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Argentina-Brasil, Mundial 90. A los 25’ del segundo tiempo digo: “Caniggia va a tener una oportunidad, dependerá de él”. Después, Cani mete el gol. De la emoción le golpeo la espalda a Víctor Hugo. Nos abrazamos.
“La chapa de ese gol te deja ir a todos los Mundiales”,
dicen mis amigos. Al bajar del palco, nos cruzamos con Diego. Me muestra el tobillo y me baja la presión. Víctor Hugo y Diego, que tenía un melón en el tobillo, terminaron llevándome. Todo al revés.

(ALEJANDRO APO, periodista deportivo argentino)

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Que el sempiterno hombre duro del fútbol alemán Lothar Matthäus y Stefan Effenberg no tenían por costumbre ir de vacaciones con sus respectivas era vox populi.
Quizá harto de vivir a la sombra de la leyenda tanto en el Bayern como en la selección, al rubio platino nunca le tembló la voz para ponerle las peras al cuarto al del brazalete eterno. Effenberg, en su autobiografía publicada en 2003, guarda un pequeño rincón forrado de seda para el gran Lothar y le tacha de cobarde por no querer lanzar el penalti decisivo en la final del Mundial 90 y por borrarse (en beneficio de Thorsten Fink) en la recordada final de Copa de Europa en Barcelona.
Incluso, con el sentido del humor de un Panzer, dedica un capítulo entero al capitán titulado "Lo que Lothar Matthäus sabe de fútbol". El episodio consiste en una hoja en blanco.

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Un verano italiano (Eduardo Sacheri - Argentina) -por Alejandro Apo-

1ª parte



2ª parte



3ª parte

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El legendario futbolista camerunés, Rogert Albert Milla, jugó 3 Copas del Mundo para su país. La primera de ellas fue en España ‘82, cuando tenía 30 años, y allí Camerún empató los 3 partidos que jugó. Luego intervino en el Mundial de Italia, en 1990, enfrentando a la Argentina, luego a Colombia (le anotó 2 goles) y a Rumania (convirtió 2 tantos). Milla quedó segundo en la tabla de goleadores, detrás del líder absoluto, el italiano Schillaci (Camerún se ubicó en la 7ª posición).
En 1991 le otorgaron el Balón de Oro de la prensa europea, como el mejor jugador de la temporada. Milla jugó en el Valenciennes, luego en Mónaco y más tarde en el Bastia, equipos franceses. Posteriormente integró el plantel del Puebla, de México. Su tercer y último mundial lo jugó para Camerún en los Estados Unidos ‘94, cuando tenía 42 años de edad. Siempre demostró una enorme calidad.
Pudo tener su jornada de gloria al organizársele un homenaje en Wembley, cuando se enfrentaron los seleccionados de Camerún e Inglaterra. Claro que poco antes de salir a jugar, exigió una cotización personal cercana a los 70 mil dólares. No se los dieron y entonces optó por retirarse del estadio, sin jugar el partido.
Entre otra de sus facetas, para Milla el canto y la música ocupó un lugar importante de su vida, habiendo grabado un disco con el ex tenista Yannick Noah. Rogert Albert Milla, tan genial como díscolo: un verdadero personaje.

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¿La cancha más jodida en la que jugaste?

La de Victoriano Arenas. Ahí fui con Defensores, en la C. Caímos para jugar un partido clave, en el 81. Ellos tenían que ganar porque sino descendían. Yo era conocido, ya estaba en el Juvenil. Llegamos temprano y se me dio por tomar sol a un costado. En un momento se me nublo, abrí los ojos y eran dos monos: “Mirá que Victoriano tiene que ganar ¿eh?" Ganaron porque fueron mejores pero si no hubiera tenido que meterla yo de cabeza…

¿Lloraste muchas veces por el fútbol?

Dos. Después del 0-5 con Colombia y luego de debutar en el Mundial 90, aunque esa vez fue una mezcla de sentimientos: alegría por lo mío e impotencia por la fractura de Pumpido.

Tuviste una época en que las mujeres se te tiraban encima. ¿Hubo algún acoso desmedido que se pueda contar?

Un día salí con mi señora del programa de Susana Giménez y nos empezó a seguir un auto. En un momento paramos y se bajaron dos chicas. Les firmé, sacamos fotos y les di un beso. Todo bien hasta que una la mira a mi señora y le dice: “Y vos lo podrías dejar un poquito solo, ¿no?”. Mi mujer casi le salta a la yugular.

(SERGIO GOYCOCHEA, ex arquero argentino, en revista “El Gráfico” -Octubre de 2002-)

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¿Qué características debe tener un técnico ideal?

Saber escoger los jugadores, saber claramente qué es lo que quiere con ese grupo y que ese grupo entienda perfectamente qué es lo que quiere el técnico. Tiene que haber una comunión perfecta. Que el grupo entienda el mensaje.

¿Con qué técnico del mundo se identifica?

Ferguson. Me encanta la forma como dirige sus equipos, como para los equipos en la cancha. Un referente mío para ser entrenador fue Carlos Salvador Bilardo, un hombre campeón del mundo, un hombre trabajador, un hombre honesto. Un hombre que vino a Colombia y enseñó muchísimo.

¿Qué es lo que más recuerda de Bilardo?

Lo que más recuerdo del 'Profe' es que vino y nos demostró que había un gran material humano, que tenía una gran condición en el jugador colombiano, pero faltaba acondicionar esa gran condición a la exigencia, a la concentración, al trabajo mañana y tarde, al profesionalismo, al respeto por una camiseta, por una institución. Cinco o seis años después tenemos la fortuna de jugar el Mundial del 90 con jugadores y técnicos de Bilardo. Las clasificaciones al Mundial del 90, 94 y 98 son el fiel reflejo del paso de Bilardo y Zubeldía y ahí es un punto de partida del fútbol colombiano, ahí el fútbol colombiano se parte en dos. Antes de Bilardo y Zubeldía y después de Bilardo y Zubeldía.

(FERNANDO “El Pecoso” CASTRO, ex jugador y entrenador colombiano en el portal “Fútbolred”)

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Nery Pumpido fue el arquero argentino que mayores títulos logró. Defendiendo el arco de River ganó torneos locales, Copa Libertadores y la Intercontinental. En la selección se consagró en el Mundial en México 1986 (también fue subcampeón en Italia 1990).
Junto a los éxitos, Pumpido tuvo serios accidentes como futbolista. Si bien pocos recuerdan que sufrió la fractura de uno de sus brazos durante un partido ante Estudiantes de La Plata, nadie olvida dos hechos puntuales. El que más impacto fue su fractura de tibia y peroné en Italia '90 (frente a la Unión Soviética) al chocar en forma casual con Julio Olarticoechea. Lo sustituyó con singular éxito Sergio Goycochea.
También se recuerda, por lo insólito, el mal momento que sufrió cuando en 1987, en un entrenamiento en River, al saltar a "descolgar" una pelota, uno de sus dedos, en el que llevaba su alianza matrimonial, quedó enganchado en los soportes traseros (de acero) del travesaño, soportes que sirven de sostén para la red.
Casi pierde el dedo, lo salvó una microcirugía y pudo continuar con su campaña futbolística.

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Cuando marqué mi gol ante Escocia me vi en el paraíso, y nunca hubiese pensado que era tan bonito.

(JUAN CAYASSO, ex internacional por Costa Rica, autor del gol de la victoria 'tica' [1-0] ante el conjunto británico en el Mundial de Italia 90)

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Maradona y el bidón de Branco

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Usaron medios sucios. Apenas no fue comprobado. El agua "bautizada" fue real. Bilardo era el comandante. Creo que sabía. No sé si el conocimiento que él tiene en medicina tuvo influencia también en el producto químico usado. Es tan responsable (por la eliminación de Brasil en el Mundial) como Maradona (por su desempeño en la cancha).

(SEBASTIÃO LAZARONI, entrenador de Brasil en el Mundial de Italia 90, declarando el 9 de Octubre pasado en Folhã de Sao Paulo acerca del famoso “Bidón de Branco”)

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Casamiento de Diego Maradona en el estadio "Luna Park" en 1989. Estábamos con algunos jugadores y periodistas. Viene Carlos Bilardo y le dice a José Luis Brown que se pare al lado de Ciro Ferrara, que estaba en un estrado.
Vuelve y otra vez. “¿Qué pasa, Carlos?”, preguntamos. “Quiero saber bien la altura de Ferrara para ver si lo puede tomar en un córner en el Mundial del año que viene”.
Un Bilardo auténtico.

(EDUARDO "Ruso" RAMENZONI, periodista de TyC Sports)

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La gente ya se ha dado cuenta de que no somos gorilas que comemos bananas de los árboles.

(FRANÇOIS OMAN BIYIK, ex internacional camerunés, tras el Mundial de Italia 90)

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Incluso cuando está sentado en el banquillo, está jugando. Localiza los problemas y cuando salta al césped actúa como el entrenador, ordenando y ajustando posiciones. Al final del partido, simplemente le daba un apretón de manos y le decía 'gracias'.
Creo que tiene una especie de computadora en la cabeza y que sabe qué hacer en cada situación. No le dabamos órdenes especiales. Sólo le pedíamos que jugara como Roger Milla.


(VALERI NEPOMNIACHI, entrenador ruso a cargo de Camerún en Italia 1990 recordando a Roger Milla)

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En los medios de comunicación hay trucos de toda índole, inofensivos, pero que corresponden a la búsqueda de un ámbito más parecido al auténtico en caso de transmisiones deportivas principalmente.
Es común que durante los partidos de fútbol que dan en la tele, se magnifique el bullicio del público con sonido envasado. Lo mismo pasa en radio.
Durante el Mundial de 1990 yo realizaba narraciones en Radio Agricultura, independientemente de mi condición entonces de editor de Prensa de Radio Minería. Para ese torneo Mundial de fútbol no estuvimos en Europa, sino que lo relatábamos desde nuestros estudios, situados en la zona céntrica de Santiago. No decíamos que estábamos en directo pero queríamos impregnar a los auditores del ambiente que se vivía en la cancha, por más que nuestra fuente de información era el cotejo que aparecía por la televisión. De modo que solo observando la pantalla chica sin su sonido, realizábamos nuestro trabajo. No era primera vez ni sería la última en que las cosas se estilaban de esa manera en las transmisiones radiales en general. Todo salía bien. Uno de los técnicos contaba con una serie de sonidos originados en los estadios chilenos durante los partidos de alta convocatoria. Entonces, ese especialista en sonidos mantenía al aire un murmullo constante que se acentuaba al atacar alguno de los equipos y que, claro, se agudizaba al máximo en caso de gol.
Pero en el partido por el tercer lugar en ese certamen, entre Italia e Inglaterra, la ilusión que generaba el sistema quedó en entredicho. Sucede que en medio de la intensidad de aquel encuentro, el público alentaba a los suyos con algunos chilenismos inexplicables. Una de las barras cantaba "Se callaron los huevones... se callaron los huevones...".
Imaginen a los hinchas itálicos y británicos refiriéndose a la barra adversaria en esos términos, en idioma castellano, y más todavía, utilizando una cantinela hasta hoy usual en Chile sobretodo en los clásicos de la "U" y Colo Colo. Por cierto, que el sonido envasado correspondía a uno de esos partidos del campeonato chileno, pero los auditores de Agricultura esa tarde deben haber quedado desconcertados cada vez que le decíamos que tomaba la pelota un astro italiano o inglés y la gente supuestamente se levantaba de sus asientos para gritar a voz en cuello que se callaron los huevones.

(artículo de Esteban Lob en el sitio "Clan de Fútbol")

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Al acabar el partido, los "tifosi" me han desnudado y tocado. Los entiendo, yo también lo habría hecho y me hubiera tocado a mí mismo.

(SALVATORE "Totó" SCHILLACI, opinando sobre su dulce momento durante el Mundial de Italia 1990)

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Ahora he descubierto que incluso un terrone puede ser amado.

(SALVATORE "Totó" SCHILLACI, opinando durante el Mundial 1990 donde tuvo el mejor momento de su carrera. Terrone: término despectivo que emplea el norte de Italia para los habitantes del sur del país)

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Que jugador tan versátil es Maradona. Puede anotar goles con su mano izquierda y detenerlos con la derecha.

(SEBASTIAO LAZZARONI, técnico de Brasil en Italia 90, “atendiendo” a Diego Maradona quien hizo un gol con la mano izquierda frente a Inglaterra en México '86, e impidió con la mano derecha un gol de Rusia en la Copa del Mundo 1990)

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Me reventaban el frente a piedrazos hasta que me avivé: antes de cada Mundial ponía el cartel “SE VENDE” y, más tarde, ya con todos los partidos encima, le agregaba otro de “VENDIDO”.
Igual cuando perdimos contra Camerún, en Italia ´90, nos tiraron de todo.

(CARLOS BILARDO, recordando lo que ocurría con la casa que tiene en el Bajo Flores cuando era entrenador del seleccionado nacional)

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El día anterior al decisivo partido entre Italia y Argentina en el Mundial de 1990, Maradona, aprovechando que el cotejo se jugaría en Nápoles, realizó unas declaraciones dirigidas a los sureños: “... me disgusta que ahora les pidan a los napolitanos que sean italianos y que alienten a la selección. Nápoles fue marginada por el resto de Italia. La han condenado al racismo más injusto...el norte los desprecia, no los considera como parte de Italia. ¿Van a alentar a los que los consideran extranjeros en su propio país o me van a apoyar a mí que soy uno de ustedes?...”
Los hinchas napolitanos no hicieron esperar a Maradona con su respuesta, en una de las cabeceras del estadio se podían leer varias banderas que decían: “Maradona: Nápoli te ama pero Italia es nuestra patria” y “Diego en los corazones, Italia en los coros”.
Incluso el jefe de la barra brava del Nápoli (auto proclamada Curva B), Genaro Mutori, alias Palumbella, tuvo que realizar una proclama oficial: “Haremos fuerza para que gane Italia, pero respetando y aplaudiendo a los argentinos”.
Los principales diarios de Italia, los días previos al cotejo titularon: “Ahora, Italia contra Maradona”, “Querido Diego, nos vemos en tu casa”.
Incluso la bandera argentina que había sido izada en la concentración argentina, apareció arrancada e incendiada, luego se supo que dicho acto lo había realizado el propio entrenador de la Selección Argentina, Carlos Salvador Bilardo, para tocar el orgullo de sus dirigidos.
Pero a pesar de la propaganda mediática adversa, los napolitanos aplaudieron el himno argentino de principio a fin.
El propio Diego, lo recordaría años más tarde: "...Yo no había intentado una sublevación de los napolitanos contra el resto de los italianos, cuando jugamos allá, porque yo sí sabía y sentía que los napolitanos eran italianos también... Pero eran los otros italianos, los que no vivían en Nápoles, los que no querían enterarse, los que no querían aceptarlo: solo aquel día, el día del partido, se dieron cuenta de que los napolitanos también pertenecían a Italia y podían ayudar a la selección...
Yo sabía muy bien lo que nos ocurría cuando íbamos a jugar de visitantes, aquellos carteles de "Bienvenidos a Italia", "Lavatevi", "Terroni". ¿Por qué quería esconder aquel racismo?, ¿por qué no lo iba a recordar justo en el momento en los italianos, por interés, querían agregar a Nápoles en su mapa?. Jamás pretendí que hincharan por mí, jamás... Pero me querían, me querían tanto, que la Curva B gritó mi gol de penal contra Italia, lo gritó. Porque argentinos no había tantos y el grito yo lo escuché... El problema es que lo escucharon todos, todos... Y no me lo perdonaron".

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A pocos meses de finalizado el Mundial de México ´86, el ex arquero argentino Sergio Javier Goycochea, participó como invitado de un programa de televisión donde una tarotista le auguró un desempaño destacado en el certamen de Italia ´90.
Pasados los años, la Selección Argentina disputaba el segundo partido de la primera fase versus la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, el 13 de Junio de 1990 en Nápoles, y a los doce minutos del primer tiempo, un desafortunado choque entre el defensor Julio Jorge Olarticoechea y el arquero titular Nery Alberto Pumpido, dejó como saldo la fractura de la pierna derecha del guardameta titular albiceleste.
Ante la imposibilidad de continuar el partido (y el resto del torneo), ingresó en su lugar el primer suplente, Sergio Javier Goycochea, quién se convirtió en el artífice de la llegada de su selección hasta la final luego de atajarle dos penales el 30 de Junio a Yugoslavia a los jugadores Brnovic y a Hadzibegic en cuartos de final y a Italia por la semifinal el 3 de Julio a Donadoni y Serena, en ambas definiciones por penales y en la cual dejó a los organizadores fuera del certamen.
Creer o reventar.

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