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Los hermanos Willie y René Van der Kerkhof (en la foto, abajo, 3º y 4º de izquierda a derecha) jugaron la final del Mundial en Argentina en 1978, defendiendo a Holanda cuando perdieron ante el seleccionado argentino en el estadio Monumental de River Plate.
También los hermanos alemanes Berndt y K. H. Foster estuvieron en la final de una Copa del Mundo, en España '82, cuando Alemania cayó ante Italia en el estadio Santiago Bernabeu.
La primera vez que dos hermanos pudieron consagrarse campeones en un mundial representando a su país, fue en el certamen organizado por Suiza en 1954 cuando en la final, Alemania le ganó a Hungría por 3 a 2 y en el equipo germano estaban Fritz y Ottmar Walter.
Fue el 4 de Julio de 1954, en Berna, y los equipos formaron así. Alemania (3): Turek; Posipal, Liebrich y Kohlmeyer; Eckel y Mai, Rahn, Morlock, Ottmar Walter, Fritz Walter y Schafer.
Hungría (2): Grosies; Buzansky, Lorant y Lantos; Bozsik, Zakarias; Czibor Kocsis, Hidegkuti, Puskas y Toth.
El segundo caso se dio en el Mundial de Inglaterra, en 1966, cuando en la final entre el local y Alemania Federal, para el ganador jugaron los hermanos Jackie y Robert Charlton.

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El menottismo en sí no existió. Lo que ocurre es que, como se ganó el Mundial 78, se aprovechó como argumento mediático para defender un estilo que, en definitiva, fue respetuoso con la historia del fútbol argentino. Tengo claro que lo que yo diga tiene repercusión, para bien y para mal. Pero nada más.

(CÉSAR LUIS MENOTTI, entrenador argentino)

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Un singular récord futbolístico le tocó inscribir al marcador central argentino Daniel Pedro Killer quien, entre las décadas del 70 y el 80 jugó para Rosario Central, Racing, Newell's Old Boys, Vélez, Estudiantes de Río Cuarto y Unión de Santa Fe.
Es que el recordado "Perro" Killer jugó 22 partidos (entre 1975 y 1978) en el Seleccionado argentino, siendo el único zaguero en anotar 3 goles, todos en un mismo partido.
El encuentro fue en el marco de la Copa América de 1975, cuando Argentina enfrentó el 10 de Agosto de ese año a Venezuela en el estadio de Rosario Central, ganando ¡11 a 0!
Argentina alineó con Gatti; Mario Killer, Pavoni, Daniel Killer y Andrés Rebottaro; Ardiles (Asad), Gallego y Zanabria (Valencia); Bóveda, Luque y Kempes. DT: César Menotti
Los goles fueron convertidos por Daniel Killer (3), Gallego, Kempes (2), Ardiles, Zanabria (2), Bóveda y Luque.
Daniel Killer formó parte del plantel argentino que ganó la Copa del Mundo de 1978, aunque no jugó ninguno de los partidos.

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César marcó un antes y un después en la historia de la Selección. Antes, muchos jugadores no querían ser citados, preferían quedarse en sus equipos. El Flaco programó todo diferente, le dio prestigio al equipo y consiguió los primeros títulos importantes.

(LEOPOLDO JACINTO LUQUE, Campeón Mundial en 1978, opinando sobre Menotti)

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Esos ojos negros



* A 30 años del Mundial de 1978

El fútbol para los argentinos es casi una religión y cuando, después de brindarle tanto a este deporte a lo largo de su historia, se alcanzó la gloria, la gente enfervorizó y festejó como nunca antes una victoria deportiva.
La tarde fría y gris del 25 de Junio de 1978, la selección de fútbol se consagró campeona del Mundo. El contexto político desempeño rol importante y la dictadura que gobernaba al país armó y diseñó el Torneo que finalizó por cumplir con los objetivos fijados, borrar la memoria colectiva.
Argentinos y holandeses se enfrentaron en el partido final en cancha de River Plate, ante 75 mil hinchas y bajo el arbitraje del italiano Sergio Gonella. Los locales alistaron a Fillol; Olguín, Galván, Passarella y Tarantini; en el medio Ardiles, Gallego y Kempes y arriba Bertoni, Luque y Ortiz. El hombre que se puso al hombro al equipo durante todo el campeonato, Mario Alberto Kempes, abrió el marcador con un gol a los 37’ del primer tiempo. Los holandeses empataron con un cabezazo de Nanninga, quien había ingresado hacía poco y logró la igualdad a 8’del final del partido, para poner justicia en el marcador ya que los visitantes fueron superiores en el segundo tiempo. El estadio enmudeció cerca del final cuando el palo jugó para Argentina, tras una jugada de Resenbrink. Sobre el final del primer tiempo suplementario, a los 14’otra vez Mario Kempes marcó el gol que daba la victoria a la Argentina y lo convertiría en el goleador del Torneo. En el complemento del alargue, a los diez, Bertoni consiguió el 3 a 1 justo y definitivo. En la cancha las tribunas estaban repletas, el general Videla, pulgar en alto, junto a Massera y Lacoste, sonrientes se mostraban como los artífices del triunfo, mientras le entregaban la Copa al capitán Daniel Passarella. En las calles brotaba gente por todas partes para gritar a los cuatro vientos ¡Argentina Campeón del Mundo!. Era un homenaje al país futbolero, a esta tierra que tanto talento desparramó por el mundo a lo largo de su historia y que nunca antes había podido tocar el cielo con las manos.
Fue el justo ganador en un Torneo que no tuvo a ningún seleccionado que marcara una diferencia sobre el resto, el equipo no tuvo una gran jerarquía futbolística, pero tuvo una firme convicción de lo que quería lograr y se entregó, acompañada por el público en todo momento, tras el objetivo de ganar la copa.
El repaso a la historia siempre es bueno y este Mundial merece repasar algunas características que se dieron a lo largo de su desarrollo.
El partido con Perú en la cancha de Central, en Rosario llenó de dudas hasta los bien pensados, se necesitaba ganar por cuatro goles de diferencia y se consiguió la victoria por 6 a 0, pero las dudas vinieron de periodistas extranjeros que hablaron con futbolistas peruanos donde les abrían sugerido el arreglo del cotejo. “El partido con Perú estuvo manchado y tuvo que ver Lacoste, la revista “El Gráfico” y el capitán de la selección peruana”, declaró el reconocido periodista Carlos Juvenal, en una conferencia de prensa desarrollada en el Salón “Libertador General San Martín” de la ciudad de Ayacucho en 1997.
César Luis Menotti fue el técnico y armó el equipo con jugadores consagrados y otros que explotaron durante el Mundial y así conformó a casi todos los hinchas. Antes de su paso por el seleccionado, éste no tenía la importancia que después alcanzó, él le dio prioridad por encima de los clubes y así jerarquizó al fútbol argentino.
Las cosas en el país no funcionaban bien y la consagración del equipo cegó la visión de muchos. Los militares idearon el Torneo para que la gente se tome la píldora que terminó por borrar la memoria de muchos. “...esos ojos negros que miraban como se ganaba en el Mundial estaban tejiendo en sus retinas una historia prohibida”, dice la letra de una de las canciones de León Gieco.
Hubo muchos millones de dólares gastados para que el mundo viera la sonrisa de un país feliz bajo el mando militar. El almirante Carlos Alberto Lacoste, hombre fuerte del Mundial manejó cifras millonarias sin ningún control y luego fue nombrado vicepresidente de FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociado). En 1982 Roberto Aleman, entonces secretario de Estado dijo al diario La Nación “ante cada cifra me caía de espalda, pero estaba todo consumado”. El presidente de la FIFA, Joao Havelange, declaró “por fin el mundo entero puede ver la verdadera imagen de la Argentina”. Los Estados Unidos, a través de Henry kissinger “este país tiene un gran futuro a todo nivel”. Fue una operación planeada para seguir destruyendo al país y a muchos de sus habitantes y el fútbol era la mejor pantalla para tal ocasión. Los altos jefes usaron la pelota como bandera, “veinticinco millones de argentinos jugaremos el Mundial, Mundial la justa deportiva sin igual”, rezaba el himno.
A lo largo de la historia, generales y políticos usaron las victorias deportivas como propagandas de sus gobiernos. “El fútbol es el pueblo, el poder es el fútbol, yo soy el pueblo”, era el lema de la dictadura militar.
Lo cierto es que hubo un mundial de fútbol y Argentina lo ganó. Se logró un triunfo histórico que lo colocó en el lugar que merecía en el ámbito futbolístico. El 25 de Junio de 1978 el fútbol hizo que el país gritara al mundo ¡Argentina Campeón!, aunque el paso del tiempo, el recuerdo haga que aquellos “ojos negros” se animen a abrirlos de a poco, para poder comprender la verdadera historia.

(mi agradecimiento al periodista ayacuchense Diego Castaño por este relato en conmemoración del 30º aniversario de la obtención por parte de Argentina del Campeonato del Mundo de 1978)

Material de investigación:
* Archivo DeporTEA
* Biblioteca “Dante Panzeri” del Club Quilmes (MDP)

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Somos los campeones morales.
(CLAUDIO COUTINHO, DT de Brasil, después de terminar la Copa invicto, en tercer lugar)

Yo felicito a mi colega Coutinho por su campeonato moral y desearía, también, que él me felicitase por mi campeonato real.
(CÉSAR LUÍS MENOTTI, técnico argentino, después de la conquista del Mundial 78)

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El que no salta es un holandés (Mabel Pagano - Argentina)


No hay más ciego que aquel al que
el miedo no deja ver. Ni más ignorante que
aquel al que el miedo no deja comprender.

Pacho O’Donnell



Estaban ahí aquel día en que nosotros nos pegamos al televisor portátil llevado por el gerente, ya que el acontecimiento, muchachos, justifica el abandono del trabajo por un rato, imagínese, hace casi cuarenta años que los argentinos esperamos algo así. Vengan, chicas, que esto no se lo pueden perder y nosotras que ni locas, porque una cosa es un partido cualquiera y otra muy distinta, un Mundial. Pero la Flaca dijo yo tengo que hacer ese trámite de la importadora y se fue. Volvió cuando ya estábamos en los escritorios, todos emocionados porque todo salió perfecto, según Javier, y qué bárbaros los gimnastas, para el cadete y para nosotras, con la banda y el desfile y los papelitos, una maravilla, no sabés lo que te perdiste, pero la Flaca sin interesarse, ahí parada, con los ojos fijos en ninguna parte y diciendo que a la misma hora del festejo, ellas estaban ahí, en la Plaza, como cien, dando vueltas a la Pirámide, algunas llorando y otras diciéndoles a los periodistas extranjeros que no tenían noticias de hijos, hermanos y padres. Y los tipos seguro que los filmaban para hacernos quedar como la mierda en el exterior. Javier interrumpió golpeando el escritorio y el cadete asegurando que no importa porque, total, quién les va a dar bolilla a cuatro chifladas y nosotras diciéndole terminala con eso, Flaca, que por ahí, andá a saber cuál es la verdad y el gerente rematando con que me gustaría saber quién les paga para que saboteen la imagen del país.
Los días siguieron: la República era una gran cancha de fútbol.
Empatamos, ganamos, perdimos, pero no importa, porque la Copa se la van a llevar si son brujos y el televisor ya fijo en la oficina, mirá, mirá que remate, cómo se perdió el gol ese boludo y aquél hoy no pega ni una. Las mujeres, ya bien al tanto de lo que significa un córner, cuál es el área chica y qué es lo que debe hacer el puntero derecho. Pero Goyito, el de Expedición, desapareció hace cuatro días y nada, dale Flaca, vos siempre la misma amargada, el cadete con sonrisa de costado y Javier que por algo habrá sido, che, porque a mí todavía nadie me vino a buscar. Y ellas siguen ahí, dando vueltas a la Pirámide, ma sí, ya se van a ir, cortala, parecés la piedra en el zapato, pero tienen que darles una explicación, lo que tienen que darles es una paliza y listo, así se dejan de decir macanas cuando el país está de fiesta. Hay que embromarse con alguna gente, la patria no les importa, el gerente opinando desde la primera fila frente a la pantalla y la Flaca como para sí misma, el fútbol no es la patria. Gol. Gooooolllll. Golazo. ¡Ar-gen-ti-na! ¡Ar-gen-ti-na!
¿Hacen falta seis para pasar a la final? Se hacen los seis, pero a la hermana de Carrasco la secuestraron anoche a dos cuadras de la facultad, que se embrome, por meterse donde no debe, dijiste vos y Javier yo siempre le vi algo raro a esa chica, enganchando enseguida con que después de los seis pepinos a los peruanos, concierto de cacerolas en los balcones de su edificio, en pleno Barrio Norte, nunca visto, el delirio, la locura y nosotras, contando de la caravana de coches y el novio y el marido, con las banderas, los gorritos y las cornetas, nos acostamos como a las cuatro y hasta la chica aquella, Mariana, la de Libertador, con la vincha y subiéndose a un camión que pasaba para el centro, no se puede creer, ¿viste? Por un anónimo, nada más que por una denuncia sin fundamento y al otro porque ayudaba al cura y a las monjas en la villa del Bajo Flores. Te digo que no me quedó uña por comerme y la hora maldita no pasaba nunca, tocando el techo con cada gol y mirando el reloj, hasta que al fin se dio. Se me cayeron las lágrimas, ¡qué final! ¡El que no salta es un holandés! Y los que desaparecen son argentinos, dale Flaca, no empecés, ¿no te dije, pibe, que la Copa se quedaba aquí? Todos con las banderas y los pitos, a gritar y a cantar, dale con el tachín- tachín, juntos, en aquella fiesta que parecía que no iba a terminar nunca, porque ganamos, salimos campeones y fue como una borrachera de la que nos despertamos con este dolor de cabeza que nos martillea las sienes y un revoltijo de estómago que aumenta a medida que la tapa de la olla se va corriendo. Las cuentas finales no aparecen y la lata está rota de tantas manos que se le metieron adentro. Pero lo peor es lo otro, ellas que siguen ahí, ellas, que ya estaban pidiendo por los que no estaban mientras nosotros saltábamos, sordos a lo que decían algunos como la Flaca, ustedes no se dan cuenta de lo que está pasando y cuando comprendan, ya va a ser tarde. Aseguraba que éramos como los alemanes, que veían el humo saliendo de las chimeneas de los campos de concentración y miraban para otra parte, se callaban, como callamos nosotros, entonces y después, tapándonos hasta las orejas cuando las sirenas nos interrumpían las noches, o escuchábamos algún grito, o se llevaban a alguien del piso de abajo. Nos dieron un pirulín para matar el hambre. Flaca, tenías razón y una entrada al circo para comprarnos la conciencia.

(tomado del libro "Fútbol a puro cuento", Ediciones del Faro Verde, Argentina, 1986. Compilador: Rodolfo Cuenca)

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Soy argentino de nacimiento, peruano de corazón. Vine a defender a Peru y encima de todo está mi reputación. Los peruanos pueden tener confianza de mi honestidad.

(RAMÓN “Chupete” QUIROGA, arquero argentino -nacionalizado peruano-, antes del partido en que Perú perdió 6 a 0 con Argentina y fue señalado por la prensa incaica como uno de los máximos responsables de la derrota)

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El mundo tendrá la oportunidad de conocer la verdadera Argentina.

(JOÃO HAVELANGE, presidente de la FIFA, enalteciendo al país anfitrión, que vivía una violenta dictadura, a cambio del voto que después recibió para ser reelegido)

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Si yo tuviera que elegir a un técnico para que me dirija, me quedaría con el Flaco Menotti. Por sabiduría... Las cosas que él decía a mí me pasaban. Te hablaba y te quedabas mudo, y salías a la cancha y te sentías orgulloso de lo que intentabas hacer. Y Bilardo... Carlos es como un padre para mí. Alguna vez dije que me gustaría que mis hijas tuvieran sus principios. Me ayudó mucho y nunca voy a terminar de agradecerle que confiara en mí como confió: fue decisivo para mi carrera. Eso sí: siempre tuvo una actitud, más allá de lo futbolístico, que a mí nunca me gustó. Nunca dejó que ganaran plata los demás, los que estaban con él. Se le fue Pachamé, se le fue Echevarría... ¡y toda la plata para él!
El propio Echevarría, que era su mano derecha y una de las personas más buenas que yo conocí en el fútbol, necesitó que Basile le diera una mano, que se lo llevara al Atlético de Madrid cuando el Profe, pobre, ya estaba muy enfermo. Y otra cosa: tampoco me quiso explicar nunca, nunca -y yo lloré mucho por eso- por qué lo dejó a Valdano afuera del Mundial de Italia. Porque yo, ¡yo!, le fui a pedir a Valdano que intentara el regreso, después de su hepatitis, y se retirara del fútbol como lo que es, un grande, ¡un grande de verdad! Yo se lo pedí delante de Jorgito, su hijo. Y yo sentí que los traicioné a los dos cuando Bilardo lo dejó afuera... Sé que hay muchas sospechas, sé que a Valdano lo relacionaban con mis reclamos gremiales desde México '86, cuando juntos denunciamos que era criminal jugar al mediodía sólo porque la televisión lo pedía. Pero a mí me dijeron que Valdano no rendía, eso me dijeron. Y nosotros teníamos lesionados a dieciocho, ni yo podía jugar. Lo único cierto es que por alguna razón Valdano no tenía que estar en aquel plantel y yo nunca pude enterarme de la verdadera historia. Eso es lo único que me duele en el balance de mi relación con Bilardo. Como con Menotti me duele que me haya robado el orgullo de jugar el Mundial 78.
Pero, igual, al Narigón lo quiero como a un padre y al Flaco lo admiro.

(extraído del libro "Yo soy el Diego", de Daniel Arcuchi y Ernesto Cherquis Bialo, Editorial Planeta,)

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Yo no sé mucho de fútbol, pero Argentina será Campeón.

(HENRY KISSINGER, ex Secretario de Estado de los EEUU, al arribar a Buenos Aires el 20 de Junio de 1978, para presenciar las instancias finales del Mundial 1978)

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¿Quién sale campeón?

Para mí, Argentina. Pero mejor no lo pongas. Todavía tiene que ganarnos a nosotros y la gente podría pensar mal de mí.

(RAMÓN "Chupete" QUIROGA, arquero argentino -nacionalizado peruano- en declaraciones al suplemento deportivo del diario "Clarín" del 21 de Junio de 1978. Por la noche el arquero, a cargo de la portería peruana en el Mundial 78, recibiría seis goles ante la selección argentina y las sospechas de arreglo de todo el mundo futbolístico)

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Jorge Luis Borges: "odio al fútbol"


Un día como ayer, pero de 1986, la vida de Jorge Luis Borges llegó a su fin. Ayer cumplimos veinte años sin Borges, veinte años sin su genio y sin su pluma. Veinte años sin el escritor argentino más grande de todos los tiempos, el más universal de todos, el que nunca ganó el Nobel. Hoy el mundo, de diferentes formas, lo recuerda.
En ese sentido, vale la pena recordar que entre las filias, obsesiones y temas recurrentes de Borges están los libros, la filosofía, la teología, la matemática, la mitología, el tiempo, la eternidad, el infinito, el destino, los espejos, los tigres, los laberintos y un infinito etcétera. Sus odios y fobias también son varios, pero solo abordaremos uno que es pertinente en estos días de mundial: el fútbol. Y es que en momentos en que coincide la paralización por el Mundial de Alemania y la nostalgia por los veinte años de muerto de Borges, vale la pena recordar lo que Borges opinaba del deporte más popular: "El fútbol es popular porque la estupidez es popular". Para Borges el fútbol es feo estéticamente. "Once jugadores contra otros once corriendo detrás de una pelota no son especialmente hermosos". También llegó a decir que el fútbol es fundamentalmente agresivo, desagradable y comercial. "La idea que haya uno que gane y que el otro pierda me parece esencialmente desagradable. Hay una idea de supremacía, de poder, que me parece horrible".
Pero Borges no se detuvo en la crítica al deporte, además fue feroz también con su afición a la que calificaba de hipócrita, y es que, según Borges: "El fútbol en sí no le interesa a nadie. Nunca la gente dice 'qué linda tarde pasé, qué lindo partido vi., claro que perdió mi equipo'. No lo dice porque lo único que interesa es el resultado final. No disfruta del juego". Y sobre las implicaciones políticas de este deporte, las opiniones de Borges son implacables. Decía: "El fútbol despierta las peores pasiones. Despierta sobre todo lo que es peor en estos tiempos, que es el nacionalismo referido al deporte, porque la gente cree que va a ver un deporte, pero no es así". Y cerraba el desfile de agravios contra el fútbol, acusando a sus creadores: “Que raro que nunca se le haya echado en cara a Inglaterra haber llenado el mundo de juegos estúpidos, deportes puramente físicos como el fútbol. El fútbol es uno de los mayores crímenes de Inglaterra".
Solo para corroborar la opinión que tenía Borges sobre el fútbol basta una anécdota que lo pinta de manera genial. En 1978, a modo de protesta por el campeonato de fútbol que se estaba realizando en Argentina, Borges, optó por una sutil forma de despreciar y burlarse del fútbol y sus seguidores: El mismo día y a la misma hora en que la selección argentina debutaba en la Copa, dictó una conferencia sobre el tema de la inmortalidad.
Queda claro que en la insólita fusión entre fútbol y literatura hay dos grupos muy marcados. Los escritores para los que el fútbol despierta admiración y que lo han usado como un recurso artístico. Y los otros, los que odian el fútbol y se ofenden por la afición que siente la gente por este deporte. Queda claro también que Borges pertenecía a este segundo grupo.
Pero ahora, veinte años después de muerto, el fútbol se venga de su antagonista más célebre. Sobre la tormentosa relación entre Borges y el fútbol, circula una inverosímil leyenda, una especie de mito urbano que señala, sin más, que el fútbol dejó ciego a Borges. En una supuesta biografía no autorizada de Borges, escrita por un supuesto amigo del escritor, se afirma que en algún momento de 1930 Borges y otros intelectuales decidieron jugar un partido de fútbol, deporte por el que Borges, según esta historia, era un apasionado. En la insólita alineación también estaban Adolfo Bioy Casares, Roberto Arlt, Petit de Murat, Ricardo Güiraldes, Horacio Quiroga, Xul Solar y Julio Cortázar. Bueno, hasta el seudónimo de Borges, Bustos Domec, estaba jugando. Y entonces, sucedió algo que cambiaría la vida de Borges. En un tiro de esquina Borges saltó para rematar con la cabeza, pero perdió el equilibrio al ser empujado y antes de caer al suelo su frente se topó con la rodilla de un jugador contrario. Borges cayó al césped, fulminado y minutos después, ya en el hospital, un neurólogo daba el terrible diagnostico: se le habían desprendido ambas retinas, producto del golpe, y con el tiempo quedaría ciego. Por ello no le quedó otra opción que aprender a escribir. Sin duda la historia parece una especie de homenaje borgiano, es decir, una ficción presentada bajo un formato de realidad.
La coincidencia de fechas entre el mundial y el vigésimo aniversario de la muerte de Borges ya forma parte de esas paradojas de la vida. Pero es que no se podría esperar otra cosa para Borges, este inmortal que cumplió su anhelo de convertir su vida en una larga antología de contradicciones.

(artículo de Zoé Robledo, Junio 2006, publicado en "Webarticulista.net")

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Miralo a Teófilo...


No sé cuántos días después del partido (Argentina 6- Perú 0, Mundial 1978), yo estaba aquí, en el centro de Buenos Aires, cuando me encuentro con que de un ómnibus desciende la delegación peruana. A la generación de los Chumpitaz, Challe, Cruzado y otros yo los conocía desde 1969, y a partir de ahí, de muchas Copas Libertadores. A Chumpitaz y a otro que estaba con él, no recuerdo ahora si fue Manzo, el que después vino a Vélez, yo les pregunto qué había pasado y Chumpitaz me dice: "No, dejémoslo ahí, no vamos a hablar nada, Juvenal." Yo les insistía: ¿Cuánta plata hubo? "No, no hubo nada, por favor, Juvenal, esto es algo muy delicado”. Por ahí se hace una rueda, con dos o tres jugadores peruanos, y Chumpitaz me dice: "Si podés ver un video del partido, miralo a Cubillas: vas a ver jugadas espectaculares, cómo Teófilo gambetea dos o tres cerca del área nuestra y después se la deja siempre servida a un jugador argentino". Ha pasado ya mucho tiempo. Ellos me hablaron de una trenza. O que en la conspiración de los que habrían recibido dinero no estaban todos.
Tanto es así que Muñante, el que hizo pegar la pelota en el palo y después lo sacan, no cobró un centavo, estaba fuera. No sé si los que estaban en el arreglo eran los jugadores del Alianza Lima y el Sporting Cristal; mentiría si doy una precisión sobre eso. Ahora, en Perú, los tipos que entienden de fútbol, lo daban como un hecho público y notorio que lo de varios jugadores había sido escandaloso. Después, al poco tiempo, diría que unos quince días, un cable medio perdido hablaba de una donación de varias miles de toneladas de trigo a los peruanos. Esto es lo que me hace creer que la negociación no fue entre jugadores y jugadores, sino que pienso que se hizo en los altos niveles.

-¿Recordás de alguna prohibición expresa de criticar a Menotti y al equipo? ¿Te constó de alguna manera? ¿Fue cierto?

-No sólo es cierto, sino que se transmitió por escrito a todas las emisoras de la cadena de radio y televisión. Yo tuve una copia hasta que, como pasa siempre, alguien me la pidió prestada. Pero en las radios y canales estatales tiene que estar archivada. Prohibía criticar a la selección y a Menotti. Era terminante.

-¿Se utilizó al Mundial deliberadamente para intentar tapar la realidad del país? Ahora que ha pasado bastante tiempo, ¿sirvió de algo hacer algo así?

-Sirvió. A tal punto que sus organizadores, el Almirante Lacoste y el General Merlo, pero éste en tercera fila, contrataron a una consultora norteamericana, Burson-Marsteller. Lo que se logró fue atontar a la gente durante el tiempo que duró el Mundial. Pero hay que ser justos y recordar que había mucha gente, inclusive periodistas, que ignoraban lo que pasaba. Recuerdo que de la televisión de Holanda me pidieron ir a la marcha de los jueves a la Plaza. Fuimos y estaban allí las Madres. Hebe Bonafini, Nora Cortinas y no me acuerdo cuáles otras, pero nadie más.

-Y por el lado de Menotti, de los jugadores, ¿había conciencia, se planteaban algún dilema, tenían contradicciones, desgarramientos o lo asumían con cinismo profesional, digamos?

-Creo que los jugadores ignoraban por completo lo que estaba sucediendo. El único que podría haber tenido una idea era Menotti, pero tampoco creo que tuviera gran información. Inclusive creo que ni sabía que estaba prohibido criticarlo. Sin ir más lejos, cuando los holandeses no se presentan a la fiesta de la noche de la final, lo que les dicen a los jugadores es que no lo han hecho por malos perdedores, cuando el motivo real había sido la presencia de Videla. Ahora, no sé qué habrían hecho si realmente lo hubieran sabido; normalmente, son muchachos sin conciencia política.

-Una sola palabra: Carrascosa (jugador del plantel argentino que se automarginó de participar en el Mundial, días antes del comienzo de la misma, no manifestando nunca los motivos de esa decisión). Lo que sepas o lo que opines.

-Ignoro, porque él ha sido muy pulcro, por qué se fue. Tuve varias versiones. Una vez me encontré con él y prefirió no hablar. Sé que es un nombre de bien. El estuvo disconforme con algo, pero no sé con qué.

-Algo muy serio, en todo caso. O muy pesado.

-Tal vez no. El es un muchacho de principios, y si en una de esas estuvo en contra de que vinieran los que estaban jugando en Europa, para él esa razón chiquita fue importante. Escuché por ahí que se fue porque el seleccionado se dopaba. Eso es descabellado. Me consta que el doctor Oliva hizo hacer muchos placebos, dándoselos a los jugadores y diciéndoles que era para estimularlos. Los deportistas siempre tienen tendencia a tomar algo que les mejore el rendimiento. Sobre este particular voy a contar lo que me dijo alguien como amigo, porque él estaba adentro de la cancha cuando terminó el partido y estaba por empezar el alargue. Pasó por donde estaban los holandeses y los argentinos y con su gran experiencia de deportista, se dio cuenta que ganaban los nuestros. Me dijo: "Mira, tenían una jeringa... Para mí, estaban dopados". Después comentó: "No quiero hacer ningún juicio de valor, pero era la final del Campeonato del Mundo". Así que si algún jugador argentino se dio algún estimulante para la final, es tan humano como robar una manzana cuando se tiene hambre. No creo que lo de Carrascosa haya sido nada grande. Lo que pasa es que se fue sin hacer ruido ni declaraciones. La actitud de un muchacho muy gente, macanudo.

(CARLOS JUVENAL, periodista argentino ya fallecido, brindando su testimonio en “Yo fui testigo: Los militares y el Mundial”, Tomo Nº 8, pág. 100 a 103)

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En 1978, ¿recuerdan? Brasil ya en la vía defensiva, perdió la Copa del Mundo, invicto. Empató todos los partidos. Inventamos una cosa extraordinaria: la invictoria.

(MILLOR FERNANDES, filósofo brasileño)

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Argentina es un país donde reina el orden. Yo no he visto a ningún preso político.

(BERTI VOGTS, capitán del seleccionado alemán, a dos días de iniciado el Mundial 78)

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Botas y botines (Ezequiel Fernández Moores)


Mario Kempes se largó a llorar apenas se enteró del golpe. Su llanto alertó a varios de sus compañeros. El presidente de la Delegación, Pedro Orgambide, recibió una comunicación telefónica desde Buenos Aires informándole que la Selección debía cumplir ese día con su partido y seguir con el resto de la gira. "Yo me enteré por el golpe a través de Muñoz y él nos tranquilizó diciendo que por suerte no había desgracias personales ni derramamiento de sangre", recordaría luego Orgambide. La particular apreciación del "Gordo" Muñoz, casi un comunicado de la Junta, no satisfizo a todos. Algunos jugadores, como Héctor Scotta y el propio Kempes, dijeron que querían volver a la Argentina. Se hizo una reunión y la mayoría decidió que había que seguir adelante. En medio de esa conmoción, revelada por algunos jugadores de aquel equipo, Argentina salió al campo y venció 2-1 a Polonia, dando vuelta el marcador con goles de Héctor Scotta y René Houseman. Aquel partido se jugó en Chorzow, una ciudad industrial de 150 mil personas del sur de Polonia, y sirvió a la Junta Militar para decir que ese día, 24 de Marzo de 1976, todo seguía funcionando normalmente en la Argentina.
Los primeros comunicados de la Junta de aquel miércoles 24 de Marzo hablaban de suspensión de derechos, intervenciones y prohibiciones. Pero el número 23 informaba que se interrumpía la transmisión de la cadena nacional para permitir la difusión en directo del partido Argentina-Polonia. El fútbol volvió a ocupar a la Junta en la primera reunión celebrada por sus integrantes el día 24. El almirante Emilio Massera comunicó al general Jorge Rafael Videla que Argentina debía confirmar su decisión de organizar la Copa Mundial ‘78. "Costará sólo 70 millones de dólares", le dijo Massera a Videla. Alguien intentó explicar luego que las obras demandarían una inversión mayor, pero Videla no se preocupó. "Aunque cueste cien millones no hay problemas", señaló.
"Veinticinco millones de argentinos", como decía el jingle militar, terminaron pagando más de 700 millones de dólares.
El 25 de Marzo la Junta recibió de manos del deporte una de las primeras adhesiones. La dio el presidente de la Confederación Brasileña de Deportes (CBD), almirante Heleno Nunes. "Tal vez sea la mejor garantía de la Copa del Mundo en Argentina", dijo Nunes. Al día siguiente arribó a Buenos Aires una comisión de la FIFA, para inspeccionar las obras del Mundial, encabezada por el alemán Hermann Neuberger, SS en los tiempos de Hitler. "El cambio de Gobierno no tiene nada que ver con el Mundial. Somos gente de fútbol y no políticos", dijo Neuberger. Más claro aún fue el propio mandamás de la FIFA, Joao Havelange. El 28 de Marzo decía desde el exterior que "la Argentina está ahora más apta que nunca para organizar el Mundial". Recibiendo a la FIFA en Ezeiza aquel 25 de Marzo estaba ya el almirante Carlos Lacoste, la bota que Massera puso dentro del deporte, para manejar el poder y los negocios.
Lacoste convocó a sus oficinas en el Ministerio de Acción Social al presidente de Boca Juniors, Alberto J. Armando, y le sugirió que pidiera la renuncia a toda la cúpula de la AFA. Su presidente, el médico de la UOM David Bracutto, rechazó el convite. Pero el 30 de Marzo la dictadura bloqueó las cuentas de la AFA en el Banco Central y Bracutto debió abandonar su cargo. La Marina y el Ejército libraron una batalla para ver quién se quedaba con la pelota. Ganó Massera y el 1º de Mayo de 1976 el voto obediente y mayoritario de los presidentes de los clubes de fútbol permitió al abogado Alfredo Cantilo convertirse en el nuevo presidente de la AFA.
Si la dictadura precisó a la AFA de una fachada democrática, distinta fue la situación en la Confederación Argentina de Deportes (CAD). Allí fue designado interventor Miguel Ángel Bruno, allegado al general Reynaldo Bignone. En el Comité Olímpico Argentino ( COA) el régimen urdió una trampa derrocando al tirador Pablo Cagnasso. Rodríguez sigue aún hoy en el COA y Bruno es su vicepresidente. La palabra "desaparecido" golpeó al fútbol al mes de producido el golpe. El 23 de Abril de 1976 las capuchas se llevaron a Norberto Julio Morresi, de 17 años, hermano de Claudio, el jugador que luego actuó en Huracán y River, una de las pocas voces del fútbol que jamás se escondió para repudiar activamente la represión. Casi al mes siguiente, el 17 de Mayo de 1976, la dictadura tuvo su primera muerte en las canchas. Estudiantes y Huracán jugaban en La Plata y en la tribuna visitante apareció un cartel de Montoneros. En medio de la batahola cayó muerto de un balazo Gregorio Noya, que estaba en la platea acompañado de su hijo pequeño. En 1976, según recuerda el periodista Amílcar Romero, en su libro Deporte, Violencia y política la AFA hizo disputar una cifra récord 752 periodistas y fue bajo la dictadura cuando las barra bravas, como dijo Roberto Perfumo, "ganaron su lugar al sol". Aquel mes de Mayo, el día 23, el triunfo de Víctor Galíndez en Sudáfrica y ante Richie Kates y el asesinato de Ringo Bonavena en un burdel de Nevada ocultaron otra pequeña noticia publicada por los diarios: el hallazgo de los cuerpos acribillados de los legisladores uruguayos Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz.
Util para la dictadura, al deporte también le llegó la censura. El interventor de las radios “Splendid” y “Excelsior”, Vicecomodoro Jorge Pedrerol, transmitió órdenes superiores y prohibió en esas emisoras cualquier "comentario adverso" a la selección y a su técnico, César Menotti. Videla, en tanto, elegía deportistas para almorzar con "jóvenes sobresalientes", el 21 de Septiembre de 1979: entre los elegidos estaba Alberto Tarantini y Claudia Casabianca, años más tarde involucrados en causas por drogas. El 26 de Noviembre desaparecía Claudio Tamburrini, arquero del club de Almagro. Fue torturado y privado de su libertad hasta el 24 de Marzo de 1978. Pasó 120 días en el centro de tormentos clandestino instalado en el oeste del Gran Buenos Aires bajo el nombre de Mansión Seré.
Irónicamente uno de los hombres que tuvo bajo su cargo la Mansión Seré fue el comodoro Julio César Santuccione, famoso profesor en Mendoza y uno de los tantos militares dirigentes de la AFA, en aquellos años, como secretario del Tribunal de Disciplina y de la Comisión Especial de Reformas al Reglamento.
Siguiendo los consejos de la agencia Burson Masteller, contratada para mejorar su imagen en el extranjero, la Junta siguió montada al deporte y el 9 de Septiembre de 1977 Videla esquivó protestas en su visita a Nueva York fotografiándose con Guillermo Vilas, que unos días después ganaría por primera y única vez el Abierto de Estados Unidos.
Aquel mismo 9 de Septiembre, más pequeño, se informaba sobre el secuestro del profesor Alfredo Bravo. El ‘77, cuando ya Suárez Mason viajaba en los aviones de YPF para seguir los partidos de Diego Maradona en su club, Argentinos Juniors, se cerró con el recordado secuestro de las monjas francesas. Al día siguiente, las portadas en los diarios, sin embargo, se ocuparon en la fecha del fútbol, la final del polo entre el coronel Suárez y Santa Ana y una exhibición de Carlos Monzón en la Rural. Los archivos de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) cuentan a 56 desaparecidos en Enero de 1978. Uno de ellos es el único deportista federado argentino chupado por los militares. El atleta Miguel Sánchez un tucumano de 25 años que había participado tres veces en la famosa maratón brasileña de San Silvestre, fue arrancado de su casa de San Martín 176, de Villa España, en Berazategui, a las 3.30 de la madrugada del 9 de Enero de 1978. Su entrenador, Osvaldo Suárez, una de las máximas figuras del atletismo argentino, siempre creyó que se trató de "uno de los tantos errores de procedimiento".
Pero así como en el ‘82 se recordó por la Guerra de Malvinas y en el ‘83 la dictadura se despidió sembrando muerte y violencia con un año negro en las canchas, 1978 quedó incorporado como el año del Mundial. La historia sospechará eternamente del 6-0 ante Perú. Lo hará también de los controles antidóping, como reflotó hace unos días en la TV el periodista Aldo Proietto, director de la revista El Gráfico. Proietto era hombre de Lacoste en aquel engendro llamado EAM ‘78. La imagen de Argentina era custodiada desde los micrófonos por José María Muñoz y Raúl Portal atendía a periodistas en la Cancillería.
En Rosario, a un periodista cuyas crónicas "deformaban la realidad", le mandaron una señorita. Y cuando se quedó dormido la dama se llevó su credencial, sin la cual no pudo seguir trabajando y debió volver a su país. El día que empezó el Mundial, la dictadura cerró el Hospital Rawson. Y un día antes de la final ante Holanda, Adolfo Pérez Esquivel salió de prisión. Argentina ganó el Mundial el 25 de Junio de 1978 y los torturados de la ESMA no escucharon los gritos del estadio de River pese a la cercanía. Ellos se enteraron, porque su represor, el "Tigre" Acosta, irrumpió en el tercer piso al grito de "¡Ganamos, ganamos!". Obtenida la Copa, El Gráfico, abrió su edición del 4 de Junio con una entrevista exclusiva a quien creyó figura de la Copa, el general Videla. Fueron años en que la política abusó del fútbol. Años de Kempes, el Matador. Años de Videla, el asesino.

Distancias: Brasil hizo 4.659 kilómetros; Argentina, 618: Curioso dato, y más teniendo en cuenta que Brasil era el enemigo a batir por los argentinos y las enormes distancias del país organizador.
Coca Cola, patrocinador: Desembolsó 8 millones de dólares para patrocinar el Mundial.
Se marcaron 102 goles: La media del torneo fue de 2,68 goles por partido. Hubo tres goles en propia puerta y 64 futbolistas festejaron al menos un gol durante el torneo.
Más de millón y medio de espectadores: Las gradas de los seis estadios que albergaron partidos acogieron a 1.610.200 personas, a una media de 42.374. La final se jugó en el campo de River Plate en pleno invierno local ante 71.483 espectadores.
Brandts, a favor y en contra: El holandés fue, ante Italia, el primero en marcar en su meta y la rival en un mismo choque. Su equipo ganó 2-1.

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Diariero, albañil, heladero y pintor… ¿Cuánto tiempo le dedicaste a cada oficio y qué tal eras en cada uno?

No me acuerdo exactamente. Hice todo eso por necesidad, ya que éramos 12 hermanos y todos teníamos la obligación de colaborar. Lo que más recuerdo es cuando vendía diarios en los colectivos llenos, pasando entre la gente que viajaba cansada luego de trabajar. Y en verano vendía helados.

¿Cómo te llegó la convocatoria para jugar de pintor del Monumental en el Mundial del 78?

Cuando se hizo una de las torres de iluminación de River, había que pintarla y ponerle antióxido. Una de esas tareas le tocó a mi hermano y, como yo trabajaba con él, aunque tenía 15 o 16 años y estaba por debutar en Primera, lo ayudé. O sea que, en algo, participé en los dos Mundiales.

(JORGE BURRUCHAGA, Campeón Mundial en México 1986, repasando episodios de su adolescencia)

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Nosotros sabíamos poco de Escocia, pero parece que ellos no sabían nada de nosotros.

(PERCY ROJAS, jugador peruano, resumiendo la gran victoria del conjunto incaico por 3 a 1 sobre el británico en el Mundial de Argentina 78)

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Si ellos lo dicen...


“Fue el milagro argentino. Nadie discute que el país ganó el Campeonato Mundial de Fútbol de 1978 antes de que se diera el puntapié inicial. Su organización lograda contra los presagios, sorprendió al mundo (...) Los periodistas argentinos que tuvimos que convivir con nuestros colegas extranjeros durante esos días pudimos comprobar cómo en los más honestos de ellos -afortunadamente la mayoría- se disolvían los prejuicios que traían de sus países merced a la insidiosa propaganda motorizada por las organizaciones subversivas y los ingenuos de siempre (...) Es cierto que los argentinos todos vivieron por primera vez en décadas la oportunidad de salir a la calle bajo una sola bandera. Después de cuatro o cinco años de sufrir una guerra sucia, la guerra desatada por la subversión, surgió la ocasión de expresar entusiasmo (...) En rigor, la tranquilidad estuvo volviendo lentamente antes del Mundial. Actualmente, los argentinos vivimos una calma maculada por las resonancias de escasos pero siempre dolorosos atentados, generalmente efectuados con bombas instaladas por manos anónimas. El último y uno de los que repercutieron más penosamente en el ánimo de la opinión pública. El que costó la vida a tres personas en la calle Virrey Melo, en Barrio Norte, entre ellas la de Paula Lambruschini, de quince años, hija del jefe de Estado Mayor de la Armada (...) De todos modos, esta calma expectante que vive la Argentina es anterior al Mundial. Muy probablemente sin ella no podría haber habido Campeonato. Pero fue durante su transcurso cuando casi mágicamente despertó en la conciencia colectiva esa necesidad de expresarse, de mostrar su unidad bajo la bandera nacional. De mostrarse patriota, en fin. También fue una manifestación de victoria (...) Quizá sea cierto, pero en los festejos del Mundial mostramos por primera vez en mucho tiempo que estamos orgullosos de ser argentinos".


(Marcelo Araujo y Mauro Viale. Revista “Argentina ante el mundo”, Septiembre-Octubre de 1978)

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