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En partidos de Copa Libertadores hubo resultados muy disímiles en cuanto a los enfrentamientos de ida, de vuelta o revancha. Uno de ellos se produjo en la tercera fase de la edición de 1995, entre los equipos brasileños de Gremio y San Pablo.
En Porto Alegre, como local, Gremio venció con un terminante 5 a 0. Pero en la revancha, en San Pablo, el local ganó 5 a 1. Fue así que Gremio siguió en la Libertadores con mucho susto, apenas por un gol de diferencia. Después terminó ganando la Copa de dicha edición.
Por su parte Newell’s Old Boys, en 1992, perdió de manera contundente en Rosario ante San Lorenzo de Almagro: 6 a 0. Pero en la revancha, los “leprosos” derrotaron a los “santos” por 1 a 0. Ambos siguieron a la siguiente fase y en Rosario, Newell’s ganó por 4 a 0, devolviéndole la goleada.
Por último, quedó en la historia un histórico triunfo venezolano en la Libertadores. Fue en 1971, más precisamente el 17 de Febrero, cuando el Fluminense, de Brasil, derrotó a Deportivo Italia, en Venezuela, por 6 a 0. La revancha fue el 3 de Marzo, en el Maracaná, y en la previa, los hinchas cariocas hacían apuestas acerca del número exacto de goles que se llevarían los de Venezuela. Pero Deportivo Italia produjo otro 'Maracanazo', ganando por 1 a 0. Así, queda claro que “los partidos hay que jugarlos”.

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La noche del 22 de Marzo de 2000 Boca recibió al Blooming de Bolivia por la primera fase de la Libertadores. Y ya de entrada se perfiló como una noche histórica cuando antes de los quince del primer tiempo Traverso puso el 2-0 al conectar un centro. No parece gran cosa pero ese fue el primer gol de Christian Traverso con la azul y oro tras un poco más de tres años en el club.
Pero lo que vino a continuación no registraba antecedente alguno a la fecha y aún hoy cuando ya pasaron 10 años. Alfredo Moreno, que ya había puesto el 1-0 a los 3 minutos, se descolgó con la friolera de meter 4 goles más en los primeros 20 minutos del segundo tiempo, llegando al total de 5 goles en una noche imborrable que terminó de encaminar a Boca a la clasificación y sepultar las aspiraciones de los bolivianos por conseguir un empate.
Esa marca es la máxima conseguida por un jugador argentino en Copa Libertadores en toda la historia.
Cerca del final, Limberg Gutiérrez descontó y dejó el resultado final en un 6-1 que en un momento pareció hasta medio escaso.

(tomado del blog “Imborrable Boca”)

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Se llamaba Augusto Vieira de Oliveira y lo apodaban Tite. Era un puntero izquierdo que se había convertido en ídolo del Santos de los años 50, antes de la aparición de Pelé. Tite jugó con Pelé y también con Gilmar, Dorval, Mengalvio, Coutinho, Pepe y Zito, entre otras estrellas que hicieron historia en el equipo blanco.
Participó de 475 partidos en el Santos, anotando un total de 151 goles, obteniendo 16 títulos y siendo integrante del equipo ganador de la Copa Libertadores de 1962 y 1963. Era veloz, muy hábil y tenía una gran precisión para colocar la pelota donde lo deseaba. Luego, con el paso de los años, lo sucedió Pepe, quien solo tenía un poderoso remate. Tite fue pieza fundamental para que el Santos se consagrara doble campeón paulista en 1955-1956.
Lógicamente, jugó para el seleccionado de su país, ganando la Copa Roca en 1957, contra Argentina. En el primer partido de esa edición de la Copa, disputado en el Maracaná, cuando debutó Pelé (ganó Argentina por 2 a 1, pero luego perdió 2 a 0 en San Pablo) el equipo “verdeamarelho” formó así: Castilho; Paulino y Oreco; Bellini, Jadir y Zito; Maurinho, Luisinho, Mazzola, Del Vecchio, Pelé (que hizo el gol) y Tite.
Tras dejar el fútbol, fue uno de los tantos futbolistas que se dedicó a la música, tocando muy bien la guitarra en bares y clubes nocturnos de su propiedad, en Santos y San Pablo.
Augusto Vieira de Oliveira, quien forma parte de la historia grande del Santos, falleció el 26 de Agosto de 2004, a los 74 años de edad.

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¿Qué es la mística?

Está dada en la educación y en el fruto de todo un proceso revolucionario que cambió el fútbol argentino, que cambió las clases de equipos chicos a grandes y que demostró en la última década que hay una transfusión sanguínea exclusiva, prioritaria en Estudiantes sobre otros clubes.

¿Lo de transfusión lo hablás por la Bruja?

Verón es un devoto de Bilardo. Y en Verón resucita el cuadro de Zubeldía, de su padre, de Madero... Verón se ha convertido en un "nuevo líder religioso". Verón es un líder joven en un país que se quedó sin liderazgo en todo sentido.

¿Delegás tus esperanzas en ese líder?

Estudiantes en la Copa Libertadores rindió como equipo. La imagen es el comportamiento grupal en el partido de Belo Horizonte. Me gusta que sea en un mundo de fantasía, medio marciano, ideal para un cuento de hadas.

¿Hay similitud entre este Estudiantes y el del 68?

-Son distintos. La del 68 era una situación casi bélica, porque se vivía el inicio de algo que terminó siendo una guerra, y ahora el show le gana a la guerra. Esperemos que el show le dé la razón a la historia.

(OSVALDO PRÍNCIPI, periodista deportivo argentino, desnudando su pasión ‘pincharrata’ en el Diario “Olé” del Miércoles 16 de Diciembre de 2009)

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Una vez contó Carlos Bilardo, que aquel plantel de Estudiantes pagaba premio doble a los que no se achicaban en el estadio Centenario. "Cuando repartíamos la plata de los premios, decíamos: 'vos fuiste para adelante en el Centenario contra los uruguayos así que tomá', y le pagábamos doble. Es que jugar contra Nacional y Peñarol en Uruguay era bravísimo", recordó Bilardo hace años en una entrevista.
Los duelos de Estudiantes y Nacional se convirtieron en clásicos de aquellas copas. Luis Artime con la blusa alba, y Juan Ramón Verón con la albirroja, eran los símbolos de cada equipo. "La Bruja" Verón recuerda que "con aquel equipo de Estudiantes era posible todo. El temperamento de Pachamé y Bilardo, el vigor y la personalidad de Aguirre Suárez y Malbernat. La base éramos todos muchachos jóvenes que veníamos jugando juntos desde las inferiores. Lo habíamos tenido a 'Pichón' Negri de técnico y después nos agarró Osvaldo Zubeldía. Él le impuso a Estudiantes todo un estilo. Le ganamos el campeonato a Racing en 1967 y para nosotros no fue ninguna sorpresa. En el ataque, junto con Ribaudo y Conigliaro, creo que ya hacíamos lo que después llamaríamos el fútbol total. Jugábamos sin posiciones fijas y se nos acoplaba el 'Bocha' Flores. Yo no exagero: lo dijo el mismo Rinus Michels, el técnico de Holanda en 1974. Él declaró que había sacado cosas del Estudiantes nuestro".

(tomado del blog “Club Nacional de Fútbol”)

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Se merece ser campeón Juan Sebastián Verón. El mejor jugador del fútbol argentino. El más determinante, el más influyente y el más inteligente de todos. Verón es un auténtico líder positivo. Sus compañeros lo respetan por su juego de adentro y por sus comportamientos de afuera. En todos influye y a todos los eleva. A los útiles los hace valiosos y los buenos los hace mejores. Es un director de orquesta, pero su satisfacción sólo se verá si todos los instrumentos respetan la partitura. A la hora de volver al fútbol local siempre soñó con este momento. Tenerlo en nuestras canchas es un lujo y el título continental es, por si todavía hacía falta, su reivindicación absoluta. El Olimpo ya le tiene reservado un sitial de privilegio.

(ROMÁN IUCHT, periodista deportivo argentino, en su columna de "Cancha llena", 17 de Julio de 2009)

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Primeros tiempos de Ramón Díaz como entrenador de River Plate (1996). Muy mala relación con la prensa. Un día me rezonga por unas declaraciones mías. Le dije que estuviera tranquilo, que iban a ganar la Copa Libertadores. Fue un pálpito, recién iba por cuartos de final. Me dijo que si se daba, me regalaba su 4x4 Mercedes de 60 mil dólares. Nos dimos un apretón de manos delante de unos cuantos colegas. La noticia trascendió por varios medios. ¿Vos viste las llaves? Yo no. Después me enteré, a través de un amigo en común, que la esposa de Ramón le había dicho “¿cómo le vas a regalar la camioneta a un periodista? ¿Te volviste loco?”.

(SERGIO RESK, periodista deportivo argentino)

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Me castigo jefe, me meto un autogol y pierdo la Copa Libertadores en el último minuto.

(El chupamedias de Espina pidiendo perdón al señor Zañartu una semana después de que Cobreloa perdiera la final de la Libertadores del '82 en el minuto contra Peñarol en "La Oficina" el inolvidable y clásico sketch del célebre programa de humor chileno "Jappening con Ja" de las décadas del ’80 y ’90)

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En 1959, San Lorenzo de Almagro se consagraba campeón del fútbol argentino y como tal, al año próximo le tocaba en suerte participar de la disputa de la primera Copa Libertadores de América.
Tras eliminar al Bahía (Brasil) por el Grupo II, su futuro rival, en semifinales, era Peñarol de Montevideo. Entre los aficionados argentinos, y particularmente en los hinchas de San Lorenzo, esta Copa no interesaba demasiado. No tenía mucha "prensa".
El primer partido se disputó en el estadio Centenario de Montevideo (foto), ante 55 mil espectadores. En Uruguay, las cosas se tomaron de una manera diferente. Allá, las expectativas eran muchas. Pero pese a todo, como San Lorenzo tenía un equipo muy fuerte, en especial en su ofensiva (Facundo, Ruiz, Oscar Rossi, Sanfilippo y Boggio) se logró un importantísimo empate. Linazza convirtió para los mirasoles y Boggio para los santos.
La revancha fue en Buenos Aires, en el estadio de Huracán, ante solo 10 mil personas. Muy poca gente para la época. Y fue empate en cero.
Como en esos tiempos no existía el gol de visitante para definir la paridad, tuvo que realizarse un tercer partido, en país neutral. Y ahí apareció la experiencia del recordado directivo de Peñarol, Washington Cataldi, viendo el negocio y el cierto desinterés del club argentino. Entonces, ofreció una suma de dinero (50 mil pesos de la época) para que la definición se realizara en el Estadio Centenario.
Los dirigentes de San Lorenzo aceptaron y Peñarol, nuevamente como local, y con dos tantos del ecuatoriano Alberto Spencer al arquero Vladimiro Tarnawski llegó a la final.
Finalmente, Peñarol ganó la primera Copa Libertadores al derrotar a Olimpia, quedando en la historia sudamericana.

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La historia de la Copa Libertadores de América, arroja curiosos datos para la estadística que resultan muy interesantes para los fanáticos del fútbol.
El uruguayo Luis Cubilla fue protagonista en 18 ediciones de la Copa. De ellas fueron 11 como futbolista (con Peñarol 4 veces, con River Plate 3, otras 4 con Nacional de Montevideo) y 7 como director técnico, todas conduciendo a Olimpia de Paraguay.
El argentino Francisco “Pancho” Sá disputó 7 finales, de las 15 ediciones en que participó en la Copa Libertadores. Fue campeón 6 veces.
En 1996, el Barcelona de Ecuador, tuvo un plantel multinacional. Participó con 6 jugadores extranjeros: el colombiano Alverio Usuriaga, el camerunés Cirille Makanaky y el brasileño Gilson de Souza y los argentinos Carlos Alfaro Moreno, Marcelo Morales y Néstor Villarreal.
Solo uno de los casi 190 equipos que alguna vez jugaron la Copa, se mantiene invicto. Es Cobresal, de Chile. Participó de una sola edición, la de 1996. Jugó 6 partidos, de los cuales ganó 1 y empató los restantes.
En el partido de la edición pasada de la Copa, se produjo el gol en contra más rápido de la historia de la Libertadores. Fue cuando Boyacá Chico (de Colombia) le ganó por 4 a 3 a Audax Italiano (Chile). Allí el camerunés Jules Ntarnak, de los colombianos, venció su valla a los 40 segundos de iniciadas las acciones.

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"¡Esos sí que eran partidos! No había respiro y pasaba de todo. Adentro y afuera de la cancha. Eran partidos cerrados. Ellos (los de Estudiantes) nos habían ganado 1 a 0 en La Plata y nosotros acá 1 a 0, cuando tuve la suerte de marcar aquel gol. Con ese triunfo nos fuimos al desempate en Lima. Fue lo más lindo porque estaban agrandados", dice. Y agrega: "en Los Céspedes se leía El País y allí vemos, ‘qué lindo es darle la vuelta en la cara’. ¡Era Pachamé el que había declarado en el aeropuerto que nos venían a ganar! Después, cuando les ganamos, lo esperé en el medio de la cancha. Le toqué el hombro y le dije: 'Pacha... dale... da la vuelta olímpica que yo te aplaudo. Me mandó a la puta que lo parió... (se ríe) y le dije... mirá que si no diste la vuelta acá, no la das más’. ¡Y no la dio! Les ganamos flor de partido en Lima. Manga sacó cada pelota... si nos hubiesen hecho un gol, nos ganaban. En aquella época, hacías un gol y la pelota desaparecía. Faltaban cincuenta minutos y terminabas jugando diez, se las quedaban los suplentes o la tiraban a la tribuna, era bravísimo ganar.
Estaba muy bien armado Nacional. Jugamos trece partidos y sólo recibimos cuatro goles ¡uno solo de cancha!, el que nos hizo Romero en La Plata. Después fueron dos goles de penal y uno en contra de Ancheta. Hicimos 27 goles, era flor de cuadro".

(JUAN MASNIK, ex jugador de Nacional de Montevideo, recordando sus duelos con Estudiantes de La Plata por Copa Libertadores de América a fines de la década del 60, tomado de 'Ovación digital' del 24/06/09)

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En 1966, Daniel Onega (foto), de River Plate, logró la hazaña de anotar ¡17 goles! en esa edición de la Copa Libertadores de América.
Un número de conquistas aún no igualada, en un mismo torneo organizado por la Confederación Sudamericana de Fútbol, por ningún otro futbolista.
En ese año 1966, en el que precisamente Onega debutó en Primera División, River llegó a la final de la Copa, perdiendo en partido desempate ante Peñarol de Montevideo, cotejo disputado en el Estadio Nacional de Chile.
Daniel Onega, cuyo hermano Ermindo, el "Ronco", marcó toda una época de nuestro fútbol, nació en 1945, en Las Parejas, provincia de Santa Fe.
Daniel, apodado futbolísticamente como "El Fantasma", por su manera inesperada para aparecer frente al arquero rival, comenzó jugando en River, integrando su Primera División entre 1966 y 1971 y, tras un breve paso por Racing en 1972 (allí jugó 41 partidos anotando 9 tantos) regresó al club de Núñez.
En River jugó un total de 207 encuentros, convirtiendo 87 goles. Además, integró el seleccionado nacional.
Posteriormente viajó a España, fichando para el Córdoba, donde jugó 3 temporadas. Finalmente, en 1978 lo contrató Millonarios de Colombia, registrando excelentes actuaciones. Y se retiró del fútbol dejando bien parado el apellido ilustre que hizo conocer al mundo futbolístico su hermano Ermindo.

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Partido de ida por la final de la Copa Libertadores 1997 entre Sporting Cristal (foto) y Cruzeiro.
Un día antes del encuentro, mientras los de Belho Horizonte realizaban el reconocmiento de la cancha y la iluminación del Estadio Nacional de Lima, un grupo de socios de Universitario se reunió en la puerta del estadio, llamaron a un conocido hincha de la Trinchera y le solicitaron un trabajito urgente para cuando el campo quedara vacío.
El barrista debía ingresar al Estadio Nacional y en la pista atlética debía formar una "U" con 5 kilos de sal que le entregaron los socios. De esta forma iba a "salar" a Cristal para que no ganara la Copa y no supere la campaña de la "U" en 1972.
El muchacho esperó un descuido y aprovechó la cantidad de brasileños y pudo ingresar para cumplir su tarea.
Al día siguiente Sporting Cristal empató sin goles con Cruzeiro prácticamente perdiendo las posibilidades de ser campeón de América.
Desde entonces hasta el 2002 Cristal no ganó el campeonato nacional, para los hinchas "cremas", todo fue culpa de la "cancha salada".

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Corrían tiempos de Copa Libertadores de América, eran tiempos de gloria para el fútbol argentino, le habíamos ganado merecidamente con Argentinos a dos grandes del fútbol brasilero, al Fluminense y al Vasco da Gama.
Nos hospedábamos en el Sheraton de Río, la costumbre en esos hoteles de gran categoría es colgar en el picaporte de la puerta de la habitación, una cartulina impresa con todo lo disponible en cuanto a las principales comidas, para que el pasajero antes de acostarse tilde en dicha cartulina la hora que quiere despertarse con el desayuno o si quiere ordenar que la cena le sea servida en su cuarto o la merienda, etc. etc. todo el servicio está a la orden del pasajero.
Recuerdo la madrugada antes del último entrenamiento en Brasil, que junto a Emilio Commisso y el “Negro” Juan José López nos dirigíamos a nuestros aposentos cuando al pasar por la puerta de la habitación asignada al “Profe” Carberol y al “Piojo” Yudica (foto), nuestro cuerpo técnico en ese momento, nos miramos y la idea fue simultánea, tomamos la cartulina que colgaba del picaporte, nos fuimos al final del pasillo y consensuadamente llenamos la orden a nuestro criterio:

Hora que desea despertarse: 5 AM
Bebida sugerida: Champagne bien helado con dos copas
Primer plato: Champiñones gratinados y ostras frescas
Segundo plato: Pavo caliente con aderezos afrodisíacos
Postre: Sorbete de fresa fresca y ron

Luego del hecho consumado y siendo las 12 y 30 hs. nos retiramos a dormir.
Grande fue nuestra sorpresa a la mañana entrante, en el lugar donde habitualmente desayunábamos reinaba una llamativa calma, más aún conociendo el carácter de Yudica, nada pasaba y nada pasó hasta abordar el micro que nos llevaría al campo de entrenamiento, todo el plantel estaba sentado en sus respectivos asientos, solo faltaba el cuerpo técnico, cuando estos aparecieron en escena y subieron al micro el silencio era abrumador, subió Yudica y se sentó con su habitual cara de culo. El Profe por el contrario pidió que lo escucharan y en voz alta dijo: felicito a los autores intelectuales y materiales que ordenaron semejante servicio a nuestra habitación, se sentó y no habló una palabra más, nosotros a pesar de nuestras risas contenidas estábamos recalientes porque no era el resultado que esperábamos.
Larga fue nuestra espera para enterarnos de la reacción del cuerpo técnico, esto ocurrió en el vuelo de regreso, cuando asumiendo nuestra autoría ante el Profe le pedimos que nos cuente y con mucho gusto nos contó: "nos despertó el incesante golpeteo en la puerta, miramos el reloj y nos preocupamos por la hora, eran las 5 am, pensamos que habrá pasado para que nos despierten tan temprano, lógicamente el encargado de abrir la puerta fui yo, me encontré con un negro vestido de rojo con gorro de chef que traía un carrito lleno de cosas y me decía en portugués... cena, cena .. pavo caliente y me mostraba una bandeja de plata donde reposaba el ave, yo le decía que se había equivocado, no me entendía y quería entrar con el carro, le grite que no lo habíamos pedido, no entendía y repetía cena.. cena.. pavo.. pavo; en ese momento intervino Yudica muy caliente y le dijo: pavo, pavo nosotros, tómatelas ante que te cague a trompadas, el hombre de rojo se retiro ofuscado, dejó el carrito y volvió a nuestro cuarto con el jefe de seguridad y las autoridades del hotel, palabra va palabra viene todo término horas después cuando intervino un directivo del club que dijo que igual pagaría la cena cuyo costo era de 350 dólares".
Mucho le costó al Profe convencerlo a Yudica para que no tome represalias con los autores, así fue, nunca hasta el final de su cargo Yudica habló del tema.

(Anécdota extraída de la página web de José "Pepe" Castro)

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Los finalistas de la Copa Libertadores de América en su edición de 1965, fueron Independiente de Avellaneda (foto) y Peñarol de Montevideo.
El primer partido se disputó en el estadio de los rojos el 9 de Abril de 1965. Los equipos formaron así: Independiente: Santoro; Ferreiro, Navarro, Guzmán y Decaria; Mura, Acevedo y Savoy; Bernao, Suárez (De la Mata) y Avallay.
Peñarol: Mazurkiewicz; Forlán, Pérez, Várela y Caetano; Ledesma, Goncálvez, Rocha y Silva; Sasía y Joya.
Esa primera final la ganó Independiente por 1 a 0, con gol de Bernao, pero los historiadores la recuerdan por una insólita acción del uruguayo Sasía, cuando para aprovechar mejor un tiro de esquina a favor de Peñarol, se le ocurrió la picardía de recoger tierra de la cancha para arrojársela al arquero Santoro cuando se disponía a cortar el centro.
Afortunadamente, el árbitro peruano Arturo Yamasaki observó la ocurrencia del ‘Pepe’ Sasía y Peñarol se quedó con 10 jugadores.
La revancha se disputó el 12 de Abril en el estadio Centenario y allí los locales vencieron por 3 a 1
Se debió jugar un partido desempate en Santiago de Chile, donde Independiente, el 15 de Abril, cumplió una tarea descollante venciendo por 4 a 1.
Fue la segunda Copa Libertadores de los rojos. La "tierrita" de Sasía que perjudicó al equipo uruguayo, provocó que los dirigentes de Peñarol, indignados, lo transfirieran a Rosario Central.

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En Avellaneda, y por la Copa Libertadores, Estudiantes le ganaba 2 a 0 a Independiente con goles de Ribaudo. Casi al final del primer tiempo, a Oscar Malbernat (foto) se le caían las medias y el árbitro lo obligó a que se las levantara. Estaba cerca del banco de suplentes de Independiente, entonces lo miró al uruguayo Urruzmendi, que estaba allí sentado, y le dijo: "Pepe, ¿no me das unas tiritas?" "Que tiritas ni tiritas, andá a la puta que te parió", le contestó el uruguayo rojo de ira.
En el entretiempo, Malbernat contó lo sucedido y sus compañeros resolvieron, en pleno vestuario y "por mayoría", que cada uno que pasara cerca del banco local le dedicara una frase a Urruzmendi. Nada cordial, por supuesto, para calentarlo por si le tocaba entrar. Y le tocó Enrique Fernández Viola, técnico de los Diablos Rojos, lo llamó y le dijo: "Entre y provóquelo a Aguirre Suárez". Hubo una falta, se paró el juego, y Urruzmendi entró. Fue derecho hasta donde estaba Aguirre Suárez, lo insultó y le pegó una trompada. Aurelio Bosolino, que era el juez de línea, llamó al referí y Ángel Norberto Coerezza lo expulsó. Fue récord mundial.
Cuando terminó el partido, Fernández Viola explicó que cuando le dijo "provóquelo" se refería al juego. Su intención era que Urruzmendi lo saque del centro del área al defensor de Estudiantes, que lo llevara hacia los costados para abrirle el camino a algún compañero. Pero Urruzmendi entendió otra cosa. Cuando el uruguayo se iba del campo de juego, expulsado, Malbernat lo saludó con un "Feliz Navidad, Pepe", y se desató una batalla campal.
Los diarios de los días posteriores al hecho indicaron que el jugador de Independiente fue recibido por la expresión: "Uruguayo muerto de hambre".

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En una nota en la que repasaba su vida, el boxeador argentino José Menno, que fue campeón sudamericano de la categoría medio pesado a fines de la década del sesenta, recordaba su pasión por el fútbol: “Yo no era malo, era bravo. Si me buscaban, me encontraban fácil. De chico fuí a la cancha, soy hincha de Estudiantes de La Plata, y siempre me hice respetar en la tribuna. Era otra época, sin droga ni armas en el fútbol y yo tenía un lomo bárbaro”.
En la misma nota, cuenta la pelea donde más lo habían golpeado: “¡Vaya si lo recuerdo!, pero no fue sobre un ring sino en una cancha de fútbol: Le cuento, yo era de La Plata y soy ‘pincha’ de toda la vida. Se venía la final de la Copa Libertadores contra Peñarol, en 1970, y el clima estaba muy pesado.
Para colmo, el segundo partido, el decisivo, debía jugarse en Montevideo. Cuando llegó el momento, los dirigentes del club pensaron que sería conveniente garantizar, con mi presencia en el micro y en el vestuario, la seguridad de los jugadores. Yo acepté encantado, porque iba a vivir el partido de adentro, como lo soñaba de chico. Pero alguien le avisó a los uruguayos. Cuando bajé del micro había seis negritos esperándome. Los seis eran boxeadores. Cuando los reconocí, apenas pude atajar la primera piña. ¡Nunca me pegaron tanto en toda mi vida!”.

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Los hinchas del equipo brasileño Santos se retiraron el 2 de Agosto de 1962 del estadio de Vila Belmiro, en la ciudad portuaria del mismo nombre, estado de Sao Paulo (sureste de Brasil), seguros de que su elenco se había coronado campeón de la Copa Libertadores de América, tras empatar 3-3 con Peñarol de Montevideo.
Pero al poco tiempo se enteraron que en realidad debía jugarse un tercer encuentro (el primero lo ganaron los santistas 2-1 en el estadio Centenario de la capital uruguaya), porque en realidad el partido finalizó oficialmente con el triunfo de Peñarol, 3-2. ¿Qué había pasado?
Cuando transcurrían 51 minutos de juego y los uruguayos se imponían 3-2, el árbitro chileno Carlos Robles sufrió un fuerte botellazo que lo dejó desmayado. Robles recuperó el conocimiento en el vestuario, rodeado de dirigentes brasileños que lo presionaban para que continuara el partido.
El colegiado chileno aceptó, pero sin avisarle a nadie, lo dio por terminado y cerró el formulario con la victoria 3-2 del campeón uruguayo.
El juego siguió, no obstante, con carácter de “amistoso” (pero aquello solo lo sabía Robles).
En los 39 minutos que faltaban el puntero zurdo Pepe igualó el tanteador 3-3 y los santistas festejaron el haber obtenido el campeonato.
Pero en la Confederación Sudamericana de Fútbol (CSF), Robles explicó la situación y sus decisiones. La victoria se le adjudicó a Peñarol. La CSF consideró que se jugaron 51 minutos “oficiales” y 39 minutos “amistosos”.
Santos, igual, ganó la Copa Libertadores ese año, al derrotar 2-0 a los aurinegros en el tercer compromiso disputado días después en Buenos Aires para conseguir así su primera conquista continental con el aporte y el embrujo de Edson Arantes do Nascimento, Pelé.

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Universitario de Deportes y Alianza Lima jugaban en el Estadio Nacional por la Copa Libertadores, el 3 de Agosto de 1988.
El cuadro crema ganaba 2 a 0, con goles de José "Chemo" Del Solar (20') y del arequipeño Juvenal Briceño (41'), al final del primer tiempo, período en el que los dirigidos por Moisés Barack, se habían quedado con 8 jugadores por las expulsiones de César Espino (34'), Wilmar Valencia (45') y Cédric Vásquez (45'), quienes recibieron la tarjeta roja de parte de César Pagano por conducta violenta.
Luego del entretiempo, las acciones siguieron hasta el minuto 54, cuando el chileno René Pinto y Eugenio La Rosa (foto), hermano menor de Guillermo, acusaron lesiones imprevistas y ya no pudieron ser reemplazados, porque el DT aliancista ya había realizado las dos variantes permitidas en ese entonces por la FIFA.
Sin cinco jugadores, cuando el máximo ente permite siete, al menos para disputar un partido oficial, el cuadro íntimo decidió retirarse de la cancha luego de recibir la venia del juez principal y, por supuesto, el marcador no varió: quedó 2 a 0 a favor de la 'U', que conducía Juan Carlos Oblitas.
En los días posteriores los medios especularon con que Pinto y La Rosa se hicieron a los sentidos para evitar que Alianza, con 8 jugadores en la cancha, sufriera una goleada catastrófica ante el rival de toda la vida, hecho que la 'U' tomó como un acto de cobardía y que la Trinchera Norte le recuerda al Comando Svr cada vez que puede en un choque entre ambos.

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La Copa Libertadores, a su vez, entraba en su fase crítica histórica. Llovían reclamos de todos los medios acerca de la brutalidad criminal que imperaba en el torneo continental. Y Estudiantes, que seguía para 1970 en la cumbre de la Copa, viajó a Montevideo para chocar en el partido revancha ante los mirasoles de Peñarol. Y chocar es una buena forma de definirlo, sin eufemismos de por medio.
El partido de ida había sido para los de La Plata por uno a cero. Los platenses buscaban su tercera copa consecutiva, cosa que lograrían al empatar en cero en la capital uruguaya.
El ex jugador de Estudiantes "Tato" Medina recuerda: “Faltaban quince minutos para el final, empatábamos cero a cero, y cuando iba a sacar un lateral, Bilardo me gritó que lo hiciera engranar a "Tito" Gonçalves (foto). Empecé a demorar el saque, me acerqué al uruguayo y lo insulté para que reaccionara ahí mismo. Ni se inmutó. Me miró fijamente y me dijo ‘cuando termine el partido te vas a acordar de mí’. Pasaron los minutos, llegó el final y salí corriendo para celebrar con mis compañeros la tercera Libertadores seguida que ganaba Estudiantes.
De repente, sentí que me agarraban del cuello y me pegaban en la trucha. No recuerdo nada más. Cuando me desperté, estaba en mi cama, en el hotel, con una bolsa de hielo en el melón para achicar los chichones. Durante los diez días siguientes, mi única alimentación fueron líquidos que tomaba con una pajita. Recién entonces comprendí por qué le habían hecho fama de caudillo a Tito Gonçalves”.

(tomado de la página “En la tribuna”)

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