Ante los cambios realizados por Blogger, tiempo atrás, y que afectaron la plantilla de este blog hay textos largos que no se mostrarán totalmente. La solución a dicho inconveniente es hacer click en el título del artículo y así se logra que se muestre el resto de la entrada. Muchas gracias y disculpas por la molestia ocasionada.


Juan Antonio Pizzi, nacido el 7 de Junio de 1968 en la provincia de Santa Fe, fue un delantero centro que triunfó en el fútbol español.
Comenzó en Rosario Central, para concretar una extensa y exitosa trayectoria, pasando por Tenerife, Barcelona, Valencia y Villarreal, en España; Toluca de México; Porto de Portugal y River de Argentina,
En la temporada 1995-1996, tuvo uno de sus mejores momentos, actuando para Tenerife, al anotar 31 tantos, obteniendo el ‘Pichichi’ como máximo goleador de la Liga Española y el Botín de Oro, como el mayor artillero de las ligas europeas.
Sus goles hicieron que, una vez nacionalizado español, fuera citado para jugar en el seleccionado de España.
En 1996, fichó para el Barsa y sus hinchas recuerdan un partido en el Camp Nou, cuando enfrentó al Atlético de Madrid. Al finalizar el primer tiempo, los "colchoneros" ganaban 3 a 0. En la segundo, el local, en franca recuperación, igualó 4 a 4 y cuando el árbitro estaba por pitar el final, Pizzi convirtió el gol que le dio el triunfo a los catalanes.
Los aficionados recuerdan ese gol relatado por el periodista Joaquim María Puyal, cuando a grito pelado decía al aire: "¡Pizzi, sos macanudo!", queriendo felicitarlo con una palabra bien "argentina" que quizás no venía al caso. A partir de allí, se lo apodó "Macanudo".
Pizzi jugó 22 partidos para España, con 8 goles, uno de ellos, el 20 de Septiembre de 1995, en un amistoso ante Argentina, partido que ganó España 2 a 1. El goleador jugó el Mundial de Francia de 1998, con escasa participación.

seguir leyendo...

Juan “Candonga” Carreño, el recuento del último duro del fútbol chileno.


Antes de firmar un contrato hablaba con los técnicos para que lo dejaran carretear tranquilo. Jugó en 16 clubes y en cada uno deslumbró por su pachorra y coraje.

Fue goleador de Unión Española en la mítica Copa Libertadores del año 94 y suplente obligado de la dupla Sa-Za en las eliminatorias a Francia 98. Luego dio doping positivo por cocaína y noqueó a medio equipo de Osorno en el sur.

Estos son los archivos desclasificados de 'Candonga' Carreño y su revancha en contra de Zamorano y el 'Pelado' Nelson Acosta. Dice que uno se portó como un “cabrón” y que el otro fue un “maricón”.

¿Qué piensas de tus colegas retirados que aparecen en un reality o bailando en la tele?

-Hay gente que no soporta estar fuera del medio. No creo que sea una cuestión de plata o por necesidad. Es una cosa de figuración.

¿Es cierto que también te han invitado a participar en este tipo de programas?

-Sí, pero cuando me dijeron que era para eso hasta ahí no más llegó la conversación. Les corté el teléfono, no pesco esas huevás. Imagínate, después de agarrarme a combos en una cancha con 15 hueones, salir bailando con una polera apretada y lycras negras como John Travolta… ¡Na’ que ver!

Sería ir en contra de la imagen de duro de Candonga.

-Tengo claro lo que soy, tengo hartos defectos pero no soy un payaso. Prefiero ganarme la plata trabajando pero no ir a bailar con patines. Además, uno se da cuenta que lo llevan para hacer el ridículo.

Pero Olmos lo hizo bastante bien…

-Sí, lo hizo bastante bien. En el fondo, Olmos no es un técnico sino un gran bailarín.

¿Y el 'Peineta' Garcés?

-Mira, si te creís un técnico serio, hablai de códigos, de valores, de disciplina y la huevá, no podís andar bailando en la tele. No hueís. O soy o no soy. ¿Tú creís que Arturo Salah iría a un programa así? A Garcés le gusta la foto, que suene el rollo, las luces. Yo lo respeto pero no creo que sea un técnico serio.

¿Cómo es la vida de Candonga hoy?

-Depende… hay días que no me levanto y veo monos con mi hijo todo el día. Otros días me levanto a las 4 de la tarde y me pongo a trabajar hasta las 10 de la noche. Me compré una parcela de siete hectáreas y dos veces a la semana trabajo en una escuela de fútbol en Chimbarongo. De aquí a un par de años pienso construir un complejo deportivo.

Atrás quedó la época del rey de la noche.

-Estoy en otra. La vida me dio otra oportunidad y estoy disfrutando de las cosas sencillas.

¿Te saturó el carrete?

-Es que llegó un momento en que me sentía solo y vacío. Me había alejado de los valores que me había dado mi familia y me encontré en algunos caminos que no tenía que haberlos tomado. Así de simple.

¿Cómo era tu rutina en ese entonces?

-Hay gente que va al cine, otros que salen a comer, otros que van a ver una obra de arte y otros que hacen un asado y se toman una garrafa. A mí me gustaba ir a un pub, tomarme unos whiskys y al otro día ir a entrenar. Santo no era pero tampoco un bohemio.

¿Llegaste alguna vez pasado de copas a entrenar?

-Un par de veces… pero llegaba. Me tomaba un whisky en la mañana, me daba una ducha con agua helada y partía a entrenar. Nunca le hice el quite. Me quedaba trabajando una hora más para botar el alcohol.

¿Tuviste problemas con los técnicos?

-No, porque a ningún técnico le vendí una imagen de santo. Antes de contratarme les explicaba que no se estaban llevando al enviado de Dios, se estaban llevando a Juan Carreño y Juan Carreño tenía tales defectos. En el fondo, les pedía que me criticaran pero después de los partidos.

¿Eras como Romario, que en la cláusula del contrato estipulaba los días de carrete?

-Por supuesto, porque si no no podía rendir. Siempre que llegaba a un acuerdo económico con los dirigentes hablaba con el técnico y le decía que firmaba el contrato pero con la condición de salir lunes y martes y que no se metiera en mi vida.

¿Qué hubieras hecho si hubieras jugado en esta época?

-Tendría que haber agarrado a todos los periodistas del fútbol chileno, hacer una conferencia de prensa y decirles ¿saben? Yo soy así… Para qué les voy a andar con cuentos si después me iban a cachar igual en todos lados. Los jugadores somos normales, igual que todo el mundo.

¿Tenías un grupito con el que salías?

-No, siempre andaba solo en la noche. Nunca traté de salir con ningún compañero para que el día de mañana no me dijeran que andaba sacando a alguien a tomar. Si me pillaban, me pillaban a mí.

¿Por qué te gustaba tanto la noche?

-Porque tenía la presión de ser goleador en los equipos que estaba. ¿Y cuál era mi desahogo? Salir un rato en la noche, dos o tres horas.

¿Cuáles eran tus picadas?

-El Brannigan’s, el barrio Suecia, el Lucas Bar.

¿Era cariñosa la gente cuando te veía en los bares o te echaba la foca?

-Por mi forma de ser y mi estilo de juego muchas personas se identificaban conmigo. Había gente apasionada que se me acercaba y me decía “ídolo” porque le gustaba mi forma de encarar y jugar al fútbol.

¿Te mandaban copetes a la mesa?

-Lógico. Pero nunca tuve una pelea ni hice un show. Me gustaban las mujeres, era soltero y lo veía como algo totalmente natural.

¿Por qué te crucificaron entonces?

-Porque dije la verdad y en este país eso no se perdona. Cuando consumí drogas reconocí ante todo Chile que no necesitaba contramuestras. Cometí un error y hasta el día de hoy quedé marcado como drogadicto. Después dije que me gustaba tomarme unos whiskys en alguna discotheque y me tildaron de borracho cuando me los tomaba delante de todo el mundo. Hay futbolistas que se toman una botella de whisky entera encerrados en su casa.

¿Se aprovecharon de tu honestidad?

-En este país uno tiene que ser gris, ni blanco ni negro, medio matizado para llegar a todos lados. El chaqueteo es gratis.

¿Te sientes arrepentido de algo?

-No, en la vida se puede hacer de todo. Me pegué los mejores carretes, me comí a las mejores minas y me tomé los mejores whiskys, pero al otro día era el primero que estaba entrenando.

EL PERILLA Y LA LEGUA

¿Fuiste amigo de El Perilla?

-Sí, tenía una pareja que era concuñada de él. Una vez lo conocí en una comida y me cayó bien. Ni siquiera sabía quién era. No me interesa andar con alguien por el qué dirán.

¿Sabías el rubro en que se movía?

-No, en ese sentido soy un tipo con altura de miras. No ando con alguien porque es paco o rati. En el fútbol uno conoce a mucha gente. Nunca negué su amistad. A veces salíamos a comer o nos encontrábamos en el Lucas Bar. Tengo buenos recuerdos de él. Le encantaba la noche. En los códigos de su gente era un top ten, pero yo nunca lo ví en nada. Y si hubiese cachado algo tampoco te lo diría. Tengo las pelotas bien puestas.

¿Te invitaba a jugar a La Legua?

-Sí, jugué en algunos beneficios. Lo hice por la amistad que tenía con él y por la gente que me conocía en la población y que le tengo harto respeto.

¿Cómo te trataban los choros?

-La gente me tenía harto cariño. Más de alguna vez fui a un bingo o a un baile como una persona más. A veces se me acercaban y se sentían identificados conmigo. Yo también soy nacido en el pueblo.

¿No tenías miedo que te vincularan con la droga?

-No, mis cosas empezaron por otros lados. Como cualquier persona. Al principio me pegaba un huascazo y era la raja, pero cuando te empieza a agarrar la huevadita es una lucha. Te termina atrapando y te complica la cabeza.

¿Cuánto tiempo estuviste metido en las drogas?

-Unos tres años, del 2001 al 2003. Llega un minuto que la huevá te pide y te gastás plata que no tienes.

¿Cuánto gastaste?

-No gasté plata, gasté millones. La droga me llevó a meterme en negocios con gente que na’ que ver y perder cerca de 30 millones de pesos. Eso es porque andaba arriba de la pelota y no tenía la mente clara.

¿Cómo te metiste en el cuento?

-Moviendo como cualquiera. Primero era una vez a la semana, después dos y así. Y como tenía poder adquisitivo lo hacía. Gracias a Dios ahora puedo contarlo como anécdota.

¿Tuviste un pub en ese tiempo?

-Sí, tuve tres negocios. Pensaba que la iba a llevar. Me creía el rey del mundo pero tenía todos los ingredientes para sucumbir: trago, minas, plata, drogas, fama. Todas las huevás metidas en un mismo restorán.

¿Cómo saliste?

-Gracias a la ayuda de mi mujer, de mi hijo y de mi familia.

¿Te internaste?

-No, pero ganas no me faltaron. En un minuto vi la batalla perdida.

ZAMORANO CABRÓN

¿Te consideras un ídolo políticamente incorrecto?

-Yo no sirvo para ser Zamorano. Voy a nacer de nuevo y voy a seguir siendo Juan Carreño porque no me gusta el doble estándar.

¿Encuentras doble estándar a Zamorano?

-Cuando hablo de ídolos en este país, pienso en otras personas.

¿Por qué?

-Prefiero a Marcelo Salas, lejos. Soy respetuoso de la gente auténtica que da sin decirle a la mano derecha lo que da la mano izquierda. Salas ha demostrado que él es así. Es cosa que preguntes en el sindicato de futbolistas quién es Salas y quién es Zamorano.

¿Por qué nunca enganchaste con Zamorano?

-Fui compañero suyo en la Selección y si no fui al Mundial de Francia fue por su culpa. Él mandaba la Selección Chilena en ese tiempo y decidió llevar a su regalón, que era Neira. Hice el último gol de la clasificación y no me llevaron. Zamorano fue el cabrón de esa eliminatoria.

¿Te sentiste traicionado?

-A mí me pueden dar cualquier explicación, pero el daño que me hicieron en ese minuto no lo midieron. Me pudieron haber dejado cinco meses antes, como dejaron a Valencia y otros, lo hubiera entendido, pero no un día antes de viajar. Además, mi lesión no era tan grave y podía recuperarme a tiempo.

¿Quedar afuera del Mundial marcó un antes y un después en tu carrera?

-Sí, porque tenía 29 años, había jugado dos copas Libertadores, fui 10 años goleador en Primera División y estaba en mi mejor momento de madurez. Creo que me merecía un poquito más de respeto y no me lo dieron.

¿Tienes una conversación pendiente con el 'Pelado' Acosta?

-No, él fue maricón conmigo y con maricones para qué vas a tener conversaciones si ya te cagaron.

Pero con Acosta son vecinos… ¿nunca te lo has topado?

-Ojalá que no me lo tope…

COMBOS EN LA CANCHA

¿Cuántas veces peleaste en el fútbol?

-Una vez y pasé a la historia.

¿Eras malas pulgas?

-No, era un tipo de carácter que no me dejaba pisotear.

¿Como fue el encontrón con Hernán Caputto, el arquero de Osorno?

-En un córner entro por atrás, sin querer lo golpeo y me meto con él para el arco. Le ofrecí la mano para pararlo y me dijo: “con razón te dejaron fuera del Mundial tal por cual”. Ya, perfecto, es normal, pensé.

¿Qué pasó después?

-Hubo otro corner y alguien me aprieta los testículos. Yo lo veo que se ríe y le pego un charchazo a mano abierta. El árbitro me dice “Juanito, te ví” y me voy expulsado. Hasta ahí normal. Una expulsión más en el fútbol. Voy saliendo y Caputto cruza toda la cancha y me empieza a insultar. Tú no podís molestar a un jugador expulsado, es un código básico del fútbol. En el fondo estaba buscando que le pegara. Por lo tanto le dije que si me sacaba la madre de nuevo le cortaba la cabeza.

Casi se la cortaste…

-Es lo que se vio en la tele…

Tumbaste a cuatro en total.

-Bueno, pero si los hueones no me venían a abrazar, no era año nuevo la huevá.

¿Por qué te tenían tantas ganas?

-Hasta que le pegué a Caputto soy culpable y responsable de todo. Pero cuando los otros hueones vienen corriendo y se me tiran encima, lógicamente que me tengo que defender. O pegai o te cagan. En el barrio uno aprende que hay que tirar a matar siempre.

¿Cuánto tiempo te suspendieron?

-Seis meses.

¿Lo encontraste injusto?

-No, lo encontré justo, la media cagaíta, no es para sentirse orgulloso porque yo era ídolo de los niños de Huachipato. Pero la vida es así. Siempre he vivido el fútbol con pasión, mi vida ha sido así y voy a morir así. No soy el primero ni el último que se ha defendido o peleado en una cancha de fútbol.

¿Te da lata haber pasado a la historia por este incidente?

-Lo que pasa es que cuando aturden a un hueón en China ponen mi imagen en la tele. ¿Pero qué pasa si a mí me hubieran aturdido y me paro y me vuelven a aturdir? Hubiera andado para la risa de todos los hueones, ¿o no?

También le aforraste a un brasileño en México.

-Fue en un entrenamiento. Me tiró un túnel y le dije que era una falta de respeto porque éramos compañeros. Me respondió “filio tu padre, filio tu madre, filio tu puta”. Bueno, yo no soy muy bueno para los idiomas pero caché que me quiso hueviar, así que le dije que si lo volvía a hacer le cortaba la cabeza.

¿Y qué pasó?

-Lógicamente me tiró otro túnel, no lo dejé pasar, le metí un guatero y quedó aturdido. Los mexicanos se me vinieron encima, me saqué la polera, pero ninguno quiso pelear conmigo. Si me hubieran pegado hubiera seguido jugando pero se cagaron todos. Después de eso decidí venirme a Chile. Fue el combo más caro de mi carrera porque me vine de México y dejé tirados 600 mil dólares.

Glosario

Aforrar: Agarrar, manotear
Cabrón: Tirano, maltratador, abusador, proxeneta
Cachar: Comprender o entender (de ahí proviene la expresión ¿cachái?)
Cagaita: Macana (‘metida de pata’)
Candonga: Broma, burla, chacota, chanza, chiste
Carrete: Fiesta
Charchazo: Puñetazo
Choro: 1) (fem: Chora) adj Entretenido; 2) En las clases bajas, persona violenta o agresiva; 3) m Mejillón; 4) f Vagina.
Combo: Puñetazo
Echaba la foca: Enojarse con alguien
Guatero: Golpe con puño dado en el estómago
Huascazo: Golpe muy fuerte.
Huevada [Léase: “Huevá ó "Güevá"]: Tontería (informal, no elegante).
Huevón [Léase: “Huevón”, "Güevón" ó “Hueón”, fem: Huevona]: 1) Expresión que se usa como insulto o palabrota; 2) Entre amigos, en confianza, es como decir "amigo".
Paco: Palabra despectiva para señalar a los carabineros (policía chilena)
Polera: Camiseta, playera, remera
Rati: Policía de Investigaciones

(artículo del periodista Claudio Pizarro, publicado en el portal digital The Clinic del 11/07/2008)

seguir leyendo...


Este equipo no está a la altura del que dirigió Nelson Acosta en el Mundial de Francia 1998. En el fútbol lo cercano se mide en décadas y en ese lapso Chile fue a mundiales y superó la primera ronda, cosa que yo no conseguí dirigiendo a uno de los equipos más importantes del mundo como Argentina.

(MARCELO BIELSA, entrenador de la Selección de Chile)

seguir leyendo...

Como darte las gracias José Marcelo (José Miguel Guerrero Meza - Chile)


"Su rodilla no da para más”, esa fue la explicación que se deslizó entre sus cercanos. La cuestión es que después de cortos 15 años de carrera, José Marcelo Salas colgó definitivamente los zapatos de fútbol.

El Matador pertenece a esa casta de jugadores capaces de hacer felices a millones con solo tocar la pelota con su exquisita zurda. Una vez escuché: “Zamorano consiguió todo con esfuerzo, Salas lo hizo con clase”, que verdad más potente.

Lo que Marcelo Salas hizo dentro de la cancha es casi imposible explicar. José Marcelo Salas Melinao, es sin duda el mejor delantero de la historia del fútbol chileno, superando a Caszely, Sánchez, Landa, Zamorano y compañía, pero compararlo con otros jugadores es un ejercicio demasiado fácil, por ahora prefiero recordar su talento, su magia, su capacidad para lograr las lágrimas de hinchas y enemigos.

El espadachín de Temuco nació con una estrella que lo hizo distinto, por dónde paseo su zurda asesina provoco admiración. Bautizado "Matador" esa tarde que vacunó al archirrival y con tan sólo 19 años, meses después le dio un título, esperado por más de 25 años, a su equipo de siempre.

Explicar lo que hizo Salas es casi imposible, cómo explicar la categoría de sus goles. Sus corridas por Wembley, el Nacional, el Monumental de River, el Olímpico de Roma o Delle Alpi, no hay caso, Salas siempre hizo lo que quiso y como pocas veces me sentí orgulloso de ver a un jugador como él vistiendo esa casaquilla roja con la estrella en el pecho.

Hace tiempo escuché que “la selección chilena del 98’ era la mezcla perfecta de garra y calidad” y viendo con distancia lo que ocurrió en esa cita mundial no hay dudas que es verdad. Iván Zamorano y compañía entregaban el corazón, el tesón del chileno esforzado, que siempre tuvo que poner el doble para alcanzar lo mínimo para vivir, que sufrió hasta el último día de su vida para ver feliz a su vieja. Y por el otro lado, estaba él, un indiecito de tez blanca, frente arrugada y una zurda temible, aunque no lo parecía. Sí, ese mismo que dejó preguntándose a Cannavaro ¿por dónde cresta cabeceó? O como dijo Pedro Carcuro: “Se subió a una escalera mágica”. Magia, eso es lo que tiene el Matador, magia… podríamos quedarnos en eso, en magia, pero no es la mejor definición de lo que hizo Salas.

“Salas y River campeón, Salas y River Campeón, River Campeón, River Campeón”, escuchamos acá, al otro lado de la cordillera cuándo el shileno pasó a escribir su nombre entre los ídolos del equipo millonario. Sin embargo, no se contentó con eso, sino que siguió dando que hablar. “El fenómeno, el fenómeno, que golazo fenómeno”, gritaban cuando dejaba al portero colombiano del Atlético Nacional metido dentro del arco, mascando pasto, mientras el ‘Diablo’ Monserrat salía detrás de Salas para felicitarlo.

Rodilla al pasto y dedo al cielo, como diciendo “vengo de allá, del cielo, llegué para hacerte feliz”.

Decirte “Gracias Matador” es poco, lo que tendría que agradecer es que tuve la suerte de verte jugar en tu mejor momento, de presenciar frente a la TV y con una cerveza la final de la Supercopa, ante San Pablo y como con la derecha vacunaste a los negros, que no entendían como un chilenito era capaz de poner de rodillas a argentinos y brasileños, los dos dictadores del fútbol.

No sabes cuánto me molestaba cuándo imbéciles sin olfato futbolístico decían que estabas gordo, lento, que ya no sabías con la pelota. Cuántas veces te defendí y eso que tú me hiciste llorar muchas veces, me hiciste morder el polvo, como esa vez, cuando con tu gol (adelantado o no) nos pasaste y me dejaste con el apelativo de segundón para siempre. Aún te recuerdo corriendo con tus mechas tiesas hacía tu barra y gritando desaforado, sabiendo que lograbas un campeonato y, como tantas veces a lo largo de tu carrera, te instalaste en el rincón de los grandes.

¡Qué gol más maldito! Lloré, lloré como nunca.

Cuando tres años después haces lo mismo, pero ahora contra Uruguay, también lloré, pero de alegría. Hiciste la misma corrida, pero esta vez grité como nunca. Te hincaste en el suelo y acompañado por Víctor Hugo, nos abrías la puerta para Francia 98.

Cuántas veces lloré gracias a ti, no todas fueron felices. Ya venías de vuelta, peleabas la final con mi equipo y tú Espadachín nos vacunaste y nos robaste el campeonato invicto. ¡Ay Marcelo! Si algún día te pilló en la calle juro que te preguntaré cómo lo hacías.

Contra Perú… uhhhh, ¿te acuerdas cuando Valerio te tiró una patada de picado, envidioso de no poder contar con un iluminado como tú en su equipo? y usted, gigante, de frente tomaste la roja con la estrella en el pecho y se la enrostraste.

¿Sabés lo que decía yo ese mismo momento en el estadio abrazado a un tipo que nunca más en mi vida vi? ¡Vamos al Mundial conchesumare, vamos al Mundial! Cuando nuevamente volvía a botar lágrimas de hombre feliz.

Marcelo nunca podré terminar de agradecerte lo que hiciste por este idiota por la pelota. “Saben ustedes aún no dimensionan lo que es Marcelo Salas para el fútbol chileno”, dije con un tono filosófico hace unos días a unos pendejos, quienes a pesar de Internet y la tecnología, no saben nada de fútbol y se quedan en su exitismo de hincha imbécil.

No sabes cuánto me hubiese gustado verte con la casaquilla de mi equipo, sé que era imposible, tendríamos que haber nacido de nuevo los dos para que esto ocurriera, pero que va, al menos compartimos la nacionalidad, ambos sabemos que esa bandera provocaba las mismas sensaciones a los dos. Si para ese Mundial parecíamos un coro de quince millones de personas y las lágrimas aparecían de nuevo.

"El poeta del gol", así te decían en Roma, cuándo un imbécil sueco no te quería mucho y aún así te mandaste quince 'pepas', y eso que te hacía jugar bien lejos del área, aunque conocías el puesto, porque muy pocos saben que tú empezaste de 10, pero te enseñaron a celebrar los goles y no celebrar los de otros, una vez que empezaste no paraste más y Eriksson pudo ponerte de arquero y aún así harías goles como bestia.

Tu calidad se notaba más y eso, que cuando volviste a Sudamérica, ya no jugabas tanto. Ese gol a Liga Deportiva por la Libertadores. ¡¡Qué golazo mierda!!

Vi tú último partido, fue una cosa rara. Con mi hermano chuncho como pocos, decidimos ir a verte. Sentíamos en el ambiente que pasaría algo y claro que pasó. Dos pepas, una demostrando que te pueden tirar una piedra, pero igual te encargarías de pararla de pecho y marcar el gol. El segundo, solo fue fortuna, pero había que estar ahí y eso lo hacen pocos.

Ahora estoy en el Nacional, tú casa, despidiéndote para siempre de las canchas. Adiós y muchas gracias don José Marcelo, pero antes, antes de que te pierdas para siempre por esa escalera en la que muchas veces subiste para vacunar rivales, quiero que me digas: ¿Cómo puedo agradecerte?

Explícame cómo darte las gracias por todo José Marcelo Salas Melinao.

(un gracias inmenso a José Miguel por su generosidad al cederme este hermoso relato sobre el implacable goleador chileno)

seguir leyendo...



Tuve un miedo terrible. Perdimos el Mundial, pero yo gané otra copa, la copa de la vida.

(RONALDO, tras la final perdida en Francia 1998)

seguir leyendo...


El inolvidable Roque Gastón Máspoli, arquero del seleccionado de Uruguay, campeón del mundo de 1950, y que también actuara en el certamen mundial de Suiza de 1954, debió asumir la dirección técnica del representativo de su país a los 80 años. Todo un récord.
Máspoli aceptó el reto de dirigir a Uruguay en los últimos partidos de la ronda clasificatoria para el Mundial de Francia de 1998. ¿Quién le iba a reprochar algo a una leyenda como él?
Hizo lo que pudo, pero los magros resultados obtenidos con anterioridad, hicieron que la proeza no se concretara. Fue así que Uruguay quedó afuera de Francia, sin pena ni gloria. Pero nadie criticó a Máspoli, en su función de orientador de la Celeste.
Hubo otras circunstancias, externas, para que Uruguay haya perdido puntos muy valiosos en la primera etapa clasificatoria, y no hubo tiempo para la reacción. Máspoli, ganador por naturaleza, atajó para Peñarol desde 1939 hasta su retiro en 1957, y como director técnico tuvo una brillante foja de servicios al ganar con los Mirasoles dos veces la Copa Libertadores de América, y con la selección, al obtener en 1981 el Mundialito realizado en Montevideo.

seguir leyendo...


El 23 de Junio de 1998, minutos antes del comienzo entre Brasil y Noruega por la primera fase de la Copa del Mundo, hicieron su aparición en el campo de juego, la madrina, el padrino, el párroco y los novios, al son de la marcha nupcial, ambos juramentaron ante Dios, amarse hasta que la muerte los separe.
No, no es una broma, se trata del noruego Oivind Ekeland y la brasileña Angela De Souza, quienes contrajeron matrimonio en el verde césped, en vísperas del partido que disputarían sus respectivas selecciones nacionales.
El pedido de la boda había sido al mismísimo Joao Havelange, quién dio el visto bueno inmediatamente, explicando que el fútbol existe para unir a los pueblos. Finalmente el partido terminó con una derrota para los cariocas, quienes a pesar de haber perdido se clasificaron primeros en su zona, mientras que la victoria a los noruegos los clasificó en el segundo lugar y de esa forma pasaron a para octavos de final.

seguir leyendo...

Juan Enrique Carreño (Samuel Orellana - Chile)



Dónde estás Candonga,
ahora que trazo estas jugadas, con nostalgia,
retirado en mi casita de Maipú, esta noche sin estrellas,
con lluvia y sin estrellas.

El té ya no es más dulce ni la marraqueta más grande
si no se escucha en todas las radios del país
tu conquista frente a Bolivia:
Musrri para Margas, Margas que centra, aparece Carreño, cabezazo perfecto, gol,
Candonga, gol, clasificamos conchemimadre.

Era el día de tu cumpleaños.

A Francia los boletos.

Te imagino frente a un vaso de cerveza, amigo mío,
recordando el día en que te echaron del Colo.

Comenzaba la peregrinación por cuanto equipo auspiciara tu alegría de vivir,
la sed de meterla adentro, Candonga,
sólo como tú sabías, artillero.

Pero el ’93 hiciste lo tuyo con la Unión en la Libertadores,
el barrio Independencia se vistió de gala para merecerte
y los viejos tripulantes del Winnipeg destaparon su vinillo a lo que
por la madre España,
y por el Coto
y el matador Sánchez,
y a tu salud, valiente hidalgo.

Más tarde vendrían los coscachos:
en Osorno dejaste tres cuerpos en el piso
y a los mexicanos les enseñaste lo que es canela.

Siempre fuiste un duro
dentro y fuera de la cancha.

Por eso los técnicos miedosos
y los jugadores que se repliegan como ratones en su arco
detestaban tu coraje, tus ganas de romper el empate del chileno.

Dónde estabas, Candonga
cuando los brasileños nos humillaron frente al mundo
y los hinchas invocábamos tu nombre
como una cábala desesperada,
Juan Enrique Carreño.

Tú hubieras inflado la red con el puntete implacable
que temían los arqueros y aplaudíamos tus seguidores
o al menos, Candonga, hubieras repartido un par de combos
en el hocico.

Te imagino cansado después de tantas vueltas,
de tantas luchas sin objeto, de club en club,
sabiendo que los dirigentes te cagaron el ‘98
-digamos las cosas por su nombre-
con la condena de un desgarro imaginario,
un desgarro, Candonga, que se iría cumpliendo con el tiempo.

Esta noche sin estrellas, y con lluvia,
retirado en mi casita de Maipú
me acuerdo de tus goles, tu alegría, los años dulces,
el cabezazo precioso en el arco de Bolivia
y sigo gritando gol, gol conchemimadre.

Los triunfadores van a Francia, Candonga,
nosotros, amigo mío, los verdaderos, los de siempre
nos quedamos.


(Un especial agradecimiento a Samuel Orellana (Maipú, Chile, 1978), Licenciado en Filosofía por la Universidad de Chile, quien permitió la publicación en este blog de los poemas pertenecientes al libro "Gol de Oro", editado en el año 2004)

seguir leyendo...


Yo nunca me creí el mejor, como ocurrió con Colombia cuando le hicimos los cinco goles a la Argentina. En ese punto me mantuve equilibrado. Lo que me marcó después fue la mala experiencia en el Zaragoza de España.

¿Te hizo peor la mala experiencia en España o haber estado tan arriba en el Mundial 98?

Si hubiera tenido la madurez de ahora, después del Mundial habría mantenido ese buen momento, sin dejarme estar en el semestre posterior. Encima, en la Selección de Colombia asumió como técnico Javier Álvarez, y pasé de ser titular indiscutido a ni siquiera ser convocado.

En Colombia se dice que sos arrogante...

Eso lo dijo un periodista de la cadena Caracol al que mis abogados le van a mandar una carta documento. Estoy en la Selección desde el 92 y hasta el 96 fui suplente. Pacho Maturana y el Bolillo Gómez se fijan mucho en qué clase de personas son sus dirigidos, y siempre me destacaron como alguien que alentaba a los demás y que trabajaba más que ningún otro. Cuando fui al Mundial llegué como tercer arquero y terminé como titular.

¿Qué motivos tendría entonces Álvarez para no tenerte en cuenta y por qué la prensa te criticó por tu personalidad?

Lo del técnico nunca lo sabré porque ni siquiera me explicó por qué me sacó. No tuvo agallas. Evidentemente, algunos somos más valientes que otros.

(FARYD MONDRAGÓN, arquero colombiano, Junio de 2000)

seguir leyendo...


Bueno..., él físicamente es un "mostro".

(IVAN ZAMORANO, respondiendo al ser consultado acerca del delantero austríaco Antony Polster, antes del duelo entre ambas selecciones en el Mundial de Francia 98)

seguir leyendo...


Me parece que todos los jugadores tienen los pies cuadrados, como Robocop. Necesitan más de aceite que de un buen masaje.

(DIEGO MARADONA, opinando sobre el Mundial de Francia 1998)

seguir leyendo...


Ariel Ortega evoca aquel famoso cabezazo contra el arquero holandés Van del Saar en los octavos de final Mundial de Francia que le costara la inmediata expulsión: “En esa jugada yo fui un gil y él un vivo”, admite.
Y cuenta que para cometer esa “gilada” le pasó por la cabeza “el penal que no me habían cobrado”. Por eso es que cuando el arquero llegó corriendo “yo me levanté y lo toqué con la cabeza”.
El jujeño admite que cuando el árbitro “me sacó la tarjeta roja y me iba para los vestuarios, tenía ganas de pedirle que me perdonara, de prometerle que nunca más lo iba a hacer”.
En esa jornada, el equipo argentino dirigido por Passarella fue eliminado del Mundial del ’98.

seguir leyendo...


El Mundial de este año lo va a ganar Francia. Después estarán Brasil, Alemania e Italia. A Argentina le va costar entrar entre los cuatro primeros.

(JORGE "Indio" SOLARI, técnico argentino y un vaticinio preciso del Mundial de Francia, en Enero de 1998)

seguir leyendo...


El 30 de Junio de 1998, Argentina e Inglaterra protagonizaban uno de los partidos más reñidos de la Copa Mundial de Fútbol que se disputaba en Francia.
Casi 2.000 kilómetros al este, específicamente en la ciudad de Szdlowiec en Polonia, el fiscal Narek Kopaczen veía en el sillón de su casa el juego, tal como otros cientos de millones de personas en el mundo entero.
Javier Zanetti Inglaterra estaba ganando hasta el minuto 90 de juego, cuando el árbitro dispuso un tiro libre para Argentina. De forma dramática, el centrocampista Javier Zanetti marcó un espectacular gol que prolongó el partido a tiempo extra.
El fiscal Kopaczen no quería perderse la prórroga y decidió quedarse un rato más en su casa antes de sacar a pasear a su perro, y llevar su auto a la estación de policía para resguardarlo de los enemigos que tenía, en una rutina que practicaba todos los días a las 10 de la noche.
En Francia, argentinos e ingleses reiniciaron el partido en tiempo suplementario...
Instantes después, auto del fiscal explotó en la calle.
Kopaczen salió de su casa a averiguar qué había pasado. Cuando vio su coche en llamas no podía creerlo: por quedarse a ver el fútbol salvó la vida.
El fiscal perseguía a una banda que se dedicaba al chantaje y la extorsión, siendo sujeto de constantes amenazas. Días antes del atentado el techo de su vehículo fue destrozado, obligándolo a recurrir a la policía para cuidarlo. Era evidente que los plagiarios le habían hecho un seguimiento de sus costumbres, como la de salir de casa todos los días a las 10 de la noche. La bomba activada por reloj, estalló justo a esa hora.
Seis años después, cuando el caso pasó a ser parte del pasado, Kopaczen le envió a Zanetti una carta de agradecimiento por el gol que había convertido. El futbolista, que no sabía nada del asunto, manifestó su deseo de conocer a la persona que inconscientemente salvó.

seguir leyendo...