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A comienzos de 1959, el club Real Madrid le había echado el ojo a un brasileño que acababa de consagrarse campeón del mundo en Suecia '58: Waldir Pereira, Didí.
Era figura de Botafogo, como un futbolista fino, estilizado, al que se le adjudicaba ser el inventor de la "folha seca" (un disparo seco y fuerte).
Didí golpeaba la pelota con la parte exterior del pie, con bastante potencia, elevándolo por encima de la barrera, y por lo general marcaba el gol de forma espectacular.
Al principio daba la impresión que la pelota iba a la tribuna, pero enseguida bajaba hacia el ángulo del arco para convertirse, lentamente, en gol, como caen las hojas secas (folha seca).
El tema es que el entrenador Fleitas Solich lo llevó al Madrid, con toda la pompa de haber sido una de las piezas clave, junto a Pelé, del Brasil ganador de la Copa del Mundo en Suecia.
Pero todo terminó con una gran desilusión: Didí fracasó rotundamente. Su traslado cansino por el campo de juego y su escaso espíritu de sacrificio no cuajaron con la manera de transpirar la camiseta de Alfredo Di Stéfano o Gento. Didí duró muy poco jugando en Europa y pronto regresó a su país, mientras que el propio presidente del Real, Santiago Bernabeu, declaraba a la prensa, de manera irónica: "Hemos pagado las hojas secas a precio de oro dieciocho quilates".

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Entrevista a Diego Maradona (1ª parte)


1 Salís a la calle y te lo cruzás a Shilton, ¿qué le decís?

“Arquero”, le grito, “arquerazo”. No me quiso invitar a su partido homenaje. ¡No voy a poder dormir Shilton, qué pena!

2 Vas en auto por el desierto y está Codesal haciendo dedo...

Le tiro una anchoa.

3 De pibe, en la pobreza de Fiorito, ¿nunca se te cruzó por la cabeza ir a robar?

No, porque mi viejo me hubiera cagado a trompadas. Mi viejo me enseñó todo lo mejor que pudo. Me educó demasiado bien, el mal aprendido fui yo con todo lo que hice mal en mi vida. Si vieras la ternura que tiene hoy mi viejo en los ojos es algo increíble. Yo siempre les digo a mis hijas que le miren los ojos a mi viejo. El no habla, no dice, hay que mirarlo nada más.

4 ¿Por qué te drogaste la primera vez?

Por investigar. Y me fue mal.

5 ¿Estabas con amigos y te incitaron?

Fue por mí, no le echemos la culpa a nadie. Ahora, te aclaro otra cosa: todos los que dicen que no tomaron conmigo, todos esos tomaron, ¡eh! Te lo digo a vos: tomaron. No doy nombres porque no soy vigilante, pero si me dicen algo, les contesto. Ojo, que no se hagan los pícaros.

6 ¿A qué edad te drogaste por primera vez?

A los 22 años.

7 ¿Fumaste un porro?

Cocaína.

8 ¿La droga es pasado o tenés miedo de que vuelva?

Sueño. Sueño y es feo, pero hace tres años que no tomo nada.

9 ¿Tu polvo más grande fue contra Inglaterra en el 86, contra Brasil en el 90 o contra Italia en el 90?

Italia, por todas las connotaciones que tuvo, y aunque me haya costado un montón de cosas después, porque vivía en Italia, porque la Gazetta dello Sport tituló “Maradona es el diablo”, y porque los dejamos afuera. ¡No sabes qué placer, hermano!

10 Cuando decís que te costó un montón de cosas, ¿te referís a las facturas que te pasaron con el dóping?

Sí, y también se las pasaron a Cani (por Caniggia). Pero si hoy supiera el final de la historia, cómo termina, lo volvería a hacer de nuevo. Que no quede ninguna duda.

11 ¿Bilardo o Menotti?

El técnico más grande que yo tuve fue Menotti. Tiene las cosas muy claras, a Bilardo lo entendía a través del Profe Echevarría. Tácticamente, Bilardo es diez veces más que Menotti, pero te tenía en la cancha mucho tiempo, mientras el Flaco te lo fraccionaba y te lo explicaba de una manera que vos lo entendías rápidamente.

12 ¿Bilardo te supo usar mejor que Menotti, entonces?

Puede ser. Menotti tenía más el equipo en la cabeza y Bilardo me puso un equipo para mí, para que me pudiera realizar.

13 En la disputa entre bilardistas y menottistas, los primeros sacan chapa argumentando que los resultados los obtuviste con el Narigón.

Pero no por tener resultados es más grande. Cuando Platini ganaba campeonatos con la Juventus, decían que yo era un buen jugador, un giocoliere (en italiano: “malabarista”), un jugadorcito, porque Platini ganaba. Después, cuando yo empecé a ganar decían que Platini era un jugador muy táctico. Pónganse de acuerdo. Los resultados no explican todo.

14 Vamos con una frase maradoniana: ¿quién es más falso que dólar celeste?

Uhhhh, hay tantos... Se juegan el podio entre Blatter, Beckenbauer y Platini. Y un poquito más atrás entra el morocho... el diez brasileño. En otra época iba primero de cabeza, pero hoy hay otros. Son todos mamaderas (sic). Fijate vos: el Mundial se lo dieron a Francia porque estaba Platini y hoy Platini es el presidente de la UEFA. El 2006 se lo dieron a Alemania, a Beckenbauer, otro mamadera. Y ahora se lo dan a Brasil... Está muy clarito todo esto, por eso cuando Blatter me invita a formar parte de la familia de la FIFA, yo le contesto: “Por el amor de Dios, a esa familia no la quiero, yo tengo a la Tota y a don Diego, ésa es mi familia, la otra dejá...”.

15 ¿Con Pelé te amigaste para subir el rating de tu programa o era de verdad?

Mientras él se gane su vida, está todo bien; ahora, cuando quiere cagar más alto que el culo, no existe.

16 ¿Qué no te bancás de él?

Que lo mame a Blatter, a Beckenbauer, a Platini, que esté queriendo meterse permanentemente en todos los negocios, eso no me banco. Que se olvide de que fue jugador de fútbol, eso no me banco. Ya se lo dijo Romario, también Zico, los propios brasileños. A mí no me gusta el tipo que quiere llegar rampicándose (en italiano: “trepando”) porque él no lo necesita, se lo ganó dentro de la cancha, él no necesita ser un Blatter que nunca le pegó a una pelota de fútbol y tiene que ser mamón (sic) para llegar a ser el presidente de la FIFA.

17 ¿Por qué creés que perdiste con Fangio en “El gen argentino”?

No sé qué quieren inventar. Yo ya les gané a Fangio, Monzón, De Vicenzo y Vilas como el mejor deportista de todos los tiempos. Les saqué un montón de votos a los cuatro y me dieron el premio. ¿El gen argentino? Ganó San Martín, ¿no? Si San Martín no cruzó los Andes, ¿qué me vienen a hablar? ¿Me van a decir que San Martín cruzó los Andes? ¡¿Y encima en burro?! Mirá, hoy te alquilás un avión de 50 mil dólares y el avión te hace así (mueve las manos como una coctelera) y me dicen que cruzó los Andes... Mentira...

18 Dame tu ranking de los cinco deportistas argentinos más grandes de la historia.

Sin ponerme yo, estaría Monzón, Di Stéfano... Me acuerdo de que una vez, en España, Alfredo entró a un restaurante y se pararon todos a aplaudirlo. Fue la primera vez que vi algo así, mientras Alfredo decía “vete a tomar por culo”... Vilas también le dio mucho al deporte argentino y a mí me hizo muuuuy feliz Nicolino Locche...

19 De los actuales.

Me encanta Nalbandian. En el momento en que decían que estaba gordo, que esto y lo otro, cazó la raqueta y le ganó al primero, al segundo y al tercero. Y para que no queden dudas, lo hizo dos veces. Y nos cerró el orto a todos. Bah, a mí no, porque siempre creí en él, pero a los giles que tienen la lapicera y el chamuyo fácil les cerró el orto.

20 ¿Admiraste mucho a algún deportista del mundo por sobre el resto?

A Michael Jordan, Tiger Woods y Federer.

21 ¿Alguna vez pediste un autógrafo?

De chico se los pedí al Chivo Pavoni y a Rojitas. Recuerdo que cuando pasé a Boca, El Gráfico nos juntó con Rojitas y fuimos a comer juntos. Fue maravilloso. Yo vi jugar una vez a Rojitas: ya estaba grande, pero hizo dos o tres cosas bárbaras... Tengo varias anécdotas con jugadores viejos. Una vez, el que era mi suegro, me dijo: “Acá, a unas cuadras, va a jugar Ermindo Onega”. Yo tenía 16 años, estaba noviando con Claudia. Lo fui a ver y era tan distinto Ermindo, jugando, tocando, pegándole a la pelota. Yo decía: “¡Mirá qué diferencia, cómo me gustaría ser como Ermindo!”. Terminó el partido y me acerqué a saludarlo.

22 ¿Quién es Diego Maradona?

Un tipo que está peleando la vida todos los días, que aprendió a ser feliz día a día. Mis nenas me enseñaron que me tengo que levantar todas las mañanas y estar con ellas. Las veo siempre, y si no puedo las llamo y también nos mandamos mensajes de texto. La chiquita, cuando yo estaba casi muerto, la última vez, me dijo: “Papá, tenés que vivir para mí”. Y eso me lo hice carne, viste, o sea me levanto todos los días pensando en eso, no me lo puedo sacar de la cabeza.

23 Hablando de Gianinna, ¿le preguntaste si pasó algo con el Kun?

Me contó que lo encontró en Sunset, pero ya se conocían de antes.

24 Si lo tenés a Agüero adelante, ¿qué le decís?

Que sea feliz con la persona que esté al lado de él.

25 Uno imagina al hijo de una Maradona con un Agüero, y el resultado puede ser una bomba...

¡Pará, te estás pareciendo a Rial, che! Lo que digo es que yo, viéndola feliz a mi hija, está todo bien. Uno dice que es celoso, que le va a cortar la cabeza al novio y esas cosas, pero es todo para convencerse a uno mismo...

26 ¿Está en tus planes tener más hijos?

No.

27 ¿Te ves abuelo?

Síííííí, por supuesto, me veo un gran abuelo. Las nenas todavía no me dan ningún síntoma, pero tienen 20 y 18 años.

28 ¿Por qué desde 1986 Argentina no volvió a ganar un Mundial y ni siquiera llega a una semifinal desde 1990?

¿Culpa tuya? ¿Culpa mía? Pará. Yo creo que en la Selección falta algo adentro, un revulsivo en el vestuario, como dicen los españoles. Es lo que veo, la Selección necesita un poco de rebeldía, alguien que le dé otro sentido, otro tono.

29 ¿Cómo se consigue?

No sé, no estoy adentro para entenderlo. Me encantaría estarlo.

30 Mañana es la final del Mundial, ¿cómo formaría tu Selección?

Es difícil, yo jugaría con Crespo, también metería a Tevez, a Messi tirado atrás, a Riquelme. Tampoco faltarían Agüero, Gago, Mascherano y Ayala. La verdad que ésta es una camada linda de jugadores para agarrar, yo estaba muy ilusionado después del último Mundial, pero la realidad es que hay un técnico y se dará cuando se tenga que dar.

31 ¿Por qué dijiste que te aburría la Selección?

Cuando hablo de la Selección, a los únicos que no les quiero faltar el respeto es a los jugadores. Ellos lo saben, porque lo charlé con Lio, con Carlitos, con Román. Espero mucho más de este equipo. En el arranque de las eliminatorias (la nota se hizo antes del partido con Bolivia) me aburrí. Jugamos contra Chile y parecía que venía Brasil del 70, como si Bielsa pudiera cambiarles la mentalidad a sus jugadores en un mes. Con Venezuela lo mismo, y nos quedamos con el toque fácil para el costado.

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Di Stéfano o la guerra Barcelona-Madrid


Con toda la nativa arrogancia de sus compatriotas, pero también con mucho del encanto natural del latino, Alfredo Di Stéfano hizo la gloria del Real Madrid en los años sesenta. Y la suya personal como uno de los grandes futbolistas de la historia. Pero hasta que llegó a España, su carrera había sido bastante tormentosa. Nacido en Buenos Aires el 4 de Julio de 1926, ingresó en el famoso River Píate, donde destacó muy pronto. Se le llamaba la "saeta rubia". Sin embargo, tentado por las ofertas de un equipo colombiano, el Millonarios, Di Stéfano dejó el River y marchó a Bogotá junto con Pedernera, Néstor Rossi y otros "ases" de la época. Esta situación creó un grave conflicto entre las federaciones de ambos países. Colombia rechazó todas las demandas y fue expulsada de la FIFA, y Di Stéfano, aunque jugador proscrito, se hizo famoso.
Cuando la "burbuja colombiana" explotó, dos clubes españoles, el Real Madrid y el Barcelona, contrataron a Di Stéfano. El Madrid trató directamente con el Millonarios, y el Barcelona con el club de origen, con el que Di Stéfano aún tenía pendiente su compromiso. Y aquí viene lo curioso y anecdótico.
La Federación Española quiso desenredar aquella maraña sugiriendo salomónicamente que Di Stéfano terminara la temporada en el Real Madrid, trasladándose a Barcelona para la siguiente, y así sucesivamente hasta que ambos clubes conviniesen una solución definitiva. Pero, conociendo la rivalidad de los dos grandes clubes españoles, era imposible de llevar a la práctica. El Barcelona tenía ya en sus filas a Ladislao Kubala, un fenómeno llegado a España desde Hungría tras mil vicisitudes. El entonces presidente del Barcelona, D. Enrique Martí Carreto, resumió el proceso en una carta pública que decía entre otras cosas:
"Una vez conseguida la anuencia del River Plate, nos pusimos en relación con el club Millonarios de Bogotá, y después de largas gestiones y vicisitudes se nos manifestó por su delegado que el club que presentara el pase del River obtendría también el de ellos. Esto no sucedió, ya que más adelante tuvimos conocimiento de que el presidente del Millonarios había cedido sus derechos al Real Madrid.
Hecha pública la disposición de la Delegación Nacional de Deportes sobre jugadores extranjeros, orden que acatamos respetuosamente, hicimos todo lo posible para traspasar a Di Stéfano a un club extranjero. Como para esto necesitábamos la conformidad del Real Madrid, me trasladé a dicha capital y, bajo los auspicios de un miembro de la FIFA, que se ofreció para ello, se hicieron todas las gestiones para efectuar el traspaso, sin lograrlo en definitiva. En esta situación y tratando ya sólo de defender los intereses deportivos y económicos de mi club, y bajo el arbitraje del Dr. Muñoz Calero, presidente de la Federación Española, se dirigió una súplica conjunta al Delegado Nacional de Deportes, en solicitud de excepción para dicho jugador, ya que los trámites reglamentarios se habían cumplimentado con anterioridad. No obstante, era necesario que ambos clubes se pusieran de acuerdo, y tras arduo empeño mío en superar todas las dificultades, en un caso que más que difícil me pareció especialísimo, sintiendo él pesar de presumir que no satisfaría la decisión, acepté el laudo y firmé el pacto, que establecía una igualdad económica y un contrato alternativo entre los dos clubes, con la salvedad de que, de mutuo acuerdo, podría ceder un club al otro, definitivamente, al jugador.
Inmediatamente después de dar cuenta al Comité Directivo de mi club de este acuerdo, y sabiendo que el criterio de muchos socios hubiera preferido que se realizara de otra forma, se confirmó mi creencia de que cualquiera de ellos, con más acierto, podría cumplir la misión mejor que yo, y exclusivamente por mi propia voluntad, presenté mi dimisión irrevocable."

Prácticamente aquí concluyó el caso. Di Stéfano fichó por el Real Madrid y lo condujo por la senda del triunfo durante ocho temporadas. Vistiendo de "blanco" jugó 510 partidos y marcó 428 goles, 49 de ellos en la Copa de Europa, que conquistó en cinco ocasiones.
Di Stéfano hizo fama y dinero. Pese a su arrogancia, jamás olvidó lo que debía al fútbol. En el jardín de la lujosa residencia que se construyó en Madrid tenía un pequeño monolito con una pelota de fútbol encima y esta inscripción: "Gracias, vieja".
El estilo de Di Stéfano requería una forma física espléndida. Nunca soslayó los entrenamientos y la práctica constante. Fue un "zar del fútbol", pero un "zar" inimitable. Imponía su ley y nadie le discutía. "Ases" extraordinarios como Kopa, Didí o Simonsson fracasaron en el Madrid porque a Di Stéfano no le gustaba su manera de actuar. Se asegura incluso que afirmó de Didí que éste "era demasiado viejo y no valía para sucederle". Pero orgullo aparte, Di Stéfano era un excepcional director de juego, un todo-terreno que defendía y atacaba inagotablemente durante los 90 minutos.
El Barcelona, que había dispuesto de todos los derechos sobre él, flaqueó a la hora de adquirirlo. Un poco porque entonces el prestigio del jugador no era el que luego fue, y un mucho por el peso de unas circunstancias adecuadamente manejadas por el club rival.
Cuando en un partido amistoso inolvidable, que se jugó en el estadio del Barcelona, Kubala y Di Stéfano actuaron conjuntamente bajo la camiseta azulgrana, se vio el fútbol más rutilante de muchos años. Tal vez será difícil repetir algo semejante.

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El técnico de España en el Mundial organizado por Chile en 1962, era el argentino Helenio Herrera. Entre sus máximas figuras estaba otro argentino, Alfredo Di Stéfano, también el húngaro Ferenc Puskas, el paraguayo Eulogio Martínez y el uruguayo José Emilio Santamaría, todos ellos, como es lógico, nacionalizados españoles. Por tal motivo, a esa selección española la llamaban "el equipo de la ONU" (Organización de Naciones Unidas).
Mientras que Alfredo Di Stéfano no pudo jugar un solo partido, al viajar lesionado y no poder recuperarse, Santamaría disputó 2 cotejos, Puskas 3 y Martínez tan solo uno. La actuación de España en esa Copa fue muy floja, no pudiendo pasar la primera ronda, la del Grupo 3, que integraba junto a Brasil, Checoslovaquia y México.
En el primer partido, Checoslovaquia la derrotó por 1 a 0, en su segunda presentación le ganó a México por 1 a 0 (gol de Peiró) y en el tercero y definitorio cotejo para pasar la serie, Brasil le ganó por 2 a 1. Vencía España con gol de Adelardo, pero en pocos minutos, Amarildo (suplantaba a Pelé, que se había lesionado) anotó los dos goles decisivos.
Los clasificados de esa zona fueron Brasil (que sería el campeón) y Checoslovaquia, siendo eliminados España y México. Lo curioso es que José Santamaría ya había participado en el Mundial de 1954 realizado en Suiza, pero jugando para Uruguay, mientras que Puskas (en la foto junto a Nilton Santos) también lo había hecho en el certamen suizo, pero vistiendo la camiseta de su Hungría natal, país que por entonces tenía un poderoso equipo, pero que sucumbió en la final ante Alemania.

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Ni Pelé, ni Cruyff, ni Maradona. Nadie como Di Stéfano.

(MARQUITOS, ex futbolista, compañero de "La Saeta" en aquel inolvidable Real Madrid de los '60)

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Pedro Escartín fue un español que vivió el fútbol con verdadera pasión. Había nacido en Madrid el 2 de Agosto de 1902 y fue árbitro durante 26 años, dirigiendo 847 partidos, entre ellos 5 finales de Copa de España, actuando además en los Juegos Olímpicos de 1928 y en el Mundial de Italia de 1934.
Pero también Escartín fue técnico del seleccionado español en dos ocasiones, rechazando siempre el cobro de sus haberes. ¡Qué tiempos aquéllos!
Era también un hombre algo despistado, tal es así que en la charla previa a un partido internacional, les encomendó a sus jugadores el utilizar una táctica que respondía a un 4-4-3.
Pese a preguntar si se lo había comprendido, nadie se animaba a decirle de lo imposible de jugar con 12 jugadores (al arquero se lo omite en la táctica del equipo), hasta que Alfredo Di Stéfano se despachó con un histórico: "Lo que dijo está muy bien, don Pedro, pero tenemos doce jugadores..."
Cuentan que Escartín, sin aceptar su equivocación, cambió la respuesta alentando a sus jugadores con un: "Pongamos mucho corazón, corramos a todos los balones como si fuera lo último que hicierais en esta vida, para que nuestros rivales piensen que nosotros jugamos con uno o de más".
Otra vez, estando en Roma para dirigir un partido de la selección italiana, aprovechó para pedir una audiencia al Papa Pio XII. Le advirtieron de que debía esperar arrodillado la llegada del Papa y de que no se pusiera en pie hasta que el Pontifice se lo indicara. Pio XII le dijo: ¿"Así que usted fue el árbitro que le anuló ayer dos goles a Italia"? "Sí, pero fue con justicia, Santidad", respondió. El Papa le pasó factura y lo tuvo toda la audiencia de rodillas. Fue el mayor castigo recibido por un árbitro internacional.

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El Real Madrid de Alfredo Di Stéfano ya había ganado tres Copas de Europa consecutivas (1956-1957-1958) cuando en 1959 disputó la final de una nueva edición de la misma ante el Reims, de Francia.
El partido se disputó en Stuttgart, Alemania, y para el equipo "merengue" estaban, además de Di Stéfano, los argentinos Rogelio Domínguez, arquero, y el delantero Héctor Rial, además del técnico "Yiyo" Carniglia.
El cotejo comenzó bien para el Real Madrid, porque el español Mateos lo colocó rápidamente en ventaja. Pero poco después comenzaron las desventuras. Mateos, en jugada individual, ingresó al área rival, donde lo derribaron. Penal.
El encargado de ejecutarlo era Di Stéfano, pero Mateos le pidió poder patearlo: "Alfredo, si hago dos goles en una final tengo el contrato asegurado para el año siguiente", le explicó.
Di Stéfano le dijo que no, porque el partido estaba difícil y el técnico le había dado a él la responsabilidad. Pero ante las súplicas de Mateos, El "Di", finalmente accedió a dejárselo ejecutar, no sin antes advertirle que lo pateara fuerte, porque el arquero del Reims, Colonna "es un gato".
Mateos lo tiró débil, a la derecha de Colonna, quien desvió la pelota al córner. ¡Di Stéfano lo quería matar!
Para colmo el puntero derecho del Real Madrid, el francés Raymond Kopa quedó lesionado en una rodilla. Se quería ir de la cancha (por entonces no se podía hacer cambios) pero Carniglia le tocó la moral, llamándolo "cobarde". Entonces Kopa siguió jugando, como si fuera un poste, pero al menos servía para devolver una pelota o realizar un saque lateral.
En el entretiempo, las discusiones en los vestuarios fueron muchas, pero el Real salió con todo a jugar lo que faltaba, conquistando Di Stéfano el segundo gol del Real Madrid y, de tal modo, una nueva Copa de Europa para la prestigiosa institución española.

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Francisco Gento fue un extraordinario wing izquierdo español, pieza fundamental del Real Madrid de los años 50, del que era dueño y señor en cuanto a estrategia y mando Alfredo Di Stéfano.
Entre sus recuerdos, Paco Gento recordaba hechos y anécdotas de aquéllos equipos que integró junto a Di Stéfano, Puskas, Rial y Kopa, entre otros fenomenales futbolistas que le permitieron a él dar la vuelta olímpica en 6 ocasiones en la Copa de Europa.
Entre otros temas, Gento rememoraba al por entonces presidente del club, Santiago Bernabeu, mencionando que no le agradaba tener en su plantel a jugadores negros, o con bigotes. Pura discriminación.
"En aquéllos tiempos yo le dije a don Santiago que en Portugal había visto a un jugador extraordinario, que se llamaba Eusebio y que por qué no lo traía al Real. No lo trajo y me enteré que era porque Eusebio era negro. Don Santiago tenía esas cosas. Pero una temporada más tarde, incorporó a Didí (dos veces campeón del mundo con Brasil) que traía enorme fama. Sin embargo Didí fracasó, y no por que, como se decía, no se llevaba bien con Di Stéfano. Nada que ver. El problema era que nosotros jugábamos a cien kilómetros por hora y Didí caminaba en la cancha", explicaba el legendario delantero merengue, a quien llamaban "La galerna del Cantábrico", y que se retiró del fútbol en 1971.
Luego toreó novillos, cortó una tarde dos orejas, pero no quiso por nada del mundo ser técnico de fútbol.

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Cuando llegué a Madrid lo primero que hice fue querer hablar con Alfredo Di Stéfano, "palabra santa" en el club.
Él me preguntó cuál era mi idea, o mi anhelo en el Real y le contesté que soñaba con salir campeón. Apenas terminé, me corrigió: "No, viejito, no. Lo que tú tienes que pensar es en poder renovar tu contrato, porque si tú juegas bien, si el club te retiene, es porque fuiste importante y si fuiste importante, es más probable que el equipo salga campeón".

(JUAN CARLOS TOURIÑO, ex futbolista argentino recordando su paso por la entidad "merengue")

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A comienzos de 1948, Néstor Rossi y Alfredo Di Stéfano estaban en conflicto con River Plate por la firma del contrato, por eso no fueron a Santiago de Chile donde se jugaba un Torneo de Campeones, precursor de la Copa Libertadores.
Cuando solucionaron el problema, viajaron a Chile. Llegaron a la tarde y esa misma noche enfrentaron a los bolivianos del The Strongest.
Cuando estaban en la cancha dispuestos al saque de salida, José Manuel "El Charro" Moreno le pregunta a Di Stéfano: “Alemán... ¿Estás para “esprintear?”. Ante la respuesta afirmativa, Di Stéfano movió con pase al "Charro" y empezó a correr pasando entre los atónitos defensores.
Y recuerda que “mientras corría miré por sobre mi hombro derecho y la pelota, blanca como una luna, venía siguiéndome por el aire. Llegó junto conmigo al área y cuando salía el arquero Araya se la toqué de cachetada al gol. Iban seis o siete segundos”.

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Entrevista a Alfredo Di Stéfano (25/04/54)



DI STÉFANO: "El fútbol tiene algo de arte. Todo lo que hacemos con los pies lo hemos de hacer antes con la cabeza"

No hay que explicar nada sobre la personalidad del delantero centro del Madrid, de la “Saeta Rubia”, del máximo goleador de la Liga, de este jugador extraordinario que tiene poco menos que acaparado, por derecho propio, el primer plano de la actualidad deportiva. Los deportistas ya saben de él casi más cosas que sepa el mismo Di Stefano, y los profanos, aunque no sepamos nada, sabemos que en lo suyo es un tipo imponente, y en paz.

Di Stéfano está en su máximo instante vital. Se prepara en estos días un homenaje a su figura y al reconocimiento de lo español por los servicios prestados al Madrid sin desmayo, con asidua sabiduría, por el argentino internacional que hoy nos ocupa.

Di Stéfano ha venido a Barcelona en los mismos días de abril en que estoy y se hospeda también el Hotel Oriente, en el cogollo urbano de estas Ramblas expresivas y multicolores. Visto así, de cerca, con pantalón largo, con corbata, camisa y americana, DI Stéfano no podría llamar la atención de nada. ¿Es que tiene que llamar la atención por algo un jugador de fútbol? Seguramente, no. Pero, claro, la fama parece que se va a notar físicamente en alguna cosa. Y luego, resulta que no se suele notar físicamente en nada.

Está Di Stéfano vestido con un traje gris como de verano. El saco cruzado le queda un poco grande, como si hubiera adelgazado o fuera de otro. El pantalón le cae demasiado sobre el zapato negro. No es precisamente un “dandy” este muchacho. No da la impresión de proponérselo tampoco. Es correcto, esto sí.

Pertenece Di Stefano a la gran raza de los rubiascos. No es rubio, sino exactamente eso: rubiasco. Tiene una expresión un tanto atónita, como si acabara de despertar, como la del hombre que va a un Banco y lo encuentra cerrado, como la del muchacho a quien ha dado plantón una chica. Una sonrisa de excelente chico se asoma a los labios delgados. El mentón es largo y partido. La frente, despejada. Las cejas, altas.

Hemos elegido para hablar un rincón del hall, cerca de un largo itinerario de vitrinas con toreritos, bailarinas y castañuelas, con abanicos, con tijeras y puñales de Eibar, con todo ese mundo convencionalmente español preparado para el desfile turístico. Son las doce y media de una mañana gris, de una mañana de primavera escamoteada. Él, que va a jugar esta tarde, ha almorzado a las doce. Esta “concentrado”.

- ¿Qué hacía usted antes de dedicarse al fútbol, Di Stéfano?


- Estudiaba.

- ¿Para qué estudiaba?


- Para ingeniero agrónomo. Mi padre tenía en Buenos Aires ganadería y, claro, todo lo relacionábamos con la tierra.

Habla Di Stéfano con mucho acento argentino. Es lo que pudiéramos decir, con bastante precisión, expresivamente inexpresivo, más bien soso y tímido, con una simpatía que él no la procura, que él no ayuda con nada. Cruza las manos en postura habitual, siempre está cruzando los dedos, y cuando no llega a esto se coge con una mano un dedo de la otra. En la derecha lleva una alianza.

- ¿Se ha perdido en usted un buen Ingeniero?


- Yo creo que sí. Y lo creo porque, teóricamente, me gustaba mucho la carrera y era un buen estudiante.

- ¿Lo siente?


- No. El fútbol ha sido para mí una verdadera vocación.

- ¿Cómo despertó en usted esa vocación?


- Iba con otros muchachos, para divertirnos, a jugar a un campo. No sé… Mi padre también había sido jugador de fútbol. En seguida me llevaron al River Plate, de Buenos Aires.

Llama a un camarero. Me pregunta qué quiero tomar. Naturalmente, yo café. El también café. Me asombra un poco, pero luego me acuerdo de que él ha comido ya. Conversamos sobre su familia, su sangre, su raza. Es un producto muy internacional Di Stéfano. Argentino: con italianos, franceses e ingleses en sus ascendencias. Salen bien estas cosas.

- ¿Lee usted? La pregunta, si no como una pedrada, si como un terrón de azúcar tirado en el café de pronto, la encaja bien:


- Si leo bastante.

- ¿Qué?


- Por lo general, Historia y Biografías. Me gusta más la vida vivida que la novela. También escribo.

- ¡Caramba! ¿Qué escribe usted?


- Cartas

- ¡Ah!


- Y colecciono con mucho cuidad en carpetas todo lo que se publica sobre mí. Lo llevo con un gran orden.

- ¿No escribe más?


- Siempre he pensado en intentar alguna vez escribir mi vida. Sería muy lindo

- ¿Cuántos años lleva usted en la vida?


- Veintisiete.

Di Stéfano está casado. Tiene dos niñas. Me han dicho que es un hogareño, muy buen marido, muy buen hijo, muy buen padre. Sigamos:

- ¿Para qué quiere usted el dinero?


- ¿Cómo qué para qué lo quiero?

- Sí, ¿qué hace usted con él?


- Todo lo que gano lo invierto en tierras y en ganadería. Yo tenía desde 1947 un “tambo”.


Ampliación a mi desconocimiento de estas cosas. Primero, lo que es un “tambo”. Luego, lo que hacen en el “tambo”. Después, lo que produce un “tambo”


- Ordeñar…


- ¿Ordeñar?


- Ordeñar, crema y mantequilla…


- ¡Ah, bueno!

Hablamos ahora de fútbol. Para mi éste es un bosque donde me encuentro perdido. Lo mismo me ocurrió con Kubala y con Samitier. Pero no importa. Además, no hay otro remedio. ¿Cómo no voy a hablar de fútbol con Di Stéfano? Fútbol y toros. Comparaciones.

- Una pelota no es un toro…


- Evidente


- Una pelota no se mueve por ella misma. La tenemos que mover nosotros. También el fútbol tiene algo de arte. Todo lo que hacemos con los pies lo hemos de hacer antes con la cabeza.

Paréntesis para hacer fotos. Al fotógrafo y a mí nos gusta hace una un poco rara: unos zapatos en primer plano. No se sacude uno fácilmente el simbolismo.

- ¿Qué futbolistas influyeron en usted?


- Yo tuve unos compañeros que me enseñaron a que había que tener antes que nada habilidad.

- ¿Bonaerenses?


- Sí, bonaerenses. Moreno, Pedernera, Rosas, Labruna, Lostau…

- ¿Qué tipo de jugador puede gustarle más?


- A mí me gusta el jugador que tenga arte. El jugador claro, limpio.

- ¿En España?


- En España tenemos varios.

- ¿Quiénes?


- Varios…Muñoz, Arza, Silva, Molowny…

- ¿Y Kubala? ¿Qué le parece Kubala? (Di Stéfano se pone muy serio. Se pasa la punta de la lengua por los labios finos)


- Kubala es la máxima expresión del fútbol. Las sabe todas.

- ¿Jugará usted con él próximamente?


- Sí, en el homenaje a Zarra.

- ¿Encuentra usted mucha evolución en el fútbol actual en relación a lo que le han dicho que era el fútbol en otras épocas?

- Siempre hubo épocas. Siempre parece, en fútbol y en todo, que lo pasado fue mejor.

- ¿Y su dimensión pública?


- Los estadios se agrandan todos los días. Lo que quiere decir algo. Además, el fútbol está teniendo, como no tuvo nunca, un verdadero sentido internacional.

- ¿En qué aspecto?


- El fútbol ha sido el enlace más grande que han tenido los países. Sepan o no de fútbol, se han unido en su pasión todos los habitantes de un país. Todos los gobiernos, cuando llega un equipo, lo reciben como a una auténtica misión diplomática.

Me explica ahora Di Stéfano en lo que consiste para él una jornada de trabajo y un día de no trabajo. En esta última dice él que se levanta de ocho a ocho y media de la mañana. Que tiene un rato a las niñas jugando a su lado. Que desayuna “mate”. Que va luego a entrenar hasta la una y media. Que regresa después a casa y almuerza, y que hacía las siete de la tarde da un paseo, generalmente con su mujer. Que casi nunca trasnocha.

- ¿Y el día de juego?


- El día de juego es de mucho reposo. Almuerzo temprano. Lo principal es comer bien.

-¿Qué moral tiene usted después de un partido al margen de la natural alegría de haber ganado o de la natural tristeza de haber perdido?


- Mi moral depende exclusivamente de cómo haya jugado. No está ni en el éxito ni en la derrota. Sino en la responsabilidad que uno se crea ante sí mismo.

- ¿Es usted muy severo con Di Stéfano?


- Sí, mucho. Le exijo demasiado. Le hago poner mucho corazón a todo lo que hace.

- ¿Qué cree usted más importante en el fútbol, el apasionamiento o la frialdad?


- A mi modo de ver, el futbolista tiene que ser un apasionado. En todo en la vida me parece que hay que ser un apasionado.

- ¿Va usted mucho como espectador al fútbol?


- Voy bastante, y sufro mucho. Me apasiono. Llevo en la mente el juego.

- ¿Y a los toros, va usted?


- He ido también bastante. En Colombia, donde estuve tres años, he visto a casi todos los toreros españoles que han pasado por allá.

Proyecto para el porvenir. ¿No es éste uno de los capítulos que para un profano parece más importante en la vida de un futbolista profesional? Di Stéfano me dice:


- Yo tengo un contrato hasta 1957. Si hasta ese año respondo como creo que debe responder Di Stéfano, puede ser que tenga el cincuenta por ciento de probabilidades para seguir jugando. Si no es así, me retiraré, y ya tendré treinta y un años.

- ¿Y qué hará entonces?


- Quizá me dedicara a lo que tengo ya encaminado.

- ¿El “tambo”?


- Sí, el “tambo”.

Tocamos un tema difícil: la critica deportiva. ¿Qué le parece a él la crítica?


- En general, apasionada como el público mismo.

- ¿Le influye a usted el público?


- Le oigo cuando hago una buena jugada, me entero si está satisfecho. Si creo que es lo contrario, trato de enmendar rápidamente la mala jugada. Ahora que el público no impresiona fundamentalmente mi forma de ser.

Hemos hablado de muchas cosas más. Di Stéfano contesta bastante bien y es muy concreto. Hemos hablado, por ejemplo, del momento español en el mundo internacional deportivo. Di Stéfano cree que éste es el gran momento de España, que estamos quedando muy bien en todo.


- En hóckey sobre patines, en ciclismo…

- ¿Qué le parece a usted el baloncesto?


- Lo considero uno de los deportes más completos.

- ¿Es usted supersticioso en el fútbol?


- Hago cábalas. El 13, al contrario de lo que se dice, a mi me pone contento.

Y nada más. Hay que despedirse de este muchacho, que dentro de muy poco tiempo va a estar en el campo prendiendo las miradas de todo un público, cada vez más numeroso y cada vez más seguro del destino de este jugador admirable.

(entrevista tomada del libro "Las palabras quedan" del periodista y escritor español César González Ruano, 1903-1965)

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Alfredo Di Stéfano llegó en 1958 a nuestro país integrando el por entonces imbatible Real Madrid. Cuando el equipo español enfrentó a River (ganó 1-0 con gol de Rial), Alfredo mostró su faceta de jugador de toda la cancha, inquietando en el área rival y dando una mano en la propia. En una jugada llegó justito para cruzarlo a Labruna, que ingresaba al área. Y al rato, cuando Angelito esperaba que tiraran un córner a favor de River, notó que Di Stéfano se le había pegado. “¿Qué hacés acá, Alemán? Rajá para el otro lado que vos sos delantero”, le dijo a su ex compañero de equipo.
El genial Alfredo, sonriendo, le contestó: “Ángel, dejame estar un ratito al lado tuyo como en los viejos tiempos”.

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A los de Primera nada tengo que enseñarles, no son de Primera si no saben todo.

(ALFREDO DI STÉFANO, ex jugador y técnico de fútbol)

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Me retiré a los 40 años porque mis hijas un día me miraron y me dijeron: "Papá, pelado y con pantalones cortos, no quedás bien..."

(ALFREDO DI STÉFANO, ícono viviente del madridismo, declarando en 1977 el porqué de su retiro de las canchas de fútbol)

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Maneja la pelota con la zurda mejor que yo con la mano.

(FERENC PUSKAS, célebre jugador húngaro, opinando sobre Alfredo Di Stéfano)

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Yo tendría doce años y él (Alfredo Di Stéfano), ya un profesional, me tiraba penales en el patio de casa. Es casi inexplicable cómo se lo subestimaba, siendo un tipo que podía hacer cosas increíbles con la pelota. Y hablo de una pelota hecha de papel, atada con hilo sisal, casi perfectamente redonda. Darle efecto a esa pelota no era sencillo, y él lo lograba. Era muy inteligente. Fue el mejor jugador que vi.

-¿Más que Pelé o Maradona?

-Sí, seguro. Pero hay que aclarar que los tiempos, las requisitorias, el mensaje del periodismo eran distintos. Pero era el mejor, me identificaba absolutamente con lo que hacía. Pelé y Maradona resolvían por sí mismos, mientras que Alfredo resolvía por él y hacía que los demás resolvieran también.

(ENRIQUE MACAYA MÁRQUEZ, periodista deportivo argentino, en declaraciones a la revista "Veintidós", 6/7/2000)

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Comparar a Amadeo Carrizo con Lev Yashin es ridículo. Es como comparar a Jesús con los ladrones.

(ALFREDO DI STÉFANO, emblemático jugador argentino, opinando sobre el ex arquero de River Plate en 1976)

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