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Antes del partido con Inglaterra, todos declarábamos que el fútbol no tenía nada que ver con la guerra de Malvinas... ¡¡Mentira!!! En nuestra piel estaba el dolor de todos los pibes que habían muerto allá.
Yo jugué ese partido pensando en Malvinas. Sentimentalmente, hice culpable a cada uno de los jugadores ingleses de lo que había sucedido y mis goles tuvieron un sabor diferente. El primero fue como meterle la mano en el bolsillo a un inglés y sacarle una plata que no era de ellos.
El segundo tapó todo...


(DIEGO MARADONA, recordando su enfrentamiento con Inglaterra en México '86 y el recuerdo de la Guerra de Malvinas de cuatro años antes)

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Viendo la metamorfosis que se ha producido en el fútbol argentino -y mundial- cuando se festeja un gol, da para que los maduros hinchas muestren sus quejas. Alguna vez Daniel Onega expresó que si en su época de jugador, cuando anotaba un gol se hubiera sacado de encima a algún compañero para ir a gritarlo solo: "En los vestuarios habría cola para querer pegarme un cachetazo".
Al respecto, Víctor Hugo Morales, recordó un cuento corto de Alejandro Dolina que habla de alguien que driblea a diez jugadores, otro viene, la empuja y la mete al gol, y lo festeja abrazándose con todos. Vuelven a la mitad de la cancha y el que la empujó le dice al que hizo la gran jugada: "Bien, che", en una demostración de cierto egoísmo que se produce en ese momento.
Por su parte, Osvaldo Ardiles dijo que "a mí me gusta cuando los jugadores festejan los goles con sus compañeros, no cuando se lo dedican a alguien que no es parte del grupo. El esfuerzo es el de todo el equipo y pienso que tiene que ser festejado entre ellos".
Por último y evocando su maravilloso gol en la final de la Copa del Mundo de 1986, Jorge Burruchaga, expresó: "Cuando lo hice, busqué el rincón porque faltaban tres minutos. Pensé mirar a Dios y agradecerle el momento. Me arrodillé para tomarme un poco de tiempo, y encima llega el ‘Checho’ Batista y se arrodilla conmigo y me dice 'quedémonos acá un rato'. Siempre digo que cuando lo vi venir al ‘Checho’ con su barba a festejar conmigo, fue como si hubiera visto a Jesús que se me acercaba".

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Por la calle me gritan ¡Felicidades Diego!; y pienso ¿si todavía no es Navidad?: pero es por el gol a los ingleses.

(DIEGO MARADONA, actual entrenador de la Selección Argentina -1989-)

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Nery Pumpido fue el arquero argentino que mayores títulos logró. Defendiendo el arco de River ganó torneos locales, Copa Libertadores y la Intercontinental. En la selección se consagró en el Mundial en México 1986 (también fue subcampeón en Italia 1990).
Junto a los éxitos, Pumpido tuvo serios accidentes como futbolista. Si bien pocos recuerdan que sufrió la fractura de uno de sus brazos durante un partido ante Estudiantes de La Plata, nadie olvida dos hechos puntuales. El que más impacto fue su fractura de tibia y peroné en Italia '90 (frente a la Unión Soviética) al chocar en forma casual con Julio Olarticoechea. Lo sustituyó con singular éxito Sergio Goycochea.
También se recuerda, por lo insólito, el mal momento que sufrió cuando en 1987, en un entrenamiento en River, al saltar a "descolgar" una pelota, uno de sus dedos, en el que llevaba su alianza matrimonial, quedó enganchado en los soportes traseros (de acero) del travesaño, soportes que sirven de sostén para la red.
Casi pierde el dedo, lo salvó una microcirugía y pudo continuar con su campaña futbolística.

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Después de aquel gol, el pícaro que hace el gol con la misma mano con que cada cuarto de hora se hace la señal de la cruz ha sido proclamado el campeón más campeón del mundo a la espera de ser proclamado santo por el Papa y de cumplir otros milagros, con el puño, con los pies, o con las nalgas millonarias (...).
Con este ejemplo, el fútbol mundial se ha vuelto oficialmente pícaro, además de violento e hipócrita, con el patrocinio de todos los medios de comunicación, amén de los jueces en el campo de juego y de los jerarcas de la patada.

(SERGIO SAVIANE (1923-2001), escritor y periodista italiano en "L'Espresso", 21 de Abril de 1989, tres años después del gol con la mano de Maradona contra Inglaterra en el Mundial 1986)

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- ¿Cómo forma México en la noche de hoy?

- El equipo incaico de México formará de la siguiente manera...

(Pregunta de Carlos Muñoz -foto- e insólita respuesta del vestuarista "Freddy" Hernández en la previa, por radio Carve de Uruguay, de un amistoso Uruguay-México antes del Mundial 86)

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El 7 de Junio de 1986, se enfrentaron en el Mundial de México, los seleccionados de España e Irlanda del Norte. Los dirigidos por Miguel Muñoz venían de perder ante Brasil, 1 a 0, y derrotaron en Guadalajara a Irlanda del Norte 2 a 1.
Claro que a las pocas horas de finalizado el encuentro, se comprobó que el análisis antidóping de uno de los protagonistas del juego, el español Ramón María Calderé del Rey, conocido simplemente como Calderé, dio positivo.
Sin embargo, la FIFA le envió una carta a los dirigentes españoles, explicando que el jugador quedaba exceptuado de toda culpa, por desconocer los medicamentos que le fueron suministrados para ser tratado de una salmonelosis.
El médico de la delegación, Jorge Guillén, había incluido el nombre del medicamento en un formulario completado antes del encuentro. De todas formas, y aunque los españoles destacaron que los comprimidos consumidos por el futbolista habían sido recatados por el doctor Rodríguez Noriega, precisamente responsable del control de la sede de Guadalajara, la Federación Española debió pagar una multa de 25 mil francos suizos, por negligencia, debido a que se suponía que el doctor Guillen debió saber que suministraba sustancias prohibidas por la FIFA. España, pese al delicado suceso, continuó participando del certamen sin problemas.
¿Qué sucedió con Calderé? Nada. España ganó ese partido en cancha y hasta se diría que fuera de ella y Calderé pudo continuar integrando el equipo sin ser suspendido ni siquiera por una fecha. El delantero del Barcelona disputó el siguiente cotejo frente a Argelia (3 a 0 a favor de España), conquistando 2 goles y también jugó contra Dinamarca (5 a 1) y ante Bélgica (1 a 1, quedando eliminada España en definición por penales).
Años más tarde no sucedería lo mismo con Diego Maradona.

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Final (Rodrigo Fresán - Argentina)


Jorge Luis Borges -ese escritor que aborrecía el fútbol porque “es feo estéticamente. Once jugadores contra otros once corriendo detrás de una pelota no son especialmente hermosos... Mucho más lindas que el fútbol son las riñas de gallos. Ocurren ahí nomás al lado de uno, son ideales para miopes”- se había muerto unos días antes, casi al principio de todo el asunto, el 14 de Junio.

A mí, recuerdo, me divertían las opiniones de Borges. El fútbol nunca me había atraído demasiado y si bien podía apreciar la belleza sobrenatural del segundo gol de Maradona contra Inglaterra, obligado a elegir un deporte, continuaba prefiriendo la previsibilidad zen del baseball contagiada por cortesía de un tropical exilio durante los ‘70.

El destino prefijado de correr alrededor del diamante esmeralda siempre me había parecido más literario que el fútbol, donde el libre y poco estético albedrío condenado por Borges me hacía recordar, por momentos, la desordenada y suicida carrera de lemmings en busca de un precipicio. Algo tan ajeno como digno de ser alcanzado.

Durante mi infancia lejos estuve de ser un animal de plaza y pelota. Para el año '86 todavía no había pisado una cancha más que para asistir a algún concierto de rock. Mi bautismo de fuego tuvo lugar muchos años después con el célebre match entre San Lorenzo y Vélez interrumpido por falta de pelotas. Me hice de San Lorenzo por cuarenta y cinco minutos, me reí mucho y no volví más.

Tampoco mi familia había profesado devoción alguna por el fenómeno. Mi padre, creo, supo jugar al básquet en los Campeonatos Evita y eso fue todo.

Y aun así, ahora me había comprometido a no perderme partido alguno. Compaginaba horarios con mis actividades en una revista gastronómica y postergaba la escritura de cualquier cuento porque, bueno, acompañar a los muchachos se había convertido en lo más importante, en lo único digno de ser tomado en cuenta.

Pronto aprendí a reconocerlos de lejos adelantándome incluso a la voz certera del relator. Pronto tuve la seguridad de que ese Mundial iba a ser nuestro. México iba a ser una fiesta, supe.

Claro que todo milagro tiene una explicación racional así como toda proeza de Schwarzennegger descansa sobre un mullido lecho de efectos especiales preparado y tendido por especialistas. He aquí el truco detrás de la magia: México no era una fiesta.

La casa de mi madre quedaba en la calle México y allí había llegado yo el día exacto de la muerte de un escritor llamado Jorge Luis Borges. Mis días junto a mi pareja de entonces se habían convertido en lo más parecido a una riña de gallos miopes. Heridas y plumas y la imposibilidad de verse. Por eso ahora estaba viviendo el Mundial en la casa de mi madre. Viendo todo en un pequeño televisor blanco y negro como si fuera la primera vez, reprochándome en voz baja el espanto ahora incomprensible de haber estado fuera de todo durante todos estos años.

Había despreciado el milagro con la incredulidad de Santo Tomás pero -aún así- había sido perdonado y ahora se me permitía ser parte del paraíso vía satélite bebiendo todas y cada una de las palabras de Macaya Márquez como si se trataran de colores alucinados por Quetzalcóatl sobre el verde del Estadio Azteca, como si fueran los dictámenes de un Moisés enfurecido cuyas opiniones descendían como mandamientos inapelables mientras yo jugaba en los Campos del Señor.

El día que ganamos, recuerdo, fue la noche en que yo comprendí -agotados los minutos suplementarios- que el partido que venía jugando con o contra mi pareja de entonces estaba irreversiblemente perdido.

Fuimos a comer, teorizamos una vez más sobre posibles estrategias para un próximo encuentro que intuíamos innecesario y perdido de antemano, y -de regreso a México (calle), mientras el paisaje alrededor del Obelisco remitía indistintamente a las abigarradas delicias del Bosco o a los primeros tramos de 2001: Odisea del espacio, a cualquier postal de Cecil B. De Mille- me prometí hundirme, esa medianoche, en el programa especial sobre lo mejor de México '86.

El segundo gol de Maradona contra los ingleses seguía siendo tan hermoso como entonces, pocos días atrás, sí, no había ilusión o ingenio mecánico detrás de ese milagro. Había sido algo fuera de este mundo. Una revelación. Afuera, en San Telmo, alguien vaciaba un revólver en el frío de la noche con inequívocos modales de mariachi austral.

Algunas semanas después del final y la final conocí a la mujer de mi vida y -sí, yo estaba curado- el fútbol dejó de interesarme otra vez, para siempre.

(publicado en 'Página 30', suplemento del diario argentino "Página 12" -1993-)

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En México, cuatro años después, hice un gol muy parecido al que les convirtió Maradona a los ingleses. Fue frente al Real Madrid en un cuadrangular. Arranqué desde la mitad de la cancha, eludí a cuatro jugadores y cuando salió Buyo se la tiré de derecha por arriba. Claro, el de Diego tuvo otro valor.

(OMAR PALMA, ex jugador argentino -1990-)

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No hay tiempo para atender las extravagancias de la FIFA y sus socios. El Mundial debía servir a Colombia y no Colombia a la multinacional del Mundial.

(BELISARIO BETANCUR, ex Presidente de Colombia, 1982-1986, dando las razones por las cuales ese país renunciaba a la organización de la Copa del Mundo de 1986)

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La mano de Dios desde un bar en Fiorito (José María Pascual - Argentina)


Los potreritos tienen un algo especial para atraer a los pibes que ni el más pensado de los juguetes todavía pudo descifrar.

Y ahí, cerca del chaperío, donde los veranos son más calurosos y los inviernos son mucho más fríos, cualquier pedacito de tierra sirve para escapar de algunas crueles realidades.

Detrás de ese tornado de polvo que levantan los chicos por correr detrás de una pelota, hay historias increíbles. Esta es la de uno muy especial, uno que cada vez que la pelota llega a sus pies todo puede pasar porque la imaginación se hace presente hasta burlar las leyes de la física, porque no se trata de lógica sino de esa magia que tiene la voz de Gardel, esta vez depositada en un par de botines y al servicio de la redonda esa que le juró fidelidad desde que empezó a caminar.

La tarde llegó lenta al bar de aquella esquina. De a poquito se fueron poblando todas las mesas. No era un día común, la selección argentina jugaba contra los ingleses.

El gallego se subió a un cajón de soda y prendió el televisor, los parroquianos comenzaron a girar las sillas, las cartas de truco se tomaron un descanso y los vasos se llenaron de moscato.

Los equipos estaban en la cancha, en ese momento todas las historias fueron la misma por 90 minutos, el doctor, el lustrabotas, el ladrón, el policía, la peluquera, el cura, el presidente, el pobre, el rico, todos frente a la pantalla para ver a la celeste y blanca.

En el bar no se escuchaba ni una respiración, hasta que el uno a cero reventó en la garganta de los presentes.

El gallego, pasando el trapo rejilla por el mostrador para limpiar un vermouth que se derramó con el festejo, dijo en voz baja: -¡Pero mira que guarro, ese gol fue hecho con la mano, hombre!

-Callate gallego ¿qué decís? Gritó a coro la clientela.

La calle guardaba un silencio que permitía escuchar los pasitos apurados de un perro vagabundo en busca de su cena.

Y de pronto, el instante increíble, el 10 toma el esférico en el círculo central, comienza una danza que va dejando a los marcadores en otra dimensión, un hilo invisible entre la pelota y los pies, una jugada que deja con la boca abierta a los espectadores, como en un sueño lento el cielo azteca no puede creer lo que esta viendo, el arquero está en el piso y la redonda cruza la línea de gol.

Ni supieron como gritarlo en el bar, había ojos con lágrimas, nudos en la garganta, manos que buscaban apoyo para evitar esa sensación de mareo.

Es que muchos de los que estaban ahí conocían al pibe de la 10, lo habían visto en el potrero haciendo la misma jugada, lo escucharon decir que quería ser campeón del mundo y ahora lo estaban viendo por la tele.

El gallego fue el primero en gritar: -¡Qué gol ha hecho el Diego, joder! Y revoleó el trapo casi hasta el techo. Los que estaban sentados bajaron lo que tenían en el vaso de un solo trago y los que estaban de pie se sentaron para ver si aflojaba el temblor.

El silencio se transformó en murmullo, se escuchaban cosas como: “¿Lo viste? -No lo puedo creer, pellizcame hermano, no se puede creer”.

El gallego seguía su monólogo: -Un gol del carajo, hombre, que ya decía yo que este chaval iba a llegar lejos…

Cuando el juez marcó el final, uno se acercó a la barra y le dijo con tonito irónico: -qué lástima que no le cobraron el primero, ¿no?

-¿Cómo que no lo han cobrado, si ha terminado 2 a 1?

-Lo que pasa es que el segundo valió doble gallego. Le dijo el hombre mientras sonreía emocionado.

Esa tarde, un pedacito del potrero de Fiorito estaba a miles de kilómetros y una de las obras maestras del fútbol había sido firmada por ese pibe que no se va a cansar nunca de arrancarnos lagrimas de alegría, ese que juega distinto, que está enamorado de la pelota y la pelota de él, ese que tiene en los pies la magia que tiene la voz de Carlos Gardel.

(Un gracias enorme a José María Pascual, por cederme este cuento para compartirlo con la gente de "Los cuentos de la pelota")

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Está pasando lo mismo que me pasó en el '86 con el Mundial. Y yo hasta el '85 era el capitán y luego me quedé sin el puesto en el seleccionado. Ayer me dijeron que no iba al mundial y hoy me pasa esto. Yo quiero hablar con Grondona para aclararle que son mentiras, le han mentido a él y no se porque él no me recibe. Estoy muy dolido y en un pozo depresivo muy grande.

(UBALDO MATILDO FILLOL, ex arquero de Racing, River y Vélez, entre otros clubes, manifestando horas atrás su malestar al no renovarle la AFA su contrato como entrenador de arqueros de la Selección Argentina)

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Odio a Maradona con pasión. La mano de Dios fue una cosa rara. Estaba más enojado por el segundo por la manera en que me batió. A todo el resto de los jugadores los superó una sola vez, pero a mí me batió dos. Pequeño bastardo.

TERRY BUTCHER, en charla por chat con los lectores de la revista Four Four Two, Enero de 2009)

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“...la va a tocar para Diego, ahi la tiene Maradona, lo marcan dos, pisa la pelota Maradona, arranca por la derecha el genio del fútbol mundial, y deja el tercero y va a tocar para Burruchaga. ¡Siempre Maradona! ¡Genio! ¡Genio! ¡Genio! Ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta... ¡y goooooool...! ¡Gooooool...!¡Quiero llorar! ¡Dios santo! ¡Viva el fútbol! ¡Golazo! ¡Diego! ¡Maradona! Es para llorar, perdónenme. Maradona, en una corrida memorable, en la jugada de todos los tiempos: barrilete cósmico, ¿de que planeta viniste? Para dejar en el camino tanto inglés, para que el país sea un puño apretado, gritando por Argentina.... Argentina dos, Inglaterra cero. Diegol, Diegol, Diego Armando Maradona. Gracias Dios: por el fútbol, por Maradona, por estas lágrimas. Por este... Argentina dos, Inglaterra cero”.

(fragmento del relato de Víctor Hugo Morales, periodista deportivo uruguayo radicado desde hace muchos años en Buenos Aires, 22 de Junio de 1986, Mundial de México)

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Esa jugada fue un fenómeno incomparable, memorable. ¡Además con qué limpieza la realizó, con qué perfección y rapidez de perfección! ¡Pero qué cosa extraordinaria!… ¡Qué belleza de gol, qué belleza! ¡¿A quién no le hubiera gustado convertir ese golazo?!

(ERNESTO SÁBATO, escritor argentino, diario “El Colombiano”, Medellín, 22 de Febrero de 1998, y su opinión sobre el memorable gol de Maradona a Inglaterra en México ’86)

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Recibió una pelota incomodísima en el medio del campo, y de espaldas a la portería. Giró, arrancó y se metió en un montón de líos de los que fue saliendo perfectamente. Yo venía acompañando a la altura del segundo palo, como si fuera un travelling de televisión. Diego asegura que intentó pasarme la pelota varias veces, pero siempre encontraba un obstáculo que lo obligaba a cambiar de idea. Menos mal. Yo estaba deslumbrado y creía imposible (aún me lo parece) que en medio de todos esos problemas hubiera pensado en mi. Si me hubiera pasado la pelota como, según parece, estaba establecido en el Plan A, yo la hubiese agarrado con la mano y aplaudido. ¿Se imaginan? Pero no nos engañemos, estoy convencido de que Diego nunca estuvo dispuesto a soltar ese balón. A lo largo de esos diez segundos y diez toques, cambió de idea cientos de veces porque así es como funciona la cabeza de un genio en acción. Lo que Maradona estaba haciendo era materializar el sueño futbolístico de los argentinos, que amamos la pelota más que el juego y, que por esa razón, la gambeta vale más que el pase. Cuando la pelota entró en el arco supe, al instante, que estábamos en el momento de una gran celebración: Maradona acababa de ponerse la corona de Pelé. Consciente del tiempo histórico que estaba viviendo, hice algo que la humanidad todavía no reconoció. Yo, señoras y señores, saqué del arco la pelota que Maradona había metido.

(JORGE VALDANO, ex jugador y entrenador argentino, espectador de lujo de aquel mítico gol de Maradona en México ’86)

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Si me lo alunan me muero...

(ANTONIO ALZAMENDI, ex futbolista uruguayo, luego del gol convertido a Alemania en el Mundial de 1986. NOTA: Antonio, cómo te lo van a "alunar" si esa selección no le hacía ni un gol al arcoiris...)

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Entrevista a Diego Maradona (4ª parte)


94 ¿Vos, que te bancaste todas las presiones en todas las canchas, te estresaste por un programa?

Sí, porque era en vivo y había que dar la cara. En el vivo te imponen cosa por cosa, me hubiera gustado hacerlo a mi manera.

95 ¿Qué comés todos los días? ¿Tenés muchas cosas prohibidas?

Tengo una dieta pero tampoco es que dejo de comer lo que quiero. Ya no estoy a purecito como en otro momento.

96 ¿Cuántas veces por semana hablás con tus viejos?

La casa de mis hijas queda a diez cuadras de la de mis viejos, así que paso por las dos. Vivo en Ezeiza y voy a Devoto todos los días... Pero Devoto del lado de afuera, eh.

97 ¿Qué te dijeron tus viejos cada vez que estuviste cerca de ir a jugar picados con el Barba?

Se preocuparon, como todo padre. Me piden que me cuide, como yo les digo a mis hijas también. Puede ser una guía como yo puedo ser una guía para mis hijas, pero después decide cada uno.

98 “Llegó el momento de dejarme de hinchar las pelotas y quererme un poquito más”, admitiste hace seis meses, cuando saliste de la última. ¿Estás cumpliendo?

Sí, todos los días.

99 El doctor Cahe dijo, también en la última, que en tu caso mueren 8 de cada 10, ¿sos un milagro no sólo futbolístico sino también médico?

Ojo que Cahe también dice muchas boludeces, de verdad, así que no le lleven mucho el apunte.

100 Hace 15 años, ¿pensabas que ibas a llegar a los 47?

Sí, quizás no tan bien como estoy hoy, pero sí.

101 Algunos “amigos” tuyos aseguraban que no llegabas a los 40.

Y, bueno, les gané.

102 De todas las veces que coqueteaste con la muerte, ¿en cuál te asustaste más?

En la última, porque toqué fondo. Ahí fue cuando Gianinna me pidió que viviera para ella. Me lo contó Dalma, porque yo estaba muerto, no la escuchaba, sólo veía oscuridad, me veía para mis adentros y no podía reaccionar.

103 ¿Tévez o Riquelme?

Tévez, por la villa.

104 Bueno, Riquelme tampoco nació en Recoleta.

Pero Riquelme es más fino, viste. Tévez es más villero como yo.

105 Sinceramente, ¿te gustaría ser DT o no te ves yendo todos los días a entrenar a un equipo?

No, no, pará que en la Selección Argentina, Basile no va todos los días, pará.

106 ¿Pero te bancarías el traqueteo del día a día?

Sí, si es algo que me tiene alegre, sí, que se pueda disfrutar de un entrenamiento.

107 ¿Cuál fue tu mayor logro en el fútbol?

Haber llegado a vestir la camiseta argentina y defenderla como la defendí siempre: en mundiales, en eliminatorias, amistosos. Siempre.

108 ¿Y el mayor milagro fue haber sacado campeón al Napoli?

Sí, puede ser (risas), y también haberme salvado del descenso con Argentinos Juniors.

109 De todos los posibles sucesores de Maradona, ¿quién creés que es el que más se acercó?

Pongámoslo a Messi, dale, hagamos ese juego.

110 El Mundial 86 lo ganaba cualquiera de los ocho finalistas con Maradona. Verdadero o falso.

Yo era argentino, soy argentino y voy a morir argentino.

111 Maradona era hincha de Independiente y después cambió. Verdadero o falso.

Nunca fui hincha de Independiente. Yo iba a ver la Copa Libertadores con mi cuñado, el Colorado, que me sacaba de Fiorito y me llevaba a la cancha de Independiente. Para mí, salir de Fiorito e ir a la cancha de Independiente era como ir a Manhattan (risas). Admiraba al Bocha, pero hoy también lo admiro y no por eso soy hincha de Independiente.

112 A Maradona no le podés decir que no. Verdadero o falso.

Falso. Le di en la cabeza a Aldo Proietto cuando era director de "El Gráfico" porque puso eso del “sidieguismo”. Preguntale a Proietto si no le metí con El Gráfico en la cabeza en el hotel de Italia. Decía que mi hermano había jugado en el Juvenil por ser mi hermano, y el Turco la rompió. Entonces le di en la cabeza con la revista. Se me salió la cadena.

113 Maradona es una persona llena de contradicciones. Verdadero o falso.

Falso. Soy como todo el mundo.

114 Mundial 86, 2-1 a Inglaterra, entraste al vestuario, ¿en qué momento se te ocurrió la frase “la mano de Dios”?

Es que no lo podía mandar al frente al referí, nos estaba dando una mano grande...

115 El referí no la vio.

El que lo tenía que ver era el línea, que me tenía de frente. A propósito de eso, te voy a contar una anécdota. Hace un tiempo vino a hacerme una nota Gary Lineker para la televisión inglesa, le preparé un asado en la casa de mi mamá y todo. En un momento me dice: “¿No te parece que vos les robaste a los ingleses?”. Y yo le contesté: “No, porque nosotros jugamos así desde chiquitos, para nosotros es un juego, no es que pensamos que vamos a cagar a alguien a propósito”. En otro momento él me comentó: “Los ingleses no robamos”. Ah no, fijate lo que le hizo McLaren a Ferrari, que le robó la información. Ahora, a través de El Gráfico, me gustaría decirle a Lineker que venga a hacer otro reportaje y me hable de los ingleses (risas). Igual, todo bien con Lineker, está afiliado a la Iglesia Maradoniana.

116 ¿Cómo se te ocurrió la frase, te la sopló alguien?

No, no, para nada, pará, a mí no me sopla nadie las frases; si no, no las digo. Teníamos conferencia de prensa cada cinco minutos y dije “fue la mano de Dios”, no podía decir “fue con la mano”, porque era volver atrás otra vez, por qué lo hiciste, por qué no lo hiciste, al referí lo iban a sancionar de por vida, era Inglaterra, los capos del fútbol, era todo para quilombo.

117 Lo del gol con la mano es una picardía, ¿pero con el bidón no se les fue la mano?

Lo del bidón es algo que se le ocurrió a Carlos y Carlos es así, ¿qué querés que te diga? No por nada dicen de las agujas de Zubeldía, dicen que en esa época existía el doping en el fútbol argentino, se dijeron un montón de cosas que no fueron probadas.

118 ¿No intentaste frenar a Bilardo con el bidón?

No, para nada, porque no creí que Branco fuera a tomar. ¿Qué querés que haga, viejo? El que iba a tomar era Olarticoechea y le grité: “Noooooooo, Vasco, nooooo”.

119 ¿Es muy jodido ser Maradona?

Es el precio que hay que pagar por ser argentino y vivir en un país de fútbol. Por eso cuando vos tenés que elegir las vacaciones, hay que irse a países donde no se juegue al fútbol. Tenés que ir a Tanzania, si hoy en todos lados juegan al fútbol. Yo una vez me fui a la Polinesia con mi hija, al mismo lugar donde 25 años atrás no veían fútbol, y lo primero que me dijo un portugués apenas llegué fue: “Mañana hacemos un partido”. Mi hija le retrucó: “Pará, portugués, mi papá es mío, lo traje hasta acá para tenerlo para mí”.

120 ¿Y a vos te jode ser Maradona?

No, para nada, estoy tranquilo.

121 ¿Te genera algo que haya una Iglesia Maradoniana o que un tipo les ponga de nombres a sus hijas Mara y Dona o ya se agotó tu capacidad de asombro?

Me conmueven como el primer día, por supuesto que todavía tengo capacidad de asombro. Por eso les mandé un mensaje en video a los muchachos de la Iglesia.

122 ¿Tus hijas tienen una vida tranquila o las vuelven locas por el apellido?

Tienen una vida totalmente tranquila, la gente entiende que son mi hijas y que el que hizo los goles fui yo. Aparte mis hijas se manejan como Gianinna y Dalma, no como Maradona.

123 ¿Sos una persona melancólica? ¿Te da cada tanto por sentarte y ver partidos viejos?

No, incluso cuando hablan de mí, bien o mal, cambio. Tampoco me gusta cuando dicen “genio, maestro”, esas cosas.

124 La última: si pudieras pedir tres deseos.

Que mis hijas sean felices, ser técnico de la Selección y que mi sobrino se cure.

(entrevista publicada en la revista "El Gráfico", edición Diciembre de 2007)

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Entrevista a Diego Maradona (3ª parte)


63 De todas las canciones, poesías y ofrendas en general, ¿cuál es la que más te gusta?

La canción de Rodrigo me parece la más linda de todas. Hay un proyecto de juntar en un CD todas las canciones que me hicieron y que yo las cante. Me parece fantástico.

64 Supongo que cantarás mejor que Tevez...

Yo canto.

65 Vas en auto y cruza Ruggeri por la calle, ¿le tocás bocina?

Lo ignoro.

66 ¿Por qué te peleaste con él?

Porque quiso ser el ejemplo, y de ninguna manera Ruggeri es ejemplo. Le quiso decir a mis hijas quién era yo, por eso le respondí y le voy a responder. Es otro que está con Coppola. Es un traidor. Lo conozco bien a Ruggeri.

67 ¿Vos imaginabas, antes de empezar la final con Alemania en el 90, que Codesal los iba a bombear?

Sí, porque Grondona me agarra en la ducha, un día antes de la final, cuando hicimos el reconocimiento de campo en Roma, y me dice: “Está difícil mañana, eh”. Yo le pregunté: “¿Qué quiere decir, Julio?”. Y él: “No, nada más, Diego...”

68 ¿Y por qué creés que los bombeó?

Porque estaba todo armado. Nosotros le cagamos a Matarrese (Antonio, integrante del Comité Organizador del Mundial) y a Italia una final puesta con la mano, que era Italia-Alemania. Ya estaba todo el negocio, le cagamos 180 millardi (millones) al ente que hacía el Mundial, le cagamos la bandera, le cagamos la bocina, le cagamos el festejo, la televisión, les hicimos un desastre total. Y nos tenían que pasar la factura.

69 ¿Qué fue lo primero que pensaste apenas viste entrar a la enfermera en USA 94, después del 2-1 a Nigeria?

No se me cruzó nada. Yo tendría que haber salido en ese partido, le había pedido el cambio al Coco, pero él me pidió que esperara, que aguantara la pelota arriba porque se nos venía Nigeria. Las últimas 2 o 3 jugadas las hice prácticamente en apnea, no me entraba aire por ningún lado. Después salí, se equivocaron con el remedio, el famoso coso que me daba Cerrini y fui en cana. ¿Qué voy a hacer? Ya está.

70 ¿A quién se le escapó la tortuga: a vos, a Basile, al médico, a Cerrini o a Grondona?

El primer culpable soy yo y asumo todo lo que venga, pero en realidad al que se le escapa la tortuga es a Cerrini y a Marcos Franchi, que eran los dos que manejaban la cosa.

71 ¿En el repechaje, contra Australia, no hubo antidoping, no?

No hubo ni allá ni acá.

72 ¿Eso fue una manera de decirte: “Tomá lo que quieras que no te vamos a joder, te necesitamos en el Mundial porque se nos cae el negocio”?

Yo no miento, hermano, por estas dos (se señala el tatuaje de sus brazos), que no las vea más. Para mí estaba todo arreglado. ¿Por qué no hubo antidoping con Australia? ¿No se acuerdan de que salimos todos desnudos por Canal 9, que el "Colorado" Mac Allister salió en bolas con Romay, y Romay no sabía si estábamos jugando fútbol o rugby? ¡Vamos, viejo!

73 ¿Te llegó alguna vez la versión de que Basile no te quería en ese equipo y no le quedó otra que llamarte por los cinco goles de Colombia?

Puede ser que no me haya querido, pero la pelota hace cambiar de parecer a muchos. Aparte yo defendía la camiseta argentina como ninguno y Basile quería lo mejor para la Selección. Yo le servía tanto adentro como afuera de la cancha.

74 ¿Por qué te enojaste con Basile?

Se olvidó de los códigos, nada más. Sabiendo que yo le fui de frente, él se fue de vacaciones con Coppola, me parece una falta de respeto. Pero bueno, es grande, está vacunado, tiene todos los documentos en regla. El hará su vida y yo la mía, cada uno por su lado.

75 Tu día más feliz y tu día más triste en el fútbol.

Los más felices fueron cuando salí campeón del mundo con la Selección, con Napoli, con Boca, con el juvenil. Y el más triste cuando me cortaron las piernas en USA 94, porque era el último Mundial y porque íbamos a ser los campeones del mundo. Cuando después de ese Mundial me los crucé a Romario y a Bebeto, los dos me dijeron lo mismo: “Cuando vimos que le remontaban el partido a Nigeria, nos dimos cuenta de que tendríamos que jugar la final contra ustedes”.

76 El mejor partido de tu vida.

Contra Uruguay, en Puebla, por el Mundial 86. Ese día en que me anularon el gol, por plancha. Claro, era italiano el árbitro. Ese día jugué mejor que contra Inglaterra, las gané todas, todas.

77 ¿Grondona hizo más cosas buenas que malas para el fútbol argentino o al revés?

Estando tantos años en un sillón como el de la AFA habrá hecho cosas buenas.

78 ¿Qué harías hoy si fueras el presidente de la FIFA?

Le daría mucha más importancia a los jugadores para que estén más cubiertos futbolísticamente. Haría calendarios para que rindan más y se vean mejores espectáculos. Si los de rugby hacen un Mundial de 45 días, ¿por qué los de fútbol son de 30?

79 ¿Qué le recomendarías a Riquelme?

Me gustaría que juegue, yo voy a defender siempre a Riquelme, no sé cuál es el problema con este chileno, si tiene la menstruación o qué, no lo entiendo. Riquelme no es un jugador polémico para decir: “No lo pongo porque se portó mal o hace camarilla o es jodido”. No es así. Lo conozco bien a Román.

80 Definí a Passarella.

Un buen técnico.

81 ¿Como persona?

No lo terminé de conocer.

82 ¿Por qué se pelearon?

Todavía no entendí por qué fue la pelea, creo que tenemos una charla pendiente y me gustaría hablar de eso, entre otras cosas.

83 ¿Por qué no lo hiciste, si dijiste que tenías ganas? ¿No te da para llamarlo?

Yo levanté el teléfono para llamarlo cuando le pasó lo del hijo, le dejé mensajes a los teléfonos que me dieron, nunca tuve respuestas y bueno, cada uno es como es, yo no voy a insistir.

84 ¿Ramón Díaz no fue al Mundial 86 ni al 90 porque estaba mal con vos?

A mí no me incomodaba. En la época de Menotti yo me entendía bien con Ramón, el problema es que él estaba del lado de Passarella. Yo me lo banqué a Passarella, me lo hubiese bancado a Ramón, me banqué a Burruchaga, a Ruggeri, me banqué a un montón, no había problemas.

85 Por ahí Bilardo no quiso incomodarte.

No creo, y te voy a decir una cosa: Bilardo, en el 90, no llevaba a Caniggia. Yo lo paré y le dije: “Entonces borrá a dos”. El Narigón no entendía: “¿Cómo?” (hace el gesto de ajustarse la corbata). “Borrá a dos: Maradona y Caniggia”, le pedí: “Ah, no, no, pará, pará”.

86 ¿Es cierto que en un Napoli-Avellino, Ramón te mandó a tirar sal?

Sí, me mandó al masajista a tirarme sal en los botines antes de empezar. ¿Sabés la patada en el orto que le di al masajista? Le metí el botín bien en el orto. Y al Pelado lo mandé a la concha de su madre, porque ésa es de él, lo conozco.

87 ¿No volviste nunca más a hablar con Ramón?

Con él no. Hablé varias veces con el hijo, que es napolitano, tengo buena onda con él.

88 ¿Cómo viviste el Mundial 78?

Vi un par de partidos en la cancha, me invitaron contra Italia y fui con mi hermano. También estuve en la final con Holanda.

89 ¿Por adentro estabas contento por los éxitos o puteabas porque te habías quedado afuera?

Me puse contento por los muchachos, por el fútbol argentino, pero yo sabía que tenía que estar, yo volaba en ese momento. Si volví con Argentinos y le ganamos a Chacarita 5-3 y metí tres goles. Igual salí a festejar al Obelisco como todos, pero yo estaba convencido de que estaba para jugar ese Mundial.

90 Un periodista.

Hubo muy buenos periodistas, me parece que Víctor Hugo es una persona excepcional. Alguna vez hablamos de su relato de mi segundo gol a Inglaterra y lo felicité. Hasta el día de hoy me conmueve cuando algún pibe me dice que tiene el ringtone con el relato de Víctor Hugo del gol a Inglaterra. Es una de las cosas que me emocionan.

91 ¡¿Vos le agradeciste a Víctor Hugo por el relato?! ¿Y él que te contestó: “Gracia' a vo' pibe, por la jugadita”?

Sí, sí (risas), en realidad Víctor Hugo llegó a Argentina en el 81 cuando yo pasé a Boca y es como que le di la bienvenida al fútbol argentino. Es un hombre al que admiro mucho.

92 ¿Sabés de dónde viene la frase “barrilete cósmico” del relato de ese gol?

Sí, por una declaración previa de Menotti sobre mí, que era un barrilete o algo así... No, no, yo me hago el boludo pero no soy tan boludo (risas).

93 ¿Por qué después del éxito de “La Noche del Diez” no seguiste con la tele?

El proyecto es hacerlo por las provincias y llevar a los invitados que no pudieron venir la vez pasada, pero la verdad es que fue mucho estrés, no es fácil.

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¿Qué sentís cuando dicen que el Mundial 86 lo ganó Diego?

Yo siempre dije: “Gracias a Dios, Diego es argentino”. Siempre fuimos conscientes de lo que significaba, aunque no podemos dejar de reconocer que había un plantel extraordinario, que sobrepasó momentos difíciles, con la madurez necesaria para abstenerse de los problemas y hacer lo imposible por la camiseta. Todos ayudamos a que Diego fuera lo que fue. Era el as de espadas, pero el equipo lo ayudó, y mucho.

En el 86, Diego, y en el 90, Goyco… ¿La gente es injusta?

En algunos casos, sí, pero hay que entender cómo es esto. Si no, uno se enferma. Diego en el 86 era el mejor del mundo, hacía cosas imposibles. Y lo de Goyco en el 90fue valiosísimo. Tuvo la fortuna o la virtud de atajar penales decisivos, pero no hay que olvidarse de ese equipo, que tuvo muchos lesionados y demostró un orgullo enorme.

¿Qué se te pasaba por la cabeza a medida que Diego iba esquivando ingleses, en México 86?

Yo estuve cerca desde el arranque de la jugada e iba paralelo a él en la carrera. Cuando encaró al líbero, pensé que iba a darme la pelota, porque venía hamacándose, a punto de caerse. Pero, obviamente, no me la dio. Igual, yo digo que fui actor principal, por haber estado tan cerca. Sólo el Diego de ese momento podía hacer eso.

¿Es cierto que lo puteaste en el festejo?

Sí, le dije: “Qué pedazo de gol hiciste, hijo de puta”. Lo puteaba porque no podía creer lo que había hecho. Aún hoy, al ver esa jugada, uno se pregunta cómo lo hizo. Parece un bailarín llevando una pelota de fútbol.

¿Valdano ya te creyó que no escuchaste el grito ni lo viste para darle el pase en la jugada del gol contra Alemania?

Creo que sí. Es más, ni siquiera vi que me seguía un alemán. Lo único que se me pasaba por la cabeza era llegar lo más rápido posible al arco. Además, si se la hubiera pasado a Valdano, por ahí me la hubieran interceptado. Por suerte, no lo escuché.

(JORGE BURRUCHAGA, ex futbolista y actual DT, Campeón del Mundo en México 86, en entrevista con revista "El Gráfico", Octubre 2003)

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