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Una de las mencionadas, fue que se permitió la sustitución de jugadores durante los partidos: 2 cambios por equipo. Y así, los estadígrafos dejaron señalados que el primer cambio de los mundiales se produjo en el cotejo disputado en el estadio Azteca, el 31 de Mayo de 1970, entre México y la Unión Soviética, que terminó igualado sin goles.
Fue una sustitución en el equipo soviético, cuando en el segundo tiempo ingresó Puzach por Serebrianikov, apellidos que dicen poco pero que quedaron en la historia.
Pero además, fue el mundial en que los árbitros utilizaron por vez primera las tarjetas (amarilla para amonestación y roja para expulsión) evitando contratiempos, como el sucedido en el certamen anterior (Inglaterra '66) que tuvo como protagonista a nuestro Antonio Rattín, en el partido disputado en Wembley, entre la Argentina y el local.
Fue debido al incomprensible entredicho entre nuestro mediocampista y el árbitro germano Rudolf Kreitlein, uno hablando castellano y el otro alemán.
Rattín le hizo un reclamo al juez y éste, sin comprenderlo, igualmente lo expulsó del campo de juego, aduciendo que lo había insultado, favoreciendo enormemente a Inglaterra que, finalmente, ganó por 1 a 0.
Rattín, tras solicitar un intérprete, se demoró en salir de la cancha. Nadie entendía lo acontecido y entonces la FIFA dispuso que en México 70 el idioma común fuese el de las tarjetas.
(GICA CRAIOVEANU, ex internacional rumano, comentarista de la Sexta, España, pegándole en Noviembre de 2008 al actual jugador del Arsenal cuando el ruso sonaba como fichaje del Madrid)
(VLADIMIR NABOKOV, recordando a los porteros de su infancia en Rusia en "Habla memoria" -Anagrama-)
(JOSÉ ANTONIO ESPINA, periodista de 'As', opinando el 22/06/08 sobre el ex mediocampista del Zenit San Petersburgo)
(LEV YASHIN 1929-1990, célebre arquero ruso, uno de los mejores de todos los tiempos, conocido como "La araña negra")
FC Start: El equipo que prefirió morir antes que perder
Para comprender su decisión, es necesario conocer cómo llegaron a jugar aquel decisivo partido, y por qué un simple encuentro de fútbol presentó para ellos el momento crucial de sus vidas.
Todo comenzó el 19 de Septiembre de 1941, cuando la ciudad de Kiev (capital ucraniana) fue ocupada por el ejército nazi, y los hombres de Hitler desplegaron un régimen de castigo impiadoso y arrasaron con todo. La ciudad se convirtió en un infierno controlado por los nazis, y durante los meses siguientes llegaron cientos de prisioneros de guerra, a los que no se permitía trabajar ni vivir en casas, por lo que todos vagaban por las calles, en la más absoluta indigencia. Entre aquellos soldados enfermos y desnutridos, estaba Nikolai Trusevich, quien había sido arquero del Dinamo de Kiev.
Josef Kordik, un panadero alemán a quien los nazis no perseguían, precisamente por su origen, era hincha fanático del Dínamo. Un día caminaba por la calle cuando, sorprendido, miró a un pordiosero y de inmediato se dio cuenta de que era su ídolo: el gigante Trusevich.
Aunque era ilegal, mediante artimañas, el comerciante alemán engaño a los nazis y contrató al arquero para que trabajara en su panadería. Su afán por ayudarlo fue valorado por el arquero, que agradecía la posibilidad de alimentarse y dormir bajo un techo. Al mismo tiempo, Kordik se emocionaba por haber hecho amistad con la estrella de su equipo.
En la convivencia, las charlas giraban siempre sobre el fútbol y el Dínamo, hasta que el panadero tuvo una idea genial: le encomendó a Trusevich que en lugar de trabajar como él amasando pan, se dedicara a buscar al resto de sus compañeros. No sólo le seguiría pagando, sino que juntos podían salvar a los otros jugadores.
El arquero recorrió lo que quedaba de la ciudad devastada día y noche, y entre heridos y mendigos fue descubriendo, uno a uno, a sus amigos del Dínamo. Kordik les dio trabajo a todos, esforzándose para que no se descubriera la maniobra. Trusevich encontró también algunos rivales del campeonato ruso, tres futbolistas de la Lokomotiv, y también los rescató. En pocas semanas, la panadería escondía entre sus empleados a un equipo completo.
Reunidos por el panadero, los jugadores no tardaron en dar el siguiente paso, y decidieron, alentados por su protector, volver a jugar. Era, además de escapar de los nazis, lo único que podían hacer. Muchos habían perdido a sus familias a manos del ejército de Hitler, y el fútbol era la última sombra que sobrevivía de sus vidas anteriores.
Como el Dínamo estaba clausurado y prohibido, le dieron a su conjunto un nuevo nombre. Así nació el FC Start, que a través de contactos alemanes comenzó a desafiar a equipos de soldados enemigos y selecciones de la órbita del III Reich.
El 7 de Junio de 1942, jugaron su primer partido. Pese a estar hambrientos y haber trabajado toda la noche, vencieron 7 a 2. Su siguiente rival fue el equipo de una guarnición húngara y le ganaron 6 a 2. Luego le metieron 11 goles a un equipo rumano. La cosa se puso seria cuando el 17 de Julio enfrentaron a un equipo del ejército alemán y lo golearon 6 a 2. Muchos nazis empezaron a molestarse por la creciente fama de este grupo de empleados de panadería y le buscaron un equipo mejor para terminar con ellos. Llego MSG húngaro con la misión de derrotarlos, pero el FC Start lo aplastó 5 a 1, y más tarde, ganó 3 a 2 en la revancha.
El 6 de Agosto, convencidos de su superioridad, los alemanes prepararon un equipo con miembros de la Luftwaffe, el Flakelf, que era un gran equipo, utilizado como instrumento de propaganda de Hitler. Los nazis habían resuelto buscar el mejor rival posible para acabar con el FC Start, que ya había ganado gran popularidad en el pueblo sometido. La sorpresa fue mayúscula, sin embargo, porque pese a las patadas de los alemanes, el Start venció 5 a 1.
Luego de esa escandalosa caída del equipo de Hitler, los alemanes descubrieron la maniobra del panadero. Desde Berlín llegó la orden de matarlos a todos, pero los jerarcas nazis no se contentaban con eso. No querían que la última imagen de los rusos fuera una victoria, porque pensaban que matándolos así no harían más que perpetuar la derrota alemana.
La superioridad de la raza aria, en particular en el deporte, era una obsesión para Hitler y los altos mandos. Por esa razón, antes de fusilarlos, querían ganarles en la cancha.
Con un clima tremendo y amenazas por todas partes, para el 9 de Agosto se anuncio la revancha, en el repleto estadio Zénit. Antes del choque, un oficial de la SS entró en el vestuario y dijo en ruso: “soy el árbitro, respeten las reglas y saluden con el brazo en alto”, exigiéndoles que hicieran el saludo nazi.
Ya en el campo, los futbolistas del Start (camiseta roja y pantalón blanco) alzaron el brazo, pero en el momento del saludo se lo llevaron al pecho y en lugar de decir “¡Heil Hitler!”, gritaron “¡Fizculthura!”, un eslogan soviético que proclamaba la cultura física. Los alemanes (camiseta blanca y pantalón negro) marcaron el primero gol, pero el Start llegó al descanso ganando 2 a 1.
Hubo más visitas al vestuario, esta vez con armas y advertencias claras y concretas: “si ganan, no queda nadie vivo”. Los jugadores tuvieron mucho miedo y se plantearon no salir al segundo tiempo. Pero pensaron en sus familias, en los crímenes que se cometían, en la gente sufrida que en las tribunas gritaba por ellos. Y salieron. Les dieron a los nazis un verdadero baile. Hacia el final del partido, cuando ganaban 5 a 3, el delantero Klimenko quedo mano a mano con el arquero alemán. Lo eludió y al estar solo frente al arco, cuando todos esperaban el gol, se dio vuelta y pateó hacia el centro del campo. Fue un gesto de desprecio, de burla, de superioridad total. El estadio se vino abajo.
Como todo Kiev hablaba de la hazaña, los nazis dejaron que se fueran de la cancha como si nada hubiera ocurrido. Incluso el Start jugó a los pocos días y le ganó al Rukh 8 a 0. Pero el final estaba escrito: tras ese último partido, la Gestapo visitó la panadería.
El primero en morir torturado fue Kortkykh. Los demás arrestados fueron enviados a los campos de concentración de Siretz. Allí mataron brutalmente a Kuzmenko, Klimenko y al arquero Trusevich, que murió con su camiseta puesta. Goncharenko y Sviridovsky, que no estaban en la panadería, fueron los únicos que sobrevivieron, escondidos, hasta la liberación de Kiev en Noviembre del ’43. El resto del equipo fue torturado hasta la muerte.
Ésta es la historia del dramático “Partido de la Muerte”. El cineasta John Huston se inspiró en este hecho real para rodar su película “Escape a la victoria”. En el film hizo lo que no pudo el destino: salvar a los héroes.
Todavía hoy, los poseedores de una entrada para aquel partido tienen derecho a un asiento gratis en el estadio del Dínamo de Kiev.
En las escalinatas del club, custodiado en forma permanente, se conserva actualmente un monumento que saluda y recuerda a aquellos héroes del Start, los indomables prisioneros de guerra del Ejército Rojo a los que nadie pudo derrotar durante una decena de históricos partidos, entre 1941 y 1942.
Los mataron entre torturas y fusilamientos, pero hay un recuerdo, una fotografía que, para los hinchas del Dínamo, vale más que todas las joyas del Kremlin. Allí figuran los nombres de los jugadores y una leyenda: “De la rosa solo nos queda el nombre”.
En Ucrania, los jugadores del FC Start hoy son héroes patrios y su ejemplo de coraje se enseña en los colegios. En el estadio Zenit una placa reza “A los jugadores que murieron con la frente en alto ante el invasor nazi”.
(JOAO ETZEL FILHO, árbitro paulista que arbitró el recordado 4 a 4 en el Mundial de Chile 1962 entre las selecciones de Colombia y la URSS, que ganaba 4 a 1 a falta de 22 minutos para terminar el partido)
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Días antes esta misma selección soviética había enfrentado a la selección Argentina en River empatando 1 a 1, el gol argentino lo convirtió Ramón Díaz.
El partido según las crónicas de la fecha fue mediocre, Loma Negra luego del pitazo final del árbitro Carlos Coradina consumó la hazaña. Ganó 1 a 0, gol de Husillos a los 36 minutos del segundo tiempo.
El “Ignacio Zubiria” se convirtió de repente en el cementerio de los elefantes de la década del 80´ ya que desde el 21 de noviembre de 1979, cuando había perdido por última vez en Tbilisi, Georgia, con Alemania Federal por 3 a 1, la selección soviética llevaba 18 partidos sin perder, sumaba 13 triunfos y 5 empates con 43 goles a favor y solo 10 en contra.
La recaudación fue de 12.000 dólares y estuvo muy por debajo del cachet cobrado por los soviéticos (30.000) pero en la tierra donde brota el cemento todo es posible.
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-Sí, hasta el día de hoy sigo hablando con él y con Deco. Se había formado una linda banda, con Rafa Márquez, con Messi... Y el Negro era un show.
-Cuentan que le enseñaste a hacer asados...
-En realidad, lo obligamos a cambiar algunas costumbres. Para su cumpleaños le hicimos comprar cerveza Quilmes y carne argentina... Quedó tan encantado que después, cada vez que hacíamos una barbacoa, como le dicen ellos, se usaban los mismos ingredientes.
-Seguro que no faltaba la pica Argentina-Brasil.
-En la Playstation, Ronaldinho era muy bueno. Nos ganaba siempre a Leo y a mí... Además, le gustaba cargarme con otras cosas. Se hizo de Boca solamente para molestarme.
-¿Cómo?
-Sí, me jodía diciendo que era de Boca... Pero yo sé que en el fondo él era de River. Hasta me llamaba a casa y me decía: "Maxi, prendé la tele que están dando los goles.
(MAXI LÓPEZ, jugador argentino, recordando su paso por el Barcelona FC en diario "Olé" del sábado 10 de Enero de 2009)
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Que jugador tan versátil es Maradona. Puede anotar goles con su mano izquierda y detenerlos con la derecha.
(SEBASTIAO LAZZARONI, técnico de Brasil en Italia 90, “atendiendo” a Diego Maradona quien hizo un gol con la mano izquierda frente a Inglaterra en México '86, e impidió con la mano derecha un gol de Rusia en la Copa del Mundo 1990)
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(VALERI NEPOMNIACIJ, técnico ruso, refiriéndose a Roger Milla, veterano centrodelantero de la selección de Camerún en Italia 90)
Pasión por el fútbol (Ryszard Kapuscinski - Polonia)
En su libro "El Imperio", el periodista polaco Ryszard Kapuscinski, cuenta que en visita a un pueblo minero en Siberia, llega a la casa de un obrero, Yevgueni Alekséievich, con quien conversa acerca de la situación laboral y de la rigurosa vida que se lleva en esa apartada región de la ex Unión Soviética. Luego, mientras esperan que llegue la hora para reunirse con otros trabajadores, sucede lo que Kapuscinski cuenta de la siguiente manera: "Al cabo de poco rato empezaron a venir vecinos y la habitación de Mijaíl Mijáilovich se hizo pequeña. Yevgueni Alekséievich encendió el televisor, en color, que estaba sobre el aparador. La enorme caja granate oscuro rugió con tanta amenaza que parecía que se iba a erizar de un momento a otro. El Dinamo contra el Spartak, me aclaró en voz baja Yevgueni Alekséievich, sólo a mí, pues los demás hacía tiempo que lo sabían.
Clavé la vista en una pantalla que no transmitía ninguna imagen. Su cóncava curvatura de cristal la recorrían con frenesí y en todos los sentidos miles de chispas de todos los colores. El televisor estaba estropeado, y si una tele se estropea en el Komsomolski Posiólok, no hay manera de arreglarla.
Nunca había visto nada semejante. Una veintena de hombres con la vista clavada en una pantalla centelleante que cada dos por tres despedía columnas de chispas, como las que se levantan sobre el fuego cuando alguien le echa una rama de pino seco. Motas, rayos y granos de luz bailaban, latían y chisporroteaban como un febril y etéreo espejismo. Qué riqueza de formas de luz, qué pantomima tan alocada e incansable. Todo aquel fulgor se me antojaba delirante e ilógico, pero no tenía razón. Un orden perfecto gobernaba los movimientos de aquellas partículas multicolores, sus vertiginosas carreras y sus súbitos cambios de dirección. En determinados momentos el lado izquierdo de la pantalla empezaba a despedir un chisporroteo rojo que vibraba, ondeaba y corría de un lado para otro, y, de repente, la habitación se llenaba de un grito: ¡Goool! ¡El Dinamo ha metido un gol! ¿Cómo sabes que lo ha metido?, pregunté, perplejo, a Yevgueni Alekséievich, tanto más cuando en la tele tampoco funcionaba el sonido. ¿Cómo no lo voy a saber?, me contestó con gran asombro, ¡todo el mundo sabe que el Dinamo lleva camisetas rojas!
Al cabo de un tiempo en el extremo opuesto de la pantalla se producía una concentración de azul (el color del Spartak) y la habitación gemía: ¡Han igualado el marcador (puesto que los reunidos eran hinchas del equipo del Dinamo).
Durante la media parte las chispas se habían calmado, incluso se habían quedado inmóviles, dispuestas ordenadamente en toda la superficie de la pantalla, para, más tarde, volver a lanzarse a hacer nuevas piruetas y locuras, pero se nos había hecho tarde y tuvimos que dejarlas para acudir a la reunión.
¿Qué es lo que más recuerda de su visita a la Argentina?
-Nunca me olvidaré cuando conocí al Presidente (Carlos Menem). Fue un día después de asistir al superclásico que Boca le ganó a River en 1992.
Ir al estadio fue una experiencia maravillosa, pero cuando ví la cara de Menem me di cuenta de que no quería hablar de eso. Aunque, cordialmente, me preguntó si me había gustado el partido. Y yo le dije: "Soy un observador imparcial, pero los colores de mi equipo son rojo y blanco".
Menem se rió mucho, sobre todo, cuando terminé mi frase: hablaba del Spartak de Moscú.
(GARRY KASPAROV, ajedrecista ruso, recordando una de sus visitas a la Argentina en el diario "Perfil" del domingo 22 de Julio de 2007)
Comparar a Amadeo Carrizo con Lev Yashin es ridículo. Es como comparar a Jesús con los ladrones.
(ALFREDO DI STÉFANO, emblemático jugador argentino, opinando sobre el ex arquero de River Plate en 1976)
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