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A mí no me gusta que traigan a Higuaín y Gago. Yo me he criado en la cantera y creo que hay jugadores en la cantera que tienen una valía inmensa, pero hay que darles una oportunidad. En Europa tenemos una costumbre muy mala en ese sentido. Si el Madrid es el mejor equipo del mundo tiene que tener la mejor cantera del mundo y ojalá que todos los canteranos pudieran llegar al primer equipo como llegué yo.

(IKER CASILLAS, arquero de Real Madrid, en una entrevista publicada en el diario ”As”)

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Fernando Gamboa contó alguna vez la siguiente anécdota.
Un día antes del clásico con Central por el Apertura de 1990: “Era domingo después de la siesta (el partido se jugaba el lunes). Yo estaba en el pasillo, jugando con un pacman y se me acercó Bielsa. Me miró y me preguntó si tenía ganas de jugar, si estaba ansioso porque llegara el momento. Yo, a todo esto, seguía jugando, hasta que de pronto me dice:
- Pará, mirame, te estoy hablando
Dejé de jugar y le contesté:
- Tranquilo, profe, ¿qué pasa?
Me vuelve a mirar fijamente y me pregunta:
- ¿Qué daría usted por ganar este clásico?
- Todo, absolutamente todo, soy capaz de trabar con la cabeza- contesté.
No le satisfizo la respuesta y me dijo:
- Más, hay que dar más
- ¿Algo más? ¿Le parece poco?
Fue entonces que me mostró la mano y me dijo:
- Si me aseguran ganar, me dejo cortar este dedo”.

(extraído del blog "Frases bielsistas")

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A mi me gustaba el fútbol cuando lo jugaban los líricos y los tuberculosos. Pero ahora se ha convertido en refugio de millonarios.

(BENITO QUINQUELA MARTÍN, (1890-1977), pintor, grabador y muralista argentino, considerado el pintor del Riachuelo)

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Veni, vidi, vinci (Erath Juárez - México)


¿La pasión por el fútbol desaparecerá en el futuro? Parece que no, que entre naves espaciales, nuevos planetas y seres ápodos y con cuerpos multiformes, un penalti seguirá siendo un penalti.


Veni, vidi, vinci
(Cayo Julio César)


Junio 12, año 2450

Después de un largo viaje, la selección terrícola hace su llegada al planeta Xard. Se disputa por primera vez la copa Intergaláctica de fútbol. Me llamo Diego Armando y llevo la camiseta número diez. Represento a México, pero en ésta ocasión a la Tierra.
Ocho selecciones de distintas galaxias se reúnen a disputar la “Copa Ronaldinho”, llamada así en honor al talentoso jugador que militaba en un equipo español que ahora nadie recuerda, pero que en el siglo XXI fue de los mejores en la Tierra. Se dice que pudo no haber sido terrícola, ya que sus habilidades eran de “otra galaxia”. Pero la verdad nunca se sabrá.
La selección de la Tierra está conformada en su mayoría por jugadores del equipo que este año resultara campeón mundial por segunda vez consecutiva, la selección de España. Los refuerzos son tres jugadores de Argentina, tres de Brasil y tres de México. Todos comandados por el director técnico Unindal Stchai del planeta Bitheniat.
A pesar de ser los inventores del juego, los terrícolas no somos los favoritos para llegar a la final. Para colmo estamos colocados en el “grupo de la muerte”, junto a las selecciones de Brannab, Zeant y Phar. El grupo fue llamado así porque nuestros tres contrincantes han alguna vez tratado de invadir la Tierra. Ya han pasado muchos años de eso pero, como sabemos, algunas llagas jamás cicatrizan.
Mañana es el primer juego. Nos toca jugar con Brannab. Será un juego difícil. Sus jugadores miden casi dos metros y medio de alto, por lo que debemos cuidarnos de su juego aéreo. Nuestro técnico Unindal ya tiene preparada la estrategia. Esperamos que el árbitro (que es cíclope) no nos perjudique.

Junio 13

El partido de hoy fue muy duro. Uno de los españoles salió lesionado y ya no podrá continuar con el torneo. Hemos ganado por tres goles contra dos. Creo que los brannabes se cansaron de tanto patearnos. Qué bueno que nuestro técnico tiene dos corazones, porque uno de ellos dejó de funcionar. El partido no fue apto para cardíacos. Remontamos una desventaja de dos goles. Al final, clavé el último gol a tan sólo dos minutos de que acabara el juego. Eso enfureció al portero contrario. Me lanzó una sustancia ácida de su boca que fue a parar en el pie del español. Por supuesto que el árbitro cíclope no vio lo que ocurrió. Jugamos dentro de tres días contra Phar. Esos reptiles son muy veloces. Haremos lo que se pueda.

Junio 16

Nuestra clasificación se decidirá en el último partido. Empatamos a cero goles con Phar. No les veíamos ni el polvo. Por fortuna no son muy diestros con el balón. No perdimos gracias a nuestro portero argentino. La selección de Zeant lleva dos partidos ganados en fila, los dos por goleada. Tienen un portero octópodo imbatible. Lo “nacionalizaron”, pues él es oriundo del planeta Ecandre. Son los favoritos junto con los anfitriones xardos. Tenemos tres días para descansar y prepararnos. ¿Qué si estoy nervioso? Mucho. Y es porque los oriundos de Zeant son la raza más bélica del universo. ¿Será por eso que los otros equipos no metieron ni las “manos” en sus confrontaciones?

Junio 19, 6:00 horas tiempo de Xard

Antes del partido, “el profe” nos ha dado las indicaciones. No regalaremos nada a nuestro contrario. Por lo menos, haremos todo por ganar. En el otro grupo resultó finalista el equipo de Xard. Otra vez el árbitro cíclope se vio envuelto en una mala decisión. Marcó un penalti inexistente a favor de Xard. Ya hemos vencido en otras ocasiones a los bicéfalos xardos. Hay probabilidades de ganar la copa cuando nadie daba nada por nosotros. Espero anotar un gol esta noche.

Junio 19, 27:00 horas tiempo de Xard

Aun no puedo creer lo que ha sucedido el día de hoy. Hemos hecho historia en este campeonato. Le hemos ganado a la selección favorita. El partido se jugó en su mayoría en la mitad del campo. Duras entradas por los dos bandos. Acabamos con nueve jugadores, y ellos también. Nos llevamos la peor parte. Hemos perdido a dos españoles más por lesión y dos por expulsión. Para la final estaré acompañado por puro jugador latinoamericano. El único gol fue en tiro libre. El disparo no iba con mucha fuerza, pero iba angulado y con efecto. El portero octópodo tropezó con una de sus extremidades. Alcanzó a rozar el balón pero no pudo evitar que se colara en su meta. El estadio se convirtió en una sucursal del manicomio. Los arrogantes zeantis habían sido derrotados. Nos han comunicado que en la Tierra no han parado de celebrar. Tenemos tres días para preparar la final. El “profe” Unindal pudo reparar su otro corazón. No queremos que se nos descomponga en plena final.

Junio 22

¡Campeones! Sí, lo hemos logrado. El partido del siglo. Después de empatar a tres en el tiempo regular y en los tiempos extras, el juego se decidió por la vía del penalti. Ante más de cinco mil millones de televidentes de todas las galaxias (pago por evento), uno a uno fue tomando su turno para ejecutar la pena máxima. Nadie fallaba. El último turno de los xardos fue errado. Su jugador voló su disparo a las tribunas de fea manera. Me tocó cerrar la tanda de penaltis. Si anotaba éramos campeones, si fallaba nos íbamos a muerte súbita. No tomé mucha distancia. El portero se lanzó hacia su derecha. ElVenividi - Fraga disparo se incrustó en el ángulo opuesto. Por fin, después de cientos de años, la Tierra resultaba campeona de la galaxia. Corrí hacia una de las cámaras de TV. Detrás de mí los demás jugadores trataban alcanzarme. Los xardos de las tribunas lloraban desconsolados. Para esa ocasión, debajo de mi camiseta escribí un mensaje que copié de un libro de historia. Las mismas palabras que alguna vez usó un célebre conquistador y que sólo en la Tierra podrían comprender: veni, vidi, vinci.

(Un especial agradecimiento a Erath Juárez, autor de "Veni, vidi, vinci" y también al excelente dibujante Fraga, quien ilustró este cuento de ciencia ficción)

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Primero, antes que nada, quiero ver si puedo dirigir mi casa.

(CARLOS BIANCHI, técnico argentino, respondiendo ante las últimas ofertas para volver a dirigir en Argentina)

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Como un portero no llegue al vestuario lleno de barro, no es portero.

(JAVIER CLEMENTE, entrenador español, no dejando en claro la función de los arqueros en los días en que no llueve)

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¿La charla técnica que más recordás?

Una que dio Ángel Cappa. Antes de un partido por la Mercosur teníamos que pasar por una oficina a firmar un papel. Salimos cagando a la cancha y la charla duró un minuto. Dijo que ya habíamos hecho todo en la semana y que sólo quería que jugáramos al fútbol y que le regaláramos el partido. Esa fue la charla, nada más. Ángel también me dejó muchas cosas. Un tipo muy claro, de ir por el convencimiento.

¿Y de Basile no te acordás ninguna?

La del adiós. “Muchachos, me voy –nos dijo–. Prometí que si no salíamos campeones de la Libertadores me iba. Fueron uno de los grupos más lindos que tuve. Chau”. Y se fue caminando. Nos quedamos todos tildados. Pintaba para el discurso y sólo fueron veinte segundos. Pero fue clarísimo. Un grande.


(RUBÉN "El Mago" CAPRIA, jugador argentino, en revista "El Gráfico" de Noviembre de 2004)

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El único que podía vencer a Brasil era Brasil.

(CARLOS PARREIRA, DT del Brasil campeón del Mundial 94, días después de la final)

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Lo único que recuerdo de ese momento es que pensé que me moría.

(TAB RAMOS, ex jugador estadounidense de origen uruguayo, horas después de ser internado en un sanatorio de California durante el Mundial 94. Había recibido un tremendo codazo de Leonardo, lateral brasileño, en el partido que Brasil le ganó a USA por 1 a 0. Leonardo debió pagar una multa de 10.000 francos suizos a la FIFA, además de ser sancionado con 4 fechas de suspensión)

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Nunca le hice un planteo a nadie, lo juro por mis hijas, para sacar del medio a alguien.
Al contrario, si a Bilardo alguna vez le hice un planteo fue para que dejara en el equipo a Caniggia. Y esto que quede escrito, lo digo por primera vez: si Bilardo dejaba afuera del Mundial '90 a Caniggia, yo... ¡no lo jugaba!
Pero en lo de Ramón Díaz me quiero detener y repetir: lo juro por mis hijas, que es lo que más quiero en la vida, que yo nunca me opuse a que Ramón se sumara al Seleccionado. El que nunca se lo planteó fue Bilardo... El habrá pensado que yo estaba peleado con Ramón porque Ramón era amigo de Passarella, y Passarella sí estaba enfrentado conmigo. Lo que Ramón Díaz hizo fue tirarse del lado de Passarella cuando Passarella se fue al Inter. ¡Y eso es lógico! Si Passarella se va al Inter, o viceversa, me parece bárbaro, que el Pelado haga las relaciones con quien más le convenga. ¡Qué va a hacer conmigo si yo estaba en el Napoli!
En el '89, cuando el Inter salió campeón con el Pelado como figura, me crucé con él en la cancha y le grité, para que se dejara de joder con las giladas del Seleccionado: "¡Ojalá que Bilardo te llame, así te dejas de inventar boludeces!". Lo cierto es que un año después, cuando Bilardo definió el equipo para Italia '90, el Pelado no hacía un gol ni en un arco de veinte metros.
Más todavía: ¿saben quién le enseñó a definir a Ramón? ¡Yo, papito! En el 79, cuando fuimos a jugar el Mundial Juvenil a Japón, le metí en la cabeza que para hacer goles no tenía por qué agujerear a los arqueros... El cabeza de termo le apuntaba al pecho, cerraba los ojos y ¡pum! Era un asesino, sí, pero no era un goleador... Después, aprendió. De nada, Ramón.


(extraído del libro "Yo soy el Diego", Ed. Planeta, pág. 83)

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Marcar un gol, me produce más placer que el sexo. Ambas cosas nos producen naturalmente una buena sensación, pero creo que para mí es más importante marcar goles. El fútbol es mi vida y por él lo haría todo. Por el sexo no tanto.

(BASTIAN SCHWEINSTEIGER, jugador alemán, en declaraciones a la revista alemana "Bravo Girl", publicación que lo eligió símbolo sexual en el 2006)

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La verdad es que nos tenía un poco hartos con esa jugadita...

(La risa es inevitable en AMÉRICO "Tolo" GALLEGO al contar que en los entrenamientos del River Plate, de mediados de los 80, el uruguayo Enzo Francéscoli en los entrenamientos practicaba la célebre jugada que concretó el 08/02/86 en Mar del Plata en el recordado triunfo ante la Selección de Polonia por 5 a 4)



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Mis amigos españoles me dicen chaquetero por la facilidad que tengo para cambiar las preferencias por un equipo de fútbol. Razón no les falta. Pasa que de niño simpatizaba con el Atlético de Madrid pues jugaban Rubén Cano, el "Ratón" Ayala, Ramón Heredia, etc. Me hago del Barça con la llegada de Menotti. Al leer la historia "merengue" me entusiasmé con el Real Madrid con jugadores como Di Stéfano, Rial y Wolff.
Amo tanto el fútbol que no puedo concentrame en un solo equipo. Mi equipo es el fútbol.


(ANTONIO BIRABENT, músico argentino, opinando sobre fútbol en el programa de ESPN "Simplemente fútbol")

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Brille el fútbol (Jordi Gómez Suay - España)


Brille el fútbol a ojos de la gente
conquiste su corazón y llene su mente
que tal como nos alegra una pelota
sea capaz de dejarnos el alma rota.

Es un gran juego y un gran deporte
alzado a la más alta competición
donde la derrota se acepta con buen porte
y la victoria se espera con ilusión
cuando el extremo dribla de un recorte
que hace vibrar a toda la afición.

Pero tiene el fútbol una mayor grandeza
que no se puede apreciar por televisión
que se descubre cuando vencemos la pereza
y nos vestimos con el corto pantalón
donde no se ve ningún hincha que reza
y se cuenta hasta el precio del balón
y luego en el bar hay que pagar la cerveza
porque a nosotros no nos invita el patrón.

¡Viva el fútbol!

(Agradezco a mi amigo, catalán de pura cepa, el permitirme compartir este cuento con todos ustedes. Muchas gracias Jordi!!)

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Merecíamos que fuera sincero con nosotros. Por más que duela, hay que ir siempre con la verdad.

(JUAN SEBASTIÁN VERÓN, "atendiendo" al "Cholo" Simeone, ayer 3/1/08, en relación a la conflictiva salida del ex DT de Estudiantes de esa institución)

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En mi academia, el que tira el balón afuera sale del equipo.
(CARLOS "El Pibe" VALDERRAMA, ex futbolista colombiano)

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El fútbol no es un juego perfecto. No comprendo por qué se quiere que el árbitro lo sea.

(PIERLUIGI COLLINA, ex árbitro italiano)

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Alejandro Apo charlaba con el periodista Fernando Bravo y, juntos, escuchaban unos viejos audios de Héctor "Bambino" Veira. Y contaba, siempre anecdótico, el Bambi: "Casi todas las noches íbamos con unos amigos a escuchar cantar tangos al "Polaco" Goyeneche, y yo ya le sabía más o menos cuándo cantaba cada tema. No sabés lo que se moría de risa el Polaco cuando yo le gritaba: ¡¡Saquen el paraguas que va a cantar "Garúa"!!

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Canallas (Claudio Cherep - Argentina)


A Diego Fernández, centrojás de la militancia



-Eso es culpa de lo amargos de Centraaal. Esos hijos de un vagón de putas tienen la culpa. A mí no me lo sacan de la cabeza. Que querés con esa mugre. Me cago treinta mil veces en Poy, la paloma y la puta que lo parió. Y no sé cómo carajo el Poroto Saldaño se pudo poner alguna vez esa camiseta de mierdaaaa!!! Guachos. Turros. Eso es lo que son. Cagadores. Nacieron cagadores. ¿0 me vas a negar que nacieron cagadores? Si me lo negás sos tan hijo de puta como ellos. Porque vos sabes bien que son unos cagadores. Decímelo, ¿o té volviste light vos también?, ¡¡¡cagón de mierdaaa!!!
Así. 0 más o menos así, me despertó la madrugada del viernes una voz conocida, pero difícil de detectar desencajada y a las cinco de la mañana.
Yo francamente, no soy de levantarme temprano, pero ese día lo iba a hacer. Me había comprometido a ir al Iturraspe a dar sangre para la abuela del Marcelo Urbina, que se había caído en la bañera y le había quedado la cabeza marcada como mapa político de la nueva Unión Soviética. No le podía decir que no al Marcelo. La Nona era como una madre, porque lo había criado a él. Y justamente por haberlo acompañado a cuidar a la vieja (o a lo que quedaba de la vieja, porque, con total honestidad, por más que a la vieja le coloquen sangre azul, yo no sé si va a zafar de ésta), me había acostado tarde y sin tomar una gota de vino.
Si ni siquiera Julián Weich se puede sonreír habiéndose acostado a las 3, sin un trago y sabiendo que al otro día tiene que levantarse a las 6 para ir a dar sangre en ayunas, se imaginarán cómo estaba yo cuando esos gritos me retumbaron en el oído como la cabeza de Martillo Roldán después que Hagler le diera aquella paliza memorable.
-Quién mierda hablaba puta madre, ¿qué pasó?- balbuceé un insulto leve.
Y apenas se sintió correspondido, el fundamentalista la siguió.
-Encima vos te hacés el que no me conocés la voz, forro!!! Habla Víctor, pelotudo. Víctor Márchese. Si querés decime Víctor. Y si no, decíme “el tipo más pajero del mundo”, que para el caso es lo mismo. Rosario Centralll... Rosario Centralll, pero quién mierda se creen que son... Academia. Academia las pelotas. Academia de danzas clásicas pueden ser ésos, si son todos huecos. Gigante de Arroyito... Ayyy, el Gigante de Arroyito. Gigante de la poronga es ése.
Naturalmente que me despabilé en treinta segundos, miré el reloj, me incorporé en la cama para apoyar la nuca en el respaldo y sin hacer ningún análisis sociológico de la llamada, sin siquiera pensar que algún psiquiatra amigo podría haber resuelto el caso mejor que yo, le dije: -Víctor. Para un poco...-Ahhh. Y vos querés que pare. Vos también me querés cagar, hijo de puta. Esos son mis amigos
-No. Pará un poco porque yo no entie...-Pará, nada. Pará un poco nada. Cómo voy a parar un poco. ¿Qué soy, boludo, que tengo que parar un poco? Resulta que a mí los canallas hijos de una constelación de la Osa Mayor de putas me cagan la vida y el señor me pide que pare un poco...
-Paraaaaaaaá. Paraaá. Pará. Escúchame. Tenés dos hijos. No podés estar en pedo a las cinco de la matina de un viernes. Después te quejas si tu señora... -Mi ex señora...
-... si tu ex señora, carajo, no te los deja llevar. Que querés. Si vivís en pedo, hijo de puta. Pronto me di cuenta de que mi amigo no estaba borracho. Por el contrario, estaba increíblemente lúcido, fresco como una nochecita de agosto en Villa La Angostura y blasfemaba a conciencia. Casi un caso de demencia bilardiana o algo así, pensé. Una posesión demoníaca. Un ataque neurótico como quien escucha un CD de Cris Morena.
Y tenía más para decir.
-Sabes por qué son tan guanacos los de Central... sabes por qué “canallas” les queda justo como túnica a María Marta Serra Lima... ¿sabés por qué? ¿Sabés o no sabeeeés?
La respiración se le entrecortaba a mi amigo. Jadeaba como en un encontronazo amoroso con Lía Crucet. Gritaba.
-Mira Víctor, tu madre será una santa, pero vos sos un reverendo hijo de puta. Yo tengo que ir a dar sangre, dormí dos horas y no tengo por qué soportar a un mesiánico de mierda que me despierta para protestar contra Rosario Central. Por qué no vas a protestar a las marchas de los jubilados, la puta que te parió... Por mí te podés morir vos, Vesco, Bóveda, Cabral, Pascuttini, Teglia, Central y todos juntos mientras yo estoy durmiendo -le dije yo-, que empezaba a perder la paciencia.
Y entonces el tipo respiró mejor, equilibró su ritmo cardíaco como por arte de magia, hizo un silencio sabio como para pedir disculpas y relató.
-Anoche me fui a comer con mi primera esposa. Teníamos que arreglar todo el tema del divorcio de común acuerdo antes de que los “bogas” se queden con todo, Apareció bien vestida la guacha. Pintadita. Se puso un vestido abierto en la espalda, escotado, corto, que me hizo pensar “ésta quiere guerra de nuevo”. Pero nada más lejano, che. A los cinco minutos la tilinga mostró las uñas. Se quieren quedar hasta con la tapa del inodoro, se quiere quedar. ¿Y querés más? Encima, impide que le pague por los chicos como si fueran la Zulemita y el Aíto de la Rúa. Y sabes para qué quiere la guita, ¿sabés para qué la quiere? La quiere para gastársela en la Peluquería.
Para salir con las turras de las amigas. Pero eso es por esos hijos de una gran puta de Rosario Central. No es por otra cosa. Me pidió 400 pesos por cada chico. Y de dónde voy a sacar yo esa guita, de dónde. Además los malcría. Si va al teatro no te va a sacar tertulia la guacha. Ahh, no. La señora no va a tertulia. Palco o nada. Y zapatillas... zapatillas no pueden ser de lona, como la que usábamos nosotros, tienen que ser esas de esquiadores. Me podés explicar para qué mierda quiere en Santa Fe, donde hace 45 grados a la sombra de un ombú, esas zapatillas que usó el Turco Borlle para subir al Volcán Lanín. Déjate de joder. Rosario Centrallll... Rosario Centralll... Hijos de puta. Dos bocados comí. Dos bocados y no pude tragar más nada. Pero eso sí, me cobraron como si hubiera ido a cenar en los jardines del Palacio de Buckingham. Para colmo, la miserable de mi ex, que cuando estábamos juntos le comía el queso a la trampera de los ratones, sabes que pidió, ¿sabes qué pidió? Pidió una copa de camarones que en su vida había comido.
Daba asco ver los bichos esos, bigotudos como mi suegra, nadando en una salsa calamitosa. Náuseas daba. Y ella los saboreaba y me miraba por arriba de ese lunar, porque, la verdad, ese lunar... cuando le miro ese lunar todavía me calienta... me miraba y movía la boca... ya sabes como la movía...
Por eso te digo que la culpa es de los recontra vigilantes de Central. De esa lacra rosarina engreída y alcahueta.
Porque para completarla, cuando salí, me habían llevado el auto los del CES, que no me extrañaría que estén entongados con mi ex. Porque yo no lo había dejado en las líneas amarillas.
Ni loco lo dejo en esas rayas amarillas que con el pavimento azul me hacen acordar a los guanacos de Rosario Central. Yo había estacionado como se debe. Y cómo mierda no vi la grúa. Si tiene que haber pasado delante nuestro. Cómo no la vi por la ventana. ¿O habrá sido esa atorranta que la vio y no me dijo nada? Seguro fue ella.
Y yo me tuve que ir en taxi hasta 27 de Febrero. Y ahí la rematé. Llegué como para levantar las barreras soplando. Y me había olvidado la billetera en el restaurant. Tuve que volver y pagar dos viajes. Caminaba por las paredes ya a esa hora. Volví. Los puteé uno por uno a todos los inspectores y a los empleados administrativos. Y cuando voy a llevar el auto: Zaas. Resulta que una vez que logré sacarle ese pegamento de mierda que le ponen a las puertas, que me cansé de escupir el pañuelo de seda ese que vos me regalaste, cuando lo dejo en la calle y enfilo para irme a apolillar: tenía una goma pinchada. Rosario Central la concha de tu madre.
Me arremangué. Saqué el gato. Lo empecé a levantar. Y no va que se me zafa y se me cae el auto. Agarré y dije: que reviente mi ex mujer, que reviente el auto, que se rompa la cubierta. Me fui quemando caucho, así como estaba, hasta una gomería. Ya eran como las dos de la mañana y no conseguía una por ningún lado. Así que destrocé la rueda. Pero qué carajo me importa. Ya me la van a pagar esos de Central. Porque esto no va a quedar así.

-Ufff... ¿Terminaste, Víctor?
-¿Qué, te jodí mucho?, perdóname. Pero, ¿sabes qué pasa? Pasa que…-¿Terminaste, sí o no?
-Sí, Cabezón, no te calentés.
-No me caliento. Y menos mal que no me caliento, porque si me enojo, me levanto y otra que el odontólogo Barreda, el desastre que hago con vos.
-Tenés razón, Cabezón.
-¿Ahora, te puedo hacer yo una pregunta?
-Pero cómo no me vas a poder preguntar vos, justo vos, que sos mi amigo, que me bancaste en tu casa cuando me echó esta hija de puta, vos que me prestaste la oreja. Claro, Cabezón, pregúntame lo que quieras. Ahh, ¿No querés que te pase a buscar para darle sangre a la abuela del Marcelito Urbina?-No. Escúchame. Lo único que quiero saber es qué mierda te hicieron los de Rosario Central. Qué mierda tienen que ver con tu ex, con los del CES, con el mozo, con el remisero... ¿Sería mucho pedir?
-Jé, pensé que te había dicho, Cabezón. ¿Sabés qué pasa? Esos turros están en la Mercosur. Y no nosotros. Si nosotros hubiéramos ganado un par de partidos más, yo anoche hubiera estado en el Morumbí de San Pablo, con los dos pibes míos y la bandera. Si ellos entraron por la ventana. Entraron porque nosotros perdimos esos últimos partidos de mala leche. Y bueno, si yo estaba ahí, no me hubiera tenido que bancar a la histérica de mi ex mujer, a los turros de los zorros grises, a los chorros del restaurant ni al gomero del auto. A lo sumo un par de goles abajo, pero de visitante. Y vos sabés que acá lo dábamos vuelta seguro. Acá era un trámite. Si ellos dejaron de ser un cuco desde que se fue Telé Santana.


(Extraído del libro “Hambre de gol”. Un sincero agradecimiento a Claudio, autor de este cuento por su generosidad al permitirme publicarlo.)

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Allá por la década del 70 cuando Mario Alberto Kempes desparramaba defensores, metía goles inolvidables y jerarquizaba a Rosario Central, un emblema de ese plantel, Aurelio José Pascuttini reflexionaba así: "Mario tiene que ganar el doble de contrato y cobrar premios triple. Es un fenómeno, gracias a él todos nos llenamos los bolsillos. Ojalá se quede para toda la vida".

(Obviamente, Kempes fue transferido a España y aquel lapso triunfador quedó en el recuerdo. Extraído del diario "Clarín" del 22 de Febrero de 2006)

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Se puede vivir sin medios. Yo lo hice durante veinticinco años, primero sin medios y después con los medios en contra.

(JULIO HUMBERTO GRONDONA, Presidente de la AFA, en declaraciones efectuadas en 2004 a la agencia Télam acerca de su relación con el periodismo)

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La violencia es el último recurso del incompetente.

(ISAAC ASIMOV, escritor y bioquímico estadounidense, 1920-1992)

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Fútbol africano: materia poética


Los viajeras no tanto (a no ser que tengan una probada capacidad para ponerse en jarras y evitar abordajes y otros efectos colaterales), pero los viajeros por África deberían siempre ver por allí algún partido de fútbol. No quiero destripar tramas ni desenlaces, pero puedo dar unas pistas de por qué es importante esa asistencia. Ante todo, unas consideraciones teñidas de globalización.

La Copa de África, recientemente celebrada en Senegal, fue protagonizada por vez primera enteramente por jugadores que actúan en Europa. Y desde hace años no pocas selecciones africanas tienen técnico europeo. Es decir, el fútbol africano de elite evoluciona, en teoría, hacia parámetros similares al que vemos por aquí.

Eso, en teoría. Pero en África no valen, ni para viajar ni para nada, las teorías o las previsiones. El fútbol de los africanos, incluso el de sus selecciones "europeizadas", no tiene que ver con el nuestro. Seguro que los técnicos han conseguido introducir en esos jugadores de elite una preocupación por el sistema (sea lo que sea eso, Dios bendito) y hasta por la importancia de la defensa. Pero a la hora de la verdad los jugadores africanos ejercen su derecho a la amnesia. No en vano es un continente cuyas almas sobreviven porque logran no atiborrarse de memoria: si se acordaran de todo lo que les ha pasado, era para morirse, así que hacen muy bien en sobrellevarlo con ligereza y echándole plena atención al carpe diem.

No cuento el colorido de las gradas, el buen humor y la picaresca que en general reinan alrededor de un partido africano; aunque a veces haya trifulcas a la europea, o un régimen como el hutu ruandés de 1994 pueda organizar un genocidio a base de reclutar y fascistizar a los ultras futbolísticos y prometerles víctimas propiciatorias para su hambre de violencia.

El viajero debe hacer la experiencia, repito. Y estar muy abierto a lo que no comprende. Me he encontrado sorprendido de comentarios de lectores (sobre todo de lectoras) de mi novela "Mulanga" ante una escena en la que los jugadores de un equipo mean en corro en el círculo central para marcar el territorio.

Cosas así se ven con alguna normalidad en África. De vez en cuando cae un rayo que afecta misteriosamente sólo a una mitad del campo y por tanto a un solo equipo. O, ejemplo de la superprofesional Copa de Africa, el ex guardameta y ahora técnico de Camerún, Nkono (que jugó de portero en España), fue golpeado por sus rivales senegaleses que sospechaban que había hecho magia contra ellos; la Confederación Africana le acabó levantando la sanción por "comportamiento escandaloso y provocativo", es decir por hacer magia.

Todo el mundo en África sabe que la actitud mingitoria, el rayo y lo que hiciese o no Nkono están a la roden del día y tienen que ver con que las cosas funcionan con hechizos, desde el sida al poder.

El viajero deberá tener eso en cuenta, y que le sirva para entender y disfrutar. Si un viajero se asoma al fútbol africano (sea en un estadio o en un descampado, sea viendo a jugadores más o menos uniformados o a chavales descalzos) echará de menos el orden y los tiquismiquis que caracterizan el fútbol de cualquier nivel en Europa. Pero de inmediato verá que el público aplaude los detalles, es decir la belleza: se parecen a los aficionados degustadores de lo que hacía Curro Romero. Y ese gusto por la belleza del público africano (de estadio o de baldío) va emparejado con la gozosa vivencia de la fe: todos y cada uno de los espectadores, y probablemente de los protagonistas del partido, están convencidos de que, nada más arrancar la jugada, va a culminar en un gol que va a abatir de pura belleza el universo mundo, que no lo podrá "aguantá". Ya, ya sé. Me diréis que a los diez minutos público y jugadores tendrían que haber aprendido al ver el fracaso de tantas maravillas soñadas. Pero África se sustenta en que las cosas allá no son así, el aprendizaje no es así, la memoria y los reflejos paulovianos son de otra manera. La fe puede con todo. Una fe que es una esperanza. Y una esperanza que es una poesía. Porque ésa es la esencia del fútbol africano: su carácter poético.

Sociológicamente, puede parecerse a lo que antes (¿sólo antes, de verdad?) eran los toros en España: un chaval soñaba con triunfar en la Monumental o en la Maestranza, y ese sueño era también lo que los cursis llaman ahora "promoción social". Pero igual que el maletilla no buscaba sólo el bienestar material, sino también la gloria y la belleza, los africanos insisten en demostrarnos, mientras rueda un balón, que la fantasía, el juego, nos hacen no sólo sobrevivir, sino sobre todo vivir.

(artículo escrito por el escritor español Miguel Bayón, y publicado en el portal "Literaturas")

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Esto no es arrogancia, sino la realidad. Creo que hoy en día soy el mejor jugador de la Liga

(DIDIER DROGBA, jugador del Chelsea, en una entrevista para "News of the World" a finales de 2006)

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¿Chilavert fue negocio?

El más brillante de la historia del club. Por Chilavert nos invitaban a los torneos de verano, nos sentábamos con la TV a pelear un cachet importante y se hicieron hinchas –y luego socios– un montón de personas. Tenía un contrato altísimo que se pagaba solo.

¿Chila le hablaba en el mismo tono que usaba con los periodistas?

No. Parece malo y pendenciero, pero ese perfil lo usaba para poner nervioso al rival. Fuera de la cancha es un hombre de gran sensibilidad, muy amable con los chicos. Hizo muchos beneficios que no trascendieron.

¿Qué lugar puede ocupar Chilavert en el futuro de Vélez: técnico, manager, dirigente, presidente?

Cualquiera. Como manager sería importante, abriría muchas puertas. Le sobran condiciones para ser técnico. Y también puede ser presidente. Es socio, así que si nos gana la elección...

(RAÚL GÁMEZ, Presidente de Vélez Sarsfield, en declaraciones a la revista "El Gráfico", Julio de 2003)

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Vos sos contra mío y no tenés por qué estar a favor. Vos querías, por ejemplo, que ganara Chile porque a vos te gusta Bielsa. Como vos estás en contra mío podés decir lo que quieras (ALFIO BASILE, DT de la Selección Argentina, respondiendo duramente al periodista de Radio Continental, Román Iucht, tiempo después cesado de T y C Sports ¿por este entredicho?)

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Feliz Año para todos!!!!!!!


A TODOS ustedes, quienes son los verdaderos protagonistas y destinatarios de estos "Cuentos de la pelota", les deseo un Feliz Año 2008 en el que espero me acompañen tal como lo han hecho en estos últimos meses de 2007.
No es fácil postear todos los días por las labores cotidianas, porque la conexión a Internet es deficitaria, porque el material a subir no termina de convencer, en fin, por múltiples motivos en donde uno le resta minutos a la familia para ganarlos por otro lado.
Ganarlos con vuestras críticas, elogios, colaboraciones, observaciones o sugerencias que son bienvenidas y ayudan a mejorar y hacer crecer a esta pequeña comunidad.


Un grande abrazo
Totonet

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Abril, en Rio, en 1970 (Rubem Fonseca - Brasil)



Todo empezó cuando el tipo que se sentó cerca de mí en el pasto dijo, mirá lo que es la escupida de Gerson. En el momento no le di importancia, me había costado un huevo llegar hasta allá, pero mi cabeza estaba en el partido del domingo y yo no relacionaba las cosas unas con otras. Al partido del domingo iba a ir Jair da Rosa Pinto, técnico del Madureira, que ya fue crack de la selección, y una cosa aquí dentro me decía, Zé, va a ser la oportunidad de tu vida. Yo le dije a mi chica, que era dactilógrafa de la empresa, no sigo de cadete ni un mes más, también le dije que Jair da Rosa Pinto me iba a ver el domingo, pero las mujeres son bichos raros, ni me dio bola. Soltame, dejame que te cuente.
Me levanté de la cama, le expliqué, pucha, si juego bien y Jair da Rosa Pinto me lleva al Madureira, estoy hecho, nadie me para, pero él la me tiró de nuevo a la cama y fue aquella locura, mi chica es un fuego. El tipo se llamaba Braguinha. Mirá la escupida de Gerson, dijo, en el segundo tiempo del entrenamiento. Braguinha había llegado en el entretiempo, todo el mundo lo conocía; decían, ¿eh Braguinha, qué te parece? y él respondía, ¡vamos a reventar a los gringos!. Yo meneaba la cabeza y le sonreía asintiendo. Estaba queriendo hacerme amigo, yo era un colado y no quería que me echaran, mirándome nomás los tipos se daban cuenta de que mi lugar era otro, ni como reportero podía pasar.
Me quedé observando a Gerson. El jugador de fútbol vive escupiendo. Pasó cerca, dio uno de esos tiros de treinta metros y escupió. ¿Viste? Limpio, transparente, cristalino. ¿Sabes lo que es eso?, preguntó Braguinha. Me quedé en la duda, ¿estaría cargando a Gerson? Por ahí está lleno de flacos que no se lo bancan, ¿qué iba a decir? Me quedé callado, asentí con la cabeza y el mismo Braguinha respondió, preparación física, pibe, preparación física, para escupir así el tipo tiene que estar diez puntos. Vamos a reventar a los gringos.
Braguinha me contó que ellos entrenaban todos los días y que no veían a mujeres, ni siquiera a las propias; nada de ir a lo de Rose, Jairzinho no pone ni el pie en la Mangueira, Paulo César ni pasa por la puerta del Lebató, los tipos están haciendo las cosas en serio. Mujer, ni siquiera la madre. Yo ya había oído hablar de esa historia de que las mujeres acaban con un tipo y nunca la creí, pero aquel día, no sé por qué, empecé a pensar que la cosa era así y le pregunté a Braguinha, ¿usted es médico? y él respondió, no, no soy médico pero estoy en la cosa, ya vi arruinarse la carrera de pibes de 18 años por culpa de una mujer. Pucha, 18 años es mi edad. Ves la escupida de Tostao, está medio jodido, ese problema en el ojo, estuvo parado seis meses, mira nomás la escupida de él. Tostao pasó cerca y escupió una bolita de goma blanca. Parece merengue, dijo Braguinha, él está en un treinta por ciento, pero cuando esté a punto va a escupir un chorrito de agua filtrada igual al zurdito de oro. Era así como lo llamaban a Gerson. Cuando el entrenamiento terminó los cogotudos rodearon a los jugadores. Era un lugar bacán, para jugar polo, ese juego que el tipo monta en un caballo y se la pasa dando tacazos a una pelotita. Tenía un césped que nunca terminaba y unas mujeres diferentes de la Nely, mi chica. No digo que Nely sea para tirar a la basura, pero aquellas mujeres eran diferentes, creo que eran las ropas, la manera de hablar, de caminar, hasta me olvidé de los jugadores, nunca había visto mujeres iguales. Creo que ellas no andaban por las calles de la ciudad, andaban a caballo ahí, escondidas, sólo los bacanes las veían. Eso sí que era vida, me quedé mirando la piscina, el césped, los mozos llevando bebidas y bocaditos de acá para allá, todo tranquilo, todo limpito, todo lindo. No eran las ropas, era el cabello, el olor, esa era la diferencia entre Nely y las chicas que andaban a caballo, pensé mientras iba por la ruta haciendo ejercicio, corriendo hasta la parada del colectivo de Rocinha; era el cabello y el olor, y las ropas, la pucha, quería tener una mujer así, pero para que un tipo pudiera tener una mujer de aquellas, tenía que ser como mínimo de la selección. Yo tenía que comerme la pelota el domingo, del Madureira a la selección, pelota para Zezinho, y ¡goool! La multitud gritaba dentro de mi cabeza.
Nely vivía en un departamento de dos ambientes en la playa de Botafogo, con una compañera que sabía de nuestro asunto, una chica medio jorobada que se llamaba Margarida, muy buenita; cuando yo iba a dormir con la Nely, ella se iba a dormir al living, se acostaba en el sofá y fingía no oír los gemidos que provenían del dormitorio. Ya no te gusto más, dijo Nely, hago unos fideos, comés y ahora querés tomártelas diciendo que te vas a casa a dormir. ¿Qué historia es esa? ¿Crees que soy boba? No le quería decir que estaba pensando en la escupida de Gerson, pensando en el partido del domingo, y le dije que no me estoy sintiendo bien, creo que estoy enfermo, ni sé si voy a poder jugar mañana.
¿No te estás sintiendo bien, gritó Nely, y te comiste dos kilos de fideos? ¿Vos pensás que soy idiota? Creo que fueron los fideos, me llenaron demasiado. ¿Te llenaron demasiado? Tonto, ¿entonces por qué estás comiendo ese pan?, preguntó Nely. Yo ni me había dado cuenta que estaba comiendo pan, estaba realmente con la cabeza en otro lugar. Nely la miró a Margarida que había cenado con nosotros, y le preguntó, ¿Margarida, vos pensás que alguien puede creer en lo que está diciendo? No sé, dijo Margarida, saliendo apurada de la mesa. Vos te vas a encontrar con otra mujer, dijo Nely. Su cara huesuda, sus labios gruesos me fueron dando ganas, me quedé en esa disyuntiva, hasta di un paso para acercarme a ella, pero pensé en la escupida de Gerson, el chorro transparente entre los dientes, y dije, me gustás, querida, pero a ver si me entendés, hoy no, a ver si me entendés, hoy no, mañana en la noche, te juro por mi madre que no voy a encontrarme con ninguna mujer. ¡Si no tenés madre!, gritó Nely, haciendo pedazos un plato en el piso.
Era verdad, yo no tema madre, no conocí a mi madre, pero sólo juraba por la madre y Nely lo sabía. Era una costumbre.
Te voy a decir la verdad, no estoy enfermo, pero mañana Jair da Rosa Pinto, del Madureira, va ver el partido, si juego bien, me lleva para hacer una prueba, tengo que estar en forma, a ver si entendés, dije.
¡Mentiroso, te vas a encontrar con otra mujer!
No, te lo juro por mí... palabra de honor, un tipo me dijo ayer, un tipo que está en la cosa, que el atleta no puede andar con mujeres la víspera del partido. Tuve ganas de decir más, con una igual a vos entonces ni que hablar, vos me dejas de cama, toda la noche, sin parar, pero tuve miedo de que rompiese otro plato en mi cabeza. Fui yendo en dirección a la puerta, Nely me abrazó, me desprendí del abrazo, no puedo, hoy no puedo, mañana a la noche vengo.
Si te vas, no hace falta que vuelvas nunca más, exclamó Nely enfurecida. Cuando me vio abrir la puerta de calle gritó, ¡anda, mentiroso, flojo, debilucho, ignorante, don nadie!
Me fui, disgustado. Llegué a la pensión, me acosté, me quedé un montón de tiempo enrollado con la discusión que había tenido con ella. No me molestaba que me llamasen mentiroso, ni flojo, las pelotas, después de todo lo que hice con ella era gracioso que me llamase flojo, dudo que consiguiese otro con más disposición que yo, pero que me dijera ignorante, don nadie, eso dolió. Sólo porque fuera dactilógrafa y tuviera el secundario no tenía derecho a decir eso de mí, y o era huérfano, mi mamá murió cuando yo nací, mi papá era pobre, se murió poco tiempo después, dejándome en la mala, sólo podía terminar como cadete, ignorante, don nadie. ¿Qué quería que fuese? Mi tristeza sólo se fue cuando me acordé que Clodoaldo también era huérfano y debe haber pasado por las mismas cosas que pasé yo.
Me quedé un montón de tiempo despierto, sin poder imaginarme cosas lindas, pensando en la oportunidad, pero sin lograr imaginarme la cosa pasando, las jugadas sensacionales, la gente gritando el gol. Si me llamaran, yo entrenaba en cualquier equipo, de Río, Belo Horizonte, aceptaba el interior de Sao Paulo, Bahía, cualquier lugar; quería una oportunidad. La única vez que entrené en un equipo profesional fue en Sao Cristovâo, en un día de lluvia, la cancha estaba hecha un barrial. ¿Dónde se vio un volante defensivo que rindiera en el barro? Jugué diez minutos, diez minutos, había un montón de flacos esperando su turno en la cola, nada más que para el medio campo, todos con la misma angustia que yo. Después del entrenamiento le pregunté al hombre si quería que volviese y él dijo con toda calma, no gracias, sin importarle mi sufrimiento, cagándose en mí.
Me pasé la mañana del domingo en la cama. Almorcé a las 11, bife, arroz, ensalada de lechuga y tomate, igual que la selección en día de partido. Sólo faltaban los champignones. Puse el uniforme en un bolso de plástico, botines, pantalón blanco, camisa azul, medias blancas, tomé el colectivo, salté en la Estación Central, tomé el tren.
Don Tiâo, nuestro técnico, ya estaba en la cancha. También había un montón de personas esperando que empezara el partido. Fui al vestuario a cambiarme de ropa. Don Tiâo nos reunió para decirnos como quería que jugase el equipo. Pregunté, ¿ya llegó Jair da Rosa Pinto, del Madureira? Don Tiâo respondió, ¿el Yaya de la Barra Mansa? no sé, no lo vi. Mira, cuando vos vayas, Tiago se queda, Gabiru viene a buscar el juego, ayudar en el medio campo. Otra cosa, cuidado con el artillero de ellos, un tal Jeová. Si es necesario, denle duro. Cuando salimos del vestuario la cancha estaba toda cercada de gente, de pie, porque tribuna no había. Traté de ver a Jair da Rosa Pinto, no pude, debía estar por ahí, observándome. Sentí un frío en el estómago. Empecé a saltar, calentando el cuerpo, sintiendo el cuerpo, sintiendo los músculos debajo de la piel, salté, el frío en el estómago se fue, que cosa linda sentir los músculos debajo de la piel. Ellos ganaron el sorteo, eligieron el campo. Pirulito puso en juego la pelota, tocándola para atrás para mí, la enganché de curva para Gabiru en la punta, pero la pelota fue al pie del adversario. Corrí para ver si recuperaba la jugada. Mientras hacían rodeos sobre mí pensaba, mierda, empecé mal, ahora estoy como un bobo en la cancha, ni sé lo que estoy haciendo.
El primer tiempo fue de amargar. Empecé a darle duro a Jeová. Después de que pasó dos veces por mí decidí apelar, iba derecho a su pie de apoyo. Me estaba poniendo nervioso, le grité a Tiâo, a ver si retrocedes también, mierda. El tipo sólo quería quedarse en el medio campo, jugando de armador, mientras que nosotros nos jodiamos allá atrás. Un minuto antes del entretiempo le di otro palo a Jeová. El se levantó, me miró y dijo, ¿qué pasa, loco? Los dos escupimos al mismo tiempo, mi escupida salió finita, pero la de él, hijo de puta, salió todavía más fina. Yo escupí carraspeando y soplando la saliva con fuerza para afuera, mientras que él, pibe canchero, ni siquiera abrió la boca, con un ruidito de pedo la saliva brotó de sus labios cerrados.
En el vestuario Don Tiâo me dijo, Zé tenés que esforzarte más en los pases. Yo dije, yo me encargo. De repente di un suspiro, estaba sintiendo una cosa rara. Dije desanimado, ¿no sería bueno que nos cambiemos de vez en cuando con Tiago? Don Tiâo se rascó la cabeza, no sé, me parece mejor que sigas plantado en la entrada del área, la táctica que funciona no se cambia.
Puse una toalla sobre el banco y me acosté. No quise pensar en nada, no tenía ganas de imaginar las cosas buenas que todavía iban a pasar, un día. Me quedé callado. Sólo abrí la boca para preguntar, ¿alguien vio a Jair da Rosa Pinto por ahí? Nadie lo había visto. El sol seguía fuerte en el segundo tiempo. De salida, el puntero izquierdo de ellos fue hasta la línea de fondo, levantó al centro, Jeová saltó más que todo el mundo, dio un cabezazo tan fuerte que nuestro arquero ni siquiera vio por donde dónde entró la pelota. Jeová salió dando puñetazos en el aire, de la forma que inventó Pelé. Vamos a dar vuelta el resultado, muchachos, dije a mis compañeros, poniéndome la pelota debajo del brazo y corriendo para el medio campo, para dar la salida, igual que Didí en el final del mundial del sesenta y dos. No lo dimos vuelta. Fueron ellos los que hicieron otros goles, hicieron dos tiros de taquito, dominaron durante todo el segundo tiempo. De tanto correr quedé hecho pomada, la boca seca, no me atrevía a escupir para ver la bola de merengue.
Cuando terminó el partido, todavía en la cancha, Don Tiâo me dijo, la cabeza alta, Zé, le pasa a todo el mundo, hay días en que todo sale mal, es así, qué se le va a hacer. Yo estaba tan empelotado que sólo en ese momento me di cuenta que mi juego había sido una mierda, no había hecho otra cosa que correr dentro de la cancha como un imbécil. Vi, de espaldas, a Jeová conversando con un tipo. No podía ver quién era. Pensé, capaz que es Jair da Rosa Pinto, invitándolo para entrenar en el Madureira. Me sentí tan infeliz que no me atreví a mirar, a saber si era o no era. Corrí al vestuario.
Fui el último en salir. Empezaba a oscurecer. En la sombra de la tarde la cancha parecía todavía más fea. Yo estaba solo, todos se habían ido. Empecé a caminar, pasé por una montaña de basura, tuve ganas de tirar ahí mi uniforme. Pero no lo tiré. Apreté el bolso contra el pecho, sentí los tapones de los botines y me fui caminando así, lentamente, sin querer volver, sin saber adónde ir.

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La credibilidad es como la virginidad. Se pierde una sola vez.

(OSVALDO ARDIZZONE, periodista deportivo argentino, a sus compañeros de redacción en revista "Goles", a finales de la década del '60, refiriéndose a algunos personajes del fútbol argentino de la época)

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¿A quién se le puede ocurrir que yo no puedo jugar más? Solamente a un don nadie

(HUGO ORLANDO GATTI, ex arquero argentino, en declaraciones a la revista "El Gráfico" del 18 de Abril de 1989, tras ser marginado del primer equipo de Boca Juniors por el entonces DT de la entidad, el recordado José Omar "Pato" Pastoriza)

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