Ante los cambios realizados por Blogger, tiempo atrás, y que afectaron la plantilla de este blog hay textos largos que no se mostrarán totalmente. La solución a dicho inconveniente es hacer click en el título del artículo y así se logra que se muestre el resto de la entrada. Muchas gracias y disculpas por la molestia ocasionada.


Uno de los mejores "centrojás" de la historia del fútbol argentino fue Néstor ‘Pipo’ Rossi [1925-2007]. Brilló con la camiseta de River, logrando varios campeonatos, y también lució en el Millonarios de Colombia junto a Alfredo Di Stéfano y Adolfo Pedernera, entre otros grandes, cerrando su etapa como futbolista en Huracán, para dedicarse, a partir de 1961, a la dirección técnica.
‘Pipo’ Rossi, además de haber sido un "5" de excepcionales características técnicas poseía un enorme temperamento, además de un gran sentido del humor. Siempre le gritaba a sus compañeros de equipo, ordenándolos tácticamente y criticándolos en pleno partido, con mucho de ironía.
Críticas y comentarios que, muchas veces, alcanzaban a sus rivales. Por ello lo denominaban también como “La Voz de América”.
Una tarde, en el estadio de Núñez, River recibió la visita de Racing, y ante un córner desde la izquierda favorable a los de Avellaneda, se acercó al área el puntero derecho académico, Ornar Orestes Corbatta. Cuando un compañero de Rossi se aprestaba a marcarlo, ‘Pipo’ le gritó: "No, no lo marqués Corbatta. Tranquilo, que este no cabecea ni en los velorios".
En otro partido, mientras el equipo rival se venía con todo hacia la valla defendida por Amadeo Carrizo, Rossi metía como nunca, recuperando la pelota en todo el sector del medio campo. En uno de esos quites, se la pasó al puntero izquierdo Roberto Zárate, quien quiso jugarla de lujo, pero su marcador la rechazó sin inconvenientes. Entonces se escuchó en todo el estadio el vozarrón de ‘Pipo’ dirigido a Zárate: "¡Claro, Mono, vos perdela fácil, que a mí la pelota me la regalan los Reyes Magos!".

seguir leyendo...


Marco Aurelio fue un destacado centrodelantero de Chacarita Juniors, -que más tarde pasaría a Vélez Sársfield-, que tenía un enorme sentido del humor.
En 1941, logró el ascenso a Primera División con el equipo funebrero. Y estando en Vélez, en 1944, junto al legendario arquero Miguel Rugilo, y delantero Ángel Fernández, decidió emigrar al fútbol mexicano, más precisamente al club León.
Según relata el periodista Luciano Wernicke, en su imperdible libro "Curiosidades futboleras" -1996-, en el León, los mencionados tuvieron a un técnico que utilizaba singulares métodos. Decía Aurelio: "el entrenador, en pleno partido, les daba instrucciones a sus jugadores utilizando pañuelos de diferentes colores. Si el técnico agitaba uno de color azul, todos debían ir al ataque. En cambio, si exhibía uno verde, los once integrantes del equipo tenían que defender. Y si el pañuelo elegido era el rojo, había que retener la pelota".
La novedosa estrategia se puso en práctica, pero las cosas no salían nada bien. Por más que se cambiaban los colores establecidos -más que nada los verdes-, los goles de los rivales llegaban unos tras otros.
En una ocasión, con el partido desfavorable por 5 a 1, Aurelio se acercó al banco y, dirigiéndose al técnico, le sugirió: "Maestro, ¿qué le parece si saca un pañuelo blanco y nos rendimos?" Marco Aurelio, inefable.

seguir leyendo...

Tommy Docherty


Si un personaje ha despertado hilaridad y enojos en torno a sus disparatadas frases y a su extravagante personalidad en el concierto del fútbol británico, ese sin dudas ha sido el ex futbolista y entrenador escocés Thomas Henderson Docherty (nacido en las afueras de Glasgow, el 24 de Abril de 1928), y conocido popularmente como "Tommy Docherty» o “El Doc”.

La carrera en el fútbol de Tommy Docherty “El entrenador de hierro”, y una de las figuras más polémicas del fútbol del Reino Unido de todos los tiempos, se inicia cuando se une a los juveniles del Shettleston Juniors, aunque el momento determinante de su carrera llegaría a los 18 años cuando es convocado al Servicio Nacional de Infantería Ligera de Montaña de donde guarda buenos recuerdos: “Yo era un verdadero granuja, es en el Ejército donde se me enseñó lo que es disciplina".

Sirviendo en dicha fuerza es convocado al equipo del ejército británico y cuando, en 1947, deja de revistar en el ejército el Celtic de Glasgow lo une a sus filas.

Difíciles fueron los inicios para el joven escocés en un club grande y con permanentes aspiraciones de campeonar. Permanece allí por dos años, jugando nueve partidos en primera división y marcando tres goles. Lo mejor estaba por llegar.

En Noviembre de 1949, disconforme por no ser titular en el Celtic, se marcha al Preston North End en donde realiza lo mejor en su carrera como futbolista jugando 323 partidos y obteniendo en la temporada 1950-1951 el título en la Second Division.

Después de nueve años en los “Lilywhites” se marcha en 1958 al Arsenal en donde juega 83 partidos y marca un solo gol.

Es de destacar su paso por la Selección de Escocia con 25 partidos entre 1951 y 1959 marcando un gol.

En Febrero de 1961 Tommy Docherty asume el cargo de entrenador y jugador del Chelsea. Jugó solamente cuatro partidos y con ello su adiós al fútbol activo.

Rápidamente, impuso en Chelsea un régimen de estricta disciplina, vendiendo jugadores veteranos y reemplazándolos por jugadores más jóvenes traídos desde la cantera. En el momento en que tomó el poder, el equipo estaba condenado al descenso. Chelsea descendió y Docherty, en la primera temporada completa como entrenador, condujo al equipo pero estuvo a un paso de no ascender. El Chelsea regresa a la First Division con un nuevo y joven equipo. Sin embargo, Docherty no estaba satisfecho y agregó al equipo a grandes jugadores como George Graham y Marvin Hinton.

Chelsea terminó 5º en su primera temporada jugando un fútbol a base de energía y balón por el suelo, lo que lo convirtió en uno de los primeros equipos en Inglaterra en usar este sistema de juego. Fueron invitados a jugar un partido amistoso contra la Selección de Alemania, la cual tenía a jugadores de renombre mundial como Beckenbauer, Seeler y Vogts. Chelsea ganó 3-1 el primer tiempo pero luego la reacción germana hace que el partido termine empatado 3 a 3.

Chelsea establece rápidamente un ritmo en sus partidos que lo pone a la par de grandes clubes ingleses como el Manchester United o el Leeds United en la obtención del título de liga. La Football League Cup sería obtenida gracias a un 3-2 contra el Leicester City, con un memorable esfuerzo de McCreadie, y un muy reñido 0-0 en el partido de vuelta.

Sin embargo, empezarían a aparecer los problemas, cuando Docherty se enfrenta con algunas de las personalidades fuertes en el vestuario, en particular Terry Venables. El equipo fue derrotado por el Manchester United y perdió 2-0 en su semifinal de FA Cup contra el Liverpool, a pesar de ser favoritos. Docherty luego envía a casa a ocho jugadores (Venables, Graham, Bridges, Hollins, McCreadie, Hinton, Murray y Fascione) ante un crucial partido contra el Burnley.

Con un equipo lleno de jóvenes, fueron derrotados 6-2, dejando escapar el título de Liga. Chelsea finalmente terminó 3º en la tabla. En la temporada siguiente vendrían retos importantes en la liga, en la FA Cup y en la Copa de Ferias. Jugando un total de 60 partidos en las tres competiciones, el equipo no podía soportar tantos partidos. Terminó 5º en la liga, mientras que en la FA Cup derrotan al Liverpool en Anfield para enfrentarse en la semifinal al Sheffield Wednesday, nuevamente en Villa Park, pero fueron derrotados 2 a 0.

En la Copa de Ferias se enfrentarían al AS Roma (un violento encuentro, durante el cual Docherty cayó en una emboscada tendida por los aficionados de la Roma), al TSV 1860 München y al AC Milan, llegando hasta las semifinales, en donde serían eliminados por el Barcelona. En casa ganó 2-0, pero en el partido de vuelta en Camp Nou serían derrotados 5-0. Docherty, y su relación con varios jugadores, había alcanzado su límite.

Tomó la decisión de terminar con un equipo que tenía un promedio de edad de 21 años. Venables, Graham y Murray fueron vendidos la temporada siguiente, mientras que el escocés Charlie Cooke se unió al equipo, al igual que Tommy Baldwin, quien llegó de intercambio por Graham. También entran de la cantera jugadores hábiles, como el delantero Peter Osgood.

Chelsea, con Osgood como el corazón del equipo, encabezó el tope de la tabla de posiciones en Octubre de 1966, siendo el único equipo invicto, después de diez partidos de liga, pero Osgood se fractura una pierna en un partido de la Football League Cup, lo que desalienta al equipo. Para reemplazar Osgood, Docherty ficha al delantero Tony Hateley, pero Hateley no cumple con las expectativas y el equipo termina 9º en la Liga.

El punto culminante de la temporada fue llegar a la final de la FA Cup, donde derrotados por el Leeds United en las semifinales (ese juego fue el que inició la feroz rivalidad entre los dos clubes).

Chelsea enfrenta al Tottenham Hotspur en la primera final de FA Cup disputada en Londres. Chelsea hace su primera aparición en una final disputada en Wembley desde 1915 y es derrotado 2-1 por unos Spurs que tenían en su plantilla a nada más y nada menos que a Terry Venables y a Jimmy Greaves. En la próxima temporada, el Chelsea solo ganaría dos de sus diez primeros juegos de liga, lo que hace que Docherty fuera despedido como técnico.

Finalizado su vínculo con el Chelsea, en 1967, Docherty se convirtió en gerente de Rotherham United F.C. con el que descendió y dejó para el recuerdo una de sus citas antológicas: “Prometí al Rotherham que le sacaría de Segunda División y lo hice: bajamos a Tercera”. Después de un año dejó el club y fue nombrado director del Queens Park Rangers FC, cargo que ocupó sólo 29 días. Tras esa dimisión asume en el Aston Villa, en donde dirigió por 13 meses.

Luego de su paso como entrenador de la Selección de Escocia (1971-1972), Docherty asume como director técnico del Manchester United en Diciembre de 1972. Frank O'Farrell había sido despedido como manager de los ‘red devils’ y la tentación de dirigir a uno de los clubes más grande de Europa era demasiado grande. Tommy se quedó en Manchester por 5 años. Inmediatamente tuvo problemas con la estrella del equipo, George Best, por la gran cantidad de faltas a los entrenamientos del habilidoso jugador.

En 1973 hace las paces con “El quinto Beatle” y logra superar el descenso en 1974 y llegar a la final de la FA Cup en 1976, que perdió frente al Southampton. Alcanzaron la final de la misma en 1977 venciendo al Liverpool.

A pesar de su popularidad, Docherty dejó su cargo por un escándalo, provocado por su affaire con María Brown, esposa de Laurie Brown fisioterapeuta del equipo. Fue reemplazado por Ron Atkinson en Julio de 1977.

No pasó mucho tiempo desocupado, en Septiembre de 1977 lo contrata el Derby County en donde su trabajo se vio empañado por la polémica fuera del campo. Fue demandado por el ex jugador del Manchester United, Willie Morgan por difamación. El caso finalmente se decidió en la justicia en contra de Docherty y el fin de la causa judicial coincidió con el fin de su gestión en Derby tras dos temporadas. Corría Abril de 1979.

En Mayo de 1979 Queens Park Rangers, lo contrata como manager. Fue despedido por una discusión con Jim Gregory, presidente del club y, a continuación, extrañamente reintegrado después de sólo nueve días: “Cuando me dí la mano con él, conté mis dedos. Era un ladrón”. Con grandes nombres como Clive Allen, Tony Currie y Paul Goddard, queda a solo cuatro puntos del ascenso a la Primera División. En Octubre de 1980, fue despedido. Más tarde alegó "Me despidió Queens Park Rangers, de una vez y luego me despidió dos veces".

Tal vez uno de los datos más salientes de sus gestiones como entrenador lo constituía el hecho de traer una flota de nuevos jugadores a los equipos en los que asumía y con ello prescindir de los que se hallaban jugando en esos clubes. Semejante despilfarro de dinero, generaba inmediatamente el malestar de los dirigentes quienes ya empezaban mal sus relaciones con el entrenador escocés.

Después de un breve paso por Australia, donde dirigió al Sydney Olímpic, volvió a Inglaterra para conducir al Preston North End. Después de unos meses, Docherty regresa a Australia hacerse cargo del South Melbourne donde se queda hasta 1983 y a fines de ese año nuevamente se incorpora como entrenador del Sydney Olympic.

De vuelta a Inglaterra, en la temporada 1984-1985 conduce los destinos del Wolverhampton Wanderers FC para, finalmente, desembarcar en un modesto club de los alrededores de Manchester, elAltrincham FC de la Conference Nacional inglesa en donde se retira del fútbol tras una gestión que duró menos de un año, al final de la temporada 1987-88.
En 2006 publicó su autobiografía “Mi Historia, santificado sea tu juego”.

Tommy Docherty es reconocido en la actualidad como uno de los más divertidos oradores de fútbol del Reino Unido. Como consecuencia de ello, desarrolla esa actividad en diferentes reuniones con empresas relacionadas al mundo del fútbol, charlas con entrenadores, apariciones personales en ciclos de radio y TV y demás eventos donde hace gala del humor y la fina ironía que destaca a los británicos y que lo posiciona como uno de los más coloridos personajes en el fútbol mundial.

Frases:

Solo sube hasta el medio campo para lanzar la moneda.
(opinando sobre el ex internacional inglés Stuart Pearce)

Si hicieran a José Mourinho de chocolate él se lamería.

Usted cae con él y ya está terminado: Van Nistlerooy, Beckham, Stam...
(refiriéndose a Sir Alex Ferguson)

El corazón y el alma del Manchester se han vendido hoy.
(en Mayo de 2005 al venderse el paquete mayoritario de acciones al multimillonario norteamericano Malcolm Glazer)

Lo siento George Best no pudo estar aquí esta noche. Fue el lanzamiento de un buque en Belfast, y él no quería dejar ir la botella.
(En un discurso después de la cena)

El fútbol no está hecho para que esté dirigido por un controlador aéreo y dos liniers.
(refiriéndose al clásico juego aéreo del fútbol del Reino Unido)

La Asociación Escocesa de Fútbol dio por sentado que Suiza era un país muy frío. Como tenía tantas montañas... Parecía que íbamos de expedición a la Antártida. Los uruguayos llevaban camisetas de verano, de cuello en pico y manga corta. ¡Cómo no íbamos a perder por 7-0!".
(opinando sobre la goleada que le propinara el seleccionado uruguayo a la selección escocesa en el Mundial de Suiza de 1954)

El negocio del fútbol en estos días es como una guerra nuclear. No hay ganadores, solo sobrevivientes.

Siempre dije que había un lugar para la prensa, pero todavía no lo han cavado.

Mi presidente en el Aston Villa, Doug Ellis, me dijo que siempre estaría detrás mío, con su apoyo. Yo le dije que prefería tenerle delante, donde pudiera tenerle a la vista.
(tras ser cesado en el Aston Villa)

La directiva ideal debería estar integrada por dos hombres: dos difuntos y un moribundo.

El Wimbledon tiene tanto encanto como una botella de cerveza rota.

He estado en más tribunales que Bjorn Borg.

Algunos equipos son tan negativos que podrían ser patrocinados por Kodak.

Nadie es indispensable. George Best, Bryan Robson y Mark Hughes han sido reemplazados.

¡Qué desgracia de hombre! Treinta años metidos en una cabeza de seis años.
(su opinión sobre Paul Gascoigne)

Anécdotas:

En su presentación en el Altrincham FC, en 1987, se encontraba en el vestuario y dirigiéndose a Jeff Warburton, fisioterapeuta del club, con una sonrisa maliciosa le preguntó: "¿Cómo es tu mujer?" lo que provocó la carcajadas de los presentes quienes recordaban lo sucedido en su paso por Manchester United con la esposa de Laurie Brown.

Recuerdo una vez que el Manchester United jugó en Londres, fue arribar a la ciudad y preguntar por Matt Busby. Nadie me supo contestar. Preguntó una vez más y me contestan que “Matt se fue y dijo que se quedaba en casa de una amiga”. Esto fue aceptado en el seno del club, aunque por respeto y reverencia por Matt nadie habla sobre eso. Hasta ahora, nunca había revelado esto. Lo hago debido al hecho de que tanto Matt y su esposa están muertos y sólo ahora lo creo oportuno poner en tela de juicio la hipocresía de un club llamado ‘código moral’, un código que parece ser excesivamente selectivo.

Docherty era también conocido por defender los intereses de sus jugadores con la ferocidad de un tigre, pero es capaz, de tratarlos con la máxima dureza. En una ocasión, en un entrenamiento mandó hacia los vestuarios, nada menos que a ocho jugadores del Chelsea y prescindió de ellos en un partido vital en el desarrollo de la Copa, encuentro que se perdió. Durante sus cuatro campañas al frente del Chelsea llegó a prescindir de 27 jugadores.

En la eliminatoria de la Copa de Ferias de 1966 perdimos 2-0 con Barcelona en la ida. La vuelta se jugaba en Stamford Bridge y Osgood y Charlie Cook, claves para nosotros, estaban lesionados. El doctor nos dijo que necesitaban dos días más para recuperarse. El terreno de juego estaba muy seco y llevábamos varios días de sol. Pero se me ocurrió pedir a los bomberos que inundaran el campo: trajeron seis camiones llenos de agua y cuando el árbitro inspeccionó el campo al día siguiente casi se hunde. Se suspendió y les ganamos 2-0. Una moneda decidió que el partido de desempate se jugara en el Camp Nou y ahí nos mataron, 5-0. Aprendí que no valía la pena hacer trampas.
(volviendo en el tiempo hasta Mayo de 1966 y su recuerdo sobre la hoy denominada “Copa UEFA”)

Uno de mis grandes recuerdos fue aquel memorable 7-3 que el Madrid le metió al Eintracht de Frankfurt. Cuando era preparador del Chelsea, pasé dos semanas siguiendo los entrenamientos del Madrid. Me cuidaron muchísimo, especialmente Miguel Muñoz, Puskas o Di Stéfano, el mejor jugador que yo he visto. Apliqué muchas cosas a mis métodos: entrenar con el balón, establecer una disciplina seguida por los jugadores con cierto margen de libertad.


Palmarés

Como jugador

Celtic
* Glasgow Cup winner: 1949

Preston North End
* Second Division Title winner: 1950–51
* FA Cup runner-up: 1954

Como entrenador

Chelsea
* Second Division runner-up: 1962–63
* Football League Cup winner: 1964–65
* FA Cup runner-up: 1967

Manchester United
* Second Division Title winner: 1974–75
* FA Cup
o runner-up: 1976
o winner: 1977

South Melbourne FC
* Victorian Ampol Night Soccer Cup winner: 1982


Fuentes consultadas:
* Wikipedia
* Dirio AS (España)
* Diario Telegraph (Inglaterra)
* The Gordon Poole Agency

seguir leyendo...

Roger Milla (La historia se hace bailando)


En 1989, el delantero francés Dominique Rocheteau organizó su despedida con una fiesta que duró tres días con sus noches, e incluyó un encuentro de fútbol junto a las grandes estrellas de Europa. Los conserjes de varios hoteles de París, ocupados por los atractivos del evento, se restregaban las manos al hacer la caja y canjeaban su sueño por horas extras. Los ocupantes de una de esas lujosas habitaciones eran el carnerunos Roger Milla, el argentino Alberto Márcico y un hermano de Milla que se había pegado como lapa al éxito de su doble de cuerpo.
La primera mañana en común entre esos artistas del fútbol de procedencias tan dispares, fue un derroche de coreografía africana que Márcico alcanzó a ver como una sombra cerrada a través de los ojos de quien aún no ha terminado de dormir la mona. "No sé qué hora sería -recuerda el ex delantero de Boca- pero me despertaron unos ruidos, y cuando miré hacia el baño lo veo al negro Milla afeitándose y bailando como si pudiera hacerse una fiesta en cualquier momento y en cualquier lugar. Esa alegría era la misma que tenía para jugar al fútbol, pero no se trataba de indisciplina, como solían asegurar en Europa. El hecho era que cuando jugaba en África tenía reglas sociales más flexibles; salía a bailar la noche antes de los partidos, y eso para él era normal. Cuando llegó a Francia trató de conservar esas costumbres porque se identificaba con eso y no con el rigor del deporte profesional".Roger Milla fue uno de los últimos convocados a la selección de Camerún por su técnico, el francés Jean Vincent, para jugar el Mundial de España 82, luego de la dimisión del yugoslavo Banko Zutic, quien había entrenado al equipo africano desde 1975 tratando de colonizar con las técnicas europeas la plasticidad de sus dirigidos e incorporándoles la idea de que el fútbol es una disciplina de ataque pero también de defensa. A pesar de que Roger Milla -por entonces figura del Bastia francés- había sido el goleador de Camerún durante las eliminatorias, su nuevo técnico le reprochaba su indiferencia cuando no entraba en contacto con la pelota. Como los niños, para Milla no había juego sin instrumento -no había juego sin juguete-, y en esas circunstancias apenas si atendía a los avatares del encuentro, al margen de lo importante que éstas fueran, dando incluso la espalda a situaciones de riesgo que no lo tuvieran como protagonista.
Después de Thomas N' Kono -el arquero que se distinguía con sus pantalones largos en el verano español-, Milla era la otra figura de Camerún, un equipo descompensado en sus líneas pero que intentaba un delicado tratamiento de pelota y despertaba simpatías a su paso debido a la excentricidad de sus miembros y, acaso, al carácter inofensivo de su desempeño. Pero el Mundial de España -donde Camerún no pasó a la segunda ronda pero terminó invicto- no fue la consagración de Milla y sus legendarios leones, sino que habría de ser mucho más tarde, en el Mundial de Italia 90, cuando el fútbol africano se consagraría como una potencia, entrando a los cuartos de final luego de realizar una campaña que lo situó a la altura de las grandes selecciones.

Al compás del tamboril

Roger Albert Milla nació el 20 de Mayo de 1952 en Yaoundé, capital de Camerún, un país entonces desconocido para los argentinos, y que a partir de 1982 se convirtió en una onomatopeya que animaba los bares de Buenos Aires, atentos al desarrollo del Mundial de España. La participación de Milla en el triunfo 2 a 1 contra Marruecos, durante las eliminatorias africanas de 1981, produjo el efecto social de efusiones y un feriado nacional decretado por su Presidente, Ahmadou Ahidjo, quién contrató personalmente al francés Vincent y comenzó a soñar esos sueños de gobiernos en los que un triunfo deportivo termina siendo un triunfo del jefe de Estado.
Jean Vincent abandonó su cargo en el Nantes y viajó a Camerún, donde se topó con una mezcla extraña de virginidad profesional y un desbordante entusiasmo de novatos. "Me encontré con algo realmente desacostumbrado para el profesionalismo -ha dicho Vincent-: un grupo de jugadores que tenían que trabajar para vivir. Como es habitual en estos casos, la mayoría lo hacía en oficinas del Estado, y algunos oficios eran insólitos para un futbolista: había muchachos que hasta trabajaban como guardianes de cárceles. Pero lo que me sorprendió realmente fue el estado físico en el que se encontraban: eran fuertes, veloces, ágiles; y así como eran de tranquilos fuera de la cancha, se transformaban una vez que empezaban a jugar".
Pero Roger Milla ya había oído hablar de las ideas acerca de la perseverancia y la disciplina que intentaba inculcarles Vincent a sus discípulos. A los dieciocho años había abandonado su casa para probar suerte en Francia. Comenzó en el Valenciennes, de la Segunda División, luego pasó al Mónaco y más tarde al Bastía, con el que fue campeón de la liga y uno de los goleadores de su equipo durante la temporada de 1980-81. Fue una de las primeras figuras del deporte africano en conquistar Europa y sacudir con su estilo tribal la estética del festejo futbolero. La televisión no tardó en rendirse ante sus atractivos coreográficos cada vez que convertía un gol, y los franceses comenzaron a entender que, al menos en el fútbol, no todo era pensar y después existir.
El baile de Roger Milla, un festejo que le daba forma a la alegría íntima del goleador, consistía en sostener la mano izquierda en el aire, apoyar la derecha sobre el abdomen (aquellos gestos del bailarín solitario que se ha quedado sin compañera) y mover la cintura como en una sucesión de amagues. Esa imagen que comenzó a dar vueltas por el mundo, restituyó para el fútbol su carácter primitivo de juego humano, como si esas reacciones espontáneas del camerunés les recordaran a los amantes del deporte que, en el fondo, es en las proezas del cuerpo donde empieza y termina su verdad.

Necesidad y urgencia

Los diez millones de cameruneses que ansiaban ver a sus leones depredar las canchas mexicanas en el Mundial 86, debieron conformarse con los escasos recuerdos que les quedaron de España y comenzar a especular con una clasificación sin angustia para Italia 90.
Roger Milla permanecía como figura estelar del fútbol africano, dondequiera que éste fuera nombrado, pero en privado era un convencido de que su momento de gloria no había llegado todavía, al menos no del modo en que lo esperaba. Sin embargo, con treinta y siete años, y aun cuando hubiera necesitado demostrar a sus compatriotas y a la élite del fútbol mundial qué él seguía siendo alguien, decide retirarse en 1989 tras un partido homenaje que su país le brinda en Yaoundé. Luego de un año de tranquilidad, y poco antes de confirmarse el plantel de Camerún que trataría de brillar en Italia 90, el presidente de la pequeña república, Paul Biya, toma el toro por las astas, y ordena a su ministro de Deportes -a través de un decreto donde se invoca "el superior interés de la nación"- que se incorpore a la selección al viejo Roger. El técnico soviético, Valeri Nepomniaschi, acepta sin oposiciones semejante sugerencia y termina sentando a Milla en el banco de suplentes del Giusseppe Meazza de Milán, en el partido inaugural de la Copa del Mundo Italia 90, en el que -todo el mundo lo sabe, pero los argentinos lo saben en detalle- el equipo africano venció por 1 a 0 a la desorientada escuadra del previsor Carlos Salvador Bilardo.
Roger Milla jugó sólo nueve minutos frente a Argentina, pero atemorizó como una sombra del mal a la defensa nacional. Néstor Lorenzo participó de ese encuentro y recuerda a quien ya comenzaban a llamar “el Nono”, como "un jugador muy bien dotado técnicamente y muy alegre para jugar. Tal vez no fuera veloz, pero tenía una manera muy inteligente de utilizar el cuerpo y de aprovechar las jugadas de riesgo". Así como el ex defensor de Boca lo sufrió como rival, también pudo jugar junto al “Nono” en la despedida del arquero inglés Peter Shilton -en 1991, en Londres-, durante un partido en el que se enfrentaron la selección de Inglaterra y el Resto del Mundo. Lorenzo recuerda, además de ese juego acaso sudamericano, el modo en que el carisma de Roger Milla conquistó al público británico, a pesar de que durante esa noche no fue la única estrella de la constelación.

Al banco voy contento

Luego de esas insinuaciones contra Argentina, Milla convirtió dos goles contra Rumania en sólo treinta y dos minutos de juego, y más tarde sacrificó a Colombia con otros dos, transformándose en un implacable goleador de banco y en uno de los máximos exponentes de un juego vistoso al que él mismo llamaba "fútbol champagne". Pero el cenit de su carrera -y de la del fútbol camerunés- lo vivió a lo largo de los ciento veinte minutos de juego intenso que tuvieron lugar en Inglaterra 3-Camerún 2, uno de los trámites más emocionantes en la historia de los Mundiales, en un partido por cuartos de final de Italia 90. El hecho de haber sentido durante algunos momentos que Camerún era el fuerte e Inglaterra el débil, fue una compensación para el goleador, quien percibió el temor de los ingleses y el sabor dulce del triunfo moral a un mismo tiempo.
La idea de Roger Milla, de que "el nombre de Camerún se inscribiera en el mundo", había llegado a buen puerto. Su llegada a la concentración italiana, avalada por los hombres de Estado y el apoyo popular -aunque resistida de algún modo por las nuevas figuras del plantel-, fue acompañada por una frase de Milla que funcionó como la divisa colectiva: "El drama del fútbol no me interesa, pero hagan las cosas en serio por la patria".
Poco más tarde, en Febrero de 1991, volvió a retirarse de la Selección, esta vez en el estadio de Wembley, pero a pesar de su carácter de homenajeado, faltó a la cita. En un encuentro entre Inglaterra y Camerún -tibio remedo de aquel match salvaje-, Milla advirtió que había setenta mil espectadores en las tribunas y, entusiasmado por su capacidad de convocatoria, exigió un cachet de setenta mil dólares adicionales, de lo contrario no saldría a participar de su fiesta. No cobró, volvió a su elegante sport con el que había llegado al aeropuerto de Heathrow, y finalmente triunfó Inglaterra con dos goles de Gary Lineker.
Tres meses después, Roger Milla grabó junto al tenista Yannick Noah un disco de música pop llamado "Negro... ¿y qué?", con un éxito que no habría de alcanzar la trascendencia de sus goles. Pero el fútbol ya no volvió a tentarlo con grandes empresas, excepto para regresarlo como mito viviente al Mundial de Estados Unidos 94 y despedirlo, a los cuarenta y dos años, con un gol frente a Rusia, tras una derrota por 6 a 1 en la que su equipo comenzó a ser llamado -ya sin gracia de por medio- el de "los leones herbívoros”

(nota publicada en revista “Mística” del 22/01/00)

seguir leyendo...

Miguel Ángel Montuori: El ilustre desconocido


Pasó de la Reserva de Racing a ser campeón y figura en Chile, con la Católica, y en Italia, con la Fiorentina. Hasta fue capitán de la selección azzurra. Un pelotazo en un ojo lo devolvió al anonimato y la miseria.

Severino Varela, el crack de Boca Juniors de los años cuarenta, celebra un nuevo campeonato -el de 1944- emulando la euforia de su público y, en un gesto incomparable de desprendimiento, arroja al aire su boina blanca, el fetiche que lo hizo tan famoso como sus goles. La tapa de fieltro de ese gran cabeceador -y precursor del atleta adornado- gira varias veces y cae en la mano de Miguel Ángel Montuori, un niño rosarino de doce años que vive en Puente Alsina y sueña con heredar, o usurpar, la gloria de sus héroes. Al día siguiente, los diarios de la mañana publican la foto de ese morocho de ojos achinados, tomado a una pierna de Mario Boyé, como el náufrago que ha encontrado su tabla.
Miguel Ángel Montuori, hijo de padre sorrentino, llegó a Buenos Aires a los tres años y construyó su educación sentimental en las calles de La Boca y en las canchas de Primera. No eran las tribunas -el lugar de quienes miran- donde se sentía más cómodo, sino en el césped, a donde ingresaba con sus amigos cuando las bandas tocaban el Himno Nacional y la pandilla sacaba ventaja de la quietud patriótica. Esas intromisiones lo llevaron lejos: Barraza, un rudo zaguero de Independiente, un día lo sacó carpiendo y despertó en Montuori su curiosidad por Racing.
A la Academia llegó una mañana, en zapatillas y pijama, de la mano de Amaro Sande, "el Duchini de aquella época", como recuerda Juan José Pízzuti: "Montuori era chiquito y muy dotado técnicamente. Pero era una época en que Racing tenía jugadores a rolete, varios por puesto, y eso obligaba a muchos futbolistas capaces al éxodo. Aunque tuviera un juego parecido al de Rubén Sosa, no tuvo chances de jugar en Primera. Llegó a la Reserva y se fue a Chile".

El camino de Santiago

En 1953 probó su suerte inconclusa en la Universidad Católica, generando al principio una antipatía en la prensa del fútbol, que veía intrascendencia en sus calesitas sin solución de continuidad. Temeroso del avance a fondo hacia el arco contrario, su aspecto de fenómeno de potrero se fue diluyendo en la falta de productividad y decisión para entrar al área y demostrar allí su valor. Con esos pobres resultados a la vista, la Católica juzgó demasiado alto el precio en que lo había tasado Racing y decidió su regreso a Buenos Aires. Montuori llevó su mano al bolsillo y dejó sobre la mesa de esos mandamases indiferentes un fajo de billetes que era la suma de todos sus ahorros. El escurridizo morocho de Puente Alsina renovó contrato bajo esas circunstancias y se convirtió, durante los meses siguientes, en el hombre gol del equipo. "¿Qué fue lo que le ocurrió a Montuori?", se preguntaban asombrados sus críticos chilenos: "Abrí los ojos", respondía el crack.
La leyenda trasandina cuenta que, al llegar a Santiago, Montuori se enamoró de una chilena, a quien entregó sus energías de atleta, y con quien diseñó grandes planes de futuro. Al bajar el rendimiento en su equipo, comenzaron a naufragar sus afanes familiares, de modo que decidió abocarse al éxito futbolero que habría de atraer a todos los demás, y recuperó su juego hábil y veloz.
Pedro Dellacha, uno de los símbolos del Racing de los años cincuenta, recuerda el estilo extravertido de Montuori: "Era un chico que hacía hacer goles, cosa que para mí es tan importante como hacerlos. Sin embargo, su triunfo en Chile, y después en Italia, no tuvo aquí la repercusión que le hubiera significado hoy. Antes no había tanta prensa. En cambio, ahora, cualquier chico que juega bien un partido, sale en las tapas de todas las revistas".
En Chile, Montuori alcanzó la fama primero, y la consagración deportiva después, como si la ansiedad hubiera alterado el orden en que hubieran debido ir las cosas en su vida. En 1954 se vestía "a lo Gatica", como a él mismo le gustaba decir: chaquetas partidas, pantalón de caña angosta, camisas floreadas y zapatos de "radiopatrulla". Ese estilo estrafalario era el que intentaba llevar -salvando las distancias- al vestuario deportivo, usando la camiseta fuera del pantalón, las medias bajas y empleando esa serie de mañas que hoy la FIFA pena en el jugador de malos hábitos.
Pero las cosas cambiaron de golpe: los dirigentes lo multaban, y con los descuentos de las multas le compraban zapatos negros, camisas blancas y corbatas. La Universidad Católica importó el rigor del entrenador William Burnickell, recomendado de la Federación Inglesa; un ex jugador de selección, ex técnico de Suecia y ex soldado aliado en la Segunda Guerra, que venía de realizar una intrépida estadía por Sudán. Las cosas empezaron a andar derechas, y en el año 1954, la Católica obtuvo el campeonato chileno. Desde allí se lanzó el argentino (que fue chileno para los chilenos, e italiano para los italianos) hacia la Fiorentina, donde ganó un nuevo torneo de liga -el primero logrado por el club viola- en la temporada 1955/56.

Michelángelo

Por su pasado reciente, en Italia lo llamaban "el chilenito". La Fiorentina lo compró en doce millones de liras, un récord para la época, y en apenas una temporada su valor se triplicó, al repetir la eficacia que había logrado en la Católica. Aquel pequeño ejemplar de potrero, criticado tanto tiempo por su amague innecesario, como si el fútbol fuera un juego y no cuestión de vida o muerte, terminó siendo uno de los artilleros del Calcio, aun cuando esas proezas parecieran reservadas a percherones de cien kilos.
A principios de 1956, Miguel Ángel Montuori integra -como una de sus máximas figuras- la selección de Italia que le gana 3 a 0 a Francia en Bolonia. El éxito de esa revelación despertó el asombro y la curiosidad de la prensa argentina, que se embarcó rumbo a Italia a comprobar qué de cierto había alrededor de ese mito que comenzaba a tejerse alrededor del negrito rosarino. Con frialdad de enemigo, una crónica de la época refiere el juego de Montuori en un partido de la Fiorentina: "No lo hallamos en una tarde feliz. Debe jugar mejor que esto. Lo podemos retratar así: jugador con necesidad de mucho campo para maniobrar. No nos parece un jugador excepcional. No parece ser conductor. Panorámicamente aún no tiene profundidad para ver el juego. Siempre arranca para el mismo lado. No nos parece un crack que Argentina dejará escapar sin darse cuenta de que lo era".
El comentario, que lo entierra vivo, habla también de la diferencia atlética y hasta cultural que, por aquel entonces, separaba al fútbol europeo del sudamericano. Montuori había entrado como pieza de una máquina, como parte de un conjunto que funcionaba colectivamente, o no funcionaba. De su imagen de futbolista descarado de potrero sólo le había quedado su caminar desaliñado y poco más. Ese andar sin brillo que señala la observación de El Gráfico era, sin embargo, utilitario a los fines de la selección italiana, donde jugó doce partidos internacionales y lució la cinta de capitán en el último de ellos, en 1960.
Los florentinos lo llamaban Michelángelo, un nombre que, para ellos, implicaba cierto mandato artístico, que Montuori recogió sin resistencia. Entregado a devolver el amor que recibía de sus vecinos, Montuori recorrió galerías de arte y ateliers, aprendió de golpe algunas técnicas del óleo y, finalmente, se convirtió en un pintor de motivos religiosos, con la tenacidad de quien intenta compensar con disciplina su falta de talento. "A mí me llegó una invitación, creo que a fines de los años cincuenta -recuerda Juan José Pizzuti-, donde se me invitaba a una muestra de pinturas de Montuori en Italia. Por ahí la debo tener, todavía...".

Ojos bien cerrados

En la tarde lluviosa del 15 de Abril de 1961, durante un entrenamiento de la Fiorentina, el arquero Sarti pateó hacia el centro del campo y la pelota cayó como una bocha sobre el ojo derecho de Montuori. En la pausa de la práctica, el goleador vio doble, tuvo náuseas y sintió un vértigo que lo llevó de inmediato a una clínica de Padua llena de eminencias. Lo operaron de urgencia y, luego de la intervención, los médicos le diagnosticaron un problema neurológico que no sólo ponía en peligro su carrera deportiva, sino su vista. Montuori -de 30 años- imploró a San Antonio (el de Padua, el preferido de su madre y el de sus pinturas de aficionado), pero el santo -como sucede en todo pacto- le devolvió la vista y lo sacó de las canchas para siempre, sin transición ni manera de encontrar consuelo.
El regreso de Montuori a Sudamérica no fue bueno, ni deseado. Dos años después de ese retiro, alardeó de un retorno a las fuentes en Rosario, y de una oferta de la Universidad Católica para convertirlo en técnico durante cinco años. Una de sus últimas apariciones públicas en la Argentina, a principios de los ochenta, le sirvió para desmentir -la desmentida se había convertido en su trabajo más estable- su pobreza y la depresión que le habría producido el haberse ido del fútbol de aquel modo. "No tendré cien vacas como tiene el Cabezón Sívori -dijo-, pero tengo cincuenta". Y desapareció.
El destino fatal del héroe avergonzado lo fue envolviendo, y su figura, de gestos infantiles e inquietos, fue perdiendo brillo y presencia pública poco a poco. "No sé por dónde andará ahora", dice Pedro Dellacha. Aquellos que lo han frecuentado en su juventud, prefieren no averiguar demasiado. En Santiago de Chile, las noticias no son buenas: el trato indiferente de la Universidad Católica lo alejó aún más de esa oportunidad de regreso que se disolvió en el tiempo, y él mismo se fue apagando. Dicen -dicen- que murió en Santiago hace seis años, y agregan dos detalles que, de estar vivo, ya hubiera desmentido: era pobre y estaba ciego.

(artículo del periodista Juan Becerra publicado en la revista “Mística” del 15/07/00)

seguir leyendo...

Néstor Rossi (Argentina)


Nacido el 10/05/1925 en Capital Federal, este locuaz y temperamental jugador argentino fue poco menos que el “inventor” del puesto de volante central. Dueño y señor de la mitad de la cancha, con su vozarrón gritaba y ordenaba a sus compañeros para pedir la pelota, que después cedía con precisión y al pie en la distribución del juego. Era el puesto clave de toda una época, que tuvo grandes cultores antes pero con él alcanzó la máxima dimensión; recibió el mote de “Patrón de América” en el equipo de “Los Carasucias” del Sudamericano de Lima en 1957.
Pocos jugadores lograron conjugar a lo largo de más de cien años de fútbol argentino las condiciones por las que el “Gritón” (uno de los tantos apodos que llegó a tener en su carrera) es considerado por todos los hinchas que “peinan canas” el más grande exponente de una vieja estirpe en extinción: la de los “números cincos” caudillos, mandones, capaces de convertirse en ejes de sus equipos por juego y despliegue pero también por autoridad sobre compañeros, rivales y hasta árbitros.
De los Juveniles de Acassuso, Carlos Peucelle lo llevó a River en edad de 5º División. Corría el año 1940 y se pago por él la cifra récord de $ 5.000 por un jugador no profesional. Luego del tránsito obligado por las divisiones inferiores de River, tras un paso por Platense, llegó a la Primera de River Plate para ser sostén indiscutido de “La Máquina”. Sus compañeros eran mayores que él, pero tenía la personalidad suficiente para parecer hasta irrespetuoso al gritarles y ordenarlos. Enseguida llegó a la Selección para discutirle el puesto a Ángel Perucca. Campeón con River en el 45 y el 47, participó luego del éxodo a Colombia. Allí vivió otro gran momento de su carrera en el “Ballet Azul” de Millonarios, aquél de Pedernera, Di Stéfano y Báez. Regresó a River y fue el pivote del tricampeonato de 1955/56/57.
Rossi contaba con una gran presencia física, por la que, en un caso totalmente novedoso para su época, llegó a ser modelo de una casa de ropa en Colombia. Pero aquello que realmente lo distinguía y hacía de él un verdadero "cacique" era su temperamento. Ese que derrochaba generosamente en su juego a la hora de trabar fuerte y ganar la mitad de la cancha, a veces con demasiada vehemencia como certifican sus múltiples expulsiones.
Más allá de esa personalidad, históricamente más emparentada con Boca que con River, Rossi era un exquisito a la hora de distribuir la pelota, capaz de colocar un pase “como con un guante” desde 40 metros de distancia o más. En definitiva, un típico producto de aquellas inferiores “millonarias” que, en su época, se cansaban de sacar jugadores con esa impronta que, para el momento en que él apareció en la primera del club en 1945, ya era todo un sello distintivo de los de banda.
En el seleccionado argentino fue protagonista del triunfo del Sudamericano de Lima en 1957 y luego testigo fundamental del desastre del Mundial de Suecia en 1958. Allí, "otro" fútbol superaba su lentitud de movimientos. Era el principio del fin para su carrera; fue a terminarla a Huracán, donde alcanzó a jugar un par de temporadas y también hizo sus primeras armas como director técnico.
En la memoria futbolera queda el recuerdo de su gran físico -era pesado para moverse, pero muy ágil para pensar-, su calidad para manejar la pelota, sus gritos y algunos golpes, producto de su fuerte temperamento, que le valieron expulsiones y persecuciones de los árbitros.
En la Selección Argentina, entre 1947 y 1958, alcanzó a jugar 26 partidos.
Néstor Rossi, falleció el 13 de Junio de 2007 a los 82 años pero, afortunadamente, resumió sus vivencias futbolísticas y una interminable cantidad de anécdotas en el libro autobiográfico “Yo, Pipo”, realizado en la colaboración del periodista Hernán Ceres.

Dijeron de él

Rossi no corría demasiado y tenía movimientos lentos, pero cuando le llegaba la pelota era el único que tenía una jugada pensada y dos alternativas para hacer. Hacía fáciles las cosas.
(JUAN CARLOS MUÑOZ, compañero en la célebre “Máquina” de River Plate)

En mi primera práctica con la selección le hice un caño a “Pipo” Rossi. En el vestuario, todos lo cargaban y yo le pedí perdón. Él me dijo: "No te hagas problema pibe, pero que sea la última vez".
(JOSÉ RAMOS DELGADO, compañero en la Selección Argentina)

Era un fenómeno... Era original porque era un fenómeno. Simplemente era así...
(ALFREDO DI STÉFANO, compañero suyo en River y en Millonarios de Colombia)

Era el que ponía las cosas en su lugar.
(ÁNGEL LABRUNA, compañero suyo en River Plate)

Anécdotas

- En el año 1959, siendo director técnico y jugador a la vez del club Huracán de su Parque Patricios natal, se dirigió al delantero Norberto “Beto” Conde, a quien él había hecho contratar, y tras mirarlo fijo le espetó: "Beto... a vos te llamaban “El goloso del área” ¿qué te pasa acá en Huracán?... ¿te agarró la diabetes?".

- Como entrenador de River en 1974, le dio por mirar un partido ante Atlanta con un solo ojo. Daniel Passarella, aún imberbe, le preguntó por qué hacía esto. "Para que voy a verlo con los dos si no pasamos del medio del campo".

- Héctor Scandoli, un compañero suyo en River, hizo un mal control con el pecho y le dijo: "che, Pájaro, ¿por qué no te ponés un clavo en el pecho?".

- Jugando contra Estudiantes de La Plata en 1954, Federico Vairo, antes de despejar un balón, le avisó: "Tuya, Pipo". El pase se marchó al limbo y Rossi le pidió ayuda: "bueno, ahora tírame la escalera".

- El debut de “Pipo” en Primera División ocurrió el 24 de Junio de 1945, y River Plate enfrentaba al Racing Club de Avellaneda. Rossi tomó la pelota en el mediocampo y avanzó rápidamente hacia el área racinguista cuando se encontró cara a cara con Milone, arquero de Racing. Cuando iba a “fusilarlo”, Solomón, capitán de Racing, lo derribó en el área y Ángel Labruna transformó el penal en gol. Camino del vestuario al finalizar el primer tiempo, “Pipo” le dijo al capitán de la “academia”: "eh, gran capitán, si no me hacés penal ¿qué pasaba?". "Calláte, mocoso insolente", le contestó un muy enojado Solomón.

- Dirigiendo a Huracán, un delantero volvió a cometer el pecado capital del abecedario futbolístico de Rossi: un mal pase. Y claro, nunca se las callaba: "¿A quién se la diste? ¿Al hombre invisible?".

- Cuenta Daniel Passarella, quién debutara en River bajo su dirección técnica en 1974: El Inter programó en los 80 una cena de gala para agasajar a futbolistas que fueron campeones con el club. A Pipo no le gustó la mesa que le habían asignado a Daniel y decidió acomodarse en una que estaba pegada al escenario. En vano fue el enojo del Kaiser. De pronto, un robusto personaje flanqueado por sus guardaespaldas se plantó delante de los argentinos esperando que le liberaran su ubicación. Pero Pipo, sin levantarse, tirado hacia atrás en su silla, miró y dijo: “Sentate Luchito, hacela corta papá, hacete gomía” (amigo). Luciano Pavarotti sonrió y se fue.

- Una desopilante anécdota lo tuvo de protagonista jugando en "Millonarios" de Bogotá, poderoso club de la "Dimayor" colombiana. Tenía compañeros futbolísticamente ilustres, como Adolfo Pedernera, además de Cozzi, Alfredo Di Stéfano, Báez y el uruguayo Pini entre otros.
En aquel "Millonarios" bogotano se divertían como locos dentro de las canchas y fuera de ellas. Una vez “Pipo” había estado de parranda una noche previa a un importante partido, de esas que empiezan apenas caen las primeras sombras de la noche del sábado y terminan al otro día cuando "el carro de la aurora se asoma por los balcones del Oriente".
Como a la hora del partido estaba que no podía con su alma y trazó un plan que recibió la aprobación caballeresca de sus compañeros: "en los primeros minutos hago un foul, el juez me lo cobra, yo le digo "¿qué cobra?" lo insulto de arriba a abajo, él me echa y yo, con el negocio hecho, me voy a dormir y que Dios los ayude".
Para su mal ocurrió que el árbitro se enteró antes del partido lo que tramaba Rossi. Y le jugó una mala pasada: se dejó insultar todo el partido, por lo que nuestro personaje tuvo que trajinar los 90 minutos “echando el bofe” y largando insultos al vacío porque el juez se hacía el burro olímpicamente…

- Después de su paso por Millonarios de Bogotá, Rossi regresó a River Plate en 1955. Venini, que durante la ausencia de Rossi había sido el mediocentro de River, despejó un balón que impactó con fuerza contra la nuca de Rossi. Y el Pipo, que no soportaba el maltrato de la pelota, justificó la razón de su regreso a River: "¿Cómo no iban a querer que regresara si este era el mediocentro de River?".

- Jugando para Huracán, un compañero suyo achacó que sacó mal un córner porque desde la tribuna le habían tirado un gato. "Un tigre le tenían que haber tirado", repudiando ese defectuoso golpe al balón.

- En una reunión informal sobre la valía de un jugador, alguien se apresuró a decir: "Es un jugador muy limpio". Rossi, socarrón, dijo: "sí, sobre todo con la pelota. Porque nunca la toca".

Trayectoria como jugador:
River Plate (1945-1949) y (1955-1958)
Millonarios -Colombia- (1950-1955)
Huracán (1959-1961)

Trayectoria como técnico:
Huracán (en dos etapas)
River Plate (en dos etapas)
Racing
Boca Juniors (campeón en 1965)
Millonarios (Colombia)
Granada (España)
Cerro Porteño (Paraguay)
Atlanta (notable campaña en 1973)
Elche (España)
All Boys
Atlanta
Colón (Santa Fe)

Títulos conseguidos:
River Plate: 1945, 1947, 1955, 1956 y 1957
Millonarios: 1949, 1950 y 1951
Sudamericanos: 1947 y 1957 (con la Selección Argentina)

Fuentes consultadas:
* Diario “Perfil”
* Blog “Café fútbol”
* Blog “La pelota no dobla”
* Diccionario Enciclopédico del fútbol (del Diario “Olé”)
* Libro “10.000 horas de fútbol” de Diego Lucero (Corregidor)
* Libro "De la Naranja Mecánica a la Mano de Dios" de Julio Maldonado

seguir leyendo...

Así se arenga a un plantel!!!

* Carlos Manta, D.T. de Tacuarembó, 1º División del fútbol de Uruguay

seguir leyendo...

Argentino Geronazzo (Argentina)


Argentino Geronazzo se inició en las inferiores del club Vélez Sarsfield como volante central en donde llegó a jugar en Primera División. En el equipo de Liniers jugó desde 1952 a 1954, 13 partidos y convirtió 13 goles. Luego pasó al Nápoli de Italia y sin escalas recayó en el Argentino de Quilmes en 1958.

Integró el plantel del "Mate" de 1958 y 1959 que disputó el Torneo de la 2ª División de Ascenso. Con la celeste y blanca jugó 28 partidos y marcó 1 gol (el 9 de Mayo de 1959, frente a Flandria en Cancha de Quilmes en el triunfo Mate por 4 a 2).
Cabe destacar que Argentino de Quilmes, tanto en la temporada 1958, como en 1959 obtuvo consecutivamente el subcampeonato de la 2ª División de Ascenso.

Lo cierto es que Argentino Geronazzo trascendió en el mundo del fútbol como entrenador. Fue un técnico innovador en sus tiempos, con inquietud por la táctica, fue uno de los primeros que comenzó a pensar en el rival, por eso mandaba a espiar a los equipos contrarios, algo totalmente desusado por aquel entonces. Dirigió numerosos equipos de Primera, trabajó en el Cuerpo Técnico de la Selección Nacional encabezado por Osvaldo Zubeldía en 1966 y armó el equipo de Chacarita Jrs. que obtuvo el campeonato Metropolitano 1969 pero dejó el cargo poco antes que finalizara el certamen.

Además, se convirtió en uno de los grandes teóricos del fútbol ya que es autor de varios libros sobre técnica y táctica del balompié. Entre los títulos más conocidos se encuentra “Táctica y Estrategia del Futbol” escrito en coautoría con Osvaldo Zubeldia.

Pero sin duda, Geronazzo ha sido un personaje singular y sus anécdotas lo pintan de cuerpo entero. Tal es así que en una oportunidad, el hombre sintió que el fútbol lo tenía cansado y entonces decidió que sólo iba a dirigir en clubes que estuvieran en un radio no mayor a 30 cuadras de su casa para poder dormir la siesta. Entonces tomó un mapa de Buenos Aires y con un compás trazó un círculo de treinta cuadras de radio, haciendo centro en su domicilio. Cada vez que lo venían a ver, consultaba el mapa. Si alguien lo tentaba y estaba a más de la "distancia mínima” le agradecía a los dirigentes y les decía “Lo siento, pero no puedo aceptar”, sin dar más detalles.

Eran famosos sus desplantes y respuestas descabelladas. En una ocasión, un interventor de la Asociación del Fútbol Argentino lo tentó telefónicamente para hacerse cargo de la Selección Nacional. Sin rodeos, Geronazzo le dijo “No doctor, por favor, charlemos otro día y a otra hora... Es que en ese momento estaba haciendo la siesta”.

A raíz del título que Chacarita obtuvo en el 69 y siendo el factótum de aquel palmar, un periodista le preguntó a Argentino Geronazzo sobre la receta del éxito. A lo que el DT contestó "La primera vez que los vi me dije… Ningún equipo puede jugar bien si tiene más de 30% de bobos...bajé el porcentaje y fuimos campeones..."

Otra de Geronazzo. Dirigía a Chacarita en una jornada en que su equipo jugaba en forma horrible. Al finalizar el Primer Tiempo encaró a los jugadores. Les pidió que se calmaran y para sacarles tensiones les dijo que jugaran tranquilos “para divertirse”. E insistió “No les pido que ganen sino que traten bien la pelota y procuren reivindicarse del desastre que hicieron en la primera parte. Nada de apretar los dientes, quiero que se suelten, que jueguen”. Al dejar el vestuario para ir a la cancha se cruzaron con el presidente del club que, para alentarlos les gritó “Vamos Chaca, garra y corazón”. Geronazzo lo increpó indignado y le preguntó “¿Quién es usted para darle instrucciones a los jugadores?”. El sorprendido dirigente le contestó: “No les di instrucciones, sólo les dije que pusieran corazón”. “Justamente -replicó el técnico- es todo lo contrario a lo que les pedí yo”.
Geronazzo fue un personaje sin par y es innumerable la cantidad de ocurrencias y anécdotas que lo tuvieron como protagonista, aquí enumeramos algunas de las más conocidas:

Un día lo llamaron de Independiente de Avellaneda, era un día muy caluroso y Geronazzo fue en camisa. Conversó en la sede con la comisión directiva y a los dos o tres días uno de los dirigentes le comunica que no lo van a contratar. Geronazzo preguntó el motivo. "Y... no lo vamos a contratar porque usted vino a la reunión en mangas de camisa...", explicó el dirigente Y Geronazzo respondió: "¿Cómo querían que fuera? ¿Con saco, corbata y sobretodo?"

Posteriormente estuvo como técnico en Independiente, le faltaban elementos, todos los días Geronazzo reclamaba lo que necesitaba. Especialmente, veinte pelotas para entrenamiento. Siempre le daban diez. Vuelta a reclamar. Y vuelta a darle las mismas diez. Un día se cansó. Agarró las diez pelotas, las pateó a las vías del ferrocarril y se fue. Nunca más apareció por el club.

Se hizo cargo de la AFA el doctor Porri. Y antes de llamar a Pedernera para que tomara la selección, en vísperas de las eliminatorias del último mundial, lo llamó a Geronazzo. Eran las dos de la tarde. Geronazzo atendió el ofrecimiento, que habría enloquecido a cualquier técnico, y le contestó: "No, doctor, por favor... Conversemos otro día y a otra hora. En este momento estoy haciendo la siesta..."

Geronazzo dirigió a Gimnasia. Perdieron un partido en La Plata y antes de salir del vestuario les avisaron a Geronazzo y a los jugadores que afuera los esperaba una barra brava. El técnico hizo entonces una invitación: "Muchachos, sólo nos puede salvar una cosa. Salgamos todos juntos y les damos una buena tunda...". Dicho y hecho. Geronazzo salió al frente seguido por sus jugadores y corrieron a los hinchas a lo largo de varias cuadras...

Otra vez, los hinchas “triperos” lo siguieron hasta la estación de La Plata y al verlo solo lo rodearon. Ellos no sabían que Argentino Geronazzo estudió karate. Lo supieron cuando se puso de espaldas a la pared, empezó a meter planazos y comenzaron a volar hinchas...

Dirigía a Deportivo Morón y un día les anunció a sus jugadores: "Esta semana se portaron mal y están todos sancionados. Como castigo van a tener que jugar contra Estudiantes de La Plata...". Los "pincharratas" se estaban preparando para una final de Copa y Zubeldía le había pedido el equipo para un partido de entrenamiento...

Geronazzo estaba en Chacarita y lo fue a ver un jugador para pedirle un permiso especial después de un partido. En vez de volver el martes al entrenamiento, quería tomarse un día más y volver el miércoles. "Como no", le dijo Geronazzo, "vaya. Y no vuelva más..."

Una tarde que Chacarita protagonizaba un encuentro muy malo se fue de la cancha. Recién apareció cuando terminó el partido. Otra vez que Chaca jugaba por el promocional contra un equipo sanjuanino, viendo que el partido era muy aburrido, se acostó a dormir en el banco de los suplentes...

Fuentes bibliográficas

- Argentino de Quilmes: 100 años de fútbol criollo. Raúl Herrera. Editorial "Tiempo Sur"
- Sitio web no oficial del club Argentino de Quilmes "Unidos por el Mate"
- ABC del Ascenso de Olé - Tomo 3
- Sitio oficial de la Asociación del Fútbol Argentino
- Revista “El Gráfico” Nº 2106 (03/02/1960)
- Revista “El Gráfico” Nº 2731 (08/02/1972)

seguir leyendo...

Neném Prancha (Brasil)


Antonio Franco de Oliveira nació el 16 de Junio de 1906 y murió el 16 de Enero de 1976, siendo conocido por todos como Neném Prancha debido que sus manos median 23 centímetros de largo y usaba zapatos número 44.

Fue hincha de Botafogo de Futebol e Regatas desde el día que llego a Copacabana, procedente de Resende, ganando fama en el desaparecido Posto Quatro Futebol Clube y en Carioca Esporte Clube. Verdadero mito y profundo conocedor del fútbol brasileño, Neném Prancha fue utilero del departamento de atletismo de Botafogo desde 1943 y trabajo para la división juvenil de fútbol.

Neném Prancha fue siempre una figura misteriosa que nunca hablaba de su pasado y que, a pesar de vivir mucho tiempo en la playa, nunca lo vieron bañarse. Vivía en una pieza en la sede de Botafogo, como muchos empleados, paso privaciones a causa de los atrasos en los sueldos.

Jamás pensó en abandonar el club de su corazón y con mucha dificultad fue internado en la clínica donde más tarde moriría. Neném Prancha nunca pensó en casarse y apenas tenia para “parar la olla” como se dice por acá, además leía en los diarios de peleas conyugales y comentaba que “el casamiento es algo serio para terminar en los diarios y revistas”.

A lo largo de décadas Neném Prancha fue creador de muchas frases memorables sobre el fútbol. Es posible que algunas sean de la autoría de João Saldanha, pero el propio Saldanha parece que las asumía como si fueran del hombre que, por esa razón, quedo conocido como el "filósofo de la bola" Neném era adepto al fútbol objetivo y sin lujos, afirmando que el "fútbol es muy simple: quien tiene la pelota ataca, quien no defiende". Por eso el no gustaba de la gambeta y recomendaba a los jugadores de área para "jugar la pelota para arriba, mientras ella estuviera en lo alto no hay peligro de gol". Neném Prancha tampoco era adepto a las concentraciones y decía que "si la concentración ganara partidos, el club del presidio no perdería ningún partido", tal como era enemigo de supersticiones, porque el creía solamente en el talento del jugador y afirmaba que "si la macumba resolviera un campeonato, el bahiano terminaba siempre empatado".

Neném descubrió grandes jugadores -entre ellos el famoso Heleno de Freitas- y siempre les decía a los jóvenes talentos que "el jugador tiene que ir a la pelota con las mismas ganas que va a un plato de comida. Con hambre”. Para los goleros el tenía también una máxima: "el golero debe andar siempre con la pelota, lo mismo cuando va a dormir. Y si tiene mujer tiene que dormir abrazado a las dos". Esta frase está seguramente relacionada con otra en que afirma que "el golero tiene una posición tan rebuscada y difícil que donde el pisa ni crece el pasto".

Sobre los buenos jugadores el "filósofo da bola" garantizaba que "jugador bueno es el que tiene no una si no varias cualidades". Uno de los que más admiró, considerándolo uno de los mejores armadores de fútbol del mundo, fue Didí, y dijo que "Didí juega al fútbol como quien chupa una naranja, con mucho cariño".

Neném era admirador del fútbol clásico y por eso consideraba que el "fútbol moderno no es un picado donde todos corren y nadie sabe para donde". Por eso es que defendía aquello de "quien corre es la pelota; si no, era solo hacer un equipo de atletas y nada más".

La seriedad era una de las características fundamentales de Neném Prancha y cuando fue jugador en el fútbol de playa, antes de ser entrenador de juveniles de Botafogo, el "filósofo de la bola" evitaba patear penales, porque "el penal es una cosa tan importante, que quien debe patear es el presidente del club".

A veces sus frases eran un poco incomprensibles, como la que afirma que "quien pide tiene preferencia, quien se desmarca recibe". Pero quien tenga dudas sobre la perspicacia del "filósofo", tendría que recordar que, entre varios miedos que rodeaban el tema de la altura para la Copa del Mundo de 1970, Neném Prancha predijo ante todo la conquista definitiva de la copa Jules Rimet con el tricampeonato brasileño de fútbol: "el jugador brasileño no va a tener problema en México, porque él ya sabe lo que es vivir en una favela y no se puede quejar entonces de la altura…¨

Fuentes consultadas
• Folha de Sao Paulo, 17 de Enero de 1976.
• Nunca hubo un hombre como Heleno, de Marcos Eduardo Neves, Ediouro (2006)

Traducción: Alejandro Sayago

seguir leyendo...

Argentino Geronazzo y la digna honestidad de su locura


Le decían "El loco Geronazzo". Yo que lo conocí puedo dar fe que nunca lo fue. Pero, con personajes como Argentino Geronazzo es común que ocurran este tipo de confusiones. Por lo general, la sociedad no admite que alguien se adjudique la extravagancia de vivir fuera de los esquemas establecidos y aceptados por esa misma sociedad. Hábitos, costumbres, moral, formas de expresarse, de vestirse, maneras de ser, son las cárceles más comunes que el hombre de nuestro tiempo acepta como "placenteros" cautiverios que le permiten vivir -o transitar por la vida- en paz consigo mismo y, principalmente, con los demás. Sin contrastes muy pronunciados, sin insólitos, como feligreses de una misma religión, como adoradores de un único Dios. Por eso, Geronazzo pasó a ser "loco" en el juicio de todos los demás. Porque, en un momento de su andar por este mundo, decidió no cumplir fielmente con el proceso obligado. Entonces, fue cuando dejaron de aceptarlo. Cuando Geronazzo firmó su propia sentencia de "auto-marginación"...

Fue allá por el sesenta y uno cuando me llegaron las primeras noticias de la existencia de un tal Argentino Geronazzo en ese matiz de estudioso del fútbol. Porque como jugador ya lo conocía con la camiseta de Vélez después, su partida a Italia para jugar en el Nápoli: el regreso a la Argentina para jugar -siempre como número cinco- en Argentino de Quilmes; después Almirante Brown y el final en Colegiales. 

A partir de ahí, inauguró su carrera de técnico confundido con la nueva "filosofía" de Zubeldía en Atlanta heredera de Mogilevsky, especie de preparador físico-técnico, Vélez y Estudiantes, el de los primeros tiempos. Entonces, aparecía como un ser humano "normal", de esos que tienen ambiciones, que pretenden “hacer carrera” trabajando intensamente, proclamar el sacrificio y el estudio como vehículos de éxito. 

Fue uno de los fervientes defensores del pizarrón, de los muñequitos de las jugadas preparadas. Escribió un libro de "Como ver un partido de fútbol" y, más tarde, "Técnica y táctica del fútbol". ¿Qué representaba, entonces, para la generalidad del mundo del fútbol argentino, Geronazzo? Un estudioso del fútbol, un tipo honesto que pretendía reivindicar y purificar el medio y el jugador argentinos de todos sus más arraigados vicios...

Un día ya desvinculado de Estudiantes y más lejos de Osvaldo Zubeldía, comencé a frecuentarlo, al menos a "verlo" más a menudo. Cuando ya me llegaban las noticias por el comentario de jugadores, por las informaciones periodísticas de algunas actitudes "insólitas" de ese ya "loco Geronazzo" Como esa vez que se ligó a Independiente para dirigir el departamento de fútbol amateur.... Dicen que llegó la primera mañana, la que inauguraba su ingreso a Independiente. Y pidió un determinado número de pelotas para que trabajasen los chicos. No recuerdo con exactitud, pero creo que sumaban unas quince. Como era más que habitual en aquellos tiempos -y en los de ahora también- se las negaron. Entonces, Argentino Geronazzo no encontró respuesta más digna que irse. Y, no volver nunca más...

Otra vez, dirigiendo a Gimnasia, en Primera B, jugo un partido como visitante en Banfield. Gimnasia perdió y toda la tribuna platense descargó su decepción en el técnico. Cuando llegó la hora de salir del estadio Geronazzo rechazó toda compañía "solidaria", lo mismo que algunos ofrecimientos para trasladarlo en automóvil. Así salió solo, y se dirigió a la estación de trenes -distante una docena de cuadras- andando. Un grupo de simpatizantes de Gimnasia, lo seguía a corta distancia agraviándolo con todo tipo de insultos. Geronazzo siguió su marcha imperturbable, sin pedir protección. Cuando llegó al andén dos de la estación Banfield se dispuso a esperar el tren que se dirigía a Constitución, lo mismo que "la patota". Entonces fue cuando se produjo lo inevitable. Como los insultos arreciaban y cada vez más cercanos, Geronazzo "se dignó" a ponerle fin a la situación. 

Como quien se siente demasiado fuerte, o demasiado caballero, para descender a batirse con un "impedido" física y espiritualmente, toleró la incomodidad hasta que su condición varonil pudo admitirlo. Superado el límite, fue el aluvión, la avalancha, el torrente, el tumulto, la tempestad... Era ese "Kung Fu" de la serie de televisión, el asiático conocedor de toda la gama de golpes científicos para destruir a los hombres más poderosos... Con la misma flema de Kung Fu, apodo que luego se ganó también, se despojó del saco y comenzó a revolear seres humanos pausadamente, definitivamente. Era el golpe descargado por un experto en anatomía que además, disponía de una potencia física demoledora. Al poco tiempo, con todas las variedades de patadas voladoras y golpes de antebrazo, terminó con la patota de ocho o diez guapos de cartón. Llegó el tren Geronazzo volvió a vestir el saco, se sacudió el polvo y partió a Constitución con la flema de un inglés flemático, de esos "de antes".

Un día, tiempo después de ese episodio -que yo conocí por terceros- charlé largamente con él. Y confieso que desde esa oportunidad llegué a estimarlo mucho más. Me dijo que "quería sentirse héroe, vivir como alguien distinto a los mediocres que transitan refugiados en su pusilanimidad, cerca de la hazaña, merodeando el gesto noble de los elegidos: pretendía sentirse en paz consigo mismo, contento por dentro: que se había propuesto, después de largas meditaciones, huir de los miedos que agobian a los especímenes que más presumen de poderosos.

Todo es interior
-me decía-, nada es verdad cuando solo trasciende en actitudes exteriores". Cuando en el 78 volvió por cuarta vez a Chacarita, había adquirido una serenidad interior que hasta le permitía "mirar" la vida con cierto sentido "filosófico" del humor, como cuando se declaró discípulo del "maestro Lao-Tse", como le gustaba llamarlo... "¿Sabe qué pregonaba el maestro, 600 años antes de Cristo? Que el sabio tiene que parecer ignorante, porque los que saben no hablan y los que hablan no saben. Entonces, yo no soy un sabio porque hablo... Ya la digo", repetía, y hasta con cierta ironía... "Cada vez creo más en Lao-Tse cuando dice que El Hombre, para serlo todo, no necesita ser nada ni hacer nada". Y cuando se fue "porque lo echaron de Chacarita", el club que palpitaba en sus sentimientos -el mismo declaró que lo echaron-, dijo que "no quería entrar en especulaciones porque era un naturalista y aceptaba las cosas tal cual eran".

Desde entonces, no apareció más en los corrillos del fútbol ni volvió a ponerse la sigla del D.T. Entonces, como buen naturalista, admitió las cosas tal cual eran. "No hizo más nada que sea importante para los que creen en los hechos exteriores y públicos, ni habló más para aspirar a sentirse sabio. Decía que habla aprendido a vivir con austeridad. Que era experto en 'manejos de bolsa' y con unas pocas ganancias le alcanzaba..."

Por eso, me digo que "el loco Geronazzo" nunca fue loco. Y, cuando estuvo a punto de serlo, decidió aprender las doctrinas de Lao-Tse y se curó. Yo conozco muchos sensatos que corren cada vez más detrás del dinero y el poder, a pesar de ser ricos y poderosos. O, en todo caso, creer que lo son. Algunos de ellos, hasta siguen siendo Directores Técnicos. Es que no leyeron a Lao-Tse, como Geronazzo.

(nota publicada en la recordada revista "Goles", a mediadios de la década del 70 y realizada por el Maestro Osvaldo Ardizzone)

seguir leyendo...

Washington "Pulpa" Etchamendi (Uruguay)


Washington “Pulpa” Etchamendi nació en Soto, Departamento de Paysandú, el 2 de Marzo de 1919.
Nunca llegó a jugar en el fútbol profesional, solo una trayectoria sin mayores sobresaltos en el fútbol amateur hasta los 19 años, pues una grave lesión de rótula lo marginó en forma definitiva de las canchas.
El "Pulpa" fue un personaje, no sólo por sus anécdotas, sino también por sus dichos, fruto de su enorme "carpeta". Así, cuando el fútbol empezaba a ser cada día defensivo, repetía: "En el mundo cada vez hacen más falta dos cosas: ¡democracia y delanteros!".
De la misma forma, cuando Racing de Avellaneda impuso un estilo atacante y fue campeón de América y del Mundo en 1967, el "Pulpa" sentenció: "Pizzutti (el técnico argentino) los manda a todos al ataque porque es soltero; ¡si fuera casado y con tres hijos jugaría muy diferente!"
Dueño de picardía callejera, un graciosa forma de expresarse, en algunas ocasiones folklórica y ocurrente, pero siempre muy gráfica y directa; y, sobre todo, una manera visceral de vivir el fútbol, al punto de morir al costado de un campo de juego.
En una oportunidad, cuando un amigo le reprochó que llevara al equipo que dirigía a un jugador muy capaz pero complicado como persona, el “Pulpa” se defendió diciendo: “Dónde está el problema, si yo no lo quiero para hermano ni para yerno. Yo lo quiero para que esté los domingos de tres a cinco de la tarde en la cancha, haciendo goles...” Y en otra oportunidad, tratando de encontrar una solución a los escasos resultados positivos de Uruguay, apuntó: “Saben cuál es el problema uruguayo, que todos somos muy vivos. Habría que traer dos o tres camiones de bobos y mezclarlos, a ver si conseguimos mejorar la especie”.
En otra ocasión, recriminándole a un arquero su falta de reflejos y actitud, le dijo: “vos transformás en gol hasta las pelotas que se van afuera...”
Después de iniciar sus actividades como estratega en Defensor Sporting de Montevideo y estar al frente de los destinos del equipo nacional de su país, hizo un prolongado periplo por conjuntos como Liverpool, también de Uruguay, Unión de Santa Fé y Los Andes, en Argentina, Cerro, Bella Vista y Nacional, una vez más en tierras ‘Charrúas’. Dirigió igualmente la selección nacional del Paraguay y prestó también sus servicios al equipo León de México.
En 1972, Peñarol trajo al rosarino Castronovo para cortar la hegemonía de Nacional, el "Perro" hacía goles de todos los colores y, con dos suyos, los aurinegros ganaron un clásico de pretemporada por 4 a 0. Viéndose casi impotente, el "Pulpa" le hizo conseguir una "novia" en Pocitos para que el goleador no pudiera ni con su esqueleto, pero como no logró su objetivo, se conectó con un empresario amigo y logró que el delantero fuera adquirido por el Málaga, con lo que se acabó el problema: otra vez Nacional campeón, con los goles de Artime y Mamelli.
El "Pulpa", a su vez, les decía a los jugadores de Nacional antes de los clásicos: "Ya saben. A estos hay que ganarles y, si pueden, con un gol de penal en los descuentos... ¡así se van bien calientes!" Se le dio el 2 de Marzo del 72. Ganaba Peñarol con gol de Castronovo, empató Artime a los ’85 y ganó Nacional con un gol de penal de Mujica a los 90`.
Por aquellos años al terminar el primer tiempo de un partido de Nacional, se le quejó a Montero Castillo en el vestuario: `¡Mudo, le dije que se volcara a la izquierda y no me hizo caso, miro para ahí y hace rato que no lo veo!". El padre de Paolo le respondió: "Pero, ‘Pulpa’, ¡si hace 20` que me echaron!`. El técnico cerró el diálogo: "¿Ve como tengo razón en lo que le estoy diciendo?".
Otra vez, en Colombia, un periodista de la Cadena Caracol finalizó una extensa entrevista, preguntándole a Etchamendi: "Profesor, ¿por qué se viste tan mal?. El "Pulpa" lo miró y le contestó en seco: "Yo no me visto, me tapo".
El "Pulpa" tenía, a su vez, sus "códigos de procedimiento", que aplicaba sin espíritu racista, o discriminatorio, ni cosa que se le parezca: "Arquero y back derecho negro, ¡no! En EE.UU. los basquetbolistas son unos fenómenos porque tienen manos flexibles, parecen de goma! ¡Y el golero tiene que tener las manos de fierro! Además, a los morochos les gusta la cumbia, se mueven con plasticidad, son muy alegres... y ahí atrás, se precisa gente dura y seria!".
A comienzos del año de 1976 llegó a la dirección técnica del Deportivo Cali, contratado por el presidente Alex Gorayeb.
Al equipo verdiblanco llegó en reemplazo de Raúl Rodríguez Seaone, a quien sustituyó por pocas semanas, antes del “Pulpa”, el inolvidable “Pancho” Villegas.
En ese entonces en el equipo caleño militaban jugadores como Carlos Samboní, Ricardo César Ruíz Moreno, Abel Da Graca, Alberto ‘El Tigre’ Benítez, Hernando ‘La Pinta’ García, Miguel Escobar, César ‘El Caballo’ Lorea, Alvaro Contreras, Oswaldo ‘Pescadito’ Calero, entre otros.
El domingo 30 de Mayo de 1976 se cumplia en el “Pascual Guerrero” de Cali la 5ª fecha de la II Vuelta del Certamen ‘Apertura’ del fútbol colombiano.
A ese partido llegaba el Deportivo Cali ocupando el segundo lugar en el torneo con 20 puntos (compartido con Millonarios) mientras el Santa fe ocupaba la tercera posición.
El equipo caleño se puso en ventaja por intermedio del argentino Ricardo César Ruiz Moreno, pero en la parte final el equipo ‘Cardenal’ alcanzó el empate por acción de José Antonio Tébez.
A raíz de la expulsión del jugador Oswaldo Calero, por agresión a Recúpero, el técnico uruguayo abandonó el banco y se refugió en el vestuario por algunos minutos. Después de un buen rato retornó al banco, para terminar de orientar a sus dirigidos.
Hacia las 17.57 minutos, en el banco técnico del Deportivo Cali se desplomaba Washington ‘El Pulpa’ Etchamendi, víctima de un fulminante ataque cardiaco.
De inmediato fue auxiliado por el gerente de la entidad, Walter Collazos y otras personas que estaban junto al director técnico. La ambulancia que lo condujo hasta el Hospital Universitario ‘Evaristo García’ sólo pudo llegar hasta la denominada ‘Puerta de Maratón’ del estadio, pues la pista de tartán no podía ser pisada por vehículo alguno.
El cuerpo, ya casi sin vida del “Pulpa”, fue llevado al trote, en una camilla de lona, hasta la citada puerta, ubicada en el costado sur del estadio.
Los esfuerzos médicos de los doctores Luis Carlos González, Oscar Bolaños y Camilo Rengifo, fueron inútiles. El técnico oriental llegó muerto al Hospital. Su deceso se confirmó hacia las 6:30 de la tarde.
Washington ‘El Pulpa’ Etchamendi, hombre de gran parecido físico con el presidente chileno, Salvador Allende, moría a los 59 años de edad. Su cuerpo fue enviado pocos días después a Montevideo, su ciudad natal.
Al conocerse el día lunes 31 de Mayo, en forma profusa, los detalles de su muerte, la conmoción en la familia del fútbol de América fue enorme. Había fallecido, en su ley, frente a sus jugadores, uno de los mejores entrenadores sudamericanos de su generación.
Con él se iba un singular protagonista del mundo del fútbol, de esos que ya no existen, famoso no sólo por sus conocimientos sino por las ocurrentes salidas que tenía y un modo por demás pintoresco de ser.

Así se lo recuerda…

Silvia Etchamendi, (hija): "La imagen que tengo de mi padre en casa es sentado en su sillón, leyendo.
Cuándo él falleció yo tenía 12 años y mi manera de acercarme a su recuerdo era a través de la biblioteca que dejó en casa. Tenía desde Zolá hasta Víctor Hugo o Galeano. Era un lector ecléctico y voraz..."


Juan Masnik -capitán del Nacional del ‘71-: "Teníamos que ir a jugar a San Pablo un partido importantísimo por la Copa contra el Palmeiras, ya que si no ganábamos de visitantes, quedábamos afuera.
Hacía 5 días que yo estaba en cama y la prensa decía: `Mansnik no viaja`, porque había perdido 5 kilos, volaba de fiebre. El día antes el `Pulpa` se apareció en mi casa, se tomó un par de whiskys Old Smuggler y cuando se iba sólo me preguntó:`¿Mañana le mando un remise para que lo lleve al aeropuerto?`. Además, le agregó: `Acá, en confianza, ¿sabe qué pasa? Ancheta es un gran jugador, pero sin Ud., es mucho menos`. Yo me dije: `¡La pucha, qué importante que soy!` Agrandado anímicamente, me levanté y al día siguiente viajé. Ganamos 1 a 0 y clasificamos. En San Pablo, Ancheta me contó que el `Pulpa` lo había preparado, por las dudas de que yo no pudiera jugar, diciéndole: `¿Sabe lo que pasa, Atilio? Masnik es flor de jugador, pero... en confianza: sin usted, ¡es mucho menos!"

Alfredo Amarillo (último jugador uruguayo en vestir la camiseta del Barcelona de España, donde fue compañero de Johan Cruyff), se fue del país con apenas 19 años, después de haber jugado en la selección uruguaya y ponerse la blusa del Nacional del 73. Esto recuerda: “Yo era un chiquilín de 17 años y jugaba en la reserva de Nacional... yo siempre pensaba ‘algún día se va a lesionar alguno...’ ¡Aquel Nacional era tremendo! No dejaban el puesto ni equivocados... El “Pulpa” Etchamendi era un personaje fantástico.
Debuté contra Cerro, el partido iba 0 a 0 y en el entretiempo el “Pulpa” me dice: ‘cuando vayan 15 minutos usted vaya para donde estoy yo’. Él estaba del lado de la tribuna Olímpica y lo veo que levanta la mano... Ya habían pasado los 15 y yo no me animaba. Le comenté a Hynes que era el equipier y me dijo. ‘¡Andá muchacho, que van 17 minutos!’. Allá salí corriendo.
Cuando llegué allá, Etchamendi enojado dice: ‘¡Usted quiere o no quiere jugar. ¿No fue a la escuela?!’ Entré, tiré un centro, gol de Artime y ganamos 1 a 0.


Otro día Nacional va a jugar con Botafogo en el Maracaná, por la Copa Libertadores. El "Pulpa" me incluye en el grupo que viaja. En Botafogo jugaba aquel Jairzinho, que era un fenómeno, venía de salir campeón del mundo con Brasil en el 70. Antes del partido viene el Pulpa y me dice: ‘¿Quién es mejor, usted o Jairzinho? Yo tenía 18 años, le digo: ‘Y... Jairzinho, maestro’ Entonces me mira serio y seco y me dice con esa voz ronca: ‘¡Usted es un hijo de puta..., a usted yo no tendría ni que ponerlo...!’ Fui y marqué a Jairzinho y lo anulé. Se cambió de punta porque no lo dejé agarrar una pelota. Después, en los diarios, dijo que yo lo había marcado muy bien, para lo joven que era y la experiencia que tenía”.
“El Pulpa Etchamendi venía y te decía: ‘Usted va a jugar... ¡No se me cague!’.

Una vuelta le dijo al "Coco" Martirena -con quien jugábamos en la reserva de Nacional- ‘Coco, vos sos mi ídolo, sos un fenómeno, pero no te puedo poner porque está el Ildo Maneiro’.
Nacional tenía un cuadrazo. Y todos los domingos jugaban siempre los mismos. Las charlas del Pulpa eran tremendas...
Te decía: ‘Esto es así muchachos, si ellos hacen tres y nosotros hacemos sólo dos goles... miren que perdemos!’. Él no te decía nada, ni pizarrón ni tiza, ni subí ni bajá... Nada. ‘Vaya y juegue’.

‘En un partido le cae la pelota a Calcaterra, así de frente al arco. Y Calcaterra erró un gol hecho. En el vestuario, el "Pulpa" Etchamendi va y lo encara y le dice:¿Qué le pasó?Y Calcaterra le contesta: ‘La verdad es que no esperaba la pelota...’ Y Etchamendi se calentó: ‘¿Y qué esperaba? ¿Qué cosa esperaba en el área? ¡Que cayera un boniato en vez de una pelota de fútbol!’El Pulpa además de ser un gran técnico de fútbol ¡tenía cada cosa!, de la vida, de la noche, de los boliches... El Pulpa era un libro”. (Alfredo Amarillo, recuerda innumerables anécdotas -como las antes mencionadas- del popular DT uruguayo)

Peta, usted ya no es el mismo de antes. Lo tiró tres veces a su wing y el tipo todavía sigue respirando".(Del técnico de Nacional de Uruguay a su jugador, Luis “Peta” Ubiña, al final de un primer tiempo por Copa Libertadores en 1968. Infidencia de Luis Artime).

Luis Ernesto Sauco Borges, ex jugador uruguauo, integrante de aquel plantel de Unión que ascendió en el año 1966, recuerda al "Pulpa":-¿Quién te trajo a Unión, Luis? -Los que hablaron primero conmigo en Uruguay fueron don Ángel Malvicino y Osvaldo Kopp. Pero el que me convenció para venir a Santa Fe fue el "Pulpa" Etchamendi, quien me dijo que me necesitaba para ascender a primera con Unión. Vinimos desde Uruguay en el auto de él, una coupé Ford modelo '38 descapotable. Yo venía de jugar la final de la Copa Libertadores con Nacional, cuando perdimos contra Independiente. Llegar a Santa Fe para mí fue todo un desafío. -¿Con qué te encontraste cuando llegaste? -En Unión me encontré con excelentes dirigentes y una muy buena hinchada. Me acuerdo de lo que me dijo Etchamendi: "Mire, Luis, que a Unión vinimos para ser campeones porque el año pasado “Pepe” Etchegoyen salió campeón con Colón y ascendió, así que nosotros tenemos que plantar la bandera uruguaya y romperle la cabeza a cualquiera que se interponga". Era un tipo sensacional.

En un Nacional-Peñarol, después del Mundial '70, me tocó marcar a Losada, que era dificilísimo de marcar de tan chiquito que era. No había cómo agarrarlo y fue compañero de pieza mío en la selección. Entonces antes del partido, el "Pulpa" Etchamendi le pidió a Franklin Morales que le hiciera un reportaje a Losada, preguntándole si creía que Ubiña lo iba a golpear. Losada dijo que no, que éramos compañeros de pieza en el Mundial, que yo conocía a sus padres, que eso no podía pasar.
Franklin Morales le llevó la grabación al "Pulpa" y éste me llamó para hacérmela escuchar. "Usted contra Peñarol no juega", me dijo. Fui a embolsar mis cosas, los zapatos, todo, porque si no iba a jugar el clásico para qué me iba a quedar. "A menos que no sea cierto lo que dice Losada -me dijo el Pulpa cuando vio que me iba-, en ese caso usted juega".
El Pulpa se sentaba en un pozo que había para los técnicos frente a la torre de la Olímpica y a los quince minutos del partido se encontró con que tenía a Losada en los brazos. Lo agarré con pelota y todo al chiquito y lo tiré sobre el Pulpa. Y entonces el Petiso Losada se para y le dice al Pulpa: "¡De esto sos vos el culpable, Cara de Goma!".
(LUIS "Peta" UBIÑA, ex jugador de Nacional de Montevideo, reviviendo inolvidables clásicos de comienzos de la década del '70)

Al recibir la medalla de 50 años de socio de Nacional, el Dr. Carlos Suero contó: "En el `71 fuimos a España y nos recibió el embajador, que era Jorge Pacheco Areco. Al llegar, fuimos saludando a Pacheco uno por uno y cuando le tocó al `Pulpa`, Pacheco Areco le dice: `¿Cómo le va? ¿Cómo están las cosas por Montevideo?` y el `Pulpa` le respondió: `Y... como nos dejó usted... ¡esquivando las balas por la 18 de Julio...!"

Fuentes consultadas:

• Diario “El País” de Uruguay
• Francisco “Paco” Fernández (periodista de Radio “El Espectador”)
• Página web del Deportivo Cali (no oficial)
• Página web "Tenfield digital"
• Diccionario enciclopédico del fútbol del diario “Olé”
• ABC del Ascenso (del diario “Olé”)

seguir leyendo...

La muerte de Darío Dubois


El ascenso argentino llora la muerte de Darío Dubois

Darío Dubois, ex futbolista de varios clubes de ascenso, falleció hoy a causa de las hemorragias internas que se produjeron en su cuerpo, luego de haber sufrido un asalto a principios de mes.

El ex zaguero central de Yupanqui, Lugano, Ferro Carril Midland, Deportivo Laferrere, Deportivo Riestra, Cañuelas, Deportivo Paraguayo y Victoriano Arenas, entre otros clubes, murió esta mañana en el hospital Paroissien del partido de La Matanza, en el que estaba internado desde hacía casi diez días. En total jugó 146 partidos y anotó 13 tantos.

Dubois, de 37 años, no pudo recuperarse de las heridas sufridas en un ataque del que fue víctima una noche de principios de mes por delincuentes que lo balearon en una de sus piernas y en el estómago, luego de haber abandonado una sala de recitales en la localidad de Isidro Casanova, donde se desempeñaba como sonidista para ganar su sustento diario.

Es que la historia de este singular personaje del ascenso argentino (jugaba con la cara pintada, al estilo músicos de Kiss, para dar cuenta de su fanatismo por el black metal) no dio para las primeras planas de los diarios. La suya fue la típica vida de "un laburante del fútbol".

El retiro. Tanto que Dubois se vio obligado a dejar la actividad, hace casi tres años, porque no pudo "costearse" una operación de rodilla por una rotura de ligamentos cruzados, mientras actuaba para Victoriano Arenas, su última institución. Es que ni el club de Valentín Alsina ni Futbolistas Argentinos Agremiados (FAA) se hicieron cargo de la intervención quirúrgica.

Además, el infortunado futbolista se erigió en un genuino representante de la denominada "cultura del ascenso": la de aquellos jugadores que actúan, tal como se dice, por el "sándwich y la Coca Cola", aún a costa de las presiones que pudiere recibir.

Un ejemplo de ello ocurrió a mediados del ´95, cuando defendía la camiseta de Lugano. Por ese entonces, una empresa auspiciaba a la entidad de Tapiales y prometía abonarle 40 pesos por partido ganado a cada uno de sus jugadores.

El elenco bonaerense había alcanzado tres triunfos consecutivos y cuando se aprestaba a disputar el cuarto partido, Dubois adoptó una postura singular, en la que puso en evidencia sus ideales, tal como después le comentó a su amigo, el periodista Marcelo Massarino.

"Como no nos habían pagado decidí llevarme una cinta aisladora negra para taparme la publicidad de la camiseta. Pero justo en ese partido (frente a Acassuso, en Boulogne) me la olvidé. Y entonces, como había llovido, apenas salimos a la cancha hice como que me persignaba, agarré barro y me tapé la publicidad", dijo.

"La camiseta naranja quedó toda cubierta por el barro. El sponsor se "cagaba de risa" de nosotros y no nos pagaba. Yo, con esa guita, viajaba", relató para argumentar el porqué de su rebeldía.

O cuando denunció a un dirigente de Juventud Unida (Juan José Castro), mientras jugaba para Victoriano Arenas, que supuestamente le había ofrecido dinero "para perder, para que ellos ganasen y para que él entrara en una reelección en el municipio de San Miguel. Una rata inmunda", apuntó.

Esa y muchas otras historias le valieron enojos y fastidio de directivos y entrenadores que no entendían su comportamiento. Pero a la vez le permitieron lograr reconocimiento de muchos pares, parte del periodismo y de diversos foros de hinchas, como el que suele ingresar en el sitio "En una baldosa", que lo había adoptado como una suerte de símbolo de futbolista del ascenso.

Fuente: Agencia Télam (17/03/08)

seguir leyendo...

René Higuita (Colombia)


Nació en Castilla, un barrio pobre de la ciudad de Medellín el 17 de Agosto de 1966 con el nombre de José René Higuita Zapata. Fue hijo de una madre soltera, María Dioselina Higuita, de quien tomó el apellido. Ésta moriría varios años después lo que hizo que René permaneciera al lado de su abuela Ana Felisa. Su infancia transcurrió en medio de grandes dificultades económicas, por lo que trabajó como vendedor de diarios y realizó diversos oficios para ganarse la vida.
Su ingreso al mundo del fútbol y, particularmente, al arco fue anecdótico. En un torneo de escuela, donde iban a escoger a los mejores jugadores para el Independiente Medellín, René era el goleador, pero se lesionó el arquero y en su puesto lo pusieron a él, volviéndose el dueño indiscutible del arco.
Desde aquel día en que sustituyó inesperadamente al guardameta del Dorado, un equipo escolar de Medellín, René Higuita empezó a dar que hablar. Los ojeadores del Nacional de Medellín se fijaron en él cuando jugaba con una selección regional, e Higuita recibió 16.000 pesos (unos diez dólares) por su primer fichaje, en 1982. "Nunca había visto tanto dinero. Para los demás era una suma irrisoria, para mí una auténtica fortuna", explica el futbolista, a quien Francisco Maturana, ex seleccionador colombiano, había apodado 'El Loco'.
En 1981 forma parte de la Selección Antioquia sub 16 dirigida por Luis Alfonso Marroquín, que a la postre saldría campeona de Colombia. Fue convocado entonces a la selección nacional juvenil, con la que clasificaría al Mundial Juvenil en Rusia. Luego Nacional lo cedería en préstamo a Millonarios, donde tuvo una temporada destacada.
En 1986 regresaría a jugar con el Nacional, que empezaba a ser dirigido por Francisco Maturana y bajo su batuta lograría varios de sus más importantes triunfos. El 31 de Mayo de 1989 el Atlético Nacional se coronó campeón de la Copa Libertadores de América, el primer triunfo en este torneo de un equipo colombiano. La final, jugada contra el Olimpia de Paraguay en Bogotá, se definió mediante tiros penales e Higuita atajó varios en la serie.
Sus escándalos públicos empezaron en 1991 cuando fue a visitar a la cárcel de La Catedral a Pablo Escobar, quien se encontraba allí recluido y de quien se declaró públicamente amigo. Posteriormente, se vio involucrado en una pelea con el comentarista deportivo Cesar Augusto Londoño, a quien dio un puñetazo en un ojo cuando se lo encontró en un aeropuerto.
En 1992 viajó a España para jugar con el Real Valladolid, pero no tuvo suerte y terminó como portero suplente. Regresó otra vez al Nacional con el que se coronó campeón de Colombia en 1994. En 1995 alcanzó de nuevo la final de la Copa Libertadores de América que Atlético Nacional perdió con el Gremio de Porto Alegre. En ese torneo se recuerda que en las semifinales contra River Plate en el partido en Medellín un tiro libre cobrado y convertido en gol por René que empató la serie que a la postre se definió mediante tiros de penaltis donde nuevamente Higuita atajó el penalti decisivo.
Higuita jugaría después en el Club Veracruz de México y posteriormente regresaría a Colombia. Luego iría a jugar al club Aucas de Ecuador.
El 23 de Noviembre de 2004, resultó positivo por cocaína tras un examen realizado tras un juego entre su equipo, el Aucas, y el Olmedo. Como resultado, la Federación Ecuatoriana de Fútbol lo suspendió por seis meses.
En el primer semestre de 2005, Higuita participó en el reality show "La isla de los famosos: Una aventura pirata" y su continuación en "La gran apuesta", del canal RCN, ambas adaptaciones del formato Survivor, en compañía de los también futbolistas Leonel Álvarez y Ricardo "El Gato" Pérez.
Como objeto personal llevó un toldo. En la primera parte del concurso "La isla de los famosos: Una aventura pirata", quedó entre los 5 finalistas y en la continuación, "La gran apuesta" obtuvo el segundo lugar.
Durante su estadía en este reality hizo célebres frases como "Si esta es la guerra, que no llegue la paz".
En el segundo semestre de 2005, también participó del reality "Cambio Extremo", programa en el cual René cambió drásticamente su particular apariencia por una más estilizada, causando conmoción a nivel nacional.
"El Loco" -como lo llaman-, se sometió entre otros procedimientos a liposucción, aumento de mentón, estética dental, estilista profesional, entre otros.
Es el club Pereira en 2006 es quien lo trae de vuelta al fútbol colombiano y en 2007, con 41 años de edad y ante la sorpresa de muchos, firma por el Guaros de Lara de Venezuela.
Por su estilo irresponsable y desenfadado, Higuita no podía evitar ir a regatear a un jugador, conectar un remate de cabeza o lanzar un golpe franco a 35 metros de su portería. Esto fue motivo fundamental para que se empezaran a estudiar cambios en las reglas del fútbol, pues luego de su actuación en el Mundial de Italia de 90, con arriesgadas y espectaculares jugadas por fuera del área, un congreso técnico en Coverciano 1990, empezó a hablar del arquero-jugador porque, según el sistema táctico, se necesitaba impulsar un arquero que supiera utilizar los pies. Esto llevó a la norma de que si un futbolista devuelve a su propio arquero un balón con los pies, éste no puede agarrarlo con las manos.
¿Quién no recuerda el “Escorpión” en el mítico estadio de “Wembley” Inglaterra? o ¿la infortunada jugada con Roger Milla en ese minuto en que toda Colombia paralizó sus corazones y quedó por fuera del Mundial de Italia 1990? Luego ver a René tras las rejas de la Cárcel Modelo por aproximadamente seis meses donde, incluso, inició una huelga de hambre, acusado de mediar con delincuentes en el pago de 300.000 dólares por el rescate de la hija de un amigo que había sido secuestrada, cosa penada por la ley colombiana.
Eso es Higuita: Genial, pero loco. Ídolo, pero humano. Portero, pero goleador. Creció mirando la osadía con que Amadeo Carrizo salía a gambetear desde su arco. Inspirado en el estilo propio de Hugo Gatti quien atajaba en el arco de Boca Juniors. De ahí decidió salvaguardar la portería con un sello personal que perdurará en la historia por siempre.
Tal vez sea el célebre escritor uruguayo Eduardo Galeano quien mejor defina en una frase a nuestro personaje, a quien siempre la superficie del área le ha quedado muy pequeña: "Higuita no se resignó a que el guardameta fuera un hombre muro pegado a su valla y demostró que el arquero también puede ser un hombre lanza".


Trayectoria:
Millonarios -Colombia- (1985)
Atlético Nacional -Colombia- (1986-1992) y (1994-1997)
Real Valladolid -España- (1992-1993)
Tiburones Rojos de Veracruz -México- (1997-1998)
Independiente Medellín -Colombia- (1999-2000)
Real Cartagena -Colombia- (2000-2001)
Atlético Junior -Colombia- (2001-2002)
Aucas -Ecuador- (2004)
Bajo Cauca -Colombia- (2005)
Pereira -Colombia-(2006)
Guaros de Lara -Venezuela- (2007)

seguir leyendo...