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Teófilo Cubillas Arizaga ya tiene 60 años y es un legendario ex futbolista peruano, al punto que la FIFA lo incluyó entre los cien mejores jugadores de la historia, al lado de Pelé, de Johan Cruyff y del argentino Diego Armando Maradona. Cubillas jugó en Alianza Lima, Portugal (FC Porto), Suiza (Basel o Basilea) y Estados Unidos (Strikers y South Florida Sun), además en tres Mundiales de fútbol (México 1970, Argentina 1978 y España 1982).
El 'Nene', como le dicen, tiene tres hijos, dos hombres y una mujer (Cynthia). Los dos varones, Christian César y Juan Teófilo Cubillas Collazos (en la imagen junto a su padre) llegaron a ser futbolistas, pero sin mayor resonancia. Le dieron prioridad a sus carreras profesionales. Christian (Porto, 1975), el más conocido, estuvo en Alianza Lima (1999) y Juan Aurich (2000) y luego se retiró del fútbol profesional; hoy es sólo aficionado.
Juan Teófilo (Lima, 1977), 'Coco', estuvo en el desaparecido Miami Fusion, de la Major League Soccer (MLS), y jugaba hasta hace poco en la Liga Centroamericana de Broward, en Miami, por Max Soccer USA, donde fue compañero del ex internacional liberiano George Weah. Hoy trabaja en una empresa dedicada al fútbol en EE.UU.

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Alianza Lima había perdido al multicampeón Palhinha por cuestiones económicas y personales y pretendía a otro futbolista brasileño para cubrir el puesto de armador en el equipo que ya dirigía Franco Navarro, en 2002.
La búsqueda fue intensa y larga; cientos de currículos habían llegado a la mesa de la Comisión de Fútbol de ese club, que presidía Peter Ramsey Gálvez.
La contratación del nuevo '10' blanquiazul había generado una expectativa enorme en la afición, al punto que los directivos argumentaron que la demora se debía a que tenía que ser un futbolista A1, o sea del nivel del ex Sao Paulo, Cruzeiro y Sporting Cristal.
Finalmente, Ramsey, entre cientos de flashes y hombres de prensa una noche en Matute, anunció que William César de Oliveira (foto), ex seleccionado juvenil de Brasil, había sido elegido para ser el nuevo conductor íntimo.
Ramsey explicó, entre otras cosas, que el futbolista tenía una hoja de vida envidiable por haber jugado en América de Cali, Vasco Da Gama, Fluminense, Flamengo, Guaraní, Marítimo de Portugal, América de Río de Janeiro, entre otros equipos, además de haber sido premiado -quizá lo más importante de su trayectoria- como el mejor jugador del Mundial Juvenil que se disputó en China, en ¡¡1984!!, cuando el zurdo tenía 16 años y jugaba al lado de Neto, Bismarck, Iván Rocha, André Cruz, Marques y Gilson.
William se hizo acreedor, entonces, del Balón de Oro por su actuación descollante en la cita en Asia y por los cinco goles que marcó, aunque su selección quedó tercera, detrás de Nigeria y de la República Federal de Alemania.
El brasileño, finalmente, se puso la blanquiazul, ya con 34 años encima, pero nunca dio fuego. Caminaba en la cancha, daba pases con las justas con su ¿prodigiosa? zurda y apenas hizo un gol.
Los años, pues, no habían pasado en vano. Estaba condenado al retiro definitivo, aunque aquí le hicieron un gran favor. Lo cierto es que Ramsey y compañía ya no creen en los futbolistas que fueron estrellas en sus inicios. No vaya a ser que hoy se ensarten con otro jugador.

(anécdota tomada del blog "Goal peruano")

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El desaparecido técnico serbio Simo Vilic, campeón con Unión Huaral en 1989, dirigía a Alianza Lima en 1991 y necesitaba un delantero para repotenciar la ofensiva de su equipo.
La búsqueda de la directiva aliancista fue muy intensa, pero terminó por darle el gusto al DT de la hoy desintegrada Yugoslavia. A La Victoria llegó en silencio Iordani Alexander Petrov Petrova -foto- (inscrito así en los registros de la FPF), delantero búlgaro que perteneció a Lokomotiv de Sofía, al mismo tiempo que estudiaba Ingeniería en Refrigeración en una universidad de esa ciudad.
Petrov abandonó su país por el comunismo dominante, se marchó luego a Canadá y terminó en el Perú. Iba a reforzar a Independiente de Cañete en la Segunda División, pero este equipo no participó en ese certamen por problemas económicos, y el atacante europeo apareció de la noche a la mañana en Matute. Hizo algunos goles -ya como Jordan Petrov- con la camiseta aliancista en 1991, pero Alianza Lima no pudo ser campeón.
Vilic falleció por una penosa enfermedad en su país y la directiva blanquiazul optó por otros técnicos (primero el argentino Pedro Dellacha, luego los nacionales César Cueto y Javier Castillo, después el sureño Miguel Ángel Arrué) Justamente el chileno pidió a Petrov de vuelta, pero al goleador se le secó la pólvora en el último tramo del Descentralizado de 1992.
En 1993 actuó en Defensor Lima y luego no se supo más de él como futbolista profesional. Cuando ya estaba retirado del fútbol, Petrov se desempeñó por buen tiempo como dealer (repartidor de barajas) en un conocido casino en Lima. Hoy pocos conocen su paradero.

(anécdota tomada de la página "Goal peruano")

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Valeriano López (Arturo Corcuera - Perú)


No con patadas. Nos enseñó que el fútbol se juega con la cabeza. Solo Lolo Fernández o el 'Feo' Salinas tuvieron la potencia de sus disparos. La diferencia estriba en que Valeriano López, para hacer goles, no necesitaba de chimpunes. Le bastaba que sus elásticos lo elevaran al cielo (ya está en el cielo) para colocar un mortífero gol de cabeza. Por eso el 'Tanque de Casma' hacía ver estrellas a los guardametas que intentaban detener sus misiles. De puro cunda hubiera sido capaz de meter un gol de palomita derribando los travesaños del arco iris. Quienes lo vimos jugar sabemos que su biografía supera la palidez de su leyenda. Como a él, a nadie se le temió tanto en nuestro fútbol cuando, al comienzo del partido, le señalaba al guardavallas por dónde le metería el gol. Cuando el juez de esquina cobraba un córner todos los espectadores sabían que equivalía a un gol. Lo he visto privar arqueros, descalabrar defensas.
¿Qué torbellino de ébano es ese que avanza arrollador con un turbante de goles en la cabeza?

No hay muro que le salga al frente
demoliendo barreras,
cañoneando con la cabeza,
hombre gol de rutilante casco,
el 'Tanque de Casma' Valeriano López,
y -su compadre Barbadillo-
carnales de césped y de la cebada
bebiéndose todo el rocío de los prados
¿dónde iremos a 'buscallos'?

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El mítico futbolista peruano Teófilo Cubillas fue ganador del Botín de Plata en el Mundial 78, al secundar, junto al holandés Resenbrinck con 5 tantos, la tabla de goleadores que encabezó Mario Kempes con 6. En el Mundial mencionado convirtió dos goles de antología a la selección de Escocia (ver abajo).
Apodado "El Nene", nació el 8 de Marzo de 1949 en Punta Piedra, Lima...
Volante ofensivo de notable talento, debutó en la Primera de Alianza Lima cuando apenas tenía 17 años. En este club jugó en 3 etapas: 1965-1973, 1977-1979 y 1985-1987...
En su trayectoria actuó en Basilea de Suiza (1973), Porto de Portugal (1974-1977), Fort Lauderdale Strickers de EE.UU. (1979-1984) y South Florida Sun Fort Lauderdale (1984-1985)...
Jugó para el seleccionado peruano los mundiales de México 1970, Argentina 1978 y España 1982...
Mientras que con Alianza anotó un total de 167 goles oficiales, en la liga norteamericana convirtió 65 en 141 partidos y en 81 cotejos para su selección nacional, otros 26...
En toda su carrera profesional, jugó 469 partidos, anotando 268 goles. Con Alianza fue campeón peruano 1978, con Porto dio la vuelta olímpica en 1977 y resultó subcampeón con Strickers en 1980. Con la casaca de su querido Perú, fue campeón de la Copa América en 1975...
En 1972, fue consagrado como el mejor jugador de Sudamérica, y en 1978, como mencionábamos al comienzo, se quedó con el Botín de Plata, por ser el segundo goleador del torneo...

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Alianza Lima, bajo el mando de Gerardo Pelusso, era puntero del Torneo Apertura 2006, del que sería campeón después. Una tarde tuvo que ir a la ciudad de Huaraz, en el departamento de Áncash, para chocar con el equipo local, Sport Áncash, en el Estadio Rosas Pampa. El duelo iba 1 a 0 a favor de la visita, con anotación del atacante Wilmer Aguirre con vistosa chalaca. La diferencia se mantenía hasta el minuto 89, cuando el DT uruguayo decidió el ingreso de Johan Fano (foto) para retener el balón el mayor tiempo posible en campo contrario hasta que el juez principal dé el pitazo final y, por ende, sumar los tres puntos.
Lo que ocurrió fue que Fano tomó la pelota en el minuto 93, cuando restaba un minuto para se cumpla el tiempo adicionado, y la mandó a cualquier parte en lugar de protegerla. En la réplica, y luego del saque de meta del arquero Carlos Laura, los jugadores aliancistas, que esperaban sólo el final del partido, se olvidaron de marcar al delantero argentino Natalio Portillo, quien recibió un excelente envío de Franco Mendoza y venció la resistencia del desconcentrado George Forsyth para marcar la paridad en el ¡minuto 95!
El choque acabó luego de la celebración del rioplatense y el entrenador charrúa ingresó indignado a la cancha para reclamarle al árbitro el exceso de minutos disputados.
Durante mucho tiempo los jugadores de Alianza Lima le jugaron bromas a Fano por la jugada desafortunada en la que estuvo involucrado.

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Alejandro Villanueva (Pedro Espinel - Perú)



El sol despuntaba, anunciando un nuevo día.
En las calles se advertía, un barullo matinal
Y en el nosocomio, una vida se extinguía
tras su lenta agonía partió hacia la eternidad.

Recuerdos de otros tiempos vienen hoy a mi memoria
Como un eco de la historia, un pasaje del ayer
de aquel gran deportista que dio nombre y gloria
al deporte nacional ¡Un as entre los ases!
¡Figura continental!

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Universitario de Deportes y Alianza Lima jugaban en el Estadio Nacional por la Copa Libertadores, el 3 de Agosto de 1988.
El cuadro crema ganaba 2 a 0, con goles de José "Chemo" Del Solar (20') y del arequipeño Juvenal Briceño (41'), al final del primer tiempo, período en el que los dirigidos por Moisés Barack, se habían quedado con 8 jugadores por las expulsiones de César Espino (34'), Wilmar Valencia (45') y Cédric Vásquez (45'), quienes recibieron la tarjeta roja de parte de César Pagano por conducta violenta.
Luego del entretiempo, las acciones siguieron hasta el minuto 54, cuando el chileno René Pinto y Eugenio La Rosa (foto), hermano menor de Guillermo, acusaron lesiones imprevistas y ya no pudieron ser reemplazados, porque el DT aliancista ya había realizado las dos variantes permitidas en ese entonces por la FIFA.
Sin cinco jugadores, cuando el máximo ente permite siete, al menos para disputar un partido oficial, el cuadro íntimo decidió retirarse de la cancha luego de recibir la venia del juez principal y, por supuesto, el marcador no varió: quedó 2 a 0 a favor de la 'U', que conducía Juan Carlos Oblitas.
En los días posteriores los medios especularon con que Pinto y La Rosa se hicieron a los sentidos para evitar que Alianza, con 8 jugadores en la cancha, sufriera una goleada catastrófica ante el rival de toda la vida, hecho que la 'U' tomó como un acto de cobardía y que la Trinchera Norte le recuerda al Comando Svr cada vez que puede en un choque entre ambos.

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El partido del fin del mundo


Así fue denominado por la prensa de la época a uno de los partidos más dramáticos que se recuerde en el fútbol peruano. Corría Noviembre de 1993 y se jugaba la fecha 25º del torneo descentralizado, tocándole en esa fecha a Alianza Lima subir a enfrentarse al Unión Minas de Cerro de Pasco, equipo que en ese entonces, contaba con el estadio (foto) ubicado a mayor altitud en el mundo (4.300 metros).

Era un partido de gran interés, debido a que Alianza pugnaba por hacerse del título nacional que ya le era esquivo demasiados años, mientras que el Minas, necesitaba sumar para alejarse de la baja y aprovechaba su condición de local, en la cual se había vuelto imbatible ante los equipos capitalinos, los cuales incluso llegaban a Cerro de Pasco provistos de balones de oxígeno.

A la altura se sumó el inicio de la temporada de lluvias, originándose al poco de iniciado el partido una lluvia torrencial, la cual derivó al poco en una fenomenal granizada, acompañada por una tormenta eléctrica que soltaba tremendos destellos de luz ante los aterrados camarógrafos llegados desde la capital, para transmitir en vivo el encuentro; por una decisión de ambos equipos, se continuó el partido: se jugaba mucho en aquella decisiva fecha.

Una lluvia salvaje, las pelotas de granizo, un frío que calaba los huesos y el oxígeno que apenas entraba a los pulmones se convirtieron en los enemigos de los capitalinos; eso, aunado a los rayos que no paraban de caer, crearon un ambiente dantesco,... era una de esas tormentas de las que te hacen temer a Dios.

El público y los jugadores del Minas estaban acostumbrados, pero para los aliancistas, jugando con guantes y gorras, el árbitro y sus jueces de línea, -también capitalinos-, y para el estoico equipo de transmisión de América, fue un infierno.

Los hinchas que seguían por televisión también tuvieron su cuota de sufrimiento: el empate a cero se mantuvo todo el partido, hasta le fatídico minuto 45: Waldir Sáenz finalmente pudo gritar gol casi sin aire en los pulmones.

Terminado aquel surreal cotejo, un argentino que llevaba apenas fichado unos meses en Alianza, corrió como loco a perseguir a los camarógrafos: "...¡dénme una copia; quiero una copia del video!!" -gritaba fuera de sí-, "...en la Argentina nadie me va a creer que jugamos y que ganamos este partido...!!"

Alianza salió victorioso del "Partido del fin del mundo", pero tuvo que esperar hasta 1997 para volver a campeonar luego de 18 años.

(tomado del blog “Leyendas y relatos de fútbol”)

1ª parte


2ª parte

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A bastonazo limpio: la historia del primer clásico del fútbol peruano


El lunes 24 de Septiembre de 1928 los limeños despertaron sobresaltados. Los niños que vendían los periódicos voceaban titulares que hablaban de escándalo, de agresiones, de incorrecciones y de golpes a palos y a puño limpio. La comidilla del día era el final escandaloso que tuvo el primer enfrentamiento entre los equipos de Alianza Lima y la Federación Universitaria, partido que se jugó por la fase final del campeonato de fútbol de primera división de 1928. Destacaba la primera plana del diario la Prensa que titulaba: “Ayer en el Estadio Nacional: bochornoso escándalo”.

Cada una de las personas que fue al viejo estadio Nacional el día anterior, domingo 23 de Septiembre de 1928, pudo tener su propia versión de lo que allí había ocurrido. El problema lo tuvieron aquellos que no asistieron al estadio. Cada uno de los diarios ofrecía no sólo una interpretación diferente sino que, en algunos casos, eran contradictorios aún en reseñar los hechos que se habían producido en el partido.

Entre estas incongruencias destacaba la asignación de culpas: mientras unos decían que la culpa del escándalo la habían tenido los jugadores universitarios, disculpando a los aliancistas; otros decían que habían sido los de Alianza los iniciadores de los sucesos escandalosos; y otros más, aunque hablaban duramente acerca del comportamiento de los jugadores de Alianza, los excusaban culpando de su reacción a los yerros del árbitro. Incluso, hubo un diario que culpó a los jugadores de Alianza, pero no a todos, exculpó a los que siempre mantienen un comportamiento caballeroso.

El día del partido, el equipo de Alianza Lima tenía dos puntos más que el de la Federación Universitaria. Los blanquiazules estaban en el primer lugar de la tabla de posiciones de la liguilla -un mini torneo final donde jugaron los cinco mejores equipos- con cuatro unidades. Mientras el cuadro aliancista había obtenido los títulos de 1918, 1919 y 1927; el de la universidad debutaba en un torneo oficial.

El encuentro lo ganó la Federación por un gol a cero. Sin embargo, lo que más se recuerda no es que el jugador Pablo Pacheco haya anotado el gol. Lo que ha quedado registrado es que al final, el árbitro debió concluir el partido antes del tiempo oficial porque Alianza se había quedado con seis jugadores, tras sufrir la expulsión de cinco. En tales circunstancias y, de acuerdo al Reglamento, un equipo no puede continuar jugando, dando como resultado final la victoria de la Federación.

Mientras los jugadores de Alianza salían de la cancha, los aficionados universitarios reclamaron al aliancista Filomeno García, de profesión chofer, por su juego excesivamente brusco. Algunas frases duras surgidas desde la tribuna contra el jugador García hicieron que éste reaccionase, generándose una gresca. Cuando todos los aliancistas fueron en defensa de su compañero, los aficionados rivales les lanzaron bastones, lo que hizo que años después este primer partido entre Alianza y la Federación Universitaria fuera conocido como el “Clásico de los Bastonazos”.

Aunque algunos diarios dicen que el juez del partido, el uruguayo Julio Borrelli, se había parcializado con los universitarios, creemos que su versión puede considerarse la más imparcial.

El juez empezó anotando que al iniciarse el segundo tiempo pudo notarse que el juego empezaba a degenerar, lo que me obligó a amonestar a varios jugadores, previniéndoles que de continuar en esta forma tendría que aplicar castigos. La cuestión empeoraría: "Más o menos a los 25 minutos de este tiempo el jugador Miguel Rostaing embistió a puntapiés al jugador de las Casas, quien repelió el ataque, produciéndose un pugilato, en el que intervino también el jugador Quintana que la emprendió a golpes contra de las Casas. Con tal motivo expulsé del fiel (sic) a los tres jugadores que intervinieron en el incidente. Por esta causa se suspendió el juego por 4 minutos.
Reiniciado el partido los jugadores del "Alianza" parecían preocuparse más de malograr físicamente a los contrarios que de jugar fútbol. Les hice diversas reconvenciones para ver si era posible encausar el juego a la normalidad; no obstante lo cual me vi obligado a expulsar primero al jugador Soria y luego al jugador Villanueva, por cometer ambos faltas muy graves.
Cuando faltaba diez minutos para expirar la hora reglamentaria el jugador Rostaing primero, cometió un foul penal de suma gravedad contra el jugador universitario Ruiz, por tal causa sancioné un penal, a la vez que indiqué que se retirara del campo al jugador causante. Sin embargo no hice ejecutar la pena porque, de acuerdo con la reglamentación internacional, no puede continuarse un partido con menos de siete jugadores por bando. Como el jugador Rostaing, que acabo de mencionar, era el quinto expulsado del team del Alianza, éste quedaba sólo con seis jugadores, razón por la cual di por terminado el match, continuando el score de uno a cero a favor de la Universidad.
Creo oportuno dejar constancia que en el transcurso de este halftime, el jugador Souza conquistó un gol más a favor de la Universidad que anulé por foul de este jugador a un zaguero contrario.
Cuando di por terminado el match, varios jugadores del "Alianza" al abandonar el campo provocaron incidentes con el público de las tribunas de preferencia, como es notorio.
Es cuanto tengo que informar a usted, señor Presidente.

Julio Borrelli, árbitro


Para el árbitro, entonces, los que provocan los incidentes del final fueron los jugadores de Alianza. En esto, sólo coincidirá con el diario “El Comercio”.

Por aquel entonces, hacia el final del Oncenio de Leguía, los diarios "La Prensa", "El Comercio", "La Crónica" y "El Tiempo" mantenían una importante página deportiva. Los dos primeros diarios coincidieron en darle la página completa a los sucesos escandalosos del clásico. Pero eso fue en lo que único que coincidieron.

Mientras para “El Comercio” los futbolistas de Alianza atacaron a los espectadores y se trabó un recio pugilato con ellos, sin reparar que en los palcos había elemento femenino; “La Prensa” sostenía que no se puede aceptar que se diga que los jugadores del Alianza provocaron al público. Los insultos y la provocación partieron de la tribuna de preferencia donde se hallaban los partidarios del equipo universitario, y la actitud de éstos no puede ser más censurable.

La subjetividad propia del individuo está presente en los cronistas que relataron lo ocurrido aquel 23 de Septiembre de 1928. Más aún, parece que el cronista de “El Comercio” hubiera sido hincha de los universitarios, mientras que el de “La Prensa” lo habría sido de Alianza.

Sobre estos sucesos escandalosos del final del partido, el diario “El Tiempo”, parece estar de acuerdo con "El Comercio", aunque dice que el causante de que el partido terminara con varios jugadores de Alianza provocando un alboroto en el que menudearon palos, trompadas y silletazos, fue el árbitro para quien pide a la Federación Peruana de Fútbol que le cancele el contrato.

Para el periodista de "La Crónica", el incidente lo iniciaron dos espectadores de la tribuna de a dos que, apasionados por los incidentes ocurridos en el campo de juego, discutieron acaloradamente. El cronista no lo afirma pero es de suponer que uno de estos aficionados era hincha de Alianza y el otro lo era de la Federación. La discusión creció tanto que el público se arremolinó provocando la intervención de la policía. La imprudencia y temeridad de Filomeno García, Rostaing, Quintana y otros jugadores del Alianza hizo que, para contrarrestar la protesta del público, se treparon a las tribunas. El público los repelió a puñadas y el escándalo cobró mayor intensidad.

Entre los jugadores que "La Crónica" salva de las críticas está Montellanos, a quien consideran caballeroso y pulcro.

"El Comercio" dijo que tras la expulsión del jugador aliancista Filomeno García, éste fue a las tribunas de preferencia donde uno de los espectadores le dirigió algunas frases duras. Saltó sobre la valla que separa los palcos y tribunas yendo contra los espectadores. Éstos castigaron al jugador. "La Prensa", en cambio, dijo que cuando algunos de los jugadores del Alianza abandonaban la cancha, luego que el árbitro diese por terminado el partido, fueron objeto de insultos de parte de un grupo de aficionados universitarios. Estos insultos se concretaron al jugador Filomeno García, quien exasperado se lanzó contra la persona que lo insultaba. En ese momento más de 20 bastones cayeron sobre este jugador, siendo agredido, además, con golpes de puño.

El apoyo total del diario “El Comercio” a las actividades deportivas de los universitarios queda demostrado cuando al final del primer enfrentamiento entre Alianza Lima y el equipo de la Universidad un numeroso grupo de entusiastas, entre los que la mayor parte eran estudiantes, cargó en hombros a los jugadores, organizando un desfile. [...] Llegados a las puertas de ‘El Comercio’, requirieron la presencia de alguno de sus redactores. El jefe de redacción salió y recibió una calurosa manifestación de simpatía. El señor De las Casas (jugador de la Universidad) reveló el objeto de los manifestantes, quienes habían querido venir a testimoniar su reconocimiento a este diario por la forma cómo habían sido siempre estimulados en sus prácticas deportivas. Se dieron tres hurras por ‘El Comercio’ y por la ‘Universidad’.

La Federación Peruana de Fútbol se reunió el martes 16 de Octubre en asamblea presidida por el doctor Eladio Lanatta y emitió el Boletín N° 162, haciendo conocer las conclusiones de la Comisión de Justicia sobre los acontecimientos del encuentro del 23 de Septiembre y que, entre otras cosas, eran las siguientes:

1. Hacer una reconvención al Club Alianza Lima.

2. Suspensión por el resto de la temporada a Miguel Rostaing y Julio Quintana del equipo Alianza Lima.

3. Amonestación para los jugadores Villanueva, García y Soria.

Así acabó el clásico. Con los universitarios festejando por las calles de Lima el triunfo de 1-0 y los jugadores de Alianza sancionados por el escándalo. Sin embargo, estas sanciones no se cumplieron. Los universitarios pidieron que los aliancistas estuvieran en los partidos de desempate. Y es que tras el triunfo, los universitarios igualaron a Alianza en el primer lugar del campeonato y debieron jugar dos partidos adicionales para definir al campeón de 1928.

(excelente crónica del historiador y periodista
peruano Jaime Pulgar-Vidal Otálora)

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El ex internacional brasileño Jorge Ferreira da Silva, Palhinha (foto), y el futbolista peruano Jean Ferrari se conocieron cuando actuaron por Sporting Cristal en el 2000. Ambos hicieron una gran amistad, que se trasladó más allá del fútbol. El ex jugador de Sao Paulo asistía con frecuencia a la cevichería que Ferrari había instalado en el residencial barrio de San Isidro, en Lima. Palhinha era caserito en el negocio del ex volante de Universitario: asistía a él con su esposa e hija. Pero en el 2001 el ex integrante del Scratch pasó a Alianza Lima y en los duelos ante el cuadro celeste por el torneo doméstico más de una vez tuvo fuertes roces con su amigo Ferrari, quien lo marcaba con mucha rudeza y llegó a decir públicamente, quizá en caliente, que el ex Cruzeiro le corría a la pierna fuerte, que se hacía el lesionado para no jugar partidos importantes y que por eso nunca tuvo éxito en Europa (en Real Mallorca) y en el combinado verdeamarelho. Ese año Alianza Lima fue campeón nacional y los periodistas, cuando se enteraron de que Palhinha no iba a disputar el partido final ante Cienciano en Cusco el 29 de Diciembre, fueron a buscarlo para que responda a los comentarios ofensivos que venían de Ferrari: “No me importa lo que él diga, yo soy campeón de la Copa Libertadores y de la Copa Intercontinental, no tengo que vender pescado para vivir”.

(anécdota extraída del blog "Goal peruano")

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El cuero de las metáforas


* El fútbol en las letras peruanas

Fútbol y literatura. El fútbol era incompatible con el intelecto. Eso aseguraban los expertos que no hallaban nexos entre el atropellar un balón y el frío rubor de los gabinetes de los humanos pensantes. Hoy, el fútbol invade las librerías. En el Perú acaban de editarse dos novelas redondas sobre "eso" que sucede en los estadios. El encuentro en estos días se hace más intenso.

Juego de paradojas, el fútbol es paradójico para los peruanos. Los que escriben sobre el césped esos fantásticos gramas con la pelota imantada a su suela, ergo, Claudio Pizarro en el Bayern. Los otros, aquellos que suelen jugar con la gramática imantando las metáforas al tejido de las palabras escritas, vr. gr. Julio Ramón Ribeyro en “La tentación del fracaso”. Igual, futbolistas y escritores se atraen y rechazan en el rectángulo redondo de la creación. Así, el capítulo perfecto del escritor es besar las redes de la perfección del tropo. A continuación más que al contrario, el delantero grita el sordo gol con la sinfonía callada del paroxismo del gozo.

Siguiente paradoja. Futbolistas peruanos gozan de reconocimiento general en equipos de Alemania, Inglaterra y Holanda. Perú no clasifica hace 24 años a un Mundial. Otra. El mejor poema al fútbol lo escribió un huancaíno: "Polirritmo dinámico a Gradín". El poeta Juan Parra del Riego radicaba en Montevideo. El loado era un uruguayo, campeón olímpico en la década de 1920. Una más. El primer futbolista-autor es un peruano. Julio César Uribe escribió sin amanuense un libro propio dedicado a Los Carasucias la tarde de su retiro del fútbol. Y otrita más, “La ópera de los fantasmas”, novela-crónica, gana el Premio Casa de las Américas en 1980. Su autor, Jorge Salazar, natural de este país y el primer literato que integró la Selección Peruana en la era de Juan Carlos Oblitas. Una yapa. “El revés de morir”, novela espacial, escrita por el mejor Guillermo Thorndike en 1978, festeja el único registro posible de identidad del fútbol peruano, el juego de los negros de Alianza Lima. Su héroe es su antihéroe. Alejandro "Manguera" Villanueva, la alegría del pueblo. El muerto tuberculoso más famoso de La Victoria.

El Canon fútbol literario no existe y el soporte literatura futbolística es apenas perceptible. Borges, genial aguafiestas, jamás palpó el terciopelo a nalga de nínfula que tiene el cuero de una pelota de fútbol. No obstante por fregar dijo que el fútbol era "una cosa estúpida de ingleses, un deporte estéticamente feo, once jugadores contra once corriendo detrás de una pelota no son especialmente hermosos".

Marta Hildebrandt, lúcida esclerótica, ha construido un autoepitafio: "El fútbol solo entorpece al vulgo y droga a los cretinos". Ya fueron. El poeta Arturo Corcuera es autor de un libro lírico singular por plural en el magma de la misma paradoja: “La gran jugada o Crónica deportiva” que trata de Teófilo Cubillas y el Alianza Lima. Corcuera da brillo a una poética libre, que canta al carácter popular multicultural del mestizaje criollo peruano. Fútbol es igual a genio y duende del zambo al mejor estilo de Nicolás Guillen, el mismo Parra del Riego, Nicomedes Santa Cruz y hasta González Prada.

Dice el psicólogo Julio Hevia que a las mujeres no les gusta el fútbol como no les gusta “Rayuela” o “Tres tristes tigres” porque no entienden que los (ciertos) hombres son juguetones. De ahí que algunas llegan a ser jugadoras, el añadido es mío. Sin embargo dos palpitantes poetas mujeres, Carmen Ollé y Giovanna Pollarolo padecen del virus tras una bola de cuero. La primera en “Noche de adrenalina” desliza el paradigma gol es clímax. "Una cópula como una masturbación rápida". La segunda en “Entre mujeres solas” hace queja cuando las tardes de domingo -por abundancia de fútbol- siente la ausencia del padre/esposo. Un añadido. No puedo ignorar a Blanca Varela y su poema "Fútbol" en su libro “Valses y otras confesiones”.

La ocasión es propicia. Con diferencia de horas, se han presentado en Lima dos novelas a partir del fenómeno fútbol. “Muerte súbita” (Aguilar) de Phillip Butters y “La tristeza de los burros” (Planeta) de Ernesto Ferrini. Los dos peruanos, los dos novelistas cadetes. Qué ocurrencia, los dos libros rompen la trampa del off side y destrozan la profecía: "el fútbol no se lee". Otros registros consolidados en las canchas de la literatura son las novelas de culto de Óscar Malca: “Al final de la calle” y de Isaac Goldemberg “Tiempo al tiempo”, que extraen del fútbol su enorme carga simbólica.

Mario Vargas Llosa hace una semana al despedir al periodista Ezequiel Martínez del diario “Clarín” en su casa de Madrid le confesó que esperaba descansar frente al televisor durante todo el Mundial de Fútbol. Dijo que era hincha del Universitario de Perú, del Real Madrid, del Chelsea inglés y recordaba cómo se entretuvo durante el Mundial de España cuando escribía columnas como reportero. Vargas Llosa en "Los Cachorros" hace que Pichulita Cuéllar utilice al fútbol para integrase a una elite miraflorina. El periodista cerró la entrevista con el escritor peruano con un fuera de juego: "Tampoco es para preocuparse: con cada nueva novela Vargas Llosa suele ganar todos los partidos".

Alfredo Bryce contaba hace un par de meses a Juan Cruz de “El País”, de España, que durante un partido de fútbol Perú-Brasil el locutor, fanático del equipo peruano, narraba así un lance del juego: "Avanza Perú, avanza Perú, ¡¡gol de Brasil!!". Bryce en el cuento "Su mejor negocio" del libro “Huerto cerrado” se vale del fútbol para socializar la pituquería de su protagonista. Curioso, pero otro de nuestros escritores consagrados, Alonso Cueto -Premio Herralde el año pasado- escribió hace unos días en su columna de Peru21 -luego de citar a Camus, Soriano y Ribeyro- que la afición de los escritores al fútbol no es casual, pues el fútbol -como la literatura- también es un juego (quizá la literatura sea algo más que eso).

Santiago Roncagliolo, nuestro joven escritor recientemente galardonado con el Premio Alfaguara de novela 2005 sufre del síndrome del hincha. No sólo practica el fútbol como los buenos, habla y habita en ese oceánico espacio del balompié. A la pregunta luego de recibir la Copa Literaria ¿Ya no seguirá diciendo 'Soy peruano y estoy acostumbrado a perder? respondió: "Cuando lo he dicho me refería al fútbol". Al contrario, como dice Fernando Iwasaki, estamos de lo más ganadores, en fútbol no ganaremos nunca pero el premio a Alonso Cueto, el premio finalista de Jaime Bayly (Novela de Planeta) y este premio son una buena razón para que los peruanos veamos menos fútbol y leamos más, que es menos triste.

Otro escritor amante del fútbol es Abelardo Sánchez-León. Hincha del Alianza Lima, escribe crónicas de fútbol y ha dedicado buena parte de su carrera periodística a desentrañar la magia del juego. Sus textos amalgaman la cancha tipográfica, la tinta de la calle y la cultura de masas que esta recrea. Todas sus anotaciones figuran compiladas en su libro “La balada del gol perdido” de 1998. El entrañable "Balo" ha sentenciado: "Felizmente el buen fútbol es como la poesía, se regala, a veces se queda callado, no dice nada, es gratis, como el loco amor."

(artículo de Eloy Jáuregui publicado en el diario peruano "El Comercio" del Viernes, 23 de junio de 2006)

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Al Alianza Lima, en su naufragio (José Pardo del Arco - Perú)


No temí caminar en el día

ni que mis ojos recorrieran sangrando

todas las playas del mundo

de mi alma

y no encontraran nada

ni siquiera aquella pequeña gaviota

perdida en el cielo

que tal vez los viera desaparecer en el agua

como una hermosa leyenda

de antiguas estrellas naufragadas.


(este poema hace alusión a la tragedia aérea del primer equipo de Alianza Lima, accidente aéreo ocurrido el 8 de Diciembre de 1987 y que dejó un saldo de 43 víctimas (16 integrantes del equipo, 6 miembros del cuerpo técnico, 4 auxiliares, 8 miembros de la barra, 3 árbitros y 6 tripulantes)

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Carlos Castro era un recio zaguero central en la década de los años ochenta y noventa. Apareció en Deportivo San Agustín y fue campeón nacional en 1986. César Espino era un cumplidor lateral izquierdo que fue campeón con Sport Boys de El Callao, en 1984, y luego, en 1986, pasó a Alianza Lima. En un choque entre santos y aliancistas en Diciembre de 1987, ambos se agredieron mutuamente y el juez Carlos Montalbán les mostró la tarjeta roja a los 85 minutos, con lo que quedaron impedidos de jugar por sus clubes en la siguiente fecha. Espino salió muy molesto de la cancha, hasta insultó la madre del árbitro central, pero jamás imaginó que esa expulsión le salvaría la vida porque una semana después su equipo debía presentarse en Pucallpa para chocar con el conjunto local por el Torneo Descentralizado. Marcos Calderón, DT de Alianza Lima, reemplazó al 'Gato', como le dicen a Espino, con Ignacio Garretón, quien, junto a sus compañeros, al cuerpo técnico, y a un grupo de barristas, perecieron luego de que el avión que los transportaba se precipitó en el mar de Ventanilla, el 8 de Diciembre de ese año.
Después de la noticia fatídica, Espino pensó en retirarse del fútbol, pero siguió jugando por los íntimos y en otros clubes y, paradojas de la vida, luego fue a disculparse con Montalbán y a agradecerle por haber evitado que viaje a la selva sin retorno.
(anécdota extraída del blog "Tabloide blanquiazul")

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