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Hacia Bucarest, el 19 de Septiembre de 1990, emprendió vuelo una expedición del Atlético de Madrid. En la capital rumana le esperaba la Politécnica de Timisoara, un rival sin mucho cartel en el Viejo Continente con el que iba a medirse en la Copa de la UEFA.

Días antes había estallado una revolución en Rumanía que resultó dramática en todo el país.

La grave situación que padecían los rumanos fue la causa principal por la que el equipo viajó con dos cocineros que, en un equipaje especial, cargaron 1.200 kilos de comida, que incluían carne, pescado, embutidos, botellas de vino y de agua, entre otras viandas.

Al llegar a Timisoara el desánimo cundió en la expedición atlética, tras comprobar que, prácticamente, era una ciudad fantasma. Uno de los más afectados por el desolador panorama fue Baltazar María de Morais, el extraordinario delantero brasileño que jugó dos temporadas en el Atlético de Madrid.

Después del compartido almuerzo por directivos, técnicos y jugadores, Baltazar salía tristón del comedor, prácticamente llorando. Al preguntarle un reducido grupo de periodistas qué le ocurría, el brasileño, con voz tenue, dijo: “Lo que acabo de presenciar me ha entristecido mucho. La comida que hemos dejado en los platos la estaban devorando los camareros que nos habían servido. ¡Esto no tiene nombre!”

(anécdota tomada del excelente libro "Las mejores anécdotas del Atlético de Madrid" de Luis Miguel González)

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Pat (España)

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Nunca miro la fecha de nacimiento del jugador sino su rendimiento.

(MAX MERKEL, ex jugador y entrenador austríaco, en 1972, mientras era entrenador del Atlético de Madrid)

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Admiro la elegancia de Paolo Maldini, bien complicada de encontrar ahora mires donde mires. Esa manera de hacerlo todo tan fácil cuando a otros nos cuesta tanto...

(LUIS AMARANTO PEREA, defensor colombiano del Atlético de Madrid, en el diario español "El País" del 04/02/2010)

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A conquistar tu ideal (Javier Elizalde Blasco - España)


Qué pocos supieron verte
con la paz que da el domingo,
deleitándose en tu risa,
en tus gestos y en tu ritmo.

La impaciencia desbordaba
como un río de aguas bravas
al que añoraba un Mesías
desde épocas lejanas.

El contagio o la venganza
con desatada pasión
hervía en quien se empeñaba
mostrar su equivocación.

Te bautizaron “el Niño”
pero qué pocos veían
la comprensión y el cariño
que todos niños ansían.

Ellos están enzarzados
por ver quién tiene razón,
no tiene que ver contigo
su tozuda obstinación.

El fútbol no se ha inventado
para callar otras bocas,
sembrar asombro o elogios,
navegar en barcas rotas.

El fútbol, como la vida,
fluye por un ideal,
tan fuerte como una roca
tan profundo como el mar.

No quiero verte en portadas,
que digan que es tu Mundial,
lo que quiero que te lleve
a conquistar tu ideal.

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Pongamos hablo del Atlético de Madrid (Joaquín Sabina - España)

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Kun Agüero - Los Leales

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COLCHONEROS - Atlético de Madrid (España)


Cuando el 26 de Abril de 1903 un grupo de estudiantes vascos que residían en Madrid fundan el Athlétic Club de Madrid, casi ninguno de ellos pensó en que esta sucursal madrileña del Athlétic de Bilbao llegaría a convertirse con los años en uno de los más grandes clubes de España.
Los colores iniciales de la camiseta fueron los mismos que los de su progenitor vasco: camisa blanquiazul a rayas verticales y pantalón blanco. En 1912, el equipo de Madrid debió abandonar la tutela de su homónimo vasco por acuerdo federativo.
Abocado el club a conseguir una nueva indumentaria, la misma es encargada a Juanito Elorduy, jugador del club, quien viajaba a Inglaterra, quien también recibió el encargo de abastecer el vestuario del Athlétic de Bilbao con las mejores camisas de fútbol que se pudieran conseguir, las provenientes de Inglaterra.
El vasco, dejó el encargo para último momento y se encontró el día de retorno dando vueltas por el puerto de Southampton con el ferry esperando para cruzar el canal. No había camisas azules y blancas, como las que necesitaba, pero sí gran cantidad por todos lados de camisas a rayas rojas y blancas que eran las del equipo local, el F.C. Southampton.
Elorduy compró 50 blusas abotonadas, rojas y blancas. A su llegada, en Bilbao, quedaron 25 y las otras 25, que se estrenaron antes, viajaron con él para Madrid.
De ahí proviene el apodo de “colchoneros” porque en la época en la que el Atleti lució por vez esas camisetas a franjas rojiblancas (1911), éstas guardaban gran similitud con los colores de las fundas de los colchones de la época.

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El maldito segundo de Heysel

Un miserable segundo separó al Atlético de Madrid de proclamarse campeón de Europa. Fue el 15 de Mayo de 1974 en el estadio "Heysel" de Bruselas. Enfrente tenía un buen equipo, pero asequible al conjunto rojiblanco: el Bayern de Munich de los Beckenbauer, Breitner, Hoeness y Müller.
El Atlético formó con Reina; Heredia, Eusebio, Capón; Adelardo, Luis, Irureta; Ufarte (Becerra), Gárate y Salcedo (Alberto). Al equipo de esta campaña se le conocía cariñosamente como el Atlético Buenos Aires. Y es que además del técnico Juan Carlos Lorenzo, había muchos jugadores argentinos: Rubén "Ratón" Ayala, Ramón "Cacho" Heredia, El "Panadero" Díaz, Benegas e Iselín Santos Ovejero.
Los rojiblancos habían controlado el centro del campo con su mayor calidad técnica y llevado las riendas del encuentro durante la mayor parte del tiempo. Los delanteros fueron sometidos a férreos marcajes (Heredia sobre el "Torpedo" Gerd Müller y Schwarzenbeck sobre Gárate) y el marcador no se movió.
En la prórroga siguió la misma tónica del partido. Pero a falta de seis minutos el colegiado belga Leraux señaló una falta en el borde al área alemana. Luis Aragonés, el "Sabio de Hortaleza", catedrático en el lanzamiento de golpes francos, lo vio muy claro. Golpeó el balón por encima del muro alemán y antes de que entrara ya estaba festejando el tanto. El portero Maier se quedó de piedra.
El partido parecía decidido en favor de los rojiblancos. Pero, cuando el colegiado ya miraba su cronómetro, un zapatazo desde 35 metros de Schwarzenbeck se coló entre una nube de piernas y llegó hasta la red atlética. Era el empate definitivo. No dio tiempo ni a sacar de centro. La fortuna le había dado la espala a los rojiblancos. En el fútbol, como juego que es, además de poner todos los medios a tu alcance para conseguir la victoria, hay que contar con la suerte. Y en lo referente a la diosa fortuna el Atlético siempre ha sido subcampeón. Los dados nunca le han sido favorables y aquella noche mucho menos.
Dos días después se jugó el partido de desempate. Pero el jarro de agua fría dejó congelada la moral atlética y los rojiblancos sucumbieron por 4-0 ante los muniqueses. La final ya se había perdido 48 horas antes. Cierto es que el partido no acaba hasta que el árbitro no pita el final..., pero no hay duda de que el campeón de Europa moral de 1974 vestía a rayas rojas y blancas, aunque la Copa "volara" de las vitrinas atlétlcas por un maldito y fatídico último segundo.


(extraido del libro "Los grandes clubes del fútbol mundial", pág. 127)

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