más delicada. Maradona ya consumía cocaína y, a pesar de su ingreso previo en una clínica especializada, no estaba bien. Además le pegaron demasiado y al tercer partido tenía ya el tobillo como una pelota de tenis. Bilardo no pensaba en cuidarlo. Quería que jugase y le ordenaba infiltraciones de calmantes. En los cuartos de final, el 24 de Junio de 1990, se disputaba el clásico con Brasil y la derrota podría ser histórica con Maradona en esas condiciones. Bilardo no sabía cómo parar los tiros francos de Branco, el lateral brasileño. Entonces recurrió a la trampa. Según Maradona, “alguien picó un Rohypnol (sedante) en el bidón y se pudrió todo”.
José Basualdo, ex internacional argentino y ahora entrenador de Universitario de Perú, confirmó la versión de Maradona: “La historia es cierta. Nos acercamos y Galíndez nos dio unos bidones. Yo tomé de otro. Pero Branco se llevó el que tenía la sustancia somnolienta. Justo él, que ejecutaba los tiros libres”. Pero no todos estaban implicados. Al “Vasco” Julio Olarticoechea, marcador lateral, uno de los enterados le advirtió: “¡No, no tomés de ése. Tomá del otro!”Miguel Di Lorenzo, un personaje inocente, cómico, obediente, a quien todos conocen como Galíndez por el parecido con el ex boxeador campeón mundial y que ya divertía a Maradona cuando se lo llevó de masajista personal a Barcelona en 1982, tuvo que conceder una rueda de prensa ante las acusaciones. El actual masajista de San Lorenzo lo negó todo: “Lazaroni, el entrenador de Brasil, ensució a Bilardo; a Madero, el médico; a gente respetable. Y a mí. No le di nada a Branco ni a ningún jugador de Brasil. Del mismo bidón tomaron Giusti, Burruchaga... Y no les pasó nada. Y a vos, Branco, te digo que, si saliste mareado de tu vestuario, ¿qué culpa tengo yo? Si te llego a dar veneno, no terminás (...). Fue una broma de Diego”.
En la Argentina, si alguien del fútbol cuenta lo que no debe es advertido de que faltó a los códigos. La primera reacción de Julio Grondona, elegido bajo la dictadura militar presidente de la Asociación del Fútbol Argentino, hace ya 27 años, y vicepresidente de la FIFA, a cargo de las finanzas –un modesto comerciante que en los últimos 20 años, sin que se le conozcan otros ingresos, acumuló una de las fortunas más importantes del país–, se ajustó a esos códigos. Denunció al denunciante: “Maradona no estaba en su sano juicio”. Y añadió: “¿Qué bidón? Habrá que buscar el bidón, a ver qué dice. Hay que hacerle una inspección, a ver si estaba agujereado”.
El que quiera oír que oiga y el que quiera ver que vea. Todo está a la vista. Al menos, desde que Argentina venciera por 6-0 a Perú en 1978 y pasase a la final del Mundial de ese año, que organizó y ganó bajo la dictadura. Grondona se hizo cargo entonces del silencio cómplice y, durante su mandato, el negocio del fútbol fue entregado a una empresa de televisión en exclusiva hasta el 2014. La participación de empresarios, intermediarios, comisionistas, ladrones y parásitos llevaron a la quiebra a la mayoría de los clubes. El fútbol argentino se convirtió así en una fábrica de engordar pibes para venderlos.
Pero si es verdad, como se sabe, que esta pasión popular expresa a toda una sociedad, ¿por qué nadie más reacciona frente a hechos criminales que pervierten el sentido último de lo que aún debe reconocerse como un deporte? Ni el Gobierno, ni los funcionarios, ni siquiera los periódicos han sostenido posiciones editoriales reclamando una investigación sobre hechos que manchan a los inocentes y ponen en duda 100 años de historia. Sólo el presidente de Boca, Mauricio Macri, se atrevió: “Lo del bidón de Branco no debería llenarnos de orgullo. Esa clase de viveza criolla nos llevó siempre al fracaso. Y el deporte habla de nuestra sociedad”. El masajista Galíndez se sintió aludido y parecía representar el sentimiento mayoritario de los aficionados cuando le contestó: “¿Qué puede hablar Macri? Cuidá tu club. Querés subir de gobernador, de intendente de la Capital... Tenés riqueza, plata, pero no te metás conmigo, eh. Te quiero mano a mano, sin abogados, sin diputados, sin senadores. Te tirás contra los argentinos. Y tenés que dar gracias de que naciste con plata y en la Argentina”.
Ahora se explica mejor por qué entrenadores como Marcelo Bielsa o Carlos Bianchi renuncian al máximo orgullo, el de conducir a la Selección. Dicen: “No”. Al menos, mientras esté bajo el control de Grondona.
(Artículo escrito por el periodista Carlos Ares y publicado en el diario "Página 12" del lunes 31 de Enero de 2005)
Seré yo el que decida cuándo vuelvo a River.
(RAMÓN ÁNGEL DÍAZ, actual técnico de San Lorenzo de Almagro y ex jugador y técnico de River Plate, en diario "Clarín" de hoy 29/01/08)
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El Presidente del Sevilla es la segunda persona más importante del mundo, después del Papa.
(JOSÉ MARÍA DEL NIDO, Presidente del Sevilla, 2006)
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