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Gabriel Ochoa Uribe fue el entrenador colombiano y profesional en medicina deportiva que, a partir de los años 60, revolucionó al fútbol de su país. Una tarea que impulsó luego con mucha mayor efectividad, el argentino Osvaldo Zubeldía. Ochoa Uribe, nacido en Medellín el 20 de Noviembre de 1929, comenzó a jugar en Unión Indulana de Medellín, para luego pasar al fútbol grande de América de Cali y Millonarios de Bogotá, y en el América de Río de Janeiro. Como entrenador se destacó por su estrategia y fuerte personalidad. Fue técnico de Millonarios, Independiente Santa Fe y el seleccionado de Colombia en varias etapas que van de 1963 a 1985.
Entre sus conceptos acerca del fútbol del ayer y el de hoy, Ochoa Uribe, toda una enciclopedia de este deporte, expresa:
1) “Todo es diferente, absolutamente todo; en 1960 jugamos con un 4-2-4, yo fui el primer entrenador en Colombia en introducir ese sistema, que usó Brasil cuando fue campeón del mundo en 1958. Hoy en día jugamos otra cosa, 3-5-2, 4-4-2, 4-3-3, el líbero con stopper, con doble stopper, en fin, un sinnúmero de sistemas que han venido sucediéndose”.
2) “La parte más importante de aquella época murió, el trato y el manejo a la pelota, manejar las puntas. Ya no hay más punteros. Hay espacios para velocidad y se usa el 4-5-1 pero con cuatro defensores a la altura de los 25 metros, con cinco volantes, dos de marca, dos volantes en las puntas, uno de creación y arriba un hombre que lucha solo con cinco adversarios”.
3) “Hoy se juega con una gran condición física, con una excelente táctica-estrategia defensiva y con un ataque por sorpresa. La fundamentación técnica, que es el tercer pilar del fútbol, ha desaparecido. Se juega en bloque. Solo deslumbra Messi, luchando contra muchos defensores. Y gana. Por eso es el mejor del mundo”.

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Esto se compone (Christian Arias Flórez - Colombia)


-Ya no aguanto más ni a tu papá ni al mío, se me llenó la copa. ¡Ni que fuéramos hermanos! -…o de equipos archienemigos -le dije al abrazarla.

-Mi papá no se cansa de repetir que eres un vago y que solo vives para el fútbol -dijo llorando.

-Sí, me lo ha dicho varias veces; pero ya ves -sonreí-, me gustó cuando dijo que mi sistema solar estaba compuesto por nueve balones.

Se liberó de mis brazos y me precisó con la frialdad de un pitazo final:

-Esto es en serio, mi querido Román. Nos volamos mañana para la capital como habíamos planeado. Este pueblo de chismes me tiene aburrida. Veámonos en la Terminal de buses a las diez en punto.

Llevábamos ya dos años de noviazgo, y Julieta me encantaba, no sólo por su temple sino por su piel vulcanizada, por su cinturita dribleadora y porque me amaba como a gol olímpico. Julieta de por sí era una invitación al gol de contragolpe.

-¿A las diez? -recordé que a esa hora jugaría Brasil contra Italia.

-Sí, primero tengo que ir a la fábrica a sacar unas cosas. ¿No te parece bien la hora? ¿Tienes mucho qué hacer? Ah, ya sé lo que pasa, lindo -me dijo condescendiente-, de seguro mañana también hay partido.

-El partido es lo de menos -le mentí-, me importa más conseguir plata para no pasar afugias de visitante-. El Chupo gana buena plata, ahora voy a buscarlo.
(El Chupo nunca prestaba plata, prefería perderla en apuestas).

Julieta me miró y sentenció:

-Está bien, a las doce. Sin alargues, como tú dices, lindo. Al mediodía nos vemos en la Terminal. De una cosa estoy segura: yo viajo mañana.

Me dio un beso veloz, partió dejándome en un estadio vacío y con el peso de la camiseta a cuestas.

Busqué al Chupo, le pedí plata prestada y me propuso:

-Le apuesto todo lo que tengo a que Brasil no le gana a Italia.

A Brasil le bastaba con el empate pero Italia ya le había ganado a Argentina y estaba agrandada.

-Todos creen que Brasil va a ser campeón por el tremendo equipazo que tienen: Zico, Eder, Junior, Falcao, Sócrates y Toninho Cerezo, y aunque también esté el paquete ese de Serginho. Tampoco creen en nadie desde que le ganaron a la Argentina de Maradona.

Aún así, yo siempre he sido italiano y no voy a voltearme ahora. ¿Se le mide a la apuesta?

Le pedí que me dejara pensarlo en el entretiempo de la almohada; estaban en juego mis ahorros, y el fracaso sería una goleada de local.

Un nuevo día trajo la decisión improntada en mi cabeza: todo o nada. Llamé al Chupo y acordamos ver el partido en mi casa, o mejor, en la casa de mi viejo. Invité también a Carrillo y a Paciencia para que me ayudaran a hacer barra; cosa fácil, en Latinoamérica -salvo el Chupo y los argentinos- todos éramos hinchas de Brasil.

Después de organizar el encuentro, recordé a Julieta, pensé en llamarla a la fábrica para decirle que la amaba y que lo que yo más quería -después del partido- era correr hasta la Terminal para volarnos en el primer bus que aterrizara en tres cuartos de cancha. Pero los preparativos no me dieron pausa.

Hice unas compras, alisté la maleta y preparé una olleta de café porque sería inadecuado el licor a las diez de la mañana de un lunes.

Llegaron los invitados y, como sólo yo estaba en la casa, se instalaron a sus anchas: corrieron los muebles hasta la mejor gradería, se quitaron los zapatos, encendieron los cigarros, le bajaron el volumen al tevé y se lo subieron al radio, y, contrario a mis cálculos, compraron una canasta de cerveza en la tienda. ¡Adiós el café!

-Están calientes, métalas en el congelador -sugirió Paciencia.

El partido iba a empezar y fue el Chupo quien se encargó del ritual del café:

-Apuesto todo lo que tengo en la mano a que Brasil no pasa a la siguiente ronda.

Abrió la mano y dejó ver un fajo de billetes grandes.

-O sea que da el empate -dijo Carrillo-. Yo le voy, ¿cuánto es?

Contamos los billetes. A Carrillo le bailaban los ojitos y salió corriendo hasta su casa por plata, Paciencia lo secundó. Regresaron justo al primer pitazo del árbitro, pero con lo que recogieron y con lo que yo tenía no se llegaba ni al setenta por ciento de su propuesta.

-Dije “Todo lo que tengo en la mano”. Si ustedes no tienen completo, no hay apuesta -precisó el Chupo.

Los tres nos miramos y nos sentamos con la resignación a cuestas.

-¿Tiene miedo? -le dijo Paciencia al Chupo recogiendo los dedos en un solo punto.

-Todo o nada -respondió.

-Es porque sabe que ese billete se pierde -agregó Carrillo.

Estábamos en eso cuando un tipo de camiseta azul (los jugadores contrarios nunca tienen nombre) anotó el primer gol del partido. El Chupo saltó de su silla celebrando a capella. Los demás nos quedamos mirándolo y después volteamos a la pantalla; la imagen no hacía sino repetir lo imposible: gol de Italia.

Silencio total.

Carrillo juntó los restos de fuerzas en piernas, vísceras y brazos, para decir:

-Esto se compone, saquemos cerveza de la nevera. ¡Qué importa que esté caliente!

-Sí, esto se compone -dije recordando a Julieta e imaginando que por ser su última mañana en la fábrica, estaría trabajando de mala gana y cuchicheando con las compañeras.

Fui hasta la nevera con toda la parsimonia del mundo y cuando sacaba las cervezas oí los gritos de mis amigos en la sala:

-¡Gol de Brasil! ¡Sócrates!

Se pararon en los muebles y rompieron un par de cojines en la cabeza del Chupo. Estábamos en la celebración cuando de repente se abrió la puerta de la casa y entró mi viejo.

-¿Aquí qué está pasando?

Llevaba meses sin hablarle desde cuando me encontró retozando con Julieta y me amenazó con la disyuntiva del “santo hogar o la mujer esa”. Aún así, como él era el anfitrión, tuve que responderle:

-Estamos viendo el partido de Brasil…

El viejo repasó el lugar de oriental a occidental, detalló el grupito de desadaptados, las cervezas, los muebles corridos, los cojines dañados, los zapatos regados y las colillas en el cenicero.

Mis amigos disimulaban mirando la pantalla. El ambiente se había enrarecido y el aire parecía empaquetado. Pensé en apagar el tevé y proponer la retirada hasta que el viejo nos sorprendió:

- ¿Y cómo van? Pensé que no iba a llegar a tiempo, casi no me puedo volar del trabajo -dijo al acomodarse en un taburete, olvidando su poltrona preferida, invadida por Carrillo.

-Uno a uno -dijo Paciencia-. Pero el empate nos sirve, hay que meterlo en el congelador y ya.

-Mi'jo Román, tráigame una cerveza -me ordenó.

Obedecí mientras el viejo, Carrillo y Paciencia hacían fuerza por Brasil. El Chupo se aferraba a su ilusión de triunfo e insistió:

-La apuesta sigue en pie.

Todos lo miramos y el viejo preguntó de qué se trataba. Cuando le explicamos, buscó en su cartera el dinero faltante.

-¡Hecho! -dijo Paciencia y justo cuando él acomodaba el último billete encima del tevé, volvió la pesadilla: un tipo de camiseta azul anotó el segundo gol.

-¡Gol de Paolo Rossi! ¡Forza, azzurri! -exclamó el Chupo al pisar nuestras ilusiones.

Miré los billetes encima del tevé y un frío me corrió de sur a norte.

Hubo silencio cuando el Chupo terminó su celebración.

-Esto se compone, saquemos más cerveza. No le hace que esté tibia -propuso Carrillo.

Seguimos concentrados en la pantalla y en el reloj. La cancha se convirtió en el escenario donde se movían los ágiles tricampeones ante unos postes azules que no dejaban pasar la pelota. Cada jugada era la antesala de un gol atragantado.

Y terminó el primer tiempo. Salimos al balcón a mirar las calles vacías del barrio. Un bus pasó raudo como si al chofer le hubiesen contado que se estaba perdiendo el partido. Viendo el bus recordé a Julieta y corrí a llamarla a la fábrica. De mala gana me contaron que había renunciado.

Empezó el segundo tiempo, luego de un descanso eterno. Los brasileños seguían atacando mientras que los azules se defendían estoicamente. Avanzaban los minutos y nada que aparecía el empate. Llegó el minuto veintidós y el Chupo sentenció:

-Ya va la mitad de la segunda mitad… -Esto se compone -recordó Carrillo y sus ojos se fijaron en Junior quien se adentró por la punta izquierda abriendo camino para pasar el balón a Falcao.

-¡Ahí es! -dijo el viejo reclinando el taburete.

Falcao recibió el balón en la medialuna italiana, transitó una diagonal hasta las dieciocho yardas, y pateó justo al pisar el área.

-¡Gol! -gritamos los afligidos. Saltamos, nos abrazamos y botamos por el balcón todo el peso de la derrota. Lavamos al Chupo en cerveza, y el viejo -de la misma emoción- partió el taburete.

-Les dije que esto se componía, menos el taburete -exclamó Carrillo.

- ¿Tiene miedo? -molestó Paciencia al Chupo recogiendo los dedos.

El paroxismo me recordó a Julieta. Me asusté, miré el reloj y calculé que apenas acabara el partido tendría el tiempo suficiente para alcanzarla en la Terminal.

Pero…

Pero sólo seis minutos nos duró la gloria inmarcesible. La realidad se mostraba caprichosa y revivió la pesadilla: un tipo de camiseta azul anotó un tercer gol.

Pensé en colgarme del travesaño. Fue tanta la sorpresa que ni el mismo Chupo celebró el tanto, sencillamente se limitó a decir como si guardara el destino en un bolsillo:

-Yo les advertí.

Después de eso vinieron diecisiete minutos de agonía en los que no dijimos nada.

Algo murió en nosotros cuando el árbitro dio el pitazo de gracia; nos invadió el fantasma del infinito. El Chupo voló hasta el tevé y recogió los billetes.

-Les apuesto a que Italia queda campeón.

Nadie le respondió. Se fue sin despedirse y nosotros caímos inermes; cualquier acción además del mutismo, habría sido inapropiada. El tiempo se congeló en cerveza fría y yo vine a caer en cuenta de que la vida transcurría inexorablemente, sólo horas después cuando Julieta me llamó para decir que ya estaba en la capital, y que por favor, nunca fuera a buscarla.

El viejo -al reparar el taburete- notó mi palidez y dijo:

-No hay nada como el santo hogar… ¿La maleta que alistó es para volarse con la mujer esa?

En la calle ya me pasaron el chisme. Bien pueda se larga.

-En el fútbol hay revancha cada domingo- pensé y miré a los amigos.

-En mi casa se puede quedar unas dos fechas -me ofreció Paciencia.

Carrillo se solidarizó al ver mi cara de desconcierto y pateó un lapidario:

-Esto se compone; demora pero se compone algún día…

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¿La cancha más jodida en la que jugaste?

La de Victoriano Arenas. Ahí fui con Defensores, en la C. Caímos para jugar un partido clave, en el 81. Ellos tenían que ganar porque sino descendían. Yo era conocido, ya estaba en el Juvenil. Llegamos temprano y se me dio por tomar sol a un costado. En un momento se me nublo, abrí los ojos y eran dos monos: “Mirá que Victoriano tiene que ganar ¿eh?" Ganaron porque fueron mejores pero si no hubiera tenido que meterla yo de cabeza…

¿Lloraste muchas veces por el fútbol?

Dos. Después del 0-5 con Colombia y luego de debutar en el Mundial 90, aunque esa vez fue una mezcla de sentimientos: alegría por lo mío e impotencia por la fractura de Pumpido.

Tuviste una época en que las mujeres se te tiraban encima. ¿Hubo algún acoso desmedido que se pueda contar?

Un día salí con mi señora del programa de Susana Giménez y nos empezó a seguir un auto. En un momento paramos y se bajaron dos chicas. Les firmé, sacamos fotos y les di un beso. Todo bien hasta que una la mira a mi señora y le dice: “Y vos lo podrías dejar un poquito solo, ¿no?”. Mi mujer casi le salta a la yugular.

(SERGIO GOYCOCHEA, ex arquero argentino, en revista “El Gráfico” -Octubre de 2002-)

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La cumbia de los trapos (Yerba brava - Argentina)

* dedicada al Club Deportivo Los Millonarios (Colombia)

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La selección colombiana de 1990 y 1994 jugó como si tuviera permiso para perder. Corrían con un sentido total de apropiación del juego. Nadie les ganaba nunca porque ellos mismos administraban sus caídas. (...) Maestros del extravío, pusieron en escena las virtudes que sólo son posibles sin rebajarse a tener éxito. (...) ¿Hay hazaña más propia de América Latina que la de estos bucaneros que practicaron la dignidad rebelde del alarde sin premio?.

(JUAN VILLORO, escritor mexicano, en su obra "Dios es redondo" -Anagrama-)

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Admiro la elegancia de Paolo Maldini, bien complicada de encontrar ahora mires donde mires. Esa manera de hacerlo todo tan fácil cuando a otros nos cuesta tanto...

(LUIS AMARANTO PEREA, defensor colombiano del Atlético de Madrid, en el diario español "El País" del 04/02/2010)

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Fútbol y narcotráfico


Otra actividad que permitía lograr apoyo popular y lavar dinero es la dedicación de los narcotraficantes colombianos al deporte, y muy especialmente al fútbol, a pesar de que el organismo encargado de su vigilancia, Coldeportes, nunca ha tomado medidas.

El equipo de fútbol Atlético Nacional tenía como principal accionista al narcotraficante Hernán Botero Moreno, quien además era propietario de una cadena de hoteles. Su hermano Roberto fue condenado en los Estados Unidos por el lavado de 70 millones de dólares, y contra el propio Hernán, los norteamericanos libraron una orden de detención en 1981 por haber lavado 5 millones de dólares y ser propietario de un cargamento de 1.762 kilogramos de cocaína, incautado en Miami.

A pesar de haber interpuesto decenas de maniobras legales para evitar su extradición, fue entregado a las autoridades norteamericanas el 15 de Noviembre de 1984. Por este motivo, la división mayor del fútbol colombiano suspendió los partidos de la fecha en señal de protesta. El Nacional fue adquirido luego por Ignacio Aguirre, quien cargaba con una solicitud de extradición, librada por un tribunal peruano, por tráfico de cocaína.

El Club Deportivo Los Millonarios, de Bogotá, era controlado por el ya difunto Edmer Tamayo, vinculado a un cargamento de 2.000 kilos de cocaína, capturado en Septiembre de 1982 en La Florida. Tras su muerte en 1983, sus intereses fueron representados por los abogados Germán y Guillermo Gómez, quienes recibieron un pago de 15 millones de dólares por la venta del total de sus acciones en favor de Gonzalo Rodríguez Gacha.

En 1984 el arquero argentino Raúl Navarro, jugador comprado por el equipo colombiano, denunció públicamente que el fútbol se encontraba infiltrado por la mafia del narcotráfico. Como su pase estaba en manos de un socio de Rodríguez Gacha, lo pasaron a reserva y hasta el momento no ha podido volver a jugar.

El Club América de Cali es propiedad de los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela, sobre quienes pende una solicitud de extradición a los Estados Unidos por 15 cargos relacionados con el narcotráfico.

Uno de los casos más conocidos se identificó con el nombre de "La maleta de Fonseca", apellido de un valijero de los hermanos Orejuela, encargado de e ntregar 25.000 dólares a cada jugador del equipo si ganaban la final de la Copa Libertadores de América. Por otra parte, en el edificio “Los Conquistadores de Cali”, los Rodríguez le regalaron un departamento al jugador Roberto Cabañas por un gol que les dio el campeonato.

(fragmento tomado del libro “Colombia, cuentos cortos” del ex diputado argentino Eduardo Varela-Cid)

NOTA: En la imagen aparece Pablo Escobar Gavíria [1949-1993], célebre líder del Cartel de Medellín, y quien fuera el máximo capo de la mafia colombiana, portando la Copa Libertadores de América. Más información sobre este tema en este enlace.

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¿Qué características debe tener un técnico ideal?

Saber escoger los jugadores, saber claramente qué es lo que quiere con ese grupo y que ese grupo entienda perfectamente qué es lo que quiere el técnico. Tiene que haber una comunión perfecta. Que el grupo entienda el mensaje.

¿Con qué técnico del mundo se identifica?

Ferguson. Me encanta la forma como dirige sus equipos, como para los equipos en la cancha. Un referente mío para ser entrenador fue Carlos Salvador Bilardo, un hombre campeón del mundo, un hombre trabajador, un hombre honesto. Un hombre que vino a Colombia y enseñó muchísimo.

¿Qué es lo que más recuerda de Bilardo?

Lo que más recuerdo del 'Profe' es que vino y nos demostró que había un gran material humano, que tenía una gran condición en el jugador colombiano, pero faltaba acondicionar esa gran condición a la exigencia, a la concentración, al trabajo mañana y tarde, al profesionalismo, al respeto por una camiseta, por una institución. Cinco o seis años después tenemos la fortuna de jugar el Mundial del 90 con jugadores y técnicos de Bilardo. Las clasificaciones al Mundial del 90, 94 y 98 son el fiel reflejo del paso de Bilardo y Zubeldía y ahí es un punto de partida del fútbol colombiano, ahí el fútbol colombiano se parte en dos. Antes de Bilardo y Zubeldía y después de Bilardo y Zubeldía.

(FERNANDO “El Pecoso” CASTRO, ex jugador y entrenador colombiano en el portal “Fútbolred”)

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El primer instante de lucidez en que caí en la cuenta de que estaba convertido en un hincha intempestivo, fue cuando advertí de que durante toda mi vida había tenido algo de lo que muchas veces me había ufanado y que ayer me estorbaba: el sentido del ridículo.
Lo único que deseo, ahora, es convertir a alguien.


(GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ, escritor colombiano, tras ver un partido entre Junior y Millonarios)

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Los tres palos son como la cárcel de un arquero, pero yo logré escaparme... aunque de vez en cuando me atrapa un policía y me tira un tiro desde mitad de cancha...

(RENÉ HIGUITA, arquero colombiano)

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Al único que le vi hacer cosas mejores que Willington Ortiz fue a Pelé.

(ARTURO SEGOVIA, ex internacional colombiano)

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Brasil y el Mundialito de 1972

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La Copa de la Independencia de Brasil (también denominada "Mundialito" o "Mini-Copa") fue un torneo que se organizó por única vez en conmemoración del Sesquicentenario [150 años] del "Grito de Ipiranga" (Independencia de Brasil) entre los meses de Junio y Julio de 1972 en el mencionado país. En el torneo participaron 20 equipos de todo el mundo y fueron utilizadas 13 sedes.

El torneo estuvo marcado por su carácter federal. Se distribuyeron las sedes de manera tal que en cada sector del país se pueda acudir al estadio de turno. Río de Janeiro, Salvador, Curitiba, Natal, Recife, Maceió, fueron solo algunas de las ciudades que dijeron presente en la competición.

1La Copa fue hecha de esmalte azul, oro y piedras preciosas como rubíes y esmeraldas.

Después de ganar la Copa del Mundo de 1970, el equipo brasileño tuvo un lugar destacado en la política brasileña, vinculado a la "reactivación" de la figura del Presidente Emílio Garrastazu Médici. A este fin se organizó este torneo en donde quince naciones participantes fueron divididas en tres grupos para disputar la serie preliminar del torneo y los vencedores obtendrían el derecho de participar en las semifinales junto con Brasil, Uruguay, Checoslovaquia, Unión Soviética y Escocia.

Grupo 1: Argentina, Colombia, Francia y dos veces en África unida y la CONCACAF (Confederación de la América Central, América del Norte y el Caribe).
Sedes: Aracaju, Salvador y Maceió.

Grupo 2: Portugal, Irlanda del Sur, Ecuador, Chile e Irán.
Sedes: Natal y Recife.

Grupo 3: Bolivia, Yugoslavia, Paraguay, Perú y Venezuela.
Sedes: Curitiba, Campo Grande (por entonces parte del Mato Grosso) y Manaos.

Los primeros de cada grupo diputarían la gran final mientras que los segundos accederían al partido por el tercer puesto y cuarto puesto.

El proyecto brasileño fue muy ambicioso en un principio, pues querían la participación de Alemania Federal, Inglaterra e Italia, ex campeones del mundo. Las negativas de estas Federaciones -tras muchas idas y venidas- obligaron a una modificación en los planes con el ingreso de Checoslovaquia, Unión Soviética y Escocia, como reemplazantes en las semifinales.

Francia y Argentina (dirigida por Juan José Pizzuti) pelearon palmo a palmo el liderato del Grupo 1. La igualdad en cero entre ambos equipos clasificó a los argentinos por mejor diferencia del gol. El combinado de África obtuvo el tercer puesto mientras que Colombia y el conjunto de la CONCACAF quedaron relegados al fondo de la tabla.

Portugal arrolló en el Grupo 2 y ganó sus cuatro partidos de manera cómoda al obtener un asombroso registro de doce goles a favor y solo dos en contra. Los demás equipos poco pudieron hacer ante el poderío ofensivo de Eusebio y compañía. Chile se ubicó en segundo lugar, seguido por Irlanda, Ecuador e Irán, respectivamente.

Por su parte el Grupo 3 presentó un equipo yugoslavo que tuvo una gran performance gracias a su juego ofensivo y de gran calidad técnica. Poco pudieron hacer los países sudamericanos ante el conjunto europeo. Uno de ellos, Venezuela, recibió la mayor paliza del torneo al perder por 10 a 0.

Argentina, Portugal y Yugoslavia fueron entonces los países que acompañaron a los equipos clasificados de antemano. Aún restaba la etapa más emotiva y de mayor caudal futbolístico.

Los ocho equipos de distribuyeron en dos grupos:
Grupo A: Brasil, Escocia, Checoslovaquia y Yugoslavia.
Grupo B: Portugal, Argentina, Uruguay y URSS.

Los primeros de cada grupo diputarían la gran final mientras que los segundos accederían al partido por el tercer puesto y cuarto puesto.>

La campaña de la Selección Argentina

5 victorias, un empate y 2 derrotas dejaron un saldo positivo en esta presentación argentina que tenía como meta fundamental empezar a curar las heridas producidas por la no clasificación al Mundial de México 1970 y como una forma de empezar a sentar las bases de lo que sería su participación en Alemania 74.
Estos fueron los resultados y goleadores:

11/06/72 (Salvador de Bahía) Confederación Africana 0 - Argentina 2 (Fischer y Mastrángelo)
18/06/72 (Salvador de Bahía) Concacaf 0 - Argentina 7 (Bianchi, Mas -2-, Fischer -4-)
22/06/72 (Salvador de Bahía) Colombia 1 - Argentina 4 (Brindisi y Bianchi -3-)
25/06/72 (Salvador de Bahía) Francia 0 - Argentina 0
29/06/72 (Rio de Janeiro) Portugal 3 - Argentina 1 (Brindisi)
02/07/72 (Belo Horizonte) Rusia 0 - Argentina 1 (Pastoriza)
06/07/72 (Porto Alegre) Uruguay 0 - Argentina 1 (Mas)
09/07/72 (Rio de Janeiro) Yugoslavia 4 - Argentina 2 (Brindisi -2-) -partido por el tercer puesto-
Si bien la base del plantel argentino que disputó el Mundialito de Brasil no fue la que participó dos años más tarde en tierra germana, algunos de estos jugadores (Carnevali, Santoro, Wolff, Bargas y Heredia) si estuvieron en la cita mundialista.
Más información sobre la participación argentina en este enlace.

Algunos de los equipos participantes ni siquiera trajeron uniforme, tal fue el caso de Irán, quien olvidó sus uniformes y para ganar la simpatía de la gente local pidió prestadas las camisetas del equipo más popular de Recife -el Santa Cruz Futebol Clube- y con la camiseta tricolor obtuvo los siguientes resultados:

11/06/72 Irán 1-2 Irlanda
14/06/72 Irán 0-3 Portugal
21/06/72 Irán 1-1 Ecuador
25/06/72 Irán 1-2 Chile
2Escenas del partido Irán-Chile

Como no podía de ser de otra manera, Brasil accedió a disputar el partido definitorio ante la poderosa escuadra de Portugal. ¿Podrían los brasileños liberarse del domino portugués tal como sucediera hace 150 años atrás? La historia se volvió a repetir. Un solitario gol de Jairzinho en el imponente Maracaná le dio a Brasil un título que no podía tener otro destino.

3El campeón tuvo una importante base de aquel gran equipo que dejó su estela en el Mundial del 70, entre ellos Gerson, Tostao, Rivelinho y el mencionado Jairzinho. Solo faltaba el gran Pelé, quien se había retirado un año antes del 'scratch'.

4Plantel del Brasil campeón

5Portugal, subcampeón del Mundialito de 1972

Plantel argentino que disputó la Minicopa

Dusan Bajevic (Yugoslavia) con 13 tantos fue el máximo artillero de la Copa seguido del portugués Dinis con cinco conquistas.
La Copa Independencia fue un éxito en todo sentido. Se logró un torneo con equipos de jerarquía, se vivió un clima festivo y de gran armonía, reunió grandes jugadores, se confeccionó un precioso trofeo de oro para el ganador valuado en 25.000 dólares de la época y sobre todo logró unificar a un país extenso como lo es Brasil al designar trece sedes para llevar a cabo los distintos encuentros.

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El Presidente de Brasil, Emilio Garrastazu Médici, entrega a Gerson la “Copa Independencia”.

La campaña de Brasil

Brasil 0 - Checoslovaquia 0



Brasil 3 - Yugoslavia 0


Brasil 1 - Escocia 0



Brasil 1 - Portugal 0 (FINAL)


Fuentes consultadas:
* Wikipedia Brasil
* Blog "Morenacult"
* Portal "No’ gracia a vo"

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Uno de los mejores "centrojás" de la historia del fútbol argentino fue Néstor ‘Pipo’ Rossi [1925-2007]. Brilló con la camiseta de River, logrando varios campeonatos, y también lució en el Millonarios de Colombia junto a Alfredo Di Stéfano y Adolfo Pedernera, entre otros grandes, cerrando su etapa como futbolista en Huracán, para dedicarse, a partir de 1961, a la dirección técnica.
‘Pipo’ Rossi, además de haber sido un "5" de excepcionales características técnicas poseía un enorme temperamento, además de un gran sentido del humor. Siempre le gritaba a sus compañeros de equipo, ordenándolos tácticamente y criticándolos en pleno partido, con mucho de ironía.
Críticas y comentarios que, muchas veces, alcanzaban a sus rivales. Por ello lo denominaban también como “La Voz de América”.
Una tarde, en el estadio de Núñez, River recibió la visita de Racing, y ante un córner desde la izquierda favorable a los de Avellaneda, se acercó al área el puntero derecho académico, Ornar Orestes Corbatta. Cuando un compañero de Rossi se aprestaba a marcarlo, ‘Pipo’ le gritó: "No, no lo marqués Corbatta. Tranquilo, que este no cabecea ni en los velorios".
En otro partido, mientras el equipo rival se venía con todo hacia la valla defendida por Amadeo Carrizo, Rossi metía como nunca, recuperando la pelota en todo el sector del medio campo. En uno de esos quites, se la pasó al puntero izquierdo Roberto Zárate, quien quiso jugarla de lujo, pero su marcador la rechazó sin inconvenientes. Entonces se escuchó en todo el estadio el vozarrón de ‘Pipo’ dirigido a Zárate: "¡Claro, Mono, vos perdela fácil, que a mí la pelota me la regalan los Reyes Magos!".

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El hecho de que uno haya sido un futbolista un poco rústico no significa que mi pensamiento no pueda ser distinto, yo hubiera querido ser mejor jugador. Cuando estaba en Colombia como entrenador a mis zagueros les decía: Ustedes quieren salir jugando, ¿qué se creen... que son Ramos Delgado o Perfumo?

(FERNANDO "El Pecoso" CASTRO, ex futbolista y entrenador colombiano)

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Durante el escrutinio de las elecciones presidenciales de 1950 en Colombia, de las cuales se abstuvo de participar el partido Liberal, se comprobó que miles de votantes habían borrado de las boletas el nombre de Laureano Gómez y puesto el de Adolfo Pedernera.
Era la época en que al equipo de Millonarios lo llamaron "el ballet azul"; muchos aficionados estaban deslumbrados por la excelencia de su juego y el destinatario de su máxima idolatría era Pedernera.
La devoción por el futbolista argentino alcanzó tal magnitud que el gobierno colombiano dispuso colocar en todos los edificios públicos un cartel con el siguiente aviso: "Se prohíbe terminantemente en las horas de trabajo hablar de fútbol y de Pedernera".
Cuando en 1995 (ya pasado casi medio siglo de esta época) falleció, el gobierno colombiano decretó duelo nacional.

(tomado del blog “Mi visión del fútbol”)

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Entre sus grandes logros deportivos, Boca Juniors tiene una curiosidad: una vuelta olímpica en Miami, estado de La Florida, Estados Unidos.
Fue precisamente el 17 de Marzo de 1990, en el Orange Bowl de Miami, cuando el xeneize, como ganador de la Supercopa de ese año, enfrentó a Atlético Nacional de Medellín, campeón de la Copa Libertadores para dirimir el ganador de la Recopa Sudamericana 1989.
Arbitró el brasileño José Wright y Boca ganó por 1 a 0 con gol del hoy comentarista deportivo Diego Latorre a los 36 minutos del primer tiempo.
Los equipos formaron de la siguiente manera:
Boca Juniors: Navarro Montoya; Stafuza, Simón, Marchesini y Cuciuffo; Giunta, Marangoni, Ponce y Latorre; Graciani (Soñora) e Itabel (Barberón).
DT: Carlos Aimar
Atlético Nacional de Medellín: Higuita; Herrera, Perea, Cassiani y C. Gómez; Álvarez, Pérez (Asprilla), García y Arango, Fajardo y Arboleda (Galeano).
DT: Hernán Darío Gómez
Fue un partido en el que en las tribunas del Orange Bowl estuvieron colmadas de hinchas argentinos residentes en Miami, y muchos otros que viajaron especialmente para hacer compras y, de paso, ver fútbol.

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Las deserciones producidas para el Mundial de 1950, algunas de manera obligada, otras no, provocaron que los organizadores brasileños tuvieran que trabajar a destajo.
Por ejemplo, meses antes de iniciarse la competencia mundial, Gales e Irlanda renunciaron al torneo por imposición de algunos dirigentes de la FIFA.
Escocia, pese a poder ir, se indignó ante lo sucedido con los galeses e irlandeses y renunció, solidarizándose con aquellos países. De las islas británicas solo fue Inglaterra (jugó su primer Mundial).
Por otro lado, Francia, Turquía y Portugal rechazaron la invitación al no sentirse capacitadas y la Argentina, tampoco asistió aduciendo que la FIFA no había castigado a la liga colombiana, la que se llevó a sus mejores jugadores argentinos, sin pagar un peso.
Pero el hecho curioso, todo un récord, según se relata en "El libro negro de los Mundiales de fútbol", de Daniel Cecchini, Andrés Bufali y Jorge Boimvaser, es que no se permitió que participara la India, porque algunos de sus futbolistas estaban acostumbrados a jugar descalzos.
La FIFA fue clara: "Es obligación jugar con botines". Y así, la India se quedó en su casa.

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Hace tres décadas, por esta misma época, el ambiente futbolero de Cali como ciudad y del Deportivo Cali como institución, estaba enfervorizado con la presencia en las filas del equipo ‘azucarero’ del nuevo jugador argentino Ernesto Juan ‘El Cococho’ Álvarez, un hombre del medio campo, de exquisito y sutil manejo del balón, independientemente de su virtuosismo y efectividad en la ejecución de los tiros de esquina.
Con escasos 27 años en ese tiempo, casado con Margarita María Izaurralde y padre de dos pequeñas niñas, ‘El Cococho’ Álvarez heredó tal sobrenombre, por el simple hecho de tener el mismo apellido del famoso jugador uruguayo de su mismo apellido.
Álvarez se inició en el equipo Pueblo Nuevo de su ciudad natal. Poco tiempo después pasó a Estudiantes de La Plata, conjunto con el cual tuvo la feliz oportunidad de salir campeón intercontinental de clubes en 1968. Pasó más adelante a las toldas del equipo Colón de Santa Fe.
Su primera experiencia internacional fue jugando para Emelec del Ecuador en el año 1974. Con este equipo, en la Copa Libertadores de América, logró su primer ‘gol olímpico’, jugando frente al Cuenca del mismo país.
Cuando Juan Ernesto ‘El Cococho’ Álvarez llegó a Colombia, era un hombre moldeado futbolísticamente hablando, por técnicos de reconocido prestigio en nuestro medio como Juan Eulogio Urriolabeitia, jugador del mismo Deportivo Cali, Oswaldo Juan Zubeldía, forjador de grandes figuras en el Atlético Nacional de Medellín y el ‘Piojo’ José Yudica. ‘El Cococho’ Álvarez se vinculó a las filas del Cali, cuando al frente de la orientación técnica estaba el famoso ‘flaco’, Néstor Raúl Rossi, a quien jamás había tenido como entrenador.
Ernesto Juan Álvarez, un hombre con 1,79 metros de estatura y 80 kilos de pesos, inauguró su serie de históricos goles, el domingo 29 de Agosto de 1976, al cumplirse la 6ª fecha de la primera ronda del certamen ‘Finalización’. En el estadio ‘Pascual Guerrero’ Deportivo Cali superó al Cúcuta Deportivo por marcador de 3-2. El primer gol ‘olímpico’ del juego lo concretó ‘El Cococho’ Álvarez a los 25 minutos del tiempo inicial, en el arco sur del estadio sanfernandino, frente al portero Roganti. Fue el estreno del eficaz medio campista argentino. Después llegarían más anotaciones de la misma factura.
En ese tiempo el medio campo del cuadro de Rossi estaba conformado por Oswaldo Calero (ya fallecido), Diego Edison Umaña y la nueva contratación, Ernesto Juan ‘El Cococho’ Álvarez.
La consagración definitiva de este brillante volante ofensivo, como goleador ‘olímpico’, se hizo realidad la noche del 20 de marzo de 1979, en partido de la Copa Libertadores de América, frente a Quilmes de la Argentina. Cali ganó por marcador de 3-2. En el arco gaucho de Bernabé Adolfo Palacios, el gran ‘Cococho’ Álvarez hizo el gol de la victoria, cuando restaban solamente 11 minutos para la conclusión del juego.
En el Deportivo Cali jugó un total de 226 partidos y marcó 35 goles. Después de su paso por el equipo ‘Azucarero’, prestó sus servicios a Huracán de Buenos Aires y de regreso a Colombia actuó en el Deportes Quindío y el Cúcuta Deportivo. En nuestro medio conquistó seis goles ‘olímpicos’.
Pocos jugadores netamente zurdos, tan talentosos, de tan excepcional forma de pegar al balón, como Ernesto Juan ‘El Cococho’ Álvarez, un hombre que hizo época en el balompié nacional.

(artículo del periodista colombiano Tobías Carvajal Crespo, publicado en el sitio “Arco triunfal” del 30 de septiembre de 2006)

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De las cosas que más felicidad me dieron en el fútbol, y que recuerdo más, está la temporada 92-93 con Parma de Italia, además le quité un invicto de 58 fechas al Milán y estuve entre los cuatro jugadores candidatos al 'Balón de Oro'. Es que el fútbol me dejó muchas cosas, las amistades y los recuerdos. No pasé inadvertido, lo más bonito fue levantar copas y llegar a finales con clubes como Atlético Nacional, Newcastle, Palmeiras, Fluminense y Universidad de Chile. Recuerdo otros grandes momentos, como las campañas con Newcastle de Inglaterra y con la selección de Colombia. Es que el fútbol me dejó muchas cosas, las amistades y los recuerdos. No pasé inadvertido, lo más bonito fue levantar copas y llegar a finales con clubes como Atlético Nacional, Newcastle, Palmeiras, Fluminense y Universidad de Chile. Uno llega hasta donde puede. Tal vez mi carrera deportiva hubiera sido más brillante si fuera argentino o brasileño, por decir algo. Porque a nosotros nos han marcado por ser colombianos. A la hora de los votos estamos en desventaja. Lo que hice con el Parma fue tan grande que competí con las figuras de clubes más grandes como Barcelona, Juventus e Inter. No me arrepiento de nada. He llevado mi vida bien. Vivo contento. Con injusticias, verdades, mentiras como todo. Ser famoso muchas veces genera problemas.

(FAUSTINO “Tino” ASPRILLA, uno de los mejores futbolistas de la historia de Colombia, en su despedida del fútbol activo, el pasado 4 de Julio -foto-)

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Si juego bien y gano, es normal; si juego bien y pierdo, por lo menos obtuve un triunfo con el buen juego. En cambio, si juego mal y además pierdo, sufro doble derrota.

(FRANCISCO "Pacho" MATURANA, entrenador colombiano)

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