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En el vestuario, antes del partido, Perfumo me dijo que la idea era jugar la pelota rápido para no perder tiempo y que quería saber qué pensaba Suñé, quien estuvo de acuerdo. Entonces, en el foul que terminó en gol, sobre el costado derecho del área, el “Chapa” Suñé se me acercó y me comentó al oído: "Yo pateo Ithurralde". Y yo le contesté que sí y me alejé. La pelota entró y nadie protestó nada, porque era algo que había quedado claro de antemano.

(ARTURO ANDRÉS ITHURRALDE, árbitro de la final del Torneo Nacional de 1976 que Boca le ganó a River por 1 a 0 con el sorpresivo tiro libre de Rubén “Chapa” Suñé)

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El deportista de elite debe tener un mayor poder de concentración para lucirse en el deporte, su actividad central. Todos esperan que sea bueno en lo suyo, pero que también sea carismático, vendible, marketinero y que sepa manejar las presiones propias y ajenas. Para quienes los atacan por eso, ahí va mi defensa: el hincha tampoco es solamente hincha. Su interés está diversificado. Su atención también. Hay hinchas que no van a la cancha y no por eso se puede decir que no miran fútbol.

(ROBERTO PERFUMO, ex futbolista, entrenador y Psicólogo Social argentino)

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El jugador que no mira fútbol a la larga va a jugar peor. Mirar fútbol permite tener más conocimientos. También se acabaron los técnicos que buscan dejar enseñanza. El DT impone su idea, el jugador acata, se siente cómodo en eso y después no sabe armar una barrera en un tiro libre. El jugador siempre debe saber que hacer y no esperar otras órdenes.

(ROBERTO PERFUMO, ex jugador y entrenador argentino)

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Hice un gol de tiro libre jugando el clásico (River-Boca) y deseaba fervientemente que nadie hiciera ningún gol más. Sobre la hora se escapó solo Pedro González y yo rezaba para que no lo hiciera, así la historia iba a decir que habíamos ganado un clásico con un gol mío.
Un deseo muy loco, irracional y vanidoso, pero futbolero.


(ROBERTO PERFUMO, ex futbolista y entrenador argentino)

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El entrenador no debería ser cómplice de un sistema que se lo devora ante dos malos resultados; si renuncia, está alimentando el sistema.

(ROBERTO PERFUMO, ex jugador, entrenador y psicólogo social argentino)

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El hecho de que uno haya sido un futbolista un poco rústico no significa que mi pensamiento no pueda ser distinto, yo hubiera querido ser mejor jugador. Cuando estaba en Colombia como entrenador a mis zagueros les decía: Ustedes quieren salir jugando, ¿qué se creen... que son Ramos Delgado o Perfumo?

(FERNANDO "El Pecoso" CASTRO, ex futbolista y entrenador colombiano)

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Vos tirá el ollazo, que alguno va a cabecear


Doble turno, pelotas detenidas, jugadas preparadas. Hace 40 años, Racing ganó la Intercontinental estrenando recursos que hoy aplican casi todos los equipos.

Faltan pocos días para que se cumplan 40 años de la obtención de la primera Copa Intercontinental por un equipo argentino. El 4 de Noviembre de 1967, día del triunfo definitivo de Racing contra el Celtic, fue una fecha de quiebre para la historia de nuestro fútbol. Y se hizo añicos un paradigma: "Los europeos corren más que nosotros". Era algo que no podíamos superar. En el Mundial 58 hicimos un papelón por correr menos que ellos. Lo mismo sucedió en el 66. Como buenos colonizados, teníamos metida en la cabeza la idea de que eran superiores, por condición táctica y atlética.

El "equipo de José" arrasó con esos prejuicios. En Glasgow compartí la pieza con Basile. Y después del primer partido (ganaron ellos), le dije: "Yo no vi que sean más rápidos que nosotros... Creo que es más grande el susto que la disparada". "Es cierto, pero son muy ordenados", me retrucó el 'Coco'. Y siguió: "La única forma de desordenarlos es con garrote. Se van a enojar, y ésa es la chance que tenemos; que se enojen y no jueguen". Tal cual. La revancha en Avellaneda fue palo y palo y les ganamos.

Hubo tercer partido en Montevideo. Más enojados que nunca, no jugaron a nada. Nosotros tampoco, pero Cárdenas metió un gol, y ellos ninguno. Basile acertó en su diagnóstico, como siempre. Y cuando se iba expulsado -nunca lo olvidé- me dijo: "Cuidá la defensita". Le respondí lo que él esperaba después de años de convivencia: "¡Te echaron, andá a la concha de tu madre!".

Ese era nuestro Racing, liderado por Pizzuti, un maestro en el arte de manejar y disciplinar a una manga de hijos de puta que ni sabían en qué cancha jugaban y que estuvieron 39 fechas invictos. Un récord sólo superado no hace mucho por el Boca de Bianchi. José agarró ese equipo -anteúltimo- a mediados del 65 (creo que último iba el Pincha que luego tomó Zubeldía y ganó todo). Fuimos los primeros en entrenarnos mañana y tarde; y también en el recurso de la pelota detenida. Despectivamente, porque se decía que abusábamos de ese recurso, se nos criticó por tirar centros "a la olla". Y luego de un triunfo contra Boca, tituló Osvaldo Ardizzone: "La olla más popular". Sí, fuimos los primeros... La gente festejaba un córner como se grita la sanción de un penal a favor. Los impecables centros de Martinoli hacían blanco en las cabezas de Basile, de Díaz, de Yaya Rodríguez, Raffo o Cardozo... Cada tiro libre, cada "ollazo", era medio gol.

Ese Racing se adelantó cuarenta años al fútbol actual. Me debía esta nota porque jugué, porque es un homenaje a los compañeros, los utileros, cuerpo médico, hinchas, dirigentes... Y a Pizzuti, el que armó todo. Felices 40 años.

(artículo de Roberto Perfumo en el diario “Olé” del 30 de Octubre de 2007)

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De pibe, yo era ‘morfón’, individualista. Mi maestro, Ernesto Duchini -foto- un día paró la práctica: ‘¿Querés jugar solo? Bueno’… Sacó a mis compañeros y me dijo. ‘Ahora corré’. Claro, los rivales me hicieron 15 goles y terminé ahogado, boca arriba. Y entendí que jugar para el equipo es la única forma de seguir vivo.

(ROBERTO PERFUMO, ex jugador argentino y actual comentarista deportivo)

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El problema que tienen todos los futbolistas juveniles que llegan desde otra parte del país es que si no superan el destierro, separarse de su familia, de sus amigos, están liquidados como jugadores; en cambio si lo logran, se endurecen y son cracks.

(ROBERTO PERFUMO, ex futbolista, entrenador, comentarista de TV y psicólogo social argentino)

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Actualmente, la posición fundamental en el fútbol es la de mediocampista central, porque de ahí parte el ordenamiento para recuperar y manejar el balón; no es extraño que a muchos futbolistas de gran técnica los estén poniendo a jugar en esa posición, como por ejemplo es el caso de Juan Sebastián Verón o de Esteban Cambiasso.

(ROBERTO PERFUMO, ex futbolista argentino y actual comentarista de fútbol en TV)

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Me parece que no hay equipo destacado sin líderes, porque los equipos de fútbol son la imagen de una enseñanza permanente de la necesidad de liderazgo. Está el líder de tarea: que es el que tiene la pelota durante el juego, el líder de estrategia: que es el que la recompone o la afirma cuando está detenido el partido, y el líder de vestuario: el caudillo o cacique; todos detrás del gran jefe, que es el entrenador; los demás son todos indios.

(ROBERTO PERFUMO, ex futbolista y entrenador argentino)

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En Carlos Bianchi se destaca la simpleza para dirigir; una vez me dijo que él prefiere darle a los jugadores una orden sola para que la cumplan, y no diez para que cumplan cinco.

(ROBERTO PERFUMO, ex futbolista y entrenador argentino)

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Los jugadores necesitan de la prensa y la prensa necesita de los jugadores. Los futbolistas, por la enfermedad de la fama, piensan que no necesitan a nadie y los periodistas suponen que, por ejemplo, Batistuta es famoso sólo gracias a ellos.

(ROBERTO PERFUMO, ex futbolista argentino y actual comentarista de fútbol)

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Tras la disputa de la Copa del Mundo que ganaron los ingleses, Racing conquistó el campeonato de 1966 con un vendaval de fútbol, perdiendo apenas un encuentro y estableciendo una serie invicta de 39 partidos sin derrotas.
Al año siguiente Racing obtuvo la Copa Libertadores de América y también la Intercontinental, con lo que se convirtió en el primer equipo de Argentina en alcanzar la meta máxima de los clubes del mundo.
Pero para que ello sucediera, los muchachos de Pizzuti (DT) debieron superar unas cuantas dificultades, y no solo en el campo de juego.
Ya quedó registrado en el libro de los “Grandes Milagros” aquel viaje que el plantel académico efectuó entre Medellín y Bogotá, en plena disputa de la Libertadores, y que por muy poco no terminó en una tragedia. Allí quedó sellada la suerte de Racing para lo que quedaba del torneo. Perfumo lo recuerda así: “Aquella anécdota se contó mil veces, pero es insuperable. Viajábamos en un DC-4 y nos metimos en el medio de una tormenta. Pasaron cosas graciosas en el medio del cagazo que teníamos todos. Con nosotros venía Anselmo, un chico al que le faltaban las piernas, que era una especie de mascota de los equipos argentinos que iban a jugar a Colombia. Cuando el avión bajó unos 800 o 1000 metros de golpe, Luis Carrizo (arquero suplente de Agustín Mario Cejas), le dijo: “¿Y vos de qué te preocupás? Si nos estrellamos te morís la mitad”.
El “Panadero” Díaz se volvió loco. Empezó a insultar a los dirigentes a los gritos por hacernos viajar en ese avioncito. “Pará loco, que te van a suspender”, le decíamos. ¡Qué carajo me importa si total nos vamos a matar todos!, respondió.
En el medio del desvarío, Juan Carlos Rulli anticipó algo coherente: “Si salimos de esta, somos campeones del mundo”. Y acertó.

(tomado de “La Viruta”, las anécdotas del fútbol argentino, Enrique Escande, 2001)

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Maradona (Argentina)


Una sola vez nos encontramos dentro de una cancha. Fue en 1977. Él venía llegando al fútbol profesional y yo me estaba yendo. Todavía no había cumplido 18 años y ya mostraba el talento que después desarrolló. Recuerdo que en una jugada me tragué el amague y, cuando me iba a pasar, le pegué un muslazo. Diego me miró como reprochando el golpe y yo le dije: "¿Qué te pasa mocoso?"
Cada vez que lo veo esa jugada reaparece porque pienso que debe ser el único recuerdo que Diego tiene de Perfumo como jugador. En cambio, a mí me quedó de Diego esta impresión: no es un jugador de fútbol, es El Fútbol.

(extraído del libro “Jugar al fútbol” de Roberto Perfumo, ex jugador de fútbol y psicólogo social, Libros Perfil S.A., 1997)

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Gerd Müller (Alemania)


Contra el alemán jugué un partido amistoso en la cancha de Racing cuando recién se estaba armando aquel equipo fenomenal del Bayern Munich. En la primera jugada me dio un codazo que me dejó sin aire durante diez minutos. Era durísimo saltar con él. Tenía la potencia de un toro y la condición innata de los goleadores: parecía que la pelota lo buscaba a él en lugar de él a la pelota. Era vivísimo para entrar por detrás del defensor. Fue un fenómeno. En el área recibía la pelota y a cobrar. Era infalible.

(extraído del libro “Jugar al fútbol” de Roberto Perfumo, ex jugador de fútbol y psicólogo social, Libros Perfil S.A., 1997)

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Pelé (Brasil)


Tenía el físico ideal para jugar al fútbol: altura, musculatura. Las piernas perfectas: grandes arriba y finitas abajo. El físico estaba siempre predispuesto a obedecer todo lo que mandaba el cerebro. Era malo. Devolvía golpe por golpe. Si recibía, esperaba el momento de la devolución y seguro que se cobraba. Nunca repetía una jugada. Era el rey del engaño y el que lo marcaba tenía que barajar diez posibilidades que el negro, seguramente, manejaba en un segundo.
En técnica individual era perfecto. Una vez jugando yo para Cruzeiro y él para Santos nos pusimos a charlar antes de la iniciación del partido en el medio de la cancha. En determinado momento me confesó: "No digas nada, pero a fin de año dejo de jugar al fútbol". Me rompió la cabeza. Estuve quince minutos desconcentrado pensando solamente en eso.

(extraído del libro “Jugar al fútbol” de Roberto Perfumo, ex jugador de fútbol y psicólogo social, Libros Perfil S.A., 1997)

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Johan Cruyff (Holanda)


Estratega excepcional. Tenía una cancha interna impresionante. La tenía en la mente. Dirigía a sus compañeros, a los referís y achicaba a los que tenían que marcarlo. Era muy difícil controlarlo porque él te marcaba a vos. Siempre aparecía detrás de su marcador. Por ahí estaba parado y uno se confiaba. Le llegaba la pelota, levantaba la cabeza y se mandaba un pique que al marcador lo dejaba muerto. En esos primeros cinco metros era letal. Y en el área buscaba y encontraba los palos con una facilidad increíble. Se te iba y era gol. Encima jugó en el Ajax y en la Selección de Holanda, que eran dos equipos supertrabajados tácticamente.

(extraído del libro “Jugar al fútbol” de Roberto Perfumo, ex jugador de fútbol y psicólogo social, Libros Perfil S.A., 1997)

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Luis Artime (Argentina)


Fue el símbolo del goleador. El más formidable que yo vi y enfrenté dentro de una cancha. Mejor dicho: que soporté. Para marcarlo se necesitaba una concentración mental superior a la normal y no se podía hacer ninguna concesión física porque era un profesional riguroso. Conocía mejor que nadie sus limitaciones técnicas y nunca se complicaba. Eso hacía difícil encimarlo o anticiparlo. Cuando recibía fuera del área tocaba de primera y adentro del área era todo un drama encontrarlo porque siempre buscaba la espalda del defensor y aparecía para definir, generalmente por el segundo palo. Tenía un pique corto excepcional y una intuición fabulosa. Ponía todos sus sentidos en la jugada calculando dónde podía encontrarse con la pelota en el tiempo exacto. Llegaba junto con ella ganándoles la posición a los defensores y al arquero. Después terminaba la jugada con un solo toque. La metía con cualquier parte del cuerpo.

(extraído del libro “Jugar al fútbol” de Roberto Perfumo, ex jugador de fútbol y psicólogo social, Libros Perfil S.A., 1997)

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Uwe Seeler (Alemania)


Un jugador símbolo de Alemania. Los hinchas que fueron a ver el Mundial de Inglaterra en 1966 en lugar de Alemania gritaban: "¡Uwe! ¡Uwe!" Petiso, retacón, tenía una fuerza tremenda y mil pulmones. Cuando Argentina lo enfrentó, en ese Mundial, trajo una pelota desde el medio de la cancha, buscó una pared antes de entrar al área y tiró afuera. Agarré la pelota para sacar desde el fondo y, cuando levanté la vista, ya estaba marcando a Marzolini, para que no recibiera el saque. Resultaba muy difícil de marcar porque era bravísimo para cubrir la pelota. Tenía una fortaleza física impresionante. ¡Era incansable!

(extraído del libro “Jugar al fútbol” de Roberto Perfumo, ex jugador de fútbol y psicólogo social, Libros Perfil S.A., 1997)

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