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José Piendibene fue un legendario futbolista uruguayo, de los comienzos de este deporte en el vecino país. Había nacido en Uruguay el 5 de Junio de 1890, falleciendo el 12 de Noviembre de 1969.
Comenzó a jugar en Huracán Pocitos para luego realizar toda su trayectoria en el CURCC (Central Uruguay Railway Cricket Club de Villa Peñarol) ganador del primer torneo amateur uruguayo.
Utilizando una camiseta aurinegra, jugó hasta 1928, conquistando cinco campeonatos. Con ese club disputó más de 500 partidos, en los cuales convirtió un total de 253 goles.
Piendibene era un futbolista extraordinario, de enorme destreza pese a padecer una molesta lesión de meniscos. Para su selección jugó 56 partidos anotando 26 goles.
Precisamente el 29 de Octubre de 1911, Uruguay enfrentó a la Argentina, en el estadio del Parque Central, en Montevideo, por la Copa de Honor Uruguayo.
Dicha Copa estuvo en disputa en 12 oportunidades, realizándose su última edición en 1923.
En ese partido, Uruguay derrotó a la Argentina por 3 a 0, con dos goles de Piendibene y uno de Canavessi.
Lo cierto es que Piendibene cumplió una tarea excepcional: sus goles fueron luego de sendas "apiladas" a los defensores argentinos Susan y a uno de los hermanos Brown, para derrotar al arquero Wilson.
En su segundo gol, fue tan buena su maniobra, que tras la conquista, el zaguero argentino Jorge Brown (jugaba en el Alumni) se le acercó y le dijo: "Vea amigo, usted es un verdadero maestro. Lo felicito".
Eran tiempos del amateurismo y en donde el fair play se aplicaba con toda intensidad aunque fuese en un clásico rioplatense.

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Telmo Zarra [1921-2006], uno de los mejores jugadores españoles de todos los tiempos, siempre gozó de una exquisita deportividad a lo largo de toda su carrera. Zarra recibió la "Medalla al Mérito Deportivo" pero entre los trofeos que guarda con más cariño se encuentran una insignia de oro y brillantes del Málaga y un Botafumeiro de plata.
La insignia se la concedieron porque en un partido, el portero local Arnau, resultó lesionado en un encontronazo con él y pese a encontrarse sólo ante la puerta y poder marcar, decidió lanzar el balón fuera para que atendieran al guardameta. Lo mismo le sucedió otra vez contra el Deportivo de la Coruña. Por aquella acción recibió el Botafumeiro. Zarra siempre aplicó una norma que debería de enseñarse en todas las escuelas de fútbol. Y es que como él dijo: "Antes me lesiono que lesionar".
De hecho, él mismo llegó a lesionarse en la temporada 1951-1952 por no lesionar al portero del Atlético de Madrid.

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Joan Gamper, el primer crack del F.C. Barcelona


Desde que llegó a Barcelona, Joan Gamper se puso manos a la obra para favorecer el proceso de introducción del deporte en Catalunya. Con la constitución del Fútbol Club Barcelona se erigió en uno de los jugadores más talentosos y admirados dentro y fuera del terreno de juego. Al margen de su tarea presidencial fue un reconocido deportista caracterizado por un empuje e ilusión sin límites, virtudes todavía características de la entidad.

En pleno proceso de introducción en Catalunya de diferentes modalidades deportivas -entre ellas el fútbol- de la mano de ciudadanos extranjeros residentes en el país y de los catalanes que habían visitado otros países europeos, Joan Gamper, un joven suizo con una amplia trayectoria deportiva, llegó a la Ciudad Condal. Si bien inicialmente la estancia se preveía temporal, no tardó en sentirse bien acogido en medio de un círculo de amistades inglesas, escocesas y de catalanes residentes en Sant Gervasi de Cassolas. Con ellos prosiguió su trayectoria deportiva brillante que le había caracterizado más allá de nuestro territorio como un destacado sportman.

A pesar de que nació el 22 de Noviembre de 1877 en la ciudad suiza de Winterthur, fue en Zurich -donde se trasladó con su familia con tan sólo 7 años- donde inició su carrera deportiva. Tanto fue así que aún siendo adolescente ya sobresalía en numerosas carreras atléticas y ciclistas de su país.

En esta misma ciudad empezó a practicar el fútbol, configurándose como capitán del FC Excelsior y como fundador del FC Zurich. Poco antes de cruzar los Pirineos, Gamper se desplazó a la ciudad francesa de Lyon, donde siguió ampliando su palmarés deportivo tanto con respecto al fútbol -fue considerado uno de los mejores jugadores del FC Lyon- como el rugby.

Con una trayectoria como esta no es de extrañar que al poco de su llegada a Barcelona -entonces la ciudad más industrializada del país y un foco de concentración de ciudadanos extranjeros que se habían instalado por motivos laborales-, encabezara la creación de un team de football. Esta iniciativa se concretó, como es sabido, el 29 de Noviembre de 1899 con la constitución del Fútbol Club Barcelona y de la primera Junta directiva, en la cual Gamper se reservó las funciones de capitán del equipo.

Como jugador, el "campeón suizo", tal y como era considerado por el diario Los Deportes (22 de Octubre del 1899), acostumbraba a ocupar la posición de delantero centro. Desde el primer partido, jugado el 8 de Diciembre de 1899, destacó por sus calidades futbolísticas que le permitían, tal y como recoge La Vanguardia (9 de Diciembre de 1899), "en una de sus impetuosas salidas conducir la pelota al campo contrario", sin rehusar tareas de centrocampista o de corte defensivo.

Elogios constantes

En estos inicios de la entidad, a menudo difíciles, Joan Gamper se erigió como la auténtica alma del equipo, tanto por sus habilidades, deportividad y liderazgo en el terreno de juego, como por su carisma entre el creciente número de aficionados reunidos en torno al fútbol. En el transcurso de estos primeros años de existencia el FC Barcelona se fue consolidando en el panorama deportivo de la Ciudad Condal, gracias a unos éxitos deportivos que encabezó él mismo, considerado "sin duda alguna el mejor delantero de este país, además de combinaciones posee sus perfectos driblings", como se podía leer en Los Deportes (12 de Enero de 1902). Aun así, durante los años que estuvo en activo como jugador de fútbol, no dejó de practicar otras modalidades deportivas.

Así, al poco de la constitución de la entidad, la prensa hacía mención de su participación en una carrera atlética con motivo de la fiesta de la Sociedad Los Deportes -acabó en segunda posición- y de sus partidos de tenis en representación del Sportmen’s Club, a menudo acompañado de su buen amigo Udo Steinberg. Desgraciadamente Gamper decidió finalizar su trayectoria como futbolista en 1904 después de haber jugado 51 partidos y de haber marcado 120 goles con la camiseta azulgrana, meta hoy en día difícil de imaginar.

Con sólo seis años en Barcelona era considerado un auténtico crack del fútbol, distinguiéndose como el "maestro por antonomasia, el buen amigo, el jugador elegante, el distinguido capitán del Barcelona, insustituible durante mucho tiempo tanto por las simpatías de su personalidad cuanto por los merecimientos de su juego", en palabras de Los Deportes (19 de Julio de 1903).

En los años en que fue jugador del FC Barcelona Joan Gamper consiguió sembrar una semilla impregnada de los valores característicos del deporte moderno -deseo de triunfo, progreso, fair-play, competitividad- que se fue reforzando en el transcurso de sus presidencias y que ha caracterizado la entidad azulgrana hasta la actualidad.

(artículo de Sixte Abadia i Naudí, publicado en "Barça", revista oficial del F.C. Barcelona, número 20, Abril de 2006, pág. 54 y 55)

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A pesar de alguna rispidez pasajera, el pueblo argentino y uruguayo siempre tuvieron muchísimos puntos en común, y una reciprocidad cultural y social asombrosa.
Argentinos y uruguayos, rioplatenses al fin, fuimos sin dudas el centro del mundo futbolero de los años '20. Los Charrúas, Medalla de Oro en los Juegos Olímpicos 1924, defendían su presea en Ámsterdam 1928.
No la tenían fácil. Argentina mando representativo, y se sabía que la el duelo rioplatense era final segura. Pero entre ambas delegaciones que se reflejaba en continuas reuniones, cenas y amistad permanente.
En una de esas cenas, antes de jugarse las semifinales, los jugadores de ambos países sellaron un pacto por demás particular: si una de las dos delegaciones no pasa a la final, el otro país utilizaría en el partido definitivo, en modo de homenaje, los colores del hermano rioplatense. Un hermoso gesto, propio de un fútbol todavía amateur, en lo económico, y por suerte, en lo moral.
Argentina y Uruguay derrotaron a Egipto e Italia respectivamente, jugando las final el 10 de Junio, y repitiéndola el día 13, en la cual, finalmente; Uruguay se alzó con la presea dorada.

(tomado de la página “Xenen”)

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En la final del Metropolitano de 1968, San Lorenzo le ganó a Estudiantes de La Plata 2-1 en el Estadio Monumental.
Tras el partido, el plantel 'Pincha' aplaudió a sus rivales, justos ganadores. Mientras todos piensan que fue un acto de Fair Play, Oscar "Cacho" Malbernat cuenta la verdad: "el 'Gallego' Rosl, el 3 de San Lorenzo, era hincha del 'Lobo' y tenía la camiseta de Gimnasia y Esgrima de La Plata puesta abajo. Para que no la mostrase, lo primereamos con los aplausos. Y ya no daba para cargarnos".

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El 4 de Mayo de 1949 acaeció una de las mayores tragedias en la historia del fútbol. El plantel del Torino, tetracampeón italiano, el mejor equipo, sin dudas, del momento en el Viejo Continente, perece íntegramente al colisionar el avión que lo traía desde Portugal contra una montaña. El hecho sucedió en el pueblo de Superga, por eso el dramático hecho se lo conoce como "La tragedia de Superga".
El hecho conmueve a un país todavía en ruinas luego de la Segunda Guerra Mundial. El pueblo argentino toma la tragedia como propia, y por iniciativa del Presidente Juan Domingo Perón, River Plate viajó hacia Italia para jugar una serie de encuentros amistosos en ayuda al club y la familia de las víctimas.
Los millonarios juegan una serie de partidos en Italia, cosechando una serie innumerable de elogios, no sólo por sus actuaciones en el campo de juego, sino por la constante actitud solidaria.
En homenaje y agradecimiento al club sudamericano, los dirigentes del Torino le regalaron a sus pares riverplatenses un juego de camisetas granates del 'Toro'. Y así fue que desde ese momento, River Plate, durante muchos años, usó el granate como color secundario.
En los últimos años, el granate fue usado en la camiseta que usó en un partido ante Banfield en 2002 (foto), y volvió, en 2005 con un diseño muy particular.
Pero lo importante y hermoso, es el gesto recíproco de amistad entre ambos clubes.

(tomado de la página “Xenen”)

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El video que abajo podemos ver corresponde a un encuentro de la Copa de Holanda de la temporada 2004/2005, que enfrentaba en el Amsterdam Arena al Ajax B y al Cambuur Leeuwarden, un modesto club de la segunda división holandesa.
Tras una jugada en la que un jugador del Ajax B cae lesionado, los jugadores del Cambuur tiran la pelota fuera de banda en signo de deportividad. Hasta ahí todo normal. Lo sorprendente ocurre cuando el jugador belga del Ajax, Jan Vertonghen, se dispone a devolver el balón al rival deportivamente, con la mala (o buena) fortuna de acertar con un disparo increíble que, tras una sorprendente parábola, termina colándose en la portería del Cambuur ante el asombro de todos, incluido el propio Vertonghen.
Tras algunas deliberaciones entre los capitanes y los entrenadores, el equipo de Amsterdam decide dejarse encajar un gol que paliase el desatino de su futbolista. El resultado final fue de 3-1 para el Ajax B.

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En el Benfica de Lisboa, un ataque cardiaco costó la vida en Enero de 2004 al delantero húngaro Miklos Fehér, fallecido en pleno partido.
En su honor, el número 29 fue retirado para siempre. Sin embargo, esos dos guarismos reaparecieron en el "Estadio de la Luz" una noche de Noviembre de 2006. Más de dos años después de la tragedia, en un encuentro de Liga de Campeones entre el Benfica y el Celtic de Glasgow, los aficionados escoceses desplegaron una banderola con el número 29 y la frase en portugués: 'Feher: Nunca caminharás sozinho' (nunca caminarás solo).
Los jugadores lusos, llenos de emoción, agradecieron el homenaje, como en estas palabras del delantero internacional Nuno Gomes: 'Ha sido un momento inolvidable y un detalle maravilloso, una bonita demostración de juego limpio'.

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El apellido Hayes quedó en la historia del fútbol de Rosario Central y también de los comienzos del fútbol nacional.
Harry y Ennis Hayes eran hijos de un inmigrante inglés que se afincó en Rosario para trabajar en el ferrocarril que instalaron empresarios británicos.
Harry se destacó por su buen fútbol, pero además por haber sido el primer futbolista transferido en la Argentina (en 1905 pasó de Argentino de Rosario a Rosario Central).
Por su parte a su hermano Ennis se lo recuerda por su habilidad con la pelota y por su díscola manera de ser, lo que privó que llegara a tener tanto prestigio como Harry.
Testimonios periodísticos de aquéllos tiempos, destacaron que Ennis, en un partido entre Central y Gimnasia, eludió a varios adversarios y antes de hacer el gol, casi sobre la línea, se sentó sobre la pelota por unos segundos. Luego convirtió.
Fue casi una provocación para los adversarios, y que dio pie a una breve trifulca. Una actitud que motivó que su padre, en la precaria tribuna del estadio, le exigiera a los gritos, que se retirara de la cancha: "Hacer el gol sí, pero burlarse del rival, no", adujo el viejo Hayes, amplio conocedor del Fair Play.

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El aire de Liverpool parece ser propicio a los actos de nobleza. No en vano, en 1997 fue un jugador emblemático de los Reds el que se puso el traje de caballero.
En un duelo disputado en Highbury Park contra el Arsenal, el árbitro concedió un penal a Robbie Fowler, tras ser arrollado por el guardameta local, David Seaman (foto). Ante la sorpresa general (incluida la de sus compañeros de equipo), el delantero del Liverpool pidió al señor Ashby que se echara atrás en su decisión, asegurando que no había habido falta. Fue en vano: el colegiado se mantuvo inflexible.
Así pues, Fowler tomó carrera para ejecutar el penal y disparó sin gran convicción. El arquero de los Gunners se estiró y rechazó el envío. ¿Fin de la historia y final feliz? Más bien no: el irlandés Jason McAteer siguió la jugada y marcó.
Las estadísticas se quedaron con que el Liverpool se impuso por 1-2, pero la historia recordará para siempre el gesto de Robbie Fowler.
Todo el mundo creyó que el ídolo de los "reds" había pateado el penal de mala manera a propósito, para compensar el error arbitral, de hecho, por esta acción, Fowler fue galardonado con el premio al Fair Play del año. Pero él declaró: “Yo traté de anotar, pero lamentablemente tuve un mal disparo. Soy un goleador, por lo que me gano la vida haciendo goles, yo no tiré a errarlo a propósito”.

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En Diciembre de 2000, contra el Everton, el delantero italiano Paolo Di Canio, del West Ham, se encontraba solo frente a la portería vacía al recibir un centro. En lugar de marcar fácilmente el que habría podido ser el gol de la victoria (ambos equipos iban empatados 1-1), Di Canio atrapó el balón con las manos. ¿El motivo? El portero de los "Toffees," Paul Gerrard, se lesionó de gravedad en la jugada, y el punta del West Ham se negó a aprovecharse de la situación.
El que fuera capitán del Lazio, más acostumbrado al capítulo de los gestos feos durante su carrera, recibiría en 2001 el Premio Fair Play de la FIFA por su comportamiento ejemplar en Goodison Park.

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En la década de 1950, el delantero galés John Charles se convirtió en una leyenda del Leeds al conquistar los títulos de máximo goleador de la segunda división inglesa (42 tantos en la campaña 1953-1954) y de la categoría superior (38 goles en la 1956-1957). Pero fue en Italia, en el Juventus, donde iba a forjarse una imagen de caballero, además de la de goleador fuera de serie.
El 13 de Octubre de 1957, Charles disputó su primer derbi turinés, contra el Torino. En un uno contra uno, chocó involuntariamente contra un defensa contrario y se dispuso a rematar a gol. En el momento de encarar al guardameta, divisó a su adversario tendido en el suelo y, acto seguido, envió el balón a la banda. "Ya solamente tenía que batir al portero, pero no me pareció justo", recordaba el protagonista, fallecido en 2004. "Entonces tiré fuera el balón para que el jugador pudiese ser atendido". Una reacción que le valió una popularidad eterna entre los seguidores de los dos clubes de la ciudad. Para la pequeña historia, la Juve ganó aquel partido por 1-0, con un tanto obra de John Charles...

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¿Se lo imaginan en Sudamérica?

Ha sucedido en Inglaterra, en un partido de la segunda ronda de la Carling Cup. Se enfrentaban el Nottingham Forest y el Leicester City. Comienza el partido sacando los jugadores del Nottingham, que pasan el balón a su portero, y éste atraviesa el campo rival para meter gol en tan sólo 15 segundos. ¡Qué bárbaro! Aunque lamentablemente para la gloria del portero, que no tuvo que regatear a todos sus rivales al estilo Pelé, le dejaron que lo metiera.
¿Y eso por qué? Pues porque de vez en cuando la deportividad y el sentido común imperan sobre las incomprensibles normas y reglas que regulan el deporte, afortunadamente. El partido se empezó a jugar unas semanas antes, pero en el descanso, al sufrir uno de los jugadores del Leicester un problema de corazón, se decidió aplazar el partido cuando el marcador era 1-0 favorable al Nottingham.
Y por una extraña razón, norma, regla o capricho, el partido se repitió desde el principio y con el marcador inicial de empate a 0. Ni que decir tiene que el equipo del Leicester no tenía porqué dejarse meter ese gol, pero aplicando un poco de sentido común y una exquisita deportividad, era lo más correcto. Finalmente, y además de recibir multitud de felicitaciones por el noble gesto, acabaron ganando el partido… así que quizá consideren repetirlo en la siguiente eliminatoria.


(extraido del portal "Desde la grada")


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